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Indice

Editorial: Todo pasa....................................................................... 1


Compendio de verdades oportunas que se oponen a los
errores contemporáneos - II. La estructura de la Iglesia.......... 3
El dulce nombre de María y la liberación de Viena (1683)....... 19
Julio Melones Espolio
Utilidad de las tentaciones......................................................... 27
P. José María Mestre Roc
Fray Juan Gilabert Jofré.............................................................. 32
Rvdo. D. Eduardo Montes
Crónica de la Hermandad en España......................................... 34
La primavera del postconcilio.................................................... 37
L. Pintas
Foto de portada: Los sacerdotes de la Casa San José (de izquierda a derecha): P. José Ramón
García Gallardo, P. Luis María Canale, P. Philippe Brunet (actual Superior), P. José María Jiménez,
P. Anselmo Ettelt y P. Carlos Mestre.

Le recordamos que la Hermandad de San Pío X en España agradece todo tipo de ayu-
da y colaboración para llevar a cabo su obra en favor de la Tradición. Los sacerdotes de
la Hermandad no podrán ejercer su ministerio sin su generosa aportación y asistencia.
NOTA FISCAL
Los donativos efectuados a la Fundación San Pío X son deducibles, en un 25 %, de
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Catecismo
católico de la crisis
en la Iglesia
P. Matthias Gaudron, fsspx

Esta obra es un auténtico


compendio sobre la crisis que
atraviesa la Iglesia a raíz del
Concilio Vaticano II. Con su es-
tructura en forma de pregun-
tas y respuestas, aclara de for-
ma particularmente luminosa
la ruptura de las innovaciones
conciliares con la doctrina ca-
tólica.
Y ofrece argumentos sencillos, nítidos y limpios sobre
materias tan importantes como:
- la fe
- el magisterio de la Iglesia
- el Concilio Vaticano II
- la libertad religiosa
- el ecumenismo
- la nueva misa
- el sacerdocio católico
- los sacramentos
- la Hermandad San Pío X
El Catecismo católico de la crisis en la Iglesia es un instru-
mento ágil y seguro en el combate doctrinal por la restau-
ración de la fe y de la Tradición en la Iglesia.

Pueden hacer su pedido a nuestra dirección.


Precio: 16 €
Capillas de la Hermandad San Pío X en España
Madrid Oviedo
Capilla Santiago Apóstol Capilla de Cristo Rey
C/ Pérez de la Sala, 51
 C/ Játiva, frente al nº 8
Metro: Pacífico, salida Dr. Esquerdo. Viernes anterior al 3er domingo,
Bus: 8, 10, 24, 37, 54, 56, 57, 136, 140 y 141 misa a las 19’00 h.
Domingos: 10 h.: misa rezada Sábado siguiente, misa a las 11 h.
12 h.: misa cantada. Más información: 984 18 61 57
Laborables: 19 h.
(20 h. en julio y agosto) Palma de Mallorca
Capilla de Santa Catalina Tomás
Barcelona C/ Ausías March, 27, 4º 2ª
Capilla de la Inmaculada Concepción 4º domingo de cada mes,
C/ Tenor Massini, 108, 1º 1ª misa a las 19 h.
Domingos: misa a las 11 h. Más información: 971 20 15 53
Viernes y sábados: misa a las 19 h.
Más información: 93 354 54 62 Santander
3er domingo de cada mes,
Córdoba misa a las 12 h.
C/ Angel de Saavedra, 2, portal B, 2º izq.
Lunes siguiente al 1er domingo, Valencia
misa a las 19 h. C/ Pizarro, 1, 3º, pta. 12
Más información: 957 47 16 41 3er domingo de cada mes,
misa a las 11 h.
Granada
Capilla María Reina
Pl. Gutierre de Cetina, 32 Vitoria
Autobús: 7 Capilla de los Sagrados Corazones
1 domingo de cada mes,
er Pl. Dantzari, 8
misa a las 11 h. 3er domingo de cada mes,
Sábado precedente, misa a las 19 h. misa a las 19 h.
Más información: 958 51 54 20
Murcia También se celebran
Sábado anterior al 1 domingo de mes,
er misas en: Salamanca,
misa a las 11 h. Tenerife y Las Palmas de
Más información: 868 97 13 81 Gran Canaria.

Para cualquier tipo de información sobre nuestro apostolado y


lugares donde se celebra la Santa Misa, pueden llamar al 91 812 28 81
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Editorial
Todo pasa

E
n las últimas Témporas de Adviento, diciembre 2013, el diácono José María
Jiménez Maroto recibía la ordenación sacerdotal en el seminario argentino
de la La Reja. Un hecho común a muchos otros diáconos de la Hermandad
Sacerdotal de San Pío X pero que para nosotros, españoles, se ve cargado de un
significado especial. La historia de la obra de Monseñor Lefebvre en España es
una sucesión de hechos que encierran incomprensión, dolor, desconfianza y tris-
teza a lo largo de los años transcurridos desde 1978 hasta nuestros días. El miedo
de tantos y tantos católicos que a pesar de su perplejidad frente a los desvaríos
y sinrazones de numerosos hombres de Iglesia no se atreven a apoyar la obra
santa de la Hermandad por miedo a incurrir en desobediencia y lealtad a la Je-
rarquía católica. La cerrazón y ceguera de los Prelados que se obstinan en no ver
la autodestrucción y la autodemolición de la Iglesia. La prensa escrita y hablada
de los distintos medios de comunicación social que a través de artículos y comen-
tarios, sembrados de ignorancia, crean una opinión de condena a la obra de la
Tradición. Precisamente por todos estos motivos la ordenación sacerdotal del
diácono madrileño José María Jiménez ha supuesto para los fieles españoles un
estímulo y una fortaleza. Alguien de los nuestros, un español, llega para cumplir
con el ministerio sacerdotal en estas tierras nada fáciles, nada aparentemente
alentadoras, para decirnos que el trabajo de tantos años no ha sido estéril. Los
comentarios agoreros quedan atrás. El dolor y la soledad quedan atrás. Seguimos
con ilusión y fe hacia delante. Todo pasa.
El año 1999 fue ordenado en el Seminario de Ecône (Suiza) el joven Juan Mª
de Montagut, catalán y hondamente español. Ha permanecido entre nosotros casi
quince años, siendo los cuatro últimos Superior de la Casa Autónoma de España
y Portugal. Nombrado Superior de Sâo Paulo, Brasil, ha partido para aquellas
tierras americanas con aceptación total del mandato de su Superior General y
con el propósito firme de continuar su acción sacerdotal en aquellas tierras del
Nuevo Mundo. Aquí deja a su familia, amigos personales, fieles en general, mu-
chos jóvenes que han encontrado en él apoyo, seguridad y fuerza para vivir y dar
testimonio de su fe. Tantas y tantas realidades que forman ya parte de su historia
y de la historia de todas esas personas. Pero… primero Dios, primero Dios. Hay
que cumplir con la misión encomendada. Personas, acontecimientos, recuerdos…
Todo pasa.
El 10 de marzo del corriente año, 2014, llegó a la Sede de la Hermandad de San
Pío X, como nuevo Superior, el Padre Felipe Brunet, francés, Superior hasta ahora
en Toulouse y que también ejerció su ministerio en Saint Nicolas du Chardonnet,
París. Llega con fervor y deseos de trabajar por la Santa Iglesia aquí en España,
con fervor y deseos de poner a disposición de todos nosotros su ministerio sacer-
2 Editorial: Todo pasa
dotal. Desde 1978 son muchos los sacerdotes de la Hermandad que han dejado
su huella en estas tierras, su palabra, su acción. Cuando parecía que todo iba a
sucumbir frente a la acción demoledora de la fuerza del Rin desembocando en el
Tíber, una serie de apóstoles de la Tradición, de la verdad de siempre, se hicieron
presentes entre diversos grupos de católicos para proclamar con más fuerza que
nunca: Jesucristo ayer, hoy y siempre. Para proclamar que la verdad inmutable
de la Tradición, para manifestar que la luz de la Tradición no pueden fenecer,
sencillamente porque Nuestro Señor es esa Verdad y esa Luz. La presencia de un
Padre francés como Superior de la Hermandad en España pone en evidencia el
carácter católico de nuestra santa religión. Más allá de afinidades personales, de
subjetivismos y de tendencias nosotros, los fieles, damos gracias a Jesús, nuestro
Salvador, por la presencia sacerdotal de este ministro del Señor que viene a cum-
plir la misión que se le ha encomendado aquí, en España, para gloria de Dios y
bien de nuestras almas. Lo que queda atrás, queda atrás. Miremos sólo al camino
que nos queda por recorrer. Todo pasa.
Ahora tenemos como objetivos que hay que cumplir la futura iglesia de Madrid,
ya en construcción, el nuevo asentamiento de las Siervas de Jesús Sacerdote y del
Corazón de María y la nueva capilla en Lisboa (un local restaurado y remozado)
que acogerá a los fieles portugueses de la Tradición y a todos los que deseen allí
asistir. Detrás de estas líneas se esconden muchos esfuerzos, algunos sinsabores,
problemas y varias incertidumbres que constituyen en sí la hermosa lucha por la
defensa y el mantenimiento de la santa Tradición. Mas no importa lo que se ha
sufrido y trabajado, lo único que cuenta es mantener en todo esto, en este combate
y esfuerzo, una fe encendida y una esperanza sin límites en la Providencia divina.
Sólo la caridad no muere. Todo pasa.
Ni triunfos humanos ni glorias de este siglo. La gracia divina, la Providencia
divina nos ha movido a todos los que hemos emprendido este esfuerzo, más que
humano, a comprender que la meta que debe poner en tensión nuestra potencia,
interior y exterior, es la meta del honor de Dios, la gloria de Dios, el amor de nues-
tro Señor Jesucristo y de su santa Iglesia. Por ello nos movemos sabiendo a ciencia
cierta que todo lo demás es transitorio, meros medios, circunstancias que ayudan
pero que desaparecen. Nos esforzamos y esperamos solamente que se repita en
nuestras almas aquella invitación que aparece en el capítulo 3 del Apocalipsis, en
la carta a la iglesia de Laodicea: “Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno
escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”. Lo
demás no importa. Nuestra lucha encuentra aquí su fundamento y su plena justi-
ficación. Todo pasa. m
Compendio de verdades oportunas
que se oponen a los errores
contemporáneos (II)
II. LA ESTRUCTURA DE LA IGLESIA

Continuamos con el Catecismo o Compendio de verdades oportunas contra los errores


contemporáneos, escrito por Mons. Antonio de Castro Mayer, dividido en 8 capítulos: 1.
Sobre la liturgia; 2. Sobre la estructura de la Iglesia; 3. Sobre métodos de apostolado;
4. Sobre la vida espiritual; 5. Sobre la moral nueva; 6. Sobre racionalismo, evolucionismo y
laicismo; 7. Sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado; y 8. Sobre cuestiones políticas,
económicas y sociales. Publicamos el apartado nº 1 sobre la liturgia.

NOTA IMPORTANTE: Con el símbolo l se presentan las proposiciones falsas o al menos


erróneas y con el símbolo « las proposiciones ciertas.

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l Dentro de la Diócesis, el único intér- « La interpretación de los actos Pon-


prete de los actos de la Santa Sede es el tificios pertenece sólo a la Santa Sede.
Obispo Diocesano. De manera que los Ninguna otra interpretación, por res-
fieles o los simples sacerdotes jamás se petable y docta que sea, puede impo-
pueden apartar de esta interpretación. nerse como oficial y única.

EXPLICACIÓN
«Sobre el Magisterio Eclesiástico, enseñad que, siendo el Magisterio Pontificio
infalible, y el de cada Obispo, aunque sea oficial, falible, es posible a la humana
fragilidad de uno u otro Obispo caer en error: y la Historia registra algunos de esos
casos, que producen, como es claro, las más peligrosas consecuencias. Esto no obs-
tante, no se puede dejar de enseñar a los fieles cómo deben obrar en tales contingen-
cias. En esas circunstancias tan dolorosas, el primer deber de los fieles es mantener
todo el respeto a la persona sagrada del Pastor que les fue dado por la Providencia
y acatar filialmente sus órdenes en todo cuanto no se oponga a la fidelidad directa y
más alta que deben al Vicario de Cristo». (Directrices)

15

l La unión de los fieles con el Papa se « El Obispo tiene magisterio ordinario,


efectúa en la persona del Obispo. Quien de suerte que los fieles deben recibir sus
4 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
sigue enteramente las opiniones de su enseñanzas como la expresión fiel del
Ordinario, puede estar cierto de que se pensamiento de la Iglesia. Este magis-
está conformando absolutamente con terio oficial, por disposición de Jesu-
el pensamiento de la Santa Sede. cristo, cuando se ejerce aisladamente,
no es infalible. Por consiguiente, los
fieles no pueden someterse lo mismo al
magisterio del Obispo que al del Papa,
aunque deban, en la justa medida, res-
peto y obediencia a unos y a otros.

