Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Le recordamos que la Hermandad de San Pío X en España agradece todo tipo de ayu-
da y colaboración para llevar a cabo su obra en favor de la Tradición. Los sacerdotes de
la Hermandad no podrán ejercer su ministerio sin su generosa aportación y asistencia.
NOTA FISCAL
Los donativos efectuados a la Fundación San Pío X son deducibles, en un 25 %, de
la cuota del I.R.P.F. Todo ello, con el límite legal establecido
(10 % de la base liquidable).
Donativos
- Giro postal: a nombre de Fundación San Pío X
Casa San José
28607 - EL ALAMO (Madrid)
- Talones: a nombre de Fundación San Pío X
- Transferencias: a nombre de Fundación San Pío X
Banco Santander
Plaza de la Constitución, 8
28607 - EL ALAMO (Madrid)
Código Cuenta Cliente: 0030/1197/12/0010482271
Depósito legal: M-39630-1984
Catecismo
católico de la crisis
en la Iglesia
P. Matthias Gaudron, fsspx
E
n las últimas Témporas de Adviento, diciembre 2013, el diácono José María
Jiménez Maroto recibía la ordenación sacerdotal en el seminario argentino
de la La Reja. Un hecho común a muchos otros diáconos de la Hermandad
Sacerdotal de San Pío X pero que para nosotros, españoles, se ve cargado de un
significado especial. La historia de la obra de Monseñor Lefebvre en España es
una sucesión de hechos que encierran incomprensión, dolor, desconfianza y tris-
teza a lo largo de los años transcurridos desde 1978 hasta nuestros días. El miedo
de tantos y tantos católicos que a pesar de su perplejidad frente a los desvaríos
y sinrazones de numerosos hombres de Iglesia no se atreven a apoyar la obra
santa de la Hermandad por miedo a incurrir en desobediencia y lealtad a la Je-
rarquía católica. La cerrazón y ceguera de los Prelados que se obstinan en no ver
la autodestrucción y la autodemolición de la Iglesia. La prensa escrita y hablada
de los distintos medios de comunicación social que a través de artículos y comen-
tarios, sembrados de ignorancia, crean una opinión de condena a la obra de la
Tradición. Precisamente por todos estos motivos la ordenación sacerdotal del
diácono madrileño José María Jiménez ha supuesto para los fieles españoles un
estímulo y una fortaleza. Alguien de los nuestros, un español, llega para cumplir
con el ministerio sacerdotal en estas tierras nada fáciles, nada aparentemente
alentadoras, para decirnos que el trabajo de tantos años no ha sido estéril. Los
comentarios agoreros quedan atrás. El dolor y la soledad quedan atrás. Seguimos
con ilusión y fe hacia delante. Todo pasa.
El año 1999 fue ordenado en el Seminario de Ecône (Suiza) el joven Juan Mª
de Montagut, catalán y hondamente español. Ha permanecido entre nosotros casi
quince años, siendo los cuatro últimos Superior de la Casa Autónoma de España
y Portugal. Nombrado Superior de Sâo Paulo, Brasil, ha partido para aquellas
tierras americanas con aceptación total del mandato de su Superior General y
con el propósito firme de continuar su acción sacerdotal en aquellas tierras del
Nuevo Mundo. Aquí deja a su familia, amigos personales, fieles en general, mu-
chos jóvenes que han encontrado en él apoyo, seguridad y fuerza para vivir y dar
testimonio de su fe. Tantas y tantas realidades que forman ya parte de su historia
y de la historia de todas esas personas. Pero… primero Dios, primero Dios. Hay
que cumplir con la misión encomendada. Personas, acontecimientos, recuerdos…
Todo pasa.
El 10 de marzo del corriente año, 2014, llegó a la Sede de la Hermandad de San
Pío X, como nuevo Superior, el Padre Felipe Brunet, francés, Superior hasta ahora
en Toulouse y que también ejerció su ministerio en Saint Nicolas du Chardonnet,
París. Llega con fervor y deseos de trabajar por la Santa Iglesia aquí en España,
con fervor y deseos de poner a disposición de todos nosotros su ministerio sacer-
2 Editorial: Todo pasa
dotal. Desde 1978 son muchos los sacerdotes de la Hermandad que han dejado
su huella en estas tierras, su palabra, su acción. Cuando parecía que todo iba a
sucumbir frente a la acción demoledora de la fuerza del Rin desembocando en el
Tíber, una serie de apóstoles de la Tradición, de la verdad de siempre, se hicieron
presentes entre diversos grupos de católicos para proclamar con más fuerza que
nunca: Jesucristo ayer, hoy y siempre. Para proclamar que la verdad inmutable
de la Tradición, para manifestar que la luz de la Tradición no pueden fenecer,
sencillamente porque Nuestro Señor es esa Verdad y esa Luz. La presencia de un
Padre francés como Superior de la Hermandad en España pone en evidencia el
carácter católico de nuestra santa religión. Más allá de afinidades personales, de
subjetivismos y de tendencias nosotros, los fieles, damos gracias a Jesús, nuestro
Salvador, por la presencia sacerdotal de este ministro del Señor que viene a cum-
plir la misión que se le ha encomendado aquí, en España, para gloria de Dios y
bien de nuestras almas. Lo que queda atrás, queda atrás. Miremos sólo al camino
que nos queda por recorrer. Todo pasa.
Ahora tenemos como objetivos que hay que cumplir la futura iglesia de Madrid,
ya en construcción, el nuevo asentamiento de las Siervas de Jesús Sacerdote y del
Corazón de María y la nueva capilla en Lisboa (un local restaurado y remozado)
que acogerá a los fieles portugueses de la Tradición y a todos los que deseen allí
asistir. Detrás de estas líneas se esconden muchos esfuerzos, algunos sinsabores,
problemas y varias incertidumbres que constituyen en sí la hermosa lucha por la
defensa y el mantenimiento de la santa Tradición. Mas no importa lo que se ha
sufrido y trabajado, lo único que cuenta es mantener en todo esto, en este combate
y esfuerzo, una fe encendida y una esperanza sin límites en la Providencia divina.
Sólo la caridad no muere. Todo pasa.
