Sei sulla pagina 1di 231

Viviendo con los Cullen

Relato de Giselita, tan bueno como siempre.


Bella ha quedado huerfana a los 3 años, pero por fortuna
para ella antes de que siguiera los pasos de sus padres, Alice
le salva la vida ¿Cuanto cambiara su vida ahora que viva con
los Cullen?
Genial historia donde vemos como vive Bella humana con
una familia de vampiros.
No se la pierdan.
Capitulo1

El día aun no había comenzado y ya deseaba ver el ocaso. Otro idéntico a los
tantos que vi en los últimos casi 70 años. Siempre era lo mismo, por muchas
veces que lo mirase, el sol no iba a dejar de caer por el horizonte; el crepúsculo
era inevitable.

Terminaba otro día más de mi inacabable existencia; ya no era vida, puesto que
emplear esa palabra en mí era algo vago. No vivía. No era como el resto de las
personas; no comía, no bebía, no dormía…mi corazón no latía; pero en ciertas
ocasiones lo sentía en el centro de mi pecho. Cualquiera diría que la vida
inmortal tenía todos los puntos a favor. Yo no. No odiaba ser quien era, pero a
veces la rutina era agotadora. Por suerte no estaba sola. Tenía a mi familia para
superar los momentos de tristeza y soledad.

Tenía a Jasper, mi compañero, mi amor, mi alma gemela.

Los primeros meses había sido bastante duros, él se alimentaba de humanos sin
tener remordimiento alguno, pero yo lo tenía. Odiaba tener que sacrificar a
inocentes por saciar mi sed. Fue entonces cuando los vi. Vi una vida mejor que la
que llevábamos. Vi felicidad. Los vi a ellos, los Cullen, una familia que Vivian
en una zona al sur de Forks, en el estado de Washington.

Jasper no se negó a ir en busca de ellos, sino que parecía tan entusiasmado como
yo. Menuda sorpresa nos llevamos al ver que ellos tenían un estilo de vida
bastante diferente al nuestro.

Pero era de mi agrado. La sangre de animal no saciaba la sed como la humana,


pero no dejaba lugar a la culpa, al remordimiento.

A Jasper le costó adaptarse, y todavía no lo ha hecho por completo, pero es


fuerte. Me enorgullece que sea así, aun sabiendo que lo hace por que me quiere
va en contra del monstruo que clamaba ser libre. Eso me bastaba.

Los últimos 40 años habían pasado rápidamente, mejor que si lo hubiésemos


pasado Jasper y yo por nuestra cuenta. Éramos una verdadera familia, para los
ojos del mundo y para nosotros mismos. Esme, la cual antes de ser transformada
había perdido a su pequeño bebé, era nuestra querida madre, siempre
cuidándonos y brindándonos el amor maternal que cualquiera habría recibido en
la vida anterior. Caslisle era un padre ejemplar, duro - la mayoría de las veces -
pero justo y que siempre velaba por nuestro bien. Mis hermanos, Emmett y
Rosalie, eran únicos y estaban hechos el uno para el otro, al igual que Jasper y
yo.

Y Edward. No sabría decir por que, pero a pesar de ser bastante años mayor que
yo, lo veía como a mi hermano menor. Quizás era el hecho de que estaba solo, en
una casa donde abundaban las parejas. Pero nunca le oí quejarse ni hacer nada
por revertir esa situación. O quizás era su peculiar forma de ser. Su humor
apacible, sus suaves y – muchas veces – fingidas sonrisas. Podía ver en sus ojos
que no se sentía completo, había una pieza del rompecabezas que estaba perdida,
o aun no existía. A él no parecía importarle, se auto convencía de que la vida de
vampiro era así; vacía, oscura, como el penetrante cielo de la noche. Pero según
él habían estrellas, pequeños puntos brillantes que daban algo de sentido a su
eterna existencia.

Riverside se había convertido en mi hogar. El clima era perfectamente húmedo y


espantoso como para permitirnos salir a la calle de día y mezclarnos con la gente.
Jasper aun tenía problemas para rodearse de humanos, por suerte podía salir a
salvo conmigo. Siempre velaría por su bien.

No faltaban días en que no me preguntara quién era y de dónde venia, y por qué
tenía aquel don que me había salvado tantas veces, por qué podía ver el futuro.
Mi único recuerdo, y vago, era haber despertado sola en una sala blanca, siendo
lo que soy. Me apoderé de la vida de la primer persona que me crucé, sin
importarme si era hombre o mujer, o incluso niño, ahora no recuerdo que fue,
pero me alimenté de aquella inocente vida. Todos los hicimos en un principio,
hasta que conocimos a Carlisle; él era nuestro apoyo, y por él, por miedo a
defraudarle, reprimíamos nuestros monstruosos deseos de beber sangre humana.

Escuché gritos y risas, me acerqué a la ventana. Otro día más de nieve. Abajo, en
el jardín –oculto de las miradas curiosas de cualquiera que se aventurase a pasear
por el bosque – Emmett, Jasper y Edward se divertían lanzándose bolas de nieve
a velocidades sobrehumanas. Rosalie no estaba allí, y nunca lo haría. Estaba
empeñada en mantenerse seca, en verse hermosa… ¡Como si eso le costase
demasiado trabajo! Ni aun cubierta de lodo dejaría de ser lo hermosa que era.

-¡Se ven tan adorables! Parecen niños de seis años- Pensé. Edward me
escucharía, siempre lo hacía. Él era el único de la familia, además de mí y de
Jasper que tenía ciertos poderes. Podía escuchar los pensamientos de cualquiera,
hombre o vampiro. Un don casi tan útil como el mío. Y Jasper ejercía cierta
influencia anímica sobre la gente, si estaba en medio de un turba molesta de
gente, tenia dos opciones, o lograr apaciguar los ánimos, o todo lo contrario,
acrecentar la furia, hasta un punto critico.

Edward se detuvo y me miró sonriente. Realmente lo adoraba. Entonces mis ojos


se nublaron, y me di cuenta de que ya no estaba mirando a Edward.

Una mujer corría por el bosque esquivando todo obstáculo que pudiera hacerle
caer. Cualquiera correría con los brazos extendidos en medio de la penumbra,
pero ella no. Llevaba un bulto que cargaba apretado contra su pecho. Entonces en
la lejanía escuché gritos, acrecentando las lágrimas de la mujer.

Todo terminó tan rápido como sucedió. Cuando la visión desapareció, me di


cuenta de que seguía mirando al jardín, pero allí no había nadie. Entonces
escuché la voz de Jasper a mis espaldas.

-¿Alice? ¿Qué viste?- Negué con la cabeza, aun confundida ante la visión. ¿Qué
se suponía que debía hacer? Obviamente no tenía una visión de alguien
cualquiera así por que si, a menos que nos viéramos involucrados. Algo grande
iba a ocurrir en nuestras vidas, y esa mujer tenía mucho que ver.

-Vi a una mujer…no muy lejos de aquí-

-¿Humana?- preguntó Jasper con un destello en sus ojos. Mi mirada se tornó


molesta. Sabía que no podía evitar sentirse atraído ante la inminente llegada de lo
que era nuestro alimento, pero si realmente deseaba alejarlo del monstruo, debía
ser dura con el, por mucho que me doliera verle lastimado ante mis reclamos.

-No tengo tiempo, alguien la persigue, y no creo que fuera para charlar- Dije
mientras me dirigía escaleras abajo.

-Voy contigo- Escuché a Emmett decir mientras me alcanzaba. ¿Edward no


venía? Me giré sorprendida, por lo general era el primero en acompañarme a
todos lados.

-No, me quedo aquí…con Jasper- Le escuché responder a mi pensamiento.


Emmett y yo apresuramos nuestro paso, hasta llegar donde la mujer había pasado
corriendo.

Entonces como un flash la volví a ver, pero no corría, abrió unos matorrales y
dejo allí lo que llevaba contra su pecho, y caminó en dirección opuesta; hacia el
sitio de donde había escapado.
-¡Oh no!- Murmuré mientras salí corriendo en busca de aquel lugar, y entonces
un grito desgarrador resonó en el bosque.

Emmett me tomó de la mano y me arrastró rápidamente hacia donde había


provenido aquel alarido. Quise gritar, pero la mano de Emmett me lo impidió.
Frente a nosotros se encontraba un hombre corpulento, y a sus pies la mujer de
mi visión, sin vida.

-Habéis llegado tarde- Su voz sonaba fuerte y clara, maravillosa. Entonces me di


cuenta de que no era un humano el que había acabado con la vida de la mujer, si
no un vampiro; uno de nosotros. A este jamás le había visto. -Soy James, y si
hubiera sabido que venían, les habría guardado algo. Es una pena, ya acabé con
ella y con el hombre…aunque me falta el pequeño humano…olía tan bien- Dijo
levantando su nariz, intentando captar alguna esencia. Fue entonces caí en cuenta
de que lo que la mujer había ocultado no era algo menor; era su hijo.

No había podido llegar a tiempo para salvar a la mujer, pero sí debía impedir que
encontrase al pequeño.

-Estás en nuestro territorio…- Gruñí acercándome un paso.

-Y lo lamento…de haber sabido que esta zona era de ustedes no me habría


atrevido a alimentarme de nadie- Emmett se acercó a mi lado. -Pero fue divertido
saben…darle ventaja de huir a la estúpida mujer…- Dijo sonriendo cínicamente.
Una cosa tolerable, poco, era alimentarse, otra diferente era jugar con las
personas, torturarlos de aquella forma. Haciéndoles creer que pueden tener una
mínima oportunidad de huir, cuando en realidad dan vueltas en una jaula; sin
escapatoria.

-Bien…entonces si ya te has alimentado puedes irte- Dijo Emmett acercándose a


él.

-Aun queda el niño…por favor, si hubiesen olido su aroma…era exquisito, tan


dulce…- Debía admitir que por la forma en que describía su esencia lograba
tentarme, pero hacía tiempo había renunciado a la sangre humana, y eso
significaba impedir que otros bebieran frente a mí.

-Entonces vete…déjanos al pequeño para nosotros…- Gruñó Emmett. James no


pareció contento con su idea, pero sabía que quizás no estaríamos solos, por lo
que hizo una extraña y torpe reverencia y se fue. Para nuestra suerte, en dirección
opuesta a donde salí corriendo segundos más tarde.
-¡Alice! ¿Dónde vas?- Escuché a Emmett gritar mientras corría a toda velocidad
hacia donde la mujer había escondido al pequeño. Hasta ahora habíamos tenido
suerte de que no se hubiera largado a llorar.

Me detuve al sentir un cálido y dulce aroma proveniente de algún lugar cercano a


mí.

-Tenía razón…huele bien, para ser un pequeño- Rió Emmett detrás de mí. Mis
ojos rápidamente chequearon los alrededores, entonces vi el matorral, y algo de
color rosado. Me acerqué lentamente diciéndome una y otra vez que yo era
fuerte, y que una criatura no merecía morir por mi hambre.

La pequeña tenía sus enormes ojos castaños fijos en mí. No con miedo, si no con
sorpresa. Le sonreí suavemente, cuidando de no mostrar mis letales armas.
Entonces caí en cuenta de que no era tan pequeña como creía, no estaba segura,
pero tendría unos tres años, como mínimo.

-¡Oh…es una pequeña!- Apuntó Emmett al acercarse a mi lado. -¡Hola!- la niña


se apretó contra el suelo, definitivamente asustada ante la efusividad de mi
hermano.

-¡Emmett!- Rugí por lo bajo. -¿Estás bien?- Intenté preguntarle a la niña, que
obviamente no estaba bien, quién sabe que era lo que había visto.

Ella vaciló unos instantes, y sus mejillas se tiñeron de un hermoso color rosado,
al tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas.

-¿Mami?- Susurró mirando a sus costados, mientras se sentaba sobre el cobertor


que hasta hacía instantes la ocultaba de su depredador. Por primera vez en
demasiados años sentí mi corazón apretarse en mi pecho. La desesperación de la
niña por encontrar a su madre, a la que jamás volvería a ver, me daba ganas de
llorar, aunque no podía hacerlo.

En un rápido movimiento la niña salió corriendo de nuestro lado. Emmett se


quedó detrás de mi, mientras que yo alcancé a la pequeña sin el mayor esfuerzo.

-¡Mami!- Lloraba inconsolablemente la niña. ¿Qué podía hacer ahora? Pensé


mientras me arrodillaba frente a ella.

-Mira, niña…tu madre me mandó a buscarte- Le dije con una débil sonrisa. Era
mentira, lo sabía, pero no quería que huyera y menos que gritase como loca. Lo
que menos necesitábamos ahora era que aquel tal James volviera y tuviéramos
una salvaje pelea por ella. Lo único que se me ocurría era llevarla a la casa y
ponerle encima algo abrigado, ya que estaba empapada y llena de lodo, hasta que
Carlisle pudiera averiguar si tenía más familiares.

-¿Dónde está?- Su voz era suave e inocente, no quería pensar que sería de ella
ahora que sus padres estaban muertos.

-Ella fue a un lugar, pero me pidió que te lleve a mi casa- Emmett gruño detrás
de mi, por suerte la niña no percibió aquel hostil detalle. -¿Qué te parece? Tengo
chocolate caliente y galletitas de todos los sabores- le dije con inseguridad ya que
no sabía mucho de niños, pero por lo poco que veía en las películas rogaba que
ello funcionara, y Emmett sería el que tendría que correr en busca de las
golosinas.

Para mi sorpresa la niña se acercó hacia mí y extendió sus brazos. Con cuidado, y
lentamente, acostumbrándome a su calor y aroma, la alcé.

-¿Cómo te llamas?- Le pregunté mientras comenzaba a caminar hacia la casa.

-Bella- gimió secándose las lágrimas de su pequeña cara con el puño de su


sweater.
Capitiulo2

Me sentía mal por no haber acompañado a Alice en busca de aquella mujer. Pero
era simplemente eso; una mujer, una humana. No tenía nada que ver ni con ella,
ni ella con nuestra familia, y menos conmigo. Además Jasper solía ponerse
bastante nervioso cuando Alice se alejaba de él. No podía estar sin ella; eso era
perfecto para ellos, ya que Alice adoraba cuidar de él.

Emmett se había ido con Alice, con lo cual, en la casa solo quedábamos Jasper,
Rosalie y yo. Y Rosalie no era buena para calmar los nervios de nadie; más si
Emmett se había ido con alguien que no fuera ella; incluso de Alice sentía unos
celos enfermizos.

Llevábamos poco tiempo todos juntos, poco en comparación a los años que
llegábamos a vivir, es decir, la eternidad. Esperaba que poco a poco Rosalie viera
que Alice no tiene ningún interés en su marido, ni él en ella.

¿Va a tardar? ¿Cuánto tiempo llevan fuera? Alice…que venga Alice…que


venga… Jasper comenzaba a ponerme de los nervios. Era increíble como su
apariencia denotaba fuerza cuando en realidad su vida giraba en torno a una
mujer; su mujer. Cuánto agradecía no ser igual a él.

Decidí bajar a la sala, quizás si pasaba rato con Rosalie me tranquilizaría, y dejé
a Jasper escuchando música en mi habitación.

Me sorprendí al ver a Rosalie acomodada sobre el respaldo del sofá, con su vista
fija en la puerta.

¿Qué se cree? No soy idiota… ¿Mujer? ¡Sí, claro!…siempre tiene que llamar la
atención…

Rodé mis ojos mientras me acomodaba a su lado. Desde que Alice había llegado,
Rosalie no hacía otra cosa más que estar celosa de ella. Se llevaban bien,
demasiado, eran compañeras de shopping y salidas alocadas. Pero cuando Alice
desaparecía con Emmett… ¡Se volvía loca de celos! No podía entenderla, no
entendía esa sensación. Lo había visto en miles de películas; pero en mis cortos
años de vida humana jamás había llegado a sentir tal cosa, y menos en mi vida de
vampiro.

En eso la puerta de entrada se abrió. Rosalie se paró de golpe, pero yo no lo hice.


No eran ni Emmett, ni Alice.
-Hola… ¿Qué hacen ahí?- Pregunto Esme con una dulce sonrisa al vernos
parados cerca de la puerta.

-Oh…eres tú- murmuró Rosalie volviendo a acomodarse a mi lado. Torcí una


sonrisa y le di un abrazo a la mujer que era mi madre.

-¿Estan aburridos? ¿Por qué no me ayudan con algo? Tengo un gran trabajo con
una casa de principios de siglo. ¿Queréis ayudarme?-

-¿Tienes fotos o planos?- indagué, no había nada mejor por hacer. Nunca creí
pensar esto, pero estaba deseoso por volver a la preparatoria, aunque ya la había
hecho demasiadas veces, pero por lo menos mantenía mis mañanas ocupadas, y
alguna de las tardes, cuando la ocupaba re-escribiendo una y mil veces las tareas.

-Toma…me quedaré un segundo con Rose- me dijo entregándome su bolso. Lo


tomé y me fui hacia la biblioteca, donde podría pensar con más calma, lejos de la
inminente charla de mujeres.

¡Dios! ¿Qué haré con Rose? No puede ser que aun…

La biblioteca era el único lugar desde donde no escuchaba los pensamientos de


los que estuvieran en la sala. Ya era bastante incómodo soportar las rabietas de
Rosalie, como para tener que soportar una charla femenina.

Abrí el bolso de trabajo de Esme y me dispuse a ver en que consistía la casa que
debía remodelar; después de todo, yo mismo había vivido a principios del siglo.

No habría pasado más de una hora cuando sentí un grito proveniente de la sala.
No quería ver que sucedía, probablemente Rosalie le daría una buena riña a
Emmett, y quizás a Alice. Pobre de Emmett, tener soportar a Rose cuando se
ponía de malas… pero por lo general sus peleas eran entretenidas, Emmett
siempre acababa rogando a Rosalie que le perdonara.

Abrí la puerta y me asomé al escalón superior de la escalera. No veía nada, por lo


que supuse que estarían en la cocina. No quería ser visto, así podía reír
tranquilamente. Iba a bajar, cuando escuché que Jasper venía hacia mí.

-¿Qué sucede?-

-Creo que Alice y Emmett han llegado…Rosalie estaba furiosa hace minutos-
Jasper me miró con una sonrisa en sus labios. No era el único de la casa que se
entretenía con las peleas de aquella pareja.
¡Están locos! No pueden hacer eso… ¿No han pensado en Jasper? ¿En
nosotros?

Escuché a Rosalie pensar. Sea lo que fuere que estaba sucediendo, me alegraba
que no lo hubieran dicho en voz alta, de lo contrario, Jasper estaría furioso
también.

¡Es hermosa! ¡Ohhhh…mira ese puchero! Ese era Emmett. Ahora sí estaba
perdido.

-Sostenla Esme… Awww…es tan hermosa… ¿Te imaginas si se quedara con


nosotros?- Jasper me miraba confundido al escuchar a Alice.

Ambos esperábamos escuchar una riña entre Rosalie y Emmett, o a lo sumo con
Alice…pero no una charla civilizada.

-Alice…piensa en Jasper…no puede quedarse- Abrí la puerta de la cocina,


quedándome bastante impresionado con la escena.

Esme sostenía en sus brazos a una pequeña niña, la cual sonreía animadamente
hasta que irrumpí en la habitación. Entonces fue cuando lo sentí. La ventana
estaba abierta, por lo cual la esencia de la pequeña dio de lleno en mi rostro,
golpeándome con una fuerza increíble. Todo rastro de humanidad que podía
haber en mí se desvaneció al oler su dulce aroma, y solo había una verdad; yo era
el depredador y ella mi presa.

Inmediatamente Alice salto frente a mí. Mis ojos por unos segundos se posaron
en ella, pero luego se clavaron en los enormes ojos de la pequeña. Por extraño
que me pareciera, no había terror en ellos, quizás estaba asustada, pero no lo
demasiado como para llorar o querer salir corriendo, y eso sería fatal para ella.

-Edward...- me riñó Alice, extrañada por mi conducta, o por algo que había visto.
Mis ojos nuevamente se encontraron con los de la pequeña, mi estómago se
sentía vacío, gritando ser llenado inmediatamente con aquel exquisito néctar que
corría por las venas de la humana.

Y entonces el monstruo apareció reflejado en sus ojos. No podía ceder, no podía


romper las bases que Carlisle había construido para nosotros, no podía defraudar
a mi familia. Aterrado ante ello me aparté de la puerta, no me importaba lo que
Alice había visto, no iba a suceder, no iba a ceder a mi sed por una pequeña
humana.
¿Qué sucede? En ese instante, Jasper entró a la cocina. Podía sentir su mente a
mil por hora, planeando cientos de formas de acabar con la vida de la pequeña;
me sentía avergonzado, yo también lo había echo. Había pensado en el sabor de
su dulce sangre en mi garganta, en la calidez que se vería envuelto mi interior.

Y en un segundo Jasper dio un salto hacia Esme. Reaccioné instintivamente,


como siempre lo hacía cuando Jasper trataba de atacar a un humano. Salté sobre
él, arrojándolo al suelo, y Emmett se arrojó a mi lado, para ayudarme ya que yo
solo no podría contra él.

-¡Esme…sácala de aquí! ¡Les dije que esto sería un gran problema!- Escuché a
Rosalie gritar.

Oh…dios, Jasper…Carlisle ¿Dónde estás que no llegas? Esme volvió a la sala


con la niña, afligida; por Jasper y por la niña. No por mí, lo sabía, después de
Carlisle, se suponía que yo era el que más control tenía; pero el olor de la sangre
de esta pequeña había logrado volverme loco.

-Jazz, por favor, Jasper…es una niña, una pequeña. Sabes que si la atacas solo te
durará unos segundos y después te arrepentirás, por favor…Jasper- Murmuraba
Alice arrodillada frente a él, mientras Emmett y yo le sosteníamos. Poco a poco
Jasper fue relajándose, lo peor había pasado.

-Lo siento- murmuró apenado, mientras se abrazaba a Alice.

Sabía que esto sería un gran problema… Rosalie seguía murmurando en su


mente…Están locos si piensan dejarla aquí con nosotros…

-¿Qué?- me giré hacia Rose.

-Alice y Esme le han empezado a tomar cariño a la niña- gruñó mientras


vanidosamente acomodaba sus cabellos.

-Y yo también- Dijo Emmett alejándose de Jasper. Rosalie le lanzó una mirada


furiosa. -Oh, vamos Rose… ¿Acaso no fue lindo cuando hizo ese puchero?-
Jamás habría pensado ver a Emmett hablando de forma tan sentimental. Rosalie
bufó, mientras que Emmett se acercaba a su lado.

Recorrí la cocina con mis ojos. Jasper y Alice tenían su plática romántica por un
lado, y ahora Rosalie y Emmett; definitivamente sobraba, pero temía ir a la sala y
toparme con aquel demonio que había llegado para poner mi fuerza de voluntad a
prueba. No quería herirla, no quería…realmente no.
Alice tenía razón con lo que le dijo a Jasper, sentí que iba dirigido a mí también.
Era una pequeña… ¿Cuánto me demoraría beber su sangre? ¿Cuánto duraría el
placentero sabor de la misma bañar mi garganta? Nada…segundos, y me
arrepentiría eternamente por ello. Me sentía débil y culpable. En ochenta años no
me había sentido así de desesperado por la sangre de nadie. ¿Quién era esta
pequeña que venía ahora a tentarme?

-¿Qué? ¿Esme?- Escuché a mi padre. Había llegado. Créase o no, me sentía un


poco, solo un poco más seguro sabiendo que él estaba en la casa.
Silenciosamente salí de la cocina.

Llegué a la sala, donde Esme le estaba contando la historia de cómo la pequeña


había llegado a la casa por lo que también la escuché yo. Jamás había oído el
nombre del vampiro que se había cobrado la vida de los padres de la niña. Por
suerte lo hacían a una velocidad indescriptible para la niña, pero yo les entendía a
la perfección.

-Dime, Bella ¿Te duele algo?- Preguntaba mi padre mientras la revisaba. La


pequeña estaba de espaldas a mí, por lo que no notaba mi presencia. Bella…era
un hermoso nombre, y poco común; suponía que su nombre en realidad era
Isabella.

Intente leer que era lo que estaría pensando en estos momentos, pero nada, su
mente estaba en blanco. Eso era extraño…demasiado.

La pequeña sacudió su cabeza, haciendo que su corta cabellera castaña se


sacudiera de un lado al otro, desprendiendo su esencia con cada movimiento.

Tuve que dejar de respirar.

--

-Yo digo que debe irse inmediatamente- Rugió Rose.

-¿Si? ¿A dónde? Sus padres no están…- Alice por dentro reprimía sus ganas de
lanzarse sobre ella.

-¿Y a mí qué? Déjala donde la encontraste…quizás ese tal James vuelve y se


deshace de ella- Dijo Rosalie con un tono casual, como si de ropa estuviera
hablando. Yo también comenzaba a sentirme molesto ante su actitud.
-Rosalie…eso no es lo que te he enseñado- Intervino Carlisle, quien desde la
discusión no había hecho otra cosa más que escuchar y pensar profundamente
sobre lo que era correcto hacer.

-Oh vamos…dejen que se quede- Pidió Emmett quien estaba sentado en el suelo,
mirando como la pequeña Bella hacía mamarrachos sobre una hoja con varias
biromes que Alice le había dado. -¿Qué mal hace?- Nuevamente miré a la
pequeña, tan animada mientras dibujaba, intenten ver que era lo que ella creía
que las líneas y mamarrachos significaban…pero nuevamente parecía haber una
pared blindada entre ella y yo.

-¿Qué mal hace? ¡Es nuestro alimento!...si Jasper no le ha atacado hasta ahora es
por suerte-

-¡Y no lo va a hacer!...lo sé…- Y si Alice lo decía era por que así sería. Aunque
realmente deseaba que no se quedara, no podía dejar de pensar en que sería de la
vida de la pequeña en un orfanato. Entre todas las opciones, ir a un hogar para
huérfanos era mejor que crecer en una casa llena de vampiros. -Y Edward
tampoco- Añadió para mi sorpresa, ya que en ningún momento le escuché pensar
aquello. Las miradas se dirigieron sorprendidas hacia mí.

-¿Edward, Alice? ¿Qué tiene él que ver, olvidas que después de mi él es…

-Lo siento Edward…era mejor que lo supieran- Murmuró Alice apenada al ver
mi expresión de temor. Temía la forma en la que ahora sería mirado por mi
familia, temía haber defraudado a Carlisle y a Esme.

-¿Edward, quieres explicarme?- Me pidió Carlisle.

-No lo sé…es extraño…no puedo escuchar lo que piensa…es como si su cabeza


estuviera vacía…- Carlisle me miró extrañado. Eso es algo extraño. Pensó
mirando a la pequeña, pero proseguí…si él no podía ayudarme a calmar a la
bestia que luchaba por ser libre, nadie podría. -Y es extraño…pero su aroma es
demasiado…fuerte- Carlisle pareció pensativo, sus ideas andaban a gran
velocidad por lo que me era incómodo tratar de seguirle el ritmo.

-¿Qué sentiste?- Le miré sorprendido…no quería seguir hondeando el tema.

-Quería matarla- Respondí luego de buscar las palabras correctas…pero no había


otra forma de expresarlo… -No lo sé…es como si fuera a volverme loco…tuve
que hacer un gran esfuerzo por no saltar sobre ella- Esme, sorprendida – y
obviamente aterrorizada – cubrió su boca con sus manos. Yo también habría
reaccionado así, nunca, nunca antes me había comportado de esa forma.

Ya veo. Pensó Carlisle. ¿Te ha pasado alguna otra vez? Negué con la cabeza
tristemente. Sabía que mi padre podía ver cuanto me afligía sentirme así;
superado por el deseo de la sangre. -Verás Edward, cuando pasé gran parte de
mis años junto a los Vulturis, ellos solían hablar de algo así como La tua
cantante, o, tu cantante, si lo prefieres. Ellos lo utilizan para referirse a aquellos
humanos cuya sangre es especialmente fuerte para algún vampiro…algo así
como que la sangre canta para un vampiro en particular- Rió mientras perdía su
vista, recordando los años que había vivido junto a lo que, podría decirse, era la
familia líder de los vampiros. La nobleza, la monarquía absoluta…la ley
suprema.

-Oh vamos… ¿quieres decir que la pequeña es su cantante?- Ironizó Rosalie.


Pasé mis ojos por cada uno de mis familiares. Y me detuve en Esme. No hablaba,
simplemente se limitaba a mirar a la pequeña con nostalgia. Así pasasen miles de
años, jamás olvidaría al hijo que había perdido cuando era humana. Su mente era
cientos de imágenes de ella y la pequeña jugando, riendo, y creciendo. El solo
hecho de imaginar que un humano se criase entre medio de vampiros era algo
irracional.

-Si es así…me iré- Dije en una especie de trance. Esme me miró con sus enormes
ojos, rogándome que no hiciera algo así.

-Edward-- Me rogó mi madre. Mi querida madre.

-No…no quiero matarla…haría lo que fuera por evitar eso…por evitar que una
gota de sangre salga de su cuerpo- Rosalie resopló por lo bajo, y le lancé una
fugaz mirada -…pero necesito controlarme primero…saber que soy lo
suficientemente fuerte como creo, y luego volveré…- Alice se acercó a mi lado y
me abrazó.

-Será así…y te tomará menos tiempo del que crees- Me sonrió. -Entonces
listo…Bella se queda- Dijo mientras saltaba aplaudiendo, y se acomodaba en el
sofá.

-Hay algo que pasan por alto…si los Vulturis se enteran de esto…no dudarán ni
un instante en encargarse de ella, sin importar cuan tierna se ve haciendo
pucheros o sonrojándose- Exclamó Rosalie, aunque su cabeza no dejaba de poner
adelante su preocupación por su propia seguridad…típico.
-Entonces debemos ser cuidadosos- Bramó Emmett.

-¡Ah!- Exclamó Alice pegando un salto en su lugar del sofá -Los Vulturis no lo
sabrán…- Carlisle la miró pensativo, barajando las precauciones extras que
debían ser tomadas si la pequeña Bella se quedaba con nosotros.

-Haremos esto…se quedará hasta que averigüemos dónde está el resto de su


familia…y la dejaremos con ellos- Alice pegó un salto y se lanzó hacia Carlisle a
abrazarle, mientras que Esme miró a la niña con una enorme sonrisa en su rostro.

Jamás le había visto sonreír de esa forma.


Capitulo3

¿Otra vez? ¿Cuántas veces la has visto? ¡Al menos tres en el día de hoy!-
Escuché a Emmett reír en la sala. Bajé rápidamente las escaleras, me encantaba
cuando Emmett pasaba tiempo con Bella. Era adorable conocer ese lado de él. A
primera vista parecía rudo y de mal genio –claro, debido a su contextura física y
a su prominente ceño- pero en momentos como estos parecía un cachorrito.

-¡Forffaaa! Emm…solo una vez más…prometo no volverla a ver- Bella se


encontraba saltando en el sofá, mientras le rogaba a Emmett que volviera a
ponerle ―La Bella y la Bestia‖. Esme se la había regalado hacía dos meses, y
desde ese momento era prácticamente lo único que veía. Ambos notaron mi
presencia, y Bella me dio una enorme sonrisa. -Alice dile… ¡solo una vez más!-
Emmett me miró, obviamente quería saber si realmente sería la última vez que
vería esa película.

-Última vez del día…nunca va a cansarse de ella…- Emmett suspiró resignado y


volvió a poner la cinta en la videograbadora.

-¡¡Yeeppiii!! Rió la pequeña mientras se sentaba sobre el regazo de Emmett. Sin


duda era su preferido, además de mí. Con Esme la relación era algo maternal, si
bien la pequeña había entendido que era una especie de tía, era a ella a la cual
acudía siempre, y en algunas ocasiones a Carlisle. Emmett y yo éramos sus
compañeros de juegos y películas. Pasábamos gran parte de la tarde mirando TV,
jugando o saltando como locos por toda la casa. Nunca había imaginado un
futuro así para nosotros.

El resto de la casa se mantenía parcial. Jasper se acercaba cuanto su fuerza de


voluntad se lo permitía, pero de a poco iba mejorando, ya no pensaba a cada rato
en beber su sangre. Rosalie aun mantenía su postura hostil, y por lo que veía, las
cosas iban a seguir así por el momento.

A Edward le tocó la peor parte, pero poco a poco avanzaba. Su problema era uno,
pero no por ello de menor importancia. Bella tenía un poder increíble sobre él,
mejor dicho sobre el monstruo que habitaba en él. Su sangre era fuerte y dulce
para todos, una verdadera tentación; pero para él era algo
potenciado…demasiado peligroso como para mantenerse cerca de ella.
Tal como Carlisle le había dicho, Bella era su cantante; su sangre cantaba con
una fuerza descomunal, únicamente para él. Obviamente ni Carlisle ni Esme le
permitieron partir para siempre, Edward pasó unos meses con otro aquelarre de
vampiros, amigos nuestros, en Denali.

Cuando volvió se sentía capaz de poder soportar estar cerca de ella, pero había
puesto una especie de alambrado alrededor de la niña, aun no era capaz de tocarla
o jugar con ella. Y como si fuera poco, o treta del destino, Bella adoraba estar
cerca de él. Cuando Edward entraba a donde la pequeña se encontraba, ella le
miraba con sus enormes ojos café, y se ruborizaba. ¡Era hermosa! Siempre
intentaba acercarse a él, pero ante las constantes negativas de Edward, Bella
terminó por desistir…pero no faltaba oportunidad de invitarle a unirse a nuestros
juegos. Algo me decía que el tiempo se encargaría de revertir esa situación…

-Emmett- Nos dimos la vuelta. Rosalie estaba recostada contra la pared, con sus
brazos cruzados sobre su pecho. -¿Crees que en algún momento podrías crecer y
pasar tiempo conmigo?- Suspiré y volví mis ojos a la TV, no sin antes ver la
sonrisa que Bella le daba a Rosalie. La cual respondió con una fría mirada- Había
momentos en los cuales quería ahorcarle, era tan cruel la forma en que trataba a
la pequeña, ella solo quería ser su amiga…jugar con ella, tanto como lo hacía
conmigo. Pero Rosalie odiaba no ser el centro de atención; y el último año Bella
había acaparado todos los ojos de la casa. Le gustase o no, hasta los de ella
misma, sin importar que fueran miradas de odio.

-Ven Rose…vamos a ver una película nueva- Le invitó Emmett. Rosalie le


gruñó, y no tuvo más remedio que ir con ella, antes de que empezasen otra pelea.
Bella se dio la vuelta, sobre el respaldo del sofá y le despidió con la mano
mientras desaparecían de la sala. Entonces me di cuenta de que no se había
movido para volver la vista a la TV.

-¿Bella? ¿Qué tienes?- La pequeña sacudió su cabecita, evitando mirarme. -¿No


quieres ver la película? Mira que ahí es cuando Bella tira al malvado de Gastón al
lodo…te encanta esa parte.- Entonces le escuché emitir un triste gemido.

-Rosalie no me quiere- Lloriqueó acurrucándose en mi regazo. Me tomé unos


segundos poder acostumbrarme a ella, aun me costaba trabajo estar cerca de un
humano, tan pequeño y tan frágil. Suavemente comencé a acariciar su suave
cabellera, tratando de calmarla.

-Oh, Bella…no es eso…es solo que Rosalie también quiere jugar con Emmett-

-¡Pero yo también quiero jugar con ella!-


-Lo sé…pero a Rosalie no le gusta jugar con nadie más que con Emmett…yo
también me sentía como tú…pero ahora estamos juntas… ¿Acaso no te diviertes
conmigo?- La pequeña asintió mientras se secaba las lágrimas con el puño de su
camisa rosa. -Mañana empiezas el jardín… ¿Estás nerviosa?-

-¿Y si no le gusto a los niños?- Le sonreí. Bella siempre tenía ese complejo de
temer no ser aceptada, quería pensar que no se debía a Rosalie…

-Hola- Susurró Jasper debajo del umbral de la puerta. Le sonreí, apreciaba tanto
que fuera comprensivo conmigo, que no me reclamase por el tiempo que pasaba
junto a Bella. Sé que él deseaba estar conmigo todo el tiempo, pero solo lo hacía
cuando su autocontrol era muy fuerte, o cuando acababa de alimentarse. Bella se
dio la vuelta y le dedicó una enorme sonrisa. -¿Otra vez tu película?- Siempre
bromeaba con lo mismo, con la similitud de los nombres entre la pequeña y la
protagonista; obviamente esa era la razón por la cual Bella adoraba ―la Bella y la
Bestia‖

-Sí… ¿Quieres verla?- Le dijo suavemente apartadote de mí y sentándose en el


sillón de un cuerpo que había a un lado. Me di cuenta de que Jasper vaciló antes
de sentarse a mi lado, siempre cuidando sus pasos y evitando respirar cuando
sentía su aroma.

La película no había llegado ni al final, cuando vi que Bella se había quedado


dormida.

-¿No han sabido nada del resto de su familia?- Me preguntó Jazz. Negué con mi
cabeza.

-Tiene unos tíos que viven en Florida, pero ni han hecho la denuncia de la
desaparición de Bella, ni les hemos visto cuando velaron a sus padres, solo vimos
a varias personas que pasaron de largo. El único que se quedo más tiempo al lado
del cuerpo de la madre de Bella fue un hombre con una chaqueta de policía,
seguramente fue el que los encontró. Carlisle cree que no es conveniente dejarla
con aquella familia de Florida…quizás no tenían relación con sus padres… ¡Hay
Jazz! no quiero pensar en la posibilidad de dejarla en un orfanato…- La verdad
era que no quería pensar en ninguna posibilidad que me separase de ella. Me
había acostumbrado tanto a su voz, su aroma, sus pequeños pasos. Ya hasta había
comprado cientos de libros de cocina, había armado su habitación con todas las
novedades para niños… ¡No podía irse! -Sería maravilloso poder festejar las
navidades con ella…el día de gracias…sus cumpleaños…- Murmuré
soñadoramente.
-¿Día de gracias? Alice…eso ya no es para nosotros.-

-Lo sé…pero se supone que son celebraciones humanas…y ya que estamos con
uno de ellos…sería divertido festejarlas…-

-Si es por mí, Alice…puede quedarse, con tal de que avises con tiempo si va a
lastimarse- Negó con su cabeza recordando una ocasión en que Bella se había
cortado la rodilla al caer por las escaleras. Por suerte Jasper y Edward estaban de
caza y Carlisle pudo sanarla antes de que volvieran. A veces parecía increíble lo
torpe que era…con suerte lograba dar veinte pasos sin tropezarse; era demasiado
graciosa.

Pero era compensado con su inteligencia, era una niña bastante despierta. No
dejo de sorprenderme de la ocasión en que su atención se posó en el hecho de que
ninguno de nosotros comíamos comida como ella, y no aceptó la excusa de que
era por que comíamos cuando ella dormía, o que quizás no notaba cuando
nosotros comíamos – La mayoría de las veces solíamos sentarnos a su lado y
servirnos alguna porción de comida, solo que en vez de comerla, la ocultábamos
rápidamente – Pero ella sabía que algo pasaba. En esa ocasión se limitó a decir
que sabía que era cosa de grandes y más adelante le contaríamos.

Y no quería pensar en ese momento; Bella saldría corriendo dando gritos lejos de
nosotros. Nos vería por primera vez como lo que somos; unos monstruos.

-¡No…esto va acá!- Bella iba de un lado a otro de su habitación juntando sus


cosas. Aun no sabíamos si ella viviría con nosotros por siempre, pero Esme se
había vuelto loca comprándole cosas para su habitación. Era la única de la casa
que tenía una cama.

Era bastante grande para ella, pero con el tiempo le quedaría bien. No sabíamos
mucho de las comodidades de las camas de hoy en día, pero suponíamos que una
de dos plazas estaría bien para ella. Ahora era una colchoneta donde saltaba sin
parar, pero más adelante sería bastante cómoda para dormir.

-Bien…Bella es hora de dormir- Le dije mientras le veía dar vueltas por la


habitación con su pijamita celeste. Adoraba ese pijama.

-No…Alice…juguemos un rato más- Se quejó tomando un oso de peluche del


sillón que había en la habitación.

-Bella…es tarde…mañana tienes que levantarte temprano- La pequeña se dejó


caer al suelo, rodé mis ojos; esta era una de las pocas ocasiones en que Bella
arrancaba con las rabietas. En solo recordaba verla de esa forma dos veces. Era
adorable. Comportarse de esa forma solo conseguía incitarme a seguir
enojándola, así la pataleta le duraba más tiempo, pero sabía que mañana estaría
exhausta como para asistir al jardín de infantes.

Entonces escuché la puerta abrirse. Bella, desde su lugar en el suelo, sentada con
los brazos sobre su pecho y sus cachetes inflados a causa del puchero, alzó sus
enormes ojos y sus mejillas se tiñeron de un brillante rosa.

-Edward- Murmuré. Bella se había convertido en una especie de alarma. Si


Edward aparecía, pum, automáticamente se ruborizaba. Entonces tuve que
pestañear para ver con más claridad. Edward estaba recostado en una esquina de
la cama tarareándole una canción a Bella. Cuando terminó, se acomodo en su
lugar y volvió a comenzar. Me giré bruscamente hacia Edward, topándome con
su curiosa mirada. Inmediatamente dejé de pensar en mi visión. Pero sabía que él
la había visto, quizás al mismo tiempo que yo.

-Supongo que eso significa que su aroma no te seguirá volviendo loco- Le dije
mientras alzaba a Bella. Entonces me di cuenta de que ella se había tranquilizado.
Me sonreí mientras volteaba hacia Edward con la pequeña en brazos. Comencé a
tararear y a pensar el himno nacional, y sin darle tiempo a Edward de reaccionar
alcé a Bella cerca de él y la solté.

-¡Alice!- Exclamó, pero extendió sus brazos a tiempo, evitando que Bella cayera
al suelo. Comencé a saltar emocionada. Si él más mínimo contacto con ella no
había conseguido volverlo instantáneamente loco, era por que todo iría mejor.
Edward me miraba aterrorizado, sosteniendo a la pequeña lo mas lejos posible de
él, pero segura en sus brazos.

Bella le miraba perpleja, sus mejillas se habían ruborizado hasta lo imposible, y


podía sentir el tamborileo de su pequeño corazón.

-Alice…sería una genial idea que la tomaras…- Me dijo en una especie de


gruñido.

-Edward…es la mejor forma de probar que eres fuerte en realidad… ¿Por qué no
la acuestas?- Me miró con sus enormes ojos negros, y pude notar un dejo de
tristeza en ellos. Rápidamente dejó a Bella sobre sus pies, en el suelo, y
desapareció de la habitación.

-Genial- Mascullé por lo bajo. Estábamos tan cerca de mi visión…pero creo que
me había equivocado…las cosas no sucederían forzadamente, ni
pronto…Edward debía tomarse su tiempo. Aunque hoy había dado un gran paso.
-Ven Bella, vamos a dormir ahora-

Luego de dejar a Bella segura y durmiendo como un angelito, lo cual gracias al


cielo no me costó trabajo, fui en busca de Edward. Recorrí gran parte de la casa
en busca de él. Hasta que caí en cuenta de donde podía encontrarse; en su amado
vehículo.

Fui hacia el garaje, efectivamente Edward estaba allí, sentado detrás del volante
de su nuevo y reluciente Volvo. En todos los años que le conocía siempre había
conducido el mismo color de auto; plateado. Abrí la puerta y me senté en el
asiento de atrás.

-Edward--

-No tienes derecho Alice. No tienes la menor idea de las formas de matarla que
se cruzaron por mi cabeza- Iba a replicar, a decirle que por mucho que las
hubiese pensado no las iba a hacer, pero alzó su mano para callarme. -No tienes
la menor idea de lo que causa en mí tenerla tan cerca, poder percibir el calor de
su cuerpo, su dulce aroma rodeándome, invitándome a beberlo. Alice…cuando
pensaba que el deseo de su sangre comenzaba a ser menos poderoso sobre mí, tu
prácticamente me la arrojas encima, como se le arroja un pedazo de carne a una
fiera hambrienta y--

-¡Basta!- Le grité. Eran espantosas las cosas que estaba diciendo, el modo en que
se veía; como el monstruo que no era.

-Lo soy Alice…lo soy- Respondió a mis pensamientos.

-No lo eres Edward…tan solo tuviste la mala suerte de que Bella sea tu cantante-
Dije tratando de quitarle importancia al asunto. Edward apretó más sus manos en
torno al volante.

-Justamente ese es el problema…un humano cualquiera no generaría esto en mí,


no haría que mis instintos se dispararan de forma tan salvaje y feroz, viéndola
como a una fuente de alimento, del más delicioso que jamás pueda llegar a
probar. Y no quiero ceder ante ellos- Susurró apoyando su frente contra sus
manos, y le escuché sollozar, aunque sabía que no derramaría ni una sola
lágrima. -Alice, siento que no voy a poder…es demasiado fuerte…y con el paso
de los años sé que su aroma se intensificara…temo perder el control…temo
lastimarla. Temo apartarme de ella y no ver más la luz de sus ojos, el brillo de su
sonrisa, el rubor en sus mejillas- Me acerqué a él y le rodeé con mis brazos.
-Va a estar todo bien Edward…confía en mí…no voy a dejar que la lastimes…No
quieres hacerlo y sé que no lo harás…te lo prometo.-
Capitulo4

La semana se había terminado de la forma más lenta posible. No había día en que
no tuviera una enorme batalla entre el monstruo y yo. Bella comenzaba a soltarse
más con nosotros, yo incluido, y eso era insoportable. Anteriormente Alice solía
seguirle a todas partes de la casa. Ahora, exhausta de las corridas de la pequeña,
le dejaba ir libremente por todas partes.

Ese día lo había dedicado por completo a mí mismo. Me había acomodado en el


banquillo que solía estar frente a mi piano, y toqué. Cerré mis ojos, tratando de
olvidarme de todo y de opacar los pensamientos de mi familia. Me concentré en
trasportarme a otro lugar, lejos de allí. Lejos de quien yo era en realidad.

La música sonaba suave, con un dejo de tristeza, de frustración y de dolor. Sabía


bien que significaba esa melodía para mí. Nunca antes la había tocado, ni
escuchado. Las notas salían de mis dedos, guiadas por mi seco corazón. Era
triste. Yo me sentía así la mayor parte del tiempo. Era el único en la casa que no
tenía compañero. Nadie con quien pasar la mayor parte del tiempo.

Cuando Carlisle salvó a Rosalie, aguardaba la esperanza de que ella se


convirtiera para mí lo mismo que Esme significó para él. Pero no era lo que yo
quería. Rosalie y yo éramos demasiado diferentes. A ella no le importaba nada ni
nadie –y mucho no ha cambiado – Las pocas cosas importantes en la vida de
Rosalie Hale son ella y todas sus pertenencias materiales. Ahora creía que quizás
Emmett también le importase, aunque fuera un poco, pero quizás es por que lo
consideraba una de sus pertenencias.

Me sentía frustrado por que toda la situación de la aparición de Bella me


rebasaba. Me superaba como nunca antes lo había hecho otro problema. Esta vez
me sentía atrapado. No tenía forma de huir. El monstruo que cohabitaba dentro
de mí vivía atento a la más mínima oportunidad de acercarse a su sangre.
Cualquier herida, hasta la picadura de un mosquito, sería suficiente para hacerme
perder el control, arrastrándome a hacer lo que no quería hacer.

Y ahí aparecía el miedo. El terror de lo que sabía que podía llegar a causar.
Atacar a una criatura indefensa, a una niña que apenas comienza su paso por el
mundo. A una criatura creada por dios. Perfecta en todos los sentidos. Su
irresistible aroma venía acompañado de un tentador ingrediente, la inocencia.
Bella era inocente, frágil y hermosa. Esas eran unas de sus tantas virtudes, pero
también eran esas mismas las cosas que la condenaban. Que me condenaban.
Era imposible estar en la misma habitación que ella y no sentirme embriagado
con su aroma. La garganta comenzaba a secárseme, hasta un punto insoportable.
Sentía mi estomago rugir pidiendo ser llenado con su sangre – a pesar de que
nunca llenaba mi estómago con la misma, supongo que eso era una especie de
reflejo de mi humanidad, como el acto innecesario de respirar – y huía de la
habitación donde ella se encontraba en cuanto sentía la ponzoña en mi boca.
Haría hasta lo imposible por evitar lastimarla.

Seguí tocando, suave y tranquilamente aquella melodía. El volumen de la música


era tan alto que había conseguido convertir los pensamientos de aquellos que
estaban cerca de mí, en simples susurros.

Pero uno lo escuché claramente; ¡Bella!

Mis ojos se abrieron de golpe, en dirección al grito desesperado de Alice.


Entonces toda la escena se reprodujo como en cámara lenta; Bella corría
sonriente por la sala y giró su cabeza para ver a Alice persiguiéndola, pero para
cuando volvió a mirar al frente no pudo evitar tropezar contra una mesa, donde
había un jarrón de cristal. El jarrón cayó, haciéndose añicos, y Bella aterrizó
sobre las filosas astillas de vidrio.

No necesité verla, para saber que se había cortado y que la sangre comenzaba a
salir rápidamente. Mis manos se cerraron fuertemente en torno al borde del
piano. Alice llamó a los gritos a Esme y a Carlisle – no necesitaba gritar, con un
simple susurro alcanzaba, pero estaba presa del pánico – No podía moverme. No
podía correr a ayudarle.

Mi cabeza daba vueltas entre las imágenes, el brillante color de la sangre de Bella
bañando sus brazos y el suelo, y su dolorido llanto. Podía sentir la presión en mi
cabeza, a causa de la fuerza que hacía por contenerme. Alejé mis ojos de ellos,
teniendo como última visión la mirada asustada de Alice. Enseguida escuché que
el resto de mi familia había llegado. Afortunadamente Emmett se había llevado a
Jasper y a Rosalie de caza y no volverían hasta la noche. O quizás él no era por el
cual debíamos preocuparnos.

Entonces comencé a sentirme extrañamente mareado. Un perfume dulzón y floral


se colaba por mis fosas nasales, acariciando mi garganta; aumentando mi deseo
de poseerla. La ponzoña se acumulaba en mi boca, preparándola para ser llenada
con la sangre de Bella.
Lentamente me volví hacia ella. Aun seguía llorando. Carlisle le indicaba a Alice
que trajera su maletín, mientras que Esme subía las escaleras en busca de toallas
limpias.

Carlisle estaba solo. Alice y Esme tardarían en llegar. En el tiempo que ellas
dedicaban en acercarse al lugar del accidente, yo podría haberme bebido su
sangre. Un gruñido salió violentamente de mi garganta cuando me lancé sobre
Bella. Pero algo evito que diera con ella, y salí disparado, golpeándome contra la
pared.

Cuando logré incorporarme Alice y Esme estaban sosteniendo a Bella, quien


ahora lloraba aterrorizada. Carlisle sostenía una mano sobre mi pecho, atento a
cualquier movimiento que hiciera. Movía sus labios, Alice y Esme también, pero
no les escuchaba. No quería escucharles. Internamente estaba aturdido y
violentos resoplidos salían de mi pecho.

Traté de avanzar un paso hacia la pequeña, hacia su sangre, pero Carlisle me


detuvo.

-Edward- Me advirtió con un gruñido. Le miré.

Carlisle me miraba furioso y a la vez entristecido. Bien sabía que su furia no era
hacia mí, si no hacia lo que iba a hacer – cosa que, como él pensaba, no era mi
culpa, eran mis instintos – y entristecido por la obvia razón. Había pasado
demasiados años cuidándome de no beber sangre humana, y ahora una pequeña
llegaba para tentarme a probar el fruto prohibido.

-Tengo que llevar a Bella al Hospital, trata de calmarte, ve de caza. Alice irá
contigo.- Esme pasó hecha una bala hacia el garaje, con Bella en brazos – aun
herida-. Aun podía oler la sangre que lentamente salía de sus venas – Carlisle le
siguió.

Me encontré solo en la sala. Resbalé por la pared, cayendo al suelo, donde


escondí mi rostro tras mis manos. Avergonzado de lo que había estado apunto de
hacer. Por entre mis dedos podía ver el desastre de la sala. El jarrón hecho añicos,
las astillas del cristal bañadas en sangre, así como también el lugar donde Bella
estuvo llorando. La sangre brillaba menos que antes, pero no por eso resultaba
menos tentadora. Pero no podía rebajarme a lamer las manchas del suelo, y
menos si la sangre era de Bella.

-Edward,- Murmuró Alice arrodillándose frente a mí. No le respondí, ni la miré.


No tenía cara. Había sido débil. Había dejado manipularme por el monstruo.
Jamás iba a perdonármelo. -Ven, vamos de caza.- Susurró tomando mi mano.
Simplemente me dejé conducir.

Mi cuerpo caminaba y corría como de costumbre. Pero mi mente viajaba por


millones de lugares. Desde la aterrorizada expresión de Bella, hasta el dolor
presente en los ojos de Carlisle, Esme y Alice. Hacía años había sido capaz de
matar gente – generalmente asesinos, y demás, gente que se lo merecía – pero
nunca a un niño. Y ahora llegaba Bella para poner mi mundo de cabeza, para
hacer flaquear las bases que Carlisle había construido para nosotros.

-No es bueno que calles las cosas, Edward.- Susurró Alice luego de que hubiera
acabado con un rebaño mediano de alces. Era lo único que abundaba en esta
zona. Y la situación me urgía cazar rápidamente. Me senté a su lado, mirando las
luces del crepúsculo entre los árboles.

Tenía que tomar una decisión. Tenía que alejarme de Bella. Claro estaba que ella
no se iría. Con lo cual, debía irme yo. Nuevamente me mudaría. Pero esta vez no
me sentía digno de estar acompañado; ni por mi familia ni por la familia de
Tanya. Debía irme solo para ayudar a fortalecerme. Para darme cuenta de lo que
pierdo si no soy fuerte. Darme cuenta de que o me contengo, aprendo a controlar
a la bestia que Bella despertaba, o tendría que aprender a vivir solo mientras ella
estuviera con vida.

-Creí que era fuerte,- Mis labios murmuraron. Alice me dio un suave codazo,
animándome a seguir hablando. -Jasper parece llevarlo muy bien,- Sonreí ante la
ironía. Jasper era el que menos se controlaba. Era el más débil. Cada humano que
pasaba por su lado, parecía ir hacia él servido en bandeja – o eso era lo que él
creía – Entonces ¿Por qué yo? ¿Por qué Bella tenía que ser mi cantante?

-Edward…es diferente, Carlisle ya nos lo dijo,- Nada de esto fue tu culpa,


Edward. Lamento no haber podido ver las cosas con anticipación, para evitarte
el sufrimiento. Pero te ayudaré a superar esto, el resto de la familia también te
ayudará. Verás como en unos pocos años te haces inmune a su aroma. Pensó
Alice. A veces disfrutaba mucho de mi don.

-No Alice. No creo poder volver a ver a Carlisle a los ojos. Ni a Esme. No,- Le
detuve al ver que iba a interrumpirme. -Tengo que irme, y sabes que va a ser lo
mejor.-

-Lo sé…lo veo,- Hizo un gesto con su mano, tocando sus sienes con la misma. -
Solo que no concuerdo con que vayas solo por el mundo. Bien sabes que Tanya
no tendrá problemas en recibirte…-
-No quiero tener que dar explicaciones, Alice…ni merezco la compañía de nadie.

-Edward. Estás armándote un teatro que no existe. Bella está bien. Carlisle y
Esme la traerán en pocas horas, sana y salva. Será como si nunca se hubiera
lastimado. Nadie va a echarte la culpa de nada. Ya sabes…no hay culpa sin
sangre…en cierta forma…en fin…no hiciste daño alguno, Edward.-

-Pero fue así Alice. Y yo traté de matarla. Eso no voy a olvidarlo jamás,- Dije
poniéndome de pie.

-Edward, por favor. Al menos despídete del resto. Esme va a ponerse mal...- Me
di vuelta, viendo a Alice a los ojos. Tenía que irme ahora, o si no, no lo haría
jamás. Tomé su rostro entre mis manos.

-Alice, dile a Esme que la quiero…que no esté triste. Llamaré. Que cuide de
Bella. Prometo que volver. Cuando me sienta lo suficientemente fuerte, volveré,-
Susurré dándole un beso en la frente. Y antes de que pudiera decir palabra alguna
que me detuviera, me alejé corriendo cuan rápido podía.

Alice POV

Me acomodé en una de las hamacas del jardín. Era una de las pocas noches
estrelladas que había visto desde que nos habíamos mudado a Williton, en
Dakota del Norte.

Me dejé envolver por el silencio que reinaba esa noche. Traté de poner mi mente
en blanco y descansar – de la única forma que podía – hacer a un lado los
problemas y preocupaciones.

Edward se había marchado. Y nada de lo que le dijera le haría entrar en razón y


volver. Esme estaba destrozada. Había llamado innumerable veces a Tanya para
ver si él había decidido ir allí. Pero no. Edward se había esfumado.
Ocasionalmente llamaba o escribía alguna que otra carta. Como la última que aun
sostenía entre mis manos.

Alegaba estar bien, viajando por el mundo. Solo. Auto castigándose por algo que
no había hecho. No teníamos forma de hablar con él, de contarle como
estábamos, cuánto le extrañábamos. Cuánto Bella le extrañaba.

Sobre aquella noche, ella no recordaba nada. Carlisle suponía que sería a causa
del shock y del hecho de que las mentes humanas pierden cierta información con
el correr de los años. Y Bella ya tenía diez años.
Cada día que pasaba la veía más grande, más hermosa. Bella tenía una
inteligencia única en los demás humanos de su edad. Era una niña bastante
despierta. Eso me recordaba que en los últimos dos años Bella vivía
cuestionándonos miles de cosas.

No había pasado por alto ningún detalle sobre nosotros; que no comíamos – o
que si lo hacíamos, parecía que no lo hacíamos - que en nuestras habitaciones no
había camas – Descuido de mi parte cuando una vez le dejé entrar a mi
habitación, siendo que habíamos pactado con el resto de la familia que no lo
hiciera – nuestros fríos cuerpos, y tantas cosas más que llamaban su atención.

Por eso esa noche había salido sola a tomar aire, a pesar de que no lo necesitaba.
Debía plantearme la idea de que le dijéramos la verdad a Bella. Visualizar todo, y
ver si podría tener una pequeña pista de cómo reaccionaría, y que sería de ahora
en adelante para nosotros…y para ella.

-¿Alice?- Escuché la voz de Carlisle a mis espaldas. Me giré suavemente.

-Deberíamos decírselo...sé que le duele que escondamos esto de ella. También sé


que nunca se acercará a pensar lo que en realidad somos…pero veo el dolor en
sus ojos.- Le dije mientras él se sentaba a mi lado. Como lo habría hecho con mi
padre, me doblé y descansé mi cabeza en su regazo.

-Alice…realmente no sé que hacer. Creo que aun es muy chica. Puede


escapársele con sus compañeros de colegio…eso sería, problemático. Para todos,
para ella inclusive.-

-¿Tío?- Escuchamos la voz de Bella desde el hall de entrada. No le tomaría más


de diez minutos saber donde estábamos. -¿Alice?- Deseaba tanto ser como era
frente a ella. Estaba segura de que iba a quedar encantada.

-Solo esperemos unos años más…a que ella sea más grande y pueda entender
mejor las cosas…- Su tono de voz fue bajan a medida que Bella se nos acercaba.

-¡Ah! Acá están,- Dijo finalmente y se echó a correr hacia nosotros. -¿Otra carta
de Edward?- Preguntó con una triste sonrisa señalando la postal que tenía
apoyada en mis piernas. Rápidamente la guardé en mi bolsillo, tenía cierta
información que estaría de más que ella la leyera.

-No, Bella…esta es una que me dio Jasper.- Le dije incorporándome en la


hamaca y haciéndole lugar para que se sentase junto a mí. En lugar de eso, Bella
prefirió sentarse encima de Carlisle.
-¿Cuándo va a volver Edward?- Preguntó suavemente. Carlisle me miró,
esperando que yo hubiera visto algo.

-No lo sé, cariño…- Susurré mirando la inmensidad del cielo oscuro.


Capitulo5

7 años después…

Bella POV

“...Open your heart to me, baby


I hold the lock and you hold the key
Open your heart to me, darlin-
I-ll give you love if you, you turn the key...”

Abrí mis ojos de golpe ante la sorpresa de la música. Instintivamente me crucé


sobre la cama y le di un fuerte golpe al despertador, que no dejaría de chillar
hasta que no me viera completamente levantada. La música cesó y yo volví a mi
lugar, acomodándome nuevamente en la cama. Era sábado. Gruñí mientras me
escondía debajo de las sábanas. Era una tortura que alguien tuviera que
levantarse a esas horas un sábado.

Entonces recordé por qué había configurado el reloj para esa hora. Hoy nos
mudábamos. Era la segunda vez en mi vida que nos cambiábamos de ciudad.
Pero no ponía quejas. El trabajo de mi tío era así. Y me sentía orgullosa de que él
fuera tan dedicado al mismo.

Desde que tenía memoria, y por lo que sabía, desde mis tres años de edad vivía
con mis tíos Esme y Carlisle. Esme me había traído a vivir con ella luego de que
mis padres tuvieran un fatal accidente de autos cuando nos dirigíamos de
vacaciones. Yo había sido la única sobreviviente de aquella fatalidad. Esme era
una prima lejana de mi madre, pero aun así había aceptado con mucho cariño
acogerme bajo su techo. Aun teniendo bajo su cuidado cinco chicos más.

Rosalie y Jasper eran hermanos gemelos. Iguales de hermosos, pero tan


diferentes el uno del otro, como también lo era su trato hacia mí. Ambos se
mantenían a una distancia segura de mí. Segura de qué, no sabía. Pero pocas
veces crucé palabras con Rosalie. Con Jasper en ocasiones compartíamos charlas,
pero siempre había alguien más. Nunca estábamos completamente a solas.

Alice, Emmett y Edward eran hermanos de sangre. Tal como yo, sus padres
habían fallecido en un accidente, y Esme y Carlisle les adoptaron. Alice era
revoltosa, pesada en muchas ocasiones, pero era mi ―hermana‖ preferida.
Excepto las veces en que me convertía en su muñeca y jugaba a
embellecerme…cómo lo aborrecía.
Emmett. Era Emmett. Siempre estaba a mi lado, siempre me acompañaba en
cualquier cosa que quisiera hacer. Y siempre se burlaba de lo torpe que era. Sí.
Era demasiado torpe.

Edward. Era la persona en la cual más me costaba pensar. Le recordaba


vagamente de mi niñez, o de algunas fotos que veía en la casa. Pero se podía
decir que prácticamente no le conocía. Se había marchado cuando yo tendría
unos cuatro años. Tío Carlisle decía que vivía una fuerte etapa de rebeldía, que
quería ver el mundo con sus ojos. Pero había pasado bastante tiempo.

