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Universidad Nacional de Colombia

Departamento de Filosofía
CFA – Platón

Tercera Unidad – Estética


Notas de clase
Abril 2

Diálogo Fedro

Probablemente La dupla Amor – Belleza sea el tema mejor caracterizado en la filosofía de


Platón, recorre todo el corpus integrando sus partes y dándole unidad y solidez al conjunto
de su pensamiento. El Fedro es el diálogo por excelencia para aprehender los desarrollos
más significativos sobre este asunto.

Fedro es uno de los diálogos mejor logrados desde el punto de vista literario, puede decirse
que en este caso el tema guía al autor 1, Platón entusiasmado advierte que los asuntos del
amor requieren ser tratados de una manera especial que contrasta con el modo habitual de
hacer y de exponer la Filosofía, tal como lo ha hecho a lo largo de la obra. Eros pone de
manifiesto la mayoría de los temas que Platón trata y les asigna un lugar en la estructura
integral de su pensamiento pero con un nuevo enfoque. Al ocuparse del amor desfila casi la
totalidad de su producción intelectual, poniendo de manifiesto conexiones inesperadas y
logrando una sólida unidad. El diálogo cumple bien dos papeles en apariencia
contradictorios: el de una introducción general de la obra y el del texto que con mayor
solidez plasma su pensamiento, el amor es el alfa y el omega del platonismo, es principio
de génesis y de finalidad.

Hay en el Fedro alusiones a doxa, episteme, teoría de ideas, los dos mundos, la
reminiscencia, el motor inmóvil, el papel de los poetas, la adivinación, la intuición, la
deliberación, la dialéctica, la retórica, la enseñanza, las virtudes; se procede con discursos,
mitos, pequeños diálogos, citas, apoyo en poetas. Se ensayan muchos modos de escritura y
se termina criticando la escritura y valorando el silencio. Pero por sobre todo se eleva el
amor a la categoría de principio filosófico central y se propone una nueva concepción de
Filosofía.

Para hacer patente lo dicho basta fijar la atención en la denominada por Sócrates palinodia
al Amor. Esta parte sigue al discurso de Lisias2 y al primer discurso de Sócrates en los
cuales se han defendido puntos de vista como la defensa de conceder favores amorosos a
1
Cfr el modo como Platón se ocupa de los poetas en la Apología: el poeta mismo no entiende su obra, lo que
dice, rompe los límites de los términos a fuerza de suscitar, ejemplificar, figurar. En el caso de la poesía, por
excelencia, las palabras son solamente medios. Un estudio sobre el modo como considera Platón a los poetas
y a la poesía debe rastrear cuidadosamente ese tema en el Fedro además de los lugares comunes de la
República
2
243 a ss
quien no ama, se ha tratado acerca de la conducta de un amante que al no manifestar su
amor puede astutamente ganar al amado, y se ha insistido en que es propio de quien ama
limitar y subyugar al amado para retenerlo y poder disfrutar de sus favores. Una serie de
puntos de vista propios del sentido común sobre el amor

Ahora en la palinodia, Sócrates, tras manifestar que ha escuchado su voz interior, su


demonio, se confiesa blasfemo y se dispone, a retractarse, a reconocer los enormes yerros
que se han cometido en esos discursos, lo cual equivale a ir contra las opiniones más
comunes, y para purificarse, se propone alabar 3 a Eros cuya auténtica divinidad reconoce.
Pronuncia un discurso bastante atípico, que no se limita a objetar los argumentos de los
discursos anteriores, sino que construye un complejo entramado en el que el amor es
descrito de manera muy amplia y se logra mucho más que una típica refutación. Las cosas
dichas en los discursos anteriores caen, resultan ínfimas al contraste con la concepción
alternativa sobre el amor que se expone en la palinodia4

Tras manifestar que el amor es libre se pone como tesis que es a quien ama y no al que es
amado al que hay que otorgar favores.5 Atrás se sostuvo que el enamorado se encuentra
lejos de la sensatez en estado de locura, aquí se sostiene que la locura no es un mal, no hay
que decir, por tanto, que es cuerdo el que no ama y loco, en sentido peyorativo, el amante.
A través de la locura, que es un don de los dioses nos llegan grandes bienes 6. La manía es
una gracia que nos otorgan los dioses, la sensatez es cosa de hombres.7

