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Indagación del choteo 

(Tomado de la tercera edición revisada de la Editorial Libro Cubano, La Habana, 1955)


Jorge Mañach Robato (1898-1961)

Las dos ediciones anteriores de este ensayo, que fue ofrecid


conferencia en 1928, han estado por mucho tiempo agotada
ponerlo ahora a la disposición de la Editorial Libro Cubano
empresa juvenil a la que todos debemos ayudar-- para una t

Aunque no gusto de andar retocando viejos escritos míos, e


parecido conveniente hacerlo, podando aquí y allá tal o cua
precisando algunos conceptos y añadiendo una breve nota p
perspectiva de hoy (1955), hasta qué punto hemos rebasado

Tal vez sigan conservando validez, sin embargo, mis obser


rasgos peculiares y más estables de la psicología cubana. E
época, ellos proveyeron los mecanismos propicios para el t
de reacción que el choteo representó y que, con menos ubic

Tal vez haya sido motivo de extrañeza para algunos de uste

Esto de la seriedad, sin embargo, precisamente va a ocupar


nuestra atención. El concepto de lo serio es en sí sobreman
cosas tenidas por serias se revelan, a un examen exigente, i
ese prestigio; son las cosas Pacheco. Y, al contrario, las hay
aspecto baladí e irrisorio, esconden esencial importancia, c
que andan por el mundo con alma de ánfora en cuerpo de c

A las ideas las acaece otro tanto. Ciertas épocas han exhibi
tendencia a revestir de gravedad ideas más o menos fatuas.
siglo pasado, que por su exaltación romántica y su devoció
a "los principios" infló numerosos conceptos, atribuyéndole
y una trascendencia que los años posteriores se han encarga
ideas-globos gozaban hasta ahora de un envidiable prestigi
realismo moderno les ha dado un pinchazo irónico, privánd
criollo llamaríamos su "vivío". Esta misma época nuestra, a
gravedad, insiste en reivindicar la importancia de las cosas
deleznables, y se afana en descubrir el significado de lo ins
temas se han renovado con esta preeminencia concedida po
estado llano de las ideas. Nos urgen los más autorizados co
abandonemos las curiosidades olímpicas y observemos las
familiares, las humildes cosas que están en torno nuestro.

Hay un interés vital en esto. Lo menudo e inmediato es lo q


nuestra circunstancia, nuestra vecindad, aquello con que ha
existencia. Mas por lo mismo que lo tenemos tan cerca y ta
se le da por conocido y se le desconoce más. No somos bas
nuestro propio medio, dice Christopher Morley; no lo mira
curiosidad. Tenemos que aplicarnos, pues, a la indagación
muchedumbre de pequeñeces que "empiedran la vida".

Cuando se trata de hechos psicológicos y de relación, como


escudriñamiento puede tener alcances sociológicos insospe
Simmel subrayó la conveniencia de llevar a la sociología el
microscópico, aplicando "a la coexistencia social el princip
infinitamente pequeñas que ha resultado tan eficaz en las ci
sucesión." En vez de estudiar la sociedad por abstracciones
exploraremos en sus menudas concreciones, en sus pequeñ

El choteo --cosa familiar, menuda y festiva-- es una forma


consideramos típicamente cubana y ya ésa sería una razón
investigásemos su naturaleza con vistas a nuestra psicologí
importancia es algo que se nos ha venido encareciendo muc
en términos jeremíacos, desde que Cuba alcanzó uso de raz
decidió ningún examinador nuestro, que yo sepa, a indagar
detenimiento la naturaleza, las causas y las consecuencias d
psicosocial tan lamentado. En parte por aquella afición de é
temas, en parte también porque ha sido siempre hábito nues
problemas con meras alusiones; los pocos libros cubanos q
psicología se han contentado, cuando más, con rozar el tem
Esquivando casi siempre esta denominación vernácula, se h
desconocer la peculiaridad del fenómeno y a identificarlo c
genéricas del carácter criollo, como la "ligereza", la "alegrí
aquí nuestro confusionismo ha hecho de las suyas.

Esa misma falta de exploraciones previas extrema la dificu


indagación, ardua en sí misma por lo tenue que es el concep
choteo y por la variedad de actitudes y de situaciones a que
¿Qué método nos permitiría penetrar con alguna certidumb
psíquica y social tan evasiva, tan multiforme y tan poco con

Se trata, por supuesto, de discernir el sentido de la palabra


ahí un problema de semántica en que la etimología --tan va
ciencia de los significados-- no nos ayuda. Han especulado
origen del vocablo. Andaluces hay que quisieran conectarlo
que es el nombre que se le da en España --y en aquella regi
particularmente-- al cabritillo. "Chotar" --del latín
Andalucía mamar y por extensión conducirse con la falta d
exhiben los cabritillos en lactancia. El choteo sería pues, po
cabrito. Claro que no es imposible esta derivación. Tampoc
vocablo "choteo" pertenezca al acervo muy considerable de
han tomado carta de naturaleza en nuestra jerga criolla. Per
Fernando Ortiz, autoridad en la provincia afrocubana de nu
muestra muy seguro acerca del étimo africano, aventurando
soh o chot (que comporta la id
, que denota la acción de
conexión sí se prestaría para explicar el empleo que tambié
del vocablo en el sentido de acusación o delación; pero no
sobre la acepción de choteo como actitud jocosa. En todo c
sólo puede servir de punto de partida para una indagación d
cuando es indudable, cuando ofrece una raíz segura en que

Fallido el método etimológico, no parece quedarnos otro m


que el de asirnos al concepto corriente de la palabra choteo
se da generalmente de ella, estudiar en abstracto las implica
esa definición y cotejar éstas después con observaciones ob
Conjugando así un método empírico con un método lógico,
tiempo mismo los peligros de las abstracciones excesivas y

Si le pedimos, pues, al cubano medio, al cubano "de la call


que entiende por choteo, nos dará una versión simplista, pe
bastante a ser una definición porque implica lógicamente to
hallamos contenido en las manifestaciones más típicas del f
choteo --nos dirá-- consiste en "no tomar nada en serio". Po
todavía un poco más la averiguación, y nos aclarará --con u
suele expresarse ante señoras, pero que yo os pido venia pa
menos posible-- nos aclarará que el choteo consiste en "tira

Como véis, estas dos versiones que nos da el informador m


lo pronto, en asignarle al choteo una índole absolutista y, p
sistemática. Llamamos opositor sistemático al político que
oposición un hábito, sin que se le dé mucho que los objetos
sean realmente condenables. Así también, el choteador, que
broma, que a nada le concede, al parecer, importancia, es u
profesional de esa actitud, y ya veremos que tampoco a él l
que los objetos o situaciones de que se mofa sean en verdad
es, pues, una actitud erigida en hábito, y esta habitualidad e

Antes de precisar en qué consiste la actitud, fijemos más cu


límites. Cuando se dice que el choteo no toma "nada" en se
"tira a relajo" es evidente que estos adverbios, "todo" y "na
hiperbólicamente; es decir, que no son ciertos al pie de la le
sean en un sentido general. Lo que de un modo enfático qu
nada de lo que generalmente se
todavía es necesario reducir esa categoría de hechos, porqu
jocoso no puede menos que tomar en serio ciertas cosas cuy
materia opinable --un dolor de muelas, por ejemplo. Duran
ver cómo unos vecinos hacían jácara de los estragos hasta q
voló el techo de su propia casa. No de otra suerte el choteo
sistemáticamente su actitud hacia todas las cosas tenidas po
llegan a afectarle de un modo tal que haga psicológicament

Ahora bien: ¿en qué consiste abstractamente esta acción de


ver que las dos definiciones citadas apuntan al mismo hech
hábito de irrespetuosidad-- motivado por un mismo hecho p

Tomar en serio equivale, en efecto, a conducirse respetuosa


Porque respeto, como es sabido, no quiere decir necesariam
re-spicere: volver a mirar) está
sentido exacto de la palabra, que es el de consideración det
miramiento. Se puede respetar una opinión que estimamos
Hablamos de los "respetos humanos" que, según la religión
contrarios a los intereses del espíritu. Hablamos también de
Un respeto, por consiguiente, no es más que una atención e
una falta de atención
cosas en serio cuando no les prestamos una atención sosten
suficientemente perspicaz. Así, el hombre rápidamente imp
hombre extravertido o de curiosidad errabunda es, generalm
irrespetuoso, un gran candidato al choteo.