Mis tíos tenían un grupo de amigos; Tanya, Kate, Carmen y Eleazar. Mi familia
disfrutaba del tiempo que pasaban junto a ellos. Todos me trataban de forma
indiferente, excepto Tanya. Me miraba de una forma tan extraña… como si
quisiera asesinarme. ¿Por qué? Eso no lo sabía. Pero una parte de mí me decía
que era por Edward.

Había tres cosas fundamentales que me llamaban la atención desde que era
pequeña. Cuando planteé el por qué, en mi décimo cumpleaños, la respuesta fue
unánime; “Aun eres pequeña, cuando seas grande lo sabrás” Y desde ese día
esperaba el momento en que dijeran “¡Bella, que grande estas!” El día que eso
sucediera, no podrían negarse a decirme que era lo que sucedía. Nunca volví a
preguntarles más. Sea lo que fuera que ocultasen, tendrían sus motivos. Y nada
de lo que fuera iba a hacer que mi cariño por ellos cambiase. Siempre los iba a
querer, a todos. Decidí respetar su decisión de mantenerme a un lado de ciertas
cosas, solo hasta que me dieran el pie de retomar aquella conversación.

Me levanté de un salto de la cama y me envolví con la bata que había dejado a


los pies de la cama. No me molesté en buscar unas pantuflas, me gustaba andar
descalza por la casa, sintiendo el frío del piso de porcelanato.

¡Eso era una de las primeras cosas extrañas de mi familia! El frío. Si bien las
temperaturas en Alaska no oscilaban mas de entre los 20º bajo cero y 0º en
temporadas ―veraniegas‖, mi familia nunca parecía sentir las temperaturas de la
misma forma que yo. Vivía abrigada, y la casa vivía constantemente con la
calefacción central encendida, de modo que un pulóver era suficiente abrigo.
Otra de las cosas extrañas era el contacto con ellos. Su piel siempre estaba fría, es
decir…helada. Si bien muchas veces mis dedos parecían cubitos de hielo…en
ellos era así en todo su cuerpo.

Parecía como si durmieran en heladeras.


Y debía ser así, ya que ninguno aparentaba la edad que tenían, y desde que
recordaba siempre se veían igual. Sobre todo mis hermanos…había pasado más
de diez años con ellos, y sin embargo a mí me parecía que no habían cambiado
una pizca.

Entré a la cocina, Emmett y Jasper estaban con las cabezas juntas hablando
rápidamente, pero cuando entré se separaron y me sonrieron. Pasé de largo, pero
sentía sus miradas fijas en mí cuando me preparaba un cuenco de cereales. Lo
revolví, y me di la vuelta de golpe, cansada de sentir sus ojos sobre mí.

A Emmett le lancé una mirada molesta, sabía de antemano que me encontraría


con una sonrisa burlona. Pero a Jasper le sonreí al ver que no había rastro de
burla alguna en su rostro.

-¿Qué les pasa?- Pregunté mientras me sentaba en el desayunador, enfrentada a


ellos. Jasper sonrió y sacudió su cabeza.

-Nuevamente Bella no sabe que día es hoy- Comentó Jasper, más para sí que para
Emmett, o para mí. Le miré extrañada, y giré mi cabeza hacia el refrigerador,
donde Alice siempre pegaba mes a mes un almanaque hecho por ella. En uno de
los cuadraditos de la cuadrilla estaba resaltado un cartel que leía ―¡Bella!‖ Me
fijé en la fecha 13 de Septiembre. Sábado, 13 de septiembre. Era mi cumpleaños.
Y para no romper con la tradición de todos los años, no me había dado cuenta de
que hoy cumplía 17 años.

-Oh- Murmuré mientras daba un bocado a mi desayuno.

-¡Felicidades!- Rompió Emmett en risotadas, mientras dejaba una caja dorada,


con un moño rojo, sobre la superficie. Al principio lo miré de reojo. No solían
gustarme los cumpleaños…y menos si los organizaba Alice. Mis cumpleaños
siempre habían sido a lo grande, mientras que ninguno de ellos festejaba el suyo
e insistían en no recordar las fechas. Pero claro…otra vez hacían la
diferencia…el mío lo recordaban.

Dejé a un lado mi cuenco de cereales y acerqué el paquete hacia mí.

-Saben que odio que me regalen cosas…tengo suficientes…- Refunfuñé,


mientras me daba cuenta que dentro de la caja había otra más pequeña con un
moño celeste.

-Es uno solo, Bella…de parte de todos- Me dijo Jasper sonriéndome suavemente.
-¡Justo a tiempo!- Me sorprendí al escuchar la voz de Alice a mis espaldas.
Tercer cosa – o cuarta, eran tantas que ya había perdido la cuenta – peculiar sobre
mi familia; el silencio. Se movían por cualquier lugar como si flotaran, sin hacer
el menor sonido y además de eso, se movían rápidamente. Volví mí vista al
paquete de regalo, y luego de desenvolver más paquetes llegué hasta el último.
La caja era como una de las que usualmente contienen una pieza de valor, alguna
joya. Pero cuando la abrí me quede extrañada al ver un llavero. El mismo era un
corazón rojo, de acrílico.

-Humm…gracias- Murmuré aun extrañada. Por lo general los regalos se


limitaban a algún equipo nuevo de música, una televisión para mi
habitación…entre otras. Esta vez estaba sorprendida. Emmett rió ante mi
expresión.

-Bella…Creo que nos conoces lo suficiente como para saber que nuestros
presentes no se limitan a un simple llavero…- Dijo Alice acercándose a mí.

-¿Y entonces? Díganme de que va todo esto por que estoy perdida- Sonreí. Alice
me tomó de la mano y me arrastró fuera de la cocina. Jasper y Emmett nos
seguían detrás. Alice nos sacó de la casa, y ahogué un grito de sorpresa.

Fuera de la casa, sobre la calzada, había un reluciente Volkswagen New Beattle.


El auto era descapotable, de un profundo color gris topo, y tenía un moño celeste
en el capó.

-Están locos…todos locos…- Murmuré risueña mientras me acercaba al


automóvil. Pasé mis dedos por la reluciente pintura, hasta llegar a la puerta.

-En absoluto, ya estás gran… Ayyyy- Había comenzado Carlisle, pero Alice, en
uno de sus tantos saltos le había pisado el pie. Le miré expectante, esperando que
completara la palabra, que para mí era mágica. -Tienes la edad suf… ¡Alice!-
Nuevamente le había pisado. Parecía como si leyera su mente, y la mía…

-Ya que tienes tu permiso, creímos que sería bueno que lo aprovecharas-
Intervino Esme.

-¿Vamos dar una vuelta?- Gritó Alice a mis espaldas. Dejando a un lado la
sorpresa del regalo. Miré a Alice de reojo y luego al auto. Pocas veces me habían
dejado conducir. Emmett me había enseñado el verano pasado, pero nunca
manejé más de dos calles.
Rodeé el auto, admirándolo cuidadosamente, temiendo que volviera con alguna
abolladura luego de mi paseo de estreno. Abrí la puerta y me senté detrás del
volante, el cual tomé con cuidado, repasando en cada uno de los detalles del
mismo, y luego los del tablero. ¡Era un autazo! Escuché la puerta del copiloto
cerrarse. Alice estaba a mi lado y Jasper en los asientos de atrás. Miré de soslayo
el porche de la casa, Rosalie se abrazaba posesivamente a Emmett, supuse que no
le permitiría venir, y de sobra sabía que ella jamás vendría a ningún lado
conmigo - salvo que fuera extremadamente necesario; Como los paseos de
compras –

-Vas a ir bien Bella, solo demos unas vueltas por el pueblo…tenemos que estar
de vuelta para cuando llegue el camión de la mudanza- Asentí. Tomé el llavero y
se lo coloqué a las llaves que estaban puestas en la ranura del contacto. El motor
dio un suave rugido. Respiré profundamente, y saqué el auto de la entrada de la
casa.

Di unas cuantas vueltas por el centro del pueblo, el día estaba nublado, pero no
llovía, por lo que podía andar sin el techo del auto, sin preocuparme por mojarme
o por calcinarme bajos los rayos del sol.

-¿Qué tal es ese lugar donde vamos?- Pregunté cortando el prolongado e


incómodo silencio.

-Es bastante…parecido a aquí- Dijo Jasper asomando su cabeza entre los dos
asientos delanteros, entonces noté que arrugaba la nariz, como si algo oliera mal,
pero casi siempre hacía ese gesto.

-Oh- Musité pensativa. -Deberíamos pensar en mudarnos a alguna parte


más…cálida…alguna zona costera, con sol- Dije mirando a Alice de reojo.

-Eso…Dios Bella, son las peores zonas para vivir, turistas, sol, la
humedad…uggghhh- Dijo, haciéndolo sonar el peor lugar del mundo.

-Pero la costa norte no es tan húmeda…-

-Bella, sabes que no dependemos de la geografía del lugar…Carlisle ha aceptado


un trabajo en Forks…y allí pasaremos unos años- Dijo Jasper suavemente, -
Ahora cuando llegue el momento de que escojas una universidad…corre por tu
cuenta donde elijas ir-

-No voy a ir- Estaba segura de que si Alice o Jasper estuvieran manejando,
habrían pisado fuertemente el freno.
-¡Estás loca! Claro que tienes que ir- Me regañaron al mismo tiempo.

-Ustedes no fueron…entonces yo no tengo por qué ir…tampoco trabajan…-


Murmuré poniendo las cartas sobre la mesa, pensando cuidadosamente mi
próxima jugada. Alice y Jasper vacilaron al contestarme.

-Es tarde…tenemos que volver a casa- Anunció Alice encendiendo el estéreo,


con la excusa de probar la potencia.

-Sí, tarde…muy conveniente- Murmuré entrecerrándole mis ojos.

--

Cuando llegamos a la casa, Carlisle nos esperaba en el marco de la puerta. Alice


salió de un salto y murmuró algo en su oído. Por un momento me sentí una
extraña ante la mirada que mi tío me lanzó.

-Bella- Me llamó extendiendo su mano hacia mí. Avancé hacia él con paso lento,
mi corazón palpitando a mil por hora. Me guió escaleras arriba, Jasper y Alice
nos seguían detrás.

Era la primera vez que entraba a su escritorio; nunca me lo había permitido, y por
lo que sabía al resto de mis hermanos tampoco. Me quedé maravillada al entrar.
Era una habitación luminosa, con el piso de madera reluciente. Dos de las
paredes estaban cubiertas por unas enormes bibliotecas, con centenares de libros,
los cuales asumía, eran de medicina.

En las restantes paredes habían varias imágenes; entonces mi vista se reparó en


una de ellas; un pequeño y sencillo óleo, en tonalidades sepia, representaba una
ciudad, con los tejados y algunas pocas torres. Mis ojos pasaron en cada detalle,
hasta que en una esquina vi una inscripción ―Londres, 1650‖ Después de todo la
pintura no tenía nada en especial. Carlisle era bastante fanático de las piezas de
arte; podía decirse que esta vez había perdido el gusto…no tenía nada, pero nada
de interesante.

Y luego, atraídos como imanes, mis ojos volaron a otra imagen. Carlisle,
Edward, Esme y Rosalie estaban sonrientes en un puerto. Todos vestían ropas
demasiado extrañas, viejas, como de mediados de siglo. Y detrás de ellos un
enorme e imponente barco flotaba amarrado al puerto. Me acerqué más a la
imagen. En el costado visible del barco pude leer claramente el nombre del
mismo; “Queen Mary”. Sonreí. Ese barco databa de comienzos de la segunda
guerra mundial. Sacudí mi cabeza ante la estúpida idea que quería asomarse. Un
fotomontaje, obviamente era eso. Me acerqué aun más.

-¿Qué buscas?- Escuché la suave voz de Esme preguntar a mi lado.

-Algún error…pero no lo veo- Dije volviéndome hacia la sala, dándome cuenta


de que ahora toda mi familia estaba allí. Emmett, Rosalie y Jasper estaban
apoyados contra el marco de la ventana. Carlisle se había acomodado en su sillón
y Alice permanecía sentada sobre el escritorio. -Es un muy buen fotomontaje-
Sonreí. Rosalie resopló por lo bajo.

Lo habrían hecho en alguno de sus viajes. Solíamos hacer acampadas o viajes por
algunas ciudades o pueblos y reservas forestales. Nunca todos juntos, Carlisle y
Esme insistían en hacerlos de a grupos, para solventar gastos. Nunca le vi sentido
a eso…pero algunas veces fuimos todos juntos.

Mis ojos pasaron por cada unos de los hermosos rostros de mi familia. Solo Esme
me miraba con una suave sonrisa, mientras apoyaba su mano sobre mi hombro.

-No es un fotomontaje, Bella,- Me dijo suavemente. Alice alzó sus manos,


cubriendo su boca con ella. Yo me reí, por alguna razón me sentía un tanto tonta
al pensar como primera opción que mi familia tenía más de setenta años…cuando
la respuesta era obvia;

-Ya entiendo…es una de esas fotos de época, donde te disfrazas y…

-Tampoco Bella, verás, esa fotografía fue tomada en 1941.- Me explicó Carlisle
desde su lugar. Mi sonrisa se desvaneció, y volví a mirar la seriedad de toda mi
familia.

-Bueno…supongamos que sigo el juego…- Reí acomodándome en el sofá que


estaba frente a la biblioteca. -¿Va a llevarme a algo en especial?-

-Bella, tu querías saber la verdad sobre nosotros,- Dijo Alice.

-Es un tanto complejo de explicar,- Comenzó Carlisle

-Esto es una mala idea.- Murmuró Esme mientras se volteaba hacia mí,
mirándome con temor.

-No, a decir verdad es la mejor idea que han tenido en años…- Dijo Rosalie
elevando demasiado su tono de voz. Ahora era cuando comenzaba a ponerme
nerviosa. Carlisle se puso de pie, e inmediatamente todos se mantuvieron en
silencio. Grácilmente se acercó hacia mí, y se sentó en el extremo opuesto del
sofá donde me encontraba.

-Bella, sé que eres inteligente y despierta, en todos estos años deben haber miles
de cosas en las que has reparado o que han despertado tu curiosidad.-

-Pppfffff- Resoplé. Había millones de cosas.

-Prefieres que explique una por una o saltar de una a la realidad- Era una oferta
tentadora, pero adoraba los misterios. Confiaba en poder resolverlo cuando me
explicaran dos de las cosas que más me sorprendían.

-Bien…déjame pensar…- Murmuré, primero debía ir por las más suaves… -¿Por
qué nunca comen, o por lo menos no lo hacen cuando yo estoy?- Me sentí idiota
al preguntar aquello, pero no podía deshacer lo dicho.

-Yo te lo respondo.- Alzó su mano Emmett. Alice se dio vuelta frenéticamente y


sacudió su cabeza.

-No (,) que lo haga Carlisle.- Gritó. Y en pocos segundos la sala se llenó de unos
chirridos ensordecedores e incomprensibles. Podía ver claramente como todos
movían sus bocas, pero a una velocidad increíble. Llevé mis manos hacia mis
oídos cuando no pude soportar más el bochinche. Carlisle me miró suavemente,
con una triste sonrisa, y alzó su mano.

Nuevamente todos se quedaron en silencio.

-Temo tu reacción al saber todo, Bella.- Me susurró.

-Va a estar bien, Carlisle, pero si lo dices tú…Emmett iba a ser un


poco…ilustrativo.- Miré a Alice ¿Cómo era posible que supiera lo que Emmett
iba a decir sin que hubiera dicho absolutamente nada?

-Bella,- Me habló Carlisle, -No somos como tú…- Enarqué mis cejas, tratando de
prestarle atención, -Somos…vampiros.-
Capitulo6

Alice POV

Vampiros.

Respiré profundamente, aunque no lo necesitaba.

Bella ya lo sabía.

Le miré fijamente. Entonces Bella estalló en risotadas, tanto que tubo que
presionar la boca de su estómago para mitigar el punzante dolor del esternón. Se
calmó un poco más cuando vio que ninguno de nosotros le seguía. Nadie se reía.

Todos la mirábamos fijamente. A mi espalda escuché a Rosalie murmurar un;


―Síguete burlando niña…ya vas a ver…‖ Me volteé y le lancé una mirada
molesta y luego me volví hacia Bella.

Parecía atónita, pero también sé que no creía ni una palabra de lo que Carlisle le
había acabado de decir. Sabía que no iba a salir corriendo lejos de nosotros,
asustada. Pero eso no evitaban los pensamientos que pudieran circular por su
mente, y eso nos preocupaba, Edward no estaba aquí, y además, no podía leer su
mente.

-Dinos lo que piensas, por favor- le suplicó Esme arrodillándose frente a ella, iba
a alzar sus manos para apoyarlas sobre las rodillas de Bella, pero luego no lo
hizo.

-Quiero que dejen de tomarme el pelo…solo quiero que sean sinceros conmigo.
¡Vampiros, sí claro! y yo soy una mujer lobo- ¡Dios y el cielo no lo quisieran!
Eso sería…desastroso. Bella una mujer lobo…pero no lo era. No olía a ellos.
Escuché a Emmett sonreír, pero Carlisle miraba a Bella seriamente, Esme y yo
también lo hicimos, dándole a entender que nadie bromeaba con respecto a
nuestra naturaleza -Oh vamos…No esperan que crea eso ¿o sí?- se sonrió.

-No esperaba que lo comprendieras al instante, después de todo…es lógico que te


suene a ficción.- comentó Carlisle.

-Pero no es así, Bella- susurró Esme, mostrándole una enorme sonrisa. Solo
entonces fue cuando algunas piezas del rompecabezas en su mente comenzaron a
juntarse. Era imposible ver los dientes de cualquiera de nosotros y no extrañarse
por sus formas y perfección. Los caninos eran ligeramente más largos que el
resto de los dientes, y mucho, mucho mas afilados. Eran nuestras letales armas.

-Bueno,- se quedó pensativa apartando nerviosamente sus ojos de la sonrisa de


Esme, -Si es verdad lo que dicen… ¿Cómo es que no me han matado?- sabía que
iba a preguntar eso, no me tomó por sorpresa; pero sí lo hizo el vacío que se
formó en mi estómago. La mueca que Bella hizo inmediatamente me hizo notar
que se arrepentía de haber preguntado aquello. Y no lo hacía con mal. Si yo
estuviera en su situación habría preguntado lo mismo.

-A mí no me lo permitieron- murmuró Rosalie, ganándose un gruñido de mi


parte.

-Somos vegetarianos- le sonreí, -No ha sido fácil, o sea, hueles demasiado


apetecible- no fue la mejor respuesta, Bella se apretó más contra el sofá -Oh, lo
siento…no quise sonar así…- me disculpé rápidamente, avergonzada de haberla
asustado.

-No nos alimentamos de personas- explicó Emmett, -Solo de animales, son más
divertidos…- Bella se llevó una mano hacia su frente, tratando de acomodar las
ideas y de atar cabos sueltos.

-¿Y el sol? O sea hoy no lo hay, pero…es de día y están en la ventana… ¿No
deberían convertirse en polvo?

-Muchas películas, Bella- le sonrió Jasper. -El sol no nos hace nada…malo-
prosiguió Jazz.

-¿Y entonces?- demandó.

-Humm…es algo difícil de imaginar…simplemente brillamos- me sonreí. No


había forma de que Bella se imaginara cuan impresionante resultamos bajo los
rayos del sol. Bella se sonrió.

-¿Puedo ver?- preguntó.

-Te prometemos que algún día de sol te mostraremos- le dije con una enorme
sonrisa ante su entusiasmo por saber tanto sobre nosotros. Bella permaneció
pensativa unos instantes, barajando sus siguientes preguntas.

-Bueno, te escucho…- dijo Carlisle animándole a seguir con las preguntas.

-No lo sé- murmuró Bella, -Estoy pasmada…


-Bien, verás…algunos de nosotros tenemos ciertos poderes- le dije tratando de
simplificarle las cosas, -Edward puede leer los pensamientos de las personas-
para ese entonces Bella ya estaba pálida, y respirando entrecortadamente.
Seguramente recordándose a fuego no pensar nada si alguna vez le veía, -
Tranquila Bella, él no puede leer tu mente.

-¿No puede leer mis pensamientos?… ¿De quién más tampoco puede?

-Solo de ti, es como si tu mente funcionara en otro nivel…como si tú fueras AM


y él solo captase las FM- le expliqué.

-Aja, ya veo…siempre supe que estaba en la frecuencia equivocada…- río. -


Alice- me llamó, -Antes dijiste que algunos de ustedes tienen ciertos poderes,
bueno, me preguntaba…

-Oh…claro, verás Jasper, aquí como lo ves tan inofensivo- Jazz me lanzó una
mirada molesta ante mi descripción sobre él, le guiñé un ojo, -Él puede ejercer
cierta influencia sobre la gente, más bien sobre el estado de ánimo.

-Ahh… ¿Es por eso que, a pesar de no tener miedo alguno, siento un poco de esa
sensación?- comentó Bella e inmediatamente me giré hacia Jasper.

-Lo siento- se disculpó Jasper, -Hay alguien más en esta sala que tiene un poco
de miedo…nada preocupante- comentó, -Creo que es lo mismo que todos
sentiríamos…un cierto temor a tu reacción…

-¿Mi reacción?- comentó Bella sorprendida, -A que se esperaban que saliera


corriendo ¿Verdad?- rió.

-Sería lo lógico, después de todo…nada asegura tu seguridad aquí- gruñó Rosalie


adoptando una postura un tanto hostil.

-¡Rosalie!- le regañó Emmett. Mi hermana le lanzó una mirada molesta, y luego


otra a Bella…después de eso, de un rápido movimiento salió del escritorio.

-Wow- murmuró Bella al ver a Rosalie desaparecer rápidamente de la sala. -Es


genial- nos reímos. -Me preguntaba si podría saber más…- dijo mientras sus
mejillas se teñían de un color rosado. En esos momentos el celular de Carlisle
sonó. Lo atendió y colgó.
-Lo siento…el camión de la mudanza está llegando ¿Quieren ir saliendo a la
ruta? Después de todo pueden seguir hablando en Forks, o de camino…- Bella
bajó su vista un tanto desilusionada.

-Hagamos algo- dije acercándome a Bella, -Jasper se llevan el auto de Edward y


tú me llevas en el tuyo, mientras te cuento todo lo que puedas saber ¿Quieres?

-¿Todo lo que pueda saber?... ¿Qué, hay algo así como secretos vampirescos?-
me sonrió Bella.

-No, pero no quiero volverte loca de entrada…

Al poco tiempo estábamos en la carretera. Nos costó un poco arrancar. Bella


había insistido en probar todas las modalidades de su nuevo automóvil. Le tomó
más de quince minutos hallar la forma de subir la lona del techo –insistiendo en
que no quería ayuda- pero lo consiguió.

-Bien…entonces… ¿Qué quieres saber?- dije retomando nuestra charla anterior.


Me acomodé en el asiento, de modo que recosté mi espalda contra la puerta del
copiloto. Bella mantenía sus ojos fijos en la ruta, y conducía a una velocidad
insoportablemente lenta. Pero era ella la que manejaba y no tenía mis reflejos.

-Humm…déjame ver… ¿Cuántos años tienes?- preguntó son una sonrisa torcida.

-Diecinueve- le respondí de una. Bella me miró de reojo y chasqueó su lengua.

-Años humanos, Alice, no de vampiros- rió. Pero no me molestaba que lo hiciera.

-Creo que nací por algún día de 1901- dije casi en un susurro.

-¿Crees?- preguntó Bella.

-Verás, mi historia es un tanto compleja, no recuerdo cuándo ni quién me


trasformó- Bella no emitió gesto alguno. Permanecía indiferente, con lo cual supe
que sería seguro seguir, no tendría ni un ataque ni nada parecido. -Supongo que
habrá sido por 1920, por eso mis eternos diecinueve años.

-¿Y los demás?

-Bueno, Carlisle fue el primero en convertirse, fue alrededor de 1663- Bella


inspiró rápidamente, sorprendida… ¡esa era una reacción normal para un
humano! -Él fue el primero de nuestra familia. Después convirtió a Edward, en
1917, él tenia diecisiete años. Esme fue convertida en 1921, Después le siguieron
Rosalie en 1933 y Emmett en 1935.- concluí con una sonrisa al recordar
perfectamente las fechas.

-¿Y Jasper?

-Oh…él tiene su historia aparte, como la mía, ambos fuimos convertidos por
otros vampiros. Jasper fue alrededor de 1863.

-¿O sea que hay más como ustedes?- preguntó Bella.

-Si…hay algo que debes recordar siempre, Bella. Por tu bien. Para que no corras
hacia todos los vampiros que veas. No todos son como nosotros. No todos
rechazan la sangre humana- pude escuchar el pulso de Bella acelerarse. Pero no
hondeó aquel tema. -Te toca- dije esperando su próxima pregunta.

-Se me vienen tantas cosas a la cabeza que no puedo pensar con claridad- susurró
ofuscada. Traté de pensar en algo para contarle, algo que pudiera ayudarle a
conocernos mejor, como lo que somos.

-Bien…es algo que sabes, pero para que sepas por completo. Jasper y yo estamos
casados; lo mismo que Rosalie y Emmett, y obviamente nuestros padres.

-¡WOW!- pegó un grito de sorpresa. -Así que…la gente del pueblo tenía razones
para hablar.- Rió Bella. Yo le sonreí, había escuchado los rumores, en todos los
pueblos en los que habíamos habitado. Los humanos a veces podían llegar a ser
fastidiosos. -¡Vaya ejemplos de Hermanos! Faltaría que Edward volviera para
que me case con él- dejé de sonreír y la miré fijamente. Entonces Bella se
ruborizó y me miró nerviosamente, -Oh, lo siento, bueno fue una especie de
chiste…demasiado tonto, a decir verdad…Edward y además…- Bella seguía
intentando disculparse por aquello que había dicho, cuando a mí en realidad no
me había molestado en absoluto, sino que mi mente comenzó a trazar una red de
ideas.

-¡Oh Bella! Deja de ser tan boba, ya lo entendí. Eso sí, debes tener cuidado con
eso de hermanos...es nuestra coartada. Tenemos que ser cuidadosos de no
despertar sospechas. Jasper y Rosalie son hermanos gemelos, se apellidan Hale.
Ese fue el apellido de Rosalie cuando era humana. Edward, Emmett y yo somos
los hermanos Cullen. Esme y Carlisle son nuestros padres adoptivos.

-Esme no es mi tía lejana ¿Verdad?


Suspiré. Rogando que no preguntase si la historia del accidente de su familia era
realidad. Por suerte habíamos discutido sobre esto con Carlisle. –No- respondí. –
Es demasiado joven y demasiado vieja como para ser tu tía verdadera, Bella.

-Y entonces… ¿Qué digo cuando…- sabía que Bella se refería sobre si algún día
preguntaban sobre ella.

-Rosalie y Jasper llevan con Esme desde los ocho años. Edward, Emmett y yo
unos cuatro años. Tú llevas con Carlisle y Esme seis años. No creo que te
pregunten tanto detalle, pero no sé…di que anduviste por orfanatos. Después de
todo, si Esme quiere aparentar tener veinticuatro, ni modo te hubiera adoptado
apenas fallecieron tus padres.

Me había turnado con Bella para conducir, quedaban bastantes kilómetros y Bella
se estaba quedando dormida. Cambiamos lugares. Yo no tendría problemas en
pasar la noche en vela…nunca dormía. Lo cual se lo conté luego de que le dijera
que yo no necesitaba dormir como ella. Como era de esperarse me dijo que creía
que dormíamos en ataúdes, pero como podíamos salir a la luz del día, que supuso
que seríamos una especie de vampiros a la inversa. Me reí como nunca. A veces
tenía cada ocurrencia…

Conduje por la oscura ruta, hasta que el sol comenzó a despuntar por el
horizonte. Alrededor de las siete de la mañana se podía ver perfectamente, pero
ahora que entrábamos al estado de Washington el cielo se había empezado a
encapotar. Bella se retorcía en su asiento, entre sueños. Entonces le escuché;

-Edward- susurró soñolienta. Me incliné hacia ella para ver si realmente estaba
dormida. Y así lo era. Profundamente dormida. No me sorprendió tanto como la
primera vez que le escuché susurrar su nombre. Varias veces había entrado a su
habitación mientras ella dormía. Era entretenido, a veces, verla dormir. Bella
solía hablar entre sueños. Y la mayoría de las veces susurraba incoherencias o
gritaba aterrada. Pero las pocas veces que susurraba una palabra, era el nombre
de Edward.

Mi seco corazón se apretó en mi pecho, como siempre que le escuchaba decir su


nombre. Estaba claro que le extrañaba, más de lo que creíamos. Pero no entendía
por qué le extrañaba de esa forma, es decir, prácticamente había vivido con él un
año o un poco más. Siendo tan pequeña, es poco común que le recuerde de esa
forma tan…potente.

La ruta comenzó a adentrarse en un bosque. De repente nos encontrábamos


regodeadas por espesos árboles, cuyos troncos estaban totalmente cubiertos de
helechos y enredaderas que trepaban por ellos hacia arriba, en busca de algún
escaso rayo de sol.

Fue entonces cuando Bella se desperezó. Se estiró en el asiento mientras se


frotaba sus ojos con sus manos. Volvió a acomodarse y me sonrió un Buen día.
Después miró por la ventanilla a su alrededor, maravillada por la naturaleza por
la que nos encontrábamos rodeadas. Unos kilómetros más adelante podíamos ver
un cartel que nos anunciaba que estábamos entrando al pueblo de Forks.

El Volvo plateado de Edward, conducido por Jasper, nos esperaba allí aparcado.
Esperándonos. Frené a su lado y bajé la ventanilla.

-Tendremos que esperar al resto…no sé dónde queda la casa.- dijo con tono
aburrido. Yo le sonreí y palpé mi sien.

-¿Sabes donde tenemos que ir?- preguntó Bella sorprendidísima.

-Oh es cierto, aun no sabes como funciona mi don…sí sé donde vamos, como
también sé que vas a tropezarte y caer al bajar del auto- se rió mientras subía la
ventanilla. A pesar de estar en diferentes autos le escuché a Jasper reírse y
comentar que no se necesita tener poderes para saber que Bella va a tropezarse.

-Vamos a ver si me caigo no.- dijo molesta. Pero sí… se caería.


Capitulo7

Bella POV

Alice siguió manejando por la ruta que nos adentraba cada vez más al pueblo de
Forks. Los árboles rodeaban el camino formando paredes sólidas de tonalidades
verdes a nuestro alrededor. ¿Dónde estaba el marrón de los troncos?

Era todo verde, completa y molestamente verde. Entonces el parabrisas del auto
comenzó a ser salpicado por gotas de lluvia que nos proporcionaba una gran
nube, acompañadas de tantas otras que amenazaban con lanzar una gran tormenta
de bienvenida.

Suspiré resignada. Los próximos años de mi vida los pasaría lejos de la cálida luz
del sol, como siempre. Pero en este lugar me sentía diferente. De alguna forma
mi cuerpo rechazaba el lugar, como si en alguna otra vida hubiese estado allí, y
hubiese aborrecido Forks.

Alice conducía tan rápido que casi no me daba cuenta de que ahora iba a unos
cien kilómetros por hora por las callecitas del pequeño pueblo. Las casas estaban
bastantes separadas unas de otras, y en los aledaños a la ruta habían algunos
pequeños negocios.

Alice se adentró en un camino un tanto cubierto por el espeso follaje de los


arbustos. Le lancé una mirada preocupada ante la idea de que alguna rama
pudiera rayar la pintura del auto. Alice sonrió y dio una palmadita a su cabeza.
Claro, cómo no…su bendito don le había anunciado que mi auto permanecería a
salvo, y que yo me tropezaría al bajar de él. Pero no iba a ser así.

Al poco tiempo comencé a ver que el verde comenzaba a ser menos espeso y
entonces vi la casa donde viviría por los próximos años. Era tanto o más grande
que las que habíamos vivido con anterioridad. Siempre me había preguntado si
mis tíos se habían ganado la lotería o algo así. Pero ahora sabiendo que tenían
más de cien años de vida, sobre todo Carlisle, no era difícil imaginar que habían
trabajado toda su vida. Aunque sospechaba que Edward y Alice habían hecho uso
de sus dones.

Alice aparcó el auto y me dio una mirada burlona antes de salir del mismo.
Respiré profundamente y desabroché el cinturón de seguridad. Abrí
cuidadosamente la puerta del auto y miré al suelo en busca del objeto que me
haría tropezar. Nada, ni una piedra, o pozo. Pero por si las dudas daría un
pequeño salto al bajar. Alice nunca se lo vería venir. Me giré sobre el asiento y
apoyé los pies en el marco de la puerta del auto, preparándome para saltar. Tomé
envión, pero cuando salté algo me tiró del pie y caí al suelo, tal y como Alice
había predicho.

Escuché la risa de Alice, seguida por la de Jasper, quien se había estacionado


hacia instantes. Moví mi cabeza para ver la causa de mi caída. Había enganchado
mi pie con el cinturón de seguridad. Apoyé las manos en el suelo para levantarme
cuando el Volvo plateado de Edward pasó por mi lado y se estacionó más
adelante. Emmett bajó del auto y chasqueó su lengua mientras me ayudaba a
ponerme de pie. Luego miró a Jasper.

-¿No me digan que me perdí una buena función?- dijo aparentando estar triste.
Jasper le sonrió.

-Alice le dijo a Bella que se tropezaría, y aparentemente quiso engañarla y saltar


sobre lo que fuera que la haría tropezar, pero se enredó con el cinturón de
seguridad…- rió Jasper. -Alguien debe enseñarle que no debe apostar contra
Alice.

-Alguna falla debe tener- murmuré molesta mientras me limpiaba la ropa.

-Sí -dijo Alice suavemente, -Bella el futuro no está escrito en piedra, tú misma lo
escribes. Yo solo puedo ver las cosas a tiempo si las piensas de antemano.
Aquellas que salgan de improvisto, las veré con segundos de anticipación.

-Oh- murmuré mientras me acercaba a la casa, en medio del trayecto vi que


estuve a punto de pisar un pequeño pozo, seguramente me caería, pero me quedé
quieta, mirándolo severamente. Me sentía ridícula al mirar a un indefenso –no
para mí- agujero como si mirase a mi Némesis. Escuché la risa de Alice a mi
lado.

-Vas a saltarlo. Descuida, estarás bien.- me aseguró. Suspiré resignada, algo me


decía que debía acostumbrarme al control de Alice. Aunque seguramente siempre
me controló, y en cierta forma me cuidó. Alcé mi pie y salté el pequeño pozo sin
dificultad. Sonreí. Sentía como si hubiera corrido cien metros sin tropezarme con
mis propios pies.

No tuvimos que esperar por mucho tiempo a Esme y Carlisle, ni al camión de la


mudanza. Me quedé maravillada al ver con que velocidad mi familia acomodaba
los muebles que los empleados de la empresa de mudanza dejaban en el porche.
En menos de una hora habíamos descargado todo el camión.
A mí me tocó la parte más liviana, lo único que accedieron a dejarme cargar,
fueron las maletas. Las acomodé a un costado de la escalera, por pares. Alice
tenía para ella sola cinco maletas de tamaño grande, Rosalie tenía una más. Subí
las escaleras con mis dos maletas en busca de mi habitación.

Jasper, Emmett y Carlisle se habían encargado de amueblar cada habitación de la


planta superior. Rosalie, Alice y Esme la inferior. Emmett me había dicho que mi
habitación la habían arreglado en el último piso. Le miré con desgano al
enterarme de que la casa tenía dos plantas superiores, con lo cual debía subir y
bajar más escaleras que las de costumbre.

Prácticamente llegué arrastrándome al último escalón del segundo piso. Luego de


apoyar seguramente las maletas en el suelo, me recosté contra la pared, tomando
el aire que se me había ido con la subida. Miré hacia un lado, el derecho, o el sur,
donde había una puerta entreabierta. Me acerqué hacia ella, creyendo obviamente
que esa sería mi habitación. Pero cuando la abrí me di cuenta de que había
entrado a otra.

La pared sur estaba ocupada por una enorme ventana. Me acerqué rápidamente
hacia ella, encantada por la luz que se filtraba. A pesar de que afuera estaba
lloviznando, la tenue luz de la mañana iluminaba fantásticamente la habitación.
A través del enorme ventanal pude ver el espeso bosque de la montaña de
Olimpia, y el río Sol Duc atravesándolo.

Me volví para seguir contemplando la habitación, había un enorme armario y una


puerta –la cual asumí que sería el cuarto de baño- en la cara opuesta a la puerta.
La pared oeste estaba cubierta por centenares de discos compactos, y un flamante
y sofisticado equipo de música entre ellos. Me acerqué y para no perder la
costumbre casi tropecé con las borlas de la alfombra dorada que adornaba el
suelo de la habitación. Pasé mis dedos por los brillosos botones del equipo de
música. La pantalla de LCD anunciaba la hora y que había un CD puesto, listo
para ser escuchado.

Examiné con cuidado el equipo, viendo si encontraba la tecla de encendido y no


la confundía con alguno otro que pudiera destruir tal artefacto. Lo encontré, y lo
pulsé. La música comenzó a sonar suavemente, estaba segura de no haber
escuchado jamás aquella melodía, y sin embargo me resultaba acogedora,
familiar.

-Es Debussy- dijo una suave voz a mis espaldas. Me di vuelta alarmada, y Alice
me sonrió.
-Oh, lo siento…creí que era mi habitación…pero supongo que no- dije lanzando
una mirada a la habitación, la cual solo estaba equipada con un enorme sillón de
cuero negro, y ninguna cama. -Linda habitación Alice…creí que Jasper querría
ponerle algo de él, ya sabes…algún toque masculino.- me reí y Alice también lo
hizo, pero con más fuerza que yo.

-¡Hay Bella! Me hubiese gustado ver su expresión si te hubiera escuchado decir


eso de su habitación…- rió. Pero yo ahora la miraba confundida. -Esta es la
habitación de Edward- me dijo mientras señalaba un portarretratos que había en
una mesa esquinera, donde había una lámpara.

-Oh, bueno…no quise…es solo que es tan…- comencé, pero mis palabras se
desvanecieron conforme me acercaba a la foto de Edward.

-Anticuada, lo sé…odio ese color dorado de la pared. Pero viendo la época en la


que vivió…- comentó mientras se dejaba caer en el sofá.

En la foto, Edward se encontraba posando junto a un piano negro. Su piano. El


piano que tantas veces había visto, y aun así nadie lo tocaba. No sabía cómo, pero
de alguna peculiar forma recordaba el sonido suave de sus teclas. Siempre que
me acercaba a él una dulce melodía resonaba en mi interior, no con claridad –ni
siquiera estaba segura de haberla escuchado o soñado- sino como un recuerdo de
otra vida. Edward sonreía, se le veía bastante feliz con su piano.

-¿Va a volver?- pregunté apoyando el portarretratos en su lugar. Alice me dio una


suave sonrisa, triste, eso podía verlo y sacudió su cabeza.

-No lo sé- suspiró.

-¿Pero no lo ves?- inquirí quizás más emocionada de lo que debería o sería


normal. Prácticamente no conocía a Edward, no era demasiado lógico que tuviera
tanto interés en verle o que le recordase con tanta añoranza. Alice negó con su
cabeza nuevamente, -¿Entonces por qué armaron su habitación?

-Siempre lo hicimos, cada vez que nos mudábamos de casa, él podría


volver…suenas bastante desesperada por conocerlo.- Me dijo entrecerrándome
sus ojos, mientras una pícara sonrisa se cruzaba en sus labios.

-Esto…sí, a fin de cuentas es parte de la familia ¿Verdad?- respondí saltando del


sofá. -Entonces ¿Dónde esta mi habitación?- pregunté al ver que Alice abría su
boca para decir algo más respecto de mi efusivo entusiasmo por saber de Edward.
Ni yo misma podía comprender por que me sentía así.
Alice se puso de pie y salió de la habitación, corrí, tratando de seguirle el paso.
Alice avanzó hacia la puerta que había en la dirección opuesta por la que había
ido. Al final del pasillo estaba mi habitación. Alice me hizo un ademán con la
mano y pasé delante de ella, entrando a mi nueva habitación.

Como el resto de la casa, tenía las paredes blancas, y el piso de madera lustrada.
Una de las paredes de la habitación estaba cubierta por un enorme ventanal que,
como la habitación de Edward, tenía vistas del bosque y del río. En la cara sur de
la habitación estaba mi enorme cama. Desde pequeña dormía en ella, antes solía
perderme entre las sábanas, pero ahora era más que suficiente para mí.

Enfrentada a la puerta de entrada, había otra, la del baño, y a un lado de esta, el


placard. Me tomó casi toda la tarde desempacar mis cosas, pero lo terminé con la
ayuda de Alice – quien obviamente ya había terminado de desempacar sus
pertenencias –

-Entonces Alice ¿Cómo crees que… -me detuve al alzar mis ojos y darme cuenta
de que Alice parecía no estar escuchándome, y creo que tampoco estaba
viéndome a mi. Me quedé impresionada al ver su expresión, parecía como si
estuviera viendo algo que yo no. Entonces caí en cuenta, Alice estaba teniendo
una de sus visiones.

-Edward- murmuró con una suave sonrisa. No me dio tiempo a preguntarle qué
ocurrió. En un abrir y cerrar de ojos, Alice había desaparecido de mi habitación.

Le seguí tan rápido como pude. Alice había bajado las escaleras en un santiamén.
Yo llegué con el corazón en mi mano, y la respiración agitada. Alice estaba
parada frente a la puerta con una enorme sonrisa en sus labios.

-¿Alice? ¿Qué haces?- pregunté viendo que no se movía.

-Abre la puerta…- murmuró tan suave que tuve que pedirle que lo repitiera, -
Solo…ábrela.- dijo con entusiasmo. Le miré de reojo, no podía suponer que era
lo que se traía entre manos.

Me acerqué a la puerta y suavemente giré la manija, abriendo la puerta. Traté de


enfocar mis ojos entre la oscuridad del ocaso, pero solo veía hasta donde la luz
del porche me lo permitía.

Trate de oír con atención, quizás Alice escuchaba algo que yo no. Nada, solo el
canturrear de los grillos y el croar de alguna rana que se alejaba. Alice pasó a mi
lado, con su vista fija hacia el oeste.
-¡Ya sal!- exclamó Alice con una juguetona sonrisa.

Entonces lo vi.
Capitulo8

Edward POV

Habían pasado catorce años desde la última vez que había visto a mi familia.
Catorce años desde aquella noche en que intenté asesinar a Bella y había corrido
sin ninguna dirección en especial. Corrí. Corrí alejándome de ella. Temía ser
capaz de lastimarla si volvía a oler su esencia.

Alice me había rogado que me quedase, que por lo menos me despidiera de mis
padres Pero sabía que si lo hacía conseguirían retenerme allí, a pesar de que yo
no lo quería. Y quien sabe si Bella hubiera tenido tanta suerte la próxima vez.

En los pasados años viajé por todas partes, por todas las zonas donde era seguro
para mí. Trataba de mantenerme ocupado, de afilar algunas capacidades que no
había desarrollado a fondo. Había conseguido rastrear exitosamente a un par de
vampiros. Seguí su rastro por más de un año, los seguí aun cuando se subieron a
un avión, y a pesar de que tomé uno días más tarde, cuando arribé al aeropuerto
de Caracas pude encontrar su rastro y seguirles hasta Perú.

A estas alturas podía rastrear lo que fuera, sin importar cuan lejos estuviera o
cuan rápido fuera. Por una parte era algo positivo, había agudizado mi sentido del
olfato y del rastreo. Por otro…temía lo que podía suceder cuando volviera con mi
familia, si Bella seguía con ellos. Haber ejercitado y mejorado el sentido que me
permitía percibir su dulce aroma no era nada bueno.

Pero la realidad era que me sentía solo, que extrañaba horrores a mi familia. Era
una idiotez alejarme por una insignificante humana. Tenía que haber esperado
que Carlisle volviera del hospital, seguro él me habría podido ayudar a superar
todo.

Catorce años después me encontraba frente a la casa donde todo había empezado.
Estaba vacía. La conservábamos, como todas las casas en las que habíamos
vivido, seguramente en unos cuantos años podríamos volver a esa casa.

No me tomó trabajo pensar en como encontrar a mi familia, si quería hacerlo,


podría. Pero no podía negar que necesitaba ayuda. Entonces fui al único lugar
donde sabía que siempre tendría alguien a quien recurrir. Fui a Alaska.

Tanya me había dicho que hasta el día anterior mi familia había estado viviendo
allí, cerca de ellos, y como era de esperarse, Bella también. Según Tanya era una
niña igual a cualquier otra humana, pero su mente gritaba lo contrario.
Tanya estaba celosa de una humana, específicamente de Bella. Primero por el
hecho de que por ella me había ido, y ella se perdió de vivir cerca de mí unos
cuantos años. Realmente no podía entender por qué seguía insistiendo en su
atracción por mí, siendo que ya le había dicho que realmente no me interesaba.

No quise hondear en aquel tema con ella. Mientras lo mantuviera de su mente


para adentro, haría oídos sordos a sus pensamientos. Aunque ella bien sabía que
yo podía oírlos. Entonces me dijo que mi familia se había mudado a un pueblito
en el estado de Washington. Forks.

No pude esconder una mueca de desencanto. Forks quedaba bastante cerca del
territorio de los licántropos. Territorio que habíamos prometido no pisar. Era
insostenible tener que estar cerca de ellos, y algo me decía que sería para
problemas que Carlisle hubiera decidido mudarse allí.

Me quedé con la familia de Tanya el menor tiempo posible, solo para


alimentarme y arreglar mi viaje. Si iba a estar cerca de Bella nuevamente tenía
que asegurarme de alimentarme lo suficiente. De tomar todos los recaudos
posibles para poder permanecer a su lado sin que el deseo de mis instintos
naturales me sobrepasara. Tenía que controlar al cuerpo, a la materia. Tenía que
meterme dentro de la cabeza, auto convencerme de que, realmente, la mente
dominaba a la materia, y no al revés.

Así, lleno de fuerzas, de nuevas esperanzas, de ansias por volver al círculo que
tanto había añorado, tomé un vuelo a Seattle. De allí tenía una hora más con una
avioneta hacia Port Angeles. Y luego corrí.

Me sorprendí al poder poner a prueba mi instinto de rastreo luego de haberlo


ejercitado. Seguir el rastro de mi familia no me fue nada difícil. Al llegar a la
entrada del pueblito de Forks, su rastro era inconfundible. Más aun el de Bella.
Como me temía, se había intensificado, y eso que quizás habrían pasado por aquí
mucho antes.

Pero no iba a dar marcha atrás ahora. No cuando me había convencido de que
podía, de que iba a ser fuerte. Me interné por el bosque, tratando de seguir el
rastro de mi familia, lejos de la carretera, ya que llamaría un poco la atención de
los habitantes del pueblito si corría como una bala entre sus autos.

Eventualmente llegué hacia el foco de su rastro. Me quedé oculto entre los


árboles. Desde fuera la casa estaba sumida en el más absoluto de los silencios. Si
tuviera un corazón, habría estado palpitando furiosamente, desesperado por saber
si había hecho lo correcto o no en venir en busca de mi familia. Mi mente, la
soledad de estos años y algo dentro de mí me decían que esto estaba bien.

¡Edward! ¡Volviste! -Los pensamientos de Alice me llegaron como en un


susurro, pero llegaron. Debía decir que me extrañó no verla en la puerta de la
casa en cuanto la avisté. Entonces percibí otra suave voz. Pero no eran
pensamientos.

-¿Alice…Qué haces?- por muchos años que hubieran pasado, supe que era la voz
de Bella. Sonaba bastante diferente a la del resto de mi familia. Era suave,
amable…dulce.

-Abre la puerta…- murmuró Alice, Bella le pidió que repitiera lo que acababa de
decir, ya que casi no le había comprendido, -Solo…ábrela.- Dijo con entusiasmo.

Entonces la puerta se abrió, una joven se asomó por ella. Al principio no le vi


bien, pues la sombra del porche recaía sobre su rostro, pero luego salió,
dejándose ver bajo la tenue luz de la luna.

Apreté mi mano fuertemente contra el tronco del árbol más próximo cuando su
esencia me golpeó. Como me temía, se había intensificado con el paso de los
años. Me dije a mí mismo que podía hacerlo, que era fuerte, que no quería
lastimarla.

Bella se asomó buscando la razón por la cual Alice le había hecho abrir la puerta,
pero no me veía. Ella – y cualquier humano- a diferencia de nosotros, no podía
ver bien en la oscuridad. Era más alta que Alice, pero apenas. Su castaña
cabellera caía sobre uno de sus hombros, y se balanceaba hacia el otro cuando
giraba su cabeza en busca de algo que no veía. Sus facciones habían perdido
cualquier rastro de niñez, era alargado y bien marcado.

-¡Ya sal!- exclamó Alice apareciendo desde atrás de Bella. Ella sí me vio, sus
ojos se clavaron en los míos, con una enorme sonrisa en su pequeño rostro de
duende.

Respiré profundamente y solté el tronco del cual estaba aferrado.

-Edward, va a estar bien… -Me dijo Alice entre sus pensamientos.

Di un paso al frente, dejando que la luz de la luna iluminara mi cuerpo. Planeaba


ir lentamente tratando de no correr -debido a la ansiedad que tenía por estrechar a
cada uno de mis familiares- ya que aun no sabía si Bella estaba al tanto de
nuestra naturaleza. Pero entonces Alice estaba frente a mí. Mis ojos se volvieron
en un santiamén hacia Bella, tratando de al menos, ya que no podía leer su mente,
leer sus gestos. Tenía una suave sonrisa en sus labios, y me miraba con aquellos
enormes ojos chocolate que resaltaban en su pequeño rostro cuando tenía apenas
tres años.

-¡No sé cómo no lo vi antes!- gritó Alice abrazándome con ganas. Su grito fue
suficiente para llamar la atención del resto de los habitantes de la casa.

Esme y Carlisle llegaron primeros, ambos permanecían bajo el marco de la


puerta. Esme con una mano sobre su pecho y una brillante sonrisa en sus labios,
mientras que la otra mano la tenía apoyada sobre el hombro de Bella.

-¡Ya pensé que no iba a volver a verte!- exclamó Emmett a mi lado, Rosalie,
como era de esperarse, mantenía su habitual distancia de mí. Creo que nunca me
perdonará el no haberle prestado atención cuando recién se integraba a la familia.

Saludé a cada uno de ellos, dándome cuenta de que esto era lo correcto, de que
haber vuelto era algo que debí haber hecho hacía muchos años. Alice me condujo
por las escaleras del porche hacia la puerta de entrada. Bella aun seguía allí, era a
la única a la que aun no había saludado, tampoco sabía como hacerlo, ni si sabía
a quien todos saludaban con tanto entusiasmo. Pero, como cuando era niña, una
vez más ella me tomó por sorpresa;

-Hola, Edward- murmuró, haciendo que sus mejillas se tiñeran de un adorable


color rosa. Di un torpe paso hacia delante, la voz de Alice seguía diciéndome que
todo iba a ir bien, y Esme me rogaba que no fuera descortés.

-Hola- dije asintiendo con mi cabeza, para luego meterme en la casa, huyendo de
ella.

-¡Edward! -Me reclamó Alice en su mente. -Eres de lo más bruto.

-¿Qué pretendías que hiciera?- le dije cuando estuvimos más alejados del resto.
Carlisle, Rosalie, Jasper y Emmett habían entrado detrás de nosotros y se habían
sentado en los sofás de la sala. Esme alegó que era hora de que Bella cenara, por
lo que ambas partieron hacia la cocina. Antes de desaparecer tras la puerta Bella
me miró extrañada y parecía un tanto molesta. ¿Por qué? ¿Pretendía un caluroso
abrazo? ¿Acaso nadie le había dicho nada sobre lo que estuve a punto de hacer?
-Ser un poco más cordial con ella ¿No? Después de todo es tan hermana como
cualquiera de nosotros.- me dijo Alice cruzando los brazos sobre su pecho. Le
lancé una mirada molesta antes de ir a sentarme al sofá.

-¿Dónde has estado?- inquirió Emmett con una sonrisa en sus labios.

-De aquí para allá- dije con tono aburrido, -Tratando de rastrear, he llegado a ser
muy bueno en ello ¿Saben?- dije apoyando mis codos sobre mis piernas, con una
animada sonrisa. Carlisle asintió gustoso, pero luego sus ojos se turbaron.

-¿Te has alimentado bien?- sabía que su pregunta tenía una doble intención.
Quería saber si me había alimentado bien, pero también si lo había hecho de la
forma, que nosotros creíamos, correcta. Asentí con mi cabeza, dándole una
sonrisa segura.

Miré los rostros de cada uno de ellos. ¡Cuánto les había extrañado!

Había pasado el resto del tiempo charlando con mi familia, más tarde Esme y
Bella se nos habían unido. Ella aun seguía mirándome entre extrañada y
ofuscada. Pero sabía que sus ojos estaban más enfadados que otra cosa. Había
tomado una postura hostil hacia ella antes, pero no podía abrazarle así
simplemente, sin haberme acostumbrado a su cercanía.

Pasadas unas cuantas horas Bella se despidió de nosotros. Había olvidado que los
humanos, a diferencia de nosotros, necesitaban dormir para reponer sus energías.
Emmett y Rosalie también se retiraron a sus habitaciones, me recordé
mentalmente tratar de evitar cualquier pensamiento de sus cabezas esa noche.

Me quedé en la sala, solo entre las otras dos parejas. Nunca me sentí desplazado,
pero había momentos en los que me sentía bastante incómodo, como ahora.

-Carlisle ¿Dónde puedo quedarme?- pregunté rogando que hubiera una


habitación donde pudiera encerrarme.

-¡En tu habitación, claro está!- me sonrió Esme. Fruncí mi ceño, confundido.

-Edward…algún día ibas a volver…siempre trasladamos tus cosas y armamos tu


habitación.- dijo Alice dando un salto hacia Jasper. Solo entonces fui capaz de
entender cuánto debió haberle dolido a mi familia mi partida. Armaban mi
habitación en cada mudanza con la esperanza de que su hijo y hermano volviera a
ellos. Esta vez lo había hecho. -En el último piso, la puerta al final del pasillo.-
Dijo Alice pasando sus brazos alrededor del cuello de Jasper.
Alcé mi mano cuando vi que Esme y Carlisle se disponían a acompañarme, solo
podría encontrarla.

Subí las escaleras, llegando hasta el segundo piso. No recordaba si Alice me


había dicho en que dirección era. El pasillo del piso superior tenía dos alas, norte
o sur. Izquierda o derecha. Decidí por ir a la puerta que se encontraba mi
izquierda, ya que por lo general mis anteriores habitaciones se encontraban de
esa mano.

Abrí la puerta, tensándome bajo el marco de la puerta. La habitación tenía una


enorme cama en el medio de ella. Aquella no era mi habitación. Y un cálido y
dulce aroma me afirmó lo que ya temía, aquella era la habitación de Bella.
Comencé a sospechar que Alice no había omitido por error decirme en que
dirección se encontraba mi habitación.

Sacudí mi cabeza, Si Alice seguía empujándome hacia el abismo…Me di vuelta,


lo mejor era salir de allí tan rápido como había entrado.

-Alice- murmuró Bella. Volví mi cabeza sobre mi hombro. Me había visto,


estaba seguro.

-No, soy Edward. Lo siento…creí que era mi habitación.- susurré poniendo un


pie sobre la habitación. Bella no respondió, o por lo menos no lo hizo
coherentemente, solo fueron sílabas murmuradas al azahar, su cuerpo se removió
debajo de las mantas y entonces me di cuenta de que estaba dormida.

Avancé hacia la enorme cama, era la misma que cuando era pequeña, solo que su
cuerpo ahora no se perdía entre la enormidad de la misma. Reprimí una risa al
verla durmiendo. Tenía una mano sobre sus ojos, y su cuerpo estaba casi cruzado
en diagonal sobre la cama. Su pecho subía y bajaba suavemente, exhalando su
perfumado aire.

-No hay marrón.- la miré extrañado. Y volví mi cabeza hacia la puerta. No debía
estar en su habitación en medio de la noche. No estaba bien, no era correcto. Pero
por otro lado me sentía intrigado, Bella hablaba entre sueños. Era la única
oportunidad en la cual podía de cierta forma escuchar sus sueños, y por ende sus
pensamientos.

-Edward -en mi interior se formó un extraño vacío. Bella había susurrado mi


nombre entre sueños. ¿Por qué? Deseaba tanto poder leer su mente, y que
susurrara mi nombre entre sueños no me hacía sentir en nada mejor. Por el
contrario, conseguía frustrarme aun más…no sabía qué era lo que pensaba sobre
mí, ni en lo que estaría soñando.

-Lo hace con frecuencia- me sorprendí al encontrarme a Alice parada a mi lado.


No había escuchado sus pensamientos. ¿Tan concentrado había estado en Bella?

-¿Murmurar incoherencias?- sonreí. Por lo menos sabía que si alguna vez quería
saber que pensaba, podría oír sus sueños.

-No, murmurar tu nombre. No es la primera vez que lo hace- me dijo frunciendo


su ceño. -Nunca me metí en su habitación mientras dormía…así que no sé desde
cuando lo hace.- Ambos hablábamos en un leve tono, para no despertar a Bella.

-¿Por qué?- le pregunté. Saber eso me frustraba aun más. Temía que Bella
recordara la noche en que la ataqué. Temía que sus sueños estuvieran llenos de
pesadillas sobre mí y lo que estuve a punto de hacer. Alice percibió aquel temor
en mis ojos.

-No creo que lo recuerde, en una ocasión nos preguntó como se hizo la cicatriz en
su antebrazo…donde se cortó con el jarrón. Quédate tranquilo Edward, ella no lo
recuerda. Ahora, por qué te nombra entre sueños…no lo sé, la he escuchado
algunas veces llamarme a mí, o a Esme…- me encaminé hacia la puerta, ya había
llevado demasiado tiempo en su habitación, cerca de ella y de su aroma…no
tenía que tentar a la suerte exponiéndome a mi sed más tiempo.

-¿Ella…sabe lo que somos?- pregunté una vez que nos encontrábamos fuera de la
habitación de Bella. Alice asintió. -¿Cómo lo tomo?

-Se rió…al principio no nos creyó- dijo con una animada sonrisa en su rostro. –
Pero luego nos entendió y no le importó.

- ¡¿Qué no le importó?!- hubiera esperado cualquier otra reacción, cualquier


humano habría salido corriendo al enterarse de qué éramos en realidad. Pero
Bella volvía a sorprenderme.

-No, dijo que no importaba cuan diferente fuéramos, que siempre seríamos su
familia.- Me contó mientras nos dirijamos a mi habitación. Abrí la puerta, esta
vez estando seguro de que aquella era mi habitación. Todo estaba tal cual a mí
me gustaba. Mi sofá de cuero negro, la enorme alfombra dorada, mi pared repleta
de discos compactos y mi equipo de música. De un rápido movimiento me
encontré frente a él, encendiéndolo.
Hacía demasiados años que no escuchaba mi música preferida. Demasiados años
que había pasado lejos de casa. Pero al fin estaba de vuelta.

De vuelta para siempre.


Capitulo9

Bella POV

Los ojos de Alice se encontraban clavados en alguna dirección inespecífica. Pero


estaban fijos en un punto, eso podía verlo. Traté de seguir la dirección de su
vista, entrecerré mis ojos, como si eso me permitiera ver mejor en la oscuridad. Y
entonces lo vi.

Al principio creí que había forzado demasiado la vista, hasta el punto en que mi
propia mente estaba creando una fabulosa visión, pero luego me percaté de que
su cuerpo era iluminado por la suave luz lunar. Era Edward. De eso no tenía
dudas. Era el mismo joven que vi tantas veces en los retratos familiares. Y algo
me decía que lo hubiera reconocido en medio de una multitud.

No sabía cómo, pero le recordaba. Sus ojos negros y profundos, su cabello


cobrizo y despeinado, ese aspecto desgarbado pero a la vez tan atrapante. Era
increíble que (,) a pesar de que solo estuve con él un par de meses –como mi
familia me había dicho- le recordase con tanto detalle.

Edward se quedó unos instantes bajo los rayos de la luna, vacilando. La luz
arrancaba de su piel un brillo perlado, parecía la estatua de algún dios pagano de
la belleza (,) parado en la entrada de nuestra casa. Solo para nuestra admiración.
Edward siempre me había parecido el más apuesto de todos mis familiares.

Avanzaba con paso lento y cuidadoso, escrutando mis ojos a cada momento pero
entonces Alice, en un abrir y cerrar de ojos, estaba abrazándole. Los ojos de
Edward se posaron en mí rápidamente, con una especie de inseguridad que no
comprendía.

-¡No sé como no lo vi antes!- gritó Alice con entusiasmo. Solo entonces me


percaté de que no estábamos solos. Esme y Carlisle se nos habían unido. Mi tía
se llevó una mano a su pecho, dejando entrever sus brillantes dientes al mismo
tiempo que apoyaba una mano sobre mi hombro.

-¡Ya pensé que no iba a volver a verte!- me volteé ante la sorpresa de la


inesperada voz de Emmett, pero él ya estaba a un lado de Edward. Rosalie estaba
a su lado también, pero no mostró el mismo entusiasmo que los demás. Jasper fue
el último en llegar, pero el que más añoranza demostró por su hermano.

Alice condujo a Edward hacia el porche, con una mano sobre su espalda,
acercándole a mí con cada paso. Solo entonces comprendí que el extraño y
punzante dolor en mi pecho eran los alocados –e irracionales- latidos de mi
corazón. ¿Se suponía que debía abrazarle? ¿Besarle en la mejilla? Ambos
estábamos de pie frente al otro.

Edward me observaba con ojos calculadores. Entonces decidí saludarle


informalmente…

-Hola, Edward- murmuré sintiendo una ola de calor recorrer mi cuerpo. Edward
se adelanto grácilmente hacia mí. Preparé los músculos de mis brazos para rodear
su cuerpo.

-Hola- me respondió rápidamente, esquivando cualquier otro tipo de contacto o


palabra, y se metió dentro de la casa. Abrí mi boca para decir algo…quizás
alguna especie de pretexto que me permitiera entablar una conversaron con él,
pero ya estaba demasiado lejos como para continuar una charla que ni había
comenzado. Alice pasó por mi lado haciéndome una mueca de disculpa, le vi
apresurarse hacia Edward y hablarle con el ceño fruncido. De tanto en tanto sus
ojos se fijaban en mí. Sabía que discutían por mi causa.

Carlisle, Emmett, Rosalie y Jasper habían entrado después, hacia la sala. Esme
que solo había abandonado mi lado para abrazarse a su hijo, se quedó conmigo
en el porche. Yo aun no salía de mi incredulidad. Me sentía tan…tan…ridícula.
¿Por qué tenía que tener tanto entusiasmo por verle…cuando era evidente que le
daba igual que yo estuviera o no? ¿Qué rayos le había hecho para que me tratara
de forma tan tosca? Bufé frustrada. Esme me lanzó una suave sonrisa y me
recordó que ya era hora de la cena, al menos para mí.

Esme nos disculpó y nos dirigimos a la cocina. Revolví el refrigerador en busca


de los ingredientes para hacerme algo ligero. No pretendía comer demasiado, la
sensación de vacío en mi estomago era un engaño creado por los nervios, y si
comía pesado me caería mal.

-Esme, ve a la sala…deben de tener muchas cosas de que hablar…- murmuré


mientras veía mi comida girar en el microondas. Algo me decía que no era
demasiado buena escondiendo mi enojo.

-Bella- comenzó Esme apoyándose a mi lado, -Edward no quiso ser


descortés…es solo que no sabe cómo actuar cerca de ti...prácticamente es como
si no se conocieran…- dijo suavemente, bajando el tono de su voz hasta que
fuera casi un susurro.
-Sin embargo yo vivía pendiente de cuando regresaría…- mascullé. Esme abrió
su boca para decir algo, pero luego la cerró.

-Quizás fue la influencia de Jasper.- me aseguró mientras me ayudaba a


acomodar la loza sobre la mesa. -Sabes cómo es el don de Jasper…

-Lo sé- mascullé. ¿Sería posible…que toda la emoción por ver a Edward se
debiera al don de Jasper? Comí en silencio, Esme permaneció a mi lado todo el
tiempo. Traté de mantenerme serena, indiferente. Sabía del don de Edward, él
podía leer las mentes, con una excepción. La mía. No estaba segura de cómo
funcionaba aun su don. Pero si había visto las suficientes películas de ciencia
ficción, también podría leer lo que los demás ven con sus ojos.

Trate de retrasar mi cena lo más que pude, comía cada bocado con parsimonia.
Pero al final de cuentas la terminé. Iba a fregar la loza, pero Esme me pidió que
se lo dejara para después, que fuéramos a la sala, donde todos estaban reunidos.

Me senté a un lado de Alice, en el sofá que estaba frente al cual Edward ocupaba.
Mis ojos lo observaban con cautela, tratando de que él no lo notara, pero en vano.
Unas cuantas veces su mirada se cruzo con la mía. Y me sorprendí ante su
expresión. Estaba como… ¿Enfadado? ¿Conmigo…yo que le había hecho?
Después de todo quien entró a la casa con un seco Hola fue él y no yo. No tenía
argumento en mi contra. Y podía decirse que prácticamente éramos extraños
como para que con solo verme pudiera caerle mal.

Entonces caí en cuenta de algo que había pasado por alto. Para el resto de mi
familia yo era Bella, una más de ellos. Pero para Edward no. Yo era una humana.
Una extraña viviendo, usurpando un lugar que no me correspondía. Quizás era
como Alice me había dicho una vez sobre Rosalie; Quizás él también sentía celos
de mí por ser humana, por estar viva.

Nuevamente me quedé estupefacta. Edward era todo lo que yo no era, hermoso,


ágil, inteligente, podía leer mentes, rápido, inmortal y quien sabe cuántas cosas
más. No tenía sentido que de tantas cosas que tenía desease la única que jamás
podría tener, y que a mi criterio era un pequeño e insignificante detalle; pulso.
Vida.

Pasadas unas cuantas horas decidí ir a acostarme, la cabeza me daba vueltas y no


quería pensar más en el asunto Edward. Llegué a mi habitación. Busqué mi bolso
de tocador y mi pijama, que consistía en un pantalón de chándal y una
musculosa. Me duché, tratando de relajarme y de olvidar mi frustración, y
eventualmente, una vez metida en la cama, me dormí.
--

Al día siguiente desperté más temprano de lo habitual. Aun no estábamos en


época de clases, con lo cual la mañana se me pasaría con demasiada lentitud. Me
quedé tirada en la cama un buen rato, escuchando el trinar de los pájaros y el
lejano, pero audible, sonido del agua que corría por el río que atravesaba el
jardín.

Pero el cuerpo comenzaba a dolerme de tanto estar recostada. Me puse de pie,


suspirando pesadamente y miré la puerta. En cuanto saliera por ella volvería a los
pensamientos que me había concentrado en olvidar ayer por la noche. Tomé la
bata del pie de mi cama y salí por la puerta.

Hubiera sido igual a cualquier otra mañana, la casa parecía sumida en su habitual
silencio, a excepción de una suave música que sonaba desde la sala. Me detuve al
pie de la inmensa escalera de caracol, escuchando la suave melodía. No podía
estar segura, pero la había oído antes, aquellas notas dulces y melancólicas
enviaban olas de frío a mi columna, estremeciéndome hasta lo más profundo de
mí ser. Esa melodía la había escuchado.

Me coloqué la bata mientras bajaba por las escaleras. Mis pies descalzos me
hacían temblar cada vez que pisaba los fríos escalones de mármol. En cuestión de
minutos estuve en la sala. El sonido provenía del piano, a pesar de que nunca
antes lo había escuchado ser tocado, estaba segura de que provenía de ahí. Me
asomé con cautela.

Edward estaba sentado en el banquillo del piano, con sus manos sobre él. Tenía
su cabeza inclinada hacia las teclas, pero no las veía…Tenía sus ojos cerrados y
respiraba suavemente, al tiempo en que sus manos se movían a una velocidad
increíble. Entonces los tonos de la melodía comenzaron a ser más suaves, más
lentos, hasta detenerse en una nota que quedo retumbando en la sala y dentro de
mí.

Me estremecí cuando Edward fijo sus ojos en mí. No tenía la misma expresión
dura de ayer, esta vez era de vergüenza…de culpa. Permanecí unos instantes más
en silencio, tratando de ver el grosor del suelo que pisaba. Avancé un corto paso
hacia él, con cautela. Edward permanecía inmóvil, como si fuera una estatua de
mármol.

-¿Es de Debussy?- pregunté tratando de usar un tono casual, como si me dirigiera


a cualquiera de mis familiares.
Edward sacudió su cabeza. -No, es mía.

-Oh vaya…esto…con razón me sonaba familiar- no supe a ciencia cierta, pero


creí que una mueca de tristeza torturaron sus perfectas facciones. –Supongo que
solías tocar cuando yo era pequeña.

-¿Me recuerdas?– se sorprendió.

Asentí, al mismo tiempo que sentía mis mejillas arder. –Poco…casi nada…no
recordaba que tocabas el piano hasta que me lo contó Alice, hace tiempo
ya…supongo que alguna vez te habré escuchado, por eso esa melodía me suena
familiar.

-Sí…quizás.- Dijo encogiéndose de hombros. Yo asentí con mi cabeza, sin saber


que más decir, iba a darme vuelta para irme y preocuparme por mis asuntos,
cuando su voz me hizo volverme hacia él.

-Bella– comenzó, girándose en el banquillo para sentarse frente a mí, –lamento


haberte tratado de forma tan…poco educada- dijo deteniéndose para buscar
algunas palabras que le sonaran mejor. Poco educada me sonaba a poco en
comparación a cómo me había hecho sentir. –Es solo que no estoy tan
acostumbrado como mi familia a pasar tiempo con humanos.

-No te preocupes, procuraré no estorbar- mascullé entre dientes mientras me


volteaba. Pero como era de esperarse había pasado demasiado tiempo sin cometer
una torpeza y resbalé con la correa de la bata, que colgaba más de un lado que del
otro. Apreté mis dientes esperando sentir el frío golpe de mi trasero con el suelo,
pero no sucedió.

Abrí los ojos, Edward me sostenía por los codos, evitando que diera de golpe
contra el suelo y me ayudó a ponerme de pie. Ofuscada me acomodé la ropa – y
la peligrosa tira de la bata.- entonces percibí que Edward trataba de esconder una
sonrisa burlona.

-Sigues siendo un poco descuidada ¿Verdad?

-Es la primera vez en días.- mentí, recordando la caída de la mañana del día
anterior.

-Bien…ve con cuidado- se mofó mientras yo me iba de la sala. Para mi bendita


suerte, casi tropiezo con mis propios pies mientras salía de la sala…y pude oír
una suave, pero exasperante risa.
Desayuné serenamente, tratando de calmar mis nervios. Ya tenía que soportar las
burlas de Emmett y en menor medida las de Jasper. No soportaría que Edward
también se riera a mi costa. Entonces decidí dar una vuelta por el pueblo para
despejar mi mente. Recorrer el lugar, los negocios y edificios me ayudarían a no
perderme en ocasiones futuras.

Me cambié, poniéndome unos vaqueros y un pulóver de cuello volcado. Tomé


del placard un impermeable y las llaves del auto que había dejado en un
cajoncillo del escritorio.

Imaginé que avisarle a mi familia hacia donde me dirigía era en vano, Alice lo
vería antes de que pudiera avisar. Como me lo esperé no había nadie en la puerta
para detenerme, ni los cables de mi auto estaban desconectados, ya que pude
encenderlo con facilidad.

Seguí con cuidado el invisible camino de árboles que conducían desde mi casa
hacia la ruta principal del pueblo. Pasé escasas tiendas, entre ellas el
supermercado Thriftway y una tienda de artículos deportivos. Hice unos cuantos
kilómetros más cuándo me decidí por renovar mis viejas botas de sedentarismo
que usaba en escasas ocasiones cuando iba de acampada con mi familia.

Entré a la pequeña tienda ‗Newton‘, el ambiente era bastante más cálido que el
exterior, pero era agradable. Di un par de vueltas entre las pequeñas góndolas
hasta que uno de los empleados se me acercó.

-Hola ¿Te puedo ayudar en algo?

-Esto…sí…busco un par de botas- murmuré con mi vista fija en la tienda, odiaba


no poder buscar las cosas por mí misma. Entonces me volteé hacia el empleado.
Para mi sorpresa me encontré con la cara de un chico guapo. Su rostro aun tenía
la redondez característica de la niñez y llevaba su rubio cabello peinado con gel.

-Hum, sí- asintió mientras pasaba a mi lado y me guiaba hacia la sección


correcta. Me probé varios pares, hasta encontrar el modelo y talla justos. –Y…
¿A dónde vas a ir de excursión?- me preguntó con una amable sonrisa.

-A ningún lado- El empleado me miró contrariado, yo le sonreí. –Suelo ir a veces


de excursión con mi familia, en los fines de semana soleados. Nos acabamos de
mudar a Forks- Los ojos del joven brillaron con entusiasmo.

-¿De verdad? Entonces asistirás al mismo, e único instituto que yo.


No quería deshacer su sonrisa al decirle que a mí no me entusiasmaba tanto la
idea de ir a un instituto donde seguramente todos se conocían desde antes de
nacer…

-Vaya…- murmuré.

-Oh, soy Mike- me sonrió extendiendo su mano hacia mí.

-Soy Bella, Bella Cullen- murmuré estrechando su mano.

-¿Cullen? Entonces debes ser la hija del nuevo doctor del hospital- aseguró.

-Así es.- respondí tajante. Esperaba que no ondeara en el tema de que mis padres
eran demasiado jóvenes para tener hijos y bla bla bla…con lo cual me tomaría
toda la tarde contarle la historia.

-¿Ya sabes que clases te tocaran?- comentó apoyando sus brazos sobre el
mostrador, aparentemente planeaba una extensa charla, mientras que yo traté de
pensar en una excusa para evitarla. Negué con la cabeza, esperando que mi poco
entusiasmo le hiciera descartar la idea de segur hablando. Pero no. El chico, del
cual ahora no podía recordar el nombre, me retuvo unos varios minutos
hablándome hasta por los codos del pueblo, del instituto, de las clases y de un
viaje que solía programar con sus amigos para la segunda semana de clases a una
playa.

Para mi salvación una persona necesitaba ayuda con unas carnadas para pesca. El
joven se despidió con una decepcionada sonrisa y me despedí de él,
prácticamente corriendo fuera de la tienda antes de que tratase de volver a
retenerme en una charla sin fin. Aun así, me había resultado agradable, pero no
me gustaba demasiado hablar con las personas. Por lo general se general
silencios que no sabes con que rellenar, y eso es…incómodo.

Para cuando llegué a la casa, Carlisle ya había vuelto de su turno matutino en el


hospital. Él, Alice, Edward y Esme estaban de pie en el hall.

-Hola, Bella ¿Qué tal las compras?- inquirió Alice dando un salto hacia mí. Alcé
la bolsa de las botas y Alice hizo una mueca. –Antes de comenzar las clases
iremos de shopping.-

-No…Alice…por favor… ¡Esme!- traté de que me salvara de la tediosa


excursión a algún centro comercial en busca de cosas innecesarias.
-No creo que sea tan fatal, Bella. Además necesitas ropa de abrigo.- ¿Más?

-Si no les molesta, las acompaño- me sonrió Edward, y por primera vez desde
que había vuelto veía su sonrisa. Era aun más intensa que la del resto de nuestra
familia. Pero algo en ella me había dejado sin aire, quizás era la forma en que sus
finos labios se curvaban hacia un lado –torciendo su sonrisa- o quizás el efusivo
y atrapante brillo en sus ojos.

-¿Bella, me escuchaste?- dijo Alice en un tono más alto de voz. Parpadeé


perpleja y me volví hacia ella.

-Eh…sí, sí…como quieras.- Alice abrió su boca, pero no dijo nada, simplemente
se limitó a pasar su mirada rápidamente de mí a Edward. -¿Qué tal tu día
Carlisle?- pregunté para evitar cualquier comentario que Alice estuviera
barajando en su mente.

-Bien, demasiado tranquilo. Es un pequeño pueblo, no creo que haya demasiados


incidentes. Me tomé un tiempo para pasar a presentarme con el jefe de policía del
pueblo.-

-Sí, Carlisle adora hacer visitas de presentación entre las personas más
importantes del pueblo- rió Edward.

-Como sea- Carlisle hizo caso omiso al comentario de Edward, -Es bueno
relacionarse un poco con algunas personas. Y el jefe de policía Swan es una de
ellas.
Capitulo10

Alice POV

-¡Estoy exhausta! Alice… ¿No crees que ya has comprado suficiente? -exclamó
Bella dejándose caer en uno de los sofás de la tienda de zapatos.

-¡Oh vamos! Faltan cosas, aun no te has comprado nada -me encantaba ir de
compras con Bella, más ahora que teniendo diecisiete años podíamos ir a las
mismas tiendas, ver los mismos zapatos, maquillajes y perfumes. En ocasiones
Rosalie venía con nosotras, pero solo cuando realmente estaba desesperada por
comprarse cosas. Aun seguía con su postura indiferente hacia Bella, pero por lo
menos no la trataba tan mal como hacía años. Hasta en ocasiones sospechaba que
quería hablar con ella, solo que no quería dar su brazo a torcer, nunca admitiría
un error.

-Bien…si me compro algo ¿volvemos a casa? Además Edward debe estar


aburrido de esperarnos -me había olvidado por completo que Edward nos
esperaba para llevarnos de regreso a casa, era su problema si se aburría, él no
quiso entrar al centro comercial. En los últimos días su relación con Bella había
mejorado, por lo menos era capaz de darle un abrazo o de besar su mejilla, sin
temor a poner en riesgo su vida. Pero nunca presionaba los límites.

Aun se encontraba un tanto temeroso, ya que el primer día que la había visto la
trató toscamente, con indiferencia, mientras que la pobre de Bella había esperado
su regreso con tanto entusiasmo…

-Bien…necesitarás algo nuevo para el instituto- hacía apenas dos meses nos
habíamos mudado a Forks. Me extrañaba que Bella aun no hubiese puesto queja
ante nuestras sucesivas mudanzas. Sabía que entendía por qué lo hacíamos, ya
que hacía pocos meses le habíamos revelado nuestra naturaleza, y me sorprendió
que no hubiese salido dando gritos asustada; Era única, sin dudas. Nunca, jamás
en los primeros días la atrapé mirándonos con miedo o desagrado. Ella seguía
siendo la misma Bella de siempre, y nosotros podíamos ser un poco más libres,
ya no teníamos que fingir ser humanos las 16 horas del día – ya que por fortuna
Bella siempre dormía 8 horas.

-No me lo recuerdes…solo espero pasar desapercibida- gimió mientras miraba


las diversas chaquetas que había en un exhibidor.

-Ve el lado bueno…este año nos inscribirnos todos- me miró sorprendida.


-¿En serio? ¡Gracias!- exclamó abrazándome-. Sé cuánto debe molestarles volver
al instituto por ¿Cuánta…enésima vez?- dijo con un tono de voz un tanto más
alto de lo habitual.

-Shhh- bisbiseé. -Bella…sé un poco más disimulada, la gente puede escuchar.

-Lo siento…es solo que para mí es tan normal…

-A veces me pregunto si hicimos bien en dejarte con nosotros…- murmuré más


para mí misma que para ella.

-Por supuesto, no podría imaginarme otro estilo de vida, otra familia…- de


repente su mirada se entristeció. Solía suceder cuando recordaba el trágico evento
que la trajo hacia nosotros. Por supuesto no le habíamos contado toda la historia;
¡imagina! convivir con una familia de la misma especie que dio muerte a sus
padres, y por poco a ella. Habíamos decidido que lo mejor era decir que había
sucedido un terrible accidente de autos, y que Esme era una lejana…lejana tía.

-¡Mira que linda esta!- exclamé mostrándole una chaqueta de cordero beige, con
la esperanza de cambiar de tema -Podrías probártela…o confiar en que sé que te
quedará bien- me sonrió…era lo único que le satisfacía de las compras, no
probarse nada…yo era como una especie de probador virtual para ella.

Después de comprar la chaqueta nos fuimos en busca de Edward para volver a


casa. No tuvimos que caminar mucho para llevar a la puerta del Volvo.

-Era hora…comencé a temer que habían sido raptadas por las góndolas- rió
Edward abriéndonos la puerta. Bella pasó por su lado, y entonces me percaté de
un pequeño, pero quizás no menor detalle. Cuando pasó por su lado, Bella cerró
sus ojos suavemente y contuvo la respiración. Luego los abrió despacio, clavando
su mirada en Edward, al mismo tiempo que sus mejillas se teñían de rosa y su
respiración se agitaba levemente. No estaba segura pero podría jurar que su ritmo
cardiaco había aumentado. Edward pareció no notar nada, ya que se dirigió hacia
la puerta del piloto y entró al auto.

El resto del viaje seguí atenta a los movimientos de Bella. Algo sucedía.
Entonces recordé que ella era humana. Para ella somos demasiado atrayentes,
nuestros rostros, aroma e incluso nuestra voz tenían cierto poder sobre ella que
hasta ahora no me había percatado de cuan fuerte podía ser. Tendríamos que
tener cuidado con eso. Bella era bastante torpe y efusiva. Yo no tenía problema
con ello. Jasper parecía haberse controlado a su alrededor, por lo menos no siente
deseos de su sangre, pero nunca estaba de más vigilarla. Edward debía tener
cierto tiempo para acostumbrarse a su cercanía. Edward más que nadie, siendo
que la sangre de Bella era más fuerte para él.

Bella se sentó en el lado del copiloto y yo detrás. No podía evitar ir atenta a cada
movimiento de ella. Pero esta vez fue Edward el que captó mi atención. En un
momento en el que conducía por la recta carretera, sus ojos se posaron sobre
Bella. No le hablaba, ni ella a él, por lo que el auto estaba sumido en un extraño
silencio. Edward la observaba de una manera extraña; su mirada era suave, pero
aun no lograba descifrar que significaba.

Bella seguía con la mirada fija en su bolso, ocupando su vista en busca de algo. Y
Edward seguía con sus ojos fijos en ella. ¿Qué le pasa? Y su mirada se dirigió
hacia mí. Me había escuchado. Le enarqué una ceja, y él simplemente volvió su
vista a la carretera. Quizás solo era impresión mía…

-Adiós…y buena suerte -nos despidió Carlisle desde el porche de la casa. Bella,
Jasper y yo nos fuimos con el New Beattle de Bella. Mientras que Edward
conducía su flamante Volvo, llevando a Rosalie y a Emmett.

El instituto Forks se hallaba junto a la carretera. Solo nos dimos cuenta de que
ese era el lugar por un cartel que así lo decía. Parecía un conjunto de casas
construidas con ladrillos de color granate. A primera vista resultaba difícil de ver,
debido a la gran cantidad de árboles y arbustos que rodeaban los edificios.
Aparcamos en uno de los principales edificios, uno de ellos tenía un cartel negro
con letras blancas ―Oficina Principal‖. Nos detuvimos allí. Primero debíamos
anunciarnos, y pedir la hoja de asistencia del día. Además del típico mapa de las
instalaciones y los horarios de clases.

Me sentía un tanto extraña, hacía bastantes años que no pisaba un instituto.


Edward entró primero.

-Buenos días- le sonrió a la recepcionista. -Soy Edward Cullen, y ellos son mis
hermanos; Emmett, Alice, Rosalie, Jasper y Bella -la recepcionista nos miraba
con gran asombro.

-Oh sí claro, los hijos del doctor Cullen ¿Le está gustando el pueblo? Ya verán
que más entrada la primavera es un tanto mejor el clima… -conversó mientras
buscaba nuestras hojas de horarios. Bella coincidía con Edward únicamente en
Biología. Jasper y yo teníamos la mayoría de las clases. Mientras que Rosalie y
Emmett coincidían absolutamente en todas.
Salimos de la oficina principal, quedándonos unos instantes debajo de la
chispeante llovizna.

-Bella…cambia esa cara…no es la muerte de nadie -bromeó Emmett. Pero tenía


razón, Bella tenía unos terribles nervios, y su rostro lo demostraba.

-Discrepo, pero con camuflarme entre las paredes me conformo -sonrió


levemente.

-No te preocupes…en cuatro horas estaremos juntos en Biología -le sonrió


Edward. Luego nos despedimos y cada uno tomó su rumbo. Mi primera hora
consistía en Historia moderna; del siglo XIX al XX. Aburrido. Por suerte me
tocaba con Jasper. Lo malo, era que él se sentía bastante atraído por las
asignaturas históricas. Máxime si tocaban las épocas en las que había vivido. Y
ahí saltaba él con su cháchara sobre su punto de vista.

Gracias a Dios el tiempo pasaba rápidamente para nosotros, y la hora del


almuerzo fue bastante tranquila. Me sentí un poco molesta cuando Bella me
dedicó una sonrisa y se sentó con unos chicos. Una chica que no dejaba de hablar
y un chico apuesto que no le quitaba los ojos de encima. Parecían bastante
agradables y hablaban como si se conocieran de antes. Era bueno que Bella
hablase con sus iguales. Necesitaba relacionarse con los humanos, después de
todo –y por mucho que me doliera admitirlo– ella estaba grande, y debía volver
al mundo del que provenía.

A menos que quisiera otra forma de vida.

Entonces sentí un ruido bastante familiar, un suave gruñido. Edward me miraba


fijamente.

-¿Qué?- pregunté sin saber por qué se había puesto de esa forma.

-Deja de pensar en eso…Bella es y seguirá siendo humana.- exclamó exasperado.

-Ella es libre de elegir lo que quiera ¿Sabes?

-Ella no sabe que le conviene. Es muy joven.- Sonreí, recordándole mentalmente


que ella tenía la misma edad que cuando fue transformado. -¡No importa! -alcé
mi mano para callarle, ya que estaba elevando el tono de su voz.
-¡Ya, para! Fue un simple pensamiento. Además Bella jamás insinuó nada sobre
si quería ser como nosotros o no…lo siento, creo que no debí pensar eso. -Me
disculpe. Pero no podía vivir al pendiente de si él leería mis pensamientos o no.

Entonces Edward miró fijamente a Bella, por lo que volví mi vista hacia ella. La
chica se había ido a otra mesa, a hablar con un chico, y Bella había quedado a
solas con el joven rubio. Sonreí. Habíamos vivido todas las etapas de su vida
humana, y podía oler que se aproximaba la edad de las citas y el primer amor.

-Oh…tendremos que ir de compras, no puede salir sin maquillaje…- pensé en


voz alta. Edward se giró hacia mí.

-¿Estás loca?

-En absoluto…mírala, se ve tan contenta…puedo oler algo entre los


dos…además él parece agradable- Edward no respondió. Permanecimos en
silencio mirándonos unos a otros.

-Alice- escuché una suave voz a mi lado. No me había dado cuenta de cuando
Bella se había acercado a nosotros.

-¡Bella! Ni que fueras…- Un vampiro. Terminé la frase en mi cabeza. Ella lo


entendió y sonrió. Nunca mencionábamos lo que éramos en público, ni a ella le
gustaba decirlo con ese nombre. -¿Qué tal las cosas? Veo que ya has hecho
amistades -le guiñé un ojo, haciendo que instantáneamente se ruborizara.

-Se llama Mike, lo conocí cuando fui a comprar las botas, asistimos a varias
clases juntos. La chica es Jessica, habla bastante… -dijo sonriente.

-Con que Mike ¿eh?… ¿No eres demasiado pequeña para hablar con hombres?-
rió Emmett. Rosalie rodó sus ojos, y comenzó a jugar con sus cabellos.

-Hace poco cumplí 17…ya no soy una niña- refunfuñó Bella acomodándose entre
Edward y yo.

-Ese es el problema…Mike tampoco cree que seas una niña…es molesto oír los
pensamientos de un adolescente humano- murmuró Edward mientras jugaba con
la manzana que tenía en su bandeja.

-Edward, no puedes impedir que piense lo que quiera, después de todo, se supone
que los pensamientos son privados ¿Quién sabe si yo piense lo mismo que
Mike?- respondió Bella con una sonrisa. Primero la miramos sorprendidos ante
tal respuesta, pero luego todos en la mesa le seguimos, menos Edward.

Escuché un gruñido a mi lado y rápidamente Edward se levantó de la mesa y tiró


su bandeja llena de comida en el tacho. Nuevamente me quedaba sin entender
que había sucedido.

-¿Qué le paso?- preguntó Jasper.

-No tengo ni la menor idea… -susurró Bella quedándose con la mirada perdida
en la puerta por la cual Edward había desaparecido.
Decidí hacer lo mismo que él, tiré mi bandeja y fui detrás de Edward. Era tiempo
de tener una buena charla. No me costó trabajo pensar donde estaría; el Instituto
tenía una especie de parque, entre unos hermosos cipreses. Fui hacia allí, nadie
iría a esa zona en un día tan frío como el de hoy.

Detrás de una cortina formada por el follaje de los sauces y los cipreses, Edward
estaba sentado sobre una banca. Me recordaba a una estatua pensante, con su
rostro fruncido, tratando de buscar alguna respuesta lógica a algo que quizás no
lo necesitaba.

-Has estado extraño- comenté sentándome frente a él, sobre la mojada hierba, -
desde que volviste que estás diferente.- el ceño de Edward se frunció aun más y
suspiró pesadamente. -¿Por qué te fuiste así?

-Por nada Alice, por nada -murmuró secamente. Su rostro se volvió a fruncir,
pero esta vez no era por molestia u algo parecido, esta vez era de dolor.
Permanecí sentada frente a él, mirándolo en silencio, mientras su rostro mantenía
el semblante de tormento.

¡Cuánto deseaba ahora poseer su don!


Capitulo11

Edward POV

-Bien…eso fue todo por hoy, recuerden para la semana entrante traer hechos los
trabajos prácticos del uno al diez del manual- Matemática. Tan aburrida como a
principios del siglo XX. Nunca cambiaba. Pero por lo menos era la que más
entretenido me tenía en clase; por lo menos tenía que escribir. Me tomé todo el
tiempo del mundo para juntar mis cosas. El horario del almuerzo no era algo que
me tuviera ansioso.

¡Cielos Santo! Eso sí que es un hombre. Las adolescentes y sus eufóricas


hormonas. Disimuladamente giré mi cabeza para ver de quién provenía aquel
pensamiento y hacia quién iba. Me sorprendí al cruzar mi mirada con una chica,
la cual al ver mi movimiento esquivó mi mirada. ¿Lo dije en voz alta? ¡Rayos
Jessica! ¿Podrías ser más tonta? Oh bien…si sigue mirándome le hablaré. Me
levanté y salí del aula lo más rápido que pude, sin llamar la atención. Cada vez
que entraba a un nuevo instituto era siempre lo mismo.

Fui hacia la cafetería. No veía a mis hermanos ni a Bella por ningún lado, con lo
cual tomé una bandeja con un jugo y una manzana y me senté lo más lejos
posible del gentío. Al poco tiempo mis acompañantes fueron llegando. Primero
Rosalie y Emmett quienes no se habían separado en todo el día, e iban abrazados
de aquí para allá. Alguien debía recordarles que eran demasiado demostrativos
para ser una simple pareja de adolescentes. Después Alice con una curiosa
expresión de aburrimiento; Clase de historia, la que más odiaba. Y más aun si le
tocaba con Jasper, habiendo participado en la guerra de la confederación contra
la república…había que soportar sus debates.

-Malditos Yankees…- refunfuñó mientras pasaba por mi lado. Esta vez teníamos
suerte de no escucharle cantar el himno.

Era el primer año que le permitíamos cursar al menos una materia solo, sin la
compañía de alguno de nosotros, se había anotado en la misma clase de historia
que Alice, pero por su edad no podrían cursar otras más juntos. Por otro lado, por
lo que leía en sus pensamientos, parecía estar llevándolo bastante bien. Y la
presencia de Bella en nuestra casa tenía mucho que ver. A mí también me había
ayudado, en menor medida, pero lo había hecho. Aunque la sangre del resto de
los humanos no olía tan apetitosa (,) la de ella parecía oler exquisitamente mejor
con el correr de los años.
Aun giraba en mi cabeza el primer día que me sentí capaz de acercarme tanto a
ella como para poder darle un beso en la mejilla. Bella solía despedirse de todos
con un beso, con Alice y Esme era un abrazo, excepto por Jasper y Rosalie.
Jasper solo le daba una afectuosa sonrisa, mientras que Rosalie sin alzar la vista
de lo que estuviera haciendo murmuraba un simple ‗Adiós.‘ Habían pasado
veinte días desde que había vuelto a casa.

Después de saludar a Alice, quien estaba de pie en la cocina junto conmigo, Bella
titubeó sobre si esperar el mismo gesto de mi parte o irse directamente. Alice me
pidió a gritos en mi cabeza que fuera amable, que me ayudaría a mí, y a ella. Me
acerqué con cuidado, tratando de tocar su piel lo menos posible. Cuando mis
labios rozaron la cálida y suave piel de su mejilla sentí una descarga eléctrica en
aquel insignificante roce, y Bella también. Al principio me miró sorprendida,
pero luego se sonrió y se fue a su habitación.

-Tendremos que ir de caza otra vez- había dicho Alice asegurando que
repentinamente mis ojos se habían vuelto de un intenso color carbón. Después de
esa vez, me había resultado un poco, solo un poco, menos difícil estar cerca de
ella. Aunque en las noches siguientes opté por besar su frente en lugar de su
mejilla. La piel en esa zona era menos cálida, y estaba más alejada de su
garganta, cuyo aroma me embriagaba cada vez que sentía su cercanía.

Bella aun no aparecía por ningún lado, ni podía olerla. Comenzaba a ponerme
nervioso, ella no dejaría escapar oportunidad de meterse en problemas. O mejor
dicho de atraerlos. Esa niña era un verdadero imán para catástrofes. Por lo que
sabía, viendo en la mente de mi familia de pequeña solía caerse y tropezarse por
todas partes. En una ocasión atrajo a dos vampiresas sedientas, pero gracias a la
diplomacia de Carlisle, no pasó a mayores.

Por favor, preséntame con él. El resto del trabajo es cosa mía… ¡Solo quiero que
nos presentes!

¿Otra vez esa voz? Mis ojos se detuvieron directamente en la cabeza de donde
provenían aquellos pensamientos. Bella estaba sentada con la tal Jessica, y un
chico.

¿Hijos?¡Por favor! El Dr. Cullen bien podría ser hermano de cualquiera de


ellos…oh, claro, adoptados…era obvio, Lauren me sorprende lo despierta que
eres…

Ahí iba Bella con su historia, con nuestra coartada. Por fortuna parecía sabérsela
como si en realidad fuera así. Bueno, solo su parte era verdad, descartando que
jamás vivió en un orfanato. Aunque comenzaba a pensar que hubiera sido lo
mejor para ella.

Así que sus hermanos están juntos… ¿Ellos también lo estarán? ¿Acaso Edward
está con ella?

¿Estar con quién? ¿¡CON BELLA!? A esa niña se le acababa de zafar un tornillo.
Pobre Bella, debía buscar gente con más cerebro para entablar amistad. Era
irracional que ella pudiera estar con alguien como yo. El simple hecho de querer
imaginarme a mí con Bella era…preocupante. Me gustaba pasar tiempo con ella,
con la debida distancia. Hablar con ella. Bella no era como el resto de las
adolescentes. Ella era demasiado dulce e inocente, era única.

Que bueno que Bella se hable con sus iguales…ya está grande…Escuché a
Alice…debe volver al mundo del que vino…a menos que quiera otra forma de
vida.

Gruñí clavando mi vista en Alice.

-¿Qué?- preguntó inocentemente como si no supiera que podía leer su mente.

-Deja de pensar en eso…Bella es y seguirá siendo humana.- exclamé ofuscado.

-Ella es libre de elegir lo que quiera ¿Sabes?

-Ella no sabe que le conviene. Es muy joven.- Alice me sonrío. A ti te


transformaron a la misma edad que ella tiene ahora. Pensó para mí. ¿Cómo
podía decir aquello?¡Yo no tuve opción! Me estaba muriendo, y Bella está allí,
respirando su vida…tenía que vivirla como si nosotros no hubiéramos existido
jamás…como si hubiéramos muerto cuando tendríamos que haberlo hecho.

-¡No importa!- grité, Alice me alzó su mano, haciéndome entender que había
elevado bastante el tono de mi voz.

-¡Ya, para! Fue un simple pensamiento. Además Bella jamás insinuó nada sobre
si quería ser como nosotros o no…lo siento, creo que no debí pensar eso.- se
disculpó. No puedo vivir pendiente de si vas a leer mi mente o no…

Volví mí vista hacia la mesa en la que se encontraba Bella, y su amiga me miraba


fijamente;
Me muero por saber cómo se verá sin camisa…oh sí, se ve bien, por suerte tengo
buena imaginación, solo que espero que se haga realidad. Veamos si le quitamos
todo de la cintura para aba...

Traté de bloquear los pensamientos de esa humana. Sería bueno advertirle a Bella
que intentaba entablar una relación con una pervertida. La chica pervertida,
llamada Jessica se fue de la mesa, dejando solos a Bella y a ese Mike.

Oh sí, nos quedamos solos. Tranquilo Mike…ve despacio, no querrás asustarla.

Mis ojos se volvieron hacia el chico que estaba sentado al lado de Bella. Iba a
tener que prestar más atención en él, no había hecho la secundaria varias veces en
vano. Los chicos solo tenían una cosa en mente; y más aun si la joven era nueva
en el pueblo.

Al cine…perfecto, un lugar oscuro…los dos solos…

¿Qué? Estaba loco si creía que iba a dejar que Bella fuera sola a la esquina con
él.

Sentí algo dentro mío, una anormal sensación de vacío en mi estomago, lo cual
era extraño ya que no me sentía sediento. Entonces me di cuenta de que la escena
que contemplaba era la causa. El gruñido no cesaba, lo sentía tan alto que estaba
seguro de que cualquiera en la cafetería podría oírlo.

¡Qué maravilla! Volví a escuchar a Alice pensar. -Oh…tendremos que ir de


compras, no puede salir sin maquillaje…- pensó en voz alta. Me giré hacia ella.

-¿Estás loca?- gruñí aun más, espantado ante la idea de dejar a Bella salir con
algún chico. Con ese chico en especial.

-En absoluto, en unos días el chico tomará coraje y le pedirá que le acompañe al
baile de primavera…mírala, se ve tan contenta…puedo oler algo entre los dos,
además él parece agradable- no le respondí. La voz del tal Mike sonaba fuerte en
mi cabeza, pero yo tenía mis ojos fijos en Alice.

Se escapó. Sí, definitivamente, la tengo comiendo de mi mano… ¡Idiota!

¿Qué le pasaba? Primero ayer cuando volvíamos a casa -escuché la mente de


Alice, pero en ese entonces…
-Alice- susurró Bella cerca de nosotros. Alice se sorprendió al verla tan cerca,
por lo que pude saber había estado más ocupada observándome a mí que en lo
que ocurría a su alrededor.

¿Ayer? ¿En el auto? Solo había estado observando a Bella. Me gustaba hacerlo.
Adoraba cuando se concentraba en algo, como ayer en buscar en su cartera,
fruncía el ceño y ocasionalmente se mordía el labio inferior. ¿Era eso? Supongo
que cualquier de nosotros le presta la misma atención. Era fascinante y
entretenida. Sacando el hecho de que era la única persona en todo el mundo a la
cual no podía leer su mente, con lo cual debía esforzarme por leer sus
expresiones; y aun no me acostumbraba a ello.

-¡Bella! Ni que fueras…- un vampiro. Terminó la frase en su mente. -¿Qué tal las
cosas? Veo que ya has hecho amistades- le guiñó un ojo, haciendo que se
ruborizara. Ese gesto me hacía sentir extraño, quizás era cuando estaba más
consciente de su sangre, del preciado néctar que corría por sus venas. Se veía
apetecible cuando se ruborizaba, y me odiaba por pensar en ella de esa forma,
como una fuente alimento. Pero para mí era así, y su aroma, por mucho que
intentara controlarme, era delicioso.

-Se llama Mike, lo conocí cuando fui a comprar las botas que odiaste, asistimos a
varias clases juntos. La chica es Jessica, habla bastante - dijo sonriendo
tontamente.

-Con que Mike ¿Eh?… ¿No eres demasiado pequeña para hablar con hombres?-
escuché a Emmett.

-Hace poco cumplí 17, ya no soy una niña- refunfuñó Bella acomodándose entre
Alice y yo.

-Ese es el problema…Mike tampoco cree que seas una niña…es molesto oír los
pensamientos de un adolescente humano.- murmuré casi sin querer decírselo tan
bruscamente.

-Edward, no puedes impedir que piense lo que él quiera, después de todo, se


supone que los pensamientos son privados ¿Quién sabe si yo piense lo mismo
que Mike?- respondió Bella con una sonrisa. Todos en la mesa le siguieron,
menos yo. Sentí un temblor en mi pecho y me levanté rápidamente antes de que
el gruñido fuera más audible, y antes de que saltara sobre aquel Newton.

Tiré la bandeja llena de comida mientras salía fuera de la cafetería.


Aunque realmente no lo necesitara, sentí el deseo de tomar aire fresco. Fui al
único lugar donde sabría que no habría nadie ya que el día estaba demasiado
fresco para los humanos como para permanecer en el exterior.

Me dejé caer sobre una banca que había escondida tras unos árboles. Intenté dejar
que la brisa que despeinaba los árboles me reconfortara. Pero el extraño ardor en
mi interior no parecía ceder. Me sentía frustrado. Bella usualmente decía todo lo
que pensaba, o por lo menos decía la verdad –aunque sabía que escondía cosas en
su mente, no la culpaba, yo también lo hacía. Y cualquier persona normal lo
hace, aunque no muchos saben que yo puedo leerlas.

Dejé caer mi cabeza sobre mi mano derecha, ejerciendo una suave presión con
mis dedos sobre el tabique nasal. Entonces sentí a Alice acercarse a mí.

-Has estado extraño- comentó sentándose frente a mí, sobre la hierba mojada, -
desde que volviste que estás diferente.- sentí mi ceño fruncirse aun más y suspiré.
-¿Por qué te fuiste así?

-Por nada Alice, por nada.- murmuré secamente. Sentí mi rostro volverse a
fruncir, pero esta vez mi corazón lo hizo junto con él al escuchar las palabras que
Alice dijo en su mente; cualquiera diría que estás celoso.

¿Celoso yo? ¿De qué? ¿De lo que había dicho Bella sobre Mike? ¿Es que
realmente pensaba en ese chico Newton de la misma forma que él pensaba en
ella? No le había dicho a Bella qué era exactamente lo que Newton pensaba de
ella. Ahora me preocupaba –me irritaba- el no poder saber qué era lo que ella
pensaba. ¿Le gustaba Newton?

Sonreí suspirando. Qué estúpido que sonaba aquello. Si le gustaba o no, no era
mi problema. Bella era libre de enamorarse de quien quisiera. A mí no tenía por
qué importarme. Entonces una extraña escena se me vino a la mente. Era una
antigua película;

Un hombre estaba escondido detrás de una columna, observando con sus ojos
centelleando fuego mientras veía a la mujer que amaba en brazos de otro. El
hombre retorcía las flores que tenía en sus manos, destruyendo el frágil y
hermoso presente que iba a hacerle.

Los celos eran una de las reacciones humanas que siempre venían de la mano del
amor. Detrás de ellos se escondían los sentimientos de cualquier persona, la
preocupación que se tenía por el otro. Había leído sobre ellos millones de veces,
los había visto ser representados por actores en obras y películas.
El fuego en mi pecho era más potente que cualquier otra cosa, sea lo que fuere,
algo me decía que no estaba bien sentir aquello. Que no tenía derecho de
sentirme de esa forma. Después de todo, Bella se había negado a la invitación de
Mike ¿verdad? ¿Eso era porque no quería salir con él…o porque había otro?

¿Aquello sería posible? ¿Yo, celoso de Mike Newton? No quise pensar en ello,
no quise pensar en nada más, cerré mis ojos, permaneciendo en silencio mientras
sentía los ojos de Alice fijos en mí.
Capitulo12

Bella POV

Puedo hacerlo. Me dije a mí misma -más bien me mentí- No podía hacerlo, moría
de nervios cada vez que tenía que entrar a un nuevo instituto. Solo esperaba que
este año que mi familia se inscribía conmigo al menos las horas de almuerzo
resultaran más animadas que los de los años anteriores. Temblaba al recordar que
los primeros días cuando me inscribía a una nueva escuela, pasaba la hora de
almuerzo sentada sola en una mesa, apartada del resto de los estudiantes. Luego
de unos meses, mi lugar solía cambiar para estar en otra mesa, con no más de dos
o tres compañeros.

Al menos este año sería diferente. Caminé con la cara oculta bajo la capucha de
la campera hasta localizar el edificio numero 3. Noté que el pulso de mi corazón
se aceleraba mientras me acercaba al aula, entré delante de dos chicas que
llevaban el cabello teñido del mismo color mostaza.

El aula no era demasiado grande, pero era de mayor amplitud que el pequeño
instituto de Denali. Entregué el comprobante de asistencia al profesor, quien me
sonrío y me indicó que dejara el abrigo en los percheros. Hice como me dijo y
silenciosamente, esperando no llamar la atención me acomodé en un pupitre
vacío del fondo.

-Alumnos, la señorita es Isabella Cullen- Me quedé de pie junto al pupitre,


petrificada mientras el señor Mason me presentaba a la clase. Inmediatamente
tuve la mirada de todos los alumnos sobre mí. El costado de mi boca se curvó en
una nerviosa sonrisa. –Espero que la ayuden en lo que necesite. Bella ¿Te
gustaría contarnos algo sobre ti?- abrí mis ojos como platos y sacudí mi cabeza, a
estas alturas estaba hiperventilando. Pero entonces el profesor dio comienzo con
la clase y toda la atención fue hacia él. Me hundí en el pupitre avergonzada.

La clase me resultó bastante aburrida, estaban viendo Rebelión en la granja de


George Orwell. Un libro que había leído anteriormente y Alice se había
encargado de darme cada detalle del real significado de la historia y su relación
con el comunismo. Resultaba cómodo tener un buen conocimiento sobre lo que
estaban viendo…y aburrido.

Para mi suerte la clase se pasó con una impresionante velocidad. El timbre sonó
dos minutos antes de lo esperado, sorprendiendo al profesor, quien parecía
haberse quedado con ganas de seguir con la clase.
Estaba juntando mis cosas cuando un chico flacucho, con acné y pelo grasiento
se me acercó. Me recordaba a un compañero que había tenido en Denali que era
miembro del club de matemáticas.

-Eres hija del doctor Cullen ¿verdad?

-Sí.- susurré y las pocas personas que estaban a nuestro alrededor se voltearon.

-Soy Eric- murmuró extendiendo su mano hacia mí. -¿Dónde tienes la siguiente
clase?- me preguntó.

-Eh…Historia, con Jefferson, en el edificio…seis.- dije mirando la hoja donde


tenía las anotaciones con las clases y donde ubicar las aulas.

-Oh yo voy a otro edificio, al dos, pero te puedo acompañar hasta el pasillo
central y mostrarte donde es.- añadió Eric.

-Gracias.- dije tímidamente.

Recogí mi abrigo y me colgué la mochila al hombro. Tuve que ponerme la


capucha del abrigo al salir del edificio, ahora lloviznaba con más intensidad. Eric
me señaló el camino antes de ir en otra dirección.

Iba caminando nuevamente, con la cabeza fija en el suelo cuando tropecé –a


pesar de que no había ninguna irregularidad en el asfalto- e instintivamente lancé
las manos frente a mí, tratando de agarrarme de lo que pudiera.

Para mi suerte un par de manos frías me sostuvieron. Suspiré aliviadamente al


reconocer aquel par de manos. Pero al alzar mis ojos me di cuenta de que no era
ninguno de mi familia y de que sus manos no parecían ser tan frías como las de
ellos. Aun así sonreí al reconocer su rostro y su cabello rubio peinado
cuidadosamente con gel.

-Hola.- le saludé luego de buscar en algún lugar de mi mente su nombre, pero no


lo recordaba. Solo sabía que era el chico de la tienda de artículos deportivos
Newton, y que ese era su apellido.

-¡Bella!- me sorprendió enormemente que recordase mi nombre. –Suerte que te


he atajado.

-Sí…esto…gracias...emm- traté, pero su nombre no me salía.

-Mike.- me recordó amablemente. -¿A qué clase vas?


-A Historia, con Jefferson en el edificio seis- repetí de memoria. Los ojos de
Mike brillaron ante mi respuesta.

-También voy allí, que bien, podremos sentarnos juntos, a mi lado hay un pupitre
vacío.- me sonrió mientras caminábamos hacia el sexto edificio.

Cuando entramos al aula aun no había llegado el profesor. Mike se fue a sentar a
su habitual lugar y yo le seguí, siendo que él me había dicho que había un lugar
vacío a su lado. Se sentó pupitres antes del fondo y me indicó cual era el que
estaba libre. A los pocos minutos se sentaron unas chicas. Una de ellas era de
menor estatura que yo, pero se compensada con su abultada cabellera rizada.
Mike le saludó.

-Eh Jessica, te presento a Bella Cullen.- los ojos de la chica brillaron al escuchar
mi nombre.

-Hola…creo que he estado con tu hermano en mi anterior clase- dijo con una
sonrisa. Yo asentí devolviéndole el gesto.

-Puede ser.- me encogí de hombros. La chica, de la cual recordaba que se


llamaba Jessica debido a que mi anterior amiga de Denali se llamaba igual, iba a
seguir con su conversación, pero el profesor Jefferson entró para dar comienzo a
la clase.

Después de la clase de historia, la cual giró en torno a la segunda guerra mundial,


sus causas y consecuencias económicas en el mundo, Jessica me acompañó a
español, ya que también asistía a la misma asignatura. A Mike, por el contrario le
tocaba trigonometría avanzada. Jessica me presentó alegremente a varias de sus
amigas y amigos.

Cuando tocó el timbre, anunciando la hora del almuerzo, Jessica me preguntó si


quería ir con ella y sus amigos. Asentí encantada, pero me recordé pasar la mitad
del recreo con ellos y la otra con mi familia. Entramos a la cafetería, alcé mi
mirada encontrándome con la de Alice y le di una mirada de disculpa. Ella me
sonrió cariñosamente desde la esquina de la cafetería. Luego de ir por nuestra
bandeja del almuerzo nos sentamos en la esquina de una larga mesa. Jessica y
Mike me presentaron con el resto de sus amigos, que aun no había conocido. Y
miré a mi familia.

Se habían sentado en una mesa en la esquina más alejada del tumulto juvenil. Los
cinco no conversaban ni comían, a pesar de que tenían la bandeja llena de comida
frente a ellos. Solo ahora podía darme cuenta de cuánto desentonaban entre el
resto de los estudiantes. Emmett, con sus enorme cuerpo, se parecía más a un
boxeador que a un estudiante. Jasper parecía un modelo de pasarela, con sus
rubios cabellos perfectamente peinados. Edward era el que menos tenía parecido
con cualquiera de mi familia, llevaba el cabello despeinado y se notaba que era
mucho más joven que los demás. Las diferencias entre Alice y Rosalie resaltaban
aun más de lo habitual. Eran dos personas totalmente opuestas.

Aun así, entre ellos se parecían, y sabía bien por qué. No eran como el resto de
las personas. Desencajaban totalmente y el hecho de que no hablaran con nadie
no les ayudaba en nada.

-Oh, allí están tus hermanos ¿Por qué no les dices que vengan?- me preguntó
Jessica con demasiado entusiasmo.

-Quizás para mañana.- respondí con desgano.

-Y cuéntanos sobre ti, Bella.- me preguntó una chica, la cual se encargó de


recordarme que se llamaba Ángela.

-Humm…en realidad no soy buena para las presentaciones, pero bien. Ya saben
mi nombre, vivo con mis padres Carlisle y Esme, y mis hermanos Edward,
Emmett, Alice, Jasper y Rosalie.

-Espera ¿hijos? He visto ayer al doctor Cullen y no debe tener más de treinta
años…es demasiado joven para tener hijos adolescentes…- interrumpió una
chica rubia, de la cual no podía recordar su nombre.

-Bien, es porque somos adoptados.- de repente tuve varios ojos curiosos fijos en
mí. –Mis padres fallecieron en un accidente de autos cuando yo tenía tres años.-
suspiré, Jessica inhaló profundamente, mirándome con lástima, por eso odiaba
contar cosas sobre mí. Carlisle me había hecho repetirle la historia inventada una
y otra vez para que nunca me confundiera. – viví en un orfanato hasta que la
familia Cullen me adoptó. Cuando llegué a la casa ya estaban Rosalie y Jasper.
Ellos son los gemelos rubios. Luego trajeron a Emmett, Alice y Edward.- Dije
luego de describir a cada uno de mis hermanos.

-¡Vaya! Que buenas personas son tus padres al hacerse cargo de seis
adolescentes.- sonrió Mike. Yo solo pude asentir.

-¿Alguno de tus hermanos está solo?- preguntó Jessica. Yo le sonreí.

-Emmett y Rosalie están juntos, al igual que Jasper y Alice.


-Wow… ¿Tus padres lo saben? O sea…están juntos…y viven juntos.- preguntó
Mike.

-Sí, lo saben…están contentos de que estén juntos.- respondí dándole una sonrisa
a Alice.

-¿Tú estás con tu otro hermano?- preguntó Mike. Me tomó un minuto digerir la
pregunta.

-¿Con Edward? No…no…- sacudí mi cabeza.

-Es guapísimo- Suspiró Jessica mirando en dirección a donde Edward se


encontraba. Le observé con cuidado. Edward me miró por unos instantes y luego
a Jessica, y se volteó sacudiendo su cabeza. –Eh Eric- Jessica se alejó de nuestra
mesa para hablar con el chico de acné, dejándonos prácticamente solos a Mike y
a mí. Ángela se puso a charlar con sus amigas, con lo cual barajé la idea de ir con
mi familia cuando Mike me habló.

-¿Y te esta gustando Forks?- me preguntó mientras jugaba con la tapa de su


refresco. Me encogí de hombros.

-Es igual que Denali, no hay sol. Tampoco veo que haya mucho para hacer aquí.

-Es cierto. Aquí en Forks no hay mucho para hacer. Pero puedes ir a Port
Angeles. Si quieres podríamos ir a… -abrí mi boca antes de que de la suya saliera
una invitación y ya tuviera que rechazarle, y sacudí mi cabeza hablando rápido.

-Oh, Mike disculpa, tengo que ir con mi familia, Alice quiere decirme algo.- Dije
juntando mis cosas y huyendo de allí, dándole una suave sonrisa. Mike se
despidió de mí quedándose con las ganas de invitarme a quien sabe donde.

--

Aun seguía sorprendida ante la actitud de Edward en el almuerzo. Me había


insinuado que Mike no se traía nada inocente entre manos conmigo y luego de
contestarle sarcásticamente, salió de la cafetería sin siquiera dar una explicación.
Alice fue tras él, y al poco tiempo terminó el horario de almuerzo. Emmett y
Rosalie me acompañaron a mi siguiente clase, aunque de sobra sabía que Rose
hubiera preferido no hacerlo.

Entré al aula, parecía ser la más amplia de las que había visto hasta ahora y hacía
un poco más de frío, con lo cual me costó trabajo desprenderme del
impermeable. El señor Banner me firmó el comprobante de asistencia y me
indicó cuál de las mesas estaba vacía. Mike se sentaba un par de asientos detrás
del mío. Yo era la única que estaba sin compañero de laboratorio, pero no me
preocupaba. Edward estaba en la misma clase que yo.

Llegó apenas unos instantes antes de que sonara el timbre, pero eso no quitó que
el profesor le echara una furiosa mirada. Entregó su comprobante y sin más se
acomodó en el asiento contiguo al mío. No estaba segura si sería prudente
preguntarle que le había sucedido. Tampoco podía disfrazar mi preocupación con
un simple ¿Estás bien? Los vampiros nunca se sentían mal, no por lo menos
físicamente –o eso era lo que yo creía.

El profesor comenzó a revolver unas cajas que tenía en su escritorio y pasó banco
por banco dejando un microscopio y unas laminillas. Clase de anatomía celular.
Nuevamente me esperaba una clase aburrida.

Edward estaba volteado hacia mí, mientras que tenía su mentón en la palma de su
mano. Tenía su vista fija en ningún punto en particular de la pizarra, cuando sentí
una calida brisa acariciar mi rostro. Gracias a Dios habían encendido la
calefacción, temía congelarme viva allí. Pero entonces, para mi desconcierto,
Edward frunció su nariz, como si algo oliera mal y me miró fijamente. Sus ojos
habían cambiado del traslúcido color dorado a un violento y espeso negro carbón.

Me miraba fijamente, con sus ojos fijos en los míos y sus manos cerradas en
fuertes puños de hierro, cuando el profesor dejó los elementos de trabajo en
nuestra mesa. Comencé a sentirme incómoda, pues ni con la interrupción del
profesor fue capaz de apartar sus profundos ojos de mí.

-Edward.- murmuré, tratando de sacarlo del trance en el que parecía estar


sumido. Cerró sus ojos y sacudió lentamente su cabeza. El profesor nos lanzó una
mirada mientras explicaba lo que teníamos que hacer, por lo que procuré bajar
más el tono de voz. Edward apoyó su codo sobre la mesa y con sus dedos se
presionó el tabique nasal. -¿Qué te pasa?

-¿Te importaría cambiar de lugar?- dijo haciendo una seña entre mi asiento y el
de él. Me puse de pie confundida, pero accedí a tomar su lugar. Edward pasó
rápidamente por mi lado y se acomodó donde antes había estado sentada yo.
Pareció volver a respirar, como si hubiera dejado de hacerlo hace tiempo. Y
suspiró.
Traté de dejar pasar su extraño comportamiento, el profesor Banner nos estaba
mirando demasiado. Tomé los materiales de trabajo y me puse a analizar que era
lo que teníamos que hacer.

-Lo siento.- le escuché susurrar a Edward, acercando su cabeza hacia mi. Le miré
sin comprender que decía. –Es solo que…- se detuvo.- ¿Qué te han contado sobre
mí?- supuse que se refería a mi familia.

-¿Qué tendrían que…

-Veo que los Cullen ya han terminado con el trabajo…siendo que acabo de
terminar de dar las consignas.- cerré mi boca e instintivamente me encogí de
hombros, como si eso me evitara la vergüenza.

-Lo siento, profesor, verá en la otra escuela ya habíamos hecho este trabajo- se
apresuró a decir Edward. Le miré sorprendida, ni sabía que era lo que había que
hacer. El profesor se acercó furioso y extendió su mano esperando que se le
entregase alguna cosa. Edward le extendió una hoja con algunas anotaciones. El
señor Banner le dio una ojeada y habló;

-Bien, como veo que saben de esta clase, y no quiero que estorben al resto puede
irse. La próxima vez, Cullen,- se refería a los dos. –hayan hecho o no el trabajo
con anterioridad, se quedarán en la clase, en silencio.

El profesor me había sorprendido enormemente ¿realmente nos estaba dejando


salir antes? Edward pareció entender lo mismo que yo, ya que juntó sus cosas, y
escuché un murmullo de decepción entre los demás estudiantes. Hice caso a
Edward y junté mis cosas. Al poco tiempo estábamos caminando bajo la lluvia en
dirección a mi auto.

-Deja las llaves en el contacto, vamos a dar una vuelta con mi auto.

-¿Por qué no podemos ir con el mío?- pregunté confundida.

-Por favor, hace años que no manejaba mi coche ¿sí?- aun no me acostumbraba a
los ojos de mi familia. Ahora los de Edward brillaban con un encantador destello
dorado, mientras me rogaba que le hiciera caso. Desganada –y resignada, ya que
sabía que algo me decía que Edward sería capaz de arrastrarme hacia su Volvo-
abrí mi coche y dejé las llaves en el contacto. –No van a llevárselo, Bella.- me
dijo al ver la preocupación con la que miraba mi coche mientras entrábamos a su
flamante Volvo plateado.
Capitulo13

Edward POV

Llevaba varias cuadras conduciendo en silencio. Bella tenía su mirada fija en sus
manos, mientras jugaba con la correa de su mochila. De repente la vi acomodarse
más dentro de su impermeable, arrugando su nariz, disgustada. Solté el volante y
encendí la calefacción, había tantas cosas que no recordaba de mi vida humana…
pasar frío era una de ellas.

-No te gusta el frío.- no era una pregunta, estaba afirmando sus gestos.

-Ni la humedad.- me respondió acercando sus manos al cálido aire que las
respiraciones del auto comenzaban a desprender.

-Debe ser difícil tener vivir en climas helados y húmedos.- dije con la mirada
sobre la carretera. Bella se encogió de hombros y sonrió.

-Supongo que me he resignado. Prefiero ponerme un sweater de más que estar


lejos de ustedes.- Se que notó la mueca de disgusto que hice al escuchar su
respuesta. Era bastante malo que Bella viviera con nosotros, pero peor era que no
quisiera apartarse de nuestro lado.

-Esto es diferente.- Murmuró luego de unos cuantos minutos en los cuales ambos
permanecimos en absoluto silencio.

-¿El qué?- pregunté confundido. Me sentía tan frustrado al no poder buscar la


respuesta en su mente. Por mucho que intentaba era como ver una pared blanca.
Como si su mente se protegiera de mi poder.

-Que estemos tú y yo solos- mis ojos no pasaron por alto el tono carmín que tiñó
sus mejillas al pronunciar la frase –me refiero a que sé que te resulta difícil
acostumbrarte a mi presencia, Esme me lo ha dicho. Antes siempre había alguien
más.- murmuró con sus ojos clavados en mí.

-¿Y qué es lo que Esme te ha dicho?- pregunté clavando mis ojos en los suyos.
Bella pareció dudar su respuesta, pero entonces sus ojos se fijaron en el tablero
del auto.

-¿Estás loco? ¡Baja la velocidad!- me urgió desesperadamente mientras se


aferraba al auto como podía.
-¿Qué tiene? Apenas voy a cien- contesté.

-A cien en las pequeñas calles de un pueblo, donde son irregulares… ¡Baja la


velocidad!- repuso nuevamente. A regañadientes bajé la velocidad, llegando a los
80 kilómetros por hora. Moví mis ojos hacia Bella, pero en lugar de verle
contenta, cruzó los brazos sobre su pecho e hizo una mueca de descontento con
su boca. Bajé aun más la velocidad, casi llegando a 60. –Odio conducir tan
lento.- mascullé recostando mi cabeza contra el respaldo del asiento. -Supongo
que sería mala idea proponer un viaje a Los Ángeles en cinco horas…

-Tendrás buenos reflejos, pero si nos hacemos trizas contra un auto…yo acabaré
varios metros bajo tierra…y tú estarás como si nada.- en eso tenía razón. Por
mucho que pudiera evitar un accidente, o no, Bella era demasiado frágil. –
Gracias.- murmuró.-Bien, Esme habló conmigo el día que llegaste,- Su rostro se
crispó debido a algo que no pude comprender, pero prosiguió luego de un suspiro
–dijo que no estás acostumbrado a estar cerca de humanos…que por eso siempre
habría alguien con nosotros…y me preguntaba,- Bella hizo una pausa, estudiando
mi reacción, asentí con la cabeza, invitándole a continuar. Odiaba sus silencios,
eso quería decir que trataba de omitir o editar lo que había pensado decir…-¿Qué
fue lo que cambió?

Me tomó un buen rato encontrar una respuesta lógica a su pregunta. Ni yo estaba


seguro de qué era lo que había cambiado como para permitirme estar a su lado
sin que nadie más estuviera cerca. Entonces entendí que no me resultaba tan
difícil como antes estar a su lado, disfrutar de su cercanía. Seguramente el estar
cerca de ella, el que la casa estuviera totalmente impregnada con su esencia,
habría hecho que pudiera, en cierta forma, acostumbrarme a su cálido y dulce
aroma.

-No estoy seguro, supongo que el estar cerca de ti, día a día, ha conseguido que
mi mente ejerza un control mayor sobre mis deseos.- repuse con una sonrisa
torcida. Bella se quedó unos instantes con la boca abierta, observándome. Y
entonces apartó su rostro del mío, no sin antes dejarme ver el intenso rubor que
comenzaba a subir a su rostro.

-¿A…a qué te refieres con…deseos?- mis labios formaron una sonrisa al


escuchar un extraño nerviosismo en el timbre de su voz.

-Deseos es algo amplio, es cierto. No sé como decirlo sin asustarte…

-No lo harás.- Repuso revolviéndose en el asiento del copiloto.


-Si lo haré- Dije alzando mi mano. Vacilé unos instantes, y acaricié sus mejillas
con la yema de mis dedos, casi sin tocarla en realidad. Temía lastimarla. Bella
era humana, y era muy frágil. Cualquier movimiento brusco o descuidado que
hiciera podría lastimarla severamente. Bella bajó sus ojos, mientras mis dedos
recorrían la parte superior de sus pómulos, deleitándome con la calidez de su
rostro –no solo debido a que estaba ruborizada- y la suavidad de su piel, y tracé
un suave camino hacia la punta de su mentón. Saqué la mano con la misma
suavidad que la había alzado y la cerré en torno al volante. -¿Te han dicho por
qué me fui de casa por tantos años?

-Ummm…Alice solía referirse a eso como un ‗acto de rebeldía.‘ Que querías ver
el mundo tú solo.- Sonreí tristemente. ¿Me odiaría si supera la verdad? ¿Sería
capaz de saltar del auto en movimiento en un desesperado intento de escapar de
mí? –No fue por eso ¿verdad?

-¿Qué te hace pensar lo contrario?- traté de aplazar más la verdad.

-Bueno, primero que ya lo habías hecho en una oportunidad anterior, Carlisle me


lo dijo. Y cuando vivimos esos años en Denali, Tanya me trataba como si yo
fuera la causa por la que tú te fuiste. Y ahora creo que no estaba tan equivocada.-
repuso fijando sus ojos en los míos.

-Traté de aguantar…de veras que lo intenté. Pasé varios meses cerca de ti…pero
a fin de cuentas si uno no se cree capaz de algo…jamás podrá lograrlo.- murmuré
con mis ojos fijos en el angosto camino arbolado que ocultaba nuestra casa de la
carretera. Entonces por el rabillo del ojo vi a Bella pasando sus dedos por su
brazo, por donde se había cortado la noche en que quise beber su sangre.

-Nunca me habían dicho como me había hecho esta herida…- sus ojos se fijaron
en los míos, y no pude descifrar qué era lo que sentía en esos momentos, con lo
cual, dado que había dicho el principio y el final de lo horrible que era, nada
haría contando el relleno.

-Te caíste contra un florero de cristal que estaba hecho añicos…- susurré
deteniendo el motor del auto. Me quité el cinturón de seguridad y me acomodé en
el asiento, enfrentándome a Bella. –Nunca voy a perdonarme el haber tenido el
más mínimo deseo de…de…

-No te preocupes…no te guardo rencor, Edward. Después de todo aquí sigo.-


respondió con una sonrisa.

-Eres extraña, Isabella.- dije pronunciando por primera vez su nombre completo.
-¿Por qué?

-Cualquier persona con un poco de sentido de supervivencia se habría arrojado


fuera del auto, aun si estuviera en movimiento- detalle recordando mis
pensamientos anteriores.

-Supongo…pero no le veo sentido. En cierta forma…me siento segura a tu lado.

Mi rostro se contorsionó en una mueca de dolor al escuchar sus palabras. –No,


Bella. Eso no está bien. Extrañamente tú hueles con más intensidad para mí que
para el resto de los vampiros. Ese deseo es demasiado potente…y nunca estarás
completamente segura a mi lado. Soy más peligroso para ti que cualquier otro
vampiro…- Bella apartó su rostro del mío, no pude descifrarlo con exactitud,
pero creí ver sus ojos nublados por la frustración. La misma que cuando niña.
Cuando quería cercarse a mí y yo la alejaba.

-Esa vez… ¿Estabas tocando el piano?- me preguntó. Me extrañé de que supiera


un detalle así…y poco del resto. –No sé, es que desde que te escuché tocar el
piano cuando volviste, algo me decía que conocía esa melodía, y que la imagen
de ti, sentado en el piano…era familiar.

-Sí, estaba tocando el piano. Suelo hacerlo a menudo…me gusta componer


canciones.-

-¿De verdad? ¿En qué te inspiras?- si pudiera leer su mente, su pregunta no me


hubiera tomado tanto por sorpresa y mi respuesta habría abandonado mis labios
en un santiamén. Pero no podía simplemente soltar que me inspiraba en mis
sentimientos y deseos. Sonaría más extraño si aun le confesaba que había
compuesto una melodía pensando en ella. Rápidamente me incliné sobre ella y
tiré con fuerza de la manija del auto.

-Hemos llegado.- dije alzando mi rostro, sin percatarme de lo cerca que estaba
del de ella. Bella respiraba con sus labios levemente entreabiertos, dejando que
su dulce y cálido aliento me golpeara insoportablemente. Me aparté de ella
rápidamente y salí del auto.

Esme estaba en la puerta de la casa, apoyada sobre el marco, con una extraña
expresión en sus ojos.

¿Alice tendrá razón? ¿Estará Edward ena… -Esme alejó sus ojos de los míos
suponiendo que podría escucharle, y rápidamente comenzó a pensar en que haría
de almorzar para Bella.
--

Después de haber acompañado a Bella en su almuerzo, junto con Esme, me


disculpé y me dirigí a la sala. Sentía la extraña y desesperada necesidad de pasar
mis dedos por las teclas de mi piano. Había pasado tantos años sin tocarlo, sin oír
como sonaba cada nota con los movimientos de mis dedos.

Me había escapado, forzado de no ver a Bella durante tanto tiempo. No era justo
para mi familia que ella tuviera que irse. El monstruo era yo. Ella no le hacía mal
alguno a nadie. Cuando me decidí a volver me había prometido a mí mismo
mantenerme lo más de lejos de ella posible. Pero es promesa fue difícil de
cumplirse desde el día siguiente al que llegué. En realidad, desde la noche que le
escuché murmurar mi nombre entre sueños.

Pasé suavemente mis dedos por las lustrosas teclas del piano. La primera melodía
que toqué fue la que había compuesto años atrás, pensando en Bella. Decidí
tocarla una vez más, pero algunas notas se cambiaban en el transcurso de la
melodía. Algunas eran más fuertes, más intensas…mientras que otras eran más
suaves y cariñosas. Bella tenía razón, algo había cambiado. Yo había cambiado.

Algo en mí se retorcía con la simple idea de evitar a Bella, por más que fuera por
su bien. No había mentido cuando dije que mis deseos debían ser doblegados. Y
no solo deseaba su sangre. Deseaba otras cosas, que simplemente con pensarlas
me sentía mal. Estaba mal que deseara su compañía…estaba mal desear sentir el
calor de su piel bajo la yema de mis dedos.

Sabía que debía alejarme, pero aun así no quería hacerlo. Quería que ella se
sintiera de la misma forma que yo, que sintiera el mismo deseo de mi compañía,
como yo deseaba la suya. Quería saber que no era el único que sufriría si me
apartaba, o si me acercaba. Quería saber si sentía la misma fascinación que yo
sentía por ella, si se detenía a observarme cuidadosamente como yo lo hacía con
cada movimiento y gesto suyo.

Aun no podía ponerle un nombre, o definir lo que me sucedía. O quizás me


rehusaba a hacerlo. Por lo mal que estaría, por lo malo que sería para Bella saber
que sentía por ella algo más que un simple cariño familiar. Podía abiertamente
admitir que la deseaba con todas mis fuerzas, ya que no podía negar que
desesperadamente deseaba su sangre. ¿Pero estar enamorado de Bella?

Había escuchado los anteriores pensamientos de Esme, y sabía en que terminaba


la frase que había dejado inconclusa. Enamorado. ¿Hacía cuanto que Esme y
Alice hablaban de ello? ¿Qué era lo que les llevaba a pensar que yo podría estar
enamorado de Bella?

No sabía cuanto tiempo llevaba allí, acariciando las teclas del piano, sumido en
una re-editada melodía que hacía más de 10 años había compuesto para Bella.
Entonces abrí mis ojos lentamente, viendo que el sol había comenzado a
ocultarse, dejando la sala en penumbra. La ultima y suave nota aun resonaba en
el ambiente cuando me di cuenta de que alguien estaba a mis espaldas.

Es hermosa, Edward. Suena más…pasional que antes. Pensó Alice.

-¿Hace cuanto estás allí?- me sorprendió no haberle escuchado detenerse a mis


espaldas.

-Hum…desde que terminaste de tocar una melodía y comenzaste con la misma,


solo que las notas fueron torrándose más intensas…más profundas.- saqué mis
dedos del piano y lo cerré con cuidado. Pero al voltear mi cabeza me di cuenta de
que Alice no estaba sola en la sala. Esme estaba sentada en el respaldo del sofá.

-Extrañaba escucharte tocar- susurró extendiendo sus manos cariñosamente hacia


mí. Me puse de pie y fui hacia mi madre, dándole un dulce abrazo. Esme me
soltó y me tomó de la mano, sentándose en el sofá junto con Alice.

Entonces ambas compartieron una extraña mirada, y para mi sorpresa, las dos
estaban tratando de bloquear sus mentes. Esme alzó sus manos y las apoyó
suavemente sobre mi rostro. –Alice ha venido a hablar conmigo, Edward.

-¿De qué?- traté de sonar inocente, pero sabía que tenía que ver con mi reacción
de la mañana.

-Edward…has pasado tanto tiempo solo en esta vida…

-¿De qué estás hablando?- jugar al inocente era más fácil que tomar todo por
entendido de una vez.

-De amor, Edward- respondió Alice con una dulce sonrisa en sus labios. Por un
momento me sentí como un niño, al cual trataban de explicarle algo que sería
duro y que cambiaría su vida para siempre.

-¿Amor, Alice? ¿Estás delirando?

-Vi como miras a Bella. ¿Crees que no sé que la mayor parte de las noches te la
pasas oculto en la oscuridad de su habitación…acercándote a ella cuando le
escuchas susurrar tu nombre?- Sé que vivíamos todos bajo el mismo techo, pero
procuraba meterme cuidadosamente en la habitación de Bella cuando dormía. Era
algo involuntario, me sentía atraído por el suave ruido de su respirar, y su cuerpo
revolviéndose entre las suaves sábanas. Era como si me hechizara con su suave
voz llamándome entre sueños.

Agaché mi cabeza avergonzado, nada de lo que dijera podía justificar aquello. Ni


siquiera interés era algo convincente. Esme me alzó el rostro, mirándome
dulcemente.

-Edward, me parte el corazón verte así…oírte tocar aquella triste melodía. Alice
y yo prácticamente podíamos sentir tus sentimientos plasmados en las notas.

-No importa…yo no estoy…no puedo estarlo… ¿O sí?- balbuceé.

-Hoy estuviste celoso de Mike Newton.- le lancé una mirada a Alice y a su


bocaza.

-Edward…Alice solo quiere verte bien, tal como yo… ¡Y claro que puedes estar
enamorado de Bella ¿Por qué no?- sonrió.

-Por que ella debe odiarme. Tiene que hacerlo.

-¿Por qué debería? No le has hecho nada malo…

-Ya sabe por qué me fui hace años…- murmuré con la mirada perdida.

-¿Y? Yo no la vi desesperada por apartarse de tu lado cuando bajó del auto…todo


lo contrario, parecía molesta por que el viaje hubiera durado tan poco tiempo.-
sonrió Esme.

-Debe de odiarme…estuve a punto de matarla… ¡Soy un monstruo!

-¡Edward, para ya! Esto es lo que te digo, Esme…lo que Jasper siente…Edward
se hace culpable por todo…hasta de ser lo que es…- exclamó Alice. –
Edward…si Bella tiene que odiarte o no, es su decisión.

-En esto no hay nada de mal…

-¡Si lo hay! No hay forma de que pueda sentirme de esa forma hacia Bella…no la
hay…- exclamé deteniendo las palabras de Esme, y escondiendo el rostro entre
mis manos, atormentado por el peso que sentía en mi interior en esos momentos.
Cómo podía tan siquiera pensar en cuan bien se sentirían sus cálidos brazos
rodeándome en estos momentos, haciéndolo como Esme. Nunca, jamás había
envidiado la relación que mi familia tenía. Jamás me sentí celoso de la dulce
forma en que Alice tomaba el rostro de Jasper entre sus manos y besaba
suavemente su nariz, para después besarle en los labios. Jamás había sentido
lástima de mí al observar en silencio la forma en la que Carlisle sostenía a Esme
entre sus brazos, la forma en que besaba su frente al volver del trabajo o la forma
en que subían abrazados las escaleras hacia su habitación. Nunca sentí envidia ni
de la relación pasional que tenían Emmett y Rosalie. Solía reírme de la forma
salvaje en que la alzaba en brazos y gritaba que su esposa era la mujer más
sensual del universo.

Me sentía bien, solo. Cuando las parejas se dedicaban tiempo para sí, yo
disfrutaba de la soledad. Solo que ahora la soledad no me recibía tan cálidamente
como antes. Ahora no deseaba pasar mi tiempo vacío en soledad. Prefería pasarlo
cerca de Bella. Prefería verla estudiar, verla leer algunas historia –aquellas
novelas trágicas que arrancaban gotas de cristales de sus ojos- escucharle hablar
entre sueños, escucharle reír a causa de las bromas de Emmett. Mi preferencia
había mutado de la apacible soledad a Bella. A una humana. A alguien con quien
podía compartir algo más que el simple silencio.

Entonces tenían razón. Lo que sentía podía ponerse bajo una palabra, podía
denominarse de una forma. Una forma que me ponía los pelos de punta de solo
pensar en ella; Amor.

Me gustara o no, eso era lo que sentía por Bella, un cariño más grande que el
simple amor familiar. No había ni pasado seis meses junto a ella. Y sin embargo
no hacía otra cosa más que pensar en Bella, no deseaba ver otra cosa más que a
ella. ¿Y ella?

¿Acaso Bella se siente de la misma forma? ¿Acaso sus sueños son de mí, y no del
monstruo del que debe escapar? Menuda frustración al recordar que no podía leer
su mente. No tenía forma de saber si me quería en silencio tal como yo a ella.

-Mi pequeño, Edward- susurró Esme acercándome más a su abrazo, -Carlisle


tuvo que llevarte de este mundo siendo muy pequeño… ¿Qué podías saber del
amor? Siempre temí que esa parte humana se hubiera perdido de ti para siempre.
Pero la puedo ver- dijo alzando mi rostro, -tus ojos pueden verse tristes,
lastimados por el dolor y el tormento que causa el amor…pero creas o
no…puedo ver una chispa de felicidad en ellos…
-Esme- quería que se detuviera ¿Por qué no lo hacía? ¿Por qué ella lo veía de una
forma tan diferente a la mía? Yo no podía estar con Bella, no le convenía. –
Esto…- dije golpeándome el centro de mi pecho, donde una vez mi corazón latió
rebozarte de vida –esto que tú dices que siento…está mal…y mientras sienta
deseos de algo que más que su compañía…seguirá estando mal.

-Edward, sabes que nunca dejarás de deseas su sangre…así pasaran cien años…a
menos que…- Carlisle la trasforme en una de nosotros. Pensó Alice

-¡NO! Principalmente por eso no puedo estar enamorado de ella. Nunca, jamás la
condenaría a esta…- no tenía palabras para describirlo, no era vida y en realidad
lo era –existencia- eso era…un paseo largo e inacabable por el mundo.

-Es decisión de ella- gruñó Alice poniéndose de pie. Esme, quien hasta el
momento había permanecido callada, le pidió a Alice que se sentara en calma.
Alice le escuchó y suspiró. –Jasper nota como te sientes…y dice que en
ocasiones es insoportable saber que te sientes de esa forma y no poder hacer nada
por ayudarte. No iba a usar su don para mejorarte, es algo que tú tienes que
decidir…

Alcé mis ojos, buscando los de mi madre.

-¿Esme?

-Edward…en primer lugar debes saber que siente Bella…y en segundo…es tu


decisión. Nada de lo que nosotros digamos tiene por qué importarte. Yo solo
quiero verte feliz.- susurró poniéndose de pie y extendiendo su mano hacia Alice.

-Todos queremos que seas feliz- Dijo mi hermana desapareciendo de la sala junto
con Esme.

¿Qué iba a hacer ahora?


Capitulo 14

Alice POV

Había pasado apenas un mes de la charla que tuvimos Esme y yo con Edward. El
primer día había evitado a Bella a toda costa, logrando que ella se enfadara
bastante con él. Bella buscaba por todos los medios saber por que de un día al
otro su actitud para con ella había cambiado tan radicalmente. Pero ese
‗alejamiento‘ no le impidió a Edward entrar a su habitación por las noches, como
solía hacer cada tanto. Pero a los pocos días, Edward, sin soportar verla enfadada
con él, buscó con éxito la forma de disculparse.

El ambiente en el instituto estaba bastante denso. La mayoría de los adolescentes,


en especial las mujeres, hablaban animadamente sobre el baile de primavera que
tendría lugar en un mes. No era la primera vez que escuchaba este tipo de
charlas. Las mujeres pensando a quien invitar al baile, que ponerse, como
arreglarse. Mientras que los hombres rogaban que no se los pidiera tal o cual
chica, o ideaban formas de hacer que la chica que les gustaba les invitara.

Después de las primeras tres horas Bella vino a almorzar con nosotros en el día
de hoy. Había llegado a un acuerdo consigo misma. Se repartiría para almorzar
un día con cada mesa. Ya que la mayoría de nosotros no estábamos interesados
en sentarnos con sus compañeros, y ellos parecían bastante temerosos de
acercársenos…

Sorprendentemente Edward llegó mas tarde que de costumbre, y se dejó caer


pesadamente a mi lado, emitiendo un pequeño gruñido.

-¿Que sucedió?- le pregunté sorprendida por su reacción. Edward me miró y su


gruñido se elevó un poco más.

-Me invitaron al baile- susurró. Emmett comenzó a bromearle, pero como


siempre no sabe cuando detenerse. Edward se había inclinado sobre la mesa, y
Bella tuvo que llamarles la atención.

-¡Oigan! Llaman la atención.- Edward se incorporó en su asiento. -¿Quién te ha


invitado, Edward?- preguntó sorprendida.

-Jessica- contestó Edward entre dientes. Bella se llevó una mano a la boca
sorprendida.
-¿De veras?- susurró tratando de esconder una sonrisita, pero Edward la vio y le
rodó sus ojos. -¿Qué le dijiste?

-¡Que no! Obviamente. Es bastante cabezota, tu amiga…casi se me arroja


encima…

-Oh, bueno si. Supongo que Jess suele ser un tanto…ansiosa.- Bella destapó su
zumo de naranja y comenzó a juguetear con la tapita azul del envase, dando unos
sorbitos a la bebida de tanto en tanto. Entonces decidí intervenir.

-¿A quien vas a pedírselo?- le pregunté a Bella con una enorme sonrisa. Ohhhh
ya me lo veía…de compras para comprarle un hermoso vestido…y uno para mi
también…si Bella iba, nosotros también tendríamos que ir.

-¡A nadie! Obviamente.- dijo acalorada. –Dije que me iría fuera de Forks.-
murmuró echando una mirada a sus compañeros de clase.

-¿Por qué dijiste eso, Bella?- habló Emmett, dejando a un lado, por primera vez
en el día, sus cuchicheos con Rosalie. –Anda, Bella…todos iremos si vas. Invitas
a alguien…Edward va con Jessy- Edward gruño a mi lado. ¿Qué quieres¡Oh Oh
Oh! Ya se como podemos ir todos…tu vas con Bella. Los ojos de Edward se
abrieron desmesuradamente, sabía que se cuestionaba mi salud mental. ¡Déjalo
en mis manos¡Ohh me siento como una adolescente!

-¿Es que no te ha gustado ningún chico de la escuela?- pregunté a Bella, tratando


de abrirme paso para que pudiera invitar a Edward sin sentir que la presionaba.

-¿Has hablado con alguno de ellos?- rodó sus ojos. –ninguno es de mi agrado,
Alice.

-Ohhh…pero a mí me gustaría ir al baile.- suspiré. Jasper se acomodo en su


asiento, sacando pecho y mostrándome una reluciente sonrisa. -¿Jazz, vienes
conmigo al baile?

-Voy a donde tú quieras, Alice- Susurró estirando su mano sobre la mesa para
acariciar la mía. Era increíble cuanto le amaba. Jasper siempre estaba para
apoyarme en todo lo que necesitara. No solo era mi amor, era mi amigo, mi
compañero. Sacudí mi cabeza, tratando de enfocarme en mi misión, pero Emmett
me había ganado de antemano. Estaba reclinado hacia Rosalie dándole una larga
lista con las razones por las cuales debía invitarlo al baile. Rosalie obviamente lo
haría, eso podía verlo, solo que le encantaba que Emmett le rogase.
Al cabo de unos minutos los cuatro estábamos hablando animadamente sobre que
ponernos, y en que coche ir. Edward tenía su cabeza recostada en su mano, con
su mirada perdida fuera de la ventana. Bella por su parte jugueteaba con sus
dedos sobre la mesa, y de tanto en tanto le atrapé mirando a Edward y
ruborizándose.

-Entonces… ¿Se puede saber que harán ustedes dos?- dije exasperada, sabiendo
que alguien de la mesa daría el golpe final.

-No pienso ir con Stanley.- dijo secamente Edward. Bella se encogió de hombros
y apartó su vista de nosotros.

-No pueden no ir… ¡Iremos todos! Además será un día estupendo…la tarde
estará soleada, así que podemos ir de compras, a la peluquería y---

-¿Habrá sol?- preguntó Bella animadamente. Yo asentí con mi cabeza y ella se


volvió hacia la mesa. Juraba que podía escuchar el ruido de los engranajes en su
cabeza cociendo algo.

-¿Por qué lo preguntas?- susurré viendo que no tenía otra forma de averiguar que
era lo que pensaba.

-Bueno…me prometiste que el próximo día soleado me mostrarías…- Bella bajó


su tono de voz –por que no pueden salir al sol…

Me quede con la boca abierta. Realmente quería ir al baile…y realmente quería


que Bella y Edward fueran…juntos. No soportaba ver a mi hermano pasando por
tal agonía. Máxime si jamás se sintió de esa forma. Todo el campo de
sentimientos amorosos eran un tanto nuevo para el…y podía ver que no le
resultaba nada fácil estar cerca de Bella. Y sabia que no era solo su sangre lo que
ansiaba ahora. –Bella…estaremos toda la tarde ocupados…y además—

-Si quieres, Bella…yo no tengo nada planeado para ese sábado…podemos ir a


algún lugar donde las personas no nos vean…- susurró Edward clavando sus ojos
dorados en ella. Bella sonrió, ruborizándose, haciendo que los ojos se mi
hermano se tornaran mas oscuros y profundos.

-¿Estas loco¡Va a morirse del espanto!- clamó Emmett acercándose hacia la


mesa. Yo alcé mi dedo índice y cerré mis ojos.

Como todas las veces en las que intentaba forzar las visiones de algún futuro,
traté de relajarme, inspire y expire –no por buscar aire, que no lo necesitaba, si no
por relajar mi cuerpo entero- entonces como en un flash pude ver verde. Era un
parque o algo así. Edward estaba recostado en el suelo, con su camisa abierta,
mientras que Bella pasaba las yemas de sus dedos con cuidado por sus brazos.
La visión se volvió borrosa por un instante; ahora Edward estaba sentado a un
lado de Bella, acariciando su cuello con la punta de su nariz…

-¡Alice!- respiré profundamente. Eran esas clases de cosas las que me hacían
desconcentrarme. Lo bueno era que Bella no saldría corriendo, cosa que no me
extrañaba a estas alturas…y lo malo…era que no termine de ver como resultaba
todo al final del día.

-Bella no saldrá corriendo.- apunté mirando rápidamente a Edward. En lo


absoluto. Se que lo viste…

-Viste- le sonrió Bella a Emmett, mientras que asentía triunfante con su cabeza.

-Aun así pueden volver a tiempo para ir al baile…- sonreí. Bella me rodó sus
ojos, mascullando un No y se levantó, llevando su bandeja del almuerzo consigo.
Edward le siguió poco después ya que ambos tenían clase de biología juntos.

-Bien, ahora podrías decirnos de que va todo este numerito del baile,
Alice…nunca, jamás en las veces que hicimos los últimos años del instituto,
asistimos a un baile de fin de curso. ¿Por qué ahora?- Dijo Rosalie inclinando su
cabeza sobre la mesa, dejando que sus cabellos rubios acariciaran suavemente la
superficie de la misma. Yo bajé mi mirada, mordiéndome el labio para
impedirme hablar. No sabia si Edward estaría de acuerdo en que se lo
contásemos a ellos. Edward no tenía una buena relación con Rosalie. Pero como
Carlisle no había dicho hace tiempo; los secretos envenenan a la familia. Alcé
mis ojos justo a tiempo para ver la mueca de decepción y de enfado de Rosalie. –
Perfecto.- dijo entre dientes poniéndose de pie.

-Rose. Espera.- susurré mientras alcanzaba su muñeca. Ellos debían saberlo.


Emmett se acercó mas a la mesa, presionando el costado de su cuerpo contra el
de Rosalie. Y Jasper dio la vuelta a la mesa y se sentó a mi lado. –No solo quiero
ir al baile por que creo que Bella no debe ser privada de ciertas experiencias
humanas, como es este caso, si no que también lo hago por Edward.- Emmett
frunció el ceño, mientras que Rosalie se acomodó sus cabellos detrás de la oreja,
como si pudiera escuchar mejor de esa forma.

-Edward…- susurré, buscando las palabras correctas, pero que no resultasen


demasiado chocantes para mis hermanos. –al parecer él tiene cierta atracción por
Bella.
Rosalie sonrió y se apartó un poco de la mesa –Alice, eso lo sabemos…Carlisle
nos contó la historia sobre la cantante y demás.- dijo mientras se inclinaba sobre
Emmett para besarle.

-No…no es eso…es algo mas fuerte…hace tiempo que lo siento.- dijo Jasper con
la mirada perdida en alguno de los tantos puntos del marmoteado de la mesa de la
cafetería. Rosalie abrió sus ojos, sin apartarse de Emmett. Entonces lentamente,
ambos, giraron sus rostros hacia nosotros.

-¿A que es exactamente lo que te refieres con más fuerte?- preguntó Emmett.

-A que Edward siente por Bella algo similar a lo que tú sientes por Rosalie.-
apunté rápidamente.

-¡Mentira!- dijo Rosalie en un grito sofocado. Su respiración se había vuelto mas


violenta. Como si haberle contado lo que Edward sentía por Bella le hubiera
lastimado profundamente.

-Rose a mi también me parece algo increíble…pero…no es para tomárselo con


tanto dramatismo…- dijo Emmett sorprendido por la reacción de Rosalie.

-Edward paso años…siglos- susurró bien bajo – sin importarle nada ni nadie mas
que el. ¿Por qué ahora¿Por qué con Bella? Es una insignificante humana…una
insulsa y tonta niñita.

-¡Rose!- Emmett había pasado de la confusión al enfado. Si bien era el


vocabulario que Rosalie normalmente utilizaba para referidse a Bella –solo
cuando nuestros padres ni Edward estaban presentes- a Emmett, tanto como a
Jasper y a mi, comenzaba a preocuparle tanta furia por el echo de que Edward
sintiera algo por Bella. -¿Qué rayos tiene de malo¿Acaso no seria lo mejor para
Edward?- Rosalie permaneció callada, con su vista fija en la ventana de la
cafetería. -¿Y Bella?- me preguntó.

Me encogí de hombros. Aun no había tenido oportunidad de hablar con ella sobre
nada. Y si Edward lo había hecho…no podía saber que había sucedido. Leía el
futuro…pero no el presente, o el pasado. –No lo se…por eso se me había
ocurrido ir al baile.

Repentinamente Emmett comenzó a temblar, escondiendo con su mano una risa.


–ahora si vamos a estar en boca de todo el pueblo. Pobres de Carlisle y Esme.
Sus seis hijos están en pareja entre si… ¡Ya puedo imaginarme los comentarios
de los mas cotillas!-
Yo sonreí. Ese punto siempre era el que escandalizaba a toda la gente de cada
pueblo al que íbamos.

Como parecía haberse vuelto costumbre, Edward se había ido con Bella en su
Volvo –no sin que ella antes lanzara una triste mirada a su Volkswagen- y si
dirigieron hacia la casa. Emmett, Rosalie, Jasper y yo, nos volvimos en el auto de
Bella. Emmett cada tanto abría el panel del auto en busca de Dios sabe que cosa
que pudiera darle una pista de que ocurría con ella.

-No ira…Alice…la idea de ir a un baile para que ella pueda disfrutar de una vida
humana ‗normal‘ no funcionara.- dijo Emmett mientras tocaba los botones del
estereo.

-Tiene que funcionar…aun no lo veo con claridad…pero por lo menos se que


debemos hacer para intentarlo…confíen en mi.- dije mientras conducía rumbo a
la casa.

-¿No crees que eso es presionar a Bella¿Qué tal si ella no siente lo mismo?
Alice…no tendrías que meterte en eso- comenzó Jasper luego de que hubiéramos
llegado a la casa y nos hubiéramos encerrado en la habitación.

-Hay Jazz…no me lo digas así…tu tienes que saber algo…tienes que presentir
algo de su parte.- Jasper me sacudió su cabeza. Yo me dejé caer sobre el sofá de
nuestra habitación y me tape la cabeza con uno de los almohadones.

-De todos modos… ¿Por qué te preocupas tanto, Alice?- me senté de golpe,
arrojándole el almohadón, pero trate de mantener mi voz en el más bajo volumen.

-¿Acaso no te das cuenta de nada¡Nadie nota nada! Hace días que Edward esta
diferente…actúa de forma diferente. Antes era como si se resignara a
esto…como si su tiempo girase en torno a ver como pasaban las horas. Ahora
parece como si tuviera algo por lo que interesarse. Y algo me dice que Bella no le
es indiferente. Pero temo que siendo tan testaruda no va a reconocérmelo…-
Jasper se sentó a mi lado y me rodeó con sus brazos, depositando un dulce beso
en mi frente.

-Alice, sabes que voy a ayudarte con loo que quieras, pero no presiones…no es
bueno…

¿A dónde?

¿Con quien?
¡No!

Jasper y yo nos miramos. Con la música y todo, era raro que pudiéramos
escuchar las voces de nuestra familia, a menos que estuvieran gritándose…como
seguramente sucedía ahora. Jasper me tomó de la mano y en un santiamén
estábamos en el hall de entrada. Vimos las puertas del comedor familiar abiertas.
Dentro, Carlisle estaba sentado a un lado de la silla cabecera de la mesa, y
Edward estaba en el otro, con sus dedos ejerciendo una leve presión sobre el
tabique nasal.

-Los Cullen no podemos ir allí, Bella.- dijo Edward, palabra por palabra, como si
se concentrara para mantener su voz tranquila. Entonces me percaté de la porción
visible de la cabeza de Bella desde la silla que estaba en la cabecera de la mesa.

-Ella no tiene nada que ver con aquello, Edward, ella puede ir.- repuso Carlisle.

Un leve ‗Hmmhp‘ –un tanto victorioso- salió de los labios cerrados de Bella.
Como si con eso dijera que Carlisle era quien tenia la ultima palabra.

Edward respiró profundamente y se levantó de la mesa, pasando por nuestro lado.


Seguramente iría a su habitación. Bella –como cuando tenia cinco años- se
arrodilló sobre la silla y miro hacia nosotros, con una suave sonrisa.

-¿Qué paso?- pregunté.

-El sabado voy de excursión con alguno de los chicos del instituto. ¿Quieren
venir?- preguntó mientras le daba un agradecido abrazo a Carlisle.

-No Bella.- Respondió mi padre antes de que yo pudiera hacerlo. ¡Por supuesto
que iría con ella y sus amigos! –Iremos de caza ya que tú vas a pasar el día a La
Push- contestó lanzándome una mirada.

Ahora entendía toda la discusión. Teníamos prohibida la entrada a aquella


reserva india. Hacia siglos, antes de que Jazz y yo nos uniéramos a los Cullen,
Carlisle había hecho una especie de tratado con los nativos de la tribu ‗Quileute‘.
Por lo poco que sabia –y creía que era lo justo y necesario- aquella tribu eran
licántropos. Nuestros únicos y mortales enemigos naturales.

Carlisle había logrado convencer al jefe de la tribu de que no éramos como los
demás ‗frios‘ –así nos llamaban ellos- que no teníamos intenciones de cazar
humanos, lo cual era mas que cierto. Luego de varias tratativas, el jefe quedo
convencido, poco, por lo cual nos permitía permanecer en ciertas zonas. Pero no
podíamos cruzar a su territorio, eso incluido la zona de la reserva de La Push, la
playa Primera y uno de los pueblos aledaños.

Pero Bella no era como nosotros, con lo cual, ella si podía ir. Ahora bien, la
reacción de Edward me había tomado por sorpresa y sabia que por su reacción ir
a interrogarlo, no era la cosa mas sabia por hacer en estos momentos. Solo podía
dejar que mi mente barajase las dos teorías sobre su enojo.

O bien, temía que hubieran aun hombres lobo y Bella –con su buena suerte-
pudiera resultar herida, o peor.

O bien estaba disgustado por que iría Mike Newton y él no.

Podía oler por donde iba su enojo…


Capitulo15

Bella POV

Me desperté sintiendo una cegadora luz sobre mis ojos. Los abrí de golpe,
sentándome en la cama de un salto mientras veía algunos tenues rayos amarillos
escurrirse entre las cortinas de mi habitación. Era extraño…la normal penumbra
de la mañana había sido reemplazada por una extraña luz amarillenta… ¿Acaso?

Me puse de pie y volé hacia la ventana, descorriendo las cortinas de un tirón; allí
estaba el sol. Iluminando Forks con todas sus fuerzas. Había unas cuantas hileras
de nubes en el horizonte que amenazaban con cubrir al astro rey, pero el resto del
cielo se veía de un claro y luminoso celeste. Corrí a cambiarme de ropa, lo último
que me faltaba era demorarme admirando el sol, tendría el resto del día para
hacerlo.

Me sorprendí al llegar al salón y no ver a nadie, la casa siempre estaba en


silencio, pero esta vez era más de lo acostumbrado. Mi familia se había ido de
caza a un lugar llamado Goat Rocks y no regresarían hasta la madrugada. Debía
decir que me aterraba la idea de quedarme sola en una casa tan grande. Pero ellos
debían alimentarse, y en lo posible de animales grandes, para que no les resultase
molesta mi cercanía.

Subí a mi coche, sorprendiéndome de ver un trozo de papel cuidadosamente


doblado.

Ten Cuidado.

Decía la nota con la prolija e inconfundible caligrafía de Edward. Sonreí.

Traté de evitarme el embarazoso ataque de saltos de alegría que solía darme


cuando sucedían pequeños detalles como este. Había decidido no pensar más en
Edward como lo que era, mi hermano - aunque no por sangre y podía decirse que
tampoco por crianza.- Decidí que pensar eso resultaba más fácil que la realidad.
No era, ni podría ser jamás (,) mi hermano. Ni yo quería que lo fuera.

Edward representaba algo más, algo totalmente diferente a lo que sería un


hermano, a lo que eran Emmett o Jasper…suspiré tratando de despejar mi mente.
No tuve problemas en encontrar la tienda de Mike, ya había ido allí en una
ocasión antes de comenzar las clases. Cuando entré al aparcamiento vi la
Suburban de Mike y la camioneta de Tyler.

También estaban allí Jess, Angela, Lauren, Eric y un par de chicos más de los
que no podía recordar sus nombres. Lauren me miró con desdén cuando pasé por
su lado, Jessica en cambio corrió hacia mí.

-Hola Bella- me sonrió con entusiasmo, -¿has venido sola?- inquirió mirando
dentro de mi coche (,) sobre mi cabeza. No sabía decir por qué, pero estaba
segura de que moría de ganas por buscar a Edward hasta en el portaequipajes.
Había quedado bastante decepcionada de que él no hubiera aceptado ir al baile
con ella. Jessica de mala gana tuvo que conformarse con Mike. Pero parecía no
perder las esperanzas, ya que siempre buscaba la forma de terminar haciéndome
hablar de él. Realmente comenzaba a estorbarme. Más cuando comenzaba a con
preguntas demasiado íntimas…

Edward no iría al baile. Ya lo había dicho antes. No quería ir, y yo tampoco.


Aunque por dentro moría por invitarle, aunque fuera con la infame excusa de
hacer compañía a nuestros hermanos. Pero no podía, nunca antes había asistido a
un baile, y realmente no veía por qué tendría que romper ahora con la tradición…

-Sí, mi familia fue de acampada…yo hubiera ido con ellos, pero se lo había
prometido a Mike -el aludido me sonrió.

-Oh, vaya…quizás para la próxima -murmuré un inaudible ‗Sí‘ al mismo tiempo


que sacudía la cabeza y saludaba a Mike.

-Eras la que faltaba…ya pensé que no vendrías -dijo con una brillante sonrisa en
su rostro. –Bien, entonces ya podemos irnos ¿Te vienes en mi coche, o en la mini
furgoneta de Lee?- miré de soslayo la mini furgoneta, iría atestada de gente y casi
ni podría respirar, sin contar que irá acompañada de gente que casi conocía.

-Emm…mi coche es bastante grande, creo que podemos ir un par…así no vamos


tan aplastados- dije con una suave sonrisa, Mike asintió con su cabeza y sonrió
desilusionado. Odiaba hacerle eso a Mike, pero parecía no entender que a mí no
me gustaba.

Jess, Ángela y Ben se subieron conmigo a mi automóvil. Era la primera vez


desde que habíamos llegado a Forks que podía bajar el techo del vehículo.
Ángela y Jessica estaban encantadas con la idea de ir por la ruta prácticamente
sin nada que nos cubriera. Y Ben también habría estado contento, de no ser
porque íbamos con música poco masculina a todo volumen.

Entre la reserva de La Push y Forks habían menos de veinticinco kilómetros


resguardados por las abarrotadas paredes de árboles del bosque. Aun no podía
imaginarme como sería la playa a la que iríamos, jamás había ido a alguna playa
en día de sol, y las playas de Alaska eran preferibles ser evitadas, entre el frío, el
viento y la poca distancia entre la carretera al mar, podía decirse que
prácticamente no existía un lugar al que llamar correctamente playa.

Bajamos hacia la playa siguiendo a Mike, quien obviamente había venido aquí
demasiadas veces como para perderse ahora. Pasamos varias arboledas,
esquivando unas cuantas rocas, pero llegamos. La playa de no más de dos
kilómetros tenía una forma de media luna, cercada a cada lado por los empinados
acantilados rocosos. El agua, de una tonalidad grisácea –aun cuando era
iluminada por el sol- bañaba las costas de la arena, dejando a su paso pequeñas
ramitas que arrastraba desde el océano.

En una de las puntas de la playa, cerca del agua, había un par de troncos de color
blanco –a causa de la salinidad marina- dispuestos como en ronda, y se podía ver
un círculo negro de cenizas en el centro. Mike nos condujo hasta allí, donde
dejamos nuestras mochilas lejos del alcance del agua.

Mike dio un par de vueltas buscando unas cuantas ramillas traídas por la marea y
las acomodó donde habían viejas cenizas. Encendió una especie de fogata, pero
me sorprendí al no ver las habituales llamaradas anaranjadas. Estas eran azules.
Dejé escapar un grito de sorpresa al verlas aumentar conforme lamían más leña.

–Son azules a causa de la sal -dijo Mike sentándose a mi lado.

Nunca antes había visto nada igual. Entonces las llamas comenzaron a tornarse
verdosas. Contemplé maravillada las llamas azules y verdes, mientras que el
resto de los chicos se entretenían platicando.

Al rato, unos cuantos habían organizado un grupo para recorrer la costa de la


playa e internarse al bosque. Iba a ir, pero entonces Lauren me lanzó una mirada
que me hizo cambiar de idea. A pesar de las continuas peticiones de Mike, me
quedé en la playa junto con Ángela y Eric. Resultaba cómodo pasar tiempo con
Ángela, no solía hablar mucho. También como yo –o eso suponía- disfrutaba del
silencio.
Entonces Eric soltó un bufido mirando hacia nuestras espaldas. Me di vuelta a
ver qué era lo que le había caído mal. Un grupo de no más de diez jóvenes se
acercaba hacia nosotros. Algunos de ellos eran bastante altos y corpulentos, otros
parecían menores. Me sorprendí al ver sus lisos cabellos oscuros y su brillante
piel cobriza.

-Son de la reserva de La Push…- volvió a bufar. –Siempre vienen a ver qué


hacemos…

Me puse de pie junto con Eric y Ángela para saludar a los adolescentes. Eric
parecía conocerlos de antes, quizás en otras visitas a la playa, por lo que nos
presentó a ellos. Cada uno de los jóvenes se nos dijo su nombre, una de las chicas
se llamaba Jessica, el muchacho más joven se llamaba Jacob y el más alto
respondía al nombre de Sam.

Nos volvimos a sentar, integrando a los recién llegados a nuestra conversación.

-Ángela es la primera vez que viene con nosotros, su madre no le permitía venir-
comentó Eric para desagrado de Ángela. Pero él siguió, sin importarle mucho –y
Bella se mudó hace poco a Forks. Es la hija del doctor Cullen.

Entonces tuve la atención de todos los adolescentes de La Push sobre mí. Uno de
ellos –Sam, el más grande- me miró sorprendido y a la vez con rabia.

-¡Tú no puedes ser familiar de ninguno de los Cullen!- afirmó el joven que se
llamaba Sam, con su dedo acusatorio alzado frente a mí. No sabía si responder o
no, realmente me sentía intimidada. El resto de sus amigos me miraban tal y
como lo hacían Ángela y Eric, sorprendidos ante el tono de voz amenazante de su
amigo.

-No, técnicamente…- murmuré suavemente, alzando el pecho y fijando mi vista


en él. Sam tenía los ojos dilatados y cada tanto movía las aletas de su nariz, como
si estuviera oliendo algo. –Todos hemos sido adoptados.

-No- masculló, su cuerpo temblaba violentamente, entonces sacudió su cabeza


hacia los costados. En ese momento la imagen de la película ‗El exorcista‘, más
precisamente la escena en que la niña se encuentra poseída por el demonio, saltó
a mi mente. El chico de La Push parecía tener un ataque o algo parecido.
Entonces se puso de pie y salió lejos de nosotros. Otro de los chicos, que parecía
de edad más allegada a Sam, se disculpó por los dos se alejó caminando detrás de
su amigo.
-¡Vaya! Lo siento de veras, Sam suele ser bastante amigable…no sé que mosca le
ha picado hoy- comentó el menor de ellos, Jacob.

Al poco tiempo regresaron nuestros amigos de su excursión. Yo aun seguía


absorta en mis pensamientos, tratando de hilar qué era lo que sucedía, por que
Carlisle y Edward habían discutido sobre si debía o no bajar a La Push y la
extraña reacción de Sam. Todos comenzaron a acomodarse sobre los troncos y
repartieron los sándwiches y los refrescos.

En medio del almuerzo las amenazadoras nubes que en la mañana había visto en
el horizonte, avanzaban hacia la mitad del cielo, cubriendo el sol de tanto en
tanto. Mike organizó una nueva caminata, esta vez hacia las tiendas de la aldea.
Varias de los nativos se ofrecieron para acompañarles, excepto Jacob. Decidí no
ir y aprovechar el tiempo para ver si podía sacarle que era lo que le sucedió a
Sam y por qué me habló de esa forma.

Jessica y Ben tampoco fueron, solo que en lugar de quedarse sentados con
nosotros, se fueron a recorrer la costa de la playa.

-Te molestaría decirme que fue lo que ocurrió con tu amigo- le pregunté a Jacob
luego de pasar varios minutos en silencio. Me fue imposible ocultar mi tono de
enfado.

-No lo sé- apuntó achicándose de hombros. -¿Quieres ir a dar un paseo por el


bosque conmigo?

Me quedé con la mente en blanco, pero entonces accedí a ir, quizás podría sacarle
algo sobre su amigo, ya que su seco no lo sé, no me convenció en lo más mínimo.

-¿Y cuántos años tienes?- pregunté tratando de desviarme un rato de la


conversación que me interesaba tener.

Bajó su mirada hacia sus pies, parecía tomarle trabajo decirme su edad, -acabo de
cumplir quince- confesó.

-¡Vaya! Juraba que tenías un poco más de dieciséis.- Era una crueldad decirle eso
al joven, más cuando parpadeaba incesantemente, como si tuviera una molestia
en el ojo.

-Soy alto para mi edad- dijo inflando su pecho. Algo me decía que el coquetear
con él para sacarle información, sobre la reacción de su amigo hacia mí y mi
familia, me traería problemas a futuro. -¿Y tú?
-Cumplí diecisiete hace pocos meses- contesté con una sonrisa. -¿Subes a Forks a
menudo?- me sentí como una tonta, mis falsas expresiones de ansiedad y
sorpresa no solían ser muy buenas, seguramente se daría cuenta y se enfadaría.

-No mucho…aun no tengo el carnet de conducir y no he terminado mi coche.-


fruncí mi ceño ante su respuesta, Jacob sonrió, formándosele unos pequeños
hoyuelos en sus rojizas mejillas. –Me gusta armar autos, cuando dispongo de
tiempo libre y piezas.

-¿Y qué estás armando?

-Un volkswagen del ochenta y seis.

-¿Y anda?- Reí. Jacob al principio me dio una seria mirada, pero luego se rió
conmigo.

Seguimos caminando, ahora nos adentrábamos más en el bosque. Rogaba no


tropezar con nada, mientras caminaba con la cabeza gacha en busca de cualquier
cosa que pudiera ayudarme a potenciar mi torpeza.

-Tu amigo es muy raro- apunté mientras nos sentábamos en el tronco de un árbol
caído. Jacob pareció dudar en algo ante de hablar. –sé que sabes algo…y me
parece injusto que no me lo digas…siendo que es sobre mi familia.

-Se supone que no debo decir nada- dijo mordiéndose el labio.

-Vamos, no se lo voy a contar a nadie. Creo que merezco saber por qué me
recibió con ese cariño- bromeé soltándole una sonrisa.

-Se supone que los Cullen no se acercan a la reserva- susurró, como si hubiera
alguien más que pudiera escucharnos. Entrecerré mis ojos y fruncí el ceño, -
¿Sabes algunas de las leyendas de nosotros, del origen de los quileutes?-

-En realidad nunca oí nada sobre ustedes- admití ruborizándome.

-Bueno, realmente no quiero darte una extensa lección de historia…solo lo que te


interesa, sobre tu familia. Una de las tantas leyendas nuestras afirma que
descendemos de los lobos, y que estos son nuestros hermanos, por eso la ley de la
tribu prohíbe matarlos. Y luego está la leyenda de los fríos.

-¿Los fríos?- No pude esconder mi sorpresa. Estaba segura de que se trataban


sobre mi familia. Los fríos. Como su piel, fría, helada. Debía tener cuidado con
darle a Jacob más detalles de los que supiera. Carlisle me había pedido que no
dijera nada a nadie sobre quienes eran en verdad.

-Sí, según la leyenda uno de mis antepasados conoció a uno de ellos. Verás, los
fríos son los enemigos naturales de los lobos- dudó ante sus palabras, yo fruncí el
ceño, dándole a entender que me había percatado de ese detalle –bueno, en
realidad son enemigos de los lobos que se convierten en hombres…

-¿Hombres lobo?- pregunté sorprendida. Jacob asintió con su cabeza.

-Licántropos u hombres lobo, son lo mismo. Ellos solo tienen un enemigo


natural, solo uno; los fríos. Hace muchos años llegó un grupo a nuestros
territorios, eran diferentes a los demás- Jacob se detuvo, esperando mi pregunta,
pero yo ya tenía una idea de por qué eran diferentes…no se alimentaban de
personas como los demás fríos. –No cazaban como los demás, no debían ser un
peligro para el resto de nuestra tribu. Así que mi antepasado llegó a un acuerdo
con ellos. No los delataríamos, si prometían mantenerse lejos de nuestras tierras.

Jacob se detuvo, mirándome confundido. Yo por mi parte trazaba líneas en mi


cabeza. Aparentemente mi familia tenía una especie de Némesis; los hombres
lobo. Me hubiera echado a reír en cualquier otra situación, pero solo pude
temblar. Si ellos existían, por qué no podían hacerlo también los licántropos.

-¿Sam es un licántropo?- solté casi sin pensar. Jacob me miró sorprendido unos
instantes y luego se hecho a reír.

-¿Me tomaste en serio, Bella? Son solo leyendas…además no me dejaste contarte


como entra tu familia en esto…cuando lo escuches te partirás de la risa.-
Comentó sosteniéndose el estómago.

-¿Mi…mi familia…que tiene que ver?- me puse nerviosa, solo rogaba que él no
lo notara.

-No quiero sonar irrespetuoso ni nada…recuerda que lo dicen las leyendas. Bien
tu familia, los Cullen, son los fríos, los enemigos de los licántropos y por ende de
nuestra tribu. Por eso no pueden pisar nuestro territorio.- No me reí tal y como él
lo esperaba. –Si no te ríes voy a pensar que es por algo- apuntó seriamente.

-Lo siento, sé que suena ridículo, todo…pero me has puesto la carne de gallina.-
sonreí.
-Con respecto a Sam…él es bastante fiel a nuestras tradiciones, y cree las
leyendas firmemente. Supongo que al verte a ti, una humana, siendo una Cullen
le habrá movido un poco todas sus historias.- rió. -¿Puedo hacerte una pregunta?

Le sonreí, odiaba desviarme del tema, pero tampoco podía seguirle presionando y
esto de coquetearle no me estaba resultando nada cómodo.

-Adelante.

-¿Qué paso con tus padres?- abrí mi boca para responderle, pero me di cuenta de
que no salía sonido alguno. Jacob desvió su mirada de la mía.

-Lo siento, no es mi asunto- murmuró.

-No, está bien- respondí suspirando. –Mis padres fallecieron cuando yo era
pequeña. Íbamos de vacaciones a no recuerdo dónde cuando un camión nos
embistió de frente.- Jacob abrió su boca sorprendido. Todas las personas a las
que se lo contaban hacían lo mismo. Odiaba que sintieran lástima de mi triste
historia. Yo misma me odiaba cuando sentía lástima de mí misma -solo yo tuve
suerte. Viví en un orfanato hasta que Esme y Carlisle me adoptaron. Ellos han
sido como mis padres desde entonces.

-Se esta haciendo tarde- murmuró mirando al cielo. –Está por llover,
seguramente tus amigos querrán irse.- Jacob se volvió sobre sus talones,
guiándome hacia la playa. No habíamos hecho ni dos metros que mi pie se
tropezó contra la raíz de un árbol que sobresalía. Fue inevitable mi caída al suelo.
Dejé escapar un quejido de dolor al sentir mi tobillo doblarse. Jacob se acercó
rápidamente hacia mí.

-¡Diablos!- maldije mientras me acomodaba en la hierba del suelo del bosque.


Jacob se inclino frente a mí y tomó mi tobillo entre sus manos. Volví a gemir
cuándo hizo presión sobre él.

-Creo que te lo rompiste- murmuró preocupado. Yo sacudí mi cabeza, luego de


llevar tantos años viviendo en la misma casa que un doctor, podía darme cuenta
de que de la diferencia entre un esguince y una quebradura. Dolería horrores.

-No, me lo doblé…no esta roto.- Jacob me miró extrañado –Mi padre es doctor
¿recuerdas?- miré a mi alrededor, tenía que encontrar algo para mantener el
tobillo ajustado, llegar a casa, ponerlo en agua caliente y descansarlo a una altura
considerable. Pero no había nada que creyera de utilidad.
-¿Qué buscas?

-Algo para vendar el tobillo.

-Esto…mi casa no está lejos, si quieres te ayudo a llegar…de seguro tenemos


vendas- iba a sonreírme ante el rubor en sus rojizas mejillas, pero no lo hice. No
me pensé dos veces en ir o no a su casa. Si no vendaba el pie pronto, mañana por
la mañana tendrían que ponerme un yeso para evitar que fuera peor. Jacob pasó
uno de sus brazos por mi cintura y con el otro tomó mi mano que la pasé sobre
sus hombros. Había insistido en cargarme todo el camino, pero me opuse en
redondo.

La casa de Jacob era pequeña, de madera con ventanas angostas y la fachada


estaba pintada de un color rojo mate. Me recordaba a esas pequeñas cabañas de
las películas de terror, donde el asesino serial solía ocultarse. Ahora, habiendo
llegado hasta acá, no me parecía tan buena idea haber aceptado venir a su casa.

-Oh, casi lo olvidaba…mi padre está en casa, así que te pido un favor…no
comentes nada sobre las historias que te conté- me dijo casi en un susurro.

-¿Por qué?

-Se supone que no debemos decirlas a nadie. Ya he roto el tratado al contártelo a


ti- sonrió mientras me dejaba descansar contra la pared de su casa para abrir la
puerta.

-Me llevaré el secreto a la tumba- dije con una sonrisa volviendo a servirme del
apoyo de su cuerpo.
Capitulo16

Bella POV

La casa era tan pequeña por dentro como por fuera. La sala era compartida por
una televisión, un viejo sofá y una mesa con seis sillas.

En el viejo sofá estaba sentado un hombre de unos cuarenta años y a su lado uno
de edad más avanzada, acomodado en una silla de ruedas. Ambos miraban con
detenimiento un partido de baseball.

-¿Papá?- le llamó Jacob. Me sorprendió ver que el que se volteaba era el hombre
que estaba en una silla de ruedas. Pero viéndolo mejor, eran bastante parecidos,
el mismo color rojizo de piel y el cabello lacio negro –aunque en algunas zonas
tenía mechones canosos.

-Oh, hola- me saludó con una sonrisa amable. El hombre que estaba sentado en el
sofá se puso de pie. Me sorprendí al ver una reluciente placa dorada brillando en
su chaqueta de cuero. Iba a dar un paso para saludarles, pero el dolor punzante en
mi pie me hizo recordar qué era lo que me traía a este lugar. Respiré
profundamente, evitándome la embarazosa escena de chillar del dolor. Jacob me
alcanzó una silla y me hizo sentar.

-¿Estás bien?- Preguntó el padre de Jacob mirándome extrañado.

-No- respondió Jacob antes de que yo pudiera alegar que fue un simple tropezón
–creo que se rompió el tobillo.

-Me lo doblé- le corregí molesta.

-Oh sí, claro…olvidé que tu padre era doctor- sonrió mientras desaparecía de la
sala. Mis ojos se abrieron de golpe, no me gustaba para nada la idea de quedarme
a solas en un lugar lleno de extraños. El hombre con la chaqueta de policía me
alcanzó un vaso con agua, y el padre de Jacob acercó la silla de ruedas más hacia
la mesa.

-¿Has avisado a tu familia que venías aquí?- me preguntó el policía.

-No, mi familia está de viaje. Vine a la playa con un grupo de amigos del
instituto.
-Se ha mudado hace un par de meses a Forks- escuché la voz de Jacob acercarse
hacia la sala.

-Ah, eres nueva en Forks, por eso no te reconocía. Soy Charlie Swan, jefe de
policía de Forks- el hombre extendió su mano hacia mí. Le devolví el gesto con
una sonrisa. –Conozco a la mayoría de los jóvenes, pero nunca se pueden
conocer a todos ¿verdad?- su sonrisa me resultó agradable, cálida. Por lo que le
sonreí también.

-Oh claro. Mi padre ya te conoce. Soy Bella, la hija del doctor Carlisle Cullen-
me presenté. Entonces inesperadamente mi nombre provocó una ola de
reacciones en aquella diminuta casa. El padre de Jacob casi se atragantó mientras
bebía agua. El jefe de policía Swan me miró sorprendido unos instantes, pero
luego se dedicó a socorrer a su amigo.

-¿Cullen? ¿Cullen?- repetía el padre de Jacob.

-Billy…no empieces- Le reclamó Charlie. Para mi suerte Jacob había encontrado


unos vendajes, por lo que pude empezar a ponérmelo rápidamente con su ayuda.
El padre de Jacob, Billy –así le llamó Charlie- se disculpó alegando que
necesitaba descansar y se encerró en su habitación.

-Lo siento- se disculpó Jacob –mi padre no está acostumbrada gente extraña…a
veces se comporta de manera bastante mal educada.

-No, comprendo- era obvio que el padre de Jacob también creía las historias y
creía saber lo qué era mi familia. El jefe Swan permaneció en silencio,
observando como Jacob –con mi ayuda- terminaba de acomodar el vendaje en mi
pie. Me miraba cuidadosamente, desviando su mirada cada vez que mis ojos iban
hacia él. Me sentía incómoda bajo su penetrante mirada y algo me decía que
reparaba en cada detalle de mí, hasta que luego habló:

-¿No sería mejor que tu padre te revisara, Bella? - preguntó, pude percibir un
extraño temblor en su voz.

-Hum…Carlisle no volverá hasta la noche…descuide, después de vivir tantos


años con él, he aprendido algunas cosas, jefe Swan - respondí con una sonrisa.

-Charlie, por favor- me corrigió.

-Charlie- asentí con una sonrisa. –Jacob- le llamé volviéndome en la silla –Ya he
vendado el pie, creo que lo mejor será irme…no quiero incomodar más…
-Eso no importa…de todas formas ¿cómo piensas irte?- preguntó Jacob con una
sonrisa apagada.

-Hum… ¿conduciendo mi coche?- dije, pero al mover el pie para hacer la mímica
de que pisaba un pedal invisible, me quejé. Charlie tomó su chaqueta.

-Yo te llevo hasta tu casa, Bella- dijo con una triste sonrisa. Me gustaría saber
qué era lo que le sucedía para ponerse de aquel modo.

-Hum…gracias, pero no puedo dejar mi coche aquí…- El jefe de policía pareció


pensar varias cosas y entonces se dirigió a Jacob y alzó su dedo índice.

-Solo por esta vez haré excepción, Jacob Black. Puedes llevarla en su auto, yo iré
detrás de ustedes. Y luego te traigo de vuelta.- Jacob sonrió, mostrando sus
perfectos dientes.

Charlie insistió en llevarnos en su coche patrulla hacia donde había dejado


estacionado mi auto. Cuando llegué allí (,) me sorprendió ver que todos se habían
ido, menos Mike, Ángela y Ben.

-¡Bella!- gritó Mike corriendo hacia nosotros, -¿dónde te habías metido? ¿Qué te
hicieron?- dijo con tono acusatorio mirando a Jacob.

-Hola Mike- le saludó Charlie desde la patrulla y la expresión de Mike pareció


suavizarse.

-No pasó nada Mike, solo me he caído…como siempre. Jacob va a llevarme


hasta casa, y Charlie nos acompañará -dije sacando las llaves de mi auto del
bolsillo de los vaqueros. Mike se paró frente a mí.

-No hay problema…yo te llevo en mi coche -dijo con una sonrisa extendiendo su
mano hacia la puerta abierta de su suburban.

-Mike…tengo que volver a casa con mi auto, o pensarán que realmente fue un
fuerte tropezón, mi padre es capaz de internarme…y créeme que no deseo eso…-
dije poniendo las llaves en la cerradura. –Además ni Ángela ni Ben saben
manejar. Descuida, estaré bien. Nos vemos el lunes en el instituto -saludé
mientras le cedía el paso a Jacob en el asiento del piloto, y yo me arrastraba hacia
el otro.

Le pedí más de tres veces a Jacob que tuviera cuidado con mi coche. –Bella,
llevo conduciendo desde que tengo uso de razón- bromeó haciendo rugir el
motor. Al poco tiempo íbamos atravesando las callecitas de la reserva, con el jefe
de policía Swan detrás de nosotros, haciendo que las luces del techo de su
patrulla iluminaran exageradamente el camino, a pesar de que aun había un poco
de luz. El crepúsculo se veía igual al de todos los días; nublado. El espléndido día
soleado había acabado luego de la hora del almuerzo.

-Nunca antes mi nombre había causado tanto revuelo- reí acomodándome en el


asiento.

-¿A qué te refieres? Solo fueron Sam y mi padre…y por la misma estupidez -
contestó molesto sin apartar los ojos de la carretera.

-Bueno, y el jefe Swan.- apunté confundida.

-¿Charlie?¿Por qué… oh, vaya…sí, puede ser -hice una mueca dándole a
entender que yo no estaba en su mente como para saber a que se refería. –Bella.
Tu nombre en realidad es Isabella ¿verdad?

-¿Y?

-Charlie tenía una hija que se llamaba como tú -dijo Jacob suavemente, como si
temiera que Charlie pudiera escucharnos a pesar de estar tan apartado de
nosotros, y en otro vehículo. Yo me acomodé sentándome de frente a él.

-¿Qué le pasó?

-Desapareció, cuando tenía como tres años.

-¿Y cómo es eso?- me interesé.

-Verás, Charlie estaba casado con Renée, su ex-esposa. Pero ella se fue con su
pequeña hija de tan solo meses. No estoy seguro, pero creo que se fue a vivir con
su amante o algo así.

-¡Vaya! Pobre Charlie…debió de haberlo pasado fatal -dije realmente


entristecida.

-Sí, bueno…no fue tan malo…por lo menos veía a su hija Isabella cada tanto.
Pero una noche le llamaron diciendo que alguien había irrumpido en la casa
donde Renée y su pareja vivían. El hombre fue encontrado muerto en la casa, y
ella entre el bosque que rodeaba la casa. Se rumoreó que fueron
asesinados…pero ambos tenían una especie de fuerte anemia. De ahí que mi
padre insiste en la creencia de nuestras antiguas leyendas…según él fueron
vampiros- dijo Jacob.

Recliné mi cabeza contra el respaldo del asiento, sintiéndome aturdida. De


repente fue como si pudiera ver a la pobre ex-mujer del jefe de policía corriendo
desesperadamente por el bosque. Me hubiera gustado poder saber qué había
sucedido con la pequeña niña…

-¿Cuánto pasó?- pregunté interesada en la historia.

-Hace bastantes años ya…yo era muy pequeño como para recordarlo, pero por lo
poco que sé, habrá sucedido hace alrededor de unos 14 años…

Cerré mis ojos y recliné la cabeza contra el respaldo del asiento…estaba


sintiéndome un tanto acalorada…

-No tienes buena pinta… ¿segura de que te sientes bien?- me preguntó, pero yo
asentí con mi cabeza.

-¡Vaya! pobre de Charlie -en parte me había quedado pensando en la forma en la


que Jake dijo que fueron asesinados la madre de la pequeña Isabella; anemia. Y
el hecho de que el padre de Jake creyera que era por los vampiros me produjo un
escalofrió. Mi familia tenía razón, hay vampiros buenos…y vampiros
malos…muy malos.

-Lo peor es que la desaparición de su hija es un misterio… Charlie aun conserva


la esperanza de que esté viva. Hoy tendría tu edad…supongo que por eso se
entristeció al escuchar tu nombre.

-Suena lógico- murmuré con la mirada perdida –mismo nombre, casi la misma
edad, siendo adoptada…

-Cualquiera diría que puedes ser la hija de Charlie -rió Jacob –Solo que tú sabes
que fue lo que sucedió con tus padres -yo asentí suavemente.

Volví a recostar mi cabeza contra el respaldo del asiento. Comenzaba a temer que
no fuera una simple torcedura, ya que podía sentir la sangre bombeando con
fuerza en la zona de mi tobillo y el dolor de cabeza se hacía más persistente.
Quizás era un severo esguince o, Dios no lo quisiera, una quebradura. Ya me veía
andando durante cuatro meses con un yeso de aquí para allá.
Estábamos tomando la curva que nos adentraba en Forks cuando vi dos luces
rojas reluciendo en la espesura de la noche. Al pasar al lado del vehículo pude,
claramente ver que era el Volvo de Edward.

-¡Para!- le grité a Jacob removiéndome en el asiento de mi coche. Jake se giró


hacia mí sorprendido pero no aminoró la velocidad. -¡Jacob detente, son mis
hermanos!- le grité volviéndome hacia él.

Jacob miró hacia atrás por el espejo retrovisor y se hizo a un lado en de la


carretera. El coche patrulla del jefe Swan pasó de largo y se paró a pocos metros
de nosotros. Entones los faros del Volvo me encandilaron y se detuvo a nuestro
lado.

-¡Bella!- me llamó la suave voz de Edward.

-¿Edward?- pregunté acomodándome en el asiento y apoyando mi cabeza sobre


el respaldo. Por un momento, y ante la mirada sorprendida de Jacob creí que la
fiebre que comenzaba a sentir me estaba generando alucinaciones.

-¡Hey! ¿Qué sucede?- escuché el alarmante tono de voz de Charlie Swan, cuando
Edward abrió la puerta de mi lado.

-Soy Edward Cullen- dijo extendiendo su mano hacia Charlie. Edward volvió su
mirada hacia mí preocupado. -Creo que será mejor que lleve a Bella al hospital.
Parece que tiene temperatura- le escuché decir mientras apoyaba su fría mano
sobre mi frente.

-Bueno, ya que esta allí, Jacob puede…

-La llevamos nosotros, gracias -escuché la cantarina voz de Alice desde el auto
interrumpiendo a Charlie.

-¿Alice?- escuché las puertas del auto abriéndose y cerrándose. Los fríos y
fuertes brazos de Edward me alzaron hacia el frío aire del atardecer.

-Tiene algo de temperatura- susurró Edward mientras me metía en la parte trasera


de su auto y me acomodaba contra su pecho. –Ya está Bella…nos vamos a casa.

-Edward…no sé que pasó…no la vi más…fue como si hubiera desaparecido de la


faz de la tierra- Escuché a Alice.
-¿Edward?- le llamé girándome sobre él. Me di cuenta de que mi rostro estaba a
escasos centímetros del suyo, mientras mantenía mi cuerpo acunado entre sus
brazos.

-Cierra los ojos Bella, tienes algo de temperatura…parece que no fue una simple
torcedura…- me dijo suavemente. -¿A que creíste que fue solo eso y caminaste
igual?- por mucho que me molestara darle la razón, asentí. -Bella…creí que
Carlisle lo había dicho varias veces. Las torceduras duelen solo al
principio…pero las roturas… ¡Hay Bella! Creo que tendrás que andar unos
cuantos meses con un yeso.- dijo con un tono de burla en sus palabras. Me
removí descontenta entre sus brazos y me las arreglé para sentarme. Edward
extendió sus brazos, temiendo que del repentino movimiento me incomodase
aun. Pero no fue así.

-Tendrás que hacerlo tú, Edward. Carlisle no regresará hasta la noche y si queda
sin el yeso mañana será un desastre -escuché a Alice. Entonces me di cuenta de
que mi coche nos seguía detrás, pero no el patrullero de Charlie.

-¿Quién viene con mi coche?

-Jasper- dijo Alice volteándose con una sonrisa.

-¿Por qué volvieron antes?- Edward y Alice compartieron una de sus tantas
significativas miradas, y él asintió.

-Fue extraño, es como si tu futuro hubiera desaparecido en cuanto entraste a la


reserva. Te vi manejar hacia allí…pero nunca te vi salir, ni nada más…por eso
volvimos antes.- dijo Alice frunciendo su ceño.

Volví mis ojos hacia Edward, dándome cuenta ahora de que sus ojos estaban
negros como el carbón y la sombra morada de debajo de sus ojos era aun más
notoria. Lo mismo sucedía con el bello rostro de Alice.

-¿Por qué volvieron? No podía sucederme nada…estaba con los chicos del
instituto…- dije molesta, y en parte sintiéndome culpable.

-No podía verte. Eso fue lo que más nos alarmó. Estabas en la reserva, sí, con tus
compañeros del instituto. Pero Bella, nosotros no somos las únicas criaturas
peligrosas que estamos por aquí -dijo Alice.

-¿Entonces es cierto? ¿Realmente hay hombres lobo en La Push?- pregunté


alejándome de los brazos de Edward.
-¿Cómo lo sabes?- me preguntó sorprendido de que lo supiera.

-Jacob Black me lo contó. Uno de sus amigos se puso un tanto arisco cuando le
dije mi nombre…

-Sí. Ellos tienen sus leyendas. Pero creí que debían mantener su bocota cerrada.
¿Qué más te dijeron?- Edward sonaba molesto. No sabía hasta que punto
convenía contarle todo lo que había sucedido en ese día. Si las leyendas eran algo
que no debían ser contadas, los habitantes de La Push no querían que se hicieran
públicas, y si mi familia tampoco lo quería así…el que las contara estaría metido
en grandes problemas. -Bella…no tienes ni idea de cuánto me frustra no saber
qué es lo que estás pensando -masculló Edward presionándose el tabique nasal.

-¿Qué pasaría si alguien hablara sobre las leyendas?- me aventuré a preguntar.


No quería enrollar en nada a Jacob. Había sido muy amable al contarme las
leyendas, siendo que lo embauqué para que lo hiciera así.

-Le haremos una visita en la noche- rió Alice. Parte de mí sabía que bromeaba,
pero no pude evitar que la expresión en mi rostro se tensara por un instante. Ellos
jamás harían algo así. Jamás

-No haremos nada- gruñó Edward en dirección a Alice. –Solo porque si te


contaron algo, ya lo sabías… ¿Hablaste con uno de ellos?

-¿Con uno de ellos? Edward, se suponía que no había más licántropos en la


zona…ni en el resto del mundo…

-Se suponía- murmuré. –El amigo de Jacob se puso bastante molesto cuando
mencioné que Carlisle me había adoptado. Creo que aun siendo humana tampoco
soy bienvenida en la reserva.

-Realmente eres un imán para las criaturas mitológicas,


Bella…primero…nosotros y ahora los licántropos…- se mofó Alice mientras
tomaba el camino para nuestra casa.

-A veces me pregunto cuándo sentirás que todo lo que te rodea es demasiado y


saldrás corriendo a los gritos.- Susurró Edward alzando su mano. Al principio
dirigió sus dedos hacia mi mejilla, pero en un rápido movimiento fue el dorso de
su mano la que me acarició con suavidad. Cerré los ojos cuando sentí que era
más de lo que podía soportar sin dejarme al descubierto. Pero sabía que los
alocados latidos de mi corazón me iban a delatar. Cuando abrí mis ojos pude ver
una hermosa sonrisa torcida deslumbrándome en el rostro de Edward.
Escuché la risita de Alice –No creo que pueda salir corriendo a ningún lado si la
sigues dejando grogui- dijo volteando su rostro hacia nosotros. Yo bajé mi
cabeza, sabiendo que mis mejillas estaban más ruborizadas que antes.

-No voy a…y no estoy grogui- solté en cuanto pude formular frases coherentes.
Capitulo17

Edward POV

-¿La ves?- pregunté a Alice por enésima vez. Ella sacudió su cabeza mientras
miraba hacia los lados de la carretera nerviosamente. Acabábamos de ver pasar
una suburban y otro vehículo. Me sentí aun más alterado al ver que el suburban
era conducido por Mike Newton, con lo cual, Bella debía de venir con ellos ya
fuera en su auto o en el de alguno. Pero no estaba. Y en el último vehículo iban
demasiado amontonados. Contuve la respiración unos segundos, esperando
exhalar tranquilidad cuando viera el vehículo de Bella pasar a nuestro lado. Pero
no sucedió.

-Edward, tranquilízate- susurró Jasper tratando de enviarme una ola de calma.


Pero no sirvió de nada, me sentía demasiado desesperado por saber qué era lo
que estaba sucediendo con Bella.

-Alice- gruñí exasperado, viendo a mi hermana cerrar sus ojos de tanto en tanto.
Estábamos en medio de nuestra caza, en Goat Rocks, cuando de repente Alice
gritó que el futuro de Bella había desaparecido repentinamente. Me quedé helado
en aquel momento. Alice estaba desesperada, decía que era como si
repentinamente Bella hubiera dejado de existir. Y eso me desesperó. La simple
idea de que Bella no estuviera a salvo, o peor, que no estuviera con vida, formaba
un agónico vacío en mi estómago.

Alice volvió a sacudir su cabeza hacia los costados, pero entonces detuvo su vista
fija en un punto sin importancia fuera del parabrisas. Entonces vi lo mismo que
ella.

Bella estaba sentada en la hierba, rodeada de pequeñas florerillas silvestres,


riendo a todo pulmón, mientras que apoyaba una mano en la boca de su
estómago debido al dolor que le producía la risa.

-Oh sí…veo…un monstruo aterrador- dijo riéndose.

Entonces aquella visión comenzó a esfumarse. Alice pegó un salto en el asiento y


señaló con su dedo hacia la carretera que unía Forks con la reserva Quileute.

De nuevo, antes de que pudiera ver nada, su mente me lanzó una imagen del
Volkswagen de Bella pasando a nuestro lado. No pasaron más de dos minutos
cuando pude divisar los faroles de su coche por la ruta. Prendí las luces traseras
del auto, que hasta ahora habían permanecido apagadas. Alice creyó mejor que si
Bella no estaba en peligro no supiera que estábamos vigilándola. Pero ahora ya
no importaba si se enfadaba o no. Estaba muerto de la preocupación…pasamos
toda una tarde sin tener noticias de ella, y sin saber si estaba bien o no.

El coche pasó por nuestro lado a un velocidad considerable como para que
pudiera ver que no era Bella la que conducía, ella iba sentada en el asiento del
copiloto, y pegó un salto cuando vio mi coche aparcado en la banquina. Su auto
se detuvo a unos cuantos metros de nosotros, entonces me sorprendí al ver que
detrás de ellos venía un coche patrullero con el emblema de la fuerza policial
local, de Forks.

Avancé mi auto rápidamente hasta detenerme al lado del de Bella. Salí casi de un
salto cuando vi que tenía su cabeza presionada contra el respaldo del asiento.

-¡Bella!- le llamé alarmado al ver que parecía estar más en el otro mundo que en
este.

¡Genial! Tendremos que llevarla al hospital. Se ha lastimado el tobillo y al


parecer (,) tendrá fiebre. Me volteé rápidamente hacia Alice al escuchar sus
pensamientos.

-¿Edward?- preguntó Bella acomodándose en el asiento. Abrí la puerta del


copiloto del auto y escuché los furiosos pensamientos del policía que conducía el
patrullero. ¿Qué rayos? Tratando de robar frente a mí…eso si que no.

-¡Hey! ¿Qué sucede?- escuché casi instantáneamente su voz. Dejé la puerta


abierta y extendí mi mano hacia el hombre.

-Soy Edward Cullen- le dije con un tono tranquilizador. El policía me dijo su


nombre en un leve susurro, estaba seguro de que no podría haberlo escuchado de
no ser por mi desarrollado sentido auditivo. Charlie Swan.

Cullen. Entonces es el hermano de Bella. Adoptivo pero hermano en fin. Me


pregunto cuántos años tendría Bella cuando fue a parar a la familia con la que
vive ahora. ¡Basta Charlie! ¡Ya para! No es Bella…no es mi Bella.

Entonces, casi instantáneamente, una fugaz imagen se iluminó en la mente del


jefe Swan. Estaba en un jardín, rodeado por una arboleda y corría detrás de una
pequeña. La castaña melena de la niña se arremolinaba en el aire mientras corría
energéticamente lejos del juego que compartía con su padre. La pequeña recorrió
un trecho más, pero cuando volteó a ver si Charlie le seguía, se tropezó con sus
propios pies y cayó al suelo. -¡Bella, hija, ¿te encuentras bien?- la pequeña alzó
sus enormes ojos marrones llenos de lagrimas.

Entonces sentí vértigo en la boca del estomago. Volví mis ojos rápidamente hacia
Bella. No le recordaba a la perfección de cuando era pequeña, pero la niña de la
visión de Charlie, era casi idéntica a Bella cuando recién llegó a nuestra casa.
¿Cómo podía aquello ser posible? Aquel vampiro había asesinado a los padres de
la pequeña. De eso no había dudas, la policía encontró el cuerpo de un hombre y
de una mujer, asesinados. Una pareja. Los padres de Bella.

Sin contar que después tratamos de localizar algún tipo de familiar cercano,
alguien, tío, primo, abuelo…lo que fuera que impidiera que Bella se quedara con
nosotros como lo hizo. Entonces recordé algo que Alice me había contado sobre
el funeral de los padres de Bella. Le había llamado la atención no ver a ningún
tipo de familiar, solo vecinos curiosos y a un policía. Un policía que nadie sabía
concretamente qué era lo que hacia allí.

¿Y ahora que le pasa? ¡Edward! ¿No escuchaste? Tenemos que llevar a Bella al
hospital. Los pensamientos de Alice me sacaron de mis conjeturas. Aun no podía
estar seguro de nada, pero sin duda era algo que debía averiguar. Si Bella era en
realidad la hija del jefe Swan…entonces…

-Creo que será mejor que lleve a Bella al hospital. Parece que tiene temperatura-
dije mientras llevaba mi fría mano sobre la frente de Bella. Ardía.

¿Por qué? Quiero saber si estará bien. Escuché los pensamientos de Charlie -
Bueno, ya que está allí, Jacob puede…

Charlie no des más ideas…a su hermano no parece gustarle en nada que


estemos con Bella. Escuché pensar al joven de La Push, y por primera vez fijé
mis ojos en él. Por mucho que traté de captar su esencia, no pude descubrir si era
o no un licántropo. Pero a juzgar por su pequeña apariencia y el hecho de que no
apestaba a perro…no lo era.

-La llevamos nosotros, gracias.- Canturreó Alice desde el auto, interrumpiendo la


insistencia de Charlie.

-¿Alice?- murmuró Bella mientras abría las puertas traseras del Volvo. En un
rápido, pero cuidadoso movimiento, alcé a Bella con mis brazos, y se estremeció
ente el contacto de su piel con la fresca brisa del atardecer. Jasper bajó y se
acercó hacia la puerta de conductor del Volkwaguen de Bella. Me dio lástima por
el joven aborigen cuando Jasper le dio una mirada hostil. El niño salió del auto y
se apartó lo más que pudo, sintiéndose intimidado ante el tamaño de mi hermano.
Entonces Charlie le llamó, diciéndole que sería mejor que le llevara de regreso a
su casa, y luego se despidió con un leve movimiento de su mano.

Acomodé a Bella en el asiento trasero del Volvo, entre mis brazos.

-Tienes algo de temperatura- le susurré. Me reconfortaba saber que la fría


temperatura de mi piel le sentaría bien para bajar un poco aunque fuera la
temperatura de su cuerpo. Realmente no creía que fuera una simple torcedura,
máxime si Alice había visto que la enyesaríamos. Eso no iba a gustarle para nada
a Bella. –Ya está Bella…nos vamos a casa.

Agradecí a los cielos que no había pasado nada más grave. Conociendo la suerte
de Bella, una quebradura era algo por lo que podía considerársele afortunada.
Incliné mi cabeza sobre la suya, respirando el dulce aroma que desprendían sus
cabellos. Entonces me maravillé. No me había alimentado, no lo había hecho por
casi dos días, y allí estaba. Aspirando el dulce y delicioso aroma de Bella, pero el
monstruo no gritaba cuándo deseaba poseerla, cuánto deseaba sentir su cálida
sangre recorriendo mi garganta.

Sonreí, ocultando mi rostro entre sus cabellos.

-Edward, no sé que pasó, no la vi más…fue como si hubiera desaparecido de la


faz de la tierra- escuché a Alice.

-¿Edward?- me llamó Bella removiéndose entre mis brazos. A pesar de estar


llevándolo bien, temí sentirme sobrepasado al tener su rostro a tan pocos
centímetros del mío. Su cálido aliento me rozaba los labios, haciendo que estos
escocieran. Poco podía recordar de mi vida humana, pero estaba casi seguro de
que nunca antes había sentido el calor de un beso.

-Cierra los ojos Bella, tienes algo de temperatura…parece que no fue una simple
torcedura…- dije suavemente. -¿A que creíste que fue solo eso y caminaste
igual?- Sabía que en su mente se libraba una batalla por darme la razón o no.
Finalmente asintió, haciendo que sus mejillas se ruborizaran levemente. -
Bella…creí que Carlisle lo había dicho varias veces. Las torceduras duelen solo
al principio…pero las roturas… ¡Hay Bella! Creo que tendrás que andar unos
cuantos meses con un yeso -no pude evitar burlarme de ella. Era torpe.
Adorablemente torpe. Bella se removió descontenta entre mis brazos y le solté un
poco para que pudiera sentarse. Pero su movimiento fue tan rápido que temí que
se marease. Extendí mis brazos en vano, Bella estaba bien.
Edward…eres el único que sabe las cosas de Carlisle.

-Tendrás que hacerlo tú, Edward. Carlisle no regresará hasta la noche y si queda
sin el yeso mañana será un desastre -escuché a Alice.

-¿Quién viene con mi coche?- preguntó Bella viendo que su auto nos seguía, pero
aparentemente no se había percatado de que Jasper venía con nosotros.

-Jasper- dijo Alice volteándose con una sonrisa.

-¿Por qué volvieron antes?- Miré a Alice por el espejo retrovisor.

¿Crees que debe saberlo? Yo creo que sí…solo por si acaso. Sé que la reserva es
territorio al que no se nos permite pasar ¿Quién sabe? Quizás tampoco se nos
permite ver lo que ocurre con las personas que ingresa o viven allí… Yo asentí
con mi cabeza, no era bueno mantener secretos con la familia. Y Bella, a pesar de
no ser como nosotros, era parte de nuestra familia.

-Fue extraño, es como si tu futuro hubiera desaparecido en cuanto entraste a la


reserva. Te vi manejar hacia allí…pero nunca te vi salir, ni nada más…por eso
volvimos antes -dijo Alice frunciendo su ceño.

Bella volvió sus ojos hacia mí, mostrándose culpable ante algo que encontraba en
mi rostro, y luego miró a Alice.

-¿Por qué volvieron? No podía sucederme nada…estaba con los chicos del
instituto…- dijo haciendo un mohín, pero su tono de voz denotaba culpabilidad.

-No podía verte. Eso fue lo que más nos alarmó. Estabas en la reserva, sí, con tus
compañeros del instituto. Pero Bella, nosotros no somos las únicas criaturas
peligrosas que estamos por aquí -dijo Alice.

-¿Entonces es cierto? ¿Realmente hay hombres lobo en La Push?- preguntó


alejándose de mis brazos.

-¿Cómo lo sabes?- pregunté sorprendido de que lo supiera. ¿Cómo es que Bella


sabía lo de los hombres lobo?

¡¿Cómo rayos?!

-Jacob Black me lo contó. Uno de sus amigos se puso un tanto arisco cuando le
dije mi nombre…
-Sí. Ellos tienen sus leyendas. Pero creí que debían mantener su bocota cerrada.
¿Qué más te dijeron?- traté de contenerme con todas mis fuerzas, pero no era
bueno para mantener firme mi tono de voz. Se suponía que el tratado consistía en
que ellos no nos delatarían con los humanos si nosotros no pisábamos su
territorio. Y no lo hicimos. Bella parecía sumergida en sus más profundos
pensamientos. Por mucho que traté de concentrarme no oía nada. Era como
siempre; una pared en blanco. -Bella…no tienes ni idea de cuanto me frustra no
saber qué es lo que estas pensando -suspiré cerrando los ojos y presionándome el
tabique nasal, tratando de mantener mi postura y no volverme loco de la
desesperación.

-¿Qué pasaría si alguien hablara sobre las leyendas?- preguntó temerosa.

-Le haremos una visita en la noche- rió Alice. Me sorprendió ver que el rostro de
Bella se crispó por un segundo en una mueca de miedo. ¿Realmente nos creía
capaz de una cosa así? Bien, el tratado debía ser respetado y si alguien no
cumplía con él….Bella no tenía idea de las clases de cosas de las que éramos
capaces de hacer.

-No haremos nada- gruñí en dirección a Alice. –Solo porque si te contaron algo,
ya lo sabías… ¿hablaste con uno de ellos?

-¿Con uno de ellos? Edward, se suponía que no había más licántropos en la


zona…ni en el resto del mundo…- comenzó Alice. ¿De verdad hay hombres
lobo? Dijiste que solo los encontraron cuando estuvieron en Hoquiam…pero de
eso ya pasaron demasiados años como para que quede alguno con vida…

-Se suponía- murmuró Bella –El amigo de Jacob se puso bastante molesto
cuando mencioné que Carlisle me había adoptado. Creo que aun siendo humana
tampoco soy bienvenida en la reserva.

-Realmente eres un imán para las criaturas mitológicas,


Bella…primero…nosotros y ahora los licántropos…- se mofó Alice mientras
tomaba el camino para nuestra casa. Bella bajó su mirada apenada.

Me preguntaba cuantas cosas más podría soportar alguien. Cómo era posible que
Bella no sintiera temor de nosotros, siendo que éramos criaturas inestables y que
en cualquier momento, por cualquier causa podríamos volvernos contra ella o
cualquier humano. Jamás le haríamos daño…eso estaba por descontado. Bella
nos tenía demasiado aprecio, más del que merecíamos.
-A veces me pregunto cuando sentirás que todo lo que te rodea es demasiado y
saldrás corriendo a los gritos.- Susurré alzando mi mano. Comencé a extender las
yemas de mis dedos hacia su arrebolada mejilla, pero en un rápido movimiento
fue el dorso de mi mano el que acarició su rostro con suavidad. Aun me resultaba
un poco difícil tener que poner tanta atención a mis movimientos. Pero lo hacía
gustoso, aun así, tenía que estar con todos los sentidos en cada movimiento que
hacía para acariciar su cálida piel. Bella era demasiado frágil. Un simple
movimiento descuidado de mi parte, un poco más de presión en la caricia que le
hacía a su mejilla…y podría lastimarla severamente. Y eso no me lo permitiría
jamás. Nunca le haría daño.

Bella cerró sus ojos lentamente. Las comisuras de mis labios se estiraron en una
sonrisa al sentir el tamborileo de su corazón.

Ahah…déjame decirte algo Edward…esos alocados latidos, significan algo.


Moví mis ojos rápidamente hacia Alice, Créeme, llevo más tiempo en el campo
del amor que tú y leo más novelas románticas que tú…

Volví mis ojos hacia Bella. ¿Sería posible? ¿Acaso Bella podría verme como
algo más del monstruo que era? ¿Acaso podía ver, debajo de esta funesta
máscara, al hombre que alguna vez fui? No sabía si estaba preparado para saber
la respuesta…no sabía tampoco cómo actuar. Como Esme me había dicho,
prácticamente era un niño cuando Carlisle me transformó. En aquella época no
nos preocupaba si sabíamos o no cómo tratar a una enamorada correctamente,
simplemente fluía, ya que ninguno sabía cómo actuar.

Escuché la risita de Alice –No creo que pueda salir corriendo a ningún lado si la
sigues dejando grogui- dijo volteando su rostro hacia nosotros.

-No voy a…y no estoy grogui- soltó haciendo que tuviera que morderme el labio
para no reír con ganas.

--

-Alice, necesitamos hablar- Encontré a Alice sentada en el sofá –abrazada con


Jasper- luego de haber terminado de enyesar la pierna de Bella. Al parecer no lo
llevaría por mucho tiempo, me parecía que simplemente se había fisurado el
hueso. Quizás unas pocas semanas y estaría bien. Pero prefería que Carlisle le
diera el diagnóstico final. Como supuse, a Bella no le hizo nada de gracia saber
que tenía que estar con un yeso en su pierna, se tomó unas pastillas de Tylenol y
se quedó descansando en su habitación.
-¿Qué sucede?- me preguntó levantando su cabeza. Rodeé lentamente el sofá y
me dejé caer sobre éste, ocupando mis ojos en un portarretratos que había sobre
la mesa de café de la sala. De un rápido movimiento la tomé en mis manos, había
sido tomada en los años en que yo estuve fuera. Rosalie estaba abrazada a
Emmett, mientras este mostraba una enorme sonrisa, Carlisle y Esme estaban
tomados de la mano, y Alice sostenía en brazos a una pequeña de unos cinco
años. Era Bella. Y lo que más me acongojó fue darme cuenta de que era la misma
pequeña de los recuerdos de Charlie Swan.

-Edward…sabes que te siento… ¿Qué es lo que pasa?- me preguntó Jasper


preocupado, reclinándose hacia delante.

-Leí los pensamientos de Charlie Swan.

-¿Del jefe de policía?- preguntó Alice. Yo asentí. -¿Qué tiene que…-Alice se


detuvo alzando sus manos. -¿Quieres explicarme por qué nos veo entrando a la
casa del jefe de policía?- inquirió Alice sorprendida.

-Bien, eso me ahorra el pensar como averiguar si lo que creo es verdad o no -una
vez más el rostro de Alice y él de Jasper se mostró confundido –Creo que él es el
padre de Bella.

Después de terminar de decirles lo que creía –y por qué lo creía- Alice pegó un
salto del sofá y en un santiamén estábamos volando hacia la casa del jefe de
policía. Por suerte era un pueblo chico, y no nos fue difícil encontrar su casa, sin
contar que había un coche patrulla estacionado en la calzada. Jasper, por otro
lado, se quedó en la casa al cuidado de Bella. De todas formas, no nos tomaría
mucho tiempo…

Alice y yo nos escondimos entre los arbustos, esperando a que el jefe Swan se
fuera a dormir. Tuvimos que esperar bastante tiempo, pero finalmente se durmió.
Entramos a la casa por una de las ventanas de la segunda planta. Era la habitación
más triste que habíamos visto en nuestra vida. El suelo de madera aun relucía,
como si no hubiera sido usado por mucho tiempo. Las paredes eran de un
brillante azul claro. Y una cuna ocupaba el enorme vacío de la habitación.

Edward. Me llamó Alice con su mente, alzando un portarretratos. No me hizo


falta quitarle el polvo que había encima…aun a través de la gruesa capa del
mismo pude reconocer a la misma niña del recuerdo de Charlie Swan, a Bella.
Oh Edward… ¿Qué vamos a hacer? ¿Y si Bella es su hija? ¡No quiero que se
aleje de nosotros! Le di una mirada triste, yo tampoco quería que Bella se alejara
de nosotros. Ésa, era su decisión, y si ella consideraba que le convenía…si era lo
mejor para ella…

No tenía sentido recorrer la casa, una foto ya nos bastaba para constatar lo que
sospechábamos. Alice la guardó cuidadosamente dentro de su chaqueta, para
evitar que se arruinara con la lluvia y nos echamos a correr de vuelta a casa.
Bella merecía saber la verdad.

-¿Y bien?- preguntó Jasper poniéndose de pie de un salto del sofá. Alice corrió a
esconderse entre sus brazos, y Jasper pudo sentir la tristeza que le acongojaba.
Hundió su rostro entre los cabellos de Alice y le dio suaves besos, tratando de
reconfortarla. –Carlisle llamó. Dijo que si había algo por contarle a Bella, que
esperemos a la mañana, a que toda la familia esté reunida.

Yo asentí con la cabeza. Sería lo mejor. Siempre que le habían contado algo a
Bella, toda la familia estaba presente, en especial Carlisle y Esme. -¿Bella ha
llamado para algo?- le pregunté a mi hermano. Jasper sacudió su cabeza. –Iré a
ver como está- susurré mientras que corría escaleras arriba.

Alice POV

Estaba parada en el porche de la casa, dando saltitos en el lugar, impaciente. La


noche anterior Carlisle me había prometido que cuando volviera de su turno del
hospital hablaríamos con Bella sobre su padre. Después de haberlo hablado toda
la familia en la noche, decidimos que lo mejor era que Bella supiera que Charlie
Swan podría ser su padre. Aunque solo tuviéramos una foto de ella de pequeña
que no lo confirmara, ella debía tener la opción de decidir que hacer.

Igual seguía teniendo las mismas visiones de Bella que hacía semanas atrás. Los
sucesos de las próximas semanas se seguirían tal cual los veía…incluyendo
aquellos que mantenía ocultos de Edward. En ocasiones es bueno saber qué le
deparara a uno el destino, pero a veces es mejor sorprenderse de los hechos, y
estaba segura de que ese día debía ser totalmente para que Edward lo descubriera
junto con Bella.

Mi sonrisa se agrandó aun más al recordar mi última visión. Tenía a Bella como
hermana, pero que ella fuera quien pusiera esa sonrisa en los labios de Edward,
hacía que mi seco corazón brincara de la alegría

Entonces sentí el ruido de las llantas del auto de Carlisle aplastando las hojas en
la entrada del sendero que daba a la casa. No quería perder ni un minuto. Corrí
escaleras arriba, a la habitación de Bella.
-Buenas tardes… ¿no crees que es tiempo de moverte de esa cama? Llevas todo
un día ahí -le dije tomando las muletas que habíamos dejado a un lado de su
cama. Bella se acomodó en su lugar y cruzó sus brazos sobre su pecho.

-No pienso ir con…esas…cosas- dijo soltando cada palabra con lentitud. Le rodé
mis ojos y de un rápido movimiento la saqué de la cama, sosteniéndola de pie a
mi lado.

-Ahora bien, Carlisle quiere decirte algo, será mejor que te pongas la salida
encima…hace frío.- Bella bufó molesta y estiró sus brazos para que le ponga la
bata, ya que estaba lejos de su alcance. –No…ahí tienes las muletas-

-A veces, solo a veces, detesto cuando me obligas a hacer cosas que no quiero -
repuso mientras trataba de acomodarse bajo las muletas, dándome una mirada
molesta.

-Yo nunca te obligo a nada…

-Sí, cómo no…-dijo rodándome sus ojos mientras se ponía la bata. –Alice…

-¿Sí?

-¿Cómo es que tú y Jasper terminaron juntos? Es decir ¿no se sintieron extraños


al saber que eran como hermanos?

Por unos momentos la miré extrañada ante su pregunta, pero luego sonreí, -Bella,
yo encontré a Jasper mucho antes de que viniéramos a vivir con nuestra familia.
Y el plan de hermanos…es de las puertas de la casa para afuera. Ni Emmett ni
Rosalie lo encuentran molesto…

-Pero, es decir…Esme y Carlisle, ellos… ¿no les molestó?- me preguntó mientras


probaba dar un par de vueltas con las muletas por su habitación.

-En lo absoluto. Verás, Esme nos quiere a todos como sus hijos… ¿Por qué no
habría de querer que fuéramos felices? Ninguno de nosotros está emparentado
con el otro…además es perfecto ver que todos tenemos nuestro compañero
dentro del grupo.

Bella asentía con la cabeza al mismo tiempo que yo le respondía. Aunque todavía
no podía descifrar con exactitud hacia donde quería llegar. Después de pasarme
varios minutos explicándole como tenía que moverse junto con las muletas para
no perder el equilibrio y poder caminar sola sin problemas, la cargué para que
pudiera bajar las escaleras. Lo que menos necesitábamos era que se lastimase la
otra pierna.

Cuando llegamos al hall de entrada, escuché a Carlisle decirme que nos


esperaban en el comedor. Acompañé a Bella mientras caminaba más lento que de
costumbre hasta el comedor. Carlisle se había acomodado en uno de los costados,
dejando libre su habitual lugar de la cabecera de la mesa. Edward estaba sentado
al otro lado. Emmett y Rosalie estaban de pie, apartados en una de los ventanales
de la estancia, y Esme y Jasper estaban sentados seguido de Carlisle.

-¿Qué sucede que están todos?- preguntó Bella mientras se sentaba en la silla
libre que estaba en la cabecera de la mesa. –Esto me recuerda a la vez en que me
dijeron que eran vampiros- sonrió a Carlisle alzando su mano, como si estuviera
teniendo una sensación de haber vivido esto antes.

-¿Cómo te sientes de la pierna, Bella?- le preguntó Carlisle. En ese entonces me


di cuenta de que Edward tenía entre sus manos la foto que habíamos tomado de
la casa de Charlie y la mirada con tristeza.

-Espantosa. ¿Hasta cuando tendré que tener esto?- dijo señalando el yeso que
recubría su pierna.

-Creo que unas semanas más- dijo Carlisle alzando su vista hacia mí. Yo asentí
con mi cabeza.

-Unas tres semanas más…no será tan malo…

-Eso por que tú no lo llevas -masculló Bella cruzándose de brazos, y movió su


cabeza hacia Edward. -¿Qué es eso?

Edward alzó sus ojos y en sus labios se dibujó una suave sonrisa al mismo
tiempo de que le pasaba a Bella el portarretratos. Bella lo examinó con cuidado
unos minutos, limpiando la tierra que cubría los rostros de la fotografía.

-¿Qué es esto?- preguntó a ninguno de nosotros en particular, frunciendo su ceño.


–Soy yo, pero... ¿qué hace el jefe Swan en la foto?

-Creo…- dije perdiendo mi tono de voz. –Creemos que él es tu padre, Bella.

-¿Qué? Pero si mis padres murieron en un accidente -sus ojos fueron


cautelosamente por los rostros de cada uno de nosotros, esperando algún tipo de
respuesta. –Ah, vale…supongo que eso también me lo ocultaron…
Bella nunca iba a dejar de sorprenderme. Cualquier otra persona habría saltado a
los gritos inquiriendo por qué le había mentido durante tantos años. Ella, sin
embargo, solía aceptar tranquilamente si le ocultábamos algo o no.

-Ayer en la tarde Jacob, el chico de La Push, me contó lo que sucedió con la


familia de Charlie -comenzó Bella apoyando la foto sobre la mesa. –Debo decir
que si de entrada me hubiera dicho que la causa principal por la que la vida de
ese hombres estaba puesta de cabeza fue algún accidente de coches…sin duda
hubiera dicho que él podría ser mi padre.

-¿Qué fue lo que Jacob te contó, Bella?- las palabras de Edward sonaban suaves,
temerosas de que cualquiera de ellas rompiera la calma de Bella.

-Me dijo que Charlie estaba casado con Renée, su ex-esposa, pero ella se fue con
su pequeña hija de tan solo meses. Creo que se fue a vivir con su amante, pero
parece que él siguió viendo a su hija Isabella cada tanto. Hasta que una noche le
llamaron diciendo que alguien había irrumpido en la casa donde Renée y su
pareja vivían. El hombre fue encontrado muerto allí, y ella en el bosque que
rodeaba la casa. Jacob dijo que el rumor es que fueron asesinados…pero que
ambos cuerpos tenían una especie de fuerte anemia. Jake dijo que en su tierra
creen que fueron…fueron…vampiros- nos contó Bella. Yo me arrodillé a un lado
de ella. Era la principal que debía contarle todo, después de todo, yo la había
encontrado.

-Yo vi a tu madre…en una visión…corriendo lejos de alguien, llevándote en


brazos. Emmett me acompañó a buscarla en el bosque, estaba cerca de la casa en
que vivíamos en ese entonces, en Riverside. Pero llegamos tarde, no para
ti…pero sí para tu madre. Bella, no mentí cuando dije que hay vampiros
demasiado diferentes a nosotros.

-Entonces es cierto…Charlie es mi padre -exclamó Bella llevándose sus manos


hacia su boca.

-Bella, tienes que entender que no lo ocultamos por un capricho…realmente


temíamos tu reacción, de descubrir que alguien como nosotros había asesinado a
tu madre -susurró Esme desde el otro lado de la mesa.

-No sé que hubiera pensado de todo esto si me enteraba de más


pequeña…entiendo por qué lo ocultaron, y agradezco que me lo hayan dicho
ahora que sospechaban que Charlie podría ser mi padre.
-Supongo que querrás hablar con él de todo esto- Dijo Carlisle poniéndose de pie.
Bella permaneció callada unos instantes.

-En realidad, por el momento prefiero no hacerlo. Prefiero terminar de digerir


todo esto…

-Bella…

-No se enfaden…pero quisiera estar a solas.

Alguna reacción humana debía de esperarme. Salimos de la sala, dejando a Bella


sola con el portarretratos…aun así, decidiera lo que decidiera sabía que jamás
nos iba a hacer a un lado.
Capitulo18

Bella POV

Una semana menos…en pocos días podría librarme del maldito yeso.
No podía creer que había llegado a sobrevivir al sábado. Alice se había
pasado toda la semana bailoteando a mi alrededor, hablando
únicamente del baile al que asistiría al sábado. Y claro, no perdía ni un
segundo en regodearse de que tenía tiempo de acompañarla a comprar
un vestido para ir con ella, pero recibía la misma respuesta de mi parte
–como siempre- NO.

No, porque los bailes no eran algo que me atraía lo suficiente como
para exponerme a la vergüenza de tropezar y hacer el ridículo. No,
porque no iría de ninguna forma con el yeso, y no, porque no tenía
pareja. Por mucho tiempo que tuviera para prepararme jamás podría
juntar el valor suficiente para pedirle a quien yo quería que fuera mi
pareja para el baile. Jamás podría juntar fuerzas para pedírselo a
Edward.

Hubo varias ocasiones en las que Alice me animaba diciéndome que no


me costaba nada ir con mi hermano…era alguien familiar para pasar la
noche. Pero no podía. ¿Cómo iba a invitar a Edward, como mi
hermano, siendo que yo no soportaba aquella idea? No habíamos sido
criados juntos, pero la forma en que Esme y Carlisle nos trataban me
habían sentir como si realmente fuéramos hermanos…

Unos suaves golpes en la puerta de mi habitación me hicieron salir de


mis pensamientos. -¿Bella, estás despierta?- escuché a Edward desde el
otro lado de la puerta.

Traté de ponerme de pie, pero estúpidamente me olvidé del peso


excesivo que cargaba una de mis piernas y casi vuelvo a tropezar –
gracias a Dios, la cama estaba cerca de mí. Le grité a Edward que en
poco estaría con él y con la ayuda de las muletas me fui a cambiar.

Me sorprendí al descorrer las cortinas y que mis ojos se cegaran con


los brillantes rayos del sol de la mañana. Como siempre, el pronóstico
de Alice había acertado en un 100 por ciento. Respiré profundamente,
tratando de calmarme y de borrar aquella tonta sonrisa que estiraba
fuertemente la comisura de mis labios hacia las orejas. Pasaría la
mayor parte del día junto con Edward. Solo él y yo.

Salí de mi habitación, tratando de ir con cuidado por la alfombra que


hacía un camino que llegaba hasta las escaleras. Cuando llegue allí,
bufé molesta al recordar que apenas un mes atrás podía bajarlas yo
sola, ahora debía pedir que alguien me ayudara. Miré a mi alrededor, y
me asomé sobre la barandilla de las escaleras, no había nadie a la vista,
tenía que llamar a alguien, o…podía intentarlo yo sola.

Odiaba sentirme una inútil, así que trate de auto convencerme de que
podría hacerlo sin ningún problema y apoyé primero mi pie bueno en
el escalón, luego sosteniéndome de la baranda y apoyándome con las
muletas en la otra mano, bajé la pierna enyesada. ¡Bien Bella! Un
escalón menos…quedan muchos más por bajar. Nuevamente levanté y
apoyé mi pierna buena en el siguiente y me ayudé para bajar el pesado
bulto. Había logrado llegar hasta la primera planta cuando Edward
gritó mi nombre.

-¡Bella!- sabía que me llamaba con su tono exasperado al ver que


intentaba bajar por las escaleras yo sola. No sé por qué, pero quise
darme la vuelta y decirle que me dejase, que todo iba bien, pero perdí
el equilibrio y la baranda se alejó de mis manos. Iba viendo en cámara
lenta como caía de espaldas por las escaleras, pero Edward estuvo
sosteniéndome en un instante. Caí sentada sobre sus brazos y me aferré
fuertemente a su cuello, tratando de sostenerme por si –y qué idiotez-
él no podía sostenerme.

Edward me miró seriamente, pero no dijo nada, simplemente me


sostuvo contra su pecho y bajó las escaleras, dejándome sentada –y
segura- en el sofá de la sala.

-Bella, realmente…- comenzó, pero luego suspiró, dejando caer sus


brazos al costado de su cuerpo, -será mejor que nos vayamos, es
bastante lejos el lugar.

Yo asentí, pero antes que pudiera ponerme de pie Edward volvió a


alzarme en sus brazos. –Sinceramente, Edward, puedo caminar…- me
quejé cruzándome de brazos mientras salíamos por la puerta de la casa.

-Creo que no con normalidad- dijo con una sonrisa torcida. ¡Cómo me
gustaba ver esa sonrisa en su rostro! Si una simple mirada de él podía
hacerme olvidar qué era lo que estaba haciendo o hablando…esa
sonrisa me transformaba en un títere –además iremos bastante
lejos…llegaremos más rápido si yo te cargo.

Oh no. Emmett y Alice me habían llevado así unas cuantas veces. Solía
marearme al ver todo pasar a tal velocidad a mi alrededor, pero solo
habían sido por cortas distancias y según Edward teníamos un largo
camino por recorrer.

-¿Estás bien?- me preguntó confundido, seguramente mi rostro


reflejaba la preocupación de marearme y arruinar lo que podía ser un
perfecto día.

-Sí, solo…es que aun no me acostumbro a los viajes a velocidad luz...

-Cierra los ojos…es la única forma de llegar ahí en menos de cinco


minutos -fruncí mi ceño, creí que había dicho que iríamos lejos…

-¿Exactamente cuán lejos estamos yendo?- Edward se tomó unos


segundos antes de contestarme, probablemente tratando de adivinar a
dónde quería llegar. A estas alturas estaba caminando hacia los árboles
que daban inicio al bosque. Traté de adelantarme a qué era lo que
sucedería cuando estuviera expuesto al sol, que brillaba en lo alto, pero
Edward se había encargado de acercarse a las sombras de los árboles…

-Unos cuarenta kilómetros -mi mente hizo un rápido cálculo mental y


empalidecí…cuarenta kilómetros en menos de cinco minutos era algo
que no debía ver. Cerré los ojos fuertemente, al mismo tiempo que me
aferraba a su cuello, y entonces sentí la brisa despeinándome.

Podía sentir los rayos del sol calentando mi piel cada vez que su luz
pasaba a través de la espesa media sombra que creaba el follaje de los
árboles. Ahora que llevaba unos pocos minutos viajando con Edward,
no parecía ser tan malo, hasta que me aventuré a abrir los ojos.

Rayos.

Todo cuanto nos rodeaba se movía a una velocidad casi inverosímil,


solo podía ver verde, verde y más verde pasando rápidamente, y
convirtiéndose en árboles y arbustos a la lejanía. Comencé a sentirme
mareada, podía sentir las pequeñas gotas de sudor brotando de mi
frente.
-Bella- su voz sonaba en un plano demasiado alejado del mío debido al
pitido de mis oídos. Sentí que todo dejaba de moverse y Edward me
acomodó sobre el suelo del bosque. –Pon la cabeza entre las piernas…

Presioné fuertemente la cabeza entre mis piernas, pero aquello no


parecía ayudar en nada, sentía mi cuerpo arder debido al malestar,
entonces vi que la hierba estaba levemente humedecida gracias a las
recientes lloviznas. Me recosté sobre la hierba húmeda, apoyando mi
mejilla sobre las refrescantes gotas de agua.

–Estaré bien en unos instantes- le prometí a Edward cerrando los ojos.


Y así fue, en poco menos de dos minutos ya comenzaba a sentirme
mejor. Me incorporé cuando estuve segura de que el malestar había
desaparecido por completo. –No debería de haber abierto los ojos-
mascullé sacudiendo la cabeza. Edward me sonrió y extendió sus
brazos para alzarme otra vez. Me incliné lejos de él ante la idea de
volver a sufrir aquel malestar.

-Vamos Bella. Estamos cerca, prometo que iré a paso humano, por
mucho que lo odie -dijo torciendo el gesto. No tenía forma de negarme,
no podía caminar yo sola con el yeso, y lo principal era que me gustaba
estar cerca de él. Como Edward había prometido, avanzamos el último
tramo a una velocidad segura para mi salud. Por un lado me sentía un
tanto incomoda, ya que casi no hablábamos. Pero por otro Edward
parecía creer que disfrutaba de la música ambiental –el viento y los
pequeños animales que correteaban por el lugar- pero yo estaba más
concentrada en otras cosas; como por ejemplo en el dulce y exquisito
aroma de su piel.

Por primera vez agradecía llevar un yeso en la pierna, Edward me


cargaba y yo aproveché para recostar mi cabeza sobre su hombro y mi
nariz estaba lo bastante cerca de su cuello. Cada vez que respiraba, me
aseguraba de que su aroma llegara hasta mis pulmones, era realmente
exquisito, un aroma único e indescriptible.

-Llegamos- anunció suavemente. Hasta ese momento no me acordaba


de donde nos dirigíamos, es más, creía no habérselo preguntado. Es
que la simple idea de pasar un día a solas con Edward me era
suficiente, no importaba donde estuviéramos…

Edward me dejó sobre mis pies y contemplé maravillada a mí


alrededor. Habíamos llegado a un frondoso claro, donde los árboles
que rodeaban la zona descubierta formaban un perfecto círculo. La
hierba estaba adornada con pequeñas florcillas silvestres de todos los
colores.

Podía escuchar el ruido de agua corriendo, lo cual me indicaba que


muy cerca había alguna especie de arrollo, y el cantar de algunos
pájaros que solían sobrevolar la zona descubierta, disfrutando del calor
que el sol proporcionaba sin barreras.

-¡Vaya! Es hermoso- murmuré en voz baja, como si el hablar más alto


rompiera la tranquilidad del lugar.

-Lo encontré cuando vivíamos en Hoquiam, mucho antes de conocerte


-me volví sorprendida de escuchar la voz de Edward más lejos de lo
que se suponía. Estaba recostado contra el tronco de un árbol, al
cubierto de su sombra y me miraba con ojos calculadores. Miré a mi
alrededor y me senté con cuidado.

-Entonces…- murmuré cruzando los brazos sobre mi pecho, esperando


a que se decidiera a salir de las sombras. Edward me sonrió torciendo
sus labios y llevó sus manos hacia el primer botón de su camisa. Por
una breve fracción de segundo mi corazón había dejado de latir y
vergonzosamente la sonrisa de Edward me indicó que él había
percibido aquello y la velocidad con la que ahora latía, conforme él iba
desabrochando los botones de su camisa.

Edward respiró profundamente y salió a la luz del mediodía.

Chocante.

Fue lo primero que se me vino a la mente al ver su cuerpo bajo los


refulgentes rayos del astro rey. Desde que había descubierto que era mi
familia, siempre me había comido la curiosidad de que era lo que les
sucedía a la luz del sol. Mi mente había barajado ideas desde que
cambiaban de color, hasta que se derretían. Todas y cada una de ellas
más infantiles y ridículas que la otra. Pero nunca me había imagino
esto.

Brillaba. La piel de Edward centelleaba como si tuviera cientos de


diamantes diminutos incrustados en ella. En un rápido movimiento se
había sentado frente a mí, con la camisa totalmente abierta. Permanecía
totalmente inmóvil, como si fuera una estatua de mármol. Y en parte lo
era, era tan perfecto que parecía haber sido tallado por el más
magnifico de los escultores.

Entonces se recostó sobre la hierba, sonriendo mientras disfrutaba del


calor que le proporcionaba la luz del sol. No era capaz de apartar mis
ojos de él.

Un poco indecisa, casi temerosa de despertar de lo que ahora me


parecía un increíble sueño, me incliné y extendí un dedo para acariciar
su piel. Mis dedos recorrieron la suave y dura piel de su brazo, hasta
llegar al dorso de la mano.

-¿Por qué no me sorprende que no estés asustada?- preguntó con una


pizca de curiosidad en su voz. Yo le sonreí.

-Aun sigues esperando que salga corriendo a los gritos ¿verdad?- vi sus
labios curvarse en una suave sonrisa, mientras permanecía con sus ojos
cerrados. –Lamento bajarte de la nube, pero eso no va a suceder jamás.
No me dan tanto miedo.

Edward entre abrió sus ojos -¿Y yo?

-¿Tú? Siento decírtelo, pero eres el que menos inspira miedo -dije con
naturalidad. Entonteces el cuerpo de Edward se tensó bajo mis dedos y
una enorme y juguetona sonrisa se formó en sus labios.

-No tendrías que haber dicho eso, de veras.- Edward emitió un sordo
gruñido y los labios mostraron unos dientes perfectos al curvarse hacia
atrás. En un abrir y cerrar de ojos se había puesto de pie, agachándose,
tenso como un felino a punto de atacar. –No deberías haberlo dicho.

No vi cuando salto hacia mí, fue demasiado rápido. Repentinamente


me vi en el aire y luego caí recostada sobre la hierba, con Edward a un
lado, inclinado sobre mí. No me había hecho daño en lo absoluto, ya
que con sus brazos y cuerpo había formado una especie de jaula,
impidiendo que pudiera hacerme golpearme. Pero la parte superior de
mi pecho se movía violentamente en pequeñas tomas de aire.

Edward extendió su mano y apartó un mecho de mis cabellos que había


ido a parar a mi rostro. Las yemas de sus dedos trazaron un suave
camino por mi mejilla mientras se ocupaban de acomodar el cabello
detrás de la oreja. Entonces para sorpresa mía y de Edward me
incorporé rápidamente. Quería estar más cerca de él, quería poder
abrazarle sin otra excusa más que las ganas de estrecharlo fuertemente
contra mí, y quería besarle.

Pero para mi descontento Edward se alejó, quizás había tenido suerte y


había interpretado mi movimiento como que solo quería incorporarme,
y no besarle. Moría de vergüenza. Edward me dio una sonrisa nerviosa
y se rió.

-Bien ¿Cuál era tu opinión sobre mí?- se me ocurrían tantas cosas


diferentes para responder, la mayoría no tenían nada que ver con mi
afirmación de que no me parecía para nada aterrador.

La realidad era que no me había asustado, tanto. Trató de forzar una


mueca amenazante, pero lo único que logró fue hacerme reír con
fuerzas –Oh sí…veo un monstruo aterrador -dije llevando mi mano a la
boca de mi estómago que comenzaba a dolor de tanto rer. Edward me
rodó sus ojos habiendo captado el sarcasmo de mi sonrisa. Ambos nos
reímos con fuerza.

-No tuve la oportunidad de preguntarte estos días cómo estabas.

Fruncí mi ceño- ¿A qué te refieres?

-A lo de tu…a lo de Charlie- comentó omitiendo la palabra padre. Ni


yo me habituaba a ella. Para mí padre era y siempre sería Carlisle, sin
importar quién fuera por naturaleza.

-Bien, he tomado una decisión…no quiero decir nada por el momento.


Bien sabemos que en un par de años nos iremos de Forks y no pretendo
volver a lastimar a Charlie con mi partida y mucho menos planeo
quedarme con él.- Edward frunció su ceño.

-¿Por qué no? En muchos aspectos él te conviene más que


nosotros…con él podrías vivir como un humano normal, sin tener que
exponerte a nosotros, Bella.- Yo sacudí mi cabeza estupefacta ante sus
palabras.

-Edward, no concibo otro tipo de vida…no concibo la idea de tener una


familia diferente a la que tengo…
-Pero algún día tendrás la tuya…y no creo que sea fácil explicarle a tus
hijos por qué sus abuelos y tíos no envejecen y brillan bajo los rayos
del sol -dijo amargamente señalando su pecho desnudo centelleando
bajo las rayos del sol –nunca tendrás una vida normal si permaneces
toda tu vida con nosotros.

Permanecí en silencio unos instantes. Sintiendo dolor ante la idea de


que algún día envejecería, pero ellos siempre serían iguales a lo que
eran ahora…era tan injusto. Vivían para siempre, nunca
envejecerían…y encima brillaban bajo el sol ¡La vida sí que era
injusta! Entonces por mi mente se cruzó una opción que jamás había
sopesado…

-Quizás no tiene por que ser tan así…quizás si yo…si fuera como
ustedes…

-¡NO! ESO JAMÁS- su gritó enfurecido. Me tomó por sorpresa,


comparado con el tono calmado con el que me miraba. Me incliné
hacia atrás instintivamente –lo siento -murmuró cerrando sus ojos –no
debí haberte hablado así. Tú estabas bromeado y yo…

-No estaba bromeando…- murmuré bajando mi mirada hacia mis


dedos. Repentinamente me sentía temerosa de decir alguna otra palabra
que pudiera ofenderle.

Podía sentir el cantar de los pájaros rompiendo el incómodo silencio


que se había formado. Era verdad que nunca había pensado en esa
posibilidad, pero ahora que la digería no me parecía algo tan malo…no
tenía por qué alimentarme de humanos, mi familia era como a ellos le
gustaba llamarse ‗vegetarianos‘ a nadie le molestaría un furioso oso
gris de más o no. Además a esas alturas lo vería como a una vaca o una
gallina, solo alimento. Y vivir eternamente junto con mi adorada
familia. ¡Esa vida tenía todas las ventajas de su lado!

No tenía nada a que aferrarme a la vida humana, y no quería tenerlo.


Charlie había vivido demasiados años sin mí, no sentirá dolor a vivir el
resto de su vida sin mí…después de todo ni estaba al tanto de lo que yo
y mi familia sabíamos.

¿Pero por qué Edward no lo veía como yo? ¿Por qué le enfurecía tanto
la simple idea de que yo pudiera vivir eternamente junto a él y a mi
familia? ¿Acaso no quería que estuviera cerca de él tanto tiempo? Traté
de respirar con más calma al sentir que mis ojos comenzaban a
humedecerse.

Vi la mano de Edward pasar bajo mi mirada y me levantó con gentileza


el mentón. Me rehusé a dejar que alzara mi rostro y viera las lágrimas
en mis ojos, pero él tenía más fuerza que yo, y la empleó
cuidadosamente para lograr su cometido.

-¿Te asusté?- preguntó en un suave susurro. Ver su hermoso rostro no


ayudó en nada a impedir que las lágrimas corrieran por mis mejillas.
No quería pensar en una vida lejos de él…lejos de mi familia.

-Lamento que te resulte tan aberrante la idea de que viva para siempre
con ustedes…creí que lo proferirían. Yo lo prefiero.

-Bella…- susurró acercándose lentamente hacia mí. Mi corazón dio un


vuelco cuando su rostro se acercó demasiado al mío, pero solo para
descansar su frente sobre la mía. Me recorrió un escalofrió al sentir la
frialdad de su piel contrastando contra el calor de la mía -Tonta
Bella…- Sus manos se apoyaron en los costados de mi rostro,
acariciando suavemente mis pómulos con sus pulgares -que más
quisiera yo que vivir toda la eternidad tu lado -me dijo fijando sus ojos
en los míos. Respiré entrecortadamente y pestañeé un par de veces
tratando de despejar las lágrimas que nublaban mi vista.

-Yo también- susurré inclinándome hacia él. Los ojos de Edward se


habían nublado, ya no tenían el mismo color ocre que hacía unas
cuantas horas, ahora brillaban con un profundo negro nocturno. Y
entonces él se apresuró a acortar la distancia entre nosotros. Ya no me
importaba si estaba enfadada con él, o dolida ante sus palabras. No me
importaba que hubiera encontrado a mi padre, no me importaba saber
que Edward era un vampiro.

Solo había una única verdad; yo le amaba.

Y él me estaba besando.
Capitulo19

Edward POV

Bella entreabrió sus labios levemente, exhalando en mi rostro su cálido y dulce


aliento. Su boca estaba demasiado cerca de la mía, y cada minúsculo movimiento
de su parte era una invitación para besarla.

Besarla. Probar el sabor de sus labios, de su cálido aliento. Tendría que ser lo
suficientemente cuidadoso como para no permitirme demasiado. Sabía que no me
conformaría con solo rozar nuestros labios, o presionarlos. Besarla me tentaría a
querer algo más que un simple beso…algo mucho más que eso.

Quería que mi primer beso fuera algo perfecto. Algo que recordara por el resto de
mi existencia. Quería que mi primer beso fuera con Bella. Y podía
hacerlo…quería hacerlo.

Con cuidado y con cautela acorté la poca y torturadora distancia que había entre
nosotros. No tenía experiencia con este tipo de besos y extrañamente me encontré
nervioso ante la ansiedad de saber si lo hacía bien o no. Realmente no recordaba
haberlo hecho en mi vida humana, y por lo que sabía de la época, un beso en los
labios era algo que se recibía cuando el romance era algo serio, un compromiso
verdadero…y yo nunca había llegado a ese momento.

Como Esme me dijo…había sido apartado del mundo de los humanos siendo
muy joven e inexperto. Y en mi vida inmortal nunca antes había sentido este tipo
de deseo por nadie. Y lejos de toda realidad estaban todas las situaciones que
había leído en libros o había visto en películas. Nada se comparaba con este
placer que me consumía, nada de lo que había visto u oído se podía comprar con
esto. Ningún libro expresaba con exactitud la extraña sensación de mareo, o el
calor que emitían sus carnosos labios. Entonces en medio de todo el silencio el
corazón de Bella comenzó a latir rápidamente, golpeteando desbocado contra su
pecho.

Entonces exhaló, enviando su cálido aliento dentro de mi boca, estremeciéndome


por completo. Sin darme cuenta mis manos ejercieron un poco más de presión
sobre su rostro, queriendo acercarla aun más a mí. Pero abrí mis ojos,
recordándome lo frágil que era y lo mucho que deseaba no lastimar a mi preciosa
Bella. Sus labios se movían tímidos contra los míos, pero con un poco más
intensidad que la que yo ejercía. Si fuera humano estaría besándola con todas mis
fuerzas, permitiéndome perder en un beso aun más profundo y desesperado que
este.
No me perdí por mucho tiempo en ese dulce beso, no sabía cuánto podría
controlarme y lo mejor era no presionar los límites.

Bella emitió un quejido de molestia cuando me alejé de ella, pero en ningún


momento mis manos se apartaron de la calidez de su rostro. Lentamente abrió los
ojos, ruborizándose aun más, y dándome una tímida sonrisa. ¡Dios, era hermosa!
Si mi corazón latiera, se habría vuelto loco con aquella visión.

Deslicé mi mano suavemente desde su mejilla hacia el costado de su cuello. Era


indescriptible la placentera sensación de su sangre corriendo por sus venas bajo
mi mano. Las venas se contraían y dilataban rápidamente, conforme a sus latidos,
su piel, tan cálida y suave, era insoportable…

El calor. Su pulso. Su sangre. Todo era insoportablemente delicioso. Bella estaba


llena de vida.

Y no iba a ser yo quien acabara con todo ello.

-¿Estás bien? Es decir… ¿No te molesta que…ya sabes?- susurró Bella al ver con
qué detalle miraba su cuello. Si tan solo supiera que no era sed lo que sentía con
mayor intensidad en esos momentos. Era algo tan complejo de expresar con
simples palabras.

Deseaba que todo pudiera ser más fácil de lo que era. Si bien el tiempo que había
vivido a su alrededor me había ayudado a acostumbrarme a su aroma, y por lo
tanto a desear con menos voracidad su sangre...aun había peligro. Para ella. Y
para mí en cierta forma. Lastimarla a Bella, era lo mismo que lastimarme a mí. Si
había alguna forma de estar a su lado, de amarla como se lo merecía en
realidad...debía poner todo de mí, todas mis fuerzas para hacer que eso fuera
posible.

-Quédate bien quieta- le susurré mientras lentamente me acercaba a la zona que


antes cubría mi mano. Con mi nariz recorrí la extensión de su cuello, haciendo
una ligera presión por donde fluía su sangre. Su cuerpo se tensó y por un
momento temí estar siendo demasiado tosco con mis movimientos, pero no me
detuve. Mis manos recorrieron el mismo camino que mi nariz, hasta bajar por sus
hombros y detenerse en la base de su columna.

Entonces volví a sentir su corazón aumentando la velocidad. Apoyé mi rostro


sobre su pecho. Su corazón latía...como el mío hacía años que no lo hacía.
Aquello que la hacía ser quien era, una humana llena de vida, golpeteaba como
un pequeño martillo contra su pecho, haciendo que este vibrara –cosa
imperceptible para el ojo humano- suavemente.

Me sentía sobrepasado, maravillado ante aquella sensación...pero no era solo la


sed de sangre lo que despertaba esas sensaciones en mí. Pero sí era la más
potente...por mucho que ahora permanecía controlada…de a poco sus deseos
iban en aumento…y debía impedir sentirme fuera de control. Estaba lo bastante
seguro de ser lo suficientemente fuerte como para alejarme si fuera necesario…

Y su aroma. No tenía palabras para describir lo potente que era. Rocé las formas
de su mandíbula con mi nariz, respirando profundamente en cada oportunidad,
captando su intoxicante aroma. Podía sentir su sangre fluyendo a escasos
centímetros de mis labios. En un abrir y cerrar de ojos podría acabar con ella y
obtener lo que tanto deseaba…sería tan fácil satisfacer mi sed.

Pero no iba a beber de ella. No lo haría. No podría perdonármelo jamás y me


odiaría toda la eternidad por ello, por haber sido yo el que acabase con algo tan
puro e inocente. No podría seguir viviendo sin ella. Había descubierto que estaba
en un punto del cual no había retorno. De ahora en más mi vida era con Bella, o
no habría vida en lo absoluto. La amaba, la amaba con todo mi corazón, que
parecía haber vuelto a la vida gracias a ella.

Extrañamente me sentía mareado, y comencé a sentir aquel conocido ardor en la


garganta. Estaba llegando a mi límite y no sería bueno seguir probando a la
suerte. Me aparté lentamente de Bella, quedando sentado frente a ella, a unos
pocos centímetros.

Bella tenía los ojos fijos en sus manos, las cuales descansaban sobre su regazo.
Sus mejillas estaban arreboladas, y su pelo se agitaba suavemente con la fresca
brisa de la tarde.

-Así que por esto Alice bloqueaba sus pensamientos…- murmuré sonriendo de
oreja a oreja. Ninguno de los dos podía hacer otra cosa más que sonreír.

-Esa Alice…siempre se sale con la suya…- masculló Bella haciendo una mueca
de descontento.

-No siempre. Hoy no irás al baile…- repuse mirando al horizonte. ¿Tanto tiempo
había pasado? El sol ya estaba encaminándose hacia el ocaso. El crepúsculo
enrojecía el cielo, haciendo que mi piel brillara con esas tonalidades. Bella nunca
dejaba de sorprenderme. No había podido percibir ni un poco de terror al verme
bajo los rayos del sol. Solo podía ver que estaba maravillada, y por supuesto su
corazón lo corroboraba. Volví a sonreír al recordar cómo su corazón hizo una
breve pausa cuando comencé a desabrochar mi camisa…debía tener más cuidado
del que creía.

