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La pandemia del coronavirus afecto significativamente a la normalidad de nuestras vidas, trajo consigo la

paralización de actividades económicas y el sustento de muchos, cientos de miles de muertos y muchos otros miles
contagiados, sin duda causó gran conmoción en todos nosotros. Esta situación nos esta aqueja actualmente, la
sentimos presente desde principios de este año, y si bien sin dejar de preocuparnos por los daños que causa, hay
uno que está presente desde hacía ya varias décadas y que está causando daños mayores. El cambio climático, el
cambio de patrones de temperatura en la tierra y el mar que desestabilizan todo un ecosistema, es un problema
mayor, se van a ver tormentas más grandes y con mayor fuerza, más riadas, más huracánese, más sequías, más
tsunamis, y otros eventos climáticos extremo, un desastre inimaginable. Este representaría un gran costo
económico para nuestras ciudades y comunidades para reconstruir infraestructuras, además es un costo emocional
y social en forma de terror, desplazamiento, herida, y muerte. Todo aquello suena catastrófico, a un Armagedón

La pandemia del coronavirus afecto significativamente a la normalidad de nuestras vidas, trajo consigo la
paralización de actividades económicas y el sustento de muchos, cientos de miles de muertos y muchos otros miles
contagiados, sin duda causó gran conmoción en todos nosotros. Esta situación nos esta aqueja actualmente, la
sentimos presente desde principios de este año, y si bien sin dejar de preocuparnos por los daños que causa, hay
uno que está presente desde hacía ya varias décadas y que está causando daños mayores:

El cambio climático, el cambio de patrones de temperatura en la tierra y el mar que desestabilizan todo un
ecosistema. Hace más de una década que los climatólogos vienen advirtiendo de la acumulación de gases de efecto
invernadero en la atmósfera. Predecían fenómenos climáticos extremos, y vaya que hemos visto fenómenos
climáticos extremos estos últimos cinco años: tormentas de nieve inusualmente graves este invierno y el invierno
pasado en América del Norte, huracanes particularmente intensos en la zona del Caribe, una ola de calor en Europa
con temperaturas más propias del Ecuador, sequías que provocaron una cantidad de incendios más grande de la
usual (agravadas por la manía humana de despejar terrenos quemando maleza seca, lo cual es muy mala idea).
Aquello provoca daños mayores

La pandemia del coronavirus afecta significativamente a la normalidad de nuestras vidas, trajo


consigo la paralización de actividades económicas y el sustento de muchos, cientos de miles de
muertos y muchos otros miles contagiados; sin duda causó gran conmoción en todos nosotros.
Esta situación nos está aquejando actualmente, la sentimos presente desde principios de este
año, y si bien sin dejar de preocuparnos por los daños que causa, hay uno que está presente
desde hacía ya varias décadas y que está causando daños mayores: El cambio climático
ocasionado por la actividad humana, el cambio de patrones de temperatura en la tierra y el
mar que desestabilizan todo un ecosistema, producto de nuestra intervención de manera
depredadora y destructiva en él.

Hace más de una década que los climatólogos vienen advirtiendo de la acumulación de gases
de efecto invernadero en la atmósfera. Predecían fenómenos climáticos extremos, y vaya que
hemos visto fenómenos climáticos extremos estos últimos cinco años: tormentas de nieve
inusualmente graves este invierno y el invierno pasado en América del Norte, huracanes
particularmente intensos en la zona del Caribe, una ola de calor en Europa con temperaturas
más propias del Ecuador, sequías que provocaron una cantidad de incendios más grande de la
usual (agravadas por la manía humana de despejar terrenos quemando maleza seca, lo cual es
muy mala idea). Aquello provoca daños mayores: un gran costo económico para nuestras
ciudades y comunidades para reconstruir infraestructuras, además es un costo emocional y
social en forma de terror, desplazamiento, herida, y muerte. 

La pandemia del coronavirus nos muestra cuan indefensos estamos a peligros que ponen en
riesgo nuestra vida, cuanta importancia debemos de dar a la prevención de desastres, al
sistema de salud y otras instituciones que garantizan nuestra supervivencia; una muestra de
que, en situaciones mayores, a nivel global y con efectos aún más catastróficos somos
vulnerables. El cambio climático está presente y desde mucho antes, tomemos conciencia para
mitigar nuestro daño, fortalezcamos la respuesta en caso de que ocurran y cuidemos más el
planeta tierra, nuestro hogar.

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