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Constitución y la edificación del Cuerpo

de Cristo, La
CONTENIDO
1. La constitución del Cuerpo de Cristo con el Cristo todo-inclusivo como
elemento de vida
2. La constitución del Cuerpo de Cristo bajo el impedimento, el daño y la
corrupción de Satanás el enemigo
3. La edificación del Cuerpo de Cristo por el crecimiento en vida (1)
4. La edificación del Cuerpo de Cristo por el crecimiento en vida (2)
5. La edificación del Cuerpo de Cristo por la transformación en vida (1)
6. La edificación del Cuerpo de Cristo por la transformación en vida (2)

PREFACIO
Este libro lo componen los mensajes que dio el hermano Witness Lee en Atlanta,
Georgia del 26 al 29 de noviembre de 1992.

CAPITULO UNO
LA CONSTITUCION DEL CUERPO
DE CRISTO
CON EL CRISTO TODO-INCLUSIVO
COMO ELEMENTO DE VIDA
Lectura bíblica: Mt. 13:3, 8, 23, 37-38
BOSQUEJO
1. Cristo, el Dios Triuno corporificado en humanidad como la fuente de vida,
representado por el árbol de la vida—Col. 2:9; Jn. 1:14; Gn. 2:9; Ap. 2:7; 22:2.
2. Viene:
1. Por medio de la encarnación para hacerse carne, un hombre en semejanza
de carne—Jn. 1:14; Ro. 8:3b; 1 Ti. 3:16a.
2. Como el Sembrador, el que distribuye la vida divina—Jn. 10:10b.
3. Para sembrarse, es decir, impartirse o dispensarse.
4. Como la semilla de vida del trigo, que representa la palabra—Mt. 13:3,
19-23; Mr. 4:14; Jn. 6:68.
3. Al corazón humano como la tierra cultivable—Mt. 13:19b.
4. Cristo es cultivado en la buena tierra del corazón humano para que se
multiplique y así constituya la iglesia a fin de cumplir la economía eterna de
Dios—Mt. 13:8, 23; Jn. 12:24; Ef. 3:8-10.
5. Cristo como la semilla de la vida divina, y los creyentes como la tierra humana
cultivable, llegan a ser uno para producir el elemento orgánico que constituye la
iglesia—Ef. 1:22.
6. Hace de la iglesia el Cuerpo de Cristo con el Espíritu, el Señor y Dios el Padre
como contenido—Ef. 1:23; 4:4-6.
7. El Cristo todo-inclusivo como corporificación del Dios Triuno viene a ser la
iglesia, Su Cuerpo (1 Co. 12:12), y todos los miembros del nuevo hombre (Col.
3:10-11).
8. Para ser el organismo del Dios Triuno procesado y consumado como Su
plenitud, Su expresión corporativa—Ef. 3:19-21.
9. Tiene su consumación en la Nueva Jerusalén, primeramente en el reino
milenario en pequeña escala (Ap. 2:7; 3:12), y por último, en el cielo nuevo y la
tierra nueva a escala completa (Ap. 21:1-3, 9-21; 22:1-2).

El tema general de este libro es la constitución y la edificación del Cuerpo de Cristo. Mi


carga se expresa con las cuatro siguientes frases:

1) El grano de trigo cayó a la tierra y murió para producir muchos granos—Jn. 12:24.

2) Aunque somos muchos granos, somos un solo pan, un Cuerpo, el Cuerpo de Cristo—
1 Co. 10:17.

3) Crecemos y somos transformados en piedras preciosas para el edificio de Dios—1


Co. 3:6, 9, 12.

4) La Nueva Jerusalén será el edificio final de Dios, edificado con piedras preciosas
para que Dios sea expresado eternamente—Ap. 21:9-21.

LA CONSTITUCION DEL CUERPO DE CRISTO


Y LA TRANSFORMACION EN VIDA
PARA LA EDIFICACION
Hemos seleccionado unas palabras para usarlas en este libro. La primera es
constitución. Usamos esta palabra no para denotar la constitución de una organización;
más bien, la usamos para denotar algo que está constituido con ciertos elementos
específicos. La iglesia como Cuerpo de Cristo no es una forma u organización sino una
constitución, algo constituido del Cristo de vida. Tengo la carga de ayudar a los santos
para que vean que el Cuerpo de Cristo es una constitución, hecha del Dios Triuno
corporificado en Cristo, el elemento de vida.

Pero la iglesia no sólo ha sido constituida de Cristo como su elemento; también es


edificada por la transformación en vida. Por tanto, tenemos la intención de hablar de dos
asuntos en este libro: (1) la constitución del Cuerpo de Cristo y (2) la transformación
para que el Cuerpo de Cristo sea edificado. Quisiera que todos sean impresionados con
estas dos palabras, constitución y transformación.
LA CONSTITUCION DEL CUERPO DE CRISTO
CON EL CRISTO TODO-INCLUSIVO
COMO ELEMENTO DE VIDA
En este capítulo queremos ver la constitución del Cuerpo de Cristo con el Cristo todo-
inclusivo como elemento de vida. Estas palabras tal vez parezcan comunes en el idioma
inglés, pero la frase elemento de vida no es común. ¿Con cuál elemento de vida ha sido
constituida la iglesia? Necesitamos ver que la iglesia como Cuerpo de Cristo fue
constituida no sólo con un Cristo sencillo, sino con el Cristo todo-inclusivo como
elemento de vida.

I. CRISTO, EL DIOS TRIUNO CORPORIFICADO


EN HUMANIDAD COMO LA FUENTE DE VIDA,
REPRESENTADO POR EL ARBOL DE LA VIDA
Este Cristo todo-inclusivo es la corporificación del Dios Triuno (Col. 2:9). Todos
sabemos que Dios es invisible, muy abstracto y misterioso. Es difícil decir quién es
Dios, cómo es y dónde está. ¿Quién puede hacerlo? No creo que nadie lo pueda hacer.
Pero este Dios, el Dios Triuno, fue corporificado en la carne de un hombre visible (Jn.
1:14). Cristo es este hombre. Entonces, ¿quién es Cristo? Cristo es el mismo Dios
Triuno corporificado en un hombre de carne.

Este Cristo como corporificación del Dios Triuno es la fuente de vida, y como fuente de
vida, es representado por el árbol de la vida (Gn. 2:9; Ap. 2:7; 22:2). No es fácil leer la
Biblia. La Biblia no es un libro sencillo. Tiene muchas palabras regulares, pero también
tiene muchos modismos. Uno es el árbol de la vida. ¿Ha oído usted de este árbol antes?
Hemos oído de durazneros, manzanos y cientos de otras clases de árboles, pero nunca
hemos oído del árbol de la vida. Pero en la Biblia se encuentra este árbol, el árbol de la
vida.

¿Ha notado alguna vez que en el Evangelio de Juan el Señor Jesús nos dice que El es un
árbol (Jn. 15:1, 5)? Pero no es un pino que brota hasta el cielo, tan alto que nadie le
pueda tocar. El es una viña y no brota, sino que se extiende. En cierto sentido El es
grande y vasto, pero también es bajo. No brota en el aire, sino que se extiende en la
tierra. Incluso un niño le puede tocar. El es grande y se extiende, pero es bajo. Esto es lo
que nos dijo en Juan 15.

Luego en otra parte del Evangelio de Juan el Señor nos dijo que El es la vida (11:25;
14:6). El es un árbol y El es la vida, y si usted pone juntas estas dos cosas, tiene un árbol
de la vida. Cristo es el árbol de la vida.

Según Génesis 2 los árboles del huerto de Edén eran buenos para comer (v. 9). Esto es
cierto en cuanto al árbol de la vida; también era bueno para comer. Comemos de toda
clase de árbol para nutrirnos. Pero, ¿se da cuenta usted de que necesitamos otra clase de
árbol? Necesitamos el árbol de la vida, el cual es Dios corporificado en Cristo. Un
cuadro o una figura vale más que mil palabras. En este cuadro Cristo se presenta a
nosotros como un árbol, no un pino sino una viña, la cual se extiende a nosotros. Esto
indica que debemos comerlo. El primer cuadro crucial mostrado en la Biblia es el árbol
de la vida, lo cual representa a Dios mismo como vida. Podemos llamarlo el árbol de la
vida, y podemos llamarlo el árbol de Dios. El árbol de la vida es el árbol de Dios.
Tenemos que entender que este árbol de la vida es Dios mismo. Sin este árbol nunca
podríamos saber que nuestro Dios es el árbol de la vida, el árbol de Dios.

II. VIENE
¿Qué es el segundo cuadro crucial de la Biblia? Tal vez usted diría que es el
tabernáculo, o quizás el templo. Pero según la perspectiva crucial, el primer cuadro de la
Biblia es el árbol de la vida, y el segundo cuadro crucial de la Biblia está relacionado
con la venida de Cristo. Tenemos a Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno,
la fuente de vida representada por el árbol de la vida. Pero lo que viene después del
árbol de la vida es la venida de Cristo.

Usted puede decir: “Pero la venida de Cristo consta en el primer capítulo del Nuevo
Testamento, en Mateo 1, y el árbol de la vida, el árbol de Dios, se encuentra en Génesis
2. ¿Qué de los treinta y nueve libros que vienen entre estos dos capítulos?” En realidad,
los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento hablan de una sola persona, a saber,
Cristo. Por eso, el Señor Jesús les dijo a Sus discípulos que en la ley de Moisés, en los
profetas y en los salmos El se menciona (Lc. 24:44). Estas son las tres partes del
Antiguo Testamento. Cada sección habla de Cristo. Por consiguiente, después de que la
Biblia nos dice quién es Cristo al mostrarnos el árbol de la vida, sus treinta y nueve
libros nos presentan a Cristo. Cristo es el tema del Antiguo Testamento. El tema de
Génesis 1 es Cristo, el de Génesis 2 es Cristo y el de Malaquías 4 también es Cristo.
Luego, después de esta presentación, Cristo viene en Mateo 1. ¡Aleluya, Cristo está
aquí!

A. Por medio de la encarnación para hacerse carne, un


hombre en semejanza de carne
Cuando yo era joven, me enseñaron que Jesús nos ama y que vino de los cielos a la
tierra. Pero no sabía cómo vino a la tierra. Cristo es Dios, y nadie podía acercarse a éste.
El es el Dios invisible y misterioso. Pero un día, cuatro mil años después de crear al
primer hombre Adán, El vino. Después de crear a Adán, este Cristo estuvo escondido
por cuatro mil años. Pero durante aquellos cuatro mil años, andaba profetizando por
aquí y por allá, diciéndoles a las personas que vendría. En Génesis 3:15 nos dijo que
vendría. En Isaías 7:14 dijo que vendría mediante una virgen. En Isaías 9:6 dijo que
vendría como Hijo pero que le llamarían el Padre. Luego, cuatro mil años después de
crear a Adán, vino.

La Biblia nos dice que Cristo vino por medio de la encarnación (Jn. 1:14; Ro. 8:3b; 1
Ti. 3:16a). Vino al entrar en el vientre de una virgen y al ser engendrado allí (Mt. 1:18-
20). El Dios invisible entró en una virgen humana y allí fue engendrado. Además, El
estuvo en el vientre por nueve meses. De esta manera, El como Dios fue mezclado con
el hombre. Luego, después de estar en el vientre por nueve meses, nació. Nació por un
lado como Dios, y por otro, como hombre. Así que, El era un Dios-hombre que tenía un
nombre humano, Jesucristo. No obstante, las personas lo llamaron Emanuel, lo cual
quiere decir Dios con nosotros (Mt. 1:23). El en realidad es un hombre, pero también es
Dios. Esto fue el milagro más destacado del universo, aún más milagroso que la
creación del universo. Dios entró en un hombre y estuvo en un vientre humano durante
nueve meses, y cuando nació, era tanto Dios como hombre. Así que, en la historia de los
seres humanos hubo en la tierra una persona especial que es tanto Dios como hombre.
No ha habido nadie como El.

B. Como el Sembrador,
el que distribuye la vida divina
Todos sabemos que Jesucristo nos ama y que El vino para ser nuestro Salvador. Está
bien que El es el Salvador, pero es más que un Salvador. El nos dijo que El es el
Sembrador (Mt. 13:3, 37). Un sembrador siembra la semilla de vida. Por lo tanto, como
el Sembrador el Señor Jesús es el que distribuye la vida divina. El vino para que
tuviéramos vida y para que la tuviéramos en abundancia (Jn. 10:10b). Pero, ¿cómo vino
para que tuviéramos vida? Vino y se sembró en nosotros. El es el Sembrador, el que
distribuye la vida divina, y debido a que El se ha sembrado en nosotros, todos tenemos
esta vida. ¿Qué significa ser salvos? Algunos tal vez digan que ser salvos significa ser
perdonados de los pecados. Esto es correcto, pero no es suficiente. Ser salvos no es
meramente eso. Ser salvos es recibir a Jesús en nuestro ser.

C. Para sembrarse, es decir,


impartirse o dispensarse
El Sembrador imparte la vida divina en nosotros sembrándose, impartiéndose y
dispensándose. El no simplemente se sembró, sino que también impartió la vida divina
para estar seguro que El había entrado en usted. Y El no solamente impartió, sino que
también dispensa la vida divina de una manera fina, poco a poco. Desde el día en que
usted fue salvo, Cristo ha estado dispensando la vida divina poco a poco cada día. El no
puede dispensar mucho en usted de una sola vez; si El lo hiciera, usted “explotaría”.

D. Como la semilla de vida del trigo,


que representa la palabra
Cristo se siembra, se imparte y se dispensa como la semilla de vida de trigo. Esta
semilla de vida de trigo representa la palabra (Mt. 13:3, 19-23; Mr. 4:14; Jn. 6:68). Un
día el Señor Jesús vio que Pedro estaba pescando, y le habló diciendo: “Venid en pos de
Mí” (Mt. 4:19). Después Pedro le siguió, y fue cautivado. De allí en adelante, Jesús no
podía salir de Pedro. Por medio de Su palabra El se imparte a Sí mismo en nosotros
como una semilla. Una semilla es preciosa y pequeña. Sin embargo, después de ser
plantada en la tierra y de estar allí por dos o tres meses algo brota. Este es el crecimiento
de la semilla. El caso de Cristo es igual: primero El vino, luego se sembró a Sí mismo.
El se sembró como la semilla de vida.

III. AL CORAZON HUMANO


COMO LA TIERRA CULTIVABLE
Cristo es la semilla, y El se sembró a Sí mismo en nuestro corazón (Mt. 13:19b). El
corazón humano es la tierra cultivable. En la labranza, la semilla es plantada en la tierra
y es mezclada con la tierra. La semilla crece junto con la tierra. Esto produce una planta.
Esto es muy significativo. Cristo se sembró en nosotros y tanto El como nosotros
crecemos juntos. El como la semilla de vida tiene cierto elemento, y nosotros como la
tierra cultivable también tenemos cierta clase de elemento, y estas dos cosas se mezclan
y crecen juntas para ser una sola planta. Este es el Cuerpo de Cristo constituido de la
vida divina mezclada con la humanidad. Hoy día se habla mucho de lo que es el Cuerpo
de Cristo. Pero estas discusiones en su mayor parte son pura doctrina. El verdadero
Cuerpo, el Cuerpo de Cristo en realidad, es una planta que crece brotando de Cristo,
quien es la semilla de vida sembrada en el corazón humano, el cual es la tierra
cultivable.

IV. CRISTO ES CULTIVADO EN LA BUENA


TIERRA
DEL CORAZON HUMANO PARA QUE SE
MULTIPLIQUE
Y ASI CONSTITUYA LA IGLESIA A FIN DE
CUMPLIR
LA ECONOMIA ETERNA DE DIOS
Cristo se sembró en nuestro corazón como tierra cultivable para producir a Cristo.
Cuando yo era joven, me enseñaron que tengo que aprender las doctrinas y las
enseñanzas de la Biblia, pero nadie me dijo que debo crecer en Cristo. Me gustaría
impresionarlos con esto y animarlos a recordar solamente una cosa: Ahora que Cristo
está en usted, usted debe cultivar a Cristo. ¿Qué hace usted todos los días? Su trabajo
principal debe consistir en cultivar a Cristo.

Cristo es cultivado en la buena tierra (Mt. 13:8, 23). ¿Qué es la buena tierra? La buena
tierra es un corazón bueno que es puro, es decir, sencillo para Dios y también absoluto
para El. En este corazón bueno, la buena tierra, se cultiva a Cristo. Si por un lado usted
ama a Cristo y por otro, ama muchas cosas aparte de El, su corazón no es sencillo, puro
ni absoluto. Tal corazón no es un buen corazón, y tal corazón no puede cultivar a Cristo.
Quizás tenga piedras en el corazón, o espinas y cardos. Todas estas cosas compiten con
Cristo. Están en rivalidad con Cristo. Tal corazón no puede cultivar a Cristo. Todos
nosotros necesitamos purificar nuestro corazón, hacerlo sencillo y tratar con él a fin de
que sea absoluto para El. Entonces nuestro corazón será la buena tierra para cultivar a
Cristo.

Este cultivo de Cristo tiene como fin que El se multiplique. El Señor Jesús nos dijo que
El era un solo grano de trigo (Jn. 12:24). Si El no hubiera caído en la tierra a morir,
habría permanecido un solo grano. Pero cayó en la tierra y murió, y produjo muchos
granos. Estos muchos granos son Su multiplicación. Hace dos mil años sólo hubo un
Jesús en Palestina, pero hoy en la tierra hay millones de “Jesús”. Jesús se multiplicó.

El se multiplica para que la iglesia sea constituida a fin de cumplir la economía eterna
de Dios. Dios tiene un proyecto muy grande, el cual se llama Su economía eterna (Ef.
3:8-10). Su economía eterna consiste sencillamente en sembrar a Cristo en muchos seres
humanos por medio de usted y de mí. Así que, hoy en día, todos tenemos que ser
sembradores. Por medio de nosotros, más granos saldrán. Esta es la multiplicación para
la constitución del Cuerpo de Cristo, el cual es la iglesia.

V. CRISTO Y LOS CREYENTES


LLEGAN A SER UNO
PARA PRODUCIR EL ELEMENTO ORGANICO
QUE CONSTITUYE LA IGLESIA
Cristo como la semilla de la vida divina y los creyentes como la tierra humana
cultivable, llegan a ser uno para producir el elemento orgánico que constituye la iglesia
(Ef. 1:22). La iglesia no es meramente un grupo de cristianos congregados para formar
una organización. No es una entidad religiosa en la sociedad. La iglesia es Cristo que
vive en usted, en mí y en millones de otros cristianos. Este Cuerpo vivo, esta entidad
viva, es el Cuerpo de Cristo, el cual es la iglesia. Por lo tanto, la iglesia es una
constitución que tiene a Cristo como su constituyente.

VI. HACE DE LA IGLESIA EL CUERPO DE


CRISTO
CON EL ESPIRITU, EL SEÑOR Y DIOS
EL PADRE COMO CONTENIDO
Al sembrarse a Sí mismo en los creyentes, Cristo hace de la iglesia el Cuerpo de Cristo
con el Espíritu como esencia del Cuerpo, el Señor como elemento del Cuerpo, y Dios el
Padre como fuente del Cuerpo —el Dios Triuno— como su contenido (Ef. 1:23; 4:4-6).
Cristo hoy como la semilla de vida divina es el Espíritu, el Señor y también Dios el
Padre. La Trinidad Divina hoy está en nosotros como nuestro contenido. Tengo la carga
de mostrarles que la iglesia no es algo externo. Por supuesto la iglesia no es un edificio.
Pero tampoco es meramente un grupo de cristianos que se reúnen. De hecho, la realidad
de la iglesia es Cristo que vive en nosotros como Espíritu, como Señor y como Dios el
Padre. Cristo mismo es el contenido de la iglesia.

VII. EL CRISTO TODO-INCLUSIVO


COMO CORPORIFICACION DEL DIOS TRIUNO
VIENE A SER LA IGLESIA, SU CUERPO,
Y TODOS LOS MIEMBROS DEL NUEVO HOMBRE
Puesto que Cristo mismo es el contenido de la iglesia, El llega a ser el Cuerpo (1 Co.
12:12). ¿Qué es la iglesia? La iglesia es Cristo multiplicado, agrandado. Por tanto,
Cristo mismo es la iglesia. Además, la iglesia como Cuerpo de Cristo es el nuevo
hombre, y Cristo es todos los miembros del nuevo hombre (Col. 3:10-11). Cristo es el
Cuerpo, y Cristo es cada miembro del nuevo hombre.
VIII. PARA SER EL ORGANISMO
DEL DIOS TRIUNO PROCESADO Y CONSUMADO
COMO SU PLENITUD, SU EXPRESION
CORPORATIVA
Puesto que Cristo es tanto el Cuerpo como cada miembro del nuevo hombre, la iglesia
es en realidad el organismo del Dios Triuno procesado y consumado. Nosotros los seres
humanos tenemos cuerpo, cuerpo vivo y orgánico, que es un organismo que nos
expresa. Si yo no tuviera cuerpo, tendría que estar aquí como fantasma. Luego mis
palabras les espantarían. Pero tengo un organismo muy bueno que me expresa, el cual es
mi cuerpo. Cuando usted ve mi cuerpo, dice: “Este es el hermano Lee”. Esto es lo que
hace un organismo. Del mismo modo, la iglesia es el organismo del Dios Triuno, el cual
lo manifiesta y lo expresa como Su plenitud, Su expresión corporativa (Ef. 3:19-21).

IX. TIENE SU CONSUMACION EN LA NUEVA


JERUSALEN
Este organismo tiene su consumación en la Nueva Jerusalén, primeramente en el reino
milenario en pequeña escala (Ap. 2:7; 3:12), y por último, en el cielo nuevo y la tierra
nueva en gran escala (Ap. 21:1-3, 9-21; 22:1-2). De hecho, la Biblia entera habla en su
mayor parte de este organismo. La revelación divina de la Biblia empieza con Dios (Gn.
1:1) y tiene su consumación en la Nueva Jerusalén (Ap. 21:2). El primer asunto tratado
en la Biblia es Dios, y el último es la Nueva Jerusalén. Entre los dos está Cristo y la
iglesia. La Biblia nos enseña acerca de Dios, quien tiene Su consumación en la Nueva
Jerusalén por medio de Cristo y la iglesia. Esta es la Biblia.

LA VIDA CRISTIANA ES UNA VIDA


EN LA CUAL UNO VIVE A CRISTO
PARA QUE SU CUERPO SEA CONSTITUIDO
Según los puntos mencionados antes, podemos ver que nosotros los cristianos, como
miembros del Cuerpo de Cristo, somos personas especiales. Pero, muchos cristianos no
alcanzan el nivel de Dios en conformidad con lo que la Biblia dice en cuanto a los
creyentes. Para la mayoría de los cristianos, la meta de la vida cristiana es aprender de la
Biblia y mejorar el carácter y la conducta para agradar a Dios, glorificarlo y salvar a
pecadores por medio de la predicación del evangelio de Dios, etc. Pero tengo que
decirles, esto no alcanza el nivel de la intención de Dios en Su redención eterna y
salvación completa. Un cristiano debe ser uno que principalmente vive a Cristo (Fil.
1:20-21) para la constitución del Cuerpo de Cristo, el cual se engrandece y se constituye
de todos los verdaderos creyentes, con Cristo como su elemento de vida (Ro. 12:5).

La revelación divina de toda la Biblia nos revela que Dios en Su economía eterna quiere
tener un Cuerpo orgánico para Cristo. Por eso, El creó al hombre a Su propia imagen y
conforme a Su semejanza (Gn. 1:26-27). Por esta razón tuvo la intención de ser la vida
del hombre (Gn. 2:9). Con este propósito, El se encarnó para ser un hombre y unirse con
él a fin de ser así una sola entidad. Por eso logró Su eterna redención mediante la
crucifixión y llevó a cabo Su salvación completa por medio de la resurrección. Con este
fin se derramó como el Espíritu todo-inclusivo y consumado para que la iglesia como
Cuerpo de Cristo sea constituida. Por eso, El nos escogió, nos predestinó, nos llamó, nos
redimió, nos salvó y nos regeneró consigo mismo como nuestra vida en Cristo, para que
fuéramos los miembros orgánicos del Cuerpo de Cristo. Con este mismo propósito El
nos está santificando, renovando y transformando para el crecimiento y la edificación
del Cuerpo de Cristo. Por medio de esto podemos tener una visión clara para ver que la
intención de Dios en Su economía eterna consiste en que nosotros cultivemos a Cristo,
lo vivamos y lo magnifiquemos, para que maduremos en Cristo a fin de llegar a la
medida de Su estatura y ser edificados mediante la transformación en la medida de Su
plenitud (Ef. 4:11-16).