Claro que al fondo de todo respeto existe siempre una idea


o potencial, que es lo que invita la atención. Si respetamos
porque sabemos que puede ejercer, en última instancia, un
sobre nosotros. El respeto al hombre de saber o al hombre í
un aprecio de su preeminencia, de su autoridad intelectual o
respetos sociales son un homenaje a la autoridad del númer
ajena. El respeto al niño, al débil, es un tributo a la humani
religión, esconde un vago sentimiento de depen-dencia. De
crónica de respeto puede originarse también en una
, ya sea porque el individuo afirma desmedidame
albedrío personales o porque reacciona a un medio social e
ha perdido o falseado. "Tirar a relajo" las cosas serias no se
desconocer --en la actitud exterior al menos-- el elemento d
o que pueda haber en ellas: crear en torno suyo un ambient

Estas primeras conclusiones nos permiten insinuar ya una s


que se plantea en cuanto a la actitud psíquica del choteador
tomar nada en serio no quiere decir necesariamente que se
niegue, en el fuero interior, la existencia de cosas serias, sin
reconocerlas, se adopta también hacia ellas una actitud irre
importa entonces averiguar es qué grado de estimación inte
choteo: si éste admite para su capote que hay cosas serias y
si más bien su habitualidad se debe a que no encuentra nad
En el primer caso, sería el choteo un mero vicio de compor
segundo, un vicio de óptica mental o de sensibilidad moral.

Si consultamos la experiencia, escudriñando en los diverso


de choteo que ella nos depara, advertimos que existen en nu
individuos incapaces, no ya de comportarse respetuosamen
que haya en nada motivos o m
respeto. Dotados casi invariablemente de una educación ele
cualquiera que sea su decoro externo, desconocen todas las
proezas del espíritu; empedernidos de sensibilidad, no perc
sublime ni lo venerando en el orden físico o humano.
profesionales, los descreídos a ultranza, los egoístas máxim
otra emoción seria que no sean las de rango animal. Tienen
Gracián, "siniestro el ingenio", y cuando les habláis de patr
probidad o de cultura, urgen una cuchufleta y os dicen, a lo
es "romanticismo". El lenguaje y la actitud habituales en es

Pero al lado de ellos, confundiéndose con ellos, encontramo


no menos prestos a la facecía sobre los motivos más serios
situaciones más exigentes de circunspección. Basta sin emb
con una dialéctica insinuante, que capte su atención y simp
en seguida que tras su frivolidad y su escepticismo esconde
y crédula de niños. También su lenguaje y su actitud habitu
choteo; pero excepcionalmente exhiben una sensibilidad ad
mohosa aptitud para formar juicios afirmativos de valor.

¿Cuál de estos dos tipos de choteadores representa el verda

Estamos ante un fenómeno demasiado fluido y variable par


estrictamente a cualquiera de esas rígidas disyuntivas. Sién
conocido sólo como una actitud externa, no podemos pronu
certidumbre en cuanto a su contenido. Lo que más cierto pa
choteo ligero, sano, casi puramente exterior, que obedece p
vicios o faltas de atención derivadas de la misma psicología
choteo, más incisivo y escéptico, perversión acaso del anter
una verdadera quiebra del sentido de autoridad que antes an

Dejemos, por el momento, el decidir cuál de estos dos grad


más generalizado y genuino y tratemos ya de perfilar la mo
común a ambos tipos de choteo, sus modos peculiares de p

El choteo en la jerarquía de la burla

De todo lo expuesto, parece deducirse claramente que amb


el escéptico y el meramente jocoso, se traducen en una form
podrá ser más o menos explícita, más o menos referida a un

Ahora bien: la burla es un hecho esencialmente humano. Se


la mera risa por una de las facultades privativas del hombre
mucho tiempo, quien dijera que el hombre es el único anim
solidarizándose, al parecer, con ese postulado, un gran filós
Bergson, le ha descubierto implicaciones biológicas y socia
a esa facultad "humana". La risa sería algo así como un "ge
protesta contra la mecanización de la vida: un acto de previ

Los que hemos observado un poco a los animales más expr


el mono, por ejemplo-- podemos abrigar ciertas dudas acer
monopolio humano de la risa, al menos en cuanto a su prete
intrínseca. Si acaso, lo privativo del hombre es el tipo de m
exterioriza un estado de euforia, de júbilo o de anticipación
él. Lo que sí es una peculiar aptitud humana es la de la burl
mono, entre otros, parecen capaces de mofa; pero con toda
trata de un simple mimetismo desprovisto de genuina inten

Esté o no acompañada de risa, la burla propiamente dicha e


cuyo fin instintivo es el de afirmar la prop
contra otra que se considera superior o igualmente poderos
supone, pues, una autoridad, o por lo menos, una competen
tiene razón de ser, y nos repugna instintivamente la burla q
niño, de un enfermo, de un anciano. Son débiles; no hay po
burla es un subterfugio ante el fuerte; no en balde burlar es
El instinto humano tiende a conserva
independencia, nuestra libertad de adaptación, y recela de t
incluso la del prestigio, que, como ya observó Simmel, nos

En torno a esa facultad de la burla como eje, se produce tod


escala de reacciones sociales que comienzan en la mueca p
del niño hacia el padre o hacia el maestro y, pasando por la
la ironía, alcanzan la más elevada especie de humorismo. E
superior, el elemento de burla es tan sutil que apenas se per
parecernos una delicada forma de solidaridad y de respeto.

Lo que diferencia a la burla de las demás formas de protest


contra la autoridad es que se endereza contra lo que ésta tie
decir, de contradictorio consigo misma. Señalando esa cont
minar la autoridad que la exhibe. De suerte que la burla es
eficaz mientras más fino es su discernimiento de esa contra
contrario, es más burda cuanto más se acerca a la mera prot
niño, bien por que se fija en lo externamente cómico de la a
le atribuye a ésta una comicidad que no tiene, como cuando
Pues bien: si el discernimiento, si cierto sentido crítico es lo
reacciones más o menos alto en la jerarquía de la burla, se c
que el choteo, como hábito, como actitud sistemática que e
general una forma muy baja de burla. Allí donde nadie hall
choteador los encuentra o finge encontrarlos. Eso tendría q
mayor perspicacia del choteo para discernir lo cómico en la
suposición de lo cómico donde no lo hay.

