La sociedad se conoce desde sus orígenes por sus comportamientos egoístas,
donde se celebra por el público que una persona tome pertenencias ajenas, dándole valor a la gallardía de este y tal vez el ingenio del cual hizo uso para superar a quien fue su rival, es la consecuencia de una sociedad falta de ética y una desigualdad social que solo refleja la mala administración de la institucionalidad que pregona valores que no tiene y descaradamente abusa de la gran mayoría de sus habitante de una forma frentera y grosera, socavando en los fondos dispuestos para la manutención y asistencia social, reclamando por la necesidad de recursos y la obligación que tenemos como ciudadanos de aportar al fondo común de impuestos, dinero que debe ser dirigido en una gran porción a la necesidades de los más vulnerables y las personas de los extractos bajos, donde se busca por medio del aporte de los extractos medios y altos, generar recursos para las personas de menores recursos, o por lo menos ese es el manifiesto de la norma, que muchas veces solo queda en letras y palabras usadas metódicamente por todos los demagogos políticos que en sus campañas no solo dejan ver sus mejores trajes, si no también que usan sus mejores palabras para conquistar la multitud de despistados que desconocen muchas veces la procedencia de las personas postuladas a los cargos políticos, en muchas otras ocasiones conociendo hechos donde se le endilgan procesos comprometedores o con pasados cuestionable reciben el apoyo popular, descociendo delitos comprobados en materia de investigación. Me gustaría manifestar que son casos aislados, pero en una sociedad laica, donde florece comunidades precarias de valores que generan mayores distancias en sus sectores sociales, ofreciendo panoramas con pocas oportunidades para las personas del sector bajo, y muchas más oportunidades para los pobladores con mayores recursos que simplemente deciden ser indiferente e indoloros al malestar ajeno, lo que le permite actuar a la jerarquías políticas que ofrecen paraísos fiscales para entidades financieras nacionales e internacionales los cuales soportan la economía local, por lo que aprovechando sus posición y conexiones, además de su alta liquidez, apoyan a los candidatos de su gusto quienes luego de tomar posesión se prestan a los favores de los grandes terratenientes nacionales, quienes anteriormente tuvieron el papel de financiadores de campaña, por lo que son cada vez más beneficiados por la política colombiana, lo que se convirtió en círculo vicioso de cada cuatro años que solo cambia el candidato pero en las sombras siempre conserva los mismo patrocinadores. La política en Colombia se volvió un profesión muy lucrativa, nuestros gobernantes que no contentos con esto distorsionan cuanto contrato tiene a su cargo, inflando los recursos invertidos o generando contratos fantasmas que se cumplen mediocremente o ni siquiera se comienzan, peor aún, se presentan casos donde se inician obrar con recursos estatales, lo cuales supuestamente se garantizan y estando a medio camino la obra que agotan la totalidad de estos, dando una explicaciones insípidas y abriendo procesos de investigación que tardan hasta décadas en ser resueltos. Desde hace varios años se habla de los amaños políticos de muchos de nuestros representantes estatales que tienen amplias carreras políticas de más de 20 años, evidencia de la poca rotación que tiene los cargos políticos, lo que puede explicar la poca innovación en la dirección económica y social en nuestro país. Una sociedad que vive del recuerdo de tiempos de guerra en los diferentes frentes sociales y que perpetuo como héroes a quienes le hacen frente a la delincuencia común o la disidencia guerrillera, sin importar el mal manejo de dinero público y se volvió popular el dicho “ eso sabe que todos roban”, naturalizando acciones delictivas y hasta justificando su actuar pues el pueblo siente que le debe grandes bondades al algunos gobernante que realizando su trabajo no hace más que oficial el accionar de los POT ya dispuesto desde meses e incluso años atrás, ganándose bondades con esfuerzos ajenos lo que es cada vez más popular en el país, abusando de la poca cultura que tiene en su gran mayoría los habitantes a quienes solo asisten con promesas que nunca se cumplirán, porque así se dispuso desde sus comienzos, solo se dijo de dientes para afuera buscando ganarse un voto mezquinamente. Son muchos las sociedades que padecen de los amaños políticos y se dice que boca abierta por los opositores que normalmente son independientes sin adhesiones de las mafias políticas, quienes denuncian que el país esta manejado desde hace varias décadas por las mismas familias que solo rotan el poder a gusto del pueblo, que normalmente es fácilmente manipulado y que le da poco valor al voto donde elige a sus gobernantes, lo que genera un escenario perfecto para corrupción que hoy podemos como sociedad. Algunas poblaciones viven al margen del accionar político a pesar de sus grandes riquezas naturales, que día a día son explotadas por inversores extranjeros que a buen precio consiguen explotar los recursos locales, dejando con ello un suelo desértica y muerta, el cual tendrá una lenta recuperación por varias décadas de años. La explotación de los recursos es muy lucrativa para el estado y es por ello que genera gran cifras en impuesto que se buscan transcribir en igualdad social por medio de subsidios pero nuevamente los amaños políticos y la corrupción hacen presencia para consumir gran parte de los recursos y en muchas ocasiones la totalidad, dejando cada vez más pobres zonas indígenas y ciudades con menores recursos y oportunidades para sus habitantes, un ingrediente más, que suma a la gran desigualdad que vivimos en nuestro hermoso país. La sociedad cada vez es más violenta y esto se debe en gran medida al desamparo de grandes extensiones de tierras que no son de gran provecho para el estado por lo cual les es indiferente sus condiciones de vida. Son muchas las ONG y fundaciones que denuncian por la falta de garantías estatales en zonas de una pobreza tan extrema que hay gran cantidad de muertos por desnutrición, lo que deber ser una lenta y tortuosa muerte hasta para el más valiente.