El apóstol Pablo, cuando era Saulo, estaba equivocado al tener como meta principal de
su vida guardar la ley de Dios. Después de ser salvo y de ser regenerado, la meta
principal de su vida fue corregida y cambiada de guardar la ley a vivir a Cristo. El vio
que estaba crucificado junto con Cristo y que ya no vivía él, sino que Cristo vivía en él
(Gá. 2:20). Así que, se esforzaba para vivir a Cristo a fin de que Cristo fuese
magnificado en él (Fil. 1:20-21) para la edificación del Cuerpo de Cristo (Col. 1:24) y el
cumplimiento de la economía eterna de Dios (Ef. 3:9-10).

Ser cristiano depende principalmente de vivir a Cristo para que sea constituido y
edificado el Cuerpo de Cristo. Esta es la realidad del recobro del Señor en esta época. Si
no tenemos a Cristo como el elemento de vida para la constitución del Cuerpo de Cristo,
y si no tenemos al Cuerpo de Cristo como la expresión plena del Cristo todo-inclusivo,
el recobro de hoy llegará a ser un cero. No considere a la iglesia meramente según las
enseñanzas y prácticas externas, en cuanto a los asuntos de las iglesias locales, la iglesia
universal, la autonomía local o según esto o aquello. La iglesia en su realidad no está en
esa esfera. La iglesia está totalmente relacionada con Cristo a quien vivimos y a quien
magnificamos. Si usted vive por usted mismo, no es ni la iglesia universal ni una iglesia
local. Pero si vivimos a Cristo, El lo es todo, la iglesia universal y la iglesia local. ¿Por
qué hay tantas divisiones hoy? Simplemente porque la gente habla de doctrinas y
prácticas en cuanto a la iglesia, pero pasan por alto el vivir de Cristo. Si vivieran a
Cristo, ninguna división vendría a la existencia.

SIETE FIGURAS EN LA HISTORIA DEL DIOS


TRIUNO
Esta es la historia del Dios Triuno. Primeramente, la Biblia nos muestra que el Dios
Triuno fue representado por el árbol de la vida. Luego vino en encarnación para ser un
grano en la carne, quien murió y resucitó para producir los muchos granos. Por medio
de la encarnación, crucifixión y resurrección Dios llegó a ser los muchos granos, los
cuales somos nosotros. Como los muchos granos, somos molidos a harina para hacer un
solo pan, y este pan es el Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo es el nuevo hombre
como organismo del Dios Triuno, el cual finalmente tiene su consumación en la Nueva
Jerusalén. En la historia del Dios Triuno se ven siete figuras: el árbol de la vida, el
grano de trigo, los muchos granos, un solo pan, el Cuerpo de Cristo, el nuevo hombre y
la Nueva Jerusalén. Recuerden estas siete figuras, porque son el extracto mismo de toda
la Biblia.
CAPITULO DOS
LA CONSTITUCION DEL CUERPO
DE CRISTO
BAJO EL IMPEDIMENTO, EL DAÑO
Y
LA CORRUPCION DE SATANAS EL
ENEMIGO
Lectura bíblica: Mt. 13:4-7, 19-22, 24-33,
36-43
BOSQUEJO
1. Bajo el impedimento de Satanás el enemigo:
1. Por el corazón humano endurecido por el tráfico del mundo, estando al
lado del camino, y con los espíritus malignos de Satanás como las aves
que arrebatan la palabra de vida—Mt. 13:4, 19.
2. Por el corazón superficial, que tiene las rocas de pecados escondidos,
deseos e intereses personales, y autocompasión, los cuales impiden que
la semilla de vida eche raíces en lo profundo del corazón, y que tropiece
cuando vienen la aflicción y la persecución—Mt. 13:5-6, 20-21.
3. Por los afanes de este siglo y el engaño de las riquezas como los espinos
que ahogan la semilla de vida y le impiden crecer y dar fruto—Mt. 13:7,
22.
2. Bajo el daño de Satanás el enemigo:
1. Siembra cizaña (que representa los hijos del maligno) en medio del trigo
(que representa los hijos del reino) para restringir e impedir el
crecimiento y desarrollo del trigo—Mt. 13:25-30, 38-42.
2. Cambia la naturaleza de una pequeña hortaliza de mostaza, que
representa la iglesia en vida, la cual es buena y sirve como suministro de
alimento, convirtiéndola en un árbol, que representa toda la cristiandad
que está en confusión, la cual sirve como nidos de los malignos,
representados por “las aves”—Mt. 13:31-32.
3. Los tres asuntos del numeral I impiden el crecimiento de la semilla de
vida en los creyentes y restringen la multiplicación de Cristo por medio
de Sus creyentes; mientras que los dos puntos del numeral II, por un
lado, contaminan los componentes de la iglesia, y por otro, cambian la
naturaleza de la iglesia y hacen que la apariencia de la misma sea
anormal.
3. Bajo la corrupción de Satanás el enemigo:
1. Leuda la iglesia primitiva, tipificada por los dos panes mecidos ofrecidos
a Dios el día de Pentecostés (Lv. 23:15-17), lo cual se confirma en el
caso del pecado de Ananías y Safira, quienes engañaron a Dios el
Espíritu (Hch. 5:1-11), y en el caso de murmuración acerca de la
negligencia en la distribución diaria para las viudas (Hch. 6:1).
2. Leuda la iglesia en Corinto con el horrendo pecado de la fornicación (1
Co. 5:1-8).
3. Leuda la iglesia con las enseñanzas de cosas diferentes de la economía de
Dios (1 Ti. 1:3-4).
4. Leuda toda la masa (de harina fina hecha de granos de trigo) usando una
mujer (la Iglesia Católica, la falsa profetisa Jezabel, Ap. 2:20)—Mt.
13:33.
5. Leuda la iglesia primitiva con el judaísmo (a través de la observancia del
sábado, Col. 2:16; la práctica de la circuncisión, Hch. 15:1-2; Gá. 6:15;
las llamadas dietas santas, Hch. 11:2-3; Gá. 2:12-13; y las tradiciones,
Gá. 1:14), el gnosticismo (Col. 2:8), y el ascetismo (Col. 2:20-23).
6. Leuda la iglesia con el catolicismo a través del sistema papal, la
jerarquía, las herejías, la idolatría y las prácticas paganas.
7. Leuda la iglesia con el protestantismo a través de la jerarquía, del hecho
de que tiene nombre de que vive y en realidad está muerto, de las
enseñanzas diferentes, las tradiciones, el modernismo, la mundanalidad y
las divisiones.
8. Leuda la iglesia con el nacionalismo, el racismo, el socialismo, el
liberalismo, la política, y otros asuntos.
9. Leuda la iglesia con el hombre natural, la carne y concupiscencias de los
creyentes, con el pecado presente en la naturaleza de ellos y sus acciones
pecaminosas, y con todas las cosas malignas enumeradas en Gá. 5:19-21.
10. El enemigo Satanás leuda la iglesia con el fin de corromperla en su
naturaleza y contenido. Incluso el elemento de vida (toda la harina hecha
de los granos de trigo), del cual está constituida la iglesia, es leudado.
Esta enfermedad de la iglesia está en sus constituyentes. Tal enfermedad
de estar corrompida por haber sido leudada es incurable.

En el capítulo anterior, vimos la constitución del Cuerpo de Cristo con el Cristo todo-
inclusivo como elemento de vida. Mateo 13 nos muestra que Cristo vino como el
Sembrador para sembrarse en el corazón humano, el cual es la tierra cultivable (vs. 3,
19b). Cristo crece en la buena tierra del corazón humano para multiplicarse a fin de
poder constituir la iglesia y así cumplir la economía eterna de Dios (Mt. 13:8, 23; Jn.
12:24; Ef. 3:8-10).

En Mateo 13 tenemos un cuadro de cosas positivas, pero también tenemos un cuadro de


cosas negativas. Mateo 13 también revela la constitución del Cuerpo de Cristo bajo el
impedimento, el daño y la corrupción de Satanás el enemigo. Satanás trabaja socavando
la obra del Señor de tres maneras: primero impide, luego hace daño y finalmente
corrompe. Espero que tengamos la capacidad espiritual para ver las estratagemas de
Satanás. Necesitamos recibir esta visión, y no meramente una doctrina o una enseñanza.
Necesitamos ver la “película” celestial, la visión celestial, la cual nos impresionará
profundamente en cuanto a las tres obras del enemigo: su impedimento, su daño y su
corrupción. En el capítulo trece de Mateo, el Señor Jesús nos abrió no sólo lo celestial
sino también lo infernal.
Antes de tener comunión en cuanto a la obra del enemigo según Mateo 13, me gustaría
decir algo más acerca de la venida del Señor. Por lo general los cristianos creen que
Jesús vino la primera vez y que vendrá una segunda vez. Pero tenemos que entender
además que Su venida no ha sido consumada totalmente; sigue ocurriendo. Por un lado,
Jesús vino, pero por otro, no ha terminado Su venida. Fue algo instantáneo que Jesús
descendiera del cielo a la tierra y que fuera concebido en el vientre de una virgen por
medio de la encarnación, pero que El entrara en usted y en mí tomó mucho tiempo.

La venida de Cristo está constituida de tres grandes pasos principales: la encarnación, la


muerte y la resurrección. El primer paso fue la encarnación. Jesús como el Dios único
vivió en la eternidad antes del tiempo. Luego creó el universo y al hombre. Cuatro mil
años después de la creación del hombre El salió de la eternidad y entró en el tiempo.
Cuando El salió de la eternidad y entró en el tiempo, entró en la humanidad. En la
eternidad pasada El era Dios, pero en Su encarnación salió de la eternidad para entrar en
el tiempo y así, con Su divinidad, entró en la humanidad.

Es una maravilla que el Dios todopoderoso e infinito entró en el vientre de una joven
virgen y estuvo allí nueve meses. Mateo 1:18 y 20 nos dicen que Jesús fue engendrado
por obra del Espíritu Santo. Dios entró en el vientre de María. Y después de nueve
meses, nació de ella para ser hombre y Dios, un Dios-hombre.

¿Cómo sabemos que Dios salió de la eternidad y entró en el tiempo y que con Su
divinidad entró en la humanidad? Lo sabemos porque la Biblia nos lo dice (Jn. 1:1, 14).
Jesús es un Dios-hombre. En todo el universo sí existe una persona que es tanto Dios,
con Su divinidad, como hombre con Su humanidad. El no sólo tiene el género divino,
sino también el humano. Según la historia, Jesucristo es único. El tiene tanto la
divinidad como la humanidad.

Cristo vino en la encarnación, pero tomó más tiempo pasar por los procesos del vivir
humano, la muerte y la resurrección a fin de poder entrar en nosotros. Sabemos que
ahora Jesús vive en nosotros no sólo porque la Biblia nos lo dice (Gá. 2:20a; 2 Co.
13:5), sino también porque nuestra experiencia da testimonio de esto. Mi experiencia
me dice que Cristo vive en mí. El caso de todos los que le recibimos a El es igual.
Cuando El entró en nosotros para vivir allí, nos cambió de los traviesos a los “caballeros
de Jesús” y las “damas de Jesús”. El nos hizo diferentes de las personas del mundo. Hoy
somos el testimonio de Jesús (Ap. 1:2, 9). Jesús vive en nosotros. Sabemos esto por lo
que la Biblia dice y por nuestra experiencia.

El Jesús encarnado entró en nosotros al pasar por un largo proceso. Jesús, después de Su
encarnación, vivió en la tierra por treinta y tres años y medio. Luego fue a la cruz para
morir. Su muerte fue el segundo paso principal que tomó para entrar en nosotros. Al ser
crucificado terminó con todas las cosas negativas y resolvió todos los problemas. Quitó
todo nuestro pecado y todos nuestros pecados. Su muerte lo resolvió todo y terminó
todo lo relacionado con la vieja creación.

El murió en la cruz, fue sepultado y el tercer día resucitó. La resurrección fue el tercer
paso principal de Su venida. En 1 Corintios 15:45 se nos dice que en Su resurrección El
llegó a ser otra persona, el Espíritu vivificante. En Su encarnación El como Dios llegó a
ser hombre. En Su resurrección El, como el postrer Adán, fue hecho Espíritu
vivificante. Por tanto, Cristo es Dios, Cristo es hombre y Cristo es el Espíritu
vivificante. Hoy, el mismo Cristo que entró en nosotros y que sigue viviendo en
nosotros es Dios, hombre y el Espíritu.

La Biblia revela con mucho énfasis que Cristo el Señor es el Espíritu. Hoy, el Señor
Jesús es Aquel que es omnipresente en resurrección. El está en el cielo, está en la tierra,
está en usted, está en mí y está en millones de Sus creyentes. El día en que invocamos al
Señor y le recibimos, nos dimos cuenta de que alguien entró en nosotros e incluso fue
añadido a nosotros. Jesús puede entrar en nosotros porque se hizo Espíritu vivificante.
Ya pasó por los tres pasos principales de la encarnación, la crucifixión y la resurrección.
Se hizo hombre y en el hombre murió, resolviendo así todos los problemas y quitando
todos los estorbos del universo. Luego, en la resurrección llegó a ser Espíritu vivificante
para poder entrar en nosotros. Hoy, está en nosotros.

Cristo sigue viniendo hoy porque todavía está en el proceso de entrar en millones de
personas. Pero incluso en la llamada nación cristiana de Estados Unidos hay millones de
personas que todavía no creen en el Señor Jesús. El Señor desea que todos los hombres
sean salvos (1 Ti. 2:4). Tenemos que ir a ellos junto con el Señor para llevar el Señor a
ellos. El todavía está cumpliendo el proceso de Su venida hasta que con el tiempo venga
de los cielos al aire y desde el aire a la tierra. Ese será el paso final de la consumación
de Su venida.

Hoy el maravilloso Señor Jesús está en nosotros. Todo esto es brillante, es del día, o sea,
positivo, pero al tener el día también se tiene la noche. Necesitamos ver la noche, el
cuadro negativo, que nos es presentado en Mateo 13. Mateo 13 revela la constitución
del Cuerpo de Cristo bajo el impedimento, el daño y la corrupción de Satanás el
enemigo.

I. BAJO EL IMPEDIMENTO DE SATANAS EL


ENEMIGO
A. Por el corazón humano endurecido por
el tráfico del mundo, estando al lado del camino, y con
los espíritus malignos de Satanás como
las aves que arrebatan la palabra de vida
Mateo 13 nos dice que el Señor salió como el Sembrador para sembrar la semilla en los
corazones de muchas personas. El Señor reveló que existen cuatro categorías que
describen el corazón humano. Tres son negativas y una es positiva.

La primera clase de corazón es comparada con un lugar junto al camino (v. 4). Junto al
campo de labranza hay un camino, y el lugar junto a este camino se vuelve duro por el
tráfico excesivo. Debido a su ubicación muy cerca al camino, se endurece fácilmente
por el tráfico del camino. Cuando la semilla cae en el duro borde del camino, no hay
manera de que la semilla penetre la tierra. Esto provee a las aves la oportunidad de
arrebatar todas las semillas.
Jesús siembra la semilla, pero es posible que el corazón de usted sea muy duro. La
semilla no puede penetrar en su corazón. Queda en la superficie de su corazón, y luego
las aves, representando los espíritus malignos, vienen y arrebatan la palabra. En el
universo existen no sólo el Espíritu Santo, el Espíritu vivificante, sino también los
espíritus malignos. Están acechando, vigilando y esperando la oportunidad de arrebatar
la palabra sembrada en el corazón endurecido. Con el camino endurecido por el tráfico
del mundo se puede ver la obra de Satanás de impedir el corazón humano, y con las
aves que arrebatan la palabra de vida se pueden ver los espíritus malignos de Satanás
(Mt. 13:4, 19).

B. Por el corazón superficial, que tiene las rocas de


pecados escondidos, deseos e intereses personales, y
autocompasión, los cuales impiden que la semilla de
vida eche raíces en lo profundo del corazón, y que
tropiece cuando vienen
la aflicción y la persecución
Tal vez el corazón de usted sea suave en la superficie, pero es posible que no sea
profundo. Al contrario, tal vez sea superficial. En Mateo 13 se nos muestra el corazón
superficial que contiene las rocas de pecados escondidos, deseos e intereses personales
y autocompasión, los cuales impiden que la semilla de vida eche raíces en lo profundo
del corazón, y que tropiece cuando vienen la aflicción y la persecución (vs. 5-6, 20-21).
Todas estas cosas negativas son tipificadas por las piedras duras debajo de la superficie
del campo, las cuales hacen que la tierra sólo sea superficial. Las piedras que están
dentro de nosotros impiden que la semilla de vida eche raíces en nuestro corazón. Los
que tienen tal corazón tropiezan cuando viene la aflicción o la persecución. Hemos visto
a muchas personas así. Primero, oyeron y recibieron el evangelio con gozo, pero
después de cierto tiempo la persecución y la aflicción los hicieron tropezar porque no
había raíces profundas en su ser que permitieran que la semilla de vida viviera por
mucho tiempo en ellos.

C. Por los afanes de este siglo y el engaño


de las riquezas como los espinos que ahogan
la semilla de vida y le impiden crecer y dar fruto
Ya creímos en el Señor Jesús, y lo recibimos como nuestro Salvador, pero día tras día
tenemos que tratar con los afanes de este siglo y con el engaño de las riquezas. El dinero
es una gran mentira, y engaña a todos. Los afanes de este siglo y el engaño de las
riquezas son como espinos que ahogan la semilla de vida en nosotros impidiendo su
crecimiento y haciendo que nuestro corazón no sea fructífero (Mt. 13:7, 22). Muchos
creyentes son así. Creen en el Señor Jesús, le invocan y aun oran a El. Pero algunos
espinos, como por ejemplo los afanes de la vida y el engaño del dinero, ahogan la
semilla de vida que está en ellos.

Estas tres clases de corazón están bajo la obra de impedimento del enemigo, pero hay
una cuarta clase de corazón. La cuarta clase es el corazón bueno tipificado por la buena
tierra. El corazón bueno es un corazón que es puro, sencillo y está totalmente entregado
a Dios. Es el corazón que no se preocupa por los afanes de este siglo ni por el dinero.
Una persona con tal corazón es pura, simple y está totalmente entregada a Dios. No hay
ahogo de la semilla de vida, ni impedimento, ni obstáculo dentro de él, así que la
semilla de vida de Cristo puede crecer en él para dar fruto, haciéndolo fructífero en
Cristo.

El corazón del hombre fue creado por Dios, pero Satanás vino para hacer que el corazón
del hombre fuera como la tierra junto al camino, como la tierra superficial o como la
tierra llena de espinos que ahogan la semilla de vida. Satanás trabaja para que el corazón
del hombre no esté disponible para el propósito de Dios. Todas las diferentes clases de
corazón en sentido negativo son resultado de la obra de impedimento por parte de
Satanás.

II. BAJO EL DAÑO DE SATANAS EL ENEMIGO


Satanás, el enemigo de Dios, no sólo impide la constitución del Cuerpo de Cristo, sino
que también trabaja para hacer daño a la misma.

A. Siembra cizaña
Satanás trabaja para hacer daño sembrando cizaña (la cual representa a los hijos del
maligno) en medio del trigo (el cual representa a los hijos del reino) para restringir y
dañar el crecimiento y el desarrollo del trigo (Mt. 13:25-30, 38-42). La cizaña es trigo
falso. En la primera etapa de su crecimiento, es exactamente igual al trigo. Es imposible
distinguir el trigo de la cizaña hasta que se produzca el fruto. El fruto del trigo es
dorado, pero el de la cizaña es negro. Hoy, en el cristianismo, entre los muchos
cristianos verdaderos también hay unos cristianos falsos, los que son cristianos sólo de
nombre. Al principio parecen ser iguales a los cristianos hasta que producen fruto.
Luego, por su fruto las personas pueden discernir que ellos son cristianos falsos.

Mientras el Señor Jesús se siembra como la semilla de vida, Satanás también siembra
cizaña. Los labradores no saben de dónde viene la cizaña, pero después de que el trigo
haya crecido, misteriosamente aparece también entre el trigo la cizaña. Esto tipifica el
daño diabólico hecho por el enemigo de Dios. Entre millones de cristianos hay mucha
cizaña, los cristianos falsos. En la primera parte del cuarto siglo, Constantino el Grande
mezcló la iglesia con el mundo. Llevó a miles de creyentes falsos al cristianismo,
haciéndolo la cristiandad, y ya no la iglesia.

Primeramente, vemos los espíritus malignos que vienen como las aves para arrebatar la
palabra de vida. Luego Satanás emplea otra manera. Esta manera consiste en añadir
algunos que son falsos para dañar el crecimiento del trigo verdadero. Los cristianos
falsos entre los cristianos verdaderos siempre restringen y dañan el crecimiento y el
desarrollo del trigo.

B. Cambia la naturaleza
de una pequeña hortaliza de mostaza,
convirtiéndola en un árbol
El daño hecho por Satanás también consiste en cambiar la naturaleza de la pequeña
hortaliza de mostaza, que representa la iglesia en vida, la cual produce alimento, por la
naturaleza de un árbol, que representa la gran cristiandad que está en confusión, el cual
aloja personas y cosas malignas, representadas por “las aves” (Mt. 13:31-32). La planta
de mostaza es pequeña, pero Satanás cambió la naturaleza de la mostaza convirtiéndola
en un gran árbol. La hortaliza de mostaza representa a la iglesia en vida, la cual produce
alimento, pero la cristiandad de hoy es una gran organización, semejante a un gran
árbol. En vez de producir alimento, solamente provee alojamiento para personas y cosas
malignas, representadas por “las aves”.

La iglesia debe ser pequeña en naturaleza y en función, no grande como la cristiandad.


Nosotros los cristianos que seguimos al Señor Jesús somos relativamente pocos en
número, pero Satanás ha hecho de la cristiandad algo muy grande. Esto ha hecho daño a
la iglesia. Por eso en el recobro no nos gusta tener una gran fachada.

Tenemos que hacer notar que los tres puntos del numeral I (la tierra junto al camino, las
piedras y los espinos) impiden el crecimiento de la semilla de vida en los creyentes y
restringen la multiplicación de Cristo por medio de Sus creyentes; mientras que los dos
puntos del numeral II (la cizaña y la hortaliza de mostaza que llega a ser un gran árbol),
por un lado, contaminan los componentes de la iglesia, y por otro, cambian la naturaleza
de la iglesia y hacen que la apariencia de la misma sea anormal.

Hoy, la apariencia del cristianismo es completamente anormal. En la vida de iglesia, no


tenemos títulos ni pastores asignados como grandes oradores. La iglesia genuina no es
algo grande, sino que es como la pequeña mostaza que produce alimento para satisfacer
a Dios y al hombre. Para tener la vida de iglesia apropiada, debemos tener la cuarta
clase de corazón, la buena tierra, para cultivar a Cristo, y tenemos que ser pequeños, no
grandes. El Señor Jesús les dijo a Sus discípulos que eran un pequeño rebaño (Lc.
12:32). Debemos ser el pequeño rebaño que sigue al Señor (1 P. 5:2a; Hch. 20:28). Si
no somos así, somos anormales. La iglesia es pequeña en número comparado con el
mundo. La iglesia como el pequeño rebaño es la pequeña hierba para el suministro de
vida, no un gran árbol donde se anidan las aves, no una religión enorme como la
cristiandad.

