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Cartografía del inconsciente

-La obra de Stanislav Grof-


Andrè Sassenfeld, Alejandra Varela.
Universidad de Chile, Chile.

Introducción

Antes de revisar las ideas y los conceptos centrales desarrollados por Stanislav Grof a
lo largo de las últimas décadas, me parece necesario detenernos por unos instantes en el marco
de referencia que los contiene, la llamada Psicología Transpersonal, con el fin de deshacernos
de todo tipo de prejuicios que podamos tener con respecto a ella.

La Psicología Transpersonal, que literalmente se refiere a la psicología de lo que se


encuentra más allá de lo personal, nació a fines de los años sesenta a partir de la Psicología
Humanista, extendiendo los objetivos de esta última. Una de las áreas fundamentales de su
campo de interés ha sido el estudio científico de lo que se ha venido en llamar los estados
alterados de consciencia, además de sus variadas implicancias, y debido a ello ha estado ligada
desde sus comienzos a la espiritualidad en todas sus formas de manifestación. Los estados
alterados de consciencia en general incluyen los estados a los que conducen las sustancias
psicodélicas, la meditación y el yoga en sus diversas variantes, ejercicios específicos de
respiración y otras técnicas relacionadas, como también las experiencias cumbre exploradas
originalmente por Abraham Maslow (Maslow, 1964).

Grof, uno de los principales y primeros teóricos dentro de esta nueva perspectiva al
interior de la psicología, la ha definido como una "nueva disciplina, que reúne la antigua
sabiduría de los grandes sistemas espirituales del mundo y el pragmatismo de la ciencia
occidental"(Grof, 1992), y ha dicho de las experiencias transpersonales que son "experiencias
que implican una expansión o una ampliación de la consciencia más allá de las fronteras
habituales del ego, y más allá de las limitaciones del tiempo y/o espacio"(Grof, 1979). Frances
Vaughan, una de las primeras psicoterapeutas transpersonales, agrega que esta disciplina "se
interesa por la expansión del campo de la investigación psicológica hasta incluir el estudio de
los estados de salud y bienestar psicológicos de nivel óptimo"(Vaughan, 1980).

De lo anterior se desprende que la Psicología Transpersonal considera que la dimensión


espiritual de la vida humana es un elemento indispensable para un funcionamiento psicológico
global saludable, y que, por consiguiente, un psicoterapeuta que no integre esta faceta de la
existencia en su trabajo cotidiano, podría estar limitando seriamente el crecimiento potencial
de las personas que acuden a él.

Después de esta breve, pero imprescindible descripción del apasionante campo de la


Psicología Transpersonal, podemos volver al propósito principal del presente trabajo, el
adentrarnos en la obra de Stanislav Grof, comenzando por una breve biografía de su persona.
Stanislav Grof nació en 1931 en Praga, Checoslovaquia. Al completar sus estudios
secundarios, el contacto con las "Lecturas introductorias al Psicoanálisis" de Sigmund Freud lo
impulsó a comenzar sus estudios de medicina, en ese entonces requisi to obligatorio para
convertirse en psicoanalista. Formado así como médico-psiquiatra en la tradición psicoanalítica,
conoció en 1955 a través del Dr. Georg Rubicek, en la facultad de medicina de la Universidad
Carlos de Praga, la sustancia química LSD -25, que en ese entonces estaba siendo sometida a
experimentación, en el ámbito de la psiquiatría, alrededor del mundo debido a sus
espectaculares efectos psicoactivos. El interés de Grof se despertó inmediatamente, y en el
año 1956 comenzó, en esa misma Universidad, a formar parte de un equipo interdisciplinario de
indagación científica sobre LSD. Poco tiempo después logró establecer su propio proyecto de
investigación.

En el año 1967 es invitado como becario a los Estados Unidos, oportunidad profesional
que no puede rechazar. Se instala en la ciudad de Baltimore y acepta el cargo de jefe de
investigaciones en el Maryland Psychiatric Research Center, en donde prosigue sus
investigaciones iniciadas en Praga. De forma paralela se le ofrece el puesto de profesor
ayudante de la cátedra de Psiquiatría en la facultad de Medicina de la Universidad Johns
Hopkins, el cual acepta. Con posterioridad, en 1973, se traslada a Big Sur, California, donde
continúa tanto sus investigaciones como su actividad académica en el Esalen Institute, centro
del movimiento transpersonal en sus primeros pasos. Cinco años después, en 1978, Grof funda
la International Transpersonal Association (ITA) con el objetivo de hacer de la psicología
transpersonal un campo más abarcador de estudios transpersonales de carácter
interdisciplinario y de cooperación internacional. Algunos años más tarde, se cambia al
California Institute of Integral Studies en calidad de docente.

Actualmente, Grof viaja a través del mundo dando conferencias y organizando talleres la
mayor parte del año. Además, se dedica a formar facilitadores de Respiración Holotrópica,
técnica creada por él en conjunto con su esposa Christina Grof, en su propia escuela por medio
del curso titulado "Grof Transpersonal Training".

Las experiencias con LSD

El primer autoexperimento de Grof con el LSD en 1956 bajo la supervisión del Dr.
Rubicek marca el inicio de un estudio sobre esta sustancia y sus efectos en el hombre con
relación a la psiquiatría y a la psicología que se extenderá por aproximadamente dos décadas.

En los años cincuenta, el interés por el LSD residía en la consideración general de que
sus efectos en el ser humano eran comparables a la sintomatología de la esquizofrenia,
produciendo una especie de estado esquizofrénico temporal, y que, por lo tanto, era posible
estudiar esta psicosis y sus manifestaciones bajo condiciones controladas en sujetos
experimentales para, por así decirlo, entenderla "desde adentro", desde la experiencia
esquizofrénica misma. Posteriormente se desechó esta idea, ya que se encontraron diferencias
importantes entre las vivencias psicóticas y las psicodélicas, y se aceptó que lo único que
inducía la sustancia era una psicosis tóxica.
Grof, casi desde el comienzo de su contacto con el LSD, se interesa por la exploración de
sus potenciales efectos terapéuticos. Después de los primeros experimentos, conducidos tanto
con personas sanas (enfermeras, psicólogos, psiquiatras) como con un grupo de pacientes
psiquiátricos bastante heterogéneo en cuanto a los diagnósticos, desecha la idea de la psicosis
tóxica porque se encuentra con que no es posible afirmar ninguna manifestación clínica que sea
constante y que se repita en la mayoría de los sujetos experimentales. Al contrario, observa
que los síntomas, presumiblemente efecto de la sustancia, varían enormemente tanto entre los
sujetos como entre distintas administraciones del LSD a la misma persona. Es imposible
predecir la intensidad de la reacción a partir de la dosis dada al sujeto, y hay casos en los
cuales el sujeto no reporta cambio alguno en su vivencia subjetiva, además de que no se halla
ningún signo clínicamente significativo. Lo único que Grof puede afirmar hasta este momento es
que lo más común es que los sujetos experimenten un cambio cualitativo de consciencia y que
sientan que la experiencia proporcionada por el psicodélico (psicodélico quiere decir
manifestador de la mente) es de alguna forma comparable a lo que a uno le sucede cuando
sueña.