En este punto el discurso toma un giro inesperado: para explicar la manía amorosa, es
preciso tratar previamente acerca de la naturaleza divina y humana del alma, “viendo qué
es o qué siente y qué hace, y este es el principio de la demostración” (245c). En el
Banquete Sócrates presenta a Eros como intermedio e intermediario entre los dioses y los
hombres8, le asiste un carácter singular, no es mortal ni inmortal, aquí el alma se postula
como poseyendo doble carácter, divino y humano y, lo más importante, se asume que es ese
el principio de la demostración. Desde luego, el término demostración debe ser entendido
en sentido débil, de hecho, no se hablará directamente de la naturaleza del alma sino a
través de lo que más se le parece y para esto se propone un símil. El amor tiene vocación
natural de unidad, por eso este doble carácter del alma que el amor logrará integrar se
postula como principio. El alma, que se mueve siempre, y es origen de movimiento, que es
ingénita e imperecedera, que se mueve a sí misma, y sobretodo es inmortal, requiere para
ser tratada toda una larga y divina explicación, de modo que, como se ha dicho, se apela a
un símil que permite hacer una breve y sobretodo humana explicación. Así, dice platón:
3
243b
4
244ª, Es interesante confrontar este tipo de argumentación con los típicos elenchos socráticos de los diálogos
juveniles. En la mayoría de las cronologías se ubica al Fedro como posterior al Banquete y la República
5
244a
6
244a - b
7
Vale la pena confrontar estas afirmaciones con la concepción común que considera a Platón como un
pensador logocéntrico
8
Banquete 202e
“El alma se parece a una fuerza, a una fuerza que como si hubieran nacido juntos, lleva a
una, yunta alada y a su auriga”. (246ª) El símil permite entender la naturaleza del alma
como fuerza conductora que debe lidiar con dos tendencias de acción las cuales ofician
como principios contrapuestos, una tiende a la mesura, el orden, la armonización,
personificada por un corcel manso, la otra, un corcel rudo, tiende a la desmesura, el
desorden al caos. Así resultará dura y difícil la conducción.

Si el alma es perfecta y alada, surca las alturas y domina todo el cosmos, pero la que ha
perdido sus alas va a la deriva cae, se asienta y se une a un cuerpo terrestre. “Este
compuesto, cristalización de alma y cuerpo, se llama ser vivo, y recibe el sobrenombre de
mortal” (246c). Llama la atención el reconocimiento de la naturaleza del alma como
inmortal y el carácter accidental de su unión con el cuerpo, de paso se establece la
limitación que tenemos para entender las cosas divinas: “El nombre de inmortal no puede
razonarse con palabra alguna; pero no habiéndolo visto ni intuido satisfactoriamente, nos
figuramos a la divinidad, como un viviente inmortal, que tiene alma, que tiene cuerpo,
unidos ambos de forma natural por toda la eternidad”. (246c) De hecho aquí se insinúa
que aquello que nos figuramos no corresponde a la verdad, es decir que, por nuestras
capacidades, nuestros hábitos de pensar, y costumbres, cuando pensamos las realidades
inteligibles tendemos a replicar las realidades sensibles, acaso concebimos el alma como un
cuerpo, acaso de lo que se trate sea justamente de no representarnos las cosas que por
principio contrastan con las representaciones9. Pero somos humanos y entonces hablamos
de caballos mansos y caballos rudos, de cielos y de ideas ubicadas en los cielos y más allá10.
Todo estriba en reconocer el carácter engañoso de las palabras, lo indicado sería ponerlas a
buen recaudo dado que lo inteligible es inexpresable.

