Sei sulla pagina 1di 10

Universidad de Guadalajara

Centro Universitario de Tonalá


Departamento de Artes y Humanidades
Lic. En Historia del Arte

Legislación del Patrimonio Cultural

“Biblioteca Iberoamericana “Octavio Paz”, Capilla de la


Universidad o Ex-Templo de la Compañía de Jesús”
Por: Morán López M. Carolina.
Biblioteca Iberoamericana “Octavio Paz”, Capilla de la Universidad o
Ex-Templo de la Compañía de Jesús.

Al recorrer las calles de la ciudad de Guadalajara nos encontramos con un sinfín de


edificaciones con un muy singular valor histórico y arquitectónico, me refiero a esos
edificios que quedan como testigos del paso del tiempo por la ciudad, representando no
sólo a una simple construcción que cumple con las características arquitectónicas de cierta
época; sino que más allá de eso, estos inmuebles nos hablan de toda una sociedad, un
pensamiento, una ideología, son edificios clave que han presenciado múltiples
acontecimientos, que dan pauta a otros mientras las construcciones quedan de testimonio
para enlazar una etapa con otra.

Fungiendo como un puente entre nuestro pasado y el ahora, la piedra, el cemento, el asbesto
y cada uno de los materiales que forman los diversos recintos de sabiduría nos dan informe
del cómo y por qué de cada ciclo en la sociedad. Es así como en la ciudad de Guadalajara
nos encontramos con el Ex-Templo de la Compañía de Jesús o de Santo Tomás, mejor
conocido como la actual Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, inmueble que por más de
400 años ha albergado un sinfín de historias y acontecimientos sociales que son de gran
importancia para la ciudad que habitamos.

La historia de la Iberoamericana comienza con la llegada de los jesuitas a Guadalajara, o


La Compañía de Jesús, es una orden religiosa fundada por San Ignacio de Loyola el 15 de
agosto de 1534. El lema de San Ignacio «Ad maiorem Dei gloriam» (para la mayor gloria
de Dios) fue tomado como el lema de la Orden, y su carisma fundacional "la salvación y
perfección de los prójimos" condujo la actividad de la Compañía a dos tareas
fundamentales: la educación y las misiones. Desde un principio los jesuitas se distinguieron
especialmente por pronunciar, al momento de su profesión religiosa, un voto de especial
obediencia al Santo Padre, el llamado «cuarto voto», pues éste se suma a los tradicionales
votos de obediencia, pobreza y castidad. “La palabra «jesuita» en su origen fue un apodo
inventado por los enemigos de la Compañía, y nunca fue usado por San Ignacio.
La Compañía de Jesús fue cronológicamente la cuarta gran orden misionera en arribar a la
Nueva España, cuando fue aprobada por la Santa Sede, franciscanos, dominicos y agustinos
llevaban ya más de quince años trabajando en la evangelización y casi cincuenta a la fecha
de su llegada en 1572. México llamó la atención de Ignacio, el cual escribió a sus hermanos
de España: «Enviad misioneros a México, si os lo piden, y aun cuando no os los pidan».”
Sin embargo el deseo de San Ignacio se cumplió hasta 1572 cuando Felipe II escribió al
tercer sucesor de San Ignacio (San Francisco de Borja) solicitándole que enviara sacerdotes
de la Compañía de Jesús a la Nueva España. El Padre Borja envió entonces al primer grupo
de jesuitas que arribó a Nueva España el 9 de septiembre de 1572 y estuvo formado por
ocho sacerdotes, cuatro hermanos coadjutores y tres escolares, encabezando al grupo el
Padre Pedro Sánchez, primer provincial de la Compañía en México.

Los textos sobre la actual Biblioteca redactados por Fernando del Paso y Dulce María
Zúñiga, nos dicen que el colegio había sido fundado en 1591 en Guadalajara a pesar de que
los jesuitas se habían establecido en la ciudad desde 1586, según Esteban J. Palomera la
petición de que los jesuitas fueran a la Perla de Occidente para enseñar a leer data de 1577.
El edificio que fuera la Iglesia de la Compañía de Jesús o Iglesia de Santo Tomás se ubica
en la esquina norponiente del cruce de las calles de Colón y Pedro Moreno, en la que hoy se
denomina Plaza de la Universidad (Plaza de las Sombrillas). La construcción limita al
poniente con la calle de Galeana, al norte con Pedro Moreno y al oriente con la calle Colón
y abarca una tercera parte de la manzana inscrita en dichos límites y la Avenida Juárez.