Ni triunfos humanos ni glorias de este siglo. La gracia divina, la Providencia
divina nos ha movido a todos los que hemos emprendido este esfuerzo, más que
humano, a comprender que la meta que debe poner en tensión nuestra potencia,
interior y exterior, es la meta del honor de Dios, la gloria de Dios, el amor de nues-
tro Señor Jesucristo y de su santa Iglesia. Por ello nos movemos sabiendo a ciencia
cierta que todo lo demás es transitorio, meros medios, circunstancias que ayudan
pero que desaparecen. Nos esforzamos y esperamos solamente que se repita en
nuestras almas aquella invitación que aparece en el capítulo 3 del Apocalipsis, en
la carta a la iglesia de Laodicea: “Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno
escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”. Lo
demás no importa. Nuestra lucha encuentra aquí su fundamento y su plena justi-
ficación. Todo pasa. m
Compendio de verdades oportunas
que se oponen a los errores
contemporáneos (II)
II. LA ESTRUCTURA DE LA IGLESIA
14
EXPLICACIÓN
«Sobre el Magisterio Eclesiástico, enseñad que, siendo el Magisterio Pontificio
infalible, y el de cada Obispo, aunque sea oficial, falible, es posible a la humana
fragilidad de uno u otro Obispo caer en error: y la Historia registra algunos de esos
casos, que producen, como es claro, las más peligrosas consecuencias. Esto no obs-
tante, no se puede dejar de enseñar a los fieles cómo deben obrar en tales contingen-
cias. En esas circunstancias tan dolorosas, el primer deber de los fieles es mantener
todo el respeto a la persona sagrada del Pastor que les fue dado por la Providencia
y acatar filialmente sus órdenes en todo cuanto no se oponga a la fidelidad directa y
más alta que deben al Vicario de Cristo». (Directrices)
15
EXPLICACIÓN
No pierdan ocasión de inculcar verdadera devoción al Santo Padre el Papa, y, en
grado menor, al Obispo Diocesano.
En este punto es preciso evitar cierta
tendencia que, con el laudable deseo de es-
trechar los lazos de caridad entre las ovejas
y el Pastor local, presenta una tal idea del
Obispo que le confiere una especie de infa-
libilidad y le coloca casi al lado del Santo
Padre, el cual en este concepto no pasaría
de un simple fiscal de los Obispos. Enseñad
en esta materia de las relaciones entre el
Papa y los Obispos la doctrina exacta.
Nuestro Señor Jesucristo instituyó en
la Iglesia una sola Jerarquía de gobierno,
compuesta de dos grados armónicos: El
Papa, y a él subordinados, los Obispos (ca-
non 108, 39). La unidad de esta Jerarquía
es noción indispensable para que los fieles
se sepan situar ante ella. Viéndola como un
solo todo que tiene en la cúspide al Sobera-
no Pontífice, fuente de toda jurisdicción en
la Iglesia, considerando en la misma pers-
pectiva a los Obispos y al Papa, el fiel tribu-
tará a todos ellos el respeto, la veneración y «Creemos que cuando el Apóstol Pablo dirigió
reproches a Pedro, conservaba y manifestaba
el amor que se les debe. hacia el jefe de la Iglesia el afecto y el respeto
En esta perspectiva, conviene recordar que le son debidos. San Pablo estaba al mismo
que la plenitud del poder la tiene el Roma- tiempo con Pedro, jefe de la Iglesia, que en el
Concilio de Jerusalén había dado prescripcio-
no Pontífice, que tiene jurisdicción directa e nes claras, y contra Pedro que, en la práctica,
inmediata sobre los Obispos y los fieles. La actuaba en contra de sus propias instruccio-
nes». (Monseñor Lefebvre)
jurisdicción de los Obispos, sucesores de los
Apóstoles, se ejerce en armonía con la jurisdicción pontificia y con dependencia de ésta.
Este es el cuadro normal de la Iglesia. Querer inculcar una devoción al Papa
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 5
enteramente diversa y hasta opuesta a la devoción al Obispo, y viceversa, pretender
inculcar una devoción al Obispo diversa y opuesta a la devoción al Papa, sería negar
implícitamente la unidad armónica de la Jerarquía.
Amemos con extremada caridad al Papa y al Obispo, a cada cual según la posi-
ción y en la medida de los poderes que Nuestro Señor Jesucristo los confirió.
Los fieles más devotos de su Obispo — y todos los católicos deben serlo— no va-
cilarán en mostrarse respetuosísimos con la Suprema Autoridad del Romano Pon-
tífice, en toda la extensión en que ésta le fue dada por el Fundador de la Iglesia».
(Directrices)
16
l La inscripción de los fieles en las or- « La Iglesia es, por institución divina,
ganizaciones de Acción Católica les una sociedad desigual, en la que hay
confiere una participación en el man- una parte docente y otra discente, Je-
dato apostólico y en las funciones je- rarquía y súbditos. Los miembros de
rárquicas que les hace capaces de un las organizaciones de la Acción Católi-
apostolado específicamente sacerdotal. ca pertenecen enteramente a la catego-
ría de súbditos, a la Iglesia discente. No
tienen, por consiguiente, parte alguna
ni en la función docente ni en el poder
jerárquico. Sus actos son lo mismo que
los de cualquier fiel.
EXPLICACIÓN
El mandato conferido por Nuestro Señor Jesucristo a los Apóstoles y a sus su-
cesores tiene por objeto todo lo que se relaciona con la salvación de las almas. De
este mandato, que lleva consigo el poder de gobernar, enseñar y santificar, parti-
cipan, en el sentido verdadero y propio de la palabra, los miembros de los varios
grados de la jerarquía. El laicado no es susceptible, como tal, de recibir parte del
poder jerárquico. Asi, participa en los trabajos de la jerarquía y colabora con ella.
Pero, evidentemente, no participa de sus poderes. Así, cuando un padre enseña el
catecismo a sus hijos, o un Catequista autorizado difunde la enseñanza religiosa,
no hay propiamente en ningún sentido, una participación en el poder docente de la
Iglesia. El padre y el catequista son colaboradores de la jerarquía pero pertenecen
enteramente a la Iglesia discente. Todos los documentos de la Santa Sede sobre la
Acción Católica consideran la materia de esta manera, como es natural, pues éste es
el modo que se ajusta a la divina institución de la Iglesia.