Ciertamente, esa superior perspicacia del choteo para ver lo


autoritario es, a veces, innegable. El cubano medio posee u
cómica, como todos los pueblos de rápida actividad mental
común, nada profundo, percibe en cambio sin demora todo
superficiales de un hecho cualquiera y efectúa velozmente
aproximaciones mentales que producen el chispazo de lo có
consiguiente, el choteo tiene verdadera gracia: nos descubr
que había pasado inadvertido a los observadores más intens

Pero lo frecuente es que el choteo no denuncie, en absoluto


cómico. Un chiste, un rasgo de ingenio cualquiera, surte su
cualquier lugar o momento; el choteo, en cambio, está estri
condicionado en el tiempo y en el espacio. Rara vez nos div
alguien nos da de un caso de choteo en que no hemos partic
el relato lo que generalmente logra es irritarnos. Esto no se
aquel sentimiento de solidaridad que, según Bergson, neces
risible; sino a que el choteo se nos aparece en esos casos co
motivo. Peor aún: como una burla que inventa su motivo y
frase criolla, tan significativa, "le pone rabo" a un objeto se
cualquier persona o situación respetables crea una atmósfer
se va cargando rápidamente, hasta hacerse tan densa que el
través de ella resulta desfigurado y grotesco.

En ocasiones, ni siquiera este objeto-pretexto existe. ¿Cuán


teatro o en cualquier espectáculo, no hemos visto cómo un
jocosa y sin pertinencia alguna, lanzada al azar, choca con
del público y se convierte en centro de irradiación de ondas
choteo? ¿Cuál puede ser en estos casos la razón de ser de e
propósito aparente? ¿Cuál la función de esa risa sin rumbo?
recurrir, para explicarla, a aquel vago fin subsidiario de rep
atribuye; o pensar que en esos momentos
manera de excitante artificial, con el cual procuramos venc
aplanamiento, la lasitud del trópico. En todo caso, es un act
fundamentalmente egoísta e irreflexivo, mediante el cual el
omo si quisiera confi
teoría de las emociones de William James: No lloramos po
No sería el choteo, sin embargo, todo lo peligroso que gene
limitara a ser esa risa sin objeto. Lo más frecuente es que lo
objeto sea su víctima. Tal vez hasta en los casos en que se n
una pura improvisación, realmente está el choteo reacciona
externo que ni él mismo percibe bien. En el ejemplo que pu
frase jocosa o el bostezo sonoro son acaso un indicio de pro
La palomilla de papel que desciende del paraíso trae posibl
más una intención guerrera que una rama de olivo. En otras
casi siempre acusa un estado de impaciencia, un recelo de a
Quizás no es otra que la de tener que guardar silencio ante
se demora o que aburre, pero siempre será la limitación imp

Esta interpretación nos explica por qué el choteo es enemig


todas sus manifestaciones. Observad bien cualquier caso o
lleva siempre entrañados los elementos del de
importante, lo característico del choteo, es que ese desorden
la burla típica criolla, no ha de comportar ninguna frustraci

Siempre ha sido motivo de risa el accidente que contraría u


conducta circunspecta. Ya se ha dicho que no hay clown ni
comparable a ciertas cáscaras de fruta en el pavimento. Alg
visto bien esto y han sabido aprovechar sus posibilidades.
sublimemente cómico (es decir, profundamente humorístic
Chaplin, por ejemplo, sino una sinfonía en la clave de la di
Lo que nos le hace tan patéticamente ridículo es la facilidad
víctima de accidentes un hombre que usa chaqué, bastón y

En todas las latitudes, repito, el accidente contra dignidad m


fulminante que tiene algo de acto reflejo. En rigor, su fondo
parece obedecer a ese gozo secreto y ancestral que experim
prójimo --nuestro competidor en la lucha por la vida-- cont
pretensión de jerarquía, de importancia de superación. Este
por supuesto, ajeno al choteo, porque el choteo incluye tod
elementales de la burla. Pero el desorden ante el cual se pro
esa forma de regocijo tan nuestra no es accidente contra dig
desorden que consiste, pura y simplemente, en la alteración
cualquiera de concierto y de jerarquía, así sea en el orden

Alguna vez, un amigo muy criollo, limpio de toda malicia i


bastante curtido en todas las demás, me contaba, en serio, s
bordo de un vapor durante un temporal. Lo que más parecía
impresionado fue el desplazamiento que sufrió la carga, ma
sentina, con los bandazos del barco: "Los barriles --decía--,
cajas, todo iba de un lado para otro: aquello era un choteo."

Un choteo, es decir, confusión, subversión, desorden; --en s


¿qué significa esta palabra sino ese, el relajamiento de todo
coyunturas que les dan a las cosas un aspecto articulado, un
El hecho de que mi amigo, empleara la palabra choteo para
circunstancias tan poco divertidas como las de un temporal
significativo. Porque el empleo fuera metafórico, no acusab
posibilidad de que exista la situacion de choteo sin un moti
de regocijo. Un mero desorden no es cosa que tenga gracia
se la encuentra tampoco, pero se ufana ante una situación s
comporta una negación de la jerarquía, que para ciertos tip
tropical es siempre odiosa. Todo orden implica alguna auto
sinónimo de mandar. En el desorden, el individuo se puede
sus anchas. No hay ninguna compostura externa que le invi
correspondiente compostura personal. Lo ordenado ejerce s
especie de ejemplaridad disciplinaria. A mí no hay cosa qu
más que entrar en un despacho donde todo está en orden; e
las cosas andan manga por hombro, experimento siempre u
familiaridad. Este deseo de familiaridad con las cosas es alg
es sobremanera adicto. Ya veremos que una de las causas d
choteo es la tendencia niveladora que nos caracteriza a los
llamamos "parejería" y que nos incita a decirle "viejo" y "c

Pero nos interesa antes examinar cómo esa afición al desor


jerarquía, que es esencial del choteo, informa la manifestac
su prurito de desvaloración
el prestigio. Y el prestigio es, en efecto, otra de las formas
las cuales el choteo se pronuncia con especial ahínco: es la
reputación. Lo "choteado" es, en cambio, aquello que tiene

Esta manifestación del choteo es frecuente entre nosotros. V


que el cubano menos "sofisticado" por los miramientos de
en solfa los valores morales, intelectuales y aún sentimenta
encarecidos. La virtud de una mujer, el empeño intelectual
emoción de un funeral o de un duelo, se le convierten en m
En cierta ocasión, unos cubanos visitaban el Crematorio M
ver introducir un cadáver en el horno incinerador, uno de n
compatriotas exclamó, dirigiéndose al fúnebre operario: "D
vuelta." Con dudoso gusto pero indiscutible ocurrencia, reb
humano a la categoría de un bistec. Las mofas de los velori
entre nosotros. El choteo no respeta ni la presencia sagrada

Cuando la mofa se produce contra una cualidad o un valor


cualquiera, lo característico del choteo es que ese comporta
a un escepticismo ni a un propósito satírico.
admira, en el fondo, la misma virtud de que se burla. Y esto
interesante pregunta: ¿No será el choteo, en esa forma desv
Existe, como es sabido, una teoría alemana, derivada de Ni
por Max Scheler a su plenitud de significación, según la cu
actúa como inductor y "definidor de toda una moral". "Cua
Max Scheler-- fuertes afanes de realizar un valor y, simultá
impotencia de cumplir voluntariamente estos deseos, por ej
bien, surge una tendencia de la conciencia a resolver el inq
entre el querer y el no poder, rebajando, negando el valor p
correspondiente, y aún, en ocasiones, considerando como p
valioso un contrario cualquiera de dicho bien." Este sentim
del despecho, explica numerosos tipos de falsa estimativa e
Es dudoso, sin embargo, según se infiere del mismo profun
Scheler, que sirva para explicar ninguna forma de burla, pu
un desahogo y una desvalorización directa, en tanto que los
resentimiento se originan en una represión y actúan indirec
pudiera decirse que ciertos tipos de burla envidiosa son --en
mismo filósofo-- la "descarga" que elimina "esa dinamita p