-El día no ha terminado…y Alice no te dejó ver nada de nuestro futuro.

-Creí que no querías ir al baile…- contesté contrariado. ¿Qué la haría cambiar


ahora de opinión?

-Bueno…es que antes no tenía valor para pedirte que fueras conmigo…- dijo
esquivando mis ojos. –Y como acabas de besarme…- me sonreí al ver que se
mordía los labios. En un rápido movimiento toqué los míos. ¡Cuánto la quería!

-¿Entonces quieres ir al baile?

-Solo si es que quieres venir conmigo…- susurró acomodándose uno de sus


cabellos detrás de su oreja. Le rodé mis ojos y luego me puse de pie
extendiéndole una mano.

-Entonces señorita Isabella, será mejor que nos vayamos, sé que alguien estará
esperando ansiosa por hacerle un cambio de imagen -entonces Bella abrió los
ojos desmesuradamente y empalideció. -¿Creí que querías ir al baile?

-Sí, quiero. Pero no estoy tan segura de querer pagar tal precio…

-Alice será feliz, de seguro ya tiene el vestido y todo preparado- Bella se


estremeció y en un rápido movimiento la acurruqué entre mis brazos, besando
cuidadosamente su cabeza.

-¡Qué remedio!- le escuché mascullar mientras la alzaba para volver a la casa.

No nos sorprendió ver a Alice parada en el porche dando vueltas de un lado al


otro, esperando a que llegáramos. Era bastante previsible. Se volteó hacia
nosotros con una inmensa sonrisa en sus labios.

¡Oh dios! Es irreal la sonrisa que tienes en tu rostro… ¡sabía que esto iba a
suceder! Oh, Edward, estoy tan contenta…Ya puse al tanto a todos… ¡Esme está
deseosa de verte! Le rodé los ojos a Alice. Sus pensamientos eran más molestos
que la estúpida mueca que tenía en su rostro…pobre Bella…si tan solo supiera
que además de un buen rato del ‗spa de Alice‘ le esperaba un ataque de preguntas
incómodas…sacudí mi cabeza.
Suspiré resignado, sabía que tarde o temprano debíamos enfrentarnos a la
familia. Lo que no me esperaba era el recibimiento que me esperaba a unos pocos
metros de la puerta de entrada. Emmett y Jasper estaban de pie, uno al lado del
otro con sus brazos cruzados sobre sus pechos.

Emmett tenía su rostro demasiado serio y Jasper pasaba sus ojos de Bella a mí.
Rodé mis ojos, pero cuando fui a dar un paso más adelante, ambos se
interpusieron entre mí y la escalera.

-Baja a mi hermana, Edward.

-¿Perdón?- pregunté incrédulo. Traté de leer sus mente, pero ambos estaban
teniendo flashes sobre distintas películas; Street fighter, Mortal Combat, Piratas
del Caribe… ¿Blade?

-Escuchaste a Emmett, Edward…baja a nuestra hermana -dijo Jasper en tono


amenazante. Bella me dio una mirada entre confundida y sorprendida. Yo rodé
mis ojos…pero la apoyé en el suelo con cuidado.

Alice pasó por mi lado y alzó a Bella, diciéndole que tenían poco tiempo para
prepararse para el baile, antes de subir, se dio la vuelta para llamar a Rosalie a ir
con ellas, pero la testaruda de mi hermana, alzó su nariz y siguió ojeando sus
revistas de modas en el sofá. Alice suspiró resignada y se encaminó hacia arriba.

Yo no quité mis ojos de mi hermosa Bella mientras subía las escaleras sobre los
brazos de Alice. Ella cada tanto movía su cabeza para fijar sus ojos marrones en
los míos, era entonces cuando las comisuras de mis labios se estiraban.

-¡Pist!- moví mis ojos hacia Emmett, quien aun tenía sus brazos cruzados sobre
su pecho.

-¿Se puede saber que les pasa a los dos?- resoplé caminando hacia el sofá. Pero
nuevamente, cuando estaba a escasos metros ambos se interpusieron en mi
camino -muévanse…

-Solo por que seas nuestro hermano…no vas a librarte de esto, Edgard -comenzó
Emmett frunciendo sus cejas.

-Sí, Bella es nuestra hermana.- ¿Acaso era un sentimiento protector el que sentía
emanar de Jasper?

-Sí, hazle el menor daño…y te las verás con nosotros…- dijo Emmett.
-Yo me preocuparía másporque le diera un mordisco…- canturreó Rosalie desde
el sofá. Emmett y Jasper movieron su cabeza hacia ella, y asintieron cuando
volvieron a mirarme. Lo último que me falta para que la vida sea más injusta es
que Bella se convierta en uno de nosotros…

-Estás advertido, Edward- me dijo Emmett alzando su dedo índice. Oh, rayos
Edward…si no te enfadas no es divertido…-Creí que nunca te vería con esa
sonrisa en tu rostro, hermano…- sonrió dándome una fuerte palmada en la
espalda.

-Esto es algo muy bueno…realmente la quieres…puedo sentirlo ¿sabes?- dijo


Jasper mientras se acomodaba en el sofá, a un lado mío. Emmett se sentó a un
lado de Rosalie, pasando su brazo por sobre sus hombros, al mismo tiempo que
se inclinaba para darle un beso.

-¿No te parece estupendo, Rose? Es bueno saber que Edward no es gay...además


con Bella…queda todo entre familia- comentó Emmett bastante animado. Rosalie
cerró su revista con fuerza y la apartó a un lado.

-¿Qué te importa a ti si Edward es gay o no? Todo esto va a terminar mal…-


comenzó Rosalie.

-Rose…- le advirtió Emmett, tratando de detenerle.

-A veces cuando no tienes nada bueno por decir…es mejor no decir nada,
Rosalie- dijo Jasper entre dientes.

-¡No! No tengo por qué callar, soy parte de esta familia mucho antes que esa
niñita. Y esto no es algo por lo que tengamos que alegrarnos. Edward ha tratado
de matarla antes…nada le asegura que no vuelva a hacerlo…y después
tendremos que soportarle toda la eternidad culpándose por ello…haciendo el
papel de mártir y nosotros tendremos que soportar sus lamentos. Y si la convierte
será mucho peor…la niña es un imán para el peligro…es solo cuestión de tiempo
para que volvamos a tener problemas por su causa…- dijo ofuscada, con sus ojos
negros clavados en mí.

Rosalie era la que menos apreciaba a Bella, y no hacía ningún trabajo por ocultar
eso de nosotros o de Bella. Nunca iba a entender del todo por qué tanto
resentimiento hacia ella. Bella no tenía la culpa del destino que le tocó a Rosalie.
No necesitaba mi don para saber que Rosalie la despreciaba por que era humana.
Por que era todo lo que ella no sería jamás. Bella tenía toda una vida por delante,
y podría realizar todas las cosas que Rosalie no, y deseaba con todas sus fuerzas.
Lo que no podía entender era por qué le ofuscaba aun más sentir que Bella estaba
cada vez más metida dentro de nuestra familia, o que pudiera ser como nosotros.
Suponía que si, eventualmente, Bella crecía y formaba su propia familia –
teniendo todo lo que ella jamás podría tener-, la despreciaría aun más que si
terminaba transformándose en uno de nosotros, pero nuevamente mi hermana me
volvía a sorprender.

Pero lo segundo no pasaría jamás. No podía permitirlo. Bella era demasiado


joven como para saber qué era lo que quería o esperaba de la vida. Ella tenía la
posibilidad de elegir su futuro, y no iba a permitirle que tomara una mala
decisión. Estaría siempre a su lado…aun cuando envejezca…pero no podía
engañarme y sabía bien que había muchas cosas que yo no podía darle…debía
prepararme para ello y tener la fuerza suficiente para hacerme a un lado y no
interponerme en su camino. Pero la idea de pasar la eternidad junto a ella era
demasiado tentadora…y yo era demasiado egoísta.

-Rosalie- Todos nos dimos vuelta al escuchar la suave voz de Esme desde la
puerta de la cocina. –Te he pedido miles de veces que no hablaras así de Bella -
susurró seriamente. Rosalie, sin tener los nervios suficientes como para
responderle de la misma forma que a cualquiera de nosotros, bajó su cabeza, se
disculpó y fue hacia su habitación. Emmett le siguió detrás.

Realmente me alegraba de que nunca se me hubiera ocurrido fijarme en Rosalie


de la misma forma que en Bella. Emmett o soportaba mucho, o realmente le
gustaba vivir dependiendo de ella. Pero lo entendía…el amor era algo inevitable,
y yo haría lo que fuera por Bella…lo que fuera.

Esme sonrió todo el tramo que le tomó recorrer hasta sentarse a mi lado, y luego
apoyó las palmas de sus manos sobre mi rostro. –Edward…no sabes cuán feliz
me hace ver esa sonrisa en tu rostro.

-¿Por qué todos lo dicen como si nunca hubiera sonreído antes?

-Por que nunca sonreíste de esta manera -contestó Jasper haciendo una tonta
sonrisa, la cual a su parecer, reflejaba a la perfección la que yo tenía en mi rostro.
Pero no podía evitarlo. Estaba feliz…y sonreír era la forma más cuerda de
demostrarlo…también se me antojaba salir corriendo por ahí…pero de esa forma
estaría lejos de Bella, y no quería alejarme de ella ni un instante.

-Mejor será que vayas a prepararte para el baile- susurró Esme palmeando mi
mejilla –No es bueno dejar esperando a tu pareja.
--

Me había tomado un par de segundos el cambiarme dentro de un traje negro. Lo


quenosimpacientó fue tener que esperar a que Bella estuviera lista. Jasper
permaneció siempre a mi lado enviándome olas de tranquilidad, pero parecían no
dar resultado y terminaba siendo para peor, ya que el al poco tiempo comenzó a
ponerse desesperado por ver a Alice.

Me quedé sin aliento cuando la vi asomarse por las escaleras –aunque la falta de
aire no me afectaba en nada- realmente se veía hermosa, más de lo habitual.
Alice había comprado un vestido azul que hacía que su piel se viera más pálida y
perlada en contraste con ese tono. Sin duda era el color que mejor le sentaba. Me
quedé atontado viendo como sus hombros y brazos eran cubiertos solo por un par
de finísimos breteles, dejando expuesta demasiada piel. El vestido le llegaba
hasta las rodillas, y en un primer instante me hubiese percatado de la forma de
sus piernas, de no ser porque noté que no llevaba el yeso. Alice le había pedido a
Carlisle que se lo quitara. En lugar del mismo, Bella llevaba una ajustada venta
que de seguro casi le impedía mover el tobillo. Y Bella se había salido con la
suya, en lugar de los tacos que Alice le habría puesto, llevaba unas sandalias de
taco bajo, seguras para ella.

Como era de esperarse, el baile era en el gimnasio de la escuela, de seguro era la


especie de salón más grande con la que contaba Forks. En la entrada el centro de
atención fueron Rosalie y Emmett, cuando hicieron su entrada triunfal con su
M3…era ostentoso…demasiado ostentoso.

Pero cuando Bella y yo comenzamos a caminar del brazo hacia el gimnasio,


todos los pensamientos de los que nos rodeaban se centraron en nosotros dos; ¿Es
que acaso nadie tenía vida propia?

¡No puede ser! ¡Me dijo que no pasaba nada entre los dos! No me hizo falta
voltearme para saber de quien se trataba, aquella vocecilla molesta había estado
rondando por mi mente durante el tiempo que llevaba en Forks. Jessica Stanley.

¡Ah! Muero por saber si están de novios…Bella no me dijo nada ¿esta


enamorada de su hermano? ¿Por qué no confía en mí? Angela Weber y su
paranoia de que nadie quiere ser su amiga.

-Debo suponer que hay gente comentando sobre nosotros ¿verdad?- preguntó
Bella acercándose un poco más a mí. Entonces pasamos a un lado de Mike
Newton, quien venía comiéndose a Bella con los ojos desde el momento en que
bajamos del auto. ¡Qué fácil sería arrancárselos! Pero no podía darme ese
pequeño gusto…

-Te espera una noche bastante agitada…Jessica está bastante molesta por que
cree que le mentiste sobre nosotros -pude percibir una mueca de molestia en su
rostro. –Y Angela quiere saber si estamos de novios…y qué es lo que sientes por
mí.

-Oh… ¿Qué debo responder?- dijo acercándose un poco más a mí. Mientras que
yo solté su brazo y lo pasé por su cintura y me incliné hacia su oído.

-Bueno…si quieres…puedes decirle que sí a lo primero…y estaré atento a ver


que respondes a lo segundo…- y le di un suave beso en la mejilla antes de que se
fuera a saludar a sus compañeros.

Me alejé del resto, caminando hacia donde se encontraba sentada mi familia, pero
atento a lo que Bella hablaba con sus amigas. Me preocupaba dejarla cerca de
Jessica…esa chica tenía unos pensamientos bastante extraños y no me
sorprendería que tratara de hacer alguna locura siendo que Bella supuestamente
le había mentido…aun sabiendo que ella estaba enamorada de mí.

¡Están de novios! Oh, era de suponerse…sus hermanos ya estaban juntos…

¿De novios? Esta me las pagas Bella…Lauren tenía razón sobre ella…

¡Sí que lo quiere! Se le nota a millas de distancia…obvio Bella…las mujeres


siempre queremos más que los hombres.

Casi me caigo de la silla. ¿Qué Bella me quería más de lo que yo a ella?


¡Imposible!

Pasé un buen rato charlando con Emmett y con Jasper, mientras que Alice y
Rosalie se dedicaban a sacarles el cuero a todas las personas del salón. Entonces
las pocas luces que estaban encendidas bajaron su intensidad y comenzó a sonar
con más fuerza la suave música que hasta hacía poco estaba como una banda de
fondo.

-Bueno Edward…si nos permites, tenemos un par de chicas a las que sacar a
bailar- Dijo Emmett acomodándose su corbata. Se puso de pie y camino hacia
Rosalie, extendiendo su mano hacia ella. Era increíble ver a Rosalie sonreírle
dulcemente a Emmett. Quien la viera de esa forma jamás pensaría que se
comporta como lo hace la mayor parte del tiempo.
Entonces sentí una cálida mano sobre mi hombro. Inspiré profundamente
dejándome invadir por su cálido y dulce aroma. Bella iba a sentarse en la silla
que Emmett había dejado vacía, pero de un rápido movimiento la llevé al centro
de la pista.

Estás conmigo

Todo está tranquilo

La música sonando solo para nosotros

Bailando tan juntos

Cuando estás conmigo

Tan cerca, me siento muy vivo

-No, Edward…por favor…

-¿Te da pena que te vean conmigo?- dije sonriéndole.

-No…pero si me caigo, todos lo verán -dijo mirando hacia sus lados,


seguramente contando cuántas personas estaban pendiente de nosotros dos.

-Olvidas que estás junto al mejor bailarín…

Ahora lo entiendo, lo sé

Todo lo que necesito es tenerte

Tan cerca

Abracé a Bella más cerca de mí, y ella recostó su cabeza contra mi pecho. Era
maravilloso poder estar tan cerca de ella. -Aunque hay algo que me…molestó-
comencé. Sentí su cuerpo tensarse y se apartó de mí, poco, ya que la mano que
tenía detrás de su espalda se quedó inmóvil y le impidió alejarse más de mí.

-¿Qué cosa?- me dijo preocupada.

-Que le dijiste a Angela que tú me querías más de lo que yo a ti…y eso no es


verdad. Es como comparar una simple estrella con todas las que adornan el
firmamento.
-¿Estás diciendo que yo te quiero menos de lo que tú a mi?- me preguntó alzando
una ceja.

-No…técnicamente. Está bien…dejémoslo en un empate.- sonreí al ver su mueca


de enfado.

¿Cómo sobrevivir

Si te perdiera?

Me incliné sobre ella, apoyando mi mejilla contra la suya. Sentía todos los ojos
del salón fijos en nosotros, y aun así no me importaba. En aquel preciso instante
todo carecía de importancia salvo Bella. Era la primera vez en mi existencia que
no podía prever que me depararía el mañana. Ya no tendría la monótona vida de
antes…tendría alguien con quien compartir mis días…

Estamos tan cerca

De conseguir un final feliz

Sigamos soñando ahora que estamos

Tan cerca

Peroa la vez tan lejos.

Podía ver que ella también hacía caso omiso a los demás, ambos compartíamos
un momento único, donde las palabras no hacían falta. Moví mi rostro, rozando
su mejilla con mis labios. Los mantuve allí presionados unos instantes, dejando
que los mismos absorbieran el calor de su piel, y luego recorrí el corto camino
que había hasta su boca.
Capitulo20

Alice POV

La tormenta rugía con fuerza acercándose al pueblo, mientras que las pequeñas
gotas de lluvia golpeaban con fuerza sobre el suelo. Entonces a través de los
árboles vi tres figuras acercándose. Uno de ellos era una mujer…me di cuenta
de ello por su rojiza cabellera que se revolvía con el viento, mezclándose con las
gotas de la lluvia. Los otros dos eran hombres, uno de tez bastante oscura, y el
otro tenía un aspecto más salvaje…más familiar.

Entonces cuando se acercaron más a nosotros me di cuenta de que el tercero le


conocía de antes. Ese aspecto salvaje y leonino lo había visto antes. Solo cuando
sus ojos rojos se fijaron en mí, y una extraña sonrisa cruzó su rostro pude darme
cuenta de que aquel era el vampiro que había matado a la madre de Bella…

Pestañeé dándome cuenta de que aun seguía sentada en el jardín trasero de mi


casa. Me costó un poco acostumbrarme al cambio de escenario de entre mi visión
y la realidad –siempre me desorientaba de esa forma- El resto de mi visión se
desvanecía en pequeños flashes…los vampiros pasaban…se acercaban un poco a
nosotros y se iban tan rápido como habían llegado. No suponían peligro alguno
para ninguno de nosotros, pero el hecho de que uno de ellos fuera el que se cobró
la vida de la madre de Bella, y casi la suya, suponía algo que debíamos tener en
cuenta.

Me levanté y rápidamente fui en busca de Carlisle, esto era algo que toda la
familia debía saber.

–Carlisle- le llamé al entrar a la casa. En poco tiempo él estaba a mi lado, junto


con Esme.

-¿Qué sucedió?- me preguntó mientras pasaba su brazo sobre los hombros de


Esme.

-Creo que será bueno que todos lo sepan…Jasper, Emmett, Rosalie, Edward -
llamé al resto de mi familia sin gritar.

Nosotros tres nos dirigimos hacia la sala familiar, donde esperamos al resto en el
sofá. Edward ya estaba allí…me sorprendió bastante ver que aun seguía con el
traje con que fue a la fiesta. ¿Aun no te cambiaste? Edward movió su cabeza
suavemente hacia los lados ¿Te quedaste con Bella? Edward… pero no me dejó
seguir, simplemente alzó su mano para pedirme que me detuviera.

-¿Qué es lo que paso?- preguntó Emmett acomodando a Rosalie en su regazo. Yo


permanecí de pie, dado que era la que tenía la palabra en esta ocasión.

-Vi un grupo de vampiros acercarse a nosotros.

-¿Qué? ¿Cuándo?- pregunto Carlisle un tanto alarmado. Desde que Jasper y yo


habíamos venido a vivir con el resto de los Cullen, nunca nos habíamos topado
con otros de nosotros más que con el aquelarre de Tanya…y por lo que
sabíamos…salvo aquellos que tomaban un estilo de vida como el nuestro, solían
ser bastante hostiles.

-No lo vi con claridad…quizás en algunos días…un día de tormenta- Jasper me


rodó sus ojos. Y sí…las tormentas eran moneda corriente en Forks –como
sea…son tres y por lo que vi…no son como nosotros. Es más…Emmett y yo
conocemos a uno de ellos -dije mirando a mi hermano.

-¿Nosotros?

-Es el vampiro que mató a la madre de Bella- Edward comenzó a gruñir…era un


gruñido suave pero perceptible mientras que Emmett se mostró un tanto
descontento.

-¿Estás segura de eso, Alice?- me preguntó Esme suavemente.

-Oigan…memoria de vampiro…puedo hasta decirles que ropas llevaba puestas


ese tal James…tenemos que ser cuidadosos de que no se encuentren con Bella,
quizás ni recuerde su aroma, pero si lo hace…

-Si lo hace será peor para él. No voy a permitir que le haga daño- saltó Edward.

-Edward, tranquilo. Además ninguno de nosotros dejará que le hagan daño- dijo
Carlisle recibiendo una afirmación por parte de todos.

Esto me daba una mala sensación. Que aquel vampiro que por poco mataba a
Bella cuando era niña volviera, no me sonaba a casualidad. Debía de saber que
ella estaba aquí ¿pero cómo? No había manera posible y lógica que lo
supiera…ni siquiera la familia de Tanya sabía si seguíamos aquí o no…hacía
meses que habíamos perdido contacto.

Si sabían de Bella y venían a por ella…tendríamos que estar preparados.


--

Edward POV

Me quedé varios minutos en silencio sumido en mis pensamientos luego de haber


escuchado lo que Alice nos había dicho sobre los ‗visitantes‘. Si Alice estaba en
lo cierto y uno de ellos era aquel vampiro que había querido matarla cuando solo
tenía tres años…Bella estaría en peligro.

Por otro lado me tranquilizaba saber que nosotros les superábamos en número.
No se atrevería a darle caza a Bella sabiendo que nosotros cuidábamos de ella.
No lo haría. Nadie sería tan estúpido como para hacer eso.

Pasé un buen rato solo aun cuando todos habían vuelto a sus tareas. Habíamos
decidido que como esos visitantes no llegarían en algunos días, por el momento
estaríamos alerta y Alice vigilando a aquellos vampiros. Pero algo debíamos
hacer cuando llegaran, y la única solución era que Bella no estuviera cerca de
Forks. Quizás pasaría el tiempo que fuera necesario en Port Angeles, Seattle o, si
fuera necesario, más lejos.

Edward, alcé mi rostro y me encontré con mi pequeña hermana parada al pie de


la escalera. Estate tranquilo…estoy vigilándolos…no vamos a dejar que se
acerquen a Bella. Me dijo en su mente. Yo asentí con la cabeza y adopté una
postura más relajada en el sofá. Bella despertará en un minuto…creí que te
gustaría saberlo.

Tenía razón…la noche anterior, luego del baile, me había quedado recostado
junto a Bella en su cama. Hablamos por largo rato, de varias cosas, en su mayoría
de los años que no estuve con mi familia…y de cuánto le sorprendía extrañarme
como si hubiéramos estado toda una vida juntos. Y luego, cuando sus parpados
comenzaban a pesarle, me limité a tararear la canción que había compuesto para
ella.

Era increíble la sensación de estar a su lado mientras dormía. No había sido la


primera vez que la veía dormir, pero sí la primera que lo hacía tan cerca,
sintiendo el latido de su corazón cerca de mi pecho, dejar que mi rostro fuera
acariciado por su cálido aliento. Me sentía en el paraíso. Bella era mi paraíso. Y
de verdad que no me lo merecía.

Abrí la puerta de su habitación suavemente, aun seguía dormida. Me recosté con


cuidado a su lado. Apoyando mi cuerpo sobre mi hombro derecho. Bella tenía su
rostro en dirección a mí, respiraba suavemente, mientras que su corazón latía con
parcimonia.

Era una maravilla ver ese estado de paz que tenía cuando dormía.

Entonces como Alice lo predijo, comenzó a despertarse. Primero se removió


incómoda en la cama, emitiendo un quejido de molestia por tener que despertar.
Y entonces sus hermosos ojos se fijaron en los míos.

-Oh- murmuró sorprendida de verme, al mismo tiempo que se ruborizaba.

-Buenos días- le susurré dándole un suave y cuidadoso beso en la frente. Bella se


sonrió y se removió entre las sábanas, tapándose más con ellas, obviamente sin
deseo alguno de abandonar aquel cálido refugio.

-¿Es muy tarde?- me preguntó suavemente, con su voz aun adormecida.

-No…si tienes en cuenta que te dormiste casi a las cuatro -le sonreí, pero solo
recibí una mirada confundida de su parte –son las seis- susurré recostándome
boca arriba en la cama.

Estar así, a su lado recostado en su cama, hacía que mi mente se planteara cosas
que nunca antes lo había hecho. Por el tiempo que llevaba viviendo con mi
familia sabía que, a pesar de estar muertos, éramos iguales a los humanos en
muchos sentidos.

Pasar la noche a solas con Bella me hizo plantearme muchas cosas, y darme
cuenta de otras tantas. Me di cuenta de que mis emociones y necesidades
humanas aun seguían junto a mí, solo que habían permanecido dormidas durante
casi noventa años. Bella había despertado al hombre que había dentro de mí. Y
por primera vez, aquella noche, la deseé a ella y no a su sangre.

Pero sabía que eso tampoco era bueno. No podía permitirme pensar en tener algo
más que un beso o un abrazo con Bella. No podía. Ella era demasiado frágil y
delicada comparada conmigo. Un movimiento descuidado, un poco más de
presión o el más mínimo roce descontrolado podrían lastimarla –por no ser
drásticos y decir que podría matarla con facilidad, pero así era.

También recordé lo que habíamos hablado en el prado. Por qué me había


enfadado con ella momentos antes de besarla. Bella había dicho que ella podría
convertirse en uno de nosotros, que no tenía nada que la atase al mundo de los
humanos.
Sentí un enorme vació dentro de mí. Estaba dividido en dos, por un lado el deseo
de lo que era correcto –seguir su vida humana, crecer, tener una familia,
envejecer y morir. Seguir el curso de la naturaleza- y el que se sentía bien –
convertirse en uno de nosotros y estar junto a mí por siempre.- La última sonaba
perfecta, pero no iba a condenarla.

No quería que dejara de ser tal cual era. Rogaba no dejar jamás de escuchar el
latido de su pequeño corazón. Entones saltó a mi mente la charla de hacía unos
minutos atrás. Aquel tal James iba a venir, y si se encontraba con Bella…jamás
iba a permitir que le tocara ni uno solo de sus cabellos…iba a defenderla con mi
propia vida…Me pregunto si será bueno que lo sepa…la contemplé unos
instantes, Bella no tenía por qué estar preocupada por algo tan poco importante.

-¿Por qué aun estás con el traje?- preguntó Bella extrañada.

-Casi ni me he movido de tu lado- dije encogiéndome de hombros.

-¿Te quedaste mientras yo dormía?- preguntó abriendo sus ojos. Yo simplemente


me encogí de hombros -¿Por qué?

-Eres interesante cuando duermes…hablas mucho.

-¡No!- Bella se incorporó de un salto en la cama, ahogando su grito con sus


manos. ¿Se había enfadado? La expresión en su rostro me indicaba que así era.
Sus ojos no abandonaban los míos, y la expresión de molestia no abandonaba su
rostro. Me levanté rápidamente de la cama y me fui hacia el otro lado,
arrodillándome en el suelo y apoyando mis manos sobre las suyas.

-Por favor no te enfades- le supliqué –la mayoría de las veces solo dices
incoherencias.

-¿Y el resto?- murmuró ofuscada.

-Bueno…hoy le pediste a Emmett que no se burle de ti…- Bella pareció relajarse


un poco más, mientras que sus mejillas se teñían de un hermoso y brillante rosa –
pero la mayoría de las noches murmuras mi nombre.

-¿Muchas veces?- preguntó escondiendo su rostro tras sus cabellos. Yo le sonreí.

-Depende de cuanto te suene a mucho…

-Oh Dios- murmuró avergonzada mientras cubría lo que quedaba a la vista de su


rostro con sus manos.
-Bella- susurré sentándome a su lado, y acomodándola contra mi pecho. –No te
avergüences- mis manos recorrieron suavemente sus cabellos –Si yo pudiera
soñar, lo haría contigo…y no me avergonzaría de ello.

Permanecí un buen rato acunándola contra mi pecho. Bella ya no estaba


avergonzada, ni molesta por saber que permanecía a su lado mientras dormía.
Ahora ambos disfrutábamos de la cercanía del otro.

-Vamos dormilona…es hora de levantarse…llevas más de doce horas en la cama.

-¿Ves? Por esto era que no quería ir al baile…

-¿Acaso no te divertiste?

-Sabes que sí…- susurró suavemente.

-Bien, te dejo que te cambies…estaré abajo.

Llevaba varios minutos sentado en mi piano, acariciando suavemente las teclas,


dejando que las notas de la canción de Bella llenaran la sala. Pude percibir su
aroma desde el momento en que salió de la habitación, pero parte de mí seguía
concentrado en la melodía que tocaba para ella. Mis ojos solo abandonaron el
piano cuando Bella se acomodó a mi lado, en el banquillo del piano, y esperó
pacientemente a que terminara la melodía.

-Me gusta mucho escuchar cuando tocas- sonrió Bella. –Se nota que te gusta…se
ve en tu rostro.

-Sí, es bastante reconfortante. Fue como mi única vía de escape durante todos
estos años. Pero ahora estas tú- dije acomodando su cabello detrás de su oreja. -
¿Sabes tocar?- Bella sacudió su cabeza.

Busqué sus manos, y las acaricié con suavidad unos instantes antes de apoyarlas
sobre las teclas del piano. –Es fácil. Solo tienes que acariciar las teclas- Bella
presionó suavemente sus dedos en las teclas. Las notas sonaron –obviamente-
pero demasiado suaves. –Tienes que hacerlo un poco más fuerte, Así- le indiqué
empujando su dedo con gentileza sobre la tecla.

-Temo romperlo…

-No seas boba –sonreí mientras le enseñaba las notas básicas del piano. Bella las
tocó suavemente sonriendo.
-Claro, Bella sí tiene permitido tocar el piano… -moví mi rostro hacia las
escaleras. Emmett estaba allí, con los brazos sobre su pecho.

-Es que a ti no te interesa tocar el piano…y mucho menos a Rosalie -le dije
frunciendo mi ceño. Recordando la ocasión en que había entrado a la casa para
ver a Emmett acorralando a Rosalie contra mi piano.

Emmett despegó sus labios para lanzar su próximo golpe, pero entonces sentimos
un estruendo proveniente de la primera planta y Alice bajo a trompicones las
escaleras y salió corriendo hacia el porche. Su rostro tenía una atemorizante
expresión de desesperación.

Jasper bajó detrás de ella, con la misma expresión de desconcierto que nosotros.
Todos salimos tras de Alice.

El cielo comenzaba a oscurecer, y las pequeñas gotas de lluvia empapaban


levemente mi rostro, pero a lo lejos se podía ver la furiosa tormenta que se
avecinaba.

-Me equivoqué- murmuró Alice pasando sus ojos de mi a Bella. –Vienen ahora.
Edward…el vampiro que mató a la madre de Bella estará aquí en segundos. Me
gritó Alice en su cabeza. Esme y Carlisle, quienes estaban en su despacho habían
bajado luego de oír el barullo que causó Alice, lo mismo hizo Rosalie.

-¿Quiénes vienen?- preguntó Bella.

-¿Estás segura Alice?- mi hermana asintió con su cabeza. ¿Qué haremos? Están
demasiado cerca…y Bella esta aquí…y ya la olieron. Era demasiado tarde. Las
visiones de Alice no habían sido exactas y ahora aquellos tres vampiros estaban
demasiado cerca de la casa…demasiado cerca de Bella. Mis ojos se fijaron en
ella. Era la primera vez que veía sus facciones llenas de temor.

-¿Qué esta sucediendo, Edward?- volvió a preguntarme. Tiene que saberlo…

-Bella- le dije acomodando su rostro entre mis manos. –Se suponía que no iba a
haber problema con esto. Alice los tendría vigilados -mis ojos fueron hacia Alice.
Tendía que haberlos vigilado con más detenimiento…más sabiendo que suponían
un peligro para Bella. –Alice vio que se acercaba un pequeño aquelarre de
vampiros…pero no son como nosotros- por primera vez le vi estremecerse. ¡Al
fin una reacción racional!

-Bella…uno de ellos es el que…


-Alice- le advertí…no era necesaria tanta información.

-¿Uno de ellos qué?- preguntó, pero no iba a dejar que se lo dijeran.

-Será mejor que nos vayamos- dijo Jasper acercándose a Bella -sacándola de sus
pensamientos sobre que quiso decirle Alice- con la intención de cargarla y correr
lo más rápido posible lejos de los otros.

-No…ya es tarde, es cuestión de segundos que estén frente a nuestra puerta -sentí
el cuerpo de Bella estremecerse entre mis brazos, y la acerque más a mí.

-Descuida, Bella, no voy a dejar que se acerquen a ti -susurré mientras le besaba


suavemente la cabeza, inspirando su dulce y embriagador aroma. No te apartes
de ella. Me dijo Esme en su mente. Y no pensaba hacerlo. Me aparté –sin separar
a Bella de mí- un poco de la cercanía de los árboles, y me acomodé cerca de mi
coche, solo por si acaso…

Entonces los vi. Uno de ellos era una mujer…y los otros dos eran hombres, uno
de tez bastante oscura, y el otro tenía un aspecto más salvaje.

¿El humano está con ellos? Esto es increíble…hemos llegado tarde… escuché el
pensamiento de uno de ellos.

Uno de ellos, el hombre de tez más olivacea, se acercó hacia Carlisle. –Lo
lamentamos…habíamos olido una presa, no esperábamos encontrarnos con
alguien más- dijo con tono amable. El otro hombre, quien supuse era James -por
lo que pude ver en la mente de Alice- pasaba sus ojos por todos nosotros. Y la
mujer, la pelirroja miraba detenidamente a Carlisle, sin abandonar su postura
defensiva. Entonces en un instante los tres pares de ojos se posaron en Bella. –Yo
soy Laurent, y ellos son Victoria y James.

¡Diablos! Huele tan bien. Me moví del lado de Bella para acomodarme frente a
ella.

-Yo soy Carlisle, ella es mi esposa Esme, y mi familia Rosalie y Emmett, Alice y
Jasper y Edward y Bella.

¿Qué? –Es una humana. Olimos su rastro desde metros…- indicó Laurent.
Entonces no pude evitar que un gruñido saliera desgarrado de mi pecho, y James
se adelantó unos pasos hacia nosotros.
¿Protegiendo a la criaturita? James levantó levemente su rostro, y vi sus aletas
nasales moverse lentamente, captando el aroma de Bella. Ese aroma lo
reconozco…sus ojos fueron hacia cada uno de nosotros. Oh, esto es muy bueno.
Es el humano que aquellos dos me impidieron hace años, así que lo
conservaron…excelente. Es como un vino…con los años se pone mejor. Volví a
gruñirle.

-Es parte de nuestra familia- escuché a Carlisle a lo lejos, ya que estaba bastante
concentrado en James.

¿Parte de su familia? No por mucho. Son varios, esto estará difícil…pero no


imposible, seguramente huirán…podré rastrearla con facilidad…Me acerqué un
paso hacia él, y Emmett al instante estuvo a mi lado. Esto se pone cada vez más
interesante. Hacía años que no tenía algo de acción. ¿Acaso se cree que me
inspiran miedo?

-Deberías- le contesté.

¿Qué? Se preguntó extrañado que haya respondido a su pregunta. ¿Acaso lee mi


mente?

-Bella es parte de nuestra familia…y en tal caso este es nuestro territorio de caza.
Espero que entiendan a qué me refiero -dijo Carlisle. Laurent se alejó un paso de
él.

-Es una humana- protestó.

-Pero como dijo Carlisle, está con nosotros- me sorprendió escuchar la voz de
Rosalie con tal tono amenazante. Sabía que iba a traernos problemas tarde o
temprano…Bella es un imán para el peligro.

-Somos bastante diferentes. No les causaremos más problemas. Realmente nos


gustaría saber más sobre ustedes…

-No creo que por el momento sea posible- señaló Carlisle lanzando una mirada
de advertencia hacia James. La pelirroja, Victoria se acercó hacia James y apoyó
una mano sobre su hombro.

James, James, siempre tan desesperado…creo que sé cómo hacer esto. Pensó
mientras que sacudía suavemente su cabeza hacia los lados. Entonces ambos le
dieron una mirada significativa a Laurent antes de desaparecer por el bosque.
Capitulo21

Bella POV

Aun estaba temblando cuando Edward me sentó en el sofá de cuero negro de su


habitación. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no había reparado en que
era la primera vez que entraba a su habitación desde que había venido a vivir con
la familia. Al poco tiempo Alice y Emmett entraron cerrando la puerta a sus
espaldas.

-Esto es increíble, Carlisle está loco- masculló Emmett cerrando sus puños,
convirtiéndolos en dos bolas metálicas capaces de romper una pared con suma
facilidad.

-No sucederá nada Emmett. No van a quedarse por más tiempo -dijo Alice
tocándose la sien, para enfatizar sus palabras. Después de que dos de los tres
vampiros que se habían acercado a nosotros se fueran, uno de ellos, el que
aseguraba no ser peligroso, fue invitado por Carlisle a nuestra casa. Acto que
nadie en la familia parecía aprobar, y parte de mí sabía que mi padre no estaba
del todo conforme con ello, pero no le convenía buscar pleitos con alguien que al
parecer había escogido mantenerse al margen.

-No me gusta nada… ¿Qué fue lo que pensaba el otro?- le preguntó Emmett en
un susurro a Edward. Los ojos de Edward fueron hacia los míos, podía verlos
turbados, llenos de preocupación…y de temor.

-James quiere a Bella.

-Eso puede solucionarse…nada que no podamos arreglar rápidamente -escuché a


Emmett.

-No lo entiendes…-suspiró Edward recostando su cabeza contra el respaldo del


asiento y llevando sus manos a su rostro. –James es un cazador…no va a
detenerse hasta conseguir lo que quiere -mi cuerpo tembló ante sus palabras;
James, el cazador –como Edward le había marcado- me quería a mí. A cualquier
precio.

-No se la voy a dejar fácil -acotó Jasper. Entonces la puerta de la habitación se


abrió, Rosalie se escurrió por la abertura y la cerró a sus espaldas.

-Ese Laurent hace demasiadas preguntas, no me huele nada bueno. ¡Sabía que
esto iba a suceder!- exclamó fijando sus oscuros ojos en mí. Avergonzada y a la
vez sobrepasada aparté mi mirada de ella. Alice, como siempre que Rosalie
comentaba algo sobre mí, saltó en mi defensa.

-Rose, ¿Cómo puedes ser así? ¿Crees que ella se está divirtiendo con todo lo que
sucede? Debe estar aun más aterrada que tú. Cualquiera de nosotros puede
defenderse con facilidad…ella no.- A este punto, Edward me había acomodado
sobre su regazo, y presionó mi rostro contra su pecho tapando mis oídos, pero yo
seguía escuchando atentamente. Merecía cada una de las palabras de
Rosalie…siempre le traía problemas a mi familia. Y que fuera el punto más débil
me molestaba en sobremanera.

-No dije que fuera su culpa. Es obvio que la culpa la tenemos nosotros, por
haberla dejado vivir en nuestra familia.- Masculló moviendo su sedosa cabellera
rubia hacia uno de sus hombros.

-¡Rose!- siempre había pensado que Emmett solía dejarse controlar bastante por
Rosalie, siempre accedía a sus peticiones y caprichos, pero nunca le había visto
usar ese tono de enfado con ella, y menos fruncirle el seño. Hasta pude ver la
sorpresa reflejada en el rostro de Rosalie.

-Es verdad…quizás hasta hubiera sido mejor para ella que James la matara
también- Alice, Jasper, Emmett y Edward se habían sobresaltado cuando Rosalie
nombró al vampiro, pero estaba segura que fue más bien por lo que dijo después,
‗que me matara a mí también‘ También. Algo me decía que el principal punto de
preocupación y miedo por la aparición de este vampiro no era por que me quería
a mí. Él no iba a meterse en un juego mortal por un simple humano…si no
porque había un aliciente que le hacía desearme con más fuerzas, sin importarle
con cuantos más como él tuviera que enfrentarse, o cuantos compañeros u aliados
tuviera que sacrificar.

No dije una sola palabra, no necesitaba, estaba completamente segura y confiada


de que la expresión de perplejidad y confusión en mi rostro habló por mí misma.
¿Qué fue lo que Rose quiso decir?

-Lo siento- murmuró Rosalie más a sus hermanos que a mí, entonces caminó
hacia la esquina de la habitación y se recostó contra la pared, mirando al
ventanal.

-Bella…Rosie no sabe lo que dice, está un tanto desolada por todo esto. Solo
tiene miedo - me dijo Emmett arrodillándose frente a mí. Hiciera lo que hiciera,
dijera lo que dijera, Emmett jamás estaría enfadado con Rosalie. Podía ver en sus
ojos, sentir en sus palabras que no importara cuánto daño causara, o cuánto se
equivocara…él siempre la amaría y daría…haría todo por ella. Y no lo culpaba,
yo me sentía igual por Edward.

Nadie más hablaba, y Emmett no volvió a disculparse por Rosalie. Visto que ella
era la única a la que le importaba poco como para decir lo que realmente
pensaba, estaba segura de que ella podría decirme el significado de sus palabras.
–Rosalie- que la llamara sorprendió tanto a ella como al resto -¿Qué quisiste
decir?

Rosalie, sin saber qué decir, miró a nuestros hermanos en busca de alguna soga
que pudiera sacarla de la incómoda situación en la que ella misma se había
metido. Edward sacudió su cabeza suavemente, pero lo suficiente como para que
yo lo notara.

-Ya no soy una niña- le espeté alejándome de él –tengo derecho a saber qué quiso
decir…no lo dijo porque sí -Edward bajo su cabeza e inmediatamente me sentí
mal por haberle hablado de esa forma. Apoyé la palma de mi mano sobre su
mejilla. –Por favor, Edward…por favor… sea lo que sea…

-Emmett y yo te encontramos cuando eras pequeña- comenzó Alice, narrándome


la misma historia que me contó hacía pocas semanas, cuando supe que Charlie
Swan era mi padre. Entonces cuando parecía que había acabado con la historia,
Alice respiró profundamente y dejó caer sus brazos al costado de su cuerpo –
James es el vampiro que mató a tu madre.

Quizás no reaccioné del modo en que ellos hubieran esperado, o quizás sí. Estaba
tan acostumbrada a los sucesos extraños en mi vida que ya nada parecía
sorprenderme. Entonces algunas piezas parecían encajar…por qué todos estaban
tan preocupados cuando los otros vampiros llegaron, por qué Edward actuaba de
manera tan sobreprotectora y por qué Rosalie había dicho lo que dijo.

A James se le había escapado una presa. Yo. Y por la expresión en el rostro de


Edward no iba a dejar que me escapara de sus manos ahora que me había
encontrado. Sacudí mi cabeza al recordar a aquel vampiro. Su cabello
medianamente largo peinado en una prolija coleta, la chaqueta de cuerpo roída
abierta, exponiendo la brillante piel de su cuerpo. Y sus ojos. Unos ojos a los
cuales no me acostumbraría probablemente jamás. Aquel color carmín oscuro
como la sangre inundando los alrededores de sus pupilas, centelleando de rabia al
ver que su blanco era protegido incondicionalmente por otros vampiros que no
planeaban para mí el mismo destino que él. Seguramente le sonaba a una especie
de desperdicio…temblé ante mis pensamientos.
Edward envolvió sus brazos a mi alrededor y comenzó a pedirme que me
tranquilizara, asegurándome que todo iría bien, que el jamás permitiría que James
o Victoria –su pareja- se acercaran a mí. Y eso me mortificaba, saber que era
capaz de sacrificarse por mí, era algo que no podía soportar. Entonces escuché
nuevamente el ruido de la puerta.

-Se ha ido. Dijo que James no va a quedarse conforme con…que iba a hacer
hasta lo imposible- anunció Carlisle, quien venía acompañado de Esme.

-Perfecto estaremos esperándolo. Jasper compañero después de tanto tiempo sin


acción… -interrumpió a Emmett

-¡NO!- grité desesperada al escuchar los absurdos planes de mi familia. ¿Acaso


estaban todos locos?

-Estoy de acuerdo- masculló Rosalie.

-Bella…tienes que tener más confianza en nosotros…ellos son dos y nosotros


somos más- miré alrededor. ¿Cómo podían alegrarse ante la idea de una pelea?
Yo no podía…no podía dejar que saliera herido nadie por mi causa. Ninguno de
ellos se parecía a los otros vampiros, sus aspectos diferenciaban bastante y de
seguro su ferocidad y fuerza también.

-Tenemos que separarlos.

-Sí, funcionará…pero, ¿Qué hacemos con Bella?

-Ella puede quedarse con alguno de nosotros…si logramos que James y Victoria
sigan a dos grupos separados de nosotros…al menos hasta que sepamos qué más
podemos hacer…

-¿Cómo hacemos para que crean que viene con nosotros?- las conversaciones se
oían nubladas para mí. No prestaba atención en nada hasta que Edward se apartó
de mí.

-No ¡Edward!- grité estirando mis brazos hacia él. Edward, quien no se había
apartado más que unos pocos pasos de mí- se arrodilló en el suelo y acomodó mi
rostro entre sus frías y duras manos.

-Bella va a estar todo bien…confía en mí…solo quiero ponerte a salvo -escuché


un fuerte suspiro y Rosalie se acercó a nosotros.
-¡Rosalie! Eso es una fantástica idea… ¿Piensas cobrarnos algo por ella?- dijo
Alice apoyando sus manos sobre su caderas. Rosalie le rodó sus ojos y luego
miró a Edward. Sabía que le estaba diciendo algo en su mente, por su expresión y
por la media sonrisa que se formaba en sus labios.

-Gracias Rosalie, de verdad- le dijo haciéndole una reverencia con su cabeza en


agradecimiento. Alice se llevó a Esme fuera de la habitación…

-Ustedes tienen que irse- acentuó Rose señalándole a Carlisle, Emmett y a Jasper
la dirección de la puerta. Ahora me sentía un poco nerviosa. Rosalie se alejó y
corrió las cortinas, de modo que nadie pudiera ver hacia adentro, y entonces me
sentí más nerviosa sabiendo de quién nos ocultábamos. La simple idea de que
James estuviera fuera me aterraba.

-Edward, tú también tienes que irte…

Mi corazón dio un vuelco cuando las manos de Edward abandonaron mi rostro y


le vi dirigirse hacia la puerta. Iba a llamarle, pero Rosalie estaba a mi lado.

-Bella…no te preocupes, no voy a morderte -apuntó seriamente, pero su rostro se


suavizó cuando una sonrisa juguetona cruzó sus labios. Era la primera vez que
Rosalie reía sinceramente conmigo. –El plan es simple, por el momento.
Tenemos que intercambiar de ropa…por lo que tú te pondrás la mía y yo la tuya,
así confundiremos nuestros aromas. Alice llevó a Esme a ponerse alguna de las
ropas que usaste ayer por la tarde, así tu aroma está más intenso. – Yo le di una
mirada de confusión mientras Rosalie se quitaba la camisa, entonces le imité,
desabotonando la mía.

-Saldremos en dos autos por separado, Alice vio que funcionará. James seguirá a
uno y Victoria al otro. Los separaremos lo más que podamos…y luego…bueno,
seremos un poco duros con ellos. Jasper y Alice se quedarán contigo…

-Gracias Rose -murmuré mientras tomaba la camisa que me extendía.

-Bella…sé lo que debes pensar de mí –alzó su mano para detenerme cuando me


vio abrir la boca para contestarle –No te culpo, me lo merezco y no voy a pedirte
perdón…realmente tengo una postura bastante diferente de la de mi familia
cuando se trata de ti. Solo quiero que sepas que no es nada personal. Podría haber
cualquier otra persona en tu lugar y yo sería la misma, tendría las mismas
actitudes…solo creo que fue una pésima decisión la de dejarte con nosotros.
-¿Si fuera como ustedes me tendrías menos odio?- los ojos de Rosalie se abrieron
desmesuradamente.

-¿Qué idiotez dices?- no le contesté, solo bajé mi cabeza mientras me ponía su


camisa, aspirando su dulce aroma. –No sabes de lo que estás hablando…no tienes
ni la más mínima idea- masculló con un tono tan tajante que no me atreví a
contestarle nada más. –No sabes nada de lo que es ser uno de nosotros…

El poco tiempo que seguimos intercambiando las ropas lo pasamos en el más


absoluto de los silencios. Ni ella emitió sonido alguno ni yo. Hasta pude escuchar
el suave golpeteo de mi corazón contra mi pecho cada vez que alzaba la vista y
me encontraba con el ceño fruncido de su hermoso rostro. Lo que le había dicho
le había molestado…demasiado.

Cuando bajamos al hall vi a Esme vestida con el conjunto que había usado ayer
en la tarde para ir de paseo con Edward. Edward. Mis ojos fueron
instantáneamente hacia él. Estaba recostado contra la pared a un costado de la
puerta que daba al salón familiar, me acerqué rápidamente hacia él, pero Edward
decidió no hacerme caminar tal corto trayecto y en la mitad del camino mi cuerpo
colisionó contra el suyo, envolviendo mi cintura con sus marmóreos brazos.

Mis pies se separaron del suelo, y mis labios se encontraron con los de él en un
beso desesperado. Un beso que me heló la sangre. Estaba cargado de miedo y
desesperación, como si aquel beso fuera el último.

Esa noche no prácticamente no dormí. No habíamos recibido noticias de ninguno


de ellos y a pesar de que Alice veía que el plan funcionaba a la perfección, no
podía evitar sentirme aterrorizada de perder a alguno de ellos, y menos a Edward.

Cuando el cielo comenzó a aclarar, Alice me acompañó en la cocina mientras


desayunaba. Ambas permanecíamos sumidas en el más absoluto de los silencios
mientras contemplábamos nuestros celulares. No solía prestarle mucha atención
al mío, pero desde el momento en que Edward y mi familia abandonaron la casa
siendo perseguidos por dos sádicos vampiros, se había convertido en una parte de
mi cuerpo.

La pantalla del de Alice titilaba con el reloj, y el mío simplemente estaba cerrado,
pero con la pantalla a la vista en caso de que alguien llamara.

-Todo va a estar bien Bella…ellos están bien, puedo… - ambas nos


sobresaltamos al escuchar un temblor en la superficie del desayunador. Alice
tomó su celular y lo abrió rápidamente.
-¡Esme! Oh Dios nos tenían preocupados, bah más bien a Bella…sí…Ellos… -
Alice se reclinó sobre sus codos hacia la mesada, conocía esa expresión en su
rostro, sus ojos fuera de foco y su ceño fruncido. Estaba teniendo una visión. Esta
vez fue más rápido de la última vez que le vi en ese estado. Alice dirigió su
mirada hacia mí antes de volver a situar su boca en el parlante del teléfono. –Sí,
los vi…no va a seguirles por mucho tiempo…ella se escapará…está bien. Adiós.

-¡Alice! ¡Alice!- le grité antes de que colgara el teléfono, tenía ganas de hablar
con mis padres, pero ella se me adelantó y terminó la comunicación.

-¿Alice?- me volteé, Jasper obviamente había escuchado el teléfono sonar y mis


gritos. -¿Qué sucedió?

-Hablaron con Edward…James ha dejado de perseguirles y no consiguen hallar


su rastro. Carlisle dice que Victoria aun va detrás de ellos…pero vi que no será
por mucho tiempo. Esme teme que puedan venir aquí…que sepan que estamos
los dos solos con ella -llevé mis manos a mi boca para ahogar un grito. Jasper se
mostraba indiferente, lo cual no me preocupaba…sabía que podría defenderse
fácilmente. Pero Alice…era tan pequeña, tan dulce…no quería imaginármela
enfrentándose a aquella vampiresa de aspecto tan amedrentador.

-Tenemos que pensar en algo…no podemos dejar que se acerquen -comenzó


Alice, pero entonces sonó mi celular. Me extrañó ver en la pantalla del mismo el
teléfono de Carlisle, hacía apenas unos pocos minutos habíamos terminado de
hablar con ellos. Quizás se había olvidado de algo.

-Hola- le saludé extrañada. Alice me miró sorprendida, seguramente


preguntándose de quién se trataba. Lo que no me esperé jamás fue oír una voz
áspera y gruesa, pero agradable.

-Bella, qué gusto -la voz me sonaba tan poco familiar como inesperada. Miré a
Alice y a Jasper, aun no segura de que debía hacer, estaba cien por ciento segura
de quién se trataba y me había puesto los pelos de punta. –Espero que tu papá no
se moleste por haberle robado el teléfono…pero debía hablar contigo- dijo
rápidamente- de seguro no estás sola…entonces saluda a alguien que suene
creíble- dudé un buen tiempo con el teléfono sacudiéndose a causa de los
temblores de mi cuerpo, Alice impaciente se acercó hacia mí. Entonces
reaccioné.

-Jess…lo siento…no te oía bien- murmuré mirando de reojo a Alice. Jessica era
la primera persona que se me había ocurrido y con la cual tendría varias cosas
por hablar…por ejemplo el hecho de que le haya mentido sobre mis sentimientos
hacia Edward. La expresión de sorpresa y temor en mi rostro iban bien con la
charla pretendida.

-Suenas demasiado asustada como para hablar con tu amiga…será mejor que
vayas a otra habitación, no quiero arriesgarme…habla con tu amiga mientras
caminas… ¡vamos!

-Jess…lo siento yo- le di una mirada a Jasper mientras me encaminaba hacia las
escaleras –lamento no habértelo contado antes.

-Eso es feo… ¿teniendo secretos con tu mejor amiga?

-¿Qué rayos quieres?- murmuré mientras cerraba la puerta de mi habitación. Con


suerte ni Alice ni Jasper escucharían.

-¿Es mal momento? Bueno entonces soltaré lo que tengo para decir…aunque
esperaba un poco más de amabilidad de tu parte -solté una risa burlona mientras
me acercaba a la ventana de mi habitación, mirando a través de las
cortinas…algo me decía que James estaba bastante cerca.

No le respondí. –Bien…necesito que te alejes de tus niñeros… ¿puedes hacer


eso?

-No- respondí sin siquiera pensar.

-Lamento oír eso…espero que seas un poco colaboradora…sé que tu Edward y el


resto de tu familia irán para allá…y ya que al estar tan lejos y querer llegar lo
más aprisa, estoy demasiado convencido de que tomarán un avión…así que sería
buena idea que fueran a recogerles al aeropuerto, ¿No te parece?- no le respondí,
seguí escuchando su atrapante voz como si me tuviera bajo un hechizo. James
suspiró ofuscado. –Creo que no le encuentras algo lógico, verdad…bien, te lo
diré de esta forma. El hecho de que tu familia te defienda…es algo molesto,
Bella…son un obstáculo entre tú y yo.

-Entonces no me persigas -mascullé. James soltó una tétrica risotada que me heló
la sangre.

-Bella…eso es imposible. Ahora bien, decidí cambiar de estrategia…serás tú la


que venga a mí.

-¿Y qué te hace pensar que yo haría tal cosa? Mi familia se esta sacrificando por
protegerme…
-Ese es exactamente mi punto. Bella, está en tus manos si quieres o no sacrificar
a tu familia. Victoria está al aguardo de mi respuesta para atacar a tus padres…y
yo con facilidad podría deshacerme de tus hermanos…- enmudecí ante sus
palabras. Luego de haber visto el aspecto de James en la entrada de mi casa, tan
salvaje…y la mujer que estaba a su lado, Victoria, con ese aspecto leonino y
feroz. Comparados con cualquiera de mi familia daban miedo… ¿Qué era lo que
iba a hacer? No quería que mi familia saliera herida por mi causa…

-Yo…-murmuré confundida.

-A ver si esto te convence más, si tú no vienes, tendré que deshacerme de los


obstáculos…uno a uno…hasta llegar a ti. De todas formas sales perdiendo, ¿No
crees que sería mejor si dejas fuera de esto a tu familia?- No le contesté, aun
permanecía lo bastante aturdida cuando soltó su golpe de gracia –Creo que
Victoria va a divertirse con tu madre…y de seguro adorará ver rodar la rubiecita
cabeza de tu hermana… ¡Y para qué mencionar a la pequeña!

-¡NO!…para- sollocé. No quería imaginarme nada ello…no quería que ocurriera


nada de eso. –Está bien…está bien…iré…- me sentencié suspirando. –Trataré de
convencerlos de ir al aeropuerto.

-Excelente Bella, siempre es bueno llegar a un acuerdo. Ahora bien…una vez que
estés allí, aléjate de tus hermanos y llámame al teléfono de tu padre así
arreglamos donde será nuestra cita.

-Solo promete que no les harás daño- le rogué mientras que el teléfono temblaba
en mi mano.

-Te lo prometo…a menos que ellos vengan tras de mí…espero tu llamado -y el


teléfono enmudeció.
Capitulo22

Bella POV

Bajé lentamente la escalera, aun me encontraba demasiado aturdida sobre la


charla con James como para mantenerme firme. Respiré profundamente mientras
me acercaba a la cocina, donde antes había dejado a Alice y a Jasper, tenía que
buscar la forma de convencerlos de ir a Port Ángeles.

-¡Bella!- exclamó Alice abrazándome ni bien abrí la puerta de la cocina.

-¿Quién era Bella?- me preguntó Jasper mirándome seriamente. Entonces recordé


que él podía leer con facilidad mi estado de ánimo. Y en estos momentos me
sentía aterrada. Así que traté de actuar, aunque sabía que era pésima para ello.

-Oh Alice- susurré abrazándome con más fuerza a ella. –Jessica llamó. Dijo
tantas cosas horribles.

-¿Pero por qué?- me preguntó mi hermana guiándome hacia el sofá de la sala.

-A ella siempre le gustó Edward…y yo le dije que no sucedía nada. Después de


vernos ayer en el baile… ¡No sé si quiero volver a la escuela!

Alice pasó sus brazos por sobre mi hombro y acomodó mi cabeza en su regazo
mientras que yo derramaba lágrimas por otra razón totalmente diferente a la que
le contaba. -¿Bella, segura que no hay nada más? Te siento demasiado
asustada…y no creo que Stanley te ponga así…a menos que te haya amenazado
de muerte…oh perdón- se disculpó Jasper.

-No, está bien…en realidad me quedé nerviosa después de la llamada de Esme…

-De eso queríamos hablar…Edward llamó. No te preocupes, dijo que llamaría al


rato para hablar contigo -me dijo rápidamente al ver que abría la boca para acotar
que debían haberme avisado… -Están en el aeropuerto esperando que salga el
avión hacia Port Ángeles. En cuanto lleguen a casa estarán en busca de James.

Me sentí palidecer, lo que Alice me contaba facilitaba un poco más las cosas, no
tenía que hacer nada más que rogarles que fuéramos a buscarles al aeropuerto por
miedo a quedarme aquí –sabiendo que James podría encontrarnos- y ellos
aceptarían sin sospechas. Por otro lado saber que pronto hablaría con Edward me
revolvía el estómago. Sería duro hablar con él por última vez…sería duro decirle
adiós a la única persona que amaba en el mundo.

-No creo querer quedarme aquí… ¿Qué tal si vienen a buscarnos?- pregunté con
mi voz temblorosa.

-Los veré -esto iba a dolerme más a mí que a ella.

-Alice…la última vez no les viste con claridad…llegaron antes…- dije entre
enfadada y entristecida por echárselo en cara de esta forma. Alice se estremeció y
su rostro fue oscurecido por la tristeza que le provocaba saber que no confiaba mi
vida en sus visiones… -Lo siento- murmuré tratando de apaciguar un poco del
necesario dolor que le había causado.

-Pero no podemos irnos…nuestra familia vendrá hacia aquí en busca de


nosotros…estarán mañana al atardecer.

-¿Qué tal si vamos nosotros a Port Ángeles?…podemos esperarlos en el


aeropuerto…allí hay demasiada gente, James y Victoria no se arriesgarían jamás
a atacarnos allí…no creo que se expongan de esa forma.

Jasper y Alice intercambiaron una mirada significativa, la cual no pude


comprender su significado del todo. Entonces cuando vi la preocupación en el
rostro de Alice solté;

-Quiero irme lejos…quiero estar con ustedes…pero lejos de Forks, lejos de


cualquier lado en que puedan encontrarnos.- Sollocé abrazándome con fuerza a
Alice.

-Bella, quédate tranquila…no llores, verás que todo irá bien -me susurró Alice
acariciando mis cabellos. Jasper permanecía sentado en el sofá frente al nuestro,
estudiando con cuidado mi rostro. Hasta que entonces habló;

-Me parece una buena idea, Alice…Bella tiene razón, allí hay demasiada
gente…si se acercan y se hacen notar…los Vulturis correrán tras sus talones en
un abrir y cerrar de ojos -respiré profundamente. Había logrado convencerlos.
Alice aceptaría todo lo que Jasper, era un par fácil de convencer, eso lo sabía
desde niña. Bastaba con convencer a uno para tener a ambos detrás de mí…-¿Por
qué no llamas tú a Edward para decírselo?

Me acomodé en el sofá de un salto…hacía demasiadas horas que no hablaba con


él. Marqué su número con el marcador rápido del celular. No sonó ni dos veces
que ya estaba escuchado su dulce y aterciopelada voz. Mi corazón dio un vuelco
y Alice me sonrió tomando como que mi agitación se debía a las ansias de hablar
con él. Sin tener sospecha alguna de que me sentía excitada ante todo lo que iba a
tener que hacer. Era la última vez que hablaría con el amor de mi vida.

-¿Bella?

-¡Edward! ¿Cómo estás? ¿Cómo están?- las palabras se amontonaron en mi boca.

-Bien, estamos bien. Lo siento tanto Bella…no hemos podido evitar que
escapara…

-No…no te disculpes. Hicieron cuanto podían. En parte me alegro de que no le


hayan acorralado. No quiero que salgan heridos. No quiero perderte- mis
palabras se quebraron y no pude contenerme.

-Bella…Bella no tienes por qué estar preocupada…no temo por mí ni por mi


familia…sé que estaremos bien…mi única preocupación eres tú. No quiero que
salgas herida…no podría soportar no tenerte conmigo, Bella.

Le escuchaba, a pesar de mi llanto podía escuchar cada una de sus palabras, y me


hería profundamente. No quería dejarlo…no quería alejarme de su lado. Pero
tenía que hacerlo…tenía que ser fuerte. No soportaría vivir sin él, o sin alguno de
mi familia que tanto amaba.

-Edward…no quiero quedarme aquí…he…he hablado con Alice y Jasper para ir


a buscarles al aeropuerto.

-Bella, no creo que sea lo mejor…

-Edward, escúchame por favor…nos iremos a cualquier otro lado desde allí…nos
iremos lejos

-Bella, planeo llegar a Forks, sé que estará rondando por allí…y le encontraré -mi
mano libre cubrió mi rostro, a estas alturas la desesperación me impedía respirar
con facilidad. Movía mi pecho agitadamente, respirando el poco aire que la
angustia me permitía soportar. Si Edward venía aquí estaba segura de sus
palabras; él iría a por James.

