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Universidad Católica del Maule

Facultad de Ciencias de la Salud


Escuela de Enfermería

DIARREA CRÓNICA Y SÍNDROME DE MALABSORCIÓN

La enfermedad diarreica sigue siendo una de las principales causas de morbimortalidad a nivel mundial. Aún
cuando se ha logrado disminuir su mortalidad, su incidencia permanece sin cambios con 3,3 episodios por niño
al año.

La diarrea crónica es una condición común y afecta al 3-5% de la población mundial y es un motivo común de
consulta a Pediatra y Gastroenterólogo Infantil.

Se considera síndrome de malabsorción (SMA) al fracaso del tracto gastrointestinal para absorber
macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas), micronutrientes (vitaminas y minerales) y electrolitos
(calcio, magnesio, entre otros). La alteración no es solo a nivel de la absorción, también puede coexistir una falla
en la reabsorción, especialmente de algunas sustancias de la circulación enterohepática, biológicamente activas,
tales como las sales biliares secretadas por el organismo y partícipes de la digestión y la absorción de las grasas.
El sistema digestivo privado del alimento y de los nutrientes pierde todas sus funciones.

La SMA abarca gran número de entidades clínicas que pueden ser congénitas o adquiridas y que, a su vez afectan
a un nutriente específico (malabsorción selectiva) o ser de tipo generalizada.

Definiciones claves

Digestión: Reacciones químicas y enzimáticas por las cuales los alimentos son reducidos de tamaño para que
puedan ser absorbidos por los enterocitos.

Absorción: Proceso por el cual las moléculas resultantes de la digestión se movilizan desde el lumen intestinal
hacia la sangre o linfa a través del epitelio intestinal. Los mecanismos involucrados incluyen: transporte activo,
difusión pasiva y difusión facilitada.

Malabsorción: Alteración en la absorción de una o más sustancias a nivel del intestino delgado.

Síndrome de malabsorción (SMA): Conjunto de síntomas y signos producto de una interrupción en una o más
etapas de la secuencia de los siguientes procesos:

• Hidrólisis / solubilización a nivel luminal o en el borde en cepillo de la mucosa intestinal (denominado


digestión).
• Absorción a través del epitelio intestinal.
• Transporte linfático y venoso a la circulación portal.
BASES FISIOLÓGICAS Y EL PROCESO ABSORTIVO EN EL SISTEMA DIGESTIVO

El intestino es un órgano con funciones inmunológicas, neurológicas, excretoras, y endocrinas que se realizan de
forma coordinada e interrelacionadas. No obstante, la absorción de nutrientes es una misión esencial del
intestino.

La mucosa intestinal tiene que conseguir absorber lo necesario, excretar lo preciso, e impedir el paso de
moléculas o agentes infecciosos dañinos, mientras colabora activamente con la microbiota intestinal
(mutualismo). En la luz intestinal se acumulan una mezcla de substancias externas (los alimentos), secreciones
internas (esofágicas, gástricas, intestinales, hepáticas, y pancreáticas), y agentes vivos (algunos externos y sobre
todo la microbiota intestinal). Todos los componentes mencionados son precisos para una correcta función
fisiológica global, pero el sistema intestinal puede suplir casi cualquier déficit que pueda producirse por
fenómenos patológicos, excepto en las situaciones más extremas.

• Duodeno: Iones como fierro, calcio y vitaminas hidrosolubles.


• Yeyuno: Grasas y azúcares
• Íleo terminal: Sales biliares y vitamina B-12

Absorción intestinal de agua y electrolitos


A través del intestino delgado proximal (yeyuno) se estima que circulan a lo largo del día entre 8.000 y 9.000 cc
de líquido, mientras que por las heces se excretan entre 100 y 200 cc. Aunque factores dietéticos pueden hacer
variar el volumen final, la mayor parte del volumen procede de líquidos generados endógenamente, que son
reciclados a través de complejos mecanismos de secreción y absorción, estrechamente regulados. Estos
mecanismos no sólo son complejos, sino que son variables a lo largo del tracto intestinal, que tiene activadas
funciones relativamente específicas en cada tramo. Así, la mucosa del yeyuno es fisiológicamente la más
permeable, y la del colon la más impermeable; y los mecanismos de transporte de sodio ligados a glucosa son
más activos en el yeyuno proximal, mientras que los transportadores de ácidos grasos de cadena corta son
mucho más activos en el colon proximal.
Todo el proceso está regulado por péptidos locales y sistémicos: hormonalmente, inmunológicamente, y por la
microbiota intestinal: las bacterias intestinales influyen directamente en varios mecanismos de absorción, e
indirectamente a través de sus efectos metabólicos o reguladores de la situación inflamatoria de la mucosa.

