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2 Ricardo Haro
Manual de Derecho Constitucional 3
MANUAL DE
DERECHO C ONSTITUCIONAL
4 Ricardo Haro
Manual de Derecho Constitucional 5
Ricardo Haro
MANUAL DE
DERECHO
CONSTITUCIONAL
Colaboradores:
María José Cantaberta
Carlos Juárez Centeno
Hugo Zanatta
Córdoba
2011
6 Ricardo Haro
Haro, Ricardo
Manual de derecho constitucional. - 1a ed. - Córdoba :
Advocatus, 2011.
617 p. ; 23x16 cm.
ISBN 978-987-551-193-4
Ricardo Haro
Córdoba, julio de 2011
Manual de Derecho Constitucional 9
CAPITULO I
EL CONSTITUCIONALISMO.
EL DERECHO CONSTITUCIONAL
I. El constitucionalismo clásico
1. Principios primigenios
monarca y como órgano del que emana la ley; participación del Parla-
mento en la creación de impuestos; la prohibición de arrestar o poner
en prisión a ningún súbdito, sin el previo juicio de sus pares, etc.
plasman los principios e instituciones de las tres grandes revoluciones que por
orden cronológico, fueron sus fuentes inmediatas, a saber: a) La Revolución
Inglesa; b) La Revolución Norteamericana; y c) La Revolución Francesa.
a. La Revolución Inglesa
Destacamos dos documentos fundamentales
1. Agreement of the people (Acuerdo o pacto del pueblo)
Declaración elaborada en 1647, por el Consejo de Guerra de Oliver
Cromwell, durante la revolución puritana contra el rey Carlos I de Inglate-
rra. Era un pacto fundamental que distinguía entre los principios funda-
mentales (derechos inalienables de la Nación por encima de las leyes del
Parlamento) y los no fundamentales. No obtuvo sanción, a pesar de que
Jellinek sostuvo que fue el primer ensayo en Inglaterra de una constitución
escrita y ley suprema, por encima del Parlamento.
2. Instrument of Government (Instrumento de Gobierno)
Este documento promulgado por Cromwell en 1653, se considera la
única Constitución escrita de Inglaterra y el prototipo de la Constitución
de EE.UU. Sampay dijo que era “una Constitución a escala reducida”,
y Jellinek señala la paradoja de que “la idea de una Constitución escrita,
ha nacido en el Estado que precisamente hasta hoy, no ha tenido
ninguna”. Establecía la función ejecutiva a cargo del Protector y Consejo
de Estado, y la legislativa por el Parlamento de renovación periódica.
Posteriormente se fueron sucediendo diversas etapas revolucionarias
y es entonces cuando podemos señalar a Inglaterra como el país donde
comienza a plasmarse en las instituciones el constitucionalismo clásico. En
1688 se estableció la monarquía constitucional, como consecuencia de
la lucha entre el Rey y el Parlamento, quedando a partir de allí el poder real
limitado por la Cámara de los Comunes y los tribunales independientes
(limitación del poder).
b. La Revolución norteamericana
1. Los covenants
En la Iglesia puritana se formalizaron los covenants, que consistían
en pactos celebrados entre los fieles puritanos como fundamento del
poder que los ministros del culto adquirían sobre sus fieles, y de los
derechos y deberes de éstos respecto de sus correligionarios. Esta idea de
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c. La Revolución Francesa
1. Constitucionalismo francés
El constitucionalismo francés, junto al inglés y al norteamericano, ha
sido igualmente precursor y protagonista del constitucionalismo clásico. A
partir de la revolución de 1789, con su trascendental Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano, ejerció influencia a través de
todas sus constituciones y documentos que se fueron sucediendo desde
fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX (v.gr. la Constitución de 1848).
La declaración de los derechos individuales y la división de los
poderes, integran una superlegalidad constitucional, la cual, por otra parte,
encuentra sustentación además en principios fundamentales como: a) El
principio del pueblo como sujeto del gobierno, de la soberanía y de la
representación; b) La doctrina del poder constituyente y de los poderes
constituidos; c) La soberanía de la Nación, que se personaliza e institucionaliza
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1. Surgimiento
a. La cuestión social
La marginación de grandes masas de trabajadores y el deterioro de
sus relaciones con el capital, provocan la irrupción de la llamada cuestión
social, que reclama del Estado no sólo la protección de la libertad, sino
además, el aseguramiento y promoción de la justicia social.
Sigue la libertad como valor vigente y supremo don, que junto a la
vida, le fue dada al hombre para alcanzar su fin temporal: el desarrollo de
la personalidad y alcanzar así, la plenitud en la eternidad sobrenatural.
Ambos fines, sólo podrán ser alcanzados mediante el ejercicio de sus
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b. El enfoque socialista
Frente al enfoque individualista -señala Linares Quintana- que con-
ceptúa el Estado como un mal necesario que debe circunscribir su acción
al mínimo indispensable, surge entonces la concepción socialista, que
proclama como esencial la intervención del Estado y que, en la relación del
capital con el trabajo, no ve sino una lucha de clases que debe concluir en
la dictadura del proletariado (1).
Si bien Engels es quien desarrolla la teoría socialista del Estado, es
Marx quien mayor influencia ejerce en este movimiento, con su interpre-
tación económica de la historia, su teoría del valor atribuido al trabajo y su
creencia en la inevitable bancarrota del capitalismo. A pesar de esta
ideología, cuya pública y universal manifestación se produce a partir del
Manifiesto Comunista de 1848, lo cierto es que Marx no dejó ningún
proyecto de reorganización social.
(1) LINARES QUINTANA, Segundo V., Tratado de la ciencia del derecho constitucional, Alfa,
Bs. As., 1953, t. I, ps. 93-4.
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(3) En tal sentido bueno es recordar en Europa en la década del 70, las constituciones de
Suecia, de Grecia, de Portugal y la muy importante de España de 1978. En América,
entre otras, las constituciones y reformas de Venezuela de 1961, de Uruguay de 1967
con las reformas de 1989,1994 y 1996; de Brasil de 1988; de Perú de 1979 y 1993, de
Ecuador de 1983, Colombia 1991, de Paraguay de 1992; Argentina de 1994; de Bolivia
de 1994. Entre los documentos internacionales, merecen especial resalto, el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, ambos de la Asamblea General de las Naciones Unidas
de 1966 (ratificado por la ley 23.313 de 1986) y la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) de 1969 (ratificado por la ley
23.054 de 1984).
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(4) GONZÁLEZ CALDERÓN, Juan A., Curso de derecho constitucional, 3ª ed., Guillermo Kraft,
Bs. As., 1960, p. 14.
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c. Conclusión final
En síntesis, el derecho constitucional tiene estrecha relación con la
ciencia política, no solamente por significar una versión jurídica del poder
político, sino también por nutrirse de la interdisciplinariedad que requiere el
análisis de su fenomenología.
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Por ello coincidimos con Xifra Heras cuando afirma que el derecho
constitucional, es pues, el derecho fundamental del Estado, es el derecho
político por excelencia, el derecho más vinculado a la actividad política,
que es “actividad que crea, desenvuelve y ejerce poder” (Sánchez
Agesta) o, más concretamente, “actividad humana que se propone la
realización, mediante el poder, de un orden de convivencia libre y
voluntariamente admitido” (Ollero).
1. El realismo jurídico
(6) ROMERO, César Enrique, ob. cit., p. 11 y ss.; puede verse también este trabajo en
Jurisprudencia Argentina del 29/12/1971.
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c. Conclusión
Puede concluirse entonces, que al lado de la norma jurídica, de lo
jurídicamente previsto, hay otras instituciones, otras fuerzas políticas,
como hay métodos y finalidades que no son exactamente las señaladas en
las leyes fundamentales de cualquier país.
En síntesis, concluye Romero, nuestra postura tiende al conocimiento
del derecho constitucional, desde una óptica francamente realista, que
incluye normas, hechos y valores, que asumen vigencia fundacional.
Pensamos que el derecho constitucional de nuestro tiempo, no se agota ya
con el solo estudio de las constituciones o leyes fundamentales, sino que
debe necesariamente, esclarecer aspectos fácticos y considerar valores.
No es ya sola puridad normativa; es ello, sin duda y en gran proporción, pero
hay otros aspectos que los procesos históricos promueven -incluso sus
propias distorsiones- que deben computarse para arribar a la verdad de su
funcionamiento.
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2. El trialismo
(7) BIDART CAMPOS, Germán, Tratado elemental de derecho constitucional argentino, Ediar,
Bs. As., 1993, t. I, págs. 77/82.
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CAPITULO II
LA CONSTITUCION
I. El poder constituyente
1. Doctrina y concepto
que encierre una voluntad que por suprema se pudiese considerar omnipo-
tente. Ello no es así, pues no debemos olvidar que tanto el poder político
como el Estado, encuentran su legitimidad en la consecución del bien
común que está al servicio del desarrollo del hombre, por lo cual esa
supremacía del P.C. sólo puede entenderse dentro de esa misión servicial
personalizante y en los límites que establece el derecho natural como
manifestación racional de los derechos innatos y fundantes de la dignidad
de la persona humana, límites que por tales comprenden también al P.C.D.
Por ello coincidimos con Linares Quintana cuando afirma: “por encima
del plano del derecho positivo, toda comunidad política, al ejercitar
tan esencial facultad soberana, está naturalmente constreñida a
respetar ciertos valores naturales y absolutos -como la libertad y la
dignidad del hombre, la justicia, etc.- que están por encima del
constituyente y del legislador”.
De otro lado, es preciso señalar que otro de los límites al P.C.O., es
el referido además al “modo de ser” de la comunidad política, es decir, a
sus creencias, valores y comportamientos, que le configuran un cierto
“estilo de vida”, una determinada idiosincrasia social que constituye una
verdadera barrera para el P.C. que se atreva a ignorarla, imponiendo por
ejemplo la forma monárquica de gobierno. Como prueba de ello, basta
recordar que tanto la Constitución de 1819 y fundamentalmente la de 1826
fracasaron, entre otras causas, por su decisión de pretender imponer una
forma de Estado unitario o de unidad de régimen, a una comunidad política
que creía y sustentaba una creencia y un modo de ser federalista.
Finalmente, es preciso señalar que asimismo pueden existir límites que
surjan de normas del derecho internacional que obliguen su respeto por
el P.C.O.
5. Poderes constituidos
2. Rígidas y flexibles
a. Concepto racional-normativo
Este concepto -peculiar del constitucionalismo clásico- representa la
aplicación al campo jurídico-político de la razón humana procurando
descubrir la identidad de una constitución que, como fruto de la racionali-
dad, posee una validez universal, para todos los tiempos y todos los
estados. De allí que este concepto racional-normativo, se apoya en los
siguientes presupuestos de la Constitución:
a) Es un sistema de normas emanadas de la razón; b) Escritas y
supremas en el orden jurídico; c) Establecidas de una sola vez en un cuerpo
codificado, es decir, una Constitución formal; d) Cree en la posibilidad de
una planificación jurídica racional del acaecer político; e) Cree en la
eficacia de la norma jurídica para organizar y promover la realidad política
que deberá necesariamente adecuarse a ella; f) Tiene como objetivo la
seguridad y el bienestar, principios de valor universal; g) La Constitución
exige dos condiciones: la garantía de los derechos individuales y la
división de poderes; h) Sólo puede ser reformada por métodos y órganos
especiales; de allí su rigidez; i) La Constitución supone el principio de
validez normativa y tiene vocación hacia el futuro de la sociedad.
b. Concepto histórico-tradicional
El concepto histórico-tradicional, surge antagónicamente al con-
cepto racional-normativo, representando la oposición entre razón o
racionalismo e historia o historicismo. Ahora bien, la historia excluye por
esencia toda consideración generalizadora, pues es el reino de lo indivi-
dual, que continuamente deviene y está en constante transformación, si
bien con la permanencia de ciertos elementos originarios. Para este
concepto, la Constitución tiene las siguientes características:
a) No es un producto de la razón, sino una estructura jurídica
resultado de la transformación histórica de un pueblo; b) No es la
creación de un acto único y total, sino de actos parciales reflejos de
situaciones, usos y costumbres; c) Al ser fruto de la tradición histórica de
un pueblo, tiene una conformación y una legitimidad particular sólo para
ese pueblo; d) No es necesariamente codificada, sino que se va haciendo
con la costumbre y el derecho consuetudinario; e) No existe diferencia
entre la Constitución y las leyes ordinarias pues la Constitución
responde a la situación o circunstancia de cada momento histórico; f) Esta
concepción supone el principio de legitimidad y se afinca en el pasado.
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c. Concepto sociológico
El concepto sociológico de Constitución es la proyección del
sociologismo en el campo constitucional, como concepción científica y una
actitud mental que de alguna manera, relativiza la política, el derecho y la
cultura, a situaciones sociales que imponen su propia legalidad. Este
concepto sociológico se enraíza en la Constitución material.
a) La Constitución es primordialmente una forma de ser, y no de
“deber ser”, y no es resultado de la razón ni de la historia, sino derivación
de las situaciones y estructuras sociales del presente; b) La Constitu-
ción no se sustenta en una norma trascendente, universal y genérica, sino
que cada sociedad tiene su propia “legalidad”, rebelde a la pura
normatividad. El ser actual de la sociedad, tiene su propia estructura, de
la que emerge o a la que debe adaptarse el “deber ser”; d) Esta concepción
supone el principio de vigencia y se afinca en el presente.
a. Constitución normativa
Para ser real y efectiva, la C. tendrá que ser observada lealmente por
todos los interesados y tendrá que estar integrada en la sociedad estatal y
ésta en ella. Solamente en este caso cabe hablar de una C. normativa,
cuando sus normas dominan el proceso político, y a la inversa, el proceso
del poder se adapta a las normas de la C. y se somete a ellas. El autor nos
dice que en estos casos la C. es como un traje que sienta bien y que se
lleva realmente.
b. Constitución nominal
Una C. podrá ser jurídicamente válida, pero si la dinámica del proceso
político no se adapta a sus normas, la C. carece de realidad existencial,
lo cual no deberá ser confundida con la frecuencia de cierta práctica
constitucional diferente del texto constitucional. La C. nominal implica que
los presupuestos sociales y económicos existentes en el momento actual
operan gravemente contra una concordancia absoluta entre las nor-
mas constitucionales y las exigencias del proceso del poder. La función
primaria de la C. nominal es educativa; su objetivo es, en un futuro más o
menos lejano, convertirse en una C. normativa. En este caso, el traje
cuelga durante cierto tiempo en el armario y será puesto cuando el
cuerpo nacional haya crecido.
c. Constitución semántica
Finalmente hay casos en los cuales, si bien la C. será plenamente
aplicada, su realidad normativa no es sino la formalización de la existente
situación del poder político en beneficio exclusivo de sus detentadores, que
disponen del aparato coactivo del Estado. En lugar de servir a la limitación
del poder, la C. es el instrumento para estabilizar y eternizar la interven-
ción de los dominadores, mediante la conformación del poder en su
beneficio ya sea una persona individual (dictador), una junta, un comité, una
asamblea o un partido. Siguiendo el símil anterior, el traje no es en
absoluto un traje, sino un disfraz.
y violada desde los poderes del Estado y desde los poderes sociales, no
podemos caer en el facilismo de que la “C.N. no se cumple”. Pensamos que
la C.N. participa de caracteres de los tipos normativa y nominal.
V. El contenido de la Constitución
1. Partes
2. Normas constitucionales
(1) La Corte Suprema de Justicia de la Nación en el leading case “Angel Siri” del 27/12/
1957, sostuvo este sentido operativo de las normas cuando pronunciándose en favor
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a. Nociones introductorias
En este punto, junto a nuestras reflexiones y las de la doctrina,
daremos especial atención y reseñaremos el moderno pensamiento en el
tópico que junto a otros autores que cita, desarrolla con tanta enjundia y
amplitud, Segundo V. Linares Quintana en su última obra Tratado de
interpretación constitucional.
En materia de interpretación constitucional -señala-, coincidimos con
nuestra posición referida a la metodología para el estudio y la investigación
del derecho constitucional, que es contraria a la de la pureza metodológica
que fatal e inexorablemente conduce a la unilateralidad, a través de una
visión parcial e incompleta del fenómeno jurídico constitucional.
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b. Método y enfoque
Por otra parte -según Linares Quintana-, no debe confundirse el
método con el enfoque o modo de acercamiento o aproximación, como
vías de acceso al conocimiento, independientemente de toda preocupación
de articularlas en un proceso intelectual lógico. Consideramos que el
intérprete constitucional, para cumplir correctamente su compleja y delica-
da misión -que es determinar el verdadero y cabal significado y alcance de
las normas y comportamientos constitucionales- debe utilizar todos los
criterios o enfoques metodológicos que resulten más adecuados para
lograr dicha finalidad, evitando la peligrosa e inevitable unilateralidad a la
que lo llevaría, el empleo excluyente de uno o varios enfoques, dejando de
lado otros, lo que le impediría alcanzar la visión integrativa y total de una
correcta interpretación.
Así las cosas, reseñaremos los enfoques que en nuestro entender son
los básicos más importantes.
c. Enfoque semántico
Este enfoque va de la mano de un enfoque gramatical coadyuvante,
pues si bien tiene en cuenta para la interpretación de las normas constitu-
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d. Enfoque histórico
Este enfoque histórico se presenta como indispensable, para poder
desentrañar correctamente el sentido y el alcance de las normas y de los
comportamientos constitucionales, considerando la norma constitucional
en su formación y en su continuidad a través del tiempo, porque ella, en
sustancia, no puede considerarse ajena a la compleja experiencia de la vida
de un pueblo.
Para aplicar este enfoque interpretativo (denominado exegético por
otros), es necesario analizar, por un lado, los antecedentes normativos e
institucionales que se fueron dando en el proceso histórico de nuestra
organización nacional y que luego dieron origen a las normas constitucio-
nales; y por otro lado, indagar sobre cuál fue la voluntad o la intención de
los constituyentes que las sancionaron, para lo cual es preciso examinar en
los Diarios de Sesiones, los informes de comisiones y el debate en el
plenario de la Convención pertinente.
e. Enfoque sistemático
Debiendo tener el orden jurídico la unidad esencial que le asegure su
existencia y su vigencia, es necesario que logre la sistematización de todos los
principios y las normas que lo integran, de acuerdo con las reglas cardinales de
supraordinación, subordinación y coordinación de modo tal, que no puedan
existir válidamente contradicciones en sus contenidos o interpretaciones.
d. Enfoque teleológico
Según este enfoque, de trascendental importancia en la interpretación
constitucional, debe atenderse siempre al contenido teleológico o
finalista de Constitución y de las normas que la integran, como lo es
la protección y garantía de la libertad y de la dignidad del hombre, valores
superiores frente a un eventual conflicto con los intereses del gobierno. En
que en su finalidad, cada norma constitucional, encuentra su razón de ser
y la legitimidad de su existencia, y en caso contrario, se bastardea su
existencia en la frustración precisamente de su causa final.
De allí que en este enfoque, los grandes fines constitucionales
enunciados en nuestro Preámbulo, juegan un papel de decisiva trascenden-
cia en la interpretación teleológica de nuestra Constitución Nacional,
como lo son “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la
paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y
asegurar los beneficios de la libertad”. No en vano Alberdi, afirmaba que
“conviene pues, que el Preámbulo exprese sumariamente los grandes
fines de su instituto. Abrazando la mente de la Constitución, vendrá
a ser la antorcha que alumbre el sendero de la legislación y señale el
rumbo de la política del gobierno” (4).
(3) La C.S.J.N. ha sostenido inveteradamente que “no puede constituir criterio interpretativo
válido el de anular unas normas constitucionales por aplicación de otras, sino que debe
analizarse el conjunto como un todo armónico, dentro del cual cada disposición ha de
interpretarse de acuerdo con el contenido de las demás”.
(4) La C.S.J.N. ha sostenido invariablemente que la Constitución ha de ser interpretada
teniendo en cuenta los grandes fines que informan a la Ley Suprema del país.
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(5) LINARES QUINTANA, Segundo V., Tratado de la ciencia del derecho constitucional, Plus
Ultra, Bs. As., 1978, t. 3.
(6) Fallos 33:193; 214:436; 255:332.
(7) Fallos 171:87; 241:181.
(8) Fallos 200:176; 267:219.
(9) Fallos 211:1637; 236:103; 240:319.
(10) Fallos 241:300; 256:592.
Manual de Derecho Constitucional 55
CAPITULO III
ANTECEDENTES HISTORICOS.
REFORMA CONSTITUCIONAL
1. En el ámbito político-institucional:
2. En el ámbito socio-jurídico
1. La Constitución de 1819
a. Orígenes
El Congreso de Tucumán, que había sido convocado en virtud de lo
dispuesto por el Estatuto Provisional de 1815, luego de la trascendental
Declaración de la Independencia el 9 de Julio de 1816 y de la toma de
diversas decisiones políticas, designó a mediados de 1817 una comisión que
64 Ricardo Haro
b. El esquema constitucional
La integran seis secciones, divididas en varios capítulos específicos:
a) La primera dedicada a la Religión del Estado.
b) La segunda al Poder Legislativo, de estructura bicameral, integra-
do por una Cámara de Representantes, uno por cada 25.000 habitantes o
fracción de 17.000, y un Senado de tinte corporativo, integrado por un
senador por provincia, tres senadores militares, un obispo y tres eclesiásti-
cos, un senador por cada Universidad y el director de Estado mandato
concluido.
c) La tercera organiza el Poder Ejecutivo que será ejercido por un
director del Estado, que durará cinco años en sus funciones y cuya
elección será realizada por ambas cámaras en conjunto, con la mayoría
absoluta de cada Cámara, pudiendo ser reelegido por un nuevo período,
siempre que obtenga una mayoría superior a los dos tercios en cada una
de ellas.
d) La cuarta, referida al Poder Judicial el que será ejercido por una
Alta Corte de Justicia compuesta de siete jueces y dos fiscales, designa-
dos por el director del Estado con noticia y consentimiento del Senado.
e) La quinta, intitulada Declaración de Derechos, con dos capítulos,
Derechos de la Nación y Derechos de los Particulares.
f) La sexta, dedicada a la Reforma Constitucional.
La promulgación de la Constitución fue el detonante que produjo su
rechazo por la gran mayoría de la opinión política del país, porque no
compartía los lineamientos fundamentales en cuanto a la organización del
poder en las Provincias Unidas.
Manual de Derecho Constitucional 65
c. Un juicio crítico
La Constitución de 1819, manifiesta Julio B. Lafont, es un trabajo
institucional preparado por jurisconsultos, cuyas condiciones no estaban al
alcance de los pueblos y de los caudillos que debían observarla. Era un traje
magnífico -continúa- pero equivocado en las medidas e inepto por consi-
guiente para el cliente a quien se destinaba. Aquella Constitución estable-
cía como base el centralismo, sin tomar en cuenta las manifestaciones
federales de los caudillos y de los pueblos. Se quería amoldar los pueblos
a una Constitución, en vez de amoldar las instituciones a la organización
político-social existente. Su carácter monárquico, su desconocimiento
absoluto de las tendencias y anhelos populares, la destinaban al fracaso.
2. Constitución de 1826
a. Antecedentes
Esta Constitución fue sancionada el 26 de diciembre de 1826, por el
Congreso General Constituyente de 1824 que sesionó en Buenos Aires
hasta 1827 y, que sancionando la ley creando el Poder Ejecutivo Nacional
Provisorio, el 7 de febrero de 1826 eligió para ese cargo a Bernardino
Rivadavia. De acuerdo a los antecedentes históricos, en la pugna entre los
hombres con tendencias unitarias y centralistas y los de raigambre federal,
esta Constitución debió afrontar la decisión de adoptar un sistema federa-
lista o unitario para la organización nacional.
No era una cuestión meramente técnica, sino trasunto fiel de la honda
y dramática controversia que conmovía al país, mientras los constituyentes
elaboraban su obra. Toda la normación restante, revisada sobre la base de
la Constitución de 1819, se limitó a retocar, suprimir o reformar las
cláusulas que habían suscitado mayor oposición en aquélla, y en algunos
pocos casos, a incluir en el texto disposiciones antes omitidas. a hecho más
que perfeccionar la Constitución de 1819 (Legón y Medrano).
b. El diseño constitucional
Precedida de un extenso Manifiesto del Congreso General Constitu-
yente a los pueblos de la República Argentina, está compuesta por 191
artículos divididos en 10 secciones y algunas en capítulos. La Sección Primera,
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c. Razones de su no vigencia
Sabiendo el gobierno de las posiciones adversas de varias provincias,
se resolvió enviar comisionados del Congreso ante los respectivos gobier-
Manual de Derecho Constitucional 67
a. Antecedentes
Producida la renuncia de Rosas por haber sido derrotado por Urquiza
en la Batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852, éste se reúne con algunos
gobernadores, y el 6 de abril se firma el llamado Protocolo de Palermo,
Manual de Derecho Constitucional 69
c. Su importancia institucional
El Acuerdo no creaba ni innovaba, se limitaba a restaurar el art. 16 del
Pacto Federal, es decir, volvía a la solución de 1831 postergada capricho-
samente por Rosas invocando que no había llegado la oportunidad de
organizar a la Nación y sancionar la Constitución, sino que previamente
debían organizarse los gobiernos provinciales (Longhi).