Sentí el teléfono deslizándose de mis manos mientras que un par de fuertes y


familiares brazos me envolvían contra un duro torso. Alice llevó el teléfono a su
oído y me encontré entre los brazos que Jasper me abrazaba con fuerza,
enviándome toda la calma que podía para tratar de componerme y callar mis
chillidos.

-Edward, escúchame…Bella está bien, Jasper está tratando de tranquilizarla. Solo


escucha y después hablarás con ella…- Alice hizo una pausa en la cual asumí que
Edward estaría maldiciendo por lo bajo. –Iremos a buscarles al aeropuerto y nos
iremos de allí directamente…ni James ni Victoria podrán atacarnos habiendo
tanta gente. Iremos a algún lugar, y luego a otro…trataremos de
despistarlos…Edward…por favor, Bella está aterrada…va a sufrir un colapso si
tenemos que pasar otro día más aquí, sabiendo que cualquiera de los dos puede
estar cerca de nosotros…bien.- Alice extendió el teléfono hacia mí.

-Ed…Edward

-Bella…lo siento…no creí que realmente estuvieras tan preocupada. ¿Te sentirás
mejor si nos vemos en Port Ángeles?- yo murmuré un suave y lastimero ‗sí‘
entonces Edward suspiró profundamente y le dijo algo a Emmett y a Rosalie,
pero lo hizo a una velocidad tal que no pude entender que fue. Solo pude asumir
que se trataba sobre el cambio de planes. –Está bien Bella. Nos veremos allá.
Solo quédate tranquila, por favor, por mí. Estaremos bien, ya verás…nos iremos
lejos…bien lejos. Confía en mí, todo estará bien. En menos de un día te estaré
abrazando de nuevo.

-Edward- me detuve tratando de no desarmarme y gritarle que no quería ir a Port


Ángeles, que James me esperaba allí para acabar conmigo. Era una fortuna que
no pudiera leer mi mente. No podía dejar que supiera la verdadera razón por la
cual quería ir a Port Ángeles, no podía dejar que nadie saliera herido por mi
causa. –Te amo, Edward.

Pude oír el aire escapando de entre sus labios, sabía que estaba sonriendo. Cerré
mis ojos para imaginar su bello rostro iluminado con aquella sonrisa torcida que
me dejaba sin aire. –Yo también te amo, Bella -sus dulces y aterciopeladas
palabras fueron acompañadas por un silbido de fondo. Emmett disfrutaría el viaje
de regreso a casa molestando a Edward.

Entonces colgué el teléfono, no me atrevía a decirle adiós…no estaba lista para


ello. Lancé el teléfono a la mesa de café de la sala y trate de darles mi mejor
sonrisa a Alice y a Jasper.

-Bien…ve a empacar tus cosas…en poco nos vamos. Pasaremos la noche en la


ciudad, y cuando esté cerca la hora en que lleguen iremos al aeropuerto a ver
hacia donde vamos…- Asentí ante las palabras de Jasper y subí a mi habitación
con la excusa de empacar. En todo el rato que me demandó aquella tarea, mis
ojos jamás permanecieron secos…lloraba con todo el dolor el sacrificio que iba a
hacer.

No quise pensar en las reacciones de mi familia, no me lo permití, solo me


causaría más dolor.

La noche que pasamos en el hotel ‗4 seasons‘ de Port Ángeles fue mejor, y peor
que la que pasé en casa. Mejor porque había podido dormir a causa de que mi
cuerpo comenzaba a sentirse agotado a causa de todo lo ocurrido. Peor porque
sabia que el crepúsculo de mi vida se acercaba a una velocidad increíblemente
amenazante.

Hubo cierto lapso de tiempo en el que creí que Alice sabía que iba a suceder. Una
de sus visiones le había dicho que el cazador se encontraba en la misma ciudad
que nosotros. Le vio recostado contra un espejo, viendo múltiples reflejos de él
rodeándolo. Pero ni Alice sabía que lugar era…ni yo.

Alrededor de las cinco de la tarde salimos hacia el aeropuerto de la ciudad. Jasper


condujo rápidamente por las estrechas calles de Port Ángeles, impacientándose
con la poca velocidad a la que conducían los lugareños.

Como era de esperarse, y Alice había predicho en una de sus visiones, el enorme
edificio estaba atestado de personas subiendo y bajando de los vuelos. Ella y
Jasper estaban un tanto más relajados al darse cuenta de que James y Victoria no
serían tan tontos como para atacarnos entre tantas personas y dejar expuesta su
verdadera naturaleza, entonces me surgió una pregunta sobre algo que había
dicho el día anterior.

-¿Alice, que es un Vulturi?- ambas estábamos sentadas en las sillas que daban
hacia las enormes pantallas de plasma donde avisaban los vuelos.

-¿Qué?- me preguntó confundida. Me puse nerviosa al darme cuenta de que


estaba metida en otra de sus visiones…lo mejor sería no pensar en lo que iba a
hacer…o ella lo sabría.

-Antes, ayer cuando hablé sobre esto…Jasper mencionó que si James y Victoria
se exponían los Vulturis le cazarían.

-Oh, eso. Bien…los Vulturis son un grupo de vampiros ‗aristócratas‘ son los más
viejos de todos…y en cierto modo son los que crean las reglas. Aquel que no las
obedezca…será eliminado sin segundas oportunidades.
-Oh…No sabía que había reglas.

-¡Pues claro! Si no todo sería un caos…los humanos sabrían sobre nuestra


existencia.

-¿Los humanos no podemos saber que existen?

-No. Sería desastroso -dijo con una mueca extraña.

-Pero yo sé de ustedes…

-Sí, es verdad…pero ellos no saben que tú sabes. Y nunca lo sabrán. Sería


algo…terrible- dijo encogiéndose de hombros.

-Razón de más -mascullé, pero Alice me escuchó.

-¿Razón de más?

-Edward me dijo que no comente tal cosa con ustedes…pero es algo que ronda
hace demasiado tiempo por mi cabeza. Es decir…tengo 17 años…la misma edad
en la que ustedes…dejaron de ser como yo…

-¡Bella!- los aparentemente frágiles bracitos de Alice me envolvieron sobre el


cuello. –Sé que esta mal que lo diga…pero sería tan feliz -yo le devolví el gesto y
sonreí. Alice era especial…pero siempre, siempre entendía mis razones. –No. A
Edward no va a gustarle en nada esto.

-Él no es mi padre -dije ofuscada.

-Pero puede convencerlo…

-Yo también -le contesté entrecerrando mis ojos.

-Bella…- me volteé.

Jasper se había ido a dar una vuelta por las terminales a averiguar de cuanto era
la demora que mostraban en las pantallas de los vuelos en los que venían nuestros
familiares. El de mis padres llegaría en veinte minutos…a horario, pero el de
Edward, Rose y Emmett –el cual estaba planificado llegar en diez minutos-
estaba retrasado.

-Al parecer se demorarán unos minutos más…pero pronto estarán aquí…no estés
nerviosa.- me dijo apoyando su mano sobre mi hombro. Tenía que actuar rápido,
pero tenía que tener fija en mi mente algún otro tipo de decisión. Alice no podía
venir conmigo. Entonces si iba a ir con compañía –lo cual no estaba en
discusión- sería Jasper, pero tendría que apartarme de él lo suficiente como para
hablar por teléfono con James. El único lugar en el que podía pensar era en el
baño de mujeres.

-Creo que quiero comer algo -solté.

-¡Sí! Por Dios Bella, desde ayer noche que no pruebas bocado. Jazz quédate con
los bolsos en un rato volvemos -Tenía que detenerla.

-Prefiero que me acompañe Jasper, si no te molesta…ya sabes, me siento más


relajada cerca de él- le mentí descaradamente pero ella podría entrar al baño de
mujeres. Alice me miró extraña por unos instantes, pero para consuelo mío
comprobé que su mirada no guardaba sospecha alguna. Me contestó con una
suave sonrisa mientras acercaba mi bolso a los otros dos que estaban a sus pies.
Yo le sonreí, después de todo sería la última vez que vería a mi hermana.

Jasper camino a mi lado en todo momento sin añadir palabra alguna, pero sentía
su pacífica presencia. Ya no me sentía nerviosa como antes, es más…estaba
deseosa de que todo esto terminara de una buena vez por todas. Los baños de
mujeres quedaban doblando el pasillo, algo bueno ya que Alice no podría ver si
me escapaba, cosa que aun era un misterio para mí…primero debía hacer aquella
llamada telefónica.

-Jazz, ¿me aguardas que necesito ir al baño?-

-Te espero en aquellas sillas- me dijo Jasper cuando nos aproximamos a la puerta
de los baños. ¡Genial! Las sillas estaban justo de frente a la puerta. Iba a tener
que hacerme invisible para que no me viera escapar. Le di una rápida sonrisa
antes de desaparecer tras la puerta del baño. Era bastante grande, y no había
mucha gente en él –la mayoría de los vuelos partían en pocos minutos- miré mi
reloj…solo tenía menos de media hora antes de que el avión de Edward llegara a
la pista. Solo tenía casi media hora más antes de que James obtuviera lo que tanto
deseaba.

Me metí dentro de uno de los cubículos y apoyé mi espalda contra la puerta.


Ahora que me había alejado de Jasper el miedo comenzaba a invadirme. Iba
camino a mi verdugo, iba al final de mi vida. Cerré los ojos fuertemente,
queriendo evitar que las lágrimas que se agolpaban en mis ojos salieran. No
volvería a ver a mi familia jamás.
Emmett nunca más volvería a burlarse de mí, Jasper jamás volvería a consolarme
cuando lo necesitara…mis hermanos no volverían a protegerme. Alice no me
torturaría más con sus salidas de chicas, Rosalie no volvería a verme de forma
hostil…iba a extrañarlas a ambas por igual. Esme…Carlisle…mis padres…y
Edward.

Edward. Edward. Edward. No iba a volver a sentirlo cerca de mí, nunca más sus
labios se iban a deslizar con cuidado por mi rostro y mi boca. Mi corazón no
volvería a latir alocado con su cercanía. Nunca más miraría a esos ojos que tan
atontada me tenían…te amo Edward.

Ahogué un gemido de horror…no quería ni pensar en su desconsuelo al enterarse


de que huí en busca de mi cazador.

Pero tenía que ser fuerte, no iba a dejar que mi familia fuera despedazada por mi
causa. No se lo merecían…yo no soportaría que algo le ocurriese a cualquiera de
ellos, menos por mi causa. Saqué de mi bolso el celular y me dispuse a hacer
aquella llamada. Marqué el teléfono de Carlisle sabiendo que ahora estaba en
manos de James.

Sonó dos veces. –Ya me estaba impacientando, Bella- escuché su voz cargada de
una perturbarte tranquilidad. –Imagino que estás sola.

-Sí- murmuré. Mi voz temblaba tanto como mi cuerpo.

-Bien…ven a la rambla del puerto, donde terminan los depósitos de los barcos
pesqueros. Luego te diré exactamente dónde buscarme -la rambla del
puerto…allí sería mi final. Suspiré. –Y Bella…no demores, estoy
algo…sediento.

El teléfono enmudeció y yo tuve que llevarme las manos a la boca para no gritar.
Dejé que el pánico me invadiera por pocos segundos, no podía arriesgarme a que
Alice descubriera mi decisión, o que Edward llegara antes de tiempo.

No disponía de mucho tiempo y el puerto estaba bastante alejado del aeropuerto,


tendría que tomar un taxi. ¿Y si volvía con Alice? ¿Y si le decía cual era mi plan?
No, no podía…solo empeoraría las cosas. El mejor resultado en tal caso sería que
James huyera…pero sabía que no iba a conformarse, me daría caza hasta
finalmente dar conmigo…sin importarle con cuantos vampiros tuviera que
enfrentarse. Tenía que terminar esto hoy mismo. Aun si me transformaba en un
vampiro…de seguro por despecho seguiría tras de nosotros.
Respiré profundamente y traté de limpiar las lágrimas de mi rostro. Abrí la puerta
del cubículo y me fui directo a los lavabos. Mojé mi rostro, tratando de
componerme. Aun debía mantenerme en pie para averiguar como iba a salir del
baño sin que Jasper notara que me escapaba. Entonces sentí la puerta de la
habitación cerrarse, dejándome completamente sola.

Cerré con fuerza mis puños, luchando contra las ganas de gritar y de llorar. ¿Por
qué me sucedía todo esto? Entonces algo llamó mi atención desde el espejo. No
era común que los baños de los aeropuertos tuvieran ventanas regulares –por
reglas de seguridad y todo aquello- pero la suerte parecía haberse puesto de mi
lado –o quizás del de James, depende de cómo lo viera- y darme una mano. Me
acerqué corriendo a la ventana. Sabía que podría salir por allí, estábamos al nivel
del suelo…solo tenía que verificar que diera a alguna zona segura para que
pudiera escapar a todo vapor.

Me costó un poco abrirla, ya que los cerrojos estaban un poco oxidados, pero lo
logré. Como me los esperaba había unos pocos centímetros hasta el suelo. Miré
afuera, la ventana parecía dar a una especie de patio, pero no había nadie
allí…temía meterme y no tener salida alguna, y que para colmo…Alice lo
descubriera. Pero salí igual…era eso o nada.

El patio era bastante amplio, y en una zona que no podía ver por que la tapaba la
ventana había un largo pasillo, el cual seguí sin preguntármelo dos veces. Parecía
que el destino, o la suerte, estaban ansiosos de que dejara este mundo, ya que
luego de correr unos pocos metros salí a una especie de calle trasera del
aeropuerto, una calle cuyo frente era el mar.

Corrí hacia la calle, dispuesta a tomarme el primer taxi que viera. Traté de
enfocar mi mente en otra cosa. Quería estar un rato más en el baño, refrescar mi
rostro…quería abrazar a Edward cuando llegara…iba a subir al avión y nos
iríamos lejos…nos esconderíamos de James. Tenía que impedir que Alice supiera
lo que iba a hacer.

Entonces a unas cuantas cuadras divise el coche blanco y negro, con los colores
característicos de los taxis del estado de Washington. Alcé mi mano, agitándola
ante la urgencia de que se detuviera.

Traté de pensar en que quería tomarme un café mientras subía al taxi y le


indicaba que me llevara a donde James me había dicho. No hice caso al
comentario del conductor cuando me dijo que allí solo había un viejo parque de
diversiones que tenía tiempo sin abrir. No quería pensar en ello, no quería tener
en mi mente ningún indicio de dónde me encontraría.
El cielo iba oscureciéndose a medida que el sol comenzaba a ponerse detrás de
las espesas nubes. Me pasé el trayecto entero mirando fuera de la ventana,
contemplando el mar, las calles céntricas de Port Ángeles, y trataba de mantener
mi mente ocupada en cualquier otra decisión menos la de ir a ver a James.

Me dediqué a recrear una perfecta escena en mi mente, en la cual yo seguía en el


aeropuerto a la espera de Edward. Él saldría del pasillo de arribos, mientras que
yo le esperaba entre medio de la multitud que esperaba recibir a sus seres
queridos. Correría hacia él, y me dejaría envolver por sus marmóreos brazos al
mismo tiempo en que me acomodaba en puntitas de pie para besarle.

Me pregunté a dónde habríamos ido…cualquier lugar sería bueno si estaba con


él. No importaba si era una isla desierta, una habitación de dos metros por dos
metros, o si era una mansión…mientras estuviera conmigo todo iría bien.

Entonces mi celular vibró y lo abrí inmediatamente. ‗La casa de los espejos‘


decía. No tuve que verificar el destinatario. Sabía que era James para indicarme
donde me esperaba, lo que me sorprendió fue que tan pronto como terminé de
leer el mensaje, el número de Alice apareció en pantalla como llamada entrante.
Lo cerré de golpe y lo metí en mi bolso.

-Podría apurarse, por favor- le pedí al conductor, el cual me dedicó una mirada
molesta por el espejo retrovisor. Alice sabía que no estaba en el aeropuerto…solo
rogaba porque aun no descubriera hacia dónde me dirigía. En poco menos de
cinco minutos el taxi se detuvo frente a la enorme entrada de en lo que algún
tiempo atrás fue un hermoso parque de diversiones que me habría gustado visitar
–y divertirme.

Le pagué al chofer, creo que hasta le di por demás, no me importaba…solo


quería terminar con esto antes de que mi familia viniera a por mí. Me molestó un
poco ver que la reja de la entrada tenía una enorme cadena cerrándola, eso me
retrasaría con mi cita. Caminé hacia un lado del parque, siguiendo la reja…en
algún lugar tenía que haber una zona donde el alambrado estuviera roto. Pero no.

Entonces escalé la pared de alambre que me detenía. No era demasiado alta, con
lo cual la caída luego de haber llegado arriba de todo no fue tan severa. Pero si lo
suficientemente dura como para que el tobillo que me había lastimado hacía
semanas se resintiera ante el aterrizaje.

El parque me recordaba al escenario de una película de terror que había visto en


una oportunidad cuando era pequeña. El carrusel medio desencajado de su eje,
con los caballos despintados, y algunos salidos en su totalidad de la calesita.
Hacia otro de los lados se erguía una extraña y alta construcción, la cual en
alguna temporada pasada fue una pequeña montaña rusa.

Avancé lentamente, recordando que el protagonista de aquella película se topaba


con un macabro ser que reptaba por el piso, lo cual era espeluznante, ya que no
estaba nada lejos de mi realidad. James podría no reptar por el suelo…pero
representaba la misma amenaza para mí que aquella criatura ficticia para el osado
hombre de la película. A diferencia de que el hombre se vio obligado a buscar
refugio en el parque, yo no. Yo fui por propia voluntad…para salvar a mi familia.

La casa de los espejos no me fue difícil de reconocer…el cartel colgaba de un


extremo, pero el lugar parecía estar en pie. Solo en una ocasión había ido a un
parque de diversiones cuando era pequeña y Alice y Jasper me llevaron dentro de
una casa similar a esta. Me había entretenido bastante, viendo mi cuerpo ser
deformado en diversas y graciosas formas. Solía gustarme cuando me veía más
alta de lo que era. Me estremecí al pensar que esta visita no sería tan placentera…

En nada ayudaba que el cielo estuviera oscuro e iluminado en la lejanía por


espaciados relámpagos. Empujé suavemente la puerta del lugar, la cual no me
sorprendió que se abriera con facilidad, dando un agudo chirrido. James ya estaba
allí adentro. Esperando a su presa.

Volví a lanzar una última mirada sobre mi hombro y entré. El suelo de madera se
quejaba con cada paso que daba, el lugar vacío hacía que mis pasos hicieran eco
en el lugar. Y no me importaba ir silenciosa, quería que James me encontrara ya
mismo…quería acabar con esto de una vez por todas. Entonces escuché un suave,
pero audible ‗click‘ y algunas luces que estaban en el techo se prendieron. Eran
pocas, pero me permitían ver mientras caminaba.

Mientras avanzaba, esperando en algún punto encontrarlo, contemplaba mi


reflejo en el espejo, despidiéndome de mí misma. Seguí caminando hasta que me
vi atrapada en aquel tétrico camino de espejos, donde la escasa iluminación
jugaba con las sombras de los cortinados roídos y algunos adornos rotos. Vi por
unos de los pasillos que el laberinto comenzaba a ensancharse, entonces me
encontré en lo que quizás era el centro del laberinto, un enorme círculo de suelo
de madera, rodeado de espejos y vidrios que recreaban la ilusión de haber camino
donde no lo había y me vi rodeadas por varias imágenes mías, todas y cada una
de ellas con la viva expresión del terror en mis facciones.

Entonces escuché otros pasos acercándose lentamente detrás de mí. Pero tubo
que pasar un buen tiempo hasta que vi unos blancos pies acercarse por mi
izquierda, aunque no estaba del todo segura que venía por aquel lado, los espejos
comenzaban a marearme y ahora podía comprender bien por qué había escogido
este sitio; para su deleite era un lugar bastante macabro, y los espejos daban la
posibilidad de contemplar desde todos los ángulos mi momento final.

-Tanto tiempo sin vernos, Bella- dijo en tono amable. Me di vuelta con cuidado
al darme cuenta que la voz no provenía de la imagen que contemplaba, si no de
mi espalda. James estaba de pie frente a mí, a escasos pasos, sonriéndome de
forma amistosa. –Espero que no estés enfadada. Esto no es nada personal
contigo…si tu querido Edward no se hubiera mostrado tan protector…

-No estoy enfadada -y era verdad, me consolaba saber que al menos mi familia
estaría a salvo y que James acabaría conmigo rápidamente.

-Aunque debo decir que esperaba que esto resultara un poco más difícil -dijo
frunciendo su ceño. Ahora que lo veía tan cerca de mí, James no tenía un aspecto
tan amenazante. Su rostro era amable, y sus gestos era suaves y corteses. –
¿Crees que tu familia se enojará un poquito al menos como para darme caza?

-No lo sé -pero mi rostro no reflejó tal convicción en mis palabras. James sonrió
complacido.

-Eso es excelente, todo esto fue demasiado fácil, y me decepciona. No hay nada
de divertido en matarte y ya –esperé en silencio –El hecho de que tu noviecito
pudiera leer nuestras mentes suponía un problema, pero creo que nos la
apañamos bien, ninguno se dio cuenta de que cuando dejaron entrar a Laurent a
su casa, tomó el teléfono de Carlisle- dijo sacando de su bolsillo el celular
plateado de mi padre, con el cual había hecho todas las llamadas. –Y tampoco fue
difícil convencerte a ti de que vinieras a Port Ángeles…sabía que el discurso de
‗la vida de tu familia está en tus manos‘ funcionaría contigo, Bella. Los humanos
son tan sentimentales…en fin, espero fervientemente cruzarme con tu familia y
tu novio, Edward ¿verdad?

No le contesté. Mi cuerpo y mi mente ahora comenzaban a caer en cuenta del


poco tiempo que me quedaba, y la valentía que antes me llenaba, ahora me
abandonaba lentamente, dejando lugar al terror y a la desesperación. Solo ahora
comprendía que en realidad poco le importaba cobrarse mi vida…eso era un
pequeño gusto en comparación a tener un enfrentamiento con mi familia…esa
era su meta y yo sería quien le diera una razón por la cual ellos le perseguirían
incesantemente.

-Espero que no te moleste que le deje un mensaje a tu familia…una pequeña


notita de cuanto gusto me dio haber acabado contigo -dijo sacando un sobre del
bolsillo de su chaqueta y pasándolo por delante de su rostro, y luego lo devolvió
a su lugar –creo que no me dará a tiempo escribirla después de matarte…así que
las sensaciones son solo imaginarias…espero que sea algo mucho mejor-
comentó torciendo sus labios. Le miré horrorizada. –He de decir que esto me
gusta…solo tuve una ocasión de vivir esta situación hace tiempo. Fue la primer y
única presa que se me ha escapado. También envolvía a un estúpido vampiro
obsesionado con aquella criaturita –nunca entenderé la obsesión de algunos
vampiros por ustedes, los humanos- cuando el viejo vampiro que la protegía se
dio cuenta de que el peligro era inminente para ella, la sacó del sanatorio mental
donde trabajaba y la liberó de la única manera que tenía de ponerla a salvo. La
pobre casi no notó el dolor, había permanecido bastantes años encerrada en el
loquero por sus visiones. Sí, el viejo la convirtió en un poderoso vampiro, más
fuerte que yo –suspiró- así que en venganza maté al viejo.

-Alice- murmuré en voz baja, sorprendida.

-Sí, tu hermanita. Ya la había reconocido en una ocasión anterior, cuando maté a


tus padres. Una pena, de verdad, yo tenía hambre y ellos vivían allí en aquella
cabañita tan apartada del mundo. He de decir que lo que más me llamó la
atención fue tu intenso aroma. Pero encontrarme con dos adultos humanos fue
una grata sorpresa. Deberías ver el empeño con el que tu madre salió corriendo
contigo en brazos, huyendo por el bosque- se rió – huyendo…como si eso fuera
posible para ella. Solo le di unos minutos de ventaja…fue bastante divertido
jugar al gato y al ratón. Pero tubo que esconderte…de todos modos te habría
encontrado con facilidad, de no ser porque se aparecieron tus hermanitos y me
arruinaron la diversión –ahora el vértigo en mi estomago era más intenso. El
destello rojo de los ojos de James me decía que esto no iba a ser tan simple y
rápido como había pensado. No iba a conformarse con matarme, alimentarse y
huir antes de que llegara mi familia…no. Iba a ser doloroso, demasiado. –En
fin…el que tu hermanita tenga visiones me ahorrará la llamada a tu familia para
que sepan dónde encontrarte.

James se movió hacia uno de los lados y comenzó a rodearme lentamente,


calculando por dónde empezar. Yo permanecía inmóvil, presa a la merced de mi
cazador. Mi cuerpo se tensó y entonces, guiada por mi instinto de supervivencia
salí corriendo en dirección por donde había venido, pero no pude dar ni un paso.
James ya estaba frente a mí, sus movimientos eran demasiados rápidos para
darme cuenta de que era lo que hacía. Un fuerte impacto dio contra mi pecho y
salí disparada hacia la pared de espejos que tenía tras de mí.

Sentí el cristal crujiendo cuando mi cuerpo impactó contra la pared, los espejos
cayeron hechos añicos a mi lado en el suelo. Me encontraba demasiado
desorientada como para sentir dolor o reaccionar rápidamente. Traté de
incorporarme, pero mi cuerpo se encontraba adormecido y me sentía demasiado
débil. Escuché un suspiro frustrado por parte de James cuando volví a intentar
levantarme y me caí. Pero cuando lo hice, mis brazos se resbalaron por el suelo,
haciendo que los cristales partidos me rasgaran la piel del brazo.

Sentí el calido líquido saliendo de mí, formando un charco rápidamente en el


suelo. Alcé mi rostro para ver el daño. El olor de la sangre era intenso…y
comenzaba a marearme.

Los ojos del cazador estaban fijos en aquel líquido, sus ojos estaban nublados y
ardían de deseo de saciar su sed. Sabía que no iba a poder contenerse mucho
tiempo sin matarme. La sangre se extendía rápidamente por el suelo,
debilitándome cada vez más. La torturante golpiza se había terminado…podía
verlo en sus ojos, en sus gestos…no ansiaba hacer otra cosa mas que beber de mí.

Entonces escuché un fuerte y gutural gruñido estallando desde el centro de su


pecho y entre medio de mi nublosa visión pude ver como su cuerpo caía sobre el
mío, y en un último esfuerzo traté de apartarme de él.

Entonces me dejé ir.

Todo había acabado


Capitulo23

Edward POV

¿Por que esta tan preocupado por Bella? alcé mi rostro al haber escuchado la
idiotez mas gran del siglo, aun así Emmett me miraba como si realmente no
hubiera necesidad de estar preocupado. El vuelo había salido con unos minutos
de retraso y ya estaba impacientándome. No solo que detestaba viajar en un
espacio tan reducido lleno de los pensamientos de cientos de humanos, si no que
ahora me impacientaba llegar al aeropuerto.

-Edward- por primera vez en todo el viaje Rosalie se había dirigido a mí, aunque
sospechaba que era por que el golpeteo de mis dedos contra el apoyabrazos del
asiento comenzaba a molestarte. –Escucha a Emmett. Bella va a estar bien, esta
con Alice y Jasper, ¿Verdad? Eso deberia dejarte mas tranquilo.

Y tendría que ser así, pero de algún modo no encontraba consuelo alguno, no
hasta tenerla entre mis brazos. Entonces algo trajo de vuelta a mi cabeza los
últimos pensamientos de James antes de que se alejara de nosotros. Tengo que
buscar la forma de que no lo sepan… ¿Saber que? No había podido llegar a
escuchar nada mas, él se había alejado por la misma dirección que nos había
seguido. Iba a regresar a Forks, eso lo tenía más que claro.

-Le escuché antes de irnos, esta buscando la forma de que no sepamos…pero se


que esta planeando algo, Emmett. De seguro esta buscando como llegar a Bella.
Si cree que voy a dejarle el camino tan fácil…se equivoca…va a tener que
despedazarme antes de tocarla.- dije frenético.

-Eso no sucederá. Cuando lleguemos a Forks, le encontraremos... y le arrancaré


la cabeza, lo haré trizas...y luego mas...y quemare cada parte de él. Tu solo
preocupate por Bella. La diversión déjamela a mí.- sonrió Emmett sonándose los
nudillos.

¿Qué tal si llegábamos demasiado tarde? ¿Y si Alice y Jasper no pudieron


mantener su promesa de cuidar de Bella? Era egoísta, tenia que admitirlo. Mi
familia había vivido mas años con Bella de los que yo. Pero estaba seguro de que
nadie la amaba como yo, o por lo menos no del mismo modo. Ellos podrían vivir
sin Bella, lo había echo durante años…pero yo no. Bella era mi todo. ¿Qué tal
si…James obtenía lo que quería? Esa pregunta tenia una única respuesta; yo
también moriría.
Primero tendría que ir tras de James, obviamente él no podía vivir si Bella moría.
La vida sin ella era inimaginable…no habría tal. Una vez mas esta existencia se
me hacia de lo mas injusta, si fuera humano tendría la salida fácil. Unas cuantas
pastillas, presionar un gatillo, saltar de un risco…cualquier cosa era efectiva para
los humanos. Pero para mi no. Sabia que ni Emmett ni Jasper me ayudarían, solo
tenía una opción certera, los Vulturis.

Tendría que ir solo y tratar de que Alice no lo viera. Solo tendría que hacer un
poco de disturbios en su amada ciudad, Volterra, quizás caminar sin camisa por
las calles, arrojar un auto sobre mis hombros, morder a alguien…y ya nada
importaría. Carlisle siempre me contaba historias sobre lo letales que se volvían
cuando algún vampiro irrumpía la calma de la ciudad.

Pero en ello pensaría luego. Las últimas horas que había pasado lejos de Bella,
habían sido las más largas de toda mi existencia. Solo esperaba impaciente el
momento en que el avión aterrizara y nos permitirán bajar de el para salir en
busca de ella. De solo pensar en que estaba a pocos minutos de volver a ver sus
hermosos ojos, su brillante sonrisa, su adorable rubor y de sentir una vez mas su
dulce aroma, sentía un extraño cosquilleo donde antes latía mi corazón.

Había vuelto a la vida. No literalmente, claro esta, pero en cierto modo me sentía
vivo. Después de pasar tantos años en soledad, creyendo que estaba bien así,
ahora podía darme cuenta de que no deseaba nada más por que no había
encontrado algo que valiera la pena. Alguien con quien compartir mis días. Bella
era la mujer que quería a mi lado. Aunque desearla estuviera mal.

Pero algo tenía en claro, no podría vivir en un mundo en el que ella no existiera.

Emmett atrajo mi atención moviendo su mano delante de mis ojos. –Ya


llegamos…solo tenemos que esperar a que acomoden el avión y podremos
bajarnos. Se que es prácticamente imposible, pero trata de correr como un
humano normal.- me sonrió. Si bien Emmett era de las clases de personas que
siempre tenía algún comentario fuera de lugar o demasiado escandaloso, por
momentos sabía cuando estaban correctos y cuando no. Estaba demasiado
ansioso como para soportar cualquier tipo de broma, y él podía sentirlo.

-Relájate, Edward…Emmett le arrancara la cabeza- Masculló Rosalie mientras


miraba a la gente levantarse y tomar sus pertenencias. En todo el momento que
viajamos juntos jamás escuche un solo pensamientos sincero de preocupación por
Bella. Solo se limitaba a asegurarse primero por el bienestar de Emmett, y por
muy extraño que sonase después del de ella y nuestra familia. Todo el mundo
siempre pensaba que Rosalie era de las personas egocéntricas que solo piensan en
si misma. Pero yo sabia que no era así. Por mucho que tratara de ocultarlo
Emmett siempre era su prioridad.

Se me hicieron eternos los cinco minutos que le tomo al avión acomodarse en la


manga de aterrizaje. En cuanto anunciaron que podíamos bajar del mismo, salté
por enzima de mis hermanos y me apresuré a la salida. El aeropuerto de Port
Angeles era bastante grande, con lo cual tenía que recorrer un buen tramo a pie,
cosa que me hubiera tomado menos de dos segundos en recorrer si pudiera
hacerlo a mi velocidad natural. Pero el lugar estaba atestado de humanos.

Ahora agradecía la idea de Bella. Estaba seguro de que ni James ni Victoria se


acercarían aquí. No eran tan tontos como para exponerse y ganarse de rivales a
los Vulturis.

Habíamos acordado que nos encontraríamos en las butacas de la zona central del
aeropuerto, donde las enormes pantallas anunciaban las partidas y arribos de los
vuelos. Mis ojos escaneaban incesantemente el enorme hall en busca de Bella y
de mis dos hermanos. Pero no los veía, ni siquiera podía oler la fragancia de
Bella. ¿Acaso no habían llegado? ¿Y si James les encontró antes de que pudieran
entrar aquí? Entonces para mi alivio vi a mi pequeña hermana abrazada de
Jasper.

Verlos así solo aumentaba mis ganas de estrechar a Bella entre mis brazos. Pero
cuando me estaba acercando Alice volteó su rostro hacia mí. Me quedé inmóvil a
mitad de camino. Su rostro y sus ojos estaban crispados en una mueca de dolor, y
no veía a Bella por ningún lado.

No…no se que paso…le vi saltar por la ventana. ¡Edward! ¡Se fue a encontrar a
James! Si hubiera tenido comida en mi estómago de seguro hubiera vomitado
ante el vació que se formo en el mismo al oír los pensamientos de Alice.

No, no, no, NO. Esto no podía estar sucediendo. Bella tenia que estar con ellos, a
salvo, esperando a que llegáramos del aeropuerto y luego nos iríamos a algún
lugar lejos de James y Victoria. Apresure la distancia que había entre nosotros.

-¡Alice! ¿Cómo puede ser? ¿Cómo se le escapó?- le gruñí, pero entonces Jasper
se había colocado delante de ella, en una postura protectora.

-No ha sido su culpa en tal caso. Todos queremos que Bella este bien…es nuestra
hermana, ¿sabes?- me dijo, enviando hacia mi toda la calma que podía…pero ni
el mismo estaba demasiado tranquilo. –Me pidió que le acompañara a comer
algo, pasó por el baño y no salio nunca más. Entonces Alice apareció a mi lado
diciéndome que Bella había huido.

-¿Huido? ¿Por qué? ¿A dónde?

-¿Alice?- entonces pude ver al mismo tiempo que ella la visión.

Bella iba caminando apresuradamente, estaba nerviosa y buscaba algo con


desesperación. Entonces entre medio de los pasillos –rodeada por construcciones
que no podía precisar- pareció encontrar lo que tanto buscaba. Sin dudarlo, sin
pensárselo dos veces se encaminó hacia una pequeña casa, la cual por fuera
parecía una especie de cabaña a punto de derrumbarse. Entonces sus ojos se
posaron en el cartel que pendía de un solo extremo; ‗Casa de los espejos‘

Alice y yo compartimos una fugaz mirada antes de salir corriendo fuera del
aeropuerto. –Jazz quédate y dile a Carlisle en cuanto llegue que es lo que ha
ocurrido…diles que vallan al viejo parque de diversiones. Bella esta allí…con
James.- le dijo rápidamente mientras nos alejábamos.

Avanzamos un buen trecho por el estacionamiento, aun no podíamos correr


debidamente, el lugar estaba bastante atestado de personas. Entonces un
ostentoso Porsche blanco, cuyas puertas se abrieron ni bien se detuvo frente a
nosotros.

-¡Entren!- nos apresuró la voz de Emmett. Alice y yo saltamos dentro del auto.
Ni bien Emmett cerró la puerta, Rosalie presionó el acelerador hasta el fondo y
salimos disparados hacia el viejo parque de diversiones. Era una carrera contra
reloj. Alice le había visto que ingresaría en poco menos de diez minutos, el
tiempo que nos llevaba en llegar allí.

-Jasper nos dijo… ¿Trataste de llamarla?- preguntó Emmett.

-Si, le llame…pero no pude comunicarme. No se si cortó el teléfono o si no lo


tiene con ella. ¡Rosalie apresura!- Rosalie murmuró una maldición y presionó a
fondo el acelerador. Los autos que pasaban a nuestro alrededor tocaban bocina
escandalizados ante la velocidad a la que íbamos. No importaba nada. En
cuestión de minutos nos encontrábamos en la entrada del parque. El lugar estaba
completamente desolado.

-Carlisle y Jasper vienen detrás de nosotros- dijo Alice volteando su cabeza. Por
el espejo retrovisor pude ver a la lejanía un auto que se acercaba. Entonces salte
fuera del Porsche. Apresuré desesperado el trecho que había desde la entrada
hasta donde estaba la casa de los espejos, donde se encontraba Bella con James.
Pero algo me hizo correr aun más fuerte, más de lo que jamás creí posible; aquel
dulce y florar aroma de Bella se percibía con más intensidad, estaba herida, de
eso no tenía dudas. Entonces le escuche chillar, y me adentre –sin perder más
tiempo- en el laberinto espejado.

Por un breve instante me quede helado en la entrada del círculo de espejos. Bella
estaba desplomada en el piso, uno de sus brazos estaba extendido y bañado en su
propia sangre -note que aun estaba caliente- y una enorme figura inclinada sobre
ella. La bestia se volteó hacia mí al sentir mi presencia, en su rostro tenia una
amplia sonrisa de victoria. No tuve tiempo de reaccionar cuando Emmett paso
corriendo por mi lado, rugiendo ferozmente mientras se lanzaba sobre la figura
de James, apartándolo de Bella.

-¡Oh no! ¡Bella no!- Grité a los cielos mientras tras de mi se desataba una brutal
batalla en la cual la bestia que tanto daño había causado de seguro terminaría
perdiendo. Jasper y Emmett eran lo suficientemente fuertes como para
deshacerse de él. Yo tenía otra prioridad…

De un ágil movimiento estaba de rodillas al lado de Bella, aterrorizado de


moverla, helado ante la aterrorizadora imagen que tenía delante de mí.

Oh Dios. Carlisle había llegado, si había alguien que podía salvar a Bella, era él.
Edward…Edward sal de aquí. Me urgió. Alcé mi rostro confundido, no entendía
por que me pedía aquello. Entonces sentí una pequeña mano en mi hombro.

-Edward estará bien…- susurró Alice. –Carlisle… ¿Bella...ella-- no pudo


terminar su pregunta sin que se le quebrase la voz.

-No lo se…ha perdido mucha sangre- dijo mientras rompía su camisa en un


intento de armar un torniquete en su brazo. Solo ahora me di cuenta de por que
Carlisle me pidió que saliera. Bella había perdido demasiada sangre, y yo tenia
mis manos manchadas con ella. Pero no sentía sed alguna…mi único anhelo
ahora era que Bella abriera sus ojos y todo estuviera bien.

-¡Bella, por favor! Bella, escúchame…estarás bien…Oh Dios, por favor, por
favor… ¡Bella!- sollocé. Levanté sus parpados, como si de esa forma ella pudiera
verme y volver a mí. Sus ojos marrones no brillaban con la misma intensidad que
días atrás…estaban casi opacos, y una ola de terror me invadió. Estaba perdiendo
a Bella. Me incliné sobre su pecho, sin importarme nada...ni que el aroma de su
sangre fuera más potente de lo que pensaba. Por el reflejo del espejo partido pude
ver a Emmett y a Jasper desmembrando a James, mientras daba alaridos de dolor.
Se merecía aquello y más. Yo mismo le arrancaría la cabeza de no ser por que no
me importaba nada más que Bella.

Presioné mi mejilla mas contra el pecho de Bella, escuchando los pausados


latidos de su corazón, eran demasiado lentos. –Bella- susurré en un gemido –Por
favor…Bella por favor no me dejes…Bella te amo…por favor…

-Creo que pude detener la hemorragia...pero tenemos que llevarla ahora mismo a
un hospital.- otro grito desgarrador, y por lo que supe seria el último que James
daría, eso me demostró el reflejo de Emmett con la cabeza de James en su mano.
–Ten cuidado…parece ser que no se conformo con solo…le ha dado unos buenos
golpes.- me aparte de ella temeroso de que pudiera tener alguna costilla lastimada
y que el peso de mi cabeza solo empeorase las cosas.

Alice estaba inclinada del otro lado de Bella, con el rostro oculto entre sus
manos, mientras sacudía su pequeña cabeza.

-Edward- deje de respirar, deje de pensar...temiendo que mi mente me estuviera


jugando una mala pasada. Creí haber escuchado la voz de Bella llamándome.
Entonces sucedió otra vez –Edward- ahora fue en un tono más fuerte, pero aun se
le sentía débil. Mis ojos se agrandaron y me incline a besar sus labios.

-Bella, vas a estar bien. ¿Me escuchas? Carlisle dice que estarás bien. Solo
aguanta un poco más. Te amo tanto...- entonces Bella volvió a repetir mi nombre,
y luego de una corta pausa llamo a Alice, pero cuando quiso volver a hablar su
rostro se crispo del dolor. –Bella, ya…no hables…descansa.

-Me duele- murmuró cerrando con mas fuerza sus ojos.

-Lo se…te llevaremos al hospital.

-Me duele el hombro.- miré a Carlisle, el solo frunció sus labios y dijo que
posiblemente estaría dislocado, tendríamos que moverla con mucho cuidado,
pero entonces Bella se sacudió, abriendo sus ojos. Estaban llenos de terror y
dolor. -¡Me arde!- gritó con mas fuerzas que antes.

Entonces Alice extendió sus manos hacia Bella y descorrió la tela de su remera
que curia su hombro. Allí, sonriéndome sádicamente estaban las marcas de la
mordida de James. ¡Oh NO! NO. No iba a condenarla a esta exitencia. Era mi
culpa, debi de haberme quedado con ella. Nunca tendría que haber dejado que
Alice y Emmett convencieran a mis padres de quedarse con ella, tendríamos que
haberla puesto en un orfanato en el mismo momento en que la encontramos. No
podia dejar que Bella sufriera esto.

-¡Carlisle!- gritó Alice pasando sus ojos desesperadamente de su hombro a los


ojos de nuestro padre.

-No hay otra salida.

-¡NO!- le grite enfurecido. Tenía que haber otra salida...

-Edward...no actúes como si fueras el único al que le importa Bella.- me gritó


Alice enfurecida.

-¡Entonces busca una solución a esto!

-Puede haberla…-murmuró Carlisle -si tratamos de quitar la ponzoña,


succionándola…

-¿Qué esperas?- le urgí al ver que no se movía.

Carlisle sacudió su cabeza –No puedo soltar aquí…si lo hago cuando quite la
ponzoña será lo mismo que dejarla desangrar.- Trata de hacerlo…

-¿Qué?- ¿Acaso habia perdido la cordura? ¿No recordaba que casi trate de
matarla justamente por que su sangre me volvía loco? ¡Edward! Es eso o dejar
que la ponzoña siga su curso.

-Hazlo…por mucho que desee que este con nosotros por siempre, quiero que sea
por que ella lo decida…Edward inténtalo…por favor.- mis ojos volvieron al
cuerpo de Bella que se retorcía y trataba de mover sus manos hacia el hombro
que tanto le ardía. Recordé aquellos días en que yo sufrí la transformación; era un
dolor insoportable. No quería ni pensar en lo que sufriría Bella en cuestión de
segundos.

-¿Funcionara?

-No lo se...solo intentalo. ¡Pero ya! No hay mucho tiempo.- deje de respirar
mientras me inclinaba hacia el frágil hombro de Bella, pero me aparté lleno de
miedo. ¿Que tal si no conseguia detenerme?

-Carlisle...no creo poder...- no iba a conseguirlo, el monstruo iba a ser mas fuerte
que yo e iba a terminar con su vida, y nunca me perdonaría ese crimen.
Es tu descision Edward. Si quieres salvarla lo harás. Traté de recordarme. –No
hay nadie más que pueda hacerlo…

¡No! No iba a dejar que Bella perdiera su alma. No iba a dejar que se convirtiera
en un monstruo, no si podía darle la oportunidad de seguir siendo humana. Yo
era más fuerte que el monstruo. El amor que tenía por Bella era más fuerte que
mi deseo por su sangre.

Presioné mis labios contra la herida en su hombro y comencé a succionar. Cerré


mis ojos con fuerza cuando le sentí gritar desesperadamente, pero seguí, tenia
que hacerlo hasta que su sangre no tuviera rastros de la ponzoña. Por un
momento los gritos de Bella se volvieron eco, su sangre era aun mas deliciosa de
lo que había imaginado. Hacia años que no probaba sangre humana, había
olvidado la increíble sensación cuando esta recorría mi garganta. Y seguí
bebiendo su sangre hasta que sentí que estaba completamente limpia del veneno.
Me tomo un gran esfuerzo apartarme de ella, pero lo hice. La amaba demasiado
como para ser capaz de matarla, o peor.

-¿Pudiste quitarla toda?- me preguntó Alice.

-Si, su sangre esta limpia.- entonces acerqué mi rostro al de Bella –Bella…


¿Sigue ardiendo?

-No. Gracias, Edward- susurró cerrando sus ojos. Algo andaba mal, estaba peor
que antes de tratar de extraerle la ponzoña, ¿y si solo le había empeorado?

-¡Carlisle!

-Tranquilo...es normal que este tan débil, ha perdido demasiada sangre…pero


tenemos que ir rápido al hospital.

-Vallan ustedes...yo me quedare con Jasper y Emmett a borrar los rastros…- dijo
Alice alejándose de nosotros para darnos espacio a mover a Bella y llevarla hacia
el auto.

--

Habían pasado casi dos días desde el incidente, y Bella aun permanecía
profundamente dormida gracias a los fármacos que le habían suministrado para el
dolor. Estaba sentado a su lado, con su frágil mano envuelta en la mía, mientras
que con mis labios rozaba suavemente las yemas de sus dedos. Su rostro tenia
una suave y reconfortante expresión de tranquilidad, por ello parte de mi no
estaba seguro de querer que despierte aun, de no querer que los recuerdos de días
atrás volvieran a hacerla sufrir como yo sufría.

El camino hacia el hospital había sido demasiado desesperante, sostenía su


cuerpo herido contra el mío, escuchando como los latidos de su corazón
disminuyan, y yo gritaba a Carlisle que acelerase, no quería pederla. Mi padre
arregló con los empleados del hospital para que el fuera quien se encargase de
cuidar de ella…así seria mas fácil cubrir la verdadera causa de su estado.

Mi atención se dirigió hacia el pequeño televisor que estaba en la esquina de la


habitación. Las noticias locales no habían abandonado la noticia del incendio en
el viejo parque de diversiones de Port Ángeles y el misterio que lo rodeaba.
Alice, Jasper y Emmett se lo habían pasado en grande mientras cubrían cualquier
rastro que pudiera delatarnos. Mi hermana llego enfadada por que Jasper le había
echo devolver el Porsche que Emmett y Rosalie habían ‗tomado prestado‘ en el
aeropuerto. Le contentó saber que le prometí regalarle uno para las próximas
navidades.

La puerta se abrió y escuché los pensamientos de Alice mientras entraba ¿Ha


despertado? Sacudí mi cabeza y me volteé hacia ella con una sonrisa traviesa.

-Deberías de saber cuando despertará. Tú eres la psiquica.- Alice me hizo una


mueca de molestia y acercó una silla a mi lado.

-Pero me he equivocado...varias veces. No he visto a Bella huir de nosotros.-


apoyé la mano de Bella con cuidado sobre su cuerpo, para poder abrazar a mi
hermana.

-Alice, no ha sido tu culpa. Ya escuchaste a Carlisle...Bella fue allí por su propia


cuenta, en su celular tenia llamadas desde su teléfono, el cual sabemos que estaba
en manos de James. Si quiso ir de seguro trato de que no le vieras…has sido
bastante astuta…y boba.- mascullé dándole una dulce sonrisa a mi hermosa
Bella.

Entonces aparto su rostro del mío. Trate de concentrarme en que era lo que
rondaba por su mente, pero no podía. Alice estaba ocultando algo de mí. Mi
hermana siempre estaba llena de vida y alegre, solo podía imaginar el dolor que
le causaba ver a su hermana preferida tendida en aquella cama de
hospital…recuperándose lentamente de lo que pudo haber sido una muerte
segura. Entonces escondió su rostro entre sus manos mientras que su cuerpo
temblaba con sus sollozos.
-Alice, todo esta bien…Bella estará bien.

-Lo se- sollozo – pero estuvimos tan cerca de no legar a tiempo…y James…ese
maldito…- entonces alzó su mano derecha y la acomodó sobre la mía, pero algo
suave separaba nuestras manos. Cuando Alice se apartó, acercándose a la
ventana, pude ver lo que había dejado en mi mano; era un papel cuidadosamente
doblado, con mi nombre bien grande y el apellido de mi familia más abajo.
Primordialmente iba dirigida a mí.

-¿Qué es esto, Alice?

-No estábamos seguros de dártela…James la dejó en uno de sus bolsillos. No


supe que fue lo que me llevó a abrirla con gran desesperación…pero la abrí,

Realmente fue poco entretenido llegar hasta su...mascota...los humanos suelen


ser tan predecibles y sentimentales. Solo bastaron unas cuantas palabras que le
hiciera creer que todo era su culpa y la humana salio corriendo hacia mí. Si la
observan con cuidado se darán cuenta de que no me apresure a hacer las cosas.
Oh si, su muerte fue lenta y dolorosa, aunque no esta nada bien jugar con la
comida…supongo que a veces es bueno dejar a un lado los buenos modales.

Créanme que nunca antes escuché a un humano chillar con tanta fuerza, como
así tampoco probé una sangre igual a la de ella. Aunque debo ser sincero y decir
que era demasiado…floral…casi me empalaga.

Hace años se me escapo una presa…una humana vidente que estaba encerrada
en un loquero por sus visiones del futuro. Si, la pequeña que esta con ustedes.
Creo que podemos decir que ahora estamos a mano. La humana a cambio de su
psíquica. Debo decir que he sacado la mejor parte en todo esto.

Si aún no les parece que el resultado fuera justo. Saben como encontrarme.
Edward...me encargue cuidadosamente de hacerla sufrir, de quitarle hasta la
ultima gota de sangre…espero que hagas algo al respecto.

Ustedes perdieron...yo he ganado.

James.

Arrugué fuertemente el papel en mi puño. Si no fuera por que estaba muerto,


correría detrás de él, así Bella estuviera a salvo. Entonces mi pecho comenzó a
vibrar, haciendo que un gruñido subiera hacia mi garganta.
Admiro mucho a Bella por su valor, aunque eso nos dificultara más la tarea de
protegerla. No entiendo como me deje engañar con tanta facilidad, y como no lo
vi. Pero supongo que después de pasar tantos años conmigo…habrá encontrado
la forma de esquivar mi don. -Supongo que por eso solo recuerdo oscuridad de
mi vida humana. Dios sabe cuantos años permanecí encerrada- suspiró Alice con
su vista aun fuera de la ventana.

-Ni siquiera sabes si es verdad- mascullé rompiendo la carta de James en cientos


de pedazos antes de arrojarla al cesto de basura.

-¿Quién sabe? Supongo que es cuestión de investigar…- yo solo asentí con mi


cabeza y volví mi vista hacia Bella. Entonces escuche la silla acomodarse a mi
lado.

Te vi Edward. Vi lo que planeaste. Volví mi rostro hacia ella con una ceja alzada.
¡No te hagas! ¡Edward ibas a ir con los Vulturis! ¿Sabes el daño que hubieras
causado? ¿Acaso no pensaste en Esme, en Carlisle? ¿Ni siquiera pensaste en mí?

-Pero ahora no tiene sentido aquello, Bella esta viva.

-¿Y si no llegábamos a tiempo?- mi rostro se crispó ante aquella idea, la de


perder a Bella para siempre…por mi culpa.

-Pero lo hicimos.

-¡Edward! Todos sabemos que Bella es un imán para los problemas. Nadie
asegura que de ahora en mas este a salvo. ¿Qué harás si la próxima vez no llegas
a salvarla?- volví mi rostro hacia ella sin decirle nada. -¡Genial! Claro correr a
los Vulturis. Eso no arreglara nada.

-Si lo hará, por lo menos para mi lo hará.- mi hermana abrió su boca, pero yo
continué rápidamente. –Alice, no puedo vivir en un mundo en el que Bella no
exista. No soporto la idea de no tenerla cerca de mí. ¿Tú podrías vivir sin Jasper?

-Es diferente.

-¡No, no lo es! Se que tampoco podrías estar sin el.

-Pero es más difícil en nuestro caso.- Alice hizo una larga pausa en la que ambos
teníamos nuestras miradas en los monitores que vigilaban los signos vitales de
Bella. –La vi siendo uno de nosotros, ¿sabes?

-Nunca- murmuré firme.


-Edward, no seas testarudo. Bella lo quiere…se quede lo ha dicho a ti…y a mí
también. Si se lo pide a Carlisle--

-¡No le dejare!

-Sabes que lleva mas tiempo siendo nuestra hermana que tu novia. No es tu
decisión. Es de todos, pero principalmente es de ella. Si Bella lo quiere…además
piensa Edward…no tendrás que hacer entupidas visitas a Aro o Cayo, no tendrás
que preocuparte mas por lastimarla…nunca mas te separarías de ella.- Bella esta
a salvo, y tu feliz...todos estamos felices. Pero me pregunto cuanto durara esto. Si
Bella no muere por algún otro sádico vampiro...el tiempo se encargará de ello.
¿Qué es lo que harás entonces? Sabes cual es la única solución que puede tener
un final feliz para todos…no digo que lo hagas tu, sabes que Carlisle puede--

-¡Alice!

-Esta bien…pero no podrás negarlo por siempre. Algún día Bella se lo dirá a
Carlisle y a Esme.- rogaba que mi hermana estuviera equivocada. La puerta se
abrió sonoramente, Carlisle y una enfermera del hospital de Port Ángeles
entraron. La joven, luego de quedarse en blanco mientras miraba a Carlisle, se
acercó a Bella para comprobar que todo estuviera bien.

-¿Alguna novedad?- preguntó Alice. El ceño de Carlisle se frunció...lo cual


nunca era algo bueno.

-Necesita algunas trasfusiones…pero el tipo de sangre que ella tiene…- Carlisle


sacudió su cabeza. No me extrañó que Alice ya estuviera de pie. En cualquier
problema ella siempre se anteponía a la decisión que fuéramos a tomar mas
adelante…eso ahorraba mucho trabajo, y en ocasiones hasta le sacaba la intriga a
todo.

-Vamos.- me dijo tomando su chaqueta –tenemos que ir a Forks.

-¿A dónde?- preguntamos Carlisle y yo al unísono.

-Si el tipo de sangre de Bella no es tan popular aquí…se de alguien en Forks que
puede ayudarnos. Aunque eso signifique darle muchas explicaciones.

Me quedé en blanco por unos instantes…hasta que entonces caí en cuenta de lo


que Alice quería decir. Si no queríamos demorar en conseguir donadores, lo
mejor seria ir directamente con la única persona que tendría el mismo tipo que
Bella; su padre.
--

Bella POV

Los parpados me pesaban demasiado. Pero aun así mi cuerpo me decía que era
hora de despertar. Tenía el cuerpo completamente adormecido como si hubiera
dormido en la misma posición por días. Cuando finalmente conseguí entreabrir
los ojos una blanca luz me cegó. Cerré fuertemente mis parpados, protegiéndome
de la claridad.

-¿Bella?- alguien me llamó. -¿Bella me escuchas?- moví mi rostro ante aquella


extraña voz. Cuando volví a intentar abrir los ojos la luz volvió a lastimarme. –
Será mejor que apague la luz- por mucho que intentara recordar aquella voz no
me era en nada familiar. ¡Ni siquiera sabia donde estaba! Esta vez, cuando abrí
los ojos pude hacerlo lentamente, sin recibir los brillantes rayos de ninguna luz
molesta.

Recorrí la habitación con la vista. Había un sofá cama a mi lado, una enorme
ventana frente a la cama y varios monitores a mí alrededor sonando suavemente.
¿Estaba en un…hospital? Entonces los recuerdos de lo que había acontecido me
golpearon con fuerza.

Una figura amenazante se movía rodeándome, buscando la forma correcta y más


dolorosa de atacarme. James me lanzo contra los espejos, hiriéndome de
gravedad. Lo último que recordaba con claridad era haber perdido la conciencia
mientras se abalanzaba sobre mí. Y después un agónico ardor, como si me
estuvieran quemando viva. Recordaba la voz de Edward y la de Alice…pero aun
no tenia seguridad de que era lo que había sucedido.

Traté de incorporarme pero ahogué un gemido de dolor al ver las agujas que tenia
en mi brazo.

-No las toques, Bella- solo entonces recordé que había alguien a mi lado, un
hombre cuya voz no reconocía. Moví mis ojos hacia él, sorprendiéndome de ver
a Charlie Swan con su impecable chaqueta de policía sentado al lado de mi cama.

-¿Jefe Swan?- pregunte aturdida. mi voz sonaba debil y ronca. la garganta la


notaba rasposa a medida que los sonidos salian de ella.

-Charlie, Bella.- me corrigó nuevamente, pidiendome que le llamara por su


nombre.
-Charlie, ¿Qué…que hace aquí?- pregunté confundida.

-¡Te has dado un buen golpe! ¡He visto yo mismo tu auto y déjame decirte que es
un milagro que estés con vida!- dijo alzando sus cejas, estirando las arrugas de su
rostro, dejando ver que en algún momento Charlie fue un hombre bastante guapo.

-¿Qué cosa?

-Carlisle dijo que quizás no recordarías. Hace dos días que te internaron. Carlisle
me dijo que viniste a Port Ángeles a buscar a tus hermanos que volvían de viaje,
pero de camino perdiste el control del auto. ¿Verdad?- me tomó un segundo
darme cuenta de que aquello fue lo que mi familia le dijo para no contar la
verdad. No sonaría nada creíble que había sido atacada por un sádico vampiro.

-Si…- suspiré. –perdone Charlie, no pretendo ser descortés, pero no entiendo por
que esta usted aquí.- Charlie resopló y sacudió su cabeza.

-La misma pregunta le hice a tu hermano Edward, y a Alice cuando tocaron a mi


puerta. Aunque cuando me dijeron por que me buscaban no pedí mas
explicaciones. Bella…desde que te conocí en la casa de Jacob Black, en la Push,
supe que…que eras--

-Tu hija- terminé por él, viendo que su rostro se ponía cada vez más y más
morado. Ambos apartamos la vista del otro sin saber que decir. Era extraño que
Charlie supiera la verdad.

-Dijeron que no había suficiente donantes para tu tipo de sangre…supongo que


era la única opción rápida. Aunque aun no me explico como lo supieron.

-No lo supimos de un día al otro. Jacob me contó la historia de tu mujer y tu


hija…es decir…mi…madre y yo.- era extraño tener que referirme a otra persona
como madre. –y me asombro las coincidencias que había con mi historia…con la
que supe cuando…cuando estaba en el orfanato.

-Nunca deje de buscarte. Quiero que sepas eso.

-Charlie no fue su culpa.- Charlie hizo una extraña mueca, seguramente pensando
contrario a mi –El punto es que lo supimos. Pero fue mi decisión no decirle
nada.- Charlie alzó sus cejas. –Fue hace pocos días…aun tenia la cabeza
dándome vueltas. Además era una suposición…no teníamos la certeza absoluta.
-Bueno, ahora si. Espero que no te moleste, pero tus padres accedieron a mi
petición de hacer un ADN.- tragué en seco. Eso podía ser tanto bueno como
malo. Bueno por que ganaba conocer mi historia humana. Malo por lo que seria
de ahora en mas, no estaría dispuesta a renunciar a quien era para vivir la vida de
alguien que no seria jamás. –No voy a obligarte a nada que no quieras Bella.- me
dijo al ver mi expresión de preocupación.

-Yo, realmente aun estoy pasmada y con esto del accidente. No quiero que se
enfade, pero a pesar de todo…mi familia son los Cullen.

-Lo se, Bella. Solo quiero que me des la oportunidad de conocerte, y tú a mi. No
pretendo ocupar el lugar de padre. No seria justo ni para Carlisle, ni para ti.

-Pero tampoco es justo para ti que no lo haga.- le dije al ver la expresión de


tristeza que se escurría por sus facciones. Charlie sacudió su cabeza apenado, sin
poder decir palabra alguna.

-No lo es, pero me conformo con haberte encontrado con vida. Fueron
demasiados años de no saber que fue de ti.- aparentemente no había nada mas por
decir, yo no tenia muchos ánimos de hablar, ni sabia sobre que hacerlo. Pero para
mi salvación Edward y Alice entraron a la habitación.

-¡Bella! ¡Despertaste!- aun con la poca fuerza que tenia me las arregle par
sonreírle a mi ángel. Edward se acerco a mí, esquivando y casi olvidándose de la
presencia de Charlie y me beso suavemente en los labios. Bipbip, bipbip, bipbip.
¡Diablos! Las risas resonaron en la habitación, transformando un momento
vergonzoso en algo aun peor. Charlie tosió, interrumpiendo un dulce momento en
que los ojos de Edward no se apartaban de los míos, y yo me dejaba perder en
ellos.

-Tengo que volver a Forks. Por favor avísenme cualquier cosa que suceda.

-Pierda cuidado Charlie. Sabemos lo que significa Bella para usted ahora. Le
agradezco que haya venido.- escuché la suave y cantarina voz de Alice detrás de
Edward, el cual ahora me daba una juguetona sonrisa.

-Por favor, Alice. Es a ustedes a quien debo gradecer, y Bella, realmente me


gustaria que consideraras lo que te he dicho. espero que te mejores pronto.- me
dijo saludándome con su mano desde la puerta. Traté de devolverle el gesto, pero
solo conseguí alzar mis dedos sin sentir dolor alguno.
Edward seguía sonriéndome. -¿Qué es lo gracioso?- Edward volvió a inclinarse a
mis labios, esta vez los presiono con mas insistencia. Bipbipbip, bipbipbip,
bipbipbip.

-¿Ves? Te dije que estaría bien. Su corazón esta como siempre…aunque no creo
que sea bueno que se altere- rió Alice sentándose a mis pies. -¿Como te sientes?
¿Estas sintiendo algún dolor? ¿Verdad que no te molesto que le dijéramos a
Charlie? Tuvimos qu--

-¡Alice!- le gruñó Edward apartándose de mí. Y yo le gruñí a él, sus besos


estaban haciendo maravillas con el dolor, así me dejaran completamente al
descubierto los marcapasos.

