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1. Una o varias personas pueden crear deliberadamente un grupo para lograr algún objetivo. Los individuos que deciden crearlo
juzgan que por medio de él conseguirán determinados propósitos que no serían posibles sin su existencia. Los propósitos que
se quieren lograr a través del grupo pueden ser muy variados. Hay grupos que se crean para llevar a cabo una tarea de forma
más eficiente, otro para resolver problemas…
2. Un grupo puede formarse espontáneamente porque las personas se asocian para satisfacer alguna necesidad. Es el caso de los
grupos informales dentro de las organizaciones, los clubes sociales o las pandillas juveniles. La función suele ser la
satisfacción de alguna necesidad de sus miembros. Su formación se basa en elecciones interpersonales voluntarias. Algunos
determinantes de este tipo de elecciones son la semejanza percibida en las personas, la complementariedad, la reciprocidad, la
proximidad o el balance positivo entre ventajas e inconvenientes de pertenecer al grupo.
3. Un conjunto de individuos puede convertirse en grupo porque otras personas los traten de un modo homogéneo. En este caso
está funcionando el proceso de categorización social que consiste en clasificar a las personas en grupos en función de alguna
característica compartida. Hay atributos que son más relevantes que otros como criterios de categorización. Dichos
individuos se consideran a sí mismos como miembros de ese grupo, y tanto su comportamiento como el de los demás hacia
ellos vendrá determinado en muchos casos por esa pertenencia grupal designada desde fuera. No es necesario que los
individuos interactúen entre sí para ser miembros de este tipo de grupos. Muchas veces ni siquiera se conocen. Que un grupo
se haya formado por designación externa no excluye la posibilidad de que cumpla también las mismas funciones que los
grupos espontáneos o los creados para alcanzar un objetivo.