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En los niños más pequeños, este es un comportamiento normal. A medida que crecen,
aprenden a tolerar la frustración al mismo tiempo que van adquiriendo mayor autonomía
y mayor capacidad para manejar el entorno que les rodea y contribuir por sí mismos a la
satisfacción de sus deseos en vez de esperar pasivamente a que otros lo hagan por ellos.
Me parece interesante lo que menciona la lectura en lo anterior escrito, muchas veces los
maestros por evitarse la fatiga les hacen creer a los alumnos que han dado un buen aporte
sin importarles el daño que están provocando en ellos a futuro.
Los jóvenes estudiantes están acostumbrados a obtener placer en forma inmediata. Sin
embargo, el sacrificio y el esfuerzo son fundamentales para el éxito en la vida.
Los niños crecen sin la autoridad de los adultos y sin asumir responsabilidades, lo cual
dificulta enormemente su vida futura. La crisis de autoridad y exceso de permisividad de
los padres provoca mayor impulsividad y falta de autocontrol de los hijos.
El autocontrol es una capacidad inteligente que permite regular los deseos e impulsos
inmediatos para obtener mejores beneficios futuros. El mundo de hoy nos enseña que
satisfacer los caprichos inmediatos es lo natural. Lo cierto es que los niños que pueden
autocontrolarse toman mejores decisiones y evitan conductas autodestructivas.
Nos enfrentamos a una generación de niños más inteligentes y con más posibilidades de
ser estimulados, libres, felices, confiados y llenos de tecnología y privilegios. Pero también,
de niños más desafiantes con los adultos, a quienes les exigen satisfacer sus necesidades
en forma inmediata. los niños de hoy suelen ser poco tolerantes a las frustraciones, tienen
mucha libertad y son expuestos, a edades muy tempranas, a riesgos que pueden implicar
su autodestrucción.
La habilidad para aprender no es fija, sino que cambia según nuestro esfuerzo, por tanto,
el fracaso no es una condición permanente sino una condición temporal.