Es lo que dice Pío XI en su discurso a los periodistas católicos del 26 de julio
de 1929: «Los periodistas católicos son de esa manera preciosos portavoces de la
Iglesia, de su Jerarquía, de sus enseñanzas: por consiguiente, los portavoces más
nobles, más elevados de cuanto dice y hace la Santa Madre Iglesia. Desempeñando
6 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
esta función, la prensa católica no pasa por eso a pertenecer a la Iglesia docente;
ella continúa en la Iglesia discente y, sin embargo, no por eso deja de ser en to-
das las direcciones la men-
sajera de la disciplina de
la Iglesia docente, de esta
Iglesia obligada a enseñar
a las naciones del mundo»...
Cabe aquí una obser-
vación, cuya importancia
jamás sería exagerado en-
carecer. Si, de un lado, los
documentos pontificios
censuran diversos errores
que han surgido relativos a
la Acción Católica, por otra
parte manifiestan el mayor Una tentación que fácilmente acecha al laicado católico es, en
palabras, de Mons. Lefebvre, «la superestimación de la acción del
empeño en conservar y pro- laicado. Se la pone en la balanza con la acción del sacerdote, que
mover esta Asociación. quizás no siempre alcanza el mismo resultado brillante sobre el
plan exterior. La facilidad, sobre todo en estos jóvenes, de ver las
No hay contradicción simples y sinceras felicitaciones venidas de la Jerarquía como una
entre una actitud y la otra. suerte de investidura suprema que lo consagra (al laicado) salva-
Si la Santa Sede corrige dor de la situación, que detenta carismas especiales, lo cual lo
conduce a veces, excitado por el orgullo, por el acuerdo tácito de
exageraciones peligrosas tal o cual superior, por la adulación de sus amigos, por los aplau-
concernientes a la Acción sos de la muchedumbre, a adoptar actitudes de independencia
hacia toda disciplina».
Católica, es precisamente
porque desea para ella un recto y efectivo desenvolvimiento. En esta posición de
equilibrio deben mantenerse igualmente los que se dedican a esta materia.
17
EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada coloca el apostolado de los seglares de la Acción Cató-
lica en un plano oficial y el apostolado de los religiosos en un plano simplemente
oficioso y, por tanto, inferior, lo que contraría el orden de los valores.
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 7
18
«Que los responsables y los militantes de la Acción Católica tengan ese deseo ardiente de crear ám-
bitos favorables a la gracia y, por consiguiente, a la acción sacerdotal, a la acción de los sacramentos.
El Señor tardó siglos en preparar el «fiat» de María. Toda la historia del pueblo elegido prepara a esta
criatura excepcional que será la verdadera Arca de la Alianza. ¡Con paciencia y confianza ayudemos
a las almas a convertirse a Dios! Las gracias actuales en nosotros y en nuestra oración, hecha bajo la
inspiración de su Espíritu, ayudarán a los corazones, disponiéndolos a la conversión con suaves in-
vitaciones interiores. Cuanto más dejemos actuar en nosotros la virtud de la oración de Cristo, más
eficacia tendrá nuestra oración y más abundantes serán las gracias de vida divina. Nuestra preocu-
pación constante y diaria debe consistir en «santificarnos para santificar a los demás». «Yo de muy
buena gana me gastaré y me desgastaré hasta agotarme por vuestra alma» (II Cor. XII, 15). Que tales
sean nuestras disposiciones, siendo como somos miembros del Cuerpo vivo de Jesucristo» (Mons.
Lefebvre). En la fotografía, Mons. Lefebvre con los monaguillos en Dakar, 1948.
8 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada supone un estado intermedio entre la Iglesia docente
y la Iglesia discente. Se daría entonces una gracia propia de estado más eficaz en sí
misma que la de los simples miembros de la Iglesia discente.
19
EXPLICACIÓN
El Santo Padre Pío XII ha enseñado hasta la saciedad, y, más solemnemente,
empeñando su palabra de Pastor Supremo, en la Constitución Apostólica Bis Sae-
culari die, de 27 de septiembre de 1948 (A. A. S., v. 40, pág. 393 ss.), que la Acción
Católica no puede ser organizada a la manera “estandardizada” y totalitaria de los
Estados modernos. Por esto, en el mismo plano en que se desenvuelven las organi-
zaciones fundamentales de la Acción Católica, coloca las Congregaciones Marianas
(1) y otras Asociaciones con fines y forma de apostolado, multiformes en su espíri-
tu, constitución y actividad. Y por ese mismo motivo se complace el Pontífice en la
exuberante abundancia de las demás asociaciones religiosas.
20
(1) Estas constituyen «forma eximia y peculiar de Acción Católica», escribió el Santo Padre en la
Carta Apostólica Omnibus qui, del 2 de Julio de 1953, al Director del Secretariado Central de las CC.
MM. En este mismo documento dice el Sumo Pontífice: «Como ya amonestamos (a las Congrega-
ciones) una vez constituidas deben decirse “ipso iure et pleno iure” Acción Católica y serán tenidas
en el mismo orden como las demás formas de Acción Católica». Y más adelante agrega: «Las Con-
gregaciones, que no necesitan de ninguna nueva misión, de ninguna otra asociación, para que
bajo la dirección de los Pastores Sagrados, puedan ejercer el apostolado omnímodo, no ya apenas
el privado, sino en los que la Iglesia les encomiende» (Cfr. Catolicismo nº 33, septiembre de 1953).
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 9
EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada sería verdadera si la Acción Católica formase un grado
intermedio entre la Iglesia docente y la Iglesia discente.
21
EXPLICACIÓN
Si el sacerdote tuviese sobre la Acción Católica el mero poder de veto, práctica-
mente escaparía ella al poder del propio Obispo. Por otro lado, la sentencia impug-
«Es muy importante volver a
los auténticos principios de
la acción católica. En primer
lugar la piedad. Antes que
nada, rezar y pedir la gracia
a Dios. Luego, estudiar las
enseñanzas de la Iglesia para
obrar según los principios de
una acción realmente católi-
ca. Este es el orden normal.
San Pío X continúa: «Muchos
ejemplos luminosos de éstos
por parte de los soldados
de Cristo, tendrán más valor
para conmover y arrebatar
las almas que las exquisitas
disquisiciones verbales: y
será fácil que, rechazado el
miedo y libres de prejuicios
y de dudas, muchos vuelvan
a Cristo y difundan por do-
quier su doctrina y su amor; todo esto es camino para una felicidad auténtica y sólida» (Mons. Lefeb-
vre). En la fotografía, Mons. Lefebvre bendice una imprenta en Dakar, 1955.
10 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
nada sólo se justificaría en la hipótesis de constituir la Acción Católica algo especí-
ficamente superior a la Iglesia discente, en condición paralela a aquella en que se
encuentran los simples Sacerdotes (2).
