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Rusia: un cuento Chino, por Luis Rivero.

Al regresar de sus viajes, Marcos Polo contaba a todos sus amigos y conocidos en Italia,
increibles y fabulosas historias de China. Cuentos de maquinas voladoras, polvos de
colores, fragancias milenarias, unguentos y posimas milagrosas. Sus descripciones eran tan
fantasticas, que muchas personas cuestionaban su verasidad. Con los años, a estos cuentos
se les comenzó a relacionar con narraciones o discursos falsos, exageraciones e inventos
destinados a manipular y engañar a los demás; y así, una nueva frase se había consolidado
en el argot popular: “cuentos Chinos”.

En la actualidad, esos cuentos ya no son contados de la misma forma, evolucionaron. Sus


narradores consiguieron el tono y la plasticidad perfecta para no sobrepasar el limite de lo
creible; se reinventan a diario, todo contal de vender una mentira o falsear un verdad.

Rusia es un gran ejemplo: el país de la Guerra Fría, el tutor del comunismo castrista, el
vengador del proletariado, la superpotencia roja, el escudo de la Latinoamerica chavista,
evista, lulista, peronista. La antitesis del imperio Yanke. Mentira, una tras otra. Un cuento
Chino, eso si, muy bien contado.

Lo que no es una total mentira, está sobre expuesto y extra dimensionado por los medios de
comunicación . La verdad, tan clara como sus mentiras, es que Rusia no es más que un
enorme y rico país de pobres, llenos de desigualdades, corruptos e ideologías caducas y
miserables, y su economía es una prueba de ello.

Según el Banco Mundial, el PIB de Rusia para el 2019, fue de 1.3 billones de dolares, una
suma alta, claro, que además lo sitúa en el puesto número 12 del ranking general. Sin
embargo, tomando en cuenta que Rusia es el país más grande del planeta (17 098 242 km²)
, con el 30% de la riquezas totales del mundo, esta cifra es inferior a la capacidad de
producción de un país potencia.

Estados Unidos, el antagonista de los guiones socialistas y comunistas, a pesar de tener 9


millones de km² menos que Rusia, tuvo , para el ese mismo año, según el Banco Mundial,
un PIB de 18.9 billones de dolares, 17.6 billones de dolares más que el país europeo.
Solamente Texas, que es el segundo estado con mayor producción de Norteamérica, genera
42.000 millones de dolares más que Rusia.

Si llevamos el PIB a la división por habitante, Rusia tendría un PIB per cápita (nominal) de
9.500 dolares, y Estados Unidos, de 59.000 dolares, 49.500 más que el país Europeo.

Los números no mienten, y más si son respaldados con hechos concretos.

Si miramos los indices que clasifican al mundo, podremos encontrar a muchos otros paises
del mundo por encima de Rusia.

En el indice de desarrollo humano, hecho por la ONU, Rusia ocupa el puesto número 49,
34 puestos detrás de EEUU (15). En el indice Doing Business, que clasifica a los paises
según las facilidades de inversión, ocupa el lugar 31, y en el indice de PIB per cápita se
encuentra en el puesto 49.

Ahora, hay otros indices que si encabeza.

El indice de desigualdad, hecho por el banco suizo Credit Suisse, lo coloca como el país
más desigual economicamente del mundo, ya que 35% de sus riquezas están en manos de
110 milmillonarios.

Tambien en el indice de corrupción ocupa un puesto importante: el número 1 de toda


Europa, y el 39 en el mundo.

En censura ocupa el lugar 31, superado solo por dictaduras africanas, paises islamicos,
china, Cuba, Corea del norte y Venezuela.

Rusia no es una potencia, ni siquiera en lo militar, donde se jactan tanto. A pesar de ser el
segundo país productor de armamento, detrás de EEUU, su presupuesto anual en defensa es
de 55mil millones de dolares, lo que representa apenas el 10% del presupuesto que Estados
Unidos, su eterno rival, usa para defenderse: 551mil millones de dolares.

La historia muy bien contada de Rusia, solo es eso, una historia bien contada. La
heroisidad, la bravura del país gélido, la imagen del “gran hermano socialista” todo.

Rusia solo es un muñeco promocional inflado, agitando los brazos en medio de un


continente que lo mira de reojo. No es una potencia mundial, ni siquiera continental, pues
sus principales aliados están muy lejos de él.

Es una mentira contada por buenos guionistas, pero mentira al fin, y como relata Valeri
Legásov, el valiente Ingeniero de la mini serie Chernobyl “(…)cada mentira que decimos,
supone una deuda con la verdad, y tarde o temprano, esa deuda tendrá que pagarse.”

Y esa declaración, no es un cuento chino.

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