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Base 8)
Publicado el 18 mayo, 2007 por Ana María Margarit
UNIDAD 1
TEXTO BASE 8
Les proponemos ahora detenernos un momento sobre el concepto de
Estrategias que aparecerá recurrentemente en este curso y reaparecerá en
otros espacios académicos de la Licenciatura en Comunicación Social e
incluso en la carrera de pos grado de nuestra escuela que se denomina
“Diseños de estrategias en comunicación social”.
De modo que por mucho tiempo, de aquí en adelante, el término estrategia
surgirá asociado a distintas disciplinas científicas, teorías, métodos, técnicas y
trabajos de producción de estudiantes y profesores.
Entonces, ya que nos encontraremos hablando de estrategia, estudiando,
haciendo y diseñando estrategia, tratando de pensar estratégicamente,
definiendo a la escritura y la lectura como procesos estratégicos, tenemos que
preguntarnos qué es y cómo se define estrategia.
UNIDAD 1
TEXTO FUENTE/ ir a Concepto de estrategia
TISHMAN, Shari, PERKINS, David, JAY, Eileen, Un aula para pensar.
Aprender y enseñar en una cultura de pensamiento, Capítulo 8, Aique, Buenos
Aires, 1998. Adaptación de la cátedra.
Una estrategia de pensamiento es un plan explícito y articulado para
desarrollar en una situación que implique un desafío intelectual. Las
estrategias de pensamiento que la gente usa e inventa son tan variadas como
los desafíos intelectuales que encara: existen estrategias para tomar
decisiones cuando el desafío es elegir el mejor curso de acción; estrategias de
comprensión e interpretación para el desafío de adquirir conocimientos;
estrategias de resolución de problemas para el desafío de salir de un aprieto,
estrategias de pensamiento creativo para el desafío de construir una ratonera
mejor; para desafíos más específicos , hay estrategias de lectura, estrategias
de estudio, estrategias para rendir exámenes, estrategias de escritura y
estrategias de resolución de problemas de matemática.
Y, más específicamente aún, hay estrategias de álgebra, de ajedrez, de
diagnóstico médico, de defensa en la corte, estrategias para mejorar la
agresividad y estrategias para jugar a las cartas. Más allá de sus variados y
diversos niveles de generalidad, lo que todas estas estrategias tienen de
común es que son procedimientos escalonados y graduales –aunque no
necesariamente rígidos- que el pensador ejecuta intencionalmente para
alcanzar el objetivo deseado.
A estas estrategias por medio de las cuales los escritores controlan los textos
que producen, podemos reconocerlas fácilmente apelando a la división
tradicional del estudio de los signos, es decir:
1 Pragmática: que estudia la relación entre el signo y el sujeto que lo utiliza.
2.Semántica: que estudia la relación que se establece entre el signo y el objeto
designado.
3.Sintáctica: que estudia las relaciones de los signos entre sí y la relación de
los signos unos con otros.
El primer grupo de estrategias, las interactivas y pragmáticas son las que
tienden a lograr el uso del lenguaje apropiado para la situación determinada en
que se encuentra el usuario. El eje central alrededor del cual se desarrollan
estas estrategias está constituido por el uso de los actos de habla.
¿Qué son los actos de habla?
Para comenzar a contestar esta pregunta debemos primero diferenciar los
hechos de las acciones. «Las acciones se diferencian de los hechos porque
suponen conciencia y control por parte de la persona que las ejecuta, es decir
intención de que algo ocurra».(Marro y Dellamea, 1993: 31)
Por tanto, los hechos, simplemente ocurren, las acciones, en cambio, son
ejecutadas por las personas con el objetivo de producir determinados efectos
de sentido.
