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57-0420 El Entierro

EL ENTIERRO
William Marrion Branham
20 de Abril de 1957
Jeffersonville, Indiana, EE. UU.

1 Bendito Padre Celestial, con la presencia


del Espíritu Santo que ya está aquí,
abordamos Tu Santa Palabra. Y aunque con
una voz mala tratando de contenerme, y
hablar las palabras lo más lentas y calmadas
que pueda, pido de Tu dirección divina y la
unción del Espíritu Santo que se muevan
entre nosotros esta noche. Y Aquel que es
Omnipresente, que Él tome la Palabra de
Dios y se la dé a cada corazón, según
tengamos necesidad. Que Él nos alimente
esta noche, de las cosas buenas de Dios.
Y esta noche, mientras hablamos de la
Palabra, que nuestros corazones estén a
muchos kilómetros en el Calvario, donde
Jesús pagó ese precio todo suficiente que
fue requerido por los grandes juicios de
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Dios, desde jardín del Edén. Y que hoy nos


demos cuenta de que somos justificados
gratuitamente por Su resurrección, y por Su
muerte, sepultura y resurrección.
2 Y esta noche ya no somos del mundo,
porque hemos sido comprados con el precio
de la preciosa
Sangre del Hijo de Dios. Y que podamos esta
noche, con corazones agradecidos,
volvernos a Ti, con toda la mente y fuerza
que tenemos dentro de nosotros, y te
sirvamos con un corazón puro, y no
adulterado.
Concede esta noche, Padre, si hubiera
algunos aquí que no te conocen, en el
perdón de sus pecados, que esta noche
vengan humildemente a la cruz, y confiesen
allí sus pecados al Dios que es justo para
perdonar. Y que esta sea una gran noche
para todos nosotros. Lo pedimos en el
Nombre de Tu Hijo, el Señor Jesús. Amén.
3 Ahora nos damos cuenta de que no hay
nadie en la tierra que sea lo suficientemente
2
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capaz de tomar la Palabra de Dios y


revelarla, porque la Palabra está escrita por
inspiración. El Espíritu Santo es el Autor de
la Palabra.
Y cuando se buscó a uno en el cielo para
tomar el Libro y desatar los Sellos, no hubo
nadie en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de
la tierra, que fuera digno de desatar los
Sellos, o incluso de mirar el Libro. Y allí había
un Cordero que había sido inmolado desde
la fundación del mundo, y Él vino y tomó el
Libro de la mano de Aquel que estaba
sentado en el Trono, y desató los Sellos y
abrió la Palabra.
Y estamos esta noche creyendo y confiando
en Él, que Él nos abrirá la Palabra. Y ahora
mientras leo en el capítulo 2 de Hechos...
4 A medida que entrego esto, la primera
noche fue: La Segunda Venida Del Señor
Jesús, siendo miércoles. Y el jueves por la
noche fue sobre: El Sacrificio
Todosuficiente. Y la noche del viernes fue
sobre: La Expiación Todosuficiente; El
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Perfecto. ¿Lo captaron anoche? Perfecto:


De cómo podemos ser absolutamente
irreprochables y perfectos a la vista de Dios.
Y esta noche es sobre: El Entierro. Y
mañana: La Resurrección. Conforme vayan
avanzando los días.
5 Ahora, esta noche he escogido, para mi
lectura de la Escritura, del libro de los
Hechos, el capítulo 2 y los versículos
25, 26 y 27, incluso. Y se lee así (Pedro
hablando):

