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- 2007 -
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La competencia y sus reglas
Desde ya, cabe insist ir en que jurisdicción y competencia si bien son conceptos e
instituciones estrechamente relacionados, no deben ser confundidas, pues aluden a
fenómenos jurídicamente distintos. En términos simples, la doctrina ha caracterizado
a la competencia como una medida (o porción) de jurisdicción, o lo que es lo mismo,
ha señalado que todos los jueces poseen jurisdicción, empero no todos tienen com-
petencia para conocer de un determinado asunto. En otras palabras, es la competen-
cia la que fija los límites dentro de los cuales el juez puede ejercer su facultad juris-
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diccional .
Es a ello precisamente a lo que apunta el artículo 108 del COT cuando señala que la
competencia es la facultad que tiene el juez o tribunal para conocer (juzgar y hacer
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ejecutar lo juzgado agregamos nosotros) de los negocios que la ley ha colocado
dentro de la esfera de sus atribuciones.
2.- Concepto.-
Ya citamos el concepto que la ley señala en el artículo 108 del COT (sin embargo,
sobre ella volveremos enseguida). En doctrina, destacamos – por su claridad - dos
conceptos:
Couture:
1
Este apunte no reemplaza la revisión acuciosa de la normativa citada (COT, CPC, y CPP) y de la bibliografía obligatoria
del curso.
2
En palabras de Casarino: “La jurisdicción es el todo; en cambio, la competencia es la parte”. CASARINO VITERBO,
MARIO, 1992, “Manual de derecho procesal, derecho procesal orgánico”, Santiago, Chile, Ed. Jurídica de Chile, Quinta
edición actualizada, p. 218.
3
Siendo una medida de la función jurisdiccional, la competencia posee los mismos momentos que ésta, léase el conoci-
miento, el juzgamiento y la ejecución.
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de la materia, cantidad y lugar” .
Chiovenda:
“Es el conjunto de causas sobre las cuales puede el órgano judicial ejercer, según la
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ley, su fracción de jur isdicción” .
Pues bien, recogiendo esta crítica, y mezclando algunos de los conceptos citados,
proponemos la siguiente definición:
“Es la esfera de atribuciones que a cada órgano judi cial la ley ha reservado co-
mo su medida de jurisdicción, dentro de la cual pueden actuar válidamente, co-
nociendo, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado en los asuntos que le co-
rrespondan”.
Sin pretender agotar la cuestión, pero con la intención de brindar una esquemática
comparación entre ambas instituciones, a continuación se ofrece el siguiente parale-
lo:
a.- La jurisdicción es el poder - deber del Estado radicado en los tribunales, destina-
do a resolver los conflictos de intereses de relevancia jurídica suscitados entre par-
tes o que surjan de una violación del ordenamiento jurídico social. La competencia,
en cambio, corresponde a la esfera de atribuciones que a cada tribunal la ley ha re-
servado como su precisa medida de jurisdicción, dentro de la cual pueden actuar
válidamente, conociendo, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado en los asuntos
asignados.
b.- La jur isdicción es un concepto genérico: todo tribunal tiene jurisdicción. La com-
petencia es un concept o específico, que corresponde a la medida de jurisdicción que
cada tribunal tiene asignado según la ley. Como lo ha señalado el pr ofesor Pereira:
“Es claro que la jurisdicción es inherente a la calidad de tribunal, por lo que éste no
puede dejar de tenerla sin per der su condición de tal; puede en cambio ser incompe-
tente para conocer determinado asunto sin desvirtuar su carácter, pues conserva su
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poder jurisdiccional” .
4
Citado en PEREIRA ANABALÓN, HUGO, 1993, “Curso de derecho procesal, derecho procesal orgánico”, Santiago, Chile,
Ed. Jurídica Cono Sur, edición actualizada, p. 159.
5
QUEZADA MELENDEZ. JOSÉ, 1985, “La competencia, derecho procesal chileno”, Santiago, Chile, Ed. Ediar Conosur, p.
6.
6
PEREIRA ANABALÓN, HUGO, Op. Cit., p. 165.
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f.- La falta de jurisdicción genera inexistencia del procedimiento o del acto corres-
pondiente, no admitiendo saneamiento, ni aún por medio de una sentencia ejecuto-
riada (lo que hubo sólo fue en apariencia y no existió en la realidad jurídico proce-
sal). La falta de competencia, en cambio, produce nulidad procesal, saneable con la
sentencia ejecutoriada.
Ahora bien, los factores determinantes que comprende la competencia absoluta son
tres: materia, cuantía y fuero. El que comprende la competencia relativa, sólo uno: el
territorio (una vez establecida la jerarquía del tribunal).
En síntesis:
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clase o categoría de tribunal” .
Por fin, cabe señalar también que mientras la competencia absoluta ha sido estable-
cida por razones de orden público (por lo que resulta irrenunciable), la competencia
relativa es de orden privado y ha sido establecida en el sólo interés de las partes ( y
en consecuencia, es renunciable). Por las mismas razones expuestas, la falta de
competencia absoluta puede ser declarada de oficio por el tribunal o denunciada por
las partes en cualquier estado del juicio, en tanto que la falta de competencia relat i-
va sólo puede ser reclamada por las partes litigantes, lo que deben hacer antes de
hacer cualquiera gestión que implique prórroga de competencia.
Competencia delegada es aquella que tiene un tribunal para realizar actos determi-
nados del procedimiento por encargo de otro tribunal (a través de los ya citados ex-
hortos).
Competencia común es aquella que habilita a un tribunal para conocer de toda clase
de asuntos, cualquiera sea su naturaleza. Constituye la regla general.
7
CASARINO VITERBO, MARIO, Op. Cit., p. 221.
8
CASARINO VITERBO, MARIO, Op. Cit., p. 218.
9
PEREIRA ANABALÓN, HUGO, Op. Cit., p. 168
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do, cabe adelantar que la ley contempla una regla de competencia (general) que se
hace cargo de la situación que plantea el hecho de que dos o más tribunales sean
competentes para conocer de un determinado asunto. En síntesis, señala que ningu-
no de los tribunales podrá excusarse del conocimiento del asunto con el pretexto de
haber otros tribunales competentes, y agrega que el que haya prevenido en el cono-
cimiento excluye a los demás, los cuales cesan desde entonces de ser competentes.
Competencia de única instancia es aquella que permite al tribunal fallar los asuntos
sin que proceda recurso de apelación contra dicha sentencia.
Por fin, competencia de segunda instancia es aquella de que está revestida un tribu-
nal que le habilita para conocer de un recurso de apelación deducido en contra de
una sentencia dictada por un tribunal inferior en primera instancia.
Se trata de reglas que entran a jugar una ve z aplicadas las reglas especiales de
competencia absoluta y relativa, esto es, una vez determinado el tribunal competente
que conocerá del asunto.
Con todo, los tratamos antes de las reglas especiales, tanto porque constituyen los
principios básicos en mater ia de competencia, como porque son de aplicación gene-
ral, independiente de la naturaleza del asunto de que se trate.
Son reguladas en los artículos 109 a 114 del COT, y se les conoce bajo los siguien-
tes nombres: radicación, grado, extensión, prevención y ejecución.
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QUEZADA MELENDEZ. JOSÉ, Op. Cit., p. 24.
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brevinientes .
Los requisitos que pueden extraerse de la norma citada son los siguientes: interven-
ción de un tribunal, que esa intervención sea de un tribunal competente, y que dicha
intervención se lleve a efecto conforme a derecho. Presentes estos tres requisitos,
rige la regla de la radicación.
Con todo, se discute en torno al momento preciso en que la causa debe entenderse
radicada “con arreglo a la ley”.
En materia civil, somos del parecer, sólo es necesario que la demanda se encuentre
notificada en forma legal (sin necesidad de que esté contestada).
Por último, existe consenso en señalar a lo menos dos instituciones procesales como
excepciones a esta regla de la radicación: la acumulación de autos y el compromiso.
“Una vez fijada (radicada) con arreglo a la ley la competencia de un juez inferior pa-
ra conocer en primera instancia de un determinado asunto, queda igualmente fijada
(radicada) la del tribunal superior que debe conocer del mismo asunto en segunda
instancia”.
La competencia de segunda instancia, como se lee del artículo, queda fijada en for-
ma automática en el superior jerárquico, una vez radicado el asunto ante el juez que
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Se ha discutido en torno a si la “causa sobreviniente” comprende o no a una ley promulgada con posterioridad a la radica-
ción de un asunto en un determinado tribunal.
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Concepto dado por Jaime Parot Silva, citado en STOEHREL MAES, CARLOS, 1993, “De las disposiciones comunes a
todo procedimiento y de los incidentes”, Santiago, Chile, Editorial Jurídica de Chile, quinta edición revisada y actualizada por
DAVOR HARASIC YAKSIC, p. 154.
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“El tribunal que es competente para conocer de un asunto lo es igualmente para co-
nocer de todas las incidencias que en él se promuevan.
Lo es también para conocer de las cuestiones que se susciten por vía de reconven-
ción o de compensación, aunque el conocimiento de estas cuestiones, atendida su
cuantía, hubiere de corresponder a un juez inferior si se entablaran por separado”.
Respecto a la segunda parte de la norma, que postula que el mismo tribunal que co-
noce del asunto principal también es competente para conocer de aquellas cuestio-
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nes que se susciten por vía de reconvención o compensación , aunque por la cuan-
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tía hubieren de corresponder a un jue z inferior si se entablaran por separado , se ha
justificado en los siguientes términos:
Mas adelante veremos cómo se relaciona esta norma con el artículo 124.
Esta regla se consagra en el artículo 112, ya aludida a propósito del análisis que
realizáramos de la base de la inexcusabilidad. Sin perjuicio de ello, la reproducimos
a continuación:
“Siempre que según la ley fueren competentes para conocer de un mismo asunto dos
o más tribunales, ninguno de ellos podrá excusarse del conocimiento bajo el pretexto
de haber otros tribunales que puedan conocer del mismo asunto; pero el que haya
prevenido en el conocimiento excluye a los demás, los cuales cesan desde entonces
de ser competentes”.
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Según lo dispone el artículo 314 del CPC si el demandado reconviene al actor, debe hacerlo en el escrito de contestación,
sujetándose a las disposiciones que allí se señalan, y se va a estimar como demandado la parte a quien se dirige la recon-
vención. En otros términos, reconvención es la demanda que el demandado interpone en contra del actor en el mismo
juicio. En lo que dice relación con la compensación, podemos señalar aquí que se trata de un modo de extinguir obligacio-
nes que, según lo prescribe el artículo 1655 del CC se produce cuando dos personas son deudoras una de otra, operando
entre ellas una compensación que extingue ambas deudas. Lo que ocurre es que la compensación generalmente es motivo
de reconvención, de allí que se aluda expresamente en la norma que comentamos.
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Con razón la doctrina ha destacado que esta última frase del artículo (“aunque el conocimiento de estas cuestiones,
atendida su cuantía, hubiere de corresponder a un juez inferior si se entablaran por separado”) no tiene - en la actualidad -
mayor aplicación, por cuanto se han eliminado los jueces inferiores al juez de letras y, además, se ha terminado con los
jueces de letras de menor cuantía.
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PEREIRA ANABALÓN, HUGO, Op. Cit., p. 175.
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Esta regla supone la existencia de dos o más jueces competentes, hipótesis bajo la
cual ninguno podrá negarse a conocer del asunto bajo la excusa de existir otro u
otros tribunales que también sean competentes (inexcusabilidad).
Ahora bien, la regla se complementa en el sentido de que aquel de los var ios tribu-
nales competentes que comience a conocer del asunto, hace que los demás – origi-
nalmente competentes – deriven en incompetentes por esa sola circunstancia (pre-
vención).
En consecuencia, para que estemos frente a esta regla, deben concurrir tres requisi-
tos: pluralidad de tribunales, que dichos tribunales sean competentes y, que uno de
ellos prevenga en el conocimiento del caso.
Artículo 113:
“La ejecución de las resoluciones corresponde a los tribunales que las hubieren pro-
nunciado en primera o única instancia.
De igual manera, los tribunales que conozcan de la revisión de las sentencias firmes
o de los recursos de apelación, de casación o de nulidad contra sentencias definiti-
vas penales, ejecutarán los fallos que dicten para su sustanciación.
Podrán también decretar el pago de costas adeudadas a los funcionarios que hubie-
ren intervenido en su tramitación, reservando el de las demás costas para que sea
decretado por el tribunal de pr imer a instancia”.
Artículo 114:
Del primero destacamos una regla fundamental: la ejecución de las resoluciones co-
rresponde a los tribunales que las hubieren pronunciado en primera o única instan-
cia. Exactamente lo mismo se lee del artículo 231 inciso 1 del CPC.
Con todo, la propia ley consagra un par de excepciones a esta regla. Una de ellas,
se relaciona con los juicios criminales del nuevo sistema procesal, más precisamente
con la ejecución de las sentencias penales y medidas de seguridad, donde será
competente el juzgado de garantía respectivo (y no el tribunal oral en lo penal). La
otra, corresponde a la ejecución de los fallos que los tribunales que conozcan de
ciertos recursos dicten para su sustanciación.
Del segundo artículo, destacamos el hecho de que siempre que sea necesario la ini-
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ciación de un nuevo juicio (juicio ejecutivo) para la ejecución de una sentencia defi-
nitiva podrá éste deducirse ante el tribunal que dictó el fallo en primera o en única
instancia. Empero, también se podrá iniciar ante el tribunal que sea competente en
conformidad a los principios generales establecidos por la ley.
De esta forma, lo primero que debemos tener claro es que estas reglas persiguen
determinar la jerarquía del tribunal que conocerá del asunto o negocio.
Sabemos cuales son sus características (de orden público, irrenunciables), y cono-
cemos también cuales son sus elementos reguladores: cuantía, materia y fuero.
Con todo, cabe adelantar que estos elementos se excluyen en el siguiente orden: la
materia prevalece sobre la cuantía y el fuero prevalece sobre la materia.
6.1.1.- La cuantía.-
a.- Concepto.- De acuerdo con el artículo 115 del COT, para ofrecer un concepto de
cuantía, se debe distinguir entre los asuntos civiles y criminales. En efecto, siguien-
do tal criterio tenemos que tratándose de asuntos civiles la cuantía será el valor de
la cosa disputada, y tratándose de asuntos penales ésta estará det erminada por la
pena que tiene el delito.
Pero antes, debe tenerse presente que el tribunal deter mina la cuantía en la fecha
de iniciación de la causa, determinación que hace considerando los valores en dispu-
ta en ese momento (véase los artículos 128 y 129).
También cabe destacar lo dispuesto en el artículo 120 en el sent ido de que cualquie-
ra de las partes puede hacer las gestiones necesarias para que la cuantía sea de-
terminada, lo que se complementa con la facultad de oficio que se confiere al juez
persiguiendo el mismo efecto.
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En materia civil, sin perjuicio de las reglas especiales que después aludiremos, debe
distinguirse entre aquellos asuntos no susceptibles de apreciación pecuniaria y
aquellos que si lo son.
En el primer caso, se estará al valor que en ellos se señale; así lo dispone el artículo
116. En el segundo caso, se nos obliga a recurrir a otra distinción: si la acción es
personal o real. Si la acción es personal, el artículo 117 prescribe que se determina-
rá la cuantía por la apreciación que el demandante haga en su demanda. Si la acción
es real, la prioridad legal está dada por el acuerdo entre las partes, el que se presu-
me si ninguna de las partes reclama la incompetencia fundada en el valor de la cosa
disputada, esto es, la cuantía (artículo 118). Si no existe este acuerdo (real o tácito),
el valor de la cosa disputada y la cuantía se determinan por un per ito, nombrado por
el juez ante quién se presentó la demanda (artículo 119).
En materia penal, la cuantía se determina por la pena que el delito lleva consigo. La
única nor ma en este punto es aquella contenida en el artículo 132 que dispone que
para determinar la gravedad o levedad en materia criminal, se estará a lo dispuesto
en el Código Penal. Este Código clasifica los delitos en crímenes, simples delitos y
faltas, atendiendo a la mayor o menor gravedad de la pena.
Pues bien, la ley procesal se vale de esta distinción o clasificación de los delitos
para los efectos de determinar el tribunal competente desde la perspectiva de la
cuantía.
Los procesos que versen sobre crimen o simple delito darán or igen – salvo la excep-
ción que veremos - a un procedimiento penal ordinario que ser á de competencia de
los tribunales orales en lo penal, existiendo para el caso de los procesos que versen
sobre faltas (y excepcionalmente también respecto de hechos constitutivos de simple
delito para los cuales el ministerio público haya requerido la imposición de una pena
que no excede de presidio o reclusión menores en su grado mínimo), dos procedi-
mientos especiales denominados simplificado y monitorio (artículos 388 y siguientes
del CPP), de competencia del juez de garantía, otro de los nuevos sujetos procesa-
les que aporta la reforma.
6.1.2.- La materia.-
a.- Concepto.- La doctrina coincide en definirla como la naturaleza del asunto some-
tido al conocimiento del tribunal.
b.- Importancia.- Su importancia es mayor que la del elemento cuantía. En efecto, los
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conflictos jurídicos se dividen pr incipalmente en dos áreas de mater ias, los asuntos
civiles y penales. Pero aún más, la importancia del elemento materia se refleja tam-
bién en su utilidad para determinar si el conocimiento de un asunto corresponderá a
los tribunales ordinarios, a los especiales ( únicamente son competentes para cono-
cer de los asuntos que la ley – atendiendo a la materia - señala en forma expresa) o
a los arbitrales.
c.- Casos en que se atiende a este factor para determinar la jerarquía del tribunal
que conocerá del asunto.- Varios son los ejemplos que se pueden dar, nos confor-
mamos con citar los siguientes: los juicios de hacienda (artículo 48); los asuntos de
arbitraje forzoso (artículo 227); los juicios de minas (artículo 45 Nº2, letra b), entre
otros casos.
6.1.3.- El fuero.-
a.- Concepto.- Puede definirse como la dignidad (calidad especial) que tiene una
persona como consecuencia de un cargo que ostenta, lo que hace que sea juzgada
por tribunales distintos (de mayor jerarquía) a aquellos que debieron haber conocido
del asunto si no hubieran ostentado el cargo.
A diferencia de lo que el lego cree, el fuero está establecido en favor de quién debe
litigar contra la persona que goza del fuero. En efecto, este elemento persigue ase-
gurar la imparcialidad del tribunal que conocerá y juzgará el asunto, evitando la po-
sible influencia que pueda ejercer en un tribunal de menor jerar quía la persona que
goza del fuero.
“La persona influye en la competencia por la calidad que inviste, por su status social,
como perteneciente a poderes públicos o instituciones que pueden ejercer influencia
sobre los jueces. No es, luego, la nacionalidad, el sexo, las creencias religiosas o la
doctrina política, la situación económica o de clase, las que fundamentan el fuero.
Esto constituiría un privilegio, contrario a los principios de igualdad ante la ley y ante
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la justicia, que reconoce la Constitución Política” .
Del primero se hace cargo el artículo 50 Nº2, donde el juzgador será un ministro de
la Corte de Apelaciones respectiva según el turno que ella fije, y del segundo, el ar-
tículo 45 Nº2 letra g), que en pocas palabras determina que los jueces de letras co-
nocerán en primera instancia de las causas civiles o de comercio cuya cuantía sea
inferior a 10 UTM y sean parte o tengan interés las personas que señala la norma.
En esta última clase de fuero, de no haberse contemplado norma especial que lo
contemplará, dichos juicios deberían conocerse en única instancia.
c.- Casos en que el fuero es improcedente.- Ellos se contienen en el artículo 133 del
COT. Son los juicios de minas, posesorios, sobr e distribución de aguas, particiona-
les, sumarios, y los demás que determinen las leyes.
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QUEZADA MELENDEZ, JOSE, Op. Cit., p. 63.
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Con estas reglas – renunciables por las partes - se determina ya el tribunal específi-
co que conocerá y juzgará el asunto.
a.- Asuntos contenciosos.- Situados en esta clase de asuntos, las reglas a seguir
son las siguientes (en el orden que se señala): lo primero es determinar si existe
acuerdo entre las partes (prórroga expresa de competencia); en ausencia de este
acuerdo, determinar si existe una norma especial; si tampoco existe esta norma es-
pecial, determinar si existen reglas generales que deriven de la naturaleza de la ac-
ción entablada; y, sólo en ausencia de todo lo anterior, incluidas las reglas generales
aludidas, se recurrirá a la regla supletoria que dispone que es competente el juez del
domicilio del demandado (artículo 134). Esta última, en apariencia (y en la letra de la
ley) podría considerarse una regla general, pero el propio legislador contempló tan-
tas excepciones a ella que los papeles se invierten, pasando esta regla a ser una
regla especial en la realidad.
Respecto a las normas especiales, revísese los artículos 139 a 148 del COT que,
respectivamente se refieren a los siguientes casos: obligaciones que deben cumplir-
se en distintos lugares; demandado con más de un domicilio; varios demandados con
distintos domicilios; demandado que es persona jurídica; interdictos posesorios; jui-
cios sobre aguas; juicios sobre minas; juicios de alimentos; y, procesos sobre peti-
ción de herencia, desheredamiento, validez o nulidad de disposiciones testamenta-
rias.
Si la acción es inmueble, será competente el juez del lugar que las partes hayan es-
tipulado en la respectiva convención. A falta de esta estipulación, el tribunal compe-
tente será el juez del lugar donde se contrajo la obligación o, el juez del lugar donde
se encontrare la especie reclamada, a elección del demandante o actor.
En cambio, si la acción es mueble, será competente el juez del lugar que las partes
hayan estipulado en la respectiva convención, pero a falta de estipulación, el juez
competente será el del domicilio del demandado.
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Con todo, tratándose de acciones mixtas, el juez competente será el del lugar en que
estuvieren situados los inmuebles.
Por f in, en ausencia de las reglas o nor mas anteriores, cabe aplicar la regla “gene-
ral” supletoria, a explicada: el juez del domicilio del demandado.
b.- Asuntos voluntar ios.- En esta clase de asuntos también cabe atender a ciertos
pasos: en primer lugar, se debe determinar si existe alguna norma expresa que otor-
gue competencia a los tribunales de justicia (si no la hay, el asunto deberá ser cono-
cido por la autoridad administrativa); si esta norma existe, se debe considerar las
reglas especiales de competencia; y, sólo en caso que no exista norma especial, el
juez competente será el del domicilio del solicitante o interesado.
Respecto a las reglas especiales, nos remitimos a los artículos 148 a 155.
Ello, sin perjuicio de las reglas de competencia civil de los tribunales penales y las
cuestiones prejudiciales civiles suscitadas en los juicios penales.
Sin perjuicio de esto, cuando las gestiones debieren efectuarse fuera del territorio
jurisdiccional del juzgado de garantía y se tratare de diligencias urgentes, la autori-
zación judicial previa que en caso de privación, restricción o perturbación de dere-
chos asegurados por la Constitución debe recabar el ministerio público (artículo 9 del
CPP), podrá ser concedida por el juez de garantía del lugar donde éstas deban reali-
zarse (artículo 70 del CPP).
Cabe tener pr esente que, para estos efectos, la ley dispone que el delito se conside-
rará cometido en el lugar donde se hubiere dado comienzo a su ejecución.
Por fin, la ley se hace cargo de la regulación de dos situaciones que vale la pena
señalar: artículos 164 y 169.
El artículo 164 consagra las siguientes reglas: primero, cuando se dictaren distintas
sentencias condenatorias en contra de un mismo imputado, los tribunales que dicta-
ren los fallos posteriores al primero no podrán considerar circunstancias modificato-
rias que de haberse acumulado los procesos no se hubieren podido tomar en cuenta;
y, segundo, deberán regular la pena de modo tal que el conjunto de penas no pueda
exceder de aquella que hubiere correspondido de haberse juzgado conjuntamente los
delitos.
Por su parte, el artículo 169 dispone que en el caso de ser muchos los responsables
de un delito y hubiere entre ellos individuos sometidos a los tribunales militares y
otros que no lo estén, el tribunal competente para juzgar a los que gozan de fuer o
juzgará también a todos los demás.
c.- Reglas sobre competencia civil de los tribunales penales.- Corresponde distinguir
entre aquellas acciones civiles que tienen por único objeto la restitución de la cosa,
y las restantes acciones (entre ellas la de indemnización de perjuicios) que la vícti-
ma deduzca respecto del imputado para perseguir las responsabilidades civiles deri-
vadas del hecho punible.
Las primeras deberán interponerse siempre ante el tribunal que conozca las gestio-
nes relacionadas con el respectivo pr ocedimiento penal (artículo 171 del COT, cuyo
contenido es ratificado en el artículo 59 del CPP).
Cabe preguntarse que sucede con las acciones civiles (salvo las acciones civiles
restitutorias) que interpongan personas distintas a la víctima, o aquellas que se diri-
jan contra personas distintas al imputado: según el inciso 3 del artículo 171, sólo
podrán interponerse ante el tribunal civil que fuere competente de acuerdo a las re-
glas generales.
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El o los jueces de garantía inhibidos harán llegar copia de los registros que obraren en su poder al juez de garantía al que
correspondiere continuar conociendo de las gestiones a que diere lugar el procedimiento.
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definir el delito que se persigue, o para agravar o disminuir la pena, o para no est i-
mar culpable al autor, el tribunal con competencia en lo criminal se pronunciará so-
bre tal efecto. Esta es la regla general.
Esta regla excepcional también se aplicará a las cuestiones sobre estado civil cuya
resolución deba servir de antecedente necesario para el fallo de la acción penal per-
secutoria de los delitos de usurpación, ocultación o supresión de estado civil.
En todo caso, la prueba y decisión de las cuestiones civiles que es llamado a juzgar
el tribunal que conoce de los juicios criminales, se sujetarán a las disposiciones del
derecho civil.
Por último, si contra la acción penal se opusieren excepciones de carácter civil con-
cernientes al dominio o a otro derecho real sobre inmuebles, podrá suspenderse el
juicio penal, cuando las excepciones aparecieren de fundamento plausible y de su
aceptación, por la sentencia que sobre ellas recaiga, hubiere de desaparecer el deli-
to. Por cierto, el conocimiento de estas excepciones corresponde al tribunal civil.
18
7.- El turno y la distribución de causas .-
Como señala el profesor Pereira, fijado que sea el tribunal competente llamado a
conocer de una causa civil o criminal o de un acto judicial voluntario (a través de las
reglas de competencia absoluta y relativa), el problema puede que aún no esté solu-
cionado por entero. Es posible que resulten competentes varios jueces de una misma
comuna, por lo que es necesario recurrir a otros factores de repartición del trabajo
judicial para saber cuál de esos jueces deberá conocer del asunto de que se trate 19.
Es frente a esta hipótesis que el legislador recurre a las reglas del turno y a las de
distribución de causas, reguladas en los artículos 175 a 179 del COT.
Pues bien, en ellos se plantea la cuestión distinguiendo, primero, la materia del jui-
cio (civil o penal) y, luego, entre aquellos jueces asiento de Corte de Apelaciones y
aquellos que no poseen tal característica.
18
No se trata de reglas de competencia (se aplican justamente frente a la hipótesis de varios tribunales competentes), sino
de reglas que apuntan a la equitativa distribución del trabajo judicial. Por ende, carecen de un carácter jurisdiccional, y son
de tipo administrativas.
19
PEREIRA ANABALON, HUGO, Op. Cit., p. 201.
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Sin embargo, hacemos presente que tanto el artículo 178 como el 179 hacen refe-
rencia a situaciones excepcionales a la norma contenida en el artículo 176.
Artículo 178.- Serán de competencia del juez que hubiere sido designado anterior-
mente, las demandas en juicios que se hayan iniciado por medidas prejudiciales,
medidas preparatorias de la vía ejecutiva, notificación previa ordenada por el artículo
758 del CPC (acción de desposeimiento) y, todas las gest iones que se susciten con
motivo de un juicio ya iniciado y aquéllas a que dé lugar el cumplimiento de una sen-
tencia, fuera del caso previsto en la parte final del artículo 114.