22
EXPLICACIÓN
La función directiva se coloca necesariamente en un plano general y superior.
Unidos a la dirección eclesiástica, los seglares pueden prestar el concurso de pe-
ritos especializados en cuanto a las peculiaridades de los ambientes en que viven.
Consejeros buenos, desinteresados, valiosos, pero siempre consejeros, dispuestos
siempre a obedecer las órdenes del sacerdote, la dirección que éste comunique a las
actividades sociales.
La incapacidad del sacerdote para conocer los medios donde se ejerce el apos-
tolado de los seglares fue negada directamente por el Santo Padre en su alocución
al terminar el Congreso mundial del Apostolado seglar (A. A. S., v. 43, págs. 789-
90), en 14 de octubre de 1951, con estas palabras: «El recurrir al concurso de los
seglares no es debido a la flaqueza o al fracaso del clero en su tarea presente». Y,
(2) La carta Omnibus qui enseña que una de las notas más esenciales de la A. C. es su subordinación
a la Sagrada Jerarquía: «De nuestra Alocución al Congreso Mundial en que se trató del apostolado
de los laicos, se deduce claramente que la naturaleza de la Acción Católica es tanto más genuina
cuanto más íntima fuera en el apostolado la unión debida con la Jerarquía. Es obvio, pues, cuánto
deben refulgir en las Congregaciones Marianas de laicos las notas propias de la Acción Católica:
de hecho, tales Congregaciones, una vez legítimamente constituidas por la Jerarquía, dependen
única e inmediatamente de esta última en todas las obras de apostolado» (cfr. Catolicismo nº 33,
septiembre de 1953).
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 11
de un modo positivo: «el sacerdote tiene ojos tan buenos como el seglar para dis-
tinguir las señales de los tiempos, y no tiene el oído menos sensible para auscultar
el corazón humano». Y, para que no hubiese duda añadió el Papa la razón de la
colaboración de los seglares: «Los seglares son llamados al apostolado como cola-
boradores del sacerdote, por razón de la falta de clero». (Véase Catolicismo nº 12,
de diciembre de 1951.)
«¿Queremos salvar las almas, queremos salvar la so-
ciedad cristiana, queremos salvar las familias cristia- El apostolado de los se-
nas, queremos salvar lo que queda aún de cristiano glares en el medio ambiente
y desarrollar un poco la cristiandad? No hay más so- no puede ser cosa típica de
lución que el clero, el sacerdote. Desgraciadamente,
amigos como la T.F.P. por ejemplo, que eran gente que
la Acción Católica, porque es
trataron también de avanzar con las mismas ideas de deber de cada seglar hacer
salvar a la Iglesia, de salvar al mundo, de salvar a la so- apostolado en el ambiente en
ciedad, se equivocaron desde el principio, por partir que viva. A lo largo de veinte
de un falso principio. Si hubiesen partido del principio
de que hay que hacer buenos sacerdotes y ayudar a la siglos de existencia la sagra-
formación de buenos sacerdotes, la obra de esos lai- da Jerarquía supo dirigir con
cos, de una obra laica poderosa como aquella, habría maestría este apostolado. No
sido ayudar a hacer seminarios de manera espléndida.
De Brasil habrían podido salir centenares de sacerdo-
se comprende cómo la Acción
tes bien formados, que habrían podido evangelizar Católica pueda venir a traer
toda la América del Sur, e incluso venir a Europa, como una innovación en este parti-
nosotros lo hacemos con la Fraternidad. Ellos conta- cular. Por otra parte, es preci-
ban con los medios para ello, tenían dos obispos a su
disposición: Monseñor Sigaud y Monseñor de Castro so no considerar este asunto
Mayer; tenían los medios materiales que nosotros no desde un ángulo meramente
teníamos. Estaban organizados con laicos, con no sé natural. El Sumo Pontífice
cuántos puestos de radio a través de Brasil que difun-
dían cada día, durante una o dos horas, su boletín;
ya declaró que el apostolado
eran, pues, una fuerza considerable. Pues bien, fraca- de la Acción Católica es ins-
saron porque se dijeron: “No será el clero el que salva- trumental; que los seglares
rá a la Iglesia, no será el clero quien salvará la cristian- deben de estar subordinados
dad, sino que serán los laicos”. Es un error: los laicos
sin sacerdotes, ¿qué pueden hacer? ¿quién va a darles a la autoridad del sacerdote,
la gracia? ¿quién va a darles los sacramentos? ¿quién representante auténtico del
va a darles la fe que debe guiarlos? Ya que toda la obra Obispo. La instrumentalidad
de restauración de la Iglesia, toda obra de restaura-
ción de la cristiandad, es una obra de la fe. Pertenece
de los seglares en el apostola-
al sacerdote comunicar la fe a los laicos, pertenece al do se entendió siempre, como
sacerdote comunicar esta luz, como lo dice la Santísi- es justo, de manera adecuada
ma Virgen de La Salette. Por eso, ese grupo no partió a las personas humanas y no
bien; y eso era un grave error de su parte. Por mi par-
te, estaba absolutamente persuadido de la necesidad a seres inanimados. Dice el
del sacerdocio. ¿Cómo iba a realizarlo? Eso ya era otro Santo Padre que «los supe-
asunto, no lo sabía, sino que se fue presentando día a riores eclesiásticos usan de
día, mes a mes, año tras año, hasta que por fin hemos
fundado la Hermandad.».
él de la misma manera que
Mons. Lefebvre
el Creador y Señor usa de las
criaturas racionales como
instrumentos, como causas segundas, “con una dulzura llena de atenciones” (Sap.
XII-18)» (Discurso al Congreso mundial del Apostolado seglar, 1951). Este es el
plan de la Providencia, que sólo dispensa su gracia a lo que se haga según la consti-
tución divina de la Iglesia.
12 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
23
24
l En el reclutamiento de los militantes « En el apostolado, por designio miste-
y dirigentes de la Acción Católica, al rioso de la Providencia, concurren las
contrario de lo que acontece en las de- cualidades naturales y la gracia divina.
más asociaciones, es necesario tomar Como ésta es el elemento indispensable
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 13
en mayor consideración las aptitudes y preponderante en la selección de los
naturales y la formación técnica para apóstoles, se debe tomar en conside-
el apostolado de conquista que la pie- ración, en primer lugar, su formación
dad y la formación sobrenatural. No espiritual, sin la cual el empleo de las
conviene, pues, reclutar los líderes y dotes naturales constituye para ellos un
miembros de la Acción Católica entre peligro de salvación y para el apostola-
los miembros de otras Asociaciones re- do un peligro de reducirse a mera apa-
ligiosas, sino que hay que preferir a los riencia. En las filas de las Asociaciones
que viven fuera de ellas. religiosas se pueden encontrar católi-
cos muy aptos para cualquier modali-
dad de apostolado.