Porque David dice de él: veía al


Señor siempre delante de mí;
porque está a mi diestra, no seré
conmovido.
Por lo cual mi corazón se alegró, y
se gozó mi lengua, y aún mi carne
descansará en esperanza; Porque
no dejarás mi alma en el Hades, ni
permitirás que tu Santo vea
corrupción.
4
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Qué hermoso texto esta noche para


obtener el contexto de Él estando en la
tumba.
6 Lo primero a lo que queremos llamar su
atención es a la infalibilidad de la Palabra de
Dios. Dios guarda Su Palabra al pie de la
letra. Y esta noche queremos fijar nuestros
pensamientos en eso: que Dios guarda Su
Palabra. Podemos descansar seguros que
cualquier cosa que Dios ha dicho en Su
Palabra es la verdad. Y la fe no descansa
sobre las arenas movedizas de las ideas de
los hombres o la teología de los hombres,
sino que tiene su lugar de descanso
definitivo en la Roca inconmovible de la
Palabra eterna de Dios.
¡La Palabra! Si Dios lo ha dicho, eso es
verdad para siempre. Él nunca puede
retractarse y decir: “Yo no quise decirlo”. Yo
puedo decir cosas, Uds. pueden decir cosas;
entonces estamos propensos a tener que
retractarnos, porque lo dijimos con lo mejor
5
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de nuestro conocimiento y con lo mejor de


nuestra habilidad. Pero, luego, Dios es muy
diferente de nosotros. Él es infinito, por lo
tanto, Él no dice una cosa a menos que sea
absolutamente perfecto. Él nunca tiene que
retractarse, nunca tiene que disculparse por
lo que dijo. Siempre permanece cierto.
7 Incluso para Jesús, en estos grandes días
que estamos celebrando, cuando Dios
realmente inmoló a Su Hijo por los pecados
del mundo, fue quizás aun miles de años
antes de que el fundamento fuera puesto.
Dios habló la Palabra, y eso es un producto
terminado en el cielo cuando Dios lo habla;
ya está terminado. Oh, si tan sólo
pudiéramos captar lo que eso significa, qué
personas tan diferentes seríamos. Al ver en
Sus libros, los juicios que están colocados
aquí para los desobedientes, eso haría que
un hombre se examine a sí mismo, hora tras
hora; y haría que los justos se alegraran,
hora tras hora, al leer las bendiciones que
Dios ha prometido a los fieles. Y podemos
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descansar seguros que cada palabra se


cumplirá —sólo anclemos nuestra alma en
Ella. Siempre ha sido de esa manera.
8 Cuando Dios le habló a Noé, allá en el
mundo antediluviano —tal vez antes de que
alguna Biblia fuera escrita, o esta Biblia, en
cualquier caso, fuera escrita— Dios le dijo a
Noé que venía una tormenta y que las aguas
cubrirían la tierra. Y sin una pizca de
evidencia de que eso sucedería —todo en
contra—Noé se movió con temor, y
construyó el arca, la preparó. Fue para la
salvación de su casa y de sí mismo. Dios
nunca lo defraudó, porque era Su Palabra.
Tenía que suceder cuando Dios dijo que iba
a suceder.
9 Ahora, cuando Job, el libro más antiguo
de la Biblia, que fue escrito quizás antes de
que se escribiera Génesis, y fue incluido en
la Biblia. Y Moisés escribió el Génesis. Job,
en su libro, descansó solemnemente sobre
la promesa que Dios le hizo. Y se mantuvo
junto a su holocausto, sin temor en su
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corazón; sabiendo que lo que Dios había


dicho, Dios era capaz de realizar. Y cuando
todo parecía ir en contra, Job se mantuvo
firme porque la promesa de Dios era firme.
Dios le prometió a Job, y Job descansó en
esa promesa.
10 ¡Oh, si la iglesia pudiera llegar a ese
lugar donde pueda descansar
solemnemente en la Palabra eterna de Dios
como siendo la verdad! Qué diferente sería,
qué corrección habría, qué cortante sería,
qué gozo habría, qué poder habría, cuando
hombres y mujeres tomen a Dios en serio,
que lo que Él dijo es la verdad. No importa
cómo se miren las circunstancias, eso no
tiene nada que ver al respecto. Dios lo dijo;
eso lo concluye.
Y Job, cuando estaba en el tiempo de más
prueba de toda su experiencia; cuando fue
hallado hombre justo en la presencia de
Dios. Incluso Dios dijo que él era perfecto.
No había nadie como él en la tierra. Y a
Satanás se le dio el privilegio de tentarlo,
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diciendo: “Haré que te maldiga en Tu