De acuerdo con la obra de Esteban J. Palomera en el análisis que hace acerca de la obra
educativa jesuita en Guadalajara, la Iglesia de la Compañía se construyó como parte del
colegio de Santo Tomás, del cual sólo queda lo que fue el templo, posteriormente en 1665
se añadió la capilla de Loreto. El clero impuso a los hermanos de la Compañía de Jesús la
obligación de ofrecer educación gratuita a los habitantes de la región, esto fue bien
aceptado por la población, quienes hicieron considerables donaciones en favor del Colegio
de la Compañía de Jesús, por lo que lograron sostenerse de manera desahogada hasta el año
de 1767, en el que el rey de España, Don Carlos III de Borbón, ordenó la expulsión de los
jesuitas de todos sus dominios. Fray Antonio Alcalde, conocido por su labor humanitaria,
fue el principal promotor para que se autorizara la creación de una universidad en la Nueva
Galicia. Resultado de sus gestiones fue la cédula real que autorizó la creación de la Real y
Literaria Universidad de Guadalajara, en 1791. En 1793, el ex templo de Santo Tomás se
convierte en sede de la Universidad, una de las primeras universidades de la red educativa
de los jesuitas durante el Virreinato. Un año antes de la expulsión de la Compañía de Jesús
de México, Francisco Xavier Clavigero, fue su rector.

En 1827, Prisciliano Sánchez, primer gobernador constitucional del estado de Jalisco,


clausura la Real y Literaria Universidad de Guadalajara, esto, como gesto del gobierno de
la nación independiente que se desliga de su pasado colonial, vinculado a la tradición
católica y al poder eclesial. Ramos Nuñez y Vídaurre en su obra sobre edificios neoclásicos
en Guadalajara, nos dicen que el edificio es adecuado para sus nuevas funciones de palacio
legislativo: se derriban las torres, se le agrega el pórtico, son retirados los altares, y se
adaptan curules para el salón de sesiones. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto José
Gutiérrez. El recinto, por su diferente uso y las diversas modificaciones estructurales, se
aleja manifiestamente de su anterior función como lugar de culto religioso. El proyecto del
arquitecto José Gutiérrez tuvo como uno de sus propósitos importantes en el re-
acondicionamiento, eliminar aquellos elementos que vinculaban el edificio con un pasado
virreinal y con un estilo arquitectónico que había quedado fuertemente identificado con una
tradición religiosa y política del pasado (el barroco), además de “actualizar” el aspecto del
edificio, adaptarlo a una nueva función y relacionarlo con tendencias ideológicas que
consagraban valores laicos.

De 1828 a 1833 la Capilla de Loreto alojó la Escuela Normal Lancasteriana y


posteriormente funcionó como escuela municipal. Sufrió un terremoto en 1875 por el que
se le reforzaron las columnas a la fachada. Durante la Revolución Mexicana, el edificio fue
ocupado y saqueado cuando fungió como cuartel revolucionario y caballeriza en 1914.
Desde 1919 hasta 1948, el ex templo fue la sede de la Dirección General de Estudios
Superiores y, posteriormente, Oficina de la Benemérita Sociedad de Geografía y
Estadística.

Los murales que adornan la nave central fueron realizados a finales de 1925, por Amado de
la Cueva y David Alfaro Siqueiros. De esa época data también el diseño y tallado de la
"Puerta Siqueiros" que actualmente se exhibe, a la entrada de la biblioteca. La realización
corrió a cargo de un artesano local, Juan Hernández. La puerta es un tablero rectangular que
enmarca una temática revolucionaria reflejando los ideales de Siqueiros y la influencia que
Marx tenía sobre este, es una crítica al poder opresor de la institución sobre el pueblo.

Años después, en 1930, el Grupo de la Universidad, integrado por Jesús Guerrero Galván,
José Parres Arias, Alfonso Michel y Francisco Sánchez Flores, decora la bóveda de la
pequeña capilla, a la que bautizaron con el nombre de "Olimpus House", que actualmente
es el área de las oficinas administrativas de la biblioteca y cuenta con unos murales sin
terminar atribuidos a Amado de la Cueva.

En 1937 el gobierno del estado, presidido por Everardo Topete, concreta la venta del
edificio del Colegio de Santo Tomás, anexo al templo, a una compañía norteamericana que
lo derriba. Quedan así como único vestigio del conjunto arquitectónico original el ex
templo de Santo Tomás y la Capilla de Loreto. Fungió como oficina de telégrafos de 1948 a
1985, año en que se entregó a la Universidad de Guadalajara y de donde surgió el proyecto
de convertirlo en biblioteca. En 1925, durante el gobierno de José Guadalupe Zuno, con la
reapertura de la Universidad de Guadalajara, bajo el rectorado de Enrique Díaz de León, el
edificio regresa a formar parte del patrimonio universitario.