EXPLICACIÓN
No pierdan ocasión de inculcar verdadera devoción al Santo Padre el Papa, y, en
grado menor, al Obispo Diocesano.
En este punto es preciso evitar cierta
tendencia que, con el laudable deseo de es-
trechar los lazos de caridad entre las ovejas
y el Pastor local, presenta una tal idea del
Obispo que le confiere una especie de infa-
libilidad y le coloca casi al lado del Santo
Padre, el cual en este concepto no pasaría
de un simple fiscal de los Obispos. Enseñad
en esta materia de las relaciones entre el
Papa y los Obispos la doctrina exacta.
Nuestro Señor Jesucristo instituyó en
la Iglesia una sola Jerarquía de gobierno,
compuesta de dos grados armónicos: El
Papa, y a él subordinados, los Obispos (ca-
non 108, 39). La unidad de esta Jerarquía
es noción indispensable para que los fieles
se sepan situar ante ella. Viéndola como un
solo todo que tiene en la cúspide al Sobera-
no Pontífice, fuente de toda jurisdicción en
la Iglesia, considerando en la misma pers-
pectiva a los Obispos y al Papa, el fiel tribu-
tará a todos ellos el respeto, la veneración y «Creemos que cuando el Apóstol Pablo dirigió
reproches a Pedro, conservaba y manifestaba
el amor que se les debe. hacia el jefe de la Iglesia el afecto y el respeto
En esta perspectiva, conviene recordar que le son debidos. San Pablo estaba al mismo
que la plenitud del poder la tiene el Roma- tiempo con Pedro, jefe de la Iglesia, que en el
Concilio de Jerusalén había dado prescripcio-
no Pontífice, que tiene jurisdicción directa e nes claras, y contra Pedro que, en la práctica,
inmediata sobre los Obispos y los fieles. La actuaba en contra de sus propias instruccio-
nes». (Monseñor Lefebvre)
jurisdicción de los Obispos, sucesores de los
Apóstoles, se ejerce en armonía con la jurisdicción pontificia y con dependencia de ésta.
Este es el cuadro normal de la Iglesia. Querer inculcar una devoción al Papa
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 5
enteramente diversa y hasta opuesta a la devoción al Obispo, y viceversa, pretender
inculcar una devoción al Obispo diversa y opuesta a la devoción al Papa, sería negar
implícitamente la unidad armónica de la Jerarquía.
Amemos con extremada caridad al Papa y al Obispo, a cada cual según la posi-
ción y en la medida de los poderes que Nuestro Señor Jesucristo los confirió.
Los fieles más devotos de su Obispo — y todos los católicos deben serlo— no va-
cilarán en mostrarse respetuosísimos con la Suprema Autoridad del Romano Pon-
tífice, en toda la extensión en que ésta le fue dada por el Fundador de la Iglesia».
(Directrices)

16

l La inscripción de los fieles en las or- « La Iglesia es, por institución divina,
ganizaciones de Acción Católica les una sociedad desigual, en la que hay
confiere una participación en el man- una parte docente y otra discente, Je-
dato apostólico y en las funciones je- rarquía y súbditos. Los miembros de
rárquicas que les hace capaces de un las organizaciones de la Acción Católi-
apostolado específicamente sacerdotal. ca pertenecen enteramente a la catego-
ría de súbditos, a la Iglesia discente. No
tienen, por consiguiente, parte alguna
ni en la función docente ni en el poder
jerárquico. Sus actos son lo mismo que
los de cualquier fiel.

EXPLICACIÓN
El mandato conferido por Nuestro Señor Jesucristo a los Apóstoles y a sus su-
cesores tiene por objeto todo lo que se relaciona con la salvación de las almas. De
este mandato, que lleva consigo el poder de gobernar, enseñar y santificar, parti-
cipan, en el sentido verdadero y propio de la palabra, los miembros de los varios
grados de la jerarquía. El laicado no es susceptible, como tal, de recibir parte del
poder jerárquico. Asi, participa en los trabajos de la jerarquía y colabora con ella.
Pero, evidentemente, no participa de sus poderes. Así, cuando un padre enseña el
catecismo a sus hijos, o un Catequista autorizado difunde la enseñanza religiosa,
no hay propiamente en ningún sentido, una participación en el poder docente de la
Iglesia. El padre y el catequista son colaboradores de la jerarquía pero pertenecen
enteramente a la Iglesia discente. Todos los documentos de la Santa Sede sobre la
Acción Católica consideran la materia de esta manera, como es natural, pues éste es
el modo que se ajusta a la divina institución de la Iglesia.
Es lo que dice Pío XI en su discurso a los periodistas católicos del 26 de julio
de 1929: «Los periodistas católicos son de esa manera preciosos portavoces de la
Iglesia, de su Jerarquía, de sus enseñanzas: por consiguiente, los portavoces más
nobles, más elevados de cuanto dice y hace la Santa Madre Iglesia. Desempeñando
6 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
esta función, la prensa católica no pasa por eso a pertenecer a la Iglesia docente;
ella continúa en la Iglesia discente y, sin embargo, no por eso deja de ser en to-
das las direcciones la men-
sajera de la disciplina de
la Iglesia docente, de esta
Iglesia obligada a enseñar
a las naciones del mundo»...
Cabe aquí una obser-
vación, cuya importancia
jamás sería exagerado en-
carecer. Si, de un lado, los
documentos pontificios
censuran diversos errores
que han surgido relativos a
la Acción Católica, por otra
parte manifiestan el mayor Una tentación que fácilmente acecha al laicado católico es, en
palabras, de Mons. Lefebvre, «la superestimación de la acción del
empeño en conservar y pro- laicado. Se la pone en la balanza con la acción del sacerdote, que
mover esta Asociación. quizás no siempre alcanza el mismo resultado brillante sobre el
plan exterior. La facilidad, sobre todo en estos jóvenes, de ver las
No hay contradicción simples y sinceras felicitaciones venidas de la Jerarquía como una
entre una actitud y la otra. suerte de investidura suprema que lo consagra (al laicado) salva-
Si la Santa Sede corrige dor de la situación, que detenta carismas especiales, lo cual lo
conduce a veces, excitado por el orgullo, por el acuerdo tácito de
exageraciones peligrosas tal o cual superior, por la adulación de sus amigos, por los aplau-
concernientes a la Acción sos de la muchedumbre, a adoptar actitudes de independencia
hacia toda disciplina».
Católica, es precisamente
porque desea para ella un recto y efectivo desenvolvimiento. En esta posición de
equilibrio deben mantenerse igualmente los que se dedican a esta materia.

17

l La Acción Católica y el clero Diocesa- « En la Iglesia se distingue el estado


no son organizaciones establecidas por sacerdotal como específicamente supe-
la Iglesia y como tales ejercen un apos- rior al estado de los seglares. A su vez,
tolado oficial; las Congregaciones Reli- el estado religioso también es superior
giosas y demás Asociaciones son insti- al estado de los seglares. Así, el aposto-
tuciones particulares, aprobadas por la lado sacerdotal es superior a todos los
Iglesia y ejercen un apostolado oficioso. demás. Y el apostolado de los religiosos
es superior al de los seglares

EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada coloca el apostolado de los seglares de la Acción Cató-
lica en un plano oficial y el apostolado de los religiosos en un plano simplemente
oficioso y, por tanto, inferior, lo que contraría el orden de los valores.
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 7
18

l Como consecuencia de la participa- « La participación en el apostolado


ción que confiere en el apostolado je- jerárquico que el Santo Padre Pío XI
rárquico la inscripción de los seglares expuso en la definición de la Acción Ca-
en la Acción Católica, les da una gracia tólica no da a los seglares un estado es-
de estado que hace su apostolado, sólo pecial en la Iglesia, distinto de aquel en
por esto, más eficaz que el ejercido por que quedarían los demás fieles que no
los miembros de otras asociaciones. perteneciesen a las Asociaciones funda-
mentales de la Acción Católica. Así, la
inscripción de una persona en la Acción
Católica no da gracia específicamen-
te diferente de la que tienen los demás
seglares inscritos en otras asociaciones
de apostolado.

«Que los responsables y los militantes de la Acción Católica tengan ese deseo ardiente de crear ám-
bitos favorables a la gracia y, por consiguiente, a la acción sacerdotal, a la acción de los sacramentos.
El Señor tardó siglos en preparar el «fiat» de María. Toda la historia del pueblo elegido prepara a esta
criatura excepcional que será la verdadera Arca de la Alianza. ¡Con paciencia y confianza ayudemos
a las almas a convertirse a Dios! Las gracias actuales en nosotros y en nuestra oración, hecha bajo la
inspiración de su Espíritu, ayudarán a los corazones, disponiéndolos a la conversión con suaves in-
vitaciones interiores. Cuanto más dejemos actuar en nosotros la virtud de la oración de Cristo, más
eficacia tendrá nuestra oración y más abundantes serán las gracias de vida divina. Nuestra preocu-
pación constante y diaria debe consistir en «santificarnos para santificar a los demás». «Yo de muy
buena gana me gastaré y me desgastaré hasta agotarme por vuestra alma» (II Cor. XII, 15). Que tales
sean nuestras disposiciones, siendo como somos miembros del Cuerpo vivo de Jesucristo» (Mons.
Lefebvre). En la fotografía, Mons. Lefebvre con los monaguillos en Dakar, 1948.
8 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada supone un estado intermedio entre la Iglesia docente
y la Iglesia discente. Se daría entonces una gracia propia de estado más eficaz en sí
misma que la de los simples miembros de la Iglesia discente.

19

l Las organizaciones fundamentales « Las Congregaciones Marianas y las


de la Acción Católica son aprobadas y otras Asociaciones que, como ellas, tie-
fomentadas por la Santa Sede. Las de- nen forma y fin de apostolado, son Ac-
más asociaciones —Apostolado de la ción Católica con pleno derecho. Las
Oración, Hijas de María, Congregacio- demás Asociaciones son providenciales
nes Marianas, etc.— son apenas tolera- auxiliares de la Acción Católica, y deben
das. Según la mente de la Santa Sede ser fomentadas por los grandes servi-
deben desaparecer poco a poco. cios que pueden prestar a la Iglesia.

EXPLICACIÓN
El Santo Padre Pío XII ha enseñado hasta la saciedad, y, más solemnemente,
empeñando su palabra de Pastor Supremo, en la Constitución Apostólica Bis Sae-
culari die, de 27 de septiembre de 1948 (A. A. S., v. 40, pág. 393 ss.), que la Acción
Católica no puede ser organizada a la manera “estandardizada” y totalitaria de los
Estados modernos. Por esto, en el mismo plano en que se desenvuelven las organi-
zaciones fundamentales de la Acción Católica, coloca las Congregaciones Marianas
(1) y otras Asociaciones con fines y forma de apostolado, multiformes en su espíri-
tu, constitución y actividad. Y por ese mismo motivo se complace el Pontífice en la
exuberante abundancia de las demás asociaciones religiosas.

20

l Es tal la naturaleza jurídica de la Ac- « Estando la Acción Católica colocada


ción Católica que la ceremonia de ad- enteramente en las filas de la Iglesia
misión de sus miembros sólo puede ser discente, sus miembros deben ser reci-
presidida por el Obispo o por un dele- bidos normalmente por el Párroco o el
gado suyo. Padre Director de la Asociación.

(1) Estas constituyen «forma eximia y peculiar de Acción Católica», escribió el Santo Padre en la
Carta Apostólica Omnibus qui, del 2 de Julio de 1953, al Director del Secretariado Central de las CC.
MM. En este mismo documento dice el Sumo Pontífice: «Como ya amonestamos (a las Congrega-
ciones) una vez constituidas deben decirse “ipso iure et pleno iure” Acción Católica y serán tenidas
en el mismo orden como las demás formas de Acción Católica». Y más adelante agrega: «Las Con-
gregaciones, que no necesitan de ninguna nueva misión, de ninguna otra asociación, para que
bajo la dirección de los Pastores Sagrados, puedan ejercer el apostolado omnímodo, no ya apenas
el privado, sino en los que la Iglesia les encomiende» (Cfr. Catolicismo nº 33, septiembre de 1953).
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 9
EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada sería verdadera si la Acción Católica formase un grado
intermedio entre la Iglesia docente y la Iglesia discente.

21

l Es tal la naturaleza jurídica de la « Perteneciendo la Acción Católica a


Acción Católica que el Consiliario ecle- la Iglesia discente, está sujeta entera-
siástico no ejerce sobre ella ninguna mente a la autoridad del Obispo, cuyo
autoridad, a no ser en caso negativo, en representante oficial es el Consiliario
que puede poner veto a las deliberacio- eclesiástico. La autoridad de éste se
nes de la Directiva, cuando contengan ejerce no sólo en el sentido de prohibir
alguna cosa contra la fe o las costum- lo que sea contrario a la fe y a las cos-
bres. Toda la autoridad pertenece a los tumbres, sino también en el sentido de
propios seglares que tienen en el sacer- gobernar toda la actividad social. En la
dote apenas un director de conciencias. Acción Católica, como en otras Asocia-
ciones, el Consiliario eclesiástico ejerce-
rá esas funciones con caridad y con la
consideración que los seglares merecen
y tendrá en cuenta la valiosa experien-
cia de éstos.