Artículo 179.- No se rigen por el artículo 176 el ejercicio de las facultades que co-
rrespondan a los jueces para el conocimiento de los asuntos que tienen por objet o
dar cumplimiento a resoluciones o decretos de otros juzgados o tribunales. Conoce
el juez de turno.
Si los jueces no son asiento de Corte la situación es distinta. Entra a regir el turno.
En efecto, el artículo 175 alude a esta situación y dispone que se establezca un tur-
no entre todos los jueces, salvo que la ley hubiere cometido a uno de ellos el cono-
cimiento y fallo de determinadas especies de causas.
Este turno se ejercerá por semanas, comenzará a desempeñarlo el juez más antiguo,
y le seguirán todos los demás por el orden de antigüedad.
Por cierto, cada juez de letras deberá conocer de todos los asuntos judiciales que se
promuevan durante su turno, y seguirá conociendo de ellos hasta su conclusión.
Así se infiere del artículo 179 que, para el caso del territorio jurisdiccional de la Cor-
te de Apelaciones de Santiago, contempla un agregado especial: el turno será ejer-
cido simultáneamente por cinco jueces letrados en la forma establecida en el inciso 2
del artículo 175.
Al respecto, véanse los artículos 15 y 17 del COT. El artículo 15 dispone que la dis-
tribución de causas entre los jueces de los juzgados de garantía se realizará de
acuerdo a un procedimiento objetivo y genera que deberá ser anualmente aprobado
por el comité de jueces del juzgado a propuesta del juez presidente o solo por este
último, según corresponda. Según el art. 17 los tribunales de juicio oral en lo penal
conocen constituidos en salas, por lo que es necesario asignar la causa a cada sala,
esta se ejecuta de la misma forma que para los jueces de garantía, es decir, de
acuerdo a un procedimiento objetivo y gener al que deberá ser anualmente aprobado
por el comité de jueces del tribunal, a propuesta del juez presidente.
8.1.- Concepto.-
Sabemos que esta institución sólo opera respecto a la competencia relativa. Per o
ésta no es la única limitación que le afecta. Entre ellas debemos considerar las si-
guientes: sólo procede en primera instancia (coincidente con lo dispuesto en el artí-
culo 110 del COT); entre tribunales ordinarios de igual jerarquía; y, respecto de
asuntos civiles contenciosos. Así lo dispone expresamente el artículo 182.
En cuanto a los requisitos (copulativos) para que opere, se señalan los siguientes:
existencia de convenio entre las partes (expreso o tácito); que se trate de un asunto
civil contencioso (no procede ni en los asuntos civiles voluntarios ni en los asuntos
criminales); y, que el tribunal al cual se prorroga la competencia relativa carezca de
ella (en otras palabras, este tribunal debe ser incompetente en razón del territorio,
pero sólo respecto de él).
Pueden pr orrogar competencia todas las personas que según la ley son hábiles para
estar en juicio por sí mismas, y por las que no lo son pueden prorrogarla sus repre-
sentantes legales (artículo 184).
Señalamos que la prórroga es un convenio entre las partes. Pues bien, este convenio
puede materializarse en forma expresa o tácit a. La propia ley así lo reconoce (artícu-
los 186 y 187).
Por su lado, la ley entiende que habrá prórroga tácita (o “silenciosa” como le deno-
minan algunos) bajo dos requisitos:
20
PEREIRA ANABALON, HUGO, Op. Cit., p. 210.
19
b.- El demandado, por hacer, después de apersonado en el juicio, cualquiera gest ión
21
que no sea la de reclamar la incompetencia del juez .
Para finalizar el gran tema de la competencia nos haremos cargo de las denomina-
das cuestiones y contiendas de competencia, reguladas no sólo en el COT (artículos
190 a 193), sino también en el CPC, a partir del artículo 101.
Se presentan cuando el tribunal determinado para conocer del asunto (de conformi-
dad a las reglas que hemos visto) se estima incompetente. Si esto se plantea por
alguna de las partes, se trata de una cuestión de competencia; en cambio, si se sus-
cita entre dos o más tribunales, se denomina contienda de competencia.
Respecto de ellas, el COT se remite a las reglas contenidas en el CPC y demás dis-
posiciones legales (artículo 193).
Pues bien, el CPC consagra dos vías para plantear la cuestión de competencia: la
inhibitoria y la declinatoria de competencia (artículo 101 del CPC). Ahora, una vez
que las partes hayan optado por uno de estas vías o medios, no podrán después
abandonarlo para recurrir al otro. Tampoco podrán emplearse los dos simultánea ni
sucesivamente.
Por fin, las cuestiones de competencia en razón del terr itorio tienen el carácter de
una excepción dilatoria (artículo 303 Nº1 del CPC), y deben promoverse antes de
prorrogar tácitamente la competencia. Por su parte, las cuest iones de competencia
en razón de los elementos de la competencia absoluta (cuantía, materia y fuero)
21
Surge la duda si el demandado no comparece al juicio y este sigue en su rebeldía. Según algunos, apoyados en cierta
jurisprudencia, han entendido que este demandado rebelde prorroga tácitamente la competencia. Para otros, en cambio,
este demandado rebelde no ha consentido en prorrogar la competencia, puesto que la letra de la ley exige que se apersone
al juicio y que realice alguna gestión que no sea la de reclamar la incompetencia del juez, para entender que acepta la
prórroga.
20
En este caso estamos frente a verdaderos conflictos suscitados entre dos o más tri-
bunales (e incluso autoridades políticas o administrativas), en donde todos estiman
tener competencia para conocer de determinado asunto o, por el contrario, estiman
que ninguno de ellos la posee. Por lo mismo, la doctrina pr ocesal las clasifica en
contiendas positivas y negativas, dependiendo si se consideran competentes o in-
competentes para conocer del negocio.
Existirá conflicto de competencia cuando en el asunto esta involucrada una autoridad administrati-
22
va o política y un tribunal. Si se trata de tribunales inferiores, resuelve el Tribunal Constitucional .
Si el conflicto se plantea entre autoridades administrativas y algún tribunal superior, la resolución
corresponde al Senado, conforme al N 3 del Art. 53 CPR.
22
Aspecto modificado en la reforma constitucional de 2005, ya que hasta antes de esto, era la Corte Suprema quien resol-
vía, y con la reforma pasa a conocimiento del Tribunal Constitucional.
Universidad de Talca
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
----------------------------------
Apuntes de la Unidad I.
Curso Organización y atribuciones del Poder judicial
Prof. Diego Palomo Vélez
Abril, 2007
1
Apuntes de la Unidad I∗.
Lo primero que se debe saber al comenzar este curso es que básicamente existen
tres formas de solucionar los conflictos:
• La autocomposición
• La autotutela
• El proceso: La heterocomposición pública
∗
Este documento consiste sólo en un apoyo complementario a la bibliografía necesaria citada en
el syllabus del curso. En ningún caso sustituye el estudio de los apuntes de clase, talleres reali-
zados o manuales correspondientes a la Unidad I. Su finalidad es facilitar el estudio ordenado de
los contenidos del módulo.
2
Surge entonces el derecho de acción que es el medio que el Estado reconoce a
los individuos para reunir a los órganos jurisdiccionales a objeto que se tutelen y
hagan efectivos sus derechos y se satisfagan sus pretensiones.
Apuntado todo lo anterior podemos señalar, con Hugo Alsina (destacado trata-
dista argentino), que el Derecho procesal es el conjunto de normas que regulan
la actividad jurisdiccional del Estado para la aplicación de las leyes de fondo y
su estudio comprende la organización del Poder judicial, la determinación de la
1 El juicio es solo uno de los actos del proceso, de allí que no pueda utilizarse como expresión
sinónima. La litis es la controversia, esto es, aquello por lo cual se ha generado un proceso. Fi-
nalmente, el expediente es sólo la expresión material y física del proceso, ente abstracto y jurídi-
co.
2 En los procedimientos ejecutivos, a diferencia de los procedimientos declarativos, existe un
derecho indubitado que debe cumplirse forzadamente ante la resistencia del deudor. El derecho
se encuentra indubitado ya sea porque así se ha declarado previamente en un sentencia dictada
en un procedimiento declarativo o porque así consta en un título de aquellos que el legislador
reconoce carácter ejecutivo (art. 434 CPC).
3
competencia de los funcionarios que lo integran y la actuación del juez y de las
partes en la substanciación del proceso.
Además, como los jueces no ejercen la jurisdicción por iniciativa propia, sino
por solicitud o petición de las partes (regla general), se debe estudiar el derecho
de las partes para requerir de los jueces el ejercicio de la jurisdicción: la acción
procesal.
4
Y la acción, al formularse, provoca el nacimiento y desenvolvimiento del proceso
con la finalidad de obtener tutela jurídica mediante la aplicación de las normas
jurídicas que procedan.
5
• Con el Derecho constitucional. La Constitución consagra las normas y principios
básicos de la Administración de Justicia. En la CPR se pueden apreciar varias normas
relativas a la jurisdicción y al proceso:
Antes de abordar el estudio de cada una de estas fuentes, conviene precisar que
para los efectos de este curso se recogerá un concepto amplio de fuente.
Por lo mismo, por fuente del Derecho procesal deberá entenderse el medio que
sirve para establecer, interpretar o aplicar la norma procesal.
3 Véase la sentencia rol 681-2007 del Tribunal Constitucional, de fecha 26 de marzo de 2007,
que resuelve que el art. 116 del Código tributario es inconstitucional, considerándose derogado.
El artículo 116 del Código citado posibilitaba una delegación de facultades jurisdiccionales in-
constitucional. http://www.tribunalconstitucional.cl/sentencias/
6
Las fuentes del Derecho procesal admiten clasificaciones, la principal es aquella
que distingue entre:
Fuentes directas:
7
Fuentes indirectas:
8
Juan tacha a dos testigos de Diego por ser amigos íntimos de éste el juez en su
sentencia tiene que interpretar no sólo las leyes sobre los contratos, de derecho
civil (de orden material), sino también las normas procesales referidas a la
prueba testimonial.
Ahora, si bien las normas de interpretación del CC son aplicables hay un matiz.
Mientras en la interpretación de los contratos debe buscarse por el juez la inten-
ción de las partes, en la interpretación de las leyes procesales debe buscar la fi-
nalidad de la ley y la intención del legislador; encontrar el fin de la función para
que fue creada la norma procesal.
En este punto, aludidos que han sido los principios, conviene precisar esta cues-
tión sobre la cual la doctrina suele confundirse. Hemos dicho antes que el pro-
cedimiento es el conjunto de formalidades a que deben de someterse el juez y las
partes en la tramitación del proceso. Pues bien, en el establecimiento de estas
formalidades el legislador no es completamente libre. En efecto, el legislador
debe respetar un núcleo básico que no puede faltar y que está constituido por
los principios del proceso, vale decir por aquellos principios sin los cuales un
procedimiento no puede llegar a configurar un proceso. Son los derechos que se
comprenden en la garantía del debido proceso (entre ellos, el principio de au-
diencia y el principio de igualdad de armas). Fuera de este núcleo esencial, into-
cable, el legislador suele tener opciones a la hora de regular un procedimiento;
estas opciones son los principios formativos de los procedimientos, a saber:
Para saber cual principio está presente hay que responder a estas dos preguntas:
¿Quién esta facultado para dar inicio al proceso? y ¿quién fija y determina el
objeto del proceso?.
Regirá el principio dispositivo cuando sean las partes las encargadas de iniciar
el proceso y sean también éstas las que con sus alegaciones fijan y determinan el
objeto procesal. Si el Tribunal u otro organismo público (por ej. el MP) pueden
iniciar el proceso y fijar y determinar el objeto del mismo, el principio predomi-
nante será el principio inquisitivo. El fundamento del principio dispositivo debe
encontrarse en que en ciertos asuntos (por regla general, los asuntos civiles) no
existe el compromiso de un interés de la comunidad o sociedad, sino que el
asunto interesa exclusivamente a las partes. El aforismo latino - nemo iudex
sine actore (no hay juez sin actor) da parcial cuenta de este principio y sus con-
secuencias. Se inspira en el reconocimiento de la autonomía de la voluntad, los
derechos privados subjetivos y el derecho de propiedad.
Las partes fijan y determinan lo que constituye el tema del debate o controver-
sia, el objeto procesal (ej. arts. 253, 254, 309 y 768 N°4 CPC). El tema es fijado
9
por las partes correspondiéndole al demandante determinarlo en la demanda y
al demandado en su contestación: así queda constituida la materia sobre la cual
el juez deberá dar su sentencia. En el procedimiento penal lo constituyen la acu-
sación y el pronunciamiento que en relación a ella adopte el acusado (en materia
penal se habla de principio acusatorio).
Demás está apuntar la estrecha relación que existe entre los principios disposi-
tivo y de aportación de parte y los principios inquisitivo y de investigación de
oficio, aunque ha quedado establecido que no se trata de lo mismo.
En punto a estos principios la primera cuestión que hay que destacar es que más
que principios que deban ser analizados aisladamente ellos configuran, cada
uno, verdaderos subsistemas procesales, acompañados de una serie de princi-
pios conexos o asociados. De manera tal que la opción de legislador en esta ma-
teria acarrea importantes consecuencias en la configuración del procedimiento.
Así las cosas, la opción por la vigencia predominante del principio de la oralidad
implicará también que se recoja con predominancia los principios de concentra-
ción procesal, inmediación judicial y publicidad general. A contrario sensu, la
opción por el principio de escrituración implicará que se recoja con predomi-
10
nancia los principios de desconcentración o dispersión procesal, mediación ju-
dicial y secreto.
- Oralidad:
Vale decir, consiste en reunir todas las cuestiones debatidas o el mayor número
de ellas para ventilarlas y decidirlas en el mínimo de actuaciones y providencias.
Así, se evita que el proceso se distraiga en cuestiones accesorias que impliquen
suspensión de la actuación principal.
Inmediación judicial: Este principio no sólo significa que debe existir un contac-
to directo y frontal entre el juez y las partes y sus medios de prueba (inmedia-
ción en sentido lato), sino también que debe ser este juez, el que presenció y di-
rigió la práctica de las pruebas el que debe finalmente la sentencia (inmediación
judicial en sentido estricto). La vigencia efectiva de este principio impide la de-
legación de funciones judiciales.
Publicidad general4: Con su vigencia se busca que las actuaciones generales sean
públicas no para las partes (que ya tienen garantizada esta publicidad por la ga-
rantía del debido proceso) sino para los terceros. Se trata de un principio aso-
ciado a la oralidad ya que se estima, con razón, que un procedimiento escrito
(en dónde el protagonista es el expediente) dificulta al extremo la real vigencia
de la publicidad de los actos del proceso.
- Escrituración:
4 La publicidad se puede considerar desde dos puntos de vista: Interno y Externo. Publicidad
interna: se refiere a que las partes conozcan todos los actos llevados a cabo por el juez y la otra
parte en el proceso. Publicidad externa: es la posibilidad de que personas extrañas al proceso
sepan lo que está ocurriendo en el mismo y presencien la realización de determinada diligencia.
11
perjuicio de que rija este principio con predominancia pueden preverse actua-
ciones orales, sin embargo éstas tienen un carácter puramente accesorio como
ocurre actualmente según algunos con los alegatos en materia civil. Siempre el
juez deberá fallar el caso de acuerdo a lo que figura en el expediente.
12
El proceso – al igual que el Derecho procesal - no es un fin en si mismo, es un
medio, un instrumento. Por esta razón no puede resultar más oneroso que la
cuantía del asunto que se debe resolver. De allí que de acuerdo a este principio
el legislador deba regular los procedimientos con razonabilidad estableciendo
algunos para los asuntos de cuantía mayor y otros para los de cuantía menor.
Se refiere a la conducta de las partes y con el fin de obtener la recta administración de justicia.
El principio se refiere a que las partes no utilicen el proceso o las actuaciones de éste para lograr
fines fraudulentos o dolosos, o alegar hechos contrarios a la realidad, o emplear medios que
tiendan a entorpecer la buena marcha del procedimiento5. Manifestaciones de este principio: a)
Sanciones al litigante temerario a través de la condena en costas; b) Impedimentos para trans-
formar los incidentes en instrumentos meramente dilatorias, a través de la consignación previa;
c) El juramento y la tacha de testigos; d) Las implicancias y las recusaciones.
¿Qué debe hacer el juez en este caso? El artículo anterior debe relacionarse con
el art. 170 Nº5 CPC en el cual se prescribe que toda sentencia definitiva debe
contener la enunciación de las leyes, y en su defecto, de los principios de equi-
dad con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo. Vale decir, los principios de
equidad integran la laguna.
¿Qué Ley prevalece? El acto procesal se rige por la Ley actualmente vigente, pe-
ro si se dicta una nueva Ley procesal – y el proceso está pendiente (si el proceso
13
está terminado no puede ser afectado por una Ley posterior) - para solucionar el
problema que se genera hay que distinguir:
- Existen normas transitorias en la nueva Ley: Si las hay se debe estar a lo dis-
puesto en ellas.
- No existen normas transitorias en la nueva Ley: Corresponde aplicar la Ley de
efecto retroactivo de las leyes6. Recordando que las normas de Derecho procesal
son de orden público por regla general cabe señalar que por regla rigen in ac-
tum, rigen de inmediato. Con todo, para mejor precisar el tema conviene distin-
guir nuevamente:
14
(b) Elección de la Ley procesal: Límites en el espacio.
La Ley procesal, al igual que cualquier ley, tiene una limitación espacial. En
principio, siendo la jurisdicción una función pública, derivada de la soberanía,
debe regir en el mismo radio de ésta, en el territorio nacional. Por tanto, la Ley
procesal sólo rige en el territorio del Estado chileno, no puede regir más allá de
este límite; a contrario sensu, las leyes procesales extranjeras no rigen en Chile.
Lo normal es la territorialidad de la ley procesal7.
• Art. 6 COT. En los casos que regula los tribunales chilenos cono-
cen de asuntos producidos fuera de Chile. Se trata de hechos co-
metidos en el extranjero (ciertos delitos) que son conocidos por los
tribunales chilenos por afectar al Estado, al Fisco o a la Sociedad
chilena.
7 Algunos principios generales: a) La ley procesal sólo rige en el territorio del Estado que la di-
cta; b) La competencia, las normas de procedimiento, los deberes y derechos de las partes, así
como la carga de la prueba, se rigen por la ley del lugar en que se sigue el proceso; c) Los medios
de prueba de las obligaciones se determinan por la ley del lugar en que se celebró el acto; d) La
validez de los actos procesales se rige por la ley del lugar dónde éstos se llevaron a cabo, pero si
deben producir efectos ante un tribunal nacional, dichos efectos se regulan por la ley nacional;
e) Todas las personas, de cualquier nacionalidad que sean, están sometidas a la jurisdicción de
los tribunales dónde viven; f) Son nulos los pactos que pretenden someter a las partes a una
jurisdicción o tribunal extranjero; g) Los tribunales, mediante el exequátur, reconocen la efica-
cia de las sentencias extranjeras para que éstas puedan ser ejecutadas en Chile; h) En ciertos
casos las ley procesal se aplica a hechos acaecidos fuera del territorio nacional, especialmente en
materia penal.
8 Se conoce como principio de la lex fori.
15
• El cumplimiento de sentencias de tribunales extranjeros en Chile.
Estas sentencias, en principio, no pueden cumplirse en Chile por-
que emanan de una jurisdicción extranjera. Sin embargo, los arts.
242 y ss. del CPC permiten, al amparo de un sistema que se ha ca-
lificado de liberal y tolerante por la doctrina (ya que reconoce valor
a las sentencias extranjeras sin entrar a distinguir acerca del tri-
bunal que la ha dictado), ejecutarlas en Chile siempre que cum-
plan las condiciones que allí se prescriben. A falta de tratados y re-
ciprocidad, nuestro sistema reconoce valor a las sentencias extran-
jeras concurriendo los requisitos de regularidad internacional que
recoge el art. 245 CPC, vale decir, que la sentencia extranjera no
contravenga las leyes de la República, que no se oponga a la juris-
dicción nacional, que la parte en contra de la cual se invoca la sen-
tencia haya sido debidamente notificada de la acción y que esté
ejecutoriada. Previamente la Corte Suprema declarará si debe o no
darse cumplimiento a tal sentencia (a través de un trámite que se
llama exequatur)9. Si se acepta se pedirá su ejecución al tribunal a
quien habría correspondido conocer del asunto, en primera o úni-
ca instancia, si el proceso se hubiere promovido en Chile (art. 251
CPC).
16
Universidad de Talca
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
1
IDEAS BÁSICAS SOBRE LA JURISDICCIÓN
BASES O PRINCIPIOS DEL EJERCICIO DE LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL
En este apunte pretendo abordar una de las materias más importantes que compren-
de el estudio del gran tema que propone la jurisdicción: las bases fundamentales de
su ejercicio.
Sin embargo, previo a ello, me interesa recordar algunos puntos generales (concep-
to, características y momentos) que servirán al lector para ubicarse en los principios
fundamentales que analizar emos enseguida. Por lo señalado, lo que se dirá en torno
a estos puntos, tómese sólo como ayuda memoria y, en ningún caso, como un análi-
sis acabado de la cuestión.
2.1.- Concepto.-
“Poder - deber del Estado que se radica preferentemente en los tribunales de justi-
cia, para que éstos, como órganos imparciales, resuelvan de manera definitiva e in-
alterable, con posibilidad de ejecución, los conflictos de intereses de relevancia jurí-
2
dica suscitados entre partes o que surjan de una violación del ordenamiento jurídico
1
– social, en el orden temporal y dentro del territorio nacional” .
2.2.- Características.-
La razón es evidente, y casi evita comentarios. Se trata de una función del Estado
entregada a órganos que son públicos, los que conocemos bajo el nombre de tribu-
nales de justicia.
Con todo, ¿se trata de una función monopólica del Estado?. La respuesta, en nues-
tro der echo, se encuentra en la existencia y regulación de los tribunales arbitrales,
situación que descarta el monopolio estatal respecto a la función que comentamos.
Como señala el profesor Mosquera en su concepto de jurisdicción: trátase de un po-
der - deber del Estado que se radica preferentemente en los tribunales de justicia
(no exclusivament e).
Se señala que por tratarse de una manifestación de la soberanía del Estado (artículo
5 de la CPR), la jurisdicción presentaría similares limitaciones, entre las cuales se
contaría el ser esencialmente territorial, lo que implicaría que sólo podría ejercerse
dentro de los límites geográficos del Estado, salvo – por cierto – los casos de extra-
territorialidad que prescribe el artículo 6 del COT (en relación con el artículo 167).
Algunos, sin embargo, estiman que esta cuestión ya no resulta ser un tema pacífico
como lo fue hasta hace muy poco tiempo atrás. En efecto, desde mediados del siglo
pasado se ha ido manifestando en forma creciente un fenómeno de pérdida del tradi-
cional vigor del concepto clásico de soberanía nacional, el que ha cedido puestos
frente a procesos de transnacionalización y globalización, primero económicos y,
luego, jurídicos.
Pues bien, estos procesos (ahora nos interesa sólo su faceta jurídica) naturalmente,
al afectar la concepción clásica de la soberanía nacional, obligan a replantear aque-
llas concepciones jurídicas que emanan justamente de aquel paradigma. Entre ellos
figura el concepto de jurisdicción, clásicamente concebido como esencialmente terri-
torial (como potestad inherente a la soberanía), cuestión que a estas altur as es al-
2
tamente discutible, no sólo a nivel teórico, sino también normativo .
Como lo señala el profesor Quezada, “cualquiera que sea la concepción que se ten-
ga de la jurisdicción, no se puede negar que, directa o indirectamente, sirve de tutela
3
o de garantía al ordenamiento jurídico” . Relacionado con ello, se agrega que la fun-
1
Citado en DÍAZ URIBE, CLAUDIO, 2000, “Curso de derecho procesal civil”, Santiago, Chile, Ed. Jurídica Cono Sur, tomo I,
p. 39.
2
Un ejemplo de este fenómeno de trasnacionalización jurídica lo constituyó la aprobación y posterior ratificación por Chile
de la Convención contra la Tortura, cuyas disposiciones entregan potestad jurisdiccional universal subsidiaria o supletoria a
cualquier tribunal de cualquier Estado para hacer efectiva la responsabilidad y sancionar criminalmente a los autores, cóm-
plices o encubridores de actos de tortura, cometidos dentro del ámbito territorial de cualquier Estado parte que no haya
ejercido la potestad jurisdiccional que le corresponde sobre la materia. Algo muy similar plantea el Tratado de Roma que
establece la Corte Penal Internacional, lamentable y erróneamente declarado inconstitucional por nuestro Tribunal Constitu-
cional, justamente por no querer entender este fenómeno.
3
QUEZADA MELENDEZ. JOSÉ, 1984, “La jurisdicción, derecho procesal civil chileno”, Santiago, Chile, Ed. Ediar Conosur,
p.47 y 48.
3
ción jurisdiccional es sucedánea o secundaria a la función legislativa, en el sentido
que la primera sólo se ejerce en casos de transgresión o incertidumbre del derecho
o, en caso de inobservancia de las condiciones necesarias para constituir válidamen-
te determinadas relaciones jurídicas.
La jurisdicción es un poder deber que emana de la sober anía y que tiene por función
resolver conflictos de intereses con relevancia jurídica. Sólo existe una concepción
de jurisdicción, es una e indivisible.
El profesor Hugo Per eira, resume claramente el sentido de esta car acterística (a la
que denomina principio de unidad jurisdiccional):
Con esto se quiere decir que el juez, titular de esta función, no puede delegarla a
otro órgano (particular o autoridad). La jurisdicción no se puede delegar.
4
PEREIRA ANABALÓN, HUGO, 1993, “Curso de derecho procesal, derecho procesal orgánico”, Santiago, Chile, Ed.
Jurídica Cono Sur, edición actualizada, p.95 y 96.
4
función jurisdiccional no versa sobre materias espirituales o morales, sólo se cir-
cunscribe a conflictos de intereses de relevancia jurídica entre partes (en materia
civil) o, el entendimiento del poder punitivo del Estado con la libertad individual y
5
otras garantías individuales de las personas (en materia penal) .
De esta forma, todos los tribunales tienen jurisdicción, pero no todos conocen asun-
tos de la misma materia, cuantía, personas o grado. De la competencia se ocupan
los artículos 108 y siguientes del COT, el primero de los cuales define esta institu-
ción como la facultad que tiene cada juez o tribunal para conocer de los negocios
que la ley ha colocado dentro de la esfera de sus atribuciones.
“En el proceso judicial también se comienza por saber los hechos y el derecho me-
diante el contradictorio de ambas partes y por obra del juez; luego éste decide, esto
es, quiere un sentido jurídico, a cuyo querer se asigna una eficacia especial; y por
último obra, esto es, asegura prácticamente el resultado de la obra intelectual y voli-
5
DÍAZ URIBE, CLAUDIO, Op. Cit. p. 48.
6
QUEZADA MELENDEZ, JOSÉ, Op. Cit., p. 50.
7
Las prim eras son aque l las que p ued en cum pl ir se, sea porque no pr oce den recu rsos en contr a de
el los, sea porque los expresados recursos proceden y han s ido fa ll ados , sea por qu e los recursos pro-
ceden , pero han transcurr id o todos los pl a zos que el l egis la dor concede para su interposic ión , s in que
se ha ya n hecho va ler por la s partes. L as segund as (las que sin estar ejecutoriadas , causan ej ecuto-
r ia), son las qu e pue den cum plirse aun cuando e xis ta u n recurso p end ien te in terpu esto en su con tra.
5
8
tiva, mediante las diversas formas exigidas por el contenido mismo de la sentencia” .
Persigue esencialmente saber los hechos por medio de las pruebas que suministran
las partes o, cuando corresponde, por la propia iniciativa del juez. En esta etapa, el
tribunal recibe los fundamentos de hecho y de derecho que las partes hacen valer
para apoyar sus pr etensiones; lo propio cabe señalar respecto a las pruebas que
sustentan sus supuestos de hecho.