Desde el punto de vista clínico, cabe destacar que hay algunos reguladores de la absorción de agua y electrolitos.
Así, los glucocorticoides son fármacos que favorecen la absorción de sodio y agua, por lo que parte de sus efectos
clínicos en las enfermedades inflamatorias intestinales se deben a un efecto favorecedor de la absorción de
sodio. Los opioides son los fármacos antidiarreicos más potentes: parte de su efecto se debe a que inhiben la
secreción a la luz de iones y electrolitos. Por el contrario, hay péptidos endógenos que tienen un efecto neto
secretor y que pueden expresarse clínicamente como un síndrome diarreico con un balance muy negativo de
líquidos; y el mecanismo fisiopatológico fundamental en muchas diarreas inducidas por gérmenes viene mediado
por enterotoxinas que interfieren con los mecanismos de secreción intestinales. El paradigma es el efecto de la
toxina colérica, que bloquea la absorción de cloruro sódico y estimula la secreción de cloro, creando un balance
de secreción de agua hacia la luz intestinal muy potente.

Absorción de grasas
Los lípidos son substancias grasas; y los lípidos dietéticos más importantes son los triglicéridos, colesterol,
fosfolípidos y vitaminas liposolubles. En condiciones fisiológicas, la mayor parte de la absorción de los lípidos se
lleva a cabo en el yeyuno proximal y medio. Aunque el paso final a través de la membrana y la célula intestinal
es en gran parte pasivo; para que ocurra, los lípidos tienen que llegar en concentraciones altas y condiciones
bioquímicas adecuadas, al borde acuoso de la membrana. En el proceso de absorción de los triglicéridos
intervienen el pH local, la lipasa gástrica, la lipasa y colipasa pancreáticas, y las sales biliares. La absorción de
grasas es, por tanto, muy sensible a cualquiera de los procesos patológicos: una gastrectomía impedirá la mezcla
adecuada, una pancreatitis crónica reducirá la presencia de lipasa y colipasa y acidificará el medio, un problema
de drenaje biliar dificultará la presencia de cantidades adecuadas de sales biliares, un sobrecrecimiento
bacteriano puede modificar la concentración de sales biliares, etc. Aunque no todas las vitaminas liposolubles
son igualmente dependientes de la integridad del sistema, sus mecanismos de transporte intracelulares pueden
ser sensibles a las alteraciones en la absorción de lípidos. La dependencia de la integridad de diversos factores
hace que la medición de la absorción de grasas sea el método preferido para evaluar la integridad general del
proceso de absorción intestinal (el test de Van de Kamer, que mide la absorción intestinal de grasas, es la prueba
de referencia clínica en el estudio de la absorción intestinal).

Absorción de hidratos de carbono


Los carbohidratos son también una base calórica fundamental en la dieta. Gran parte de los hidratos de carbono
dietéticos son azúcares complejos, algunos no asimilables por el organismo humano como la celulosa, otros
dependientes de las acciones fisiológicas de la microbiota intestinal; y muchos precisan su transformación previa
en disacáridos a través de la acción de las amilasas salivar y pancreática; para después ser el blanco de la acción
de las disacaridasas presentes en el borde en cepillo de la mucosa intestinal, porque sólo los monosacáridos
serán transportados por la célula intestinal para completar el proceso de absorción. Entre ellas, cabe destacar a
la lactasa, maltasa, sacarasa y trehalasa. El proceso de absorción también está influido el pH, la integridad de la
función pancreática y de la propia mucosa, también varía con la edad y la raza.

La introducción en los últimos siglos de los azúcares refinados y preprocesados en la alimentación hace que una
gran parte de la absorción fisiológica de glúcidos sea dependiente únicamente de la integridad de la mucosa
intestinal, ya que las propias células mucosas sintetizan las disacaridasas.
Las bacterias utilizan los carbohidratos como sustratos nutritivos y de su metabolismo se derivan gran parte de
los efectos más evidentes de la microbiota intestinal.

Absorción de proteínas
Las proteínas representan una parte proporcionalmente menor de la ingesta calórica, en la gran mayoría de las
poblaciones, entre un 10 y un 20% aproximadamente. El proceso digestivo de las proteínas depende de un
conjunto de enzimas, que van transformando las estructuras complejas en moléculas progresivamente más
sencillas. Las pepsinas gástricas, inician el proceso; que continúan las peptidasas pancreáticas, y posteriormente
las peptidasas del borde en cepillo e intracelulares.

Dado que varios de los aminoácidos son esenciales, existen sistemas aparentemente redundantes de absorción
de péptidos. Asimismo, en condiciones de enfermedad puede facilitarse el proceso de asimilación de los péptidos
administrándolos parcialmente digeridos, en forma de aminoácidos, dipéptidos, tripéptidos o péptidos no muy

complejos. Ello constituye el fundamento de las nutriciones elementales (aminoácidos simples) o poliméricas
(péptidos sencillos).

Aunque podemos encontrar a menudo hipoproteinemia, ésta es más una consecuencia de defectos de síntesis
hepática que de un fallo en la absorción intestinal. Sólo en casos extremos de fallo de función pancreática o de

síndrome de intestino corto, la absorción de péptidos estará gravemente comprometida, gracias a la capacidad
de reserva del sistema.

Absorción de vitaminas. Absorción de ácido fólico. Absorción de vitamina B12 Absorción de vitaminas
La absorción de vitaminas es esencial para la vida, y también es un conjunto de fenómenos en los que interviene,
además, de forma muy activa la microbiota intestinal.

Absorción de ácido fólico: La mayor parte del ácido fólico dietético está en forma de poliglutamatos, presentes
especialmente en las espinacas, nueces, maní, carne de hígado, o el zumo de naranja. Estos poliglutamatos deben
ser primero hidrolizados en la luz intestinal y el borde en cepillo, para luego ser absorbido por el enterocito con
un mecanismo activo.

Absorción de la vitamina B12: El organismo humano es capaz de extraer de la dieta cantidades mínimas de
vitamina B12. Probablemente ello es debido a su escasez en los alimentos, y a la competición con las bacterias
intestinales o parásitos. Estos complejos, si no son degradados o utilizados por parásitos o bacterias presentes
en la luz intestinal, llegan al ileon, donde son reconocidos por receptores específicos.

Absorción de minerales y oligoelementos: hierro y calcio


Absorción de hierro: Su absorción intestinal está regulada por una serie de mecanismos locales y sistémicos. El
hierro está presente en la alimentación en cantidades variables y su absorción es casi explusivamente duodenal.
En dependencia de la edad y las circunstancias fisiológicas (embarazo, menstruación, pérdidas por enfermedad
o heridas) la capacidad de absorción intestinal puede modificarse, multiplicándose hasta por 10 con respecto a
la absorción normal.
A través de la expresión del péptido hepcidina, la IL6 (interleucina 6) producida en un proceso inflamatorio puede
limitar seriamente la absorción de hierro, siendo uno de los nexos entre inflamación y anemia, conexión sobre
la que se ha avanzado significativamente en los últimos 10 años.

Absorción de calcio: El calcio se absorbe por un doble mecanismo: activo, casi exclusivamente duodenal; y pasivo,
a lo largo de todo el intestino delgado. Ambos mecanismos presentan gran variabilidad a lo largo de la vida,
siendo especialmente activos en el neonato o en el embarazo, y menos eficientes en el anciano. En ambos casos,
la vitamina D regula el proceso a través de su acción sobre la concentración intracelular de calbindina.

ETIOLOGÍA

En pediatría, diversas enfermedades cursan con malabsorción, impactando en la disponibilidad de los


macronutrientes y/o micronutrientes. Por otro lado, algunas clasificaciones tienen en cuenta el sitio anatómico
de la alteración (estómago, duodeno, íleon).

Tabla 1. Etiología de malabsorción según compromiso anatómico.


Entre las afecciones pancreáticas, hay enfermedades raras, pero cabe destacar la fibrosis quística (FQ) y la
desnutrición severa que puede ocasionar una insuficiencia pancreática exocrina importante. La sospecha
diagnóstica de FQ en nuestro país ha ido en aumento, así como su diagnóstico a edades más tempranas.

Etiología según edad

Como parte del diagnóstico diferencial, es importante considerar las causas más frecuentes acorde con la edad
del paciente.

Recién nacidos y lactantes: Se destacan etiologías congénitas o graves como tumores, deficiencias congénitas de
enzimas (disacaridasas, enterokinasa) o de transportadores - bombas (clorudiarrea congénita,
abetalipoproteinemia) e inmunodeficiencias (síndrome de Wiskott-Aldrich, agamaglobulinemia). También
Fibrosis Quística (FQ), y alrededor de los seis meses, al iniciar la alimentación complementaria, pueden aparecer
alergias alimentarias, enfermedad celíaca y diarreas crónicas inespecíficas asociadas a una ingesta excesiva de
jugos.

Preescolares: Son más usuales las etiologías infecciosas, parasitarias (giardias, estrongiloides) o bacterianas,
enfermedad celíaca, síndrome posenteritis, principalmente por iatrogenia médica por falla en la orientación de
la alimentación apropiada para promover la recuperación completa del intestino luego de la primera injuria
ocasionada, generalmente, por un virus.

Escolares y adolescentes: se distinguen las enfermedades inflamatorias intestinales, colitis ulcerosa (CU) y
enfermedad de Crohn (EC).

La historia clínica sigue siendo la herramienta más útil para el pediatra o para cualquier profesional de la salud.
Por lo tanto, resulta de gran trascendencia describir acuciosamente una historia clínica detallada y precisa que
pueda orientar hacia el diagnóstico más certero.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS

La tríada clásica del síndrome de malabsorción es: diarrea crónica, distensión abdominal y falla del medro. Lo
anterior no implica que acontezcan los tres síntomas al mismo tiempo, es factible que se encuentre solamente
falla del medro o distensión abdominal como signos principales.

Características de las deposiciones

En pediatría, la diarrea crónica no siempre se manifiesta con deposiciones francamente acuosas. Pueden
describirse de diferentes maneras: deposiciones blandas sin forma, disgregadas, pastosas, esteatorreicas o,
incluso, sospecharse de malabsorción con el solo hallazgo de deposiciones muy “malolientes”. Describir las
deposiciones (tipo o forma, consistencia, frecuencia, olor y color); consignar si se asocia o no con dolor abdominal
o se acompaña de distensión abdominal, nos orienta a una fermentación tipo intolerancia a los carbohidratos. Si
el dolor abdominal se presenta conjuntamente con vómitos, podría tratarse de una alergia alimentaria. Si la
diarrea se asocia con astenia, podría ser una enfermedad celíaca, o si es mucosanguinolenta, hay dolor
abdominal concomitante y astenia, orienta hacia una enfermedad inflamatoria intestinal.

Este aspecto es importante para el diagnóstico, pero cabe recordar que no son patognomónicas. Si las
deposiciones son muy fétidas, esteatorreicas, se presentan desde el nacimiento, generalmente puede
corresponder a una FQ. Cuando las deposiciones de un recién nacido son tan líquidas que incluso se confunden
con la orina, muy abundantes que deshidratan fácilmente, corresponde descartar enfermedades congénitas tipo
tumores o alteraciones de la bomba del cloro (clorudiarrea congénita). Si son pálidas, abundantes, y aparecen
posteriormente a la introducción de alimentos con gluten, podría ser una enfermedad celíaca. Si acontecen
después de incorporar alimentos nuevos, se debe pensar en una alergia alimentaria.

Por último, la consulta del paciente por deposiciones líquidas de larga evolución, acompañadas o no de moco,
intercaladas con deposiciones normales o con estreñimiento, sin alteración en el estado nutricional del niño o
niña, y al revisar la alimentación se advierte un consumo excesivo de jugos naturales o industrializados (más de
seis onzas/día en niños y niñas entre 1 y 6 años de edad), confluiría en un diagnóstico presuntivo de “diarrea
crónica inespecífica”.
Tabla 2. Otros síntomas que pueden estar presentes en el síndrome de malabsorción

ANAMNESIS

Historia alimentaria
Describir e incluir los datos más relevantes relacionados con la historia alimentaria del niño, como, por ejemplo,
el apetito. En términos generales, el apetito está conservado o varía como es el caso de niños y niñas con FQ,
pero suele estar muy alterado en las enfermedades inflamatorias, alergias y enfermedad celíaca.
El proceso de ablactación, cómo fue su progresión, qué tipo de alimentos está consumiendo en la actualidad, si
existe alguna restricción dietaria por indicación médica o voluntaria (padres o cuidadores), que podrían
contribuir con la desnutrición del enterocito y con la persistencia de la diarrea.
Antecedentes familiares de alguna enfermedad importante, antecedentes gineco-obstétricos de la madre y los
antecedentes perinatales pueden indicar algún suceso genético, tal como un error innato del metabolismo o FQ.
Indagar sobre antecedentes quirúrgicos, laparotomías con reacción intestinal o antecedentes médicos, como
infecciones recurrentes que se presentan en los casos de inmunodeficiencia.