EXPLICACIÓN
Si el sacerdote tuviese sobre la Acción Católica el mero poder de veto, práctica-
mente escaparía ella al poder del propio Obispo. Por otro lado, la sentencia impug-
«Es muy importante volver a
los auténticos principios de
la acción católica. En primer
lugar la piedad. Antes que
nada, rezar y pedir la gracia
a Dios. Luego, estudiar las
enseñanzas de la Iglesia para
obrar según los principios de
una acción realmente católi-
ca. Este es el orden normal.
San Pío X continúa: «Muchos
ejemplos luminosos de éstos
por parte de los soldados
de Cristo, tendrán más valor
para conmover y arrebatar
las almas que las exquisitas
disquisiciones verbales: y
será fácil que, rechazado el
miedo y libres de prejuicios
y de dudas, muchos vuelvan
a Cristo y difundan por do-
quier su doctrina y su amor; todo esto es camino para una felicidad auténtica y sólida» (Mons. Lefeb-
vre). En la fotografía, Mons. Lefebvre bendice una imprenta en Dakar, 1955.
10 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
nada sólo se justificaría en la hipótesis de constituir la Acción Católica algo especí-
ficamente superior a la Iglesia discente, en condición paralela a aquella en que se
encuentran los simples Sacerdotes (2).

22

l Siendo típico de la Acción Católica el « El apostolado en el medio ambiente


apostolado en el medio ambiente, esto es obligación de todos los fieles. Para
es, en las Universidades, cuarteles, fá- dirigir el apostolado de los fieles fue
bricas, etc., y no perteneciendo el sacer- instituida por Jesucristo la Sagrada
dote a esos medios, es él incapaz de diri- Jerarquía. Sus miembros, por la gracia
gir el apostolado específico de la Acción de estado, por sus estudios especiales,
Católica. por el hecho de saber sobreponerse a
las particularidades de los varios me-
dios, a fin de formarse una visión gene-
ral, tienen todos los recursos necesarios
para el ejercicio de su misión. El sacer-
dote prudente sabrá en sus funciones
directivas utilizar el valioso concurso
de la experiencia que los seglares po-
seen de sus respectivos ambientes.

EXPLICACIÓN
La función directiva se coloca necesariamente en un plano general y superior.
Unidos a la dirección eclesiástica, los seglares pueden prestar el concurso de pe-
ritos especializados en cuanto a las peculiaridades de los ambientes en que viven.
Consejeros buenos, desinteresados, valiosos, pero siempre consejeros, dispuestos
siempre a obedecer las órdenes del sacerdote, la dirección que éste comunique a las
actividades sociales.
La incapacidad del sacerdote para conocer los medios donde se ejerce el apos-
tolado de los seglares fue negada directamente por el Santo Padre en su alocución
al terminar el Congreso mundial del Apostolado seglar (A. A. S., v. 43, págs. 789-
90), en 14 de octubre de 1951, con estas palabras: «El recurrir al concurso de los
seglares no es debido a la flaqueza o al fracaso del clero en su tarea presente». Y,

(2) La carta Omnibus qui enseña que una de las notas más esenciales de la A. C. es su subordinación
a la Sagrada Jerarquía: «De nuestra Alocución al Congreso Mundial en que se trató del apostolado
de los laicos, se deduce claramente que la naturaleza de la Acción Católica es tanto más genuina
cuanto más íntima fuera en el apostolado la unión debida con la Jerarquía. Es obvio, pues, cuánto
deben refulgir en las Congregaciones Marianas de laicos las notas propias de la Acción Católica:
de hecho, tales Congregaciones, una vez legítimamente constituidas por la Jerarquía, dependen
única e inmediatamente de esta última en todas las obras de apostolado» (cfr. Catolicismo nº 33,
septiembre de 1953).
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 11
de un modo positivo: «el sacerdote tiene ojos tan buenos como el seglar para dis-
tinguir las señales de los tiempos, y no tiene el oído menos sensible para auscultar
el corazón humano». Y, para que no hubiese duda añadió el Papa la razón de la
colaboración de los seglares: «Los seglares son llamados al apostolado como cola-
boradores del sacerdote, por razón de la falta de clero». (Véase Catolicismo nº 12,
de diciembre de 1951.)
«¿Queremos salvar las almas, queremos salvar la so-
ciedad cristiana, queremos salvar las familias cristia- El apostolado de los se-
nas, queremos salvar lo que queda aún de cristiano glares en el medio ambiente
y desarrollar un poco la cristiandad? No hay más so- no puede ser cosa típica de
lución que el clero, el sacerdote. Desgraciadamente,
amigos como la T.F.P. por ejemplo, que eran gente que
la Acción Católica, porque es
trataron también de avanzar con las mismas ideas de deber de cada seglar hacer
salvar a la Iglesia, de salvar al mundo, de salvar a la so- apostolado en el ambiente en
ciedad, se equivocaron desde el principio, por partir que viva. A lo largo de veinte
de un falso principio. Si hubiesen partido del principio
de que hay que hacer buenos sacerdotes y ayudar a la siglos de existencia la sagra-
formación de buenos sacerdotes, la obra de esos lai- da Jerarquía supo dirigir con
cos, de una obra laica poderosa como aquella, habría maestría este apostolado. No
sido ayudar a hacer seminarios de manera espléndida.
De Brasil habrían podido salir centenares de sacerdo-
se comprende cómo la Acción
tes bien formados, que habrían podido evangelizar Católica pueda venir a traer
toda la América del Sur, e incluso venir a Europa, como una innovación en este parti-
nosotros lo hacemos con la Fraternidad. Ellos conta- cular. Por otra parte, es preci-
ban con los medios para ello, tenían dos obispos a su
disposición: Monseñor Sigaud y Monseñor de Castro so no considerar este asunto
Mayer; tenían los medios materiales que nosotros no desde un ángulo meramente
teníamos. Estaban organizados con laicos, con no sé natural. El Sumo Pontífice
cuántos puestos de radio a través de Brasil que difun-
dían cada día, durante una o dos horas, su boletín;
ya declaró que el apostolado
eran, pues, una fuerza considerable. Pues bien, fraca- de la Acción Católica es ins-
saron porque se dijeron: “No será el clero el que salva- trumental; que los seglares
rá a la Iglesia, no será el clero quien salvará la cristian- deben de estar subordinados
dad, sino que serán los laicos”. Es un error: los laicos
sin sacerdotes, ¿qué pueden hacer? ¿quién va a darles a la autoridad del sacerdote,
la gracia? ¿quién va a darles los sacramentos? ¿quién representante auténtico del
va a darles la fe que debe guiarlos? Ya que toda la obra Obispo. La instrumentalidad
de restauración de la Iglesia, toda obra de restaura-
ción de la cristiandad, es una obra de la fe. Pertenece
de los seglares en el apostola-
al sacerdote comunicar la fe a los laicos, pertenece al do se entendió siempre, como
sacerdote comunicar esta luz, como lo dice la Santísi- es justo, de manera adecuada
ma Virgen de La Salette. Por eso, ese grupo no partió a las personas humanas y no
bien; y eso era un grave error de su parte. Por mi par-
te, estaba absolutamente persuadido de la necesidad a seres inanimados. Dice el
del sacerdocio. ¿Cómo iba a realizarlo? Eso ya era otro Santo Padre que «los supe-
asunto, no lo sabía, sino que se fue presentando día a riores eclesiásticos usan de
día, mes a mes, año tras año, hasta que por fin hemos
fundado la Hermandad.».
él de la misma manera que
Mons. Lefebvre
el Creador y Señor usa de las
criaturas racionales como
instrumentos, como causas segundas, “con una dulzura llena de atenciones” (Sap.
XII-18)» (Discurso al Congreso mundial del Apostolado seglar, 1951). Este es el
plan de la Providencia, que sólo dispensa su gracia a lo que se haga según la consti-
tución divina de la Iglesia.
12 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)

23

l En la Acción Católica la formación « El apostolado de la Acción Católica


interior se da por el propio apostolado supone el empleo esmerado de todos los
dispensando los otros medios tradicio- medios tradicionales de formación in-
nalmente empleados. terior como condición para la perseve-
rancia y santificación de sus miembros
y fecundidad de sus actividades.
EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada parece proceder de la idea de que la Acción Católica es
algo enteramente nuevo en la Iglesia y que crea un sistema propio de espiritualidad.
Ni los mismos sacerdotes están dispensados del empleo de los tradicionales medios
de formación. No se comprende cómo puedan prescindir de ellos los miembros de
la Acción Católica, a no ser que admitamos en ella una espiritualidad opuesta a la
que la Iglesia siempre enseñó.

«Antes, en una ciudad, se


reconocía a un sacerdote o
a un religioso. Las iglesias te-
nían vida. Todo estaba bien
ordenado y el Santísimo Sa-
cramento colocado en lugar
preeminente: la gente se po-
nía de rodillas. Todo el mun-
do podía verlo. Tales testi-
monios podían encontrarse
en toda Europa, en donde,
en hospitales y clínicas, las
Hermanitas de los Pobres se
ocupaban de los ancianos,
las Hermanas de la Asunción
visitaban a las familias de los
enfermos, etc. Prácticamen-
te se quitó a los religiosos y
religiosas, y el hospital se ha
convertido en un asunto de
laicos y que, ¡por favor, nadie tome su lugar! Sin embargo, hay una gran diferencia entre una religiosa,
que ayuda a los enfermos a soportar sus sufrimientos y que manifiesta su caridad, y una simple enfer-
mera que quizás es muy buena y amable, pero que en general no puede tener ese carácter de religión
y esa marca de la caridad. La enfermera se va cuando termina su horario, mientras que la religiosa no
tiene horario y se queda al lado del paciente incluso la noche si hace falta. Esta donación total al en-
fermo impregnaba profundamente la atmósfera de hospitales y clínicas. Se despidió a las religiosas y
a veces fueron los sacerdotes de la Acción Católica quienes les dijeron: “¡Estáis comiendo el pan de las
enfermeras!” Así terminaron con las vocaciones religiosas hospitalarias» (Mons. Lefebvre).

24
l En el reclutamiento de los militantes « En el apostolado, por designio miste-
y dirigentes de la Acción Católica, al rioso de la Providencia, concurren las
contrario de lo que acontece en las de- cualidades naturales y la gracia divina.
más asociaciones, es necesario tomar Como ésta es el elemento indispensable
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 13
en mayor consideración las aptitudes y preponderante en la selección de los
naturales y la formación técnica para apóstoles, se debe tomar en conside-
el apostolado de conquista que la pie- ración, en primer lugar, su formación
dad y la formación sobrenatural. No espiritual, sin la cual el empleo de las
conviene, pues, reclutar los líderes y dotes naturales constituye para ellos un
miembros de la Acción Católica entre peligro de salvación y para el apostola-
los miembros de otras Asociaciones re- do un peligro de reducirse a mera apa-
ligiosas, sino que hay que preferir a los riencia. En las filas de las Asociaciones
que viven fuera de ellas. religiosas se pueden encontrar católi-
cos muy aptos para cualquier modali-
dad de apostolado.

EXPLICACIÓN
Esta sentencia, impugnada también, procede de la doctrina de que la Acción
Católica es, dentro de la Iglesia, algo enteramente nuevo, y discrepante de sus ver-
daderas tradiciones (3).

25

l El mejor método de formación consis- « El método normal de enseñanza, es-


te en los Círculos de estudio, en los cua- pecialmente tratándose de verdades re-
les la verdad nace espontáneamente de veladas, es el magisterio, en el cual una
la conversación entre los reunidos, sin persona más sabia y autorizada comu-
necesidad de un profesor superior a és- nica de modo sistemático la materia a
tos, que les dé de forma sistemática la los oyentes. El Círculo de estudio, una
exposición de la materia. vez terminadas las enseñanzas, puede
ser útil para la manifestación de las ob-
jeciones y dificultades de los oyentes, o
para recoger sus observaciones.

EXPLICACIÓN
Los Círculos de estudio, en la forma considerada en esta sentencia impugnada,
fueron condenados por el Santo Padre Pío X en su Carta contra el movimiento El
Sillón. En efecto, esa forma es de inspiración revolucionaria y pretende suprimir la
autoridad del profesor.

(3) La sentencia impugnada, considerando a los congregantes marianos y miembros de otras aso-
ciaciones, inadecuados para el apostolado de la A. C., no coincide con la carta Omnibus qui que
enseña que las CC. MM. «procuren ver, teniendo como mira la mayor gloria de Dios, en qué cir-
cunstancias, es oportuno enviar también sus congregantes para otras asociaciones apostólicas,
cuyos oficios puedan cumplir, sin detrimento espiritual y sin detrimento de las obras apostólicas
de la misma Congregación» (cfr. Catolicismo nº 33, septiembre de 1953).
14 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)

26
l El apostolado de conquista, por el « Son mayores nuestras obligaciones
cual se traen al gremio de la Iglesia a de caridad para con los que viven más
los infieles y a los que viven habitual- unidos a Dios. Así, nuestro celo debe
mente en estado de pecado, es el apos- emplearse en primer lugar en la pre-
tolado por excelencia. El de preserva- servación de los buenos. Por otra parte,
ción y perfeccionamiento de los buenos la formación de seglares fervorosos es
es secundario. condición indispensable para un verda-
dero apostolado de conquista que todos
debemos fomentar.

EXPLICACIÓN
Los dos apostolados son esenciales: conservar y perfeccionar a los buenos y con-
vertir a los pecadores. Además, es falso separar el apostolado de preservación y per-
feccionamiento de los buenos del apostolado llamado de conquista. Aquél es condi-
ción para éste. El divino Maestro preparó la conversión del mundo por la formación
de un puñado de apóstoles fervorosos. En otras palabras, es imposible conquistar la
masa sin tener antes preparada una minoría selecta.