EXPLICACIÓN
Esta sentencia, impugnada también, procede de la doctrina de que la Acción
Católica es, dentro de la Iglesia, algo enteramente nuevo, y discrepante de sus ver-
daderas tradiciones (3).
25
EXPLICACIÓN
Los Círculos de estudio, en la forma considerada en esta sentencia impugnada,
fueron condenados por el Santo Padre Pío X en su Carta contra el movimiento El
Sillón. En efecto, esa forma es de inspiración revolucionaria y pretende suprimir la
autoridad del profesor.
(3) La sentencia impugnada, considerando a los congregantes marianos y miembros de otras aso-
ciaciones, inadecuados para el apostolado de la A. C., no coincide con la carta Omnibus qui que
enseña que las CC. MM. «procuren ver, teniendo como mira la mayor gloria de Dios, en qué cir-
cunstancias, es oportuno enviar también sus congregantes para otras asociaciones apostólicas,
cuyos oficios puedan cumplir, sin detrimento espiritual y sin detrimento de las obras apostólicas
de la misma Congregación» (cfr. Catolicismo nº 33, septiembre de 1953).
14 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
26
l El apostolado de conquista, por el « Son mayores nuestras obligaciones
cual se traen al gremio de la Iglesia a de caridad para con los que viven más
los infieles y a los que viven habitual- unidos a Dios. Así, nuestro celo debe
mente en estado de pecado, es el apos- emplearse en primer lugar en la pre-
tolado por excelencia. El de preserva- servación de los buenos. Por otra parte,
ción y perfeccionamiento de los buenos la formación de seglares fervorosos es
es secundario. condición indispensable para un verda-
dero apostolado de conquista que todos
debemos fomentar.
EXPLICACIÓN
Los dos apostolados son esenciales: conservar y perfeccionar a los buenos y con-
vertir a los pecadores. Además, es falso separar el apostolado de preservación y per-
feccionamiento de los buenos del apostolado llamado de conquista. Aquél es condi-
ción para éste. El divino Maestro preparó la conversión del mundo por la formación
de un puñado de apóstoles fervorosos. En otras palabras, es imposible conquistar la
masa sin tener antes preparada una minoría selecta.
27
l En las condiciones actuales de urgen- « Por disposición de la divina Pro-
te necesidad de apostolado, sería mejor videncia la conquista de las almas se
que las familias religiosas meramen- alcanza por dos medios: de un lado,
te contemplativas dejasen de existir, o por la actividad externa y visible de la
redujesen enormemente el número de Jerarquía y de los fieles; de otro lado,
sus miembros, pues inutilizan para el por la acción interna e invisible de la
apostolado activo externo personas que gracia, condicionada en gran parte a
se consagran exclusivamente a la peni- la oración y a la penitencia reparado-
tencia y a la oración. ra de los contemplativos. En principio
la Iglesia deberá tener siempre la ayu-
da activa, la vida mixta y la vida esen-
cialmente contemplativa. La supresión
de cualquiera de ellas, o una reducción
que equivalga prácticamente a una su-
presión, no debe ser deseada.
EXPLICACIÓN
El Santo Padre Pío XII, considerando la situación presente del mundo, concedió
facilidades a los contemplativos para ejercer también apostolado activo. Sin embar-
go, no se trata ni se piensa en la supresión de Familias u Ordenes contemplativas,
o en una reducción que casi equivaliese a supresión. El Santo Padre señala que
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 15
ese apostolado no debe
absolutamente dispensar
o disminuir la intensidad
de la vida contemplativa.
He aquí sus palabras: «Y
primeramente en cuanto
a la vida contemplativa
de las Monjas debe per-
manecer firme e inviola-
ble lo que siempre estuvo
en vigor, según la mente
de la Iglesia, a saber:
que todos los monaste-
rios de monjas deben
profesar canónicamente
«Así que nuestra elección es la de conservar nuestra fe, sabiendo
y en todas partes la vida
que no podemos equivocarnos si somos fieles a lo que la Iglesia ha contemplativa como fin
enseñado durante 2000 años. La crisis es profunda, está muy bien primario y principal.
organizada y dirigida a tal punto que realmente se puede pensar
que su autor no es un hombre, sino el mismo demonio. Ahora bien, Por lo cual, los trabajos
el demonio ha hecho algo magistral, haciendo desobedecer a los ca- y ministerios a los cua-
tólicos en nombre de la obediencia. Un ejemplo típico lo vemos en
el aggiornamento de las comunidades religiosas. Por obediencia se
les las monjas pueden y
hace desobedecer a los religiosos y religiosas a las leyes y constitucio- deben entregarse, deben
nes de sus fundadores, que habían jurado observar cuando hicieron ser de tal naturaleza y
su profesión religiosa. En este caso la obediencia tendría que ser una
negativa categórica. La autoridad, aunque sea legítima, no puede ordenados de tal modo
mandar un acto reprensible y malo. Nadie puede obligar a nadie a en cuanto al lugar, tiem-
transformar sus votos monásticos en simples promesas, ni nadie
puede obligarnos a hacernos protestantes o modernistas» (Mons. Le-
po, manera y disposición
febvre). En la fotografía, la hermana de Mons. Lefebvre, Madre Marie que la vida verdadera y
Christian (a la izquierda) parte para la fundación de un carmelo en sólidamente contempla-
Australia, en 1949.
tiva, sea de toda la Co-
munidad o de cada una de las Monjas, no solamente quede a salvo, sino también
que sea alimentada y fortalecida constantemente» (Constitución Apostólica Spon-
sa Christi, A. A. S., v. 43, pág. 11).