Este trascendental Acuerdo fue aprobado por todas las provincias,
con la única excepción de Buenos Aires, que lo rechazó en la Legislatura
en sesiones vergonzosas, en la que se mezclaban posiciones favorables y
contrarias, en medio de insultos y barras amenazantes. Los porteños de
tendencias centralistas, invocaron su temor de que el Gral. Urquiza se
transformase en un nuevo dictador por las facultades otorgadas en los aps.
14 y 15 del Acuerdo, pero además temían perder la capital de la República
y sobre todo, perder lo que por décadas habían defendido egoístamente: su
aduana y los ingentes recursos que les brindaba al gobierno provincial.
Ante ello Urquiza declaró caducos los poderes Ejecutivo y Legislativo
provinciales, designando gobernador provisorio al Gral. José Miguel Galán,
pero el 11 de noviembre de 1852, estalló una revolución inspirada por
Valentín Alsina, la cual, habiendo triunfado reinstaló la Legislatura, comen-
zando así los años de la separación de Buenos Aires del resto de las
provincias, que recién concluiría en 1860.
Manual de Derecho Constitucional 71
a. Los prolegómenos
Antes que nada, deseamos destacar que porque consideramos de
trascendental importancia que los estudiantes de D.C. se pongan en
contacto directo con algunos antecedentes constituyentes, hemos creído
indispensables transcribirlos en letra chica.
Dando cumplimiento a lo dispuesto por el Acuerdo de San Nicolás, los
diputados constituyentes de cada provincia fueron llegando a la ciudad de
Santa Fe en noviembre de 1852. La tónica de este Congreso -según Abad
de Santillán- el más auténticamente nacional de todos los celebrados hasta
allí, mostraba una conformación especial con tres sacerdotes -uno liberal-,
trece abogados, un médico, un estanciero, dos industriales, dos intelectua-
les, y dos políticos, todos de actuación más o menos prolongada, muchos de
ellos verdaderas glorias de la cultura, el derecho y la política.
No se oculta a Urquiza ni a los diputados, los obstáculos y peligros que
implica la organización definitiva de la República, en ausencia y con la
oposición de la provincia mayor. Sin embargo, la necesidad de esa
organización y la dura experiencia vivida, inyectan en todos la inquebran-
table voluntad de sancionar la Constitución Nacional (Zarini).
El Congreso comenzó sus sesiones preparatorias el 15 de noviembre
y el día 20 se instaló definitivamente con todos sus diputados, excepto
lógicamente los de Buenos Aires, y por otra parte, los de San Juan (que
se incorporaron en febrero de 1853), eligiéndose presidente a Facundo
Zuviría (Salta).
principal obstáculo para la realización de ese voto, sofocado, pero vivo en todo nuestro
territorio, desde el litoral hasta las cordilleras... Después de la victoria de Caseros, no
quise hacer ostentación de un triunfo sobre hermanos, sino hacerme garante de una
capitulación entre miembros de una misma familia. Yo no he juzgado durante mi residen-
cia en Buenos Aires, las opiniones, ni medido los hombres por sus antecedentes políticos.
La sangre derramada en Caseros, en nombre de la libertad, era demasiado noble para
que sirviese a otro objeto que el de redimir a los argentinos de sus errores.
c. Respuesta de Zuviría
Respondiendo al mensaje de Urquiza, el presidente del Congreso,
Zuviría, entre otros conceptos, expresó en la persona del ministro Peña:
Decidle que los Representantes del pueblo Argentino, fieles a la gloria de Caseros y
de su héroe, fieles a los principios por él proclamados,… no los traicionarán jamás, sino
que, asociados a él, a su gloria y a sus principios, sabrán consolidarlos, consolidando el
programa de unión, orden, libertad, olvido y confraternidad, inscriptos en su bandera
como el único lema digno de la época y de los Pueblos Argentinos... El Soberano Congreso
General Constituyente que acabáis de declarar instalado, fiel a su mandato y a la confianza
de los pueblos que representa, no los traicionará….ni permitirá que la empañen la
injusticia, la calumnia o la ingratitud, porque es gloria nacional, y su depósito le está
confiado por el voto de los pueblos... Nuestra marcha, Señor, juramos que responderá a los
deseos, a los sentimientos, a la dignidad, a la gloria de la Confederación Argentina” (2).
(1) RAVIGNANI, Emilio, Asambleas constituyentes argentinas, Casa Jacobo Peuser, Bs. As.,
1939, t. VI, Segunda Parte, ps. 1014/16.
(2) RAVIGNANI, Emilio, ob. cit., t. IV, ps. 413 y 468.
Manual de Derecho Constitucional 73
d. La Comisión Redactora
Ya formalmente instalado el Congreso, el 24 de diciembre designó la
Comisión Redactora del Proyecto de Constitución que estuvo integrada,
por orden alfabético, por los diputados Pedro Díaz Colodrero (Corrientes),
Pedro Ferré (Catamarca), José Benjamín Gorostiaga (Santiago del
Estero), Juan María Gutiérrez (Entre Ríos), Manuel Leiva (Santa Fe), a
los que en febrero se agregaron Santiago Derqui (Córdoba) y Martín
Zapata (Mendoza). Posteriormente, para reemplazar a Ferré se elige a
Salustiano Zavalía (Catamarca) y para sustituir a Derqui, es designado
Juan del Campillo (Córdoba).
La Comisión, después de laboriosa faena, presentó el Proyecto de
Constitución en la sesión del 18 de abril de 1853, y comenzó su tratamiento
el 20 de abril con un discurso de presentación de Gorostiaga quien entre
otros párrafos, señaló:
Está abierta la discusión del Proyecto de Constitución... En esta discusión creo que
sólo pueden examinarse dos puntos: 1) La naturaleza de la forma de Gobierno que sirve
de base al Proyecto; y 2) La necesidad de su deliberación. El primer punto está predeter-
minado por el Tratado del 4 de enero de 1831 y por el Acuerdo del 31 de mayo de 1852.
La Constitución de la Confederación Argentina debe ser federal. La Comisión ha obser-
vado estrictamente esta base organizando un gobierno general para la República,
dejando subsistentes la Soberanía e Independencia de las Provincias. Su Proyecto está
vaciado en el molde de la Constitución de los Estados Unidos, único modelo de verdadera
federación que existe en el mundo. En cuanto al segundo punto, juzgo superfluo manifes-
tar que la sanción de la Constitución es urgente y que los pueblos la reclaman con
exigencia; porque el Congreso conoce muy bien que la Constitución es el más poderoso
elemento de pacificación para los pueblos; el único recurso que nos queda para estable-
cer el orden, y salvar a la Confederación de la disolución y de la anarquía (3).
e. Las deliberaciones
Las deliberaciones se desarrollaron de modo intenso, y en ciertos
temas harto polémicas, entre el 20 y el 30 de abril. La Constitución Nacional
jurada el 1º de mayo, fue elevada al general Urquiza quien como director
provisorio la promulgó el 25 de Mayo, siendo jurada por todas las provincias
el 9 de Julio de 1853, con la única excepción de Buenos Aires.
(3) BIDEGAIN, Carlos María, Cuadernos del Curso de Derecho Constitucional, Abeledo-
Perrot, Bs. As., 1981, t. IV.
74 Ricardo Haro
1. Aproximación al tema
3. Etapa preconstituyente
este modo se evita facilitar las tendencias reformistas de los que siempre
creen que los males institucionales encuentran su origen en supuestas
falencias normativas, y no en los perniciosos comportamientos personales
e institucionales que sí deben modificarse (5).
Por otra parte, sostenemos que esta posición se ha visto reforzada a
partir de la reforma de 1994, cuando el art. 75 inc. 22 prescribe que un
tratado o convención sobre derechos humanos aprobado por el Congreso,
requerirá el voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros
de cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional.
No obstante ello, la práctica institucional nos muestra que para la
votación de la declaración de la necesidad de la reforma, se computaron los
miembros presentes para las leyes 234 (1860), 171 (1866) y 13.233 (1949);
y la totalidad de miembros para las leyes 3507 (1898) y 23.409 (1993),
criterio que ha quedado consolidado para el futuro.
d. Carácter de la declaración
La historia institucional nos pone de manifiesto que las diversas
declaraciones de necesidad formuladas por el Congreso en las reformas
constitucionales habidas, han tomado “forma” de ley y se les ha asignado su
pertinente número, como vemos a continuación: a) ley 234 (1860); b) ley
171 (1866); c) ley 3507 (1898); d) ley 13.233 (1949); e) ley 24.309 (1994).
Esta presentación como “leyes”, es una pura “formalidad” que no
afecta la “sustancialidad” de ser un acto declarativo que se agota en sí
mismo, como expresión de la voluntad reformista del Congreso, y en
ejercicio de la facultad privativa que le otorgó el poder constituyente
originario. Por ello, la declaración de necesidad no se trata de una ley
ordinaria del Congreso, pues en tal caso, podría ser vetada por el Poder
Ejecutivo, lo que es categóricamente inadmisible. Por el contrario, afirma-
mos que es una competencia suprema del Estado en cabeza del Congreso,
(5) Este tema fue debatido ampliamente en la Convención de 1949, entre la bancada de la
Unión Cívica Radical que sostenía que los 2/3 de votos debía tomarse sobre la totalidad
de los miembros de cada Cámara, mientras que la representación del Partido Peronista
sostuvo que el cómputo debía hacerse sobre los miembros presentes que hacen quórum.
Desde la perspectiva doctrinaria, salvo alguna aislada discrepancia, en la actualidad es
prácticamente unánime el criterio, al que siempre adherimos, en el sentido de que los
2/3 deben ser tomados sobre el total de los miembros de cada Cámara.
78 Ricardo Haro
4. Etapa constituyente
a. Competencia temporal
La Convención sólo tiene competencia decisional, durante el tiempo
que le ha fijado para sus sesiones la declaración de necesidad del
Congreso, que generalmente ha sido de 30 o de 90 días. En ningún caso se
puede “auto-prorrogar” las sesiones.
(6) Linares Quintana, González Calderón, Sánchez Viamonte, Frías, Bidegain, Bidart
Campos, Vanossi, Spota, Ekmekdjian, Sagüés, entre muchos otros.
Manual de Derecho Constitucional 79
b. Competencia material
En lo referente a sobre qué materias puede pronunciarse la Conven-
ción al momento de realizar la reforma constitucional, cabe señalar como
principio aceptado unánimemente por los precedentes convencionales y
doctrinarios el siguiente: La Convención sólo tiene atribuciones para
tratar las normas o partes de la Constitución, cuya reforma ha sido
declarada necesaria por el Congreso, por lo que no puede ella por sí
misma, declarar la necesidad y entrar a considerar otras normas u
otras partes.
Esta posición fue sobradamente fundada en la Convención
Reformadora de 1898, tanto porque al comenzar las deliberaciones de los
tres temas propuestos por la ley 3507, el diputado Gregorio Romero
presentó un proyecto de resolución en el sentido señalado, como por similar
posición que sentó el diputado Ferrer al debatirse una solicitud de 22.000
habitantes pidiendo que la Convención suprimiese toda disposición en
materia religiosa. Como la moción de Ferrer fue aprobada, implícitamente
quedó aprobado el proyecto de resolución del convencional Romero (7).
(7) El proyecto del diputado Romero decía: “La Convención Nacional resuelve expresar
que se considera autorizada solamente para deliberar sobre los artículos de la Consti-
tución, cuya reforma ha sido declarada necesaria por la ley 3507, del 23 de septiembre
de 1897”. Argumentó de la siguiente manera: “... Paréceme necesario resolver esta
cuestión de alta importancia: ¿puede la Convención presente ocuparse en discutir
asuntos no comprendidos en la ley de su convocatoria? Considero, señor Presidente,
que... las entidades colectivas deben empezar por conocer su propia naturaleza, sus
propios deberes; por contar y medir el número y alcance de sus facultades y de sus
atribuciones, pues de otra manera se corre el formidable peligro, de atribuirse facultades
que no se tiene o de exagerar aquellas que se poseen, y ambos despeñaderos llevan
necesariamente al despotismo...”. Este proyecto pasó a estudio en la Comisión, y
precisamente en esas circunstancias, resulta que el ciudadano Juan Gutiérrez presentó
una solicitud de 22.000 habitantes de la República, pidiendo se suprima de la
Constitución Nacional, toda disposición sobre religión determinada. El diputado Ferrer
sostuvo: “Yo creo que la Convención no puede ocuparse de esta solicitud, por cuanto
la materia a que se refiere no se halla comprendida en los puntos que motivan la
Convención y que fijan el límite de sus facultades y de sus atribuciones... No puede
ponerse en discusión, ni someterse a estudio siquiera. Evidentemente se halla fuera de
los puntos que han motivado la Convención; luego, no puede ser tomada en conside-
ración. Es por esta razón que pienso que esa solicitud no debe seguir trámite ninguno,
y que debe devolverse a los interesados”.
80 Ricardo Haro
la prohibición de la reforma hasta pasados 10 años (art. 30), dado que estos
requisitos en el caso no se habían cumplido.
Las reformas más significativas sobre el texto de la Constitución de
1853, las podemos sistematizar, al solo efecto de tomar conocimiento de
ellas con el número entre paréntesis, del artículo correspondiente al texto
de 1860, sin entrar al análisis de sus contenidos, pues ello será materia del
desarrollo de la asignatura.
b. Normas suprimidas
Además de las mencionadas en los arts. 30 y 51, tenemos las
siguientes supresiones: a) La mención de la ciudad de Buenos Aires como
capital de la Confederación (3); b) La revisión por el Congreso de las
constituciones provinciales (5, 67 inc. 28 y 106); c) La ejecuciones a lanza
o cuchillo (18); d) Los gobernadores y miembros de la Cámara del juicio
político (45); e) Número de jueces y fiscales de la Corte Suprema (94); f)
La competencia de la justicia federal en los conflictos de los poderes
públicos de una provincia y en los recursos de fuerza (100).
c. Normas agregadas
a) Libertad de expresión (32); b) Los derechos no enumerados (33);
c) Incompatibilidad de funcionarios judiciales (34); d) Denominaciones
oficiales del Estado (35).
d. Normas modificadas
a) Se limitan los derechos de exportación hasta 1866 (4 y 67 inc. 1);
b) Se modifican el procedimiento y causales de la intervención federal (6);
c) La prohibición de conceder preferencias a un puerto respecto de otro
(12); d) La libertad de los esclavos que se introduzcan al país (15); e) La
salvedad para la provincia de Buenos Aires de los tratados ratificados (31);
f) Unificación de diputados en la provincia de Buenos Aires (38); g) Ser
natural de la provincia o con residencia para los diputados (40); h) Causales
juicio político (45); i) No supresión de aduanas en las provincias al tiempo
de su incorporación (67 inc. 9); j) Competencia federal o provincial en la
aplicación de los Códigos (67 inc. 11); k) Los poderes reservados por las
provincias por pactos al tiempo de su incorporación (104).
82 Ricardo Haro
1. La reforma de 1866
2. La reforma de 1898
3. Constitución de 1949
5. La Convención de 1957
IX La reforma de 1994
2. Ley 24.309
b. Temas habilitados
Luego, en el art. 3º, y bajo el título “Temas que son habilitados por
el Congreso Nacional para su debate por la Convención Constituyen-
te”, se enumeran diez y seis temas de relevancia institucional.
El artículo se refirió en diferentes parágrafos y entre otros, a los
siguientes temas: A) Fortalecimiento del régimen federal; B) Autonomía
municipal; C) Posibilidad de la incorporación de la iniciativa y de la consulta
popular como mecanismos de democracia semidirecta; D) Actualización
de las atribuciones del Congreso y del P.E. nacional previstas en los arts.
67 y 86 C.N.; E) Establecer el Defensor del Pueblo, y el Ministerio Público
como órgano extra-poder; F) Institutos para la integración y jerarquía de los
tratados internacionales; G) Regulación constitucional de los partidos
políticos, sistema electoral y defensa del orden constitucional; H) Preser-
vación del medio ambiente y defensa de la competencia, del usuario y del
consumidor; I) Garantizar la identidad étnica y cultural de los pueblos
indígenas; J) Sanción del habeas corpus y del amparo.
Manual de Derecho Constitucional 87
c. La cláusula cerrojo
En el art. 5º se dispone que “los temas indicados en el art. 2º
(“Núcleo de Coincidencias Básicas”) de esta ley de declaración debe-
rán ser votados conjuntamente, entendiéndose que la votación afir-
mativa importará la incorporación constitucional de la totalidad de
los mismos, en tanto que la negativa importará el rechazo en su
conjunto de dichas normas y la subsistencia de los textos constitucio-
nales vigentes”.
Por esta disposición, que un lúcido jurista denominó “cláusula cerrojo”
y que fue rechazada por la opinión casi unánime de los constitucionalistas,
en nuestro criterio, el Congreso como poder legislativo constituido,
estableció una doble imposición a la Convención que ejerció el poder
constituyente derivado: a) La Convención debe aprobar o en su caso
rechazar, la totalidad de las cláusulas insertadas en el art. 2º, con lo cual
no podía existir aprobación o rechazo parcial; b) La Convención debe votar
la formulación que de dichas cláusulas ha realizado el Congreso.
A su turno, el art. 6º dispuso categórica y dogmáticamente que “serán
nulas de nulidad absoluta todas las modificaciones, derogaciones y
agregados que realice la Convención Constituyente apartándose de la
competencia establecida en los arts. 2º y 3º de la presente declaración”.
d. Críticas
Ahora bien, la atribución del Congreso de señalar partes o artículos de
la Constitución, expresando los motivos y fines que respaldan la reforma
solicitada (ver el apart. VI. 3. e), no puede ser ampliada como en la ley
24.309, por verdadero “exceso o desviación de poder” por parte del
Congreso, toda vez que tratándose de un poder constituido, no puede
llegar al extremo de explicitar los contenidos y redacción de los artículos
a reformar, función indelegable del poder constituyente derivado de la
Convención. En el caso de la ley 24.309, existió por el Congreso un
ejercicio simultáneo del poder constituyente y el legislativo constitui-
do. La Convención se vio obligada a declinar la función constituyente que
le compete, y se limitó a cumplir una actitud meramente “fedataria”,
dando fe de que tomó conocimiento o, como se ha dicho, “firmando un
contrato de adhesión” formulado por el Congreso. En este caso, se dio
el absurdo de que en definitiva, el poder constituyente derivado, lo estaba
ejerciendo en la realidad, un poder constituido como lo es el Congreso de
la Nación.
88 Ricardo Haro
e. Reforma sancionada
La Convención sancionó todas las reformas del Núcleo de Coinci-
dencias Básicas y casi todas las propuestas en los Temas Habilitados,
cuyo análisis iremos realizando durante el desarrollo del curso.
No obstante todas las serias objeciones que señalamos en lo
procedimental, nobleza obliga a reconocer que la reforma de 1994, a pesar
de estas irregularidades, alcanzó plena legitimidad por la manifiesta y
amplia libertad que existió tanto en las elecciones de los diputados como
en la participación en los debates y deliberaciones por los representantes
de la totalidad de las agrupaciones políticas. Más allá de algunas
discrepancias, la sociedad también la legitimó, aunque sea con un tácito
consentimiento, por lo cual esta reforma de 1994 obtuvo un amplio y general
consenso que vino a legitimarla definitivamente.
Manual de Derecho Constitucional 89
CAPITULO IV
LA CONSTITUCION ARGENTINA
(1) BIDART CAMPOS, Germán, Historia política y constitucional argentina, Ediar, Bs. As.,
1976, t. I.
Manual de Derecho Constitucional 91
1. Constitución y cultura
(6) ECHEVERRÍA, Esteban, Dogma Socialista y otras página políticas, Ediciones Estrada, Bs.
As., 1948.
Manual de Derecho Constitucional 97
(7) LAFONT, Julio B., Historia de la Constitución Argentina, F.V.D., Bs. As., 1953, t. II.
(8) ALBERDI, Juan Bautista, Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la
República Argentina, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba,
2002.
98 Ricardo Haro
b. Antecedentes inmediatos
Entre los antecedentes inmediatos -según Colautti- que utilizó la
Comisión Redactora de en 1853, integrada por los convencionales consti-
tuyentes Díaz de Colodrero, Ferré, Gorostiaga, Gutiérrez y Leiva, comisión
a la que luego se incorporaron los convencionales Derqui, Zapata y Zavalía,
fueron de especial relevancia la Constitución de 1826, el Proyecto de
Constitución de Alberdi y la Constitución de los EE.UU. y sus diez primeras
enmiendas, todo lo cual surge del anteproyecto redactado por Gorostiaga (11).
Pensamos que no puede obviarse a la Constitución chilena de 1833 que
influyó a través del proyecto de Alberdi.
c. La Constitución de 1826
Es antecedente directo de la de 1853 respecto de varias normas
referidas a la organización de los poderes Ejecutivo y Legislativo, sus
atribuciones, las de cada una de sus cámaras, las prerrogativas e inmuni-
dades de sus miembros, de la formación y sanción de las leyes y las
responsabilidades y facultades de sus ministros. Cabe destacar que existen
66 artículos de la Constitución de 1826 -de los cuales, 46 provienen del texto
de la Constitución de 1819- que son antecedentes directos del texto de la
Constitución de 1853.
(10) RAVIGNANI, Emilio, Asambleas constituyentes argentinas, Casa Peuser, Bs. As., 1937 y
1939, t. IV.
Manual de Derecho Constitucional 103
1. Aproximación al tema
V. El Preámbulo
1. Sentido y función
2. La significación de su contenido
d. Afianzar la justicia
Afianzar la justicia no consistía mera ni exclusivamente en organizar
el “poder judicial” mediante la creación de tribunales y la designación de
magistrados. No es sólo el servicio de justicia como función estatal, sino
que el valor justicia presida todos los comportamientos individuales
y sociales, superando espurios egoísmos.
La justicia a que alude el Preámbulo -bien sostiene César Enrique
Romero- es el valor justicia como que tiene en la igualdad de oportunida-
des (art. 16), en los derechos fundamentales (art. 14), en la realización del
bien común y la prosperidad de todos los habitantes (arts. 67 inc. 16 y 107
-hoy 75 inc. 18 y 125-), sus manifestaciones primigenias. Es la justicia que
se promete afianzar, para todo el pueblo de la república, a quien débese
asegurar bienestar y prosperidad generales.
La justicia como perspectiva axiológica que el Preámbulo la hace
derivar de Dios como su fuente prístina -continúa- no es mera declaración,
sino promesa cuya realización es obligación de todos los poderes estatales,
porque la libertad alcanzará a ser verdad, cuando se nutra de justicia.
110 Ricardo Haro
(15) BIDEGAIN, Carlos María, Curso de derecho constitucional, Abeledo-Perrot, Bs. As.,
1995, t. II.
112 Ricardo Haro
(16) Derecho constitucional argentino, J. Lajouane Editores, Bs. As., 1917, t. I, p. 327.
Manual de Derecho Constitucional 113
CAPITULO V
SUPREMACIA CONSTITUCIONAL
I. Aproximación al tema
(1) KELSEN, Hans, Teoría pura del derecho, Eudeba, Bs. As., 1967, ps. 147/8.
Manual de Derecho Constitucional 115
(2) ROMERO, César Enrique, Estudios constitucionales, Imp. Universidad de Córdoba, 1959,
ps. 200/1.
(3) EISENMANN, Charles, Etablessement et revisiondes Constitutions en Amerique et en
Europe, París 1893, p. 1.
116 Ricardo Haro
a. La validez formal
Aquí se juzgan los aspectos formales del dictado de cualquier acto
estatal, tanto los referidos al órgano competente, como al procedimiento
fijado por la norma superior (v.gr. una ley nacional debe ser sancionada por
el Congreso, y de acuerdo al procedimiento establecido en la Constitución
Nacional para la formación y sanción de las leyes).
b. La validez sustancial
Aquí ya no nos interesan las formas procedimentales que pueden estar
debidamente cumplimentadas, sino la sustancia o contenido dispositivo
Manual de Derecho Constitucional 117
2. El constitucionalismo estadounidense
(6) HAMILTON, MADISON y JAY, El Federalista, Fondo de Cultura Económica, México, 1957.
