Sei sulla pagina 1di 4

Derechos humanos y ética cristiana

La experiencia ética de la humanidad se concentra en un núcleo decisivo: la dignidad del


hombre. De este núcleo emanan y hacia él convergen todas las variaciones del ethos
humano. Aquí nos referimos a la dimensión social de esta experiencia ética: la ascensión de
la con ciencia de libertad social o civil en la humanidad. La expresión "derechos humanos"
es una formulación histórica, nacida dentro de la etapa moderna de la patria occidental, que
recoge 1as experiencias básicas de la dignidad humana. Nos colocamos, pues, en los
últimos siglos para asistir a la aparición del tema de las “libertades sociales”. La crítica de
Marx llevó el tema de las libertades a un nuevo planteamiento: la ascensión del
"proletariado” (la revolución de los obreros). En la interpretación liberal, el estado de
Derecho garantiza 1as libertades de los individuos. El aspecto del reconocimiento
progresivo de las “libertades sociales” debe ser completado con el de las “declaraciones de
los derechos” de la persona. De hecho, estas declaraciones son la concreción histórico-
jurídica de la toma de conciencia de las libertades sociales del hombre. Cabe preguntarse,
¿cuál ha sido la postura del cristianismo ante la toma de conciencia de las "libertades
sociales" y ante las declaraciones de los "derechos humanos"? El Concilio Vaticano II
ofrece en el conjunto de sus documentos, una exposición sistemática de los derechos
fundamentales del hombre. De un modo expreso proclama una actitud positiva ante esta
realidad de la época actual: "La Iglesia, pues, en virtud del Evangelio que se le ha confiado.
proclama los derechos del hombre y reconoce y estima en mucho el dinamismo de la época
actual, que está promoviendo por todas partes tales derechos”

La realidad de los derechos humanos es tan rica de contenido que puede ser estudiada
desde diferentes perspectivas y por diversos saberes. No tiene sentido hablar de derechos
humanos sin aludir a su positivación. Para que los derechos humanos adquieran la
condición de "derechos subjetivos" o de "libertades públicas" precisan el reconocimiento
que procede de una norma jurídica. Desde esta consideración normativa, los derechos
humanos nacen de unas "fuentes" y requieren un conjunto de "garantías", que pertenecen
ambas -fuentes y garantías- al plano de lo jurídico. Solamente así se puede hablar con toda
propiedad de derechos humanos. Sin embargo, la categoría de derecho humano no agota su
significación en el terreno jurídico. Los derechos humanos son categorías jurídicas en
cuanto pertenecientes al ámbito del derecho positivo vigente, pero también; son categorías
éticas en cuanto expresan valores básicos intraducidos e intraducibles plenamente en el
campo de la norma jurídica. En síntesis, los derechos humanos son expresiones históricas
de la conciencia ético-jurídica de la humanidad. Para descubrir la dimensión ética de los
derechos humanos no se puede adoptar una metodología ahistórica, ya que se trata de
realidades insertas en el devenir de la conciencia ético-jurídica de los hombres. La
dimensión ética, inherente al mismo concepto de derechos humanos ejerce una función de
“orientación” en las declaraciones y en la positivación de los mismos. El reconocimiento
del valor ético de la persona es el punto de arranque de los derechos humanos. Estos
derechos sor originales, no dependen de ninguna instancia política ulterior, y con
siguientemente, son inalienables. Ellos no son "juzgados" por otras instancias, pero si
juzgan" toda estructura social. "Juzgan", ante todo, la forma configurativa del poder
político en su máxima expresión: el Estado.
El desarrollo de la Moral Social concreta consistirá en la explicitación del contenido de los
derechos humanos.

La protección de los derechos humanos durante la crisis del COVID-19

Las Naciones Unidas, preocupadas por cómo los derechos humanos pueden verse afectados
por la crisis del coronavirus, hacen un llamamiento para que los países aborden la pandemia
con un enfoque más cooperativo, global y basado en los derechos humanos. El Secretario
General António Guterres ha calificado esta pandemia como "una crisis humana". Todos
los artículos proclamados en la Declaración de los Derechos Humanos, giran en torno a tres
aspectos fundamentales: la libertad, la vida y la seguridad de todo ser humano. Durante este
tiempo de pandemia y crisis humanitaria, muchos de estos derechos pueden verse aún
mucho más vulnerados de lo que ya han sido en otras épocas. En un comunicado informal
dirigido al Consejo de Derechos Humanos el pasado 9 de abril, Michelle Bachelet, Alta
Comisionada para los Derechos Humanos, pidió medidas urgentes y detalladas para
evitar que el COVID-19 crease “mayores desigualdades” en todo este sufrimiento.