Sin duda, en no pocos casos el choteo obedece a ese propós


Pero hay que hacerle la justicia de reconocer que no es, por
característica suya el rencor ni el resentimiento. Este "no pu
un sentimiento específico de impotencia"
choteador está incapacitado para asumir el mismo valor de
contrario: nuestro burlón redomado es precisamente aquel q
propios valores que podría emular si quisiese someterse a s
Como es ésta precisamente la que le resulta antipática, se d
ejemplaridad con la mofa, al igual que esos hombres muy c
libertad, que se revisten de ironía para preservarse de las so

Lo que, en términos generales, puede afirmarse del choteo


inconsecuencia entre la apreciación interior y la conducta. E
frecuentes, esa contradicción se explica, como luego verem
pudorosa de ironía; pero aún entonces la mofa tiene un orig
impaciencia que el criollo siente por temperamento contra t
expansión, contra toda forma no demasiado imperativa de e

Paréceme que esto también ayuda a comprender el uso que


hace en el sentido de delación, en los colegios, cuarteles y p
llama al compañero que acusa a los demás ante la superiori
duda, quien tal hace, un sometimiento oficioso, no muy leja
tanto priva bajo el estigma infamante de "guataquería". Ma
palabra "chota" envuelve un vituperio, y si el que delata lo
congraciarse con el poderoso, el nombre de "chota" le vien
delación divulga y, por consiguiente, frustra un empeño rec
quita la autoridad y el prestigio de su secreto. Desde el mom
privado se hace del dominio público, o lo selecto se vulgari
desvalorizado "choteado". Igual decimos de un espectáculo
ha visto ya. Los comerciantes declaran una mercancía "cho
tantos los que la tienen en venta, que no pueden cobrar por
(ejercer sobre ella la autoridad del monopolio virtual), sino
estrictamente a la ley de la oferta y la demanda.

En todos sus aspectos, el choteo es, como se ve, enemigo d


una limitación a la expansión individual. Otra cosa ocurre c
limitación, en vez de proponerse, se impone. Entonces, el e
independencia que siempre hierve al fondo del choteo tiene
o la rebeldía franca, o la adulación. Ambas son maneras de
albedrío del que se tiene. La rebeldía produjo la República;
engendrado eso que hoy llamamos "guataquería". Pero, a p
sea débil, indirecta o inerme, surge el choteo como una afir

No encontraríamos ahora nada de particular en que su nom


choto, cabrito, porque también la palabra capricho viene de
el choteador o el chota instintivamente defiende es eso, su l
antojo y de improvisación. Por eso abomina jocosamente d
conducta y de toda exigencia disciplinal: de la veracidad ab
puntualidad, de lo concienzudo, de lo ritual y ceremonioso,
suma: de cuanto sirve para encauzar rigurosamente el esfue
para engranar --con rigidez inevitable, pero eficaz-- el mec

De todo lo argüido, tal vez se puede inferir ya una definició


ceñida y formal que la que nos sirvió de base de operacione
prurito de independencia que se exterioriza en una burla d

Ahora bien: este choteo que hemos venido analizando ¿es e


considerarse como una característica nacional?

Existe como se sabe, una tendencia insistente a suponer que


una cualidad específica que quepa atribuir a determinados i
la impulsividad, el egoísmo, la falsía, y tales--; sino que es
tenemos todos los cubanos, quien más quien menos, diluido
idiosincrasia criolla: algo así como un peculio psíquico trop

Quienes tal suponen, seguramente encontrarán que la interp


que acabo de exponer es demasiado peyorativa para ser ace
de los anteriores resultandos habrán ellos ido poniendo sus
vista a un voto particular. Habrán pensado o pensarán que n
manifestaciones del choteo responden a esa definición: que
nuestra burla típica un indicio de libertinaje ni un pronunci
En fin, acaso hayan echado de menos en mi análisis aquella
aquella sana y divertida aprobación --nacida de algo más qu
tolerancia hacia las propias flaquezas-- que nos inspiran las

Mas ¿no será, amigos míos, que esos presuntos inconforme


precisamente en eso: en el humor, en el ingenio o en la grac
el choteo? Como la noción de éste ha sido entre nosotros ta
vocablo se ha prestado a todos los equívocos. Además, hay
corriente un hiperbolismo natural, una tendencia a designar
por sus manifestaciones afines más extremas, aunque se pre
exactitud. ¿Quién no ha oído alguna vez a nuestros vendedo
cuando se disputan apasionadamente una venta, hacerse rep
que de "lujuria"? Claro que lo que en realidad quieren decir
codicia, apasionamiento --palabras que no están en su dicci
también, se le ha dado y se le da frecuentemente el nombre
denota una máxima jocosidad-- a hechos, dichos y situacio
son "choteo" en absoluto, que más bien están comprendido
de la gracia universal que le ha correspondido a nuestro pue

Pero nuestro choteo no tiene nada que ver con nuestra grac
más exactamente, es, en todo caso, una forma especial y sis

Hay quienes suponen que se trata de una reacción peculiar


exageradamente serio. Aunque elemental siempre, esa expl
si por "lo exageradamente serio" se entiende todo aquello q
autoridad. Tal noción no es infrecuente entre nosotros. Nue
frívola suele considerar demasiado serio al hombre ceremo
realidad sea a la vez muy jovial. Ciertos escritores públicos
social, las personas menos solemnes, tienen fama de "exces
más que por el tono didáctico o aclarador que asumen en la
como si enseñar y aclarar no fueran parte de la función del

Es cierto, pues, que el choteo ataca o esquiva por medio de


demasiado serio, si por tal se entiende lo que el choteador e
autorizado o ejemplar. Pero si lo que quiere decirse es que
burla del empaque antipático o de la ridícula gravedad, la v
ya que deja sin explicar una serie de fenómenos que son, pr
típico del choteo. Por ejemplo, el hecho siguiente, que yo h
presenciar: En la sala de una casa, hay una señorita cantand
una romanza sentimental, pero nada lacrimosa ni solemne.
bien; tanto, que unos jóvenes, desde la acera, la escuchan e
embelesados. Cuando la señorita termina, sin embargo, los
de la ventana y, engolando la voz, hacen una mofa despiada
aptitud que acaba de deleitarles. ¿Dónde está aquí la reacci
excesivamente serio y grave? ¿No se trata más bien de un h
se endereza, por sistema, contra todo lo prestigioso, hasta c
O el choteo es esa actitud absoluta y sistemática, o de lo co
de fundamento para peculiarizarlo como una modalidad ap
convenimos en que es una burla sistemática, entonces nada

La caverna del humoris


hay un plano de seriedad, de respetabilidad, hay otro plano
Lo trágico. lo épico, se alojan en el primer plano; lo cómico
humorismo salta constantemente de uno a otro y llega a con
aquí que el humorismo pueda definirse como lo cómico ser
trascendental, la risa triste, filosófica y cómica." Pero el ch
deliberadamente ese plano de respetabilidad de que habla B
inquilino contumaz, en el plano de lo cómico. Ni percibe ja
reflejo de lo sublime que es, para Lipps, lo que ilumina por
humorista. Esto no quiere decir, claro está, que el choteado
algunas veces humorista. Pero, la coincidencia no es muy f
cardinal en el humorista es su hondo sentido humano, y en
egoísmo, su prurito de personal independencia.
humour

Tampoco el choteo es nuestro ingenio, ni nuestra gracia. En


siempre una agudeza mental de que no suele ser capaz el ch
generalmente impresionista y externa. De tan intelectual na
ingenio, que siempre se muestra respetuoso de una manifes
sí mismo. Un hombre ingenioso contestará siempre al ataqu
alarde mayor de esprit --como en aquel debate famoso entr
ingleses, que nos relata Varona--, y si no puede superar al i
le rendirá caballerescamente. En cambio, el choteo es tan p
ante una finta ingeniosa, contesta con una nueva mofa dese
género de dialéctica, sino de acoso. También aquí se debe r
que no son el choteo y el ingenio por necesidad incompatib
sencillamente, tipos distintos que no se llevan bien.