Dada nuestra condición tenemos pues que mantenernos en el símil que es bastante rico en
sugerencias: el poder del ala es levantar lo pesado llevándolo hacia arriba donde moran los
dioses. Lo divino es descrito como bello, sabio, bueno y otras cosas por el estilo. Lo divino
alienta el plumaje. Lo contrario lo consume y acaba. Arriba hay una procesión de dioses
que el alma puede contemplar. Y el alma puede contemplar las maravillosas visiones que
están al otro lado del cielo. “A ese lugar supraceleste, no lo ha cantado poeta alguno ni lo
cantará jamás como merece” (247c), las palabras no alcanzan la verdad, sólo se puede
representar de manera deficiente para nosotros a través de símiles, de hecho, las palabras
son una cosa y otra cosa es la verdad.11 “Allí lo que el alma contempla podemos expresarlo
como incoloro, informe, intangible 12, esa esencia cuyo ser es realmente ser, visto solo por

9
Las más plenas verdades no son representables. Toda representación es limitada. Si hay algo como un
‘mundo de ideas’, no puede ser una simple réplica de este mundo, si así fuera, ese recurso sería totalmente
inútil
10
Tomar literalmente las palabras de Platón en estos pasajes, aparte de ser algo que revela ingenuidad, es una
fuente constante de confusión.
11
Esto muestra lo inevitable y la importancia del ‘silencio’.
12
Se ‘expresa’ y se ‘entiende’ usando términos y conceptos contrarios.
el entendimiento,13 piloto del alma, a su alrededor crece el verdadero saber, que ocupa,
precisamente tal lugar” (247c). A estas alturas se ‘ven’ las ideas, sensatez, justicia, ciencia
y ser. Las almas contemplan, por momentos, los caballos que las llevan, mantienen
constante la tensión; hay confusión, porfía y constantes fatigas. Las almas pierden alas y
caen a tierra.

El texto es bastante claro, un orden propicio para el entendimiento es presentado como


divino y a él corresponden las realidades más altas. Platón enriquece su relato, el
conocimiento es ascensión del alma que se hace capaz de ascender precisamente porque va
en pos de contemplar la verdad, se trata de una lucha tenaz y permanente entre los dos
principios, esto da pie para hablar de cosas como encarnación de almas, para sostener, por
ejemplo, que una vez el alma ha contemplado las ideas y ha caído, se necesitan 10.000 años
para que regrese allí de donde partió si no ha llevado una vida justa. “A no ser en el caso
de aquel que haya filosofado sin engaño o haya amado jóvenes con filosofía”. (249ª)
Filosofía y ausencia de engaño conforman el sendero para ascender, para conquistar las
ideas y la felicidad.14

De paso se propone una apreciación central sobre la naturaleza humana “Nunca el alma
que no haya visto la verdad puede tomar figura humana”. (249b) El conocimiento es lo
que nos distingue como seres humanos. Somos seres que demandan saber.

Como puede verse las grandes líneas de lo que tradicionalmente se ha descrito como ‘el
sistema de Platón’ están aquí expresadas el símil de las alas: la teoría de los dos mundos, la
perfección del mundo de ideas, la imperfección del mundo sensible, el carácter inmortal del
alma humana que habita un cuerpo mortal, su capacidad de ascenso, pero aún faltan
algunos elementos centrales, un complemento importante es la doctrina de la reminiscencia,
que uno encontraría coherentemente planteada en este contexto como el ejercicio de
ascenso o regreso a la contemplación de la verdad, sin embargo, Platón presenta la
reminiscencia como “ir de muchas sensaciones a aquello que se concentra en el
pensamiento” 15(249c). Esto es suficiente para reconocer que la estructura dual de mundos
que se resuelve en un ir de lo sensible a lo inteligible, no pude mantenerse a la manera del
símil que se apoya en términos como arriba abajo, celeste terreno y otros, de momento la
cosa parece establecerse de cara a la naturaleza del conocimiento, al papel del filósofo, y a
los hábitos más comunes de nuestra manera de entender.