Su larga cronología culmina con la creación de la Biblioteca, que surge entre 1986 y 1991,
estando desocupada, se comenzó con los trabajos de adecuación del edificio, fue en 1986
cuando se conformó la Comisión de restauración del Ex -Templo de Santo Tomás de
Aquino, esto con la intención de compilar producción literaria de países de habla hispánica,
Brasil, España y Portugal. Diferentes instituciones culturales nacionales y extranjeras
aportaron el acervo inicial, además de las adquisiciones realizadas por parte de la
Universidad, este contaba con 7’000 volúmenes en 1991. Diez años después de su
fundación, cuenta con 28’500 títulos en 37’700 volúmenes.

Cerca de cumplirse el bicentenario de la Universidad de Guadalajara y los 500 años del


encuentro de dos mundos, se lleva a cabo la inauguración de la Biblioteca Iberoamericana
Octavio Paz dentro del marco de la Primera Cumbre Iberoamericana de jefes de estado y de
Gobierno el 19 de julio de 1991.
Cómo no considerar a un recinto de tal magnitud como un patrimonio cultural que alberga
siglos de historia, letras y arte, con un valor arquitectónico-cultural invaluable, que ha sido
testigo del desarrollo de la sociedad jalisciense desde sus primeros asentamientos. Más que
una Biblioteca, la Iberoamericana retrata la historia social de un pueblo colonizado, en
proceso de culturización. Inició como una construcción religiosa que tenía la labor de
educar y hoy después de sus transformaciones y mutilaciones; el Ex-Templo de la
Compañía de Jesús sigue siendo un recinto encargado de educar, de repartir conocimiento a
aquellos que se atrevan a entrar.

Es así como la Biblioteca Iberoamericana o el Ex – Templo de la Compañía de Jesús, pasa


a formar parte de la gran cantidad de bienes muebles o inmuebles protegidos que son
patrimonio de la Nación, y están declarados como tales en el Registro Público de
Monumentos y Zonas Arqueológicos del INAH, de acuerdo a la  Ley Federal sobre
Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos de México. Conforme a esta
ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 28 de enero del 2015, en el artículo
segundo nos dice que es de utilidad pública, la investigación, protección, conservación,
restauración y recuperación de los monumentos arqueológicos, artísticos e históricos y de
las zonas de monumentos. La Secretaría de Educación Pública, el Instituto Nacional de
Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas Artes y los demás institutos
culturales del país, en coordinación con las autoridades estatales, municipales y los
particulares, realizarán campañas permanentes para fomentar el conocimiento y respeto a
los monumentos arqueológicos, históricos y artísticos. El Instituto Nacional de
Antropología e Historia y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, de acuerdo con
lo que establezca el reglamento de esta Ley, organizarán o autorizarán asociaciones civiles,
juntas vecinales, y uniones de campesinos como órganos auxiliares para impedir el saqueo
arqueológico y preservar el patrimonio cultural de la Nación. Además se establecerán
museos regionales.”

En base al artículo 5to.: Son monumentos arqueológicos, artísticos, históricos y zonas de


monumentos los determinados expresamente en esta Ley y los que sean declarados como
tales, de oficio o a petición de parte. El Presidente de la República, o en su caso el
Secretario de Educación Pública, previo procedimiento establecido en los artículos 5o. Bis
y 5o. Ter de la presente Ley, expedirá o revocará la declaratoria correspondiente, que será
publicada en el Diario Oficial de la Federación.

En el artículo 35 y 36 se nos explica por qué se le da el valor histórico a la Biblioteca


Iberoamericana, el artículo 35 dice que son monumentos históricos los bienes vinculados
con la historia de la nación, a partir del establecimiento de la cultura hispánica en el país, en
los términos de la declaratoria respectiva o por determinación de la Ley.