«Así por ejemplo, «tropezar» es un hecho porque por regla general nadie tiene
la intención de tropezar. En cambio, «comprar un libro» es una acción, porque
incluye una intención y un hacer. Somos responsables de las acciones que
ejecutamos, precisamente porque son conscientes, controlables e
intencionales». (Marro y Dellamea, 1993: 31)
Realizar una acción significa tomar una decisión y suponer las consecuencias
que esta traerá aparejada. Cuando las acciones fruto de una decisión volitiva,
intencional, se producen por medio del lenguaje, se denominan Actos de
Habla.
Según van Dijk: «Los actos de habla son realmente acciones ya que hacemos
algo, producimos una emisión oral o escrita con una intención. Los
destinatarios o lectores saben que no nos pronunciamos en contra de nuestra
voluntad; de allí que debemos controlar no sólo lo que decimos sino también la
intención con que lo decimos».(cita de Marro y Delllamea, 1993: 32)
¿Cómo se producen los actos de habla?
Los actos de habla se producen a través de aquellos enunciados que
expresan las acciones y las intenciones de quienes los realizan.
Por ejemplo:
-¿Vamos al cine?
Es una pregunta, pero también una invitación, es decir, el acto de habla que se
expresa en esta pregunta es: invitar.
Pero también podríamos decir:
-Con este frío no da para caminar, está lindo para ir al cine.
Con tal emisión estamos sugiriendo la invitación.
La intención del hablante es ir juntos al cine, su propósito es lograr que el otro
lo acompañe, y para lograrlo hace más que una pregunta o una sugerencia,
realiza una invitación y espera con esto obtener algo más que una respuesta,
espera una aceptación.
Si el otro contesta con emisiones tales como:
-Si.
-Bueno.
-Me gustaría.
-Dale, vamos.
Entonces realiza a su vez otro acto de habla: aceptar. Más allá de la forma
lingüística que le de a su respuesta, de las palabras que elija para responder,
el acto de habla será siempre el mismo: aceptar o no la invitación.
Como productores, debemos reconocer cuáles son los actos de habla más
apropiados para lograr nuestros propósitos y obtener en los demás el efecto
deseado.
Como destinatarios de estos actos, debemos reconocerlos e interpretarlos
dentro del mismo contexto de sentido en el que fueron producidos, para decidir
qué hacer con ellos.
Esto es así, porque la mayoría de los enunciados, y más específicamente
las proposiciones, no son necesariamente verdaderas o falsas, sino que su
interpretación depende del contexto en el que se producen y de la situación
comunicativa. Por ejemplo, ante la orden de realizar determinado trabajo
práctico o tarea de lectura en clase, este acto de habla, no tendrá el mismo
efecto, si la indicación la realiza el docente o un alumno del grupo. Es decir, no
será el mismo acto de habla, sino probablemente, solo un acto de tipo
descriptivo:
-El profesor dejó dicho que hiciéramos el práctico en clase.
Debemos entonces, primero, distinguir entre aquellos enunciados descriptivos
y los realizativos. Solo en estos últimos estamos realizando efectivamente la
acción fruto de nuestra intención. Por ejemplo, si decimos:
-Perdoname, no te quise ofender.
Además de informarle al otro que estamos arrepentidos y queremos pedirle
disculpas, realmente estamos realizando la acción de pedir disculpas.
Ahora bien, decíamos que estas acciones no responden a las categorías de
verdaderas o falsas, ya que, el hecho de pedir disculpas, por ejemplo, no
implica sinceridad por parte de la persona que se disculpa. Solamente produce
el efecto esperado, es decir la disculpa, porque lleva consigo el propósito de
que así ocurra. Pero bien podemos también, mentir, para lograrlo. Es decir, la
mayoría de estas proposiciones no pueden evaluarse con criterios rígidos de
correspondencia o no con la realidad.
Por ejemplo, el hecho de realizar un acto de habla que conlleva una promesa,
no implica necesariamente, su cumplimiento, sino el propósito de cumplirla, y
en ocasiones, ni siquiera esto.