Con la gracia criolla sí se relaciona más estrechamente el c


como su mismo nombre lo indica, es un don natural, algo a
individuo y casi a su mentalidad. Consiste la gracia cómica
tal disposición y tersura del ánimo que todas las cosas bote
contra él, sin penetrar, sin dejar huella. Esta forma de optim
constantemente justificarse a sí misma limándole las aristas
eso la gracia es predominantemente femenina, y nada acre.
impugnar, sino a esquivar. Como su anhelo festivo es sólo
comodidad vital, insiste en ver el mundo sin peligros, sin es

Ahora bien: se infiere claramente que una exageración del


puede conducir a la negación de todos los valores. El deseo
es susceptible de convertirse en un prurito de allanar reliev
por codiciar la comodidad vital de la alegría, se puede llega
vital que es la absoluta independencia de toda autoridad. In
efecto; por obra de diversos factores que en seguida veremo
sana que nace de la gracia se pervierte con la sistematizació

Pero esto no es fatal. Suponer que esa perversión se opere e


es, por supuesto, una exageración absurda. La gracia mism
toda la especie tropical. Abundan más de lo que suele supo
solemnes, los cubanos serios e incapaces de choteo, como a
andaluz dejado de toda gracia. Lo que sí puede y debe afirm
la idiosincrasia cubana rasgos peculiares que, originados un
acusados otras por el clima o por las circunstancias sociales
venido desenvolviéndonos, tienden a facilitar esa perversió

De estos rasgos el que con más frecuencia se subraya es el

Ramiro Guerra, en un admirable capítulo de su


el cubano "sólo tiene aparentemente la obstinación de la lig
sustanciar esa afirmación cuando añade que "la principal de
carácter radica en esa falta de aptitud para aceptar una actit
entero, infundiéndole todo el vigor y la fuerza de su alma".
ligereza es, pues, una falta de consecuencia. Pero ¿a qué co

Hasta por las connotaciones lingüísticas de la palabra, la lig


de gravedad; y lo que metafóricamente queremos decir con
, de aptitud para tomarles el peso exacto a las c
deberse esto si no es a una falta de atención suficiente, ya q
sostenida es lo que invita a la reflexión, a volver sobre el pr
enjuiciado y medir exactamente su relieve y sus alcances?

Esta falta de atención suficiente --que, como ya vimos, es u


condiciones del no respetar-- se origina en la impresionabil
el cubano comparte con todos los pueblos tropicales. Por lo
nuestros sentidos se mantienen constantemente alertas bajo
implacable, la inteligencia criolla se impresiona fulminante
acaece también lo que a las fotografías instantáneas: que la
bien los primeros términos y la impresión dura poco. En ot
mentalidad media carece del sentido de la tercera dimensió
profundidad. Vemos las cosas en contornos más que en reli
implicaciones más hondas, los alcances más lejanos, se nos
siempre. De ahí que toda la vida se nos convierte un poco e
a nada reconozcamos suficiente realidad para tomarlo muy
importancia para darnos a ello por entero.

Ya un militar español del siglo pasado, el General Concha,


observarnos de cerca, declaraba cifrada nuestra felicidad "e
gallito y una barajita". La frase tiene los elementos de verd
caricatura, aunque sea muy apasionada. Ya los diminutivos
a esa tendencia nuestra a "chiquear" las palabras, tendencia
una efusividad afectiva tanto como a otra característica que
familiaridad, el no darle demasiada importancia a nada pon
nivel de lo más íntimo. Pero la frase es además significativ
nuestra ambición (e implícitamente nuestra capacidad de ap

Esta afición al juego, que somos los primeros en reconocer


característico, merecía un estudio especial. Nada más comp
del jugador. Hay en ella una mezcla curiosa de audacia y de
vehemencia y de cautela, de desprendimiento y de codicia.
ahora nos interesa es que esa afición suele ser característica
pueblos impresionables. Cuando se subordina a la emoción
una hora, la seguridad y la tranquilidad del futuro, es porqu
previsión suficiente, es decir, de la capacidad para evaluar

En el mismo rasgo psicológico ha de verse también el fund


nuestras más bellas cualidades: el desinterés. ¿Qué cosa es
sino el evaluar demasiado en perspectiva --una forma de ca
para explicar el hecho económico del interés bancario, se re
fenómeno de perspectiva: a medida que se aleja su posesión
estrecha como se estrechan en la distancia los rieles de un t
compensación de ese estrechamiento. No es interesado el c
carece del hábito o de la óptica mental para proyectar las co
Su retina, como la de ciertos insectos, no enfoca por igual l
últimos términos. Lo superficial y lo profundo se sitúan par
plano de apreciación y, por consiguiente, de estimativa. La
presente es lo que importa. De ahí una mezcla peculiar de v
nuestra liberalidad, nuestro hedonismo, cuanto hay de inge
malicia y de dócil en nuestra indisciplina, lo susceptible qu
a la censura aparentes, nuestro indiferentismo hacia las emp
trascendencia, nuestro afán utilitario a despecho de nuestra

El otro rasgo cardinal de nuestro carácter es la independenc


independencia del tipo zahareño, y bravío, sino del plácido
dijo que el ideal de los españoles se puede expresar con esa
su real gana. De los españoles hemos heredado, quizás, ese
nosotros asume una forma menos díscola y activa. El cuban
contenta con que no lo molestan. La libertad en abstracto le
con tal que no llegue a afectar su personal albedrío. Perman
hasta aquiescente a las arrogaciones y a los rigores excesiv
mientras no siente en lo vivo de sí mismo la lastimadura. S
observó de los españoles Ortega y Gasset, más sensibles a l
fuero privado que a la del público, y no nos decidimos a la
cuando el exceso de dominio coarta la personal independen

Esta independencia se defiende contra toda forma de relaci


un límite, un miramiento. De aquí que el cubano tienda por
toda jerarquía y a situar todas las cosas y valores en un mis
confianza. Así se origina la comentadísima familiaridad cri
el rasgo más ostensible y acusado de nuestro carácter.