III. BAJO LA CORRUPCION DE SATANAS EL


ENEMIGO
A. Leuda la iglesia primitiva
Satanás empezó a corromper la iglesia al leudar la iglesia inicial, lo cual es tipificado
por los dos panes ofrecidos a Dios como ofrenda mecida en el día de Pentecostés (Lv.
23:15-17). En Levítico 23 dice que en el día de Pentecostés Dios pidió que Su pueblo
ofreciera dos panes leudados, no panes sin levadura. Esto indica que desde el primer día
en que fue establecida la iglesia, ya era impura. Esto fue confirmado por el caso del
pecado de Ananías y Safira, quienes engañaron a Dios el Espíritu (Hch. 5:1-11) y por el
caso de la murmuración acerca de la negligencia en la distribución para las viudas (Hch.
6:1).
B. Leuda la iglesia en Corinto
Satanás también corrompió la iglesia al leudar la iglesia en Corinto con el horrendo
pecado de fornicación (1 Co. 5:1-8).

C. Leuda la iglesia con las enseñanzas


de cosas diferentes de la economía de Dios
La obra de corrupción de Satanás también se lleva a cabo al leudar la iglesia con las
enseñanzas de cosas diferentes de la economía de Dios. Pablo exhortó a Timoteo que se
quedara en Efeso para que exhortara a ciertas personas que no enseñaran cosas
diferentes de la economía de Dios (1 Ti. 1:3-4). Esto nos dice que aun en los primeros
días entre las iglesias se enseñaron cosas diferentes. Enseñar cosas diferentes crea
divisiones. Hoy existen cientos de grupos diferentes, o sea divisiones diferentes, porque
hay cientos de enseñanzas. Esta es una levadura que divide el Cuerpo de Cristo.

D. Leuda toda la masa usando una mujer


La corrupción de Satanás es descrita en Mateo 13:33, lo cual habla de que toda la masa
(la flor de harina fina hecha de granos de trigo) fue leudada por una mujer (la Iglesia
Católica, la falsa profetisa Jezabel, Ap. 2:20). Esto significa que la Iglesia Católica
misma es una falsa profetisa.

E. Leuda la iglesia primitiva


con el judaísmo, el gnosticismo y el ascetismo
Satanás trabajó para leudar la primera iglesia con el judaísmo en cuanto a guardar el
sábado (Col. 2:16); la práctica de la circuncisión (Hch. 15:1-2; Gá. 6:15); en la llamada
dieta santa (Hch. 11:2-3; Gá. 2:12-13); y en las tradiciones (Gá. 1:14). También leudó la
primera iglesia con el gnosticismo (Col. 2:8) y con el ascetismo (Col. 2:20-23). Estos
“ismos” fueron levadura por medio de la cual la iglesia se corrompió.

F. Leuda la iglesia con el catolicismo


Satanás también leudó a la iglesia con el catolicismo, el cual introdujo el sistema papal,
las jerarquías, las herejías, la idolatría y las prácticas paganas. La Iglesia Católica fue
formada en el sexto siglo cuando el sistema papal fue establecido. El catolicismo
también tiene una jerarquía establecida, encabezada por el papa y bajo quien están los
cardenales, los arzobispos, los obispos y los sacerdotes. El catolicismo está lleno de
herejías, idolatría y prácticas paganas. Llaman a María la madre de Dios y dicen que
ella no tenía pecado. Adorar a María como si fuera la santa madre es herejía e idolatría.
El catolicismo también inventó los días festivos como la navidad y pascua, que tienen
un origen pagano y están llenos de prácticas paganas. La navidad tiene su origen en el
paganismo europeo. El nombre de Cristo comenzó a ser asociado con la celebración del
cumpleaños del dios sol, el 25 de diciembre. En principio, la celebración de la pascua es
igual. Las catedrales católicas están llenas de ídolos, estatuas y cuadros, a los cuales las
personas oran. Hay una catedral católica en Manila que tiene una estatua de Jesús, y
todos los adoradores que entran a la catedral tocan los pies de esta estatua. Esto muestra
la herejía y la superstición de la Iglesia Católica Romana.

G. Leuda la iglesia con el protestantismo


Satanás también leudó la iglesia con el protestantismo y su jerarquía. La iglesia
protestante tiene sus ministros y pastores en una organización religiosa con una
jerarquía. En Apocalipsis 3:1 también se revela que la iglesia protestante tiene nombre
de que vive pero en realidad está muerta.

El protestantismo está lleno de diferentes enseñanzas. Las denominaciones están


basadas en sus enseñanzas diferentes. Los bautistas del sur recalcan el bautismo por
inmersión. Ellos establecieron una denominación para bautizar a las personas por
inmersión basándose en esa enseñanza. Los presbiterianos recalcan el presbiterio, o sea,
el gobierno y la administración de una llamada iglesia local por un cuerpo de ancianos.
Ellos formaron la iglesia presbiteriana basándose en esa enseñanza. Todas las diferentes
denominaciones se basan en sus diferentes enseñanzas, y están obligadas a guardar sus
tradiciones.

Además, hoy en la iglesia protestante hay algunos modernistas, que enseñan a las
personas que la Biblia no fue inspirada por Dios, que no existen los milagros, ni los
ángeles ni el Espíritu. Los modernistas no creen que Jesús es Dios ni que El murió para
redimirnos de nuestros pecados. No creen en la resurrección de Cristo. En vez de eso,
dicen que Cristo se sacrificó meramente como mártir. El protestantismo también está
lleno de mundanalidad y de divisiones. Por eso no podemos permanecer allí. No
queremos estar bajo la influencia de esa clase de levadura.

H. Leuda la iglesia con el nacionalismo,


el racismo, el socialismo, el liberalismo,
la política y otros asuntos
La iglesia también ha sido leudada con el nacionalismo y el racismo. En este país
existen llamadas iglesias para negros e iglesias para blancos. Los blancos y los negros
no se reúnen juntos. El socialismo con distinciones de clases sociales también prevalece
en el cristianismo. El liberalismo y la política son otras formas de levadura en la
cristiandad. Esta es la corrupción de Satanás, así que en el recobro no podemos permitir
que algo como esto exista.

I. Leuda la iglesia con el hombre natural,


la carne y concupiscencias de los creyentes,
con el pecado presente en la naturaleza
de ellos y sus acciones pecaminosas,
y con todas las cosas malignas
enumeradas en Gálatas 5:19-21
La corrupción de Satanás también se ve al observar cómo él leuda la iglesia con el
hombre natural de los creyentes y su carne con su concupiscencia. Esta levadura
también es el pecado en su naturaleza, los pecados en sus hechos, y todas las cosas
malignas enumeradas en Gálatas 5:19-21. Una de las cosas malignas enumeradas en
Gálatas es las sectas, o corrientes de opinión (véase el v. 20 y la nota 4, Versión
Recobro). Incluso en una iglesia donde once o doce personas se reúnen, puede haber
varias opiniones como un factor de corrupción que leuda.

El enemigo Satanás leuda la iglesia corrompiendo la iglesia en su naturaleza y


contenido. Aun el elemento de vida (toda la harina es hecha de los granos del trigo), de
los cuales está constituida la iglesia, es leudado. Esta enfermedad de la iglesia está en
sus constituyentes. Tal enfermedad de ser corrompido al ser leudado es incurable.

Este capítulo nos muestra las estratagemas de Satanás el enemigo de Dios con su
impedimento, daño y corrupción. Vemos la obra de impedimento que hace en el
corazón humano, la obra que hace daño al añadir creyentes falsos y al cambiar la
naturaleza de la iglesia, y la obra que hace para corromper al leudar todo el contenido
del cristianismo. Tenemos que abandonar todas estas cosas para poder ser puros y libres
de todo impedimento, todo daño y toda corrupción para cultivar a Cristo a fin de que El
pueda multiplicarse entre nosotros y por medio de nosotros para entrar en muchos otros
a fin de que sean regenerados.

Espero que todos los santos en el recobro puedan ver claramente que necesitamos ser
librados de todo impedimento de Satanás, de todo el daño del enemigo, y de toda la
corrupción del diablo. Que el Señor tenga misericordia de nosotros. Somos diferentes de
otros, no porque nos guste ser diferentes, sino porque nos gusta ser purificados y
librados para cultivar a Cristo para Su multiplicación y para Su obra de constituir y
edificar el Cuerpo de Cristo mediante la transformación en vida.

CAPITULO TRES
LA EDIFICACION DEL CUERPO DE
CRISTO
POR EL CRECIMIENTO EN VIDA
(1)
Lectura bíblica: Jn. 1:1-2, 29; 3:14, 5;
1:32, 12-13; 6:57b-58a; 7:37-39; 20:22;
Ap. 2:7b, 17b; 22:2
BOSQUEJO
1. El crecimiento en vida de los creyentes según se revela en los escritos de Juan:
1. Su origen:
1. El Verbo eterno, Dios en la eternidad—Jn. 1:1-2; 1 Jn. 1:1.
2. En quien está la vida—Jn. 1:4a; 1 Jn. 1:2.
2. Su base:
1. La obra redentora de Cristo como Cordero de Dios—Jn. 1:29.
2. La terminación efectuada al ser crucificado Cristo en la
semejanza de la serpiente—Jn. 3:14.
3. La obra regeneradora efectuada por el Espíritu como paloma—Jn.
3:5; 1:32:
1. Que produce los hijos de Dios, los cuales tienen derecho a
la vida divina—Jn. 1:12.
2. Nacidos de Dios, no de sangre ni de voluntad de carne, ni
de voluntad de varón—Jn. 1:13.
4. La vida eterna de Dios, la vida increada, la vida indestructible—
Jn. 3:15; 1 Jn. 1:2.
5. Dios mora en nosotros—1 Jn. 3:24; 4:13.
6. La semilla de Dios mora en nosotros—1 Jn. 3:9.
7. Las obras del diablo son destruidas y él, como príncipe del
mundo, es echado fuera—1 Jn. 3:8; Jn. 12:31b.
8. El mundo es juzgado—Jn. 12:31a.
3. Su camino:
1. Comer a Cristo:
1. Como el pan vivo que descendió del cielo contenido en
Sus palabras que son vida eterna—Jn. 6:57b-58a, 51, 68.
2. Como el árbol de la vida—Ap. 2:7b; 22:2.
3. Como el maná escondido—Ap. 2:17b.
2. Beber a Cristo:
1. Como el Espíritu vivificante—Jn. 7:37-39.
2. Como el agua de vida—Jn. 4:10, 14; Ap. 21:6b; 22:17b.
3. Respirar a Cristo como el aliento espiritual—Jn. 20:22.
4. Su progreso:
1. Como hijos pequeños:
1. Quienes conocen al Padre—1 Jn. 2:13c.
2. Quienes han recibido la unción para conocer todas las
cosas—1 Jn. 2:18-27.
2. Crecen hasta ser jóvenes:
1. Quienes son fuertes en la palabra de Dios—1 Jn. 2:14b.
2. Quienes han vencido al maligno—1 Jn. 2:13b, 14c.
3. Quienes no aman al mundo ni las cosas que están en el
mundo—1 Jn. 2:15-17.
3. Como jóvenes que crecen hasta ser padres, quienes le conocen a
El, a Cristo, el cual es desde el principio—1 Jn. 2:13a, 14a.
5. Para ser transformados en piedras blancas:
1. Justificados y aprobados por el Señor—Ap. 2:17b.
2. Para el edificio de Dios, representado por las columnas como
partes del edificio de Dios, la Nueva Jerusalén—Ap. 3:12:
1. Primeramente en el milenio en la etapa inicial—Ap. 2:7;
3:12.
2. Y finalmente en el cielo nuevo y la tierra nueva en su
máxima consumación—Ap. 21:1-3.
6. El crecimiento en la vida divina para la transformación es esencial para
la edificación del Cuerpo de Cristo hoy en día.

En el capítulo anterior, vimos la constitución del Cuerpo de Cristo bajo el impedimento,


daño y corrupción de Satanás el enemigo como se revela en Mateo 13. Necesitamos ser
impresionados con estas cosas negativas.

La obra de Satanás de impedir se ve en el corazón humano (vs. 1-23). La primera clase


de corazón es el corazón que está junto al camino, endurecido por el tráfico excesivo del
mundo. La palabra de vida no puede penetrar en el corazón endurecido, lo cual da a los
espíritus malignos la oportunidad de arrebatar la palabra de vida. Hay una guerra que se
está llevando a cabo entre Dios y Su enemigo Satanás. Dios tiene miríadas de ángeles,
pero algunos de ellos siguieron a Satanás en su rebelión (véase Ap. 12:4 y la nota 1).
Por tanto, Satanás tiene a sus ángeles malignos, los espíritus malignos. En Mateo 13 el
Señor Jesús comparó los espíritus malignos con las aves que arrebatan la semilla
plantada en la tierra endurecida. La segunda clase de corazón es el corazón superficial
que es semejante a la tierra superficial que tiene piedras escondidas. Estas piedras son
cosas tales como pecados ocultos, deseos personales, egoísmo y autocompasión. La
tercera clase de corazón se compara con la tierra que tiene espinos que ahogan la
semilla de vida. Estos espinos son los afanes de este siglo, esta vida, y el engaño de las
riquezas.

Mateo 13 también revela el daño hecho por Satanás el enemigo cuando siembra cizaña
en medio del trigo y cambia la naturaleza de la hortaliza de mostaza, convirtiéndola en
un gran árbol (vs. 24-32). La cizaña son los falsos creyentes, los hijos del maligno, y el
gran árbol es la gran cristiandad que está en confusión.

Finalmente, Satanás trabaja para corromper la iglesia leudándola (vs. 33-35). La


levadura es la cosa más negativa. Todos los aspectos de la levadura que hicimos notar
en el capítulo anterior han sido usados mucho por el enemigo de Dios, Satanás, durante
los últimos veinte siglos. Por eso, el cristianismo actual no tiene impacto. La mitad de la
población de Estados Unidos es supuestamente cristiana, pero, ¿dónde está la influencia
cristiana hoy? Casi no hay influencia. Hay oscuridad por todas partes, y casi no hay luz.
Hay corrupción en todas partes, y muchos creyentes perdieron su función como la sal de
la tierra (Mt. 5:13). La levadura se ve por todo el cristianismo en todo aspecto. Según la
parábola de Mateo 13, el elemento entero de vida que está en el cristianismo ha sido
plenamente leudado. Estar lleno de levadura equivale a estar completamente corrupto.

Debemos recordar todas estas cosas negativas, desde el corazón que está junto al
camino hasta la levadura que corrompe. Si recordamos estas cosas negativas, nuestros
ojos serán abiertos. Recibiremos una visión como un video celestial ante nuestros ojos.
Luego sabremos en realidad cómo es la edad actual. Es verdaderamente una edad
horrible. ¿Dónde está la iglesia que está llena de impacto, influencia y poder desde los
cielos? No hay tal cosa.

En estos días oscuros de degradación, debemos cooperar con el Señor para llevar a cabo
Su recobro. Por eso debemos recibir una visión tanto de lo positivo como de lo
negativo. Por el lado positivo, el Dios Triuno se encarnó para ser una persona
maravillosa. Esa persona es el Dios-hombre, Cristo, el Dios Triuno corporificado en la
humanidad como fuente de vida, representado por el árbol de la vida. Fue a la cruz para
experimentar la muerte todo-inclusiva y sustitutiva. Luego entró en la resurrección para
llegar a ser el Espíritu vivificante. En la resurrección, como un solo grano que murió,
llegó a ser los muchos granos. Nosotros somos los muchos granos hechos un solo pan, y
este pan es el Cuerpo, la iglesia, el nuevo hombre, el organismo del Dios Triuno. Con el
tiempo, este organismo llega a ser la Nueva Jerusalén. ¡Cuán maravilloso es esto! Pero,
lamentablemente también existe un cuadro negativo, un cuadro en la noche, un cuadro
que incluye el corazón que está junto al camino y la levadura que corrompe.
Necesitamos salir de ese cuadro negativo y estar en el cuadro positivo y ser uno con
Cristo quien es el Dios Triuno corporificado en la humanidad para ser el árbol de la
vida, un solo grano, los muchos granos, un solo pan, el Cuerpo de Cristo, el nuevo
hombre, el organismo del Dios Triuno y la Nueva Jerusalén. Debemos estar en el
recobro y cooperar con el Señor para recobrar todos los aspectos de este cuadro
positivo. También necesitamos ser impresionados con la visión del cuadro negativo del
impedimento, el daño y la corrupción de Satanás.

Ya que vimos los cuadros positivos y negativos revelados en Mateo 13, llegamos al
tercer cuadro, el cual se revela principalmente en el Evangelio de Juan. En el Evangelio
de Juan, podemos ver la edificación del Cuerpo de Cristo mediante el crecimiento en
vida. Esta vida es la vida divina, la vida del Dios Triuno. Mediante la encarnación esta
vida divina ha sido mezclada con la humanidad, y esta vida, junto con la humanidad de
Cristo, pasó por una muerte maravillosa, todo-inclusiva y sustitutiva. Después, esta
vida, junto con Su humanidad, entró en resurrección y ahora está en resurrección. Esta
vida es caracterizada por la divinidad, la humanidad, la encarnación, la crucifixión, la
resurrección y la ascensión.

Por medio del crecimiento de esta vida, la iglesia es edificada. La edificación de la


iglesia tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén. La edificación del Cuerpo de
Cristo depende totalmente de nuestro crecimiento en esta vida maravillosa, una vida
compuesta de la vida divina como base, y con la humanidad de Cristo, la eficacia de la
muerte de Cristo y el poder de Su resurrección; estos son los ingredientes. Tenemos esta
vida, pero tenemos que acudir al Señor para obtener Su misericordia a fin de estar
dispuestos a permitir que esta vida crezca en nosotros. Por el crecimiento de esta vida,
la iglesia como Cuerpo de Cristo se edifica.

I. EL CRECIMIENTO EN VIDA DE LOS


CREYENTES
SEGUN SE REVELA EN LOS ESCRITOS DE JUAN
Ahora queremos ver el crecimiento en vida de los creyentes según se revela en los
escritos de Juan. En todo el Nuevo Testamento, los escritos de Juan son los que más
hablan acerca de la vida. Mateo, Marcos y Lucas se llaman los evangelios sinópticos.
No hablan de la vida tanto como lo hace Juan. En Mateo 7 el Señor Jesús dijo que la
puerta es estrecha y el camino angosto que lleva a la vida, y pocos los que lo encuentran
(v. 14). Pero en Juan el Señor dijo que si vamos a El y bebemos, de nuestro interior
correrán ríos de agua viva (7:37-38). El también dijo que si bebemos de El, nunca
tendremos sed (4:14), y que si lo comemos, nunca tendremos hambre (6:35).

A. Su origen
El crecimiento en vida de los creyentes también tiene un origen, y este origen es el
Verbo eterno, Dios en la eternidad (Jn. 1:1-2; 1 Jn. 1:1) en quien está la vida (Jn. 1:4a; 1
Jn. 1:2). Cantar al Señor nos ayuda a crecer en vida al tener contacto con Dios, la fuente
de vida. Si cantamos un himno como #1151 en Hymns tres veces cada mañana durante
una semana, seremos diferentes. En vez de estar muertos y moribundos, seremos los que
viven y los que crecen en la vida divina.

B. Su base
1. La obra redentora de Cristo
como Cordero de Dios
La base del crecimiento en vida de los creyentes revelada en los escritos de Juan es en
primer lugar la redención de Cristo como el Cordero de Dios. Juan 1:29 dice: “¡He aquí
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”

2. La terminación efectuada al ser crucificado


Cristo en la semejanza de la serpiente
La base de nuestro crecimiento en vida es también la terminación efectuada al ser
crucificado Cristo en la semejanza de la serpiente (Jn. 3:14). En tipología Cristo es un
cordero, pero, ¿nunca nos hemos dado cuenta de que en tipología Cristo también es una
serpiente de bronce? De la manera en que Moisés levantó la serpiente de bronce en el
desierto, asimismo Cristo como el Hijo del Hombre fue levantado en la cruz. El murió
como Cordero de Dios a causa de nuestro pecado. Fue levantado en la cruz en forma de
serpiente porque habíamos llegado a ser como serpientes en nuestra naturaleza vieja.
Fuimos mordidos por la vieja serpiente, Satanás.

En Génesis 3 la vieja serpiente vino a envenenar a nuestra primera madre y a nuestro


primer padre, así que nosotros también recibimos el veneno. De hecho, fuimos
envenenados hace casi seis mil años cuando la primera pareja fue envenenada por la
vieja serpiente. Como resultado, llegamos a ser serpientes (Mt. 3:7; 12:34; 23:33).
Somos como serpientes. Por eso, Cristo murió en la semejanza de la serpiente, la
semejanza de la carne de pecado (Ro. 8:3), a fin de juzgar y exterminar la serpiente
antigua, Satanás, el diablo, y la naturaleza serpentina que está dentro de nuestro viejo
hombre caído. Esto se ve en la tipología de la serpiente de bronce levantada en el
desierto por Moisés en Números 21.

3. La obra regeneradora
efectuada por el Espíritu como paloma
El tercer aspecto de la base del crecimiento en vida de los creyentes es la obra
regeneradora efectuada por el Espíritu como paloma (Jn. 3:5; 1:32), la cual produce los
hijos de Dios, que tienen derecho a la vida divina (1:12), quienes nacieron de Dios, no
de sangre, no por la voluntad de carne, ni de voluntad de varón (v. 13).

Cristo se revela en los primeros tres capítulos de Juan como cordero, serpiente y
paloma. El Cordero resuelve el problema de nuestros pecados, la serpiente resuelve el
problema de la naturaleza serpentina, y la paloma nos imparte vida, nos vivifica, nos
regenera. Por medio del Cordero, nuestro pecado es quitado, por medio de la serpiente
el problema de nuestra naturaleza serpentina es resuelto y por medio de la paloma
somos regenerados. Antes de ser regenerados éramos serpientes, pero hoy somos
palomas que vuelan. Hoy tenemos a Cristo el Espíritu como paloma en nosotros. Algo
en nosotros siempre trata de volar. Sin Cristo como el Espíritu que vuela, no podríamos
soportarnos. Todos necesitamos a Cristo como Aquel que vuela.

En esta vida de afanes, ¿quién no tiene problemas? Antes de casarse, un hermano tenía
problemas por no tener esposa. Pero ahora está casado y sigue con problemas. No
podemos escaparnos de los problemas de la vida humana. Entonces, ¿a dónde iremos?
Debemos simplemente acudir a Jesús para disfrutarle como Aquel que vuela. Fuimos
redimidos por Cristo como el Cordero inmolado por nosotros, fuimos liberados del
veneno de la serpiente por medio de Cristo quien es la serpiente de bronce que nos
libera, y fuimos regenerados por Cristo como la paloma, el Espíritu que está sobre
nosotros, que nos vivifica. Esta es la base inmutable de nuestro crecimiento en vida.

4. La vida eterna de Dios, la vida increada,


la vida indestructible
La base de nuestro crecimiento en vida también es la vida eterna de Dios (Jn. 3:15; 1 Jn.
1:2) la cual recibimos en nuestra regeneración. Esta es la vida divina, increada e
indestructible (He. 7:16), la cual es la base más fuerte y más sólida para nuestro
crecimiento en vida.

5. Dios mora en nosotros


Dios, el Dios Triuno procesado y consumado, el Padre, el Hijo y el Espíritu (Mt. 28:19),
quien mora en nosotros (1 Jn. 3:24; 4:13) y quien vive, se mueve, actúa y es hecho real
como el Espíritu consumado que mora en nosotros (Jn. 14:17; 7:39), es la base más rica
y viviente para nuestro crecimiento en vida.

6. La semilla de Dios mora en nosotros


Otra base de nuestro crecimiento en la vida divina consiste en el hecho de que la semilla
divina de Dios mora en nosotros, haciéndonos capaces de evitar la práctica del pecado,
es decir, no vivir en pecado (1 Jn. 3:9).

7. Las obras del diablo son destruidas y él,


como príncipe del mundo, es echado fuera
Todas las obras del diablo, Satanás, fueron destruidas y él como el príncipe del mundo
ha sido echado fuera por Cristo mediante Su muerte en la manifestación de Su carne (1
Jn. 3:8; Jn. 12:31b). Esta también es una base vital para nuestro crecimiento en la vida
divina, con la cual hemos vencido a Satanás, el maligno (1 Jn. 2:13b, 14b).

8. El mundo es juzgado
La muerte de Cristo en la cruz en Su carne, ha puesto el mundo, el cosmos de Satanás,
en Su cruz y lo ha juzgado y terminado allí (Jn. 12:31a). Para que nosotros crezcamos
en la vida divina necesitamos vencer al mundo (1 Jn. 5:4-5), y el mundo fue juzgado y
terminado por Cristo mediante Su muerte en la cruz.

