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- Competencia: esta se define, en el sentido más amplio, como el ámbito, la esfera o el

campo dentro del cual un órgano de autoridad puede desempeñar válidamente sus
atribuciones y funciones. La Constitución Política establece que nadie puede ser molestado
en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento
escrito de la autoridad competente. Esta referencia a la autoridad competente engloba a
cualquiera de sus tipos: legislativa, administrativa o judicial. El gobernado tiene la garantía
de que los actos de molestia para él deben provenir siempre de una autoridad competente,
una que debe actuar en ese ámbito, esfera o campo dentro del cual puede desarrollar
válidamente sus atribuciones y funciones. Es el texto legal el que determina, marca o limita
el ámbito competencial de cada órgano. En tanto que en un sentido más estricto, la
competencia se refiere al órgano jurisdiccional per se, entendida como la medida del poder
o facultad otorgado a dicho órgano para entender de un determinado asunto, es decir, es el
ámbito, esfera o campo dentro de los cuales un determinado órgano jurisdiccional puede
ejercer sus funciones.

Ahora bien, la competencia posee varios parámetros de división para su estudio los cuales
son a su vez agrupados en dos, los subjetivos y los objetivos. Aunque cabe señala que
dentro de los criterios objetivos existen criterios determinantes y otros criterios utilizados
para perfeccionar o afinar el proceso. Estos criterios determinantes son:

1) Objetivos: estos consisten en la división directamente con base en el objeto del


asunto, es decir, en la base objeto de la litis. El primero de ellos es la materia,
nacida de la complejidad y especialización de la interacción social de los
individuos, lo que conlleva a una división del trabajo jurisdiccional. Cuando los
lugares son pequeños, tranquilos, sin movimientos sociales y económicos
considerables, entonces el órgano judicial puede ser mixto y conocer tanto de las
cuestiones civiles como de las penales y demás. Cuando el lugar crece, la primera
especialización que aparece es la de los jueces competentes en materia civil y la de
los jueces competentes en materia penal. De ahí en adelante, surgen una serie de
especializaciones judiciales, que no son otra cosa que diversos ámbitos o esferas de
competencia jurisdiccional, que dependen de la aparición de nuevas ramas jurídicas
y de la estructura del régimen político, del lugar en donde dicha función
jurisdiccional se desenvuelva.

2) Grado: Este criterio presupone los diversos escalones o instancias del proceso y trae
aparejada la cuestión relativa a la división jerárquica de los órganos que
desempeñan la función jurisdiccional. Así, la primera instancia se lleva ante jueces
de primer grado y la segunda ante jueces de apelación o de segundo grado. El
problema de la competencia gira en torno del grado o instancia del tribunal ante el
cual se promueve. El tribunal de primera instancia no puede conocer asuntos de
segunda y viceversa.

Sin embargo, en esta competencia puede darse el fenómeno llamado de prórroga


competencial de grado, el cual consiste en que un asunto sale de la primera instancia
por una apelación, sin que haya terminado su proceso ahí, pues no se llegó a la

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sentencia. Ya en sede de segunda instancia, y al resolverse la cuestión incidental
que la apelación respectiva suponía, las partes, de común acuerdo, pactan que el
asunto ya no regrese a la primera instancia y continúe en la segunda hasta llegar a la
sentencia. Este aspecto dispositivo del proceso sólo se comprende y acepta en
aquellos procesos en los cuales no se afecta el interés ni el orden público y en los
que las partes tienen la libre disposición de sus derechos procesales.

3) Territorio: la competencia de los órganos judiciales en función del territorio implica


una división geográfica del trabajo por circunstancias y factores de tipo geográfico,
demográfico, económico y social. En virtud de disposición constitucional, el
territorio de la república se divide, por razones administrativas, en municipios; pero
esta división municipal no corresponde a la división del trabajo judicial, porque se
hacen reagrupamientos de varios municipios. En todos los estados de la federación,
estas circunscripciones territoriales están fijadas en las leyes orgánicas de los
poderes judiciales respectivos y reciben diversas denominaciones: partidos
judiciales, fracciones judiciales o distritos judiciales. La cabecera del partido,
distrito o fracción se encuentra situada en la población más importante y mejor
comunicada del grupo de municipios que integran dicho partido, distrito o fracción.
Todas las leyes orgánicas de los poderes judiciales determinan con detalle el
número de partidos o distritos, sus denominaciones, los municipios que
comprenden, etc. Una de las primeras preguntas que se hace el abogado cuando está
por plantear un nuevo asunto ante los tribunales es ésta: ¿Qué juez es el competente
para conocer de este asunto? Las reglas que lo determinan se encuentran en los
códigos de procedimientos. Debe hacerse aquí referencia al fenómeno denominado
prórroga de la competencia territorial, el cual es un fenómeno de disposición del
proceso por las partes y que consiste en un sometimiento anticipado de las referidas
partes, mediante un pacto, a un juez distinto del que normalmente debiera de
conocer el asunto.

Finalmente, en cuanto a la competencia territorial, debe decirse que existen órganos,


como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que tienen competencia sobre todo
el territorio de la república. En un orden jerárquico descendente, encontramos
órganos judiciales que sólo tienen esa competencia territorial en un pequeño
municipio o delegación de policía y son los jueces de mínima cuantía o importancia,
también denominados en nuestros sistemas jueces de paz.

4) Cuantía o importancia del asunto: casi en todos los sistemas judiciales se han creado
órganos para conocer de asuntos de poca monta, como los pleitos entre vecinos o
los litigios de mercado, que plantean cuestiones de poca importancia económica y
de otra índole. También es característico de estos tribunales que sus procedimientos
no se someten a formalidades rígidas ni a trámites dilatados y complicados. Se
procura que el proceso sea rápido, barato. En muchos casos, el juez actúa como
amigable componedor y se comporta más como un juez de equidad que de derecho.
A estos tribunales se les llama de diferente manera: juzgados municipales, juzgados
de paz, juzgados menores, juzgados de poca importancia, juzgados de cuantía
menor.

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Un fenómeno interesante es la pérdida de competencia de estos jueces cuando
interviene un juez de mayor competencia. Dado el caso en el cual un asunto esté
relacionado con otro de primera instancia, éste pierde su competencia y el asunto
debe pasar al de primera instancia para que resuelva ambos casos. Aquí suele
aplicarse la regla, respecto de la competencia de los dos jueces, de que el que puede
lo más puede lo menos, pero el que puede lo menos no puede lo más. Este caso es
un ejemplo interesante de modificación de la regla competencial por una causa
sobrevenida.

Una vez referidos a los criterios objetivos determinantes para decidir la competencia de un
órgano, tenemos entonces los criterios objetivos para fijar o afinar la misma. Estos son el
turno y la prevención. El primero de ellos consiste en el fenómeno de afinación de la
competencia que se presenta cuando en el mismo lugar, en el mismo partido o distrito
judicial o en la misma población existen dos o más jueces que tienen la misma competencia
tanto por materia como por territorio, grado y cuantía. El turno es un sistema de
distribución de los asuntos nuevos entre diversos órganos jurisdiccionales, ya sea en razón
del orden de presentación de dichos asuntos o en razón de la fecha en la cual éstos se
inician. En tanto que la prevención, se presenta cuando existen dos o más tribunales que
son igualmente competentes para el conocimiento de algún asunto. La prevención implica
que el juez primero en conocer del asunto es el que determina a su favor la competencia,
excluyendo a los restantes. Significa la aplicación, en materia judicial, del principio de que
el que es primero en tiempo, es primero en derecho. En cualquier caso se resolvía el
problema por el criterio de la prevención, o sea, del primer juez que conocía del asunto.

Por otro lado, se suele confundir constantemente a la jurisdicción con la competencia,


siendo necesario marcar las diferencias existentes entre una y otra. En este orden de ideas
se entiende que la competencia es simplemente un conjunto de atribuciones y por lo tanto
no pasa de ser el haz de facultades heterónomamente fijadas por la ley para el ejercicio de
la función pública; en tanto que la jurisdicción consiste en dichas atribuciones y facultades
en concreto, a través de las cuales se puede dictar derecho. La competencia es la capacidad
del órgano del estado de ejercer la función jurisdiccional y la jurisdicción es la función
misma, es decir, la actividad que despliega el estado para satisfacer los intereses tutelados
por el derecho, cuando la norma no ha sido o no ha podido ser cumplida.

Por último, en complementación con los criterios objetivos, están los criterios de
competencia subjetiva, referidos estos a la persona física titular del órgano jurisdiccional.
Todo órgano de autoridad debe tener un titular, una persona física que se ocupe de las
funciones públicas. Las leyes establecen mecanismos para que a falta de funcionario
público titular del órgano, otro venga a suplirlo para desempeñar sus funciones cuando
aquél falta totalmente, o cuando, como en este caso, esté imposibilitado por razones legales
para conocer de determinados asuntos. Los criterios para determinar la competencia
subjetiva son:

1) Impedimento: en la mayoría de los códigos procesales se encuentran consignados


los impedimentos, que son situaciones o razones que la ley considera como
circunstancias de hecho o de derecho que hacen presumir parcialidad del titular de

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un órgano jurisdiccional. Esto se refiere a los vínculos que pueda tener el juez con
las partes, ya por ser enemigo, amigo, familiar, etc., de alguna de ellas.

2) Excusa: se configura cuando el titular de un órgano judicial, al conocer la existencia


de un impedimento, está obligado por ley a excusarse, es decir, a dejar de conocer el
asunto.

3) Recusación: suele suceder en muchos casos que el juez no se percata de la


existencia de un impedimento o percatándose lo ignora y no se excusa. Entonces,
cualquiera de las partes que se sienta amenazada por ese impedimento del juez,
puede iniciar la recusación, la cual consiste en un expediente o trámite para que el
juez impedido, que no se ha excusado, sea separado del conocimiento de ese asunto.
Los superiores del juez impedido se ocupan del trámite. Desde luego, hablamos de
una recusación con causa, en la que se expresa la existencia de un impedimento, que
debe probarse ante el superior del juez.