Además, debemos tener en cuenta que los actos de habla tienen propósitos
que van más allá que la simple enunciación de los mismos, y que responden a
circunstancias de tipo pragmáticas. Por ejemplo, ante una aseveración como
«Perdoname, no quise ofenderte», el oyente, también tiene la libertad de
creernos o no. Para que el acto de habla dé resultado, el oyente, también tiene
que realizar una acción, en este caso, «perdonar».
El filósofo inglés John Austin, considera que todo acto de habla contiene en sí
mismo tres actos:
-el acto locucionario o locutivo, que está constituido por el acto de decir
algo, de producir determinados sonidos;
-el acto ilocucionario o ilocutivo, que está constituido por la fuerza al decir
algo, esa fuerza se manifiesta por medio de verbos;
-el acto perlocucionario o perlocutivo que está constituido por el efecto que
se pretende alcanzar por medio del decir algo.
El hablante deberá valorar, entonces, el impacto de sus actos de habla en el
contexto y el interlocutor, tanto en términos de ilocución como de perlocución.
Por otra parte, también se debe tener en cuenta aquellos casos, donde el acto
de habla no es directo sino indirecto.
Volvamos al ejemplo de la realización del trabajo práctico. El profesor puede
decir:
-Tienen que hacer el trabajo práctico en clase
Con esta emisión, el acto ilocutivo puede interpretarse como una orden; o bien
decir:
-Les conviene hacer el trabajo ahora, en clase
En este caso, el acto que puede interpretarse como un consejo, pero también
podría inferirse contextualmente, es decir, indirectamente, como una amenaza.
Incluso, si como todos los actos ilocutivos posee una determinada fuerza,
también como acto perlocutivo logra efectos: intimidar a los alumnos, por
ejemplo.
Por esto, interpretar que todo acto locutivo va acompañado por actos ilocutivos
y perlocutivos explica que las proposiciones tienen elementos que las
acercarán a las acciones, es decir, contienen actos de habla.
Siguiendo con nuestro tema, debe quedar claro, también, que los actos de
habla precisamente porque devienen del aspecto pragmático e interactivo del
lenguaje, tienen una finalidad social. El uso que hagamos de los signos del
lenguaje estará en función de los fines que queramos obtener.
¿Cuáles son algunos de esos fines?
Podrían ser, entre muchos otros:
1. Argumentar: mediante hechos y razonamientos verosímiles.
2. Informar, con datos, hechos, situaciones reales.
3. Exhortar, usando actos de habla de carácter imperativo, para así provocar
determinadas conductas.
4. Denunciar, mediante evidencias, datos, reclamos.
Estos actos de habla que originan nuestro discurso y que se constituyen en su
principal eje, se denominan Macroactos. Este acto de habla general, está
compuesto por una secuencia de otros pequeños actos o microactos de habla,
que estructuran nuestro discurso, dándole sentido y soporte a nuestro acto de
habla principal.
El acto global, motivador, origen de nuestro discurso, solo surte el efecto que
buscamos, cuando:
– Utilizamos las palabras adecuadas para el tipo de discurso que se trate, es
decir, si nuestra intención es persuadir a una persona para que acepte nuestro
punto de vista, no lograremos mucho, seguramente, insultándola o
descalificándola.
– Lo que nos lleva al segundo requisito: estos actos deben adecuarse a las
personas y a las circunstancias. Así para solicitar un empleo administrativo a
una persona desconocida, la estrategia interactiva indica que debe utilizarse
un estilo formal de tratamiento y unos recursos idiomáticos provenientes del
lenguaje general y no de uno marcadamente coloquial. Por ejemplo, decirle al
empleador: «Vengo por el laburo que vos ofrecés. Si tenés mucho quilombo,
yo te lo puedo arreglar» seguramente resultará inconveniente y garantizará el
fracaso en la empresa de obtener empleo. (Marro y Dellamea, 1993: 31)
– Y, finalmente, debemos tener en cuenta el desarrollo de nuestros
argumentos, es decir, hacer coincidir la secuencia de actos de habla con el
principal.