En el 36 se establece que por determinación de esta Ley son monumentos históricos: I.- Los
inmuebles construidos en los siglos XVI al XIX, destinados a templos y sus anexos;
arzobispados, obispados y casas curales; seminarios, conventos o cualesquiera otros
dedicados a la administración, divulgación, enseñanza o práctica de un culto religioso; así
como a la educación y a la enseñanza, a fines asistenciales o benéficos; al servicio y ornato
públicos y al uso de las autoridades civiles y militares. Los muebles que se encuentren o se
hayan encontrado en dichos inmuebles y las obras civiles relevantes de carácter privado
realizadas de los siglos XVI al XIX inclusive. II.- Los documentos y expedientes que
pertenezcan o hayan pertenecido a las oficinas y archivos de la Federación, de los Estados o
de los Municipios y de las casas curiales. III.- Los documentos originales manuscritos
relacionados con la historia de México y los libros, folletos y otros impresos en México o
en el extranjero, durante los siglos XVI al XIX que por su rareza e importancia para la
historia mexicana, merezcan ser conservados en el país. IV.- Las colecciones científicas y
técnicas podrán elevarse a esta categoría, mediante la declaratoria correspondiente.

Así mismo en la Ley de Patrimonio Cultural del Estado de Jalisco encontramos los
siguientes artículos que respaldan el porqué del Ex –Templo de la Compañía de Jesús como
monumento a la historia de Guadalajara. El Artículo 2 dice que el Patrimonio Cultural del
Estado está constituido por elementos y manifestaciones materiales e inmateriales de la
actividad humana y del entorno natural, a los que los habitantes de la entidad, por su
significado y valor, les atribuyen importancia intelectual, científica, tecnológica, histórica,
natural, literaria, artística, arqueológica, antropológica, paleontológica, etnológica,
arquitectónica, industrial y urbana. Por lo tanto en el Artículo 3 encontramos que los
bienes muebles, inmuebles, las zonas de protección y el patrimonio inmaterial, gozarán de
la protección de la presente ley, en los términos que la misma establezca. La
Iberoamericana es patrimonio jalisciense también en base al artículo 7 que habla acerca de
los bienes inmuebles con relevancia histórica, arquitectónica y artística que además estén
vinculados a la vida social, política y cultural de Jalisco. Siendo clasificada por el artículo 8
como inmueble de valor artístico relevante ya que es una edificación con más de cien años
de antigüedad que representa más de una corriente estilística, además de haber fungido
como lugar de culto religioso es todo un centro histórico.

En la Biblioteca Iberoamericana “Octavio Paz”, se ve reflejado todo el proceso evolutivo de


una sociedad, siglos de historia, de letras, de arte, de arquitectura yacen en un solo recinto.
Aquí la importancia de preservar y de difundir nuestro patrimonio cultural, la mayoría de
los transeúntes del centro histórico de Guadalajara pocas veces toman atención al
monumento que tienen frente a sus ojos. No solo pasan a ser edificaciones viejas o
construcciones que se aprovechan para otros usos, estos edificios trascienden al mantenerse
en pie durante el paso del tiempo albergando en su interior historias absolutas, perdidas en
cada uno de sus muros.

Si cada uno de los habitantes de la ciudad de Guadalajara nos percatáramos de la existencia


de estos edificios, volveríamos a nosotros, a encontrarnos en el simbolismo del
monumento. Todos estos representan la formación de la ciudad, la crítica al sistema
opresor, si como pueblo tuviéramos esa sensibilidad para comprender nuestro pasado quizá
podríamos aspirar a ser una sociedad más funcional en el sentido de ser consciente del
suelo que habitamos.
Bibliografía.

 J. PALOMERA, Esteban. La obra educativa de los jesuitas en Guadalajara, 1586-


1986: visión histórica de cuatro siglos de labor cultural. Instituto de Ciencias,
ITESO, Universidad Iberoamericana. México 1997.
 REVUELTA GONZALEZ, Manuel. Los colegios de jesuitas y su tradición
educativa (1868-1906), Universidad Pontificia Comillas. España, 1998.
 KLAIBER, Jeffrey. Los jesuitas en América Latina, 1549-2000: 450 años de
inculturación, defensa de los derechos humanos y testimonio profético. Fondo
Editorial Universidad Antonio Ruíz de Montoya. Perú, 2007.
 DEL PASO, Fernando/ ZÚÑIGA, Dulce María. Textos sobre la Biblioteca
Iberoamericana. Rayuela diseño editorial, México, 2003.
 GUADARRMA PEÑA, Guillermina. La ruta de Siqueiros: etapas en su obra
mural. Conaculta-INBA. México, 2010.
 ORTEGA Y GASET, José. La deshumanización del arte e ideas sobre la novela.
Editorial Porrua. México, 2007.
 V. VIDAURRE, Carmen/ RAMOS NUÑEZ, Nicolás. Neoclásicos y eclécticos en
Guadalajara. Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, Universidad de
Guadalajara, 2009.
 Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos de
México.
 Ley de Patrimonio Cultural del Estado de Jalisco

Potrebbero piacerti anche