27
l En las condiciones actuales de urgen- « Por disposición de la divina Pro-
te necesidad de apostolado, sería mejor videncia la conquista de las almas se
que las familias religiosas meramen- alcanza por dos medios: de un lado,
te contemplativas dejasen de existir, o por la actividad externa y visible de la
redujesen enormemente el número de Jerarquía y de los fieles; de otro lado,
sus miembros, pues inutilizan para el por la acción interna e invisible de la
apostolado activo externo personas que gracia, condicionada en gran parte a
se consagran exclusivamente a la peni- la oración y a la penitencia reparado-
tencia y a la oración. ra de los contemplativos. En principio
la Iglesia deberá tener siempre la ayu-
da activa, la vida mixta y la vida esen-
cialmente contemplativa. La supresión
de cualquiera de ellas, o una reducción
que equivalga prácticamente a una su-
presión, no debe ser deseada.

EXPLICACIÓN
El Santo Padre Pío XII, considerando la situación presente del mundo, concedió
facilidades a los contemplativos para ejercer también apostolado activo. Sin embar-
go, no se trata ni se piensa en la supresión de Familias u Ordenes contemplativas,
o en una reducción que casi equivaliese a supresión. El Santo Padre señala que
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 15
ese apostolado no debe
absolutamente dispensar
o disminuir la intensidad
de la vida contemplativa.
He aquí sus palabras: «Y
primeramente en cuanto
a la vida contemplativa
de las Monjas debe per-
manecer firme e inviola-
ble lo que siempre estuvo
en vigor, según la mente
de la Iglesia, a saber:
que todos los monaste-
rios de monjas deben
profesar canónicamente
«Así que nuestra elección es la de conservar nuestra fe, sabiendo
y en todas partes la vida
que no podemos equivocarnos si somos fieles a lo que la Iglesia ha contemplativa como fin
enseñado durante 2000 años. La crisis es profunda, está muy bien primario y principal.
organizada y dirigida a tal punto que realmente se puede pensar
que su autor no es un hombre, sino el mismo demonio. Ahora bien, Por lo cual, los trabajos
el demonio ha hecho algo magistral, haciendo desobedecer a los ca- y ministerios a los cua-
tólicos en nombre de la obediencia. Un ejemplo típico lo vemos en
el aggiornamento de las comunidades religiosas. Por obediencia se
les las monjas pueden y
hace desobedecer a los religiosos y religiosas a las leyes y constitucio- deben entregarse, deben
nes de sus fundadores, que habían jurado observar cuando hicieron ser de tal naturaleza y
su profesión religiosa. En este caso la obediencia tendría que ser una
negativa categórica. La autoridad, aunque sea legítima, no puede ordenados de tal modo
mandar un acto reprensible y malo. Nadie puede obligar a nadie a en cuanto al lugar, tiem-
transformar sus votos monásticos en simples promesas, ni nadie
puede obligarnos a hacernos protestantes o modernistas» (Mons. Le-
po, manera y disposición
febvre). En la fotografía, la hermana de Mons. Lefebvre, Madre Marie que la vida verdadera y
Christian (a la izquierda) parte para la fundación de un carmelo en sólidamente contempla-
Australia, en 1949.
tiva, sea de toda la Co-
munidad o de cada una de las Monjas, no solamente quede a salvo, sino también
que sea alimentada y fortalecida constantemente» (Constitución Apostólica Spon-
sa Christi, A. A. S., v. 43, pág. 11).

28

l El traje llamado “clergyman” convie- « Siendo el sacerdote, por el Sacramen-


ne más a nuestra época y facilita más el to del Orden, una persona sagrada, y
apostolado que el hábito talar impuesto colocada en la Iglesia en una situación
por el Derecho Canónico. específicamente distinta y elevada so-
bre el común de los fieles, es convenien-
te y coherente con su situación que ten-
ga un hábito totalmente diverso del que
usan los simples fieles.
16 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
«Resulta evidente que el sacerdote es un hombre elegi-
do y distinguido entre los demás. San Pablo dice a propó-
sito de Nuestro Señor (Hebreos 7, 26) que está «apartado
de los pecadores». Así debe ser el sacerdote, que ha sido
objeto de una elección particular por parte de Dios.
Habría que añadir a esta primera consideración la del
testimonio de Dios Nuestro Señor, que debe rendir el
sacerdote frente al mundo. «Y seréis mis testigos...» (He-
chos 1, 8). Nuestro Señor repite a menudo el concepto
del testimonio. Así como El da testimonio de su Padre,
nosotros debemos dar testimonio de El.
Este testimonio debe ser visto y entendido sin dificul-
tad por nosotros: «...ni se enciende una lámpara y se la
pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que
alumbre a cuantos hay en la casa» (Mt. 5, 15).
La sotana del sacerdote procura esos dos fines de una
manera clara e inequívoca: el sacerdote está en el mundo
sin ser del mundo, aunque viva en el mundo se distingue
de él y está también protegido contra el mal. «No pido
que los tomes del mundo, sino que los guardes del mal.
Ellos no son del mundo, como no soy del mundo Yo» (Jn.
17, 15-16).
El testimonio de la palabra, que, sin duda, hace más a la
esencia del sacerdote que el testimonio de la vestimenta,
se ve facilitado, sin embargo, por la manifestación clarí-
sima del sacerdocio que constituye el uso de la sotana.
El clergyman, aunque insuficiente, ya es más equívoco.
No señala claramente el sacerdocio católico.
En cuanto al traje civil, suprime toda distinción y hace
mucho más difícil el testimonio, menos eficaz la defen-
sa contra el mal. La eliminación de todo testimonio por
el traje aparece claramente como una falta de fe en el
sacerdocio, un desprecio del sentido religioso en el pró-
jimo y, además, una cobardía, una falta de valor en las
propias convicciones».
(Mons. Lefebvre)

En la fotografía, René Lefebvre, hermano de Mons. Le-


febvre, 1919.

EXPLICACIÓN
La Iglesia siempre vio con agrado el uso de la sotana. El llamado traje de “cler-
gyman” tuvo, por el contrario, su origen en los países donde la situación creada por
la herejía y la persecución dificultó a los sacerdotes la vida normal que llevan en los
países católicos. Es conforme, pues, al espíritu de la Iglesia, el llevar y conservar
la sotana. Se basa en esta preferencia por la sotana la Pastoral colectiva del Epis-
copado Brasileño, reeditada, con nueva aprobación de todos los Obispos, en 1950,
y que impone su uso bajo penas severas (num. 1262), y apenas tolera otros trajes
diferentes en circunstancias especiales (núms. 1260 y 1261). El Código exige trajes
propios a los clérigos en el canon 136, y manifiesta preferencia por la sotana cuando
ordena que con ella estén revestidos los que van a celebrar la Santa Misa (can. 811).
Esta preferencia por la sotana es explicable. La sotana, totalmente diferente del
traje seglar, distingue mejor que el traje de “clergyman” la separación que hay entre
el sacerdote y la vida profana. La supresión de la sotana tiene una influencia grande
en el sentido de la laicización del Clero.
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 17
29
l Es mucho más apropiado a la evolu- « A cada estado de vida corresponden
ción y a las necesidades actuales de la no sólo deberes sino también maneras
Santa Iglesia que los sacerdotes, en su y actitudes adecuadas. Así, el buen sa-
vida social, puedan asistir a todas las cerdote se abstendrá no sólo de aquello
diversiones que son lícitas a los segla- que condena expresamente la moral,
res católicos, y permitirles actitudes sino también de todo cuanto, según la
que a éstos no se les censuran. expresión consagrada, “non clericat”.

EXPLICACIÓN
No se pueden reducir las reglas esenciales de la moral a lo que puede un hombre
hacer o no hacer. Así, a un magistrado no le convienen las actitudes, las diversiones,
las maneras permitidas a un trabajador manual; o a un padre de familia no se le
permiten el porte y los modales de un joven soltero, aunque éste se conserve dentro
de las prescripciones de la moral. Acabar con las maneras, actitudes y tenor de vida
conformes con el sacerdocio para inducir a los sacerdotes a llevar una existencia
honesta, al nivel de los seglares, es trabajar por la laicización de la sociedad, y, lo
que es peor, por la secularización de la Iglesia. A propósito de este asunto, léase el
canon 138 del Código de Derecho canónico.

30
l En el ambiente de majestad y distin- « Ya que el hombre tiene sensibilidad
ción aristocrática que rodea a la Jerar- es preciso que las exterioridades mani-
quía hay una imitación de los Príncipes fiesten la naturaleza de las institucio-
temporales. El Obispo es Pastor, y no nes. Por esto, cuanto más alto sea un
Príncipe, por lo cual le conviene, no las cargo, tanto más solemne debe ser el
apariencias de Príncipe, sino la simpli- ambiente que le rodea. El Obispo tiene
cidad y pobreza del Pastor. el Principado en la Iglesia de Dios. Y el
Principado eclesiástico es de una dig-
nidad más eminente que el principado
civil. Así tiene obligación de rodearse
del esplendor conveniente a su cargo.
Como hombre privado, sin embargo,
debe ser riguroso en la práctica del des-
apego a todas las cosas terrenas.

EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada impresiona por el juego de palabras. Hace del Pastor la
imagen del Obispo, pero insinúa una identidad entre las dos condiciones, aunque
entre ellas haya apenas analogía. El pastoreo de los hombres tiene una dignidad
claramente mayor que el gobierno de las ovejas. Por lo que sería contrario al orden
18 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
de las cosas que un príncipe o un Obispo se presentase siempre como un pastor de
rebaño. Indirectamente nivelaría a los hombres con los animales. Es bien claro que
el esplendor episcopal de ninguna manera es incompatible con la mansedumbre, la
humildad, el desprendimiento y el trato paternal que deben distinguir al Obispo.
Así, puede y debe el verdadero Obispo, conservando la dignidad de su cargo, ser el
Padre de todos y de cada uno de sus diocesanos.

31
l El único medio para comprender y « El conocimiento de la masa obrera,
convertir a la masa obrera consiste sus problemas de orden moral y reli-
en salir el sacerdote de la iglesia, ir a gioso, exige alguna convivencia con
la masa, mezclarse con ella, imitar su ella, para lo cual el ejercicio del minis-
vida, su modo de ser y vivir, etc., para terio parroquial da a los sacerdotes,
poder ejercer influencia en su ambiente. normalmente, excelentes ocasiones. En
la iglesia o fuera de ella el sacerdote
debe ser entera y exclusivamente sacer-
dote, absteniéndose de todas las visitas
y modos de vida «qui non clericant»,
que no son convenientes a los clérigos.
Además, él lo hará por medio de los se-
glares afiliados a las varias Asociacio-
nes de Acción Católica, Congregaciones
Marianas, etc., y Asociaciones especia-
lizadas como los Círculos obreros.
EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada, con raras excepciones, lleva consigo una inversión de
papeles. El sacerdote sale del presbiterio y se encarga de la tarea normal de los se-
glares. Es una tendencia más a la laicización del clero. Para que se vea cuánto hay
de unilateral en esta proposición, es conveniente fijarse en que ella sólo piensa en
la conversión de la masa obrera, como si en otras clases sociales el paganismo no
hubiese hecho también devastaciones terribles. Por consiguiente, si admitimos el
principio de que cada clase puede ser sólo trabajada por sacerdotes pertenecien-
tes a ella, tendríamos lógicamente sacerdotes campesinos, sacerdotes industriales,
sacerdotes generales, sacerdotes diplomáticos, y sólo no tendríamos sacerdotes-
sacerdotes. Ese género de vida secularizado, los santos siempre lo temieron para sí
y para el clero. Y la Iglesia siempre recomendó a los sacerdotes que se abstuviesen
de él con sumo cuidado.
El dulce nombre de María y
la liberación de Viena (1683)
Julio Melones Espolio

«N
o fue inventado en la tie- Trinidad señalaros y enriqueceros con
rra el nombre santísimo uno tan santo, que oyéndolo pronun-
de María, como lo son los ciar, doblen la rodilla el Cielo, la tierra
nuestros, sino que descendió del Cielo y los abismos» (San Alfonso María de
por divina ordenación, según afirman Ligorio, Las Glorias de María, Cap. X).
San Antonino, San Epifanio y otros mu- Estas palabras de San Alfonso María
chos escritores sagrados. Del trono de de Ligorio nos sirven de introducción al
la divinidad salió vuestro excelso nom- hecho histórico de la liberación de Vie-
bre, Señora, como el más excelente de na, que en 1683 fue cercada por los tur-
todos, después del nombre adorable de cos. Y nos sirven precisamente porque
Jesús, habiendo querido la Santísima a resultas de la invocación del nombre
de tan celestial Señora fue alcanzada
la victoria por las armas cristianas en
tan apurado trance y, como conse-
cuencia de ello, el papa Beato Inocen-
cio XI extendió a la Iglesia universal
la festividad del Dulce Nombre de
María, festividad que a nivel particu-
lar ya venía celebrándose en algunos
lugares como en la iglesia de Cuenca
(desde el año 1513).
Calixto III (1378-1458), papa (1455-1458) que
dirigió la cruzada para recuperar Constantino-
pla de los turcos otomanos, que habían toma-
do la ciudad en 1453. Alonso de Borja (en ita-
liano Alfonso de Borgia) nació cerca de Játiva,
España. Jurista de éxito, fue nombrado carde-
nal en 1441 por el papa Eugenio IV. Calixto te-
nía 77 años cuando fue elegido papa, aunque
demostró una gran vitalidad, sobre todo en
su cruzada contra los turcos. Aunque su plan
global fracasó, Calixto tuvo la satisfacción de
ver la derrota de los turcos en Belgrado el 6
de agosto de 1456. Durante el pontificado de
Calixto fue revisado el proceso de Juana de
Arco, que fue declarada inocente. En su vida
personal, Calixto fue honesto y austero, aun-
que ejerciera el nepotismo. Elevó a su sobrino
Rodrigo de Borgia (el futuro Alejandro VI) al
cardenalato en 1456.
20 El dulce nombre de María y la liberación de Viena (1683)
1.- La ofensiva turca en los Balca-
nes