Por último, existe el conflicto de atribuciones entre los poderes estatales, a estos se les
denomina, contiendas funcionales. Esto porque se trata del choque entre dos autoridades
soberanas, una verdadera contienda entre dos órganos de autoridad, surgida en razón de sus
funciones o de sus atribuciones. Tales conflictos pueden ser de carácter positivo, cuando
dos o más órganos de autoridad reclaman para sí la competencia y el conocimiento sobre
algún asunto. Son de carácter negativo si dos o más autoridades se niegan a aceptarse
competentes para conocer de algún asunto.

En el sistema mexicano, a causa del doble orden de autoridades (federales y locales), el


problema es más complicado, pues junto al poder ejecutivo federal, al poder legislativo
federal y al poder judicial federal, en cada entidad de la república, se repite la misma
estructura tripartita: hay un ejecutivo local, un legislativo local y un judicial también de
carácter local. Esto conlleva diferentes tipos de conflictos de atribuciones: 1) Los existentes
entre los poderes federales, o de poderes de una entidad estatal entre sí; 2) Los conflictos de
un poder federal con un poder local; y 3) Los conflictos entre poderes de una entidad y
poderes de otra. Todo lo anterior es solucionado por le Suprema Corte de Justicia de la
Nación, a través de sus controversias constitucionales.

1. El proceso
Entendemos por proceso un conjunto complejo de actos del estado como soberano, de las
partes interesadas y de los terceros ajenos a la relación sustancial, actos todos que tienden a
la aplicación de una ley general a un caso concreto controvertido para solucionarlo o
dirimirlo. Para entender lo que es el proceso, primero es necesario referirse al concepto de
litigio, porque todo proceso presupone un litigio, pero no todo litigio desemboca
indefectiblemente en un proceso, es decir, el litigio no tiene esencia procesal, aunque
siempre sea el contenido de todo proceso. Como consecuencia, el proceso viene a ser un
instrumento para solucionar ciertos tipos de litigios o conflictos sociales, es decir, se quiere
ver en el proceso un instrumento de solución de la conflictiva social, el cual mantenga ese
equilibrio de las relaciones jurídicas contrapuestas que si chocan amenazan la paz social,

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por consiguiente, se entenderá por litigio al conflicto de intereses calificado por la
pretensión de uno de los interesados y por la resistencia del otro.

En consecuencia con lo anterior, tenemos entonces que la pretensión, como elemento


integrante del litigio, es la exigencia de la subordinación del interés ajeno al interés propio.
Esto se traduce como un querer o una voluntad por doblegar al contrario a la visión
subjetiva que uno tiene como ser humano, pudiendo ser esta manifestación tanto legal
coactiva como ilegal coactiva y siempre entendiéndose que la misma puede manifestarse
como: discutida, fundada, impugnada, infundada, insatisfecha, resistida o bien sin derecho.
En complementación, resulta necesario que se precise la distinción entre la pretensión, el
derecho subjetivo y la acción; así, el derecho subjetivo es algo que se tiene o que no se
tiene y, en cambio, la pretensión es algo que se hace o no se hace, es decir, la pretensión es
una actividad, una conducta. Es claro que de la existencia de un derecho subjetivo se puede
derivar una pretensión y de la existencia de la pretensión se puede llegar a la acción, como
una de las formas de hacer valer la pretensión.

Por último, la pretensión siendo un elemento de litigio, no siempre da nacimiento al mismo,


porque donde hay sometimiento a la pretensión el litigio no nace. La pretensión no siempre
presupone la existencia de un derecho y además, por otra parte, también puede existir el
derecho sin que exista la pretensión y, consecuentemente, puede también haber pretensión
sin que exista el derecho. Por medios extraprocesales, o inclusive por medios procesales,
algunas veces se logra satisfacer pretensiones sin tener derechos. La acción, como veremos
más adelante, es un medio para llevar la pretensión hacia el proceso, es decir, de introducir
la pretensión en el campo de lo procesal. Con objeto de ubicar la pretensión frente a los
fenómenos de la acción y de la satisfacción de derechos, y para relacionar dicho concepto
también con los de la existencia del derecho y la opinión que el pretensor de él pueda tener,
acerca de si ese derecho existe o no

Las descripciones de los puntos anteriores comprenden unitariamente la conjunción


procesal de la acción, más la jurisdicción, más la actividad de terceros, dando como
resultado final el proceso. En realidad, el proceso jurisdiccional no es sino ese conjunto
complejo de actos del estado, de las partes y de los terceros ajenos a la relación sustancial.
Los actos del estado son ejercicio de jurisdicción. Los actos de las partes interesadas son
acción, en el sentido de la doble pertenencia de la misma, es decir, la acción entendida
como la actividad realizada por el actor y por el demandado. Los actos de los terceros son
actos de auxilio al juzgador o a las partes y que convergen junto con la jurisdicción y junto
con la acción dentro del mismo proceso para llegar al fin lógico y normal de éste: la
sentencia. Esos actos de los terceros pueden consistir en el testimonio de los testigos, en la
ciencia de los peritos o en la ayuda, por ejemplo, de los secretarios y de los abogados que
son auxiliares de la función jurisdiccional. La función que en el proceso desempeña el
órgano jurisdiccional, así como el papel que toca desarrollar a las partes y a los auxiliares,
serán motivo de nuestra atención en diversos capítulos de esta obra.

Dentro del concepto de proceso existen varias teorías que afirman que el mismo puede ser
tanto un contrato, como un cuasicontrato o una relación o situación jurídica. A este respecto
se establece que: 1) Teoría contractual: esta supone la existencia de un acuerdo de
voluntades entre las partes, actos y demandado, con las características de un contrato en el

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que se establecen los puntos litigiosos y del cual emana, al mismo tiempo, el poder
decisorio del juez. Como se puede observar la naturaleza jurídica del proceso, desde la
perspectiva contractualista, radica a su vez, en la naturaleza de los vínculos contractuales;
2) Teoría cuasicontractualista: esta surge en aras de dar respuesta a las múltiples objeciones
formuladas a la tesis contractualista. Lo anterior, ya que, si aceptamos que existe
insuficiencia en la teoría contractual, en razón de que el citado acuerdo no posee el
consentimiento de las partes, no puede entonces clasificarse de forma alguna como libre
manifestación de la voluntad, por lo que induce entonces a invocar la existencia, bajo este
esquema, de un acto unilateral reputado como cuasicontrato; 3) Teoría de la relación
jurídica: en virtud de esta, la ley se constituye como la fuente de la que emanan los
derechos y obligaciones procesales para las partes y el juzgador, pues la actividad de unas y
otros esta reguladas por la misma. Por consiguiente el proceso surge de una relación de
carácter procesal entre lo que intervienen en el, creando derechos y obligaciones para cada
uno de ellos, que sin embargo tienden al mismo fin, la actuación de la ley; y 4) Teoría de la
situación jurídica: tiene su nacimiento en el rechazo a la teoría de la relación jurídica, ya
que en principio niega a esta. Esta teoría expone que el proceso no es una relación jurídica
sino una situación jurídica derivada de un complejo de posibilidades, carga, liberación de
cargas y expectativas, que se atribuyen a los sujetos que en el intervienen, es decir, que los
derechos y obligaciones inherentes a la idea de relación jurídica son reemplazados por esas
expectativas, posibilidades, cargas y liberación de cargas, integrantes de la situación de
derecho.

Como consecuencia de lo anterior, dada cual sea la manera en la cual se analice al proceso,
este deberá regirse por un grupo básicos de principios, los cuales le brindaran la guía
necesaria para su formulación. Estos son denominados principios rectores del proceso, los
cuales consisten en: principio de dualidad de posiciones, principio de parte o de
contradicción, y principio de igualdad de las partes. El primero de ellos consiste en que
para que se configure un proceso es necesaria la existencia de un actor y un demandado. En
tanto que el segundo principio trata de que nadie puede ser condenado, sin ser oído y sin ser
vencido en juicio, es decir, sin tener la posibilidad de intervenir a lo largo del proceso,
atacando, defendiéndose, probando, etc. Por último, el principio de igualdad, consistente en
eliminar la existencia de privilegios a favor de alguna de las partes y profesar un proceso en
igualdad de condiciones, entendiéndose que la igualdad a la que se alude es una igualdad
formal, ya que la igualdad material es totalmente trascendente al ámbito jurídico.

Ahora bien, tal y como se ha establecido, hemos sostenido que en todo proceso existe una
secuencia u orden de etapas, desde su inicio hasta el fin, por lo que se entiende que todo
proceso arranca de un presupuesto (litigio), se desenvuelve a lo largo de un recorrido
(procedimiento) y persigue alcanzar una meta (sentencia) de la que cabe derive un
complemento (ejecución). Con base en esto, todos los procesos constan de dos etapas:
instrucción y juicio. La instrucción es toda una primera fase de preparación que permite al
juez o tribunal concentrar todos los datos, elementos, pruebas, afirmaciones, negativas y
deducciones de todos los sujetos interesados y terceros que, como se ha dicho, hacen
posible que dicte la sentencia. Por tal motivo es que se denomina cierre de instrucción en
los procesos penales, y que equivaldría, en los procesos civiles, al momento de citación
para sentencia. En resumen, la primera gran fase de instrucción es aquella en la que las
partes exponen sus pretensiones, resistencias y defensas, y en que las partes, el tribunal y

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los terceros desenvuelven toda la actividad de información y de instrucción al tribunal,
haciendo posible que éste tenga preparado todo el material necesario para dictar sentencia.
Las diferentes etapas de instrucción son:

1) Etapa postulatoria: en esta etapa, las partes en el proceso plantean sus


pretensiones y resistencias, relatan los hechos, exponen lo que conviene a sus
intereses y aducen los fundamentos de derecho que consideran les son favorables.
Por regla general, termina cuando ha quedado determinada la materia sobre la cual
habrá de probarse, alegarse y sentenciarse;