Cuando venimos a Cuba del extranjero --sobre todo si veni


de más densos humores, los Estados Unidos o la misma Fra
ejemplos-- nos sorprende en el mismo muelle cierta atmósf
desprendimiento y de compadrazgo estentóreo que parece s
de Cuba, correspondiendo a la calidez y a la luminosidad fí
en el umbral de la Isla, el agente de equipajes o de hotel no
comedimiento servil que tienen sus congéneros de otras lat
"chico" y nos tratará como si para nosotros hubiera estado r
la más efusiva camaradería. Unas horas más de inmersión e
nos convencen de que hemos llegado a una tierra totalment
gravedad, de etiqueta y de distancias. Por ninguna parte se
gentes aquella circunspección, aquel recato, aquella egoísta
propio negocio que hacen del espectáculo nórdico y del eur
una sinfonía en gris mayor. Todo en Cuba tiene la risa de s
sus ropas, la franqueza de sus hogares abiertos a la curiosid
Ningún indicio de sobriedad ni de jerarquía nos impresiona
contrario, por doquier, un despilfarro de energías, de hacien
Las gentes hablan en voz alta, se embriagan del reboso de l
maderas ya empapadas de las cantinas, el automóvil ha per
metódica del taxímetro, pero se ha convertido en un vehícu
las más obsequiosas c
Estamos en la perfecta república. Todo es de todos. Y así c
encendida y vibrante parece anular las lejanías y los clarosc
luminosidad espiritual que irradian todas las caras anula las
y allana todos los relieves jerárquicos.

A nadie puede sorprender que en un ambiente tal se tienda


sistemática de todos los respetos que es el choteo. La indep
cubano le induce a suprimir la autoridad, aunque sea en el t
priva, y las personas de más importancia responden por su
cuando no por un diminutivo del mismo, o por un cariñoso
que más que cariño lo que hay es igualitarismo, familiarida
una palabra de connotaciones muy afines: "parejería",

Cuidado de que todos estemos parejos.

Ahora bien: la relación que este instinto igualitario tiene co


menos evidente que la que con él guarda nuestra cubana lig
que el choteo se producía, o por una falta de atención, o po
insuficiente de la autoridad. Donde todos somos reputados
iguales, no hay autoridad alguna. Un proverbio inglés advie
familiaridad engendra el desprecio. Y ciertamente la famili
simpática, en otros aspectos, no ha sido fecunda en respeto
ha sido en posibilidades de verdadero humorismo. La famil
propicia la burla. Pío Baroja ha observado con sutileza que
del humorismo aumentan "cuanto más dominio del estilo, d
seriedad hay en un plano de la vida". "En Nápoles, en Sevi
--agrega-- no ha habido humorismo, en cambio lo ha habid
que la vida inglesa es, de todas las vidas europeas, la más s
tradicional y la más solemne." En hondo sentido, esto es ta
señalaba nuestro Varona, cuando escribía que "el humorism
es una de las manifestaciones de la conciencia de su fuerza
tomarse a sí mismo en serio. En el pueblo pequeño, la conc
su debilidad, no se le respeta, hace que todos dentro de él s
anulando aquellos contrastes que invitan al humorismo.

Estas dos disposiciones espirituales nuestras --la ligereza y


han sido, pues, el caldo de cultivo del choteo. Pero ellas no
naturalmente más que un choteo benigno; por así decir, una
irónica y escéptica, que muy bien pudiera ser el substratum
como lo es de la gracia andaluza. Los conocedores de Anda
que también allí se advierte un ambiente y una actitud pare
olvidar --aunque tampoco quepa atribuirle al hecho la desm
que a veces se le supone-- que buen número de nuestros pro
españoles fueron andaluces. Leyendo las comedias de los Q
que la gracia cuajada en ellas tiene muchas semejanzas con
criollo. Por lo pronto, no es una gracia de sentido universal
por el ambiente en que se produce. De ahí que las comedias
difícilmente traducibles: su comicidad, espolvoreada apena
movería a risa a un escocés o a un alemán. Además, se trata
Cuba, de una cierta sans fa‡on, de un perenne desenfado, d
independiente y hedonista de la vida, reacio a toda sujeción

Pero también esa gracia bética, al igual que la nuestra, lleva


gérmenes de una fermentación que hacen de ella, a menudo
desbordante. Así como la exageración de la gracia criolla p
su forma más perniciosa, la exageración de la gracia andalu
llama "pitorreo", fenómeno regional casi idéntico al nuestro
Américo Castro me hacía, recientemente, finos y deplorado
individualismo que informa la concepción española de la v
sensualismo fatalista de procedencia africana y todo ello ca
no muy distinto del nuestro, establece esa semejanza entre

Claro está que en la formación de nuestro choteo han interv


El que más inequívocamente ha propiciado el choteo ha sid

Hay una relación de recíproca influencia entre el carácter y


un pueblo. Si la idiosincrasia nacional modela a su manera
creo que la historia misma deja su impronta en el carácter.
deba un hecho a mi juicio evidente: que el carácter naciona
fija como se supone. Los acontecimientos políticos de trasc
flujos y reflujos de la prosperidad económica, las variacion
costumbres --de- terminadas en gran medida por variacione
normas de conducta-- hacen que surjan y se destaquen del f
la idiosincrasia las formas de comportamiento más adecuad
situaciones exteriores y, por consiguiente, más diversas ent

Si en biología la función crea el órgano, en psicología la ac


obligada crea muchas veces eso que llamamos el rasgo de c
lógico que durante el período libertador el cubano fuese pro
la taciturnidad, como ahora lo es a la franqueza y a la burla
española de las actitudes obligaba entonces a un cauteloso
espectáculo de la patria afanada tras su propia dignidad y la
privaciones que acarreaba lograrla, no podían menos que o
inhibición de la alegría, ya que esta es siempre un indicio d

En cambio, advenida la República, la restauración económi


tan pingüe que se creó pronto una atmósfera de venturina. P
fueron privilegios relativamente accesibles. Vimos instalars
ejercer autoridad, al lado de hombres que se habían conquis
la manigua, otros a quienes habíamos tuteado en todos los m
tertulias. La improvisación tuvo que regir por mucho tiemp
sectores de la vida cubana; y así como se crearon, de la noc
instituciones y apoderados que se hicieran cargo, bien o ma
públicas, así en otras zonas, en las docentes, en las profesio
en la literatura, se improvisaron también órganos y agentes
escasamente idóneos. No sería difícil, creo yo, precisar la in
ejercido sobre el carácter criollo en los últimos tiempos el p
vocinglero y aldeano que generalmente hemos padecido, el
que ha sentado plaza de maestro, el profesional que se ha p
míticamente, el político con antecedentes impublicables, la
querido ser cómica y no ha pasado de chocarrera, o la farsa
criollismo, ha escondido sólo una pornografía grosera y un
plebeyez. Toda esta tropa de enganche, todas estas suplanta
por inculcación directa de falsos criterios y de gustos espur
ineptitud para la defensa de lo verdaderamente valioso, nos
superficialidad, en el escepticismo o en la chocarrería, dete
del respeto, actitud delicadísima, por lo mismo que contrarí
El ambiente social, pues, con esas mixtificaciones e improv
inevitables, ha contribuido tan poderosamente a fomentar e
antijerárquico de nuestra burla, que casi pudiera decirse qu
choteo. Más que una tendencia inmanente de nuestro carác
resultado de una determinada experiencia colectiva. Nace d
de la idiosincrasia. Yo he tenido oportunidad de comprobar
frecuentes relaciones con estudiantes cubanos en el extranj
en los Estados Unidos y en Francia se comportaban del mo
circunspecto y con sólo una jovialidad de buena ley, jóvene
quienes luego he vuelto a ver aquí en Cuba posesos ya del d
Es el espectáculo de la autoridad falseada lo que exacerba e

Así se explica que, junto a las más funestas consecuencias


cultural, el choteo haya ejercido, en ciertos casos, una func
saludable. Como dirige su burla sistemáticamente contra to