En 1453 tiene lugar la caída de


Constantinopla en poder de los turcos
y, con este hecho capital, se inicia la
expansión otomana por la Península
Balcánica, si bien son frenados mo-
mentáneamente en Belgrado (1456)
gracias a la Cruzada convocada por el
papa español Calixto III (Alfonso de
Borja). Con ocasión de esta Cruzada,
el papa Calixto compuso la “oración
contra los turcos”, como colecta de la
Misa “contra Paganos”, impetrando la
ayuda del Cielo con el siguiente texto:
«Omnipontens sempiterne Deus in
cuius manu sunt omnium potestates
ac omnium iura regnorum: respice
in auxilium christianorum, ut gentes
paganorum, quae de sua feritate con-
fidunt, dexterae tuae potentati con-
terantur. Per Dominum nostrum…»
(Omnipotente y sempiterno Dios, en
cuya mano están los derechos de todos El segundo asedio de 1683 marcó el comienzo del
los imperios, protege a la Cristiandad eclipse del Imperio otomano en Europa. Lo inició el
visir Kara Mustafá, que necesitaba desespera-
para que los infieles que confían en sus gran
damente un éxito militar para reforzar su posición
propias fuerzas sena aniquilados. Por inestable. Esperó lograrlo en una campaña contra
Nuestro Señor…). Igualmente, Calixto el emperador Leopoldo I, que estaba distraído con
las amenazas de Luis XIV de Francia. Los turcos,
III instituye la fiesta de la Transfigura- avanzando con una fuerza abrumadora, sitiaron la
ción en honor de esta victoria, toman- ciudad el 16 de julio, pero su falta de artillería de
asedio, permitió a Leopoldo reunir un ejército adi-
do como fecha el 6 de agosto, día en cional, formado por tropas austriacas, alemanas y
que llegó a Roma la noticia del triunfo polacas, que derrotó al ejército turco en una batalla
de las armas cristianas sobre los turcos librada delante de los muros de la ciudad el 12 de
septiembre.
frente a Belgrado.
Con Solimán el Magnífico (1520- se anexionen Servia, Transilvania y gran
1566), los turcos recuperan nuevos ím- parte de Hungría. Además de este avan-
petus y en su avance saquean y queman ce terrestre, los turcos desarrollan una
Belgrado (1521), derrotan a los húnga- ofensiva marítima contra la Cristiandad
ros en Mochas (1526) y llegan ante las por el Mediterráneo. Ya en 1522 habían
mimas puertas de Viena (1529). Carlos I tomado la isla de Rodas, tras un largo si-
de España y V de Alemania acude en so- tio. En 1565 atacan Malta, siendo resca-
corro de Viena y obliga a los turcos a re- tados gracias a la escuadra española en-
troceder, aunque no puede impedir que viada en socorro de la isla por orden de
El dulce nombre de María y la liberación de Viena (1683) 21
Felipe II. En 1570 conquistan la isla de
Chipre, pero un año más tarde, las gale-
ras del “tirano de Gracia” son hundidas
en las aguas del Golfo de Lepanto, por la
escuadra española (coaligada con las ar-
madas veneciana y pontificia) a mando
de D. Juan de Austria. España, como en
tantas ocasiones, asume su papel histó-
rico de la Cristiandad y el papa San Pío
V, en honor de tan alta ocasión instituye
la festividad litúrgica de Nuestra Señora
de las Victorias, más tarde denominada
Nuestra Señora del Rosario.
Tras la muerte del sultán Selim II
(1574), el imperio otomano comienza a
decaer; los sultanes pierden su carácter
de conquistadores y se entregan cada
vez más a la vida muelle, y el poder aca-
ba en manos de los grandes visires. Uno
de estos grandes visires, Kara Mustafá La coalición de reinos católicos organizada por
(1676-1683) logra formar un poderoso el Papa derrotaba a los turcos en la batalla de
Kahlenberg en 1683. Francia no formó parte de
ejército de 250.000 hombres y aliado la Coalición porque se había comprometido con
con el conde húngaro Toekoeli, que se los turcos del Imperio Otomano, a sostenerlo lo-
había sublevado con los protestantes gística, armamentística y económicamente... sin
importarle las consecuencias de la amenaza tur-
del norte de Hungría contra la política ca para el resto de Europa. Esto le valió a Luis XIV,
de asimilación católica de la Corte de el roi soleil, el mote le roi maure (el rey moro). La
derrota turca y el triunfo de la coalición cató-
Viena, invade Austria en julio de 1683, lica se debió a las incesantes exhortaciones de
llegando hasta las puertas de Viena. Su Inocencio XI, que no tuvo ninguna reserva para
objetivo final era Roma, pues quería inducir a los príncipes cristianos a que comple-
taran la expulsión de los turcos del resto de Eu-
convertir la basílica de San Pedro en ca- ropa, contribuyendo financieramente para ello.
ballerizas del Sultán. Belgrado fue recuperada en 1688 y Bizancio en
1697. Después de una larga enfermedad Inocen-
cio XI murió en Roma el 12 de agosto de 1689.
2. La Cruzada del Beato Inocencio XI El proceso para su beatificación fue comenzado
en 1714 pero la influencia de Francia forzó su
suspensión en 1744. Fue reabierto por el papa
Regía a la sazón los destinos de la Pío XII, siendo beatificado el 7 de octubre de
Iglesia Benito Julio Odescalchi, quien 1956. Su fiesta tiene lugar el 12 de agosto.
ocupaba el solio pontificio desde 1676
con el nombre de Inocencio XI. Había za turca sobre la Cristiandad y decidió
nacido en Como (ducado de Milán) en convocar una Cruzada para el socorro
1611 y siendo obispo de Novara (1650- de Viena, que no disponía de más de
1656) se había caracterizado por ser el 24.000 hombres armados dirigidos por
auxilio de los pobres. Murió en 1689 el conde Ernesto Rüdiger von Starhem-
y el papa Pío XII lo beatificó en 1956. berg (1638-1701) y estaba cercada desde
Inocencio XI se alarmó por la amena- el 14 de julio de 1683. Luis XIV de Fran-
22 El dulce nombre de María y la liberación de Viena (1683)
cia, que poseía el mejor ejército conti-
nental de Europa, rehusó adherirse a
dicha Cruzada alegando que las Cruza-
das habían pasado de moda desde los
tiempos de San Luis. Realmente, venía
manteniendo una política de enfrenta-
miento tanto contra el Pontificado por
su galicanismo (Declaración del Clero
Francés de 1682), como contra el Im-
perio por su política antiaustríaca.
Sin embargo Inocencio XI no cesa
en sus esfuerzos de apoyo al empera-
dor Leopoldo I (nacido en 1640, fue
emperador del Sacro Imperio desde
1657 a 1705), proponiendo la forma-
ción de la Liga Santa en que inicial-
mente se integran los Habsburgo y la
Confederación Polaco-Lituana. Prínci-
pes electores protestantes del Imperio
(como Federico Guillermo de Brand-
emburgo), bajo la autoridad nominal
de Leopoldo I, acaban apoyando sin-
ceramente al Emperador. A esta Liga Juan III Sobieski (1624-1696), rey de Polonia y de Li-
Santa se unirá más tarde la República tuania (1674-1696), levantó el sitio turco a la ciudad
de Venecia (1684) y el Principado de de Viena en 1683. Nació el 9 de junio de 1624, en
Olesko (Ucrania); era hijo de un importante miem-
Moscú (1686). España contribuyó con bro del Senado polaco. Se distinguió en la Guerra
una aportación económica a la Liga Polaco-sueca de 1655-1660 y contra los cosacos y
los tártaros en 1667. En 1668, el rey Juan II Casimiro
Santa. De entre todos los jefes milita- le nombró comandante en jefe del ejército pola-
res de la mencionada Liga Santa, des- co. Elegido rey en 1673, abandonó su alianza con
taca el rey de Polonia Juan III Sobieski Luis XIV de Francia (aliado de los turcos) y firmó un
pacto con el emperador Leopoldo I en 1683. Cuan-
(1674-1696), que se había curtido en do, ese mismo año, un ejército turco sitió Viena, la
el arte de la guerra desarrollando di- capital de Leopoldo, Sobieski envió un contingente
para salvar la ciudad y derrotó a los sitiadores en la
versas campañas en Ucrania contra batalla de Kahlenberg. Durante los siguientes años,
los cosacos. Finalmente, se consigue participó en las campañas que expulsaron a los tur-
cos de territorio húngaro, pero no logró el control
formar un ejército de 84.000 hombres de los principados rumanos situados a orillas del
(47.000 imperiales y 37.000 polacos) mar Negro. Sobieski murió en Wilanów, cerca de
que marcha sobre Viena para romper Varsovia, el 17 de junio de 1696. Fue el último gran
rey de Polonia; después de su muerte el país cayó
el cerco turco. En sus gestiones diplo- bajo la influencia rusa.
máticas ante la Corte Imperial, el Papa
se va a servir del capuchino Marcos de Cruzada contra el turco uniendo política
Aviano (1631-1699), confesor y confi- y militarmente el Imperio con Polonia
dente del emperador Leopoldo I desde primero y con Venecia y Rusia después,
1682. y aportando además recursos materia-
Inocencio XI no sólo desarrolló su les, sino que, fundamentalmente, puso
El dulce nombre de María y la liberación de Viena (1683) 23
en acción su poder espiritual para do- Mientras tanto, el ejército de la San-
tar a esos esfuerzos humanos del com- ta Liga se va formando. A los imperia-
plemento sobrenatural necesario para les, mandados por el duque Carlos V
el éxito de tan santa empresa. El Papa de Lorena y entre cuyas filas figuraban
hace público un jubileo, dispone las co-
rrespondientes oraciones y conduce una
procesión en Roma desde Santa María
sopra Minerva a la iglesia de los alema-
nes: Santa Maria dell’Anima. Asimis-
mo, mientras dura el peligro turco, reza
personalmente día y noche con tanto
ardor que frecuentemente encuentran
humedecido el cojín donde se arrodilla
para sus ejercicios de piedad, a causa de
sus copiosas lágrimas. Por su parte, el
piadoso emperador Leopoldo I parece
querer emular al Papa en este aspecto y
no solamente recita el rosario todos los
días de manera pública (incluso estaba
inscrito en la Cofradía del Rosario de los
dominicos de Viena), sino que introdu-
ce en la iglesia de su Corte un ejercicio
especial del Santo Rosario mandando
imprimir devocionarios al uso. Tanto en
Roma como en Viena, así como en toda
la Cristiandad (particularmente en Ale- Marco D’Aviano, predicador capuchino del
mania), la práctica pública del Rosario Veneto y una de las principales personalidades
ante el Santísimo Sacramento va a ser religiosas del siglo XVII, fue conocido por su in-
cansable anuncio de la conversión y el perdón,
muy común durante los dos meses que promotor de una renovada práctica de la vida
durará el terrible asedio de Viena, a fin cristiana, apóstol del acto de contrición perfec-
to. Recorrió los caminos de Europa anunciando
de alcanzar del Cielo la liberación de la palabra de Dios e invitando a los hombres de
esta ciudad. su tiempo a la vivencia de la fe y de la peniten-
cia, mientras que su mensaje fue avalado y re-
forzado por el don de numerosas conversiones
3. La liberación del cerco de Viena y curaciones. Del 1683 al 1689 participó perso-
(o batalla de Kahlenberg) nalmente en la campaña militar de defensa y
liberación: el objetivo era instaurar y fortalecer
recíprocas y amigables relaciones al interior del
Desde el 14 de julio los turcos tenían ejército imperial, exhortar a todos a una verda-
dera conducta cristiana y asistir espiritualmente
sitiada la ciudad de Viena. Sus obras a los soldados.
de aproches (trincheras, paralelas, ba-
terías, minas, etc.) fueron en aumento varios príncipes alemanes como el elec-
hasta poner en grave aprieto a la ciudad, tor Maximiliano Manuel de Baviera y
donde a pesar de todo, el conde Starh- el elector Jorge de Sajonia, se unen los
emberg sigue resistiendo. La familia im- polacos de Juan Sobieski. El Empera-
perial se había retirado a Linz. dor entrega el bastón de mariscal a Juan
24 El dulce nombre de María y la liberación de Viena (1683)
Sobieski, quien asume así el mando su- el auxilio de la Santísima Virgen».
premo del ejército de la Liga Santa, el El combate fue duro y sangriento,
cual avanza impertérrito en socorro de pero la victoria de las armas cristianas
Viena, desde principios del mes de sep- fue decisiva. Al declinar el día, los turcos
tiembre. comienzan a ceder para acabar huyendo
La noche del sábado 11 de septiem- desordenadamente. A las cinco y media
bre, los vieneses descubren, para su re- de la tarde, Juan Sobieski, que había di-
gocijo, sobre las colinas de Kahlenberg, rigido personalmente una carga de ca-
al norte de la ciudad, las hogueras del ballería polaca y se había mantenido en
campamento de la Liga Santa. El día primera línea durante el combate, entra
siguiente, 12 de sep-
tiembre, domingo
de la infraoctava de
la Natividad de la
Virgen, celebra misa
de madrugada Fray
Marcos de Aviano
y allí asisten Juan
Sobieski y Carlos V
de Lorena. Juan So-
bieski ayuda a misa
con los brazos en
alto extendidos ha-
cia el Cielo (como
Moisés mientras La Batalla de Kahlenberg, o Segundo Sitio de Viena, tuvo lugar en Viena
peleaba su pueblo) los días 11 y 12 de septiembre de 1683, tras dos meses de asedio por tro-
pas del Imperio Otomano. La batalla se libró en la montaña de Kahlenberg
y comulga después (actualmente Leopoldsberg) en las afueras de Viena. Las tropas cristianas
con edificante fervor, alcanzaban la mitad de los efectivos turcos y no contaban prácticamen-
recibiendo al final la te con artillería. Sin embargo, el alto mando turco no consideró a las
tropas de socorro, compuestas por polacos y tropas de todo el Imperio
bendición papal. «En como una amenaza, ni ordenó a sus tropas situarse en formación de ba-
el nombre del San- talla, algo que costó la cabeza al general otomano pocos días después.
Aprovechando esto, los Húsares Alados lanzaron una carga de caballería
to Padre –dijo Fray arrolladora sobre las tropas turcas. La batalla fue violentísima y breve y,
Marcos a los jefes del en su mayor parte, se desarrolló en el campamento otomano y en las
trincheras. Los otomanos, al no estar en formación, no pudieron detener
ejército cruzado– os la carga de los aliados. El ataque de la caballería polaca (especialmente de
declaro que vues- los Húsares Alados Polacos) fue tan potente que después de 30 minutos
tra será la victoria, de combate, la victoria ya estaba decantada. En pocas horas los turcos
sufrieron unas 20.000 bajas, huyendo una parte considerable de ellos.
si confiáis en Dios». Sobieski después de la batalla envió una carta al papa Inocencio XI que
Después les hizo re- empezaba con la frase de Julio César: Vine, vi y vencí, pero la cambió por:
“Vinimos, vimos y Dios venció”. En la imagen Juan III Sobieski se reúne con
petir numerosas ve- Leopoldo I de Habsburgo tras la victoria.
ces las invocaciones:
«¡Jesús y María»! Entonces el intrépido en la tienda desierta de Kara Mustafá.
monarca polaco dijo en alta voz: «Mar- La batalla se considera concluida. Los
chemos contra el enemigo con entera turcos han dejado un inmenso botín.
confianza en la protección del Cielo y en Al día siguiente, Juan Sobieski entra
El dulce nombre de María y la liberación de Viena (1683) 25
denales, él mismo
entona el himno de
acción de gracias;
las salvas de arti-
llería del castillo
de Santángelo y el
replicar de las cam-
panas de todas las
iglesias de la Ciu-
dad Eterna com-
pletan el cuadro
de estas jornadas
triunfales. A ma-
yor abundamiento
y para dejar me-
moria permanente
La batalla terminó con una victoria total aliada. La pérdida de tan magna victoria sobre los
en el ejército otomano ascendió a 20.000 muertos y 5.000
heridos mientras que los aliados perdieron 1.500 muertos enemigos de la fe, el Papa insti-
y 2.500 heridos. El botín también fue inmenso haciéndose tuye la fiesta del Dulce Nombre
el ejército aliado con 300 piezas de artillería, 5.000 tiendas,
timbales, armas y bandera. Entre los estandartes destaca el de María para que se celebre en
del Gran Visir que fue enviado por Juan Sobieski a Inocencio toda la Iglesia el día mismo del
XI. Ernst Rüdiger von Starhemberg, gobernador de Viena,
invitó a Juan Sobieski a entrar en la ciudad (en la imagen).
aniversario de la batalla (fijada
Su entrada a la ciudad fue triunfal teniendo que detener- inicialmente cada domingo de
se constantemente porque la multitud detenía el progreso la infraoctava de la Natividad
con intención de besar sus pies y manos mientras los solda-
dos, oficiales y generales proclamaban: “O, unser braver kö- de la Virgen, acabó celebrándo-
nig” (Oh, nuestro valiente rey). Se dirigió a la Catedral de San se en el aniversario cronológico,
Esteban para entonar el Tedeum, permaneciendo de rodillas
durante todo el cántico.
a saber, cada 12 de septiembre).
Esta fiesta ya existía en algunos
en Viena y entona un Te Deum en la igle- lugares (como en la iglesia de Cuenca) y
sia de San Agustín. Este Te Deum vuelve se celebraba el 17 de septiembre.
a repetirse de manera más solemne el
día después, en la catedral de San Este- 4. Consecuencias militares y polí-
ban, cuando el Emperador se presenta ticas de la victoria
en Viena. Una triple salva de cañones
retumba a lo largo de la muralla de la Tras la derrota experimentada ante
ciudad y las campanas de todas las igle- Viena, Kara Mustafá se retira a Hungría
sias replican con aires triunfales. Todos primero y a Belgrado después. El 25 de
se sienten agradecidos a Dios de las mi- diciembre de 1683 acabará estrangula-
sericordias y a la Santísima Virgen Ma- do con una cuerda de seda por orden del
ría por la liberación de la ciudad. Por su jefe de los jenízaros, siendo entregada
parte, Inocencio XI, al conocer tan gran su cabeza al Sultán en una bolsa de ter-
victoria, hace exponer el Santísimo Sa- ciopelo. Así acabó, a manos de los suyos,
cramento en todas las iglesias de Roma la vida de aquél que quiso ocupar la pro-
en acción de gracias y rodeado de car- pia Roma.
26 El dulce nombre de María y la liberación de Viena (1683)
En 1684 la República de Venecia se bate más terrible de todos los tiempos:
une a la Liga Santa. La “Serenísima” el combate espiritual contra la herejía
había perdido la isla de Creta, tomada modernista que se ha infiltrado hasta el
por los turcos en 1669, y en esta oca- interior mismo del Santuario. Por eso,
sión, los venecianos actuaron con su la siguiente súplica de San Bernardo se
flota en el Peloponesio, bombardeando hace más acuciante que nunca: «Cuan-
Atenas. El duque Carlos V de Lorena do os envuelvan las tinieblas, cuando
toma en 1686 la ciudad de Buda, ca-
pital de Hungría. Posteriormente, en
1687, reconquista toda Hungría con
Eslabona y Transilvania.
Tras la muerte de Carlos V de Lore-
na, en 1690, va a ir asumiendo la direc-
ción de los ejércitos imperiales el prín-
cipe Eugenio de Saboya quien, con un
ejército de 50.000 hombres, derrota en
Zentra, un 11 de septiembre de 1697, a
80.000 turcos que se aprestaban a inva-
dir Hungría. Dos turcos acaban firman-
do el tratado de Karlowitz (20 de enero
de 1699), en virtud del cual, entregan
Hungría y Transilvania al Sacro Impe-
rio; Morea y parte de la costa dálmata, a
Venecia; Podolia y Ucrania Occidental,
a Polonia, y Azar, a Rusia. El dominio
Turco de los Balcanes ha quedado sen-
siblemente menguado poco más de tres
lustros después de la ruptura del segun-
do sitio de Viena.