28
EXPLICACIÓN
La Iglesia siempre vio con agrado el uso de la sotana. El llamado traje de “cler-
gyman” tuvo, por el contrario, su origen en los países donde la situación creada por
la herejía y la persecución dificultó a los sacerdotes la vida normal que llevan en los
países católicos. Es conforme, pues, al espíritu de la Iglesia, el llevar y conservar
la sotana. Se basa en esta preferencia por la sotana la Pastoral colectiva del Epis-
copado Brasileño, reeditada, con nueva aprobación de todos los Obispos, en 1950,
y que impone su uso bajo penas severas (num. 1262), y apenas tolera otros trajes
diferentes en circunstancias especiales (núms. 1260 y 1261). El Código exige trajes
propios a los clérigos en el canon 136, y manifiesta preferencia por la sotana cuando
ordena que con ella estén revestidos los que van a celebrar la Santa Misa (can. 811).
Esta preferencia por la sotana es explicable. La sotana, totalmente diferente del
traje seglar, distingue mejor que el traje de “clergyman” la separación que hay entre
el sacerdote y la vida profana. La supresión de la sotana tiene una influencia grande
en el sentido de la laicización del Clero.
Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II) 17
29
l Es mucho más apropiado a la evolu- « A cada estado de vida corresponden
ción y a las necesidades actuales de la no sólo deberes sino también maneras
Santa Iglesia que los sacerdotes, en su y actitudes adecuadas. Así, el buen sa-
vida social, puedan asistir a todas las cerdote se abstendrá no sólo de aquello
diversiones que son lícitas a los segla- que condena expresamente la moral,
res católicos, y permitirles actitudes sino también de todo cuanto, según la
que a éstos no se les censuran. expresión consagrada, “non clericat”.
EXPLICACIÓN
No se pueden reducir las reglas esenciales de la moral a lo que puede un hombre
hacer o no hacer. Así, a un magistrado no le convienen las actitudes, las diversiones,
las maneras permitidas a un trabajador manual; o a un padre de familia no se le
permiten el porte y los modales de un joven soltero, aunque éste se conserve dentro
de las prescripciones de la moral. Acabar con las maneras, actitudes y tenor de vida
conformes con el sacerdocio para inducir a los sacerdotes a llevar una existencia
honesta, al nivel de los seglares, es trabajar por la laicización de la sociedad, y, lo
que es peor, por la secularización de la Iglesia. A propósito de este asunto, léase el
canon 138 del Código de Derecho canónico.
30
l En el ambiente de majestad y distin- « Ya que el hombre tiene sensibilidad
ción aristocrática que rodea a la Jerar- es preciso que las exterioridades mani-
quía hay una imitación de los Príncipes fiesten la naturaleza de las institucio-
temporales. El Obispo es Pastor, y no nes. Por esto, cuanto más alto sea un
Príncipe, por lo cual le conviene, no las cargo, tanto más solemne debe ser el
apariencias de Príncipe, sino la simpli- ambiente que le rodea. El Obispo tiene
cidad y pobreza del Pastor. el Principado en la Iglesia de Dios. Y el
Principado eclesiástico es de una dig-
nidad más eminente que el principado
civil. Así tiene obligación de rodearse
del esplendor conveniente a su cargo.
Como hombre privado, sin embargo,
debe ser riguroso en la práctica del des-
apego a todas las cosas terrenas.
EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada impresiona por el juego de palabras. Hace del Pastor la
imagen del Obispo, pero insinúa una identidad entre las dos condiciones, aunque
entre ellas haya apenas analogía. El pastoreo de los hombres tiene una dignidad
claramente mayor que el gobierno de las ovejas. Por lo que sería contrario al orden
18 Compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos (II)
de las cosas que un príncipe o un Obispo se presentase siempre como un pastor de
rebaño. Indirectamente nivelaría a los hombres con los animales. Es bien claro que
el esplendor episcopal de ninguna manera es incompatible con la mansedumbre, la
humildad, el desprendimiento y el trato paternal que deben distinguir al Obispo.
Así, puede y debe el verdadero Obispo, conservando la dignidad de su cargo, ser el
Padre de todos y de cada uno de sus diocesanos.
31
l El único medio para comprender y « El conocimiento de la masa obrera,
convertir a la masa obrera consiste sus problemas de orden moral y reli-
en salir el sacerdote de la iglesia, ir a gioso, exige alguna convivencia con
la masa, mezclarse con ella, imitar su ella, para lo cual el ejercicio del minis-
vida, su modo de ser y vivir, etc., para terio parroquial da a los sacerdotes,
poder ejercer influencia en su ambiente. normalmente, excelentes ocasiones. En
la iglesia o fuera de ella el sacerdote
debe ser entera y exclusivamente sacer-
dote, absteniéndose de todas las visitas
y modos de vida «qui non clericant»,
que no son convenientes a los clérigos.
Además, él lo hará por medio de los se-
glares afiliados a las varias Asociacio-
nes de Acción Católica, Congregaciones
Marianas, etc., y Asociaciones especia-
lizadas como los Círculos obreros.
EXPLICACIÓN
La sentencia impugnada, con raras excepciones, lleva consigo una inversión de
papeles. El sacerdote sale del presbiterio y se encarga de la tarea normal de los se-
glares. Es una tendencia más a la laicización del clero. Para que se vea cuánto hay
de unilateral en esta proposición, es conveniente fijarse en que ella sólo piensa en
la conversión de la masa obrera, como si en otras clases sociales el paganismo no
hubiese hecho también devastaciones terribles. Por consiguiente, si admitimos el
principio de que cada clase puede ser sólo trabajada por sacerdotes pertenecien-
tes a ella, tendríamos lógicamente sacerdotes campesinos, sacerdotes industriales,
sacerdotes generales, sacerdotes diplomáticos, y sólo no tendríamos sacerdotes-
sacerdotes. Ese género de vida secularizado, los santos siempre lo temieron para sí
y para el clero. Y la Iglesia siempre recomendó a los sacerdotes que se abstuviesen
de él con sumo cuidado.
El dulce nombre de María y
la liberación de Viena (1683)
Julio Melones Espolio
«N
o fue inventado en la tie- Trinidad señalaros y enriqueceros con
rra el nombre santísimo uno tan santo, que oyéndolo pronun-
de María, como lo son los ciar, doblen la rodilla el Cielo, la tierra
nuestros, sino que descendió del Cielo y los abismos» (San Alfonso María de
por divina ordenación, según afirman Ligorio, Las Glorias de María, Cap. X).
