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DOCENTE:
Mariam Flores
1º Año Sección 6
Junio 2020
El consentimiento informado
Primero se debe procurar entablar una relación médico-paciente, para así crear un lazo de
confianza entre estos. Debe de utilizarse un lenguaje simple a la hora de entregar esta
información, de una manera adecuada, simple y que sea lo suficientemente entendible y clara,
de manera que el paciente pueda entender la gravedad de la situación a pesar de sus
características o nivel intelectual. La información debe de darse en un ambiente calmado,
apropiado y sin interferencias. El objetivo del médico es calmar la ansiedad y crear un
ambiente que genere confianza al paciente. Sin utilizar un lenguaje de terminología científica.
De manera que esté de acuerdo con el nivel cultural de la población.
Información: Esta debe de ser comprensible, es decir, incluir el objetivo real del tratamiento,
su procedimiento, los beneficios y riesgos potenciales que pudiesen ocurrir y también incluir
la opción del paciente de rechazar el tratamiento en cualquier momento.
Capacidad: El paciente debe de tener la habilidad de tomar decisiones, respetando su
autonomía.
El profesional de la salud está en la obligación de dar una breve explicación del tratamiento,
así como los beneficios y posibles riesgos, complicaciones y efectos secundarios. También
debe incluir las posibles alternativas y si las hubiere, sus beneficios y riesgos significativos.
El consentimiento informado tiene una gran importancia en el ámbito médico, debido a que a
través de éste se puede entablar una mejor relación médico-paciente, así como también
informar de la situación real en la que se encuentra el paciente, dándole la libertad de elegir
como proseguir con su atención médica.
Artículo 46. Todo aquello que llegare a conocimiento del médico con motivo o en razón de
su ejercicio, no podrá darse a conocer y constituye el secreto médico. El secreto médico es
inherente al ejercicio de la medicina y se impone para la protección del paciente, el amparo y
salvaguarda del honor del médico y de la dignidad de la ciencia. El secreto médico es
inviolable y el profesional está en la obligación de guardarlo. Igual obligación y en las
mismas condiciones se impone a los estudiantes de medicina y a los miembros de profesiones
y oficios paramédicos y auxiliares de la medicina.
Artículo 47. No hay violación del secreto médico en los casos siguientes:
(8) Cuando los representantes legales del menor exijan por escrito al médico la
revelación del secreto. Sin embargo, el médico podrá, en interés del menor,
abstenerse de dicha revelación.
Artículo 50. El médico puede compartir el secreto con cualquier otro médico que intervenga
en el caso, quien, a su vez queda obligado a no revelarlo.
Artículo 52. El médico debe respetar los secretos que se le confíen o de que tenga
conocimiento por su actuación profesional, aún después de la muerte del enfermo.
La verdad: Es tener la certeza de algo o asegurar una cosa, con expresión clara y
sin tergiversación. La verdad es la afirmación de algo que corresponde con la realidad. Se
hace interesante definir y clasificar éste término ya que varía de acuerdo a la conducta,
al juicio o a la realidad del ser, ya que la verdad es una propiedad de las cosas y del
entendimiento humano, algo es verdadero cuando se da en la realidad, cuando sucede o se
cumple.
Características:
Mentira: es la falta de verdad o tergiversación de la misma con fines de evitar una sanción o
reproche, hacer daño, obtener un beneficio, para lograr el aprecio de otro, para ocultar una
realidad dolorosa o vergonzosa, para evitar un sufrimiento (mentira piadosa) o simplemente
por hábito, realizada en forma deliberada. El que miente habitualmente se llama mentiroso o
mitómano, pues fabrica una realidad que no existe, y a veces puede llegar a creer en sus
propias mentiras.
La verdad y el enfermo
Una de las cuestiones más espinosas en la práctica sanitaria es la que se refiere al derecho de
los enfermos a conocer la verdad de la enfermedad que padecen. No porque alguien niegue tal
derecho, que todos reconocen, sino porque a él se añade, y con frecuencia se contrapone, otro
elemento que viene a complicar las cosas: el que supone que el enfermo no está preparado
para recibir una noticia que podría serle contraproducente y, en consecuencia, se le oculta la
realidad de su mal. Es decir, se acepta en principio que todo enfermo tiene derecho a estar
informado de su dolencia; pero, como en la práctica se sabe o se supone que, en bastantes
ocasiones, la desnuda y cruda verdad resulta perjudicial, sobre todo cuando es dicha sin
contemplaciones, se opta por no dar información. Antes de seguir adelante, debiéramos
matizar este planteamiento con dos observaciones:
a) En realidad, la verdad sólo constituye problema cuando es negativa: incurabilidad,
sufrimiento progresivo, muerte en un plazo relativamente breve... Porque en los otros casos,
no suele plantearlos.
b) Por otra parte, de cara a las cautelas para no comunicarla, no sólo cuenta el estado
psicológico del enfermo, sino que inciden otros hechos: por una parte, el médico tiene que
estar preparado y saber decirla (muchas veces no se sabe hacer y se tiene miedo, como luego
veremos).
Por otra parte, el contenido de la información tiene que ser bien conocido: por ejemplo, decir
un diagnóstico de cáncer puede interpretarse como algo mortal, cuando no siempre es así.
Desde luego, hoy no sirve ya aquel consejo de Hipócrates: "oculta al enfermo, durante tu
actuación, la mayoría de las cosas...; repréndele a veces estricta y severamente, pero otras
anímale con solicitud y habilidad, sin mostrarle nada de lo que le va a pasar ni de su estado
actual; pues muchos acuden a otros médicos por causa de esa declaración, antes mencionada,
del pronóstico sobre su presente y futuro" 1 . Los aires que hoy corren parecen ir en otra
dirección. El grado de madurez personal y social también apoya este hecho. Cada día los
pacientes y sus familiares reclaman más información y con frecuencia el médico se ve urgido
a comunicar más y más datos. Ciertamente, la experiencia enseña que en este tema no se
pueden dar reglas fijas. El conocido aforismo de que "no existen enfermedades sino
enfermos" puede también aplicarse a esta cuestión, puesto que la reacción frente al hecho de
la enfermedad y de su conocimiento es diferente en cada enfermo y existen todas las actitudes
posibles: desde la del que "exige" conocer en cada momento toda la verdad, hasta la de quien
jamás hace preguntas porque prefiere "no enterarse" del mal que padece (en una serie inglesa
sobre 65 enfermos de cáncer, se advertía que sólo un 32 % deseaban más información o
confirmación del diagnóstico; los demás expresaron no querer información) 2 . Pretendemos
aquí recordar algunos criterios que pueden ayudar a dar luz al problema.
El derecho a conocer la verdad: