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En una ciudad costera, lejos de las selvas donde se libraron los combates entre la
guerrilla y el gobierno de Colombia, el lunes 26 de septiembre de 2016, en horas
de la noche, el gobierno colombiano firmó el acuerdo final de paz con las Farc.
Fue un momento que recordó a las negociaciones que acabaron con el conflicto
en Irlanda del Norte o los Acuerdos de Oslo, que buscaban garantizar la paz en el
Oriente Medio. Y era una imagen que varias generaciones de colombianos habían
anhelado: ver a un presidente estrechando las manos del líder rebelde, a quien las
fuerzas del gobierno habían capturado en las montañas, luego de que ambas
partes se comprometieran a forjar un futuro político en paz.
El mandatario, que había convocado la consulta pese al parecer contrario "de casi
todos" pues no tenía "obligación" de hacerlo, se sintió "conmocionado", al igual
que quienes defendían el no, cuando el acuerdo fue rechazado con los resultados
del plebiscito por la paz a principios de octubre de 2016.
Pero el "no" fue también "una bendición disfrazada" porque permitió abrir un
diálogo con los opositores para lograr un pacto "mejor" e hizo reaccionar también
a los colombianos, sobre todo a los jóvenes.
Como consecuencia de esto, el 24 de noviembre de 2016 se firmaría el pacto final
entre el gobierno y las FARC, tras unas modificaciones realizadas a causa del
resultado en el plebiscito por la paz.
“Al firmar este acuerdo, como presidente de todos los colombianos, quiero
invitarlos a que, con la mente y el corazón abiertos, le demos la oportunidad a la
paz”, dijo Santos en la ceremonia, en el Teatro Colón de Bogotá.
Poco tiempo después, Santos afirmó haber sido inocente al buscar una consulta
que era innecesaria, pues en la búsqueda por la paz, no hay discusión si esta se
logra. "Aprendí la lección: no debes someter a referendo algo que no necesitas
hacerlo", afirmó el presidente en un seminario con miembros de la Comisión de
Exteriores del Parlamento, en diciembre de 2016.
La guerra de las Farc contra el gobierno marcó el inicio de uno de los primeros
grupos insurgentes de izquierda en América Latina, una lucha que inspiraría a
otros movimientos guerrilleros del continente. Si bien el conflicto disminuyó
gradualmente, los combatientes continuaron predicando la lucha armada marxista
hasta principios de este año.
“Esto fue como esas estrellas que se quemaron hace mucho tiempo, pero su luz
puede verse muchos años después”, dijo Bernard Aronson, un diplomático
estadounidense que trabajó como intermediario en las conversaciones. “Las Farc
se habían convertido en eso”.
En total, unas 220.000 personas perdieron la vida y más de cinco millones fueron
desplazadas. Muchos argumentan que había llegado el momento de acabar con el
conflicto que afectó a varias generaciones de colombianos.
Sin embargo, el acuerdo ha enfrentó muchas críticas, sobre todo de Álvaro Uribe,
el antecesor de Santos en la presidencia. Uribe había sido ampliamente
reconocido por la represión que llevó a las Farc a la mesa de negociación.
Desde entonces se había convertido en el líder del movimiento que se opone a los
términos del acuerdo y que impulsaba la votación del No en la consulta popular,
con el argumento de que el gobierno fue muy suave con la guerrilla, calificando a
Santos como “traidor”.
Los adversarios de Santos lo acusaron de acelerar la firma del nuevo acuerdo sin
dejar que antes lo revisara la oposición. Uribe había dicho que los acuerdos
modificados no hicieron lo suficiente para castigar a los guerrilleros,
particularmente por delitos de narcotráfico.
Desde el rechazo de los votantes, el gobierno de Santos había tenido que lidiar
con líderes políticos conservadores que hicieron campaña contra el acuerdo, y los
rebeldes marxistas que habían pasado años negociando con el gobierno en La
Habana y esperaban comenzar sus nuevas vidas como civiles.
El nuevo acuerdo estableció protecciones más claras para los agricultores, ya que
el gobierno establecía una mayor presencia en las zonas rurales. También les
daba a los jueces mayor injerencia en los casos de narcotráfico vinculados a los
guerrilleros, uno de los cambios que habían exigido los políticos conservadores.
También prohibía que los guerrilleros pudieran ser candidatos en ciertos distritos
recién creados en las zonas del conflicto.
Pero, hay que aclarar que el acuerdo no tomó en cuenta algunas demandas de los
dirigentes de oposición que querían que el gobierno le prohibiera a los
involucrados en crímenes de guerra cualquier tipo de participación política. Y
tampoco incluyó duras penas de prisión para los guerrilleros, puesto que el
gobierno sostenía que eso impediría que los combatientes pudieran volver a
empezar con sus nuevas vidas.
“El camino del acuerdo final ha sido difícil y sinuoso pero la aplicación del acuerdo
será 10 veces más difícil que la negociación real”, expresó en su momento, la
experta sobre el proceso que buscaba finalizar una guerra de 52 años,
provocadora de la muerte de unas 200.000 personas.
Finalmente, las Farc entregaron su armamento a los inspectores de las Naciones
Unidas, como el inicio del proceso que permitiría su reincorporación a la vida civil,
a cambio, el país aceptó un sistema de “justicia transicional” en el que,
efectivamente, según Santos, los combatientes serían amnistiados o condenados
a penas reducidas por los delitos que cometieron.
En ese modelo, este último punto fue uno de los más controvertidos, pero incluyó
un mecanismo de jurisdicción especial que se aplicaría a los responsables del
conflicto armado, así como una comisión de la verdad y una unidad especial para
la búsqueda e identificación de desaparecidos.
Ahora, para entender un poco mejor el proceso de paz, hay que detallarlo en
forma cronológica.
- 16 de mayo de 2014: El Gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Farc
alcanzaron un acuerdo en torno al tema del narcotráfico y los cultivos ilícitos.
- 2 de marzo de 2015: El general Javier Flórez, otros dos generales del Ejército,
Martín Fernando Nieto y Alfonso Rojas Tirado; uno de la Fuerza Aérea, Oswaldo
Rivera; uno de la Policía, Álvaro Pico, y el contralmirante de la Armada Orlando
Romero, fueron seleccionados para dialogar con las Farc en la mesa de La
Habana, para tratar temas relacionados con el desescalamiento del conflicto.
- 22 de enero de 2016: Con el fin de agilizar la etapa final de los diálogos de paz,
las partes acuerdan la creación de una Comisión Ejecutiva; la entrega de las
conclusiones por parte de las comisiones al punto tres 'Fin del conflicto', y la
realización de un último foro a cargo de la Universidad Nacional y las Naciones
Unidas.
- 31 de agosto de 2017: Con nuevo nombre y logo, las Farc debutan como partido
político.
- 11 de marzo de 2018: Partido Farc participa por primera vez en las elecciones
legislativas