2) Etapa probatoria: esta etapa se desenvuelve en los cuatro momentos siguientes: el


ofrecimiento de la prueba, la admisión de la prueba, la preparación de la prueba y el
desahogo de la prueba. El ofrecimiento es un acto de las partes. Son las partes las
que ofrecen al tribunal los diversos medios de prueba: documental, testimonial,
confesional de la contraparte, etc. En este ofrecimiento la parte relaciona la prueba
con los hechos y las pretensiones o defensas que haya aducido. La admisión es un
acto del tribunal por el que se acepta o declara procedente la recepción del medio de
prueba que se ha considerado idóneo para acreditar el hecho o para verificar la
afirmación o negativa de la parte con el hecho. El tribunal puede rechazar o no
admitir los medios de prueba en varios supuestos: si las pruebas se ofrecen fuera de
los plazos legales o bien cuando no son idóneas para probar lo que la parte pretende.
La preparación consiste en el conjunto de actos que debe realizar el tribunal, con la
colaboración muchas veces de las propias partes y de los auxiliares del propio
tribunal. Por ejemplo, citar a las partes o a los testigos o peritos para el desahogo de
determinada prueba, fijar fecha y hora para determinada diligencia, etcétera. El
desahogo de la prueba es el desarrollo o desenvolvimiento mismo de ésta. Así, si se
trata de la prueba confesional, el desahogo consiste en el desarrollo y
desenvolvimiento de las preguntas y respuestas respectivas frente al tribunal, que las
debe ir calificando. Existen pruebas que, por su naturaleza, tienen un desahogo
automático o que se desahogan por sí mismas, como las documentales, las cuales,
en la mayoría de los casos, basta exhibir. La valorización de la prueba no pertenece,
como podría parecer a primera vista, a la etapa probatoria, ya que esta evaluación,
este grado de convicción de los elementos probatorios, debe desenvolverse en la
sentencia, o sea, en la segunda etapa del proceso que hemos denominado juicio.

3) Etapa preconclusiva: en los procesos civiles las partes formulan sus alegatos; en el
proceso penal, la acusación presenta sus conclusiones acusatorias y la defensa
presenta sus conclusiones absolutorias. Los alegatos o conclusiones son una serie de
consideraciones y de razonamientos que la parte hace al juez precisamente respecto
del resultado de las dos etapas ya transcurridas, a saber: la postulatoria y la
probatoria, es decir, la parte recalca al tribunal qué es lo que ella y su contraria han
afirmado, negado, aceptado, etc., y qué extremos de esas afirmaciones y de esas
pretensiones, así como de resistencias, han quedado acreditados mediante las
pruebas rendidas. En virtud de esa relación, entre las afirmaciones y la prueba, le
adelanta al juez, claro que en tono de petición, cuál debe ser el sentido de la
sentencia. Por ello, puede considerarse que un alegato o conclusión representa un
verdadero proyecto de sentencia favorable a la parte que lo está formulando.

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Por otro lado, cuando el asunto está listo para resolverse, es decir, cuando se cierra la
instrucción, entonces el asunto se turna al miembro del tribunal que será ponente o relator
para que formule el proyecto de resolución y lo lleve a una junta o sesión en la que el
proyecto se discute y se somete a la votación de los miembros del tribunal. Si el proyecto es
aprobado por la unanimidad o por la mayoría de los miembros, se convierte en sentencia; si
apenas lo acepta una minoría, se considera rechazado y deberá formularse un nuevo
proyecto que recoja la opinión de las mayorías. Esto en caso de ser solucionado el conflicto
por un órgano colegiado, pues dado el caso en el que sea un juez, este le encargara el
proyecto se sentencia a su secretario proyectista y validara dicho proyecto de sentencia para
formalizar su decisión y quede dirimido el conflicto en cuestión.

Ahora bien, los términos proceso y procedimiento se emplean con frecuencia como
sinónimos o intercambiables. Conviene, sin embargo, evitar la confusión entre ellos, porque
si bien todo proceso requiere para su desarrollo de un procedimiento, no todo
procedimiento es un proceso. El proceso se caracteriza por su finalidad jurisdiccional
compositiva del litigio, mientras que el procedimiento, que puede manifestarse fuera del
campo procesal, cual sucede en el orden administrativo o en el legislativo, se reduce a ser
una coordinación de actos en marcha, relacionados o ligados entre sí por la unidad del
efecto jurídico final, que puede ser el de un proceso o el de una fase o fragmento suyo. Así,
pues, mientras la noción de proceso esta esencialmente relacionada con el estudio del fin o
propósito mismo, la de procedimiento es de índole formal, y de ahí que distintos tipos de
proceso se pueden sustanciar por el mismo procedimiento, y viceversa, procedimientos
distintos sirvan para tramitar procesos de idéntico tipo. Ambos conceptos coinciden en su
carácter dinámico, pero el proceso, además de comprender un procedimiento como forma
de exteriorizarse, comprende los nexos, constituyan o no relación jurídica, que entre sus
sujetos, es decir, las partes y el juez, se establecen durante la sustanciación del litigio.

En complementación, existen por ende ciertas circunstancias necesarias para la realización


y complementación de cada proceso que se presenta en la vida jurídica. Por esta razón es
que se entiende al proceso como un fenómeno dinámico que se desenvuelve en el tiempo.
Este dinamismo radica en que el proceso está destinado a fluir. Por naturaleza es un
fenómeno transitorio, aun cuando existan procesos que se antojan de existencia
permanente. La incidencia de tiempo se establece en diversas, tanto en los plazos y
términos como en la preclusión, la rebeldía, la caducidad de la instancia y la cosa juzgada.
A la naturaleza jurídica de ese tiempo se refiere la ley cuando legisla sobre días y horas
hábiles e inhábiles, y la doctrina procesal se refiere a la celeridad como uno de los
principios de una buena ley procesal.

1) Plazos y términos: estos son dos conceptos estrechamente relacionados, pero no


por esta razón se deben considerar como sinónimos, ya que su diferencia es
sustancial. Debe entenderse por plazo el lapso de tiempo en que debe realizarse
cierto acto procesal y en complementación el término seria el límite de ese plazo
procesal en el que debe realizarse dicho acto. En otras palabras, plazo es el tiempo a
transcurrir y termino es el momento procesal en el cual acabara. Lo que no lleva a la
diferencia sustancial que existe entre un concepto y otro; ya que, como se
demuestra, están relacionados pero no son lo mismo. Cabe señala que el plazo es

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perentorio porque su finalización hace caducar automáticamente el derecho o la
instancia y, a su vez, es improrrogable porque el plazo es fijado, no puede ser
ampliado y el acto debe llevarse a cabo.

2) Preclusión: esta se entiende como la pérdida de los derechos procesales por no


haberlos ejercido en la oportunidad que la ley da para ello. Para que la preclusión se
produzca, es menester que se haya consumido íntegramente el plazo dado por la ley
para la realización del acto pendiente. Este concepto de la preclusión está
relacionado con el de carga procesal; así, precluye un derecho al no contestarse una
demanda, al no ofrecerse pruebas, al no impugnarse una resolución, dentro de los
plazos y oportunidad que la ley procesal fija para ello.

3) Caducidad de la instancia: esta es la pérdida de todos los derechos procesales, a


causa de la inactividad de las partes, inactividad total y bilateral, y opera una vez
que transcurre determinado plazo que la ley señala. Resulta necesario plantear la
diferencia entre la preclusión y la caducidad. Ambas instituciones tienen la misma
naturaleza y esencia, la única diferencia es de grado, ya que la caducidad podría
considerarse una preclusión máxima, es decir, si la preclusión es la pérdida de un
derecho procesal, la caducidad tal y como se mencionó, es la perdida de todos ellos.
Técnicamente, en este caso, se habla de caducidad de la instancia. Esta no produce
la pérdida de los derechos de fondo, de modo que la cuestión planteada puede
replantearse en un proceso ulterior y distinto, sin perjuicio del transcurso de los
plazos de prescripción.

4) Cosa juzgada: esta es la autoridad atribuida a un acto de jurisdicción para la


ejecución forzada del derecho judicialmente establecido y que se opone a que el
mismo asunto sea llevado de nuevo ante un juez. Este concepto responde a la
necesidad social de asegurar que las controversias llevadas a conocimiento de un
juez tenga punto final definitivo, a partir del cual la sociedad pueda asumir sin
sobresaltos la decisión así alcanzada. El valor de la cosa juzgada formal se
encuentra vinculado al momento procesal en que una resolución judicial es firme.
En tanto que el valor de la cosa juzgada material, afín a la seguridad jurídica,
significa que no puede volverse a entablar un ulterior proceso cuyo objeto sea
idéntico a otro con el que tenga identidad de causas, sujetos y objeto.
Por último, existen ciertas eventualidades procesales que deben ser atendidas en el proceso,
entendidas estas como los accidentes de realización incierta que puede sufrir el proceso en
su desarrollo. Estamos ante el fenómeno que puede denominarse como de la acumulación
procesal y también frente a otro fenómeno, de signo contrario, la escisión o separación
procesal.

En el caso de la acumulación, en rigor, se pueden contemplar tres especies que dan lugar a
la acumulación de partes (litisconsorcio), acumulación de acciones (de pretensiones) y
acumulación de autos (o de expedientes). Se trata de tres fenómenos distintos, aunque en
algunas ocasiones relacionados.

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- Acumulación de partes: La acumulación de partes es un fenómeno dentro del que caben
dos posibilidades, la pluralidad de partes y el litisconsorcio. No deben confundirse ambas
situaciones, porque en la pluralidad de partes tenemos la posibilidad de intervención de
terceros (terceristas) en relaciones procesales preexistentes. En cuanto a esas intervenciones
de terceros y terceristas, remitimos a lo dicho sobre el particular. El fenómeno del
litisconsorcio puede entenderse como la situación y relación procesal surgida de la
pluralidad de personas que, por efecto de una acción entablada judicialmente, son actores o
demandantes en la misma causa, con la consecuencia de la solidaridad de intereses y la
colaboración en la defensa. La unidad de representación, salvo discrepancias entre los
interesados, la multiplicidad de copias en los escritos, la simultaneidad de las diligencias, el
curso único para el procedimiento y la decisión común del caso constituyen aspectos
principales de la unidad procesal. Dentro de la diversidad de demandantes y demandados el
litisconsorcio se divide, por la relación numérica, en activo, si existe mayoría de
demandantes y pasivo cuando predominan los demandados por la espontaneidad en su
formación se distingue el facultativo (voluntario) si procede del... acuerdo con los
litisconsortes; o necesario, si está determinado por precepto legal.