C. Su camino
También tenemos el camino en el cual podemos crecer en vida. La manera de crecer en
vida es comer a Cristo, beber a Cristo y respirar a Cristo.

1. Comer a Cristo
Es absolutamente necesario comer para mantener la vida física y crecer. Jesús es el pan
de vida para que nosotros lo comamos, a fin de que crezcamos en la vida divina. ¡La
manera es comer a Jesús! (Véase la cuarta estrofa de Himnos, #166.) El es el Cordero, la
serpiente de bronce y la paloma como la base de nuestro crecimiento en vida. Ahora El
es nuestro alimento para que nosotros podamos crecer en vida comiendo de El.

a. Como el pan vivo que descendió del cielo


contenido en Sus palabras que son vida eterna
Podemos crecer en la vida divina al comer a Cristo como el pan vivo que descendió del
cielo contenido en Sus palabras de vida eterna (Jn. 6:57b-58a, 51, 68). Cada palabra de
la Biblia es la corporificación de la vida eterna, así que para comer a Jesús, debemos
recibir la Palabra. ¿Dónde está Jesús hoy? Está en el Espíritu y en la Palabra. El Espíritu
está dentro de nosotros y la Palabra está en nuestras manos. Esta es la razón por la cual
animamos a todos los santos a pasar por lo menos diez o veinte minutos cada mañana
para ejercitar el espíritu en oración con la Palabra. A lo largo de la historia de la iglesia,
muchos santos piadosos han leído la santa Palabra con oración. Por un lado, leemos la
Palabra y por otro oramos usando lo que leemos, no nuestras propias palabras, sino la
Palabra santa y amorosa de Dios.

Cuando leemos un versículo como Juan 1:29 —“¡He aquí el Cordero de Dios, que quita
el pecado del mundo!”— no solamente debemos leerlo. Debemos leerlo con oración,
diciendo: “Señor, te alabo porque Tú eres el Cordero de Dios. Te amo. ¡He aquí, el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! Señor Jesús, gracias por ser el Cordero
de Dios que quitó mi pecado”. La manera apropiada de leer la Biblia es leerla con
oración. Nuestro nutrimiento espiritual no depende del número de versículos o capítulos
que leamos, sino de cuánto de la palabra del Señor hemos comido (Jer. 15:16). Tenemos
que comer orando-leyendo unos cuantos versículos cada mañana. Al comer a Cristo
como el pan de vida contenido en Sus palabras de vida eterna, podemos crecer en la
vida divina. Si uno no come, no crece.

b. Como el árbol de la vida


En el libro de Apocalipsis, se nos exhorta a comer a Cristo como el árbol de la vida
(2:7b; 22:2). Génesis 2 revela que el árbol de la vida es bueno para comer (v. 9)

c. Como el maná escondido


El libro de Apocalipsis también habla de Cristo como el maná escondido (2:17b). El
maná abierto se daba para que el pueblo del Señor lo disfrutara de una manera pública;
el maná escondido, el cual representa el Cristo escondido, es una porción especial
reservada para Sus buscadores vencedores, quienes vencen la degradación de la iglesia
mundana. Debemos apartarnos de todas las personas y distracciones a fin de tener un
tiempo personal con el Señor, en el cual podamos disfrutarlo de una manera escondida.
Podemos disfrutar a Cristo de una manera pública con todos los santos, pero de todos
modos necesitamos cierto tiempo separados de todos para disfrutar a Cristo como el
maná escondido. Necesitamos estar en un lugar privado para tener contacto con El,
alabarlo y disfrutarlo en la santa Palabra. Tal vez muchos de nosotros sólo comamos a
Cristo de manera pública, pero es cierto que necesitamos comer a Cristo de manera
privada y escondida.

2. Beber a Cristo
Cristo es comestible y se le puede beber. Necesitamos beber a Cristo como el Espíritu
vivificante (Jn. 7:37-39) y como el agua de vida (Jn. 4:10, 14; Ap. 21:6b; 22:17b).

3. Respirar a Cristo como el aliento espiritual


También crecemos en la vida divina al respirar a Cristo como el aliento espiritual (Jn.
20:22). De la misma manera que comer, beber y respirar son actividades esenciales para
nuestra vida física, también son esenciales para nuestra vida espiritual. Si una persona
no come, con el tiempo muere. Si una persona no bebe, morirá, incluso más rápido.
Pero si una persona no respira, morirá de la manera más rápida. Esto nos muestra que
respirar es lo más vital. El apóstol Juan, en su evangelio, nos dijo que nuestro Cristo es
comestible, se le puede beber y se le puede respirar.

En 1958 en Taipéi recibí esta luz de parte del Señor, y les dije a los demás por primera
vez que se puede comer a Jesús. Mi tema consistía en comer a Jesús. Citaba Juan 6:57,
donde el Señor dice: “Como me envió el Padre viviente, y Yo vivo por causa del Padre,
asimismo el que me come, él también vivirá por causa de Mí”. Después del mensaje, un
profesor de una universidad de alta estima me dijo que mi mensaje estuvo muy bueno
pero que lo que dije parecía radical. Se preguntaba cómo podíamos comer a Jesús. Dije
que simplemente debemos recibir lo que dijo el Señor en Juan 6. El Señor mismo nos
dijo que debemos comerle. Un estadounidense fuerte es el conjunto de lo que comió de
las riquezas de los Estados Unidos. Somos lo que comemos. Alguien que come carne de
vaca con el tiempo olerá a vaca. Lo que comemos viene a ser lo que nos constituye, y
expresamos lo que comemos. Cuando comemos a Jesús y todas Sus riquezas, olemos a
El (2 Co. 2:15), lo expresamos y llegamos a ser El.

Necesitamos comerlo y también beberlo y respirarlo. El asunto de comer se menciona


en Juan 6, el de beber, en Juan 4 y 7; y el asunto de respirar, en Juan 20:22. En el mismo
evangelio se nos dice que Jesús es comestible, que se le puede beber y se le puede
respirar. Al comer, beber y respirar al Señor crecemos en la vida divina.

D. Su progreso
Ahora que hemos visto el origen, la base y la manera del crecimiento en vida de los
creyentes en los escritos de Juan queremos seguir adelante para ver su progreso.
Muchos inmigrantes vinieron a Estados Unidos del Lejano Oriente con sus niños, y
muchos de los niños crecieron hasta ser más altos que los padres. Esto se debe a que
toman mucha leche de Estados Unidos. Ciertamente el hecho de que toman leche les da
el progreso en el crecimiento de su vida física. Cuando usted come y bebe, progresa en
cuanto a la vida.

1. Como hijos pequeños


Juan dijo que los hijos pequeños son aquellos que conocen al Padre (1 Jn. 2:13c) y que
los que han recibido la unción saben todas las cosas (vs. 18-27). Aunque usted tal vez
sea joven en el Señor, conoce al Padre y tiene la unción dentro de usted. Cuando dice:
“Abba Padre”, el Espíritu como ungüento se mueve en usted. La unción consiste en la
acción y la obra del Espíritu que mora en usted. Cada persona salva tiene al Espíritu.
Cuando clamamos: “¡Abba Padre!”, el Espíritu da testimonio juntamente con nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro. 8:16).

2. Crecen hasta ser jóvenes


Finalmente, los hijos pequeños en el Señor crecen para ser jóvenes. Debemos recordar
que nuestro crecimiento tiene como fin la edificación del Cuerpo de Cristo. Los jóvenes
son aquellos que son fuertes en la palabra de Dios (1 Jn. 2:14b), quienes han vencido al
maligno (vs. 13b, 14c), y que no aman al mundo ni las cosas que están en el mundo (vs.
15-17). En los Estados Unidos es difícil evitar el amor por el mundo porque hay muchas
atracciones mundanas aquí. Los placeres mundanos, los estilos y las atracciones nos
impiden el crecimiento de la vida divina. La iglesia necesita que los jóvenes sigan
creciendo para la edificación del Cuerpo de Cristo.

3. Como jóvenes que crecen hasta ser padres


Mientras los jóvenes progresan en la vida divina, ellos crecen para ser los padres,
quienes lo conocen a El, a Cristo, quien es desde el principio (1 Jn. 2:13a, 14a). Algunos
de entre nosotros son mayores, no solamente mayores en edad sino también en el Señor.
Ellos deben ser considerados como padres espirituales. Estos padres conocen a Cristo,
quien es desde el principio. Para los hijos pequeños, es fácil conocer al Padre. Pero
Cristo es un misterio, así que no es fácil conocer a Cristo. Cristo es el misterio de Dios
(Col. 2:2), y El tiene un misterio llamado la iglesia, la cual es el misterio de Cristo (Ef.
3:4). Cristo en Su totalidad es un misterio. El es tanto Dios como hombre. El es el Padre
(Is. 9:6), el Hijo (Jn. 1:18) y el Espíritu (2 Co. 3:17). Debido a que El es tan misterioso,
no es fácil que lo conozcamos. Cuando usted conoce a Cristo, Aquel que es todo-
inclusivo, usted es un padre espiritual. Si las iglesias no tienen padres, no podrán crecer
en la vida divina muy bien.

E. Para ser transformados en piedras blancas


El crecimiento en vida de los creyentes tiene como fin que ellos sean transformados en
piedrecitas blancas, justificados y aprobados por el Señor (Ap. 2:17b) para el edificio de
Dios, la Nueva Jerusalén (3:12), primeramente en el milenio en la etapa inicial (2:7;
3:12) y finalmente en el cielo nuevo y la tierra nueva en su última consumación (21:1-
3).

El apóstol Juan nos dijo que algunos santos finalmente vienen a ser piedras blancas a los
ojos de Dios. Las piedras se usan para edificar. El color blanco significa justificación,
aprobación y aceptación. Por nuestro crecimiento en vida, finalmente llegamos a ser
transformados para el edificio de Dios, y el edificio de Dios es el Cuerpo de Cristo que
tiene su consumación en la Nueva Jerusalén.

Apocalipsis 3:12 nos dice que los santos transformados serán edificados en el templo de
Dios como pilares. El templo de Dios equivale a la Nueva Jerusalén en las eras
venideras (Ap. 21:22). Los santos transformados no solamente serán piedras, sino
también partes (representado por el pilar) edificadas en el edificio de Dios.

La Nueva Jerusalén como edificio único de Dios aparecerá primero en la etapa inicial en
el milenio, los mil años, y finalmente aparecerá en el cielo nuevo y la tierra nueva en su
etapa consumada perpetuamente.

F. El crecimiento en la vida divina


para la transformación es esencial para
la edificación del Cuerpo de Cristo hoy en día
Lo que escribimos en este capítulo en cuanto al crecimiento en la vida divina que da
como resultado la transformación para la edificación del Cuerpo de Cristo puede
considerarse un extracto de todos los escritos del apóstol Juan, desde su evangelio, a lo
largo de sus tres epístolas, hasta su último escrito, Apocalipsis. Este extracto nos revela
lo esencial que es nuestro crecimiento en la vida divina para la transformación
metabólica, a fin de que el Cuerpo de Cristo sea edificado incluso hoy en día. Aunque
ya fuimos regenerados y santificados hasta cierto punto, todavía no hemos llegado a la
norma de los requisitos de la edificación del Cuerpo de Cristo. Para que nosotros
seamos los materiales apropiados para la edificación única de Dios, el Cuerpo orgánico
de Cristo, todavía necesitamos mucho crecimiento en la vida divina, a fin de que seamos
transformados con esto en la imagen gloriosa del Cristo resucitado como el Hijo
primogénito de Dios (Ro. 8:29). Si somos naturales, carnales y estamos en nosotros
mismos, no podemos ser edificados ni ser materiales apropiados para la edificación del
Cuerpo de Cristo. Tenemos que crecer en vida hasta que seamos transformados.
Mientras permanezcamos en nuestra disposición, nuestro carácter y en nuestros rasgos
peculiares, no podemos ser edificados con nadie. Tenemos que ser transformados para
ser el edificio de Dios.

Si pasamos mucho tiempo en nuestra persona natural, no podemos ser edificados con
los demás. Tenemos que ser transformados. La transformación consiste en cierta clase
de cambio metabólico en naturaleza y en apariencia. En la transformación somos
cambiados no solamente en nuestra forma y en nuestra apariencia, sino en nuestro
elemento y en nuestra esencia. Aunque tal vez seamos americanos o chinos, debemos
crecer y ser transformados hasta que seamos menos americanos o chinos y más
cristianos, más parecidos a Cristo. Todos necesitamos este cambio metabólico en el
elemento y en la esencia de nuestro ser mediante el crecimiento en la vida divina. Que
el Señor nos bendiga a todos con la suministración abundante de Su gracia
superabundante para la edificación práctica de Su Cuerpo orgánico, a fin de que el
propósito eterno de la economía eterna de Dios sea cumplido en nuestra época.

CAPITULO CUATRO
LA EDIFICACION DEL CUERPO DE
CRISTO
POR EL CRECIMIENTO EN VIDA
(2)
Lectura bíblica: 1 P. 1:2b, 2c; 2 P. 1:1-4;
1 P. 2:2, 5, 9; 2 P. 1:5-7; 3:18; 1 P. 5:10; 1
Co. 12:13b; 3:6-7; Ef. 4:12-13, 15-16; Ro.
8:23b, 30
BOSQUEJO
2. El crecimiento en vida de los creyentes según se revela en los escritos de Pedro:
1. Su base:
1. La obra santificadora del Espíritu—1 P. 1:2b.
2. La redención efectuada por Cristo mediante Su muerte sustitutiva
en la cruz—1 P. 2:24a.
3. La aspersión de la sangre de Cristo, que es la sangre preciosa del
Cordero sin mancha y sin defecto—1 P. 1:2c, 19.
4. La regeneración por medio de la resurrección de Cristo—1 P.
1:3b.
5. La fe igualmente preciosa que Dios nos asignó—2 P. 1:1b.
6. El poder divino que nos dio todas las cosas que pertenecen a la
vida y a la piedad—2 P. 1:3a.
7. Las preciosas y grandísimas promesas y la naturaleza divina—2
P. 1:4.
2. Su camino:
1. Beber la leche de la palabra—1 P. 2:2a.
2. Disfrutar la gracia de Cristo y toda la gracia de Dios—2 P. 3:18;
1 P. 5:10.
3. Su progreso:
1. De la infancia al sacerdocio—1 P. 2:2, 5.
2. De la fe a la virtud, de la virtud al conocimiento, del
conocimiento al dominio propio, del dominio propio a la
perseverancia, de la perseverancia a la piedad, de la piedad al
amor fraternal, y del amor fraternal al amor divino—2 P. 1:5-7.
4. Su resultado:
1. Disfrutar la salvación continua y diaria—1 P. 2:2b.
2. Ser fructíferos—2 P. 1:8.
3. Ser transformados en piedras vivas (1 P. 2:5a), el material para la
edificación de la casa espiritual de Dios (1 P. 2:5b), que tiene su
consumación en el sacerdocio para ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios mediante la proclamación de las virtudes del
Señor, quien nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable, es
decir, mediante la predicación del evangelio de Dios (1 P. 2:5c,
9).
5. Su consumación:
1. Entrar rica y abundantemente en el reino eterno del Señor
Jesucristo—2 P. 1:11.
2. Ser glorificados con la gloria eterna de Dios recibiendo la
redención del cuerpo en la Nueva Jerusalén—1 P. 5:10; Ro. 8:30,
23b; Ap. 21:1-3, 10-11.
3. El crecimiento en vida de los creyentes según se revela en los escritos de Pablo:
1. Su base:
1. La justicia de Dios—Ro. 1:17.
2. La redención efectuada por Cristo—Ro. 3:24b.
3. La justificación de parte de Dios—Ro. 3:24a; 8:30b.
4. La reconciliación con Dios—Ro. 5:10a.
5. El lavamiento de regeneración—Tit. 3:5.
6. La renovación por el Espíritu Santo—Tit. 3:5.
7. La completa obra de salvación de Dios—Ro. 1:16.
8. La salvación en la vida de Cristo—Ro. 5:10b.
9. Que somos puestos en Cristo—1 Co. 1:30; Col. 3:4.
10. La identificación con Cristo en Su muerte, resurrección y
ascensión—Ro. 6:3-6; Ef. 2:6.
11. La gracia abundante de Dios—Ro. 5:20.
12. Hacernos la iglesia como Cuerpo de Cristo—Ef. 1:3-23.
13. Crear de los judíos y de los gentiles un solo y nuevo hombre—Ef.
2:13-16.
14. Hacer de todos los que creen en Cristo una nueva creación—2
Co. 5:17.
15. Hacer que los creyentes sean un espíritu con el Señor—1 Co.
6:17.
2. Su camino:
1. Beber la leche espiritual—1 Co. 3:2a; He. 5:12b.
2. Comer el alimento espiritual—He. 5:14a.
3. Beber del Espíritu—1 Co. 12:13b.
4. Ser regados—1 Co. 3:6b, 7b.
5. Dejar que Dios opere en nosotros—Fil. 2:13.
6. Dejar que Cristo viva y haga Su hogar en nosotros—Gá. 2:20a;
Ef. 3:17a.
7. Dejar que el Espíritu de Jesucristo nos dé la abundante
suministración—Fil. 1:19b.
8. El crecimiento que da Dios—Col. 2:19.
9. El suministro que proviene de la Cabeza, Cristo—Ef. 4:16a.
3. Su progreso:
1. Del hombre carnal al hombre del alma, y del hombre del alma al
hombre espiritual—1 Co. 3:3; 2:14; 3:1a.
2. De la infancia a la madurez, la plena madurez—1 Co. 3:1b; Col.
1:28b; Ef. 4:13b.
3. De polvo a plantas, y de plantas a piedras preciosas—1 Co. 3:6a,
7a, 12a.
4. El resultado:
1. Crecer hacia Cristo, la Cabeza, en todo—Ef. 4:15.
2. Crecer hasta ser un hombre maduro—Ef. 4:13b.
3. Crecer hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo—Ef.
4:13c.
4. Crecer para la edificación del Cuerpo—Ef. 4:12b, 16c:
1. Siendo perfeccionados—Ef. 4:12a.
2. Siendo unidos y entrelazados por todas las coyunturas del
rico suministro y por la operación de cada miembro en su
propia medida—Ef. 4:16.
3. En amor—Ef. 4:16c.
5. Su máxima consumación:
1. Ser transfigurados en el cuerpo en la culminación de la redención
plena—Fil. 3:21; Ro. 8:23b.
2. Ser glorificados con la gloria de Dios en la expresión corporativa
de la Nueva Jerusalén—Ro. 8:30c; Ap. 21:2, 10-11.

Oración: Señor Jesús, te adoramos. Te adoramos porque Tú eres el Dios que habla. Has
hablado desde la primera época hasta ahora. Creemos que en esta reunión nos hablarás
una vez más. Acudimos a Ti pidiendo que nos des nueva luz, nueva iluminación y las
palabras apropiadas e instantáneas que nos inspiren. Señor Jesús, estad con nosotros;
sed un espíritu con nosotros en nuestras palabras. Al hablar nosotros, habla Tu palabra.
Deseamos ser uno contigo. Cuánto te agradecemos porque has obrado, y lo lograste y
consumaste todo para que pudieras ser uno con nosotros y nosotros contigo. Y de
hecho, somos uno contigo. Creemos que incluso en este momento, al estar nosotros aquí
esperándote a Ti y acudiendo a Ti, Tú eres uno con nosotros. Tenemos la certeza de que
somos uno contigo y uno entre nosotros mismos. Gracias por Tu sangre prevaleciente
que vence al enemigo. Señor, odiamos a Tu enemigo. Lo acusamos delante de Ti.
Señor, avergüénzalo, glorifícate a Ti y bendice a todos los santos. Amén.
En la Biblia hay tres escritores principales de las epístolas. El primero, sin duda, es
Pablo; luego tenemos a Juan y a Pedro. En el capítulo anterior y en este capítulo
tenemos la intención de hablar, según los escritos de estos tres escritores principales del
Nuevo Testamento, del crecimiento en vida para la edificación del Cuerpo de Cristo. En
el capítulo anterior hablamos de esto según los escritos de Juan. En este capítulo
veremos el mismo asunto según los escritos de Pedro y Pablo.

Los escritos de Juan son divinos y misteriosos, pero las palabras y las oraciones que
escribió son sencillas. En los escritos de Juan podemos ver que el Dios Triuno llegó a
ser un hombre que vivió en la tierra (Jn. 1:1, 14). Con el tiempo, El es la vida para
nosotros (1:4), y también es el suministro de vida para nosotros. También es nuestro
alimento (6:57b-58a, 51, 68; Ap. 2:7b; 22:2; 2:17b), nuestra bebida (Jn. 7:37-39; 4:10,
14; Ap. 21:6b; 22:17b) y nuestro aliento (Jn. 20:22). También es todo lo que
necesitamos en nuestra vida diaria espiritual. Le necesitamos a El como nuestro
alimento, nuestro pan, nuestra bebida y nuestro aliento. Cada mañana necesitamos
dedicar tiempo para disfrutarle. Si no le disfruto, no le puedo vivir y no le puedo hablar.
¡Aleluya, le tenemos y podemos participar de El!

Para considerar el asunto del crecimiento en vida para la edificación del Cuerpo de
Cristo según los escritos de Pedro y Pablo, necesitamos estar sobrios. Es muy
interesante ver que estos tres escritores —Juan, Pedro y Pablo— hablaron del
crecimiento en vida. Además, lo que dijeron en cuanto al crecimiento en vida tiene
como fin edificar el Cuerpo de Cristo. En todo el universo, hay un solo edificio de Dios.
Es cierto que Dios creó los cielos y la tierra, e incluso hizo unas reparaciones a lo que
creó, pero Dios no tiene dos edificios. Tal vez pensemos que la vieja creación,
compuesta de los cielos originales y la tierra original, es una clase de edificio, y que el
nuevo cielo y la nueva tierra que tiene como centro la Nueva Jerusalén es otra clase de
edificio. Así que, podemos pensar que Dios tiene dos edificios. Sin embargo, debemos
saber que el edificio de Dios en la nueva creación es algo producido de la vieja
creación.

Primero Dios hizo la creación original. La última cosa creada por Dios en la vieja
creación fue el hombre. Dios primero creó los cielos con los ángeles (Is. 42:5a; Zac.
12:1a; Job 38:7). Luego Dios creó la tierra que contenía miríadas de cosas (Zac. 12:1b;
Job 38:4; Is. 42:5b). Finalmente, la última cosa creada por Dios fue el hombre. Después
del hombre, Dios no creó nada más; terminó Su obra creadora. El hombre es la
consumación de la obra creadora de Dios. La intención de Dios no consiste en las
estrellas o las montañas o los animales; Su intención consiste en que el hombre lleve Su
imagen y tenga Su semejanza. El hombre fue creado no según el género humano, sino
según el género divino. Génesis 1 nos dice que Dios creó todas las plantas y los
animales según su género (vs. 11-12, 21, 24-25). Con el tiempo, Dios creó la última
cosa, el hombre (vs. 26-27). Dios no creó al hombre según el género humano. Dios creó
al hombre según el género divino. Como hombres, todos llevamos la imagen de Dios y
andamos en Su semejanza. Así que, como hombres pertenecemos al género de Dios.

II. EL CRECIMIENTO EN VIDA DE LOS


CREYENTES
SEGUN SE REVELA EN LOS ESCRITOS DE
PEDRO
Primero, necesitamos ver el crecimiento en vida de los creyentes según se revela en los
escritos de Pedro. Aunque Pedro era un pescador que no escribió bien en griego, su
escrito es muy elevado y solemne, y no es ligero.

A. Su base
El crecimiento en vida de los creyentes tiene una base, y esta base es revelada en los
escritos de Pedro.

1. La obra santificadora del Espíritu


En los escritos de Pedro el primer asunto que se da como base para el crecimiento de los
creyentes en la vida divina es la obra santificadora del Espíritu (1 P. 1:2b). Santificar
algo significa separarlo y hacerlo santo delante de Dios. Cuando algo es santificado, es
separado a Dios para Su propósito; por tanto, llega a ser santo. Nosotros nacimos como
descendientes de Adán. Entonces, no éramos santos. Pero un día escuchamos el
evangelio y el Espíritu Santo de Dios vino y nos santificó, separándonos para Dios y
haciéndonos santos. Este es el primer paso de la obra santificadora del Espíritu.