En la medida en la que avanza la investigación de Grof, éste comienza a relacionar la


personalidad del sujeto experimental con el contenido y la forma de su experiencia durante el
estado alterado de consciencia. Especialmente con sus pacientes psiquiátricos advierte muy
pronto, y con sorpresa, que las vivencias del sujeto parecen guardar íntima relación con sus
problemas y conflictos psíquicos particulares, los cuales aparecen de manera más viva y más
clara que en las sesiones de terapia psicoanalítica tradicional, con las cuales Grof trata
paralelamente a sus pacientes. Los sujetos literalmente reviven situaciones traumáticas de su
infancia que fueron significativas en el sentido emocional, muchas veces a través de
experiencias simbólicas, y esto sucede con todas las concomitantes originales del suceso como
posturas, movimientos, sonidos e incluso síntomas vegetativos clínicamente comprobables: "En
lugar de inducir estados vinculados con la sustancia específica, [los psicodélicos] parecen
activar matrices o potenciales preexistentes de la mente humana" (Grof, 1985). En sesiones
seguidas con la misma persona, los materiales psíquicos emergentes están relacionados unos
con los otros, lo que parecía indicar un gradual adentrarse en niveles cada vez más profundos
de la mente, descubrimiento que permite el desarrollo de la concepción de una psicoterapia
orientada psicoanalíticamente que utilice el LSD como elemento de apoyo y también como útil
herramienta diagnóstica.

Grof empieza a considerar lo que experimenta el sujeto bajo los efectos del psicodélico
como un acontecimiento con una estructura similar a la de los fenómenos oníricos, y así es
capaz de entender la experiencia en términos psicodinámicos e interpretarla psicológicamente.
Los avances terapéuticos de los pacientes son de considerable significación, incluyendo
cambios fundamentales tanto de actitudes y creencias personales como del estilo de vida
bastante amplios y duraderos, y la conclusión es "que el LSD es un poderoso amplificador o
catalizador inespecífico de los procesos bioquímicos y fisiológicos del cerebro. Aparentemente
crea una situación de activación indiferenciada que facilita la emergencia de material
inconsciente proveniente de diferentes niveles de la personalidad" (Grof, 1980) y se constata
que los psicodélicos no "crean las experiencias que inducen, sino que activan el inconsciente
profundo y hacen que su contenido esté disponible para llevar a cabo un proceso consciente"
(Grof, 1988). Numerosas hipótesis y observaciones psicoanalíticas pueden ser ahora
detectadas e inclusive comprobadas en el material psicológico inconsciente proporcionado por
los sujetos experimentales: "[...] las observaciones de la psicoterapia con el LSD podrían
considerarse pruebas de laboratorio de las premisas básicas freudianas. La dinámica
psicosexual y los conflictos fundamentales de la psique humana descritos por Freud se
manifiestan con insólita claridad y viveza."(Grof, cit. en Capra 1988).

Mientras la investigación sigue su curso, aparecen cada vez más vivencias que las
personas mismas interpretan espontáneamente como religiosas o místicas o también como el
revivir su propio nacimiento, dimensiones de la existencia humana que no están previstas en la
conceptualización del psicoanálisis en lo tocante al inconsciente, y que en consecuencia no es
factible explicar dentro de ese marco de referencia. Este problema teórico va creciendo cada
vez más, ya que tarde o temprano todos los sujetos trascienden el ámbito biográfico para
acceder a estos otros tipos de experiencias. Lentamente y, como relata, con muchas
resistencias Grof empieza a comprender que la teoría freudiana es excesivamente estrecha
para el entendimiento de todos los fenómenos mentales con sus variadas características, y se
percata de lo necesaria que resulta "la plena apreciación del potencial terapéutico de las
dimensiones religiosa y mística de la experiencia con LSD" (Grof, 1979), convencido de las
posibilidades curativas y sanadoras propias de algunos de los estados alterados de consciencia.

Cuando a principios de la década de los setenta en los Estados Unidos son prohibidos por
el gobierno los psicodélicos, incluyendo su utilización con fines médicos, la investigación de
Grof con estas sustancias ha durado alrededor de diecisiete años. En el año 1976, crea junto a
su esposa Christina Grof, como ya he mencionado en la introducción, la técnica llamada
inicialmente Respiración Grof, y posteriormente rebautizada como Respiración Holotrópica (del
griego holos, íntegro, completo, total, y trepein, ir hacia o moverse en dirección de), cuyo
objetivo es en esencia el mismo que el de la psicoterapia con LSD: activar el inconsciente y
desbloquear el flujo corporal de energías por medio de catarsis y abreacción. El método
involucra, en términos bastante generales, respiración, música evocativa y expresión corporal,
creando un cambio cualitativo de consciencia, además de un proceso de integración de la
vivencia. A través de este procedimiento y algunas otras técnicas experienciales, Grof ha
seguido estudiando los estados alterados de consciencia por más de veinte años adicionales a
sus investigaciones sobre el LSD iniciadas en los años cincuenta, y ha podido observar como se
repiten los mismos fenómenos.

La cartografía del inconsciente

Basándose en toda su experiencia acumulada a través de cuatro décadas de investigación


en el área de la consciencia y el inconsciente, Grof afirma que los elementos necesarios para
los procesos de autoconocimiento a través de la alteración de la consciencia son parte
constituyente natural del inconsciente, y en esa calidad les son comunes a todos los seres
humanos. Inicialmente creado para distinguir entre diferentes ámbitos de contenidos
observables en experiencias psicodélicas, su modelo del inconsciente humano, su cartografía
del inconsciente, ha pasado a designar distintos "territorios" o niveles de profundidad de la
mente, algunos de los cuales no habían sido descritos hasta entonces en la psiquiatría y la
psicología occidental. Muchas experiencias vinculadas a estos estratos psíquicos incluso habían
sido generalmente consideradas como patológicas, y no como pertenecientes a las capacidades
normales del psiquismo. Sin embargo, como Grof pudo comprobar más tarde, estos territorios
habían sido delineados en su mayor parte en la literatura de las grandes tradiciones
espirituales y místicas de todo el mundo. Así, en cierto sentido, más que de descubrimientos se
trata de redescubrimientos a la luz de la tradición científica de Occidente.

Es necesario mencionar que la división del inconsciente no puede ser más que artificial, y
resulta justificable sólo con fines didácticos y para la mejor comprensión de las observaciones
que se nos presentan, hecho que el mismo Grof comunica a sus lectores en sus escritos. Ya
Freud había advertido que en la oscuridad del inconsciente no imperaban las mismas reglas que
en el espacio de la consciencia; nos encontramos con los procesos y fenómenos básicos
descritos por el psicoanálisis clásico, como desplazamientos, condensaciones, sobreposiciones,
etc. Algo que es, puede a la vez no ser en los ámbitos alejados de la consciencia, y de esa
manera, las separaciones dentro del inconsciente son y no son reales al mismo tiempo. Nos
debemos contentar con que son una valiosa aproximación y prevenirnos de no confundir los
modelos con la realidad de la cual intentan dar cuenta. Las características que llaman más la
atención en los "nuevos" territorios descritos por Grof son la absoluta relatividad de las
dimensiones del tiempo y el espacio, además de ser completamente relativas las nociones de
materia, energía y consciencia al nivel de poder considerarse intercambiables sin mayores
dificultades. Más que alguna de estas peculiaridades es vivenciable directamente en los
estados alterados de consciencia.

La cartografía del inconsciente de Grof abarca tres niveles generales que describiremos
a continuación con detalle, antes de lo cual debemos decir algunas palabras sobre lo que se ha
llamado la "barrera sensorial".