- Acumulación de pretensiones: La mal llamada acumulación de acciones, puesto que en


rigor se trata de una acumulación de pretensiones, implica que en un proceso se ejercitan
conjuntamente varias acciones. El efecto clásico que produce la acumulación de acciones,
es el de que se tramiten conjuntamente en un solo juicio y se decidan por una misma
sentencia. Esta puede ser inicial, si ocurre al principiar el juicio, o sucesiva, si se hace
posteriormente. Además, la acumulación puede derivar de un acuerdo del juez o de petición
de parte, puede ser forzosa en ciertos términos, al establecer que cuando haya varias
acciones contra una misma persona, respecto de una misma cosa, y provengan de una
misma causa, deben intentarse en una sola demanda. Por el ejercicio de una o más quedan
extinguidas las otras.

- Acumulación de expedientes o de autos: Se entiende por acumulación de autos la


reunión de varios pleitos en uno solo, o de varias causas en una sola, con el objeto de que
continúen y se decidan en un solo juicio. Esta consiste en reunir o en fusionar varios
procesos en uno solo. Más que nada se trata de una unión de expedientes, que puede ser
mediante una verdadera fusión, caso en el cual los expedientes se convierten en uno solo, o
bien, simplemente en reunirlos para que corran juntos, es decir, se lleven paralelamente,
aunque por cuerdas separadas. En otras palabras, puede darse una verdadera fusión, cuando
dos o más expedientes se juntan materialmente para formar uno solo.
a. Litispendencia: esta consiste en una excepción procesal que puede interponer el
demandado alegando que la misma cuestión planteada en el juicio en el cual se
interpone está pendiente de resolverse, está tramitándose, a raíz de una demanda
previamente entablada, ante otro juez o ante el mismo juez que conoce del segundo
asunto.

b. Conexidad: Igualmente denominada como conexidad de la causa también se ha


considerado como una excepción dilatoria, la cual consiste básicamente en que el
demandado alegue ante el juez del conocimiento que el asunto planteado está
íntimamente relacionado o vinculado con otro u otros asuntos previamente
presentados ante el mismo o ante otros jueces. En la doctrina se aborda la conexidad

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o conexión de causas y se define en términos de interdependencia de dos causas o
litigios diversos, pero con el mismo objeto y entre iguales o relacionadas partes,
tratados en juicios diferentes, que lleva a acumularlos en unos mismos autos, para
que recaiga una tesis-única y evitar juzgamientos contradictorios.

En complementación, el fenómeno directamente contrario a la acumulación procesal es la


escisión procesal. Su explicación y hasta su justificación son más naturales que para la
anterior, es decir, la acumulación; porque basta entender en el sentido de que cada proceso
debe tener un solo objetivo y cada objeto procesal pertenece a un solo proceso, para que el
principio de la unidad quede establecido y por contrapartida, el de separación de los
procedimientos heterogéneos fundamentados. Por lo que, resulta que la escisión procesal es
un fenómeno opuesto al de la acumulación. Así, no son acumulables y, por tanto, en caso
de encontrarse juntas deberían separarse aquellas acciones (pretensiones) que son
contradictorias o mutuamente excluyentes, en los términos de la legislación procesal civil.
En resumen, podemos decir que la escisión no tiene sentido sino cuando las pretensiones
son incompatibles, distintas las vías o diferentes las competencias. Si en un proceso ya
iniciado, se descubre la incompatibilidad de pretensiones, con independencia de la
posibilidad de que los respectivos procesos deban sustanciarse sucesivamente o puedan
serlo simultáneamente, lo cierto es que se impone la separación; y lo mismo cabe decir de
la vía y la competencia, pero en el último caso, debe recordarse que no se trata del
problema prejudicial que puede y debe ser unificado, sino de atribuciones resolutivas
diversas que aun perteneciendo al mismo juzgador, exigen distinción de procedimientos.

Como conclusión de todo lo anterior, la finalidad que persigue el proceso es la satisfacción


de intereses jurídicamente tutelados, cuando existe un obstáculo para lograrla, bien sea por
resistencia del obligado, incertidumbre o por exigirlo así el interés público, buscando con
ella la paz, la justicia y la seguridad jurídica. Lo anterior, debe ser provisto con el perfecto
equilibrio entre libertad y seguridad, ya que en muchos casos dado el escenario donde la
autoridad prevé hacer justicia, esta se extralimita y termina perjudicando al individuo.

2. Los actos procesales


En términos generales, se considera hechos o actos procesales formalmente dicho, todos
aquellos hechos humanos realizados dentro del proceso que buscan de alguna manera
accionar el aparato procesal. En tanto que, la ley aplicable al proceso, precisamente para los
actos procesales, es la ley del lugar de desenvolvimiento del proceso. También se suele usar
el término de sede para referirse al lugar o ubicación física de realización del acto procesal.
Debe evitarse toda confusión en la determinación de la norma que habrá de aplicarse para
el desenvolvimiento de los actos procesales y para la solución del litigio. En el primer caso,
la norma estrictamente procesal es territorial; en otras palabras, la norma que rige el
procedimiento es aquella del lugar de desenvolvimiento del proceso, siendo esta la norma

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adjetiva. Por el contrario, la norma conforme a la que se decida el litigio, o sea, la norma
sustantiva, sí puede en algunos casos ser extraterritorial y aplicarse fuera del ámbito en que
normalmente tiene vigencia.

Los presupuestos esenciales para los actos procesales están estrechamente relacionados con
los elementos de existencia de los actos jurídicos en general, siendo caso en dispar que
estos presupuestos, además, deben concurrir en cada proceso para que este pueda terminar
con una resolución que ponga fin al litigio de fondo.

Ahora bien, como consecuencia de que se debe transmitir cierta información entre los
jueces y las partes o entre estas mismas, resulto necesario crear un procedimiento de
comunicación procesal. Este, en términos generales, es el vínculo, forma o procedimiento
por el cual se transmiten ideas y conceptos (peticiones, informaciones, órdenes de
acatamiento obligatorio, etc.) dentro de la dinámica del proceso y para la consecución de
sus fines. Desde que el proceso surge hasta que muere, no es sino una serie de actos
proyectivos de comunicación, de los particulares incitando la función jurisdiccional y del
órgano jurisdiccional conduciendo ésta, encauzándola, hasta llegar a su destino normal: la
sentencia, así como de parte de los terceros que auxilian y colaboran en el mismo. Por ello,
desde que el sujeto de derecho acude al tribunal y excita su actividad, transcurre una serie
de fenómenos comunicativos, de las partes al tribunal y del tribunal a las partes, así como
de las partes entre sí y de los terceros también entre sí, con las partes y con el tribunal. La
clasificación más usual y práctica de los medios de comunicación procesal se refiere al
emisor y al destinatario y al carácter de éstos en la relación procesal. Tal criterio puede
formularse en los términos siguientes:

a. Medios de comunicación entre los tribunales, esto con poderes o autoridades de otro
orden y con autoridades judiciales del extranjero, se señala: suplicatorios, exhortos,
órdenes o despachos, mandamientos, exposiciones, oficios y reales provisiones.

En nuestro sistema es el oficio la comunicación escrita expedida por los órganos


judiciales, que se utiliza para que dichas autoridades judiciales se comuniquen con
las otras, no judiciales. En el oficio puede ir contenida una mera participación de
conocimiento, pero también la petición de algún dato o informe o algún
requerimiento u orden. Por ejemplo, cuando el juez ordena la cancelación o
modificación de algún registro y envía para tales efectos un oficio al registrador
correspondiente. En materia procesal penal, las órdenes de la autoridad judicial se
comunican a la policía “judicial” mediante oficio. Como ya lo vimos en líneas
anteriores, se habla fundamentalmente de tres tipos de medios de comunicación
entre las autoridades judiciales. Esta clasificación obedece a la jerarquía de las
autoridades y así, si el medio de comunicación emana de una autoridad de inferior
grado y se dirige a una de mayor jerarquía, se habla de suplicatorio; si el medio de
comunicación, a la inversa, proviene de una autoridad superior y se dirige a una
inferior, se habla de carta orden o despacho, y por último, si el medio de
comunicación se dirige de una autoridad de cierto grado, a otra de igual rango,
entonces se habla de exhorto. Trataremos de referirnos concisamente a cada uno de
ellos.

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b. Medios de comunicación de los tribunales a los particulares, especialmente a las
partes. En este grupo se colocan a las notificaciones, citaciones, emplazamientos y
requerimientos. En sentido muy amplio, la notificación es, pues, la forma o el
procedimiento marcado por la ley para que el tribunal haga llegar a las partes o a los
terceros el conocimiento de alguna resolución o de algún acto procesal o bien tiene
por realizada tal comunicación para los efectos legales. En cuanto a su finalidad
procesal, hay diversos tipos de notificaciones: la notificación simple, el
emplazamiento, el requerimiento y la citación.

Como ya lo hemos anotado, las notificaciones en general son todos aquellos


procedimientos, formas o maneras, mediante los cuales el tribunal hace llegar a los
particulares, las partes, los testigos, los peritos, etc., noticia o conocimiento de los
actos procesales, o bien presume que tales noticias les han llegado a dichos
destinatarios o los tiene por enterados formalmente.