No obstante tratarse de una fase eventual (no siempre se requiere), nadie discute su
existencia en nuestro ordenamiento.
También se les conoce bajo el nombre de bases de la organización del Poder Judi-
9
cial o de la administración de justicia .
Generalmente se las define como aquellas normas indispensables sobre las que de-
be descansar el Poder Judicial, sin las cuales no podría existir una correcta y efi-
ciente administración de justicia.
Pues bien, son 15 estos principios o normas fundamentales, no teniendo todos ellos
igual valor o jer arquía. Algunos de ellos reciben consagración al más alto nivel
(CPR), otros solo a nivel legal.
8
PEREIRA ANABALÓN, HUGO, Op. Cit., p. 97.
9
Son estas : Le ga l id ad ; Ind e pendenc ia ; Ter ritor ia lid ad; Jerarquía o Grado; Pub l ic id a d; Sed en tar ied ad;
Pas ivi dad ; Com petenc ia com ún; Inavocabi li dad ; Gr atu idad ; Ine xcusab ili dad; Aut ogeneración i ncom ple-
ta ; Co nt inu idad ; Responsab i lid ad ; e, Inam ovi lidad .
6
Entre estas encontramos las siguientes:
- independencia,
- legalidad,
- inamovilidad,
- inexcusabilidad y,
- responsabilidad.
Esta norma debemos relacionarla con el artículo 7 de la Carta fundamental que, jun-
to con señalar que los órganos del Estado actúan válidamente dentro de su compe-
tencia y en la forma que prescriba la ley, prohíbe a cualquier persona o autoridad (ni
aún con el pretexto de circunstancias extraordinarias) atribuirse otra autoridad o de-
rechos que los que expresamente se les hayan conferido en virtud de la misma CPR
o las leyes. La contravención se sanciona con la nulidad del acto, sin perjuicio de las
responsabilidades y sanciones que la ley señale.
“El Poder Judicial es independiente de toda otra autoridad en el ejercicio de sus fun-
ciones”. Por lo mismo, se le pr ohíbe mezclarse en las atribuciones de otros poderes
públicos y ejercer otras funciones de las que le corresponden por ley ( artículo 4 del
COT). En este sentido, véase el artículo 222 del C. Penal. Por otro lado, revísese
también lo prescrito en el artículo 8 del COT que consagra la base de la independen-
cia entre los tribunales, al establecer que ningún tribunal podrá avocarse el conoci-
miento de causas o negocios pendientes ante otro tribunal, a menos la ley – de modo
expreso – le confiera tal facultad.
No olvidar, por último, lo dispuesto en el artículo 81 de la CPR que establece que los
magistrados de los tribunales superiores de justicia, los fiscales judiciales y los jue-
ces letrados que integran el Poder Judicial, no podrán ser aprehendidos sin orden
del tribunal competente, salvo el caso de crimen o simple delito flagrante y, sólo pa-
ra ponerlos inmediatamente a disposición del tribunal que debe conocer del asunto
en conformidad a la ley (como se ve, esencial para la efectiva vigencia de esta ba-
se).
No basta con lo anterior, de allí que esta base manifieste y requier a de otra faceta.
Es la denominada “independencia personal (subjetiva)” del juez, su imparcialidad.
¿Cuál es la más importante?. Ambas son esenciales, sin embargo, esta última faceta
debe cuidarse mucho más. Dejo la explicación de esta mayor relevancia de la impar-
cialidad en palabras del profesor Pereira:
7
“Es posible que exista independencia funcional y los jueces carezcan de imparciali-
dad o, por la inversa, que no exista y, sin embargo, los jueces sean imparciales. De
todas formas, si la Constitución consagra la independencia funcional, lo hace con la
finalidad de que ello contribuya a la imparcialidad de los jueces. En otros términos,
entendemos que la independencia funcional es instrumental a la imparcialidad o in-
dependencia personal del juez” 10.
Con todo, no cabe confundir imparcialidad con falta de “influencia”, pues – al estar
inmerso en la sociedad – el juez está sujeto a influencias del ambiente, de maner a
consciente o inconsciente. Pero el tema no es ese, el tema está radicado en evitar
coacciones o presiones específicas sobre la conciencia del juez que persigan obte-
ner una resolución en un sentido determinado.
¿Se asegura por nuestra CPR el derecho al juez imparcial (independencia perso-
nal)?. A primera vista podría alguno decir que no, pues en ninguna de sus normas se
recoge expresamente un postulado que así lo señale. Empero, si se asume la postu-
ra del “bloque de constitucionalidad” mediante el cual los derechos y garantías reco-
nocidos en los tratados internacionales sobre DDHH ratificados por Chile y que se
encuentran vigentes, se incorporan a nuestro ordenamiento jurídico, la r espuesta
debe ser afirmativa. De ello dan cuenta los dos principales tratados que en nuestro
continente abor dan el asunto:
“Toda persona tiene derecho a ser oída con las debidas garantías y dentro de un
plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, esta-
blecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal
formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de
orden civil, laboral, fiscal o de cualquier caráct er”.
“Todas las personas son iguales ante los tribunales y Cortes de justicia. Toda perso-
na tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas gar antías por un tribu-
nal competente, independiente e imparcial, establecido por la ley, en la substancia-
ción de cualquier acusación de carácter penal formulada contra ella o para la deter-
minación de sus derechos u obligaciones de carácter civil”.
“Este principio se traduce, en primer término, en que debe ser la ley la que establez-
ca los tribunales, su organización y atribuciones y los procedimientos. En segundo
término, los jueces tanto en la tramitación de los procesos como en la dictación de
10
PEREIRA ANABALÓN, HUGO, Op. Cit., p. 262.
8
11
sus fallos, deben actuar con estricta sujeción a la legalidad” .
De aquí podemos extraer la existencia de dos facetas (al igual en que la base de
independencia) que denominaremos de la siguiente forma: legalidad orgánica y lega-
lidad funcional.
En lo que se vincula con la legalidad orgánica, tanto la CPR como el COT señalan
que la jurisdicción sólo puede ser ejercida por los tribunales establecidos por la ley.
Así se colige de los ar tículos 76 (ya citado: habla de tribunales establecidos por la
ley) y 77 de la C.P.R. y 1 del C.O.T (cuyo contenido es similar a la primera parte del
artículo 76 de la CPR).
En materia penal, el instante en que deben estar establecidos los tribunales ha sido
objeto de especial preocupación normativa. Así, está lo que prescribe la CPR en su
artículo 19 N°3, donde – además de ratificar la necesidad de que la ley establezca
los tribunales - se señala lo siguiente:
“Nadie puede ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal que le se-
ñale la ley y que se halle establecido con anterioridad por ésta”.
En el mismo sentido encontramos la norma del artículo 2 del CPP que, repitiendo lo
señalado en la norma constitucional, precisa - sin embar go – que el tribunal debe
haber estado establecido por la ley con anterioridad a la perpetración del hecho.
Las normas que sirven de sustento a esta segunda faceta de la legalidad son, a nivel
constitucional - los artículos 6 y 7, ya citados.
En el ámbito legal, el artículo 170 del CPC señala los requisitos formales específicos
de la sentencia definitiva (en esta materia también debe considerarse el autoacorda-
do de la Corte Suprema sobre la forma de las sentencias). Entre ellos se cuenta la
enunciación de las leyes con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo (numeral 5), lo
que resulta ser una manifestación clara de la base de legalidad que estamos comen-
tando, ello – sin perjuicio – de que el mismo numeral se encarga de contemplar una
especie de excepción al principio, cual es la posibilidad de la jurisdicción de equidad
en caso de no existir ley (la norma habla de “y en su defecto de los principios de
equidad ...”). En estricto rigor, no se trata de una excepción a la legalidad, pues es
la propia ley la que faculta al juez para fallar según equidad, en caso de falta de
norma que resuelva el asunto.
11
DÍAZ URIBE, CLAUDIO, Op. Cit., p.65.
9
La violación de la obligación planteada en el párrafo anterior, es denunciable a tra-
vés del recurso de casación en la forma (luego de la reforma procesal penal, sólo
existente en materia civil), contemplando el CPC una causal específica en la cual
puede fundarse este recurso: artículo 768 N°5 ( en haber sido la sentencia pronun-
ciada con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el artículo 170,
incluido el que alude el numeral 5 recién visto).
Con todo, en materia penal, el CPP se hace cargo - a partir del artículo 372 - del
denominado recurso de nulidad que se concede para invalidar el juicio oral y la sen-
tencia definitiva, o solamente ésta, ocupándose en alguna de sus causales o motivos
de la protección de la base de la legalidad.
Este principio se relaciona fuertemente con dos bases más, la de independencia (ya
vista) y la de responsabilidad, que se abor dará un poco más adelante.
“Los jueces permanecerán en sus cargos durante su buen comportamiento, pero los
inferiores desempeñarán su respectiva judicatura por el tiempo que determinen las
leyes”. Los jueces inferiores eran los temporales que, según el COT eran los jueces
de subdelegación y los de distrito, que duraban 2 años en el ejercicio de sus funcio-
nes. Sin embargo, la Ley N°18.776 ( 1989) derogó el título II del COT que se ocupaba
13
de su regulación. Por tanto, ya no existen .
10
14
to” .
Además, los jueces cesarán en sus funciones en los siguientes casos: al cumplir 75
años de edad ( artículo 80 CPR), salvo el caso del presidente de la Corte Suprema,
que continuará en el cargo hasta el término de su periodo; por r enuncia (artículo 332
N°5 del COT); o, incapacidad legal sobreviniente (artículo 332 N°1), entre otros.
Este principio se traduce en que todos los tribunales están obligados a ejercer su
autoridad aun en caso de falta de ley que resuelva la contienda sometida a su cono-
cimiento. Pues bien, tratándose de materia civil, en el caso que no exista ley, se de-
berá fallar el caso conf orme a los principios de equidad, según lo dispone el artículo
170 N°5 del CPC. En materia penal, como se sabe, rige el principio de legalidad por
el cual el tribunal no debe conocer de un asunto si la ley no lo ha tipificado como
delito.
Por fin, la base en comento también es recogida en el artículo 112 del COT, como
una de las reglas generales de competencia:
“Siempre que según la ley f ueren competentes para conocer de un mismo asunto dos
o más tribunales, ninguno de ellos podrá excusarse del conocimiento bajo el pretexto
de haber otros tribunales que puedan conocer del mismo asunto; pero el que haya
prevenido en el conocimiento excluye a los demás, los cuales cesan desde entonces
de ser competentes”.
Por cierto que esta materia también se relaciona con el denominado derecho a la
acción o a la tutela judicial efectiva, pero atendida la naturaleza de este apunte, re-
servaremos esta parte del análisis para otra ocasión.
En un Estado de derecho, y como cualquier otro ciudadano, los jueces son respon-
sables de sus actos, no sólo en lo que dice relación con sus actuaciones funciona-
rias (ministeriales), sino también por sus simples actos como particulares.
14
PEREIRA ANABALÓN, HUGO, Op. Cit., p. 264.
11
La Constitución se refiere a esta materia en el artículo 79, expresando lo siguiente:
“Los jueces son personalmente responsables por los delitos de cohecho, falta de
observancia en materia sustancial de las leyes que reglan el procedimiento, denega-
ción y torcida administración de justicia, y, en general de toda prevaricación en que
incurran en el desempeño de sus funciones. Tratándose de los miembros de la Corte
Suprema, la ley determinará los casos y el modo de hacer efectiva esta responsabili-
dad”.
En el plano legal, la primera norma a consider ar es el artículo 13 del COT que pres-
cribe:
“Las decisiones o decretos que los jueces expidan en los negocios de que conozcan
no les impondrán responsabilidad sino en los casos expresamente determinados por
la ley”. La regla general entonces es que las resoluciones judiciales dictadas por los
tribunales en un determinado procedimiento no generen para los tribunales respon-
sabilidad alguna. Excepcionalmente la resolución judicial que dicten va a generar
responsabilidad cuando la ley así expresamente lo disponga. De allí que nuestra le-
gislación permita la indemnización por error judicial, siendo competente en este caso
la Corte Suprema (art. 19 N°7 de la CPR).
Con todo, a esta norma deben sumarse las contenidas en el mismo COT a partir del
artículo 324 que inaugura el epígrafe denominado “de la responsabilidad de los jue-
ces” y, aquellas que el CP contempla entre sus artículos 222 y 227, que sanciona
penalmente la prevaricación.
Tratándose de la responsabilidad penal común, cabe anotar que los jueces tienen
fuero, lo que produce una alteración en las reglas de competencia.
Véase los artículos pertinentes del título XVI del COT (de la jurisdicción disciplinaria
y de la inspección y vigilancia de los servicios judiciales). Arts. 530 y ss. del COT.
Sólo dice relación con los magistrados de los tribunales superiores de justicia, vale
decir de las Cortes de Apelaciones y de la Corte Suprema.
12
tándose a declarar si el acusado es o no culpable del notable abandono de deberes
que se le imputa (art. 53).
Corresponde a los efectos jurídicos de actos o resoluciones que los jueces r ealizan o
pronuncian en el ejercicio de sus funciones.
A su faceta civil se refieren precisamente los artículos 324 y siguientes del COT. A
su faceta penal, los artículos 223 y siguientes del CP (ya citados) y, 424 y siguientes
del CPP, último grupo de normas que se hacen cargo de la regulación de la “querella
15
de capítulos” .
En todo caso, el artículo 331 del COT consagra una norma que precisa muy bien los
efectos que puede tener (o no tener, mejor dicho) la condena de un juez por su res-
ponsabilidad funcionaria:
Entre estas encontramos el resto de los principios en los cuales se cimienta la fun-
ción jurisdiccional.
“Los tribunales sólo podrán ejercer su potestad en los negocios y dentro del territorio
que la ley les hubiere respectivamente asignado.
Ahora bien, el propio artículo señala que ello no implica que en los “negocios” de
que conocen puedan dictar providencias que hayan de llevarse a efecto en otro terri-
torio. Tal comunicación se verifica a través de exhortos, los que – en estricto rigor –
no constituyen excepción a la regla o principio de la territorialidad.
15
Los procedimientos penales pueden clasificarse en generales y especiales. Dentro de los segundos, la distinción com-
prende los procedimientos especiales propiamente tales y los procedimientos previos o antejuicios. Es a este último grupo,
que el legislador ha establecido en ciertos casos como requisitos que – una vez cumplidos – permiten perseguir la respon-
sabilidad criminal del inculpado en el juicio criminal que corresponda, al cual pertenece la querella de capítulos, que, térmi-
nos generales, puede decirse que persigue evitar acusaciones infundadas.
13
En principio, esta base se recoge sólo a nivel legal a través de lo que dispone el ar-
tículo 9 del COT:
“Los actos de los tribunales son públicos, salvo las excepciones expresamente esta-
blecidas por la ley”.
Por un lado está lo que expresa – en general - el artículo 14 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos (ya citado):
“Todas las personas son iguales ante los tribunales y Cortes de justicia. Toda perso-
na tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas gar antías por un tribu-
nal competente, independiente e imparcial, establecido por la ley, en la substancia-
ción de cualquier acusación de carácter penal formulada contra ella o para la deter-
minación de sus derechos u obligaciones de carácter civil”.
“El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los
intereses de la justicia “.
De las normas citadas se colige que nuestro ordenamiento recoge e incorpora para
sí el principio de publicidad, no sólo a nivel legal, sino también en aquel en el cual
se sitúan los tratados internacional sobre DDHH (para algunos se incor poran a la
Constitución mater ial, para otros se encuentran en un plano superior a la ley, per o
inferior a la CPR, pero en todo caso, superior a la ley).
Este secr eto puede ser absoluto o relativo. Cuando estamos frente a una tramitación
reservada del proceso, tanto respecto de las partes como de terceros, hay secreto
absoluto. Cuando, no obstante prohibirse el conocimiento a los terceros, se permite
a las partes del pr oceso, existe el secreto relativo.
Pues bien, de acuerdo con esta distinción se pueden enumerar una serie de excep-
ciones a la base de la publicidad:
16
“Dadme el juez que queráis, parcial, corrompido, mi propio enemigo si deseáis, poco me importa con tal que nada pueda
hacer sino a la vista del público”. MIRABEU, citado en PEREIRA ANABALÓN, HUGO, 1958, “El derecho del procesado a un
juicio público, proceso escrito y proceso oral”, Revista de ciencias penales, terceras época, Mayo – agosto, tomo XVII, N°2,
p. 40.
14
a.- Los acuerdos de las Cortes de Apelaciones y de la Corte Suprema (ahora también
los tribunales orales en lo penal).- Los artículos 81 y 103 del COT (y 339 del CPP)
prescriben que los acuerdos de estos tribunales se celebrarán privadamente.
b.- Antes de la reforma procesal penal, uno de los ejemplos de secreto absoluto es-
taba constituido por el sumario criminal, esto es, la fase de investigación del proce-
dimiento penal antiguo. En efecto, en su fase de sumario, nuestro pr ocedimiento pe-
17
nal era secreto tanto para las partes como para los terceros .
Con la aprobación del CPP esta situación cambió en forma radical. Ya en el artículo
1 se asegura a todas las personas el derecho a un juicio público. Ello se corrobora
en el artículo 289 donde prescribe que la audiencia del juicio oral será pública, salvo
ciertas medidas de restricción que se contemplan para proteger la intimidad, el honor
o la seguridad de cualquier persona que tome parte del juicio, o bien, para evitar la
divulgación de un secreto protegido por la ley.
El artículo 182 dispone que las actuaciones de investigación realizadas por el minis-
terio público y por la policía serán secretas sólo para los tercer os ajenos al procedi-
miento. El imputado y los demás intervinientes (el defensor entre ellos) podrán exa-
minar los registros y documentos de la investigación fiscal y policial.
c.- El libro de pasajes o palabras abusivos.- Se alude a él en el artículo 531 N°2 del
COT. Por disposición de la ley es un libro pr ivado.
a.- Ya señalé que el artículo 289 del CPP prescribe que la audiencia del juicio oral
será pública. Per o se contemplan ciertas medidas de restricción para proteger la in-
17
El artículo 78 del C.P.P. de 1906 disponía: “Las actuaciones del sumario son secretas, salvo las excepciones establecidas
por la ley”. Ahora, a pesar que la norma aludía a ciertas excepciones, aquellas establecidas a favor de las partes, que eran
las que interesaban, constituían un derecho más bien aparente y en gran medida ilusorio, pues se hacía depender de la
circunstancia de que el juez no considerará perjudicial o peligroso para el éxito de la investigación el alzamiento del secreto.
De esta forma, en la práctica, el imputado y el eventual procesado, no tomaban conocimiento del sumario sino una vez que
se habían agotado los plazos a que se refería el artículo 80, esto es, sólo una vez transcurridos 120 días desde la fecha en
que hubiere sido sometido a proceso, lo que significaba un serio atentado contra el derecho a la defensa.
18
Si a lo señalado se agrega la existencia de ciertas excepciones a favor de determinados querellantes, léase el director del
SII o el presidente del CDE, la situación de desmedro para el imputado se agravaba mucho más.
15
timidad, el honor o la seguridad de cualquier persona que tome parte del juicio, o
bien, para evitar la divulgación de un secreto protegido por la ley.
Tales medidas, que enumera el artículo citado, van desde el impedir el acceso u or-
denar la salida de personas determinadas de la sala, el impedir el acceso del público
en general u ordenar su salida para la práctica de pr uebas específicas, hasta prohi-
bir al fiscal (y demás intervinientes) que entreguen información o formulen declara-
ciones a los medios de comunicación social durante el desarrollo del juicio. En tales
casos, estimo, estaremos frente a un ejemplo de secreto relativo.
Este principio implica la idea de que los jueces deben administrar justicia en lugares
y horas determinadas, evitando así la existencia de tribunales ambulantes.
Cabe señalar, sin embargo, que no existe norma legal que en forma expresa y dire-
cta consagre esta base de la función jurisdiccional.
Esta base implica que los tribunales están organizados en forma jerárquica (vertical)
y piramidal, comenzando desde la base (juzgados de letras), siguiendo con las Cor-
tes de Apelaciones, culminando con la punta de la pirámide jerárquica, constituida
por la Corte Suprema. Cada escalón sucesivo conlleva más prestigio, pero también
más responsabilidades.
Esto, que a simple vista se ve como algo sin mayor trascendencia (por lo cotidiano
que nos resulta), marca fuertemente a todo nuestro sistema jurídico procesal.
En otras palabras, el que los funcionarios que imparten justicia en nuestro país estén
organizados en varios niveles no es un dato menor, acarrea importantes consecuen-
cias.
16
poder, o cual sea la estructura del Estado) y, luego, ofrece la distinción entre dos
clases de procesos, un proceso entendido como resolución de conflictos y otro con-
cebido como implementación de políticas del Estado (que dependen de la función
que asuma el Estado).
En definitiva, lo que asegura es que tanto la organización del poder judicial como las
funciones de la administración de justicia dejan marcas en el proceso judicial bastan-
te evidentes, que se traducen en una serie de implicancias procesales. Pues bien, en
lo que guarda relación con las implicancias del ideal jerárquico, Damaska las des-
compone - a lo menos - en las siguientes: un proceso estructurado como una suce-
sión de etapas (que se revelan ante funcionarios encerrados en una cadena de su-
bordinación), una necesaria revisión jerárquica de las decisiones tomadas por los
subordinados (la decisión inicial no necesariamente es la final), y la materialización
del mismo a través de expedientes escritos ( archivo o expediente como nervio cen-
tral de todo el proceso).
Nada nuevo bajo el sol, diría más de alguno. Lo que allí se enuncia es, en síntesis,
lo que caracteriza nuestro sistema nacional.
Finalmente, cabe señalar que el artículo 110 del COT establece la regla de compe-
tencia de la jerarquía. De ella, sin embargo, nos preocuparemos en otra oportunidad.
Los tribunales no podrán ejercer su ministerio sino a pet ición de parte, salvo los ca-
sos en que la ley los faculte para proceder de oficio. Así lo dispone el artículo 10 del
COT.
En materia civil existen excepciones al principio que vale la pena enunciar. Entre
ellas (listado no taxativo):
a.- La declar ación de oficio respecto a la nulidad absoluta cuando aparece de mani-
fiesto en el acto o contrato (artículo 1683 del CC).
17
b.- El juez puede negarse a dar curso a la demanda que no cumple con los tres pri-
meros requisitos que se establecen en el artículo 254 del CPC (artículo 256 del
CPC).
c.- El juez denegará la ejecución si el título presentado tiene más de 3 años, conta-
dos desde que la obligación se haya hecho exigible (artículo 442 del CPC):
d.- Los jueces pueden decretar de oficio medidas para mejor resolver (artículo 159
del CPC).
e.- Los jueces pueden corregir de oficio los errores que observen en la tramitación
del expediente, y pueden tomar las medidas que tiendan a evitar la nulidad de los
actos del procedimiento (artículo 84 del CPC).
g.- Los jueces pueden declarar de oficio – en cualquier estado del juicio – su incom-
petencia absoluta.
Se pretende que los tribunales de primera instancia puedan conocer de toda clase de
asuntos, negocios o conflictos, comprendiendo tanto los asuntos de carácter civil
como penal (artículo 5 inciso 1 del COT). De esta forma se habla de tribunales de
competencia común que, conociendo de toda clase de asuntos, constituyen la regla
general.
No obstante, el aumento de los asuntos que deben conocer los tribunales ha obliga-
do a crear tribunales especiales que conocen únicamente de aquellas materias que
la ley ha puesto bajo la órbita de sus atribuciones. Ejemplo de ellos son los tribuna-
19
les de familia, los tribunales del proceso penal y los juzgados del trabajo, entre
otros.
19
Con la vigencia de la reforma procesal penal muchos juzgados de garantía han debido integrarse a los tribunales de
competencia común dando lugar a un “Juzgado de letras y de Garantía”, manteniendo la competencia común que ejercía en
materias de trabajo, civiles, criminales anteriores a la reforma, de menores y ahora de familia, con una amplia competencia.
ARAVENA ARREDONDO, L. 2006, “Derecho Procesal Orgánico”, Santiago, Chile, Ed. Lexis Nexis, p. 157.
20
ARAVENA ARREDONDO, L., “Derecho (…)”, Op. Cit., p. 158.
18
3.2.7.- Base de la inavocabilidad.-
En esta norma se refleja en forma exacta el contenido de esta base. Su sola lectura
permite relacionar este principio con la base de la independencia. A ella nos remiti-
mos.
Obviamente, este principio se aplica en caso de que dos o más tribunales tengan
competencia, donde en principio ninguno puede excusarse de conocer el asunto,
pero – como lo señala expresamente el artículo 112 del COT – pero el que haya pre-
venido en el conocimiento excluye a los demás, los cuales cesan desde entonces de
ser competentes.
Al igual que la mayoría de los principios revisados, éste también tiene excepciones.
Uno dice relación con las visitas de los ministros de tribunales superior es de justicia
(artículos 559 y 560 del COT). El otro, con la acumulación de autos (artículos 92 y
siguientes del CPC).
Este principio consiste en que las partes no remuner an el ejercicio de la función ju-
risdiccional. Sin embargo, se sabe que abogados, procuradores, receptores y demás
auxiliares de la administración de justicia reciben remuneración, lo que hace bastan-
te oneroso el procedimiento judicial.
Pues bien, en lo que dice relación con los asuntos penales, el CPP se hizo cargo de
este problema, asegurando al imputado el derecho a ser defendido por un letrado
desde la primera actuación del procedimient o dirigido en su contra (artículo 8 del
CPP). Puede tratarse de un defensor de su confianza o, si no lo tuviere, el ministerio
público solicitará que se le nombre un defensor penal público, o bien el juez proce-
derá a hacerlo, en los términos que señale la ley respectiva (Ley N°19.718 D.O. de
10 de marzo de 2001, que crea la defensoría penal pública).
19
21
tículo 78 de la CPR) .
Por su importante función, la persona que haya sido nombrada juez debe estar per-
manentemente a disposición de la comunidad y la partes del litigio. La función juris-
diccional encargada del competido esencial de impartir justicia no puede ver inte-
rrumpida su labor. Debe existir continuidad en el ejercicio, estando siempre el órga-
no jurisdiccional disponible para quien recurre a él.
Para ello, debe instalarse el tribunal, lo que implica dos elementos de carácter copu-
lativo: el nombramiento y el juramento. A ello se refiere el artículo 299 del COT. La
fórmula del juramento se recoge en el art. 304 del COT.
Lo anterior signif ica que, una vez instalado, el tribunal no podrá dejar de funcionar.
Pero el legislador, consciente de que el juez puede enfermarse (y faltar), o previendo
los feriados legales o vacaciones (entre otras razones: renuncia, fallecimiento, re-
moción, traslado, permuta u otros), contempla dos instituciones o mecanismos de
22
reemplazo: respecto de los jueces, la subrogación (artículos 211 a 214) ; y, respecto
23
de los tribunales colegiados, la integración (artículos 215 a 219) .
Tiene importancia también tener a la vista y revisar las normas relativas a los interi-
24
natos (máximo 4 meses) y suplencias (no más de 60 días). Véase especialmente:
arts. 244 y 246 del COT 25.
En otras palabras, la jurisdicción es un poder – deber del Estado, por lo mismo debe
siempre mantenerse una organización que solucione los conflictos de relevancia ju-
rídica que se produzcan entre las personas.
21
En el derecho comparado existen o han existido – principalmente – estos tres sistemas: la autogeneración completa (por
parte del Poder Judicial), la elección popular de los jueces, y la ya señalada autogeneración incompleta.
22
La subrogación en los tribunales de la reforma procesal penal aparece regulada en los arts. 206 a 210-B del COT. Res-
pecto a los tribunales de familia, según lo dispone el art. 18 de la Ley N°19.968, en lo relativo a la subrogación de los jueces
se aplicarán las normas de los juzgados de garantía.
