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¿PARA QUÉ LA CRÍTICA?

Charles Baudelaire1

>>¿Para qué? Signo de interrogación grande y terrible, que coge a la crítica por el
cuello, desde que intenta dar su primer paso en su primer capítulo.
>>Ante todo, el artista reprocha a la crítica el no poder enseñar nada al burgués,
que no pretende ni pintar, ni rimar; ni el arte, puesto que es de sus propias entrañas
que ha surgido la misma crítica.
>>Y sin embargo, ¡cuántos artistas de esta época le deben a ella sola su pobre
fama! Puede que este sea el verdadero reproche que haya que formularle.
>>Todos hemos visto un Gavarni que representa a un pintor2 inclinado sobre su
tela; a sus espaldas hay un señor grave, seco, rígido, de corbata blanca que tiene en
la mano su último artículo. “Si el arte es noble, la crítica es santa”. “¿Y quién dice
eso?”. “¡La crítica!” Pero si el artista desempeña tan fácilmente el buen papel es,
sin duda porque el crítico es un crítico del montón.
>>En materia de recursos y procedimientos tomados de las obras mismas3 el
público y el artista nada tienen que aprender aquí. Esas cosas se aprenden en el
taller y el público no se preocupa nada más que del resultado.
>>[23] Yo creo sinceramente, que la mejor crítica es la que resulta entretenida y
poética; no esa otra fría y algebraica que, bajo pretexto de explicarlo todo, no tiene
ni odio ni amor y se despoja voluntariamente de toda especie de temperamento;
pero como un hermoso cuadro es la naturaleza reflejada por un artista, la mejor
crítica será ese mismo cuadro, reflejado por un espíritu inteligente y sensible. De
modo que la mejor crónica de un cuadro podría ser un soneto o una elegía.
>>Pero ese género de crítica está destinado a los volúmenes de poesía y a los
lectores poéticos. En cuanto a la crítica propiamente dicha, espero que los filósofos
comprenderán lo que voy a decir: para ser justa, es decir, para tener razón de
existir, la crítica debe ser parcial, apasionada, política, esto es, realizada desde un
punto de vista exclusivo, pero que sea el punto de vista que abre mayor número de
horizontes.
>>Exaltar la línea en detrimento del color, o el color a expensas de la línea, es sin
duda un punto de vista; pero no es ni muy amplio ni muy justo, y acusa una gran
ignorancia de los destinos particulares.

1
Tomado de Baudelaire y la crítica de arte, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1986, pp. 22-24
2
El grabado en metal de Gavarni, Lecciones y consejos, núm. 4
3
Bien sé que la crítica actual tiene otras pretensiones; de modo que habrá de recomendar siempre el dibujo a los
coloristas y el color a los dibujantes. ¡Es algo de una inclinación muy razonable y muy sublime! (N. del A.)
Charles Baudelaire: ¿Para qué la crítica? 2

>>Ignoramos en qué dosis ha mezclado la naturaleza en cada espíritu el gusto de la


línea y el gusto del color, y por qué misteriosos procedimientos opera ella esta
fusión, cuyo resultado es un cuadro.
>>De modo que el punto de vista más amplio será el individualismo bien
entendido: exigir del artista la ingenuidad y la sincera expresión de su
temperamento, ayudada por todos los recursos que le proporciona su oficio4. Quien
no tiene temperamento no es digno de pintar cuadros, y como estamos cansados de
los imitadores y sobre todo de los eclécticos, debe entrar como obrero al servicio de
un pintor de temperamento. Y esto es lo que demostraré en uno de mis últimos
capítulos.
>>[24] En adelante, armado de un criterio seguro, criterio tomado de la naturaleza,
el crítico tiene que cumplir su deber con pasión; pues por ser crítico no se deja de
ser hombre, y la pasión aproxima los temperamentos análogos y levanta la razón a
nuevas alturas.
>>Stendhal ha dicho alguna vez: “¡La pintura no es más que una construcción5
moral!”. Según se entienda la palabra “moral” en un sentido más o menos liberal,
se puede decir otro tanto de todas las artes. Como todas son siempre lo bello
expresado por medio del sentimiento, la pasión y el ensueño de cada uno, es decir,
la variedad dentro de la unidad, o las diversas fases de lo absoluto, la crítica a cada
instante está rozando la metafísica.
>>Y como cada siglo ha poseído la expresión de su belleza y de su moral –si se
quiere entender por romanticismo la exopresión más reciente y más moderna de la
belleza-, para el crítico razonable y apasionado el gran artista será, pues, aquel que
una a la condición que acabamos de exigir –la ingenuidad- el mayor romanticismo
posible.>>

4
A propósito del individualismo bien entendido, véase en el “Salón de 1845” el artículo sobre William Haussoullier.
Pese a todos los reproches que se me han hecho a este respecto, persisto yo en mi opinión; pero hay que comprender
el artículo.
5
Sentencia tomada de Historia de la pintura en Italia

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