La barrera sensorial

Este nivel se refiere a experiencias estéticas o abstractas en el sentido de una posible


intensificación de la percepción, el ver patrones geométricos coloridos con los ojos cerrados y
otros sucesos similares, que en la mayoría de los casos son visuales, pero que pueden
presentarse en cualquier otra modalidad sensorial. Normalmente aparecen en las primeras
vivencias de estados alterados de consciencia y tienden a desaparecer a medida que se avanza
hacia la exploración de capas más profundas de la propia mente. "Parecen representar la
barrera que uno debe cruzar, antes de poder emprender el viaje hacia su propia psique
inconsciente" (Grof, 1985) y, siendo el nivel más superficial del aparato psíquico, carecen de
relevancia psicodinámica y "no conducen a una mayor autocomprensión" (Grof, 1985) ni traen
consigo efectos terapéuticos dignos de mención.

Cuando estas experiencias están teñidas por cierta emocionalidad, sea esta de la
naturaleza que sea, nos encontramos con un nivel de transición entre este nivel de la "barrera
sensorial" y el segundo, llamado indistintamente psicodinámico, biográfico o inconsciente
individual.
El nivel psicodinámico

El estrato biográfico del inconsciente es el que se ha estudiado de forma más completa


en Occidente, especialmente a través de las técnicas de la psicología profunda, y el que se
encuentra mejor descrito. Abarca esencialmente material reprimido en forma de recuerdos
displacenteros, pero también placenteros, y conflictos emocionales que no han sido resueltos
satisfactoriamente, como también recuerdos de traumatismos físicos y enfermedades
importantes. Este material proviene de etapas de toda la vida del sujeto, pero con preferencia
procede de la infancia y la niñez. Así, es estrictamente individual, y presenta la característica
general de que es accesible desde estados de consciencia habituales, por lo cual puede ser
explorado en terapias psicoanalíticas y entendido psicodinámicamente según las premisas
básicas de Freud. La ventaja de entrar en este nivel de profundidad de la mente a través de
los estados alterados de consciencia reside en que el proceso puede ser acelerado
considerablemente (la psicoterapia profunda puede requerir de varios años), y además no es
necesario reconstruir de forma minuciosa sus contenidos a partir de fragmentos como sueños,
lapsus linguae, etc., trabajo en sí bastante complejo de llevar a cabo, sino que se abre la
posibilidad de revivir los sucesos en cuestión (después de atravesar la "barrera sensorial"
mencionada más arriba). Cuando esto sucede, se producen cambios muchas veces dramáticos en
creencias, actitudes, comportamientos y sintomatología clínica. El revivir contenidos del
inconsciente personal puede darse reviviéndolos tal como sucedieron originalmente, o a través
de experiencias simbólicas, alusiones metafóricas y deformaciones defensivas. En ocasiones,
puede ocurrir que la persona solamente experimente movimientos y desbloqueos energéticos en
su cuerpo, sin enterarse realmente de qué contenidos se encuentran representados o
localizados en los lugares que están siendo desbloqueados, hecho que no le quita terreno a los
efectos terapéuticos.

Existe una segunda ventaja en la utilización de estados modificados de consciencia para


adentrarse en estos territorios mentales. En una psicoterapia, el terapeuta debe ir decidiendo
qué es importante y qué no lo es tanto para encauzar el proceso terapéutico. Por el contrario,
en el enfoque de los estados alterados de consciencia es el organismo del paciente o de la
persona quien decide qué traer a la luz del proceso mental consciente. Grof al principio habló
de una especie de "radar interior" que seleccionaba las cuestiones más importantes para
llevarlas a la superficie de la mente. Después postuló una energía interna que llamó "sanador
interno", suerte de sistema interior que decide cuales contenidos es necesario integrar
conscientemente para la curación del individuo en un momento dado.

Como ya insinuado, la teoría psicoanalítica describe de manera bastante exacta la


mayoría de las observaciones que se pueden recoger en el nivel psicodinámico, incluyendo
traumas psicosexuales, sensaciones relacionadas con la sexualidad infantil y conflictos ligados
a diversas actividades en las zonas libidinales postuladas por Freud. Sin embargo,
observaciones adicionales le exigieron a Grof la introducción de un nuevo concepto en el
pensamiento psicoanalítico para poder dar cuenta de todos los fenómenos que surgían en el
curso de sus investigaciones: los sistemas COEX (systems of condensed experience o sistemas
de experiencia condensada).
"Se puede definir un sistema COEX como una constelación específica de recuerdos
consistentes de experiencias condensadas (y fantasías relacionadas con ellas) provenientes de
diferentes períodos de la vida del individuo" (Grof, 1980). Los componentes de estos sistemas
y las relaciones entre ellos siguen básicamente las líneas freudianas principales; "el elemento
nuevo desde el punto de vista teórico es el concepto de sistema dinámico que, al integrarlos,
organiza los componentes en una nítida unidad funcional" (Grof, 1980). La estructura de la
personalidad humana parece contener de manera invariable varios sistemas COEX, cuya
intensidad, extensión y cantidad varía considerablemente entre distintos sujetos.

Las experiencias condensadas en un sistema COEX particular siempre tienen algo en


común, que puede ser un tema básico (por ejemplo el abandono, la privación emocional, sucesos
que causaron felicidad y alegría), una sensación física (por ejemplo dolor, displacer, excitación
sexual) o algún otro elemento. Estos sistemas actúan de manera bastante autónoma, aunque
siempre se dan ciertas interdependencias y superposiciones. Cada COEX además se relaciona
con mecanismos específicos de defensa que le son afines por alguna razón y con determinados
síntomas tanto somáticos como psicológicos que puede presentar una persona. Grof deduce de
la intensa reacción que sobreviene al activarse un sistema COEX en un estado alterado de
consciencia, que les es intrínseca una carga afectiva excesiva, presumiblemente la suma de las
emociones que acompañaron a los acaecimientos que están condensados en cada uno de estos
sistemas.

La estructura interna de un sistema COEX es estratificada. Existe una experiencia


nuclear, que representa "un prototipo o matriz para seguir registrando en los registros de la
memoria los acontecimientos subsiguientes de tipo similar" (Grof, 1980). Estas vivencias
nucleares casi siempre provienen de los estadios más tempranos del desarrollo, como por
ejemplo la etapa de la lactancia. Los estratos profundos del sistema están constituidos por
recuerdos vívidos y coloridos de toda la infancia con características semejantes al suceso
sobre cuya base se construyó todo el sistema. Los estratos más superficiales están formados
por todo tipo de experiencias similares de todos los períodos posteriores de vida hasta llegar
al momento actual. Es interesante advertir que al activarse y revivirse un COEX normalmente
se reviven primero las capas superficiales, y sólo de manera gradual y progresiva se avanza
hacia su núcleo.