San Antonino, San Epifanio y otros mu- Estas palabras de San Alfonso María
chos escritores sagrados. Del trono de de Ligorio nos sirven de introducción al
la divinidad salió vuestro excelso nom- hecho histórico de la liberación de Vie-
bre, Señora, como el más excelente de na, que en 1683 fue cercada por los tur-
todos, después del nombre adorable de cos. Y nos sirven precisamente porque
Jesús, habiendo querido la Santísima a resultas de la invocación del nombre
de tan celestial Señora fue alcanzada
la victoria por las armas cristianas en
tan apurado trance y, como conse-
cuencia de ello, el papa Beato Inocen-
cio XI extendió a la Iglesia universal
la festividad del Dulce Nombre de
María, festividad que a nivel particu-
lar ya venía celebrándose en algunos
lugares como en la iglesia de Cuenca
(desde el año 1513).
Calixto III (1378-1458), papa (1455-1458) que
dirigió la cruzada para recuperar Constantino-
pla de los turcos otomanos, que habían toma-
do la ciudad en 1453. Alonso de Borja (en ita-
liano Alfonso de Borgia) nació cerca de Játiva,
España. Jurista de éxito, fue nombrado carde-
nal en 1441 por el papa Eugenio IV. Calixto te-
nía 77 años cuando fue elegido papa, aunque
demostró una gran vitalidad, sobre todo en
su cruzada contra los turcos. Aunque su plan
global fracasó, Calixto tuvo la satisfacción de
ver la derrota de los turcos en Belgrado el 6
de agosto de 1456. Durante el pontificado de
Calixto fue revisado el proceso de Juana de
Arco, que fue declarada inocente. En su vida
personal, Calixto fue honesto y austero, aun-
que ejerciera el nepotismo. Elevó a su sobrino
Rodrigo de Borgia (el futuro Alejandro VI) al
cardenalato en 1456.
20 El dulce nombre de María y la liberación de Viena (1683)
1.- La ofensiva turca en los Balca-
nes
E
l sagrado tiempo de Cuaresma ventajas sacamos de la tentación?
representa la vida del cristiano En la vida de Santa Catalina de Sie-
sobre la tierra, vida que reviste na se lee que una vez se vio envuelta en
el aspecto de una guerra constante con- un combate espiritual muy prolongado
tra enemigos tenaces que buscan nues- y muy horrible. Representaciones tor-
tra perdición eterna. Cierto es que, así pes, provocadas por el demonio, desfi-
como la Cuaresma nos encamina hacia laban una tras otra por su imaginación.
la gloria de la luminosa mañana de Pas- Y cuanto más las desechaba, más fuer-
cua, del mismo modo los sufrimientos temente arremetían. Le parecía que un
y luchas de esta vida, cristianamente agua sucia la envolvía y que estaba en-
aceptados, nos encaminan hacia la po- teramente sumergida en ella; sólo su vo-
sesión eterna de la bienaventuranza. luntad, que no consentía, se mantenía a
Pero, mientras tanto, debemos luchar, flote. La prueba duró varios días, al fin
sufrir. Cuaresma es, pues, un tiempo de los cuales se le apareció el Señor. —
de renuncia y de dolor; es un tiempo de “¡Oh, Señor! ¿Dónde estabas cuando yo
tentaciones por parte de Satanás, del me veía invadida por las tinieblas de la
mundo y de la carne. impureza?” — “Hija mía, estaba en tu
La tentación, la prueba, es la condi-
ción constante del hombre que quiere
ganarse el cielo. Cristo mismo, nuestra
Cabeza, nuestro Modelo, quiso ser ten-
tado, para enseñarnos: 1º Que seremos
tentados; 2º Por dónde seremos tenta-
dos; 3º Qué armas hemos de usar para
vencer a la tentación.
«Y he aquí que ángeles se le acercaron y le servían. Mientras duró la batalla, no dejó que
aparecieran los ángeles, con el fin de no espantar la caza; mas, una vez que confundió en
todo al enemigo y le obligó a emprender la fuga, entonces aparecieron aquéllos. Apren-
ded de ahí que también a vosotros, después que hayáis vencido al diablo, os recibirán los
ángeles entre aplausos y os acompañarán por dondequiera como una guardia de honor.
De este modo, en efecto, se llevaron los ángeles a Lázaro, salido que hubo de aquel hor-
no ardiente de la pobreza, del hambre y de la estrechez más extrema. Ya os lo he dicho
antes: muchas son las cosas que aquí muestra Cristo de que hemos de aprovecharnos
nosotros. Como quiera, pues que todo esto ha sucedido por nosotros, emulemos e imi-
temos también su victoria. Si se nos acerca uno de esos servidores que tiene el demonio,
y que piensan como él, para provocarnos y decirnos: “Si eres hombre admirable y gran-
de, traslada de sitio esta montaña”, no nos turbemos ni escandalicemos. Respondamos
con moderación y con las mismas palabras que oímos pronunciar al Señor: No tentarás
al Señor, Dios tuyo. Si nos pone delante la gloria y el poder, si nos ofrece muchedumbre
sin término de riqueza a condición de que le adoremos, mantengámonos firmes valero-
samente» (San Juan Cristóstomo, Homilías sobre San Mateo).
Utilidad de las tentaciones 31
CONCLUSIÓN
«Porque no se contentó el diablo con tentar al común Señor nuestro. Cada día emplea
sus mismas artes con cada uno de sus siervos, no sólo en los montes y soledades, sino
también en las ciudades, en las públicas plazas, en los tribunales; y no sólo nos ataca por
sí mismo, sino valiéndose también de hombres de nuestro mismo linaje. ¿Qué tenemos,
pues, que hacer? Negarle absolutamente fe, taparnos los oídos, aborrecer sus adulacio-
nes y volverle tanto más resueltamente las espaldas cuanto mayores promesas nos haga.
A Eva, cuanto más la levantó con locas esperanzas, más profundamente la derribó y ma-
yores males le acarreó. Es enemigo implacable y nos tiene declarada guerra sin tregua.
No es tanto el empeño que nosotros tenemos por nuestra salvación, como el que pone
él por nuestra perdición. Rechacémosle, pues, no sólo con palabras, sino también con
obras; no sólo con la intención, sino también con la acción. No hagamos nada de lo que
el diablo quiere, y así haremos todo lo quiere Dios. Mucho, en efecto, nos promete; pero
no para dar sino para quitar. Promete del robo para arrebatarnos el reino de los cielos
y su justicia. Promete en la tierra tesoros, como lazos y redes, a fin de privarnos de ésos
y de los cielos. Quiere que seamos ricos aquí, para que no lo seamos después» (San Juan
Cristóstomo, Homilías sobre San Mateo).