Manual de Derecho Constitucional 121
a. El texto constitucional
Nuestros padres fundadores al sancionar la Constitución Nacional de
1853/60, siguiendo el sistema norteamericano, receptaron la supremacía
constitucional en el art. 31 al disponer: “Esta Constitución, las leyes de
la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los
tratados con las potencias extranjeras, son la ley suprema de la
Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a
conformarse a ella, no obstante cualquier disposición en contrario
que contengan las leyes o constituciones provinciales, salvo para la
provincia de Buenos Aires, los tratados ratificados después del pacto
del 11 de noviembre de 1859”.
a. El texto constitucional
A partir de la reforma de 1994, el ámbito de la supremacía constitu-
cional se ha ampliado notablemente a poco que se repare en la nueva
124 Ricardo Haro
disposición del art. 75 inc. 22 cuando prescribe en las partes pertinentes que
aquí nos interesan, lo siguiente:
Art. 75.- Corresponde al Congreso:
...inc. 22. Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás
naciones y con las organizaciones internacionales y los concordatos
con la Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen jerarquía
superior a las leyes. A continuación, nomina diez documentos internacio-
nales referidos a los derechos humanos disponiendo que en las condicio-
nes de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan
artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben
entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella
reconocidos... Los demás tratados y convenciones sobre derechos
humanos, luego de ser aprobado por el Congreso, requerirán del voto
de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada
Cámara para gozar de la jerarquía constitucional.
a. Fundamentos
El sistema de control de constitucionalidad ejercido por los tribunales
de justicia, es el adoptado por nuestra Constitución y por el cual se ha
pronunciado la amplia mayoría de la doctrina y de los Estados tanto en el
continente americano como en el europeo, afianzando así la novedosa
justicia constitucional.
Este sistema se funda en dos presupuestos cardinales:
1) Se lo considera como el que más favorece el principio de la división
y equilibrio de los poderes, en tanto como bien señala Linares Quintana,
el control jurisdiccional de constitucionalidad no solamente tiende a prote-
128 Ricardo Haro
(7) HARO, Ricardo, Control de constitucionalidad, 2ª ed., Zavalía, Bs. As., 2008, ps. 266/82.
Manual de Derecho Constitucional 129
1. Principios fundamentales
Por ello debe ser considerada como última ratio del orden jurídico, por
lo que sólo debe ejercerse cuando una estricta necesidad lo requiera y la
repugnancia con la cláusula constitucional, es manifiesta y la incompatibi-
lidad inconciliable” (8).
presume que los poderes del Estado, actúan en un todo de acuerdo con las
prescripciones de la Constitución. En caso contrario, deberá recurrirse
como medida extrema al planteo y prueba de la inconstitucionalidad ante
los tribunales de justicia del P.J. (11).
a. Causa judicial
El art. 116 C.N. habilita la competencia de los tribunales federales
para conocer y decidir en las “causas” que menciona. A su vez, la ley 27
de 1862, determinó categóricamente en su art. 2º, que la justicia federal
“...sólo ejerce jurisdicción en los ‘casos contenciosos’ en que es requerida
a instancia de parte”. De modo sinónimo, se han entendido las palabras
“causas” o “casos contenciosos”, como “juicio”, “litigio”, “pleito”.
134 Ricardo Haro
(17) HARO, Ricardo, Control de constitucionalidad, cit., ps. 13 a 57, donde puede verse un
amplio desarrollo de la acción declarativa de inconstitucionalidad.
Manual de Derecho Constitucional 137
CAPITULO VI
EL ESTADO FEDERAL ARGENTINO I
Hugo Zanatta
I. El federalismo argentino
1. Introducción
3. El federalismo
d. Recepción constitucional
No es difícil encontrar en nuestro plexo normativo constitucional las
normas que claramente consagran el federalismo. Así, el art. 121 C.N.
expresa: “Las provincias conservan todo el poder no delegado por
esta Constitución al gobierno federal, y el que expresamente se hayan
reservado....”; el art. 5º en cuanto reconoce esa autonomía, pero expre-
samente fija a las provincias los requisitos que deben cumplimentar al
momento del dictado de sus propias constituciones; el art. 6º, en cuanto el
gobierno federal asegura la subsistencia, integridad y autonomía de las
provincias, recurriendo en situación límite a la intervención federal, como
medida extrema que le puede imponer a una provincia. Asimismo, debemos
atender a los arts. 122, 123, 124 C.N., entre otros.
(1) FRÍAS, Pedro J., Cuestiones de Estado, Die Deutsche Bibliothek - CIP Einheisaufnahme,
Munster, Lit, 1998.
146 Ricardo Haro
f. Nuevos horizontes
Una cosa es que el gobierno central ayude, colabore, coopere con las
provincias asumiendo un rol subsidiario, pero éste debe: coordinar, contro-
lar, promover y ayudar; pero: coordinar sin especular; controlar sin anular;
promover sin marginar y ayudar sin presionar (2). Pero la realidad social,
política, institucional y económica, demuestra que esa subsidiariedad
es perversa y estranguladora de las libertades provinciales.
Hay constituciones provinciales, como la de Córdoba, que en su
normativa expresan categóricamente la necesidad de un nuevo federalismo
y los medios para consolidarlo. Así, por ejemplo, en su art. 16 establece y
consagra la denominada: Cláusula federal.
En todo caso, el federalismo deberá rendir examen día a día, defendido
vigorosamente por las autoridades provinciales, protagonistas inteligentes
y tenaces que deberán lograr paulatina pero firmemente, la recuperación
de esa decadencia o crisis, para que de este modo, al decir de Frías, el
“federalismo viva” no sólo como una fragmentación del poder, sino como
una asociación de sus competencias.
En definitiva, creemos que pese a la realidad institucional que acaba-
mos de describir, nuestro espectro social y político en cada provincia, es y
será el directo responsable de la suerte de nuestro federalismo, pues así
como lo fue en las últimas décadas para afianzar la democracia como
modo de convivencia política en el respeto por los derechos y garantías, hoy
debe ser protagonista vigoroso para asegurar, resguardar, proteger y
revertir este federalismo y las autonomías provinciales, buscando
afanosamente afianzar un “federalismo de concertación”.
(2) FRÍAS, Pedro J., Federalismo como sistema, separata de Anales de la Academia Nacional
de Ciencias Morales y Políticas, Bs. As., 1977, t. 5, p. 3.
Manual de Derecho Constitucional 147
4. Caracteres
(3) BARRERA BUTELER, Guillermo, Provincias y Nación, Ciudad Argentina, Bs. As., 1996, p.
41.
148 Ricardo Haro
1. Concepto
(art. 128 C.N.) o por medio de los representantes que las provincias tienen
en el Senado de la Nación.
3) Principio de coordinación: Significa que tanto el ejercicio de
competencias por parte de la Nación o las provincias, debe desarrollarse
sobre pautas de armonía, prudencia, cautela y lealtad. Expresa Zarza
Mensaque que esta relación de coordinación, se exterioriza en el ejercicio
de los llamados poderes concurrentes, en cuanto importa el ejercicio de
acciones tanto por el gobierno federal como por las provincias hacia la
prosecución de metas comunes.
Barrera Buteler destaca que toda auténtica relación federal procura
la “unión en la diversidad” y se asienta sobre tres principios básicos
fundamentales: solidaridad, subsidiariedad y participación. La prime-
ra, es correlativa de la unión; la segunda, de la diversidad y, la tercera, es
el reaseguro de ambas.
a) La solidaridad es la fuerza moral que impulsa la voluntad de
relacionarse para vivir en común, sentirse parte del todo con otros estados
particulares o comunidades, no siendo o actuando ajena a las realidades de
otras comunidades; cooperando hacia el logro de metas comunes, con
responsabilidades compartidas en los éxitos y fracasos.
b) La subsidiariedad importa determinar claramente la no injerencia
o interferencia del órgano de gobierno federal en la vida interna de las
provincias, usurpándoles competencias; debe cumplir con una función
asistente, coordinadora y de impulso, para sostenerla ante la necesidad que
pueda atravesar la provincia.
c) La participación significa que cada decisión del gobierno federal,
no es sino producto de la suma de decisiones de los estados particulares
-provincias-. Es decir que la formación de la “voluntad general” es
consecuencia de la participación activa de las comunidades menores.
Alberdi sostiene que debe quedar claro que el gobierno nacional no es ajeno
o independiente al de las provincias, dado que “es el elegido, creado y costeado
por las provincias. Les pertenece del mismo modo que sus gobiernos
locales; con la sola diferencia de que en vez de pertenecer a cada una
aisladamente, pertenece a todas ellas reunidas en cuerpo de Nación”.
150 Ricardo Haro
(4) ALBERDI, Juan Bautista, Derecho público provincial argentino, Ciudad Argentina, Bs.
As., 1998, p. 32.
(5) HAMILTON, Alexander, El Federalista, Fondo de Cultura Económica de México, México,
s/año, p. 320.
(6) Citado por BARRERA BUTELER, Provincias y Nación, Ciudad Argentina, Bs. As., 1996, p.
302.
Manual de Derecho Constitucional 151
a. Poderes delegados
A continuación abordaremos de manera simultánea los poderes
delegados por las provincias y, por lo tanto, prohibidos a las provincia en
su relación con el gobierno federal, atento que ambas denominaciones o
clasificaciones esbozadas residen en el mismo argumento central ya que
“son poderes de cuyo ejercicio deben abstenerse individualmente los
Estados reunidos en cuerpo de Nación” (7).
(7) ALBERDI, Juan Bautista, Derecho público provincial, Ciudad Argentina, Bs. As., 1998,
p. 37.
152 Ricardo Haro
Seguridad interna y externa, art. 75 incs. 16, 27, 28; art. 99 incs.
1,11, 12, 14, 15, 16 C.N.
Establecer tribunales inferiores a la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, art. 75 inc. 20 conc. art. 108 C.N.
Resolución en caso de guerra con otra provincia, conflictos o
pleitos entre provincias que deben ser dirimidos ante la C.S.J.N., art. 75
incs. 13, 7; arts. 116 y 127 C.N.
Legislación en establecimientos de utilidad nacional, art. 75 inc.
30 C.N.
Reforma de la Constitución Nacional, art. 30 C.N.
Dictar leyes y reglamentos necesarios para poner en ejercicio los
poderes precedentes y todos los concedidos por la Constitución al gobierno
de la Nación Argentina, art. 75 inc. 32 C.N. (ex 67 inc. 28). En este marco
ingresan los denominados poderes implícitos que retiene el gobierno
federal.
En definitiva, las competencias receptadas en los arts. 75, 99, 116 y
117 C.N.
b. Poderes conservados
Aun cuando estos poderes conservados por las provincias fueren
remanentes, residuales, e innumerables, a manera ejemplifijativa pode-
mos enunciar:
Autonomía plena. Ello importa, dictarse sus propias constituciones
en el marco de lo dispuesto por los arts. 5º y 123 C.N., pudiendo además
elegir a sus gobernantes, legisladores y demás autoridades. Determinar y
ejecutar a través del presupuesto y programa de gobierno, las políticas
económicas y financieras del Estado provincial.
Poder de policía. Ejerciendo esta potestad de limitar los derechos y
garantías de los individuos por medio de normas, en aras de resguardar la
seguridad, salubridad, moralidad, orden público y bienestar general de los
habitantes dentro del marco de su competencia y sobre la base de los
principios de razonabilidad y legalidad, arts. 28, 19, 75 inc. 30 y 122 C.N.
Régimen electoral. Estableciendo los sistemas electorales aplicables
para las elecciones de los gobernantes y autoridades creadas por la
Constitución provincial.
Administración de justicia local. Ello comprende la organización y
funcionamiento del Poder Judicial, como así también el dictado de los
códigos de procedimientos, arts. 122, 123, 125, conc. art. 5º C.N.
154 Ricardo Haro
c. Poderes concurrentes
Al decir de Alfredo Mooney, “son aquellos que se ejercen al mismo
tiempo, sobre la misma materia y en la misma forma”, tanto por la
Nación, como por las provincias. Por nuestra parte, decimos que ello es así,
siempre que en ese ejercicio simultáneo, no fuere incompatible la acción de
ambas esferas de gobierno, en cuyo caso existe una supremacía de la
atribución federal por encima de la provincial (art. 31 C.N.).
Por lo general, estos poderes concurrentes son todos aquellos que
hacen al progreso y al bienestar de la sociedad ya sea en lo social, en lo
económico, en lo educativo, en lo cultural, en lo sanitario, caminos,
infraestructuras, etcétera.
Poder de policía. Es un claro supuesto en que esta facultad puede ser
ejercida tanto por la Nación o por las provincias de manera exclusiva dentro
de sus respectivas jurisdicciones, art. 75 incs. 19 y 30, pero de manera
conjunta en la medida que no interfieran en el cumplimiento de sus fines.
Manual de Derecho Constitucional 155
1. Su recepción constitucional
(8) CORDEIRO P INTO, Luis, Derecho público provincial, Depalma, Bs. As., 1987, p. 60.
Manual de Derecho Constitucional 157
(9) ROMERO, César E., Derecho constitucional, Zavalía, Bs. As., 1976, p. 277.
Manual de Derecho Constitucional 159
(13) SAGÜÉS, Néstor Pedro, Elementos de derecho constitucional, Astrea, Bs. As., 1997, t.
II, p. 13.
162 Ricardo Haro
CAPITULO VII
EL ESTADO FEDERAL ARGENTINO II
I. Intervención federal
1. Nociones preliminares
(2) SAGÜÉS, Néstor Pedro, Elementos de derecho constitucional, Astrea, Bs. As., 1997, t. II,
p. 39.
166 Ricardo Haro
e. Clasificaciones
Analizadas las causales de intervención, las agruparemos siguiendo
las clasificaciones más relevantes, presentadas por la doctrina constitucio-
nal, a saber:
1) Motu proprio, como derecho o reconstructivas: el gobierno
federal declara la intervención federal sin necesidad de solicitud por parte
de las autoridades locales, es decir por motu proprio (Bidart Campos), en
ejercicio de una facultad constitucional o como derecho (Joaquín V.
González), a fin de reconstruir (González Calderón) la autonomía afecta-
da por el incumplimiento de los requisitos exigidos a las constituciones
por el art. 5º, o para reconstruir la forma republicana de gobierno violada
(art. 6º C.N.).
Ambas causales son consecuencia del mal accionar del propio gobier-
no local.
168 Ricardo Haro
4. Efectos de la intervención
a. Intervención parcial
Cuando la intervención no alcanza a todos los órganos del poder local,
es parcial. Si abarca al P.E., el gobernador es reemplazado por el
interventor federal, y si afecta al P.L., la Legislatura se disuelve. Si se
interviene al P.J., el interventor no puede cumplir funciones judiciales. Se
le reconoce la facultad de reorganizar el órgano judicial, quedando sus
miembros en comisión, pudiendo el interventor remover jueces y designar
nuevos, a fin de asegurar la administración de justicia.
170 Ricardo Haro
b. Intervención amplia
Amplia se la considera cuando se interviene a todos los órganos de
gobierno local, en forma conjunta o sucesiva, con las consecuencias
analizadas precedentemente.
Ahora bien, en caso de una intervención amplia y que esté sesionando
en la provincia una convención constituyente local, nosotros entendemos
que la intervención no podría declarar disuelta a la convención que ejercita
el poder constituyente provincial, salvo el caso excepcional de que este
ejercicio pudiese ser la causa originaria de la intervención federal, por
afectar la supremacía del derecho federal sobre el local.
5. El interventor federal
a. Contenido y límites
El Estado federal tiene unidad territorial, es decir, un solo territorio
integrado por provincias, la Capital Federal, la CABA (que desde 1994
comparte el territorio con la Capital), y por las Islas Malvinas, Georgias del
Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondien-
tes (Cláusula Transitoria Primera de la C.N.)
Las provincias como entidades políticas del Estado federal son para
la Corte Suprema, personas de existencia necesaria, que comparten los
elementos constitutivos de todo Estado.
Cada provincia cuenta con su territorio, cuya integridad está
garantizada por la Constitución Nacional, al requerirse el consentimiento
de la Legislatura provincial ante la pérdida de parte de éste, para ser
federalizado (art. 3º C.N.), o para erigir una nueva provincia (art. 13 C.N.).
La Corte Suprema ha sostenido, siguiendo doctrina de su similar estadouni-
dense, que el Estado federal es una “unión indestructible de estados
indestructibles”.
Sin embargo, la garantía de integridad territorial no es absoluta
ya que el gobierno federal tiene la facultad de “arreglar” los límites del
2. La Capital de la República
a. Reseña histórica
Desde el inicio del proceso emancipador, la ciudad de Buenos Aires
ha tenido un papel preponderante en el desarrollo de la vida institucional de
la confederación primero y de la federación después. Quizás por eso y por
el poderío económico que ostentaba, los representantes de las provincias
reunidos en Santa Fe en 1853, dispusieron que las autoridades nacionales
residirían en la ciudad de Buenos Aires, “que se declara capital de la
Confederación por una ley especial”. La ley fue sancionada el 4 de mayo
de 1853, y supeditó su vigencia a la aprobación de la provincia de Buenos
Aires, la cual no sólo no la aprobó sino que en 1854 dictó su propia
Constitución, como Estado independiente.
Mientras tanto el gobierno federal, por ley de 1853, estableció como
capital provisoria de la Nación a la provincia de Entre Ríos, pero en 1858,
por ley 201 la federalización se limitó sólo a la ciudad de Paraná.
Con la reforma constitucional en 1860, el art. 3º C.N. dispone que la
ciudad que se declare Capital, lo será por una ley, previa cesión hecha por
una o más legislaturas provinciales del territorio que haya de federalizarse,
lo cual no resolvió la cuestión capital. Luego de la batalla de Pavón, asumida
la presidencia de la Nación por el general Mitre, se abocó a ponerle fin a
Manual de Derecho Constitucional 175
a. La Capital de la Nación
Se dispone que el Congreso “ejerce” una legislación “exclusiva” en
dicho territorio. Sin embargo, en virtud de la Disposición Transitoria
Séptima de la C.N., la “ejercerá en la ciudad de Buenos Aires, mientras sea
capital de la Nación, las atribuciones legislativas que conserve con arreglo
al art. 129”. Es decir, tiene la facultad de legislar de manera local al efecto
de garantizar los intereses del Estado Nacional.
1. La regionalización
a. Criterios de regionalización
A fin de determinar una región debemos considerar ciertos elementos
homogeneizantes, a los que Rosatti denomina criterios, a saber:
1) Geográfico: es la región como resultante de la uniformidad
geofísica (topografía, clima, etcétera).
2) Económico: la región como “vocación económica preponderante”,
fundada en una “específica dotación de recursos” (puede derivar de la
similitud de estructuras de producción, consumo, recursos naturales y/o
mano de obra).
3) Sociológico: la región como expresión localizada de un singular
conjunto de ideas, creencias, sentimientos y costumbres, sumado a elemen-
tos étnicos y lingüísticos.
4) Jurídico: la región como producto de la división territorial genera-
da por un acto de poder estatal normativo (que puede tener origen
constitucional o legal).
180 Ricardo Haro
(13) ROSATTI, Horacio D., “El federalismo en la reforma” en ROSATTI y otros, La reforma de
la Constitución. Explicada por miembros de la Comisión de Redacción, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, 1994, p. 204 y ss.
Manual de Derecho Constitucional 181
a. Principios tributarios
Los llamados principios jurídicos de los tributos funcionan como
garantías de los derechos de las personas. Ellos son:
1) De legalidad o de reserva legal. “Nullum tributum sine lege”:
no puede haber tributo sin ley previa que lo establezca, la que debe contener
182 Ricardo Haro
b. Clases de gravámenes
La Constitución Nacional se refiere a los gravámenes de manera
indistinta y similar como “derechos”, “contribuciones” e “impuestos”,
como tributo general e indeterminado, que no requiere una contraprestación
directa del Estado a favor del contribuyente (sinónimo de impuesto). No
obstante es de destacar que los dos primeros términos también se refieren
a las “tasas” y a las “contribuciones por mejoras”.
Tributos son “las prestaciones comúnmente en dinero que el
Estado exige en ejercicio de su poder de imperio sobre la base de la
capacidad contributiva, en virtud de una ley y para cubrir gastos que
le demanda el cumplimiento de sus fines” (14).
Los tributos se dividen en impuestos, tasas y contribuciones especiales:
(14) VILLEGAS , Héctor B., Curso de finanzas, derecho financiero y tributario, Depalma,
Bs. As., 1983, t. I, ps. 73/78. Se mantiene el régimen original para las contribuciones
Manual de Derecho Constitucional 183
internas directas: como regla son facultad de las provincias (art. 121 C.N.) y
excepcionalmente son facultad del Congreso. A partir de la reforma de 1994, en este
último caso se deberá coparticipar su producido, salvo que tenga una asignación
específica (art. 75 inc. 3 C.N.). Con esta modificación se pretende atenuar el despojo
que de este recurso propio, han sufrido y a la vez tolerado las provincias a partir de
1932, en que el Congreso legisló sobre el impuesto a los réditos -hoy ganancias-
prorrogando su vigencia hasta nuestros días.
184 Ricardo Haro
d. La coparticipación federal
Ha sido definida por Asensio como “la cesión o delegación concer-
tada de facultades fiscales de los niveles subcentrales a favor de un
nivel superior a cambio de recibir una parte a prorrata del total
recaudado por aquél, de acuerdo a criterios o pautas preestablecidos
de carácter devolutivo, redistributivo u otras” (15).
En este sistema se distribuye el producto de un impuesto o como en
nuestro sistema un conjunto de ellos (denominado unión tributaria). Tiene
como finalidad evitar la superposición tributaria que se puede producir
entre las distintas jurisdicciones en el sistema federal, generando alivio de
la presión fiscal para el contribuyente. Tiende, además, a racionalizar la
administración de los recursos tributarios.
Por exceder el objetivo de este curso, no desarrollaremos
pormenorizadamente este tema que como tantos otros de este capítulo,
corresponden en su estudio a la asignatura Derecho Público Provincial y
1. Tributos involucrados
El inc. 2 del art. 75 establece que son coparticipables las contribucio-
nes indirectas (internas), concurrentes entre Nación y provincias; y las
contribuciones directas (internas), transitorias, cuando hace uso de
ellas la Nación en casos de excepción.
Quedan exceptuados de la masa coparticipable la parte o el total de
las contribuciones que tengan asignación específica, siendo atribución del
Congreso establecerlas y modificarlas de recursos coparticipables, me-
diante ley aprobada con la mayoría absoluta del total de los miembros de
cada Cámara, y por tiempo determinado.
2. La ley convenio
En el tópico, el art. 75, inc. 2, 2º párr. establece: Una ley convenio,
sobre la base de acuerdos entre la Nación y las provincias, instituirá
regímenes de coparticipación de estas contribuciones garantizando
la automaticidad en la remisión de los fondos.
Con forma de ley, deberá tener origen contractual, por lo que requerirá
del acuerdo o consenso de Nación y provincias en su formulación o modifica-
ción, debiendo garantizar la automaticidad en la remisión de los fondos.
En el 4º párrafo del inc. 2 del art. 75 C.N., se establecen los siguientes
requisitos de la ley convenio que tienden a garantizar el derecho de las
provincias: a) Tendrá como Cámara de origen: el Senado; b) Será sancio-
nada con el voto de la mayoría absoluta del total de cada Cámara; c) No
podrá modificarse unilateralmente, ni reglamentarse; d) Será aprobada por
las provincias.
3. Criterios de reparto
En el tercer párrafo del inc. 2 del art. 75, se establece que la
distribución de la masa coparticipable se realizará entre la Nación, las
provincias y ciudad de Buenos Aires y entre éstas, en base a criterios
objetivos de reparto. La distribución se efectuará en relación directa
a las competencias, servicios y funciones de cada jurisdicción. Al
186 Ricardo Haro
(16) BARRERA BUTELER, Guillermo, Provincias y Nación, Ciudad Argentina, Bs. As., 1996,
ps. 298-299.
Manual de Derecho Constitucional 187
1. Régimen institucional
CAPITULO VIII
DERECHO CONSTITUCIONAL Y
RELACIONES INTERNACIONALES
teras adentro) del Estado. Pero ese mismo Estado también tiene un obrar
externo (fronteras hacia fuera), relacionándose en un primer momento -y
como un atributo de su soberanía- con otros Estados soberanos.
Con la Paz de Westfalia (1648) se diseña un escenario internacional
interestatal, ya que a partir de ese momento comienza a aceptarse la
personalidad jurídica internacional de los modernos Estados que estaban
surgiendo, conformando así un escenario internacional en el que desplega-
rían sus relaciones internacionales.
esa compleja relación entre lo que es dominio interno de los Estados y lo que
comprende el ámbito de las relaciones internacionales.
En este sentido, hace más de sesenta años, Mirkine Guetzevich nos
anunciaba la internacionalización del derecho constitucional (1). Ello se
puede apreciar claramente en temas como el de la jerarquía interna de los
tratados internacionales, en la problemática de la integración y en lo que se
ha dado en llamar el derecho internacional de los derechos humanos. Esto
es lo que desarrollaremos en los puntos que siguen de este título y donde
claramente se visualiza la relación recíproca -de feed-back- entre el
derecho interno -en cuya cúspide encontramos al derecho constitucional-
y el derecho internacional.
(1) MIRKINE GUETZEVICH, Boris, Derecho constitucional internacional, Sirey, París, 1993.
