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Fundamentos humanísticos y antropológicos como

base para la nueva conciencia cívica desde la historia


de la cultura 

¿Por qué el hombre se mantiene unido a la sociedad? ¿Cuáles son las


razones que hacen del hombre un ser social imanado a un pueblo o
cultura? ¿Se mueve el hombre principalmente a golpes de instinto y de
razón? Responder a estas preguntas desde una historia de la cultura
conduce a la siguiente afirmación: los hombres se comportan conforme a
normas y costumbres

Al hombre le resulta más beneficioso relacionarse con sus congéneres


que andar por separado, sería ilógico que cada individuo anduviera por su
cuenta. Resulta más fácil pensar e insistir en la idea de que los seres
humanos se relacionan entre sí porque así lo han decidido. El hombre no
es un ser aislado y por lo tanto no puede vivir en un aislamiento completo
y continuado.

El hombre necesita autoabastecerse debido a sus límites biológicos,


físicos y hasta culturales. Por lo tanto, no se puede ignorar que el
comportamiento de los seres humanos influye y pesa en el aspecto
instintivo y el de las necesidades biológicas. Pero también es cierto que
resulta imposible negar el aura cultural y la naturaleza social que poseen
los individuos. Y, aunque admitamos el principio básico, sobre las
necesidades biológicas del hombre, queda alguna duda por resolver. Ante
la realidad biológica del hombre, ¿Tiene realidad propia la sociedad y la
cultura?

El comportamiento social es el comportamiento de unos actos humanos


que son, al mismo tiempo, psicológicos, fisiológicos y biológicos. La
realidad humana se halla compuesta por varias esferas inseparables.
Nadie lo niega. Pero tan absurdo resulta pensar que un hombre, agitando
los brazos, puede volar (límites físicos), como afirmar que los aviones se
han construido a golpes de instinto. Los aviones son un producto de la
cultura humana, de la capacidad del ser humano de razonar, calcular,
experimentar y aprender de los errores.

El ejemplo del hombre-pájaro es una exageración. Pero sirve para darse


cuenta de que no se pueden olvidar los límites físicos a la hora de
proponer un trabajo o una forma de convivir en sociedad. Por la misma
razón, fracasaría de plano un proyecto para construir un avión que no
tuviera en cuenta los saberes técnicos ni el estado económico de la
sociedad donde va a fabricarse.

El ser humano desde un contexto histórico social y


cultural 
Respondamos a la pregunta que formulábamos anteriormente. ¿Se puede
entender aisladamente la cultura? ¿Podemos percibirla como una
realidad separada y distinta?

Se comprende fácilmente que si la sociedad existe con independencia de


las personas y necesita defenderse de los que no siguen sus dictados,
tiene que procurarse medios de defensa y de ataque. Las leyes, normas,
sanciones, premios y castigos son los instrumentos mediante los cuales
actúa la sociedad.

La sociedad no es una cárcel de cristal siempre presente y que actúa por


su cuenta, sino un complejo de relaciones humanas. Por lo tanto, es un
invento de los hombres, una manera voluntaria de reproducirse, trabajar,
especializarse y cooperar.

Las formas de la sociedad y los modos de comportarse los definen y


llevan a cabo los seres humanos, que son la única y suprema realidad. No
hay una sociedad independiente, sino individuos que se relacionan. En
este punto saltan a la vista las semejanzas y diferencias entre la
sociedad animal y la humana. Vivimos en sociedad, igual que otras
especies animales, porque lo necesitamos. La diferencia estriba en las
formas y modos de esas relaciones.

Los seres humanos en su pasar por el mundo nos hemos desarrollado


más nuestros actos recíprocos a diferencia de los otros animales
nosotros somos seres pensantes y razonantes. Ese refinamiento que han
ido alcanzando las poblaciones humanas tiene un nombre: cultura. La
cultura ha cincelado y modificado la base animal, puramente biológica, de
la especie humana. El homo sapiens es una entidad biológica que sabe lo
que hizo (guarda memoria) y lo que está haciendo (tiene conciencia). La
cultura es lo que hay de humano en el paisaje que nos rodea.

En resumen, los seres humanos son, a la vez, biología y cultura,


necesidades y saberes, instintos y pensamiento elaborado. Lo mismo que
una moneda tiene dos caras, la sociedad tiene dos vertientes, Cultura y
Sociedad.

La cultura como acto de humanización en la


civilizaciones
Los historiadores alemanes englobaron en el término cultura al conjunto
de medios colectivos con que cuenta el hombre o la sociedad para
entender y controlar el entorno físico. La civilización, en cambio,
abarcaría los medios a los que puede recurrir el hombre para ejercer un
control y un enriquecimiento sobre sí mismo, sobre su persona. La
civilización permitiría crecer al hombre intelectual, moral y
espiritualmente.