rostro”.
Y él casi le quita la vida a Job (y lo habría
hecho), pero Dios trazó un límite, dijo: “Le
puedes hacer cualquier cosa, pero no le
quites la vida”.
11 Después, cuando Job soportó la mera
tentación del momento crucial, él dijo: “Yo
sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará
sobre el polvo. Aunque los gusanos de la
piel destruyan este cuerpo, en mi carne he
de ver a Dios”. No importó cuán oscuro
pareciera y lo irreal que parecía, había algo
a lo que Job ancló su alma: en la eterna
promesa de Dios. ¡Oh, si nosotros tan sólo
pudiéramos hacer eso! Noten, él descansó
en la promesa: “Yo sé que mi Redentor
vive”.
Y quiero que se fijen, para algo que quiero
decir más adelante, Job especificó el lugar
para su entierro. Y cuando Job murió, fue
sepultado así.

9
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12 Hubo otro hombre llamado Abraham,


quien tomó a Dios en Su Palabra. Y le creyó
a Dios. Y llamó a las cosas contrarias a la
promesa que Dios le dio, como si no fuesen.
Él tomó a Dios en Su Palabra. Y cuando
pasaron los días, y pasaron las semanas y los
meses, e incluso los años, eso no hizo
titubear a Abraham ni un poco. La Biblia
dice: “Tampoco dudó, por incredulidad, de
la promesa de Dios; sino que se fortaleció
en fe, dando gloria a Dios”.
Cuando todo parecía, todos los días...
Simplemente se hacía más difícil cada día;
pero en lugar de ponerse más débil, Job se
fortalecía cada día. ¡Oh, qué bendita
seguridad tenemos! Cuando las dificultades
parecen levantarse para hacer que lo que
Dios prometió sea algo imposible; en vez de
acobardarnos y volver al mundo, debemos
estar más firmes de lo que alguna vez
estuvimos sobre el: “ASÍ DICE EL SEÑOR”.
Cuando Dios dice algo, debería quedar
resuelto.
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13 Y Abraham llamó las cosas que son,


como si no fuesen, porque eran contrarias a
la Palabra. Y cuando Abraham perdió a su
amada y esposa, Sara, después de vivir
muchos años juntos, él compró una porción
de tierra cerca del lugar donde Job fue
enterrado, y enterró a Sara. ¿Se preguntan
por qué? Ellos eran profetas. Ellos lo vieron.
Ellos se contactaban con Dios. Y ahora,
cuando murió Abraham, él fue sepultado
con Sara.
Ahora, él no quiso que estos individuos le
regalaran esa porción de tierra. Él la
compró, ante testigos. ¡Qué hermoso tipo
del bautismo! Él la compró, ante testigos,
que esa era su posesión. Oh, así es como un
verdadero creyente debe venir, no
escabullirse en un rincón, sino pararse
delante de testigos: “Yo soy un testigo del
Señor Jesús, y del Espíritu Santo, y de Sus
grandes obras”, cuánto más cuando vemos
que este día malo se acerca.

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14 Y entonces, cuando el hijo de Abraham,


el cual era Isaac, la promesa se le iba a dar a
él. Y cuando Isaac murió, fue sepultado con
Abraham. E Isaac engendró a Jacob.
Y cuando Jacob murió, allá lejos en Egipto...
Pero noten: Antes de morir, él le dijo a su
hijo profeta, José: “Ven aquí, hijo, y pon tu
mano sobre mi cadera lisiada”. Porque
recuerden cómo fue lisiado, es porque el
Ángel del Señor tocó su cadera, y cojeó
desde ese día. Él dijo: “Pon tu mano sobre
mi cadera y júrame por el Dios de nuestros
padres, que no me enterrarás aquí en
Egipto”. ¿Por qué? Oh, ellos tenían la
Palabra; tenían la revelación.
15 Y me detendré aquí para decir que la
iglesia del Dios viviente está edificada sobre
la revelación Divina —no sobre la
denominación, la organización, no sobre
credos o doctrinas, sino sobre la verdad
revelada espiritualmente del Dios viviente.
Abel la tuvo en el jardín del Edén, cuando la
iglesia comenzó. ¿Cómo supo que debía
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traer un cordero? ¿Por qué no trajo fruta