Si no utilizamos adecuadamente estos elementos, el macroacto de habla, y
por lo tanto, el acto comunicativo, falla.
¿Cómo podemos asegurarnos que esto último no suceda?
Para que esto no ocurra, es esencial considerar la realización de Planes
discursivos. Es decir, planificar qué tipo de texto más nos conviene a nuestros
propósitos, qué plan global de escritura utilizaremos, y qué estructuras
convencionales conocemos para hacerlo.
Las autoras Marro y Dellamea dan un ejemplo de un plan discursivo para una
carta de lectores de un diario, utilizando los pasos convencionalizados sobre
cómo escribir una carta a un medio de comunicación:
El Plan global de este tipo de discurso comprende los pasos que siguen.
1) se deberá comenzar con un saludo al director del diario,
2) se seguirá con la presentación o actualización somera del problema,
3) luego vendrá el desarrollo e inmediatamente un espacio para pedir,
exhortar, u otros actos de habla.
Con los saludos y la identificación del autor, profesión, domicilio y documento
de identidad, el plan global estaría concluido. (Marro y Dellamea, 1993: 34)
Como pueden ver, entonces, los actos de habla son típicos de los diálogos y
los usamos cotidianamente, pero no solo aparecen en estos. También los
otros formatos textuales contienen actos de habla, porque ningún texto o
discurso se produce para nadie o sin sentido alguno, y aún, un discurso sin
sentido aparente, puede poseer una finalidad, o al menos, expresar una
intención.
¿Existe alguna clasificación de los actos de habla que pueda servirnos de
guía?
Algunos autores han realizado diferentes clasificaciones de verbos o
categorías de verbos para lograr reconocer y utilizar correctamente los actos
de habla. El primero en establecer una clasificación fue Austin. Es importante
que conozcan los verbos que la constituyen con el fin de que ese repertorio les
resulte útil en el momento de reconocimiento y producción.
Resumiendo, ¿para qué sirven los actos de habla?
Digamos que los actos de habla son importantes, no solamente para la
interacción cotidiana, nuestras relaciones sociales y humanas, sino, también,
porque forman parte fundamental de nuestro desempeño profesional y están
íntimamente asociados al campo del periodismo y la comunicación.
Si realizan una lectura atenta, los verán, por ejemplo, a lo largo de las páginas
de los diarios, formando parte de comentarios, columnas de opinión, críticas
de espectáculos, crónicas deportivas, editoriales, reportajes, entrevistas, y por
supuesto, en las cartas de lectores.
UNIDAD 1
TEXTO FUENTE ir a Estrategias interactivas y pragmáticas
van DIJK, Teun, (1996) Pragmática: texto, actos de habla y contexto, en La
ciencia del texto, Cap. 3: , pp. 79-81. Adaptación de la Cátedra.
La pragmática como ciencia se dedica al análisis de los actos de habla y, más
en general, al de las funciones de los enunciados lingüísticos y de sus
características en los procesos de comunicación.
Esta ciencia, que tan sólo comienza a desarrollarse plenamente durante los
últimos veinte años, tiene carácter interdisciplinario y la estimulan la filosofía, la
lingüística y la antropología, pero también la psicología y la sociología.
En un principio, la pragmática fue uno de los tres componentes de la
semiótica, una ciencia que se ocupa principalmente de los signos y sus
sistemas.
Mientras que la sintaxis especifica en qué condiciones y según cuáles reglas
los enunciados están “bien formados” y la semántica indica las condiciones
para que los enunciados sean “interpretables” (tanto en lo relativo al
significado como a la referencia), a la pragmática se le adjudica la tarea de
ocuparse de las condiciones bajo las que las manifestaciones lingüísticas son
aceptables, apropiadas u oportunas; estos tres supuestos son válidos para la
situación comunicativa en la que se expresa el hablante.