23
Se trata de que determinados abogados completen las salas cuando alguno de los ministros no pueden ejercer sus fun-
ciones. Puede deberse por faltar un ministro o por encontrarse inhabilitado para un caso determinado, casos en los que se
debe recurrir en primer término a un ministro de otra Sala, y cuando ello no es posible, se recurrirá a los fiscales, si no se
trata de asuntos penales o causas civiles en las que deba intervenir en tal calidad. Si ninguno de estos se encuentra dispo-
nible se recurre a los abogados integrantes, lo que en la práctica ocurre habitualmente. Ahora bien, téngase presente la
limitación del inciso 3 del art. 215 del COT: “Las Salas de las Cortes de Apelaciones no podrán funcionar con mayoría de
abogados integrantes, tanto en su funcionamiento ordinario como el extraordinario”.
24
La situación de retardo en el trabajo de las Cortes de Apelaciones hace que en la mayoría de ellas se designe relatores
interinos.
25
Ver cuadro contenido en: ARAVENA ARREDONDO, L., “Derecho (…)”, Op. Cit., p. 163.
20
Universidad de Talca
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Departamento de Derecho Público y Procesal
- 2002 -
CAPÍTULO I
2
I.- INTRODUCCIÓN.
1.- En la actualidad, en nuestro país rigen dos Códigos que regulan el procedimiento
penal, ello a consecuencia del proceso de aplicación progresiva contemplado por el
constituyente y legislador para el nuevo Código Procesal Penal (ó CPP) aprobado por Ley
N°19.696 (D.O. de 12 de octubre de 2000)1.
De otro lado, todo cambio normativo de la envergadura como el que se aborda exige
explicaciones que deben ir más allá de la mera reproducción de los artículos que contiene la
ley. La comunidad jurídica requiere y exige explicaciones urgentes, pero de fondo, que no se
conformen con un examen superficial de las instituciones, sino que postulen una revisión
más profunda y realista. Sólo de esta forma se podrán comprender los exactos alcances de la
nueva normativa.
En otras palabras, el gran cambio que supone el Código Procesal Penal implica no
sólo – como pudiera creerse – un desafío para los operadores del sistema, lo es también para
la academia que se ve obligada a asumir la responsabilidad de efectuar, primero, la
explicación de las nuevas instituciones procesales, y segundo, la formulación de una crítica
1
El tema se abordará en particular más adelante.
3
Por fin, atendidos los contenidos abordados, el texto aspira a ser de gran utilidad para
nuestros estudiantes de pre y post grado, futuros y actuales operadores jurídicos de la
reforma procesal penal, sin perjuicio de servir también a todos aquellos que deseen asimilar
de mejor forma o fortalecer sus conocimientos frente al fuerte cambio que implica una nueva
legislación procesal penal.
Asimismo, en esta primera aproximación al gran tema que nos ocupará – el nuevo
procedimiento penal - resulta útil recordar la convencional2 distinción entre sistemas
procesales penales adversariales e inquisitivos, modelos puros a los cuales la doctrina ha
agregado la infaltable figura mixta que todo constructo jurídico debe contemplar en el
terreno de la realidad. Este es un tema clave en lo que dice relación con la reforma al
procedimiento criminal, toda vez que se ha resaltado insistentemente el cambio acontecido
desde un sistema de corte inquisitivo a uno acusatorio.
2
El calificativo “convencional” que utilizamos queda plenamente justificado al consultar la
bibliografía nacional. Entre otros autores, véase: Jorquera Lorca, René y Herrera Fuenzalida,
Paola, 1993, “Curso de derecho procesal penal chileno”, Santiago, Chile, Ediciones Jurídicas
La Ley, p. 32 – 34; Fontecilla Riquelme, Rafael, 1978, “Tratado de derecho procesal penal”,
Santiago, Chile, Editorial Jurídica de Chile, Seg. ed., p. 33 – 53; Quezada Meléndez, José,
1994, “Tratado de derecho procesal penal”, Santiago, Chile, Editorial Jurídica Conosur Ltda.,
p. 35 – 43; y Neira Alarcón, Eugenio, 1993, “Manual de procedimiento penal chileno”,
Santiago, Chile, Editorial Fallos del Mes, p. 13 - 16.
5
Ahora bien, y atendido lo incierto que resulta adherir plenamente a la opinión que
antecede, el criterio fundamental para identificar frente a qué sistema procesal nos
encontramos, es determinar en manos de quién están las tres funciones fundamentales del
proceso penal, léanse la función de investigar, la función de acusar, y la función de decisión
o fallo. Si las antedichas funciones están encomendadas a órganos diversos e
independientes, el sistema acusatorio es quien tiene la palabra. Si, por el contrario, tales
funciones están concentradas en un solo órgano, el sistema imperante será el inquisitivo.
3
Una posición distinta en Damaska, Mirjan, 2000, “Las caras de la justicia y el poder del
Estado: análisis comparado del proceso legal”, Santiago, Chile, Editorial Jurídica de Chile,
430 p. El autor deja a un lado las categorías convencionales, realizando un profundo análisis
entre política y justicia, siguiendo dos hilos conductores: uno que dice relación con la
estructura del Estado (poder judicial) y otro con la función del Estado (administración de
justicia). Situado en ellos, el autor plantea por una lado la distinción entre modelos
jerárquicos y paritarios, y por otro, la distinción entre el proceso como resolución de
conflictos y proceso como implementación de políticas del Estado.
4
Para mayor ilustración, véase la bibliografía ya citada, pero además:
- De la Barra, Rodrigo, 2001, “Sistema inquisitivo versus adversarial; cultura legal y
perspectivas de la reforma procesal penal en Chile”, Ius et Praxis, Derecho en la Región,
Universidad de Talca, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, año 5, N°2, p. 139 –
191; y,
- Mera Figueroa, Jorge, 2001, “Los sistemas inquisitivo y acusatorio, principios y
consecuencias. Una comparación básica”, Semana Jurídica, Editorial Jurídica Cono Sur, año
1, N°25, p. 5 y 6. Mera acierta al señalar que la base de la diferencia entre ambos
sistemas radica en la forma en que ellos resuelven el conflicto de intereses entre el
interés del Estado en la persecución penal y el interés del imputado en que se respeten
sus garantías penales. En el sistema inquisitivo, en que el imputado es concebido como un
objeto de persecución penal y no como un sujeto de derecho titular de garantías, se hace
prevalecer ampliamente el interés estatal en desmedro de las garantías del imputado. Ello
se explica porque el procedimiento inquisitivo se corresponde histórica e ideológicamente
con el Estado absoluto, que se caracteriza precisamente por no reconocer límites a su
poder fundados en los derechos de las personas. El sistema acusatorio, aunque existió en
otras épocas anteriores, es propio del Estado moderno, por lo que, consecuencialmente, le
reconoce al imputado su calidad de sujeto de derecho al que la corresponden una serie de
garantías penales (de carácter sustantivo y procesal), integrantes de las exigencias del
debido proceso, que constituyen límites infranqueables para el poder penal del Estado. El
sistema acusatorio pretende equilibrar estos dos intereses en pugna en todo proceso
penal, compatibilizándolos.
6
c.- En lo que dice relación con quién es el que juzga en cada uno de los sistemas, la
distinción básica apunta a que en el sistema acusatorio el verdadero juez es el pueblo (lego),
a diferencia de lo que acontece en el sistema inquisitivo, modelo donde quien juzga no es el
pueblo sino un órgano (técnico) designado por la autoridad.
d.- Como consecuencia de lo anterior, surge otra diferencia clave entre ambos
sistemas: en el sistema acusatorio la sentencia que se dicte no requiere ser fundada
(imperando el sentido común en los fallos), mientras en el sistema inquisitivo sí existe la
exigencia de fundar las sentencias en derecho.
jerárquica donde los asuntos no se consideran resueltos en tanto no sean conocidos por la
autoridad superior.
f.- En lo que dice relación con el tipo de verdad que buscan, en el procedimiento
acusatorio sólo se rinden las pruebas que las partes ofrecen y desean confrontar (búsqueda
de la verdad procesal), en tanto que en el inquisitivo el juez investiga – de oficio - por todos
los medios de que dispone (búsqueda de la verdad histórica o real).
h.- En el sistema adversarial no existe una regulación legal de la prueba, siendo libre
tanto su aportación como apreciación (sistema de libre valoración de la prueba). Por
oposición, el sistema inquisitivo destaca por su atenta y prolija regulación legal de la prueba,
tanto en lo relativo a los medios de prueba, como a la forma en que el juez debe apreciar el
material probatorio aportado al proceso (sistema de prueba legal o tasada).
i.- En lo que se vincula con el derecho de defensa, ambos sistemas difieren una
enormidad. Mientras el sistema inquisitivo contempla innumerables límites a la defensa (y
sus diversas manifestaciones), el acusatorio la reconoce de manera amplia desde un inicio,
constituyendo ésta un pilar fundamental sobre el cual se construye el resto del sistema.
Pues bien, resulta casi una perogrullada decir que ninguno de los anteriores sistemas
se presenta en la realidad en forma absoluta o pura, existiendo en cambio modelos que son
predominantemente inquisitivos o acusatorios, según los énfasis que las legislaciones de
cada país pongan en cada uno de estos sistemas. A ellos, la doctrina procesal los ha
denominado sistemas mixtos, pues combinan – con énfasis en grado variable – los sistemas
convencionales en sus formas puras. Ejemplos de ellos son nuestro antiguo y nuevo sistema
8
procesal penal. Ambos son sistemas mixtos, predominando en el primero los aspectos del
sistema inquisitivo, al contrario de lo que ocurre en el nuevo, en donde se privilegian los
elementos de corte acusatorio.
4.- Existe un importante consenso nacional en torno a lo que dice relación con los
principios o garantías que – en forma principal - sustentaron la nueva normativa. En este
sentido se ha señalado – acertadamente - que la reforma persiguió adaptar la legislación
procesal penal - vigente desde 1906 - tanto al sistema democrático, en general, como al
sistema interamericano de derechos humanos (en adelante DD.HH.), materializado a través
de los tratados internacionales ratificados por Chile en la materia, en particular.
Pues bien, es justamente dentro de estas medidas legislativas a que hacen referencia
los artículos mencionados donde se enmarca la reforma procesal penal chilena, pues se hace
cargo de las manifiestas dificultades de acoplamiento o encuadre entre la normativa procesal
penal vigente con aquella contenida en los tratados, normativa absolutamente obligatoria
para el Estado de Chile, más aún si se tiene presente que Chile forma parte también de un
grupo de Estados americanos que firmó y ratificó el protocolo complementario que otorga
jurisdicción a la Corte Interamericana de DD.HH., situación que dejaba a nuestro Estado en
9
El caso es que las garantías a las que nos estamos refiriendo son varias, y no
pretendemos abordar en este texto su estudio en forma pormenorizada. Sin embargo, hay al
menos cinco principios o garantías a través de los cuales puede resumirse – con cierto éxito
– el necesario encuadre que debe existir entre estos dos planos normativos. Los enunciamos
y esbozamos a continuación.
En primer término encontramos el derecho al juicio previo, que comprende por una
parte el derecho al juez natural, independiente, imparcial, la prohibición de comisiones
especiales (el tema lo abordaremos al analizar los dos primeros artículos del Código), y por
otra, el derecho al juicio público, oral, contínuo, concentrado, contradictorio, y en donde rija
la inmediación (ídem). Vale decir, el derecho a un juez y juicio de verdad.
En segundo lugar, pero no por una menor importancia, se inscribe en esta lista el
principio de inocencia, revalorizado en la nueva normativa procesal penal, principio que
debe vincularse con una serie de manifestaciones propias del mismo, a saber: el principio in
dubio pro reo; la exigencia de una condena fundada en la certeza; un onus probandi que
implique que la carga de la prueba esté puesta en el Estado; la consagración del derecho al
silencio; la interpretación restrictiva de las normas que coartan la libertad y del trato de
inocente al imputado; y la eliminación de las medidas cautelares personales que constituyan
una anticipación de la pena, manifestaciones todas que encuentran lugar adecuado en el
Código Procesal Penal, según se verá.
Por fin, una última garantía – aunque no expresamente reconocida en los tratados
internacionales a que nos hemos referido (sí implícitamente) - que motivó cambios en la
legislación procesal penal dice relación con el límite que reconoce a la averiguación de la
verdad: la verdad a toda costa no es lícita.
5
En estas tres primeras garantías procesales, la normativa que se tiene presente es
principalmente la contenida en los artículos 8 y 14 de la CADH y el PIDCP respectivamente,
sin perjuicio de otras normas que también se relacionan con la materia de manera más
tangencial o menos expresa.
11
Haciendo un paralelo con las etapas que contemplaba – y contempla aún - el Código
de 1906, podemos señalar que la etapa de investigación es la que correspondía al
denominado sumario criminal. Pues bien, tal cual acontecía en dicha etapa, la etapa de
investigación está diseñada – en forma principal - para llevar a cabo, valga la redundancia, la
investigación de los hechos delictivos y la averiguación de sus responsables.
Es importante destacar desde ya que frente a este tan relevante sujeto del proceso, la
ley contempla un contradictor al cual le asigna la misma trascendencia jurídica. En efecto,
frente al ministerio público se opone la defensoría penal pública que, a través de sus
defensores asumirá la defensa jurídica de los imputados, siendo la regulación de su función
uno de los aspectos más destacados de la nueva ley.
Por otro lado, y sin perjuicio de la irremplazable labor del defensor, la nueva
normativa contempla también a otro sujeto, el cual tiene entre sus importantes funciones
nada más y nada menos que velar por el respeto de las garantías del imputado y evitar
excesos de los fiscales. A ello cabe agregar la no despreciable función de decidir respecto a
la necesidad y procedencia de las medidas cautelares. Nos referimos al denominado juez de
garantía (en algún momento de la tramitación de la ley llamado juez de control de la
instrucción), a cuyos deberes nos referiremos en detalle más adelante.
En apretado resumen, y sólo para los efectos introductorios que nos hemos propuesto
en este punto, podemos señalar que en esta etapa procesal se comprenden a lo menos las
siguientes actuaciones: se comienza con la presentación del escrito de acusación fiscal (que
puede ser forzada según veremos) al juez de garantía, y que constituye una de las tres
alternativas que tiene el fiscal luego de cerrada la investigación; le siguen los actos previos a
la audiencia de preparación del juicio oral, donde se incluyen la notificación y citación a
todos los intervinientes a la referida audiencia, y las distintas actuaciones que tanto el
querellante como el acusado podrán realizar en el período que media entre la notificación–
citación y la celebración de la audiencia; llegado el día se procede al desarrollo de la
audiencia, cuya celebración persigue una serie de objetivos que la doctrina mayoritariamente
ha destacado tanto en la simplificación del debate como en el saneamiento y abreviación del
proceso, además del examen probatorio que se faculta realizar; finalizando con la dictación
del auto de apertura del juicio oral, el que debe hacerse llegar al tribunal competente, a fin
de que sea éste quien continúe con la tramitación regular del juicio.
13
Sin embargo, ello no quiere decir que todo caso que entre al sistema deba arribar
necesariamente al juicio oral. Muy por el contrario, todos los cálculos previos al
establecimiento del sistema (y las estadísticas actuales así lo demuestran) nos indican que el
porcentaje de juicios orales será muy menor, terminando los distintos casos en otros
mecanismos procesales contemplados por el legislador como alternativas al juicio oral, ello
a fin de evitar el atoramiento del sistema. En este sentido, señalamos a modo de ejemplo, las
salidas alternativas y el archivo provisional, entre otros.
En lo que dice relación con el desarrollo del juicio oral conformémonos por ahora
con conocer – sin mayores detalles - los distintos pasos que se deben cumplir. Sin olvidar las
actuaciones previas que exige el artículo 281 del Código, la audiencia del juicio oral se
inicia con el señalamiento de las acusaciones objeto del juicio por parte del presidente del
tribunal (se denomina tribunal de juicio oral en lo penal); continúa con el alegato de apertura
de la fiscalía (y el querellante en su caso); le sigue el alegato de inicio de la defensa (sin
perjuicio del derecho del acusado a declarar); la recepción de las pruebas, comenzando por
la prueba fiscal; finalizando con los alegatos de clausura (o finales), oportunidad en la cual
se otorgará la palabra en forma sucesiva al fiscal, al acusador particular y al defensor, a fin
de que expongan sus conclusiones, sin perjuicio del derecho a réplica que contempla la ley,
y la facultad del acusado de declarar lo que estime conveniente, luego de lo cual se declarará
cerrado el debate.
Por último, cabe adelantar que esta etapa concluye con la deliberación y fallo por
parte de los jueces del tribunal, cuyo detalle se analizará al tratar in extenso esta fase del
procedimiento penal, ello sin perjuicio de lo que también se señalará respecto al sistema de
recursos que se establece, que – adelantemos - por un lado declara inapelables las
resoluciones dictadas por un tribunal de juicio oral en lo penal y, por el otro, establece un
14
nuevo recurso que denomina “de nulidad”, mediante el cual las partes podrán perseguir ya
sea la invalidación del juicio oral y la sentencia definitiva, o solamente la invalidación de
ésta, según sea la causal de que se trate (artículos 364 y 372).
CAPÍTULO II
8.- Denominación.
Sin embargo, como bien lo destaca el profesor Pfeffer, estos cuerpos normativos – en
la actualidad – ya no consultan exclusivamente normas de procedimiento (también
conocidas bajo el nombre de normas adjetivas) sino que es bastante común encontrar en
ellos normas que aborden preceptos de fondo (materiales o sustantivos) referidos a la
jurisdicción, la competencia, los principios básicos y garantías de los justiciables, etc., como
ocurre en el nuevo Código, todo lo cual excede con creces un mero contenido procedimental
que amerite una denominación en tal sentido6. De allí la denominación de Código Procesal
Penal adoptada e incorporada por la Cámara de Diputados y, en definitiva, aprobada por el
legislador.
Este punto debemos dividirlo en un antes y un después del fallo de la sexta Sala de la
I. Corte de Apelaciones de Santiago recaído en la causa del senador vitalicio Augusto
Pinochet U.
15
En efecto, previo a ese fallo la cuestión era relativamente pacífica por cuanto se
estimaba que la normativa, tanto constitucional como legal, que abordaba la entrada en
vigencia del Código, establecía con claridad las reglas a seguir.
Por su parte, en el plano legal, tanto la LOCMP como el Código Procesal Penal
establecen claras normas que resuelven el asunto. Nos referimos a los artículos 4 de la
LOCMP y 483 a 485 del Código, que por un lado ratifican que las disposiciones del nuevo
Código sólo se aplicarán a los hechos acaecidos con posterioridad a su entrada en vigencia
y, por otro, establecen las fechas en que empezará a regir la normativa en las distintas
regiones del país, a saber:
6
Pfeffer Urquiaga, Emilio, 2001, “Código Procesal Penal anotado y concordado”, Santiago,
Chile, Editorial Jurídica de Chile, p. 462.
7
Se debe tener presente que este cronograma de entrada en vigencia fue modificado,
postergando la aplicación de la reforma en la región metropolitana hasta el 16 de octubre de
2004, y adelantándola al 16 de octubre de 2003 en el caso de la I, II y XII regiones.
16
Pero ya adelantamos que lo anterior resultó pacífico sólo hasta antes del fallo a que
hicimos referencia. Pues bien, el fallo en cuestión plantéa una discusión en torno a la posible
entrada en vigencia inmediata – en todo el país - de algunas de las normas del nuevo
Código, específicamente aquéllas que reconocen derechos o garantías procesales más
beneficiosas a favor de los imputados (siempre y cuando – como es obvio – que su
aplicación sea compatible con las estructuras orgánicas del sistema del Código de 1906).
Como se ve, la cuestión no reviste una importancia menor, y desde luego es relevante
abordarla con un criterio garantista, sin que ello signifique tomar una posición particular
respecto al fallo que originó la discusión.
8
Pfeffer, Emilio, 2001, “Entrada en vigencia del nuevo Código Procesal Penal en el país”,
Ius et Praxis, Derecho en la Región, Universidad de Talca, Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales, año 7, N°2, p. 263
17
10.- Estructura.
Todo el contenido del Código Procesal Penal se distribuye en cuatro libros, a saber:
el primero, donde se establecen las disposiciones generales, y que comprende siete títulos; el
segundo, que versa sobre el procedimiento ordinario (el objeto principal de este texto), el
cual se desarrolla en tres títulos; el tercero, que se destina a los recursos (cuatro títulos en
total); y, el cuarto, que trata de los procedimientos especiales y la ejecución, el cual se
materializa a lo largo de ocho títulos; sin olvidar un título final que hace referencia a la
entrada en vigencia del Código.
En síntesis, un total de 485 artículos, los últimos tres – como lo vimos – dedicados a
regular la entrada en vigencia del CPP, complementando de esta forma lo dispuesto en la
LOCMP. A ellos sigue un artículo transitorio único (reglas para la aplicación de las penas
por tribunales con competencia en lo criminal sujetos a distintos procedimientos) que cierra
la ley.
Por último, merece la pena destacar la técnica legislativa utilizada en este Código,
donde después de la palabra artículo y el correspondiente número, se inserta una especie de
título que anticipa - a través de un resumen - su contenido, haciendo al lector más fácil y
expedita su identificación.
11.- De entrada, todo sistema jurídico que se precie de tal debe sustentarse en sólidas
bases o principios que den sentido y unidad a las distintas instituciones que lo configuran. El
nuestro las o los encuentra (las bases o principios) en la Constitución y en los tratados
internacionales sobre DD.HH. ratificados y vigentes en Chile, pero a pesar de ello, nuestro
legislador procesal penal consideró de importancia su pormenorización y explicitación a
escala legal. De allí que resulte relevante detenerse en el análisis de aquellos principios que
el Código contempla, a los que se asigna el calificativo de básicos.
18
“Ha parecido necesario comenzar el texto del proyecto con una explicitación de los principios básicos
que deben regir el enjuiciamiento criminal en nuestro sistema jurídico. Se trata de la especificación de
contenidos de la Constitución Política de la República y de Tratados Internacionales de Derechos Humanos,
que constituyen las bases a partir de las cuales se procede al diseño del nuevo sistema”.
“Artículo 1º.- Juicio previo y única persecución. Ninguna persona podrá ser condenada o penada, ni
sometida a una de las medidas de seguridad establecidas en este Código, sino en virtud de una sentencia
fundada, dictada por un tribunal imparcial. Toda persona tiene derecho a un juicio previo, oral y público,
desarrollado en conformidad con las normas de este cuerpo legal.
La persona condenada, absuelta o sobreseída definitivamente por sentencia ejecutoriada, no podrá ser
sometida a un nuevo procedimiento penal por el mismo hecho”.
a.- Derecho a una sentencia fundada.- El Código exige en forma perentoria que toda
condena (o pena) o medida de seguridad que se imponga o a que se someta a una persona,
sea en virtud de una sentencia fundada.
En efecto, esta exigencia se manifiesta en diversas normas de la nueva ley, entre ellas,
los artículos 36 y 340 y siguientes.
El primero de ellos, el artículo 36, bajo el título fundamentación, nos demuestra que el
derecho en comento es más amplio de lo que el inciso primero del artículo primero – en
principio - sugiere. En efecto, lo que la nueva ley exige es la motivación de todas las
19
resoluciones que se dicten, excepcionando sólo aquellas que se pronuncien sobre cuestiones
de mero trámite.
Manifestaciones precisas de este derecho a las resoluciones fundadas son los artículos
143 (resolución sobre la prisión preventiva), 297 (valoración de la prueba), 384 (fallo del
recurso de nulidad) y 413 (sentencia en el procedimiento abreviado).
En lo que dice relación con el otro grupo de normas citado, esto es, los artículos 340 y
siguientes, especialmente la norma contenida en el artículo 342, la regla general recién
citada se materializa y concreta en la regulación del contenido de la sentencia de fondo
(definitiva), y es en sentido estricto lo que garantiza el principio contenido en el artículo
primero.
“Las personas tienen derecho a obtener una resolución o sentencia de fondo motivada o fundada. Las
personas tienen derecho a conocer las razones de las decisiones judiciales, y el enlace de ellas con la ley y el
sistema de fuentes del derecho aplicable.
9
Sin olvidar que a través de ella también se logra – o se intenta lograr – la convicción de
las partes (y de quienes no lo son) sobre la justicia y acierto de la decisión jurisdiccional
(efecto socializador).
20
Tal derecho a la motivación de las sentencias debe matizarse adecuadamente considerando que no exige
un razonamiento judicial pormenorizado y exhaustivo de todos los aspectos y perspectivas que las partes
tengan, pudiendo considerarse suficientemente motivadas las resoluciones judiciales que estén apoyadas en
razones que permitan conocer los criterios jurídicos fundamentadores de la decisión jurisdiccional, lo que
garantiza contra la arbitrariedad o irrazonabilidad de la actuación de los poderes públicos que prohibe la
Constitución en su artículo 19 N°2, inciso 2”10.
b.- Derecho al juez.- ¿Derecho a qué juez?: lo que se asegura por el artículo es el
derecho a un juez que sea objetivamente independiente y subjetivamente imparcial, única
vía de asegurar seriamente la garantía del debido proceso. En otras palabras, lo que se
asegura es el derecho a un juez que posea las condiciones mínimas que le son exigibles en su
calidad de tal, condiciones o elementos que son consustanciales al concepto mismo de juez,
como acertadamente lo ha señalado el propio Tribunal Constitucional de nuestro país.
Esta es la correcta interpretación que cabe dar a la norma, más aún si se la relaciona
con aquella contenida en el artículo 19 N°3 inciso 1 de la Constitución y aquellas que
prescriben tanto la CADH como el PIDCP (artículos 8, párrafo 1, y artículo 14, párrafo 1,
respectivamente).
Así las cosas, la norma – por sí misma y complementándola con otros artículos del
Código y de los tratados internacionales relacionados con la materia - alude a la exigencia de
un juicio previo que sea público, oral, contínuo, concentrado, contradictorio y, en donde rija
10
Nogueira Alcalá, Humberto, 1997, “La dignidad de la persona, derechos esenciales y derecho
a la igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos”, Ius et Praxis, Derecho en
la Región, Universidad de Talca, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, año 3, N°2, p.
136.
21
Ahora bien, cabe vincular lo dispuesto en esta norma con el artículo 19 N°3 inciso 5°
de la Constitución, en donde se asegura a las personas que toda sentencia de un órgano que
ejerza jurisdicción debe fundarse en un proceso o juicio previo tramitado legalmente. De
esta manera, nuestro legislador procesal penal da contenido a lo dispuesto en la Carta
Fundamental y cumple, a su turno, con el mandato que le imponen los tratados
internacionales sobre DD.HH.
Ahora bien, lo dispuesto en esta norma tiene excepción en el artículo 13 del mismo
Código (efecto en Chile de las sentencias penales de tribunales extranjeros), que luego se
analizará y calificará, pero que – adelantemos – contempla casos en que es posible el doble
juzgamiento que esta norma en y por principio impide.
“Artículo 2º.- Juez natural. Nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal
que señalare la ley y que se hallare establecido por ésta con anterioridad a la perpetración del hecho”.
Nótese la semejanza del artículo en comento con la norma del artículo 19 N°3, inciso
4, de la Constitución (prohibición de comisiones especiales): lo que el CPP ha precisado es
que el tribunal debe estar establecido con anterioridad a la perpetración del hecho.
Por último, cabe destacar también la reforma introducida por la Ley N°19.655 (D.O.
de 9 de marzo de 2000) al Código recién citado, que se tradujo en la creación de los
tribunales que serán protagonistas en el nuevo sistema, léanse los Juzgados de Garantía y los
Tribunales orales en lo penal, a cuyas funciones y características nos referiremos más
adelante.
Pues bien, la ley – en primer lugar - establece en forma clara en qué forma
desarrollará esta labor de dirección de la investigación el ministerio público: lo hará en la
forma prevista por la Constitución y la ley. El profesor Pfeffer ha señalado al respecto:
“Este artículo extiende el principio de legalidad, que rige para el proceso, a la etapa de investigación,
11
que por definición es informal y que no es parte de la actividad jurisdiccional” .