Por otro lado, el emplazamiento puede definirse como el acto formal en virtud del
cual se hace saber al demandado la existencia de la demanda entablada en su contra
por el actor y la resolución del juez que, al admitirla establece un término (plazo)
dentro del cual este debe comparecer a contestar las acusaciones correspondientes.
Se señalan como efectos del emplazamiento los siguientes: prevenir el juicio a favor
del juez que lo hace; sujetar al emplazado a seguir el juicio ante el juez que lo
emplazó; obligar al demandado a contestar ante el juez que lo emplazó, salvo el
derecho de provocar la incompetencia; producir las consecuencias de la
interpelación judicial; y originar el interés legal en las obligaciones pecuniarias sin
causa de réditos.

Entre tanto que, el requerimiento, es un medio de comunicación procesal, una


notificación especial que debe ser hecha personalmente. Este implica una orden del
tribunal para que la persona o entidad requeridas hagan algo, dejen de hacerlo o
entreguen alguna cosa. Quien requiere es, en estos casos, la autoridad judicial y el
destinatario de este medio de comunicación lo puede ser una parte, pero también
hay situaciones en las que el requerido puede ser un perito, un testigo o un tercero
ajeno.

Por último, la citación es un medio de comunicación que pueden dirigir las


autoridades judiciales a los particulares y consiste, precisamente, en un llamamiento
hecho al destinatario de tal medio de comunicación para que comparezca o acuda a
la práctica de alguna diligencia judicial fijándose, por regla general, para tal efecto,
día y hora precisos. En algunas ocasiones, pensamos que pueden coincidir la
citación y el requerimiento y quizá valdría la pena hablar de apercibimiento, el cual
no es sino la advertencia de que el destinatario será sancionado si no cumple con lo
requerido, aunque el apercibimiento no es en sí un medio de comunicación procesal,
sino una corrección disciplinaria.

Como consecuencia de los diferentes tipos de notificaciones, desde una vista general, que
puede hacer una autoridad judicial a los particulares o demás involucrados en el juicio.
Estas deben realizarse de conformidad con ciertos estándares, es decir, para su efectiva

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realización existen diferentes formas de hacer las notificaciones. Estas son: personal, por
cédula, por boletín judicial, por edictos y por medios electrónicos.

1. Personal: esta es la que se hace por medio del notificador, quien tiene frente a sí a
la persona interesada y le comunica de viva voz la noticia que debe dársele. Es
evidente que las resoluciones notificadas personalmente, para que surtan sus efectos
en relación con la persona notificada, suelen ser las de mayor importancia y
relevancia en el proceso.

2. Por cedula: La notificación por cédula acepta tres modalidades diversas a las que
nos referimos en seguida. La cédula de notificación es un documento que contiene
fundamentalmente la copia literal de la resolución por notificarse, el nombre de la
persona a quien debe hacerse la notificación, el motivo por el que se hace la
notificación por cédula, la naturaleza y objeto del juicio del cual emana, los
nombres y apellidos de los litigantes, la identificación del tribunal de donde
proviene dicha notificación, así como la fecha en que se extiende, la hora en que se
deja y la firma del que notifica. Decíamos que la notificación por cédula puede
adoptar diversas modalidades, a saber: cédula entregada, cédula fijada en los
estrados o en algún otro lugar y cédula inscrita en el Registro Público de la
Propiedad.

3. Por boletín judicial: En la mayoría de los lugares puede decirse que, como regla
general, todas aquellas notificaciones que no tengan señalada en la ley una forma
especial de realizarse, se harán por medio del Boletín Judicial. Dicho boletín es una
publicación de carácter judicial realizada por los poderes judiciales de cada estado.
Lo que sucede es que, acudan o no acudan los interesados, es decir, se enteren o no
de lo que deben conocer, la ley da por hecha la notificación con la publicación de la
lista a que nos hemos referido en el Boletín Judicial.

4. Por edictos: esta procede solo en tres supuestos específicos. Cuando se trate de
personas inciertas, cuando se trate de personas cuyo domicilio se ignora, previo
informe de una institución que cuente con registro oficial de personas (en este caso
el juicio deberá seguirse con los trámites y solemnidades a que se refiere el Código),
y cuando se trate de un inmueble sin matricular en el Registro Público de la
Propiedad, para citar personas que puedan considerarse perjudicadas.

5. Notificaciones electrónicas o por correo: estas son igualmente válidas para


hacerle saber a los interesados su vinculación o los avances en el proceso, tanto por
correo como por medios electrónicos (telégrafos, internet, etc.), se debe brindar el
mismo espacio de tiempo de respuesta para que el interesado brinda la misma de
manera pertinente.

Por último, se debe marcar establecer en que consiste la nulidad procesal y su distinción
con la impugnación propiamente dicha. Esta figura de la nulidad procesal consiste en la
sanción por la cual la ley priva a un acto jurídico de sus efectos normales cuando en su
ejecución no se han guardado las formas prescritas para ello. La función específica de la

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nulidad no es propiamente asegurar el cumplimiento de las formas, sino de los fines
asignados a éstas por el legislador. En otras palabras, la nulidad es una sanción por falta o
por defecto de la forma jurídica, pero no debe entenderse esto como el cumplimiento de la
forma por la forma misma. La forma tiene una finalidad útil, o al menos debería tenerla, y
por ello detrás de cada forma o formalidad procesal habrá siempre de buscarse el propósito
que el legislador persiguió con el establecimiento de la misma, porque el defecto o la falta
de forma se traducirá en la existencia de una situación inconveniente y por ello, el propio
legislador priva de efectos jurídicos a determinados actos cuando éstos no han cumplido las
formalidades. También tradicionalmente, el procesalismo ha manejado como conceptos
relacionados con la nulidad procesal los de nulidad de actuaciones y recursos de nulidad.
La nulidad de actuaciones constituye un trámite incidental, el cual a veces suele ser de
previo y especial pronunciamiento, y que la propia ley autoriza para invalidar las
diligencias y actuaciones practicadas cuando no se hayan ajustado a los trámites
establecidos. En tanto que el recurso de nulidad ha sido sinónimo del recurso de casación.
Como quiera que sea, ese recurso de nulidad se intenta para obtener la nulidad de una
sentencia dictada en otro juicio, ya sea por violaciones de procedimiento o por violaciones
de fondo o mérito. Nuestro juicio de amparo directo, como juicio de tipo casacional,
corresponde indudablemente a esta idea anuladora de una sentencia dictada con errores o
violaciones manifiestos ya sea en el procedimiento o ya sea en la misma sentencia. Sólo
que aunque los efectos sean de anulación o de desaplicación de la sentencia dictada con
violaciones procesales o de fondo, nosotros no llamamos a dicho recurso, recurso de
nulidad. Por tales consecuencias no podemos referirnos a la nulidad como una impugnación
ya que el recurso es un procedimiento incidental que forma parte del proceso primario
mientras que las impugnaciones son procedimientos de anulación de actuaciones en los
casos extremos señalados en dicho cuerpo legal.

3. Las partes en el proceso


El concepto de parte desde el punto de vista jurídico se refiere a los sujetos de derecho, es
decir, a los que son susceptibles de adquirir derechos y obligaciones. El concepto de sujeto
procesal es más amplio que el de parte y, a su vez, el concepto de parte formal o procesal es
más amplio que el de parte material o sustancial. Así, son sujetos del proceso el juez, los
peritos, los testigos, otra serie de auxiliares de la función jurisdiccional y las propias partes.
Si bien son tres los sujetos fundamentales de todo proceso, dos que contienden y un tercero
que decide, esto de ninguna forma entraña que tales tres sujetos sean los únicos, pues
participan otros sujetos, extraños a la relación sustancial pero no a la relación procesal
formal. Es claro que ambas calidades de parte material y de parte formal, pueden coincidir
en la misma persona y ello es harto frecuente en la realidad; pero no implica que tal
coincidencia siempre se dé. En el esquema siguiente se muestra la relación que guardan
varios conceptos y que aclara más la distinción entre parte formal y parte material.

Parte Material Parte Formal


Capacidad para ser parte Capacidad procesal
Interés Voluntad
Litis Acción

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Sentencia Proceso

El concepto de parte material se refiere a aquella persona a la cual el resultado del proceso,
la probable sentencia, puede influir en su ámbito jurídico de una forma particular y
determinada. Esa afectación del ámbito o la esfera jurídica de la parte material podrá
consistir en una ampliación, una restricción, una mera medida de protección o conservación
a dicho ámbito o esfera jurídica. Por otro lado, es parte formal del proceso aquella que
ejercite el derecho de acción y de contradicción en el proceso, es decir, el demandante y el
demandado.

- Juez:

- Actor:

- Demandado:

- Terceros:

4. Acciones y Excepciones
5. La prueba
6. Sentencia y ejecución de sentencia
7. Cosa juzgada
8. Medios de impugnación

TEORIA PROCESAL CIVIL


Parte I - Introducción
Etapas procesales
- Preliminar: en esta etapa del proceso se encuentran los medios preparatorios a juicio o las
medidas cautelares que lo que intentan todos estas es la previsión del juicio, es decir la
intensión de arreglar los inconvenientes que pudieran existir en el juicio o pues de este.
- Expositiva: esta es la primera etapa del proceso propiamente dicho, ya que se inicia la
misma con la presentación de la demanda y/o la contestación de esta, en donde exponen
ante el juez sus pretensiones y resistencia respetivamente las partes. Así como los hechos y
preceptos jurídicos en los que se basen, por lo que el juzgador en esta etapa deberá decidir
si admite o no los escritos presentados por las partes y como consecuencia lógica el
respectivo emplazamiento de la parte o de las partes, según corresponda.