El filósofo tiene el alma alada, vive apartado de humanos menesteres y volcado a lo divino,
se aproxima y guarda memoria de lo eterno. A primera vista esto suena bastante plausible

13
Ver con los ojos del alma (Teoría)
14
Ver 249 y anteriores.
15
Esta manera de presentar la reminiscencia en el contexto del símil, es como una clave de lectura que Platón
deja para indicar claramente que la literalidad es absurda. La reminiscencia no es un ‘recuerdo’ sin más.
Equivale a operaciones complejas de la ‘mente’. Ver Aristóteles, Acerca de la Memoria y de la
Reminiscencia
y de modo muy general podría sostenerse que se trata de una nueva apología de la vida
teórica, contemplativa que tantas alabanzas recibió de Platón y de Aristóteles. Pero hay
algo más, Sócrates sostiene que el filósofo es “tachado por la gente de perturbado, pero él
está entusiasmado.”(249d)

Atrás se había alabado la sensatez, el autocontrol, la recta opinión y el buen juicio, por eso
sorprende hablar del filósofo como entusiasmado, esto es poseído por los dioses, y lo que
aún resulta más revelador, el filósofo aparece delineado al interior del tratamiento que se
hace acerca del cuarto tipo de locura. “La cuarta forma de locura es la que se da cuando
alguien contempla la belleza de este mundo y recordando la verdadera le salen alas”.
(249d). El amante de los bellos se llama enamorado, el alma recuerda, se entusiasma y
quiere ascender por cuanto aquí abajo hay imitaciones sin resplandor, el cuerpo es una
tumba para el alma, la cual, solo con alas se puede elevar. Y las alas brotan por el deseo del
regreso, brotan por amor, la fuerza que impulsa a los filósofos es el amor. Platón escribe
una de sus más hermosos textos a propósito de esto, veamos:

En las cosas del amor se requiere entrenamiento, se habla siempre en términos de proceso,
entrenarse, aquí significa educarse, recorrer un arduo camino de avances y de retrocesos,
una vía de perfeccionamiento estético, de entusiasmo, de huida de la apariencia y del
engaño.

He aquí una afirmación de fondo: “El que no está entrenado ante lo que aquí se llama
bello no siente estremecimiento (simplemente se le agita el cuerpo) y dado al placer
'inmediato' pretende como un cuadrúpedo cubrir y hacer hijos, ni teme ni se avergüenza
de perseguir un placer contra la naturaleza”.(250e) La naturaleza humana no se pone de
manifiesto inmediatamente en la vida. En el relato de la caverna en República VII, Platón
afirma que al soltar a los prisioneros y forzarlos a mirar las realidades se los cura de su
insensatez y se los regresa a su verdadera naturaleza16. Aquí la naturaleza humana se
manifiesta en la conquista del amor. Amor, que calificar de supremo es redundante. No es
exagerado afirmar que Platón establece para la naturaleza humana el hecho de ser poseída
por Eros. Somos legítimamente seres eróticos.

“El que contempló mucho de las de entonces, cuando ve un rostro de forma divina o
entrevé en un cuerpo que imita bien a la belleza se estremece primero y le sobreviene algo
de los temores de antaño y después lo venera al mirarlo como a un dios, y si no tuviera
miedo de parecer muy enloquecido, ofrecería a su amado sacrificios. Y es que al haberlo
visto, le toma, después del escalofrío, como un trastorno que le provoca sudores y un
inusitado ardor. Recibiendo pues este chorreo de belleza por los ojos se calienta con un
calor que empapa, por así decirlo la naturaleza del ala, y al caldearse, se ablandan las
semillas de la germinación, que, cerradas por la aridez, les impedía florecer; y, además, si
el alimento fluye, se esponja el tallo del ala y echa a nacer desde la raíz por dentro de la
16
Republica 515c
sustancia misma del ala, que antes por cierto, estuvo toda alada. Anda, pues, en plena
ebullición y burbujeo, y como con esa sensación que tienen los que están echando los
dientes cuando ya van a romper, ese picor y escozor en las encías, así le pasa al alma del
que empieza a echar las plumas. Bullen, escuecen, cosquillean las nacientes alas; y si pone
los ojos en la belleza del muchacho y recibe de allí partículas que vienen fluyendo - que
por eso se llaman río de deseos- se empapa y calienta y se le acaban las penas y se llena
de gozo. Pero cuando está separada y aridece, los orificios de salida por donde empuja la
pluma, se resecan entonces y, al cerrarse, impiden el brote de la pluma que, ocluida dentro
con el deseo, salta como una arteria que late, y pincha cada una en su propia salida, de
forma que, aguijoneada el alma toda y por todas partes se revuelve de dolor” (251ª - d).
Aquí se muestran de modo unitario la naturaleza y la actividad del alma que tienen como
característica central la presencia de Eros, un camino hacia la eternidad hacia la verdad y la
felicidad. Del otro lado de la búsqueda y conquista amorosa, el dolor es descrito como
ausencia de lo bello, no es total carencia, es privación de aquello que hace brotar las alas y
elevar el alma.