como lo hizo Caín? Sino que le fue revelado
a él.
Jesús, una vez hablando, dijo: “¿Quién dicen
los hombres que es el Hijo del Hombre?”.
“Algunos dicen que Tú eres 'Moisés' y 'Elías',
y así sucesivamente”.
Él dijo: “Pero vosotros ¿quién decís que soy
Yo?”.
Vean, no se trata de lo que alguien piensa;
es lo que Uds. saben que es la verdad.
“¿Qué decís vosotros?”. Esa pregunta nos
encararía a cada uno de nosotros esta
noche: “¿Qué decís vosotros?”.
Y Pedro hablando rápidamente, sin vacilar,
dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente”.
Ya que Jesús conocía los secretos de todos
los corazones, pues no era otro que Jehová
manifestado en carne, y dijo: “Bendito eres
tú, Simón, hijo de Jonás, porque carne y
sangre no te ha revelado esto, sino Mi Padre
que está en el cielo ha hecho esto. Y sobre
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esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas


del infierno no prevalecerán contra ella”.
16 Y nosotros a medida que avanzamos:
Nosotros los Luteranos queremos caminar
por fe, los Metodistas queremos gritar para
recibirlo, Uds. Pentecostales quieren hablar
en lenguas para recibirlo, pero eso está a
diez millones de millas de eso.
Es una revelación Divina del Señor
Jesucristo, la persona de Su ser manifestada
en el corazón: “Sobre esta roca edificaré mi
iglesia, y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella”. Eso obra
perfectamente con Mateo 24,... 5:24... O,
San Juan 5:24: “El que oye Mis Palabras, y
cree al que Me envió, tiene Vida Eterna; y
no vendrá a condenación, mas ha pasado de
muerte a Vida”. No porque tuvieron algún
movimiento, alguna emoción; sino porque
han sido... el privilegio de tener a Cristo que
se les ha revelado desde el cielo“. Sobre
esta roca edificaré Mi iglesia”.

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17 Y Jacob, cuando murió, su hijo hizo que


empacaran su cuerpo, y fue sepultado con
Abraham, Isaac, Sara y Job, en la tierra
santa, en Palestina.
Entonces, José, siendo un profeta... Él
prosperó en Egipto. El conocía a Dios. Dios
mismo se le había revelado a él. Y cuando él
murió, dijo: “No sepulten mis huesos aquí,
sino que pónganlos... ¡Algún día Dios os
visitará!”. ¿Por qué? Él descansó
solemnemente sobre la Palabra de Dios a
Moisés: “Cuatrocientos años servirán a esta
nación, pero Yo los sacaré”. Él descansó
solemnemente sobre la Palabra.
Y qué hermosa ilustración hay aquí, si se
fijan. Todo hebreo que pasaba por ahí, con
su espalda azotada hasta la carne viva, por
los capataces. Y cuando miraban los huesos
de su profeta, José, sabían que un día iban a
salir. Porque, esos huesos fueron dejados
allí como un memorial, de que algún día
ellos saldrían.

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18 Hace unos quince o dieciocho años


cuando Billy Paul, un niño de unos cinco
años, apenas tanto... Teníamos una florecita
que le estábamos llevando a la tumba de su
mamá, al amanecer una mañana, de
Pascua, a medida que iba saliendo el sol,
asomándose... o, era justo antes del
amanecer, y después iríamos al servicio. Y
cuando caminábamos hacia la tumba, el
pequeño se quitó el sombrero mientras nos
acercábamos donde su hermanita y su
madre estaban enterradas. Y él empezó
sollozar y a llorar, y dijo: “Papá, ¿está mami
ahí abajo en ese agujero?”.
Yo le dije: “No, hijo. Ella no está ahí abajo en
ese agujero. Ella está un millón de veces
mejor que tú y yo”.
Él dijo: “¿Volveré a ver a mami otra vez?”.
Le dije: “Por la gracia de Dios, si lo deseas,
puedes volver a verla”. Dijo: “¿Saldrá alguna
vez su cuerpo de esta tumba?”.
Le dije: “Cariño, cierra los ojos, y te contaré
una pequeña historia. Hace muchos cientos
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de años, esta mañana, hubo una tumba que