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- Probatoria: en esta etapa se tiene como fin que las partes aporten las pruebas y argumento
solidos necesarios para consolidar las pretensiones y resistencias vertidas en sus escritos
iniciales. Esta se desarrolla a través de los medios de pruebas (ofrecimiento, admisión y
desahogo).
- Conclusiva: a través de esta etapa las partes expresan sus alegatos o conclusiones respecto
de la actividad procesal anterior y el juzgador también expone sus propias conclusiones en
la sentencia con la que pone término al proceso en su primera instancia.
- Impugnativa: por lo general se presenta una etapa posterior a la conclusiva, en la cual una
de las partes o ambas, intenten impugnar la sentencia mediante el recurso de apelación. Esta
tiene por objeto la revisión de la legalidad del procedimiento de la primera instancia, con
base en los motivos expresados en la apelación. Ahora bien, la sentencia que dicte el
tribunal de alzada con respecto del recurso de apelación interpuesto, puede ser impugnado
por medio del amparo indirecto en el Tribunal Colegiado de Circuito.
- Ejecutiva: esta al igual que la anterior es de ejecución eventual y se presenta cuando la
parte que obtuvo sentencia favorable solicita al juez que como la parte vencida no ha
cumplido la sentencia en su totalidad o acorde a lo establecido, tome las medidas necesarias
para que esta se ejecute coactivamente.
Actos prejudiciales
Medios preparatorios del proceso
Estos medios preparatorios tienen por objeto despejar alguna duda, remover un obstáculo o
subsanar una deficiencia antes de iniciar un proceso. Cabe mencionar que al pedirse la
medida preparatoria debe plantearse el motivo por el cual se solicita y el litigio que
mediante esta se intenta promover (art 194), por lo que deberá estar presente en la audiencia
la futura contraparte. El artículo 193 del código nos dice que los medios pueden ser:
I. La petición de declaración bajo protesta, del que pretenda demandar, de aquél
contra quien se propone dirigir la demanda, acerca de un hecho relativo a su
personalidad o a la calidad de su posesión o tenencia;
II. Pidiendo la exhibición de la cosa mueble que haya de ser objeto de la acción real
que se trate de entablar;
III. Pidiendo el legatario o cualquier otro que tenga el derecho de elegir una o más cosas
entre varias, la exhibición de ellas;
IV. Pidiendo el que se crea heredero, o coheredero o legatario, la exhibición de un
testamento;
V. Pidiendo el comprador al vendedor, o el vendedor al comprador, en el caso de
evicción, la exhibición de títulos u otros documentos que se refieran a la cosa
vendida.
VI. Pidiendo a un socio o comunero la presentación de los documentos y cuentas de la
sociedad o comunidad, al consocio o condueño que los tenga en su poder;
VII. Pidiendo el examen de testigos, cuando éstos sean de edad avanzada o se hallen en
peligro inminente de perder la vida, o próximos a ausentarse a un lugar con el cual
sean tardías o difíciles las comunicaciones y no pueda deducirse aún la acción, por

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depender su ejercicio de un plazo o de una condición que no se haya cumplido
todavía;
VIII. Pidiendo el examen de testigos para probar alguna excepción, siempre que la prueba
sea indispensable y los testigos se hallen en alguno de los casos señalados en la
fracción anterior;
IX. Pidiendo el examen de testigos u otras declaraciones que se requieran en un proceso
extranjero.
Medidas cautelares
Son medidas preventivas de seguridad que se le conceden al acreedor para que pueda hacer
valer en juicio sus derechos. Estas tienen una vida procesal limitada, desde el momento en
el que se realiza la medida hasta que se dicta la sentencia definitiva.
Estas se dividen en tres grupos: a) las personales o reales, dependiendo de si recaen en
persona o en bienes; b) conservativas o innovativas, según tiendan a mantener o a modificar
el estado de cosas anteriores al proceso principal; c) nominadas o innominadas; según
signifique una medida especifica que el juzgador puede decretar o una genérica con la que
dicho juzgador puede asegurar las medidas pertinentes.
- Separación de personas como acto prejudicial
El que intente demandar, denunciar, o querellarse contra su cónyuge o concubino, podrá
solicitar por escrito al juez de lo familiar su separación del hogar común o acudir al Centro
de Justicia Alternativa del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.
El Centro de Justicia Alternativa atenderá a las partes siempre y cuando no exista violencia
familiar, en cuyo caso se abstendrá de intervenir, haciéndolo del conocimiento al Agente
del Ministerio Público tratándose de menores. Para el caso de violencia entre las partes se
dará vista al Sistema de Auxilio a Víctimas.
Un mediador facilitará la solución del conflicto entre las partes teniendo como principio de
sus actuaciones el interés superior del menor, en especial las obligaciones de crianza.
En el convenio, el mediador deberá promover que se garantice el bienestar, la seguridad
física y mental de los hijos menores de edad, así como el derecho que les asiste de convivir
con el progenitor que no vive con ellos. El cumplimiento del convenio podrá solicitarse
ante el Juez de lo Familiar en la vía de apremio (art 205).
- Providencias precautorias
Las providencias precautorias son medidas preventivas de seguridad que se conceden al
acreedor para que puedan hacer valer en juicio sus derechos. En nuestro derecho son dos: el
arraigo (es la determinación judicial que prohibir que una persona salga de un lugar
determinado, con la finalidad de impedir que abandone el lugar del juicio sin dejar
apoderado que pueda contestar la demanda, seguir el proceso y responder de la sentencia
que se dicte) y el embargo precautorio (es el que se dispone o manda interinamente
mientras se prepara la demanda ejecutiva u otra que corresponda, cundo se teme que el
deudor pueda ocultar o enajenar sus bienes).

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Estas providencias podrán decretarse, tanto como actos prejudiciales, como después de
iniciado el juicio respectivo; en este segundo caso, la providencia se substanciará en
incidente y conocerá de ella el juez que esté conociendo del negocio (art 237). Las
providencias podrán dictarse (art 235):
I. Cuando hubiere temor de que se ausente u oculte la persona contra quien deba
entablarse o se haya entablado una demanda;
II. Cuando se tema que se oculten o dilapiden los bienes en que debe ejercitarse
una acción real;
III. Cuando la acción sea personal, siempre que el deudor no tuviere otros bienes
que aquéllos en que se ha de practicar la diligencia y se tema que los oculte o
enajene.
Quien solicite alguna de las providencias mencionadas anteriormente deberá demostrar el
derecho o la apariencia de su existencia (fumus boni iuris), así como el peligro de perderlo
todo en caso de demora (periculum in mora). En caso de que se disponga la providencia o
ya esté dispuesta, el demandado podrá otorgar contra garantía para dejar sin efecto estas
(art 245).
Medios provocatorios
Estos son los actos procesales que tienden a provocar otro proceso, entre ellos se encuentra
la diligencia preliminar de consignación, en donde se expresa que si el acreedor se rehusare
recibir la prestación que le es debida o a no entregar el documento justificativo de pago, o si
fuere persona incierta o incapaz de recibir, podrá el deudor librarse de la obligación
haciendo consignación de la cosa al órgano judicial.
El acreedor una vez notificada la diligencia podrá bien presentarse a recibir el bien
consignado, o rehusare en el acto de la diligencia a recibir la cosa, en cuyo caso podrá pedir
el deudor la declaración de liberación en contra del acreedor mediante el juicio ordinario de
liberación de deuda. En tanto el bien consignado queda en depósito de la persona que fue
designada por el juez.
Anteriormente existía la llamada acción de jactancia, que era entendida como la facultad
que se otorga a quien se considere afectado por la ostentación publica que otra persona
haga, atribuyéndose el carácter de ser su acreedora o de ser el titular de derechos reales
sobre bienes poseídos por el primero, para que pida al juez un plazo al jactancioso a fin de
que ejerza en juicio la acción que afirme tener, apercibiéndolo de que si no lo hace recluirá
su supuesto derecho y deberá abstenerse de continuar la jactancia (art 32 frac I derogada).

Clasificación de los juicios civiles


- Finalidad: estos juicios se dividen a su vez en procesos de conocimiento, procesos
ejecutivos y procesos cautelares. Los procesos de conocimiento (procesos jurisdiccionales
en sentido estricto) son en los que se pretende que el juez, previo conocimiento del litigio,
resuelva acerca de una pretensión discutida y defina los derechos cuestionados. Los
procesos ejecutivos, por otro lado, son aquellos en los que se procura la realización coactiva

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de una pretensión insatisfecha; dígase que ya se encuentra definida la relación jurídica, por
lo que solo se necesita que se ejecute el derecho previamente reconocido (son reconocidos
como la etapa de ejecución de los procesos de conocimiento). Por último, en los procesos
cautelares, que no son en sí procesos, ya que están íntegramente ligados a un proceso de
conocimiento; se trata de crear un estado jurídico provisional que dure hasta que se efectué
el proceso. Estos últimos son las ya mencionadas medidas cautelares.
- Plenitud o limitación del conocimiento: por medio de estos se conocen los procesos
plenarios y sumarios. Los primeros son los procesos en los cuales el conocimiento del
órgano enjuiciador es completo y la sentencia conlleva la imposibilidad
de interponer otro juicio sobre el mismo asunto, ya que se ha producido cosa juzgada. Tal
sucede en la mayoría de los juicios declarativos.
Lo contrario, el juicio sumario, se caracteriza porque su finalización no impide abrir
nuevo juicio posterior. La limitación del ámbito del objeto procesal conlleva que
la autoridad de la cosa juzgada sólo pueda aplicarse a lo que ha sido objeto del juicio.
- Orden de proceder: se trata de los procesos plenarios ordinarios y los plenarios rápidos,
según se desenvuelvan en mayores o menores plazos, por etapas separadas o concentradas.
Estos se diferencian entre sí, porque los rápidos solamente poseen una forma más corta,
pero no cambia su contenido, son los mismos cualitativamente, es decir son jurídicamente
plenarios.
- Generalidad o especificidad de los litigios: en estos se refieren a los ordinarios y los
especiales. Los ordinarios se trata de los que a través de ellos se conoce de la generalidad
de los litigios y los especiales cuando se establece solo para determinado tipo de litigio.
- Cuantía: estos juicios encierran los denominados de mayor y de menor cuantía, de
acuerdo con el valor pecuniario de los intereses que se litigan. Para esto existen los
juzgados de proceso oral civil y los juzgados de cuantía menor, que conocerán de varios
juicios y procedimientos, exclusivamente en razón de la cuantía.
- Forma: por el tipo de ejecución que predomine se clasifican en escritos y orales. El juicio
escrito es el más utilizado basado en el principios romano quod non est in actis, non est in
mundo, que significa que lo que no consta en actas no es de este mundo. En tanto, los
juicios orales ofrece la ventaja de la rapidez en la ejecución de las etapas procesales.
- Contenido patrimonial: se clasifican estos en singulares y universales, siendo los
primeros los referentes al litigio que versa sobre uno o más bienes de una persona; mientras
que los universales se trata de la totalidad del patrimonio de una persona. Un ejemplo de
juicio universal es el juicio sucesorio, en donde este es referente a la totalidad del
patrimonio del de cuius. Por lo que el juicio singular es el común u ordinario.