“Sólo en cambio se alegra, si le viene el recuerdo de la belleza del amado. Por la mezcla
de estos sentimientos encontrados, se aflige por lo absurdo de lo que le pasa y no sabiendo
por dónde ir, se enfurece, y, así enfurecida, no puede dormir de noche ni parar de día y
corre deseosa a donde piensa que ha de ver al que lleva consigo la belleza”(251d). Los
transportes amorosos se reflejan en la vida física, la sanidad del alma es la sanidad del
cuerpo, de Eros depende también la buena fisiología. “Y cuando lo ha visto y encausado el
deseo, abre lo que antes estaba cerrado, y, recobrando aliento, ceden sus pinchazos y va
cosechando entre tanto, el placer más dulce. De ahí que no se presten a que la abandonen
- a nadie coloca por encima del hermoso muchacho-, olvidándose de madre, hermanos y
amigos todos, sin importarle un bledo que, por sus descuidos, se disipen sus bienes y
desechando y desdeñando todos aquellos convencionalismos y fingimientos con los que
antes se adornaba, presto a hacerse esclavo y poner su lecho donde le permita estar lo más
cerca del deseado” (251d – 252a). En nada enfatiza tanto Platón como en la fuerza
amorosa, nada parece valer tanto la pena ni dar tanto sentido a la existencia como el
enamoramiento, ningún bien material, ni el prestigio, ni el poder, ante la ausencia del amor
son dignos de atención, es locura, hermosa locura, divina locura. De él depende la salud del
alma, la salud del cuerpo, nada puede ser superior a la cálida presencia del amor, la feliz
contemplación de la belleza.

“Y es que, además de venerarle, ha encontrado en el poseedor de la belleza al médico


apropiado para sus grandísimos males. A esta pasión, pues, hermoso muchacho, al que
precisamente van enhebradas mis palabras, llaman los hombres amor. Se puede o no se
puede creer esto; no obstante, la causa de lo que les sucede a los amantes es eso y sólo
eso. (252ª-c).
Es particularmente notable el hecho de que, en el relato, si bien se aspira a la belleza en sí
que ha sido contemplada, el camino de ascenso se inicia y es asistido por la presencia física
de lo bello. De ésta manera lo Físico y lo inteligible aparecen integrados. No se imaginan
los amantes al amado, lo contemplan con sus ojos y todo lo hacen para estar a su lado. En
los rasgos físicos se revelan lo inexpresable, lo inteligible.17

Los amados fungen como dioses y según el cortejo se portan las almas que aman. Y tratan
de hacer que su amado se parezca o aproxime al dios. Dominando la fiera del mal caballo
ante la visión de lo bello, el alma del amante reverente y temerosa sigue al amado. Cada
cual escoge, según esto, una forma de Amor hacia los bellos, “y como si aquel amado
fuera su mismo dios, se fabrica una imagen que adorna para honrarla y rendirle culto… Y
hacen todo lo posible para que sea tal cual es… al verse obligados a mirar fijamente hacia
él. Y una vez que se han enlazado con él por el recuerdo y en pleno entusiasmo, toman de
él hábitos y maneras de vivir, en la medida en que es posible a un hombre participar del
dios”(252d). El amor posee una enorme capacidad transformadora, educadora, quien ama
vuelve sobre sí y quiere elevarse a la divinidad, solo se puede hablar de seres humanos
divinos si son capaces de amor, si sus almas no son yermas. Decir dios y decir amado, para
el caso de los seres humanos es expresar algo similar “Por cierto que al convertir al amado
en causa de todo lo aman todavía más… y hacen que así, se asemejen lo más que puedan
al dios suyo”(253a)

Cada cual busca su dios y se identifica con él, y todo esto recorriendo un camino de
elevamiento hacia la perfección, todo esto ganando divinidad.