-Alice, esto bien…no, no me duele nada. Y aun n ose como sentirme con lo de
Charlie. Supongo que lo hicieron obviamente por mi salud…Ahora lo del
accidente de auto… ¿Cómo lograron que lo creyera?

Alice y Edward intercambiaron una mirada cómplice. –Bueno, debes de saber


que necesitábamos que fuera creíble. Así que literalmente me estrelle con el auto.
Pero estoy bien- dijo Alice con una brillante sonrisa. Ahogue un grito, esperando
que no afirmara mi pregunta.

-Dime que no ha sido mi auto…por favor.- Alice no respondió, y Edward


tampoco. -¡No! ¿Por qué?

-Tuvimos que hacerlo, no te preocupes, ya compraremos otro. Esta semana


ganaremos la lotería- aplaudió Alice, contenta de que no solo podría comprarme
un auto nuevo, si no que también podría adquirir unas cuantas cosas para ella.

-¡Alice!- gemí recordando como había llegado a este estado. –lo siento. Lamento
tanto haberte engañado a ti y a Jasper…lo siento de veras…pero no quería que
salieran lastimados…yo…yo--

-Bella. No te angusties…no fue la mejor idea que tuviste, podrías habérnoslo


dicho…pero ya esta. Estas bien y eso es lo que importa.

-¿Y James?

-Emmett se entretuvo bastante- me dijo Edward pasando sus largos y fríos dedos
por el contorno de mi rostro. Sus ojos estaban negros, no por no estar alimentado
–ya que casi se percibían las ojeras violáceas- si no por que estaba furioso
-Pero hubo algo mas…puedo verlo en tus ojos.- le dije. Edward dudó en
contestarme. Entonces supo que algo realmente malo debió de suceder. Traté de
buscar entre los flashes de recuerdo que venían a mi mente. Lo único a lo que no
podía encontrar descripción era a –Me quemé…algo me quemaba.

Edward apartó sus manos de mi, trasformándolas en dos puños de hierro al


costado de su cuerpo.

-James te mordió- dijo Alice, supuse que Edward iba a interrumpirle, pero no lo
hizo. Entonces ella siguió. –Edward tuvo que…tuvo que sacarte el veneno antes
de que te transformaras.

-¿Cómo?

-Te mordí.- la voz de Edward sonaba ronca, llena de impotencia. –Tuve


que…beber.- se dejo caer en la silla y se presiono el tabique de su nariz. –Creí
que me descontrolaría.

-Pero no lo hiciste.

-Pero pude haberlo echo.

-Gracias.- le susurré. Edward movió sus ojos hacia mí.

-Bella, por nuestra culpa sufriste todo esto. Nunca dejaras de estar en peligro en
tanto sigas con nosotros.- mis ojos comenzaron a llenarse de lagrimas.

-No…Alice…dime que no me dejaran. No quiero- sollocé interpretando los


gestos y palabras de Edward.

-¡Bella no! Para nada cariño. Edward solo esta con la idea de lo malo que pudo
haber resultado todo. Pero nadie va a dejarte, no pensaríamos jamás en hacer tal
cosa.

-¿Edward?- le rogué a él entre lágrimas.

-Bella, por mucho que quisiera…se que estarás mas segura conmigo. Siempre te
protegeré…no dejare jamás que nadie se atreva a hacerte daño. Es sol oque por
un momento pensé que…que te había perdido. Cuando James te mordió…juro
que me sentí morir.

-¿Por qué podría haberme transformado?- Edward asintió con su cabeza. -¿Y?-
susurré sabiendo de antemano la mirada que Edward me daría.
-Descuida Bella…no eres la única que piensa de esa forma. Lo mejor seria que--

Edward se levantó de un salto de la silla y presionó el botón que estaba en la


cabecera de mi cama. –Basta Alice. Bella necesita descansar.

-Sabes bien lo que vi. Te guste o no--

-¡Alice!

-¿Qué fue? ¿Qué viste?- le pregunté intrigada. Al parecer era algo que a Edward
le enfurecía….pero Alice no pudo contestar por que en ese entonces la enfermera
entró.

-Creo que seria bueno que le de un sedante. Se ha estado quejando del dolor.- Le
dijo Edward ganándose una mirada molesta de mi parte.

-¡Y no me extrañaría que le doliera! Cariño te has dado un buen golpe. Pero ya
no te dolerá. El sedante hará efecto de inmediato.- me dijo la enfermera con un
suave tono maternal. Le volví a lanzar un a mirada a Edward.

-¡No me duele!- repliqué, pero ya era tarde, la enfermera había sido demasiado
eficiente ante la petición de Edward –claro…él si podía deslumbrar a las
personas- y ya estaba poniendo el sedante en la intravenosa.

-Edward…eso es trampa- le dije una vez que la enfermera se hubiera ido.

-Es mejor Bella…no necesitas que Alice salga con sus bobadas.- Alice le saco la
lengua poniéndose de pie de un salto. –Buenas noches mi angel- como si fueran
mágicas sus palabras, comencé a sentirme adormecida, el sedante hacia efecto
rápidamente. Los fríos labios de Edward se presionaron contra mi frente.

-Alice- murmuré cerrando los ojos. Le escuché preguntarme algo, y lentamente le


dije –Sabes que apuesto por ti.- susurré quedándome profundamente dormida.

--
Capitulo24

Edward POV

¿Por que esta tan preocupado por Bella? alcé mi rostro al haber escuchado la
idiotez mas gran del siglo, aun así Emmett me miraba como si realmente no
hubiera necesidad de estar preocupado. El vuelo había salido con unos minutos
de retraso y ya estaba impacientándome. No solo que detestaba viajar en un
espacio tan reducido lleno de los pensamientos de cientos de humanos, si no que
ahora me impacientaba llegar al aeropuerto.

-Edward- por primera vez en todo el viaje Rosalie se había dirigido a mí, aunque
sospechaba que era por que el golpeteo de mis dedos contra el apoyabrazos del
asiento comenzaba a molestarte. –Escucha a Emmett. Bella va a estar bien, esta
con Alice y Jasper, ¿Verdad? Eso deberia dejarte mas tranquilo.

Y tendría que ser así, pero de algún modo no encontraba consuelo alguno, no
hasta tenerla entre mis brazos. Entonces algo trajo de vuelta a mi cabeza los
últimos pensamientos de James antes de que se alejara de nosotros. Tengo que
buscar la forma de que no lo sepan… ¿Saber que? No había podido llegar a
escuchar nada mas, él se había alejado por la misma dirección que nos había
seguido. Iba a regresar a Forks, eso lo tenía más que claro.

-Le escuché antes de irnos, esta buscando la forma de que no sepamos…pero se


que esta planeando algo, Emmett. De seguro esta buscando como llegar a Bella.
Si cree que voy a dejarle el camino tan fácil…se equivoca…va a tener que
despedazarme antes de tocarla.- dije frenético.

-Eso no sucederá. Cuando lleguemos a Forks, le encontraremos... y le arrancaré


la cabeza, lo haré trizas...y luego mas...y quemare cada parte de él. Tu solo
preocupate por Bella. La diversión déjamela a mí.- sonrió Emmett sonándose los
nudillos.

¿Qué tal si llegábamos demasiado tarde? ¿Y si Alice y Jasper no pudieron


mantener su promesa de cuidar de Bella? Era egoísta, tenia que admitirlo. Mi
familia había vivido mas años con Bella de los que yo. Pero estaba seguro de que
nadie la amaba como yo, o por lo menos no del mismo modo. Ellos podrían vivir
sin Bella, lo había echo durante años…pero yo no. Bella era mi todo. ¿Qué tal
si…James obtenía lo que quería? Esa pregunta tenia una única respuesta; yo
también moriría.

Primero tendría que ir tras de James, obviamente él no podía vivir si Bella moría.
La vida sin ella era inimaginable…no habría tal. Una vez mas esta existencia se
me hacia de lo mas injusta, si fuera humano tendría la salida fácil. Unas cuantas
pastillas, presionar un gatillo, saltar de un risco…cualquier cosa era efectiva para
los humanos. Pero para mi no. Sabia que ni Emmett ni Jasper me ayudarían, solo
tenía una opción certera, los Vulturis.

Tendría que ir solo y tratar de que Alice no lo viera. Solo tendría que hacer un
poco de disturbios en su amada ciudad, Volterra, quizás caminar sin camisa por
las calles, arrojar un auto sobre mis hombros, morder a alguien…y ya nada
importaría. Carlisle siempre me contaba historias sobre lo letales que se volvían
cuando algún vampiro irrumpía la calma de la ciudad.

Pero en ello pensaría luego. Las últimas horas que había pasado lejos de Bella,
habían sido las más largas de toda mi existencia. Solo esperaba impaciente el
momento en que el avión aterrizara y nos permitirán bajar de el para salir en
busca de ella. De solo pensar en que estaba a pocos minutos de volver a ver sus
hermosos ojos, su brillante sonrisa, su adorable rubor y de sentir una vez mas su
dulce aroma, sentía un extraño cosquilleo donde antes latía mi corazón.

Había vuelto a la vida. No literalmente, claro esta, pero en cierto modo me sentía
vivo. Después de pasar tantos años en soledad, creyendo que estaba bien así,
ahora podía darme cuenta de que no deseaba nada más por que no había
encontrado algo que valiera la pena. Alguien con quien compartir mis días. Bella
era la mujer que quería a mi lado. Aunque desearla estuviera mal.

Pero algo tenía en claro, no podría vivir en un mundo en el que ella no existiera.

Emmett atrajo mi atención moviendo su mano delante de mis ojos. –Ya


llegamos…solo tenemos que esperar a que acomoden el avión y podremos
bajarnos. Se que es prácticamente imposible, pero trata de correr como un
humano normal.- me sonrió. Si bien Emmett era de las clases de personas que
siempre tenía algún comentario fuera de lugar o demasiado escandaloso, por
momentos sabía cuando estaban correctos y cuando no. Estaba demasiado
ansioso como para soportar cualquier tipo de broma, y él podía sentirlo.

-Relájate, Edward…Emmett le arrancara la cabeza- Masculló Rosalie mientras


miraba a la gente levantarse y tomar sus pertenencias. En todo el momento que
viajamos juntos jamás escuche un solo pensamientos sincero de preocupación por
Bella. Solo se limitaba a asegurarse primero por el bienestar de Emmett, y por
muy extraño que sonase después del de ella y nuestra familia. Todo el mundo
siempre pensaba que Rosalie era de las personas egocéntricas que solo piensan en
si misma. Pero yo sabia que no era así. Por mucho que tratara de ocultarlo
Emmett siempre era su prioridad.

Se me hicieron eternos los cinco minutos que le tomo al avión acomodarse en la


manga de aterrizaje. En cuanto anunciaron que podíamos bajar del mismo, salté
por enzima de mis hermanos y me apresuré a la salida. El aeropuerto de Port
Angeles era bastante grande, con lo cual tenía que recorrer un buen tramo a pie,
cosa que me hubiera tomado menos de dos segundos en recorrer si pudiera
hacerlo a mi velocidad natural. Pero el lugar estaba atestado de humanos.

Ahora agradecía la idea de Bella. Estaba seguro de que ni James ni Victoria se


acercarían aquí. No eran tan tontos como para exponerse y ganarse de rivales a
los Vulturis.

Habíamos acordado que nos encontraríamos en las butacas de la zona central del
aeropuerto, donde las enormes pantallas anunciaban las partidas y arribos de los
vuelos. Mis ojos escaneaban incesantemente el enorme hall en busca de Bella y
de mis dos hermanos. Pero no los veía, ni siquiera podía oler la fragancia de
Bella. ¿Acaso no habían llegado? ¿Y si James les encontró antes de que pudieran
entrar aquí? Entonces para mi alivio vi a mi pequeña hermana abrazada de
Jasper.

Verlos así solo aumentaba mis ganas de estrechar a Bella entre mis brazos. Pero
cuando me estaba acercando Alice volteó su rostro hacia mí. Me quedé inmóvil a
mitad de camino. Su rostro y sus ojos estaban crispados en una mueca de dolor, y
no veía a Bella por ningún lado.

No…no se que paso…le vi saltar por la ventana. ¡Edward! ¡Se fue a encontrar a
James! Si hubiera tenido comida en mi estómago de seguro hubiera vomitado
ante el vació que se formo en el mismo al oír los pensamientos de Alice.

No, no, no, NO. Esto no podía estar sucediendo. Bella tenia que estar con ellos, a
salvo, esperando a que llegáramos del aeropuerto y luego nos iríamos a algún
lugar lejos de James y Victoria. Apresure la distancia que había entre nosotros.

-¡Alice! ¿Cómo puede ser? ¿Cómo se le escapó?- le gruñí, pero entonces Jasper
se había colocado delante de ella, en una postura protectora.
-No ha sido su culpa en tal caso. Todos queremos que Bella este bien…es nuestra
hermana, ¿sabes?- me dijo, enviando hacia mi toda la calma que podía…pero ni
el mismo estaba demasiado tranquilo. –Me pidió que le acompañara a comer
algo, pasó por el baño y no salio nunca más. Entonces Alice apareció a mi lado
diciéndome que Bella había huido.

-¿Huido? ¿Por qué? ¿A dónde?

-¿Alice?- entonces pude ver al mismo tiempo que ella la visión.

Bella iba caminando apresuradamente, estaba nerviosa y buscaba algo con


desesperación. Entonces entre medio de los pasillos –rodeada por construcciones
que no podía precisar- pareció encontrar lo que tanto buscaba. Sin dudarlo, sin
pensárselo dos veces se encaminó hacia una pequeña casa, la cual por fuera
parecía una especie de cabaña a punto de derrumbarse. Entonces sus ojos se
posaron en el cartel que pendía de un solo extremo; ‗Casa de los espejos‘

Alice y yo compartimos una fugaz mirada antes de salir corriendo fuera del
aeropuerto. –Jazz quédate y dile a Carlisle en cuanto llegue que es lo que ha
ocurrido…diles que vallan al viejo parque de diversiones. Bella esta allí…con
James.- le dijo rápidamente mientras nos alejábamos.

Avanzamos un buen trecho por el estacionamiento, aun no podíamos correr


debidamente, el lugar estaba bastante atestado de personas. Entonces un
ostentoso Porsche blanco, cuyas puertas se abrieron ni bien se detuvo frente a
nosotros.

-¡Entren!- nos apresuró la voz de Emmett. Alice y yo saltamos dentro del auto.
Ni bien Emmett cerró la puerta, Rosalie presionó el acelerador hasta el fondo y
salimos disparados hacia el viejo parque de diversiones. Era una carrera contra
reloj. Alice le había visto que ingresaría en poco menos de diez minutos, el
tiempo que nos llevaba en llegar allí.

-Jasper nos dijo… ¿Trataste de llamarla?- preguntó Emmett.

-Si, le llame…pero no pude comunicarme. No se si cortó el teléfono o si no lo


tiene con ella. ¡Rosalie apresura!- Rosalie murmuró una maldición y presionó a
fondo el acelerador. Los autos que pasaban a nuestro alrededor tocaban bocina
escandalizados ante la velocidad a la que íbamos. No importaba nada. En
cuestión de minutos nos encontrábamos en la entrada del parque. El lugar estaba
completamente desolado.
-Carlisle y Jasper vienen detrás de nosotros- dijo Alice volteando su cabeza. Por
el espejo retrovisor pude ver a la lejanía un auto que se acercaba. Entonces salte
fuera del Porsche. Apresuré desesperado el trecho que había desde la entrada
hasta donde estaba la casa de los espejos, donde se encontraba Bella con James.
Pero algo me hizo correr aun más fuerte, más de lo que jamás creí posible; aquel
dulce y florar aroma de Bella se percibía con más intensidad, estaba herida, de
eso no tenía dudas. Entonces le escuche chillar, y me adentre –sin perder más
tiempo- en el laberinto espejado.

Por un breve instante me quede helado en la entrada del círculo de espejos. Bella
estaba desplomada en el piso, uno de sus brazos estaba extendido y bañado en su
propia sangre -note que aun estaba caliente- y una enorme figura inclinada sobre
ella. La bestia se volteó hacia mí al sentir mi presencia, en su rostro tenia una
amplia sonrisa de victoria. No tuve tiempo de reaccionar cuando Emmett paso
corriendo por mi lado, rugiendo ferozmente mientras se lanzaba sobre la figura
de James, apartándolo de Bella.

-¡Oh no! ¡Bella no!- Grité a los cielos mientras tras de mi se desataba una brutal
batalla en la cual la bestia que tanto daño había causado de seguro terminaría
perdiendo. Jasper y Emmett eran lo suficientemente fuertes como para
deshacerse de él. Yo tenía otra prioridad…

De un ágil movimiento estaba de rodillas al lado de Bella, aterrorizado de


moverla, helado ante la aterrorizadora imagen que tenía delante de mí.

Oh Dios. Carlisle había llegado, si había alguien que podía salvar a Bella, era él.
Edward…Edward sal de aquí. Me urgió. Alcé mi rostro confundido, no entendía
por que me pedía aquello. Entonces sentí una pequeña mano en mi hombro.

-Edward estará bien…- susurró Alice. –Carlisle… ¿Bella...ella-- no pudo


terminar su pregunta sin que se le quebrase la voz.

-No lo se…ha perdido mucha sangre- dijo mientras rompía su camisa en un


intento de armar un torniquete en su brazo. Solo ahora me di cuenta de por que
Carlisle me pidió que saliera. Bella había perdido demasiada sangre, y yo tenia
mis manos manchadas con ella. Pero no sentía sed alguna…mi único anhelo
ahora era que Bella abriera sus ojos y todo estuviera bien.

-¡Bella, por favor! Bella, escúchame…estarás bien…Oh Dios, por favor, por
favor… ¡Bella!- sollocé. Levanté sus parpados, como si de esa forma ella pudiera
verme y volver a mí. Sus ojos marrones no brillaban con la misma intensidad que
días atrás…estaban casi opacos, y una ola de terror me invadió. Estaba perdiendo
a Bella. Me incliné sobre su pecho, sin importarme nada...ni que el aroma de su
sangre fuera más potente de lo que pensaba. Por el reflejo del espejo partido pude
ver a Emmett y a Jasper desmembrando a James, mientras daba alaridos de dolor.
Se merecía aquello y más. Yo mismo le arrancaría la cabeza de no ser por que no
me importaba nada más que Bella.

Presioné mi mejilla mas contra el pecho de Bella, escuchando los pausados


latidos de su corazón, eran demasiado lentos. –Bella- susurré en un gemido –Por
favor…Bella por favor no me dejes…Bella te amo…por favor…

-Creo que pude detener la hemorragia...pero tenemos que llevarla ahora mismo a
un hospital.- otro grito desgarrador, y por lo que supe seria el último que James
daría, eso me demostró el reflejo de Emmett con la cabeza de James en su mano.
–Ten cuidado…parece ser que no se conformo con solo…le ha dado unos buenos
golpes.- me aparte de ella temeroso de que pudiera tener alguna costilla lastimada
y que el peso de mi cabeza solo empeorase las cosas.

Alice estaba inclinada del otro lado de Bella, con el rostro oculto entre sus
manos, mientras sacudía su pequeña cabeza.

-Edward- deje de respirar, deje de pensar...temiendo que mi mente me estuviera


jugando una mala pasada. Creí haber escuchado la voz de Bella llamándome.
Entonces sucedió otra vez –Edward- ahora fue en un tono más fuerte, pero aun se
le sentía débil. Mis ojos se agrandaron y me incline a besar sus labios.

-Bella, vas a estar bien. ¿Me escuchas? Carlisle dice que estarás bien. Solo
aguanta un poco más. Te amo tanto...- entonces Bella volvió a repetir mi nombre,
y luego de una corta pausa llamo a Alice, pero cuando quiso volver a hablar su
rostro se crispo del dolor. –Bella, ya…no hables…descansa.

-Me duele- murmuró cerrando con mas fuerza sus ojos.

-Lo se…te llevaremos al hospital.

-Me duele el hombro.- miré a Carlisle, el solo frunció sus labios y dijo que
posiblemente estaría dislocado, tendríamos que moverla con mucho cuidado,
pero entonces Bella se sacudió, abriendo sus ojos. Estaban llenos de terror y
dolor. -¡Me arde!- gritó con mas fuerzas que antes.

Entonces Alice extendió sus manos hacia Bella y descorrió la tela de su remera
que curia su hombro. Allí, sonriéndome sádicamente estaban las marcas de la
mordida de James. ¡Oh NO! NO. No iba a condenarla a esta exitencia. Era mi
culpa, debi de haberme quedado con ella. Nunca tendría que haber dejado que
Alice y Emmett convencieran a mis padres de quedarse con ella, tendríamos que
haberla puesto en un orfanato en el mismo momento en que la encontramos. No
podia dejar que Bella sufriera esto.

-¡Carlisle!- gritó Alice pasando sus ojos desesperadamente de su hombro a los


ojos de nuestro padre.

-No hay otra salida.

-¡NO!- le grite enfurecido. Tenía que haber otra salida...

-Edward...no actúes como si fueras el único al que le importa Bella.- me gritó


Alice enfurecida.

-¡Entonces busca una solución a esto!

-Puede haberla…-murmuró Carlisle -si tratamos de quitar la ponzoña,


succionándola…

-¿Qué esperas?- le urgí al ver que no se movía.

Carlisle sacudió su cabeza –No puedo soltar aquí…si lo hago cuando quite la
ponzoña será lo mismo que dejarla desangrar.- Trata de hacerlo…

-¿Qué?- ¿Acaso habia perdido la cordura? ¿No recordaba que casi trate de
matarla justamente por que su sangre me volvía loco? ¡Edward! Es eso o dejar
que la ponzoña siga su curso.

-Hazlo…por mucho que desee que este con nosotros por siempre, quiero que sea
por que ella lo decida…Edward inténtalo…por favor.- mis ojos volvieron al
cuerpo de Bella que se retorcía y trataba de mover sus manos hacia el hombro
que tanto le ardía. Recordé aquellos días en que yo sufrí la transformación; era un
dolor insoportable. No quería ni pensar en lo que sufriría Bella en cuestión de
segundos.

-¿Funcionara?

-No lo se...solo intentalo. ¡Pero ya! No hay mucho tiempo.- deje de respirar
mientras me inclinaba hacia el frágil hombro de Bella, pero me aparté lleno de
miedo. ¿Que tal si no conseguia detenerme?
-Carlisle...no creo poder...- no iba a conseguirlo, el monstruo iba a ser mas fuerte
que yo e iba a terminar con su vida, y nunca me perdonaría ese crimen.

Es tu descision Edward. Si quieres salvarla lo harás. Traté de recordarme. –No


hay nadie más que pueda hacerlo…

¡No! No iba a dejar que Bella perdiera su alma. No iba a dejar que se convirtiera
en un monstruo, no si podía darle la oportunidad de seguir siendo humana. Yo
era más fuerte que el monstruo. El amor que tenía por Bella era más fuerte que
mi deseo por su sangre.

Presioné mis labios contra la herida en su hombro y comencé a succionar. Cerré


mis ojos con fuerza cuando le sentí gritar desesperadamente, pero seguí, tenia
que hacerlo hasta que su sangre no tuviera rastros de la ponzoña. Por un
momento los gritos de Bella se volvieron eco, su sangre era aun mas deliciosa de
lo que había imaginado. Hacia años que no probaba sangre humana, había
olvidado la increíble sensación cuando esta recorría mi garganta. Y seguí
bebiendo su sangre hasta que sentí que estaba completamente limpia del veneno.
Me tomo un gran esfuerzo apartarme de ella, pero lo hice. La amaba demasiado
como para ser capaz de matarla, o peor.

-¿Pudiste quitarla toda?- me preguntó Alice.

-Si, su sangre esta limpia.- entonces acerqué mi rostro al de Bella –Bella…


¿Sigue ardiendo?

-No. Gracias, Edward- susurró cerrando sus ojos. Algo andaba mal, estaba peor
que antes de tratar de extraerle la ponzoña, ¿y si solo le había empeorado?

-¡Carlisle!

-Tranquilo...es normal que este tan débil, ha perdido demasiada sangre…pero


tenemos que ir rápido al hospital.

-Vallan ustedes...yo me quedare con Jasper y Emmett a borrar los rastros…- dijo
Alice alejándose de nosotros para darnos espacio a mover a Bella y llevarla hacia
el auto.

--

Habían pasado casi dos días desde el incidente, y Bella aun permanecía
profundamente dormida gracias a los fármacos que le habían suministrado para el
dolor. Estaba sentado a su lado, con su frágil mano envuelta en la mía, mientras
que con mis labios rozaba suavemente las yemas de sus dedos. Su rostro tenia
una suave y reconfortante expresión de tranquilidad, por ello parte de mi no
estaba seguro de querer que despierte aun, de no querer que los recuerdos de días
atrás volvieran a hacerla sufrir como yo sufría.

El camino hacia el hospital había sido demasiado desesperante, sostenía su


cuerpo herido contra el mío, escuchando como los latidos de su corazón
disminuyan, y yo gritaba a Carlisle que acelerase, no quería pederla. Mi padre
arregló con los empleados del hospital para que el fuera quien se encargase de
cuidar de ella…así seria mas fácil cubrir la verdadera causa de su estado.

Mi atención se dirigió hacia el pequeño televisor que estaba en la esquina de la


habitación. Las noticias locales no habían abandonado la noticia del incendio en
el viejo parque de diversiones de Port Ángeles y el misterio que lo rodeaba.
Alice, Jasper y Emmett se lo habían pasado en grande mientras cubrían cualquier
rastro que pudiera delatarnos. Mi hermana llego enfadada por que Jasper le había
echo devolver el Porsche que Emmett y Rosalie habían ‗tomado prestado‘ en el
aeropuerto. Le contentó saber que le prometí regalarle uno para las próximas
navidades.

La puerta se abrió y escuché los pensamientos de Alice mientras entraba ¿Ha


despertado? Sacudí mi cabeza y me volteé hacia ella con una sonrisa traviesa.

-Deberías de saber cuando despertará. Tú eres la psiquica.- Alice me hizo una


mueca de molestia y acercó una silla a mi lado.

-Pero me he equivocado...varias veces. No he visto a Bella huir de nosotros.-


apoyé la mano de Bella con cuidado sobre su cuerpo, para poder abrazar a mi
hermana.

-Alice, no ha sido tu culpa. Ya escuchaste a Carlisle...Bella fue allí por su propia


cuenta, en su celular tenia llamadas desde su teléfono, el cual sabemos que estaba
en manos de James. Si quiso ir de seguro trato de que no le vieras…has sido
bastante astuta…y boba.- mascullé dándole una dulce sonrisa a mi hermosa
Bella.

Entonces aparto su rostro del mío. Trate de concentrarme en que era lo que
rondaba por su mente, pero no podía. Alice estaba ocultando algo de mí. Mi
hermana siempre estaba llena de vida y alegre, solo podía imaginar el dolor que
le causaba ver a su hermana preferida tendida en aquella cama de
hospital…recuperándose lentamente de lo que pudo haber sido una muerte
segura. Entonces escondió su rostro entre sus manos mientras que su cuerpo
temblaba con sus sollozos.

-Alice, todo esta bien…Bella estará bien.

-Lo se- sollozo – pero estuvimos tan cerca de no legar a tiempo…y James…ese
maldito…- entonces alzó su mano derecha y la acomodó sobre la mía, pero algo
suave separaba nuestras manos. Cuando Alice se apartó, acercándose a la
ventana, pude ver lo que había dejado en mi mano; era un papel cuidadosamente
doblado, con mi nombre bien grande y el apellido de mi familia más abajo.
Primordialmente iba dirigida a mí.

-¿Qué es esto, Alice?

-No estábamos seguros de dártela…James la dejó en uno de sus bolsillos. No


supe que fue lo que me llevó a abrirla con gran desesperación…pero la abrí,

Realmente fue poco entretenido llegar hasta su...mascota...los humanos suelen


ser tan predecibles y sentimentales. Solo bastaron unas cuantas palabras que le
hiciera creer que todo era su culpa y la humana salio corriendo hacia mí. Si la
observan con cuidado se darán cuenta de que no me apresure a hacer las cosas.
Oh si, su muerte fue lenta y dolorosa, aunque no esta nada bien jugar con la
comida…supongo que a veces es bueno dejar a un lado los buenos modales.

Créanme que nunca antes escuché a un humano chillar con tanta fuerza, como
así tampoco probé una sangre igual a la de ella. Aunque debo ser sincero y decir
que era demasiado…floral…casi me empalaga.

Hace años se me escapo una presa…una humana vidente que estaba encerrada
en un loquero por sus visiones del futuro. Si, la pequeña que esta con ustedes.
Creo que podemos decir que ahora estamos a mano. La humana a cambio de su
psíquica. Debo decir que he sacado la mejor parte en todo esto.

Si aún no les parece que el resultado fuera justo. Saben como encontrarme.
Edward...me encargue cuidadosamente de hacerla sufrir, de quitarle hasta la
ultima gota de sangre…espero que hagas algo al respecto.

Ustedes perdieron...yo he ganado.

James.
Arrugué fuertemente el papel en mi puño. Si no fuera por que estaba muerto,
correría detrás de él, así Bella estuviera a salvo. Entonces mi pecho comenzó a
vibrar, haciendo que un gruñido subiera hacia mi garganta.

Admiro mucho a Bella por su valor, aunque eso nos dificultara más la tarea de
protegerla. No entiendo como me deje engañar con tanta facilidad, y como no lo
vi. Pero supongo que después de pasar tantos años conmigo…habrá encontrado
la forma de esquivar mi don. -Supongo que por eso solo recuerdo oscuridad de
mi vida humana. Dios sabe cuantos años permanecí encerrada- suspiró Alice con
su vista aun fuera de la ventana.

-Ni siquiera sabes si es verdad- mascullé rompiendo la carta de James en cientos


de pedazos antes de arrojarla al cesto de basura.

-¿Quién sabe? Supongo que es cuestión de investigar…- yo solo asentí con mi


cabeza y volví mi vista hacia Bella. Entonces escuche la silla acomodarse a mi
lado.

Te vi Edward. Vi lo que planeaste. Volví mi rostro hacia ella con una ceja alzada.
¡No te hagas! ¡Edward ibas a ir con los Vulturis! ¿Sabes el daño que hubieras
causado? ¿Acaso no pensaste en Esme, en Carlisle? ¿Ni siquiera pensaste en mí?

-Pero ahora no tiene sentido aquello, Bella esta viva.

-¿Y si no llegábamos a tiempo?- mi rostro se crispó ante aquella idea, la de


perder a Bella para siempre…por mi culpa.

-Pero lo hicimos.

-¡Edward! Todos sabemos que Bella es un imán para los problemas. Nadie
asegura que de ahora en mas este a salvo. ¿Qué harás si la próxima vez no llegas
a salvarla?- volví mi rostro hacia ella sin decirle nada. -¡Genial! Claro correr a
los Vulturis. Eso no arreglara nada.

-Si lo hará, por lo menos para mi lo hará.- mi hermana abrió su boca, pero yo
continué rápidamente. –Alice, no puedo vivir en un mundo en el que Bella no
exista. No soporto la idea de no tenerla cerca de mí. ¿Tú podrías vivir sin Jasper?

-Es diferente.

-¡No, no lo es! Se que tampoco podrías estar sin el.


-Pero es más difícil en nuestro caso.- Alice hizo una larga pausa en la que ambos
teníamos nuestras miradas en los monitores que vigilaban los signos vitales de
Bella. –La vi siendo uno de nosotros, ¿sabes?

-Nunca- murmuré firme.

-Edward, no seas testarudo. Bella lo quiere…se quede lo ha dicho a ti…y a mí


también. Si se lo pide a Carlisle--

-¡No le dejare!

-Sabes que lleva mas tiempo siendo nuestra hermana que tu novia. No es tu
decisión. Es de todos, pero principalmente es de ella. Si Bella lo quiere…además
piensa Edward…no tendrás que hacer entupidas visitas a Aro o Cayo, no tendrás
que preocuparte mas por lastimarla…nunca mas te separarías de ella.- Bella esta
a salvo, y tu feliz...todos estamos felices. Pero me pregunto cuanto durara esto. Si
Bella no muere por algún otro sádico vampiro...el tiempo se encargará de ello.
¿Qué es lo que harás entonces? Sabes cual es la única solución que puede tener
un final feliz para todos…no digo que lo hagas tu, sabes que Carlisle puede--

-¡Alice!

-Esta bien…pero no podrás negarlo por siempre. Algún día Bella se lo dirá a
Carlisle y a Esme.- rogaba que mi hermana estuviera equivocada. La puerta se
abrió sonoramente, Carlisle y una enfermera del hospital de Port Ángeles
entraron. La joven, luego de quedarse en blanco mientras miraba a Carlisle, se
acercó a Bella para comprobar que todo estuviera bien.

-¿Alguna novedad?- preguntó Alice. El ceño de Carlisle se frunció...lo cual


nunca era algo bueno.

-Necesita algunas trasfusiones…pero el tipo de sangre que ella tiene…- Carlisle


sacudió su cabeza. No me extrañó que Alice ya estuviera de pie. En cualquier
problema ella siempre se anteponía a la decisión que fuéramos a tomar mas
adelante…eso ahorraba mucho trabajo, y en ocasiones hasta le sacaba la intriga a
todo.

-Vamos.- me dijo tomando su chaqueta –tenemos que ir a Forks.

-¿A dónde?- preguntamos Carlisle y yo al unísono.


-Si el tipo de sangre de Bella no es tan popular aquí…se de alguien en Forks que
puede ayudarnos. Aunque eso signifique darle muchas explicaciones.

Me quedé en blanco por unos instantes…hasta que entonces caí en cuenta de lo


que Alice quería decir. Si no queríamos demorar en conseguir donadores, lo
mejor seria ir directamente con la única persona que tendría el mismo tipo que
Bella; su padre.

--

Bella POV

Los parpados me pesaban demasiado. Pero aun así mi cuerpo me decía que era
hora de despertar. Tenía el cuerpo completamente adormecido como si hubiera
dormido en la misma posición por días. Cuando finalmente conseguí entreabrir
los ojos una blanca luz me cegó. Cerré fuertemente mis parpados, protegiéndome
de la claridad.

-¿Bella?- alguien me llamó. -¿Bella me escuchas?- moví mi rostro ante aquella


extraña voz. Cuando volví a intentar abrir los ojos la luz volvió a lastimarme. –
Será mejor que apague la luz- por mucho que intentara recordar aquella voz no
me era en nada familiar. ¡Ni siquiera sabia donde estaba! Esta vez, cuando abrí
los ojos pude hacerlo lentamente, sin recibir los brillantes rayos de ninguna luz
molesta.

Recorrí la habitación con la vista. Había un sofá cama a mi lado, una enorme
ventana frente a la cama y varios monitores a mí alrededor sonando suavemente.
¿Estaba en un…hospital? Entonces los recuerdos de lo que había acontecido me
golpearon con fuerza.

Una figura amenazante se movía rodeándome, buscando la forma correcta y más


dolorosa de atacarme. James me lanzo contra los espejos, hiriéndome de
gravedad. Lo último que recordaba con claridad era haber perdido la conciencia
mientras se abalanzaba sobre mí. Y después un agónico ardor, como si me
estuvieran quemando viva. Recordaba la voz de Edward y la de Alice…pero aun
no tenia seguridad de que era lo que había sucedido.

Traté de incorporarme pero ahogué un gemido de dolor al ver las agujas que tenia
en mi brazo.
-No las toques, Bella- solo entonces recordé que había alguien a mi lado, un
hombre cuya voz no reconocía. Moví mis ojos hacia él, sorprendiéndome de ver
a Charlie Swan con su impecable chaqueta de policía sentado al lado de mi cama.

-¿Jefe Swan?- pregunte aturdida. mi voz sonaba debil y ronca. la garganta la


notaba rasposa a medida que los sonidos salian de ella.

-Charlie, Bella.- me corrigó nuevamente, pidiendome que le llamara por su


nombre.

-Charlie, ¿Qué…que hace aquí?- pregunté confundida.

-¡Te has dado un buen golpe! ¡He visto yo mismo tu auto y déjame decirte que es
un milagro que estés con vida!- dijo alzando sus cejas, estirando las arrugas de su
rostro, dejando ver que en algún momento Charlie fue un hombre bastante guapo.

-¿Qué cosa?

-Carlisle dijo que quizás no recordarías. Hace dos días que te internaron. Carlisle
me dijo que viniste a Port Ángeles a buscar a tus hermanos que volvían de viaje,
pero de camino perdiste el control del auto. ¿Verdad?- me tomó un segundo
darme cuenta de que aquello fue lo que mi familia le dijo para no contar la
verdad. No sonaría nada creíble que había sido atacada por un sádico vampiro.

-Si…- suspiré. –perdone Charlie, no pretendo ser descortés, pero no entiendo por
que esta usted aquí.- Charlie resopló y sacudió su cabeza.

-La misma pregunta le hice a tu hermano Edward, y a Alice cuando tocaron a mi


puerta. Aunque cuando me dijeron por que me buscaban no pedí mas
explicaciones. Bella…desde que te conocí en la casa de Jacob Black, en la Push,
supe que…que eras--

-Tu hija- terminé por él, viendo que su rostro se ponía cada vez más y más
morado. Ambos apartamos la vista del otro sin saber que decir. Era extraño que
Charlie supiera la verdad.

-Dijeron que no había suficiente donantes para tu tipo de sangre…supongo que


era la única opción rápida. Aunque aun no me explico como lo supieron.

-No lo supimos de un día al otro. Jacob me contó la historia de tu mujer y tu


hija…es decir…mi…madre y yo.- era extraño tener que referirme a otra persona
como madre. –y me asombro las coincidencias que había con mi historia…con la
que supe cuando…cuando estaba en el orfanato.

-Nunca deje de buscarte. Quiero que sepas eso.

-Charlie no fue su culpa.- Charlie hizo una extraña mueca, seguramente pensando
contrario a mi –El punto es que lo supimos. Pero fue mi decisión no decirle
nada.- Charlie alzó sus cejas. –Fue hace pocos días…aun tenia la cabeza
dándome vueltas. Además era una suposición…no teníamos la certeza absoluta.

-Bueno, ahora si. Espero que no te moleste, pero tus padres accedieron a mi
petición de hacer un ADN.- tragué en seco. Eso podía ser tanto bueno como
malo. Bueno por que ganaba conocer mi historia humana. Malo por lo que seria
de ahora en mas, no estaría dispuesta a renunciar a quien era para vivir la vida de
alguien que no seria jamás. –No voy a obligarte a nada que no quieras Bella.- me
dijo al ver mi expresión de preocupación.

-Yo, realmente aun estoy pasmada y con esto del accidente. No quiero que se
enfade, pero a pesar de todo…mi familia son los Cullen.

-Lo se, Bella. Solo quiero que me des la oportunidad de conocerte, y tú a mi. No
pretendo ocupar el lugar de padre. No seria justo ni para Carlisle, ni para ti.

-Pero tampoco es justo para ti que no lo haga.- le dije al ver la expresión de


tristeza que se escurría por sus facciones. Charlie sacudió su cabeza apenado, sin
poder decir palabra alguna.

-No lo es, pero me conformo con haberte encontrado con vida. Fueron
demasiados años de no saber que fue de ti.- aparentemente no había nada mas por
decir, yo no tenia muchos ánimos de hablar, ni sabia sobre que hacerlo. Pero para
mi salvación Edward y Alice entraron a la habitación.

-¡Bella! ¡Despertaste!- aun con la poca fuerza que tenia me las arregle par
sonreírle a mi ángel. Edward se acerco a mí, esquivando y casi olvidándose de la
presencia de Charlie y me beso suavemente en los labios. Bipbip, bipbip, bipbip.
¡Diablos! Las risas resonaron en la habitación, transformando un momento
vergonzoso en algo aun peor. Charlie tosió, interrumpiendo un dulce momento en
que los ojos de Edward no se apartaban de los míos, y yo me dejaba perder en
ellos.

-Tengo que volver a Forks. Por favor avísenme cualquier cosa que suceda.
-Pierda cuidado Charlie. Sabemos lo que significa Bella para usted ahora. Le
agradezco que haya venido.- escuché la suave y cantarina voz de Alice detrás de
Edward, el cual ahora me daba una juguetona sonrisa.

-Por favor, Alice. Es a ustedes a quien debo gradecer, y Bella, realmente me


gustaria que consideraras lo que te he dicho. espero que te mejores pronto.- me
dijo saludándome con su mano desde la puerta. Traté de devolverle el gesto, pero
solo conseguí alzar mis dedos sin sentir dolor alguno.

Edward seguía sonriéndome. -¿Qué es lo gracioso?- Edward volvió a inclinarse a


mis labios, esta vez los presiono con mas insistencia. Bipbipbip, bipbipbip,
bipbipbip.

-¿Ves? Te dije que estaría bien. Su corazón esta como siempre…aunque no creo
que sea bueno que se altere- rió Alice sentándose a mis pies. -¿Como te sientes?
¿Estas sintiendo algún dolor? ¿Verdad que no te molesto que le dijéramos a
Charlie? Tuvimos qu--

-¡Alice!- le gruñó Edward apartándose de mí. Y yo le gruñí a él, sus besos


estaban haciendo maravillas con el dolor, así me dejaran completamente al
descubierto los marcapasos.

-Alice, esto bien…no, no me duele nada. Y aun n ose como sentirme con lo de
Charlie. Supongo que lo hicieron obviamente por mi salud…Ahora lo del
accidente de auto… ¿Cómo lograron que lo creyera?

Alice y Edward intercambiaron una mirada cómplice. –Bueno, debes de saber


que necesitábamos que fuera creíble. Así que literalmente me estrelle con el auto.
Pero estoy bien- dijo Alice con una brillante sonrisa. Ahogue un grito, esperando
que no afirmara mi pregunta.

-Dime que no ha sido mi auto…por favor.- Alice no respondió, y Edward


tampoco. -¡No! ¿Por qué?

-Tuvimos que hacerlo, no te preocupes, ya compraremos otro. Esta semana


ganaremos la lotería- aplaudió Alice, contenta de que no solo podría comprarme
un auto nuevo, si no que también podría adquirir unas cuantas cosas para ella.

-¡Alice!- gemí recordando como había llegado a este estado. –lo siento. Lamento
tanto haberte engañado a ti y a Jasper…lo siento de veras…pero no quería que
salieran lastimados…yo…yo--
-Bella. No te angusties…no fue la mejor idea que tuviste, podrías habérnoslo
dicho…pero ya esta. Estas bien y eso es lo que importa.

-¿Y James?

-Emmett se entretuvo bastante- me dijo Edward pasando sus largos y fríos dedos
por el contorno de mi rostro. Sus ojos estaban negros, no por no estar alimentado
–ya que casi se percibían las ojeras violáceas- si no por que estaba furioso

-Pero hubo algo mas…puedo verlo en tus ojos.- le dije. Edward dudó en
contestarme. Entonces supo que algo realmente malo debió de suceder. Traté de
buscar entre los flashes de recuerdo que venían a mi mente. Lo único a lo que no
podía encontrar descripción era a –Me quemé…algo me quemaba.

Edward apartó sus manos de mi, trasformándolas en dos puños de hierro al


costado de su cuerpo.

-James te mordió- dijo Alice, supuse que Edward iba a interrumpirle, pero no lo
hizo. Entonces ella siguió. –Edward tuvo que…tuvo que sacarte el veneno antes
de que te transformaras.

-¿Cómo?

-Te mordí.- la voz de Edward sonaba ronca, llena de impotencia. –Tuve


que…beber.- se dejo caer en la silla y se presiono el tabique de su nariz. –Creí
que me descontrolaría.

-Pero no lo hiciste.

-Pero pude haberlo echo.

-Gracias.- le susurré. Edward movió sus ojos hacia mí.

-Bella, por nuestra culpa sufriste todo esto. Nunca dejaras de estar en peligro en
tanto sigas con nosotros.- mis ojos comenzaron a llenarse de lagrimas.

-No…Alice…dime que no me dejaran. No quiero- sollocé interpretando los


gestos y palabras de Edward.

-¡Bella no! Para nada cariño. Edward solo esta con la idea de lo malo que pudo
haber resultado todo. Pero nadie va a dejarte, no pensaríamos jamás en hacer tal
cosa.
-¿Edward?- le rogué a él entre lágrimas.

-Bella, por mucho que quisiera…se que estarás mas segura conmigo. Siempre te
protegeré…no dejare jamás que nadie se atreva a hacerte daño. Es sol oque por
un momento pensé que…que te había perdido. Cuando James te mordió…juro
que me sentí morir.

-¿Por qué podría haberme transformado?- Edward asintió con su cabeza. -¿Y?-
susurré sabiendo de antemano la mirada que Edward me daría.

-Descuida Bella…no eres la única que piensa de esa forma. Lo mejor seria que--

Edward se levantó de un salto de la silla y presionó el botón que estaba en la


cabecera de mi cama. –Basta Alice. Bella necesita descansar.

-Sabes bien lo que vi. Te guste o no--

-¡Alice!

-¿Qué fue? ¿Qué viste?- le pregunté intrigada. Al parecer era algo que a Edward
le enfurecía….pero Alice no pudo contestar por que en ese entonces la enfermera
entró.

-Creo que seria bueno que le de un sedante. Se ha estado quejando del dolor.- Le
dijo Edward ganándose una mirada molesta de mi parte.

-¡Y no me extrañaría que le doliera! Cariño te has dado un buen golpe. Pero ya
no te dolerá. El sedante hará efecto de inmediato.- me dijo la enfermera con un
suave tono maternal. Le volví a lanzar un a mirada a Edward.

-¡No me duele!- repliqué, pero ya era tarde, la enfermera había sido demasiado
eficiente ante la petición de Edward –claro…él si podía deslumbrar a las
personas- y ya estaba poniendo el sedante en la intravenosa.

-Edward…eso es trampa- le dije una vez que la enfermera se hubiera ido.

-Es mejor Bella…no necesitas que Alice salga con sus bobadas.- Alice le saco la
lengua poniéndose de pie de un salto. –Buenas noches mi angel- como si fueran
mágicas sus palabras, comencé a sentirme adormecida, el sedante hacia efecto
rápidamente. Los fríos labios de Edward se presionaron contra mi frente.

-Alice- murmuré cerrando los ojos. Le escuché preguntarme algo, y lentamente le


dije –Sabes que apuesto por ti.- susurré quedándome profundamente dormida.
Capitulo24

Edward POV

La fresca brisa del anochecer rozaba mi rostro. El pequeño cuerpo de Bella se


estremeció entre mis brazos y extendí mi mano para subir la mantilla aún más
arriba de sus hombros.

-¿Segura que no quieres entrar?- le pregunté por enésima vez.

-No- murmuró. –se esta bien aquí- había pasado los últimos días recostada en su
cama -luego de que le dieran de alta del hospital- y le había prometido que nos
sentaríamos a ver el atardecer cuando se pusiera mejor. Claro que no iba a
permitir que se congelara entre el frío de la noche y mi gélido cuerpo, pero ella
no diría nada…

El sol comenzaba a ocultarse detrás del horizonte, regalándonos un hermoso cielo


en tonalidades rojizas y violáceas.

Bella tenía su espalda acomodada sobre mi pecho con su cabeza en mi hombro,


cerca de mi nariz, lo cual era algo bastante placentero ya que adoraba el aroma
que desprendía su cabello. Me entretuve buen rato separándolo por mechones y
retorciéndolos entre mis dedos. Eran tan suaves.

Mientras tanto mi mente vagaba libremente, disfrutando del silencio que había
entre nosotros, el cual no era algo incomodo. Simplemente disfrutábamos de la
cercanía del otro sin tener que rellenar el silencio con cualquier comentario. Por
una parte me gustaba no poder escuchar sus pensamientos, podía sentir el
silencio…pero por otro lado, muchas veces me frustraba no saber que pensaba.

La amaba. Y la necesitaba conmigo. Más que a nadie o nada en esta vida. Bella
me la había devuelto. Me había salvado de llevar una existencia vacía y
monótona. Era ella quien me hizo recordar que, aunque estuviera muerto, mi
corazón estaba en el centro de mi pecho.

Aunque en cierta forma no fuera así. Mi corazón se lo había dado íntegramente a


Bella. Ella era la única dueña. Sin ella yo no era nada. No quería nada.

En los últimos cien años nunca encontré algo que me importara más que mis
hermanos o mis padres. Nunca me sentí intrigado por como seria estar con
alguien más de la manera en que Alice pasaba tiempo en silencio con Jasper y
menos de la forma en la que Emmett y Rosalie se acariciaban sutilmente –pero a
la vez con pasión- Y me daba cuenta de que estar con Bella me resultaba fácil,
natural, como si hubiera nacido para ser así. La amaba y la deseaba. Cosas que
nunca creí que fueran tan intensos.

Cerré mis ojos inhalando profundamente, dejando que su dulce esencia llenara
mis pulmones. Dulce. Ya no me resultaba tan duro como antes permanecer cerca
de ella, no después de creer que desaparecería de mi vida para siempre. Mi
concentración entonces pasó hacia su pulso. Aquel hermoso sonido era lo que me
hacia conciente de cuanto la amaba como para apagar la música de su corazón.
Era una de las cosas que adoraba de Bella, el sonido de su sangre corriendo por
sus venas y bañando su corazón. Llevando aquel exquisito néctar a todo su
cuerpo y notándose más en sus mejillas la mayor parte del tiempo. No podía
negarlo, aun sentía algo de sed por ella. Mínima…pero ahí estaba.

-A veces me gustaría poder leer tu mente.- susurró Bella removiéndose entre mis
brazos cuanto se lo permitía el yeso de su pierna. Había rezongado bastante
cuando Carlisle le dijo que tendría que volver a enyesarla a causa de su ‗cita con
James‘ como se bromeaba en la casa. Pero era una broma de la cual no gustaba
recordar.

Yo le sonreí depositando un beso en su cabeza. –Eso solo me recuerda lo mucho


que me frustra no leer la tuya.

-Te reirías. Siempre es lo mismo. Tu, tu y tu.- se estaba ruborizando, pude sentir
su rostro aumentar un poco de temperatura cuando pasé las yemas de mis pedos
por sus mejillas.

-Oh, vamos…debe haber algo mas.- Irónico que yo dijera eso siendo que todo el
tiempo pensaba en ella. Directa o indirectamente cada pensamiento que surgía en
mi mente era de Bella.

-Bueno…nah, olvídalo.- suspiró elevando sus ojos hacia el cielo. Yo no lo hice.


Había visto miles de noches como esta, prefería ver su rostro siendo iluminado
por los nacientes rayos de la luna llena. Hermosa.

-Por favor- le supliqué a su oído, tratando de persuadirla.

-¿Cuánto tiempo mas nos quedaremos en Forks?- resoplé cerrando mis ojos una
vez mas. Frustrado. No tenia que leer su mente para darme cuenta de que había
cambiado de pregunta y no se animaba a la que tenia en su mente.

-Bella- gruñí suavemente. Si tan solo pudiera leer sus pensamientos...


-Sabes que te amo.- susurró tomándome de la mano.

-Y yo a ti.

Bella sonrió y suavemente comenzó a darle besos a las yemas de mis dedos. Algo
dentro mío se sentía diferente ante esa suave caricia. El calor de sus labios y de
su aliento enviaba una ola de cosquillas a mi cuerpo. Quise apartarme cuando me
di cuenta de lo que me ocurría.

Nunca me había permitido pensar en Bella de esa manera. Al menos no


abiertamente. Sabía que la mayoría de los deseos humanos estaba en mi…solo
que permanecieron años escondidos detrás de otros aun mayores.

Pero estaban allí, de hecho Rosalie y Emmett se encargaban siempre de


demostrar que eso era así.

Prefería no pensar en ello. Era algo inconcebible entre Bella y yo. La sola idea de
pensar en eso me generaba tristeza. Era algo que no estaba seguro de poder llevar
a cabo. Estaba aterrorizado de lastimar a Bella. Siempre tenía que prestar tanta
atención antes de aproximarme a ella…no quería ni pensar en estar en aquella
situación…donde lo mas seguro seria que pierda el control. Eso seria
algo…terrible.

-Pero eso no es una pregunta.- puntualicé tratando de entender hacia donde


quería llegar.

-Vas a enfadarte.

-No lo haré.- ¿acaso era tan malo lo que iba a preguntarme?

-Yo...yo me preguntaba por qué te rehúsas a transformarme. A Alice no parece


importarle tanto.- me tensé y Bella se dio cuenta de ello. Ella se apartó primero
de mí y luego yo me acomodé en la banca.

-Bella. Creí que eso no se discutía más. Que era algo terminado.

-¿Terminado?- me dijo bufando. –Jamás lo hablamos, no por lo menos todo lo


que yo quisiera.

-Será mejor que entremos, la noche esta refrescando- dije tomándole de la mano
pero, para mi sorpresa, Bella se apartó de mi.
-¡No! No hasta que me digas por qué no quieres que sea uno de ustedes.- me
dolió verla a los ojos y ver en ellos que realmente sentía lo que decía. Bella
realmente quería ser un…monstruo. ¿Cómo iba a explicárselo? Si nadie en mi
familia entendía mi postura, ¿Cómo podía esperar que ella lo hiciera?

-Bella, es algo complicado. Partiendo por el hecho de que no quiero que


desperdicies tu vida.

-¿Desperdiciarla? No te entiendo- susurró mirándose a sus manos.

-Bella, aun eres demasiado joven como para saber que es lo que querrás en diez
años.

-Te quiero a ti. Te querré siempre. Por siempre.- contestó rápidamente. Volví a
sentarme en la banca. Dándole antes un beso en la frente.

-Bella. Yo no tuve opción. Carlisle escogió entre esta vida para mi o dejarme
morir. No tenía oportunidad alguna de sobrevivir. Y en tal caso, debería haber
muerto…y tú deberías de haber llevado una vida normal.

-¿Te olvidas que si no fuera por tu familia yo no estaría aquí?- me dijo


señalándose el hombro, recordándome al hombre que casi la mata por segunda
vez. Para nuestra suerte, no habría una tercera oportunidad para él.

-No. Bella, ¿Por qué insistes con esto? Tienes toda una vida por delante…tienes
la oportunidad de vivir lo que nosotros no podemos. Puedes casarte, tener hijos,
envejecer.

-¡No!- ahogó un grito. Alzó su rostro hacia mí con sus ojos llenos de lágrimas de
rabia. –No quiero nada de eso ¿acaso no lo entiendes? No me importa…nada
tiene sentido si no es contigo Edward. Solo dime por qué…- la acerqué a mi
pecho. Odiaba verla llorar, y odiaba ser el causante de sus lágrimas. Pero mas me
dolía que quisiera esta existencia con tanta fuerza.

Dolía desear lo mismo que ella y saber que no debía entregárselo. Sabía que era
la única forma en que ambos –y todos- podríamos ser felices, pero también sabía
que no era lo correcto. No podía condenar su alma por mi capricho de querer que
permanezca a mi lado para siempre. Simplemente no podía.

-Bella. Se que no lo entenderás…pero no quiero, no puedo condenar tu alma.-


Bella alzó su rostro confundida.
-¿Qué tiene que ver mi alma en todo esto?

-Mira mi familia y yo tenemos diferentes posturas en cuanto a esta existencia. Al


igual que Carlisle creo en la existencia de un Dios, así como del cielo…y el
infierno. Se que para los humanos hay una vida mas allá de la muerte. Pero no
para nosotros. Bella, nosotros estamos malditos, vivimos eternamente…pero a
cambio de nuestra alma.- Bella analizó mi expresión durante unos instantes.

-¿Solo eso es el problema?- preguntó suavemente. ¿Solo eso? Pregunta ella.


Sabía que no iba a entenderme. Tampoco esperaba que lo hiciera Bella era
bastante cabezota.

-Si, ese es EL problema. Es la razón por la que no voy a dejar que Carlisle te
transforme.

-¿Carlisle? ¿Quién dijo algo de él?- Bella sonrió nerviosamente, de seguro a


causa de la expresión de perplejidad de mi rostro.

-¿Entonces?- temí hacer esa pregunta. Temí su respuesta.

-Bueno…yo…quería que lo hicieras tú- me contestó dejando que su cabello


cayera como una cortina entremedio de nosotros. Esta charla se estaba yendo de
control.

Después de que terminara de decir aquello me recliné contra el respaldo de la


banca, cerrando mis ojos. Indirecta o directamente Bella me estaba pidiendo que
fuera yo quien acabase con su vida humana. Comenzaba a sentirme aturdido ante
la inminente batalla interna que se me sobrevenía.

-Bella, eso es algo…imposible. No soy tan fuerte como crees.- murmuré.

-Si lo eres. Tengo pruebas de ello.- abrí mis ojos para ver a Bella pasando su
mano por el hombro donde James le había mordido. –Es solo que…todo seria
más fácil para nosotros y para nuestra familia.

Me acerqué a ella tomando su suave y frágil rostro entre mis manos. Clavé mi
mirada en sus ojos un buen rato. No quería seguir hablando de esto, no ahora que
me encontraba con distintas emociones dentro de mí. Recordé lo que Alice me
había dicho en una ocasión. Nuestros instintos eran bastante potentes para los
humanos, así que aunque estuviera mal traté de que Bella se olvidara del tema.
-Bella, por favor- susurré mirándola a los ojos y enviando mi aliento a su rostro.
–No ahora…te prometo que lo hablaremos después.- había funcionado. Los ojos
de Bella se veían débiles mientras comenzaban a cerrarse. Bella se inclinó más
hacia mí y las comisuras de mis labios se extendieron antes de besarla
dulcemente.

Otro día me preocuparía por la batalla interna entre lo correcto y lo que deseaba.
Ahora me concentraría de disfrutar de lo que tenía en mis manos; al amor de mi
existencia.

--

Jasper POV

Alice estaba recostada a mi lado en el sofá de nuestra habitación.


Repentinamente me había sentido invadido por unas ganas enormes de estar a su
lado y simplemente disfrutar de su cercanía. Entonces escuché la suave risa de
Bella. Su habitación estaba ubicada justamente debajo de la nuestra y le había
pedido a Edward que se sentasen en el bacón a observar el atardecer. Quizás de
ahí provenía aquella sensación que me invadía.

Permanecíamos allí echados en los brazos del otro mientras escuchábamos en


silencio la charla de Edward y de Bella. La cual no había terminado en ningún
punto en particular, o por lo menos con alguna respuesta firme para Bella.
Edward estaba equivocado si se pensaba que Bella se conformaría con un aplazo
de la charla y se olvidaría de ella. Estaba seguro de que le atosigaría con su idea
de ser trasformada hasta que consiguiera su cometido.

Bella era bastante terca. Al igual que él. Sin duda estaban cortados por la misma
tijera.

Antes de que Bella apareciera en nuestras vidas Edward era feliz...pero no a este
nivel. Era extraño verle sonreír con tanta amplitud o escucharle tocar melodías
románticas y apasionadas en su piano. Realmente debíamos de dar gracias a Dios
por habernos enviado a aquel ángel. Había echo maravillas en nuestra familia.

Desde el día en que casi muere a manos de James –hacia pocos días- toda la casa
había cambiado. Todos éramos conscientes de que Bella parecía ser una especie
de amuleto para atraer la mala suerte. Estábamos de acuerdo de que todo esto no
tendría un buen final...a menos que...Bella obtuviera lo que tanto quería. En la
que más había notado el cambio fue en Rosalie.
Creí que nunca daría su brazo a torcer con ella, pero después de que casi la
perdemos ya no le siento celosa o embroncada con Bella. ¿Quién sabe? Quizás
con un poco más de tiempo lleguen a ser tan buenas hermanas como con Alice. A
menos que claro, supiera lo que Bella quería para su futuro. Eso seria regresar las
cosas a como estaban años atrás y quizás peor.

Rosalie no se lo perdonaría jamás y menos si Carlisle accede a hacerlo. De todos


nosotros, ella es la que mas se resiste a nuestra naturaleza...y si Bella
desperdiciaba la oportunidad de tener la vida humana que Rose nunca
tuvo…simplemente las cosas no se pondrían nada agradables entre ellas dos.

Edward amaba a Bella, con todas sus fuerzas. Eso lo veía y lo sentía. Por eso
mismo no podía entender por que no accedía a transformarla. Yo no podría
imaginar una vida sin Alice. No entendía como él podía pensar en mantenerla
humana. ¿Que ganaría con ello? Bella algún día moriría, tarde o temprano. ¿Qué
era lo que haría ahí? ¿Por qué le era tan importante su alma?

Éramos seres inmortales...el alma no nos servia de nada, era la entrada un lugar al
cual teníamos muy pocas posibilidades de ir. ¿Acaso no le gustaba la idea de
pasar una eternidad con Bella? a mi me parecía simplemente perfecto, mientras
Alice me quisiera, claro.

Nunca le entendería. Pero algo dentro de mí me decía que Bella no duraría


mucho como humana, por alguna razón o por otra...seria como nosotros.

Sentí los labios de Alice rozándome el brazo.

-¿Estas bien Jazz?

-Si. Solo pensaba.

-¿De enserio?- me preguntó abriendo sus ojos como si estuviera sorprendida,


mientras una hermosa y burlona sonrisa se cruzaba por sus labios.

-Muy graciosa, Alice.- susurré dándole un beso en la frente. –Pensaba en Edward


y en Bella. Realmente se ven lindos juntos.

-Lo se.- me sonrió. Alice era la que mas entusiasmada estaba con todo esto. Era
la única que no pensaba en la posibilidad de que pudiera salir algo mal. Siempre
anteponía las pequeñas alegrías a los grandes problemas. Realmente era una
persona excepcional y esa era una de las tantas cosas por las que la amaba. –y va
a transformarla. Lo veo. Solo que le tomara un poco mas de tiempo.
-Edward es feliz...me molesta que no vea que Bella realmente quiere dejar todo
por él. Seria más feliz de lo que es ahora.

-Solo necesita tiempo, Jazz. Solo trata de aplazar algo que todos sabemos que
sucederá- me sonrió.

-¿Sabes que es lo que siento la mayoría de las veces cuando estoy cerca de ellos,
además de amor?- Alice me sacudió su cabeza negando. –De parte de Edward
siento esperanza.

-¿Esperanza?- me preguntó Alice alzando una ceja.

-Aun no estoy seguro de que...pero quizás es esperanza de que de alguna forma


todo resulte bien para ambos. De que ambos puedan de alguna forma encontrar la
felicidad.

-Y lo harán.- susurró con una sonrisa.

-¿De verdad lo crees? No veo como, Edward no quiere saber nada con
transformar a Bella.

-Puede no quererlo ahora…pero el tiempo le hará ver que es lo mejor para


ambos. Es la única forma en la que pueden ser felices por siempre…

Alcé una ceja. -¿Cómo lo sabes?

-No lo se- susurró dándome un beso en la frente. –Lo vi.

FIN

Potrebbero piacerti anche