Presupuestos procesales
Como regla general, estos son el conjunto de condiciones cuya presencia o ausencia es
necesariamente válida para la integración y desarrollo de la relación procesal. Según nos

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explica Couture, son aquellos antecedentes necesarios para que el juicio tenga validez
formal y existencia jurídica. El incumplimiento de estos presupuestos procesales puede ser
denunciado a traces de las excepciones procesales. Estos se dividen en dos grupos, los
previos al proceso y los previos a la sentencia:
- Previos al proceso: estos presupuestos se pueden ver desde dos puntos de vista: a) los
referentes al sujeto, como pueden ser la competencia del juzgador (art 145), la capacidad
procesal (art 44 y 45), la representación y la legitimación de las partes (art 47); y b) por lo
referente al objeto, que pueden ser la cosa juzgada (previa sentencia firme), litispendencia
(proceso anterior pendiente a resolución) o caducidad de la acción (acción ejercida fuera
del plazo que marca la ley).
- Previos a la sentencia: entre estos presupuestos están la selección de la vía procesal, el
tipo de juicio adecuado, la verificación del emplazamiento en los términos de ley, el
otorgamiento de oportunidades razonables para la aportación de pruebas y expresión de
alegatos que se estime pertinentes, la no existencia de la caducidad de la instancia, etc.

Parte II - Juicio Ordinario Civil


Demanda y emplazamiento
La demanda es el acto procesal mediante el cual una persona, quien se convierte por la
misma en parte actora o demandante, inicia el ejercicio de la acción y expresa su pretensión
ante el órgano jurisdiccional. En la demanda la parte actora expresa su pretensión, que
puede consistir en un dar, hacer y no hacer, en relación a un determinado bien jurídico.
La pretensión dice Couture “es la afirmación de un sujeto de derecho de merecer la tutela
jurídica y por supuesto, la aspiración concreta de que esta se haga efectiva”.
Es necesario distinguir entre la acción, como derecho subjetivo procesal que se confiere a
las personas para promover un proceso ante el órgano jurisdiccional, para obtener de este
una sentencia y, en su caso, su ejecución; la pretensión, o reclamación específica, que el
demandante formula contra el demandado, en relación a un bien jurídico; y la demanda, que
es el acto concreto con el que el actor inicia el ejercicio de la acción y expresa su pretensión
contra en del demandado.
El artículo 255 del Código de Procedimientos Civiles del Distrito Federal nos explica los
requisitos de la demanda civil, declarando que toda contienda judicial, principal o
incidental, principiará por demanda, en la cual se expresaran: a) El tribunal ante el que se
promueve; b) El nombre y apellidos del actor y el domicilio que señale para oír
notificaciones; c) El nombre del demandado y su domicilio; d) El objeto u objetos que se
reclamen, con sus accesorios; e) Los hechos en que el actor funde su petición, en los cuales
precisará los documentos públicos o privados que tengan relación con cada hecho, así como
si los tiene o no a su disposición. De igual manera proporcionará los nombres y apellidos de
los testigos que hayan presenciado los hechos relativos. Asimismo debe numerar y narrar
los hechos, exponiéndolos sucintamente con claridad y precisión; f) Los fundamentos de
derecho y la clase de acción, procurando citar los preceptos legales o principios jurídicos

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aplicables; g) El valor de lo demandado, si de ello depende la competencia del juez; h) La
firma del actor, o de su representante legítimo. Si éstos no supieren o no pudieren firmar,
pondrán su huella digital, firmando otra persona en su nombre y a su ruego, indicando estas
circunstancias; i) Para el trámite de incidentes en materia familiar, la primera notificación
se llevará a cabo en el domicilio señalado en autos por las partes, si se encuentra vigente el
juicio principal, y para el caso, de que haya resolución firme o ejecutoriada, o haya
inactividad procesal por más de tres meses, se practicará en el lugar en el que resida la parte
demandada incidentista; y j) En los casos de divorcio deberá incluirse la propuesta de
convenio, debiendo ofrecer todas las pruebas pendientes a acreditar la procedencia de la
propuesta de convenio.
Cuando dos o más personas ejerzan una misma acción en contra del o los demandados, se
integrara un litisconsorcio. El litisconsorcio es una modalidad del proceso en donde existe
pluralidad de demandantes y/o demandados. Este nace de Litis (litigio) y consortium
(comunidad), en donde están los litisconsorcios activos, que son los actores; los
litisconsorcios pasivos, que son los demandantes; y el litisconsorcio mixto que es cuando
existen de los dos grupos. Es necesario que se nombre un mandatario judicial que repente a
todos o bien un representante común, y en caso de que no acuerden hacer esto en un plazo
de tres días, el juez designara uno dentro de cualquiera de los interesados.
Documentos que deben de acompañar a la demanda
Según se establece son de cuatro clases los documentos que se deben de anexar a la
demanda (art 95):
1. Los que fundan la demanda, por los cuales se entiende todos los documentos de los
cuales emana el derecho que se invoca. Un ejemplo de esto sería el título de
propiedad que se debe mostrar cuando se ejerce la acción reivindicatoria.
2. Los que prueben los hechos afirmados en la demanda, son todos los documentos
que las partes tengan en su poder y que deban de servir como pruebas de su parte y,
los que presentaren después, con violación de este precepto, no les serán admitidos,
salvo de que se trate de pruebas supervenientes.
3. Los que acreditan la personalidad jurídica del que comparece en nombre de otro, o
bien el documento o documentos que acrediten el carácter con el que el litigante se
presente en juicio, en el caso de tener representación legal de alguna persona o
corporación o cuando el derecho que reclame provenga de habérsele transmitido por
otra persona.
4. Las copias del escrito de demanda y documentos anexos simples o fotostáticas,
siempre que sean legibles a simple vista, tanto del escrito de demanda como de los
demás documentos referidos, incluyendo la de los que se exhiban como prueba, para
correr traslado a la contraria.
Efectos de la presentación de la demanda
Los efectos de la presentación de la demanda son: a) interrumpir la prescripción, si no lo
está por otros medios; b) señalar el principio de la instancia; y c) determinar el valor de las
prestaciones exigidas, cuando no pueda referirse a otro tiempo (art 258).
El juez frente a la demanda

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Una vez presentada la demanda el juez deberá tomar la decisión de admitir la demanda,
prevenir al actor para que corrija la demanda o desecharla por completo.
- Admisión de la demanda: en esta decisión el juez determinara la demanda de plano, ya
que cumple con los requisitos señalados en la ley y a su vez fue acompañada con los
documentos correspondientes.
- Prevención de la demanda: en segundo término el juez puede prevenir cuando la
demanda sea oscura o irregular, para que la aclare corrija o complete conforme a las reglas
contenidas en la ley, dentro del plazo de cinco días. Realizada la aclaración o corrección, el
juez debe de admitir la demanda. En el mismo auto que ordena la prevención, el juez debe
señalar en concreto los defectos de la demanda (art 257).
- Desechamiento de la demanda: por último, el juez también puede desechar la demanda
cuando considere que no reúne los requisitos legales y que los defectos son insubsanables;
por ejemplo que el juez sea incompetente, que la demanda se entable por una vía procesal
inadecuada, etc. Igualmente el juez desechara la demanda cuando habiéndola prevenido el
actor rebase el plazo señalado.
Emplazamiento
Nace del acto de emplazar, entendiéndose por este el llamamiento que se da por orden
judicial a una persona, para que se presente en el juzgado o tribunal en el día y hora que se
le designan.
- Formas de emplazamiento: las notificaciones en juicio se podrán hacer: a)
Personalmente, por cédula, por instructivo o por adhesión; b) Por Boletín Judicial; c) Por
edictos que se hagan ostensibles en los sitios públicos de costumbre o que se manden
publicar en los periódicos que al efecto se autoricen en los plazos que se precisen; d) Por
correo; e) Por telégrafo; f) Por cualquier otro medio de comunicación efectivo que de
constancia indubitable de recibido, y g) Por medios electrónicos (art 111).
- Los efectos del emplazamiento son: a) Prevenir el juicio en favor del juez que lo hace; b)
Sujetar al emplazado a seguir el juicio ante el juez que lo emplazó, siendo competente al
tiempo de la citación, aunque después deje de serlo con relación al demandado, porque éste
cambie de domicilio, o por otro motivo legal; c) Obligar al demandado a contestar ante el
juez que lo emplazó, salvo siempre el derecho de provocar la incompetencia; d) Producir
todas las consecuencias de la interpelación judicial, si por otros medios no se hubiere
constituido ya en mora el obligado; e) Originar el interés legal en las obligaciones
pecuniarias sin causa de réditos (art 259).
- Nulidad del emplazamiento: las notificaciones hechas en forma distinta a la prevenida en
la ley serán nulas; pero si la persona mal notificada hubiere comparecido en juicio,
sabedora de la resolución objeto de la comunicación procesal, la notificación surtirá desde
entonces sus efectos como si estuviese legítimamente hecha (art 76).
La reclamación de nulidad del emplazamiento por defecto de forma debe tramitarse en un
incidente de previo y especial pronunciamiento, lo que significa que dicha tramitación

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impide la continuación del procedimiento, el cual no podrá reanudarse sino hasta que el
propio juez resuelva sobre la nulidad reclamada (art 78).