No todas las autoridades son lícitas o deseables, y por eso s


un recurso de los oprimidos --cualquiera que fuese la índol
par que uno de los grandes padecimientos del cubano, la bu
una de sus grandes defensas. Le ha servido de amortiguado
de la adversidad; de muelle para resistir las presiones políti
gravosas y de escape para todo género de impaciencias. En
sido entre nosotros un descongestionador eficacísimo. Com
consiste en rebajar la importancia de las cosas, es decir, en
nos afecten demasiado, el choteo surge en toda situación en
criollo se ve amargado por una autoridad falsa o poco flexi

Cuando esta autoridad, cualquiera que sea su jurisdicción, e


razón de imperio, el choteo no puede justificarse sino como
de un pueblo que todavía no ha tenido tiempo de madurar,
madurar naturalmente, sin ajena asistencia. Pero cuando se
menudo sucede, de una autoridad huera, o improvisada, o p
cuya forma no corresponde a su
pretende más de lo que realmente vale, entonces el choteo e
formidable, y a ello le ayuda mucho su misma falta de gran

El arma de emergencia para esos casos suele ser la trompet


repertorio hasta ahora conocido de emisiones o ademanes d
el más humillante,á acaso por ser también el más cargado d
abyectas. No hay gravedad, por imperturbable que sea, en l
siquiera de momento esa estridente rociada de menosprecio
su misma falta de violencia, en lo disminuyente que resulta
diminutivo. Cualquier otro ademán de burla o desdén-- sac
la mano, escupir al paso-- conlleva una agresión directa ant
fuerte la dignidad agredida. En cambio la trompetilla, por m
parece desarmar y hasta disolver por el momento la dignida
Es una mínima saeta que se clava siempre en el blanco --en
gravedad-- flameando una banderita de ridículo. Claro que
burda, y muchas veces demasiado frívola e irresponsable, p
sanción más que momentánea; demasiado indigna ella mism
el exceso de dignidad que llamamos prosopopeya.

Pero tampoco hay duda de que ciertas sanciones de ese gén


veces saludables. Por ejemplo: a Cuba suelen venir persona
ganosos de remozar un prestigio raído en su tierra. A la nue
tierra conquistada, henchidos de suficiencia. La burlilla del
su tiempo. Y también el nativo ha de pensarlo tres veces an
su intimidad doméstica puede el narciso tropical contempla
nadie la vulnere; mas apenas intenta pasearla y hacer de un
autoridad pública, el choteo le sale al paso y le baja los hum

En esa sanción colabora el choteo verdadero --es decir, el s


gracia criolla que le sirve de substratum. Esta ya no es siste
exigente. La falta de penetración honda, de sentido de profu
priva muchas veces al cubano de apreciar al primer golpe d
generalmente el único que cultiva) la trascendencia o las im
hecho cualquiera. De aquí que todos los valores tengan que
fuertemente, con una gran solidez y rotundidad, para que el
calibre. Pero entonces nadie los respeta más, aunque no los
servicio de ellos. Si la mediocridad es tan tolerada en Cuba
intolerancia supone una autoridad, cosa repulsiva en sí. El c
como rechaza toda superstición, todo dogma o beatería. Ser
admirable del libre examen, si no fuese demasiado impresio
el examen como actitud. Pero para llevarle a una aceptación
mediocre, es indispensable tocar en él los resortes del senti

Y aún así. Esos resortes emocionales están en él --como en


pueblos de nuestra estirpe-- sumamente tensos y dispuestos
emociona con más facilidad ni con más pueril plenitud que
políticos, que constantemente hacen uso de ese recurso ora
llaman "llegar a las fibras del pueblo", conocen bien esa hip
blando y expuesto que hay siempre en la encarnadura crioll
típicas de Cuba lo denuncian con notoria elocuencia. Se ha
decir que, "en el fondo", somos un pueblo de intensa melan
compadece esto con el choteo, que es burla y jácara consue

También aquí actúa el choteo como un descongestionador e


rebelándose contra la autoridad del sentimiento. El cubano
celoso de su independencia, que no quiere aparecer sometid
propia emoción. Muchas veces, en el teatro, en el cinemató
que algún espectador vecino se ríe o dice algo jocoso en el
patético de la representación. Solemos pensar que es un sal
lo es; otras, es un pobre diablo que tiene un nudo en la garg
viene entonces a ser como un acto de pudor, un pliegue de
echamos encima para esconder nuestra tristeza íntima, por

Cuenta Francisco Figueras, en un libro muy estimable y mu


<citado de: Cuba y su evolucí
una anécdota patriótica que él estima expre
"volterianismo" de nuestro carácter, pero sin subrayar ese e
que informa su ironía:" G. del C. uno de los estudiantes de
condenados a presidio en 1871, usaba con orgullo una esplé
que le asemejaba a un joven lord. Mientras se oían las desc
a la vida de sus condiscípulos, G. del C., que acababa de su
vestir el traje y remacharse la cadena reglamentaria del pre
calabozo donde sus compañeros esperan su turno en la fúne
homo, les dice." De fijo, todos se rieron con la frase; pero e
también se estuvieran tragando las lágrimas.

Esta ironía pudorosa es, tal vez, la única que el cubano prac
Toda ironía es, más o menos, una forma de simulación, de
consiste en decir lo contrario de lo que se siente o se piensa
tan sincero --sincero hasta cuando miente, cosa que hace si
le repugna toda forma irónica de impugnación. Prefiere el c
mofa franca, desplegada, nada aguda generalmente, como q
de dardo, sino más bien de polvillo de molida guasa, que se
la víctima. El choteo la desconcierta, no por su contundenc
ambiente ahogador de alusiones, de equívocos, que va form
ella. A veces, su procedimiento es el de la diatriba: se limit
su víctima, despojándola, una a una, de todas las prendas en
vanidad o su gravedad. Otras, como en el caso actual de cie
el choteo se empeña en presentar como un caso pintoresco
ensáñase nuestra burla con una flaqueza más o menos real,
abulta y, a la manera de la caricatura, acaba por hacer de N

Como se ve, todos estos efectos del choteo medio, del chot
rayano en la pura gracia, son por lo menos inocentes. Cuan
notoriamente pernicioso es cuando se convierte en absoluto
no es una reacción esporádica, sino un hábito, una actitud h
Este choteo por antonomasia resulta entonces una perversió
criollo, que no es sino la sal de una tierra de azúcar. No cre
esta cualidad sean absolutamente peculiares de nosotros. H
pueblos que tienen una gracia semejante a la nuestra y en q
pareja corrupción. Pero el hecho es que nuestra palabra "ch
que con ella designamos indistintamente nuestro vicio y nu

Cuando se ha hablado mal del choteo, cuando se ha visto en


manifestación de un estado moral y social alarmante, se ha
choteo sistemático, no a la gracia cubana. Y en efecto, aque
una gran parte de la morosidad con que hemos progresado
de cierto decoro social y cultural. Por su índole ciegamente
choteador ha sido estéril para toda faena en que fueran requ
disciplina, el largo y sostenido esfuerzo, la constante reflex
embargo, es que, como el perro del hortelano, si no trabajó
demás trabajar. Ha sido la rémora, el succionador de entusi
excelencia. De ellos se alimentaba. Donde quiera que perci
aspiración, un empeño de mejor vida, aplicaba en seguida l