Fray Juan Gilabert Jofré
Rvdo. D. Eduardo Montes
A
la hora de tratar de las aportaciones efectuadas por los católicos en beneficio
de la humanidad es importante referirse a uno de los sectores de ésta cuya
situación es particularmente angustiosa, el de los enfermos mentales.
Y en este campo concreto ocupa un lugar destacadísimo el religioso mercedario
Fray Juan Gilabert Jofré (1350-1417). A propósito de la obra fundada por nuestro
fraile en favor de los que llamaba “pobres inocentes y enajenados” (1) se ha dicho
por parte de un historiador de la psiquiatría que el manicomio en cuestión era “el
primer manicomio no sólo de España sino del mundo entero…la primera institu-
ción del tratamiento moral de la locura” (2). Por “psiquiatría moral” suele entender-
se una psiquiatría con acción terapeútica de
tipo psicológico y social, única accesible a las
almas caritativas que a comienzos del siglo
XV hicieron frente a este gravísimo proble-
ma, y que con todas las limitaciones que a su
acción imponían los limitados desarrollos de
la Medicina de su época, supusieron un pro-
greso inmenso respecto a los procedimientos
seguidos en otros lugares y épocas respecto a
estos desgraciados enfermos, y que iban des-
de encerrarlos en jaulas hasta contratar a ma-
rineros para que los condujesen atados en sus
barcos y los arrojasen al agua en sus travesías.
Pero antes de constituirse en fundador del
manicomio valenciano el P. Gilabert había re-
corrido un largo camino desde su nacimiento
en el año 1450 en la ciudad del Turia. Brillan-
te estudiante de Leyes renunció a ejercer su
carrera para ingresar en la Orden de la Mer-
ced, fundada en 1218 por San Pedro Nolasco
(1180-1245) para la redención de los cristia-
nos cautivos de los moros en Túnez, Argel, Bujía y otros enclaves similares donde eran
conducidos los citados cautivos que habían sido hechos prisioneros a consecuencia de
enfrentamientos militares o por la piratería berberisca, como fue el caso, entre tan-
tísimos, de Miguel de Cervantes (1547-1616) o de San Vicente de Paul (1581-1660).
Porque, aunque hace siglos felizmente superado, uno de los más graves proble-
mas que han pesado tremendamente sobre las espaldas de la cristiandad durante
Fray Juan Gilabert Jofré 33
muchos siglos ha sido el del cautiverio. El mundo cristiano se veía amenazado en los
mares del norte por la piratería normanda (consta del asalto, saqueo y destrucción
de un monasterio inglés en el año 798) y en el Mediterráneo por los turcos y arge-
linos al que acabamos de referirnos. La venta de los esclavos, que estos piratas se-
cuestraban, suponía un
negocio rentable pues
surtía de mano de obra
gratis a los hijos de Ma-
homa y de mujeres a sus
harenes, y de remeros
forzados a los sótanos de
las galeras de los piratas
y corsarios, aparte de las
sumas de dinero conse-
guidas por los rescates.
Por eso en el siglo XII
surgieron unos hombres
sensibles a este proble-
ma angustioso: Juan de
Mata (1150-1213) profe-
sor de universidad en Paris y Felix de Valois (¿-212). No conocemos con exactitud
muchos detalles de cómo sucedió esta fundación, que precedió en algunos años a su
paralelo español de la Merced, salvo que en la soledad de Cerfrois, animados por
otros cuatro ermitaños, fundan esta nueva orden religiosa de la Santísima Trinidad
que fue aprobada por Inocencio III en 1198 y que ese mismo año logra el rescate de
200 esclavos cristianos de Marruecos.
Son famosos los trinitario Fray Juan Gil y fray Antón de la Bella que en 1580
rescataron al antes citado Miguel de Cervantes por 500 escudos de oro.
Sin duda estos datos históricos nos pueden servir para comprender algo del am-
biente de las familias espirituales en que se formó nuestro mercedario valenciano,
hasta llegar al momento concreto en que el 24 de febrero de 1409, cuando se dirigía
a predicar un sermón en la catedral de Valencia, se tropezó en la calle con un grupo
de mozalbetes que al grito de ¡al foll, al foll¡ apedreaban a un pobre demente. El
P. Gilabert se interpone entre los gamberros y el desgraciado –escena que ha sido
representada magistralmente por el pincel de Joaquín Sorolla (1863-1923)- y, des-
pués de atender a éste, decide cambiar el tema de su sermón que va a versar sobre
la situación de los enfermos mentales y que lo va a hacer con tal convicción e inten-
sidad que suscita le generosa reacción de un grupo de mercaderes valencianos que,
junto con el mercedario, fundarían a continuación el que se iba a llamar con toda
propiedad Hospital de los Santos Mártires Inocentes. A él se aplican las considera-
ciones que hacíamos al comienzo de este artículo. m
[1] FELIX RAMAJO, Vida y obra del padre Juan Gilabert Jofré, Ediciones Diputación de Valencia, Valencia 1980, pag. 62
[2] ULLESPERGER, J.B. Historia de la Psicología y de la Psiquiatría, pag. 50 y sigt.
Crónica de la Hermandad en España
«Como suele suceder, los defensores de la Iglesia, los defensores de la Verdad, los de-
fensores de la Tradición de la Iglesia, atraen la ira contra sí. Atraen la ira de todos los
que estiman que hay que hacer componendas con el mundo, que hay que adaptarse
a su tiempo, que no hay que condenar los errores: «proclamemos la Verdad, pero no
condenemos los errores», un tipo de gente de doble cara. Es gente peligrosa, que se
llama católica, pero que al mismo tiempo pacta con los enemigos de la Iglesia. Esa
gente no puede soportar la Verdad, la Verdad íntegra y firme. No puede soportar que
se combatan los errores, que se combata al mundo y a Satán, y a los enemigos de la
Iglesia, y que siempre se esté en estado de cruzada. Estamos en una cruzada, en un
combate continuo. También Nuestro Señor proclamó la Verdad. ¡Pues bien! Le dieron
muerte. Le dieron muerte porque proclamaba la Verdad, porque decía que El era Dios.
¡Sí!, lo era. No podía decir que no lo era. Y todos los mártires prefirieron dar su sangre
y su vida antes que entrar en compromisos con los paganos». (Mons. Lefebvre)