Preguntas clave
Algunas preguntas que no deben faltar en la historia clínica son: ¿cómo comenzó el cuadro? Con diarrea:
¿infecciosa, parasitaria, bacteriana, o por una intolerancia alimentaria? ¿Se relaciona con la introducción de
nuevos alimentos? Lo último porque, si el paciente tiene diarrea y se incorporan alimentos nuevos, es más
susceptible a que la mucosa intestinal se sensibilice a nuevos antígenos alimentarios y desencadene una alergia
alimentaria.

¿Se ha estacionado en peso y/o talla? ¿Hay síntomas asociados? Estos síntomas asociados pueden encauzar hacia
un diagnóstico único, por ejemplo, si la diarrea se acompaña de ascitis y edema, podría existir una alteración en
la vellosidad determinada por una enteropatía perdedora de proteínas. Si la diarrea se asocia con prolapso rectal
y, al tiempo, existen problemas respiratorios crónicos, se puede orientar el diagnóstico hacia una FQ, y, por
último, si la diarrea se acompaña de aftas, artritis, úlceras perianales o artralgias, podría pensarse en una
enfermedad inflamatoria intestinal.
EXAMEN FÍSICO

Examen físico general

Debe revisarse la apariencia general, su fascie, presencia de palidez mucocutánea, grado de pérdida muscular
para determinar la severidad del compromiso de la malabsorción en el paciente; buscar el impacto de
deficiencias nutricionales tales como alteraciones en la piel, por ejemplo, “piel de pintura esmaltada”, que podría
orientar respecto a deficiencia de vitamina A y/o deficiencia de proteínas.

Para observar con más claridad la distensión abdominal, es aconsejable examinar al paciente de pie,
especialmente en los lactantes. En algunos casos, como en las hepatopatías y enfermedades de depósito, se
pueden encontrar megalias, ascitis y circulación colateral. La revisión de las extremidades puede denotar
acropaquia presente, por ejemplo, en FQ, enfermedades inflamatorias del intestino y enfermedad celíaca;
también puede detectarse edema en las extremidades, típico no solo en desnutridos primarios (ingesta
insuficiente de proteínas), sino en desnutrición secundaria a un daño de la mucosa intestinal como consecuencia
de una FQ o por una enteropatía perdedora de proteínas.

En la región posterior, la atrofia glútea ilustra la severidad del compromiso nutricional, que se ha descrito como
“bien arrugadito”, que asemeja ‘bolsas de tabaco”, especialmente en lactantes menores de un año de edad.

ESTADO NUTRICIONAL

Deben valorarse peso y talla, consignarlos y registrarlos en la rejilla de crecimiento. En algunas ocasiones, los
pacientes llegan a consulta con un único dato previo o incluso sin datos, y ello hace difícil determinar si ese último
valor correspondía al niño “sano”, si cayó en su carril de crecimiento en el último tiempo o abruptamente, o es
que realmente siempre ha estado por debajo de parámetros normales.

Si su ritmo de crecimiento siempre ha acontecido por debajo de la normalidad para su edad y género, lo más
probable es que la patología date de los primeros seis meses de vida y hay que descartar tumores, clorudiarrea
congénita, deficiencias enzimáticas congénitas, linfangiectasia intestinal, abetalipoproteinemia o FQ.

Contrario a este caso, al niño o niña que se encontraba dentro de los rangos normales y luego de comenzar la
alimentación complementaria empieza a decaer en su ritmo de crecimiento, es necesario descartar una
enfermedad celíaca, alergia alimentaria o, incluso, parasitosis intestinal (Giardia lamblia).

EXÁMENES DE LABORATORIO

Son complementarios a la historia clínica y pueden clasificarse en exámenes de laboratorio iniciales, de segunda
fase, tercera fase y especializados.