5. Epílogo Una escena dramática de principios del siglo XVI.


El grabado en madera de la época representa a
un jenízaro conduciendo en cautividad a una pa-
Si Lepanto marcó el declive maríti- reja de campesinos austríacos. En la lanza lleva
mo del imperio turco, la liberación de empalado al hijo de los prisioneros. Arriba, a la
izquierda, una amarga queja, en texto original,
Viena en 1683 supuso el retroceso de los en la que los campesinos expresan su dolor ante
otomanos como potencia militar terres- la crueldad de los turcos: «O herre Gott, lass dich
erbarmen...!» (¡Oh, señor Dios, ten piedad de no-
tre. En ambas batallas, la protección, sotros!).
auxilio e intervención de la Santísima
Virgen María está fuera de toda duda y bramen los vientos, cuando los abis-
así lo ha significado la Santa Iglesia con mos abran sus fauces inmensas, cuan-
las festividades respectivas de la Virgen do las olas se levanten como montañas
del Rosario y del Dulce Nombre de Ma- de hirviente espuma amenazándoos
ría que han llegado hasta nosotros. Hoy, con una muerte cierta, mirad la estre-
la Santa Iglesia se encuentra en el com- lla, llamad a María…».
Utilidad de las tentaciones
P. José Mª Mestre Roc

E
l sagrado tiempo de Cuaresma ventajas sacamos de la tentación?
representa la vida del cristiano En la vida de Santa Catalina de Sie-
sobre la tierra, vida que reviste na se lee que una vez se vio envuelta en
el aspecto de una guerra constante con- un combate espiritual muy prolongado
tra enemigos tenaces que buscan nues- y muy horrible. Representaciones tor-
tra perdición eterna. Cierto es que, así pes, provocadas por el demonio, desfi-
como la Cuaresma nos encamina hacia laban una tras otra por su imaginación.
la gloria de la luminosa mañana de Pas- Y cuanto más las desechaba, más fuer-
cua, del mismo modo los sufrimientos temente arremetían. Le parecía que un
y luchas de esta vida, cristianamente agua sucia la envolvía y que estaba en-
aceptados, nos encaminan hacia la po- teramente sumergida en ella; sólo su vo-
sesión eterna de la bienaventuranza. luntad, que no consentía, se mantenía a
Pero, mientras tanto, debemos luchar, flote. La prueba duró varios días, al fin
sufrir. Cuaresma es, pues, un tiempo de los cuales se le apareció el Señor. —
de renuncia y de dolor; es un tiempo de “¡Oh, Señor! ¿Dónde estabas cuando yo
tentaciones por parte de Satanás, del me veía invadida por las tinieblas de la
mundo y de la carne. impureza?” — “Hija mía, estaba en tu
La tentación, la prueba, es la condi-
ción constante del hombre que quiere
ganarse el cielo. Cristo mismo, nuestra
Cabeza, nuestro Modelo, quiso ser ten-
tado, para enseñarnos: 1º Que seremos
tentados; 2º Por dónde seremos tenta-
dos; 3º Qué armas hemos de usar para
vencer a la tentación.

1º DURANTE TODA NUESTRA


VIDA SEREMOS TENTADOS.