Hemos mencionado que los sistemas COEX actúan de forma autónoma, pero no hemos aún
expuesto qué es lo que hacen en el complejo aparato psíquico de un individuo. Grof mantiene la
idea de que, una vez formados, son "las fuerzas dinámicas que están detrás de nuestros
síntomas emocionales y psicosomáticos y provocan las dificultades que tenemos para
relacionarnos con nosotros mismos y con los demás" (Grof, 1992) debido a que en "una
complicada interacción con el medio, influyen selectivamente sobre la percepción que tiene el
sujeto de sí mismo y del mundo, sobre sus sentimientos, su ideación e incluso sobre muchos
procesos somáticos" (Grof, 1980). Si la naturaleza del sistema COEX es fundamentalmente
negativa, éste producirá una influencia negativa que impregnará toda la vida del sujeto: "los
sistemas COEX ayudan a moldear nuestra percepción del mundo y, por medio de esta
percepción, actuamos de tal modo que, en el mundo exterior, se producen situaciones que
reproducen los esquemas de nuestros sistemas COEX. Dicho de otra manera, nuestras
percepciones interiores pueden funcionar como complejos guiones con los que recreamos temas
esenciales de nuestros propios sistemas COEX en el mundo exterior" (Grof, 1992). Así, en
perfecta concordancia con estas concepciones, se encuentra la observación clínica de que en
sujetos con problemas psiquiátricos, los contenidos de los sistemas COEX son los que dominan
las sesiones en estados alterados de consciencia por mucho tiempo hasta poder ser cabalmente
resueltos e integrados, mientras que personas emocionalmente estables y psicológicamente
sanas con infancias poco traumáticas avanzan mucho más rápido a los territorios perinatales y
transpersonales del inconsciente, trascendiendo el ámbito exclusivamente personal. Los
conflictos del nivel psicodinámico y su naturaleza particular son determinantes importantes de
los desórdenes psíquicos, tal como las investigaciones psicoanalíticas han puesto al descubierto.

De esta manera nuevamente nos encontramos con la necesidad de admitir, dentro del
marco de referencia de Grof, como correcta una de las premisas del psicoanálisis, esto es, que
las experiencias tempranas determinan la formación de la personalidad posterior del sujeto de
una manera altamente significativa. De lo dicho también se deduce la eficacia terapéutica del
revivir un sistema COEX. Al revivirlo, es posible liberarse del esquema que el sistema ha
estado reproduciendo de manera constante en la vida de una persona y de los síntomas que han
estado asociados a él. Y tarde o temprano, dentro del enfoque de los estados alterados de
consciencia, todas las personas dejan atrás el nivel psicodinámico con sus problemáticas,
presumiblemente integrado a la consciencia, para adentrarse en mayores profundidades.

Resulta necesario plantear la pregunta de por qué motivo ciertos sucesos y no otros que
también podrían ser pensados como potenciales desencadenantes de un trauma psicológico
tienen efectivamente consecuencias traumáticas que afectarán de forma tan profunda la
evolución posterior de un niño. Un hecho crucial a este respecto que señala Grof es la similitud
dinámica que puede plantearse entre determinado incidente traumático en la infancia y cierta
faceta del trauma biológico del nacimiento del niño. Es factible imaginarse que el impacto
traumático de alguna ocurrencia podría deberse en el fondo a una reactivación de determinado
recuerdo psicobiológico del nacimiento perteneciente al reino perinatal de la psique (nivel
descrito parcialmente en la obra de Otto Rank y desarrollado por Grof), especialmente
tomando en cuenta las observaciones que revisaremos en los próximos apartados. Con
posterioridad la concepción de Grof va aún más allá: "Además de estas componentes
perinatales, los típicos sistemas COEX pueden tener raíces aún más profundas. Pueden
extenderse a la vida prenatal y hasta el reino de los fenómenos transpersonales, tales como las
experiencias de vidas anteriores, arquetipos del ´inconsciente colectivo´ y la identificación
con otras formas de vida y con procesos universales. [Los sistemas COEX] sirven no sólo para
organizar el inconsciente individual, tal como originalmente pensé, sino la psiquis humana en su
totalidad" (Grof, 1992).

El nivel perinatal

La próxima capa del inconsciente en el modelo de Grof, más profunda que la anterior, es
el nivel perinatal. Las palabras griegas peri y natalis significan respectivamente cercano o
alrededor de, y relativo al nacimiento, y el nombre completo alude tanto a la naturaleza de las
experiencias correspondientes a este territorio como al modelo que Grof propone para ordenar
en cuatro categorías diferentes este tipo de vivencias, observadas en distintos estados no
ordinarios de consciencia. Las experiencias están centradas en ámbitos temáticos universales
de la existencia humana, como los problemas biológicos del nacer, el dolor, el sufrimiento
físico, la enfermedad, el envejecer, el morir y la muerte. En este sentido, nos encontramos aquí
en una intersección entre lo estrictamente personal y biográfico y lo que hemos llamado
transpersonal. Son estas vivencias la puerta de entrada al inconsciente colectivo, concepto
crucial en la obra de C.G. Jung (Jung, 1990), ya que las emociones y sensaciones que se tienden
a experimentar en este nivel son de tal intensidad, que se "trasciende todo lo que
habitualmente se considera como el límite de la experiencia individual" (Grof, 1980). Las
personas relatan a menudo que han revivido su propio nacimiento, y tales experiencias, aún
biográficas, pueden estar acompañadas en muchas ocasiones de verdaderos fenómenos
transpersonales como lo son la identificación con otras personas, los recuerdos de la evolución
de la vida y el encuentro con arquetipos y otros elementos pertenecientes al inconsciente
colectivo. La pregunta sobre la autenticidad de las vivencias de revivir el nacimiento es
evidentemente legítima; una y otra vez, donde ha sido posible, se ha verificado que detalles
relatados por los sujetos se corresponden de manera exacta con los informes médicos y con los
recuerdos de las personas presentes en el momento del parto original. Esto ha llevado a Grof a
aceptar que la psique acumula recuerdos perinatales, que, como veremos, pueden ser de
particular importancia en el desarrollo de un individuo.

En términos generales puede afirmarse que las experiencias relacionadas con este nivel
del inconsciente exhiben dos aspectos principales. El primero es un aspecto biológico, y se
refiere a que durante sesiones dominadas por el nivel perinatal se pueden observar síntomas
físicos y fisiológicos "que pueden ser perfectamente interpretados como derivados del
nacimiento biológico" (Grof, 1980), además de que las posturas, los movimientos, las conductas
y los sonidos que presentan los sujetos "muestran una similitud sorprendente con las de un niño
durante las diferentes etapas del parto" (Grof, 1980). Los movimientos recrean a menudo la
mecánica particular del parto del individuo, y se describen emociones primitivas y sensaciones
como ansiedad, dolor físico y asfixia.

El segundo aspecto ligado a las experiencias de este territorio psíquico es psicológico-


filosófico-espiritual. El espacio interior de la persona puede verse llenado por visiones de
genitales y pechos de mujer, y también por visiones de embriones, fetos y recién nacidos.
Asimismo es posible que el sujeto se sienta identificado con estos seres. Filosóficamente
hablando, el tema de la mayor importancia es el de la muerte. La persona puede verse expuesta
al hecho de que cuanto haga, logre o acumule durante el período de su vida deberá dejarlo
atrás a la hora de dejar este mundo, deberá irse sin todas las cosas a las que se ha apegado
emocionalmente y deberá hacerle frente a lo inevitable, a la "fase final del crecimiento" como
ha llamado Elisabeth Kuebler-Ross a la etapa final de la vida que culmina con la muerte del
cuerpo (Kuebler -Ross, 1988). A su vez, el individuo se encuentra con la sorprendente similitud
que parece existir entre el nacer y el morir: "Nos enfrentamos con emociones que pertenecen
a dos polos opuestos, en los que se entrelazan el nacimiento y la muerte, como si esos dos
aspectos de la experiencia humana fueran uno solo" (Grof, 1992). El enfrentamiento con estos
hechos suele acompañarse de una crisis existencial, la cual normalmente trae como
consecuencia una apertura a las dimensiones espiritual y religiosa intrínsecas a la existencia e
independientes de cualquier tipo de condicionamientos culturales.
Grof considera que a las técnicas psicoanalíticas clásicas no les es posible acceder a este
estrato del inconsciente y que el psicoanálisis freudiano no proporciona tampoco los elementos
necesarios para entender e interpretar esta clase de experiencias. "Parece apropiado, sin
embargo, referirse a este nivel del inconsciente como rankiano; con algunas modificaciones, el
marco conceptual de Otto Rank se puede aprovechar para comprender mejor los fenómenos
que nos ocupan" (Grof, 1980), debido a que Rank (Rank, 1924) ya se había percatado hace
mucho tiempo de la extraordinaria importancia e influencia de las vivencias perinatales en la
vida mental de los individuos.