Citado por M IDÓN, Mario, en Derecho de la integración. Aspectos institucionales del
Mercosur, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1998, p. 350.
194 Ricardo Haro
1. A manera de aproximación
(2) Confr. TOMASINI, Luciano, “La globalización en sus aspectos globales”, conferencia
pronunciada en el Segundo Congreso de la SAAP, Mendoza, 2/11/95.
(3) JUÁREZ CENTENO, Carlos A., “Algunas consideraciones sobre globalización y política”,
en El espacio en Latinoamérica: El contrapunteo entre lo local y lo global, Dembicz,
A. y Toribio, M.T. Editores, CESLA, Universidad de Varsovia, Varsovia, 2000, ps.
56-66. Otra versión puede encontrarse en Revista de la Facultad, Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales de la UNC, vol. 6, ns. 1 y 2, Cba., diciembre de 1998, ps. 313-335.
(4) TORTOSA, José María, “Mundialización, Estado nacional y nacionalismos”, en José
Félix Tezanos Editor, La democracia post-liberal, Sistema, Madrid, 1996. El autor
sostiene que: “(...) la palabra mundialización (o globalización) se utiliza, por lo menos,
en tres sentidos diferentes aunque no necesariamente incompatibles: 1. La creación de
redes, sobre todo financieras y monetarias, pero también culturales y políticas, que
abarcan al mundo entero. 2. La expansión de un sistema (el capitalista) que, partiendo
de la Europa central, habría acabado cubriendo el mundo hasta ser el primer sistema
realmente mundial. 3. La existencia de un sistema económico mundial, formado por
bloques comerciales, sin que se dé una economía mundial en sentido estricto”, p. 418.
Más adelante, el autor completa su pensamiento al decir que en realidad las tres
posiciones ayudan a comprender el proceso, ver ps. 420-421.
198 Ricardo Haro
2. La Unión Europea
(5) RAMÍREZ HIZAR, José Luis, “La globalización mundial de la economía y la competencia
interbloques”, en Economía política, marzo-abril, México, 1996, n. 6, p. 1. (http://
www.A./hizar.html).
(6) GARCÍA DELGADO, Daniel, “Estado-Nación y globalización”. Fortalezas y debilidades
en el umbral del tercer milenio, Ariel, Bs. As., 1998, p. 18.
Manual de Derecho Constitucional 199
3. En América
(7) En tal sentido, ver DALLA VÍA, Alberto, “Los desafíos del derecho constitucional frente
a la integración y a la globalización”, en Boletín Informativo, Nº 151, año XIV,
Asociación Argentina de Derecho Constitucional, Bs. As., 1998, p. 8.
200 Ricardo Haro
(8) Para un mayor tratamiento de esta problemática ver nuestro trabajo “Consideraciones
sobre la democratización y la integración regional: génesis, obstáculos y desafíos en el
Mercosur”, en Anuario del Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales de la UNC,
Cba., 1994, ps. 227-241. También, JUÁREZ CENTENO, C. (et al), “Mercosur: Integración
vs. Desintegración”, en Anuario de Relaciones Internacionales 1995/1996, Centro de
Estudios Avanzados de la UNC, Cba., 1998, ps. 81-92. Por último, JUÁREZ CENTENO,
C. y SHAW, Enrique, “Algunas notas sobre la globalización y el Mercosur “, en El espacio
en Latinoamérica: el contrapunto entre lo local y lo global, Dembicz, A. y Toribio,
M.T. Editores, CESLA, Universidad de Varsovia, Varsovia, 2000, ps. 66-73.
Manual de Derecho Constitucional 201
(9) Si se desea profundizar en este tema ver BONETTO DE SCANDOGLIERO, M. y PIÑERO, M.T.,
Las transformaciones del Estado. De la modernidad a la globalización, Advocatus,
Cba., 2001, ps. 122-131. También nuestro trabajo citado en la nota 3.
(10) Encontramos distintos grados, categorías o modelos de integración. En general, hay un
consenso entre los doctrinarios en el sentido que estos niveles de integración consti-
tuyen como pasos que, a medida que se recorren van perfeccionando el esquema o la
estructura integracionista. Así podemos señalar, de menor a mayor: a) Acuerdos de
integración fronteriza; b) Establecimiento de tarifas preferenciales; c) Zona de libre
comercio; d) Unión Aduanera; e) Mercado Común y f) Unión o Comunidad Económica.
Algunos autores agregan: g) Integración total o completa, que supone la desaparición
de las unidades nacionales. Arnaud, señala como ejemplo de esta integración a los
Estados Unidos de Norteamérica, donde los 50 Estados que la conforman ceden a una
autoridad central una política exterior común, moneda común, etcétera, y a la ex URSS,
que antes de su fragmentación constituía una integración completa. Nosotros, agrega-
mos, que cualquier Estado de conformación federal o confederal supondría esta
categoría. Para profundizar, ver MARIÑO FAGES (H), Jorge, La supranacionalidad en los
procesos de integración regional, Mave Editor, Bs. As., 1999, ps. 114-125. También
puede consultarse ORTEGA, José y BRIZZIO, Jacquelina, Integración y solución de
conflictos: perspectivas y propuestas para el Mercosur, Academia Nacional de Derecho
202 Ricardo Haro
1. Nociones preliminares
y Ciencias Sociales de Córdoba, Cba., 1998, ps. 13-14 (leer, especialmente, la nota a
pie de página Nº 11).
(11) HARO, Ricardo, El Mercosur. Su regulación jurídica y los órganos de aplicación,
Mimeo, p. 1.
(12) Ver Capítulo 1 de esta obra, ps. 9-16.
Manual de Derecho Constitucional 203
(13) MIDÓN, Mario A. R., Derecho a la integración. Aspectos institucionales del Mercosur,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1998, p. 350. Creemos oportuno agregar que quien más
absolutiza el concepto de soberanía será Thomas Hobbes (1588-1679).
204 Ricardo Haro
d. Requisitos de fondo
Se trata de recaudos sustanciales mínimos, cuya eventual inobservan-
cia puede conducir a la inconstitucionalidad del documento integrativo, a
saber:
1) Reciprocidad
Esta fórmula, muy usada en las relaciones internacionales, significa
que el proceso de integración al que adhiera nuestro país, debe estar sujeto
a una relación solidaria que comprometa análogamente a todos los partici-
pantes. Si cedemos competencia y jurisdicción, los otros Estados Partes,
también deben hacerlo.
2) Igualdad
Este vocablo acarrea doble consecuencia: a) La primera establece
que a la hora de suscribir el tratado de integración, todos los Estados Partes
que concurren a la celebración se encuentren parificados; b) Una segunda
e. Requisitos de forma
Son los que reglan el procedimiento del Congreso para habilitar los
acuerdos internacionales de integración. El art. 75, inc. 24, distingue
Manual de Derecho Constitucional 209
f. Denuncia
El último párrafo del art. 75 inc. 24, prescribe que “la denuncia de
los tratados referidos a este inciso, exigirá la previa aprobación de
la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara”.
De esta forma, los tratados de integración -al igual que los tratados del
inc. 22, de DD.HH. con jerarquía constitucional- para ser denunciados
exigen participación de los órganos representativos, ya que de ordinario esa
atribución era de competencia del Ejecutivo. En esta hipótesis -tratados de
integración- la sigue teniendo, pero juntamente con el Poder Legislativo,
llamado a coparticipar de la decisión cuando el Estado argentino se
desvincule de una asociación como la estudiada. Así, el acto de denuncia
se torna complejo toda vez que se inicia con la decisión del Congreso por
mayoría absoluta de la totalidad de los miembros, y continúa con la
resolución del Ejecutivo. Posteriormente para que tenga efecto internacio-
nal deberá seguir los recaudos que el tratado exige para informar tal
decisión.
(19) Un pormenorizado análisis de la cuestión se puede encontrar en MIDÓN, Mario, op. cit.,
ps. 364-367.
Manual de Derecho Constitucional 211
momento está ensayando nuestro país (20). Esta minusvalía se relaciona con
la jerarquía supralegal de los tratados de integración, toda vez que valen
más que la ley pero menos que la Constitución, en otras palabras, son
supralegales pero infraconstitucionales.
Si analizamos el nuevo orden de prelación existente en el derecho
argentino advertiremos que en su cúspide, en un esquema bifronte que tiene
sus propias relaciones, se ubican la Constitución y doce tratados interna-
cionales de DD.HH. Que tienen jerarquía de leyes supremas, configurando
lo que Ricardo Haro nos ha graficado como “trapecio jurídico” en compa-
ración a la famosa “pirámide jurídica” de la que nos hablaba Merkl para
representar didácticamente la jerarquía de las leyes. Luego le suceden los
tratados -cualquiera sea su tipo con la excepción precedentemente seña-
lada- y a continuación aparecen las leyes.
Pensamos que la creación del constituyente del 94 es llamativa y
contradice la esencia de lo que se ha dado en llamar derecho comunitario
(D.C.), en lo referido no sólo en aras de la unidad del derecho, sino también
a su primacía respecto a todo el ordenamiento de los Estados miembros,
incluyendo la propia Constitución, lo cual atiende a que es necesario evitar
que algún miembro de la comunidad atenúe el impacto de los preceptos
comunitarios, reemplazándolos por alguna medida unilateral posterior que
se les opongan, con lo que ese D.C. pasaría a ser mera expresión de deseos.
Es en virtud de esta inexplicable caracterización que cuando avance-
mos en el desarrollo del Mercosur u otro proceso de integración, será una
conditio sine qua non otra reforma constitucional que confiera al D.C. la
primacía que se le negó.
1. Introducción
(20) Coincidimos, en tal sentido, con lo opinado por Mario Midón, ver ps. 368-369 de su
obra ya citada.
212 Ricardo Haro
3. Concepto e institucionalización
(26) Al menos entendiendo el término global para referirnos al mundo occidental y los
sistemas democráticos liberales, de los países centrales o desarrollados.
(27) HARO, Ricardo, “Tendencias contemporáneas en el derecho constitucional”, disertación
de incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, el 9 de agosto
de 2000. Publicada en Separata de la Academia Nacional de Ciencias Morales y
Políticas, Bs. As., 2000, ps. 25-26.
Manual de Derecho Constitucional 215
(28) Argentina lo aprueba por ley 25.390, publicada en el B.O., el 23/1/01. Este documento
internacional completo se puede encontrar en: Tratados y documentos internacionales,
Zavalía, Bs. As., 2001, ps. 121-204. También se encuentra el texto de la ley nacional
que lo aprueba.
216 Ricardo Haro
(29) Los textos de estos documentos internacionales pueden encontrarse en BIDART CAMPOS,
Germán, Tratado elemental de derecho constitucional argentino, Ediar, Bs. As., 1995,
t. II, especialmente ps. 97-267. También SALVIOLI, Fabián (compilador), La Constitu-
ción de la Nación Argentina y los derechos humanos. Un análisis a la luz de la reforma
de 1994, especialmente ps. 77-264. Este autor realiza un análisis de ellos en ps. 15-27.
218 Ricardo Haro
(30) La Convención puede encontrarse en las obras citadas en la nota 28. También, y con
un análisis introductorio, ver CARRIÓ, Genaro, El Sistema Americano de Derechos
Humanos, Eudeba, Bs. As., 1987. O en FELDMAN, Gustavo E., El Pacto de San José de
Costa Rica, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1997.
Manual de Derecho Constitucional 219
(31) Convención Americana sobre Derechos Humanos, en CARRIÓ, G., op. cit., p. 44.
(32) Ibídem.
(33) Este artículo es el que se arguye para la recepción por parte de nuestro derecho interno
del derecho de réplica, en el caso “Ekmedjian c/ Sofovich” que hace un giro en la
jurisprudencia de la C.S.J.N. sobre el tema. (revista jurídica El Derecho, t. 148, p. 338).
220 Ricardo Haro
2. Medios de protección
b. Funciones
1. La primera función de la Comisión es concientizar a los gobiernos
y los pueblos del hemisferio de los DD.HH. Esta tarea la lleva a cabo a
través de las publicaciones de la Comisión, conferencias e informes orales
a los órganos políticos de la O.E.A. Además, los miembros individuales y/
o funcionarios de la Comisión, con regularidad publican artículos académi-
cos, participan en congresos, etcétera (35).
2. La segunda función es la de formular recomendaciones a los
gobiernos de la O.E.A., que pueden ser específicas en base a denuncias o
quejas en las que se alegue la violación de los derechos consagrados en el
Pacto. En ellas “recomienda” a los Estados que tomen las medidas
necesarias para revertir la situación examinada, limitándose sólo a decir si
han tomado o no las medidas adecuadas.
También pueden ser recomendaciones de carácter general, por
ejemplo, medidas a adoptar por los Estados para asegurar un mayor respeto
a los derechos económicos, sociales y culturales o la elaboración de
tratados especializados para la prohibición de prácticas repugnantes tales
como la tortura o las desapariciones forzosas.
3. Una tercera función consiste en la preparación de informes o
estudios. Así, los ha realizado sobre la situación de la mujer, de los
indígenas o de los refugiados en la región. Pero indudablemente, los más
conocidos son el Informe Anual y sus informes sobre países particulares.
Este informe lo presenta ante la Asamblea General, el presidente de la
(35) Confr. PADILLA, David J., “La Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, en
Antología básica en derechos humanos, Instituto Interamericano de Derechos Huma-
nos, San José de Costa Rica, 1994. p. 35. Se recomienda la utilización de toda la
Antología para aquél que quiera profundizar en el tema de la protección de los derechos
humanos en el sistema de la O.E.A.
222 Ricardo Haro
a. Naturaleza e Integración
El Capítulo VIII, arts. 52 a 73 inclusive se ocupan de ella (36). Es
un órgano jurisdiccional de origen convencional. Su propio estatuto la
define como una institución judicial autónoma (art. 1º). Se trata de un
Tribunal Internacional, en el que la litis se traba entre la Comisión y los
b. Competencia
Para la competencia de la Corte, deberá haberse agotado el procedi-
miento previsto en los arts. 48 a 50 de la Convención, esto es, el proceso
ante la Comisión. Sólo los Estados Partes o la Comisión pueden someter un
caso a la decisión de la Corte. Esta tiene competencia para decidir que ha
habido violación de algún derecho o libertad protegida por la Convención
Americana, así como para disponer que se le garantice a la víctima el goce
de su derecho o libertad conculcado. Asimismo, dispondrá que se le
reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la
vulneración de sus derechos y el pago de una justa indemnización, sin
perjuicio de adoptar medidas provisionales en caso de extrema gravedad.
Los Estados miembros de la O.E.A. podrán consultar a la Corte
acerca de la interpretación de la Convención o de otros tratados concer-
nientes a la protección de los DD.HH. en los Estados Americanos. A
solicitud de un Estado miembro, podrá darle opiniones acerca de la
compatibilidad entre cualquiera de sus leyes internas y los mencionados
instrumentos internacionales. Esto es lo que se ha dado en llamar compe-
tencia consultiva de la Corte.
La Corte tiene atribuciones para establecer responsabilidad de los
Estados con motivo de la violación de DD.HH., pero nunca para investigar
y sancionar la conducta de los agentes del Estado que hubiesen participado
224 Ricardo Haro
Instrumentos de protección
Generales:
- Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
- Convención Americana sobre Derechos Humanos.
- Primer Protocolo Anexo de San José de Costa Rica sobre los
Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Específicos:
- Segundo Protocolo anexo al Pacto de San José de Costa Rica sobre
la Abolición de la Pena de Muerte.
- Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.
- Convención Interamericana sobre la desaparición de personas.
- Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra la Mujer.
- Convención Interamericana para la eliminación de todas las formas
de discriminación contra las personas con discapacidad (37).
Organos de protección:
- Comisión Interamericana de los Derechos Humanos.
- Corte Interamericana de los Derechos Humanos.
CAPITULO IX
DECLARACIONES, DERECHOS Y GARANTIAS
III. La libertad
IV. La igualdad
21. Jacques Maritain ha dicho con su habitual agudeza, que “no pienso
al respecto en una igualdad aritmética que excluya toda diferenciación y
toda desigualdad, que reduciría a todas las personas al mismo nivel. Pienso
en el progreso de la conciencia, en cada uno de nosotros, de nuestra
igualdad fundamental y de nuestra comunión en la naturaleza humana; y
pienso en el progreso de esa igualdad de proporción que realiza la
justicia, al tratar a cada uno, según lo que le es debido, y ante todo,
a cada hombre como hombre”
Frente a las desigualdades anotadas, una es la misión del derecho a
partir del derecho constitucional, de compensar con razonables y justas
disposiciones jurídicas esas desigualdades; y otra es la misión del Estado,
creando condiciones económico-sociales que ofrezcan a sus habitantes un
suficiente bienestar, una real igualdad de oportunidades para la efectiva
vigencia de la libertad y el ejercicio de los derechos.
La igualdad ante la ley, es la igualdad de los que se encuentran
en iguales circunstancias, pues no existe mayor desigualdad que el
tratar como iguales a los desiguales o como desiguales a los iguales. No
puede la ley tener un igual tratamiento para un menor que para un adulto,
para un pobre que para un rico, para un persona honrada que para un
delincuente, etc.
1. La abolición de la esclavitud
24. Viene muy al caso recordar que la C.S. ya desde 1875 y hasta
nuestros días, ha mantenido secularmente criterios fundamentales en la
materia al establecer:
1) “El principio de la igualdad de todas las personas ante la ley,
según la ciencia y el espíritu de nuestra Constitución, no es otra cosa que
el derecho a que no se establezcan excepciones o privilegios que
excluyan a unos de lo que se concede a otros en iguales circunstan-
cias, de donde se sigue forzosamente que la verdadera igualdad consiste
aplicar en los casos ocurrentes la ley, según las diferencias constitutivas de
ellos, y que cualquiera otra inteligencia o aceptación de ese derecho, es
contraria a su propia naturaleza e interés social” (10).
2) “Igualdad ante la ley, quiere decir tanto como deber ser igual
la ley para los iguales en iguales circunstancias. El orden está hecho
de desigualdades; consiste precisamente en el reconocimiento y en la
armonización de cuantas están en la naturaleza de las cosas o provienen de
las circunstancias en que se desenvuelve la convivencia social, siempre que
dichas circunstancias correspondan también ellas a las exigencias esencia-
les del orden natural” (11).
3) “El criterio de las semejanzas y diferencias de las circunstan-
cias y de las condiciones cuando se aplica a los hechos que son objeto
de examen en cada caso particular, se convierte en un medio eficaz y
seguro para definir y precisar el contenido real de la garantía en
cuestión” (12).
del Poder Ejecutivo (v.gr. los tribunales militares) funciones privativas del
Poder Judicial.
V. Ciudadanía y nacionalidad
1. Ciudadanía y nacionalidad
5. Argentino nativos
41. De acuerdo al art. 1º inc. 2., son argentino por opción, aquellos
hijos de argentinos nativos (es suficiente que uno de los progenitores lo sea)
que habiendo nacido en el extranjero optaren por la ciudadanía de origen.
Este es un caso excepcional en que se aplica en nuestro sistema
jurídico el jus sanguinis, en beneficio de todos los argentinos que
estuvieron exiliados forzosamente en países extranjeros, por lo cual sus
hijos no habían nacido en el territorio argentino por una imposibilidad de
fuerza mayor, no imputable a ellos.
Este criterio de la C.N. de 1853 se mantiene en el actual art. 89 al
disponer que “para ser elegido presidente o vicepresidente de la Nación, se
requiere haber nacido en el territorio argentino, o ser hijo de ciudadano
nativo (léase “argentino nativo”), habiendo nacido en país extranjero”. En
la reforma de 1994, se adoptó definitivamente esta categoría al establecer
el art. 75 inc. 12 cit., el “principio de nacionalidad natural y por opción en
beneficio de la argentina”.
7. Argentinos naturalizados
8. Negación de la nacionalidad
44. Con todo acierto decía Alberdi que gobernar es poblar, porque
ante la cruda realidad sociológica de los “desiertos” de nuestro extenso
territorio, un gobierno debería tener como uno de los objetivos cardinales
de sus funciones estatales, el de buscar los medios para lograr una
población adecuada en el menor tiempo posible, pues ella es la que iba a
asegurar el desarrollo de las diversas zonas del país, pues donde hay
habitantes, hay trabajo, consumo, industria, comercio, etc.
Manual de Derecho Constitucional 249
CAPITULO X
DERECHOS CONSTITUCIONALES
2. De allí que Aristóteles nos afirme que “el que no puede vivir en
sociedad, o el que no necesita de nada ni de nadie porque se basta a sí
mismo, no forma parte del Estado: es un bruto o es un dios”.
Precisamente la sociabilidad del hombre, necesariamente exige la
imposición de reglas de conducta de forma tal que el grupo social o la
sociedad, mantengan el orden necesario para la pacífica convivencia. No
en vano los romanos ya afirmaban que “ubi societas, ibi jus”, es decir,
“donde hay sociedad, hay derecho”, porque la convivencia sin derecho, es
descarnado salvajismo. Por lo tanto, la función del derecho consiste en
252 Ricardo Haro
b. El texto constitucional
5. Estas circunstancias llevadas al campo del derecho constitucional
argentino, provocan la ineludible distinción entre derechos enumerados y
los derechos no enumerados que nuestra Constitución en su art. 33 prevé
al disponer que: “Las declaraciones, derechos y garantías que enume-
ra la Constitución, no serán entendidos como negación de otros
derechos y garantías no enumerados, pero que nacen del principio de
la soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno”.
Nuestros constituyentes se preocuparon de consignar esta cláusula,
que tenía por finalidad asegurar la existencia de la totalidad de los derechos
que, sin estar consignados en el texto fundamental, nacían en el lenguaje del
siglo XIX de la “soberanía del pueblo” y de la “forma republicana”, cuando
en la actualidad es más acertado hacerlos surgir de la dignidad de la
persona humana, primigenia fuente de todos ellos, atendiendo a las
motivaciones dadas en los parágrafos 1. y 3. a) del presente capítulo.
Como lo señaláramos supra, la existencia de “derechos no enumera-
dos” se ha visto disminuida notablemente en nuestro caso argentino, a partir
del acrecentamiento de los numerosos derechos explicitados a partir de la
reforma de 1994, tanto en el Cap. Segundo “Nuevos Derechos y Garan-
tías” (arts. 36 al 43 inclusive), como mediante los diez TT.DD.HH. a los
cuales les otorgó jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 C.N.), como
asimismo a los posteriores como las convenciones Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas (1997) y sobre Imprescriptibilidad de
los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad (2003).
expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y
previamente indemnizada. Sólo el Congreso impone las contribuciones que
se expresan en el art. 4º. Ningún servicio personal es exigible, sino en virtud
de ley o de sentencia fundada en ley. Todo autor e inventor es propietario
exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el término que le
acuerde la ley. La confiscación de bienes queda borrada para siempre del
Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones
ni exigir auxilio de ninguna especie.
14. Pero como todo derecho, también el de propiedad está limitado por
la necesidad de un orden de convivencia justo, y así recordamos que ya en
1922 la C.S. en la célebre sentencia en autos “Ercolano c/ Lanteri de
Renshaw” (4), sostuvo: “Ni el derecho de usar y disponer de la propie-
dad, ni ningún otro derecho reconocido por la Constitución, reviste
el carácter de absoluto. Un derecho ilimitado sería una concepción
antisocial.
4. La inviolabilidad de la propiedad
tenemos entre los grandes fines preambulares, aquél que resume práctica-
mente la integridad de todos ellos, porque se impone como el fin de toda
sociedad y de todo Estado: “promover el bienestar general”, es decir, el
bien común, las condiciones sociales que posibilitan a cada hombre y a
todos los hombres, el mejor logro posible de su personalidad.
La inviolabilidad de la propiedad -señala Linares Quintana- designa la
calidad de inviolable que reviste, como cualquier otro derecho constitucio-
nal, el derecho a la propiedad. Vale decir que el derecho de propiedad
reconocido y garantizado por la Constitución, no puede ser violado ni por
los particulares ni por el Estado. Como enseña Salvat -continúa- “la
inviolabilidad de la propiedad se confunde con la existencia misma de
este derecho: una propiedad que pudiera ser violada y desconocida,
sea por los particulares, sea por el Estado, sería lo mismo que si no
existiese”.
b. Bienes expropiables
20. Los bienes expropiables no deben limitarse solamente los
inmuebles, sino a cualquier ”bien”: cosas o derechos, sean éstos del
dominio privado o público. La expropiación al ser un procedimiento
extraordinario y de excepción, no es un medio de especulación oficial,
ni de enriquecimiento injusto, a costa del expropiado. De ahí, por ejemplo,
que no se puede expropiar para revender y lucrar con el beneficio que se
obtenga. Asimismo la expropiación es restrictiva: debe recurrirse a ella
como última ratio y debe ser interpretada por principio, siempre a favor
del expropiado, in dubio pro dominio (Marienhoff).