De otro lado, trátase de una norma importantísima dentro del contexto normativo que
nos impone el nuevo Código. Con ella se descarta que la persona que falla la causa sea la
que a su vez haga las veces de director de la investigación, por lo que ya no se
comprometerá la imparcialidad del juzgador (a lo menos estructuralmente), a quien se le
reserva para la tarea o función que le es propia: el juzgamiento. En el nuevo Código, la tarea
de llevar adelante aquellas diligencias necesarias para determinar la existencia o no de un
delito o la participación de un determinado sujeto en la comisión del mismo, está asignada a
un sujeto procesal distinto a los jueces que resolverán en definitiva, el ministerio público, lo
que brinda una objetiva señal de resguardo a la independencia subjetiva que debe tener todo
órgano juzgador.
11
Pfeffer, Emilio, Op. Cit. “Código Procesal Penal ...”, p. 19.
24
Ahora bien, por tratarse de una cuestión que será abordada con detalle a lo largo de
este manual, conformémonos por ahora con un intento de definición de este organismo,
definición que extraemos de los artículos 80 A de la Constitución Política y 1° de la
LOCMP. Según estas normas, el ministerio público puede definirse como aquel organismo
autónomo y jerarquizado, cuya función será dirigir en forma exclusiva la investigación de
los hechos constitutivos de delito, los que determinen tanto la participación punible como
los que acrediten la inocencia del imputado y, en su caso, ejercer la acción pública en la
forma prevista por la ley, correspondiéndole de igual manera la adopción de medidas para la
protección de las víctimas y testigos, siéndole absolutamente prohibido ejercer funciones
jurisdiccionales.
“Artículo 4º.- Presunción de inocencia del imputado. Ninguna persona será considerada culpable ni
tratada como tal en tanto no fuere condenada por una sentencia firme”.
Sobre la materia la doctrina ha vertido bastante tinta, de allí que intentar reflejarla en
su integridad en estas páginas no resulta ser sino un utópico desafío que, por lo demás,
excede del contenido que hemos propuesto a este trabajo. Sin embargo, lo anterior no nos
exime de establecer en la forma más sólida que sea posible, cuál es el alcance que debe darse
al principio que comentamos, más aún si se pone atención a las diversas manifestaciones –
25
que luego enunciaremos - que cruzan toda la regulación del Código en aras del mejor
desarrollo del referido principio.
En este sentido, nada mejor que valernos de lo señalado por un destacado autor, el
italiano Luigi Ferrajoli, al analizar la relación entre el principio de jurisdiccionalidad y la
presunción de inocencia:
“Si la jurisdicción es la actividad necesaria para obtener la prueba de que un sujeto ha cometido un
delito, hasta que esa prueba no se produzca mediante un juicio regular, ningún delito puede considerarse
cometido y ningún sujeto puede ser considerado culpable ni sometido a pena. En este sentido, el principio de
jurisdiccionalidad – al exigir en su sentido lato que no exista culpa sin juicio, y en sentido estricto que no haya
juicio sin que la acusación sea sometida a prueba y a refutación – postula la presunción de inocencia del
imputado hasta prueba en contrario sancionada por la sentencia definitiva de condena”12.
En el estado actual de cosas, y al menos en lo que dice relación con nuestra cultura
occidental y la manera en que entendemos el proceso penal y sus consecuencias, la
afirmación anterior no resulta discutible cuando se plantéa como principio. En efecto, se
trata de una clara opción por la protección de la inmunidad del inocente, aún cuando ello
derive en la posible impunidad de algún culpable13.
12
Ferrajoli, Luigi, 2000, “Derecho y razón, teoría del garantismo penal”, Madrid, España,
Editorial Trotta, Cuarta edición, p. 549.
13
Un asunto que se vincula estrechamente con la cuestión que aquí se esboza – sobre el cual
se volverá más adelante - es aquel que relaciona el principio de la presunción de inocencia
con la prisión preventiva. En este punto la doctrina se divide entre una minoría que ve como
ilegítima e inadmisible a esta última (Ferrajoli), y una mayoría que más allá de las
discusiones teóricas que pueda soportar esta materia, reconocen que las diversas
legislaciones consagran positivamente la prisión preventiva, sin que ello implique el
desconocimiento del principio de inocencia. De allí que para este segundo grupo – mayoritario
- los esfuerzos estén dirigidos a interpretar en forma garantista la normativa existente.
14
Pfeffer, Emilio, Op. Cit. “Código Procesal Penal...”, p. 19.
26
Pues bien, alguna de las concretizaciones de este principio que podemos encontrar en
la nueva ley son las siguientes16: la consagración de la declaración del inculpado como
medio de defensa y no de prueba (artículo 93 letra d); la estricta legalidad, excepcionalidad e
indispensabilidad en la aplicación de las medidas cautelares personales y, en especial, de la
prisión preventiva (artículos 122 y 139 inciso 2°); el principio que la carga de la prueba
sobre los hechos constitutivos de la pretensión penal corresponde en forma exclusiva al
acusador (artículo 3); y, la exigencia de que nadie podrá ser condenado por delito sino
cuando el tribunal adquiera, más allá de toda duda razonable, la convicción de que realmente
se ha cometido el hecho punible objeto de la acusación y que en él ha correspondido al
acusado una participación culpable y penada por la ley (artículo 340).
“Artículo 5º.- Legalidad de las medidas privativas o restrictivas de libertad. No se podrá citar,
arrestar, detener, someter a prisión preventiva ni aplicar cualquier otra forma de privación o restricción de
libertad a ninguna persona, sino en los casos y en la forma señalados por la Constitución y las leyes.
15
En este punto sólo cabe dejar la palabra al profesor Damaska que, con extraordinario
acierto, hace un llamado a no fiarse de lo que a primera vista sugieren los sistemas
procesales, y a revisar en forma más profunda aquellos postulados que en principio pudieran
resultar concordantes en todos los países y sistemas. De esta forma, el autor ha señalado:
“No ha de sorprender, entonces, que a veces se proclame el consenso respecto a puntos sobre
los cuales los acuerdos no son más que logros retóricos. Virtualmente todos los Estados
comparten la noción de que todos los jueces deberían ser independientes y que se debe
presumir que el acusado es inocente hasta que no se pruebe lo contrario, pero la unanimidad
comienza a resquebrajarse en cuanto se consideran las implicancias de esas nociones y el
significado operativo de la administración de justicia de los diversos países”. Damaska,
Mirjan, Op. Cit., p. 10.
16
A las que cabe agregar la supresión del auto de procesamiento, y por ende, de las gravosas
consecuencias que se seguían a la calidad de procesado en el sistema que se reemplaza.
27
Las disposiciones de este Código que autorizan la restricción de la libertad o de otros derechos del
imputado o del ejercicio de alguna de sus facultades serán interpretadas restrictivamente y no se podrán aplicar
por analogía”.
Si bien no se trata de una norma novedosa (ya existía en el artículo 42 bis del Código
de 1906), vale también aquí el comentario efectuado (apoyándonos en Damaska) al tratar el
principio de presunción de inocencia, en el sentido que muchas normas que en el sistema
antiguo resultaban meras declaraciones retóricas, hoy cobran nueva vida bajo un sistema
jurídico procesal enteramente distinto a aquél que los introdujo (a lo menos nominalmente).
Así las cosas, las bases fundamentales (de las medidas restrictivas o privativas de
libertad) que surgen de este artículo son – a lo menos - cuatro: el principio de legalidad; el
criterio de excepcionalidad (consecuencia de la primera); la interpretación restrictiva; y, la
prohibición de aplicación por analogía. Especialmente sobre la segunda de estas bases se
17
Recuérdese al respecto lo que señala Ferrajoli en cuanto a lo inadmisible e ilegítima que
resulta – a su juicio - la prisión preventiva.
28
“Artículo 6º.- Protección de la víctima. El ministerio público estará obligado a velar por la protección
de la víctima del delito en todas las etapas del procedimiento penal. Por su parte, el tribunal garantizará
conforme a la ley la vigencia de sus derechos durante el procedimiento.
El fiscal deberá promover durante el curso del procedimiento acuerdos patrimoniales, medidas
cautelares u otros mecanismos que faciliten la reparación del daño a la víctima. Este deber no importará el
ejercicio de las acciones civiles que pudieren corresponderle a la víctima (inciso nuevo intercalado por la Ley
N°19.789, D.O. de 30 de enero de 2002).
Asimismo, la policía y los demás organismos auxiliares deberán otorgarle un trato acorde con su
condición de víctima, procurando facilitar al máximo su participación en los trámites en que debiere
intervenir”.
Pero cabe preguntarse a quiénes están dirigidos los distintos – pero vinculados -
mandatos que surgen del artículo 6. La misma norma se preocupa de señalarlos: al
ministerio público, al tribunal y, a la policía y demás organismos auxiliares.
18
En efecto, la doctrina está conteste en el hecho que la consideración que se tenga con la
víctima es otro antecedente que permite diferenciar un sistema de corte inquisitivo de otro
acusatorio. Mientras en el primero la víctima (y sus intereses) carece de importancia y no es
interviniente del proceso, en el segundo, la víctima adquiere un papel principal,
imponiéndose tanto al ministerio público como a la policía la obligación de darle protección
e información, entre otros derechos que se le confieren y que contribuyen a evitar la
denominada “victimización secundaria”.
29
Al primero, se le obliga a velar por la protección de la víctima del delito en todas las
etapas del procedimiento penal (ya se esbozaron éstas). También está la obligación
incorporada por la Ley N°19.789 (para reforzar aún más la protección de la víctima), esto es,
la promoción de acuerdos patrimoniales, medidas cautelares u otros mecanismos que
faciliten la reparación del daño causado a la víctima. Al segundo, se le encomienda
garantizar – conforme a la ley – la vigencia de los derechos de la víctima durante el
procedimiento. Por último, a los terceros (policía y demás órganos auxiliares) se les exige
básicamente dos cosas: otorgarle un trato acorde con su condición de víctima y facilitarle al
máximo su participación en los trámites en que debiere intervenir.
Pues bien, todo lo señalado guarda perfecta relación con lo que dispone el artículo 12
del CPP que otorga a la víctima la calidad de interviniente en el procedimiento, tenga o no la
calidad de querellante (ambas calidades se separan y configuran dos intervinientes distintos).
Por cierto, todo lo que hasta aquí se ha hablado no pasaría de ser un ideal utópico si
la ley no se ocupara de prescribir la creación de toda una estructura orgánica destinada a la
protección de la víctima. Es precisamente de ello de lo que se ocupa la LOCMP,
especialmente en los artículos 20 f), 34 e) y 38 inciso 1° (regulación de la división y
unidades de atención de víctimas y testigos), normas que abordaremos con detención al
tratar las funciones del ministerio público.
“Artículo 7º.- Calidad de imputado. Las facultades, derechos y garantías que la Constitución Política
de la República, este Código y otras leyes reconocen al imputado, podrán hacerse valer por la persona a quien
se atribuyere participación en un hecho punible desde la primera actuación del procedimiento dirigido en su
contra y hasta la completa ejecución de la sentencia.
Para este efecto, se entenderá por primera actuación del procedimiento cualquiera diligencia o gestión,
sea de investigación, de carácter cautelar o de otra especie, que se realizare por o ante un tribunal con
competencia en lo criminal, el ministerio público o la policía, en la que se atribuyere a una persona
responsabilidad en un hecho punible”.
Para evitar problemas, el legislador ha establecido por quién, desde y hasta que
momento pueden hacerse valer las facultades, derechos y garantías que se reconocen al
imputado. En este sentido, la norma señala que pueden hacerse valer por la persona a quien
se atribuyere participación en un hecho punible desde la primera actuación del
procedimiento dirigido en su contra y hasta la completa ejecución de la sentencia.
Pero aún más, la propia ley define lo que para este efecto entiende por primera
actuación del procedimiento. Señala a la letra: será cualquier diligencia o gestión, sea de
investigación, de carácter cautelar o de otra especie, que se realizare por o ante un tribunal
con competencia en lo criminal, el ministerio público o la policía, en la que se atribuyere a
una persona responsabilidad en un hecho punible.
“Artículo 8º.- Ámbito de la defensa. El imputado tendrá derecho a ser defendido por un letrado desde
la primera actuación del procedimiento dirigido en su contra.
El imputado tendrá derecho a formular los planteamientos y alegaciones que considerare oportunos,
así como a intervenir en todas las actuaciones judiciales y en las demás actuaciones del procedimiento, salvas
las excepciones expresamente previstas en este Código”.
Sin perjuicio de que más adelante se abordará con mayor profundidad este derecho,
la mera lectura de este artículo ya permite, por un lado, constatar el carácter esencial
asignado a la garantía de la defensa y, por otro, determinar – a priori – aquellos derechos
básicos con los que la ley considera el imputado debe necesariamente contar. Con su
consagración – de paso – se complementa lo que la propia Constitución asegura (artículo 19
N°3), y se da cumplimiento a lo que los tratados internacionales (CADH y PIDCP) exigen
en la materia.
En primer término, destaca el derecho del imputado a ser defendido y asistido por un
letrado (un abogado en los términos que señala el artículo 520 del COT) desde la primera
actuación del procedimiento dirigido en su contra, lo que guarda perfecta relación con lo que
se establece en el artículo 719. Vale decir, no se concibe - por la ley - etapa alguna del
procedimiento en que el imputado no pueda ser asistido por un abogado.
19
Para el profesor Alex Carocca (ex Defensor Nacional Público) el reconocimiento de la
garantía de la defensa – que sitúa en el núcleo mismo del concepto de proceso – y, en
especial, del derecho a la asistencia letrada, resulta condición indispensable para el
funcionamiento de un sistema de corte acusatorio y respetuoso de los derechos fundamentales
de contenido procesal como el que consagra el nuevo Código que, a diferencia del modelo que
se reemplaza sí permitirá dar cumplimiento al mandato constitucional e internacional del
derecho a la defensa (Carocca, Alex, y otros, 2000, “Nuevo proceso penal”, Santiago, Chile,
Editorial Jurídica Cono Sur, p. 415 y 416).
32
Con todo, sea que el imputado opte por un defensor penal público o un defensor de
su confianza, la designación misma deberá estar afinada antes de la realización de la primera
audiencia a que fuere citado. Así lo dispone claramente el inciso primero del artículo 102,
complementando lo dispuesto en la norma que comentamos.
Por último, un tercer derecho que se extrae de este artículo dice relación con el
derecho del imputado a intervenir en todas las actuaciones judiciales y demás actuaciones
del procedimiento, salvo las excepciones expresamente previstas en la propia ley, como la
que deriva del inciso 3 artículo 182 (secreto de las actuaciones de investigación). Obviando
las escasas excepciones que puedan existir, lo que la ley hace es asegurar al imputado (y a su
abogado defensor) la más amplia posibilidad de intervenir en el proceso, como una forma de
garantizarle la igualdad de oportunidades para la obtención de una sentencia que sea justa.
“Artículo 9º.- Autorización judicial previa. Toda actuación del procedimiento que privare al imputado
o a un tercero del ejercicio de los derechos que la Constitución asegura, o lo restringiere o perturbare, requerirá
de autorización judicial previa.
En consecuencia, cuando una diligencia de investigación pudiere producir alguno de tales efectos, el
fiscal deberá solicitar previamente autorización al juez de garantía.
Tratándose de casos urgentes, en que la inmediata autorización fuere indispensable para el éxito de la
diligencia, podrá ser solicitada y otorgada por cualquier medio idóneo al efecto, tales como teléfono, fax,
correo electrónico u otro, sin perjuicio de la constancia posterior (inciso incorporado por Ley N°19.789)”.
Pues bien, trátase de un principio básico en la nueva normativa procesal penal, cuyo
mandato no sólo se dirige a los fiscales y jueces, sino también a los funcionarios de la
policía que, según lo dispone el artículo 80, deberán cumplir de inmediato y sin más trámite
las órdenes que aquellos les impartan, sin que estén facultados para calificar la procedencia,
conveniencia y oportunidad de las mismas, pero sí para requerir la exhibición de la
autorización judicial previa en los casos que correspondan (respecto a esta exigencia cabe
tener presente el inciso final agregado al artículo 80 por la Ley N°19.789).
Al igual que en los demás principios que hemos analizado, la ley especifica y
ejemplifica, bajo hipótesis más acotadas, aquellas situaciones que persigue proteger a través
de la consagración de este principio. Dentro de éstas se cuentan, as lo menos, las siguientes
manifestaciones: el artículo 197 (exámenes corporales del imputado u ofendido); el artículo
202 (exhumación de cadáver); el artículo 203 (pruebas caligráficas al imputado); el artículo
205 (entrada y registro en lugares cerrados); el artículo 217 (incautación de objetos y
documentos); el artículo 218 (retención e incautación de correspondencia); el artículo 219
(copias de comunicaciones o transmisiones); el artículo 222 (interceptación y grabación de
comunicaciones telefónicas); y, el artículo 236 (autorización para practicar diligencias sin
conocimiento del afectado).
En definitiva, lo que la ley persigue con la consagración del principio es que toda
actuación de los fiscales del ministerio público que pueda producir alguno de los efectos que
señala el artículo 9 (léase privación, restricción o perturbación en los derechos asegurados
por la Constitución Política), deba estar siempre precedida de la correspondiente
autorización formal del juez de garantía.
Con todo, como ya se adelantó, la Ley N°19.789 vino a morigerar – para los casos
urgentes cuya investigación requiera inmediatez en la autorización judicial - la exigencia
contenida en la norma que comentamos, principalmente persiguiendo facilitar el trabajo de
investigación del ministerio público cuyo éxito podría verse afectado si no se contemplaban
opciones más rápidas a las originalmente establecidas. Así, tratándose de casos como los
35
señalados, se faculta que la autorización judicial previa sea solicitada y otorgada por
cualquier medio idóneo al efecto, como por ejemplo, teléfono, fax, correo electrónico u otro.
Ahora bien, por cierto, esta facultad no exime (así lo señala expresamente la ley) de la
obligación de la constancia posterior de la autorización judicial obtenida por la vía aludidas,
ni tampoco de la posterior exhibición formal a la policía en los términos que postula el
artículo 80. En fin, se otorga mayor facilidad al ministerio público, pero se mantiene la
obligación de la autorización previa para las hipótesis de afectación de derechos que
contempla el artículo 9.
“Artículo 10.- Cautela de garantías. En cualquiera etapa del procedimiento en que el juez de garantía
estimare que el imputado no está en condiciones de ejercer los derechos que le otorgan las garantías judiciales
consagradas en la Constitución Política, en las leyes o en los tratados internacionales ratificados por Chile y
que se encuentren vigentes, adoptará, de oficio o a petición de parte, las medidas necesarias para permitir dicho
ejercicio.
Si esas medidas no fueren suficientes para evitar que pudiere producirse una afectación sustancial de
los derechos del imputado, el juez ordenará la suspensión del procedimiento y citará a los intervinientes a una
audiencia que se celebrará con los que asistan. Con el mérito de los antecedentes reunidos y de lo que en dicha
audiencia se expusiere, resolverá la continuación del procedimiento o decretará el sobreseimiento temporal del
mismo”.
“Esta norma tuvo su origen en el Senado durante el estudio de medidas de seguridad que pueden
aplicarse a los enajenados mentales (título VII, libro IV). En esa oportunidad se trajo a colación el caso de
aquellas personas que, con posterioridad al hecho que se investiga, vean debilitadas de tal manera sus aptitudes
36
que, si bien pudiera ser dudoso que queden comprendidas dentro del concepto normativo de enajenado mental,
no se presentan en cambio mayores vacilaciones para concluir que no pueden acogerse en plenitud a la garantía
de un racional y justo procedimiento que les asegura la Constitución Política ni a las garantías judiciales que
explicita en mayor medida la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa
Rica, en particular las que configuran el derecho de defensa.
Se estuvo de acuerdo en que, si bien estos derechos están suficientemente perfilados, era preciso
establecer un mecanismo expedito que permita hacerlos efectivos, ya que, de otra forma, si no se aplicasen las
disposiciones previstas para quienes caen en enajenación durante el procedimiento, los derechos sólo podrían
ejercerse al término de éste, por la vía de impetrar la declaración de nulidad del juicio oral, lo que resulta de
todo punto de vista inconveniente. Se coincidió en que, por la naturaleza de la materia, la regla en cuestión
debía contemplarse dentro de los principios básicos de este Código”20.
Quedan claras las razones que llevaron a la incorporación de este artículo. A este
respecto sobran más comentarios.
La segunda: la norma no establece cuáles son las medidas que debe adoptar el juez
de garantía para poner remedio a la situación que se postula. En consecuencia, la ley lo deja
al criterio del tribunal.
Y una tercera: el destinatario de las facultades que la norma contempla sólo es el juez
de garantía. No procede su invocación (o la actuación de oficio) en aquellos casos que se
encuentren ya en la última fase del procedimiento (juicio oral), ante el tribunal oral en lo
penal.
20
Pfeffer, Emilio, Op. Cit. “Código Procesal Penal ...”, p. 28.
37
Finalmente, cabe sólo destacar que entre las facultades otorgadas al juez de garantía
figuran no solamente la adopción de medidas que pongan remedio a la situación y permitan
el ejercicio efectivo de los derechos, sino también – en caso que dichas medidas fueren
insuficientes – la suspensión del procedimiento. Si evaluando la situación del imputado opta
por esta segunda medida, el juez está obligado a citar a todos los intervinientes a una
audiencia para, con los antecedentes reunidos y lo que en ella se exponga, resolver la
continuación del procedimiento o decretar el sobreseimiento temporal del mismo si procede
lo prescrito en la letra c del artículo 252, en relación con el artículo 465.
“Artículo 11.- Aplicación temporal de la ley procesal penal. Las leyes procesales penales serán
aplicables a los procedimientos ya iniciados, salvo cuando, a juicio del tribunal, la ley anterior contuviere
disposiciones más favorables al imputado”.
La primera parte del artículo no hace sino confirmar la ya conocida regla que las
leyes procesales (leyes concernientes a la sustanciación y ritualidad de los juicios dice el
artículo 24 de la ley sobre el efecto retroactivo de las leyes) poseen vigencia in actum, esto
es, prevalecen sobre las anteriores desde el momento en que deben empezar a regir.
Sin embargo, la segunda parte de la norma contempla una excepción a esta regla
citada, y consiste en que la ley procesal penal no será aplicada in actum cuando la ley
anterior contenga disposiciones más favorables al imputado.
Por fin, en el principio que ahora nos ocupa, la evaluación y decisión respecto a cuál
es la ley más favorable al imputado se reserva e impone al tribunal.
38
23.- Intervinientes.
“Artículo 12.- Intervinientes. Para los efectos regulados en este Código, se considerará intervinientes
en el procedimiento al fiscal, al imputado, al defensor, a la víctima y al querellante, desde que realizaren
cualquier actuación procesal o desde el momento en que la ley les permitiere ejercer facultades determinadas”.
De otro lado, es la propia ley la que precisa el momento desde el cual estos
intervinientes serán considerados como tales. Al efecto señala que ello acontecerá desde que
realicen cualquier actuación procesal o desde el momento en que la ley les permita ejercer
facultades determinadas. Ejemplo de esta última hipótesis es el caso del querellante que,
evidentemente, sólo será considerado interviniente a partir del momento en que su querella
sea acogida a tramitación.
“Artículo 13.- Efecto en Chile de las sentencias penales de tribunales extranjeros. Tendrán valor en
Chile las sentencias penales extranjeras. En consecuencia, nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito
por el cual hubiere sido ya condenado o absuelto por una sentencia firme de acuerdo a la ley y al procedimiento
de un país extranjero, a menos que el juzgamiento en dicho país hubiere obedecido al propósito de sustraer al
individuo de su responsabilidad penal por delitos de competencia de los tribunales nacionales o, cuando el
imputado lo solicitare expresamente, si el proceso respectivo no hubiere sido instruido de conformidad con las
garantías de un debido proceso o lo hubiere sido en términos que revelaren falta de intención de juzgarle
seriamente.
En tales casos, la pena que el sujeto hubiere cumplido en el país extranjero se le imputará a la que
debiere cumplir en Chile, si también resultare condenado.
39
La ejecución de las sentencias penales extranjeras se sujetará a lo que dispusieren los tratados
internacionales ratificados por Chile y que se encontraren vigentes”.
La norma señala que tendrán valor en nuestro país las sentencias penales extranjeras,
sin distinguir si se trata de sentencias condenatorias o absolutorias. Por ende, las comprende
a ambas.
El artículo ratifica el principio non bis in ídem al prescribir que nadie podrá ser
juzgado ni sancionado por un delito por el cual hubiere sido ya condenado o absuelto por
una sentencia firme de acuerdo a la ley y al procedimiento de un país extranjero.
Con todo, y aquí retomamos el tema de las excepciones, la ley contempla dos
hipótesis en las cuales el principio enunciado no tiene vigor. La primera dice relación con el
caso de un juzgamiento que haya obedecido al propósito de sustraer al individuo de su
responsabilidad penal por delitos de competencia de los tribunales nacionales y, la segunda,
con un proceso que no hubiere sido instruido de conformidad con las garantías de un debido
proceso o lo hubiere sido en términos que revelaren falta de intención de juzgarle
seriamente.
En efecto, la norma citada señala que la Corte no enjuiciará a nadie que haya sido
encausado por otro tribunal (reconociendo plenamente el principio), a menos que el proceso
40
Como se puede apreciar, las excepciones que contemplan tanto nuestro Código como
el Estatuto versan sobre típicos casos de cosa juzgada inválida o nula (también denominada
írrita), lo que – si queremos ser rigurosos – nos obliga a descartarles como verdaderas
excepciones al principio non bis in ídem, debido a que el supuesto primer fallo (con tales
características) no tiene el valor de cosa juzgada, lo que impide considerarlo como un
antecedente válido que permita restar fuerza al principio reconocido en el inciso segundo del
artículo 1 y en el propio artículo 13. En otras palabras, no se trata sino de excepciones
aparentes a un principio bien plantado en nuestra legislación y en los tratados
internacionales sobre DD.HH.
Para tales casos de “doble juzgamiento”, la ley prescribe que la pena que el sujeto
hubiere cumplido en el país extranjero se le imputará a la que debiere cumplir en Chile, en el
caso que también resulte condenado.
En cuanto a las demás sentencias penales extranjeras (las válidas), la norma que
comentamos señala que su ejecución se sujetará a lo que dispusieren los tratados
internacionales ratificados por nuestro país y que se encuentren vigentes.
CAPÍTULO III
25.- Son las normas contenidas en el título II del libro I, específicamente los artículos 14
a 52 del nuevo Código. Se trata de artículos que, siendo de importancia para la tramitación
41
26.- Plazos.
a.- Todos los días y horas serán hábiles para realizar las actuaciones del
procedimiento y no se suspenderán los plazos por la interposición de días feriados (artículo
14 inciso 1). Se aplica la regla general que contempla el artículo 50 del Código Civil.
b.- En el caso de los plazos de días que venzan en día feriado, éstos se considerarán
ampliados hasta las 24 horas del día siguiente que no fuere feriado (artículo 14 inciso 2),
42
siendo una norma que ya existía en la ley anterior, y que evitará tener que llevar el escrito a
la casa del jefe de la unidad de administración de causas (que cumple las funciones del
secretario) y la posibilidad de presentarlo fuera de plazo.
c.- En cuanto a lo que dice relación con el feriado judicial, nada menciona el artículo
14 que comentamos, a diferencia de lo que acontece en el Código que se reemplaza donde
expresamente se prescribe que el referido feriado no es aplicable al procedimiento penal. Por
ello, se hace necesario acudir a lo que dispone el artículo 313 del COT, que en su inciso 2
prescribe que para los jueces letrados que ejercen jurisdicción criminal no regirá la
concesión que el inciso primero otorga, esto es, el cese de las obligaciones de residencia y
asistencia diaria al despacho durante los días feriados y el tiempo de vacaciones, por lo que
– en definitiva – estimamos que la inaplicación del feriado judicial al procedimiento penal se
mantiene.