Los efectos terapéuticos que resultan del hecho de revivir el nacimiento son
comparables a los que comentábamos en el nivel psicodinámico y Grof añade: "Muchas actitudes
y formas de comportamiento que anteriormente les habían parecido naturales y perfectamente
aceptables [a los sujetos], ahora las perciben como irracionales y absurdas. Se ve con claridad
que se trataba de derivaciones del temor a la muerte y de secuelas del trauma sin resolver del
nacimiento" (Grof, 1985).

El modelo que Grof ha propuesto respecto de este nivel de profundidad mental consta de
cuatro categorías generales que guardan correspondencia con cuatro grupos de vivencias
observables en sesiones que trabajan con estados de consciencia modificados que pueden
definirse por características específicas propias. Grof cuenta que cuando "buscaba una manera
simple, lógica y natural de conceptualizar este hecho, me sorprendió el profundo paralelismo
entre estas pautas y las etapas clínicas del parto" (Grof, 1980), durante las cuales el bebé
sufre experiencias que se caracterizan por particularidades específicas a cada etapa
(emociones, sensaciones físicas, etc.) de la misma forma que el material recogido en sus
investigaciones. Así relacionó ambas observaciones, cosa que ha resultado extremadamente
productivo para la teoría y el mejor entendimiento de los fenómenos en cuestión, y surgió el
modelo de las cuatro Matrices Perinatales Básicas (MPB) que describiremos a continuación.
Manteniendo la actitud científica Grof advierte a sus lectores que se ha de "subrayar que [...]
esto sólo se puede considerar como un modelo que, aun siendo muy útil, no implica
necesariamente un nexo causal" (Grof, 1980).

Las Matrices Perinatales Básicas son "sistemas dinámicos hipotéticos que en el nivel
rankiano del inconsciente desempeñan una función similar a la que tienen los sistemas COEX en
el nivel psicodinámico" (Grof, 1980). Si recordamos la función de los sistemas COEX, nos
podemos dar cuenta de que actúan principalmente como sistemas organizadores de las
experiencias del individuo, y de que con posterioridad tienen una influencia tremenda sobre los
procesos psicológicos y fisiológicos que puede ser positiva y también negativa para el
desenvolvimiento de la persona en la realidad. Tienen un contenido que les es propio, a saber,
los fenómenos perinatales, que como ya mencionamos presentan dos aspectos: el que llamamos
biológico y que consiste en vivencias concretas y realistas relacionadas con las etapas del
parto, y uno espiritual o filosófico que es en el fondo la contrapartida psicológica que
corresponde a cada una de las etapas del parto biológico. Más allá de su contenido específico
las matrices funcionan también como principios organizadores del material que proviene de
otros estratos del inconsciente (el material psicodinámico y los fenómenos transpersonales que
se dan en conjunto con las vivencias perinatales), y de esta forma los sistemas COEX de un
individuo se reparten a partir de la afinidad de su contenido con la clase de experiencias que
contiene la matriz sobre las cuatro Matrices Perinatales Básicas. En otras palabras, las
matrices perinatales funcionan a un nivel mayor de organización de experiencias que los
sistemas COEX, y por lo tanto éstos están incluidos en las matrices perinatales.

Este último descubrimiento es de extraordinaria importancia para las consideraciones


etiológicas de los trastornos mentales en su totalidad, lo que a su vez conlleva posibilidades
terapéuticas revolucionarias. El acento sobre la sexualidad y sobre los conflictos del ámbito
biográfico después del nacimiento en adelante (organizados en los sistemas COEX) como
agentes causantes de los desordenes psíquicos puede desplazarse hacia las experiencias del
trauma del nacimiento, de las cuales muchos de los conflictos personales posteriores pueden
ser derivados lógica y consecuentemente.

Matriz Perinatal Básica I. Desde el punto de vista biológico, esta matriz, que también ha
sido denominada "El universo amniótico", se caracteriza por la simbiosis natural que se da
entre madre e hijo durante el embarazo y corresponde a la condición anterior a las etapas
clínicas del parto. Aludiendo a la concepción de Melanie Klein sobre el pecho "bueno" y el pecho
"malo", Grof ha hablado del útero "bueno" y el útero "malo". En el caso ideal todas las
necesidades básicas del niño son satisfechas de manera inmediata y se le proporciona
seguridad y protección. A este estado de cosas se refiere el útero "bueno" y en experiencias
de este tipo las personas relatan sentimientos oceánicos que trascienden la dicotomía entre
sujeto y objeto; en términos espirituales, una vivencia de éxtasis y unidad cósmica que se
acompaña de sentimientos profundos de paz, tranquilidad, serenidad y felicidad. Otras
sensaciones frecuentes son de numinosidad y de algo sagrado, una condición completamente
libre de tensiones y también la idea de que se está en presencia de dimensiones superiores. Los
individuos hablan de intuiciones complejas que revelan la naturaleza de la existencia y su
perfección, y consideran que el lenguaje no es capaz de expresar fielmente lo vivido. Para
hablar con Freud, la totalidad de los impulsos parciales de las zonas erógenas están
satisfechos. Estas vivencias se asemejan a las que Abraham Maslow llamó "experiencias
cumbre"(Maslow, 1964). En casos en los que adicionalmente se entra en contacto con
fenómenos transpersonales pueden tener lugar encuentros con arquetipos y deidades.