Así pues, la pragmática se ocupa de las condiciones y reglas para la idoneidad
de los enunciados (o actos de habla) para un contexto determinado;
resumiendo: la pragmática estudia las relaciones entre texto y contexto
Austin
Publicado el 11 marzo, 2008 por ana maria margarit
UNIDAD 1
TEXTO FUENTE/ ir a Estrategias interactivas y pragmáticas
AUSTIN, J. (1982), Conferencia IX, en Cómo hacer cosas con palabras, pp.
153-154. Adaptación de la Cátedra.
En primer lugar distinguimos un grupo de cosas que hacemos al decir algo.
Las agrupamos expresando que realizamos un acto locucionario, acto que en
forma aproximada equivale a expresar cierta oración con cierto sentido y
referencia.
En segundo lugar, también realizamos actos ilocucionarios, tales como
informar, ordenar, advertir, comprometernos, etc., esto es, actos que tienen
una cierta fuerza (convencional). En tercer lugar, también realizamos actos
perlocucionarios los que producimos o logramos porque decimos algo, tales
como convencer, persuadir, disuadir e incluso, digamos, sorprender o
confundir.
Tipos de actos de habla – John AUSTIN
Publicado el 11 marzo, 2008 por ana maria margarit
UNIDAD 1
TEXTO FUENTE/ ir a Estrategias interactivas y pragmáticas
AUSTIN, J (1982), Conferencia XII en Cómo hacer cosas con palabras, pp.
195-212. Adaptación de la Cátedra.
Austin realizó una clasificación de las clases generales de verbos, que originan
a su vez, los distintos tipos de actos de habla.
Sintéticamente, los hemos resumido para Uds.
1. Los verbos de judicación, corresponden a los actos judicativos, es decir,
aquellos que tienen como caso típico el acto de producir un veredicto. Aquí es
esencial que se emita un juicio acerca de algo, por ejemplo: juzgar, condenar,
ordenar, considerar.
2. Los verbos de ejercicio, corresponden a los actos ejercitativos, es decir los
que expresan potestades, posibilidades, acuerdos, derechos, etc. Por ejemplo:
acordar, reclamar, perdonar, advertir, exigir, rogar, rechazar, entre otros.
3. Los verbos de compromiso, corresponden a los actos compromisorios, es
decir, aquellos que tienen como objeto, prometer o comprometer a uno a hacer
algo, desde las promesas, hasta las declaraciones o anuncios de intención.
Por ejemplo: prometer, comprometer, garantizar, adherir, defender, apoyar,
oponerse, etc.
4. Los verbos de comportamiento, corresponden a los actos comportativos.
Estos actos son unos de los más frecuentes, porque incluyen a aquellos que
tienen que ver con actitudes y comportamientos sociales. Por ejemplo: pedir
disculpas, agradecer, deplorar, congratular, defender, etc.
5. Por último, los verbos de exposición, que corresponden a los actos
expositivos, es decir aquellos que ponen de manifiesto el modo cómo nuestras
expresiones “encajan” en un argumento o conversación, es decir, cómo
estamos usando las palabras. Por ejemplo: afirmar, negar, enunciar, observar,
informar, avisar, replicar, aceptar, concordar, ejemplificar, interpretar, etc.
Significado y referencia
Para abordar este tema, hablaremos de proposición, concepto que se define
como el significado de una oración aislada.
Al caracterizar estas estrategias como semánticas nos referimos a que se
vinculan al orden de los significados generales y conceptuales de palabras,
grupos de palabras y oraciones y también a las relaciones entre esos
significados y la realidad a la que se refieren (relaciones referenciales). De
modo que los hechos son los referentes de las proposiciones.