Congruente con la anterior posición, la Ley en su art. 4º, prescribe que
“pueden ser objeto de expropiación todos los bienes convenientes o
necesarios para la satisfacción de la utilidad pública, cualquiera sea
su naturaleza jurídica, pertenezcan al dominio público o al dominio privado,
sean cosas o no....”, y además podrá comprender todos aquellos bienes
cuya razonable utilización en base a planos y proyectos específicos,
convenga material y financieramente a ese efecto (art. 7º).
La C.S. ha sostenido “que la expropiación es un acto unilateral de
poder de la autoridad expropiante, por el cual se adquiere la propiedad del
bien declarado de utilidad pública sin el concurso de la voluntad del
Manual de Derecho Constitucional 261
8. Servicios personales
40. Nuestra Constitución, en otro inciso del art. 17, dispone que
“ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones ni exigir auxilios
de ninguna especie”, disposición que tiene arraigo en las constituciones
de 1819 y de 1826, y en el proyecto de Alberdi.
Las requisiciones y auxilios consisten en desapoderar compulsivamente
a los particulares de ciertos bienes, ya sea en especie (v.gr. ganado), en
dinero y en uso temporario, o bien en exigir la prestación de servicios
personales, en cuyo caso se denominan auxilios (v.gr. el alojamiento de
tropa en casas particulares) (Ekmekdjian).
Las requisiciones y auxilios militares a los que se refiere el art. 17,
están prohibidos en tiempo de paz, no en tiempo de guerra. La ley 23.554
de defensa nacional, prevé las requisiciones militares en tiempo de guerra,
de servicios o de bienes, en sus arts. 34 a 36, estableciendo expresamente,
268 Ricardo Haro
esos caminos que andan, son otro medio para internar la acción civiliza-
dora, porque los ríos que no se navegan son como si no existieran....
Proclamad la libertad de sus aguas. Y para que sea permanente, para que
la mano inestable de nuestro gobierno no derogue hoy lo que acordó ayer,
firmad tratados perpetuos de libre navegación”.
Inspirados en el pensamiento alberdiano, los constituyentes de 1853
sancionaron junto al art. 14 que establece el “derecho de navegar”, el art.
20 que asimismo asegura para los extranjeros “navegar los ríos y costas”
y, para facilitar su ejercicio, ha dispuesto en el art. 26 que “la navegación
de los ríos interiores de la nación es libre para todas las banderas,
con sujeción únicamente a los reglamentos que dicte la autoridad
nacional” y le ha atribuido al Congreso (art. 75 inc. 10), la facultad de
“Reglamentar la libre navegación de los ríos interiores, habilitar los
puertos que considere convenientes....”.
Es evidente la capital importancia de este derecho de navegar en un
país con un litoral marítimo tan extenso y con caudalosos ríos que sirven de
vías de comunicaciones fundamentales en el noreste y la zona del litoral,
por la seguridad y el bajo costo de sus fletes. El desarrollo amplio de este
tema, bajo el enfoque constitucional dado, está a cargo de la asignatura
Derecho de la Navegación de la currícula de la carrera de abogacía, en la
cual lógicamente, se estudia acabadamente tanto la navegación fluvial y
marítima, como la aérea.
CAPITULO XI
DERECHOS CONSTITUCIONALES
1. Noción introductoria
las ideas, noticias, valores, sentimientos, como por ejemplo, las dificul-
tades a la circulación de las publicaciones por el correo; las excesivas
exigencias para la instalación de empresas periodísticas; el requerimiento
de fianzas y permisos; las dificultades para el acceso a las fuente de
información; la distribución discriminatoria de avisos oficiales; un irrazona-
ble reparto de cuotas de papel; los secuestros de ediciones; la clausura de
periódicos, etc. (“Ministerio Fiscal c/ Diario La Provincia” (1).
La libertad de prensa tiene un sentido más amplio que la mera
exclusión de la censura previa, y la protección constitucional impone un
manejo especialmente cuidadoso de las normas y circunstancias para
impedir la destrucción o entorpecimiento de la prensa libre (“Sánchez
Abelenda” (2)).
En esta antigua línea jurisprudencial, se inscribe lo dispuesto por el art.
13 inc. 3 de la CADDHH al disponer: No se puede restringir el derecho
de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de
controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de fre-
cuencia radioeléctricas... o por cualesquiera otros medios encamina-
dos a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones.
a. El texto constitucional
14. El art. 32 C.N. dispone que “El Congreso federal no dictará
leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella
la jurisdicción federal”
cido en el art. 67 inc. 11 (hoy 75 inc. 12) C.N., con total prescindencia del
medio empleado para cometerlo... una solución opuesta importaría afirmar
que nuestra C.N., ha creado un sistema pluralista de códigos penales.
8. El derecho de réplica
a. Noción
23. El derecho de rectificación, o respuesta o réplica se incorporó
al derecho positivo argentino mediante el art. 14 de la CADDHH de 1969,
b. El art. 14 de la CADDHH
24. El art. 14 citado, intitulado Derecho de rectificación o respues-
ta, dispone:
1. Toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes,
emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión legalmente regla-
mentados y que se dirijan al público en general, tiene el derecho de efectuar
por el mismo órgano de difusión, su rectificación o respuesta en las
condiciones que establezca la ley.
2. En ningún caso la rectificación o la respuesta, eximirán de otras
responsabilidades legales en que se hubiese incurrido.
3. Para la efectiva protección de la honra o la reputación, toda
publicación o empresa periodística, cinematográfica, de radio o televisión,
tendrá una persona responsable que no esté protegida por inmunidades ni
disponga de fuero especial.
3. La jurisprudencia de la C.S.
a. Caso “Portillo”
30. Este caso de 1989 (22), se origina con motivo de la condena al
acusado a prestar un año de servicios en las FF.AA., en razón de no
b. Caso “Bahamondez”
31. En este caso y en la sentencia (23), tanto de los votos de la mayoría
como en los de algunas disidencias de los jueces, surge con claridad que
había opinión formada en el siguiente sentido que lógicamente reseñamos:
La recta interpretación de la norma que dispone clara y categórica-
mente que los profesionales de la medicina deberán “respetar la voluntad
del paciente en cuanto su negativa a tratarse o internarse”, aventa toda
posibilidad de someter a una persona mayor y capaz, a cualquier interven-
ción en su propio cuerpo sin su consentimiento, con total independencia de
la naturaleza de las motivaciones de la decisión del paciente.
1. Introducción
2. La normativa aplicable
5. Libertad de cátedra
CAPITULO XII
DERECHOS CONSTITUCIONALES
I. Derecho de reunión
1. Fundamentos antropológicos
Nociones fundamentales
8. Una concepción vitalmente democrática, no puede negar al pueblo
y a sus miembros, titulares de la soberanía, el derecho de peticionar a las
autoridades (art. 14 ).
En cambio en los documentos internacionales con jerarquía constitu-
cional del art. 75 inc. 22 C.N., la CADDHH, no lo contempla; en cambio
sí lo hace la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre (Bogotá, 1948) cuando en su art. 24 dispone: “ Toda persona tiene
derecho de presentar peticiones respetuosas a cualquier autoridad compe-
tente, ya sea por motivo de interés general, ya de interés particular, y el de
obtener pronta resolución”.
9. Un punto de particular interés en el ejercicio de este derecho,
consiste en determinar si la autoridad pública a quien se dirige la petición,
debe responderla o si es suficiente con que la reciba. Estimo -afirma Miguel
M. Padilla- que si mediante el ejercicio del derecho de petición, se persigue
obtener tutela para un derecho subjetivo o un interés legítimo, existe
obligación de responder; de hecho así lo disponen tanto la ley de procedi-
mientos administrativos como los códigos de forma. Pero, en cambio, si se
halla en juego un interés simple, opino que los órganos del poder público no
están obligados a contestar.
b. El art. 22 de la C.N.
10. El derecho de peticionar tiene una categórica prohibición cuando
en el art. 22 C.N., reforzando el principio democrático y representativo de
gobierno e inspirados en los arts. 26 y 27 del proyecto de Alberdi, estableció
que: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus
representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda
fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del
pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de sedición”.
Tanto Alberdi como los constituyentes lo que quisieron proscribir fue
la usurpación, la conducta delictiva e inconstitucional de la deliberación y
gobierno, por parte de una fuerza armada o reunión de personas que
Manual de Derecho Constitucional 297
c. Iniciativa popular
11. A partir de la reforma de 1994, se ha incorporado al texto
constitucional, una vigorosa habilitación del derecho de peticionar, cuan-
do en el art. 39 se consagró el derecho de iniciativa popular como modo
de peticionar en el ámbito legislativo, otorgándoles a los ciudadanos la
posibilidad “para presentar proyectos de ley en la Cámara de Diputados.
El Congreso deberá darles expreso tratamiento dentro del término de doce
meses... No serán objeto de iniciativa popular los proyectos referidos a
reforma constitucional, tratados internacionales, tributos, presupuesto y
materia penal”.
De acuerdo con lo ordenado por el citado art. 39, el Congreso dictó la
reglamentación de este derecho, mediante la ley 24.747 del 24 de diciembre
de 1996.
d. Derecho a la jurisdicción
12. Finalmente, no cabe duda que una forma específica del derecho
de petición, lo configura el derecho a la jurisdicción del que es titular todo
justiciable, como la facultad de provocar mediante la petición la actuación
de un tribunal del Poder Judicial, en procura de la justicia legal frente a una
controversia jurídica o proceso en que se halle involucrado. Este derecho
está reglamentado, básicamente, a través de los códigos de procedimientos
y leyes complementarias, tanto nacionales como provinciales.
Finalmente, cabe señalar que este derecho como todos los demás
siempre estarán limitados por reglamentaciones razonables que eviten la
arbitrariedad.
1. Noción previa
2. Normas aplicables
3. Reglamentación razonable
19. Este derecho, como todos los del hombre, no es absoluto y está
sometido en su ejercicio a las limitaciones y restricciones razonables, que
sin aniquilar el derecho, lo moderan para hacerlo compatible con el derecho
de los demás en la convivencia social.
Estas limitaciones están consignadas, tanto en la C.N. cuando en el
art. 23 en caso de estado de sitio, se le otorga la presidente la facultad de
arrestar y trasladar personas de un punto a otro de la Nación, si ellas no
prefiriesen salir fuera del territorio argentino; como en los códigos proce-
sales penales nacional y provinciales; por sus leyes complementarias; la ley
nacional de migraciones 22.439 y sus reglamentaciones, etc.
Analicemos ahora cada una de las facetas que comprende esta
libertad de locomoción, ambulatoria o de movimiento.
a. El derecho de entrar
20. En cuanto a los extranjeros, debemos recurrir a la específica
norma del art. 20 que dispone que “los extranjeros gozan en el territorio de
Manual de Derecho Constitucional 301
b. El derecho de asilo
Si bien este tema es materia propia del derecho internacional público,
deseamos señalar algunos aspectos constitucionales.
22. El derecho de asilo, consiste en la facultad que tiene una persona
de entrar y permanecer en el territorio nacional cuando es perseguido
fundamentalmente por razones políticas o religiosas, más allá de la conexidad
con delitos comunes, y de no ser entregado por extradición, al país que lo
reclama para su posterior juzgamiento.
Este derecho nunca fue prescripto expresamente en la C.N. y su
recepción en el ordenamiento jurídico se fundamentó en los “derechos no
enumerados” (art. 33 C.N.) y se reglamentó por el art. 25 de la ley 22.439,
hasta que con la incorporación al ordenamiento jurídico de la CADDHH
(art. 75 inc. 22 C.N.), este derecho está explícito con jerarquía constitucio-
nal en su art. 22 inc. 7: “Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir
asilo en territorio extranjero en caso de persecución por delitos políticos o
comunes conexos con los políticos y de acuerdo con la legislación de cada
Estado o los convenios internacionales”.
c. El derecho a transitar
23. Quizás este aspecto de la libertad ambulatoria, sea el que más la
caracteriza, pues si importante es poder entrar, o salir de un país, o
302 Ricardo Haro
d. El peaje
25. Este instituto del peaje, siempre ha tenido una gran resistencia en
su constitucionalidad por entender que se oponía abiertamente a la libertad
de tránsito que en forma amplia prescriben los arts. 10, 11 y 12 C.N.
Sostenemos que la posición negatoria se funda en una interpretación
de dichas normas sacadas del contexto histórico en que fueron sanciona-
das. En efecto, atendiendo a la triste experiencia histórica de la anarquía,
la finalidad que los constituyentes apuntaban con estas disposiciones, era
la de proscribir todas las manifestaciones de las llamadas “aduanas
interiores”, importante fuente de recursos provinciales, pero a la vez, un
serio obstáculo para la libertad de tránsito y de comercio interprovincial.
Por ello coincidimos con Sagüés, cuando afirma que en rigor, el peaje
siempre que resulte razonable, no es inconstitucional aunque no exista otra
vía alternativa. El derecho constitucional de transitar y su ejercicio, como
tantos otros, puede estar subordinado a tener los medios económicos para
realizarlo (sufragar los costos de las vías de comunicación).
26. La jurisprudencia de la C.S. fue progresando en este sentido hasta
las últimas décadas, sosteniendo que: a) Para caber dentro de la C.N., el
pago del peaje debe constituir una de las contribuciones a las que se refiere
Manual de Derecho Constitucional 303
e. El derecho de permanecer
27. El derecho de permanecer, regido por la ley 22.439 implica tener
un domicilio, una residencia permanente o transitoria, en el territorio del
Estado. Con respecto al habitante nacional, no existen limitaciones de
ningún tipo, dado que no puede ser expulsado del país por motivo alguno,
según las leyes nacionales y el art. 22 inc. 5 de la CADDHH.
En cuanto al extranjero, una vez ingresado al país, debe obtener su
pertinente permiso de residencia “permanente”, “temporaria” o “transito-
ria” con las consiguiente condiciones y recaudos (art. 12) y de residencia
“precaria” a quienes la autoridad judicial o administrativa impidiese hacer
abandono del país (art. 22).
28. Los residentes “permanentes”, básicamente gozan de los dere-
chos civiles de los argentinos, sujetos a iguales obligaciones y deberes,
como asimismo los “temporarios” que son aquellos que se encuentra
limitados por el período que se los autorice la permanencia; los “transito-
rios”, que están de paso por el territorio; y los “precarios” a quienes se
les autoriza la permanencia al solo efecto de gestionar la regularización de
su permanencia.
f. Derecho de salir
29. Este derecho de salir del territorio del país implica en primer
lugar, tanto para nacionales como para los extranjeros, poseer la documen-
tación válida que en cada caso y circunstancia las reglamentaciones
migratorias exijan (cédula de identidad, pasaporte, certificados de vacunas,
visas diplomáticas, etc.).
g. Amparo sindical
53. Esta específica acción de amparo, el amparo sindical, ha sido
reconocido en el art. 47 de la ley 23.551 en los siguientes términos: “Todo
trabajador o asociación sindical que fuere impedido u obstaculizado en el
ejercicio regular de los derechos de la libertad sindical garantizados por la
presente ley, podrá recabar el amparo de estos derechos ante el tribunal
judicial competente, conforme al procedimiento sumarísimo establecido en
a. Introducción
54. En respuesta a la amplia problemática que la llamada “cuestión
social” reclamaba al orden jurídico, se hizo necesario dar respuesta a los
derechos de la seguridad social y de la familia en el plano constitucional.
Ante estas complejas y variadas cuestiones, el Estado no sólo debe
cumplir las funciones de gerente del “bien común”, sino también debe
constituirse en garante del cumplimiento de las reglas de juego que debe
imponer en su función legislativa.
ejercen el poder de policía (22). Esta concurrencia habrá que conciliarla con
las atribuciones delegadas por las provincias al gobierno federal, para que
el Congreso de la Nación, en virtud de lo dispuesto por el art. 75 inc. 12,
sancione el Código del Trabajo y Seguridad Social;
b) Que la “autonomía económica y financiera” pretende la exclusivi-
dad de administración de todos los recursos económicos financieros, lo que
significa en términos contemporáneos, que a dichas entidades se les
garantiza la “autarquía”;
c) Que la administración lo será por los interesados con participación
del Estado;
d) No existe superposición de aportes, dijo la C.S. en el caso “Spota”,
en el sentido de la prohibición del art. 14 bis C.N., cuando por más de una
actividad debe efectuarse más de una contribución. Lo que el art. 14 bis
prohíbe es la superposición pero no la multiplicidad de aportes (23).
CAPITULO XIII
LOS NUEVOS DERECHOS EN LA CONSTITUCION
(1) Art. 43, párrafo 2º C.N., al ocuparse de la acción de amparo. Humberto Quiroga Lavié
prefiere utilizar esta denominación o la de derechos públicos subjetivo ya que ambas
ofrecen obvias ventajas: “Derechos públicos subjetivos, porque esa antigua categori-
zación de Jellinek, en una nueva proyección o perspectiva, tiene el doble mérito de
destacar nominalmente: a) Que se trata de verdaderos derechos y no de simples
intereses, y b) que nunca se trata de cuestiones privadas sino públicas (tanto por el
carácter colectivo de sus titulares como por la calidad o naturaleza de los bienes
protegidos), razón por la cual supera el enfoque privatista (...) Derechos de incidencia
colectiva, porque además de ser una categoría suprema incorporada en 1994, connota
adecuadamente que son derechos que se distinguen de todos los demás por su alcance
extrapersonal...”. QUIROGA LAVIÉ, Humberto, Derecho constitucional argentino, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, 2001, t. I, ps. 295-296.
(2) En la opinión de Alfredo Mooney, con defectuosa técnica constitucional. Estructura de
la Constitución. Exégesis. Perfil. Contenido e ideología de la reforma constitucional de
1994, Alveroni, Cba., 1996, p. 187.
Manual de Derecho Constitucional 321
consagran derechos tales como: los derechos de los indígenas (inc. 17),
la cláusula del nuevo progreso o derecho al progreso (inc. 19), los
tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional (inc. 22),
que desarrollaremos más adelante, los derechos civiles y sociales del
inc. 23: derecho a la igualdad real de oportunidades y trato; protec-
ción especial de niños, mujeres, ancianos y discapacitados, etcétera,
por sólo mencionar algunos de los contenidos en distintos incisos de la
norma citada (3).
Si bien el catálogo de “novedades” que se incorpora a la C.N. es
mucho mayor, en el presente capítulo sólo analizaremos la defensa del
sistema democrático y del orden institucional (art. 36) y los derechos
ambientales, del consumidor y usuario (arts. 41 y 42). Los que
ingresan por medio del Pacto de San José de Costa Rica y los demás
tratados que han pasado a tener jerarquía constitucional en virtud del art.
75 inc. 22 C.N. y que, obviamente, amplían y enriquecen con nuevos
derechos a nuestro ordenamiento jurídico han sido tratados en el Capítulo
VIII y a él remitimos al lector.
(3) En igual sentido ver: DROMI, Roberto y MENEM, Eduardo, La Constitución reformada.
Comentada, interpretada y concordada, Ciudad Argentina, Bs. As., 1994, p. 101; BIDART
CAMPOS, Germán J., Manual de la Constitución Argentina, Ediar, Bs. As., 2003, t. I, ps.
483-90; MOONEY, Alfredo, op. cit., ps. 186-88. Estas dos últimas obras traen un detallado
cuadro o listado con todos los derechos constitucionales que la Constitución consagra,
especialmente la obra de Bidart Campos que hace dos tipos de sistematización: 1)
cronológico, por artículo; y 2) en razón de la materia o los temas de los derechos
incorporados
322 Ricardo Haro
(7) JUÁREZ CENTENO, Carlos A., “El horror de un error argentino”, en Será Justicia, año V,
Nº VIII, junio de 1996, revista del C.E.D., Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,
U.N.C. En igual sentido, Miguel Angel EKMEKDJIAN en EKMEKDJIAN y FERRERYRA, Raúl,
ob. cit., ps. 15 y 16.
324 Ricardo Haro
a. El trasfondo ideológico
Con el objeto de comprender la norma que se incorpora en el art. 36,
analizaremos por separado cada uno de sus cinco párrafos. Los cuatro
primeros se refieren a la quiebra del orden constitucional -gobiernos de facto,
ilegítimos, usurpadores del poder- con grave daño para el sistema democrá-
tico y republicano. En el texto se establecen varios efectos jurídicos disvaliosos
para quienes integren estos gobiernos usurpadores que se analizarán a
continuación. El quinto y último párrafo incorpora lo que se ha dado en llamar
la “cláusula ética” de la Constitución, como se verá más adelante.
El artículo comienza declarando: “... Esta Constitución mantendrá
su imperio aun cuando se interrumpiere su observancia por actos de
fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático. Estos
actos serán insalvablemente nulos...”.
Respecto de la primera parte del párrafo, mucho es lo que ya hemos
dicho al respecto, basta sólo agregar que la figura penal que se tipifica
consiste en interrumpir la observancia de la C.N. por actos de fuerza contra
el orden institucional y el sistema democrático, que en definitiva es lo que
la Constitución diseña y establece.
También se expresa que ella continuará en vigencia o mantendrá su
imperio aunque su observancia se viera interrumpida por esos actos de
fuerza. Dichos actos serán insalvablemente nulos. Obvio que si por desgracia
recayéramos en los actos de fuerza tipificados, el imperio de la C.N. no
subsistiría por la exclusiva circunstancia de lo que expresa el artículo.
Hace falta mucho más que la norma declarativa, pero de todos modos,
la reivindicación que ella hace del orden institucional y del sistema
democrático es capaz de suscitar las valoraciones colectivas y sociales
imprescindibles para su mantenimiento. Esta norma constitucional partici-
pa de las características de todas las normas penales: por sí mismas no
impiden que se cometan los delitos, pero prevén la sanción para quienes
sean sus autores.
(11) QUIROGA LAVIÉ, Humberto, Constitución de la Nación Argentina. Comentada cit., ps.
186-187.
328 Ricardo Haro
(13) En opinión de Quiroga Lavié habría que haber consagrado la inhabilitación perpetua,
pero ello no fue posible a pesar de su propuesta en calidad de convencional constitu-
yente en 1994. Confr. QUIROGA LAVIÉ, H., Constitución de la..., op. cit., p. 189.
330 Ricardo Haro
(14) Ibidem, señalando que la inclusión fue a propuesta del convencional Antonio Cafiero. En
igual sentido, confr. ROSSATTI, Horacio y otros, La reforma de la Constitución explicada
por los miembros de la Comisión de Redacción, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1994.
(15) Idem, p. 46.
Manual de Derecho Constitucional 331
(17) Citada por DROMI, Roberto y M ENEM, Eduardo, op. cit., ps. 134 y 135.
(18) En esta conceptualización seguimos a GELLI, M.A., op. cit., p. 319. Los destacados son
nuestros.
Manual de Derecho Constitucional 335
c. Desarrollo sustentable
Es decir que en este primer párrafo de la norma se está poniendo de
manifiesto la incorporación de la noción de desarrollo sustentable, que en
la actualidad ubica a la variable ambiental como necesaria en la toma de
(19) Citada por SAGÜÉS, Néstor P., Elementos de derecho constitucional, 3ª ed. actualizada
y ampliada, Astrea, Bs. As., 1999, t. 2, ps. 337/338.
(20) Ibídem.
(21) BIDART CAMPOS, Germán, Tratado.... , op. cit., p. 297.
336 Ricardo Haro
ambiental, en especial para las generaciones futuras que son quienes corren
el riesgo de privarse de recursos esenciales para la vida misma.
d) La información y educación ambiental. El deber de las autori-
dades no se limita a recolectar datos y proporcionar información, sino que
debe hacerse cargo de ella en cuanto a su elaboración, ordenación y
procesamiento, para facilitar su conocimiento a los particulares. Se consa-
gra el derecho a estar informado como un instrumento para que la población
pueda participar activamente en la toma de decisión, gestión y control de
las actividades que actual o potencialmente los afecte. En cuanto a la
educación ambiental, debe crearse una conciencia comunitaria que adhiera
a los postulados de lo que algunos doctrinarios denominan como el Estado
ecológico de derecho. V.gr.: crear campañas publicitarias estimulando a
los habitantes a preservar el ambiente; incorporar la educación ambiental
en los planes de estudio de todos los niveles, etc.
5. Prohibición
Como lo hemos señalado, el análisis del art. 41 C.N. presenta dos tipos
de problemas. Uno es el que hemos desarrollado hasta aquí, y que hace a
338 Ricardo Haro
(22) BIDART CAMPOS, Germán, Tratado..., op. cit., p. 302. SAGÜÉS, Néstor, op. cit., p. 340.
(23) Idem, p. 303. En igual sentido, DROMI y MENEM, op. cit., p. 144 y SABSAY y ONAINDIA,
op. cit., p. 148.
Manual de Derecho Constitucional 339
7. Legislación nacional
(24) BERNARDI BONOMÍ, “El derecho ambiental en la Constitución Nacional. Las leyes
dictadas en su consecuencia”, ponencia presentada a la XIV Conferencia Nacional de
Colegios de Abogados realizada En las ciudades de Santa Fe y Paraná del 1 al 3 de mayo
de 2003. Comisión Nº 1. Mimeo. Ver especialmente ps. 4-6.