El útero "malo" por su parte nos muestra vivencias en muchos sentidos contrarias a lo
descrito hasta ahora. Son experiencias de momentos en los cuales el feto se ha visto afectado
por tensiones de variado origen, intoxicaciones por la presencia de sustancias inapropiadas
para un embarazo, malos tratos y emociones negativas como miedo y rechazo que sufre la
madre y otras situaciones similares. Los efectos de estas influencias no son sólo físicos, sino
que dejan huellas en la psique naciente de la creatura. Los sujetos que experimentan esta
faceta de la vida intrauterina refieren sentimientos de elementos contaminantes y peligrosos,
envenenamientos e influencias perniciosas. Pueden tener visiones de escenas de químicos
contaminando la naturaleza, de residuos tóxicos, de la presencia de seres maléficos y
demoníacos e incluso de intervenciones extraterrestres. Se han descrito sensaciones de
confusión y vulnerabilidad y síntomas físicos de malestar y náuseas. Relacionando la
psicopatología con las matrices perinatales puede decirse que en experiencias del tipo útero
"malo" puede tener su origen la distorsión paranoica de la percepción del mundo.
Matriz Perinatal Básica II. Se aproxima el momento del nacimiento, y el feto debe
abandonar el universo amniótico, en otras palabras, tiene lugar la "Expulsión del paraíso". La
primera fase clínica del parto consiste en repentinos cambios hormonales que dan lugar a las
primeras contracciones; sin embargo, el cuello uterino se encuentra aún cerrado. Las
contracciones producen la compresión de las arterias que conectan al niño con la madre, y este
hecho interrumpe el flujo de oxígeno y alimento. "Todo el mundo del feto se cierra en torno a
él y lo aplasta, provocándole angustia y un gran malestar físico" (Grof, 1992). Estas
experiencias conllevan además la sensación de una amenaza vital inmanente, de estar atrapado,
enjaulado y sin salida, de tortura emocional y física insoportable. Todo cuanto sucede parece
eterno y sin fin. Puede percibirse una tensión corporal generalizada, dolores intensos y mucha
presión sobre cabeza y cuerpo. Psicológicamente se dan visiones de hambrunas y mucho frío
(probablemente debido a que el suministro de alimento y calor se ve perturbado por las
arterias co mprimidas que conectan madre e hijo), de remolinos y aperturas violentas de la
tierra y una atmósfera general como de un suceso apocalíptico. El individuo se siente conectado
con los aspectos más horribles y desesperados de la existencia humana y le resulta imposible
ver los positivos; es frecuente el miedo a la muerte, a la locura y al no retornar jamás, y en
ocasiones puede suceder una unión casi mística con el sufrimiento. Se presentan ideas de que la
vida carece de sentido y de que la única certeza de la vida es la muerte. Muchas veces las
circunstancias pueden demorar un parto, por lo que el impacto traumático de estas vivencias
puede ser mayor en personas que nacieron bajo tales condiciones.

Las dimensiones transpersonales y arquetípicas asociadas a esta matriz son las visiones
de infiernos y mundos subterráneos. Las figuras mitológicas griegas de Prometeo y de Sísifo
demuestran cierta afinidad con el ambiente general. Es posible vincular a la filosofía
existencialista con esta matriz perinatal en cuanto a sus contenidos, como también al trastorno
emocional de la depresión y los síntomas más generales de falta de iniciativa, falta de interés
por la vida e incapacidad de disfrutar. Pautas de relación en las cuales un individuo se percibe a
sí mismo como o resulta realmente ser una víctima constantemente, así como problemas ligados
a áreas temáticas como el rechazo o el abandono, pueden también derivarse de las vivencias de
esta matriz.

Matriz Perinatal Básica III. La matriz III, también llamada de la lucha muerte -
renacimiento, es quizás la matriz perinatal más dinámica y se corresponde con la segunda etapa
clínica del parto. En términos biológicos comparte con la matriz II las contracciones uterinas y
sensaciones de confinamiento y asfixia. La diferencia es tá en que el cuello uterino finalmente
se abre y el feto comienza a avanzar por el conducto vaginal de su madre, lo que se traduce en
que al sentimiento desesperado de lucha por la sobrevivencia ahora se une un sentimiento de
esperanza de que el sufrimiento tendrá fin, de que hay una posibilidad de salir de él. El pasaje
por el canal vaginal es lento y tedioso y se produce una fuerte presión hidráulica. En estos
momentos aún no ha tenido lugar la separación física y psicológica entre madre e hijo, cosa que
al revivir esta matriz puede llevar a identificaciones con ambos y a experimentar sensaciones y
emociones de los dos. Otras manifestaciones típicas son intensos dolores físicos, angustia,
agresión, sensaciones de tremendas corrientes energéticas que recorren el cuerpo y una
inesperada excitación sexual. El feto además puede entrar en contacto con materias biológicas
como mucosidad, sangre, orina y heces, y en este caso pueden observarse náuseas, vómitos y
sabores extraños. En esta matriz es donde de manera más intensa se vive el encuentro con la
muerte y la lucha por nacer. Se experimenta la relación que existe entre el sufrimiento y la
sexualidad, convirtiéndose la agonía de la muerte en el éxtasis del nacimiento. Vinculado con
este aspecto sexual pueden darse imágenes pornográficas que ligan la sexualidad con el peligro
y la suciedad y visiones de orgías, carnavales y fiestas satánicas. Imágenes de desastres
naturales también se describen con cierta frecuencia. La sexualidad por otra parte también
puede aparecer relacionada con la trascendencia, por ejemplo en ritos de fertilidad y otras
ceremonias aborígenes que acentúan la sensualidad.

Las dimensiones espirituales que se encuentran en relación con esta matriz están
representadas por imágenes arquetípicas de la confrontación entre las fuerzas del bien y el
mal en diversas variantes. Se han referido identificaciones con figuras que simbolizan muerte
y renacimiento como Jesús, Osiris o Dionisio. Es factible ligar a esta matriz psicopatologías
como las fobias, los trastornos obsesivo-compulsivos, las manifestaciones histéricas y muchas
perversiones sexuales, especialmente en sus variantes sadomasoquistas.

A menudo sucede una experiencia de transición entre esta matriz y la cuarta y última. En
estas ocasiones se vivencian muchas veces imágenes de fuego y de llamas purificadoras que
preparan para la renovación y el renacimiento. "Resulta interesante observar que, en la etapa
correspondiente del parto, muchas madres sienten que toda su zona genital está envuelta en
llamas" (Grof, 1992). Grof menciona al respecto el mito del ave fénix, pájaro que renacía de sus
propias cenizas.

Matriz Perinatal Básica IV. La cuarta matriz perinatal está relacionada con la fase
clínica final del parto, el momento del nacimiento del niño y la situación inmediatamente
posterior. Se vive como una explosiva liberación y una experiencia de muerte y renacimiento.
Mientras que en la matriz anterior aún se estaba luchando por nacer, aquí ha cesado la lucha y
se ha renacido efectivamente. De la unión con la madre sólo queda el cordón umbilical, último
lazo biológico entre madre e hijo que ahora se rompe. En ese momento el niño debe comenzar a
vivir de forma autónoma. Los individuos a menudo hablan de sentimientos de júbilo, tienen
visiones de una luz brillante sobrenatural y de seres celestiales y dicen haber experimentado a
Dios como una energía espiritual que lo impregna todo. Se percibe la realidad con una
atmósfera divina y pueden darse sensaciones de fusión con el mundo circundante, de relajación
profunda y de paz interior. Las vías sensoriales parecieran abrirse y las impresiones
sensoriales poseen una cualidad general de frescura, como de verse, oírse, etc. las cosas "por
primera vez", y se aprecia la belleza natural y la vida simple. "Es como si nos hubieran
despojado de los filtros y lentes distorsionantes que normalmente limitan la percepción que
tenemos de nosotros mismos y del mundo" (Grof, 1992). Psicológicamente podríamos hablar de
una "muerte" del ego, que de ninguna manera se refiere a la aniquilación de la instancia psíquica
que nos permite adaptarnos a las circunstancias ambientales. Más bien hace alusión al
deshacerse de lo que Wilhelm Reich ha llamado la coraza caracterológica (Reich, 1949), que
equivale a una rigidización del yo que limita sus posibilidades de actuar, sentir y pensar,
acontecimiento que en la literatura de las tradiciones espirituales y místicas ha sido descrito
exhaustivamente como el encuentro con lo que uno es en realidad, despojado de toda máscara y
de todo disfraz: "El yo que muere en la cuarta matriz es identificado con la compulsión de ser
siempre fuerte y controlar la situación y estar permanentemente preparado para todos los
peligros posibles, aun aquellos que no podemos prever y aquellos que son puramente imaginarios.
Nos hace sentir que las circunstancias nunca son las correctas y que nada es suficiente y que
debemos plantearnos grandes proyectos para demostrarnos algo a nosotros mismos y a los
demás. La eliminación del falso yo nos ayuda por ende a tener una imagen más realista del
mundo y a desarrollar estrategias que nos permitan afrontarlo de una manera más adecuada y
gratificante" (Grof, 1992).