2. La redención efectuada por Cristo


mediante Su muerte sustitutiva en la cruz
La obra santificadora del Espíritu, o sea la búsqueda de nosotros los pecadores perdidos
por parte del Espíritu, se basa en la redención efectuada por Cristo mediante Su muerte
sustitutiva en el madero (la cruz, 1 P. 2:24a). En esa muerte sustitutiva Cristo el Justo
murió por los pecados de nosotros los injustos (1 P. 3:18). Esta es la base sobre la cual
nosotros los creyentes recibimos la vida eterna de Dios (Jn. 3:15) y vivimos a la justicia
(1 P. 2:24b).

3. La aspersión de la sangre de Cristo,


que es la sangre preciosa del Cordero
sin mancha y sin defecto
Inmediatamente después de que el Espíritu nos santifica (1 P. 1:2c, 19), la aspersión de
la sangre de Cristo, que es la sangre preciosa del Cordero sin mancha y sin defecto, nos
es aplicada basado en la redención de Cristo, en la cual Su sangre fue derramada. La
aspersión de la sangre de Cristo indica redención. Algunos tal vez piensen que la
santificación del Espíritu Santo no debe ocurrir antes de la redención de Cristo.

En Lucas 15 el Señor Jesús profirió tres parábolas que corresponden a la Trinidad


Divina al salvar Dios a los pecadores. La primera parábola trata de un hombre que busca
una oveja perdida (vs. 3-7), la segunda trata de una mujer que busca una moneda
perdida (vs. 8-10), y la tercera trata de un padre que recibe al hijo pródigo (vs. 11-32).
En estas tres parábolas el padre representa el Padre divino en la Trinidad, el hombre
representa Cristo el Salvador, y la mujer representa el Espíritu Santo. El trabajo de la
mujer que buscaba la moneda perdida representa la obra santificadora del Espíritu, la
cual ocurrió antes de que nos arrepintiéramos y de que fuéramos llevados a creer en
Cristo a fin de participar nosotros en la aspersión de la sangre de Cristo.

Sin la santificación del Espíritu, el hijo pródigo de Lucas 15 nunca habría sido
despertado para darse cuenta de su condición lastimosa y tomar la decisión de
levantarse y volver a la casa de su padre (vs. 16-21). Antes de volver a la casa, el
Espíritu como “la mujer” que busca ya había hecho la obra de buscar.

Después de que el hijo pródigo volvió a la casa, el padre les dijo a los siervos que le
pusieran el mejor vestido. Esto fue un indicio de la justificación, lo cual implica la
redención. Por consiguiente, en esa ocasión el hijo fue redimido, aprobado y aceptado.
Según Lucas 15, eso ocurrió después de que el Espíritu, la mujer que buscaba, encontró
al pródigo, la moneda perdida. Por lo tanto, antes de que la redención fuera aplicada al
pródigo que regresó, el Espíritu Santo primero hizo algo para santificar, separar, al
pecador y hacer que se arrepintiera.

La obra santificadora del Espíritu Santo no se hace de una vez por todas. Según el
Nuevo Testamento, el Espíritu Santo santifica en tres etapas (2 Ts. 2:13 y la nota 133).
El primer paso ocurre antes del arrepentimiento del creyente a fin de estimular el
arrepentimiento del creyente, para separar y santificar al pecador y llevarlo a Cristo.
Esta es la santificación que se menciona en 1 Pedro 1:2 y Lucas 15. Luego, después de
que el pecador se arrepiente y recibe a Cristo, el pecador recibe la redención de Cristo.
En ese momento el pecador es regenerado y experimenta el segundo paso de la obra
santificadora del Espíritu Santo, la cual es principalmente una santificación de posición
(He. 13:12; 1 Co. 6:11). Finalmente, en el curso de su vida cristiana, el pecador salvo
será santificado en su disposición (Ro. 6:19, 22). Este es el tercer paso de la obra
santificadora del Espíritu Santo.

Como vemos en los escritos de Pedro, el primer elemento de la base del crecimiento de
los creyentes en la vida divina es la santificación del Espíritu. Puesto que el Espíritu
Santo nos santificó, tenemos esta base, y podemos crecer en vida sobre ella. Ya que
fuimos santificados por el Espíritu Santo, estamos dispuestos a abandonar los placeres
de este mundo y disfrutar a Cristo en la vida de la iglesia para poder ganar más de
Cristo.

La obra santificadora del Espíritu nos lleva a la aspersión de la sangre de Cristo, la cual
se refiere a la redención y resulta en vida (Ro. 5:10, 17-18). Esta redención, por medio
de la sangre derramada de Cristo (Ef. 1:7), nos fue aplicada para que la disfrutemos.
Todos debemos darnos cuenta de que recibimos la aspersión de la sangre de Cristo y
debemos estar convencidos del mismo. Puesto que recibimos la aspersión de la sangre
preciosa de Cristo, fuimos redimidos. Somos el pueblo que recibió la aspersión de la
sangre. ¡Cuán bueno! En primer lugar fuimos santificados por el Espíritu Santo y luego
fuimos rociados con la sangre de Jesús. Por lo tanto, Dios nos puede justificar, recibir y
aceptar debido a que fuimos redimidos y rociados con la sangre. Ahora no existe
problema entre nosotros y Dios. Todos los problemas fueron cubiertos por la sangre.
Esta es una base sólida sobre la cual nosotros crecemos en la vida divina.
4. La regeneración por medio
de la resurrección de Cristo
El siguiente asunto en los escritos de Pedro que se da como base del crecimiento en vida
de los creyentes es la regeneración por medio de la resurrección de Cristo (1 P. 1:3b).
Cristo no sólo derramó Su sangre para redimirnos; también resucitó de entre los muertos
para regenerarnos. Tal vez parezca raro decir que fuimos regenerados por medio de la
resurrección de Cristo. Según nuestra perspectiva, fuimos regenerados en cierta ocasión
después de que nacimos. Sin embargo, 1 Pedro 1:3 nos dice que fuimos regenerados
juntos, como grupo del pueblo de Dios, no uno por uno. Cuando Cristo resucitó,
millones de creyentes de Cristo a lo largo de todos los siglos fueron regenerados
juntamente como un grupo.

La Biblia nos dice que cuando Cristo murió, nosotros morimos con El y en El (Ro. 6:6;
2 Co. 5:14b; Gá. 2:20), y cuando Cristo resucitó, nosotros resucitamos con El y en El
(Ef. 2:5-6). En esa resurrección fuimos regenerados en Cristo.

No obstante, tal vez nos parezca ilógico decir que hace dos mil años fuimos regenerados
por medio de la resurrección de Cristo, aunque no habíamos nacido todavía. ¿Cómo
podíamos ser regenerados antes de nacer? ¿Cómo podíamos nacer de nuevo, una
segunda vez, antes de nacer la primera vez? Para nuestra mente pequeña esto tal vez
parezca ilógico, pero para la mente grande de Dios, es muy lógico. Esto se debe al
hecho de que para Dios, no existe el elemento de tiempo. Dios sólo ve los hechos; a El
no le interesa el tiempo. El tiempo no es importante para El. Lo que le interesa es el
hecho de que usted es regenerado. Fuimos santificados por el Espíritu, rociados con la
sangre y regenerados mediante la resurrección de Cristo. Estos asuntos son una base
sólida sobre la cual podemos crecer en vida.

5. La fe igualmente preciosa que Dios nos asignó


Otro asunto en los escritos de Pedro que constituye la base del crecimiento de los
creyentes en la vida es la fe igualmente preciosa que Dios nos asignó (2 P. 1:1b). Los
cristianos somos un pueblo especial, un pueblo que es especial con respecto a nuestra fe.
Nuestra fe es un misterio. Es común que alguien diga: “Si no veo cierta cosa, no puedo
creer”. Pero nosotros los cristianos creemos en lo que nunca hemos visto. Aunque nunca
hemos visto a Jesús, creemos en El (1 P. 1:8). Aunque nunca le hemos visto, tenemos la
plena certeza de que Jesús es real. En todo el universo existe una persona, Jesús, que es
tanto Dios como hombre. Sabemos que El es real porque la Biblia nos lo dice. Por
nuestra fe creemos que la Biblia es cierta.

En 2 Pedro 1:1 se dice que nuestra fe nos es dada por Dios. Es una porción que Dios nos
asignó. En nosotros mismos no podemos producir la fe, pero Dios nos dio la fe como
nuestra porción. La expresión “una fe igualmente preciosa que la nuestra” en 2 Pedro
1:1 indica que en todo el universo sólo existe una fe como porción asignada a todo el
pueblo que Dios redimió. En el Antiguo Testamento la tierra de Canaán era la buena
tierra asignada por Dios como herencia a Su pueblo Israel. Cuando el pueblo de Israel
entró en la buena tierra y tomó posesión de ella, la buena tierra fue dividida en
porciones y asignada a cada familia de las doce tribus de Israel (Nm. 35:51-54). Del
mismo modo, en el universo hay un asunto grande llamado la fe. Dios ha otorgado una
porción de esta fe única a cada uno de Su pueblo escogido. Así que, todos tenemos la
misma fe única. Todos hemos recibido una porción asignada de esta fe. No la recibimos
de parte de otros; Dios nos asignó esta fe. La manera en la cual Dios nos asignó esta fe
es un misterio de misterios.

Cuando creemos, no somos nosotros quienes creemos; Dios nos asigna una porción de
la fe única. El nombre de esa fe es Jesucristo. La fe que empleamos para creer en Cristo
es Cristo mismo (Ro. 3:22 y la nota 1; Gá. 2:16a y la nota 1). Cuando oímos el
evangelio y nos arrepentimos, apreciamos al Señor Jesús. En aquel momento, el Jesús
escondido, el Jesús misterioso, entró en nosotros secretamente y llegó a ser nuestra fe
por la cual creemos en El. Cuanto más dijimos: “Jesús”, más creímos en El, y más llegó
El a ser amable para nosotros. ¡Cuán amable y precioso es nuestro Jesús! En el universo
existe un sólo Jesús que es la fe para nosotros. Por tanto, nuestra fe es única. Tenemos la
fe como nuestra base sobre la cual podemos crecer en El.

6. El poder divino que nos dio


todas las cosas que pertenecen
a la vida y a la piedad
Otro asunto esencial que se da como base para nuestro crecimiento en vida es el poder
divino, el cual nos dio todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad (2 P. 1:3a). El
poder divino nos dio todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. Deseamos
ser santos, y también tenemos la aspiración de ser como Dios, es decir, de ser piadosos,
porque todos estos asuntos fueron sembrados en nosotros. Jesús como el Sembrador se
ha sembrado a Sí mismo en nosotros como la semilla de santidad y piedad. El deseo y la
aspiración de estas cosas están incluidos en esa semilla. Las semillas pequeñas de las
flores se siembran en la tierra, y cuando crecen, producen flores de muchos colores. Del
mismo modo, la santidad, la piedad y todas las cosas que pertenecen a la vida y a la
piedad nos fueron dadas. Todas estas cosas están en nosotros. Pero si no buscamos la
santidad y la piedad, no nos sentimos felices. Mientras buscamos santidad y piedad
somos muy felices, debido a que dentro de nosotros tenemos tal base.

7. Las preciosas y grandísimas promesas


y la naturaleza divina
Los últimos asuntos en los escritos de Pedro que se dan como base para nuestro
crecimiento en vida son las preciosas y grandísimas promesas y la naturaleza divina (2
P. 1:4). En el Nuevo Testamento hay cientos de preciosas y grandísimas promesas. Una
de estas promesas se encuentra en Mateo 28:20: “Y he aquí, Yo estoy con vosotros
todos los días, hasta la consumación del siglo”. Otra grande y preciosa promesa se
encuentra en 2 Corintios 12:9: “Bástate Mi gracia”. Hay muchas promesas como éstas
en el Nuevo Testamento.

Además de estas promesas, también participamos de la naturaleza divina. Según 2 Pedro


1:4, llegamos a ser, por medio de las preciosas y grandísimas promesas, participantes de
la naturaleza divina. El aspecto de la naturaleza es importante. Las gallinas ponen
huevos porque concuerda con su naturaleza. El manzano y todos los árboles frutales
producen fruto por su naturaleza y conforme a la misma. Esto significa que si tenemos
cierta naturaleza, podemos actuar por esa naturaleza y conforme a la misma, y si no la
tenemos, no podemos actuar conforme a ella. Como creyentes en Cristo, tenemos la
naturaleza de Dios. ¡Qué maravilloso es esto! No solamente tenemos la vida de Dios,
sino que también tenemos Su naturaleza. Deseamos ser santos, piadosos y espirituales
debido a que estas condiciones concuerdan con la naturaleza de Dios, de la cual
participamos. Puesto que tenemos la naturaleza de Dios, hacer las cosas de Dios nos es
natural, porque las cosas divinas concuerdan con nuestra naturaleza divina.

B. Su camino
La manera en que los creyentes crecen en vida también se revela en los escritos de
Pedro.

1. Beber la leche de la palabra


Como se revela en los escritos de Pedro, los creyentes crecen en vida al beber la leche
de la palabra (1 P. 2:2a). Cada palabra de la Biblia es una botella de leche. La leche que
nos hace crecer en vida está en la santa Palabra.

2. Disfrutar la gracia de Cristo


y toda la gracia de Dios
Los creyentes crecen en vida también al disfrutar la gracia de Cristo y toda la gracia de
Dios (2 P. 3:18; 1 P. 5:10). La gracia de Cristo es simplemente Cristo mismo distribuido
en nosotros mediante Su redención para nuestro disfrute, y toda la gracia de Dios es
simplemente el Dios Triuno procesado y consumado para ser nuestro suministro de vida
en todos los aspectos. Dios tiene muchos aspectos, y cada aspecto de Dios es gracia para
nosotros. Cuando tenemos contacto con Dios, le invocamos, le bebemos, le comemos y
le inhalamos, recibimos la gracia.

Los creyentes crecemos en vida al beber la leche espiritual de la palabra, al inhalar a


Cristo como nuestra gracia, y al recibir a Dios en Su Trinidad Divina como toda la
gracia para nosotros.

C. Su progreso
Los escritos de Pedro también nos revelan que el crecimiento en vida de los creyentes
tiene su progreso. Al crecer, progresamos.

1. De la infancia al sacerdocio
En el progreso de nuestro crecimiento en la vida divina, crecemos desde la niñez hasta
el sacerdocio (1 P. 2:2, 5). Necesitamos seguir adelante en nuestro crecimiento y pasar
de ser infantes que maman a ser sacerdotes que prestan servicio. Cada vez que oramos,
funcionamos como sacerdotes. Al orar podemos crecer y avanzar de la niñez al
sacerdocio. Este es el progreso en nuestro crecimiento en vida.
2. De la fe a la virtud, de la virtud
al conocimiento, del conocimiento
al dominio propio, del dominio propio
a la perseverancia, de la perseverancia
a la piedad, de la piedad al amor fraternal,
y del amor fraternal al amor divino
Según 2 Pedro 1:5-7, el progreso del crecimiento de los creyentes en la vida divina
empieza con la fe asignada por Dios y va al amor divino de Dios por medio de los seis
pasos de virtud, conocimiento, dominio propio, perseverancia, piedad y amor fraternal.

La virtud es nuestro conducto cristiano amable. El amor es una virtud. La bondad y la


humildad también son virtudes. Nuestras virtudes cristianas en nuestro crecimiento en la
vida divina son las expresiones espirituales de los atributos divinos de Dios.

Primero, tenemos la fe asignada por Dios como base, y luego progresamos en nuestro
crecimiento en la vida divina de la fe a la virtud. De la virtud necesitamos progresar al
conocimiento. Necesitamos conocer la Biblia; necesitamos conocer a Dios según la
Biblia. Necesitamos conocer a Dios en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo
Testamento. Necesitamos conocer a Dios en los cuatro evangelios, en las catorce
epístolas del apóstol Pablo y en todos los otros libros del Nuevo Testamento. Por tanto,
necesitamos aprender a estudiar la Biblia para adquirir el conocimiento divino de
manera propia y completa.

Del conocimiento necesitamos progresar en nuestro crecimiento en vida al dominio


propio. Un hombre necio siempre está libre en todo. Si usted es un hombre lleno del
conocimiento divino, lleno del conocimiento de la verdad divina, usted sabrá cómo
restringirse, es decir, como controlarse. Algunos santos no saben restringirse en sus
palabras. Los que no tienen el conocimiento espiritual adecuado tal vez actúen de modo
necio. Tal vez se lleven como un camión sin frenos. Necesitamos progresar en nuestro
crecimiento en vida del conocimiento al dominio propio, a restringirse.

Luego, necesitamos progresar del dominio propio a la perseverancia. Mientras que el


dominio propio está relacionado con nosotros mismos, la perseverancia significa
soportar a otros y las circunstancias. Estos dos asuntos deben ser las virtudes fragantes
de aquellos que han visto a Cristo como la centralidad y la universalidad de la economía
eterna de Dios y quienes persiguen a Cristo, producen a Cristo, viven a Cristo y
magnifican a Cristo. Luego ellos progresarán en el crecimiento de la vida divina, al
estado de piedad, de ser semejantes a Dios, para expresar a Dios en Cristo en todos Sus
atributos como las virtudes de ellos. Todos necesitamos avanzar de esta manera al
siguiente paso, es decir, al amor fraternal con afecto, caracterizado por complacencia y
placer. Nuestra piedad necesita la suministración del amor fraternal.

De este amor fraternal todavía necesitamos progresar hasta que alcancemos la cumbre,
el amor divino, el cual es Dios mismo. Cada aspecto de este progreso es Cristo
expresado al vivirle nosotros a El. La base, el fundamento, de este progreso es la fe que
nos es asignada por Dios, y su piedra cimera es el amor divino de Dios.
D. Su resultado
En los escritos de Pedro, el crecimiento de los creyentes en la vida divina también tiene
su resultado.

1. Disfrutar la salvación continua y diaria


En los escritos de Pedro el primer resultado del crecimiento en vida de los creyentes es
disfrutar la salvación continua y diaria (1 P. 2:2b). Necesitamos beber la leche de la
palabra para crecer hasta ser salvos. Esta no es la salvación de la perdición, del infierno;
más bien es la salvación en nuestra vida diaria. Para vencer nuestro enojo,
especialmente relacionado con nuestro cónyuge, necesitamos ser salvos. Ser esposo o
esposa requiere mucha salvación cada día. Si no experimentamos la salvación en
muchos aspectos, no podemos ser esposos o esposas cristianos apropiados.

Todo esposo es un problema para su esposa. Todo esposo es una persona que tiene
rasgos particulares. ¡Cuánta salvación necesitan las esposas! Cada esposa necesita
aprender a confiar en la obra salvadora de Dios, no en su propia astucia, al tratar con su
esposo. Todos necesitamos ser salvos.

2. Ser fructíferos
Otro resultado del crecimiento en vida es ser fructíferos (2 P. 1:8). Cuando crezcamos
en vida llevaremos fruto.

3. Ser transformados en piedras vivas,


el material para la edificación
de la casa espiritual de Dios, que tiene
su consumación en el sacerdocio para ofrecer
sacrificios espirituales aceptables a Dios
Pedro, en su primera epístola, nos revela que el Señor es una piedra viva y que nosotros,
al tener contacto con El, también llegamos a ser piedras vivas (2:4-5a). Fuimos creados
pedazos de barro en naturaleza (Gn. 2:7a; Ro. 9:21), pero al crecer en Cristo llegamos a
ser piedras, transformadas metabólicamente en nuestra naturaleza. Estas piedras sirven
como materiales para la edificación de la casa espiritual de Dios (1 P. 2:5b), las cuales
tienen su consumación en el sacerdocio neotestamentario del evangelio para ofrecer
sacrificios espirituales aceptables a Dios en nuestra predicación del evangelio (1 P. 2:5c,
9). Predicar el evangelio significa proclamar las virtudes amables, de manera
bondadosa, del Señor, quien nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable.

Esta clase de predicación del evangelio, como resultado de nuestra transformación


mediante nuestro crecimiento en la vida divina, debe ser hecha por un grupo de
creyentes (no por medio de creyentes individualmente) edificados en un sacerdocio (no
por sacerdotes individuales) como un cuerpo colectivo de sacerdotes, que llevan a cabo
la divulgación de las buenas nuevas del Señor como testimonio corporativo para los
pecadores que están en el mundo, proclamando las virtudes amables, tales como el
amor, la benignidad, la gracia, la luz, el perdón, la redención, la salvación, etc., del
Señor de modo amable y deleitable. Indudablemente esta clase de sonido victorioso,
vital y corporativo de las buenas nuevas desde los cielos, será triunfante y exitoso. ¡Esta
es la meta que deben alcanzar nuestros grupos vitales!

E. Su consumación
Pedro también nos dice que el crecimiento de los creyentes en la vida divina también
tiene una consumación.

1. Entrar rica y abundantemente


en el reino eterno del Señor Jesucristo
El crecimiento de los creyentes en la vida divina tendrá su consumación al entrar rica y
abundantemente ellos en el reino eterno, esto es primeramente el reino de mil años y
luego el reino eterno, del Señor Jesucristo (2 P. 1:11). Con el tiempo, todos entraremos
en el reino de Cristo, pero algunos entrarán rica y abundantemente, mientras que otros
entrarán pobre y escasamente. Necesitamos crecer en vida para poder entrar en el reino
de Cristo de modo rico y abundante.

2. Ser glorificados con la gloria eterna


de Dios recibiendo la redención
del cuerpo en la Nueva Jerusalén
El crecimiento de los creyentes en la vida divina también tendrá su consumación al ser
ellos glorificados con la gloria eterna de Dios, como la redención de sus cuerpos en la
Nueva Jerusalén (1 P. 5:10). Nuestro espíritu fue regenerado, y nuestra alma ahora está
siendo transformada. Cuando Cristo venga, nuestro cuerpo será transfigurado, o sea,
será redimido en la gloria de Dios. Esto será nuestra glorificación en la era venidera.
Todo esto depende de nuestro crecimiento en la vida divina. Así que, nuestro
crecimiento en la vida divina sirve no solamente para la edificación de la casa de Dios
sino también para nuestro disfrute en el reino y en la Nueva Jerusalén por la eternidad.

III. EL CRECIMIENTO EN VIDA DE LOS


CREYENTES
SEGUN SE REVELA EN LOS ESCRITOS DE
PABLO
El crecimiento de los creyentes en vida se revela más en los escritos de Pablo.

A. Su base
En los escritos de los tres escritores principales del Nuevo Testamento en cuanto a
nuestro crecimiento en la vida divina, la base revelada en los escritos de Pablo es la más
completa y sólida.

1. La justicia de Dios
El evangelio predicado por el apóstol Pablo se basa en la justicia de Dios (Ro. 1:17)
para la salvación plena de Dios en Cristo. Por lo tanto, la justicia de Dios llega a ser la
primera base sobre la cual crecen en la vida divina los creyentes, quienes han
participado de la salvación de Cristo basada en la justicia de Dios.

2. La redención efectuada por Cristo


La redención completa efectuada por Cristo (Ro. 3:24b) se lleva a cabo conforme a los
requisitos de la justicia de Dios y satisfizo esos requisitos completamente ante Dios. Por
tanto, llega a ser la base más sólida para que el pueblo redimido de Cristo crezca en la
vida divina.

3. La justificación de parte de Dios


Basado en la redención completa y plena de Cristo, Dios justificó en Cristo a todos los
creyentes (Ro. 3:24a; 8:30b), y los reconcilió consigo mismo en el aspecto que sigue.
Estos también son bases sólidas que permiten que los creyentes de Cristo crezcan en la
vida divina.

4. La reconciliación con Dios


Dios ha reconciliado consigo mismo a aquellos que El justificó en Cristo basado en la
obra redentora de Cristo (Ro. 5:10a).

5. El lavamiento de regeneración
Dios nos regeneró después de reconciliarnos consigo mismo para lavar y quitar de
nosotros la vieja creación (Tit. 3:5). Este aspecto y el que sigue son las bases esenciales
que nos permiten crecer en la vida divina.