Pueden ampliar este tema en:
Coherencia local: definición
Proposiciones y mundo posible
Relaciones causa-consecuencia
Relaciones motivos-acciones
En las secuencias textuales aparecen señales que revelan estas relaciones
entre significados y realidad y entre los significados entre sí, relaciones que
ocurren fuera y dentro del texto. La primera relación que describiremos es la
de co-referencia, que relaciona participantes de hechos conectados por medio
de una relación de identidad, se continúa hablando de la misma cosa o
persona, se mantiene el foco.
Ejemplo:
Las tarifas telefónicas para acceder al uso de Internet registrarán una rebaja
de hasta cinco veces en los costos actuales. En promedio, ahora cuesta 1
peso la hora de navegación pero pronostican que bajará a 20 centavos hacia
fin de año.
En el ejemplo analizamos:
Entre las proposiciones “registrarán una rebaja” y “pronostican que bajará” se
establece una relación de co-referencia o identidad referencial: ambas denotan
el mismo referente, en este caso, las tarifas telefónicas. Esto lo podemos
advertir porque en el texto hay señales “rebaja” “bajará” y también porque
podemos interpretar la relación de esos significados lingüísticos con entidades
del mundo real, en este caso, el costo de las tarifas telefónicas que utilizamos
cotidianamente.
También hay identidad referencial entre “el costo de las tarifas telefónicas” y
“cuesta 1 peso” y “bajará a 20 centavos”. Mientras que lo mismo se cumple
esta relación entre “rebajará cinco veces el costo” y “bajará a 20 centavos”.
De la misma manera, hay co-referencia entre “el uso de Internet” y “la hora de
navegación”, aunque esta relación podrán establecerla sólo aquellos lectores
que conocen la modalidad de aplicar el verbo navegar a la acción de buscar o
conectarse a Internet.
Todas las proposiciones de este ejemplo tienen identidad referencial: “las
tarifas telefónicas para Internet”, aunque se prediquen propiedades y
relaciones distintas, tales como “ahora” y “a fin de año”, “1 peso” y “20
centavos”.
Marcos de conocimiento
La coherencia conceptual también se constituye con información proveniente
de los marcos de conocimiento, esto es, conocimientos convencionales de los
usuarios de una lengua. “Los marcos, dice van Dijk, definen lo que
esperaríamos que fueran los transcursos de eventos posibles, normales y
necesarios”.
La coherencia local involucra el concepto de mundo posible, que indica que un
texto representa una secuencia de hechos que caracterizan un mundo
particular, ya sea el mundo real o mundos inventados, imaginados, fingidos,
soñados o supuestos.
Por ejemplo, en la emisión:
La Empresa de Teléfonos paga a los usuarios para que naveguen por Internet.
Remite a un estado de cosas que resulta falso, o no verdadero para el mundo
posible de esta proposición puesto que en el mundo real las empresas cobran
las tarifas a los usuarios, nunca las pagan.
En cambio, si la emisión es:
Soñé que la Empresa de Teléfonos pagaba a los usuarios para que naveguen
por Internet.
Vemos que las proposiciones que la componen son admisibles y verdaderas
para el mundo posible de un sueño.
Ligada a la condición de mundo posible, la coherencia local también se
establece con otro tipo de marco de conocimiento, el conocimiento de mundo
que utilizan hablantes y oyentes en el proceso de interpretación.
El conocimiento de mundo son informaciones o pedazos de informaciones
generales y convencionales que dispone la mayoría de los usuarios de una
lengua. En el momento de interpretar, esta información de marco se activa y
contribuye decisivamente en el establecimiento de la coherencia y por lo tanto,
también de la comprensión.
Para el ejemplo:
Las tarifas telefónicas bajarán de 1 peso a 20 centavos.
Podemos afirmar que en el significado de esta proposición hay una
información contextual disponible para una cantidad masiva de usuarios que
permite interpretar el valor de la rebaja, es decir, hay un conocimiento de
mundo amplio mediante el que se puede inferir que las tarifas bajarán cinco
veces su valor, simplemente, porque los usuarios pueden llegar a esa
conclusión con una simple operación aritmética básica.