A nivel general, los artículos más vulnerados, son los siguientes:

- Artículo 3. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad


de su persona. A nivel mundial, han fallecido a causa de este virus unas 471.000
personas aproximadamente, y la cifra se eleva de manera notable cada día. “Todos
nosotros, sin excepción, tenemos derecho a intervenciones que nos salven la vida.
Esta responsabilidad recae en el gobierno...”  —declaración conjunta de los expertos
en derechos humanos de la ONU.
- Artículo 25. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales
necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de
subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. Se puede afirmar
con toda claridad, que este es el artículo más vulnerable de todos, respecto a esta
emergencia sanitaria. Es cierto, que la cantidad de muertos es alarmante, pero las
consecuencias de este virus han “paralizado” la vida socio-económica de muchos
estados, de ahí que muchas familias se vean en situación de riesgo. En ese sentido,
es justo ver la situación de los desplazados: “Los desplazados internos sufren un
mayor riesgo de exposición al COVID-19 debido a su acceso limitado a la sanidad,
agua corriente, saneamiento, alimentos y a una vivienda digna. Con frecuencia son,
además, discriminados…” —Cecilia Jimenez-Damary, Relatora Especial de
Naciones Unidas para los Derechos Humanos de los Desplazados Internos.

Como su nombre bien lo dice todos estos artículos de los Derechos Humanos, están
inmersos en una DECLARACIÓN UNIVERSAL, “sin distinción alguna de raza, color,
sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”, como afirma el segundo
artículo.
https://www.un.org/es/coronavirus/articles/proteger-derechos-humanos-coronavirus
¿Por qué es necesaria la Moral Social?

“Los seres humanos no hemos sido creados como individuos aislados. Vivimos en relación
y de relaciones. Tampoco la dignidad humana es estática, sino que es un proceso vivo.”1

El hecho de preguntarse por la necesidad de la Moral, y en específico, de la Moral Social,


es urgente hoy más que nunca. La posibilidad de estudiar el comportamiento humano, sus
relaciones con la sociedad, y con los miembros de esta misma, implica tener una visión
holística de la realidad en la cual se mueve cada persona. Así pues, se puede hablar de un
Triángulo Moral Social, donde están implicados: el individuo, las instituciones y las leyes.

En términos concretos, la Moral Social es necesaria para un recto proceder de las relaciones
humanas. El saber que esta sociedad no debe ser gobernada por un mero individualismo
intrascendente en beneficio de algunos, sino por una mirada global a favor de todos, e
incluso ir más allá de una sociedad que simplemente se hace llamar humana y justa (como
es presentada muchas veces de manera utópica) sino por un verdadero proyecto social que
sea equitativo, sería bueno, resaltar las palabras de Horst Köhler: “en el mundo
interconectado en el que vivimos no podemos apartarnos del camino de los otros ni
podemos cerrar los ojos ante su destino. Creo que estamos moralmente obligados a
ocuparnos de aquellos a los que les va mal. Es un mandamiento moral que sobrepasa lo
que se ha llamado concepción ilustrada de nuestro propio interés.”2

Teniendo en cuenta lo anterior, la moral social se hace mucho más necesaria en la medida
en que se ven más vulnerados los derechos de cada persona, y a la vez que, muchos
individuos no cumplen con sus respectivos deberes, obviamente, las organizaciones e
instituciones de cualquier ámbito: político, económico, religioso, no escapan de esta
realidad.

Ciertamente, puede resultar fácil hablar sobre estos temas; la moral, la ética, la justicia, los
derechos… etc. En el aspecto teórico, parece muy sencillo debatir estos aspectos, pero de
ahí, a materializar todo este discurso ético-moral, falta mucho camino por recorrer. Es
cierto, y no se puede negar, que ha habido avances para cumplir el ideal de una sociedad
con una recta visión de la moral, pero en la gran mayoría de las ocasiones, son mucho y
más notorios los aspectos negativos y oscuros que empañan la eticidad y la moralidad que
todo individuo e institución deben tener.

Para finalizar, sería bueno dar una visión alentadora de la realidad, pero esto podría
degenerar en una esperanza fútil, y en un proyecto irrealizable. Más bien, sería interesante
recordar el mito de Sísifo, y como este subía sin cesar aquella roca diariamente, y pensar,

1
H. Küng & A. Rinn-Maurer, La ética mundial entendida desde el cristianismo, 2008, p. 10.
2
Ibíd, p. 13
que en muchas ocasiones hacemos el “trabajo de Sísifo” tratando de sobrellevar aquel gran
peso de injusticia y corrupción, pero siempre, fuerzas más grandes que nosotros, se
empeñan en condenarnos a vivir generacionalmente en este bucle infinito. Quizá la
respuesta a todo esto, sea la que dijo el mismo Albert Camus, imaginar que Sísifo es feliz a
pesar de todo este absurdo.

Potrebbero piacerti anche