Actitudes del demandado


Como consecuencia de la admisión de la demanda y luego del emplazamiento, el
demandado tendrá un plazo de 15 días para contestar la demanda (art 256). Pasado este
tiempo el demandado podrá tomar varias actitudes, las cuales se resumen en no contestar o
contestar la demanda. Cuando el demandado no conteste la demanda, caerá en una
inactividad de procesal que se tomara como el supuesto de rebeldía o contumacia, que no
es más que la posición del sujeto procesal que no compárese cuando debidamente es
emplazado a hacerlo, o abandona el proceso comenzado.
- Rebeldía: Transcurrido el plazo fijado para el emplazamiento sin haber sido contestada la
demanda se hará declaración de rebeldía, sin que medie petición de parte. Para hacer la
declaración de la rebeldía, el juez examinará escrupulosamente y bajo su más estricta
responsabilidad si las citaciones y notificaciones precedentes están hechas al demandado en
la forma legal. Si el juez encontrara que el emplazamiento no se hizo conforme a la ley,
mandará reponerlo y lo hará del conocimiento del Consejo de la Judicatura para que
imponga una corrección disciplinaria al notificador cuando resulte responsable.
Se presumirán confesados lo hechos de la demanda que se deje de contestar. Sin embargo,
se tendrá por contestada en sentido negativo cuando se trate de asuntos que afecten las
relaciones familiares, el estado civil de las personas y en los casos en que el emplazamiento
se hubiere hecho por edictos (art 271).
- Contestación de la demanda: si el demandado en su derecho procesal de defenderse
contesta la demanda, puede asumir una gran variedad de actitudes, aunque todas ellas
tendrán como característica común su participación efectiva en el proceso. Los requisitos
básicos que debe cumplir el demandado en su escrito de contestación de demanda son: a)
Señalará el tribunal ante quien conteste; b) Indicará su nombre y apellidos, el domicilio que
señale para oír notificaciones y, en su caso, las personas autorizadas para oír notificaciones
y recibir documentos y valores; c) Se referirá a cada uno de los hechos en que el actor
funde su petición, en los cuales precisará los documentos públicos o privados que tengan
relación con cada hecho, así como si los tiene o no a su disposición. De igual manera
proporcionará los nombres y apellidos de los testigos que hayan presenciado los hechos
relativos; d) Se asentará la firma del puño y letra del demandado, o de su representante
legítimo. Si éstos no supieren o no pudieren firmar, lo hará un tercero en su nombre y a su
ruego, indicando estas circunstancias, poniendo los primeros la huella digital; e) Todas las
excepciones que se tengan, cualquiera que sea su naturaleza, se harán valer
simultáneamente en la contestación y nunca después, a no ser que fueran supervenientes.
De las excepciones procesales se le dará vista al actor para que las conteste y rinda las
pruebas que considere oportunas en los términos de este ordenamiento; f) Dentro del
término para contestar la demanda, se podrá proponer la reconvención en los casos en que
proceda, la que tiene que ajustarse a lo prevenido por el artículo 255 de este ordenamiento;
g) Se deberán acompañar las copias simples de la contestación de la demanda y de todos los

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documentos anexos a ella para cada una de las demás partes; h) En los casos de divorcio
podrá manifestar su conformidad con el convenio propuesto o, en su caso, presentar su
contrapropuesta, debiendo anexar las pruebas respectivas relacionadas con la misma; e i) Si
el demandado quisiere llamar a juicio a un tercero deberá manifestarlo en el mismo escrito
de contestación. La petición posterior no será tramitada a no ser que se trate de cuestiones
supervenientes (art 260).
- Allanamiento: esta es la conducta autocompasiva del demandado en donde este se somete
de manera total a las pretensiones del actor. Cuando el demandado se allane a la demanda
en todas sus partes o manifestando el actor su conformidad con la contestación de ella, se
citará para sentencia, previa ratificación del escrito correspondiente ante el juez, sin
perjuicio de caer en rebeldía (art 274). Cabe mencionar que no solo el demandado se puede
allanar a las pretensiones del actor, sino que el actor también podrá allanarse a la
contestación de la demanda.
- Confesión: es la admisión de que determinados hechos afirmados por el actor en su
demanda, en los que intervino o participo el demandado, son ciertos. La confesión, en rigor
solo puede referirse a los hechos, la determinación del derecho corresponde al juez. Si bien
no es necesaria la etapa probatoria, si lo será la conclusiva, en donde se discutirá si son
válidos los preceptos legales de la parte actora. Si las cuestiones controvertidas fueren
puramente de derecho y no de hecho, se citará a la audiencia de alegatos, que podrán ser
escritos (art 276).
- Reconocimiento: es la admisión y la aceptación del derecho. Esta se distingue de la
confesión en que recae sobre los hechos y aquel sobre el derecho; y del allanamiento, en
que este último es una aceptación de las pretensiones del actor y el reconocimiento
concierne a la aplicabilidad de los preceptos jurídicos invocados por el actor.
- Denuncia: consiste en una petición al juez por parte del demandado, de que llame a juicio
una tercera persona, para que en la sentencia que se pueda dictar adquiera, en su caso,
autoridad de cosa juzgada frente a dicha persona.
- Negación de derechos y de hechos: puede el demandado limitarse a negar los hechos.
Esta negación tiene como consecuencia inmediata que se produzca la confesión ficta (art
266) e impone la carga al autor de probar los hechos negados, ya que la carga de la prueba
corresponde a quien afirma hechos no quien los niega. Por otro lado, la actitud de negar los
derechos reclamados por la parte actora se concentran en la denominada exceptio sine
actione agis (excepción de falta de acción), que consiste precisamente en la negación que el
demandado formula de que el actor tenga efectivamente derecho de reclamar en juicio.
- Excepciones procesales: la misma se encontraba en el procedimiento formulario del
Derecho Romano, en donde la exceptio estaba entre la intentio y la condenatio. Couture
dice que la exceptio era una institución con contenido garantista, trata de que
la condenatio sea justa y no vulnere los derechos del demandado. Existen a su vez cuatro
grupos de excepciones: a) las abstractas que es el derecho subjetivo que tiene del
demandado para oponer, frente a las pretensiones del actor, cuestiones que bien impidan un
pronunciamiento de fondo sobre dicha pretensión, o que, en caso de que se llegue a tal
pronunciamiento, produzca la absolución del demandado; b) las concretas que son las

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cuestiones que el demandado plantea en contra del actor con el fin de concluir el proceso;
c) las perentorias, son aquellas que tiene como objeto excluir absolutamente la acción del
demandado; y d) las dilatorias, son aquellas que excluyen de manera relativa la acción del
demandado.
- Reconvención o contrademanda: está según explica Couture es la pretensión que el
demandado deduce al contestar la demanda, por lo cual se constituye a la vez en
demandante del actor, a fin de que se fallen las dos pretensiones en una sola sentencia. Esta
contrademanda deberá cumplir con los requisitos de una demanda inicial (art 260 fracc VI).
El demandado que oponga reconvención, lo hará precisamente al contestar la demanda y
nunca después; y se le dará traslado del escrito al actor, para que conteste en el término de
nueve días (art 272). Se deberá verificar si la nueva demanda es de la competencia del juez
que está conociendo la demanda inicial y si a su vez que el juicio sea el adecuado para
plantearla (art 160). La reconvención es independiente de la acción original, por lo que
aunque el actor desista de la demanda inicial o se declare improcedente o infundada, la
reconvención deberá ser analizada y resuelta por el juez en sentencia definitiva.

Audiencia previa, de conciliación y de excepciones procesales


Es la que se realiza una vez contestada la demanda o la reconvención, o se incurre en
rebeldía, con objeto de lograr el avenimiento de las partes, y de no lograrse, realizar la
depuración del procedimiento a través del examen de los presupuestos procesales para
corregir o subsanar los defectos que se adviertan, y en caso contrario, declarar el
sobreseimiento, con el propósito de evitar la prolongación innecesaria del proceso sin
obtener una resolución.
Los fines que pueden satisfacer la audiencia preliminar son: a) intentar la conciliación de
las pretensiones y excepciones de las partes; b) examinar y resolver tanto las condiciones de
la acción como las excepciones y presupuestos procesales; c) fijar, en definitiva, tanto el
objeto del proceso (las pretensiones y excepciones de la demanda), como el objeto de la
prueba (los hechos controvertidos y eventualmente el derecho extranjero); d) resolver sobre
la admisión de las pruebas que se hubiesen ofrecido en los escritos iniciales, ordenando las
medidas conducentes a su preparación.
Una vez contestada la demanda, y en su caso, la reconvención el Juez señalará de inmediato
fecha y hora para la celebración de una audiencia previa y de conciliación dentro de los
diez días siguientes, dando vista a la parte que corresponda con las excepciones que se
hubieren opuesto en su contra, por el término de tres días (art 272 A).
- Conciliación: si asistieran las dos partes a la audiencia, el juez examinará las cuestiones
relativas a la legitimación procesal y luego se procederá a procurar la conciliación que
estará a cargo de un conciliador adscrito al juzgado. El conciliador preparará y propondrá a
las partes, alternativas de solución al litigio. Si los interesados llegan a un convenio, el juez
lo aprobará de plano si procede legalmente y dicho pacto tendrá fuerza de cosa juzgada (art
272 A segundo párrafo).

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- Excepciones procesales: a) la incompetencia del juez; b) la litispendencia; c) la
conexidad de la causa; d) la falta de personalidad del actor o del demandado, o la falta de
capacidad del actor; e) la falta de cumplimiento del plazo a que esté sujeta la obligación; f)
la improcedencia de la vía; y g) la cosa juzgada (art 35). Salvo la incompetencia del órgano
jurisdiccional, las demás excepciones procesales se resolverán en la audiencia previa de
conciliación y de excepciones procesales, a menos que en disposición expresa se señale
trámite diferente (art 36).
En caso de desacuerdo entre los litigantes, deveniente de la no conciliación, la audiencia
proseguirá y el juez, que dispondrá de amplias facultades de dirección procesal, examinará
en su caso, las excepciones procesales que correspondan (art 272 A tercer párrafo).

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