En cambio, para la proposición:
Cuesta 1 peso la hora de navegación por Internet
El significado de navegación aplicado a la red mundial de computadoras
supone un conocimiento de mundo disponible para un grupo de usuarios que
se interesan o pertenecen a la cultura de las computadoras y al ambiente
cibernético, usuarios que pueden despejar que no se trata de navegación por
el río, el mar o el espacio sino que así se denominan las acciones de
búsquedas y contactos en el ciberespacio.
Lo conocido y lo nuevo
Una estrategia general utilizada por los escritores es que no es necesario
incluir explícitamente en el texto información que se considera conocida por los
lectores. Sólo la información nueva debe ser dada.
Pero para dar entrada a información nueva, a menudo hay que vincularla con
información que ya se conoce pues ésa relación entre lo conocido y lo nuevo,
entre lo ya sabido y lo no conocido es también la clave de la comprensión.
De modo que preestablecer los conocimientos de los lectores y darlos por
presupuestos, configura un problema para el escritor, problema que
demandará un movimiento estratégico en este campo, donde se trata de tomar
decisiones orientadas a seleccionar tanto la información que quedará expuesta
o explícita como la que dejará implícita.
Lo que va primero y lo que le sigue
Retomemos ahora el concepto inicial con que nos aproximamos a este tema:
las estrategias de coherencia local tratan de explicar los mecanismos a través
de los cuales se conecta la información a lo largo de un texto.
¿Pero cómo se lleva a cabo realmente este proceso mediante el cual el
escritor construye una proposición y la conecta o relaciona con la siguiente?
Una formulación aproximada es la que proponen las autoras Mabel Marro y
Amalia Dellamea:
“Una vez que el escritor constuye una proposición, la aloja en su memoria de
corto plazo o memoria operativa. Esta proposición constituirá el input (ingreso)
de la estrategia de formulación de oraciones. La estrategia consiste en la
construcción en paralelo de una forma sintáctica determinada –por ejemplo,
sujeto/predicado- que toma por base la información semántica y pragmática, la
selección de expresiones lexicales –palabras- y las representaciones
fonológicas de los sonidos.
Durante estas operaciones, la representación semántica será mantenida en la
memoria de corto plazo ya que esta información es indispensable para
establecer la coherencia entre la proposición anterior y la siguiente, facilitando
de ese modo el proceso.
La proposición siguiente debe satisfacer un conjunto determinado de
condiciones que son rastreadas por medio de una estrategia de selección.
Una vez hallada, la proposición que satisface las condiciones es alojada junto
con la proposición anterior en la memoria operativa, para ser incluída
posteriormente en el mecanismo de formulación de oraciones. Este
mecanismo conducirá a imprimir señales en la superficie del texto para cumplir
con las condiciones de coherencia. Las señales de superficie pueden ser
pronombres, artículos definidos, marcadores de tiempo y lugar, entre otros
conectivos.
A una oración como “la niña era traviesa”, podrá seguir otra del tipo: “Ella
disfrutaba cuando torturaba a su gato”, donde “ella” es una señal para marcar
al oyente o lector que sigue hablando de la primera niña y que “su” debe ser
interpretado como “el gato de ella”.
En este caso, el escritor presupone que su interlocutor sabe a qué niña se
refiere, y por eso necesita especificar esta información; o bien no quiere
presentarla porque está por contar una historia en la que conviene identificar a
la niña más adelante para mantener el suspenso.
La presente es una versión muy simplificada de cómo se supone que funciona
el proceso de producción. Aunque sumario, este conocimiento arroja luz sobre
las claves del complejo mecanismo que se pone en marcha en el intento por
dar significación y hacerse comprender.” (MARRO y DELLAMEA, 1993:50)