340 Ricardo Haro
1. Introducción
(26) Confr. SAGÜÉS, Néstor P., Elementos de..., op. cit., p. 702.
(27) Confr. MOSSET DE ITURRASPE, Jorge, “Nuevos derechos de los consumidores y usuarios”,
en La reforma de la Constitución, ROSSATTI, Horacio y otros, op. cit., ps. 91-93.
342 Ricardo Haro
efectuar en los servicios, siendo más exigente en aquellos que hayan sido
otorgados en calidad de monopolio respecto a los que se prestan en
situación de competencia. En circunstancias competitivas debe regir el
principio de libertad de contratación, de ingreso de nuevos prestadores y
servicios sustitutivos, así como en la fijación de precios y tarifas. En estos
casos, la intervención estatal se debe limitar al ejercicio del poder de policía
de seguridad y salubridad, a los fines de la preservación del medio ambiente
(art. 42 C.N.) y del usuario o consumidor, evitando violaciones a la libertad
de competencia y haciendo efectivas las normas de lealtad comercial (31).
Pero cuando se trata de la oferta de servicios limitados o monopólicos,
el control debe preservar que la prestación sea de la más alta calidad
exigible y a precios justos y razonables.
2) La formación de asociaciones de consumidores y usuarios. Se
debe propender a la creación de estas agrupaciones, para viabilizar sus
quejas, hacerlos más fuertes y equilibrar su posición frente a los empresa-
rios o prestadoras, que en el libre juego de una economía de mercado es
indispensable si lo que se pretende es ampararlos. Coincidimos con Dromi
y Menem respecto del rol que deben cumplir: “Las asociaciones de
consumidores, como aliados objetivos del sistema de libre competen-
cia deben asumir, pues, funciones de participación (integrando
consejos consultivos, interviniendo en audiencias públicas...); de
representación (asumiendo la defensa de los consumidores, tal como
lo prevé expresamente el art. 43 en materia de amparo); y de forma-
ción del consumidor, educando e informando para un real conoci-
miento de los derechos que tiene el consumidor y acerca de la calidad
de los productos que se le ofrecen” (32).
Esta protección asignada a las autoridades, genera por parte de los
consumidores y usuarios los correlativos derechos “frente” al Estado. La
voz “autoridades” debe ser entendida en su acepción y alcance amplio e
igualmente, como lo vimos al analizar el art. 41 C.N., involucra también a
los magistrados del P.J.. Pero en algunos casos los derechos son
ambivalentes, ya que también resultan oponibles ante quien provee los
bienes y/o servicios. De igual manera, respecto de los derechos que se
d. La legislación
El último párrafo del artículo señala que: “La legislación establecerá
procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos,
y los marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia
nacional, previendo la necesaria participación de las asociaciones
de consumidores y usuarios y de las provincias interesadas, en los
organismos de control”.
En la Convención de 1994, se expresó que urgía un marco regulatorio
para servicios públicos, máxime después de las privatizaciones que gene-
raron monopolios de hecho con consumidores cautivos a los que había que
tutelar. La norma proponía, por un lado los “entes reguladores” de los
servicios privatizados, con intervención de las asociaciones de usuarios; y
por otra parte, la atención de los conflictos importaba acceso gratuito a la
justicia, asesoramiento previo y actuación posterior a través de los entes
reguladores, o en su defecto por la acción de amparo. En tal hipótesis, la
sentencia obtenida por un usuario o asociación tendría efecto extensivo y
beneficiaría a todos (33).
Asimismo, se han creado numerosos “entes reguladores”, por
ejemplo el del gas (ley 24.076), de obras sanitarias (decr. 999/92),
telecomunicaciones (decrs. 1185/99 y 1395/91), de servicios eléctricos (ley
24.065), por sólo citar alguno de ellos.
(33) SAGÜÉS, Néstor P., Elementos..., op. cit., t. 2, ps. 705-706. El argumento resume la
postura de los miembros co-informantes del despacho mayoritario: Roulet e Irigoyen,
Diario de Sesiones, ps. 4176-4178.
348 Ricardo Haro
5. Medios de protección
CAPITULO XIV
GARANTIAS CONSTITUCIONALES
Hugo Zanata
I. Garantías constitucionales
1. Introducción
2. Concepto de garantía
a. La Constitución de 1853
Con la Constitución de 1853/60, se inicia el proceso formal de
constitucionalización de los derechos y garantías, consagrando en especial
en el art. 18, las garantías fundamentales de cada uno de los individuos, a
las que debemos agregar las sancionadas por las distintas reformas
constitucionales, que lejos de limitarlas, las ampliaron a las ya existentes,
como sucedió en la reforma de 1994, que incorporó en el art. 43 C.N., entre
otras, las garantías del amparo, habeas data y habeas corpus.
Estas garantías las podemos esquematizar de la siguiente manera:
Art. 18:
1. Tutela judicial efectiva.
2. Debido proceso.
3. Juez natural.
4. Principio de legalidad.
5. No autoincriminación.
6. Inviolabilidad del domicilio y de los papeles privados.
7. Prohibición de aplicación de pena de muerte.
8. Protección del reo en el cumplimiento de condena o esperando
sentencia.
Art. 43: 1. Acción de amparo. 2. Habeas data. 3. Habeas corpus.
b. El debido proceso
c. El juez natural
d. El principio de legalidad
(1) NÚÑEZ, Ricardo, Manual de derecho penal, Parte general, Marcos Lerner, Cba., 1999,
p. 64.
356 Ricardo Haro
1. La reforma de 1994
1. Concepto
(8) Citado por S AGÜÉS, Néstor P., Derecho procesal constitucional, Astrea, Bs. As., 1995,
p. 121.
368 Ricardo Haro
c. Jurisprudencia de la C.S.J.N.
La C.S. ha afirmado que las asociaciones que tienen por objeto la
lucha contra el Sida, se encuentran legitimadas para interponer acción de
amparo contra las omisiones del Estado, por presunto incumplimiento de la
ley 23.798 y de su decreto reglamentario, fundando su derecho no sólo en
el interés difuso en que se cumpla la Constitución y las leyes, sino en su
carácter de titulares de un derecho de incidencia colectiva a la protección
a la salud (10).
Cabe destacar asimismo que la C.S. en el caso “Halabi, Ernesto” del
24/2/09 confirmó la sentencia que, al declarar la inconstitucionalidad de
normas que autorizan la intervención de las comunicaciones telefónicas y
por Internet sin determinar “en qué casos y con qué justificativos”, atribuyó
efectos erga omnes a la decisión, pues el fundamento de esa amplitud,
V. El habeas data
1. El texto del tercer párrafo del art. 43 C.N. y el bien jurídico tutelado
3. La legitimación procesal
c. Requisitos previos
Es importante destacar que a los efectos del reclamo, no es necesario
acreditar ni la existencia de agotamiento de la vía administrativa, ni
tampoco la arbitrariedad o ilegalidad, como en el proceso de amparo, como
así tampoco la existencia de daño patrimonial o moral de la persona
reclamante.
En la práctica, sí resulta obligatorio por ley, antes del inicio de la acción
judicial de H.D., que el reclamante proceda a efectuar emplazamiento al
registro o banco de datos respectivo, para que éste informe “los datos, su
finalidad y en su caso actualice, rectifique o suprima esos datos”. En caso
de no obtener respuesta afirmativa a su reclamo, iniciará la acción
correspondiente, y esto es importante para destacar porque en definitiva
incidirá al momento de la determinación de las costas del juicio.
La parte final del tercer párrafo del art. 43 C.N., impone un límite al
ejercicio de la acción de H.D., al disponer categóricamente que con ella, “no
podrá afectarse el secreto de las fuentes de información periodística”.
Si bien el tema de protección en materia periodística y el derecho de
secreto profesional, fue motivo de un prolongado y controvertido debate, la
cuestión quedó definitivamente superada con la reforma de 1994. Esta
protección no sólo limita el ejercicio del H.D. -afirma Ekmekdjian- sino que
se extiende a cualquier pretensión judicial o extrajudicial que intente violar
el secreto de la fuente de información periodística, por cualquier tipo de
causa o concepto.
En realidad, esta cláusula no brinda mayor claridad, por lo que
creemos decisivo, diferenciar entre “fuentes de información periodísti-
ca y registro o banco periodístico”. Opinamos que la prohibición al
progreso de la acción, alcanza a las fuentes de información periodística,
como protección del derecho de no revelarlas.
En cuanto a los registros o bancos periodísticos, que no implican -en
principio- revelación de la fuente de información, sino circunstancias
376 Ricardo Haro
art. 43, como por ejemplo, el art. 7º.6. de la CADH; art. 1º de la DADDH,
y el art. 3º de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
4. Legitimación procesal
CAPITULO XV
LIMITACIONES A LOS
DERECHOS Y GARANTIAS
I. Introducción
1. Noción introductoria
2. Apoyatura constitucional
4. Dimensiones de la razonabilidad
a. Razonabilidad cuantitativa
16. La razonabilidad cuantitativa se refiere a la integridad de los
derechos tomados en sí mismos, en su aspecto esencial y básico, para
sustraerlos de su aniquilamiento. Aquí el intérprete realiza un juicio
ponderativo entre el derecho y la restricción legal, a fin de averiguar el
quantum de la restricción constitucional, y en su caso, comprobar si lo ha
“alterado”, degradado en su integridad o no (art. 28 C.N.).
b. Razonabilidad cualitativa
17. Por su parte, la razonabilidad cualitativa que asegura el
principio de igualdad, es examinada mediante la comparación entre varios
supuestos -iguales o diferentes- y la norma jurídica, de forma tal que, como
dice Juan F. Linares, esta razonabilidad exige que a antecedentes iguales,
se imputen como debiendo ser, iguales consecuentes, sin excepciones
arbitrarias. La ley debe ser igual para los iguales en iguales circunstancias.
c. Razonabilidad instrumental
18. La razonabilidad instrumental, es la que tiende a averiguar
la proporcionalidad que existe entre el fin perseguido por la norma
y las restricciones impuestas a los derechos para su cumplimiento, de
forma tal que no sean arbitrarias. En este sentido ha dicho la C.S. que
existe razonabilidad cuando hay relación, directa, real y sustancial, entre
los medios empleados y los fines a cumplir. Puede ocurrir que siendo
constitucional el objetivo de la ley, los medios o restricciones impuestos
a los derechos por el legislador, sean arbitrarios, desproporcionados o
caprichosos (10).
d. Razonabilidad temporal
19. La razonabilidad temporal es aquella evaluada desde la
perspectiva del factor tiempo, ya que si bien generalmente y salvo casos
e. Razonabilidad procesal
20. Esta razonabilidad procesal es aquella cualidad que debe tener
no ya la ley o el reglamento, sino la sentencia judicial en cuanto sea una
“derivación razonada del derecho atendiendo a lo alegado y probado por las
partes en un proceso judicial”. Es decir, la irrazonabilidad se manifiesta
aquí en la interpretación del derecho o en la meritación de los diversos actos
procesales que hace el magistrado, irrazonabilidad que es de tal magnitud
que la sentencia se vuelve “arbitraria”, desprovista de todo apoyo legal y
fundada solamente en la voluntad del magistrado.
V. Poder de policía
competencia del poder de policía, todo aquello que hace al bienestar general
de la comunidad, y la regulación de su vida económica (“broad and
plenary”: amplio y plenario).
En esta concepción el poder de policía acrecienta notablemente sus
ámbitos de actuación, al incorporar amplios sectores que hacen a los
intereses económicos, pero también a los sociales, tales como la educación,
el desarrollo integral, la marginación y el desempleo, la vivienda, la justicia
social, etc.
2. Características de la emergencia
efectos de los contratos libremente convenidos por las partes, como los
efectos de las sentencias firmes, siempre que no se altere la sustancia
de unos y otras; sin menoscabo del art. 17 C.N., cuando razones de orden
público o interés general lo justifiquen y la reducción no resulte confiscatoria
o arbitrariamente desproporcionada, y sea por lo tanto, razonable.
1. Noción introductoria
a. La conmoción interior
43. La conmoción interior es todo desorden o alteración del orden y la
paz pública, motivados en fenómenos naturales (terremoto, inundaciones,
etc.) o circunstancias políticos-sociales que, produciendo un daño grave,
verdadero y objetivo, puedan perturbar seriamente el funcionamiento
normal de la Constitución, la convivencia social y las instituciones de
la Nación, con una entidad tal, como para desbordar el ejercicio regular de
las fuerzas de seguridad y con sus nocivos efectos en todo el país o en parte
de su territorio.
Manual de Derecho Constitucional 399
b. El ataque exterior
44. Como su propia denominación lo significa, se refiere a un ataque
o invasión de carácter militar, que provenga del orden internacional y sea
de una envergadura tal, que implique una declaración de guerra y afecte
severamente la seguridad nacional.
46. Veamos ahora, cuáles son los órganos políticos competentes para
la declaración del estado de sitio en las causales analizadas.
a. Conmoción interior
47. Los constituyentes ha sido muy sabios. No dudaban, después de
las guerras civiles y las épocas de gobiernos provinciales y nacionales
autocráticos, que la conmoción interior es una causal que no podía dejarse
su apreciación a la mera discrecionalidad o arbitrariedad del presidente. Es
por ello que en tal causal, su declaración le corresponde al Congreso de la
Nación (art. 75 inc. 29 C.N.) para asegurar por ambas cámaras, una
valoración más meditada y asertiva sobre su existencia o no; y, excepcio-
400 Ricardo Haro
b. Ataque exterior
48. En cuanto a la causal de “ataque exterior”, dada la necesaria
objetividad y la internacionalización de tal causal, lo cual no torna fácil una
arbitraria invocación, los constituyentes, dejaron su apreciación y posterior
declaración del estado de sitio “por tiempo limitado”, al juicio del presidente
con acuerdo del Senado” (arts. 61 y 99.16).
Coherentemente con lo sostenido en la anterior causal, pensamos que
el espíritu de las normas pertinentes, exige que en caso de estar en receso
el Senado, el P.E. al declarar supletoriamente el estado de sitio, deberá
simultáneamente convocarlo para que autorice o desautorice la referida
declaración.
50. Los efectos del estado de sitio los podemos caracterizar del
siguiente modo:
a) Efecto genérico, la “suspensión de las garantías constitucionales”;
b) Efecto específico, la facultad del P.E. de “arrestar y trasladar
personas”
a. Tesis restrictiva
52. Esta posición, expuesta sólo por parte de la doctrina, sostiene que
durante el estado de sitio, sólo se suspende la garantía de la libertad
física o de locomoción , en tanto el art. 23 C.N. otorga al presidente la
facultad de “arrestar y trasladar personas de un punto a otro de la Nación,
si ellas no prefiriesen salir fuera del territorio argentino”.
b. Tesis amplia
53. La tesis amplia, compartida por otra parte de la doctrina, afirma
que se suspenden temporariamente, todas las garantías constituciona-
les que protegen los derechos constitucionales, tanto los relacionados
directamente con las personas, como los referidos a sus cosas y bienes.
402 Ricardo Haro
a. Irrevisibilidad judicial
56. La jurisprudencia de la C.S. ha establecido como doctrina secular,
que la facultad específica conferida al presidente de la Nación durante la
vigencia del estado de sitio de arrestar a las personas o trasladarlas de un
punto a otro del país, siempre que ellas no prefirieran salir del territorio
argentino, es judicialmente irrevisible, escapan al control del Poder
Judicial, salvo que medie transgresión a los límites trazados por el art. 23
C.N. (v.gr., condenar o aplicar penas).
y que permite que la facultad del P.E. de arrestar prevista en el art. 23 C.N.,
no se confunda con la aplicación de penas que esa misma norma y el art.
95 (hoy 109) vedan al presidente.
CAPITULO XVI
LA FORMA DE GOBIERNO EN LA CONSTITUCION
1. Representación y democracia
(5) VANOSSI, Jorge R., El Estado de derecho en el constitucionalismo social, Eudeba, Bs.
As., 1987, ps. 262-267.
410 Ricardo Haro
1. Nociones generales
1. Iniciativa popular
(6) El art. 8º de la ley 24.747 señala que debe presentarse en la Mesa de Entradas de la Cámara
de Diputados, la que en un plazo de veinte (20) días hábiles deberá dictaminar sobre la
admisibilidad formal de la iniciativa, pudiendo -asimismo- intimar a los promotores a
corregir o subsanar defectos formales.
(7) También consagrado en el art. 11 de la ley 24.747, que establece el expreso tratamiento
en ese lapso.
(8) Confr. GELLI, María A., op. cit., p. 314. La autora señala también el ejemplo de la ley
convenio sobre coparticipación federal, pero a nuestro entender al ser materia de tributos
ya está expresamente prohibida por la norma constitucional en su tercer párrafo.
Manual de Derecho Constitucional 413
2. Consulta popular
1. Introducción: concepto
(9) OÑATE, Pablo, Los partidos políticos, Del Aguila, Rafael (comp.), Manual de ciencia
política, Trotta, Madrid, 2000, p. 251.
(10) GARCÍA COTARELO, Ramón, Los partidos políticos, Sistema, Madrid, 1985, p. 11.
(11) Citado por OÑATE, Pablo, op. cit., p. 254
416 Ricardo Haro
Mario Justo López distingue según que éstos actúen de acuerdo con,
en contra de, o al margen del régimen democrático constitucional. En el
primer caso, las funciones consisten en encauzar la caótica voluntad
popular, educar al ciudadano para encarar su responsabilidad política,
servir de eslabón entre la opinión pública y el gobierno, seleccionar la elite
que debe conducir los destinos del país (15).
Otros autores, como García Cotarelo, parten de una función general
(mediadores entre el Estado y la sociedad) para derivarla en dos sub-tipos:
1. Funciones sociales: formar, canalizar la opinión pública, creando
identidades políticas, transformando y concretando las demandas sociales
en medidas políticas, el partido es un “elemento de la sociedad civil”.
2. Funciones institucionales: el partido es un “elemento del apara-
to estatal” y por lo tanto, recluta la elite dirigente, selecciona a los
candidatos, siendo en nuestro caso la única forma posible para acceder a
un cargo político, lo que ha llevado muchas veces a la crítica y al
descreimiento popular con respecto a la poca representación en el momen-
to de ser elegidos de su plataforma electoral inicial. A su vez, permiten
articular las opciones de los ciudadanos, formar, dirigir y controlar la acción
de gobierno.
a. Algunos antecedentes
El sistema representativo es una consecuencia de la realidad, toda vez
que el poder político reside en el pueblo y ante la imposibilidad de establecer
mecanismos permanentes de democracia directa, mediante el sufragio
(18) DUARTE-F ERNÁNDEZ SUÁREZ-DEL PINO, Dinámica política, Galeón, Cba., 1998.
(19) EKMEKDJIAN, Miguel Angel, Manual de la Constitución Argentina, Depalma, Bs. As.,
1999, p. 174.
(20) VÍITOLO, Alfredo M., “Los partidos políticos en la reforma de 1994. Hacia la
corporativización de la representación política”, Ekmekdjian, Miguel Angel y Ferreyra,
Raúl Gustavo (coordinadores), La reforma constitucional de 1994, Depalma, Bs. As.,
1999, p. 112.
420 Ricardo Haro
blo: que hace referencia al titular del poder del Estado y a los que
circunstancialmente lo representan, rindiéndole cuentas en forma perió-
dica; sufragio universal e igual: el voto es para todos los ciudadanos,
cada hombre tiene un voto y sólo uno, prohibiendo el voto calificado por
cualquier concepto; voto secreto: garantía contra el fraude electoral,
derecho a ser protegido contra cualquier acto de presión; sufragio
obligatorio: es un derecho-obligación.
La igualdad de oportunidades a la que hace referencia el artículo
en cuestión se define “para el acceso a cargos electivos y partidarios” (21),
suministrando una pauta más concreta y clara en favor del derecho
electoral activo y pasivo (22) de la mujer.
(21) BIDART CAMPOS, Germán, Tratado elemental de derecho constitucional argentino, Ediar,
Bs. As., 1995, t. VI, p. 271.
(22) Derecho electoral activo: derecho-obligación a sufragar, derecho electoral pasivo:
capacidad restringida que tienen los ciudadanos para postularse a cargos electivos.
(23) Cuestión ya resuelta por leyes vigentes que les acuerdan el carácter de persona jurídica
de derecho público, como lo hace por su parte la Constitución Provincial de Córdoba,
art. 33.
(24) BIDART CAMPOS, op. cit., p. 272.
Manual de Derecho Constitucional 421
(25) HARO, Ricardo, “Reflexiones sobre las elecciones internas abiertas”, E.D., Doctrina, Bs.
As., 7/10/02, Nº 10.603, año XL.
(26) BIDART CAMPOS, op. cit., ps. 275/276.
(27) BIDART CAMPOS, op. cit., p. 277.
(28) EKMEKDJIAN, Miguel Angel, La reforma constitucional de 1994, op. cit., p. 113.
(29) BIDART CAMPOS, op. cit., p. 285.
422 Ricardo Haro
Por su parte, el art. 99 inc. 3, siguiendo este orden de ideas, especifica que
en la composición de la Comisión Bicameral Permanente se debe respetar
la proporción de las representaciones políticas de cada Cámara del
Congreso (30).
Sin abundar en el tema, la Constitución de la Provincia de Córdoba, no
deja lugar a dudas, al establecer en su art. 33, 4º párrafo, “... Sólo a los
partidos políticos compete postular candidatos para cargos públicos
electivos...”.
5) La norma de la C.N. continúa expresando “... el acceso a la
información pública y la difusión de sus ideas...”, facultad otorgada
para requerir informes a los tres poderes del Estado, obtener acceso a los
medios de comunicación para divulgar sus propuestas y que el costo lo
soporte el Estado, siempre que se encuentren en época de elecciones.
6) Por último, el art. 38 en sus 3º y 4º párrafos dispone: “... El Estado
contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y de la
capacitación de sus dirigentes (...) Los partidos políticos deberán dar
publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio”. Para
algunos autores, ha sido un error incorporar al texto constitucional el difícil
problema del manejo y destino de fondos recibidos (31), ya que no consideran
conveniente hacer referencia al rol del Estado como contribuyente del
sostén económico de los partidos y de la formación de sus dirigentes.
Hubiera sido mejor regularlo por ley. Las leyes 26.215 y 26.571 regulan el
financiamiento de los partidos políticos.
VI. Sufragio
1. Concepto
2. El sufragio en la Constitución
a. Caracteres
El citado art. 37 prescribe que el sufragio es:
(32) FAYT, Carlos S., Sufragio y representación política, Omeba, Bs. As., 1963, p. 7.
(33) En el caso “Ríos”, la C.S.J.N. sostuvo esta postura. Ver nota 38 de este mismo capítulo.
(34) Confr. ROSSETTI, Andrés, “El régimen representativo argentino”, en BECERRA, HARO, y
otros, Manual de derecho constitucional, t. II, ps. 115 y 116.
424 Ricardo Haro
3. Clasificación
a. Período 1853-1911
El presente trabajo, relativo a la evolución del régimen electoral
argentino (36), tiene por objeto brindar una visión global y esquemática de
éste, tratando de hacer un repaso de los sistemas imperantes desde 1853
a la fecha (37).
Durante el período de 1853 a 1911, si bien se dictaron leyes orgánicas
que regulaban el acto electoral, el oficialismo -en los hechos- digitaba las
elecciones. Son características de este período: la regulación del sistema
electoral por ley del Congreso, el voto público y facultativo, la escasa
participación popular. Impera el fraude electoral y la violencia en el acto
comicial, las elecciones son manipuladas por el oficialismo. Se aplican en
esta época dos sistema electorales:
1) El sistema de lista completa a simple pluralidad de sufragios,
que significa que al partido o lista ganadora, se le adjudican la totalidad de
los cargos que elige la provincia o distrito (v.gr. 12 diputados. Lista A:
100.000; Lista B: 80.000; Lista C: 60.000; Lista D: 40.000: La lista A se
lleva los 12 cargos). Se advierte la ausencia de minorías.
2) El sistema de circunscripciones con voto uninominal, que
significa que cada distrito o provincia, se dividía en proporción a la
población, en tantas circunscripciones como candidatos a elegir (para 12
cargos, se conformaban 12 circunscripciones) y en las que el elector votaba
por un solo candidato (por eso lo de uninominal) sistema que lo aplicó la
(36) Nos basamos en la tesis doctoral de BORGARELLO, E.S., “Evolución del régimen electoral
en la República Argentina desde 1810 a la actualidad”, U.N.C., 1995.
(37) Aunque hay autores que hacen una periodización que dividen en 3 etapas, a saber: 1)
de 1810 a 1852; 2) de 1853 a 1911; y 3) de 1912 a nuestros días. Ver BORGARELLO, Susana,
op. cit.