Iniciales
Para descartar alteraciones infecciosas, parasitarias, intolerancias a los carbohidratos (lactosa, sacarosa), se
deben solicitar hemograma y perfil bioquímico completo. Estos datos de laboratorio pueden indicar el grado de
compromiso nutricional de la malabsorción.
Segunda fase
Los exámenes de segunda fase principalmente son: iontoforesis y elastasa fecal (FQ), D-xilosemia a la hora
(traduce en forma indirecta la integridad de la vellosidad intestinal o su atrofia), esteatocrito o Sudán III en
materia fecal (aplicable en patologías que cursen con esteatorrea), test de hidrógeno espirado (sobrecrecimiento
bacteriano), carotinemia basal (mide indirectamente la suficiencia o insuficiencia pancreática exocrina,
hepatopatías crónicas), electroforesis de proteínas, ANCA (anticuerpo anticitoplasma de neutrófilos) y ASCA
(antocuerpos Saccaromyces cerevisiae) para descartar o confirmar enfermedad inflamatoria intestinal, niveles
séricos de folatos, vitamina B12, hierro (alteraciones gástricas o en el íleon), determinación sérica de
inmunoglobulinas (Ig) A, G, E, M (inmunodeficiencias, linfangiectasia intestinal), IgG2 o IgE específica para
alimentos –RAST– (alergias alimentarias), alfa-1-antitripsina fecal (enteropatía perdedora de proteína).

Tercera fase
Niveles séricos de vitaminas liposolubles (insuficiencia pancreática exocrina y hepatopatías), niveles séricos de
zinc (acrodermatitis enteropática) y biopsia intestinal endoscópica alta y baja para enfermedades que cursan con
alteraciones morfológicas, tales como enfermedad celíaca, abetalipoproteinemia, linfangiectasia intestinal,
enteropatía alérgica, enfermedad inflamatoria intestinal, entre otras.

TRATAMIENTO

El abordaje terapéutico de los pacientes con malabsorción requiere de un manejo integral, prioritariamente
médico y nutricional.

Tratamiento nutricional
Como medida principal, debe priorizarse la lactancia materna, no introducir alimentos nuevos durante el
episodio de diarrea del paciente, retirar los jugos de fruta para evitar fermentación y cargas osmóticas que
puedan perpetuar la diarrea.

Promover una alimentación equilibrada. Una alternativa para alcanzar las metas energéticas y proteicas es el uso
de módulos (maltodextrina, lípidos y proteicos), que se adicionan a la alimentación original. Asimismo, es
necesario regular el vaciamiento gastrointestinal a través de comidas fraccionadas y de pequeño volumen. Evitar
“dietas” inadecuadas a base de preparaciones hipocalóricas, caldos, jugos y restricción de leche sin justificación
médica, pues esto conlleva a desnutrir el enterocito y a perpetuar la diarrea.

Si el paciente tiene desnutrición severa y está tomando una fórmula infantil para niño sano, es válido cambiarla
a una fórmula infantil sin lactosa y sin sacarosa. Si persiste con diarrea, es necesario utilizar fórmulas oligoméricas
o semielementales que en la mayoría de los casos deben administrarse por medio de una sonda de alimentación
dada su pobre aceptación por vía oral. Cuando la diarrea es de difícil manejo, hay ocasiones en que debe
instaurarse una nutrición parenteral.

Tratamiento etiológico
Es específico para cada enfermedad y en muchas ocasiones resulta indispensable el apoyo de un nutricionista.
Suspender los alimentos fuente de lactosa y/o sacarosa (teniendo en cuenta las fuentes ocultas) cuando haya
intolerancia a esos carbohidratos. Si existe alergia a algún alimento, se debe retirar el alergeno alimentario
(fuentes evidentes y ocultas) de la alimentación de la mamá (si el paciente está con lactancia materna) o de la
alimentación del propio paciente.

Cuando el paciente tiene FQ, el tratamiento requiere múltiples medicamentos, pero primordialmente
suplementación con enzimas pancreáticas, y la alimentación es el pilar básico para su evolución favorable. Si se
documenta sobrecrecimiento bacteriano, se puede tratar con metronidazol o con probióticos. En las diarreas
infecciosas y parasitarias, se usan antibióticos y antiparasitarios respectivamente. Finalmente, la enfermedad
celíaca requiere de una dieta sin gluten.

BIBILIOGRAFÍA

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clinicas2/medicina-interna/gastroenterologia/253-1-06-1-028

Cuidados de Enfermería del niño y adulto hospitalizado II


Docente Jacqueline Gotterbarm Hernandez
2020.

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