Del ejemplo de Nuestro Señor, que


en calidad de Cabeza nuestra, quiere
soportar la tentación del demonio, de-
ducimos, en primer lugar, que también
nosotros seremos continuamente tenta-
dos. Y podemos entonces preguntarnos:
¿Por qué Dios permite que el demonio
nos tiente? Dicho de otro modo, ¿qué
28 Utilidad de las tentaciones
corazón”. — “Pero Señor, ¿cómo podías
residir en él, si las sugestiones perver-
sas lo envolvían por todas partes?” —
“¿Experimentabas acaso alguna com-
placencia en ellas?” — “No, Señor, sino
horror y amargura; conocimiento de
mi miseria; esfuerzos sobrehumanos
para no dejarme arrastrar; deseos
más encendidos de amarte por toda la
eternidad”. — “Ten bien entendido que
era Yo quien infundía en tu corazón ese
horror y amargura; Yo comunicaba a
tu voluntad la energía para que resis-
tieras valientemente; Yo purificaba tu
amor para hacerte digna de un premio
eterno, grande y admirable”.
Dos cosas nos enseña este episodio.
— La primera, que las tentaciones no
son pecado. Tentación, propiamente ha-
blando, es toda solicitación al mal. Po-
demos distinguir en ella tres elementos:
l la sugestión, o idea del mal sugeri-
da por el enemigo, generalmente atrac- l la delectación, o placer que el hom-
tiva, acomodada a los gustos y a las ten- bre resiente al punto en la parte viciada
dencias de nuestra naturaleza; de su ser;
«Como el Señor todo lo hacía y sufría para nuestra enseñanza, quiso también ser con-
ducido al desierto y trabar allí combate contra el diablo, a fin de que los bautizados,
si después del bautismo sufren mayores tentaciones, no se turben por ello, como si
fuera cosa que no era de esperar. No, no hay que turbarse, sino permanecer firme y
soportarlo generosamente como la cosa más natural del mundo. Si tomaste las armas,
no fue para estarte ocioso, sino para combatir. Y ésa es la razón por que Dios no impide
que nos acometan las tentaciones. Primero, para que te des cuenta que ahora eres ya
más fuerte. Luego, para que te mantengas en moderación y humildad y no te engrías
por la grandeza de los dones recibidos, pues las tentaciones pueden muy bien reprimir
tu orgullo. Aparte de eso, aquel malvado del diablo, que acaso duda de si realmente le
has abandonado, por la prueba de las tentaciones puede tener certidumbre plena de
que te has apartado de él defitivamente. Cuarto motivo: las tentaciones te hacen más
fuerte que el hierro mejor templado. Quinto: ellas te dan la mejor prueba de los pre-
ciosos tesoros que se te han confiado. Porque, si no te hubiera visto el diablo que estás
ahora constituído en más alto honor, no te hubiera atacado. Por lo menos al principio, si
acometió a Adán, fue porque le vio gozar de tan grande dignidad. Y, si salió a campaña
contra Job, fue porque le vio coronado y proclamado por el Dios mismo del universo.
Entonces, ¿por qué dice más adelante el Señor: Orad para que no entréis en tentación?
(Mt 26, 41). Por la misma razón porque el evangelio no te presenta simplemente a Jesús
camino del desierto, sino conducido allí conforme a la razón de la economía divina. Con
lo que nos da a entender que no debemos nosotros adelantarnos a la tentación; mas si
somos a ella arrastrados, mantenernos firmes valerosamente» (San Juan Cristóstomo,
Homilías sobre San Mateo).
Utilidad de las tentaciones 29
l y el consentimiento de la voluntad, l Para acrecentar nuestros méritos
por el cual el alma cede a la tentación y merecer la gloria eterna: “Bienaventu-
y acepta el pecado propuesto. Sólo una rado el varón que soporta la tentación,
delectación querida, o el consentimiento porque una vez probado recibirá la co-
de la voluntad, constituyen pecado; mas rona de vida que Dios tiene prometida
no la sola idea del mal que el enemigo a los que le aman” (Sant. 1 12).
nos sugiere, ni la delecta-
ción involuntaria que pue-
de provocar en nuestros
sentidos.
— La segunda, que las
tentaciones son útiles:
l Para hacernos cono-
cer y sentir nuestra debili-
dad, y adquirir así la ciencia
fundamental de la humil-
dad, de la desconfianza de
nosotros mismos, y de la
oración pronta y confiada.
Tenemos ejemplos de ello
en San Pedro y en San Pa-
blo (2 Cor. 12 7-10);
l Para despertarnos de
nuestra indolencia natural
y de nuestra pereza espi-
ritual: “Las grandes tentaciones tienen 2º POR DÓNDE SEREMOS TEN-
como efecto ordinario hacernos salir TADOS.
de nuestro sopor y volvernos más fer-
vorosos”, decía San Juan Crisóstomo; Del ejemplo de Nuestro Señor dedu-
“He realizado más actos de fe de un año cimos también por dónde seremos ten-
a esta parte, que en todo el resto de mi tados. El demonio, para tentarnos, ya
vida”, decía Santa Teresita, aludiendo a sea por sí mismo, ya sea por medio del
las fuertes tentaciones que padecía con- mundo, ha de adaptarse a nuestra natu-
tra la fe hacia el final de su vida; raleza; mejor dicho, a la triple inclina-
l Para fortificar nuestra voluntad y ción pecaminosa que nuestra naturaleza
forjar nuestra virtud en la lucha cotidia- conservó después del pecado original,
na. “Porque eras agradable a Dios, fue aún después de haber sido regenerada
necesario que la tentación te probase”, por el bautismo. Esta triple concupis-
dijo el ángel Rafael a Tobías. “Hijo mío, cencia nos empuja a buscar nuestro fin y
si quieres entrar al servicio de Dios, nuestra felicidad fuera de Dios y contra
prepara tu alma para la tentación”, nos la voluntad de Dios:
aconseja el libro de la Sabiduría. “El va- — Ya sea en los placeres de los senti-
rón justo es probado por la tentación, dos: concupiscencia de la carne: “Si eres
como el oro fino es probado en el crisol”; el Hijo de Dios, di a estas piedras que se
30 Utilidad de las tentaciones
vez una triple vigilancia: al
mismo tiempo que nos per-
mite expiar las faltas ya in-
curridas, nos hace también
evitar la tentación futura):
— Contra la concupiscen-
cia de la carne, tenemos el
ayuno. Por ayuno entende-
mos toda obra de mortifica-
ción orientada a reprimir la
carne, para que obedezca al
espíritu. Nuestro Señor ayu-
nó y se entregó a austerida-
des durante cuarenta días;
conviertan en panes”; — Contra la concupiscencia del es-
— Ya sea en las satisfacciones del orgu- píritu, tenemos la oración. Por oración
llo y de la voluntad propia: concupiscencia entendemos toda elevación del alma a
del espíritu, o soberbia de la vida: “Si eres Dios, todo recurso confiado a El. Nues-
el Hijo de Dios, échate de aquí abajo”; tro Señor oró con especial intensidad
— Ya sea en los bienes de fortuna: con- durante su Cuaresma, para enseñarnos
cupiscencia de los ojos: “Todo esto te daré que en la oración encontraremos el se-
si, postrándote ante mí, me adoras”. creto de la fortaleza contra las tentacio-
nes del diablo.
3º QUÉ ARMAS HEMOS DE USAR — Contra la concupiscencia de los
PARA VENCER A LA TENTACIÓN. ojos, tenemos la limosna. Por limosna
entendemos toda obra de misericordia,
Contra esta triple concupiscencia, el destinada a practicar una caridad bene-
ejemplo de Nuestro Señor y la práctica volente para con el prójimo, y a hacernos
de la Iglesia nos proponen un triple re- salir de nuestro natural egoísmo, por el
medio, una triple penitencia (que es a la cuidado en preocuparnos por los demás.

«Y he aquí que ángeles se le acercaron y le servían. Mientras duró la batalla, no dejó que
aparecieran los ángeles, con el fin de no espantar la caza; mas, una vez que confundió en
todo al enemigo y le obligó a emprender la fuga, entonces aparecieron aquéllos. Apren-
ded de ahí que también a vosotros, después que hayáis vencido al diablo, os recibirán los
ángeles entre aplausos y os acompañarán por dondequiera como una guardia de honor.
De este modo, en efecto, se llevaron los ángeles a Lázaro, salido que hubo de aquel hor-
no ardiente de la pobreza, del hambre y de la estrechez más extrema. Ya os lo he dicho
antes: muchas son las cosas que aquí muestra Cristo de que hemos de aprovecharnos
nosotros. Como quiera, pues que todo esto ha sucedido por nosotros, emulemos e imi-
temos también su victoria. Si se nos acerca uno de esos servidores que tiene el demonio,
y que piensan como él, para provocarnos y decirnos: “Si eres hombre admirable y gran-
de, traslada de sitio esta montaña”, no nos turbemos ni escandalicemos. Respondamos
con moderación y con las mismas palabras que oímos pronunciar al Señor: No tentarás
al Señor, Dios tuyo. Si nos pone delante la gloria y el poder, si nos ofrece muchedumbre
sin término de riqueza a condición de que le adoremos, mantengámonos firmes valero-
samente» (San Juan Cristóstomo, Homilías sobre San Mateo).
Utilidad de las tentaciones 31
CONCLUSIÓN

Vayamos con Cristo al


desierto de la santa Cua-
resma, para ayunar allí du-
rante cuarenta días y para
entablar combate con el
tentador, si Dios le orde-
na que nos pruebe. Aun-
que no podamos ayunar,
orar y mortificarnos como
lo hizo Jesús, hagamos al
menos lo que podamos.
“Portémonos en todo como
verdaderos ministros de Dios: en mucha venció a Satanás y sus tentaciones, lucha-
paciencia, en las tribulaciones, en las ne- rá y vencerá también en nosotros: “Dios
cesidades, en las angustias; en trabajos, mío, tú eres mi refugio y mi fortaleza: en
vigilias y ayunos; en castidad, en ciencia, ti confío. El me ha librado del lazo de los
en longanimidad, en caridad no fingida, cazadores (del tentador). El te hará som-
en amabilidad; en la gloria y en la igno- bra con sus espaldas, y te cobijará bajo
minia, en la buena y en la mala fama” sus alas. Porque el Señor enviará a sus
(epístola); sin impaciencias, sin lamentos, ángeles para que te guarden en todos tus
sin mal humor, sin cansancio. En una pa- caminos. Te llevarán en sus brazos, para
labra: llevando una vida de continuo sa- que no tropiece tu pie con piedra alguna.
crificio por amor de Dios y de Cristo. Porque confió en mí, le libraré; le prote-
El tono fundamental que ha de do- geré, porque conoció mi nombre. Me in-
minar en toda nuestra vida, durante la vocará, y Yo le oiré: estaré a su lado en
santa Cuaresma, debe ser el de una total la tribulación. Le salvaré y le glorificaré;
confianza en el Señor, que ayuna, lucha y le saciaré con una larga vida, y le mos-
vence en nosotros y con nosotros. El, que traré mi salvación” (salmo 90). m

«Porque no se contentó el diablo con tentar al común Señor nuestro. Cada día emplea
sus mismas artes con cada uno de sus siervos, no sólo en los montes y soledades, sino
también en las ciudades, en las públicas plazas, en los tribunales; y no sólo nos ataca por
sí mismo, sino valiéndose también de hombres de nuestro mismo linaje. ¿Qué tenemos,
pues, que hacer? Negarle absolutamente fe, taparnos los oídos, aborrecer sus adulacio-
nes y volverle tanto más resueltamente las espaldas cuanto mayores promesas nos haga.
A Eva, cuanto más la levantó con locas esperanzas, más profundamente la derribó y ma-
yores males le acarreó. Es enemigo implacable y nos tiene declarada guerra sin tregua.
No es tanto el empeño que nosotros tenemos por nuestra salvación, como el que pone
él por nuestra perdición. Rechacémosle, pues, no sólo con palabras, sino también con
obras; no sólo con la intención, sino también con la acción. No hagamos nada de lo que
el diablo quiere, y así haremos todo lo quiere Dios. Mucho, en efecto, nos promete; pero
no para dar sino para quitar. Promete del robo para arrebatarnos el reino de los cielos
y su justicia. Promete en la tierra tesoros, como lazos y redes, a fin de privarnos de ésos
y de los cielos. Quiere que seamos ricos aquí, para que no lo seamos después» (San Juan
Cristóstomo, Homilías sobre San Mateo).
Fray Juan Gilabert Jofré
Rvdo. D. Eduardo Montes

A
la hora de tratar de las aportaciones efectuadas por los católicos en beneficio
de la humanidad es importante referirse a uno de los sectores de ésta cuya
situación es particularmente angustiosa, el de los enfermos mentales.
Y en este campo concreto ocupa un lugar destacadísimo el religioso mercedario
Fray Juan Gilabert Jofré (1350-1417). A propósito de la obra fundada por nuestro
fraile en favor de los que llamaba “pobres inocentes y enajenados” (1) se ha dicho
por parte de un historiador de la psiquiatría que el manicomio en cuestión era “el
primer manicomio no sólo de España sino del mundo entero…la primera institu-
ción del tratamiento moral de la locura” (2). Por “psiquiatría moral” suele entender-
se una psiquiatría con acción terapeútica de
tipo psicológico y social, única accesible a las
almas caritativas que a comienzos del siglo
XV hicieron frente a este gravísimo proble-
ma, y que con todas las limitaciones que a su
acción imponían los limitados desarrollos de
la Medicina de su época, supusieron un pro-
greso inmenso respecto a los procedimientos
seguidos en otros lugares y épocas respecto a
estos desgraciados enfermos, y que iban des-
de encerrarlos en jaulas hasta contratar a ma-
rineros para que los condujesen atados en sus
barcos y los arrojasen al agua en sus travesías.
Pero antes de constituirse en fundador del
manicomio valenciano el P. Gilabert había re-
corrido un largo camino desde su nacimiento
en el año 1450 en la ciudad del Turia. Brillan-
te estudiante de Leyes renunció a ejercer su
carrera para ingresar en la Orden de la Mer-
ced, fundada en 1218 por San Pedro Nolasco
(1180-1245) para la redención de los cristia-
nos cautivos de los moros en Túnez, Argel, Bujía y otros enclaves similares donde eran
conducidos los citados cautivos que habían sido hechos prisioneros a consecuencia de
enfrentamientos militares o por la piratería berberisca, como fue el caso, entre tan-
tísimos, de Miguel de Cervantes (1547-1616) o de San Vicente de Paul (1581-1660).
Porque, aunque hace siglos felizmente superado, uno de los más graves proble-
mas que han pesado tremendamente sobre las espaldas de la cristiandad durante
Fray Juan Gilabert Jofré 33
muchos siglos ha sido el del cautiverio. El mundo cristiano se veía amenazado en los
mares del norte por la piratería normanda (consta del asalto, saqueo y destrucción
de un monasterio inglés en el año 798) y en el Mediterráneo por los turcos y arge-
linos al que acabamos de referirnos. La venta de los esclavos, que estos piratas se-
cuestraban, suponía un
negocio rentable pues
surtía de mano de obra
gratis a los hijos de Ma-
homa y de mujeres a sus
harenes, y de remeros
forzados a los sótanos de
las galeras de los piratas
y corsarios, aparte de las
sumas de dinero conse-
guidas por los rescates.
Por eso en el siglo XII
surgieron unos hombres
sensibles a este proble-
ma angustioso: Juan de
Mata (1150-1213) profe-
sor de universidad en Paris y Felix de Valois (¿-212). No conocemos con exactitud
muchos detalles de cómo sucedió esta fundación, que precedió en algunos años a su
paralelo español de la Merced, salvo que en la soledad de Cerfrois, animados por
otros cuatro ermitaños, fundan esta nueva orden religiosa de la Santísima Trinidad
que fue aprobada por Inocencio III en 1198 y que ese mismo año logra el rescate de
200 esclavos cristianos de Marruecos.
Son famosos los trinitario Fray Juan Gil y fray Antón de la Bella que en 1580
rescataron al antes citado Miguel de Cervantes por 500 escudos de oro.
Sin duda estos datos históricos nos pueden servir para comprender algo del am-
biente de las familias espirituales en que se formó nuestro mercedario valenciano,
hasta llegar al momento concreto en que el 24 de febrero de 1409, cuando se dirigía
a predicar un sermón en la catedral de Valencia, se tropezó en la calle con un grupo
de mozalbetes que al grito de ¡al foll, al foll¡ apedreaban a un pobre demente. El
P. Gilabert se interpone entre los gamberros y el desgraciado –escena que ha sido
representada magistralmente por el pincel de Joaquín Sorolla (1863-1923)- y, des-
pués de atender a éste, decide cambiar el tema de su sermón que va a versar sobre
la situación de los enfermos mentales y que lo va a hacer con tal convicción e inten-
sidad que suscita le generosa reacción de un grupo de mercaderes valencianos que,
junto con el mercedario, fundarían a continuación el que se iba a llamar con toda
propiedad Hospital de los Santos Mártires Inocentes. A él se aplican las considera-
ciones que hacíamos al comienzo de este artículo. m

