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La realidad de los derechos humanos es tan rica de contenido que puede ser estudiada
desde diferentes perspectivas y por diversos saberes. No tiene sentido hablar de derechos
humanos sin aludir a su positivación. Para que los derechos humanos adquieran la
condición de "derechos subjetivos" o de "libertades públicas" precisan el reconocimiento
que procede de una norma jurídica. Desde esta consideración normativa, los derechos
humanos nacen de unas "fuentes" y requieren un conjunto de "garantías", que pertenecen
ambas -fuentes y garantías- al plano de lo jurídico. Solamente así se puede hablar con toda
propiedad de derechos humanos. Sin embargo, la categoría de derecho humano no agota su
significación en el terreno jurídico. Los derechos humanos son categorías jurídicas en
cuanto pertenecientes al ámbito del derecho positivo vigente, pero también; son categorías
éticas en cuanto expresan valores básicos intraducidos e intraducibles plenamente en el
campo de la norma jurídica. En síntesis, los derechos humanos son expresiones históricas
de la conciencia ético-jurídica de la humanidad. Para descubrir la dimensión ética de los
derechos humanos no se puede adoptar una metodología ahistórica, ya que se trata de
realidades insertas en el devenir de la conciencia ético-jurídica de los hombres. La
dimensión ética, inherente al mismo concepto de derechos humanos ejerce una función de
“orientación” en las declaraciones y en la positivación de los mismos. El reconocimiento
del valor ético de la persona es el punto de arranque de los derechos humanos. Estos
derechos sor originales, no dependen de ninguna instancia política ulterior, y con
siguientemente, son inalienables. Ellos no son "juzgados" por otras instancias, pero si
juzgan" toda estructura social. "Juzgan", ante todo, la forma configurativa del poder
político en su máxima expresión: el Estado.
El desarrollo de la Moral Social concreta consistirá en la explicitación del contenido de los
derechos humanos.
Las Naciones Unidas, preocupadas por cómo los derechos humanos pueden verse afectados
por la crisis del coronavirus, hacen un llamamiento para que los países aborden la pandemia
con un enfoque más cooperativo, global y basado en los derechos humanos. El Secretario
General António Guterres ha calificado esta pandemia como "una crisis humana". Todos
los artículos proclamados en la Declaración de los Derechos Humanos, giran en torno a tres
aspectos fundamentales: la libertad, la vida y la seguridad de todo ser humano. Durante este
tiempo de pandemia y crisis humanitaria, muchos de estos derechos pueden verse aún
mucho más vulnerados de lo que ya han sido en otras épocas. En un comunicado informal
dirigido al Consejo de Derechos Humanos el pasado 9 de abril, Michelle Bachelet, Alta
Comisionada para los Derechos Humanos, pidió medidas urgentes y detalladas para
evitar que el COVID-19 crease “mayores desigualdades” en todo este sufrimiento.
Como su nombre bien lo dice todos estos artículos de los Derechos Humanos, están
inmersos en una DECLARACIÓN UNIVERSAL, “sin distinción alguna de raza, color,
sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”, como afirma el segundo
artículo.
https://www.un.org/es/coronavirus/articles/proteger-derechos-humanos-coronavirus
¿Por qué es necesaria la Moral Social?
“Los seres humanos no hemos sido creados como individuos aislados. Vivimos en relación
y de relaciones. Tampoco la dignidad humana es estática, sino que es un proceso vivo.”1
En términos concretos, la Moral Social es necesaria para un recto proceder de las relaciones
humanas. El saber que esta sociedad no debe ser gobernada por un mero individualismo
intrascendente en beneficio de algunos, sino por una mirada global a favor de todos, e
incluso ir más allá de una sociedad que simplemente se hace llamar humana y justa (como
es presentada muchas veces de manera utópica) sino por un verdadero proyecto social que
sea equitativo, sería bueno, resaltar las palabras de Horst Köhler: “en el mundo
interconectado en el que vivimos no podemos apartarnos del camino de los otros ni
podemos cerrar los ojos ante su destino. Creo que estamos moralmente obligados a
ocuparnos de aquellos a los que les va mal. Es un mandamiento moral que sobrepasa lo
que se ha llamado concepción ilustrada de nuestro propio interés.”2
Teniendo en cuenta lo anterior, la moral social se hace mucho más necesaria en la medida
en que se ven más vulnerados los derechos de cada persona, y a la vez que, muchos
individuos no cumplen con sus respectivos deberes, obviamente, las organizaciones e
instituciones de cualquier ámbito: político, económico, religioso, no escapan de esta
realidad.
Ciertamente, puede resultar fácil hablar sobre estos temas; la moral, la ética, la justicia, los
derechos… etc. En el aspecto teórico, parece muy sencillo debatir estos aspectos, pero de
ahí, a materializar todo este discurso ético-moral, falta mucho camino por recorrer. Es
cierto, y no se puede negar, que ha habido avances para cumplir el ideal de una sociedad
con una recta visión de la moral, pero en la gran mayoría de las ocasiones, son mucho y
más notorios los aspectos negativos y oscuros que empañan la eticidad y la moralidad que
todo individuo e institución deben tener.
Para finalizar, sería bueno dar una visión alentadora de la realidad, pero esto podría
degenerar en una esperanza fútil, y en un proyecto irrealizable. Más bien, sería interesante
recordar el mito de Sísifo, y como este subía sin cesar aquella roca diariamente, y pensar,
1
H. Küng & A. Rinn-Maurer, La ética mundial entendida desde el cristianismo, 2008, p. 10.
2
Ibíd, p. 13
que en muchas ocasiones hacemos el “trabajo de Sísifo” tratando de sobrellevar aquel gran
peso de injusticia y corrupción, pero siempre, fuerzas más grandes que nosotros, se
empeñan en condenarnos a vivir generacionalmente en este bucle infinito. Quizá la
respuesta a todo esto, sea la que dijo el mismo Albert Camus, imaginar que Sísifo es feliz a
pesar de todo este absurdo.