Manual de Derecho Constitucional 427
b. Período 1912-1955
Llega el año 1912 y la ley 8871, llamada ley Sáenz Peña, significó
una profunda transformación en la vida política, debido a las pocas pero
sustanciales modificaciones introducidas en el régimen electoral y es
expresión de la lucha por la pureza electoral que había caracterizado las dos
décadas anteriores. La tensión política y el abstencionismo de la Unión
Cívica Radical -que enarboló como emblema dicho principio- hacía inevi-
table la reforma electoral. Roque Sáenz Peña supo interpretar esa realidad
y con la visión de los grandes estadistas y al compás de las palabras “quiera
el pueblo votar” promulgó la ley 8871 cuyos principios que hoy siguen
vigentes son:
1) Voto universal e igualitario; 2) Voto obligatorio con sanción
penal para su incumplimiento; 3) Voto secreto; 4) Padrón militar sobre
la base del enrolamiento militar; 5) Escrutinio definitivo centralizado; 6)
Sistema de voto restringido.
Este sistema está bien llamado de voto restringido, por cuanto el
elector votaba sólo por las dos terceras partes de los diputados del distrito
(si correspondían 12 diputados, en la lista se consignaban sólo 8 nombres),
pero mal llamado de lista incompleta, dado que se votaba y se escrutaba
por candidatos y no por listas, pues se admitía la borratina de candidatos y
la incorporación de otros de otras listas (panachage). No obstante este
intento selectivo de candidatos que posibilitaba la ley, lo cierto es que el
elector en la realidad votaba por lista, y entonces la ganadora se llevaba 2/
3 de las bancas y la que le seguía en votos, se adjudicaba el 1/3 restante.
De allí que desde la ley, se establecía la presencia imperativa de la minoría.
Este sistema y el contenido total de la ley, fue una gran innovación ya
que las instituciones de nuestro sistema representativo y democrático
(38) Por la implementación de este sistema, en las elecciones para la Cámara de Diputados
de la Nación de 1906, es elegido por el distrito de La Boca, Alfredo Palacios, quien de
esta manera se constituye en el primer diputado de filiación socialista que es electo en
América del Sur.
428 Ricardo Haro
(39) Salvo las épocas de gobiernos de facto, en que se lo hacía por decreto del Poder Ejecutivo.
430 Ricardo Haro
(40) Ni qué decir de los regímenes autocráticos, en los que los controles por la división de
poderes o por parte del pueblo es impensable, prestándose más a este tipo de prácticas.
Manual de Derecho Constitucional 431
b. Método D’Hondt (del mínimo común divisor o de las medias más altas).
Elaborado por el belga Víctor D’Hondt, es un sistema nacido con el objetivo de
corregir las incongruencias del método del cociente a través de la teoría de las
proposiciones. El procedimiento se funda sobre un “divisor común”.
El total de los votos válidos de cada una de las listas es dividido
progresivamente por una serie de números naturales 1, 2, 3, 4 ... n, (según
el número de bancas que se elijan), hasta obtener para cada una de ellas,
un número de cocientes iguales al número de mandatos a atribuir en la
circunscripción (primer paso en el cuadro ejemplificativo).
Se anotan los cocientes obtenidos para cada lista en columnas
separadas y en orden decreciente, encabezadas por el total de votos de
cada una, o sea, el cociente de la división por uno. Después de lo cual se
forma una columna final, donde se coloca en el primer puesto el más
elevado entre todos los cocientes de las diversas listas y continuando en
orden decreciente aquéllas que siguen en cantidad, independientemente de
la lista a la que pertenezcan, hasta que en la columna final se tengan tantos
cocientes como sean los candidatos a elegir (segundo paso).
(42) TORRENS, Xavier, Los sistemas electorales, Caminal Badía, Miguel (editor) Manual de
ciencia política, Tecnos, Madrid, 1999, ps. 366 y 367.
Manual de Derecho Constitucional 433
2) Segundo paso: 1º: 171.000; 2º: 132.000; 3º: 85.500; 4º: 84.000;
5º: 66.000; 6º: 57.000; 7º: 44.000; 8º: 42.750 = cociente, cifra repartidora
o mínimo común divisor.
434 Ricardo Haro
3) Tercer paso:
PA: 171.000 % 42.750 = 4 bancas; PB: 132.000 % 42.750= 3 bancas;
PC: 84.000 % 42.750 = 1 banca; PD: 36.000 % 42.750= 0 banca.
Total = 8 bancas
1. Grupos de presión
a. Introducción
En todo régimen democrático, el poder político no está constituido
exclusivamente por el que ejercen los ocupantes nominales o visibles de los
cargos de gobierno; siempre hay alguien al lado o detrás, actores que
despliegan poder, sea de carácter religioso, militar, económico, sindical,
etc., no jurídicamente establecidos, es decir que sus titulares permanecen
en la penumbra. Estas fuerzas políticas organizadas desarrollan una acción
para obtener que las decisiones políticas u otros actos de gobierno o
administrativos se adopten con tal o cual contenido (43).
a. Conceptos y caracteres
Cuando hablamos de grupo de interés, nos estamos refiriendo a esa
asociación de individuos que no es un partido político, que poseen en común
ciertas características y fines, con sentido de pertenencia a éste, adoptando
una posición en la sociedad para desarrollar un interés y protegerlos. Según
Linares Quintana, estos grupos “se forman en torno de intereses
particulares comunes, con la finalidad esencial de defenderlos”.
(43) LÓPEZ, Mario J., Introducción a los estudios políticos, formas y fuerzas políticas,
Depalma, Bs. As., vol. II, 1983.
Manual de Derecho Constitucional 435
(46) Se entiende por fuerzas políticas a todos los actores de la actividad política -cualquiera
sea el tipo de ésta- excluyendo solamente a los ocupantes de los cargos o roles de
gobierno.
(47) LÓPEZ, M. Justo, op. cit., vol. II, p. 506.
(48) BIDART CAMPOS, Germán, Tratado..., op. cit., t. I, p. 275.
(49) Confr. ROSSETTI, Andrés, op. cit., ps. 130 y 131.
Manual de Derecho Constitucional 437
X. El régimen republicano
(52) Nótese que en la actualidad puede entenderse al pueblo como sinónimo de todos, de
ciudadanos. Pero en los inicios de la modernidad se hacía referencia a un sector de la
sociedad que se enfrentaba a los otros del antiguo régimen u orden -nobleza, corona,
etcétera- y que comenzaba a luchar por un lugar en la sociedad, esto es, comenzaba a
luchar por la demanda de libertad e igualdad, en definitiva por la democracia y la
inclusión.
Manual de Derecho Constitucional 439
1. A manera de introducción
(53) PÉREZ GUILHOU, Dardo [et al.], Derecho constitucional de la reforma de 1994, Depalma,
Bs. As., 1995, p. 24.
(54) ARMAGNAGUE, Juan F., Juicio político y jurado de enjuiciamiento, Depalma, Bs. As.,
1995, p. 3.
(55) EKMEKDJIAN, Miguel Angel, Democracia, República y gobiernos de facto; Ekmekdjian,
Miguel Angel y Ferreyra, Raúl G. (coord.), La reforma.., op. cit., ps. 7 y 8.
Manual de Derecho Constitucional 441
(56) LINARES QUINTANA, Segundo, Tratado de la ciencia del derecho constitucional, Plus
Ultra, Bs. As., 1987, t. IX, p. 459.
Manual de Derecho Constitucional 443
a. Marco normativo
El juicio político se encuentra receptado en los arts. 53, 59 y 60 C.N.,
como así también los reglamentos de la Cámara de Diputados (en adelante
C.D.) y el Senado.
b. Sujetos
Sobre este punto ya nos hemos referido en los parágrafos preceden-
tes, sólo nos cabe expresar que conforme el nuevo texto del art. 53 C.N.,
determina como sujetos enjuiciables: presidente y vicepresidente de la
Nación, jefe de Gabinete de Ministros, ministros del Poder Ejecutivo
y jueces de la Corte Suprema de Justicia.
Es importante señalar que la ley 24.946 -del Ministerio Público-
estableció posteriormente que: el procurador general de la Nación y el
defensor general de la Nación, se encuentran sujetos a lo prescripto en los
arts. 53 y 59 de la C.N.
444 Ricardo Haro
d. El procedimiento en el Senado
El Senado, previamente a las etapas de acusación, defensa (15 días),
prueba (30 días) y alegatos, reunido en sesión pública dicta “sentencia”
sobre los cargos imputados al funcionario. Cada senador vota en primer
lugar sobre si es responsable o no, es decir, si corresponde o no la
destitución. En el caso de que resulte a favor de la destitución, con una
mayoría de dos tercios de los miembros presentes, será desplazado del
cargo. En segundo lugar votará por la posibilidad de aplicar una sanción
accesoria, como puede ser la inhabilitación perpetua o temporaria para
desempeñar cargos de honor a la República.
e. Efectos
El art. 60 C.N., expresa: “... su fallo no tendrá más efecto que
destituir al acusado, y aun declararle incapaz de ocupar ningún
Manual de Derecho Constitucional 445
CAPITULO XVII
EL PODER LEGISLATIVO
1. Bicameralidad
2. La Cámara de Diputados
b. Procedimiento de elección
El art. 45 C.N. establece tres condiciones a cumplir en la elección de
diputados:
1) Que sea directa: es decir, que no medien intermediarios entre la
voluntad de los electores y el representante elegido -constituye una
elección de primer grado-.
2) Por distritos: a tal fin se divide el territorio nacional en circunscrip-
ciones electorales -distritos- que coinciden con los límites de las provincias
y de la Ciudad de Buenos Aires -hoy también Capital de la República-; en
caso de traslado de la Capital, ésta será considerada como distrito
electoral.
3) A simple pluralidad de sufragios: esta disposición ha generado en
doctrina diversas interpretaciones relacionadas a si la C.N. establece o no
un sistema electoral determinado, o en su caso, si prohíbe alguno.
En consideración a la práctica constitucional, podemos concluir que
esta disposición es lo suficientemente amplia como para permitir la
aplicación de diversos sistemas electorales siempre y cuando no impongan
mayorías calificadas de votos.
c. Condiciones de elegibilidad
El art. 48 C.N. establece las siguientes condiciones para ser diputado
de la Nación:
1) Haber cumplido la edad de veinticinco años: este requisito
deberá acreditarse al momento de incorporarse el legislador electo a la
Cámara, es decir, que podría ser candidato un menor de 25 años pero que
los tendrá cuando presente el título de electo ante la Cámara, para su
examen.
2) Tener cuatro años de ciudadanía en ejercicio: requisito exigible
a los ciudadanos por opción o por naturalización, ya que los nativos al
adquirirla a los 18 años superan ampliamente el plazo establecido.
3) Ser natural de la provincia que lo elija, o con dos años de
residencia inmediata en ella: si bien los electos representarán los
intereses del pueblo en su conjunto, se exige un mínimo de identificación
con el distrito por el que se postula.
450 Ricardo Haro
e. Caso de vacancia
La vacancia puede ser permanente, por ejemplo: muerte, renuncia,
remoción o exclusión dispuesta por la Cámara; o transitoria, v.gr., licencia o
suspensión en el cargo. En ambos supuestos de no cubrirse la vacante el
pueblo del distrito al que pertenece la banca se encontraría disminuido en su
representación. La solución constitucional sería proceder en cada caso a
realizar una nueva elección (art 51 C.N.). Sin embargo, lo engorroso de este
mecanismo llevó al legislador a establecer una solución alternativa razonable
aunque inconstitucional, que debió haber sido objeto de reforma en 1994.
En efecto, el art. 164 del Código Electoral Nacional establece que en
el mismo acto de elección de los diputados se elegirán suplentes. Producida
una vacante, el diputado será sustituido por los titulares que figuren en la
lista según el orden establecido; y una vez agotada ésta, se seguirá por los
suplentes. En todos los casos desempeñarán el cargo hasta que finalice el
mandato de quien reemplazan.
3. La Cámara de Senadores
b. Procedimiento de elección
Los senadores serán “elegidos en forma directa y conjunta,
correspondiendo dos bancas al partido político que obtenga el mayor
número de votos, y la restante al partido político que le siga en número
de votos” (art. 54 C.N.). Por la Disposición Transitoria Cuarta, la elección
directa por el pueblo entró en vigencia el 10 de diciembre de 2001. A partir
de la reforma, el número de integrantes del Senado es de 72 miembros por
las 23 provincias y la ciudad de Buenos Aires.
La elección directa, a partir de 1994, tiende a evitar distorsiones entre
la voluntad del electorado y su representante por posibles negociaciones
partidarias en los colegios electorales. Sin embargo, no modifica “el origen
de la representación ni hace a los senadores representantes ‘del
pueblo’, como son los diputados. La regla fundamental de la repre-
sentación ‘por provincia’ -esto es, la que asigna a todas igual
número- impide confundir al órgano elector con la función represen-
tativa” (1).
La elección de los senadores por distrito deberá ser “conjunta”, a fin
de posibilitar la aplicación del sistema electoral de lista incompleta para la
distribución de las bancas.
c. Condiciones de elegibilidad
Conforme a lo establecido en el art. 55 C.N.:
1) Haber cumplido la edad de treinta años: pero en este caso al
momento de la elección, a diferencia de los diputados. El incremento de la
(1) PAIXÂO, Enrique, “La reforma del Senado” en ROSATTI, Horacio y otros, La reforma de
la Constitución. Explicada por miembros de la Comisión de Redacción, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, 1994, p. 345.
452 Ricardo Haro
e. Caso de vacancia
El criterio adoptado en el art. 62 C.N., es similar al establecido para
la vacancia en Diputados, por lo que remitimos a lo expresado supra. Sin
embargo, la solución de los suplentes dada en el Código Electoral, para los
senadores se la incluyó a través de la Cláusula Transitoria Cuarta, 7º
párrafo.
1. Diputados
2. El Senado
1. Garantías colectivas
b. Reglamento
Cada Cámara dicta su reglamento interno, de conformidad a la
atribución conferida en el art. 66 C.N. En ellos se establecen las reglas de
organización interna aplicable a los legisladores, a los empleados y a
terceros que se relacionen con ellas. Para mayor abundamiento se remite
al estudio de los respectivos reglamentos de las cámaras.
2. Garantías individuales
b. Inmunidad de arresto
Este privilegio, previsto en el art. 69 C.N., se extiende desde el día de
la elección hasta el del cese en el cargo de legislador. Por lo tanto, abarca
el período de sesiones legislativas como el de receso. Es aplicable aun
durante el estado de sitio (doctrina del caso “Alem” (8), salvo en el caso de
ser descubierto el legislador en el mismo momento (in fraganti) de
cometer un delito grave (que merezca pena de muerte, infamante u otra
aflictiva).
Sin embargo, pueden promoverse acciones judiciales contra el legis-
lador, siempre que no tengan por fundamento “opiniones” producidas en el
ejercicio de su función (art. 68 C.N.), ni impliquen su arresto o detención
provisoria o definitiva, para lo cual se requiere el desafuero previsto en el
art. 70 C.N. De allí que se sostiene que esta norma garantiza la inmunidad
de arresto pero no la de proceso.
a. Sesiones preparatorias
Estas sesiones tienen por objeto incorporar a los legisladores a sus
bancas, elegir las autoridades de cada Cámara, los integrantes de las
comisiones y fijar los días y horas de las sesiones ordinarias. No se
encuentran previstas en la C.N., y su regulación surge de lo dispuesto en
los arts. 1° y 2° de los reglamentos de las cámaras. El Senado se reúne el
24 de febrero y la Cámara de Diputados dentro de los últimos diez días de
febrero (art. 1º Reglamento).
b. Sesiones ordinarias
A partir de la reforma de 1994 se extendió el período de sesiones
-que iba de mayo a setiembre-, iniciando el 1° de marzo hasta el 30 de
noviembre (art. 63 C.N.); y se incluyó la facultad de las cámaras de
autoconvocarse a fin de iniciar el año legislativo, eliminando la posibilidad
del Ejecutivo de interferir en el funcionamiento normal del Congreso, en
caso de incumplimiento de la atribución conferida en el art. 99 inc. 8 C.N.
Durante las sesiones ordinarias las cámaras gozan del ejercicio pleno de
sus atribuciones constitucionales.
En otro sentido, se sostiene que las cámaras se reúnen en el recinto
en sesiones ordinarias o sobre tablas, los días y horas preestablecidos. Y
Manual de Derecho Constitucional 461
c. Sesiones de prórroga
Estas sesiones continúan las ordinarias una vez concluidas el 30 de
noviembre de cada año, sin mediar interrupción entre ambos tipos de
sesiones, por lo que se inician el 1º de diciembre siguiente al hecho de su
determinación, debidamente comunicada.
En las sesiones de prórroga las cámaras tienen la plenitud de sus
atribuciones constitucionales, ya que comparten la naturaleza de las
sesiones ordinarias.
Por aplicación de una interpretación literal y sistemática de los arts.
63 y 99 inc. 9 C.N., autores como Linares Quintana, Joaquín V. González,
entre otros, han sostenido que la facultad de prórroga es exclusiva del
Ejecutivo. Sin embargo, a partir de 1994 podemos concluir razonablemente
que las cámaras pueden autoprorrogar sus sesiones. Esto es, si pueden lo
más (abrir las sesiones ordinarias) podrían lo menos (prorrogarlas).
En la práctica el Congreso no ha ejercido esta atribución. El decreto
que disponga la prórroga deberá ser refrendado por el jefe de Gabinete (art.
100 inc. 8 C.N.).
d. Sesiones extraordinarias
La sesiones “... Pueden también ser convocadas extraordinariamente
por el Presidente de la Nación...” (art. 63 C.N.), “... cuando un grave
interés de orden o de progreso lo requiera” (art. 99 inc. 9 C.N.), para el
tratamiento exclusivo de los temas determinados por el P.E. en el decreto
de convocatoria, que será refrendado por el Jefe de Gabinete de ministros
(art. 100 inc. 8 C.N.). El temario podrá ser ampliado.
Se acepta la limitación temática impuesta por el Ejecutivo sólo en
materia de legislación. De allí, que cuando el Ejecutivo pretende limitar el
accionar del Congreso en materia legislativa, convoca a extraordinarias en
lugar de prorrogar sus sesiones. No obstante, el Congreso en sesiones
extraordinarias conserva el ejercicio de sus facultades administrativas y
jurisdiccionales, por ejemplo, las cámaras pueden tratar cuestiones de
privilegio, modificar sus reglamentos, otorgar acuerdos, entre otras.
462 Ricardo Haro
El temario podrá ser ampliado por otro decreto que incluya nuevos
temas. La doctrina no es pacífica en cuanto a la posibilidad de “arrepen-
timiento” del Ejecutivo; la mayoría entiende que no le es posible retirar los
temas objeto de la convocatoria, porque una vez ingresados, las cámaras
tienen la plenitud de su competencia para tratarlos o no (9). Entendemos que
si el Ejecutivo al hacer la convocatoria no fija el tiempo de duración de estas
sesiones, el plazo se extenderá hasta las próximas sesiones ordinarias.
3. Receso
(9) BIDEGAIN entiende que los asuntos sometidos a consideración del Congreso “no pueden
ser retirados por el Presidente, total o parcialmente, sin el consentimiento de la Cámara
en que están radicados” (ob. cit., p. 56).
Manual de Derecho Constitucional 463
V. Quórum. De la votación
1. Quórum
popular y agilidad al órgano legislativo v.gr. arts. 39, 79, 81 y 82. A su vez,
encuentra regulación en los Reglamentos Internos de cada Cámara, a los
que se remite en cada tema en particular.
En doctrina se reconocen tres etapas en el procedimiento de forma-
ción y sanción de las leyes, a saber: 1) de iniciativa; 2) constitutiva o de
sanción; 3) de eficacia.
Las leyes pueden tener principio por proyectos presentados por sus
miembros o por el Poder Ejecutivo o por iniciativa popular (art. 77, primer
párrafo y art. 39 C.N.).
a. Cámara de origen
En principio, las leyes pueden tener inicio en cualquiera de las
cámaras, salvo las excepciones que establece la Constitución, a saber: 1)
Cámara de Diputados: leyes sobre contribuciones y reclutamiento de
tropas (art. 52 C.N.); los proyectos presentados por iniciativa popular (art.
39 C.N.); y los sometidos a consulta popular (art. 40, 1 er. párrafo, C.N.); y
2) Cámara de Senadores a partir de 1994: la ley de coparticipación federal
(art. 75 inc. 2) y leyes que propendan al crecimiento armónico de la Nación
y tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de las provincias y
regiones (art. 75 inc. 19).
d. Iniciativa popular
Los ciudadanos, conforme lo regulado en el art. 39 C.N., tienen el
derecho de iniciativa para presentar proyectos de ley, siempre que no se
refieran a reforma constitucional, tratados internacionales, tributos, presu-
puesto y materia penal (remitimos a lo desarrollado en el tema en
particular).
A su vez, en virtud de los derechos de peticionar a las autoridades y
de participación política (arts. 14, 22 y 33 C.N.), cualquier persona puede
presentar un proyecto a las cámaras, a fin de captar el interés de algún
legislador que lo presente como propio con su firma, constituyendo un
sistema informal de iniciativa legislativa.
c. Aprobación en Comisión
Este procedimiento incorporado en 1994, en el art. 79 C.N., establece
que cada Cámara, luego de aprobar un proyecto de ley en general,
puede delegar en sus comisiones la aprobación en particular del
proyecto, con el voto de la mayoría absoluta del total de sus miembros
.La Cámara podrá, con igual número de votos, dejar sin efecto la
delegación y retomar el trámite ordinario. La aprobación en comisión
requerirá el voto de la mayoría absoluta del total de sus miembros.
Una vez aprobado el proyecto en comisión se seguirá el trámite
ordinario.
Se girará el proyecto para su tratamiento en particular a todas las
comisiones que hubieren intervenido en el trámite inicial (ver en particular
el Regl. Cámara de Senadores).
De aprobarse en particular todos los artículos el proyecto seguirá el
trámite ordinario -pasar a la C.R. o volver a la C.O. con adiciones o
remitirse al P E. Debemos considerar que esta facultad es privativa de cada
Cámara, por lo que un mismo proyecto puede tener tratamiento en comisión
en una y no en la otra. Por último, entendemos con Bidart Campos que
cuando una ley requiere una mayoría mayor, se ha de aplicar la misma para
la aprobación en comisión.
Manual de Derecho Constitucional 469
(10) PÉREZ HUALDE, Alejandro, “El silencio del Congreso (art. 82 C.N.)”, en PÉREZ GUILHOU
y otros, Derecho constitucional de la reforma de 1994, Instituto Argentino de Estudios
Constitucionales y Políticos, Mendoza, 1995, Cap. XV, t. I, ps. 521 y 524.
470 Ricardo Haro
e. Fórmula de la sanción
El art. 84 establece: “En la sanción de las leyes se usará de esta
fórmula: El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina,
reunidos en Congreso, ... decretan o sancionan con fuerza de ley”.
En cuanto a la redacción de la norma se advierte que la expresión
“reunidos en Congreso”, no se refiere a un supuesto de Asamblea
Legislativa. Podemos señalar otro detalle de técnica legislativa poco feliz,
al establecer en la fórmula que “... decretan...” cuando en realidad
corresponde al “sancionar” y el Ejecutivo decretar.
3. Etapa de eficacia
a. Promulgación
Aclaración previa: en doctrina se discute el momento en que un
“proyecto de ley” se convierte en “ley”. Las distintas posturas serían: a)
Manual de Derecho Constitucional 471
A partir de su sanción por las cámaras; b) Una vez promulgada por el P.E.;
c) Cuando es publicada en el Boletín Oficial, es decir, cumplida la etapa de
eficacia.
Es de uso corriente llamar ley al proyecto sancionado (supuesto a), sin
embargo seguiremos la terminología de la C.N., por eso diremos “proyecto
de ley”.
Una vez ingresado el proyecto de ley sancionado por el Congreso, el
presidente cuenta con 10 días útiles o hábiles, para aprobarlo, previo
análisis de su constitucionalidad y mérito de su oportunidad y conveniencia
política.
Podemos clasificar la aceptación del proyecto de ley de la siguiente
manera:
1. Promulgación expresa: Cuando el Ejecutivo se expide antes del
vencimiento del plazo establecido, mediante el dictado de un decreto
promulgatorio, que establece formalmente se tenga el proyecto como ley
de la Nación y se manda a publicar.
2. Promulgación tácita o automática: Si el Ejecutivo, vencidos los
diez días útiles no devuelve el proyecto a las cámaras (art. 80), ni produce
decreto de promulgación, se lo reputa aprobado por el transcurso del
tiempo. Vencido el plazo, el P.E. deberá mandar a publicar la ley (art. 99
inc. 3 C.N.).
Otro supuesto previsto es el del art. 40, primer párrafo, C.N.
-incorporado en 1994- que al regular la consulta popular establece: “El voto
afirmativo del proyecto por el pueblo de la Nación lo convertirá en ley y su
promulgación será automática”.