“Y no experimentan, frente a sus amados, envidia alguna, ni malquerencia impropia de


hombres libres, sino que intentan, todo lo que más pueden, llevarlos a una total semejanza
con ellos mismos y con el dios al que veneran. La aspiración, pues, de aquellos que
verdaderamente aman, y su ceremonia de iniciación, - si llevan a término lo que desean y
tal como lo digo- llega a ser así de bella y dichosa para el que es amado por un amigo
enloquecido por el Amor”(253b-c). “Así pues, cuidado con toda clase de esmero, como
igual a un dios, por un amante que no finge, sino que siente la verdad, y siendo él mismo
por naturaleza amigo de quien así le cuida, la edad y la fuerza de las cosas le empujan, a
aceptar con el paso del tiempo, la compañía. Y una vez que le ha dejado acercarse, y
aceptado su conversación y compañía, la benevolencia del amante, vista de cerca,
conturba al amado que se da cuenta de que todos los otros juntos, amigos y familiares no
le pueden ofrecer parcela alguna de amistad como la del amigo entusiasta”(255a). Es
también, el amor la fuerza que conduce a la bondad, la que derrota los vicios y las
veleidades humanas, el verdadero amante no puede ser sino benevolente, la bondad preside
las acciones del amante ante el amado.

17
Los dos ‘mundos’ están integrados. Vamos de los ojos del cuerpo, a los ojos del alma.
No hay probablemente otro escenario en el que la moralidad pueda tener su lugar natural
como el amor, no puede haber amante en sentido propio, a quien acompañe la envidia, la
mentira, el interés, y a quien abandone la bondad, de ningún otro lugar ha de huir el engaño
con tanta presteza como el encuentro amoroso que alcanza niveles sagrados. Por otra parte
el amor gesta sentimientos estéticos en el alma que en su proceso de conquista se llena de
rituales y se instala en la belleza

“Y cuando vaya pasando el tiempo de este modo, y se toquen los cuerpos en los gimnasios
y en otros lugares públicos, entonces ya aquella fuente que mana, a la que Zeus llamó
deseo… inunda caudalosamente al amante, lo empapa y lo rebosa. Y semejante a un aire o
a un eco, que rebotando de algo pulido y duro, vuelve de nuevo al punto de partida, así el
manantial de la belleza vuelve al bello muchacho, a través de los ojos, camino natural
hacía el alma que al recibirlo se enciende y riega los orificios de las alas, e impulsa la
salida de las plumas y llena, a su vez, de amor el alma del amado”(255b-c). Los ojos son el
camino natural para elevarse, pero también el tacto, la presencia compartida y sentida, y así
en un constante estar cerca y aproximarse, el deseo encuentra su mejor momento, no como
el cuadrúpedo para cubrir y hacer hijos, sino como dioses que se encuentran y en virtud de
esta bella vida hecha realidad el amor está tanto en quien ama como en quien es amado.