Muchos sujetos que acceden a esta experiencia de la muerte del ego experimentan
cambios radicales en sus motivaciones, que pasan a ser similares a las que Maslow (en Walsh y
Vaughan, 1980) llamó metamotivaciones: "Motivaciones más intensas, tales como la sed de
justicia, la apreciación de la armonía y la belleza y el deseo de crearlas, una nueva tolerancia y
el amor y el respeto hacia los demás, adquieren una importancia cada vez mayor en nuestra
vida. Más aún, percibimos que estos sentimientos constituyen la expresión directa, natural y
lógica de nuestra auténtica naturaleza y del orden universal" (Grof, 1992). Esta experiencia del
renacimiento puede precipitar la posibilidad de experimentar nuevamente el éxtasis presente
en la primera matriz perinatal y tiende a establecer la conexión con las vivencias
transpersonales, que pertenecen al nivel final en el modelo del inconsciente de Grof.

El nivel transpersonal

El estrato final, pero ilimitado, del inconsciente, es para Grof el nivel transpersonal. Las
experiencias transpersonales, que ya definimos en la introducción a este trabajo, cuestionan
las nociones occidentales tradicionales acerca del universo y su funcionamiento,
proporcionando profundas intuiciones respecto de estos ámbitos. La consciencia deja de estar
limitada por los sentidos y por el entorno en el que nos encontramos: "Cuando aceptamos el
concepto del reino transpersonal, comenzamos a pensar en la consciencia como algo que existe
fuera de nosotros y es independiente de nosotros, algo que, en esencia, no está ligado a la
materia" (Grof, 1992), que puede ser incluso intercambiable con ella, y que trasciende espacio
y tiempo. Estas vivencias nos permiten comprender que "la mente y la consciencia pueden no
ser un privilegio exclusivo de la especie humana, sino que impregnan la naturaleza toda y
existen en las formas más elementales y más complejas" (Grof, 1992). Grof ha descrito gran
cantidad de esta clase de experiencias, cuya detallada explicación rebasaría los límites del
presente trabajo. La mayoría de ellas han sido delineadas en la literatura de las tradiciones
espirituales de todo el mundo. La clasificación más burda separa experiencias de ampliación de
la consciencia dentro del marco de la realidad y del espacio-tiempo consensual (por ejemplo
identificación con otras personas, con animales, con plantas, con procesos y materias
inanimadas, consciencia planetaria, vivencias embrionales, raciales, filogenéticas,
cosmogenéticas o de encarnaciones pasadas), experiencias de ampliación de la consciencia más
allá de la realidad y del espacio-tiempo consensual (por ejemplo fenómenos energéticos de los
chakras, secuencias mitológicas complejas, encuentros con arquetipos, deidades y otros seres
sobrenaturales, vivencia de la consciencia cósmica) y experiencias transpersonales de
naturaleza psicoide (por ejemplo fenómenos espiritistas, psicokinesis, clarividencia). Grof
concluye que "los fenómenos transpersonales revelan conexiones entre el individuo y el cosmos
que en la actualidad están más allá de la comprensión" (Grof, 1988) y destaca que estos
fenómenos conllevan "claramente el que de una manera todavía no explicada cada ser humano
contenga la información acerca de todo el universo, o de toda la existencia, tenga un acceso
existencial potencial a todas sus partes, y, en algún sentido, sea la red cósmica total, al igual
que es sólo una parte infinitésima de ella, una entidad biológica separada e insignificante"
(Grof, 1980).

Emergencia espiritual

El tema central que engloba este último concepto que revisaremos es la idea de que
algunas de las experiencias dramáticas y estados de ánimo inusuales que la psiquiatría
tradicional diagnostica y considera como enfermedades mentales son en realidad crisis de
transformación personal o "emergencias espirituales".

Cuando estos fenómenos son correctamente entendidos y tratados con métodos de


apoyo antes que suprimidos mediante rutinas psiquiátricas estándar, pueden ser curativos y
poseer efectos benéficos para las personas que los experimentan. A este potencial positivo
alude la expresión emergencia espiritual, que es un juego de palabras que sugiere tanto una
crisis como también una oportunidad para elevarse a otro nivel de consciencia (en el sentido de
surgimiento).

El concepto integra hallazgos de variadas y múltiples disciplinas, incluyendo la psiquiatría


clínica y experimental, la moderna investigación de la consciencia, las psicoterapias
experienciales, los estudios antropológicos de campo, la parapsicología, la tanatología, la ciencia
de las religiones comparadas y la mitología. Las observaciones recogidas en todos estos campos
apuntan fuertemente a que las emergencias espirituales contienen posibilidades positivas de
crecimiento y a que no se las debe confundir con los desórdenes que tienen una etiología
biológica y requieren de tratamiento médico.

En nuestros tiempos la racionalidad se ha convertido en la medida fundame ntal de las


cosas, reemplazando rápidamente a la espiritualidad existente con anterioridad a la revolución
industrial y científica. Desde entonces todo lo que guardara relación aún remota con el
misticismo era descalificado como vestigio de la era medieval. Por ejemplo, los estados
"visionarios" ya no eran vistos como complementos importantes y significativos de los estados
de consciencia comunes que eran capaces de proporcionar valiosa información acerca del yo y
de la realidad, sino como distorsiones patológicas de la actividad mental. La línea divisoria
entre psicosis y misticismo no se trazaba de forma adecuada, si es que ambas condiciones
psíquicas se distinguían en absoluto. Esto se ha visto reflejado en el hecho de que la psiquiatría
moderna intenta suprimir estas condiciones en lugar de apoyarlas y permitir que sigan su curso
natural.

Es evidente que en las ciencias que se ocupan de los trastornos psíquicos actualmente el
modelo médico aún desempeña un papel primordial tanto en la conceptualización, como en la
práctica clínica y la formación de los profesionales. La expresión enfermedad mental se aplica
indiscriminadamente a muchas condiciones para las cuales no se encuentra una base orgánica
demostrable. Como en la medicina se considera que los síntomas son manifestaciones de un
proceso patológico, y que la intensidad de los mismos se halla en relación directa con la
gravedad de la alteración, gran parte de la psiquiatría ha centrado sus esfuerzos en suprimir
los signos clínicos manifiestos. Ello induce a pensar que el alivio de los síntomas equivale a una
mejoría y la intensificación de los mismos a un agravamiento del estado clínico.