6. La renovación por el Espíritu Santo


Junto con Su regeneración, Dios nos ha renovado por la germinación de Su Espíritu
Santo para tener un nuevo principio en Su nueva creación (Tit. 3:5).

7. La completa obra salvadora de Dios


La salvación de Dios mencionada en Romanos 1:16 incluye todos los diferentes
aspectos de la plena salvación de Dios, la cual es un aspecto básico por el cual el
creyente crece en la vida divina.
8. La salvación en la vida de Cristo
La salvación completa y plena de Dios comprende un aspecto particular, es decir,
salvarnos por la vida de Cristo (Ro. 5:10b) en todos los asuntos de nuestra vida diaria,
en el curso de nuestra vida cristiana, especialmente al regenerarnos, transformarnos,
conformarnos y glorificarnos. Esta es la base esencial sobre la cual podemos crecer en
la vida divina, la cual es Cristo mismo.

9. Que somos puestos en Cristo


En la salvación completa y plena de Dios, el asunto todo-inclusivo es el hecho de que
Dios nos pone en Cristo en una unión orgánica con El, haciendo que El sea nuestra vida,
nuestra justicia, nuestra santificación, nuestra redención y todo lo positivo (1 Co. 1:30;
Col. 3:4). Esta es la base todo-inclusiva sobre la cual crecemos en la vida divina.

10. La identificación con Cristo


en Su muerte, resurrección y ascensión
Nuestra identificación con Cristo en Su crucifixión, resurrección y ascensión (Ro. 6:3-6;
Ef. 2:6), que hace que Su historia sea nuestra historia, también es una base crucial de
nuestro crecimiento en la vida divina.

11. La gracia abundante de Dios


Además de todos los asuntos mencionados anteriormente, Pablo en sus escritos nos
asegura de la gracia abundante y múltiple de Dios (Ro. 5:20), la cual es la gracia de
Cristo que es suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades en nuestra vida
cristiana (2 Co. 12:9) y nos guía a reinar en vida en Cristo (Ro. 5:21). Tal gracia
abundante es necesaria como base de nuestro crecimiento en la vida divina.

12. Hacernos la iglesia como Cuerpo de Cristo


El dispensar de la bendición de la Trinidad Divina para hacernos la iglesia como Cuerpo
de Cristo (Ef. 1:3-23) es una gran base de nuestro crecimiento en la vida divina.

13. Crear de los judíos y de los gentiles


un solo y nuevo hombre
Cristo creó a los creyentes judíos y a los gentiles en un solo y nuevo hombre mediante
Su crucifixión (Ef. 2:13-16) y El se ha hecho cada miembro de este nuevo hombre (Col.
3:10-11). Esta base de nuestro crecimiento en la vida divina es tan grande como la de
hacernos la iglesia.
14. Hacer de todos los que creen
en Cristo una nueva creación
Cristo ha hecho de todos Sus creyentes una nueva creación de la vieja creación (2 Co.
5:17). Esto también es una base esencial de nuestro crecimiento en la vida divina.

15. Hacer que los creyentes sean


un espíritu con el Señor
La salvación completa y plena ha hecho que todos los creyentes en Cristo sean un
espíritu con El (1 Co. 6:17). Esta es la cumbre de la base sobre la cual crecemos en la
vida divina.

B. Su camino
En los escritos de Pablo se revela con más detalle que en los escritos de Pedro la manera
en que los creyentes crecen en vida. Según los escritos de Pablo, los creyentes crecen en
vida al beber la leche espiritual (1 Co. 3:2a; He. 5:12b), al comer el alimento espiritual
(He. 5:14a), al beber del Espíritu (1 Co. 12:13b), al ser regados (1 Co. 3:6b, 7b) y
mediante la operación de Dios en ellos (Fil. 2:13). Los creyentes también crecen en vida
al vivir Cristo en ellos y al hacer Su hogar en ellos (Gá. 2:20a; Ef. 3:17a). Cristo no sólo
vive en nosotros sino que también hace Su hogar en nosotros. El desea acomodarse en
nosotros.

Los creyentes también crecen en vida por la abundante suministración del Espíritu de
Jesucristo que está en ellos (Fil. 1:19b). Cuando uno tiene el Espíritu de Jesucristo, tiene
la rica y abundante suministración en todo.

Los creyentes también crecen en vida por medio del crecimiento de Dios (Col. 2:19).
Mientras crecemos en la vida divina, Dios también crece en nosotros. Puesto que Dios
es completo y perfecto en Sí mismo, tal vez nos preguntemos por qué necesita crecer.
Es cierto que Dios es completo y perfecto en Sí mismo, pero El no es completo ni
perfecto en nosotros. En la mayoría de nosotros Dios es muy pequeño. ¿Cuánto de Dios
tiene usted en su interior? Sólo Dios sabe la respuesta a esta pregunta. No obstante,
tenemos que permitir que Dios crezca en nosotros.

Finalmente, en los escritos de Pablo los creyentes crecen en vida por el suministro de la
Cabeza, Cristo (Ef. 4:16a). Nosotros somos los miembros del Cuerpo de Cristo.
Mientras que nosotros como miembros crecemos, Cristo, la Cabeza, nos suministra. De
parte de la Cabeza recibimos el suministro para crecer en vida. En nuestra vida
espiritual, día tras día necesitamos comer lo suficiente, de manera recta y adecuada para
poder recibir el suministro de parte de Cristo la Cabeza. Todos debemos practicar el
comer, el beber y el respirar. También necesitamos aprender a descansar. Para estar
sanos necesitamos hacer cinco cosas: comer, beber, respirar, descansar y hacer ejercicio.
Si hacemos estas cinco actividades en nuestra vida cristiana, seremos sanos
espiritualmente e indudablemente creceremos en vida.
C. Su progreso
En los escritos de Pablo también vemos el progreso del crecimiento de los creyentes en
vida.

1. Del hombre carnal al hombre del alma,


y del hombre del alma al hombre espiritual
En nuestro crecimiento en vida, nosotros los creyentes progresaremos del hombre carnal
al hombre del alma, y del hombre del alma al hombre espiritual (1 Co. 3:3; 2:14; 3:1a).
Debemos preguntarnos qué clase de hombre somos: ¿Somos un hombre carnal, un
hombre del alma o un hombre espiritual? Un hombre carnal es uno cuyo
comportamiento está bajo la influencia de su naturaleza carnal y participa del carácter
de la carne. Esta persona tal vez se enoje fácilmente. Un hombre del alma es un hombre
natural, uno que permite que su alma (lo cual incluye la mente, la parte emotiva y la
voluntad) domine todo su ser y viva por su alma, haciendo caso omiso de su espíritu, es
decir, no usando su espíritu, e incluso comportándose como si no tuviera espíritu (Jud.
19). Esta persona tal vez no se enoje fácilmente, pero su mente está llena de
pensamientos y razonamientos. Una persona del alma no tiene capacidad de recibir las
cosas del Espíritu de Dios (1 Co. 2:14). Un hombre espiritual es uno que niega su alma
y que no vive por su alma, sino que permite que su espíritu, es decir, su espíritu
regenerado, el cual está ocupado y es infundido con energía por el Espíritu de Dios,
domine todo su ser. Un hombre espiritual vive por tal espíritu y se mueve y actúa
conforme a él (Ro. 8:4).

Si usted se enoja fácilmente, es un hombre carnal. Si siempre razona en su mente y


murmura en sus emociones (Fil. 2:14), es hombre de carne. Si simplemente invoca el
nombre del Señor, permanece en su espíritu y lo hace todo conforme al Espíritu (Ro.
8:4b), pase lo que pase, es hombre espiritual. En vez de razonar y murmurar con nuestro
cónyuge, con los santos en la iglesia o con los ancianos, debemos simplemente invocar:
“Oh Señor”, todo el tiempo, viviendo así en nuestro espíritu. Luego seremos hombres
espirituales.

No debemos pensar que es fácil invocar: “Oh Señor”. No lo es. A veces cuando usted
está en la carne, tal vez trate de decir: “Oh Señor”, pero no pueda decir ni: “Oh”. Decir:
“Oh Señor” requiere mucho poder. Necesitamos crecer en vida hasta que no importa lo
que nos pase, reaccionaremos invocando: “Oh Señor” sin murmurar, razonar, quejarnos
ni argumentar. Si somos personas espirituales, serviremos para la edificación del
Cuerpo de Cristo. De otro modo, si somos personas que viven por el alma o por la
carne, no podremos ser edificados con otros.

2. De la infancia a la madurez, la plena madurez


Según los escritos de Pablo, los creyentes también progresan en su crecimiento en vida
de la infancia a la madurez, es decir, al crecimiento pleno (1 Co. 3:1b; Col. 1:28b; Ef.
4:13b). Por medio de nuestro crecimiento en la vida nosotros los creyentes maduramos
con Cristo como el elemento de la vida divina hasta llegar a la plena madurez.
3. De polvo a plantas, y
de plantas a piedras preciosas
Nosotros los creyentes también progresamos en nuestro crecimiento en vida de ser
polvo a ser plantas y de ser plantas a ser piedras preciosas (1 Co. 3:6a, 7a, 12a).
Originalmente, el hombre fue hecho por Dios del polvo de la tierra (Gn. 2:7). Es
necesario que una semilla sea sembrada en el polvo para llegar a ser una planta. Luego
el polvo y la semilla se juntan para crecer, llegando a ser así una planta. Cristo fue
sembrado en nosotros como la semilla de vida, y nosotros somos el polvo, la tierra,
como el suelo. Mientras cooperamos con Cristo para crecer juntamente con El, un brote
es producido y ese brote llega a ser una planta.

Luego, según 1 Corintios 3, los creyentes como plantas necesitan ser transformados de
plantas a minerales, es decir a piedras preciosas, para la edificación del Cuerpo de
Cristo. Así que, primero necesitamos crecer y luego, ser transformados. Al principio de
nuestra vida cristiana nuestra necesidad principal es crecer. Nuestro crecimiento en vida
es muy importante. Con el tiempo, nuestro crecimiento introduce la transformación, un
cambio metabólico en el cual la vida y naturaleza divina de Dios se extienden por todo
nuestro ser, específicamente por nuestra alma, llevando a Cristo con todas Sus riquezas
a nuestro ser como nuestro elemento nuevo y causando que nuestro elemento viejo y
natural salga gradualmente. Necesitamos crecer de polvo a plantas, y necesitamos crecer
más y ser transformados de plantas a piedras preciosas para el edificio de Dios.

D. Su resultado
En los escritos de Pablo el resultado del crecimiento en vida de los creyentes también es
revelado ricamente.

1. Crecer hacia Cristo, la Cabeza, en todo


En nuestro crecimiento en la vida divina nosotros los creyentes crecemos en Cristo, la
Cabeza, en todo (Ef. 4:15). En cuanto a las hermanas, dos problemas pequeños de su
vida tal vez sean la manera en que se peinan y su ropa. Si pedimos a algunas hermanas
que tengan su avivamiento matutino por diez minutos, tal vez digan que no tienen
tiempo; pero tienen tiempo de estar veinte minutos delante del espejo peinándose. Esto
significa que estas hermanas tal vez crezcan en Cristo en muchas cosas, pero no en el
asunto de peinarse. Otra área en la cual las hermanas tal vez necesiten crecer en Cristo
es el asunto de ir de compras. Muchas hermanas leen el periódico no para informarse de
asuntos importantes sino para localizar los especiales en las tiendas. Si las hermanas
pueden vencer en el asunto de ir de compras, crecerán mucho en Cristo.

2. Crecer hasta ser un hombre maduro


En nuestro crecimiento en vida, nosotros los creyentes también crecemos hasta llegar a
ser un hombre maduro (Ef. 4:13b). No debemos permanecer infantes o meramente
adolescentes en la vida divina; debemos madurar hasta ser un hombre maduro. Este es
el resultado de nuestro crecimiento en la vida divina.
3. Crecer hasta la medida
de la estatura de la plenitud de Cristo
Los creyentes también crecemos a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Ef.
4:13c). La plenitud de Cristo denota la expresión de Cristo, y la expresión de Cristo es
simplemente el Cuerpo de Cristo. Igual que el cuerpo físico de un hombre, el Cuerpo de
Cristo tiene una estatura, y esta estatura tiene una medida. Todos necesitamos crecer a la
medida apropiada de la estatura del Cuerpo de Cristo, la cual en realidad es la estatura
de Cristo.

4. Crecer para la edificación del Cuerpo


En nuestro crecimiento en vida nosotros los creyentes también crecemos para la
edificación del Cuerpo (Ef. 4:12b, 16c). La edificación del Cuerpo de Cristo está
completamente relacionada con nuestro crecimiento. Si no crecemos, no hay
edificación. Si todos crecemos, habrá mucha edificación.

a. Siendo perfeccionados
Crecemos hacia la edificación del Cuerpo al ser perfeccionados (Ef. 4:12a). Esta es la
razón por la cual necesitamos tener reuniones de grupos pequeños: para llevar a cabo el
perfeccionamiento mutuo de todos los santos como miembros del Cuerpo de Cristo.

b. Siendo unidos y entrelazados


por todas las coyunturas del rico suministro
y por la operación de cada miembro
en su propia medida
También crecemos hacia la edificación del Cuerpo al ser unidos y entrelazados por cada
coyuntura del rico suministro y por la operación de cada parte en su medida (Ef. 4:16).
La palabra unidos implica ser unido al ser acoplado, y la palabra entrelazados implica
ser entretejido. En el Cuerpo no sólo somos unidos sino también entrelazados. El
Cuerpo es edificado por medio del rico suministro de cada coyuntura y a través de la
operación de cada parte en su medida. Las coyunturas son los miembros especialmente
dotados del Cuerpo, tales como los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los
pastores y maestros (v. 11). Las partes son todos los miembros del Cuerpo. Por medio
de estas dos clases de miembros todo el Cuerpo es unido y entrelazado para la
edificación.

c. En amor
El Cuerpo se edifica a sí mismo en amor. Esto no es nuestro amor, sino el amor de Dios
en Cristo, el cual llega a ser el amor de Cristo en nosotros, por medio del cual amamos a
Cristo y a los miembros de Su Cuerpo. Debemos amarnos con el amor divino para la
edificación del Cuerpo de Cristo.
E. Su máxima consumación
Igual que los escritos de Juan y Pedro, los escritos de Pablo también revelan la máxima
consumación del crecimiento de los creyentes en vida.

1. Ser transfigurados en el cuerpo


en la culminación de la redención plena
Nuestro crecimiento en vida tendrá su consumación finalmente al ser transfigurado
nuestro cuerpo en el cumplimiento de la redención plena (Fil. 3:21; Ro. 8:23b). Fuimos
redimidos en nuestro espíritu por medio de la regeneración y ahora estamos siendo
redimidos en nuestra alma mediante el crecimiento y la transformación. Finalmente,
seremos redimidos en nuestro cuerpo mediante la glorificación. Por lo tanto, la
redención de nuestro cuerpo es la consumación de la redención plena, la cual incluye la
regeneración, la transformación y la glorificación.

2. Ser glorificados con la gloria de Dios


en la expresión corporativa de la Nueva Jerusalén
En la consumación final del crecimiento en vida de los creyentes, los creyentes serán
glorificados con la gloria de Dios en la expresión corporativa de la Nueva Jerusalén
(Ro. 8:30c; Ap. 21:2, 10-11). La Nueva Jerusalén es la última señal en la economía de
Dios (Ap. 1:1 y el primer párrafo de la nota 12) y la meta final de todo el pueblo
redimido de Dios (He. 11:10, 16; 12:22; Gá. 4:26). Como una gran señal en la economía
de Dios, la Nueva Jerusalén representa todas las personas redimidas, justificadas,
regeneradas, santificadas transformadas, transfiguradas y glorificadas de Dios. Todos
los aspectos de la Nueva Jerusalén necesitan nuestro crecimiento y transformación. Por
lo tanto, por Su misericordia y Su gracia les recomiendo que hagan todo lo posible por
crecer en Cristo y por ser transformados en Su vida por el Espíritu. Luego, El podrá
edificar Su Cuerpo hoy a fin de que tenga su consumación en la Nueva Jerusalén
venidera.

CAPITULO CINCO
LA EDIFICACION DEL CUERPO DE
CRISTO
POR LA TRANSFORMACION EN
VIDA
(1)
Lectura bíblica: Jn. 3:5-6; 2 Co. 3:18;
Ro. 12:2a; 8:30c; He. 2:10a; Tit. 3:5b
BOSQUEJO
1. La completa salvación de Dios:
1. La santificación en el llamamiento de Dios—1 P. 1:2b.
2. La redención de Cristo—Ro. 3:24b.
3. El lavamiento de nuestros pecados con la sangre de Cristo—Ap. 1:5b; 1
P. 1:2c; 1 Jn. 1:7.
4. El perdón de pecados—Hch. 2:38.
5. La justificación objetiva de parte de Dios—Ro. 3:24a.
6. La reconciliación con Dios—Ro. 5:10a.
7. La santificación objetiva con la sangre de Cristo—He. 10:29b.
8. La regeneración por el Espíritu—Tit. 3:5b.
9. La plena salvación de Dios—Hch. 16:31.
10. La salvación diaria en la vida de Cristo—Ro. 5:10; 1 P. 2:2.
11. El lavamiento por el Espíritu—1 Co. 6:11a.
12. La unción del Espíritu—1 Jn. 2:20, 27.
13. La santificación subjetiva en el Espíritu—1 Co. 6:11b; Ro. 15:16b;
6:19b, 22b.
14. La justificación subjetiva en el Espíritu—1 Co. 6:11c.
15. Dios permanece en nosotros—1 Jn. 3:24; 4:13.
16. Cristo hace Su hogar en nuestros corazones—Ef. 3:17.
17. La renovación por el Espíritu Santo—Tit. 3:5c; Ef. 4:23; Ro. 12:2a.
18. La transformación que procede del Señor Espíritu—2 Co. 3:18b; Ro.
12:2b.
19. La conformación a la imagen del Señor—Ro. 8:29a.
20. La redención del cuerpo—Ro. 8:23b; Ef. 1:14b; 4:30b.
21. La glorificación en la gloria de Dios—Ro. 8:30c; He. 2:10; 1 P. 5:10.
2. La vital importancia de la transformación en la completa salvación de Dios:
1. De los diecisiete aspectos enumerados arriba, la regeneración, la
transformación y la glorificación son los tres aspectos vitales en la
completa salvación de Dios:
1. La regeneración imparte la vida divina en los creyentes para
hacer germinar y generar el espíritu de ellos—Jn. 3:5-6.
2. La transformación comunica la esencia divina a todos los
componentes del alma de los creyentes —la mente, la parte
emotiva y la voluntad— para transformarlos metabólicamente—2
Co. 3:18; Ro. 12:2a.
3. La glorificación satura el cuerpo de los creyentes con la gloria de
Dios para glorificarlos introduciéndolos en la gloria de Dios—
Ro. 8:30c; He. 2:10a.
4. La regeneración ocurre en el espíritu de los creyentes cuando
reciben a Cristo como su Redentor, Salvador y vida de una vez y
para siempre; la transformación se lleva a cabo en el alma de los
creyentes durante toda su vida cristiana hasta que su cuerpo sea
transfigurado y glorificado; y la glorificación culminará en el
arrebatamiento una sola vez y para siempre, cuando El venga al
encuentro de ellos.
2. Todos los tres aspectos son orgánicos y por estos tres pasos todo el ser de
los creyentes —espíritu, alma y cuerpo— se mezclará orgánicamente con
el Dios Triuno procesado y consumado.
3. El significado de la transformación:
1. No es meramente un cambio externo.
2. Es una transformación interna en naturaleza y esencia.
3. El mover de la vida divina en el ser interior de los creyentes.
4. La reacción orgánica positiva de la vida divina en todo el ser de los
creyentes.
5. La constitución metabólica en el ser renovado de los creyentes.
6. La expresión de los atributos de la imagen divina en el ser renovado de
los creyentes, los cuales son las virtudes del nuevo hombre de los
creyentes.
7. La manifestación del Dios Triuno procesado y consumado en el nuevo
hombre de los creyentes.
8. La obra maestra que hace el Espíritu consumado del Dios Triuno, quien
es el Señor Espíritu, en todo el ser de los creyentes, quienes son la nueva
creación, con Su obra renovadora—2 Co. 3:18b; Tit. 3:5b.
9. Realizada en los creyentes, quienes, a cara descubierta, miran y reflejan
como un espejo la gloria del Señor—2 Co. 3:18a.
10. Da por resultado la gloriosa imagen del Señor glorificado, de un grado de
gloria a otro, hasta que los creyentes entren en Su gloria para ser
glorificados por el brillante esplendor de la gloria de Dios—2 Co. 3:18b;
He. 2:10a; Ro. 8:30c.

Los primeros dos capítulos de este libro hablan de la constitución del Cuerpo de Cristo.
El Cuerpo de Cristo vino a la existencia al ser constituido con el Cristo todo-inclusivo
como elemento vital, pero Dios tiene un enemigo a quien no le gusta ver esto. Hemos
visto en Mateo 13 que el enemigo de Dios siguió a Cristo el Sembrador. Donde siembra
Cristo, allí está Satanás. En el segundo capítulo de este libro vimos la constitución del
Cuerpo de Cristo bajo el impedimento, el daño y la corrupción de Satanás. A pesar de
todo lo negativo que ha hecho el enemigo, Cristo el Todopoderoso, la centralidad y la
universalidad de la economía de Dios, de todos modos cumplió Su obra para que se
lleve a cabo la economía eterna de Dios. Ahora en todo el universo vemos la realidad
del Cuerpo de Cristo. Aunque el enemigo echó levadura a la iglesia mediante el
catolicismo y el protestantismo, de todas maneras el Cuerpo de Cristo existe en este
universo aunque son pocos los que ven este Cuerpo. Por Su gracia y Su misericordia,
nosotros queremos ver este Cuerpo para poder ser plenamente constituidos con Cristo,
transformados y edificados.

Después de tener comunión acerca de la constitución del Cuerpo de Cristo, seguimos en


los capítulos tres y cuatro para ver la edificación del Cuerpo de Cristo por el
crecimiento en vida. Si no crecemos en Cristo, en Su vida, no es posible que el Cuerpo
de Cristo sea edificado. En el capítulo tres vimos el crecimiento de los creyentes en vida
revelado en los escritos de Juan. Luego en el capítulo cuatro vimos nuestro crecimiento
en vida revelado en los escritos de Pedro y de Pablo. Vimos la base de nuestro
crecimiento en vida en los escritos de Pedro, la cual se expresa en los siguientes puntos:
la obra santificadora del Espíritu, la redención efectuada por Cristo, la aspersión de la
sangre de Cristo, la regeneración por medio de Su resurrección, la fe que Dios nos
asignó, el poder divino que nos da todo lo que pertenece a la vida y a la piedad, las
preciosas y grandísimas promesas y la naturaleza divina. El Nuevo Testamento entero
es un libro de promesas. Hablé de estos asuntos, pero es difícil hablar de estos aspectos
y todos los otros aspectos de los bosquejos de manera detallada. Les animo a estudiar
todos los aspectos de los bosquejos que están al principio de cada capítulo de este libro.
En realidad, los seis capítulos de este libro abarcan todo el Nuevo Testamento.

Ahora llegamos a la carga de los últimos dos capítulos. Estos capítulos recalcan la
edificación del Cuerpo de Cristo por la transformación en la vida divina. Hemos visto
que la vida divina pasó por un largo proceso. Esta vida pasó por la encarnación, por
treinta y tres años y medio de la vida humana sobre esta tierra, por una muerte todo-
inclusiva, por una resurrección maravillosa, y esta vida también entró en la cumbre de la
ascensión. Esta vida divina hoy, después de la ascensión, no es como era antes de la
encarnación. Antes de la encarnación Cristo era solamente divino, no humano. El no
tenía un cuerpo humano con carne y sangre. Pero mediante la encarnación adquirió
carne y sangre humanas. Se puso un cuerpo humano y se hizo uno con la humanidad en
la encarnación.