“Entonces sí que es verdad que ama, pero no sabe qué. Ni sabe qué le pasa, ni expresarlo
puede, sino que, como al que se le ha pegado de otro un orzuelo, no acierta a qué
atribuirlo y se olvida de que como en un espejo, se está mirando a sí mismo en el
amante”(255d). Mirarse a sí mismo en el amante no es el triunfo de un yo con límites
conocidos, no es la reiteración de la tragedia absurda de cargar con la flaca identidad, es ser
con el otro uno mismo, es auténticamente reflejarse y ser reflejado en otro. “Y cuando el
amante se halla presente, de la misma manera que a él se le acaban las penas; pero si está
ausente, también por lo mismo desea y es deseado. Un reflejo del amor, un Frente-Amor es
lo que tiene”. (255d-e) “Requiere la presencia real de su amante. Está convencido, sin
embargo, de que no es amor sino amistad, y así lo llama. Ansía, igual que aquél, pero más
débilmente, ver, tocar, besar, acostarse a su lado”(255e). El proceso amoroso es búsqueda
de identidad, es proyecto de fundirse en la divinidad, son al menos dos almas que se han de
encontrar, pero se parte de la diferencia, por eso hay conquista, el proceso no es mecánico,
el amante demanda y amplia cada vez más su aproximación e identidad con el amado. Este
por su parte pareciera ir más lento, ansía más débilmente, Platón se cuida bien de no inducir
a sus lectores a reconocer la perfección en seres corporales, en almas presas en la cárcel de
lo sensible.

Hay en estas palabras de Platón muchas y hermosas enseñanzas, muchos elementos


filosóficos presentes, asumiendo la palabra filosofía de manera bastante amplia, como
estética, apreciación del lenguaje, del conocimiento, de la moral, de la naturaleza, y todo en
un esquema sencillo: de la amistad al amor, de un mundo a otro, y en pos de la totalidad,
una fuerte unidad, y al final el silencio.
“De esta manera, si vence la parte mejor de la mente que conduce a una vida ordenada y a
la filosofía, transcurre la existencia en felicidad y concordia, dueños de sí mismos, llenos
de mesura, subyugando lo que engendra la maldad en el alma y dejando en libertad a
aquello en lo que lo excelente habita……Ni la humana sensatez, ni la divina locura pueden
otorgar al hombre un mayor bien”(256ª-b). El amor, está de más decirlo, es el mayor bien
y hace el mayor bien, la vida se orienta se resuelve, se logra gracias a esta divinidad, al
bendito demonio que es capaz de hacer de un ser humano un filósofo, ante el cual los
filósofos caja de resonancia de meros pensamientos ajenos, los filósofos que emulan a los
políticos buscando fama y reconocimiento, los filósofos solitarios incapaces de amar, los
filósofos eruditos, los sabelotodo, quedan puestos en evidencia como equivocados.

“Dones tan grandes y tan divinos muchacho, te traerá la amistad del enamorado, pero la
intimidad con el que no ama, mezclada de mortal sensatez y dispensadora también de lo
mortal y miserable, produciendo en el alma amiga una ruindad que la gente alaba como
virtud, dará lugar a que durante nueve mil años ande rodando por la tierra y bajo ella, en
total ignorancia.(256e)”

El amor es pues, una suerte de fuerza de elevación en pos de la belleza que se genera a
partir de la contemplación de los bellos, “el amante de los bellos se llama enamorado” y tal
fuerza conduce al amante a la búsqueda de perfección, a la identificación de lo que se es
con lo que se ama y al impulso transformador de quien se ama, en pos de la mayor
realización de la belleza que tiene que ver tanto con los hermosos rostros y los cuerpos
divinos como con la exaltación de las virtudes y la belleza de las almas que es coronada en
el cultivo de la filosofía, ¿Qué favor mayor puede otorgarse a un amado?. Se trata de que
amante y amado coincidan, se identifiquen y se unan en la perfección. Este es un camino de
entusiasmo, de divina locura, en cuyo término el silencio y la felicidad esperan al alma
capaz de elevarse. Si hablamos de amor, hablamos de filosofía, de integración de todos los
aspectos de la realidad, hablamos de silencio y hablamos de trascendencia de la condición
de solitarios y separados propia de los hombres sin filosofía. El poseído por Eros está en el
camino de la sabiduría, de la bondad, la belleza y la sensatez, y el acceso a esa realidad es
posible en virtud del entusiasmo, de la divina locura. Es posible sostener a partir de lo
expuesto que la filosofía es en pleno sentido hija de Eros, y que sin Eros no puede ser, y
que bien podríamos llamarla Erosofía.

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