Las artes, la filosofía, la religión y el derecho revelarían aspectos de la


civilización. En una segunda concepción la civilización es la racionalidad
y la eficacia en la producción de los bienes materiales y la satisfacción de
las necesidades asociadas a ellos, mientras que la cultura se refiere a los
aspectos más desinteresados, fruto de la reflexión, la sensibilidad y el
idealismo. 
El dualismo entre sensibilidad y racionalidad, entre espíritu y materia, es
de difícil separación en las actividades de los hombres. Algunos
sociólogos y antropólogos contemporáneos prefieren designar como
civilización al conjunto de subculturas o culturas particulares que
presentan afinidades entre sí y tienen un origen común. Así, se hablaría
de civilización cristiana, occidental, o capitalista y de cultura francesa o
inglesa.

Los dos sentidos de la cultura


La palabra "cultura" evoca varias representaciones en la mente de las
personas y posee varios significados cuando se emplea en la
conversación y en los escritos. Un sentido limita la cultura a la que
podríamos llamar, apellidándola, (cultura superior), esto es, estudios
especializados en centros universitarios. Se trata de saberes selectos y
de muy alto nivel como sería en casos eminentes, la dirección de
orquestas sinfónicas o un estilo poético de vanguardia. Pero hay otro
contenido más amplio, igualmente noble y, a veces, de utilidad social más
directa. Se trata del contenido que los antropólogos suelen dar al término
"cultura", que viene a ser lo mismo que modo de vida. Saber vivir, saludar,
plantar legumbres o cocinar.

Una persona culta es la que sabe qué hacer en su medio natural. Tan
culto es el "urbanícola" que disfruta con la experiencia y el trabajo en una
gran ciudad, como el campesino que trabaja con los saberes observados
y recogidos de la naturaleza y de sus antepasados y vive digna y
alegremente, acrecentando y enriqueciendo su medio rural.La cultura es
todo aquello que el hombre ha elaborado y acumulado en su experiencia
comunitaria y aunque la cultura es un concepto abstracto, sus
realizaciones materiales resultan visibles y palpables.

Funciones de la cultura
La cultura se ve reflejada en la conducta de los grupos humanos. La raíz
de estas manifestaciones son los valores, y son éstos los que se tornan
visibles en los comportamientos colectivos. Un ejemplo: los bailes y
danzas típicas de los distintos pueblos responden a su concepto de la
vida, la cooperación y la muerte. Así, algunos pueblos y culturas celebran
y festejan la muerte de un ser querido porque creen que se ha liberado de
los sufrimientos de este mundo. Otros pueblos les acompañan entre
lágrimas y silencio porque valoran de otro modo su ausencia. Existen
culturas específicas de unos y otros grupos humanos. Otras abarcan
naciones enteras, rebasando incluso las fronteras estatales.

Podemos diferenciarlas y clasificarlas en culturas nacionales y culturas


de grupo. Esta diferenciación la establecemos más bien en un plano
teórico. En la realidad de cada día las encontramos mezcladas,
coexistiendo. En nuestro país podemos ver que se dan al mismo tiempo.
Conviven grupos, clases y comunidades con distintos saberes
acumulados y con costumbres, modos de alimentación y maneras de
vivir que pueden diferir entre sí.

Lo más frecuente en nuestro tiempo es que en cualquier sociedad se


asiente una pluralidad de culturas que respondan a las ideas y
quehaceres de otros tantos grupos sociales. 

La cultura tiene también la función de cohesión e identificación del grupo.


Son muchas más las distinciones que podemos hacer. Así,
distinguiremos una cultura urbana o metropolitana de una rural o
campesina, y diferenciaremos la subcultura propia de los obreros de la
industria, del modo de vivir y comportarse que manifiestan las clases
medias. Son ejemplos y distinciones útiles para entendernos y para
explicar aspectos que las separan, pero no hay que olvidar que, en la
realidad, existen rasgos comunes.
El dueño de un elegante automóvil y el camionero que transporta
mercancías por una paga toman la misma cerveza y fuman la misma
marca de cigarrillos. Para saludarse se dan la mano y, seguramente, a los
dos les gustan los mismos espectáculos deportivos. Hay normas
culturales que se extienden y son asignables a muchos grupos sociales.
También es lícito afirmar que hay valores comunes. Casi todos los
grupos sociales rechazan el crimen y le asignan el valor de ser un acto
pernicioso para la convivencia. Por lo mismo, ayudar y socorrer a un
accidentado en una carretera tiene un valor benéfico y está asociado a la
bondad humana y al buen comportamiento social. Otra cosa es que,
después, esos valores aceptados se correspondan con las conductas
concretas.

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