Mientras Cristo andaba y vivía en esta tierra durante treinta y tres años y medio, vio y
ganó mucho. Conoció la pobreza de la raza caída (2 Co. 8:9). Sin duda, se compadeció
por la humanidad y tuvo compasión por ella. Luego entró en la muerte, en la tumba y en
el Hades, donde estuvo durante tres días. Visitó el Hades y lo recorrió, y luego salió del
Hades y entró en la resurrección. En la resurrección nació como el Hijo primogénito de
Dios (Hch. 13:33; Ro. 8:29). Siempre había sido el Hijo unigénito de Dios, pero con Su
humanidad nació en Su resurrección para ser el Hijo primogénito de Dios, para ser
nuestro modelo a fin de que todos nosotros pudiéramos ser los muchos hijos de Dios.
Además, en la resurrección se hizo el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45).

Después de resucitar, se apareció delante de Sus discípulos durante cuarenta días (Hch.
1:3). Después de estos cuarenta días, fue al monte de los Olivos y ascendió a los cielos
(vs. 9-12a). Ascendió al Padre, y en la ascensión El fue hecho Señor y Cristo (2:36).
Hoy, El es Dios y hombre, y tiene tanto divinidad como humanidad. Su vivir humano, la
eficacia de Su muerte, el poder de Su resurrección, y la cumbre de Su ascensión están
ahora en El como vida. En esta vida nosotros somos transformados con miras a la
edificación del Cuerpo de Cristo. Los ingredientes de esta vida son inescrutablemente
ricos.

I. LA COMPLETA SALVACION DE DIOS


Necesitamos ver los aspectos de la completa salvación de Dios para poder ver la
revelación de la transformación en vida, que tiene como fin la edificación del Cuerpo de
Cristo. Estos veintiún aspectos siguen:

1. La santificación en el llamamiento de Dios (1 P. 1:2b).


2. La redención de Cristo (Ro. 3:24b).
3. El lavamiento de nuestros pecados con la sangre de Cristo (Ap. 1:5b; 1 P. 1:2c; 1
Jn. 1:7).
4. El perdón de pecados (Hch. 2:38).
5. La justificación objetiva de parte de Dios (Ro. 3:24a).
6. La reconciliación con Dios (Ro. 5:10a).
7. La santificación objetiva con la sangre de Cristo (He. 10:29b).
8. La regeneración por el Espíritu (Tit. 3:5b).
9. La plena salvación de Dios (Hch. 16:31).
10. La salvación diaria en la vida de Cristo (Ro. 5:10; 1 P. 2:2).
11. El lavamiento por el Espíritu (1 Co. 6:11a).
12. La unción del Espíritu (1 Jn. 2:20, 27).
13. La santificación subjetiva en el Espíritu (1 Co. 6:11b; Ro. 15:16b; 6:19b, 22b).
14. La justificación subjetiva en el Espíritu (1 Co. 6:11c).
15. Dios permanece en nosotros (1 Jn. 3:24; 4:13).
16. Cristo hace Su hogar en nuestros corazones (Ef. 3:17).
17. La renovación por el Espíritu Santo (Tit. 3:5c; Ef. 4:23; Ro. 12:2a).
18. La transformación que procede del Señor Espíritu (2 Co. 3:18b; Ro. 12:2b).
19. La conformación a la imagen del Señor (Ro. 8:29a).
20. La redención del cuerpo (Ro. 8:23b; Ef. 1:14b; 4:30b).
21. La glorificación en la gloria de Dios (Ro. 8:30c; He. 2:10; 1 P. 5:10).

II. LA VITAL IMPORTANCIA DE LA


TRANSFORMACION
EN LA COMPLETA SALVACION DE DIOS
Ahora necesitamos ver la vital importancia de la transformación en la completa
salvación de Dios.

A. La regeneración, la transformación
y la glorificación son los tres aspectos vitales
en la completa salvación de Dios
De los veintiún aspectos enumerados arriba, la regeneración, la transformación y la
glorificación son los tres aspectos vitales en la completa salvación de Dios. La
regeneración es el comienzo de nuestra vida cristiana espiritual y la glorificación es la
consumación, la conclusión, de nuestra vida cristiana. Entre las dos hay un largo
período de tiempo, y este período está lleno de transformación. Tanto la regeneración
como la glorificación ocurren en un instante, pero la transformación es un proceso que
se lleva a cabo durante toda nuestra vida cristiana.

1. La regeneración imparte
la vida divina en los creyentes
para hacer germinar
y generar el espíritu de ellos
La regeneración introduce la vida divina en los creyentes para hacer germinar y generar
su espíritu (Jn. 3:5-6). Por medio de la regeneración renacimos como hijos de Dios que
tienen la vida de Dios (1 Jn. 5:12) y la naturaleza de Dios (2 P. 1:4).
2. La transformación
comunica la esencia divina
a todos los componentes
del alma de los creyentes
La transformación comunica la esencia divina a todos los componentes del alma de los
creyentes —la mente, la parte emotiva y la voluntad— para transformarlos
metabólicamente (2 Co. 3:18; Ro. 12:2a). La esencia es la propia realidad intrínseca de
cierta substancia. La transformación comunica la esencia divina a nuestro ser. Este
proceso de la transformación continuará hasta que nuestros cuerpos sean transfigurados
(Fil. 3:21). Dios, en Su obra salvadora, primero regeneró nuestro espíritu, ahora está
transformando nuestra alma, y como consumación transfigurará nuestro cuerpo,
haciéndonos igual a Cristo en todas las partes de nuestro ser.

3. La glorificación
satura el cuerpo de los creyentes
con la gloria de Dios
La glorificación satura el cuerpo de los creyentes con la gloria de Dios para glorificarlos
introduciéndolos en la gloria de Dios (Ro. 8:30c; He. 2:10a). Debemos recordar estos
tres aspectos vitales de la completa salvación de Dios: la regeneración, la
transformación y la glorificación.

4. La regeneración
ocurre en el espíritu de los creyentes,
la transformación se lleva a cabo en el alma
de los creyentes, y la glorificación
culminará en el arrebatamiento
La regeneración ocurre en el espíritu de los creyentes cuando reciben a Cristo como su
Redentor, Salvador y vida de una vez y para siempre; la transformación se lleva a cabo
en el alma de los creyentes durante toda su vida cristiana hasta que su cuerpo sea
transfigurado y glorificado; y la glorificación culminará en el arrebatamiento de una vez
y para siempre, cuando El venga al encuentro de ellos.

B. Por estos tres pasos todo el ser


de los creyentes se mezclará orgánicamente
con el Dios Triuno procesado y consumado
Todos los tres aspectos son orgánicos y por medio de estos pasos todo el ser de los
creyentes —espíritu, alma y cuerpo— será orgánicamente mezclado con el Dios Triuno
procesado y consumado.
III. EL SIGNIFICADO DE LA TRANSFORMACION
A. No es meramente un cambio externo
La transformación no es meramente un cambio externo. Cuando yo vine a los Estados
Unidos en 1962, empecé a recalcar, en mis mensajes, la verdad en cuanto al espíritu
humano, que se usa para ponerse en contacto con Dios y disfrutar a Cristo. El segundo
aspecto que recalqué fue el Cristo todo-inclusivo y el Espíritu todo-inclusivo y
vivificante. El tercer aspecto al cual puse énfasis fue la transformación. En 2 Corintios
3:18 algunas versiones usan la palabra cambiados en vez de transformados. Pero, eso es
una traducción inadecuada, porque esta palabra griega significa transformados.
Necesitamos ver que la transformación no es meramente un cambio exterior.

Para poder explicar qué es la transformación, consideremos el ejemplo de una persona


sana. El color sano del rostro de una persona no viene al aplicar los cosméticos a la piel.
Aplicar cosméticos constituye un cambio meramente exterior. Uno adquiere una
apariencia sana al comer comida sana. La comida sana metabólicamente nos hace sanos,
dándonos una apariencia exterior sana. Para crecer en la vida y tener la transformación
en vida, necesitamos comer a Cristo como nuestro alimento sano espiritual. Cuando
comemos a Cristo, lo digerimos y lo asimilamos como nuestro alimento espiritual, la
esencia de esta comida entra en nuestro ser y produce la transformación. Muchos
cristianos hoy son débiles porque no comen a Jesús. Si comemos a Jesús todos los días,
estaremos llenos espiritualmente de energía y seremos transformados en nuestra vida.

B. Es una transformación interna


en naturaleza y esencia
La transformación no es meramente un cambio externo, sino una transformación interna
en la naturaleza y la esencia. Es un cambio interior y metabólico. Para tener un cambio
metabólico necesitamos que un elemento nuevo sea añadido a nosotros. Luego el
elemento nuevo toma el lugar del viejo elemento desechado, y tenemos un cambio
metabólico interiormente en nuestra naturaleza y esencia.

C. El mover de la vida divina


en el ser interior de los creyentes
La transformación es el resultado del mover de la vida divina en el ser interior de los
creyentes. Esto es muy intrínseco. Todo ser viviente se mueve. El mover de la vida
dentro de nosotros es el resultado de comer. Lo que comemos es digerido y asimilado en
nuestras células. Esta digestión y asimilación es lo que llamamos el mover de la vida
divina en el ser interior de los creyentes. Cuando comemos y bebemos a Cristo, El llega
a ser el elemento nuevo dentro de nosotros que reemplaza y desecha lo viejo que hay en
nosotros. La esencia divina entra en nosotros para reemplazar el elemento humano caído
haciendo que seamos interiormente transformados, de manera metabólica.

Después de ser salvo, usted desea llevar una vida como la de Jesús. Así que, cuando se
enoja, lo siente mucho y pide perdón al Señor. Luego tal vez ore diciendo: “Señor, Tú
sabes que soy débil. No puedo controlar mi enojo. Tienes que entrar y hacer algo con
ello”. Pero cuando se enoja de nuevo, no deja que Jesús trate con ello. Usted trata de
hacerlo por sí sólo, y es derrotado. En vez de intentar subyugar el enojo, usted tiene que
darse cuenta de que la vida divina está en usted. Esto es algo básico. Todos tenemos la
vida de Jesús, y esta vida es divina y viva, se mueve, es orgánica y tiene mucha energía.
Mientras esta vida se mueve, vive y obra, tratará con su enojo.

El apóstol Pablo dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas
vive Cristo en mí” (Gá. 2:20a). Debemos decir: “No puedo hacer nada y no quiero hacer
nada. Fui crucificado. Ya no trato con mi enojo ni me preocupo por él, sino que Cristo
vive en mí”. No se olvide que usted tiene otra vida, la vida divina, y que esta vida es
más fuerte que su primera vida. Cuando su enojo empieza a surgir, sólo diga: “Oh,
Señor Jesús”. No intente hacer nada. Sólo espere y deje que El lo haga. Cuando El haga
algo, causará que coopere con El. La mayoría de los cristianos no conocen esta clave, y
es una clave muy fina. Cuando surja una ocasión que haga que usted se enoje, haga todo
paulatinamente. Si su esposa le tienta a enojarse, es mejor no hacer nada. Recuerde que
usted fue crucificado, y que ya no es usted, sino Cristo quien vive en usted. Luego, El
empezará a encargarse del enojo, no por Sí solo sino con usted. El hará que usted ande
con El de manera tan espontánea, y el mal genio se desvanecerá.

También nos gusta hablar de otros, lo cual es otra debilidad nuestra. Mayormente nos
gusta hablar de otros en forma de crítica. Tal vez después lo sentimos y confesemos al
Señor nuestro pecado. Luego quizás digamos: “Señor, ayúdame para que no haga esto
de nuevo”. Pero el Señor no oye esta clase de oración. No debemos intentar en nosotros
mismos ni por nosotros mismos vencer nuestro enojo ni nuestras críticas contra los
demás. Esto no está bien.

Más bien, mañana tras mañana, y día tras día, debemos disfrutar a Cristo, dándonos
cuenta de que “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Fuimos regenerados, y otra
persona vive en nosotros y con nosotros. Así que, no necesitamos hacer nada. No es
necesario preocuparnos por muchas cosas ni tener ansiedad por ellas, porque todo está
en Su mano. El está en nosotros y nos cuida. No necesitamos hacer nada con respecto a
nuestro enojo. Al contrario, sólo debemos decir: “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. En cosas grandes y cosas
pequeñas, siempre debemos permitir que El viva en nosotros y a través de nosotros.

En ciertas ocasiones quizás estemos enojados con alguien y queramos hablar con él,
pero el Señor nos dice: “Si vas, yo no voy contigo”. Debemos responder diciendo:
“Señor, si Tú no vas, yo no voy”. Esto es lo que significa vivir a Cristo. El camino de la
victoria es vivir a Cristo. No existe una situación en que debamos actuar. Más bien,
debemos permitir que El actúe porque Su vivir es nuestra victoria. Cuando vivimos a
Cristo, El como vida divina se añade a nosotros. Luego, somos renovados
metabólicamente con el elemento nuevo de la vida divina, la vida de resurrección. El
elemento nuevo de la vida divina viene a sustituir nuestro elemento viejo y caído.

D. La reacción orgánica positiva


de la vida divina en todo el ser de los creyentes
La transformación interior que se lleva a cabo en nuestra naturaleza y esencia es el
resultado de una reacción orgánica positiva de la vida divina en todo nuestro ser. Dentro
de nosotros existe la vida divina, y con la vida divina siempre hay una reacción positiva,
orgánica y viva. Tenemos una reacción viva dentro de nosotros porque tenemos la vida
divina en nosotros. La reacción de la vida divina en todo nuestro ser nos preserva.
Tenemos que permitir que el Señor Jesús ocupe todo nuestro ser —nuestra mente,
nuestra parte emotiva y nuestra voluntad— para que El nos transforme en vida.

E. La constitución metabólica
en el ser renovado de los creyentes
Todos los días el Señor nos renueva, y Su obra de renovación es una clase de
metabolismo que nos suministra Su nuevo elemento y reemplaza nuestro viejo
elemento. Esto resulta en una constitución metabólica de nuestro ser renovado.

F. La expresión de los atributos


de la imagen divina en el ser renovado
de los creyentes, los cuales son las virtudes
del nuevo hombre de los creyentes
En la transformación existe la expresión de los atributos de la imagen divina en el ser
renovado de los creyentes que han de ser las virtudes del nuevo hombre de los
creyentes. Dios es verdadero, viviente y presente. El tiene una imagen, y Su imagen
tiene muchos atributos. Cuando estos atributos se expresan en nosotros, llegan a ser
nuestras virtudes. Para que esto suceda, no debemos hacer nada por nosotros mismos o
para nosotros mismos. En vez de eso, debemos permitirle que haga todo con nosotros y
por nosotros. Luego, El es la vida divina que está en nosotros moviéndose, viviendo y
obrando en cada parte de nuestro ser para cambiar nuestro ser en un ser renovado.
Entonces todos los atributos divinos serán expresados mediante nuestras virtudes. En
realidad, Sus atributos, tales como Su amor, Su bondad, Su humildad y Su ternura,
llegan a ser nuestras virtudes. Entonces, nosotros llegamos a vivir por El como nuestro
elemento nuevo y no por nosotros mismos, lo cual hace que nosotros lleguemos a ser el
nuevo hombre.

G. La manifestación del Dios Triuno


procesado y consumado
en el nuevo hombre de los creyentes
La transformación da por resultado la manifestación del Dios Triuno procesado y
consumado en el nuevo hombre de los creyentes. Por medio de nuestra transformación
el Dios Triuno será expresado en nosotros. Este Dios Triuno es Aquel que ha sido
procesado y consumado, Aquel que tiene humanidad y que conoce el sufrimiento
humano. El vive en nosotros, haciéndonos semejantes a El. Con el tiempo le
expresaremos plenamente como el Dios de amor, el Dios de la encarnación y el Dios
que tiene los elementos de la humanidad y del vivir humano.
H. La obra maestra que hace
el Espíritu consumado del Dios Triuno,
quien es el Señor Espíritu, en todo el ser
de los creyentes, quienes son la nueva creación, con Su
obra renovadora
Con el tiempo, nosotros los creyentes llegamos a ser la obra maestra del Espíritu
consumado del Dios Triuno como el Señor Espíritu que penetra todo nuestro ser,
haciéndonos la nueva creación por Su obra renovadora (2 Co. 3:18; Tit. 3:5b).

I. Realizada en los creyentes, quienes,


a cara descubierta, miran y reflejan
como un espejo la gloria del Señor
La transformación se cumple en los creyentes que, a cara descubierta, miran y reflejan
como un espejo, la gloria del Señor (2 Co. 3:18a). Somos como espejos que miran y
reflejan a Cristo. Cuando el espejo está en frente de Cristo, lo refleja. Entonces, la gente
ve a Cristo en nosotros porque El es expresado en nosotros.

J. Da por resultado la gloriosa imagen


del Señor glorificado
Con el tiempo nuestra práctica de mirar y reflejar a Cristo da por resultado la imagen
gloriosa del Señor glorificado, al ser nosotros transformados de un grado de gloria a
otro hasta que entremos en Su gloria para ser glorificados por el brillante esplendor de
la gloria de Dios (2 Co. 3:18b; He. 2:10a; Ro. 8:30c).

Por medio de la regeneración, la transformación y la glorificación, seremos hechos


absolutamente iguales a El. Diferimos de El sólo con respecto a Su deidad. Nunca
podríamos tener parte en Su deidad. Sólo El es Dios. Pero nosotros podemos ser
exactamente iguales a El en Su vida, en Su naturaleza, en Su imagen, en Su expresión y
en Sus atributos. En todo seremos iguales a El, pero no en Su deidad. Sólo El es Dios y
sólo a El han de adorar los hombres. Nosotros sólo somos Su duplicación, Su
continuación y Su multiplicación para expresarle a través de la transformación.

CAPITULO SEIS
LA EDIFICACION DEL CUERPO DE
CRISTO
POR LA TRANSFORMACION EN
VIDA
(2)
Lectura bíblica: Mt. 13:44-46; 1 Co.
3:12; Jn. 17:26b; Ef. 3:9-10; 1:9; Ap.
21:1-3, 9-23
BOSQUEJO
4. La consumación de la transformación en la edificación del Cuerpo de Cristo:
1. Constituye a los creyentes, los cuales crecen y maduran en la vida de
Cristo, hasta ser materiales preciosos para el edificio de Dios—Mt.
13:44-46; 1 Co. 3:12:
1. Suministrando a los creyentes el elemento del Cristo todo-
inclusivo.
2. Aplicando la cruz de Cristo a la peculiaridad, el individualismo,
la independencia, el aislamiento, al autoengaño, la presunción, los
intereses personales, las preferencias y gustos propios, de los
creyentes, al localismo en la práctica de la iglesia, y a toda clase
de factor divisivo.
3. Sustentando a los creyentes con el poder de la resurrección de
Cristo en longanimidad, en el vínculo de la paz y en todas las
necesidades positivas para que sean unidos y entrelazados, y para
que se tenga el rico suministro de todas las coyunturas y la
operación de cada miembro en su propia medida.
2. Da como resultado el edificio de Dios en la práctica:
1. Localmente, en cada iglesia local en la armonía de la unanimidad
estimulada por el Espíritu en el Cuerpo de Cristo.
2. Universalmente, en la unidad de la Trinidad Divina, por la cual
oró el Señor (Jn. 17) y la cual logran quienes le aman (Jn.
17:26b), para que se lleve a cabo la economía eterna de Dios
según Su beneplácito (Ef. 3:9-10; 1:9).
5. La máxima consumación de la transformación para la composición y
constitución de la Nueva Jerusalén—Ap. 21:1-3, 9-23:
1. Viene exclusivamente del Dios que dio origen al universo:
1. En Su naturaleza divina.
2. Representada por el oro puro de la base de la ciudad—vs. 18b,
21b.
2. Lograda exclusivamente por el Cristo redentor:
1. En la obra de Su muerte todo-inclusiva y de Su resurrección que
suministra vida.
2. Representada por las perlas de las puertas—v. 21a:
1. Las perlas representan los creyentes regenerados.
2. Producidas por la muerte y resurrección de Cristo.
3. Lograda absolutamente por el Espíritu que consuma:
1. En Su obra de transformación.
2. Representada por la esencia de las piedras preciosas del muro y
de los cimientos—vs. 11, 18a, 19-20:
1. Las piedras preciosas representan a los creyentes
transformados—1 P. 2:5a.
2. Renovados por la obra transformadora del Espíritu—Tit.
3:5; Ro. 12:2a.
4. Con seres humanos regenerados, transformados y glorificados—vs. 12b,
14b.
5. Allí no está el polvo de la humanidad.
6. Allí no está la planta de la vida humana.
7. Allí no está la levadura del enemigo—Mt. 13:33; 1 Co. 5:6-8.
8. Es la expresión pura, exclusiva y absoluta, en la manifestación
corporativa (v. 11), del Dios Triuno procesado y consumado (vs. 22-23)
mezclado con los hombres tripartitos regenerados, transformados y
glorificados por la eternidad.

Tengo la carga en estos días de tener comunión con ustedes en cuanto a la constitución
y la edificación del Cuerpo de Cristo. Este libro es continuación de la carga de los dos
libros que publicamos titulados El caos satánico en la vieja creación y la economía
divina para la nueva creación y Los vencedores.

En el capítulo anterior vimos la completa salvación de Dios, la vital importancia de la


transformación en la completa salvación de Dios y el significado de la transformación.
Espero que mediante la comunión de este libro recibamos una visión en cuanto a la
economía de Dios. Vimos que la economía de Dios se lleva a cabo en tres etapas: la
regeneración, la transformación y la glorificación. En este capítulo queremos ver algo
adicional en cuanto a la edificación del Cuerpo de Cristo por la transformación en vida.

IV. LA CONSUMACION DE LA
TRANSFORMACION
EN LA EDIFICACION DEL CUERPO DE CRISTO
Ahora queremos ver la consumación de la transformación en la edificación del Cuerpo
de Cristo. Debemos prestar nuestra atención a las palabras consumación y
transformación, puesto que no son palabras comunes sino palabras especiales. Es
imposible que la transformación sea consumada de una vez por todas; por eso, se
requiere un proceso. Al final del proceso de la transformación, habrá una consumación.

A. Constituye a los creyentes, los cuales crecen


y maduran en la vida de Cristo, hasta ser materiales
preciosos para el edificio de Dios
Esta transformación, en su consumación, constituye a los creyentes, quienes crecen y
maduran en la vida de Cristo, haciéndolos materiales preciosos para el edificio de Dios
(Mt. 13:44-46; 1 Co. 3:12). La palabra constituye es una palabra especial. Un edificio
físico no se construye al ser constituido, sino con varios materiales que son unidos. En
el caso de un edificio físico no hay nada orgánico, puesto que no depende del
crecimiento. Sin embargo, un árbol es algo orgánico que crece. No se edifica con la
añadidura de materiales. Un árbol sólo puede crecer, y ese crecimiento se realiza con
cierta clase de constitución. El árbol crece al tomar algo del elemento vital. Podemos
echarle fertilizante y agua y podemos podar sus ramas, pero crece por sí mismo según es
constituido con el elemento vital. ¿Cómo puede un pequeño brote verde llegar a ser un
árbol alto? Llega a ser tal árbol siendo constituido del elemento vital, el cual lo hace
crecer.

La esencia de la semilla del árbol espontáneamente se mezcla con la tierra, no toda la


tierra, sino sólo la esencia de la tierra. La esencia de la tierra y la esencia de la semilla
crecen juntas, y estas dos esencias son los mismos materiales que constituyen el árbol.
Este cuadro es muy significativo. Cuando el Señor Jesús se sembró como la semilla de
vida en nuestro corazón, la tierra, la semilla empezó a crecer. Cristo como la semilla de
vida divina y los creyentes como la tierra humana que cultiva, llegan a ser uno para
producir el elemento orgánico para la constitución de la iglesia (Ef. 1:22).

El apóstol Pablo dijo en 1 Corintios 3 que somos labranza de Dios, Su tierra cultivada
(v. 9) que cultiva a Cristo. Este concepto concuerda con lo que el Señor dice en Mateo
13. El dijo que se sembró como la semilla y que nosotros somos la tierra. Cuando la
esencia de la semilla y la esencia de la tierra se juntan y se mezclan, una obra
constitutiva ocurre. Luego crecemos para ser “árboles de Cristo”.