Con todo, cabe señalar que una de las ventajas que se reconocían al inciso 3 del
artículo 44 citado (ausente en la nueva ley) era el impedir dificultades de interpretación
respecto a la suspensión de los plazos, pues el artículo del COT se refiere a los jueces y no al
procedimiento. No obstante ello, creemos que la interpretación no debe tornarse dudosa.
e.- Los plazos son fatales e improrrogables, a menos que se disponga expresamente
lo contrario (artículo 16), como sucede por ejemplo en el artículo 132 inciso 2 (audiencia de
control de detención), donde la ley faculta al fiscal para solicitar una ampliación del plazo de
detención hasta por 3 días a fin de preparar su formalización de investigación y las
eventuales medidas cautelares.
f.- Cuando por un hecho no imputable, por defecto en la notificación, por fuerza
mayor o caso fortuito, cualquier interviniente se hubiere visto impedido de ejercer un
derecho o desarrollar alguna actividad dentro del plazo establecido por la ley, podrá solicitar
al tribunal un nuevo plazo (no se trata de una prórroga), que le podrá ser otorgado por el
mismo período (artículo 17).
Dicha solicitud debe formularse dentro de los 5 días siguientes a aquél en que
hubiere cesado el impedimento. Así lo dispone este artículo que, en términos mucho más
precisos y contemplando otras hipótesis, retoma la esencia de lo prescrito en el inciso 2 del
artículo 45 del Código de 1906.
El artículo 22, que regula las comunicaciones del ministerio público, se remite a las
condiciones y circunstancias dispuestas en esta norma en lo que se refiere a las
44
g.- La ley faculta la renuncia de los plazos (artículo 18). Es una facultad de todos los
intervinientes del procedimiento, respecto a los plazos establecidos en su favor. Se requiere
de su manifestación expresa.
Por ello, si el plazo fuere común, la abreviación o la renuncia del plazo requerirán del
consentimiento de todos los intervinientes, además de la aprobación del tribunal.
Son los artículos 19, 20 y 21 los que se ocupan de esta materia. De ellos destacamos
lo siguiente:
a.- Estas comunicaciones podrán realizarse por cualquier medio idóneo, sin perjuicio
del posterior envío de la documentación que fuere pertinente (artículo 21).
b.- Todas las autoridades y órganos del Estado deberán – como regla general -
realizar las diligencias y proporcionar, sin demora, la información requerida por el
ministerio público y los tribunales con competencia penal (artículo 19).
45
A partir del inciso tercero, el artículo 19 se hace cargo de una hipótesis específica:
por un lado, la autoridad requerida retarda el envío de los antecedentes o se niega a
enviarlos, so pretexto de su carácter secreto (o reservado) y, por el otro, el fiscal estima
indispensable la realización de la actuación. Presentada esta disyuntiva, la ley ordena al
fiscal remitir los antecedentes al fiscal regional quien, si comparte esa apreciación, solicitará
a la Corte de Apelaciones respectiva que, previo informe de la autoridad de que se tratare
(recabado por la vía que considerare más rápida), resuelva la controversia.
Las resoluciones que los ministros de Corte pronunciaren para resolver estas materias
no los inhabilitarán para conocer los recursos que se dedujeren en la causa de que se tratare.
46
El artículo 209 se relaciona con lo hasta aquí dispuesto, y regula la entrada y registro
en lugares especiales, léase lugares religiosos, edificios en que funcionare alguna autoridad
pública o recintos militares. Por su carácter específico, nos remitimos a lo allí dispuesto.
c.- Por fin, en lo que se relaciona con los requerimientos entre tribunales (dentro del
mismo territorio jurisdiccional), se dispone que ellos se dirigirán directamente, sin más
menciones que la indicación de los antecedentes necesarios para su cabal comprensión, y los
que antes señalamos a propósito de los requerimientos a las autoridades (artículo 20).
Se regula en los artículos 22 y 23. Ambos dicen relación con las comunicaciones
entre ministerio público y los intervinientes, siendo la segunda norma (citaciones) una
especie dentro del género que implica la primera.
Pues bien, las comunicaciones que el ministerio público deba realizar a los
intervinientes del procedimiento, deberán realizarse - bajo su responsabilidad – por
cualquier medio razonable que resulte eficaz (artículo 22). Consecuente con ello, la carga de
la prueba de haber realizado la comunicación corresponde al ministerio público.
Pero inconforme con ello, la ley otorga la posibilidad de que un interviniente solicite
un nuevo plazo (en los términos que señala el artículo 17 ya visto) si prueba que por
deficiencia de la comunicación se encontró impedido de ejercer oportunamente un derecho o
desarrollar alguna actividad dentro del plazo legal.
47
a.- Funcionarios habilitados (artículo 24).- La primera regla indica que son los
funcionarios del tribunal que hubiere expedido la resolución. Ellos han sido designados por
el juez presidente del comité de jueces, a propuesta del administrador del tribunal.
Sin embargo, el tribunal podrá ordenar que una o más notificaciones determinadas se
practicaren por otro ministro de fe o, en casos calificados y por resolución fundada, por un
agente de policía. Nótese la doble excepcionalidad de esta segunda regla: una o más
notificaciones determinadas donde la urgencia lo amerite (para el caso de otros ministros de
fe) y, casos calificados por resolución fundada (en el caso de los agentes de policía).
d.- Notificación al ministerio público (artículo 27).- El ministerio público tiene una
obligación similar a la que vimos en el literal anterior: debe indicar su domicilio dentro de
los límites urbanos de la ciudad que funcionare el tribunal, además de informar de cualquier
cambio del mismo. Cumplida la obligación, será notificado en el lugar indicado (sus
oficinas, precisa la ley).
Cabe recordar los problemas que la norma del artículo 505 del Código de 1906
acarreaba a las defensas al disponer que tanto la sentencia de primera instancia como el
cúmplase de la de segunda se notificaban en persona al procesado y no a sus representantes.
Pues bien, este inconveniente se soluciona con lo prescrito en esta norma, donde - aún en
aquellos casos de excepción - no se dejará de notificar al defensor (o mandatario). La ley
emplea la expresión “también”, que refleja el carácter no excluyente de la notificación que
plantéa.
Con todo, los interesados podrán pedir copias de los registros en que constaren estas
resoluciones, las que se expedirán sin demora.
50
j.- Citaciones judiciales (artículo 33).- El artículo señala que cuando fuere necesario
citar a alguna persona para llevar a cabo una actuación ante el tribunal, se le notificará la
resolución que ordenare su comparecencia. Desde ya cabe relacionar esta norma con los
artículos 123 y 124 que regulan la citación como medida cautelar personal, los que
analizaremos al tratar estas medidas.
La ley precisa el contenido de la citación: se hará saber a los citados el tribunal ante
el cual debieren comparecer; su domicilio; la fecha y hora de la audiencia; la identificación
del proceso de que se tratare; y, el motivo de su comparecencia.
pueden imponérseles sanciones. También se les deberá indicar que, en caso de impedimento,
deberán comunicarlo y justificarlo ante el tribunal, con anterioridad a la fecha de la
audiencia, si fuere posible.
En cuanto a las facultades que el tribunal posee en esta materia, cabe destacar que
puede ordenar que el imputado que no compareciere injustificadamente sea detenido o
sometido a prisión preventiva hasta la realización de la actuación respectiva. En el caso de
testigos, peritos u otras personas cuya presencia se requiriere, podrán ser arrestados hasta la
realización de la actuación por un máximo de 24 horas e imponérseles, además, una multa
de hasta 15 UTM.
Los artículos 34 a 38 dan las pautas en torno a esta materia, algunas de ellas
constitutivas de remedios expresos frente a vicios propios del antiguo sistema.
b.- Para dar real efectividad al principio de inmediación que inspira muy fuertemente
el nuevo sistema, prohíbe en forma expresa la delegación de funciones en empleados
subalternos para realizar actuaciones en que las leyes requirieren la intervención del juez
52
En esta materia, obligado resulta referirse a lo que acontecía bajo el amparo de la ley
anterior. Para empezar, es necesario recordar que justicia penal y actuarios parecían
conceptos inseparables. Sin embargo, para que no resulte liviana esta afirmación, debe
conjugarse con ciertas precisiones que ponen las cosas en su justo lugar.
Entre ellas figura – que duda cabe - la distinción que cabe hacer entre lo que
constituyó la formulación legal de la cuestión y, lo que fue la praxis de los tribunales
nacionales.
Pero bien, la normativa antes señalada (por lo menos la mayor parte de ella) tuvo un
correlato práctico derechamente distinto al que se ha esbozado, principalmente debido a dos
razones: la característica escrita del sistema y, la reconocida recarga de trabajo y
responsabilidades impuestas al juez del crimen (investiga, acusa y falla). En este contexto, la
delegación existió en forma generalizada, no de manera subrepticia u oculta (no se
consideraba irregular o ilegal), sino que a la vista y paciencia de todos los operadores del
sistema. Es más, fue tolerada por éstos como un mal necesario frente a la reconocida falta de
recursos, pasando a formar parte de la estructura del antiguo sistema.
53
Atendida la sanción que se establece, cabe relacionar esta materia con lo que
prescriben los artículos 159 a 165 en torno a las nulidades procesales.
Para nadie es un misterio que, bajo el sistema anterior, era práctica habitual la
fundamentación formal de las resoluciones. Ello no sólo atentaba contra el efecto
socializador propio de las resoluciones judiciales, sino también dificultaba – o derechamente
impedía – a las partes comprender los motivos tenidos a la vista por el juzgador.
Respecto a las manifestaciones y concretizaciones que esta norma tiene a lo largo del
Código, nos remitimos a lo ya señalado al analizar los principios contenidos en el artículo 1,
norma en la cual también se exige la existencia de una sentencia que esté fundada.
21
Con todo, no fueron pocos quienes argumentaron en torno a lo innecesario de una sanción
expresa para la delegación de actuaciones en empleados subalternos. Para ellos, la normativa
(del Código de 1906) acerca de la nulidad, bastaba para dar sanción a la delegación en los
actuarios, especialmente con lo dispuesto en el artículo 69. Por nuestra parte, coincidimos
en que pudo haberse sancionado con nulidad el vicio señalado, sin embargo, estimamos que la
solución al problema, al estar ligado a la estructura del sistema procesal penal antiguo,
requería más que una interpretación de las normas de la nulidad y más que voluntad de
54
d.- Respecto a la firma de las resoluciones se dispone que las resoluciones serán
suscritas por el juez o por todos los miembros del tribunal que las dictare judiciales (artículo
37). Ahora, si alguno de los jueces no pudiere firmar se dejará constancia del impedimento.
e.- Por último, la ley se hace cargo de los plazos (generales) para dictar las
resoluciones (artículo 38).
sancionar, un cambio estructural, como el que se verificó con la aprobación del nuevo Código
y sus leyes complementarias.
55
a.- Las reglas generales que se plantean pueden dividirse en dos tópicos, lo que
obliga a distinguir las actuaciones de las resoluciones (artículo 39):
En todo caso, el registro - en uno u otro caso - se efectuará por cualquier medio apto
para producir fe, que permita garantizar la conservación y la reproducción de su contenido.
En consecuencia, cumpliendo las exigencias, no necesariamente debe tratarse de un registro
de carácter escrito.
b.- El registro de las actuaciones realizadas por o ante el juez de garantía, por
ejemplo, una formalización de la investigación por parte del fiscal, no requiere de una
relación textual en el registro. La ley sólo exige un resumen de lo obrado que refleje
fielmente la parte esencial de la actuación y describa las circunstancias en las cuales se
hubiere llevado a cabo.
Con todo, los intervinientes podrán solicitar al juez que se deje constancia en el
registro de observaciones especiales que formulen, y de esta forma evitar que el funcionario
que este registrando (resumidamente) la actuación omita algún aspecto que a juicio del
interviniente resulta esencial dejar su constancia.
c.- En lo que se relaciona con el registro del juicio oral (artículo 281 y siguientes)
debemos distinguir dos cuestiones.
La primera, radica en el mandato legal que exige que el juicio oral sea registrado en
forma íntegra (artículo 41), por cualquier medio que asegure fidelidad (por cualquier medio
apto para producir fe, que permita garantizar la conservación y la reproducción de su
contenido, señala el artículo 39).
La importancia del registro del juicio no es menor, por ello la exigencia de que sea
íntegro, a diferencia de lo que ocurre con las actuaciones realizadas ante un juez de garantía.
Por ejemplo, de qué forma se podría comprobar que en un juicio se han infringido
sustancialmente derechos y garantías constitucionales, si no existe registro que de cuenta –
íntegramente - de la manera en que las actuaciones que se llevaron a cabo y las resoluciones
se dictaron. Contar con este registro resulta esencial para el tribunal que está llamado a
resolver el recurso de nulidad. Tan cierto es lo señalado que el artículo 381 establece que,
concedido el referido recurso de nulidad, el tribunal remitirá a la Corte (Suprema o de
Apelaciones, según sea el caso), entre otros documentos, la copia del registro de la audiencia
del juicio oral o de las actuaciones determinadas de ella que se impugnaren.
La segunda se vincula con el valor que la ley asigna al registro. Se establece que el
registro del juicio oral demostrará cuatro cosas: el modo en que se hubiere desarrollado la
audiencia; la observancia de las formalidades previstas para ella; las personas que hubieren
intervenido; y, los actos que se hubieren llevado a cabo. Lo anterior – como es lógico - sin
perjuicio de lo prescrito en el artículo 359 referido a la prueba en el recurso de nulidad.
d.- La conservación de los registros es una materia regulada por el Código donde se
percibe claramente la lucha librada (a propósito de la reforma procesal penal) entre los
principios de oralidad y escrituración (artículo 43). En efecto, lo que este artículo hace es lo
mismo que hacía el título VIII del libro III del Código antiguo, regulando el procedimiento
en caso de pérdida de procesos criminales (reconstitución del expediente).
El mismo acceso se garantiza a los terceros, pero sólo cuando los registros dieren
cuenta de actuaciones que fueren públicas de acuerdo a la ley. Empero, de igual forma, el
58
tribunal podrá restringir este acceso a fin de evitar la afectación de la normal sustanciación
(de la investigación o la causa) o el principio de inocencia. En todo caso, transcurridos 5
años desde la realización de las actuaciones consignadas en los registros, éstos serán
públicos para todos.
32.- Costas.
Del párrafo 7 del título II del libro I, además de la sistematicidad y orden (ausentes
de la norma antigua), destacamos lo siguiente:
- Las costas serán de cargo del condenado (artículo 47). Lo mismo, pero en otros
términos expresaba el artículo 504 del Código de 1906. Estas comprenden tanto
las procesales como las personales (artículo 46).
- La víctima que abandone la acción civil soportará las costas que su intervención
como parte civil hubiere causado. Lo propio ocurre respecto del querellante que
abandone o se desista de la querella (véase los artículos 118, 120 y 401), o en el
evento que el imputado sea absuelto o sobreseído definitivamente (caso en el cual
será condenado junto con el ministerio público), salvo que el tribunal lo exima
del pago (total o parcialmente) por razones fundadas que deberá expresar en
forma determinada.
- Con todo, la ley establece una norma que exime a los fiscales, abogados y
mandatarios de los intervinientes de ser condenados personalmente al pago de las
costas. Las únicas excepciones que se contemplan pro el legislador (que
requieren de resolución fundada del tribunal) son los casos de notorio
desconocimiento del derecho o de grave negligencia en el desempeño de sus
funciones, donde el tribunal podrá imponer el pago total o parcial de las costas.
- Por último, toda resolución que ponga término a la causa o decida un incidente
deberá pronunciarse sobre el pago de las costas de procedimiento (artículo 45).
Se trata de la única norma que contiene el párrafo 8 del título y libro ya citados: el
artículo 52. Dispone que serán aplicables al procedimiento penal, en cuanto no se opusieren
60
Por esta razón, la norma del artículo 32 (normas supletorias aplicables a las
notificaciones) del Código no sirve sino para ratificar algo que ya está comprendido en este
artículo 52 que, en forma expresa, se remite, a lo prescrito en todo el libro I del cuerpo legal
citado.
34.- Esta sanción se encuentra regulada en el título VII del libro I (artículos 159 a 165). A
pesar de que no existe – como en el caso de la regulación de las notificaciones – remisión
expresa a la normativa establecida en el CPC, debemos tener presente lo recién señalado a
propósito del artículo, por cuanto la remisión que allí se efectúa debe comprender – cuando
corresponda – la regulación que de la nulidad procesal realiza – bastante inorgánicamente –
el CPC, al menos, en lo que dice relación con aquellas normas contenidas en el libro I del
citado cuerpo normativo.
61
35.- Procedencia.
Al igual que en materia civil (artículo 83 del CPC, introducido por la Ley N°18.705)
y, al igual que lo dispuesto en el Código de Procedimiento Penal (artículos 70 y 71 bis,
incorporados a través de la Ley N°18.857), bajo la nueva normativa no procede declarar la
nulidad por la sola nulidad. Debe existir perjuicio, lo que en doctrina se conoce bajo el
nombre de principio de protección: no hay nulidad procesal sin perjuicio para la parte que la
solicita.
Por lo anterior, la nulidad quedará subsanada cuando, a pesar del vicio, el acto
cumpla su finalidad respecto de todos los interesados (artículo 164).
Pues bien, la propia ley se encarga de precisar cuando existe perjuicio. Lo habrá
cuando la inobservancia de las formas procesales atente contra las posibilidades de actuación
de cualquiera de los intervinientes en el procedimiento. En otras palabras, la infracción de
las formas procesales sólo serán sancionables vía nulidad procesal, cuando ellas afecten las
posibilidades de actuación de alguno de los intervinientes.
Se contempla una regla especial para aquellos vicios producidos en una actuación
verificada en una audiencia. Se basa en el principio de economía procesal y consiste en
exigir que en este caso las solicitudes de nulidad se impetren antes del término de la misma
audiencia. Como es obvio, para esta hipótesis no corre la exigencia de escrituración de la
solicitud, ordenándose su formulación en forma verbal.
Con todo, si se trata de una nulidad de las previstas en el citado artículo 160
(nulidades absolutas), el tribunal sí podrá declararla de oficio. En todo caso, se trata de una
autorización o facultad que se le otorga al tribunal, no importando una obligación.
Son los casos de saneamiento de la nulidad (artículo 164, que prácticamente repite lo
prescrito en el artículo 71 bis de la ley que se reemplaza). En ellos se recoge el principio de
convalidación o subsanación.
Ya hemos visto dos de los casos, pero para un mayor orden los enunciamos a
continuación:
- Cuando, a pesar del vicio, el acto cumpliere su finalidad respecto de todos los
interesados, salvo – como ya se dijo - en los casos de nulidades previstas en el
artículo 160.
Si la infracción invocada como motivo del recurso se refiriere a una ley que regulare
el procedimiento, el recurso sólo será admisible (salvo ciertas excepciones) cuando quien lo
entablare hubiere reclamado oportunamente del vicio o defecto (preparación del recurso).
Así lo dispone el artículo 377.
65
Pues bien, el inciso final del artículo 165 establece que la solicitud de nulidad
constituirá preparación suficiente del recurso de nulidad para el caso que el tribunal no
resolviere la cuestión de conformidad a lo solicitado.
CAPÍTULO IV
41.-
* SUJETOS PROCESALES.
66
Al hablar de sujetos procesales, queremos aludir a los operadores jurídicos del sistema que se
instaura, operadores que, ya sea en calidad de usuarios, auxiliares, instructores o juzgadores,
asumirán la importante tarea de dar vida al nuevo proceso penal.
* MINISTERIO PÚBLICO22:
22
No confundir con el tradicional Ministerio Público que conocíamos hasta la fecha, servicio auxiliar de la
administración de justicia, integrado por el Fiscal de la Corte Suprema (jefe del servicio), y los fiscales de las
Cortes de Apelaciones. Actualmente este servicio es denominado FISCALÍA JUDICIAL.
23
Para desempeñar el cargo de fiscal se requiere tener el título de abogado. Ello sin perjuicio de los requisitos
específicos que la ley señala para cada jerarquía. Para el cargo de fiscal adjunto se requiere ser ciudadano con
derecho a sufragio, reunir los requisitos de experiencia y formación especializadas adecuadas al cargo, y no
encontrarse sujeto a alguna de las incapacidades e incompatibilidades previstas en la ley. El ingreso es previo
concurso público, tienen obligación de dedicación exclusiva y gozan de fuero (art. 80 HCPR).
67
Cabe señalar que será la división de atención de víctimas y testigos del MP a quién
le corresponderá tomar las medidas necesarias y pertinentes a fin de dar cumplimiento a esta
obligación. Ello, por cierto, sin perjuicio de las peticiones y solicitudes de medidas que
deberá plantear directamente el fiscal al juez en el caso de probables hostigamientos,
amenazas o atentados en contra de la víctima o su familia (art. 109 letra a). Por ejemplo,
solicitar alguna de las medidas cautelares personales que contempla el CPP. Además, de la
lectura de los arts. 142 y 144 se desprende que la víctima tiene el derecho a ser oída tanto en
la tramitación de la solicitud de prisión preventiva como en la de revocación de la misma que
plantee el imputado.
juez de la causa. Y aún en aquel sistema era difícil su concreción, pues partía de la base del
desdoblamiento mental del juez que, por un lado, investigaría para lograr la condena del
imputado y, por el otro, investigaría también para obtener la eximición, extinción o
atenuación de la responsabilidad del sujeto pasivo del juicio.
24
La autonomía se refiere a que el MP no se encuentra sometido a vínculo jerárquico o de dependencia al
Presidente de la República o algún Ministerio y que cumple sus funciones sin estar supeditado a otros organismos
del Estado (Medina, Rodrigo y otro, 2001, “Manual de Derecho Procesal Penal”, Santiago, Editorial Libromar, p. 35).
25
La definición del MP como un ente jerarquizado nos indica que se trata de una institución en que existe una
relación de mando y subordinación, esto es, que sus miembros se hayan organizados en distintos estamentos e
interactúan a partir de la relación de superior – subordinado (Loc. cit.)
26
Ahora bien, existe sin embargo el denominado derecho de representación, a través del cual los fiscales adjuntos
que por principio están obligados a obedecer las instrucciones particulares que les imparta el Fiscal regional
respecto de un caso “X”, pueden representarlas si las estiman manifiestamente arbitrarias o que atentan contra la
ley o la ética profesional (art. 44 LOCMP).
27
No posee el monopolio de tal acción penal, desde el momento en que se ha mantenido la figura del querellante,
que puede adherirse al libelo de acusación fiscal o presentar acusación particular. Es más, en el caso que el fiscal
no desee acusar, el querellante puede lograr del Juez de garantía que remita los antecedentes a los superiores de
aquél a fin que se acuse o, si el Ministerio público insiste en su posición, puede lograr tomar el lugar de éste (Art.
258).
28
Respecto a este punto me remito lo regulado en los arts. 13 y siguientes de la LOCMP.
69
de manera tal que se permita el conocimiento tanto de los procedimientos como de los
contenidos y fundamentos de las decisiones que se adopten en el ejercicio de ella. En
definitiva, que no existan cosas obscuras o turbias que enloden el proceder del MP. Ello no
es permitido por la ley, ni aún bajo el pretexto del mejor cumplimiento de sus funciones de
investigación. ¿Y la probidad? Dice relación con la exigencia de realizar una declaración
jurada de intereses en el plazo que indica la ley me remito a lo que en ella se prescribe.
3.h. De IGUALDAD DE ACCESO A LOS EMPLEOS DEL MINISTERIO
PÚBLICO (Art. 10 LOCMP). Cumpliendo los requisitos legales, cualquiera puede postular
en igualdad de condiciones a los empleos del MP.
3.i. De LEGALIDAD (Art. 3 LOCMP). En el ejercicio de sus funciones, los
funcionarios del MP velarán únicamente por la correcta aplicación de la ley. Ésto, como
veremos más adelante, no se opone a la aplicación del principio de oportunidad.
4. Responsabilidades.
Cómo ya lo señale más arriba, los funcionarios del MP son responsables por sus
actuaciones, sin perjuicio de la responsabilidad que surge para el Estado por las conductas
erróneas o arbitrarias en que éstos incurran. Las clases de responsabilidad son:
4.a. Política – Art. 80 G CPR – El Fiscal nacional y los Fiscales regionales sólo
podrán ser removidos por la Corte Suprema a requerimiento del presidente de la república,
de la Cámara de Diputados, o de diez de sus miembros (la remoción de los fiscales
regionales también puede ser solicitada por el fiscal regional), por incapacidad, mal
comportamiento o negligencia manifiesta en el ejercicio de sus funciones. La Corte verá el
asunto en pleno, y para acordar la remoción requerirá reunir el voto conforme de los cuatro
séptimos de sus miembros en ejercicio.
4.b. Penal – El art. 46 LOCMP contempla las diversas hipótesis que pueden darse
que dependen de si intervino en ejercicio de sus funciones o no.
4.c. Civil – Art. 5 LOCMP. Se señala que el Estado será responsable por las
conductas injustificadamente erróneas o arbitrarias del Ministerio público. Ello no obsta a la
responsabilidad que pudiese afectar al fiscal que produjo el daño. Es la responsabilidad que
tiene por objeto obtener la reparación de los daños que se ocasiones al patrimonio público o
al de terceros, por actos u omisiones de un fiscal en el desempeño de su cargo.
4.d. Disciplinaria – La responsabilidad disciplinaria de los fiscales por los actos
realizados en el ejercicio de sus funciones (infracción de deberes o violación de
71
prohibiciones legales) podrá hacerse efectiva por la autoridad superior respectiva, de acuerdo
al procedimiento que regula la misma ley. Las sanciones que contempla van desde la
amonestación privada a la remoción (Arts. 48 a 52 LOCMP).
5. Inhabilitaciones.
• Se regulan en los arts. 54 a 59 LOCMP. El hecho que en algún fiscal se configure una
causal de inhabilidad impide que éste pueda dirigir la investigación y ejercer la acción
penal pública. ¿Por qué? La razón es simple: se quiere asegurar la vigencia de los
principios de objetividad y probidad.
• Los fiscales tienen el deber de informar, por escrito, a su superior jerárquico, la causa de
inhabilitación que les afecte. Y para ello tienen un plazo bastante breve: dentro de las 48
horas siguientes a tomar conocimiento de ella.
• Si es una parte la que solicita la inhabilitación, la ley señala que el fiscal deberá seguir
con el caso hasta que se resuelva la petición.
Art. 167 i.1: “En tanto no se hubiere producido la intervención del Juez
de garantía en el procedimiento, el Ministerio público podrá archivar
provisionalmente aquellas investigaciones en las que no aparecieren
antecedentes que permitieren desarrollar actividades conducentes al es
al esclarecimiento de los hechos”.
29
Carocca, Alex, y otros, 2000, “Nuevo proceso penal”, Santiago, Chile, Editorial jurídica Cono Sur, p. 114.
73
• ¿Puede la víctima hacer algo frente a ésto? Sí, en ambos casos, la víctima puede forzar
al fiscal a seguir adelante con la investigación, ¿Cómo? Con la presentación de la
querella ante el Juez de garantía admitiéndola éste a tramitación. Ello, sin perjuicio de la
posibilidad de que la víctima reclame internamente ante los superiores del fiscal a cargo
del caso, provocando un control administrativo de la decisión del mismo (Art. 167 i. 3).
• Lo recién analizado puede contemplarse como una concepción amplia del principio de
oportunidad por las finalidades comunes que persiguen. Sin embargo, lo que veremos
enseguida corresponde al principio de oportunidad propiamente tal.
• Es el art. 170 CPP el que regula el denominado principio de oportunidad en un sentido
estricto.