Mencionaré un ejemplo. Recuérdese la mofa que antes se h


Universidad, de los alumnos afanosos de saber. Se les llam
les acosaba como traidores a una causa juvenil que tuviera
santo derecho a la holganza. Claro que había mucho de me
en ello; pero es que esa burla se extendía también a otros se
responsables y maduros en la estimativa, llegaba hasta a co
pública. Si en todas partes el intelectual respira más o meno
ha solido aspirar los gases asfixiantes del choteo. Y no por
primitivo a la cultura, sino porque ésta como acaba de reco
<Citado de: Palabras
Arturo Cancela. M. Gleizer, editor, Buenos Aires, 1928.>
necesariamente una servidumbre, una disciplina. Al intelec
ridiculizado más entre nosotros mientras mayor rigor ponía

Por esa misma servidumbre al ideal, se ha hecho mofa del p


en serio --en "romántico", como se decía-- la tarea de gobe
legislar para él. El choteo entronizó así la inverecundia, el "
menos", el arribismo en todas las zonas del esfuerzo. Y lleg
hondo el sentido de la autoridad, que por mucho tiempo hiz
antipática toda crítica que no fuera de su propio linaje, es d

A esta última influencia se debe, singularmente, ese confus


intelectual que todos observamos y padecemos aún en nues
todavía hacerse de autoridad en Cuba; es difícil, por lo men
Aunque el núcleo de la opinión pública es siempre más o m
sensitivo al mérito, todavía no se ha formado entre nosotros
solidaridad, esa noble disposición colectiva para la defensa
que en otro país constituye la principal garantía de toda lev
situación. También nuestra opinión pública, aún cuando má
de la autenticidad de un valor, carece de aquella consecuen
convicción y la conducta que Ramiro Guerra descubría en e
Es siempre posible que cualquier chisgarabís se crea con de
los pareceres del especialista más autorizado, y que el talen
dedicación se hallen un poco a la merced del primer bufo q

Aún pudiera abundar en la pormenorización de las influenc


cabe atribuir al choteo en el orden moral y social, si no hub
demasía vuestra generosa atención. Por otra parte, ha sido m
el considerar los efectos --sobradamente conocidos-- de ese
de explorar su naturaleza. Analizada ésta, las consecuencia
órdenes son en su mayor parte evidentes. Por modo general
que el choteo ha tendido ha infundir en nuestro pueblo el m
formas nobles de distinción --el miedo a ser "demasiado" in
demasiado espiritual, demasiado cortés y hasta demasiado s
¿Quién no recuerda, en efecto, una época en que llegó a ha
La Habana el salir a la calle --no ya con capa y chistera, ind
algo ridículo-- sino con un mero abrigo en días de rigor inv

Pero, afortunadamente, hablamos de una época ya casi ente


Así como el choteo ha sido el resultado de un ambiente, tam
un determinado período que ya toca a su fin --el período qu
llamar de improvisación en nuestra vida nacional. Las cual
carácter que constituyen los elementos psicológicos aprove
choteo, son inmanentes, y aunque no de una irremediable f
lenta mudanza. Por mucho que la sangre se diluya y se alte
siempre estará ahí nuestro clima para cuidar de que seamos
impresionables, jocundos y melancólicos a la vez, y éstos s
fundamentos de nuestra gracia nativa. Lo que hay que evita
degenere en choteo, y yo pienso que ello se va logrando po
con el advenimiento gradual de nuestra madurez, con la alt
nuestro clima social. A medida que nos hacemos más nume
más refinados, a medida que eliminamos nuestra primitiva
pueblo joven, acrecentamos nuestro sentido de la jerarquía
consiguiente, las condiciones de vida del choteo.

No estará demás, sin embargo, que pongamos de nuestra pa


necesario para activar esa evolución, saturando nuestro amb
sutiles esencias de respeto que son el antídoto de la burla d
Fundamentalmente, ésta es una empresa de educación. La a
evaluar
grado de cultura que posea un individuo --de aquella cultur
tanto en un amplio bagaje de conocimientos como en una f
del espíritu, en un hondo anhelo de compenetración con "to
naturaleza y en la historia, es esencial al mundo".

Recordaremos siempre el luminoso pasmo de Chesterton q


día con los respetuosos campesinos de Castilla, exclamó: "
analfabetos!". En Cuba nos hemos dedicado con mucho ahí
hacer hombres no-analfabetos, hombres ilustrados, pero no
cultura. Nuestra educación no sólo ha sido defectuosa en cu
corregir en determinados individuos ciertas inclinaciones p
que --como la envidia y su derivado, el resentimiento-- incu
sistemático; sino que además ha descuidado ofrecer normas
perspectivas y alicientes de perfección a nuestra juventud. E
se ha observado, en general, la falta de un verdadero espírit
sumo, ha imperado un ánimo disciplinario; pero de un mod
dogmático, sin infundirle al niño hábitos de reflexión que le
evaluar por su cuenta. En la escuela y en la Universidad, el
positivismo de una enseñanza de escasísima especificación
atenta a señalar caminos de medro que a descubrir panoram
privado también a nuestra juventud de ejercitar el sentido d
disciplinar sus curiosidades y fecundar sus alegrías con el e

Hubiera errado mucho su propósito esta conferencia si deja


que, al condenar el choteo sistemático, he querido también
menospreciar aquellas manifestaciones del jovial ingenio q
vida, o aquella alegría limpia y sana cuyo cultivo es, precis
de nuestro tiempo. La misma burla es a veces lícita y neces
--decía Gracián-- que se han de tomar de burlas, y tal vez la
de veras"; pero "el mismo nombre de sales está avisando có
y lo detestable es tan sólo "venir a parar en hombre de dar g
sazonador de dichos y aparejador de la risa".

La alegría es aún más apetecible, porque cuando es alegría


una juventud interior, una riqueza de vitalidad que multipli
entusiasmo para todas las faenas del esfuerzo. Si por algo e
tiempo sustenta una briosa reacción contra el romanticismo
mayores, es precisamente porque al romanticismo --melanc
le faltaba esa energética alegría del hurra, que estremece, c
o como una aspiración, hasta el arte más dramático de la ho

Finalmente, al invocar la necesidad de más y de mayores re


querido tampoco cortarle las alas a aquel nativo espíritu de
conquistó nuestras libertades públicas y que es la más hond
preservación. Creo, por el contrario, que en muchas zonas d
andamos faltos todavía de intrepidez y de audacia. Pero así
para que sea fecunda, para que realmente ilumine nuestras
motivos verdaderos de satisfacción --diáfanos focos interio
estima--, así también la audacia es sólo válida y decorosa c

Asistimos a un albor de madurez en que se esbozan ya, a de


nebulosidades transitorias en lo político, firmes claridades d
sentido crítico se acendra en Cuba por doquier con el adven
juventud enfrentada a una mayor experiencia colectiva. El
libertinaje mental está a la defensiva. Ha llegado la hora de
alegres, disciplinadamente audaces, conscientemente irresp

 
Sobre el tema
 

Director: Félix Julio Alfonso López Diseño: Alejandro de la Torre Chávez


Edición: Joanna Castillo Wilson Programación: David Muñoz Compte
Consejo asesor: Roberto Fernández Retamar, Eusebio Leal Spengler, Eduardo Torres-Cuevas, Jorge Ibarra Cuesta,
María del Carmen Barcia Zequeira, Raúl Izquierdo Canosa, Sergio Guerra Vilaboy, Fernando Martínez Heredia,
Rolando Rodríguez, Ana Cairo, Fernando Rojas, Rolando González Patricio y Felipe Pérez Cruz.
ISSN2075-6046 / RNPS 2223

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