En 1 Corintios 3 el apóstol Pablo nos dice que no solamente somos la labranza de Dios
para cultivar a Cristo sino que también somos el edificio de Dios (v. 9). El edificio de
Dios no pertenece a la vida vegetal, sino únicamente a la vida mineral. Consideren la
Nueva Jerusalén. ¿Qué estará allí? La Nueva Jerusalén se edifica con oro, perlas y
piedras preciosas (Ap. 21:18-21). La ciudad tiene doce fundamentos y estos
fundamentos son doce capas de piedras preciosas (vs. 14, 19-20). Además, la primera
capa es jaspe (v. 19), el muro de la ciudad es jaspe (v. 18) y la luz de toda la ciudad es
como una piedra de jaspe (v. 11). Dios se parece al jaspe (4:3), así que toda la Nueva
Jerusalén se parece a Dios y lo expresa al brillar. Dios que se sienta en el trono se
parece al jaspe y nosotros, la ciudad entera, lleva Su apariencia, así que somos Su
agrandamiento. La Nueva Jerusalén también tiene doce perlas por sus doce puertas
(21:21), y la ciudad misma es de oro puro (v. 18). Nada que exista en la Nueva
Jerusalén puede ser quemado porque no proviene de la vida vegetal, sino que está
edificado con oro, perlas y piedras preciosas.

La Biblia primero usa las plantas para dar un cuadro de los que creen en Cristo. La
semilla sembrada en la tierra crece, pero por ella misma no puede crecer. Necesita
alguna esencia de la tierra que corresponda con su esencia. Estas dos esencias luego
pueden crecer juntas aumentando la semilla y convirtiéndola en un árbol. Esto es un
cuadro de nuestro crecimiento en vida. Mientras crecemos en vida, también somos
transformados en vida. Las piedras preciosas son materiales transformados producidos
por mucho calor y presión.
Cuando fuimos salvos, éramos como brotes verdes y tiernos, pero poco a poco
llegaremos a ser piedras preciosas al ser transformados. El huerto de Edén, al principio
de la Biblia, finalmente llega a ser una ciudad, al final de la Biblia. Nosotros estamos en
el camino de ser primero un huerto hasta ser finalmente una ciudad, por el proceso de la
transformación. Este camino es largo, y este largo camino es en realidad Cristo mismo.
Cristo nos dijo que El es el camino (Jn. 14:6a). Cuando recibimos a Cristo, llegamos a
ser uno con El. Luego empezamos a seguirle y El llegó a ser nuestro camino. Hoy
seguimos en este camino, y nuestro destino es la Nueva Jerusalén. Esta es la revelación
divina de la Biblia. Hoy todavía somos mayormente plantas, pero estamos siendo
transformados en piedras preciosas para el edificio de Dios. La medida de la edificación
de la iglesia depende de cuánto hemos crecido. Mientras crecemos, somos
transformados de plantas a minerales, es decir, a piedras preciosas para el edificio de
Dios. Esta es la visión clara de la Biblia.

En Mateo 13 hay siete parábolas. Las primeras cuatro parábolas tratan de la vida
vegetal. La primera parábola habla del sembrador que salió para sembrar (vs. 1-23); en
la segunda, el enemigo viene a sembrar cizaña (vs. 24-30, 36-43); la tercera está
relacionada con la semilla de mostaza (vs. 31-32); y la cuarta habla de la mujer que
tomó la levadura y la puso en la flor de trigo (vs. 33-35). Todas estas cuatro parábolas
están relacionadas con la vida vegetal. Si permanecemos en la etapa vegetal, tendremos
problemas. Tendremos problemas como por ejemplo estar junto al camino, con las aves,
con las rocas escondidas y con los espinos, lo cual significa la ansiedad de esta edad y el
engaño de las riquezas. También tendremos problemas con la semilla de mostaza que
tiene un cambio en su naturaleza y se convierte en un gran árbol y también con todo tipo
de levadura.

Toda clase de “ismo”, como por ejemplo el judaísmo, el catolicismo, el protestantismo,


el socialismo, el nacionalismo, el racismo y el liberalismo son diferentes clases de
levadura. Hace varios años, un médico me dijo que deberíamos establecer unos
hospitales. Esto es liberalismo. Otra persona vino y me dijo que la iglesia que estaba en
su localidad pensaba empezar una escuela y usar el local de la iglesia para esto.
Debemos saber que si entramos en la esfera de establecer hospitales o escuelas,
tendremos toda clase de problema, y toda clase de microbio entrará en la vida de la
iglesia. Yo vi esto en la China continental. Los misioneros establecieron hospitales y
escuelas, y estos llegaron a ser parte del gran árbol con grandes ramas, buenas para que
las aves hagan nidos allí. La idea de tener hospitales o escuelas está relacionada con el
liberalismo. Por eso el Señor dijo que la puerta es estrecha y el camino restringido que
lleva a la vida (Mt. 7:14). Necesitamos ser vigilantes no sea que algo de la levadura
entre en la vida de la iglesia, como por ejemplo el pensamiento liberal. Un poco de
levadura leuda y corrompe toda la masa, toda la iglesia (1 Co. 5:6).

La quinta y la sexta parábolas, en Mateo 13, no hablan de la vida vegetal. La quinta


parábola habla acerca del tesoro (v. 44) y la sexta habla acerca de la perla (vs. 45-46).
¿Se puede leudar un tesoro? Un diamante grande nunca puede ser leudado. ¿Se puede
leudar una perla? Aun si entierra la perla junto con levadura, la perla nunca será
leudada.

Mateo 13 nos muestra que mientras el Señor obra, Su enemigo también opera. Cuando
nos quedamos en la etapa de la vida vegetal, fácilmente podemos contaminarnos con los
microbios. Pero cuando somos transformados de plantas a tesoros preciosos y aun
llegamos a ser la Nueva Jerusalén, no habrá posibilidad alguna de que nos
contaminemos con los microbios. Para ese entonces todos nosotros habremos sido
transformados en piedras preciosas, las cuales el enemigo no tiene manera de leudar.

Necesitamos vigilar para que no entre ningún tipo de levadura en la vida de la iglesia.
Algunos que están en la vida de la iglesia tal vez deseen tener cierto puesto. Esta es la
levadura de la ambición. Nuestras opiniones son otro tipo de levadura que puede
corromper la vida de la iglesia. Si nadie acepta nuestra opinión, tal vez nos ofendamos.
Las opiniones y la ambición de tener un puesto o rango matan la vida de la iglesia. Estas
cosas pueden existir entre nosotros porque todavía somos carnales, naturales y estamos
en la vieja creación.

Hace muchos años observé a un hermano que quería estar en el cuerpo de ancianos.
Pensó que debía ser uno de los ancianos, pero nunca fue un anciano. El dejó la vida de
la iglesia y estableció una reunión en su hogar a causa de su ambición que no fue
realizada. También contrató a un pastor como su pastor de hogar. Con el tiempo, de esa
división que él estableció, algunos escritos negativos fueron divulgados que difamaban
al hermano Watchman Nee. Esto es un ejemplo de la levadura de ambición. Hoy día hay
todo tipo de levadura, pero algún día estaremos en la ciudad santa, la Nueva Jerusalén,
la cual no se puede leudar.

1. Suministrando a los creyentes


el elemento del Cristo todo-inclusivo
Por medio de la transformación somos constituidos con el elemento vital del Cristo
todo-inclusivo. También se nos suministra el elemento del Cristo todo-inclusivo. Hemos
visto que el Cristo todo-inclusivo, el Dios Triuno corporificado en la humanidad como
la fuente de vida, es representado por el árbol de la vida (Gn. 2:9; Ap. 2:7; 22:2).
Después de que Dios creó los cielos, la tierra y el hombre, Dios puso al hombre delante
de un árbol llamado el árbol de la vida. El hombre fue creado por Dios a Su imagen y
conforme a Su semejanza (Gn. 1:26), pero este hombre no tenía la vida de Dios. Por
tanto, vemos un árbol que representa a Dios como vida y vemos un hombre que no tenía
Su vida.

Dios dijo que cada árbol del huerto era agradable a la vista y bueno para comer,
incluyendo el árbol de la vida (2:9). El deseo de Dios es mezclarse con el hombre, y la
manera en que el hombre puede ser mezclado con El es comer. Dios, en Su sabiduría, se
hizo comestible (Jn. 6:57). Muchos cristianos nunca han oído que se puede comer a
Dios. ¿Cómo puede Adán ser mezclado con ese árbol vital? ¿Cómo puede ese árbol
entrar en Adán? Sólo lo hace al comer él. Es interesante que Dios creó al hombre con un
estómago. Si no tuviéramos estómago, no tendríamos hambre; no podríamos determinar
que necesitamos comer. En cierto sentido, nuestro estómago nos puede causar muchos
problemas. Muchas enfermedades vienen de no comer adecuadamente. Pero el árbol de
la vida es total y puramente bueno. Si comemos de este árbol, obtendremos vida y
seremos sanos. Al comer el árbol de la vida (Ap. 2:7b), podemos ser mezclados con
Dios, y esta mezcla es la constitución.

Nuestro cuerpo físico es constituido del suministro de vida cada día. Cuando el alimento
entra en el estómago, la obra de constitución ocurre. Luego crecemos en vida. En este
proceso de constitución, somos transformados. En la mañana desayunamos, y durante el
día lo que comimos es digerido y asimilado en nuestro ser. El elemento vital constituye
nuestro ser. El alimento que comemos hace una obra constitutiva en nosotros. Esto es un
cuadro de nuestra vida cristiana. Necesitamos comer a Cristo como el pan vivo que
descendió de los cielos corporificado en Sus palabras de vida eterna (Jn. 6:57b-58a, 51,
68), como el árbol de la vida (Ap. 2:7b), y como el maná escondido (v. 17b). Al comer a
Cristo podemos ser constituidos y abastecidos con El como nuestro elemento de vida
para que podamos crecer en vida y ser transformados en vida.

2. Aplicando la cruz de Cristo


Para ser transformados, necesitamos aplicar la cruz de Cristo a nuestra peculiaridad,
individualidad, independencia, retiro, autoengaño, pretensión, búsqueda y gusto
personales, nuestro localismo en la práctica de la iglesia y todo tipo de factores
divisivos.

Es necesario aplicar la cruz de Cristo a todos nuestros rasgos peculiares. Cuando entré
en el ministerio con el hermano Nee en 1933, él me dijo que había un hermano entre
nosotros que tenía cierto rasgo peculiar. El hacía lo opuesto de lo que se pedía hacer. Si
usted le pedía que fuera hacia el oriente, él iba hacia el occidente. Así que, si quería que
fuera hacia el oriente, tenía que pedirle que fuera hacia el occidente. Los divorcios y las
separaciones entre los esposos y las esposas mayormente se deben a las peculiaridades.
Para poder tener la unanimidad en la vida de la iglesia, todas nuestras peculiaridades
tienen que ser tratadas mediante la cruz.

También necesitamos aplicar la cruz a cualquier localismo en la práctica de la iglesia.


Algunos tal vez tengan la actitud de que su iglesia local es independiente y autónoma y
que no se debe interferir con ella. Esto es localismo. Una iglesia local independiente es
en realidad una secta local. Necesitamos tratar con cualquier rasgo de localismo en la
práctica de la iglesia y también con todo tipo de factores divisivos.

Quizá sepamos algo acerca del Cuerpo de Cristo, pero si no aceptamos la cruz para así
crucificar nuestra vida natural, para quebrantarnos y para consumirnos, y si no
conocemos la cruz, siempre tendremos problemas. Los colaboradores y los ancianos
necesitan aplicar la cruz en su comunión entre sí. En vez de tener comunión cabal, tal
vez prefieran guardar secretos. A veces convocamos una reunión para que los
colaboradores tengan comunión acerca de la obra del Señor, pero en la reunión no dicen
mucho. Su política es que cuanto más uno dice, más se equivoca, y cuanto menos uno
dice, menos se equivoca. Pero los colaboradores deben tener comunión en cuanto a todo
lo relacionado con la obra. Es cierto que si estamos demasiado abiertos, podemos causar
problemas. Pero si no tenemos comunión abierta y si guardamos secretos, cualquier
asunto del Señor que esté bajo nuestra mano morirá.

Los colaboradores y los ancianos deben aprender a no esconder cosas el uno del otro.
Los ancianos y los colaboradores necesitan reunirse, orar juntos, abrirse y hablar de las
necesidades y los problemas que haya en la iglesia de modo honesto y abierto. Esta es la
mejor manera de resolver asuntos. Esconder cosas y pensar que tenemos que resolverlas
sin comunión está mal. Necesitamos aplicar la cruz a nuestra individualidad e
independencia.
También necesitamos aplicar la cruz a nuestra preferencia y gusto personales. Tenemos
nuestro gusto y nuestra preferencia, los cuales dañan la unanimidad. Necesitamos
recibir el suministro de Cristo, y también tenemos que recibir Su cruz todo el tiempo.
Con el tiempo tenemos que darnos cuenta de que todo el mundo y todas las cosas son
una cruz para nosotros. Nuestros parientes, nuestros hijos, los santos y nuestros
colaboradores cercanos llegan a ser la cruz que nos da la muerte. Este es nuestro
destino. El Señor Jesús es “Aquel que da la cruz”, quien nos asigna toda clase de cruces.
Sólo el Señor sabe con quién debemos casarnos. El Señor no tiene la intención de
darnos cónyuge, sino una cruz. Las hermanas solteras quizás tengan el deseo de adquirir
el mejor esposo, alguien que sea héroe, alguien capaz y que tenga un nivel de educación
elevado. Pero con el tiempo uno ve que tal esposo, en vez de ser héroe, es como un
“faraón” para ella. Su intención es adquirir el mejor esposo, pero la intención del Señor
es darle la cruz. Todos necesitamos comprender que la cruz de Cristo va a la par con el
suministro de Cristo. Sin el suministro, no podemos llevar la cruz. Pero sin la cruz, el
suministro del Señor es meramente una terminología para nosotros.

3. Sustentando a los creyentes


con el poder de la resurrección de Cristo
Los creyentes son sustentados con el poder de la resurrección de Cristo en
longanimidad, en el vínculo de la paz y en todas las necesidades positivas para que ellos
sean unidos y entrelazados, y para que se tenga el rico suministro de todas las
coyunturas y la operación de cada miembro en su propia medida. Esto significa que en
la vida de la iglesia, tenemos que ser uno. Usted debe estar unido a mí y yo a usted. En
el recobro del Señor, todas las razas con todos los diferentes colores —blanco, negro,
amarillo, morado y rojo— son combinadas juntas. Las gentes de esta tierra son distintas.
¿Cómo pueden todas estas gentes ser un solo Cuerpo? Hay un solo Cuerpo en el
universo, y lo expresamos en la tierra para que todos lo vean (véase el coro de Himnos,
#127). No queremos que los demás vean divisiones ni opiniones. Por eso tenemos que
estar unidos y entrelazados.

La única manera de ser realmente uno es aplicar la cruz y el poder de la resurrección de


Cristo. Su poder de resurrección es suficiente para nosotros. El nos da la cruz para que
la llevemos, pero también nos sostiene con el poder de Su resurrección. Así somos
transformados. Pablo dijo que él deseaba conocer a Cristo y el poder de Su resurrección
para que fuese conformado a la muerte de Cristo (Fil. 3:10). Debemos vivir y servir no
por nuestro poder natural, sino por el poder de la resurrección de Cristo.

B. Lograda exclusivamente por el Cristo redentor


La constitución de los creyentes en materiales preciosos por medio de la transformación
da por resultado el edificio práctico de Dios.

1. Localmente, en cada iglesia local


El edificio práctico de Dios se ve localmente en cada iglesia local, en la armonía de la
unanimidad estimulada por el único Espíritu en el único Cuerpo de Cristo.
2. Universalmente, en la unidad
de la Trinidad Divina
El edificio práctico también se ve universalmente en la unidad de la Trinidad Divina,
por la cual oró el Señor (Jn. 17) y la cual han de realizar los que aman al Señor (Jn.
17:26b) para el cumplimiento de la economía eterna de Dios según Su beneplácito (Ef.
3:9-10; 1:9). Sí existe la posibilidad de tener la unanimidad en la iglesia local y de
disfrutar la unidad universalmente en el Cuerpo de Cristo. Pero esto depende totalmente
de cuánto amamos al Señor, de cuánto recibimos al Señor, de cuánto amamos Su cruz, y
de cuánto vivimos no por nuestra energía, poder, fuerza y vigor, sino por el poder de Su
resurrección. La muerte que El sufrió en la cruz y el poder de Su resurrección han sido
añadidos al Espíritu compuesto (cfr. Ex. 30:23-25). Cuando vivimos por el Espíritu y
seguimos al Espíritu, tenemos la cruz y el poder de la resurrección de Cristo.

V. LA MAXIMA CONSUMACION
DE LA TRANSFORMACION PARA LA
COMPOSICION
Y CONSTITUCION DE LA NUEVA JERUSALEN
Ahora queremos ver la máxima consumación de la transformación para la composición
y constitución de la Nueva Jerusalén (Ap. 21:1-3, 9-23). La conclusión de los sesenta y
seis libros de la Biblia es un edificio divino, la Nueva Jerusalén. Este edificio es un
monte de oro, constituido de piedras preciosas y doce puertas de perla. Esto es el
resultado, la consumación, de la revelación completa de toda la Biblia. Ciertamente esto
tiene mucho significado. Con este propósito escribimos varios himnos relacionados con
la Nueva Jerusalén cuando hicimos nuestro himnario (véase Himnos, #271, #98, #272,
#273; Hymns, #975, #978, #979, #981, #984). Espero que aprendamos a cantar todos
estos himnos.

A. Viene exclusivamente
del Dios que dio origen al universo
La Nueva Jerusalén es puramente del Dios que da origen a todo en Su naturaleza divina,
representada por el oro puro de la base de la ciudad (vs. 18b, 21b). La Nueva Jerusalén
se edifica encima de un monte de oro, y ese oro es la base de la Nueva Jerusalén. Que la
ciudad sea de oro puro significa que la Nueva Jerusalén es totalmente de la naturaleza
divina de Dios y toma por elemento la naturaleza divina de Dios. Todos nosotros
tenemos a Dios en Su naturaleza divina dentro de nosotros como base según nuestro
nacimiento espiritual (2 P. 1:4).

B. Da como resultado
el edificio de Dios en la práctica
La santa ciudad en su composición y constitución es exclusivamente del Cristo redentor
en la obra de Su muerte todo-inclusiva y Su resurrección que suministra la vida. Su
muerte es todo-inclusiva y resuelve todos los problemas, y Su resurrección nos
suministra la vida todo el tiempo.

2. Representada por las perlas de las puertas


La obra del Cristo redentor en Su muerte vencedora y en Su resurrección que suministra
la vida, es representada por el elemento de las perlas de las puertas (Ap. 21:21a). Las
perlas representan los creyentes regenerados producidos por la muerte y la resurrección
de Cristo. Las perlas son producidas por las ostras en las aguas de muerte. Cuando una
ostra es herida por un grano de arena, segrega su jugo vital alrededor del grano de arena
y lo convierte en una perla preciosa. Esto da un cuadro de Cristo como el Ser viviente
que entró en las aguas de muerte, fue herido por nosotros, y segregó Su vida sobre
nosotros para hacernos perlas preciosas para la edificación de la expresión de Dios.

Las doce puertas de la ciudad son doce perlas, lo cual significa que la regeneración, a
través del Cristo que vence la muerte y segrega la vida, es la entrada a la ciudad. Esto
también indica que la muerte de Cristo más Su resurrección nos producirán como la
misma entrada para que la gente entre en la ciudad santa. Hoy en las iglesias locales
algunos hermanos son como puertas, por las cuales las personas puedan entrar en las
realidades de la ciudad santa.

Pablo dijo que debemos edificar la iglesia hoy con oro, plata y piedras preciosas (1 Co.
3:12a). En la Nueva Jerusalén habrá oro y piedras preciosas, pero no habrá plata. La
plata está en la iglesia hoy, pero será reemplazada por la perla en la Nueva Jerusalén. En
1 Corintios 3 tenemos plata porque en tipología la plata representa redención. La
redención resuelve el problema del pecado. Por la eternidad en la Nueva Jerusalén el
pecado será quitado y eliminado. Por lo tanto, en la eternidad no habrá necesidad de
redención, sino de perla, de regeneración. La redención quita el pecado; la regeneración
introduce la vida divina.

C. Lograda absolutamente
por el Espíritu que consuma
La composición y constitución de la Nueva Jerusalén consiste absolutamente del
Espíritu consumado en Su obra transformadora, representada por la esencia de las
piedras preciosas del muro y sus cimientos (Ap. 21:11, 18a, 19-20). Estas piedras
preciosas representan a los creyentes transformados (1 P. 2:5a) renovados por la obra
transformadora del Espíritu (Tit. 3:5; Ro. 12:2a).

D. Con seres humanos regenerados,


transformados y glorificados
La Nueva Jerusalén es puramente de Dios el Padre, exclusivamente de Cristo,
absolutamente del Espíritu, y de los seres humanos regenerados, transformados y
glorificados (Ap. 21:12b, 14b). Fuimos regenerados, estamos en el camino de la
transformación, y alcanzaremos la meta de la glorificación. El Dios Triuno será
plenamente mezclado con nosotros, las personas transformadas y glorificadas.
E. Allí no está el polvo de la humanidad
En la Nueva Jerusalén, no habrá polvo de la humanidad. Fuimos creados por Dios del
polvo de la tierra (Gn. 2:7). Somos personas polvorientas, porque somos hechos de
polvo. No es asunto de ser buenos o malos, sino de ser polvorientos o transformados.
Los hermanos tal vez presumen ser caballeros y las hermanas presumen ser damas, pero
en realidad son polvorientos. Por eso, cuanto más tiempo estamos en la vida de la
iglesia, más somos expuestos. Cuando entramos en la vida de la iglesia, estamos en
nuestra “luna de miel” en la vida de la iglesia. Pero después de la luna de miel todo se
hace contrario, porque todo el polvo brota. Luego todos saben que somos polvorientos.
No somos ni buenos ni malos, pero todos somos polvorientos. Pero no habrá polvo en la
Nueva Jerusalén.

F. Allí no está la planta de la vida humana


En la Nueva Jerusalén no habrá ninguna planta de la vida humana. Sólo habrá oro,
perlas y piedras preciosas. En la Nueva Jerusalén no habrá plantas ni árboles de la vida
vegetal que nos provean sombra, sino que Cristo mismo será nuestro dosel en la Nueva
Jerusalén. Esto es profetizado claramente en el libro de Isaías (4:5-6).

G. Allí no está la levadura del enemigo


En la Nueva Jerusalén no existirá la levadura del enemigo (Mt. 13:33; 1 Co. 5:6-8),
porque todos seremos transformados en perlas y piedras preciosas, las cuales no se
puede leudar. Tengo la carga de mostrar a todos los santos que si en verdad queremos
guardar la unidad por el bien del recobro del Señor, tenemos que aprender a ser
transformados. No debemos permanecer en la etapa de las plantas. Tenemos que ser
transformados de polvo a plantas, de plantas a materiales transformados y preciosos.
Entonces no habrá levadura alguna. Cuando no haya levadura, todo será puro, no habrá
problemas y la iglesia será edificada en paz con los santos transformados.

H. Es la expresión pura, exclusiva y absoluta,


en la manifestación corporativa,
del Dios Triuno procesado y consumado
mezclado con los hombres tripartitos regenerados,
transformados y glorificados, por la eternidad
La Nueva Jerusalén será la expresión pura, exclusiva, y absoluta en la manifestación
corporativa (Ap. 21:11) del Dios Triuno procesado y consumado (vs. 22-23), mezclado
con los hombres tripartitos, regenerados, transformados y glorificados por toda la
eternidad. Tenemos que leer y estudiar los bosquejos y los versículos que están en este
libro para ver cómo debemos vivir y actuar en la vida de la iglesia (cfr. 1 Ti. 3:15).
Luego la iglesia será edificada con los santos maduros y será edificada hasta lo sumo
con los santos transformados.
Necesitamos dedicar tiempo para leer con oración las referencias bíblicas, los bosquejos
y la comunión que se encuentran en este libro. Luego el Señor podrá guiarnos a una
comprensión del significado profundo de todos estos puntos.

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