[1] FELIX RAMAJO, Vida y obra del padre Juan Gilabert Jofré, Ediciones Diputación de Valencia, Valencia 1980, pag. 62
[2] ULLESPERGER, J.B. Historia de la Psicología y de la Psiquiatría, pag. 50 y sigt.
Crónica de la Hermandad en España

l Obras de la capilla en Madrid


Las obras en la nueva capilla de Madrid continúan a pesar de las dificultades que
han levantado los vecinos. Habrá que hacer algunas modificaciones que, gracias a
Dios, no afectarán a lo esencial. Las obras terminarán, Dios mediante, a finales del
mes de octubre. Por supuesto, contamos con sus oraciones para que las obras con-
Crónica de la Hermandad en España 35
tinúen sin imprevistos y podamos gozar todos pronto de un nuevo templo digno de
la Sagrada Liturgia.

l Primera Misa del P. José María Jiménez


El P. José María Jiménez, ordenado sacerdote el pasado mes de diciembre en
nuestro seminario de La Reja ha sido nombrado en España. Celebró su primera

misa el 12 de enero en nuestra capilla de Madrid. Como diácono y predicador le


asistió el P. Juan María de Montagut, a punto de dejar España para ocupar el nuevo
cargo de prior de Sao Paulo (Brasil). El P. Philippe Brunet, actual superior de la
Casa Autónoma de España y Portugal le asistió como subdiácono.
36 Crónica de la Hermandad en España
l Partido de fútbol

El domingo 9 de marzo el grupo de “jóvenes” de la Capilla Santiago Apóstol or-


ganizó por primera vez un partido de fútbol. Asistieron los P. Carlos Mestre (hizo lo
que pudo...) y el P. José María Jiménez (lo hizo mejor). 12 jugadores que ¡ya quisie-
ra tenerlos el Real Madrid (o el Barça...)! El resultado (5 a 4, ganando los “azules”)
requiere la revancha que no tardará en realizarse. m
La primavera del postconcilio
L. Pintas

l De locos. El diario salvadoreño La error de sus seguidores e incremento de


Página recogió el 23 de diciembre unas su número? ¿Con “autenticidad”, o di-
incalificables declaraciones del arzobis- cho de otra forma, siguiendo fielmente
po de San Salvador. José Luis Escobar las directrices de sus humanos fundado-
glosaba los datos de una encuesta sobre res? Es difícil juntar más despropósitos
la creciente apostasía de católicos que en una sola frase. Debe ser el “efecto
abandonan la Iglesia para vincularse Francisco”, pues ya el Papa, en la entre-
a variopintos grupos religiosos. “Más vista concedida al Corriere della Sera el
que estar preocupados por quién se va 5 de marzo, dijo que “en la globalización
a una religión”, avanzaba monseñor con en la que piensa la Iglesia… cada pueblo
desenvoltura, “estamos preocupados conserva su propia cultura, lengua, reli-
porque algunas personas no viven la fe. gión, identidad”. Y cuando felicitó a los
Quisiéramos que la mayoría de personas musulmanes por el final del Ramadán
en agosto pasado, señaló
Monseñor que “estamos llamados
José Luis Escobar
a respetar la religión del
otro, sus enseñanzas,
símbolos y valores”. Por
lo visto, también el terre-
no que conquistan…

l La unción del car-


denal. “Unción”, no en
el cuarto sentido del Dic-
cionario de la Real Aca-
demia, “devoción, recogi-
miento” –que también, o
al menos así le muestra la
practicaran una fe cristiana. Nosotros les foto-, sino en el sentido de que el purpu-
auguramos éxito a las demás religiones, rado fue “ungido”. ¿Y por quién? Por la
a las cuales respetamos mucho y espera- reverenda Anne Robertson, de Plymouth
mos que vivan su fe con autenticidad”. (Estados Unidos), quien confesaba el 14
¿La “mayoría”, pero no todos? ¿“Una” fe de enero en The Patriot Ledger que el
cristiana, pero no “la” fe cristiana, esto shock le duró días tras ver que quien se
es, la fe católica? ¿“Éxito” de las demás le acercó con esa intención fue nada me-
religiones, es decir, asentamiento en el nos que el cardenal arzobispo de Boston,
38 La primavera del postconcilio
l ¡Bravo por él! Como
sobreactuación fue tam-
bién la de otro cardenal
estadounidense conside-
rado, como O’Malley, un
conservador. Al arzobispo
de Nueva York, Timothy
Dolan, le preguntaron
por la salida del armario
de Michael Sam, un juga-
dor de fútbol americano.
Su respuesta, difundida
por todas las agencias el 7
de marzo, no es más que
Sean O’Malley, uno de los miembros del un eco del “¿Y quién soy yo para juz-
G-8 que asesora al Papa para la refor- gar?” que formuló Francisco en el avión
ma de la Curia romana. Fue en un acto de regreso de la JMJ de Río de Janei-
ecuménico para conmemorar el quin- ro, el pasado verano: “Bien por él, yo no
cuagésimo aniversario de una comuni- puedo juzgarle. Dios le bendiga. No sé,
dad metodista local. Y nadie piense que mira, la misma Biblia que nos enseña las
O’Malley se vio arrastrado por la obli- virtudes de la castidad y de la fidelidad
gada cortesía a que dan lugar las torpes y el matrimonio, también nos dice que
circunstancias de estos encuentros: él no juzguemos a las personas. Así que yo
mismo pidió algo que no es-
Cardenal Dolan
taba previsto, siendo “con-
firmado en el bautismo”
por una Doña Anne que
no se creía lo que veía. Con
mayor sentido de las impli-
caciones de la imagen que
el mismo cardenal, le im-
pactó “que fuese él mismo
quien quisiese aceptarlo de
mí, de una mujer en ese mi-
nisterio”. Tal golpe visual
–se pretendiese o no- a la
doctrina de la Iglesia sobre
las sacerdotisas pesó tal vez
menos en el ánimo del prelado que evo- diría: «Bravo»”. La verdad es que nadie
car al cardenal Jorge Mario Bergoglio de le pedía al cardenal Dolan que juzgase a
rodillas, siendo bendecido en 2006 por las personas, sino que aclarase, también
varios pastores protestantes argentinos, por el bien del alma del propio Michael
en sus días de arzobispo. El “efecto” de Sam, que presumir de una vida desor-
marras da lugar a sobreactuaciones. denada es ya un desorden y, en lo que
La primavera del postconcilio 39
alemán documentos vaticanos, entre
Sigrid Spath
ellos algunos del futuro Papa Bene-
dicto XVI. Frau Sigrid, hija de un pas-
tor luterano, era luterana y, asegura
la emisora de radio de la Santa Sede,
“fue el mismo cardenal Ratzinger,
según su [de ella] propio testimonio,
quien aconsejó a Sigrid Spath seguir
siendo protestante y no convertirse
a la Iglesia católica, como ella había
considerado en un momento de crisis.
Ella podía hacer más por ambas igle-
sias si se quedaba como protestante,
dijo el cardenal”. Consejo que la mu-
jer siguió, y protestante ha fallecido.

l El caso Kasper. El Papa Fran-


cisco ha dedicado dos sonoros elogios
al cardenal Walter Kasper, uno en su
primer Angelus (“es un teólogo de
primera”), recomendando su libro
La misericordia, y otro tras escuchar
tiene de pretensión de ejemplaridad, un su ponencia en el consistorio de febrero
desorden doble. (“esto es hacer teología de rodillas”). De
ahí que la propuesta del alemán abrien-
l Perdón por la injusticia. An- do la posibilidad de que se admita a la
tes hemos atribuido al “efecto Francisco” comunión a los divorciados vueltos a
las efusiones de monseñor Escobar y su “casar” haya adquirido resonancia mun-
deseo de que todas las religiones conser- dial. Mientras los enemigos de la Iglesia
ven a sus adeptos practicando muy au- están que no se lo creen de contentos,
ténticamente su fe. No es justo concen- otros compañeros del colegio cardena-
trar tanto la responsabilidad, pues hay licio, como el norteamericano Raymond
precedentes, como la célebre decisión Burke, han tenido que salir a declarar
del joven sacerdote Karol Wojtyla de no que “no ha sido bien recibido por todos
bautizar a un niño hijo de padres judíos los cardenales” y que “presenta muchas
muertos en Auschwitz y confiado a una dificultades”. Normal. Es que la pro-
familia católica (vid. Zenit, 18 de enero puesta de Kasper es ésta: “Si un divorcia-
de 2005), o el que se conoció el pasado do vuelto a casar: 1. se arrepiente de su
2 de febrero a través de Radio Vaticana fracaso en el primer matrimonio; 2. ha
(edición alemana). El artículo homena- aclarado las obligaciones del primer ma-
jea a la recientemente fallecida Sigrid trimonio y ha excluido definitivamente
Spath, una mujer austriaca que trabaja- volver atrás; 3. no pude abandonar sin
ba desde tiempos de Pablo VI en la casa otras culpas los compromisos asumidos
general de los jesuitas traduciendo al con el nuevo matrimonio civil; 4. se es-
40 La primavera del postconcilio
fuerza en vivir de la mejor forma posible de la cuestión. Porque las circunstancias
el segundo matrimonio a partir de la fe y que tan prolijamente detalla Kasper ni
educa a sus hijos en la fe; y 5. tiene el de-
son nuevas –son tan viejas como el di-
seo de los sacramentos como fuente de vorcio mismo- ni carecen de respuesta
doctrinal y pastoral. Lo que sí
es nuevo es que un miembro
del cónclave que elige Papa, y
potencialmente Papa él mis-
mo, plantee una cuestión sobre
moral y sacramentos sin más
referencia que la subjetividad
del pecador, ante la cual cede-
ría cualquier consideración de
otro tipo. Incluso aquella de
que “quien comiere este pan o
bebiere el cáliz del Señor indig-
namente, reo será del cuerpo y
de la sangre del Señor... por-
que quien le come y bebe in-
Cardenal Kasper
dignamente se traga y bebe su
propia condenación” (1 Cor 11,
fuerza en su situación, ¿debemos o po- 27-29). Y ya no es sólo la Eucaristía (¡si
demos negarle, después de un tiempo de se nos permite el “sólo” para hablar de
nueva orientación (metanoia), el sacra- ella, que lo es todo!) la que está en juego.
mento de la penitencia o, después, de la El alambicado criterio de Kasper podría
comunión?”. La pregunta, por supuesto, aplicarse a cualquier situación objeti-
después de una casuística tan articula- va de pecado. Al final del camino, se se
da, es puramente retórica. El purpurado emprende, nos esperaría la disolución
piensa que no, que no se les puede negar de la moral: todo estaría permitido sin
el acceso al Cuerpo de Cristo a quienes más que una genérica y vaga intención
viven en una situación objetiva de pe- de “vivir a partir de la fe”... pero sin que
cado mortal. Que es donde está el quid la fe tenga nada que decir al respecto. m

«Como suele suceder, los defensores de la Iglesia, los defensores de la Verdad, los de-
fensores de la Tradición de la Iglesia, atraen la ira contra sí. Atraen la ira de todos los
que estiman que hay que hacer componendas con el mundo, que hay que adaptarse
a su tiempo, que no hay que condenar los errores: «proclamemos la Verdad, pero no
condenemos los errores», un tipo de gente de doble cara. Es gente peligrosa, que se
llama católica, pero que al mismo tiempo pacta con los enemigos de la Iglesia. Esa
gente no puede soportar la Verdad, la Verdad íntegra y firme. No puede soportar que
se combatan los errores, que se combata al mundo y a Satán, y a los enemigos de la
Iglesia, y que siempre se esté en estado de cruzada. Estamos en una cruzada, en un
combate continuo. También Nuestro Señor proclamó la Verdad. ¡Pues bien! Le dieron
muerte. Le dieron muerte porque proclamaba la Verdad, porque decía que El era Dios.
¡Sí!, lo era. No podía decir que no lo era. Y todos los mártires prefirieron dar su sangre
y su vida antes que entrar en compromisos con los paganos». (Mons. Lefebvre)

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