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GRIEGOS Y LATINOS
Constantino el Grande
nº 20 – 2020
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ÍNDICE
Minucias clásicas p. 25
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EL PEZ GLOBO
CLARA SIMOIS1
1
“Nos gustaría dar en este lugar espacio a los trabajos que se hacen en la escuela media,
lugar de nacimiento de muchas vocaciones literarias.” Así escribía en el número
anterior de este Cuadernillo, cuando publicábamos un escrito procedente del
secundario. Me pone feliz repetir la experiencia ahora, con esta “metamorfosis” que
nos ofrece una alumna del Colegio Santo Tomás de Aquino. [R.L.]
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Abrí mis ojos. Veía todo un poco nublado, solo podía percibir
una gran luz apuntándome. Después de unos segundos, mis ojos se
acostumbraron a la luz y pude ver todo con claridad. Me vi reflejada en
el vidrio de la pecera: era un pez globo. No sabía qué hacer, quería gritar
y pedir ayuda, pero no podía, solo salían burbujas de mi boca. Estaba
rodeada de peces que parecían no tener raciocinio alguno. Francamente
estaba desesperada, sola. No podía dejar de pensar en mis padres...
¿Cómo reaccionarían al ver que ya no estaba? ¿Se olvidarán de mí?
Tenía muchas preguntas sin respuestas.
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Estaba estresada y dormía poco, las pocas veces que dormía
soñaba con convertirme en la Sara de antes, quería que todo fuera como
antes, poder disfrutar con mi familia, pero cuando me despertaba, solo
me encontraba con el reflejo de un pez globo solitario y miserable.
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LOS PÍXELES DE LA ANTIGÜEDAD
FEDERICO CAIVANO
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Me causa además cierta maravillosa ternura (por ponerle una
palabra) que exista un puente que una dos obras con casi dos mil años de
diferencia. Como si el espíritu humano fuera siempre el mismo, quisiera
las mismas cosas, tuviera siempre las mismas limitaciones, aunque el
ambiente en el que esté inmerso hoy en día sea infinitamente más
elaborado o acondicionado que antes; me imagino el proceso creativo en
la base de ambos movimientos artísticos y en lo único que difieren es en
los recursos de cada época para llevarlo a cabo. O como si el espíritu
colectivo de toda la humanidad entrara constantemente en un sueño
profundo, olvidándose de su propia identidad, redescubriendo al
despertar que, a pesar de ser un nuevo día, sigue siendo el mismo.
FEDERICO CAIVANO
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DAFFODILS
WILLIAM WORDSWORTH
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Estas palabras de la Wikipedia (las cito eliminando las notas y los
azules) me dejan perplejo. Primero porque desconocía este poema hasta
mediados de 2019, cuando cayó en mis manos gracias a una antología
¡de inglés comercial! El mismo artículo de la enciclopedia virtual
(https://en.wikipedia.org/wiki/I_Wandered_Lonely_as_a_Cloud) nos da
también una foto de un manuscrito del poema.
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Las olas junto a ellos bailaban; pero ellos
Sobrepasaban las brillantes olas con alegría:
Un poeta sólo podría estar feliz,
Con una compañía tan jocunda:
Miré—y miré—pero poco pensé
Cuánta riqueza el espectáculo me había traído:
1
En griego antiguo tal diferencia suele marcarse con un cambio de acento.
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TRES EJEMPLOS DE INSATISFACCIÓN ARTÍSTICA
RADULFUS
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Es fama que Dédalo, huyendo de los reinos de Minos, osó
remontarse por los aires con veloces alas, surcó el desusado derrotero con
dirección a las heladas Osas, y fue a parar encima de la ciudadela de Calcis:
tomada allí tierra por primera vez, te consagró ¡Oh Febo! sus alados remos
y te erigió un soberbio templo. En las puertas representó la muerte de
Androgeo y a los Cecrópidas, condenados ¡Oh miseria! a entregar en
castigo, todos los años, siete de sus hijos; vese allí la urna en que se acaban
de echar las suertes. Hace frente a esta escena la isla de Creta: allí están
representados los horribles amores del toro, el delirio de Pasífae y el
Minotauro, su biforme prole, monumento de una execrable pasión. Allí se
ve también aquel asombroso edificio donde no es posible dejar de perderse;
por lo cual, Dédalo, compadecido del vehemente amor de la Reina, resolvió
él mismo los artificios y rodeos de su obra, dirigiendo con un hilo los
inciertos pasos de Teseo. Tú también ¡Oh Ícaro! hubieras sido gran parte
en aquel tan prodigioso trabajo, si el dolor lo hubiera permitido. Dos veces
intentó esculpir en oro tu desastre; dos veces cayó el cincel de sus manos
paternales.”
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Su impotencia no se inscribe en el dominio del arte sino que
maeror impedivit. y la maestría de Virgilio recurre a la μετάθεσις τῶν
προσώπων, al cambio de persona. Por un momento deja la tercera y se
dirige al infortunado joven: “Tu quoque magnam / partem opere in tanto,
sineret dolor, Icare, haberes” (vv. 30-31).
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MISSATGE
SALVADOR ESPRIU
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–De lejanas riberas heladas,
de la memoria fiel de la noche, donde no arraiga
el sueño vagaroso de la esperanza,
viene por ti, viene por ti, pequeño hombre.
Mira cómo te envuelve el triunfo de los asfódelos,
mira cómo avanza la dama
sin ojos, la barca
del viejo solitario.