30
Cristián Riego y Mauricio Duce, estimo que con acierto, precisan que esta facultad no es en estricto rigor una
facultad discrecional o una manifestación de la misma, pues en estos casos se trata de situaciones “en las que
74
• Póngase atención en la novedad que contiene la norma que comentamos: se faculta a los
fiscales para decidir no iniciar la persecución penal o incluso abandonarla ya iniciada,
CUANDO SE TRATE DE UN HECHO QUE NO COMPROMETIERE
GRAVEMENTE EL INTERÉS PÚBLICO. ¿Qué nos está indicando la ley con ésto?
Que frente a hechos que pudieren constituir delitos, pero cuyo compromiso del interés
público sea mínimo o leve, es preferible abstenerse de iniciar o seguir adelante con el
proceso penal - y todos los costos que ello acarrea -. En definitiva, que no vale el
esfuerzo la persecución penal de hechos que pudiendo constituir delitos, comprometen
en un grado muy leve el interés público (por ejemplo, el caso de los denominados delitos
de bagatela)31.
• SE EXCEPCIONAN los casos en que la pena mínima asignada al delito exceda de
presidio o reclusión menores en su grado mínimo o que se trate de un delito cometido
por un funcionario público en el ejercicio de sus funciones.
• Se exige decisión motivada por parte del fiscal, la que deberá comunicar al Juez de
garantía, quién a su vez, notificará a los intervinientes, entre ellos A LA VÍCTIMA,
quién deberá ser oída en sus planteamientos y puntos de vista frente al caso y su destino.
* LA POLICÍA:
realmente no hay un verdadero caso penal”. El principio de legalidad sólo obliga a investigar hechos que puedan
ser constitutivos de delito y no todas las denuncias que se presenten. (Carocca, Alex, y otros, Op. Cit., p. 117).
75
1. Función.
2. Obligación de información.
• Recibida una denuncia, la policía informará inmediatamente y por el medio más expedito
al MP, sin perjuicio de realizar las actuaciones señaladas en el art. 83, que no requieren
de orden previa.
• En la forma y por los medios MÁS EXPEDITOS POSIBLES – Art. 81. Teléfono, fax,
correo electrónico, por ejemplo. Nuevamente el legislador deja claro que lo que se quiere
es un proceso no entrabado por cuestiones burocráticas o administrativas.
• Art. 82: En esta hipótesis, el funcionario policial deberá poner inmediatamente esta
circunstancia en conocimiento de quien hubiere emitido la orden y de su superior
jerárquico.
31
De lo que se trata es de no perseguir aquellos delitos de menor cuantía, siguiendo el principio “de mínimum
non curat pretor”.
76
5.a. Prestar auxilio a la víctima. Destaca otra vez la importancia que se asigna a la
víctima, sujeto tradicionalmente postergado en nuestro proceso criminal antiguo.
5.b. Practicar la detención en los casos de flagrancia, conforme a lo que la ley
dispone.
5.c. Resguardar el sitio del suceso (escena del crimen). ¿En qué obligaciones se
traduce? Deben impedir el acceso a toda persona ajena a la investigación y proceder a la
clausura del lugar (local cerrado) o a su aislamiento (lugar abierto). Asimismo, deben evitar
que se alteren o borren los rastros o vestigios del hecho o se remuevan los instrumentos
usados para llevarlo a cabo, mientras el personal experto de la policía no intervenga.
5.d. Identificar a los testigos y consignar sus declaraciones que prestaren
voluntariamente, en los casos b y c.
5.e. Recibir las denuncias del público.
5.f. Realizar el control de identidad33 – Arts. 85 y 86. ¿En que consiste? Consiste en
la facultad de solicitar la identificación de cualquier persona en casos fundados (en la forma
más expedita posible34). ¿Cómo cuales? Por ejemplo: Existencia de un indicio de que ella
hubiere cometido o intentado cometer un crimen o simple delito, de que se dispusiere a
cometerlo, o de que pudiere suministrar información útil para la indagación de un crimen o
simple delito. ¿Dónde se realizará el control? En el lugar en que la persona se encuentre. ¿A
través de qué documentos? Por medio de documentos de identificación expedidos por la
autoridad pública (cédula de identidad, licencia de conductor, o pasaporte). El policía deberá
otorgar a la persona facilidades para encontrar y exhibir tales documentos. Sólo en caso de
negativa, o aún con las facilidades del caso no lo logra acreditar, el policía deberá conducir al
sujeto a la unidad policial más cercana para lograr su identificación por otros medios
distintos. En tal caso, la ley exige que el policía informe al sujeto respecto de su derecho a
comunicarse con su familia u otra persona que indique, para informarle s de su situación. Si
aún así no se logra el objetivo, se le pondrá en libertad de inmediato, bajo condición de que
32
Existen instrucciones generales del Ministerio público que indican la forma en que la policía debe cumplir estas
actuaciones. Oficios 169 y 170 de fecha 8 de noviembre de 2000, complementados por los oficios 233 y 234, del
mismo año.
33
En esta materia, además de la regulación legal, deben tenerse presente las instrucciones generales que el MP
imparta.
34
Nunca más allá de cuatro horas. Si ese plazo se cumple, debe ponerse en libertad a la persona.
77
acceda a que se le tomen sus huellas digitales, las que sólo podrán ser usadas para los fines
de identificación35.
5.g. Examinar vestimentas, equipaje o vehículos – Art. 89. ¿Cuándo? Cuando existan
indicios que permitan estimar que el detenido oculta en ellos objetos importantes para la
investigación.
5.h. Proceder al levantamiento del cadáver – Art. 90, en relación con el art. 83 c) y
181.
6. Prohibición de informar.
• Se exige presencia del defensor. Si no está presente, las preguntas tienen una limitación
en su contenido: Sólo pueden dirigirse a constatar la identidad del sujeto.
• Si a pesar de la ausencia de su defensor el imputado quiere declarar y así lo manifiesta,
la policía adoptará las medidas necesarias para que declare inmediatamente ante el fiscal.
Si ello no fuere posible, se podrá consignar las declaraciones, BAJO LA
RESPONSABILIDAD Y CON LA AUTORIZACIÓN DEL FISCAL.
• El defensor podrá incorporarse siempre y EN CUALQUIER MOMENTO a la diligencia
antes señalada. Ésto debemos relacionarlo con el art. 8 del CPP, que sienta las bases del
nuevo ámbito que la garantía de la defensa tendrá en el proceso penal.
* EL IMPUTADO:
35
El sujeto no podrá ser ingresado a celdas o calabozos, ni mantenido en contacto con personas detenidas.
78
4. DECLARACIONES.
36
Se debe tener presente que el art. 104 señala que el defensor podrá ejercer todos los derechos y facultades que
la ley reconoce al imputado, a menos que expresamente se reservare su ejercicio a este último en forma personal.
80
4.b. Ante la policía: Lo regula el art. 91- No está obligado a declarar - Se exige
presencia del defensor - Si no está, las preguntas sólo pueden dirigirse a constatar la
identidad del sujeto - Si a pesar de la ausencia de su defensor quiere declarar y así lo
manifiesta a la policía, ésta adoptará las medidas necesarias para que declare inmediatamente
ante el fiscal. Si ello no fuere posible, se podrá consignar las declaraciones, bajo la
responsabilidad y con la autorización del fiscal - El defensor podrá incorporarse siempre y en
cualquier momento a la diligencia antes señalada.
4.c. Ante el Ministerio público – Arts. 193 y siguientes – No está obligado a
declarar, si a comparecer – Si se allanare a declarar, y se tratare de su primera declaración,
antes de comenzar ésta, el fiscal le comunicará detalladamente cuál es el hecho que se le
atribuye, con todas las circunstancias de tiempo, lugar y modo de comisión, las
disposiciones legales que resultaren aplicables y los antecedentes que la investigación
arrojare en su contra – No puede negarse a proporcionar su completa identidad – En el
registro de la declaración se debe dejar constancia, en su caso, de la negativa del imputado a
responder una o más preguntas – Se prohiben aquellos métodos de investigación o
interrogación que menoscaben o coarten la libertad del imputado para declarar,
permitiéndose la promesa de una ventaja sólo en los casos expresamente previstos por la ley.
4.d. Declaración judicial del imputado – Art. 98 – Se establece y consagra como un
medio de defensa – En cualquiera etapa del procedimiento – Se prestará en audiencia a la
cual podrá concurrir los intervinientes en el procedimiento, quienes deberán ser citados – No
podrá recibirse bajo juramento – El Juez o, en su caso, el presidente del Tribunal, se
limitarán a exhortarlo a que diga la verdad y a que responda con claridad y precisión las
preguntas que se le formularen – Si con ocasión de su declaración judicial, el imputado o su
defensor solicitaren la práctica de diligencias de investigación, el juez podrá recomendar al
Ministerio público la realización de ellas cuando lo considerare necesario para el ejercicio de
la defensa y el respeto del principio de objetividad.
4.e. Ante el tribunal de juicio oral en lo penal – Aquí ya tiene la calidad de
“acusado” – Arts. 326 y siguientes – También como medio de defensa – Podrá ser
interrogado directamente por el fiscal, el querellante y el defensor, en ese mismo orden - Los
jueces podrán formularle preguntas destinadas a aclarar sus dichos – En cualquier estado del
juicio, el acusado podrá solicitar ser oído para aclarar o complementar sus dichos – La
comunicación libre con su abogado sufre excepción en el momento de la declaración – Las
limitaciones en los métodos de interrogación se aplican también a las declaraciones de los
acusados (Art. 330) – Luego de los alegatos finales y las respectivas réplicas, y antes de
81
declarar cerrado el debate, se otorgará al acusado la palabra para que manifieste lo que
estime conveniente.
5. El imputado rebelde.
5.b. Declaración de rebeldía – Art. 100 – Será pronunciada por el Tribunal ante el
que debía comparecer.
5.c. Efectos:
* LA DEFENSA37:
37
En el nuevo CPP la defensa tiene un carácter esencial. Esto se refleja en las diversas etapas en que el defensor
debe participar a fin de dar validez a las actuaciones: alegación de nulidad procesal cuando ha existido perjuicio
para el imputado, intervención en la declaración de testigos, petición y presentación de informes de peritos de su
confianza, señalamiento de los vicios del escrito de acusación, deducción de excepciones de previo y especial
pronunciamiento, posibilidad de exponer argumentos de defensa y señalar los medios de prueba que ofrecerá en
la etapa del JO, y la interposición de los recursos que procedan.
82
4. Si el imputado estuviere privado de libertad, cualquier persona podrá proponer para aquél
un defensor determinado, o bien solicitar se le nombre uno.
dispuesto en el art. 354 i.3, que impide que el defensor renuncie a la interposición de un
recurso o se desista de alguno interpuesto, sin mandato expreso del imputado.
• Esta institución viene a materializar lo dispuesto en la norma del art. 19 N°3 de la CPR
que consagra el derecho de toda persona a la defensa jurídica y la obligación de Estado
de proporcionarla a aquellos que no pueden procurársela por sí mismas.
38
Para ser designado defensor local se requiere: ser ciudadano con derecho a sufragio, tener título de abogado,
no encontrarse sujeto a alguna de las incapacidades e incompatibilidades para el ingreso a la Administración
Pública. Serán funcionarios a contrata, y el acceso a los empleos será a través de concurso público. Deberán
asumir la defensa de todo imputado que carezca de abogado en la primera actuación del procedimiento dirigido
en su contra y, en todo caso, con anterioridad a la realización de la primera audiencia judicial a que fuere citado.
Existe la prohibición de ejercerla profesión en materias penales, salvo en casos propios o de su cónyuge. También
se le prohibe al defensor excusarse de asumir la representación del imputado o acusado.
84
en caso necesario). No obstante ser evidente, destacamos que en el caso de las personas
jurídicas, éstas deben contar con profesionales que cumplan con los requisitos para el
ejercicio profesional de abogado39.
• La ley contempla un estricto sistema de control de la actividad de los defensores que se
manifiesta en cuatro modalidades: Inspecciones – sin aviso previo -, auditorias externas,
informes – que serán semestrales y final – y reclamaciones, por parte de los beneficiarios
de la defensa penal pública (Arts. 55 a 67 Ley 19.718).
* LA VÍCTIMA40:
2. En aquellos delitos cuya consecuencia fuera la muerte del ofendido y en los demás casos
en que éste no pudiere ejercer los derechos que se le otorgan, se considera víctima:
3. DERECHOS.
39
Los postulantes a la licitación deben señalar claramente el porcentaje del total de casos al que postulan y el
precio de sus servicios.
40
En la nueva normativa se ha producido una revalorización de la figura de la víctima, incorporándosele como
interviniente del proceso, en forma independiente a la figura del querellante.
41
Para los efectos de la intervención de estas personas en el procedimiento, esta enumeración constituye un
orden de prelación de manera tal que la intervención de una o más personas pertenecientes a una categoría
excluye a las comprendidas en las categorías siguientes.
86
3.a. Art. 78 – Será deber de los fiscales adoptar las medidas, o solicitarlas, en su
caso, para proteger a las víctimas de los delitos, facilitar su intervención en el procedimiento, y evitar
o disminuir al mínimo cualquier perturbación que hubieren de soportar con ocasión de los trámites
en que debieren intervenir (relación víctima-MP).
3.b. Los fiscales están obligados a realizar, entre otras, las siguientes actividades a
favor de la víctima:
• Entregarle información acerca del curso y resultado del procedimiento, de sus derechos y
de las actividades que debiere realizar para ejercerlos.
• Ordenar, o solicitar al Tribunal, en su caso, las medidas destinadas a la protección de la
víctima y su familia frente a probables hostigamientos, amenazas o atentados.
• Informarles sobre su eventual derecho a indemnización y la forma de impetrarlo, y
remitir los antecedentes, cuando correspondiere, al organismo del Estado que tuviere a
su cargo la representación de la víctima en el ejercicio de las respectivas acciones
civiles.
• Escuchar a la víctima antes de solicitar o resolver la suspensión del procedimiento o su
terminación por cualquier causa.
* EL QUERELLANTE:
3. Ante quién se presenta: Ante el Juez de garantía, quién si la admite a tramitación debe
remitirla al Ministerio público.
• Por escrito.
• Debe presentarse ante el Juez de garantía.
• Contener lo dispuesto en el Art. 11344:
42
Estos derechos no podrán ser ejercidos por el imputado del delito, sin perjuicio de los derechos que le
correspondan en tal calidad.
43
Son más RESTRINGIDOS que en el procedimiento antiguo (Art. 93), que otorga la facultad de querellarse a toda
persona capaz de comparecer en juicio, para el ejercicio de la acción penal pública.
44
Nótese que ya no se exige ofrecer fianza de calumnia. Esto guarda perfecta concordancia con la restricción
establecida en el nuevo CPP en lo que a titularidad de la querella se refiere.
88
6. Rechazo de una querella en que se persiga un delito de acción pública o previa instancia
particular, por aplicación de alguna de las causales previstas en las letras a) y b) del art. 114:
la actitud del Juez de garantía la regula el Art. 117 – Se pone la querella en conocimiento del
Ministerio público para ser tenida como denuncia.
89
* CLASES DE ACCIONES:
• La violación de domicilio.
• La violación de secretos de los arts. 231 y 247 i.2 del CP.
• Las amenazas de los arts. 296 y 297 del CP.
• Los delitos previstos en la ley 19.039 sobre privilegios industriales
y protección de los derechos de propiedad industrial.
• La comunicación fraudulenta de secretos de la fábrica en que el
imputado hubiere estado o estuviere empleado.
• Los demás que las leyes en forma expresa señalen.
• Excepcionalmente, cuando el ofendido se encontrare
imposibilitado de realizar libremente la denuncia o lo que pueden
hacerlo también se encontraren imposibilitados o aparecieren
implicados en el hecho, el Ministerio público podrá proceder de oficio.
• Iniciado el procedimiento, éste se tramitará de acuerdo con las
normas generales relativas a los delitos de acción pública.
• DELITOS DE ACCIÓN PENAL PRIVADA: No puede ser ejercida por otra persona que
la víctima – Art. 55:
• La calumnia y la injuria.
• La falta del art. 496 N°11 del CP.
• La provocación a duelo y el denuesto o descrédito por no haberlo
aceptado.
• El matrimonio del menor sin consentimiento de las personas
designadas por la ley y celebrado de acuerdo con el funcionario
llamado a autorizarlo.
• Responsabilidad penal – art. 58 – Similar al art. 39 del antiguo CPP. La acción penal no
puede entablarse sino contra las personas responsables del delito. La responsabilidad
penal sólo puede hacerse efectiva en las personas naturales. Por las personas jurídicas
responden los que hubieren intervenido en el acto punible, sin perjuicio de la
responsabilidad civil que las afectare.
• La demanda civil debe constar por escrito, con los requisitos del art. 254 del CPC, y
además señalar los medios de prueba.
• PREPARACIÓN DE LA DEMANDA CIVIL. La víctima puede hacerlo con posterioridad
a la formalización de la investigación. ¿En que se traduce? Podrá solicitar la práctica de
diligencias que considere necesarias para establecer los hechos que serán objeto de su
demanda. ¿Qué importancia práctica tiene ésto? Se interrumpe la prescripción.
• Aseguramiento del resultado – Puede solicitar alguna medida cautelar real.
• Actuación del imputado demandado civilmente – Debe oponer las excepciones que
correspondan y contestar la demanda, indicando cuales serán sus medios de prueba, para
lo cual tiene plazo hasta la víspera de la audiencia de preparación del juicio oral, por
escrito, o verbalmente al inicio de la misma – Puede señalar los vicios formales de la
demanda - Art. 62.
92
* EL JUEZ DE GARANTÍA:
1. Los Juzgados de garantía estarán conformados por uno o más jueces con competencia en
un mismo territorio jurisdiccional que actúan y resuelven UNIPERSONALMENTE los
asuntos sometidos a su conocimiento.
45
Independencia de la acción civil respecto de la ación penal (Art. 67).
93
• Sin embargo, cuando estas actuaciones deban efectuarse fuera del territorio
jurisdiccional del Juzgado de garantía y se tratare de diligencias urgentes, el MP también
podrá pedir la referida autorización directamente al Juez de garantía del lugar, caso en el
cual, una vez realizada la diligencia en cuestión, el MP dará cuenta a la brevedad al Juez
de garantía del procedimiento (Art. 70 i.2).
46
Art. 14 COT.
47
Audiencia de declaración judicial del imputado, para examinar la legalidad de la privación de libertad de una
persona (Amparo – Art. 95), de formalización de la investigación, para decidir sobre medidas cautelares
personales, para disponer medidas de protección a testigos, para resolver suspensión condicional del
procedimiento, para la aprobación de acuerdos reparatorios, para resolver sobre el sobreseimiento, y la audiencia
de preparación del juicio oral (Arts. 260 y siguientes).
94
1. Los tribunales orales en lo penal funcionarán en una o más salas integradas por tres de sus
miembros – Art. 17 COT.
2. Cada sala será dirigida por un juez presidente de sala, quién tiene las atribuciones que
señala el art. 92 COT.
3. La integración de las salas se determinará mediante sorteo anual que se efectuará durante
el mes de enero de cada año.
* ETAPA DE INVESTIGACIÓN:
2. DENUNCIA:
• AUTODENUNCIA (Art. 179): Quien hubiere sido imputado por otra persona de haber
participado en la comisión de un hecho ilícito, tendrá el derecho de concurrir ante el
Ministerio público y solicitar se investigue la imputación de que hubiere sido objeto.
• Denuncia obligatoria (Art. 175): La denuncia realizada por alguno de los obligados
señalados en este artículo exime al resto – El plazo que tienen para denunciar es de 24
horas, desde que tomaron conocimiento del hecho criminal – Si no denuncian existe
sanción penal.
3. QUERELLA:
48
A estas alturas es necesario señalar que la etapa de investigación se subdivide en dos subetapas: Investigación
preliminar DESFORMALIZADA e investigación FORMALIZADA. Una vez que se formaliza, surge un plazo de dos
años para cerrar la investigación. Además, mientras no este formalizada la investigación, los organismos de
persecución penal no podrán disponer la práctica de diligencias que afecten derechos constitucionales o legales
de las personas, como tampoco adoptar medidas que vulneren dichos derechos. Para ello se requiere formalizar la
investigación, ésto es, judicializar el procedimiento.
97
circunstancias que sirvan para verificar su responsabilidad, además de impedir que el hecho
denunciado produzca consecuencias ulteriores.
Un principio básico a seguir en la investigación de los fiscales es el siguiente: LA
INVESTIGACIÓN SE LLEVARÁ A CABO DE MODO DE CONSIGNAR Y ASEGURAR TODO
CUANTO CONDUJERE A LA COMPROBACIÓN DEL HECHO Y A LA IDENTIFICACIÓN DE
LOS PARTÍCIPES EN EL MISMO. ¿Cómo se materializa este postulado? La propia ley se preocupa
de aclararlo: haciendo constar el estado de las personas, cosas o lugares (o cualquier otro dato
pertinente), identificando a los testigos del hecho y consignando sus declaraciones, tomando nota de
los rastros, huellas o señales del hecho, especificándolos detalladamente.
Para el cumplimiento de sus obligaciones, los fiscales podrán disponer la práctica de
operaciones científicas, toma de fotografías, filmaciones o grabaciones y, en general, la reproducción
de imágenes, voces o sonidos por los medios técnicos que resultaren más adecuados, requiriendo la
intervención de los organismos especializados49.
Los fiscales podrán exigir información de toda persona o funcionario público, lo que no
podrá excusarse de proporcionarla, salvo las excepciones que la ley contemple.
49
El CPP se ocupa de regular distintos casos de actuaciones de investigación, señalando las tanto las facultades
como prohibiciones que los fiscales tendrán en sus labores. Así, y a modo de ejemplo, me permito citar algunos:
1. Recolección, identificación, registro y conservación de objetos y documentos (incautación en su caso) –
artículo 187. De la tramitación de las tercerías, y sus efectos, se ocupa el artículo 189.
2. Conservación de las especies bajo custodia del MP o Juez de garantía – 188.
3. Testigos ante el MP (obligación de comparecer y declarar) – 190. Esta norma se relaciona con la anticipación
de prueba que regula el artículo 191 y 192, de la cual nos ocuparemos más adelante.
4. Imputado ante el MP (obligación de comparecer y facultad de prestar declaración) – 193 y 194. Se prohibe
expresamente todo método de investigación o interrogación que menoscabe o coarte la libertad del imputado
para declarar (195).
5. Exámenes corporales relevantes para la investigación (del imputado o del ofendido) – 197.
6. Exámenes médicos – 199.
7. Lesiones corporales – 200.
8. Hallazgo de un cadáver – 201.
9. Pruebas caligráficas – 203.
10. Entrada y registro de lugares, sin perjuicio de las medidas de vigilancia (abiertos y cerrados: con y sin orden
judicial, comunes o especiales) – 204 a 217.
11. Retención e incautación de correspondencia – 218.
12. Interceptación de comunicaciones telefónicas – 222 a 225.
13. Otros medios (hecho punible debe merecer pena de crimen) – 226.
98
• Póngase aquí la debida atención en lo que implica este verdadero giro con respecto a lo
que regía de conformidad al Código antiguo. En efecto, el art. 78 de ese cuerpo legal
dispone que las actuaciones del sumario son secretas, salvo las excepciones establecidas
por la ley, en que se permite una publicidad parcial, excepciones que en todo caso no
pasaban – o pasan – de ser un derecho aparente y en gran mediada ilusorio al depender
de la circunstancia de que el juez no considere perjudicial o peligroso para el éxito de la
investigación el alzamiento del secreto. Ello hacía que en la práctica, el imputado y el
eventual procesado no tomaran conocimiento del sumario sino una vez que se han
agotado los plazos a que se refiere el art. 80 del referido texto legal, significando un serio
atentado al derecho a la defensa50. El nuevo CPP, en cambio, altera el principio, en el
sentido en que ahora – al menos para el imputado y los demás intervinientes – los
registros y documentos de la investigación fiscal y policial serán PÚBLICOS.
• El imputado o cualquier otro interviniente podrá solicitar del Juez de garantía que ponga
término al secreto o que lo limite, en cuanto a su duración, a las piezas o actuaciones
abarcadas, o a las personas que afectare.
• CASOS DE PROHIBICIÓN DEL SECRETO: ¿Cuáles son? Son cuatro casos: la o las
declaraciones del imputado – las actuaciones en que este hubiere intervenido o tenido
derecho a hacerlo – las actuaciones en que participe el Tribunal – los informes
evacuados por peritos.
99
• Los funcionarios que hubieren participado en la investigación y las demás personas que,
por cualquier motivo, tuvieren conocimiento de las actuaciones de la investigación
estarán obligados a guardar secreto respecto de ellas.
7. Asistencia a diligencias – Art. 184 – El Fiscal la permitirá cuando lo estime útil, y en todo
caso impartirá instrucciones obligatorias conducentes al adecuado desarrollo de la actuación
o diligencia, sin perjuicio de la facultad de excluirlos de la misma en cualquier momento.
50
Si a todos estos inconvenientes sumamos el enorme poder que adquiría el actuario gracias a la información de
que disponía, el panorama no era el mejor.
51
Chahuán, Sabas, Op. Cit., pp. 183 y siguientes.
100
10.c. Diligencias que requieren autorización judicial sin conocimiento del afectado –
Constituye una EXCEPCIÓN – Art. 236:
11. Registro de la investigación: Tanto el MP como la policía deben dejar constancia de las
actuaciones que realicen (arts. 227 y 228). En todo caso, se dispone expresamente que estos registros
no pueden reemplazar las declaraciones de la policía en el JO.
EFECTOS DE LA FORMALIZACIÓN DE LA
INVESTIGACIÓN:
• Suspende el curso de la prescripción de la acción penal.
• Comienza a correr el plazo del Art. 247 (2 años).
• El MP pierde la facultad de archivar provisionalmente.
52
Carocca, Alex, y otros, Op. Cit., P. 119.
102
Cuando el caso versa sobre un imputado que no está bajo la hipótesis del artículo
132 del CPP y el fiscal desea formalizar la investigación, deberá solicitar al Juez de
garantía la realización de una audiencia en fecha próxima, mencionando la
individualización del imputado, la indicación del delito que se le atribuyere, la fecha y
lugar de su comisión y el grado de participación del imputado en el mismo. A esta
audiencia se citará al imputado, su defensor, y a los demás intervinientes del proceso.
En la audiencia el juez debe ofrecer la palabra al fiscal para que exponga los cargos
que presentare contra el imputado y las solicitudes que efectuare al tribunal. Luego, el
imputado tiene derecho a manifestar lo que estime conveniente a sus derechos. Acto
seguido, el juez debe abrir debate sobre las demás peticiones que los intervinientes
plantearen.
• Se contemplan las siguientes: La citación (art. 123 y 124)53, la detención (art. 125 y
siguientes)54, la prisión preventiva (art. 139), y otras medidas, algunas de ellas bastante
novedosas para nuestro ordenamiento procesal penal (art. 155)55.
53
Cuando la imputación se refiera a faltas, o delitos que la ley no sancionare con penas privativas ni restrictivas
de libertad, o bien cuando éstas no excedieren las de presidio o reclusión menores en su grado mínimo, no se
podrán ordenar medidas cautelares que recaigan sobre la libertad del imputado, salvo la citación y, en su caso, el
arresto por falta de comparecencia (art. 124).
54
El funcionario público a cargo de la detención deberá informar al afectado acerca del motivo de la misma, al
momento de practicarla. De igual forma, está obligado a informar acerca de los derechos de los arts. 93 a), b) y g)
y 94 f) y g) del CPP. El art. 135 se ocupa de las distintas obligaciones que la ley contempla para el cumplimiento
de este derecho del detenido.
55
Por ejemplo: La prohibición de aproximarse al ofendido o su familia, la sujeción a la vigilancia de una persona o
institución determinada, la prohibición de asistir a determinadas reuniones, recintos o espectáculos públicos o de
visitar determinados lugares, entre otras. Este tipo de medidas se justifica en TRES CASOS: Para garantizar el éxito
de las diligencias de la investigación, proteger al ofendido o asegurar la comparecencia del imputado a las
actuaciones del procedimiento o ejecución de la sentencia. El Tribunal puede imponer una o más de ellas cuando
resulte adecuado al caso, como también está facultado para ordenar las actuaciones y comunicaciones necesarias
para garantizar su cumplimiento. Asimismo, puede dejarlas temporalmente sin efecto, a petición del afectado por
ellas, oyendo al fiscal y previa citación de los demás intervinientes, cuando estime que ello no pone en peligro los
objetivos que se tuvieron en vista al imponerlas (art. 156).
