Jerzy Topolsky, “La verdad posmoderna en la historiografía”, en: Carlos
Miguel Ortiz y Bernardo Tovar Zambrano. Pensar el pasado. Santafé de
Bogotá: Archivo General de la Nación, 1997. - Teoría posmoderna pone en duda la historia como realidad pasada y como narración. - Tres posiciones frente al desafío posmoderno: a) Los que no se interesan por el desafío. Los historiadores de la primera categoría (la mayoría) se caracterizan por una predilección por la filosofía realista, con sus premisas ontológica (el pasado existe independientemente del historiador), epistemológica (existe una sola verdad sobre el pasado) y pragmática (las fuentes son la vía para acceder a esa verdad). Estos historiadores aprovechan las posibilidades de los métodos electrónicos o abordan nuevos temas. b) los que ven en el posmodernismo un peligro para la práctica historiográfica. Denuncian los efectos nefastos de las ideas posmodernas; dicen que la lengua no puede suplantar la vida y que la realidad no es lingüística. Dirán también que la historiografía no es la suma de narraciones que se reflejan a manera de espejos, sin contactos con la realidad. c) los que son partidarios del posmodernismo. Hay dos subgrupos dentro de esta categoría: 1) los que defienden la causa posmoderna apasionadamente (tratan de articular las reglas de la historiografía moderna y demostrar su superioridad con respecto a la historiografía “moderna”), como Franklin R. Ankersmith, Peter Zagorin y Joan Scott; 2) los que se acomodan y escriben sus narraciones de manera más o menos conforme con las opiniones posmodernas (E. Le Roy Ladurie, Natalie Zenon Davis y Georges Duby. La tesis de Topolsky es que la historia se desarrolla en función de sus propias regularidades, continúa las corrientes tradicionales y los intereses “clásicos”, al mismo tiempo que descubre nuevos campos de investigación y nuevas interpretaciones; absorbe las influencias de procedencia filosófica y de otras fuentes. No se puede hablar de historiografía posmoderna, sino de influencias posmodernas. Hacer una historia en el sentido propuesto por las corrientes más radicales del posmodernismo no es posible, porque este combate el “metarrelato” y las nociones generales como Estado, nación, humanidad, etc. SE bloquea el debate intelectual.
Historiografía influenciada por el posmodernismo:
a) La predilección por la microhistoria y la desconfianza por la síntesis, la cuantificación y el estudio de los procesos históricos. b) El descubrimiento de nuevos campos de investigación, lo marginal o abandonado, lo que no es objeto de metanarración. c) la predilección por el análisis del lenguaje, del discurso, de la narración, del texto. d) la duda sobre la concepción clásica de verdad. La “desepistemologización” de la historia. Esos problemas o campos se habían desarrollado al interior de la historiografía aunque se vieron reforzados por las influencias filosóficas. El descubrimiento de nuevos campos esta ligado a la evolución de la historiografía. La antropología histórica, paso decisivo hacia la historiografía posmoderna, estaba anunciada en trabajos de Marc Bloch, Lucien Fèvbre, Johan Huizinga, Georges Duby y Philipe Ariès. El posmodernismo ejerció influencia en las ciencia humanas y en la historia sólo hasta la década de los años 60. El llamado giro lingüístico es nuevo, pero no es novedad absoluta. El análisis del lenguaje en los documentos del pasado tiene larga tradición. El camino fue abierto por Hayden White, pero no hubo ruptura posmoderna. Las prácticas deconstructivistas son a fin de cuentas una especie de hermenéutica, presente desde hace mucho tiempo en la historiografía. La historiografía no se desarrolla a partir de cambios radicales de paradigma, sino que absorbe inspiraciones provenientes del exterior, sean antropológicas, filosóficas, etc. Pero, la historiografía no puede liberarse de la metanarración, de los procesos de explicaciones y del realismo. La historiografía exige una confrontación profunda con respecto a la verdad, una confrontación profunda con las nuevas concepciones filosóficas de la verdad, incluyendo el enfoque posmoderno. El abandono de una concepción clásica de la verdad, no constituyó una ruptura en el seno de la filosofía de estos últimos decenios, pero en historiografía, en cambio, el abandono del realismo habría constituido una ruptura. Los autores posmodernos niegan toda relación entre narración y realidad pasada. No se puede descartar esta crítica de la noción de verdad planteada por la reflexión posmoderna, pero eso no quiere decir que estemos totalmente aislados de la realidad pasada y que en consecuencia haya necesidad de abandonar toda noción de verdad, la cual en historiografía juega un rol como cognitivo y moral. Topolsky propone entonces una concepción del realismo que denomina Puntillista: el historiador no reconstituye, sino que construye una imagen del pasado a través de una narración. Pero esta construcción no está totalmente privada de contacto con el pasado (un contacto limitado, modesto), a través de las informaciones que brindan las fuentes. Estas informaciones, “proposiciones básicas”, son metáforas ópticas, a través de las cuales se puede observar el pasado. Para acceder a ese contacto modesto se debe recurrir al deconstructivismo narrativo, controlado por los datos básicos y por las fuentes en general. En la narración histórica, casi todo, salvo las afirmaciones básicas, dependen de la interpretación del historiador. “Las narraciones históricas que no contradicen los datos básicos y que no niegan la existencia de éstos se constituyen en candidatas a la verdad, y en consecuencia, muchas narraciones reflejan la verdad”. Surgen pues, verdades hipotéticas, o abiertas que están siempre en movimiento y que gana o pierde según el grado de aceptación de la sociedad y de la comunidad académica. Pero: la narración histórica, aún esos puntos de contacto con la realidad están mediatizados por diferentes cuadros de descripción que son manifestaciones de diferentes puntos de vista. Los mismos hechos sirven para diferentes metas narrativas, y pueden ser verdaderos en un caso y falsos en otro. Aún las informaciones de base están saturadas de interpretación.