Cuando comenzamos a experimentar los síntomas de un trastorno de naturaleza


emocional y no orgánica es importante que nos demos cuenta de que no se trata del comienzo
de una "enfermedad", sino más bien de la aparición en nuestra consciencia de material
anteriormente enterrado en las zonas inconscientes de nuestro psiquismo. En cuanto el proceso
se completa, los signos clínicos vinculados con el material inconsciente tienden a resolverse de
manera permanente y a desaparecer. Así, la exhibición de síntomas no indica el comienzo de
una enfermedad sino el comienzo de su curación. De la misma manera, la intensidad de los
síntomas no debe ser considerada como un indicio de la gravedad de la condición sino como una
pauta del proceso de sanación. Desde hace décadas que los psiquiatras saben que los pacientes
que presentan la sintomatología más dramática suelen tener mayor probabilidad de curarse que
aquellos que sólo ostentan síntomas de evolución lenta pero insidiosa. Sin embargo, el
tratamiento tradicional sigue siendo el que suprime la sintomatología, y de esa forma evita que
aflore plenamente y acceda a la superficie, práctica que, irónicamente, puede prolongar la
enfermedad.

Es necesario llamar la atención sobre el hecho de que Grof, como psiquiatra entrenado,
no desconoce las enfermedades mentales, sino que meramente las distingue de las emergencias
espirituales, las cuales no tendrían una base biológica causal. Al reconocer esta nueva categoría
de la emergencia espiritual se hace evidente que la terapia debe ser revisada por completo y
adaptada a estos casos. Es necesario dejar de suprimir o inhibir las manifestaciones que
aparecen y dejar que éstas sigan su propio curso. Grof ha trabajado sobre todo tipo de
desórdenes, incluyendo la esquizofrenia y otras psicosis, con nuevos modelos de terapia
basados en sus numerosos descubrimientos y ha tenido resultados muy alentadores. El campo
de estudio de las emergencias espirituales está recién empezando a ser explorado y los
conocimientos que generará parecieran bastante prometedores para el futuro de la psiquiatría,
la psicología clínica y la psicoterapia. Afortunadamente muchos profesionales que tratan con la
salud mental en su trabajo diario ya han advertido la necesidad de incorporar estas nuevas
concepciones en su labor, y así han abierto espacios de crecimiento que no pueden más que
incrementar el bienestar de las personas.

Palabras finales

Hemos llegado al punto final de nuestra exposición. Es posible que mucho de lo que se ha
dicho, sin contar con explicaciones más extensas y detalladas, pueda parecer un tanto
fantástico e inconcebible para una persona que no se haya ocupado nunca del tema de los
estados alterados de consciencia o los haya experienciado personalmente. En especial una de
las fuentes de información y de datos, el LSD y otros psicodélicos, tiende a no ser considerada
como legítima y aceptable sino como todo lo contrario, lo que en gran parte se debe a
prejuicios irracionales, ignorancia, desinformación o simplemente a información errónea.
Evidentemente, es este un asunto con el cual Grof ha sido confrontado muchas veces; sigue
siendo una realidad que es bastante difícil hacer entender a quienes no quieren realmente
escuchar o experimentar por sí mismos, y menos a quienes desconfían de su propia experiencia
y buscan las instancias para validar un conocimiento fuera de ellos mismos. En uno de sus
escritos, el mismo Grof advierte: "Como los temas relacionados con las drogas psicodélicas
pertenecen a uno de los asuntos más controvertidos del mundo y se asocian a muchos errores,
debo enfatizar que este trabajo [17 años de investigación clínica con psicodélicos], tanto en
Europa como en Estados Unidos, fue una investigación patrocinada gubernamentalmente,
supervisada desde el punto de vista médico [...]" (Grof, 1980). Sólo podemos desear que la
psicología, en cuanto ciencia, se acerque a todos los hallazgos y descubrimientos que hemos
revisado aquí con el espíritu que la aproximación científica proclama como su mayor logro, pero
que a menudo es pasado a llevar por resistencias emocionales tanto innecesarias como
incomprensibles, esto es, con el máximo de objetividad posible (sin caer en los excesos
positivistas) y sin prejuicio alguno, todo esto en el marco de un sentido común saludable.

En los círculos de la Psicología Transpersonal la obra de Stanislav Grof ha tenido un


impacto tremendo, llegando a ser una de las teorías principales y cuestionada más en sus
detalles que en sus supuestos básicos. Para la psicoterapia en términos generales, su valor es
extraordinario pero podría decirse que no ha sido tomada en cuenta lo suficiente. A partir de
sus descubrimientos Grof ha planteado una integración de diversos enfoques terapéuticos,
considerando principalmente los sistemas teóricos de Freud, Reich, Rank y Jung, en el sentido
de que cada sistema responde a y se refiere a un estrato distinto de la psique, y de esta
manera cada perspec tiva tiene un aporte específico que hacer a la psicoterapia y los enfoques
no tienen que competir entre sí o entenderse como mutuamente excluyentes. Dependiendo de
los avances terapéuticos de la persona se pueden utilizar los distintos sistemas teóricos para
comprender la situación del sujeto y lo que experimenta en diferentes etapas del proceso de
curación. Los psicoterapeutas en su mayoría tampoco han aprovechado todas las posibilidades
que ofrecen, tal como Grof ha demostrado magistralmente, los estados no ordinarios de
consciencia para la sanación, así como su potencial para la transformación, la autoexploración y
el autoconocimiento. Asimismo, el conocimiento más cabal de las relaciones que existen entre la
psicopatología y los sistemas COEX por un lado, y la psicopatología y las Matrices Perinatales
Básicas por otro, puede facilitar el entendimiento y la intervención psicoterapéutica como
también echar luz sobre la naturaleza de trastornos tan poco comprendidos como el grupo de
las psicosis, y en especial la esquizofrenia.

Las implicancias de la obra de Grof afectan no sólo a la psicología y a la psicoterapia, sino


también a la visión científica de la realidad como ha prevalecido durante el último siglo. Las
consideraciones materialistas positivistas acerca del universo y el hombre se ven desafiadas
por los hallazgos producto de la investigación de los estados alterados de consciencia, y ya no
son sostenibles porque no son capaces de explicar un número creciente de observaciones. La
consciencia ha dejado de ser un mero epifenómeno para pasar a formar parte constituyente
intrínseca de la existencia y de la realidad. En campos científicos paralelos es posible observar
como paulatinamente ha estado sucediendo un "cambio de paradigma", expresándose esto en
una apertura a nuevas ideas, nuevos enfoques y novedosas líneas de indagación científica,
ejemplificado por las obras pioneras de científicos como Sheldrake (Sheldrake, 1981),
Prigogine (Prigogine, 1980), Pribram (Pribram, 1971) o Bohm (Bohm, 1980). Con todo, las
consecuencias de la obra de Stanislav Grof en nosotros como seres humanos han sido las más
importantes y las más valiosas: ampliar la visión de qué y quiénes somos, y acercarnos a los
inmensos potenciales que yacen adormecidos en nuestro interior.
Bibliografía

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1994.

· "Sabiduría insólita", Fritjof Capra; Editorial Kairós, Barcelona 1990.

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· "Die Beziehungen zwischen dem Ich und dem Unbewussten", C.G. Jung; DTV, Muenchen
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· "El hombre y sus símbolos", C.G. Jung; Luis de Caralt Editor, Barcelona 1997.

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· "Lo transpersonal: psicoterapia y counselling", John Rowan; Los Libros de la Liebre de


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· "Más allá del ego", Roger Walsh & Frances Vaughan, Editorial Kairós, Barcelona 1994.

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