3. La promulgación en el art. 83 C.N.: El art. 83 C.N. establece que
en caso de haberse vetado un proyecto, si cada Cámara obtiene la mayoría
necesaria para insistir en su redacción original, éste se convierte en ley y
pasa al PE para su promulgación. Al no establecer la C.N. el modo de
actuación del Ejecutivo en esta segunda participación, la promulgación podrá
ser expresa o tácita, con su posterior publicación (remitimos al punto b).
4. Promulgación parcial: No debemos confundir veto parcial con
promulgación parcial. El primero ya estaba regulado en el ex art. 72 C.N.
(actual art. 83), que no incluye la posibilidad de promulgación parcial.
A partir de 1994, se incorporó expresamente en el art. 80 C.N. la
promulgación parcial de un proyecto de ley que hubiese sido vetado en parte
por el Ejecutivo, sólo si las partes no observadas “tienen autonomía normativa
472 Ricardo Haro
b. Proyectos vetados
En el texto de la C.N. no se utiliza el término veto, sin embargo, es la
forma en que la doctrina se refiere a la facultad presidencial de rechazar
un proyecto de ley sancionado por el Congreso, tendiente a impedir su
entrada en vigencia.
La C.N. prevé que ingresado al P.E. un proyecto de ley para su
“examen” (art. 78), éste dentro del plazo de 10 días útiles puede “observar-
lo” o “desecharlo”, es decir, vetarlo total o parcialmente (arts. 80 y 83).
El examen que realiza el Ejecutivo comprende los aspectos formales
y materiales del proyecto de ley. Por lo tanto, los motivos de su rechazo
podrán fundarse en razones de legalidad y/o de oportunidad y conveniencia
política. La voluntad de vetar debe ser expresa y fundada. Puede efectuar-
se por medio de un “mensaje”, “nota” o “decreto”.
La facultad de veto presidencial no procede en los supuestos previstos
el art. 40, 1er. párrafo de la C.N., ni en el de insistencia de las cámaras
regulado en el art. 83 C.N.
Por otra parte, pese al silencio de la C.N., coincidimos con Ziulu en que
no podrían vetarse “leyes que desaprueben un decreto de necesidad y
urgencia dictado por el Poder Ejecutivo (art. 99 inc. 3), o las que
revocan la intervención federal dispuesta por el órgano ejecutivo, en
receso del Congreso de la Nación (art. 75 inc. 31), o las que
suspenden el Estado de sitio declarado por el Presidente durante el
receso parlamentario (art. 75 inc. 29)” (11).
A continuación analizaremos los dos tipos de vetos posibles:
1. Veto total: En el art. 83 C.N. se establece que rechazado en su
totalidad un proyecto de ley debe volver junto con la instrumentación del
(11) ZIULU, Adolfo Gabino, El poder y las garantías constitucionales, Depalma, Bs. As.,
t. II, p. 209.
Manual de Derecho Constitucional 473
c. Publicación
Hasta la reforma de 1994, la obligación del P.E. de mandar a publicar
la ley se infería del principio republicano de publicidad de los actos de
gobierno. El art. 99 inc. 3 C.N. establece que el presidente promulga y hace
publicar las leyes, aunque no se exige la inmediatez de la misma, a fin de
evitar demoras discrecionales por parte del P.E.
A partir de la publicación del texto completo de la ley en el Boletín
Oficial de la Nación, se integra al sistema jurídico positivo vigente y se
presume conocida por todos y de cumplimiento obligatorio. Puede darse el
supuesto de que la misma ley establezca el momento de su entrada en
vigencia una vez publicada -ya sea determinando un plazo o una fecha
concreta-; caso contrario se aplica la regla del art. 2º del Código Civil -a
partir de los 8 días de su publicación-; y excepcionalmente con efecto
retroactivo (art. 3º C.C.).
1. Explícitas
a. Preconstituyente
1) Declara la necesidad de la reforma (art. 30).
b. Políticas
1) Declara Capital de la República (art. 3º).
2) Admite nuevas provincias en la Nación y consiente la creación de
otras (art. 13).
3) Dicta las leyes por las que todo ciudadano argentino está obligado
a armarse en defensa de la patria y de la C.N. (art. 21).
4) Sanciona la ley de ética pública para el ejercicio de la función
pública (art. 36).
5) Sanciona la ley reglamentaria de la iniciativa popular (art. 39).
6) Sanciona la ley reglamentaria de la consulta popular, somete a
consulta popular un proyecto de ley (art. 40).
7) Arregla definitivamente los límites del territorio nacional, fija los
de las provincias, determina la organización, administración y gobierno de
los territorios nacionales (art. 75 inc. 15).
Manual de Derecho Constitucional 477
c. Económicas financieras
1) Sanciona la ley que establece las tarifas aduaneras (art. 9º).
2) Legisla en materia aduanera y establece los derechos de impor-
tación y exportación (art. 75 inc. 1).
478 Ricardo Haro
d. Educativas y culturales
1) Sanciona leyes de organización y de base de la educación. Dicta
leyes que protejan la identidad y pluralidad cultural, la libre creación y
circulación de obras del autor, el patrimonio artístico y los espacios
culturales y audiovisuales (art. 75 inc. 19).
e. Legislación general
1) Regula la forma probatoria y efectos de los actos públicos y
procedimientos judiciales de una provincia en otra (art. 7º).
Manual de Derecho Constitucional 479
f. Relaciones exteriores
1) Aprueba o desecha los tratados concluidos con las demás nacio-
nes y con las organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa
Sede. Otorga jerarquía constitucional a los tratados de derechos humanos
previamente aprobados y aprueba previamente la denuncia que de éstos
realice el P.E. (art. 75 inc. 22).
2) Aprueba los tratados de integración con estados de Latinoamérica
o con otros estados, y aprueba previamente la denuncia que de éstos
realice el P.E. (art. 75 inc. 24).
3) Autoriza al P.E. para declarar la guerra o hacer la paz (art. 75 inc.
25).
4) Faculta al P.E. para ordenar represalias (art. 75 inc. 26).
480 Ricardo Haro
g. Militares y de emergencias
1) Fija las fuerzas armadas en tiempo de paz y guerra, y dicta las
normas para su organización y gobierno (art. 75 inc. 27).
2) Permite la introducción de tropas extranjeras en el territorio de la
Nación, y la salida de las fuerzas nacionales fuera de él (art. 75 inc. 28).
3) Declara el estado de sitio en caso de conmoción interior, y aprueba
o suspende el declarado, durante su receso, por el P.E. (art. 75 inc. 29).
h. Delegación legislativa
1) Establece las bases de la delegación legislativa en el P.E. (art. 76).
2. Implícitas
1. Carácter y funciones
2. Designación
3. Duración y remoción
CAPITULO XVIII
EL PODER EJECUTIVO
2. La Jefatura de Estado
3. La Jefatura de Gobierno
4. La Jefatura de la Administración
IV. El vicepresidente
1. Unipersonalidad
2. Requisitos
a. La reforma de 1994
En la reforma de 1994, por razones de respeto a la libertad de
conciencia y a la libertad religiosa que impera en nuestro espíritu constitu-
cional, se suprimió el requisito de “pertenecer a la comunión católica,
apostólica, romana”, requisito éste razonable hasta 1966 en que se firmó el
Concordato con la Santa Sede para regular definitivamente las relaciones
del Estado con la Iglesia Católica, dado que con anterioridad el gobierno
argentino ejercía los derechos del Patronato y tenía notable injerencia en
la designación de arzobispos y obispos para las iglesias catedrales, a
propuesta en terna del Senado (ex art. 86 inc. 8). Asimismo el presidente
tenía competencia para conceder el pase o retener los documentos
pontificios, con acuerdo de la Corte Suprema (ex art. 86 inc. 9).
494 Ricardo Haro
3. Mandato y reelección
4. Sueldo y juramento
Desde hace tiempo, hemos considerado que la acefalía del P.E., sólo
se configura cuando el presidente y el vicepresidente, ambos y simultá-
neamente, transitoria o definitivamente, están impedidos para desempeñar
el cargo. Si falta el presidente o el vicepresidente por alguna de las causales
enunciadas precedentemente, habrá sólo “vacancia” momentánea, en su
caso, de la presidencia o de la vicepresidencia. Esta tesitura se ha visto
definitivamente receptada en el art. 1º de la ley 20.972 cuando dice: “En
caso de acefalía por falta de presidente y vicepresidente de la Nación...”.
496 Ricardo Haro
a. Causales transitorias
1) En cuanto a la enfermedad, como a la inhabilidad, debe precisarse
quién y de qué manera, tendrá la grave atribución de declarar la inhabilidad
del presidente o del vicepresidente. Descartamos al Poder Judicial, pues se
trata de una “cuestión política”, que por ser tal, no puede abordarla.
En cambio, no dudamos por la trascendencia de su objetivo, que es una
facultad del Congreso la de dictar la pertinente ley reglamentaria, dado que
la C.N. le ha encomendado la admisión o rechazo de sus renuncias y
declarar el caso de proceder a nueva elección (art. 75 inc. 21 C.N.); y
determinar qué funcionario público ha de desempeñar la presidencia ante
la acefalía transitoria o permanente (art. 88 C.N.).
Para tomar la decisión la ley deberá establecer la reunión de la
Asamblea Legislativa, con quórum y mayorías calificadas.
2) Respecto del caso de ausencia, el texto del art. 99 inc. 18 con la
modificación efectuada por la reforma de 1994, dispone que el presidente
de la Nación, “puede ausentarse del territorio de la Nación, con el
permiso del Congreso. En el receso de éste, sólo podrá hacerlo sin
licencias por razones justificadas de servicio público”.
3) En lo relativo a la inhabilidad, al art. 88 C.N. emplea indiferente-
mente las palabras “enfermedad” e “inhabilidad” para definir una misma
situación personal del titular del Ejecutivo y de su reemplazante inmediato.
b. Causales definitivas
1) La causal de muerte no ofrece ninguna dificultad.
2) La causal de renuncia o dimisión, tanto el presidente como el
vicepresidente, deben formalmente presentarla ante el Congreso Nacional,
que en virtud de lo dispuesto por el art. 75 inc. 21 podrá: “Admitir o
desechar los motivos de dimisión del presidente y vicepresidente de la
República; y declarar el caso de proceder a nueva elección”.
Manual de Derecho Constitucional 497
2. La reforma de 1994
Sin ballotage
Partido A 45, 02 % < Si una fórmula obtiene más del 45%
Partido B 40 % de los votos, es consagrada directamente,
Partido C 10 % sin necesidad de una segunda vuelta.
Partido D 4, 08 %
1. Aclaración indispensable
1. Breve introducción
4. La jurisprudencia de la C.S.
1. El pensamiento constituyente
7. A modo de colofón
3. Nombramiento y remoción
4. Incompatibilidad
Las atribuciones que la C.N. establece para los ministros del P.E.
están establecidas en diversos artículos que trataremos de sistematizar,
atribuciones que en cuanto a sus objetivos dependen de la decisión
presidencial, de quien los ministros son asesores, proyectores y hacedores
de su pensamiento en cada rubro.
CAPITULO XIX
EL PODER JUDICIAL I
1. Introducción
a. Integración
Según el art. 21 decr. ley 1285/58, con su actualización por la ley
26.183 del año 2006, dispone: “La Corte Suprema de Justicia de la
Nación estará compuesta por cinco (5) jueces. Ante ella actuarán el
Procurador General de la Nación y los procuradores fiscales ante la
Corte Suprema de Justicia de la Nación y los defensores oficiales ante
la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los términos de la Ley Nº
24.946 y demás legislación complementaria”.
Ahora bien, como al sancionarse la citada ley, de hecho existían siete
(7) jueces, por el art. 3º se dispuso transitoriamente que se reduciría a los
cinco (5) jueces en el futuro a medida que se produjesen dos vacantes.
b. Competencia de la C.S.J.N.
Según el art. 24 decr. ley 1285/58 (texto actualizado) reseñadamente
podemos presentar su competencia al establecer que la C.S.J.N. conoce:
- Originaria y exclusivamente, en los casos de los arts. 116 y 117 C.N.
- Por el recurso extraordinario en los casos de los arts. 14 de la ley
48 y 6º de la ley 4055.
- En los recursos de revisión de los arts. 2º y 4º de la ley 4055 y en
el de aclaratoria de sus propias sentencias.
- En los recursos directos por apelación denegada.
524 Ricardo Haro
6. Juzgados federales
3. Análisis del art. 114 C.N. y de la ley 24.937 (con sus modificaciones)
b. Integración
El período de sus miembros se ha fijado por L.L., en cuatro años con
posibilidad de con intervalo de un período (art. 3º).
Por disposición del art. 2º, actualmente integran el C.M. trece
miembros, a saber: a) Tres jueces del P.J.N.; b) Seis legisladores (3
senadores y 3 diputados); c) Dos representantes de los abogados; d) Un
representante del P.E.; e) Un representante del ámbito académico y
científico (profesor regular de una universidad nacional).
1. Sentido de la garantía
1. Los sueldos de los magistrados del P.J.N. son fijados por ley del
Congreso, y si bien pueden ser aumentados, el art. 110 C.N. afirma,
Manual de Derecho Constitucional 533
1. Introducción
2. La jurisdicción
6. Clasificación de la C.F.
7. Caracteres de la C.F.
a. La C.F. es constitucional
Ello implica que la explicitación jurídica de su “casuística” se encuen-
tra en el mismo texto de la C.N. Es que la C.F. constituye una porción de
538 Ricardo Haro
c. La C.F. es contenciosa
El art. 116 C.N. señala la necesidad de que exista una causa o
asunto, vocablos que la jurisprudencia y doctrina constitucional y procesal
ha entendido como sinónimos de procesos, litigio, pleito o contienda.
Al reglamentar el tema, el art. 2º de la ley 27 prescribe que la J.F.
nunca procede de oficio y sólo ejerce jurisdicción en los casos
contenciosos en que es requerida a instancia de parte, lo cual se ha
entendido como la necesidad de la existencia de una contienda o conflicto
jurídico entre encontradas pretensiones que las partes invocan como
legítimas ante un tribunal.
f. La C.F. es inalterable
Que la C.F. es inalterable significa que, asumida correctamente la
tramitación de una causa por un tribunal federal, las modificaciones
sobrevinientes sobre los elementos de la relación jurídica con posterioridad
de trabarse la litis, no pueden alterarla, es decir, cambiarla hacia los
tribunales provinciales (v.gr. un extranjero que demanda ante los tribunales
federales a un argentino y más tarde se nacionaliza).
1. Principios generales
intrínseca o sustancia federal que nutre la cuestión litigiosa y que por ser
tal, requiere ser examinada y decidida por el tribunal, en el marco del orden
jurídico federal, cualquiera sea la jerarquía de la norma. Si la materia es de
naturaleza federal, necesariamente deberá estar reglada por el derecho
federal que por principio son: a) la C.N.; b) Los tratados internacionales;
c) Las leyes federales; d) toda otra norma infralegal que regule materia
federal (v.gr. reglamentos, decretos, resoluciones, etcétera).
pretende hacer valer por una demanda en juicio, esté directa e inmedia-
tamente fundado en un artículo de la C.N., de la ley o el tratado
2. Casuística
e. Causas contencioso-administrativas
Son aquellas causas en que la contienda se entabla con el gobierno
federal como motivo de actos, normas, contratos administrativos federales
emanados de toda actividad administrativa federal (v.gr. la demanda por
prescindibilidad de un funcionario nacional, o la rescisión de un contrato de
obra pública nacional).
1. Fundamento y casuística
b. Pluralidad de litigantes
En art. 10 de la ley 48 dispone: “En las sociedades colectivas y, en
general en todos los casos en que dos y más personas asignables
pretendan ejercer una acción solidaria o sean demandadas por una
obligación solidaria, para que caigan bajo la jurisdicción nacional,
se atenderá a la nacionalidad o vecindad de todos los miembros de la
sociedad o comunidad, de tal modo que será preciso que cada uno de
ellos individualmente, tenga el derecho de demandar o pueda ser
demandado ante los tribunales nacionales con arreglo a lo dispuesto
por el art. 2º, inc. 2º”.
En las causas civiles rige plenamente el carácter restrictivo y
excepcional de la C.F., y esta norma significa que para su procedencia,
en los casos de sociedades (salvo la anónimas regidas por el art. 9º ley
48) o de litis consorcios activos o pasivos (varios actores o varios
demandados), es preciso que la C.F. proceda para cada uno de los
actores respecto de cada uno de los demandados, de forma tal que
cualquiera de los actores puede demandar a cualquiera de los demanda-
dos en la Justicia Federal, porque entre todos se dan las condiciones de
extranjería o de distinta vecindad que habilitan a los tribunales federales.
Por ej.: un cordobés, un santafesino y un japonés, demandan a un
santafesino: si bien procede la C.F. en las del cordobés y japonés con el
santafesino, no se da la C.F. entre los dos santafesinos, razón por la cual
esta causa irá a los tribunales provinciales.
546 Ricardo Haro
CAPITULO XX
EL PODER JUDICIAL II
1. Carácter y fundamento
El art. 117 C.N. dispone que la C.S., como cabeza del P.J.N., conoce
de todas las causas previstas en el art. 116 C.N. de dos modos:
a) Por apelación: de las resoluciones dictadas por los tribunales
inferiores “según las reglas y excepciones que prescriba el Congreso”
(leyes procesales);
b) Originaria y exclusivamente: en las causas en que una provincia
es parte o en las relativas a los embajadores, ministros y cónsules
extranjeros. Originariamente significa que en estos casos la C.S. conoce
de modo primario, es decir como única instancia y ante ella deben
presentarse las demandas. Exclusivamente, quiere decir que sólo conoce
originariamente en los casos previstos por el art. 117 C.N.
Esta C.O.E. de la C.S. se fundamenta en la gravedad institucional que
implican dichas causas, y con el fin de revestir con las mayores garantías,
la resolución de juicios que pueden afectar la paz interior o las relaciones
internacionales.
Según los arts. 116 y 117 C.N. (reglamentados por el art. 24 del decr.
ley 1285/58 y modificaciones), los casos que pueden plantearse son los
Manual de Derecho Constitucional 551
a. Fundamentos
Si a los Estados soberanos se les reconocen ciertas prerrogativas e
inmunidades, igualmente debe reconocérseles a aquellos funcionarios de
alto rango en el ámbito diplomático, por ser ellos los que les representan
ante el Estado en que se encuentran acreditados. De allí que para ser
sometidos a la jurisdicción de los tribunales del país en el que estén
acreditados, debe mediar expresa conformidad de su respectivo Estado.
Esta causal se funda en graves razones de orden internacional, en
garantía del más eficaz cumplimiento de sus altas funciones diplomáticas
y en la armonía y respeto en las relaciones internacionales delegadas por
las provincias (arts. 121, 27, 75, 99 y 128 C.N.).
b. Casuística
1) Corresponden a la C.O.E. de la C.S., las causas en que son partes
los embajadores y los ministros públicos, los miembros de su familia y
demás personal con carácter diplomático (arts. 117 C.N. y 24 del decr. ley
1285/58 y sus modificaciones).
2) Igualmente las causas en las que son parte las cónsules por asuntos
referidos a su investidura pública (arts. 117 C.N. y 24 decr. ley 1285
citados).
3) Corresponden a los juzgados federales, las causas originadas en los
negocios particulares de los cónsules y todas las referidas a los vicecónsules
Manual de Derecho Constitucional 553
(1) El art. 24 del decreto ley 1285/58 (con sus modificaciones), prescribe respecto a las
partes pertinentes lo que a continuación se transcribe:
“La Corte Suprema de Justicia conocerá:
1. Originaria y exclusivamente... de las causas concernientes a embajadores u otros
ministros diplomáticos extranjeros, a las personas que compongan la legación y a los
individuos de su familia,... y de las causas que versen sobre privilegios y exenciones
de los cónsules extranjeros en su carácter público... Son causas concernientes a
embajadores o ministros plenipotenciarios extranjeros, las que les afecten directamente
por debatirse en ellas derechos que les asisten o por que comprometen su responsa-
bilidad, así como las que en la misma forma afecten a las personas de su familia, o al
personal de la embajada o legación que tenga carácter diplomático... Son causas
concernientes a los cónsules extranjeros las seguidas por hechos o actos cumplidos en
el ejercicio de sus funciones propias, siempre que en ellas se cuestione su responsa-
bilidad civil y criminal”.
Por su parte, el art. 2º de la ley 48, dispone que los jueces federales conocerán en primera
instancia de las causas siguientes: ... inc. 3) las que versen sobre negocios particulares
de un cónsul o vicecónsul extranjero.
554 Ricardo Haro
1. Aclaración previa
5. El art. 14 de la ley 48
a. Aproximación al tema
Además de los tres casos expuestos legislados en los incisos del art.
14 de la ley 48 y como lo señaláramos en el parágrafo XII. 2., han surgido
por expresa decisión del alto tribunal, para posibilitar el control de consti-
tucionalidad dos específicas y trascendentales causales: el R.E. por
“sentencia arbitraria” y por “gravedad institucional”.
Respecto de la causal por “sentencia arbitraria” (en adelante S.A.),
cabe señalar que las sentencias son normas individualizadas emanadas del
P.J., y como todo acto estatal, deben ser dictadas “en consecuencia” con
la C.N., secundum legem, respetando el principio de la supremacía
constitucional (art. 31). De allí que el art. 18 prescribe que “nadie puede ser
penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso”, por
lo que la sentencia será fundada en el examen de los hechos y de las normas
aplicables. De no ser así, se violan los principios de propiedad y la defensa
en juicio (arts. 17 y 18).
que hará posible el planteamiento del R.E. en el caso de haber sido dictada
por un “tribunal superior”.
a. Independencia y composición
Ejerce sus funciones con unidad de actuación e independencia, en
coordinación con las demás autoridades de la República, pero sin sujeción
a instrucciones o directivas emanadas de órganos ajenos a su estructura
(art. 1º).
El M.P. está compuesto por el M.P. Fiscal y el M.P. de la Defensa
(art. 2º).
1) El M.P. Fiscal está integrado por: a) El procurador general de la
Nación; b) Procuradores fiscales ante la C.S.J.N. y fiscal nacional de
570 Ricardo Haro
d. Mecanismos de remoción
1) El P.G.N. y el D.G.N. sólo pueden ser removidos por las causales
y mediante el procedimiento establecidos para el juicio político de los arts.
53 y 59 C.N. (art. 18).
2) Los restantes magistrados del M.P. sólo podrán ser removidos de
sus cargos por el Tribunal de Enjuiciamiento y por las causales del art. 53
C.N. (art. 18).
3) El Tribunal de Enjuiciamiento estará integrado por 7 miembros que
durarán tres años en sus funciones: a) 3 vocales serán ex jueces de la
C.S.J.N., o ex P.G.N. o ex D.G.N., designados, 1 por el P.E., 1 por el
Senado y 1 por la C.S.J.N.; b) 2 vocales serán abogados, con 20 años de
profesión, designados, 1 por la Federación Argentina de Colegios de
Abogados y 1 por el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal; c)
2 vocales elegidos por sorteo: entre los procuradores fiscales ante la
C.S.J.N. o fiscales generales; y entre los defensores oficiales ante la
C.S.J.N. o defensores públicos ante tribunales (art. 19).
4) El procedimiento del Tribunal será abierto por decisión del P.G.N.
o del D.G.N., y en él se asegurará el estricto cumplimiento del debido
proceso y de la defensa en juicio, llegándose a una sentencia absolutoria,
o condenatoria disponiendo la remoción del condenado, la cual podrá ser
recurrida por el fiscal o el imputado ante la Cámara Nacional en lo
Contencioso-Administrativo Federal.
572 Ricardo Haro
Manual de Derecho Constitucional 573
BIBLIOGRAFIA
INDICE
Capítulo I
El constitucionalismo. El derecho constitucional
Capítulo II
La Constitución
Capítulo III
Antecedentes históricos. Reforma constitucional
Capítulo IV
La Constitución Argentina
Capítulo V
Supremacía constitucional
Capítulo VI
El Estado federal argentino I
Hugo Zanatta
Capítulo VII
El Estado federal argentino II
María José Cantaberta
Capítulo VIII
Derecho constitucional y relaciones internacionales
Carlos Juárez Centeno
Capítulo IX
Declaraciones, derechos y garantías
Capítulo X
Derechos constitucionales
Capítulo XI
Derechos constitucionales
Capítulo XII
Derechos constitucionales
Capítulo XIII
Los nuevos derechos en la Constitución
Carlos Juárez Centeno
Capítulo XIV
Garantías constitucionales
Hugo Zanata
Capítulo XV
Limitaciones a los derechos y garantías
Capítulo XVI
La forma de gobierno en la Constitución
Carlos Juárez Centeno
Capítulo XVII
El Poder Legislativo
María José Cantaberta
Capítulo XVIII
El Poder Ejecutivo
Capítulo XIX
El Poder Judicial
Capítulo XX
El Poder Judicial II
Se terminó de imprimir en
Editorial Advocatus, Obispo Trejo 181,
en el mes de julio de 2011
620 Ricardo Haro