15
POR ZEUS
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efervescencias tan solo, embriagada
de triunfo. “¡Mil barcos de diez remos
en el mar cegador: no he visto nada
más lisonjero, Paris! ¡No soy menos
1
Agradezco a la autora, de Valladolid, que nos permita reproducir aquí este bello y
muy irónico poema, que, siguiendo una fuerte tradición poético-burlesca hispánica a lo
Quevedo y a lo Góngora, lee con humor el mito clásico. En otro orden, muy lejano y
personal, también era vallisoletano Gaspar Núñez de Arce, poeta a quien en estos días
solamente yo leo. [R.L.]
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EXPONIENDO RAZONES
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Desde tiempo inmemorial
con un desprecio absoluto,
cuando un humano es muy bruto
lo llamamos animal.
Lo de bestia es ancestral
y viene de larga data
mentar como garrapata
al que se aferra a su suerte
y es más viejo que la muerte
el desprecio por la rata.
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El mundo no es un enjambre
de canarios y jilgueros,
y si el buitre es carroñero
es porque lo acosa el hambre.
En esta vieja raigambre
entre las causas y efectos,
con virtudes y defectos
debemos ser respetuosos,
comprensivos y piadosos
con el hombre y los insectos.
MARIO ROJMAN
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FERNANDO SORRENTINO
Y UNA EVOCACIÓN DE GERARDO PAGÉS
CONVERSACIONES EN LA BIBLIOTECA
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Sin embargo, debo confesar cierta inconducta: a raíz de un
encuentro muy grato con cierto señor, ni él ni yo guardamos siempre el
silencio que exigía aquel ámbito estudioso.
Explicaré cómo y por qué.
Hacia 1995 buscaba yo una información –tan menor como
huidiza– sobre un poeta argentino de centésimo orden que había
publicado en los albores del siglo XX. Un lector, sentado a poca distancia
de donde yo lidiaba con mis tribulaciones, me dijo algo así como:
“Discúlpeme que me inmiscuya en su trabajo, pero creo que puedo
ayudarlo a encontrar lo que necesita…”. Y, en efecto, con precisión y
con memoria me transportó muy rápidamente a donde yo deseaba llegar.
Desde esa tarde en adelante, se hizo costumbre que, cada vez que
yo concurría a la biblioteca, mantuviera con este agradabilísimo
caballero extensas conversaciones. Claro que en voz extremadamente
baja y desarrolladas en el rincón más alejado del resto de los ocasionales
lectores, a fin de no perturbarlos en sus tareas. (De esta manera el pecado
mortal de ruido se atenuaba en pecado venial de cuchicheo.)
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Silva de varia lección
Era Gerardo Horacio Pagés, catedrático de latín en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y hombre que
(además de su sapiencia en lenguas clásicas y modernas, lingüística,
literatura, historia, gramática y todas las cuestiones afines imaginables e
inimaginables) podía, con total soltura, analizar los recovecos de una
letra de tango, relatar vívidas anécdotas de escritores que él había
conocido, instruirme sobre alguna paradoja que consentía el reglamento
del rugby, exponer las características del tenor Giovanni Martinelli,
ilustrarme sobre las diferencias entre el léxico guaraní del Paraguay y el
de la mesopotamia argentina, o explayarse sobre las muchas virtudes de
eximios futbolistas de otrora como José Manuel Moreno, Ernesto
Lazzati, Arsenio Erico o René Pontoni… Etcétera, etcétera, etcétera.
Sede social de Ferro Carril Oeste, del cual Gerardo era socio
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Según los vaivenes de mis actividades, a veces dejaba transcurrir
muchos meses sin acercarme a la biblioteca. Hacia mediados del año
1999 volví a ella y, con gran pesar, me enteré de que el doctor Pagés se
hallaba gravemente enfermo. Y, en efecto, unos días más tarde, el 17 de
junio de 1999, falleció en Buenos Aires, ciudad donde había nacido el 27
de octubre de 1920.
Los caprichosos mecanismos de la memoria intentan rendir, con
estas líneas, un modesto homenaje a un hombre sin duda admirable. Y
que, probablemente, sintiera alguna simpatía hacia mí.
FERNANDO SORRENTINO
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MINUCIAS CLÁSICAS
Séneca en yeso
¿Animal apropiado?
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La carretilla de la foto de la página anterior estaba a la puerta de
un lavadero de ropa. No me parece (poco vale mi parecer) tan apropiada
para entregas de vestes limpias o sucias. Pero más curiosa es la marca
del recipiente; Equus. ¿Habría sido un pelín mejor llamarla Asinus?
Demasiado tonto lo que pregunto, pues caballo, asno, mula, burro
(habría dicho Séneca en esta situación) son todas bestias de carga.
Juan Sevilla
Epigramma de viro
Κακὸς ἰὸς, ὃς ἡμᾶς κτείνει,
μετέβαλεν τὸν ἡμῶν βίον·
ὁ Θάνατός μ᾿ ἐμμενεῖ
στίχους ταπεινοὺς ποιοῦντα.
[Malum virus, quod nos necat,
vitam nostram mutavit:
Mors certe me manebit
humiles versus facientem.]
Radulfus
Mi nombre en griego
Nominor Radulfus. Graece Ῥάδουλφος. También considero
correcta (con la humildísima corrección que le otorgo yo) Ῥαδοῦλφος. Si
bien hay en griego tendencia a las esdrújulas, como en Ἀλέξανδρος, no
falta un Καλλῖνος. En definitiva, uso las dos. [Radulfus]
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