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Pero recordemos que la enseñanza digital tiene sus límites. Permite recibir una
elevada orientación teórica, pero en la práctica, solo instrucciones. El acceso a la
corrección/retroalimentación inmediata desaparece, casi como el propio contexto
escolar. En consecuencia, las diferencias socioeconómicas se agravan:
"Una de las fallas del actual sistema educativo en cuarentena es que resalta la
diferencia de acceso a la educación a distancia por parte de muchos estudiantes.
También sé de profesores que son por horas que no tienen los recursos
suficientes para pagar una buena conexión a internet o les falta un equipo de
cómputo propio.
Es ahí donde el profesorado intercede, porque en una docencia digital, el guía debe
conocer los medios disponibles para comunicarse con sus alumnos. Mantenerse
interesado en la vocación, e informarse de las nuevas tecnologías, para
posteriormente trasladar tal saber al usuario:
“El trabajo del docente en el nivel preescolar inmiscuye mucho contacto visual y
atención personalizada por la edad de los niños. Los retos han sido grandes para
los docentes y para los papás durante este tiempo; desde niños que no tienen
internet o dispositivos para ver las clases, como papás que no saben utilizar las
plataformas. La tecnología puede ser un instrumento muy valioso, pero también
una barrera de aprendizaje. Por ello, he tratado de mantener una buena
comunicación con mis alumnos, haciendo mis clases lo más interactivas y lúdicas
posibles, ya que por la edad de mis niños su periodo de atención es muy corto”,
aporta Melissa Navarro, docente de preescolar.
“Ha sido muy pesado para mi hija no hacer sus actividades diarias fuera de casa,
aunque ella todavía no va al kínder, le cuesta trabajo entender por qué no salimos.
Le tratamos de explicar a través de juegos, no había de otra y lo asimiló muy bien.
Ahora a ella le encanta ponerse su cubre bocas y su alcohol en las manos”,
comparte el doctor Rodrigo Esparza, padre de una niña de 3 años.
“Como papás, nuestra primera obligación con nuestra hija pequeña y su
desorientación es explicar la situación: qué es este virus, la razones por las
cuáles no puede salir, el por qué toda su vida cambió de golpe, por qué no
puede ir a la escuela, por qué no puede estar con sus amigos. En segunda, se
necesita tener paciencia de las necesidades que ella tiene al estar aquí
encerrada, ya que al cambiar su escenario cambian sus necesidades. Tratamos
de respetar las rutinas y los horarios lo más acorde a lo que vivía antes: levantarse,
arreglarse, desayunar, hacer tarea, sus espacios libres, música,
pintura, hora del baño, hora del juego. Además es importante que todo tiempo
hagamos cosas nuevas, actividades que la hagan sentir consentida y protegida
emocionalmente para que no extrañe tanto la escuela”, confían Daniela Ugalde y
Jonathan Pensado Servín, padres de una niña de 3 años.
Educación emocional
“Este virus vino a sacar lo peor y lo mejor de nosotros como sociedad. Es decir,
desde muestras de solidaridad, de compresión y de entendimiento de la situación
actual, de sacrificar el contacto con nuestros seres queridos en pro de un bien
común, a muestras de egoísmo, de ‘a mí no me va a pasar nada, todos son
susceptibles, menos yo’, aquellos que se siguen saludando, se siguen
aglomerando, o los que cometen actos de violencia.
“La pandemia por sí misma vino a generar ciertos problemas, pero a destapar unos
que ya estaban ahí y no queríamos ver. Pero ese es el primer paso, darte cuenta,
para posteriormente trabajar en ello.
“Los seres humanos somos en esencia seres sociales, necesitamos del otro para
ser, también considero que es una de las grandes causas que se pudieran
presentar en torno a los problemas de salud mental. Y justamente es ahí el área de
oportunidad para poder hacerle frente a esta situación, es decir, no vamos a poder
solos, necesitamos de la ayuda de otros, de la empatía, compresión, el simple
hecho de que alguien esté ahí ”, recomienda Murrieta.