Sei sulla pagina 1di 8

N° 181 | RESEÑAS DE LIBROS | 24 de mayo de 2006

Historia de un niñito bueno. Historia de


un niñito malo
Mark Twain
Ilustrado por Ricardo Peláez.
Traducción de Una Pérez Ruiz.
México, Fondo de Cultura Económica, 2005.
Colección Clásicos.
Jacob Blivens era un niño "horriblemente
bueno" (1), y un fervoroso lector de todos los
libros de la escuela dominical(2). Allí estaba la
clave de su extraño comportamiento. Jacob creía y confiaba
en todos aquellos niños-modelo de los libros, quería
fervientemente ser uno de ellos, y formar parte de alguna de
aquellas historias. El único inconveniente era que a Jacob las
cosas nunca le salían como en los libros. Su obstinación en
imitar a los niños buenos de los cuentos, le significó toda
clase de vejaciones y accidentes. Finalmente murió
despedazado por una explosión. Su cuerpo quedó distribuido
en cuatro pueblos cercanos.
Jim era un niñito malo. A él tampoco las cosas le salían como
en los libros de la escuela dominical, donde a los niñitos
malos le sucedían accidentes y castigos, y finalmente se
veían en la obligación de arrepentirse y pedir perdón. A Jim
todo, absolutamente todo le salía de maravillas. Este niño
malo tenía muy buena suerte y el final de la historia lo prueba.
Creció, se hizo rico, y obtuvo un puesto en la Cámara
Legislativa.
No es casual la alusión a Saki al comenzar esta reseña.
Tanto Mark Twain (1835-1910) como Saki (Hector Hugh
Munro; 1870-1916), son dos grandes maestros del humor, de
la ironía. Un humor muy anglosajón, no caben dudas. Y no
sólo eso, ambos apuntan sus dardos hacia un mismo
objetivo: la literatura para niños moralizante, aburrida, ridícula
y pacata, teñida de la religiosidad puritana de aquellos
tiempos: los famosos libritos de la escuela dominical "que le
secaron el cerebro" al pobre Jacob. El humor es la
herramienta que ambos autores utilizan para desenmascarar
ese discurso adulto hipócrita destinado a los niños. En ambos
relatos el final es "trágico" (desde la ironía y el humor negro,
por supuesto) para los niños buenos. Un final de Caperucita
Roja para la niña de Saki, un hiperbólico desenlace de
explosión y despedazamiento (en el que el narrador se
regodea con los detalles) para el niño bueno de Twain. La
burla no sólo es directa, sino que además atañe, como no
podía ser de otra manera, a los supuestos de lo adecuado e
inadecuado en las lecturas infantiles desde la construcción
misma de la historia. Una muerte por despedazamiento, o
deglución del pequeño protagonista (que encima es un
modelo de bondad) no correspondería a una literatura para
niños "que se precie de tal". El libro de Twain aún hoy, cerca
de cien años después, resulta no sólo transgresor para las
convenciones aún vigentes de lo adecuado en la literatura
para chicos, sino que por otra parte su "denuncia humorística"
es de una actualidad sorprendente. Hoy, como hace cien
años, los libros infantiles muy a menudo son escritos, o leídos
para transmitir mensajes morales a las nuevas generaciones.
En estos últimos años lo políticamente correcto ha invadido la
selección, la difusión, la lectura y la producción misma de la
literatura para niños y jóvenes. De lo que da cuenta en forma
también humorística James Finn Garner (Detroit, 1960), otro
anglosajón, con sus Cuentos infantiles políticamente
correctos (3).
El Fondo de Cultura Económica realiza una cuidada edición
de Historia de un niñito bueno. Historia de un niñito malo, con
un rol importante para las ilustraciones del dibujante e
historietista Ricardo Peláez (México D.F., 1968). Éstas
retrotraen a las viejas imágenes de los libros religiosos para
niños, y añaden información al texto escrito, en particular con
la ingeniosa presencia de un ángel de la guarda (como alter
ego de Jacob) y uno o varios diablos rojos como compañeros
de aventuras de Jim.
La ilustración enfatiza el humor negro del texto, como cuando
al mejor estilo Charles Chaplin, la imagen se detiene
segundos antes de la catástrofe: la banana que está por ser
pisada, la vela que está por caer sobre el niño absorto en sus
lecturas.
Ambas historias tienen por ilustración final un impreso. Tanto
el libro chamuscado con el título Senderos de bondad de la
primera historia, como la tapa de la revista Éxitopara Jim, dan
cuenta de la misma ironía desenfada e irreverente que
propone el texto.
El humor puede ser un arma contundente y efectiva. El libro
de Twain bien puede dar ejemplo de ello cuando su
desacralización apunta hacia un discurso, que
lamentablemente cien años después (con algunos maquillajes
rejuvenecedores) sigue vigente en los libros que los adultos
destinamos a los niños.
Marcela Carranza
Notas
(1) Así diría el narrador de "El cuentista" de Saki (Hector
Hugh Munro). Como en el cuento de Twain, la historia que el
solterón narra a un grupo de pequeños en el tren no termina
bien para el "niño bueno". La heroína, toda una Caperucita
del deber ser, muere devorada por un lobo.
"El cuentista" de Saki está publicado en la sección "Ficciones"
de Imaginaria, aquí.
(2) La Escuela Dominical es un departamento o Ministerio
dentro de las congregaciones evangélicas que tiene por
objetivo enseñar de una manera clara y directa temáticas
importantes para el cristiano que se presentan en la Biblia.
Fuente de la información: Wikipedia.
(3) Finn Garner, James. Cuentos infantiles políticamente
correctos. Traducción de Gian Castelli Gair. Barcelona,
CIRCE Ediciones, 1995.
Marcela
Carranza (garrik@fibertel.com.ar) es
maestra y Licenciada en Letras de la
Universidad Nacional de Córdoba
(Argentina). Como miembro de CEDILIJ
(Centro de Difusión e Investigación de
Literatura Infantil y Juvenil) formó parte
de la coordinación del programa de bibliotecas ambulantes
"Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y del equipo
Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Publicó
artículos en revistas y participó como expositora en
congresos de la especialidad. Actualmente se desempeña
como coordinadora de talleres en el área de la literatura
infantil y juvenil en la Escuela de Capacitación Docente
(CePA), de la Secretaría de Educación del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, y profesora tutora en el Postítulo de
"Literatura Infantil y Juvenil" de la misma institución.

Artículos relacionados:
Ficciones: Un cuento de Saki ("El cuentista")
Lecturas: La literatura al servicio de los valores, o cómo
conjurar el peligro de la literatura, por Marcela Carranza

Potrebbero piacerti anche