104
56
En ningún caso se permite que esto derive en encierro en celdas de castigo.
108
• MEDIDAS CAUTELARES REALES – Arts. 157 y 158. Las decretará también el Juez
de garantía, a petición escrita del fiscal o la víctima. El Juez puede echar mano a
cualquiera de las medidas precautorias autorizadas en el Título V del Libro II del CPC,
esto es, el secuestro de la cosa, el nombramiento de uno o más interventores, la retención
de bienes determinados, y la prohibición de celebrar actos o contratos sobre bienes
determinados. Concedida que sea la medida precautoria, el plazo pata presentar la
demanda será hasta la oportunidad prevista en el art. 60 CPP. La víctima, al deducir la
demanda civil, también podrá solicitar que se decrete una o más de esta medidas. En esta
materia, las resoluciones son apelables, sea que nieguen o den lugar a las medidas.
• El primer punto que se debe tener a la vista al estudiar este instituto procesal es
el hecho que de materializarse, el imputado no tendrá el tan publicitado juicio
oral: ¿Dónde queda entonces el contenido de uno de los artículos más
importantes del nuevo CPP, esto es, el art. 1° que, como principio básico,
establece el derecho de toda persona a un juicio previo, oral y público? A
primera vista, la respuesta parece ser que esta institución contradice
completamente el espíritu del nuevo Código, sin embargo, el legislador
consciente de que las leyes no se bastan en espíritus utópicos estableció este
mecanismo de desahogo mediante el cual se pretende dar oxígeno al nuevo
sistema procesal penal conociendo y fallando en la APJO.
• PRESUPUESTOS: según lo dispone el art. 406 del CPP, los presupuestos que el
legislador exige para que opere este procedimiento son los siguientes:
57
No obstante la oportunidad que tiene el fiscal para solicitar este procedimiento pudiera sugerirnos tratar la
institución en la etapa intermedia, me inclino por abordarla en este momento, en conjunto con las demás salidas
alternativas, toda vez que de esta forma su estudio y comprensión resulta más fácil.
110
58
El art. 409 insiste en este punto, y exige que el Juez de garantía consulte al acusado a fin de asegurarse que
éste ha prestado su conformidad al procedimiento en forma libre y voluntaria, que conociere su derecho a exigir
111
un JO, que entendiere los términos del acuerdo y las consecuencias que éste pudiera significarle y, especialmente,
que no hubiere sido objeto de coacciones ni presiones indebidas.
112
que podrán comparecer todos los intervinientes. Una vez declarado el cierre de la
investigación, sólo podrá ser decretada durante la APJO. Lo mismo ocurre para los
acuerdos reparatorios que ya veremos.
• REQUISITOS: Sólo podrá decretarse la SCP si se cumplen estas tres
condiciones copulativas:
• Tanto en el caso de la SCP como en los acuerdos reparatorios, cabe preguntarse si queda
algún antecedente. Pues bien, la ley nos entrega la respuesta en el art. 246 del CPP,
señalando que el MP llevará un registro donde dejará constancia de los casos en que se
decrete o apruebe, según sea el caso, estos mecanismos de descongestión procesal.
Ahora bien, este registro tiene sólo por objeto verificar que el imputado cumpla las
condiciones que el Juez haya impuesto en la SCP, o reúna los requisitos necesarios para
acogerse, en su caso, a una nueva SC o acuerdo reparatorio. Por ser bien precisa la
finalidad del registro, la ley lo considera reservado, SIN PEERJUICIO DEL DERECHO
DE UNO DE LOS INTERVINIENTES – LA VÍCTIMA – DE CONOCER LA
INFORMACIÓN RELATIVA AL IMPUTADO.
• La facultad de cerrar la investigación es de resorte del Fiscal, siempre que esté dentro del
plazo que la ley- o el Juez en su caso (plazo judicial) – le han fijado.
• Por eso, al transcurrir dos años desde la fecha en que la investigación hubiere sido
formalizada, o al vencer el plazo judicial, el Fiscal DEBERÁ cerrarla.
• UNA VEZ CERRADA LA INVESTIGACIÓN, Y DENTRO DEL PLAZO DE DIEZ
DÍAS, PODRÁ ADOPTAR ALGUNA DE LAS ACTITUDES QUE CONTEMPLA EL
ART. 248:
115
• Cuando opta por la primera o la última, el fiscal debe formular su requerimiento al Juez
de garantía, quién cita a todos los intervinientes (entre ellos la víctima) A UNA
AUDIENCIA – Art. 249. En el caso de que la solicitud sea de sobreseimiento, el juez –
al término de la audiencia – se pronunciará sobre la misma, pudiendo acogerla o
rechazarla, último caso en el cual dejará a salvo las demás atribuciones del MP recién
vistas. Además, cabe señalar que hasta la realización de esta audiencia y durante la
misma, los intervinientes podrán reiterar la solicitud de diligencias precisas de
investigación que oportunamente hubieren formulado durante la investigación y que el
MP hubiere rechazado. Si el Juez acoge tal solicitud, deberá ordenar al Fiscal reabrir la
investigación y proceder al cumplimiento de las diligencias en el plazo que se fije59.
• Además, cuando opta por la última, debe dejar sin efecto la formalización de la
investigación, e instar por que el Juez revoque las medidas cautelares decretadas, y la
prescripción de la acción penal continuará corriendo como si nunca se hubiere
interrumpido.
• SOBRESEIMIENTOS:
59
Existe una limitación: El Juez no decretará ni renovará aquellas diligencias que en su oportunidad se hubieren
ordenado a petición de los intervinientes y no se hubieren cumplido por negligencia o hecho imputable a los
mismos, ni tampoco las que fueren manifiestamente impertinentes, las que tuvieren por objeto acreditar hechos
públicos y notorios ni, en general, todas aquellas que hubieren sido solicitadas con finas puramente dilatorios
(art. 257 i. 3).
116
Quizás lo primero que debamos señalar en este punto es el hecho de que es el Juez
de garantía quien debe decretarlos. De inmediato surge la pregunta de qué sucedería si
alguna de las causales por las cuales procede decretar el sobreseimiento se materializa en
el transcurso de la audiencia de JO, vale decir, en circunstancias de que tenemos un Juez
de garantía desasido. En otras palabras, está la causal, pero no está quién debe decretarla
según lo dispone expresamente la ley.
En cuanto a las causales debemos distinguir según el tipo de sobreseimiento de que
se trate. En lo medular, las causales coinciden con las contenidas en el CPP de 1906,
arts. 408 y 409, sin embargo, debe ponerse atención en algunos cambios relevantes
impuestos por la nueva ley.
Son:
2002
INTRODUCCIÓN.
* ETAPA INTERMEDIA.
INTERMEDIA
I. LA ACUSACIÓN.
1
Carocca, Alex, y otros, 2000, “Nuevo proceso penal”, Santiago, Chile, Editorial jurídica Cono Sur, p. 187.
1.e. CONTENIDO DE LA ACUSACIÓN: Según el art. 259 debe contener, en forma
clara y precisa, la individualización del acusado y su defensor, la relación
circunstanciada del hecho atribuido y su calificación jurídica2, la relación de las
circunstancias modificatorias de responsabilidad penal que concurran, la participación
que se atribuye al acusado, la expresión de los preceptos legales aplicables, el
señalamiento de los medios de prueba de que el Ministerio público piensa valerse en el
juicio, la pena cuya aplicación se solicita, y en su caso, la solicitud de que se proceda de
acuerdo al procedimiento abreviado.
II. AUDIENCIA
AUDIENCIA DE PREPARACIÓN DEL JUICIO ORAL.
2
Ahora bien, téngase claro que son los hechos y circunstancias contenidos en la acusación fiscal los que el
Tribunal de JO en lo penal no puede alterar en su sentencia. La calificación jurídica que haga el fiscal en su
acusación, en cambio, no es vinculante para el Tribunal. En efecto, el artículo 341 CPP, luego de señalar que la
sentencia condenatoria no podrá exceder el contenido de la acusación, agrega que sin embargo, el Tribunal
podrá dar al hecho una calificación jurídica distinta de aquella contenida en la acusación ... Por ejemplo, los
hechos que para el fiscal pueden constituir la figura delictiva del robo, para el Tribunal puede que sólo sea
constitutivo del delito de hurto. Sin embargo, la cuestión no es tan clara como parece, pues al calificar como
hurto, el Tribunal necesariamente está alterando los hechos y circunstancias de la acusación por la diversa
naturaleza de los delitos involucrados.
• Señalar los vicios formales del escrito de acusación,
requiriendo su corrección.
• Ofrecer la prueba que estimare necesaria para sustentar su
acusación.
• Deducir demanda civil, cuando sea el caso.
• FACULTADES DEL ACUSADO: Hasta el día anterior al inicio de
la APJO, por escrito, o al inicio de dicha audiencia, en forma
verbal, el acusado podrá:
• Señalar los vicios formales del escrito de acusación,
requiriendo su corrección.
• Deducir excepciones de previo y especial pronunciamiento.
• Exponer los argumentos de defensa que considere necesarios.
• Señalar u ofrecer los medios de prueba cuyo examen en el
juicio oral solicitare.
• Contestar la demanda civil en su caso, haciendo las
alegaciones pertinentes.
• Pedir que la causa sea conocida y resuelta en procedimiento
abreviado (Art.407).
3
Deberá describir brevemente la acusación; contra quién se ha dirigido; el hecho por el cual se ha deducido; la
calificación jurídica del mismo efectuada por el acusador; circunstancias modificatorias de responsabilidad
alegadas; participación atribuida al acusado; pena que se solicitare; y las pruebas solicitadas, incluyendo la
individualización de los testigos y peritos propuestos... El juez deberá hacer también un resumen de este
mismo tenor, en el caso de que la contestación a la acusación se hubiere efectuado con anterioridad por
escrito. Es decir, deberá señalar, si es que han existido, las excepciones deducidas por el acusado; los
argumentos en contra la acusación que éste haya hecho valer; las peticiones concretas, en el sentido de si
solicita la absolución o una calificación más benigna de los hechos; los medios de pruebas propuestos por el
acusado, incluyendo si es el caso los testigos y peritos cuya declaración impetra. Si el imputado no hubiere
contestado la acusación con anterioridad, el juez deberá conceder la palabra al defensor, para que en forma
verbal proceda a efectuarla en el acto... A continuación, el juez deberá resumir las alegaciones efectuadas por
el tercero demandado civilmente, en caso que éstas hubieren sido efectuadas con anterioridad por escrito. Si
hasta ese momento, no se hubieren producido estas alegaciones, el juez deberá conceder la palabra al
abogado de este tercero demandado para que lo haga en el acto (Carocca, Alex, y otros, Op. Cit., p. 198).
un defensor de oficio al imputado, y dispondrá la suspensión de la
audiencia por un plazo que no exceda de 5 días a fin de que el
nuevo defensor se interiorice del caso (Art. 269).
• El juez, cuando corresponda, ORDENARÁ LA CORRECCIÓN DE
LOS VICIOS FORMALES DE LOS ESCRITOS, sin suspensión de la
audiencia de ser ello posible. Si es necesaria la suspensión, ésta no
podrá ser superior a 5 días, caso en el cual, expirado el plazo y no
corregidos los vicios, el respectivo escrito se tendrá por no
presentado, salvo en el caso de la acusación, en donde la ley permite
otorgar una prórroga de hasta otros 5 días. Si aún así no se corrigen
los vicios, el juez procederá a decretar el sobreseimiento definitivo
de la causa, salvo que existiere querellante que hubiere deducido
acusación o se hubiere adherido a la del fiscal, caso en el cual el
juicio sigue sólo con el querellante y no con el fiscal (Art. 270).
• Si el imputado opuso excepciones de previo y especial
pronunciamiento, el juez debe abrir debate al respecto (Art. 271).
• Durante la APJO cada parte podrá formular las solicitudes,
observaciones y planteamientos que estimare relevantes con
relación a las pruebas ofrecidas por los demás, para los fines
previstos en los incisos 2° y 3° del Art. 276.
• El juez debe llamar al querellante y al imputado a
CONCILIACIÓN sobre las acciones civiles que hubiere deducido el
primero y proponerles bases e arreglo, para lo cual regirán los Arts.
263 y 267 CPC.
• Durante la APJO, el fiscal, el querellante, si lo hubiere, y e
imputado, podrán solicitar en conjunto al juez que de por
acreditados ciertos hechos, que no podrán ser discutidos en el JO.
Son las denominadas CONVENCIONES PROBATORIAS (Art. 275).
• El juez, luego de examinar las pruebas ofrecidas y escuchar a
los intervinientes que comparecieron, ordenará que SE EXCLUYAN DE
SER RENDIDAS EN EL JO aquéllas que fueren manifiestamente
impertinentes y las que tuvieren por objeto acreditar hechos
públicos y notorios. En caso que la testimonial y documental sólo
persiga fines dilatorios, el juez está facultado para ordenar que el
respectivo interviniente reduzca el número de testigos o de
documentos. DE IGUAL FORMA, SE EXCLUIRÁN POR EL JUEZ LAS
PRUEBAS QUE PROVENGAN DE ACTUACIONES O DILIGENCIAS QUE
HUBIEREN SIDO DECLARADAS NULAS Y AQUELLAS QUE HUBIEREN
SIDO OBTENIDAS CON INOBSERVANCIA DE GARANTÍAS
FUNDAMENTALES (LA DENOMINADA PRUEBA ILÍCITA).
Se trata de una excepción al principio de que la prueba sólo tiene lugar en el JO.
En efecto, la estricta y pura aplicación del principio de inmediación debería significar
que la prueba se rindiera íntegramente durante la audiencia del JO, y que sólo el
material así producido podría constituir el objeto del enjuiciamiento, y servir de base
para la sentencia. Eso es lo que ocurre en países como Estados Unidos, que poseen un
sistema acusatorio puro. Sin embargo, ya sabemos que en Chile no se implantó un
modelo acusatorio puro, sino que una forma mixta de inspiración acusatoria, que por lo
mismo admite ciertas excepciones.
• EN RELACIÓN CON LA PRUEBA PERICIAL: Rige el art. 280 CPP, norma según la
cual se podrá solicitar en la APJO la declaración de peritos cuando fuere
previsible que la persona de cuya declaración se tratare se encontrará en la
imposibilidad de concurrir al JO, por alguna de las razones contempladas en
el i. 2° del art. 191.
4
La norma expresa que estos tribunales se constituirán y funcionarán en localidades fuera de su lugar de
asiento, cuando sea necesario para facilitar la aplicación oportuna de la justicia penal, de conformidad a
determinados criterios que allí se expresan.
• Ordenará que se cite a la audiencia de todos los que debieren concurrir a
ella. El acusado deberá ser citado con a lo menos 7 días de anticipación a la
realización de la audiencia, bajo los apercibimientos previstos en los arts. 33
y 141, i. 4°.
UNIVERSIDAD DE TALCA
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
ESCUELA DE DERECHO
DEPARTAMENTO DE DERECHO PÚBLICO Y PROCESAL
DICIEMBRE, 2001
INTRODUCCIÓN.
De esta forma, la “aparente” rigidez de la norma del i. 1° del art. 1° CPP, y el carácter
de derecho inalienable del JO, revelará casos en que no se llegará a JO, única solución que
permitirá el efectivo funcionamiento del nuevo sistema.
Ahora bien, con ello no se crea que el carácter central del JO se pierde, todo lo
contrario. A no dudarlo, se trata del nuevo centro de gravedad del proceso penal. De allí
que sea muy importante toda la normativa que regula el desarrollo del JO, lo que hace
inexcusable su estudio y tratamiento con el debido detenimiento. Es precisamente ese
objetivo el que motiva esta separata, con la cual se concluye la trilogía destinada al nuevo
proceso penal.
* JUICIO ORAL1.
I. PRINCIPIOS
PRINCIPIOS DEL JO.
1
En la actualidad, proceso penal y JO constituyen expresiones casi idénticas, cumpliendo el JO un papel central.
Así, se ha dicho por la doctrina procesal que el proceso penal se piensa desde el JO y se estructura alrededor de
él. Por lo mismo, las reformas procesales penales sin el JO entendido como elemento central carecen de verdadera
importancia o se desnaturalizan.
2
En todo caso, la suspensión de la audiencia o la interrupción del JO por un periodo que excediere de diez días
impedirá su continuación. En ese caso, deberá decretarse la nulidad de lo obrado en él y ordenar su reinicio.
• El juicio se suspenderá por las causas señaladas en el art. 252
(Casos de sobreseimiento temporal).
• Excepciones4:
3
Cuando fuere necesario suspender la audiencia, el Tribunal comunicará verbalmente la fecha y hora de su
comunicación, lo que se tendrá como suficiente citación.
4
En estos casos, el Tribunal adoptará las medidas necesarias para asegurar la oportuna comparecencia del
acusado. Además, el presidente de la sala deberá informar al acusado de lo ocurrido en su ausencia en cuanto
éste reingrese a la sala.
1.e. SANCIONES AL ABOGADO QUE NO ASISTE O ABANDONA LA AUDIENCIA
INJUSTIFICADAMENTE – La ausencia injustificada del defensor o del respectivo fiscal a la
audiencia del JO o a alguna de sus sesiones, en su caso, se sancionará con suspensión del
ejercicio de la profesión, hasta por dos meses. La misma sanción se aplicará en caso de
abandono injustificado de la audiencia.
• Uno de los mayores avances que la Reforma pretende aportar a nuestro sistema
procesal penal es el aseguramiento que las partes efectivamente lo sean, ésto
es, que efectivamente participen del proceso, y lo hagan frente a verdaderos
jueces y no funcionarios judiciales, en muchos casos iletrados, como acontecía
en el proceso antiguo. Es lo que en doctrina se denomina el principio de
inmediación, que permite que los actos del procedimiento vayan
materializándose frente o ante los distintos actores del proceso, léase al
querellante, al acusado y su defensor, al fiscal y los jueces del Tribunal Oral. Es
justamente ésto lo que las normas recién analizadas pretenden asegurar.
• La norma del art. 289 debe relacionarse con la norma de entrada del nuevo
CPP que señala que toda persona tiene derecho a un juicio previo, oral y
PÚBLICO.
• La o las audiencias en que se realice el JO SERÁN PÚBLICAS, incluso para los
terceros ajenos al procedimiento, esto es, al público en general.
• Las excepciones sólo están fundadas en tratar de asegurar el honor, la
intimidad o la seguridad de las personas. De esta manera, se contemplan ciertas
MEDIDAS RESTRICTIVAS de este principio de publicidad, cuando sean necesarias
5
“Dadme el juez que queráis, parcial, corrompido, mi propio enemigo si deseáis; poco me importa con tal que
nada pueda hacer sino a la vista del público” (MIRABEAU, citado en: Pereira, Hugo, “El derecho del procesado a un
juicio público, proceso escrito y proceso oral”, Revista de Ciencias Penales, Tercera época, Mayo – Agosto, t. XVII,
N°2, pp. 29 – 45). La publicidad en los juicios es un elemento inseparable del debido proceso y de la legitimidad
de un estado de derecho. Por un lado, se propone proteger a las partes de una justicia secreta que escape del
control público, y por otro, mantener la confianza de la comunidad en los jueces y tribunales de justicia. Ello
explica la importancia que ha tenido la recepción de esta garantía procesal en los Tratados internacionales sobre
DDHH. Sólo a guisa de ejemplo, cito los arts. 14 N° 1 y 8 N° 5 del Pacto internacional de Derechos Civiles y
Políticos y la Convención americana de DDHH respectivamente.
para proteger la intimidad, el honor o la seguridad de cualquier persona que
debiere tomar parte en el juicio, o también para evitar la divulgación de un
secreto protegido por la ley6. Son las siguientes:
6
En otras legislaciones se alude también a la moralidad y buenas costumbres, especialmente en lo relacionado a
los juicios provocados por delitos sexuales.
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Tales medidas constituyen una manifestación limitada del “huis – clos” o sesión a puerta cerrada.
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Se ha sostenido, creo que con razón, que los medios de comunicación social cumplen un rol fundamental en un
juicio penal público en cuanto a que, en la actualidad, quién no tiene un interés comprometido en el juicio no
asiste a las dependencias mismas del juzgado, no asiste a las audiencias. ¿Porqué? Por que se ha trasladado o
delegado la función contralora de la actividad judicial en los medios de comunicación
opusieren a ello. Si sólo alguno de los intervinientes se opusiere, el Tribunal
resolverá.
2.a. Facultades del juez presidente de la sala en la audiencia del JO – Art. 292.
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En la actualidad, y en el mundo occidental, ya nadie discute la necesidad de realizar la justicia criminal a través
de un procedimiento oral.
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Los papeles dejan de ser los actores principales del pleito, dando paso a la palabra hablada, al debate oral.
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Ahora bien, no se crea que la oralidad se manifiesta sólo en la fase de la audiencia del JO. Junto con ella
destacan numerosas audiencias orales en las que se resuelven los problemas que se van suscitando durante el
procedimiento, entre otras: La audiencia de control de detención, la de formalización de la investigación, la de
decretamiento de la prisión preventiva, o la de preparación del JO.
• Puede impedir que las alegaciones se desvíen hacia aspectos no pertinentes o
inadmisibles, pero sin coartar el ejercicio de la acusación ni el derecho de
defensa.
• Puede limitar el tiempo del uso de la palabra a las partes que debieren
intervenir durante el juicio, fijando límites máximos igualitarios para todas ellas
o interrumpiendo a quien hiciere uso manifiestamente abusivo de su facultad.
• Ejercer las facultades disciplinarias destinadas a mantener el orden y decoro
durante el debate, y, en general, a garantizar la eficaz realización del mismo. En
uso de estas facultades podrá ordenar las limitaciones que ya vimos al estudiar
el principio de publicidad.
3.a. LIBERTAD DE PRUEBA – Art. 295: Todos los hechos y circunstancias pertinentes
para la solución del caso podrán ser probados por cualquier medio PRODUCIDO E
INCORPORADO EN CONFORMIDAD A LA LEY.
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En el CPP antiguo el sistema que rige es el de la prueba legal o tasada, en donde el juez tiene de antemano
regulado y determinado el valor probatorio que debe otorgarle a los medios de prueba.
• El tribunal deberá hacerse cargo en su fundamentación DE TODA la prueba
producida, incluso de aquella que hubiere desestimado, indicando en tal caso
las razones que hubiere tenido en cuenta para hacerlo.
• La valoración de la prueba en la sentencia requerirá el señalamiento del o de los
medios de prueba mediante los cuales se dieren por acreditados cada uno de
los hechos y circunstancias que se dieren por probados. ESTA
FUNDAMENTACIÓN DEBERÁ PERMITIR LA REPRODUCCIÓN DEL RAZONAMIENTO
UTILIZADO PARA ALCANZAR LAS CONCLUSIONES A QUE LLEGARE LA
SENTENCIA.
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Si el testigo hace uso de esta facultad, queda prohibida la divulgación de su identidad o de antecedentes que
condujeren a ella. El Tribunal deberá decretar esta prohibición. Sanción: Art. 307 i.3 CPP.
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Protección que puede extenderse a los peritos u otros terceros que deban intervenir en el procedimiento para
efectos probatorios (Art. 322).
• Testigos sordos o mudos (Art. 311).
• Derechos del testigo (Art. 312). Pago anticipado de los gastos de traslado y
habitación, si es el caso.
• La comparecencia del testigo al audiencia, constituirá siempre suficiente
justificación cuando su presencia fuere requerida simultáneamente para dar
cumplimiento a obligaciones laborales, educativas o de otra naturaleza, Y NO LE
OCASIONARÁ CONSECUENCIAS JURÍDICAS ADVERSAS BAJO CIRCUNSTANCIA
ALGUNA.
• Declaración: Art. 329.
• El día y hora fijados, el Tribunal se constituirá con la asistencia del fiscal, del
acusado, de su defensor y de los demás intervinientes.
• También verificará la disponibilidad de los testigos, peritos, intérpretes y demás
personas que hubieren sido citadas a la audiencia y declarará iniciado el juicio.
• El presidente de la sala señalará las acusaciones que deberán ser objeto del
juicio contenidas en el auto de apertura del JO, advertirá al acusado que deberá
estar atento a lo que oirá y dispondrá que los peritos y los testigos hagan
abandono de la sala de la audiencia.
• Acto seguido, se concede la palabra al fiscal, para que exponga su acusación y
al querellante para que sostenga la acusación, así como la demanda civil si la
hubiere interpuesto.
• Procede sólo una vez que el acusado o el testigo hubieren prestado declaración.
• Consiste en leer parte o partes de sus declaraciones anteriores PRESTADAS
ANTE EL FISCAL15 O EL JUEZ DE GARANTÍA.
• ¿En que casos?:
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No resulta fácil comprender esta novedosa figura, ya que – a todas luces – altera profundamente el significado
de la fase de investigación, fase que – en principio y por principio – se postulaba como una fase sin valor
probatorio. No es que no entienda la utilidad de una norma de este tenor, sólo que creo que es necesario destacar
el mayor peso que tendrá la fase o etapa de investigación en el nuevo proceso penal, mayor peso que no estaba
en los planes originales de los elaboradores de este cuerpo legal.
5.h. LECTURA O EXHIBICIÓN DE DOCUMENTOS, OBJETOS Y OTROS MEDIOS.
5.i. PROHIBICIONES.
• Sanción: Nulidad del juicio. Deberá repetirse en el más breve plazo posible.
• Excepción: Inciso 2°.
• En caso de condena, se debe resolver también sobre las circunstancias
modificatorias de responsabilidad penal.
6.g. POSIBILIDAD DE CITAR A UNA AUDIENCIA CON EL FIN DE ABRIR DEBATE SOBRE
LOS FACTORES RELEVANTES PARA LA DETERMINACIÓN Y CUMPLIMIENTO DE LA PENA – Art.
345.
6.h. AUDIENCIA DE LECTURA DE SENTENCIA – Art. 346: Es a partir de este momento
en que la sentencia se entiende notificada a todas las partes, aún cuando no asistieren a la
misma.
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Quien desee estudiar el tema con mayor detalle, revisar Carocca, Alex, y otros, Op. Cit., pp. 306 a 311.
• Excepción: Caso en que se impugne una sentencia definitiva condenatoria o que
la ley disponga expresamente lo contrario.
7.i. DECISIÓN DE LOS RECURSOS – Art. 360. De este artículo me permito destacar el
inciso final que prohibe la reformatio in peius17.
7.j. REGLAS SUPLETORIAS A REGLAS DEL LIBRO III – LAS DEL TÍTULO III DEL LIBRO II
CPP.
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Merece la pena comparar esta norma con la del art. 548 i.1 del CPP antiguo, a fin de darse cuenta del radical
cambio que trae aparejado el nuevo sistema de recursos.
7.k. RECURSO DE REPOSICIÓN – Arts. 362 y 363, dependiendo de si la resolución se
dicto fuera o en audiencia oral. Me remito al texto legal.
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Nótese que estas causales reflejan la moderna concepción que se tiene respecto a la nulidad, en cuanto a que
esta sanción debe estar reservada a aquellos casos en que exista infracción de garantías procesales.
“preparado”, esto es, hubiere reclamado oportunamente del vicio o defecto (Art.
377). En el escrito del recurso se consignarán los fundamentos del mismo y las
peticiones concretas que se sometieren al fallo del Tribunal (Art. 378). Si se apoya
en varias causales, cada motivo d nulidad deberá ser fundado en forma separada.
8.g. FALLO: Se debe fallar dentro de los 20 días siguientes a la fecha en que
hubiere terminado de conocer de él.
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Pues técnicamente no se trata de un recurso.