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“El niño vive en el juego una experiencia rara en la vida del hombre: la experiencia
de enfrentarse por sí solo con la complejidad del mundo; él, con toda su
curiosidad, con todo lo que sabe y con todo lo que sabe hacer, y con todo lo que
no sabe y desea saber, frente al mundo con todos sus estímulos, sus novedades,
su atractivo.”
F. Tonucci (1996)
¿A qué juegan los niños de estas edades?, ¿Se aprende a jugar? ¿Cuál es el vínculo
entre juego y conocimiento? ¿Cómo organizar escenarios de juego que enriquezcan sus
posibilidades?, ¿Cómo intervenir?, ¿Debemos dejar que descubran por sí mismos
procedimientos, usos y posibilidades propias y de los objetos, o debemos indicárselos
nosotros?, ¿Cómo valorar cuándo realmente necesitan de nuestra guía o colaboración?
Y en tal caso ¿cómo debe ser esta?, ¿Sobre qué elementos poner la mirada en un
escenario de juego exploratorio? ¿Y en uno de juego dramático?
Estos interrogantes, entre otros, nos interpelan al abordar un tema tan apasionante como
la actividad lúdica en el jardín maternal.
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Hablar de niñez temprana requiere contemplar las nociones de vulnerabilidad (dada la
prematuración del sujeto humano), como la de potencialidad.
El lenguaje no verbal, el aparato psíquico en vías de desarrollo, la indefensión y la
extremada dependencia física, motriz y afectiva del niño pequeño nos pone de relieve la
vulnerabilidad en la que se encuentra. Al mismo tiempo investigaciones que emergen de
campos diversos como la psicología, la neurología, la educación, dan cuenta de las
capacidades y competencias con las que nace el ser humano, dejándonos ver a un niño
activo y constructor de sus relaciones con el medio y con un potencial sorprendente.
Estas particulares formas de estar y ser en el mundo, nos desafía a pensar todo aquello
que debe proveer el medio ambiente en donde se los acoge, para que su desarrollo sea
sano y permita el despliegue de sus potencialidades.
Una institución educativa que alberga a niños pequeños, a infantes, es decir, niños que
aún no han desarrollado el habla, da respuesta a necesidades sociales de distinto orden:
• Incluir a los niños en la cultura, de una manera creativa y apuntando a la riqueza
de la condición humana.
• Darles la oportunidad de ponerse en contacto con:
- el acervo cultural de un modo diferente que el proporcionado por las familias y -
aspectos de la cultura que las familias no pueden abordar.
• Ofrecer un espacio para la crianza compartida,
• Albergar y cuidar a los niños mientras sus padres están ocupados,
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la separación de sus afectos de un modo placentero y que verdaderamente lo “entre-
tenga”.
Una niñita de 18 meses deambula por la sala con un muñeco bajo el brazo cual si fuera un objeto
cualquiera. La maestra le dice: “Marina! ¿Llevás a tu bebe a pasear?” la niña la mira, le sonríe y extiende
sus brazos ofreciéndole el bebe a la maestra. La maestra lo mece y dice: “Uy bebe!... estás cansado!...
paseaste mucho!”
Luego también hay “otro” que oferta de todo lo posible, algunos objetos que permiten o
vehiculizan un modo de accionar diferente que otros objetos. Finalmente hay un “otro”
que arma una escena de juego en donde las interacciones van ampliando y abriendo el
juego hacia algo nuevo, diferente.
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con objetos que le permiten: meter, sacar, ensartar, estrujar, retorcer, palpar, sacudir,
imprimir fuerza, trasvasar, desparramar, apilar, etc.), descubre, entre otras cosas, acerca
de las cualidades de los objetos y de sus propias habilidades respecto del uso y
accionar con los mismos.
Cuando dramatiza, el niño desarrolla su capacidad simbólica, su capacidad imaginativa,
la capacidad de comunicación a través del lenguaje, así como aprende y ensaya (en
contextos más resguardados que la realidad), modos sociales de estar, de hacer y
sentirse en el mundo real. Acunar a un bebe con una canción y mecimiento, o jugar a
que dos muñecos se pelean, se pegan y se hacen amigos nuevamente, es un ejemplo de
ello.
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Algunos principios que hacen a cualquier escenario lúdico que se oferte a niños de
edades tempranas:
• Es importante considerar los modos particulares y las herramientas con las que
cuentan los niños pequeños para interactuar y conocer el entorno. Por ejemplo:
No es lo mismo que la capacidad simbólica sea insipiente, a que ya esté
efectivamente presente en el desempeño de un niño. Así variarán la complejidad
del escenario y las modalidades de intervención del docente.
• Es necesario un equilibrio entre la estabilidad y la variedad, tanto en la propuesta
de juego como en el espacio físico.
Lo estable, lo cotidiano tiene efectos segurizantes, hay una gran porción de la
realidad previsible, y así se da lugar a la autonomía y a la iniciativa por parte del niño.
Al cambiar los escenarios debe tenerse en cuenta esta idea.
Una maestra contó que sus niños se resistían a entrar a su sala habiéndola oscurecido
para realizar una actividad diferente. Desconocían el espacio habitual y parecía que se
ponía en riesgo su seguridad y confianza en el ambiente.
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• Es importante atender a los niños de una manera afectiva y cálida para hacerles
sentir que son especiales, al tiempo que ofrecer a los niños sostén físico y
emocional, disponibilidad corporal y lúdica.
Bibliografía consultada:
P. Sarlé y otras. “Cuando de jugar se trata en el jardín maternal” en En el jardín maternal. Investigaciones,
reflexiones y propuestas. C Soto, R. Violante (Compliladoras) Paidos, Buenos Aires, 2005
Winnicott, D. Los procesos de maduración y el ambiente facilitador, Buenos Aires, Paidos. 1997
Feder, V. Jardín maternal y desarrollo emocional, Ensayos y Experiencias, N° 37, Ediciones Novedades
Educativas, Argentina, 2001