se dejó vacía”. Le dije: “Ese es un memorial.
'Aquellos que duermen en Dios traerá Cristo
con Él cuando venga”. Sin una sombra de
duda, yo descanso solemnemente sobre la
eterna promesa de Dios.
19 Como Job de antaño, cuando oímos que
“De las cenizas a las cenizas, y del polvo al
polvo”, me recuerda a Longfellow, quien
dijo: No me digáis con voz doliente, Que la
vida es un sueño vacío.
Que el alma duerme donde el cuerpo acaba
Y las cosas no son como parecen.
Él dijo: Sí. ¡La vida es real! ¡La vida es seria!
Y la tumba no es su meta.
Pues polvo eres, y al polvo volverás, No se
refería al alma.
Lo llaman una teofanía, que cuando salimos
de aquí vamos a otro lugar. Sea lo que sea,
yo tomo la palabra del apóstol, cuando dijo:
“Si este tabernáculo terrestre (o morada) se
deshiciere, ya tenemos uno esperando,
para pasar de este a ese”.
17
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20 Abraham, Isaac, Jacob, Job, todos los


profetas, confiaron y creyeron que venía
una resurrección, que venía el Redentor.
Ellos profetizaron de Él. Enoc profetizó de
Él; descansó solemnemente, selló su
testimonio con ello. Isaac, Jacob, Daniel,
Jeremías, Ezequiel, ellos descansaron
solemnemente en el tiempo que el Mesías
vendría.
Y ellos murieron y sus almas se fueron al
paraíso. Ellos no pudieron entrar en la
presencia de Dios, porque (lo tuvimos
anoche) la sangre de toros y machos cabríos
no podía perdonar pecados; sólo cubría los
pecados, hablaba de un día cuando el
sacrificio perfecto; porque la sangre del
animal no podía regresar al adorador, pues
entonces él no habría dejado de ofrecer
sacrificios de ese tipo.
Pero cuando el Hijo de Dios murió, la vida
que estaba en Él no era otra sino Dios, para
regresar y adoptarnos en la familia de Dios.

18
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Y ahora somos hijos de Dios— la vida de Su


sangre.
21 Ahora noten rápidamente, mientras
seguimos. Cuando allá atrás en el Antiguo
Testamento, y aquellos que creyeron y
adoraron, y murieron en la fe, esperando
ese tiempo. La razón por la que esos
profetas hicieron eso y quisieron ser
enterrados en Palestina: ellos sabían que la
resurrección no iba a ser en Egipto. Iba a ser
en Palestina, solamente.
Eso es lo que digo esta noche. Yo tengo todo
tipo de nombres; no me importa lo que la
gente me llame, eso no significa nada para
mí. Lo único que quiero saber es esto: que
he estado muerto, y mi vida está escondida
en Cristo, por medio de Dios, y sellada por
el Espíritu Santo; que cuando Él llame de
entre los muertos, yo responderé ese día.
Entiérrenme en Cristo, porque Dios traerá
con Él a los que están en Cristo en aquel día.
22 ¿Cómo entramos en Cristo? 1 Corintios
12:13: “Por un solo Espíritu, fuimos todos
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bautizados en un cuerpo, y llegamos a ser


conciudadanos del reino de Dios”. Nosotros
profesamos ser peregrinos y extranjeros en
esta tierra, ya no buscando estas cosas
mundanas, sino esperando la venida del Rey
bendito para que tome el dominio, de mar
a mar sin límites, cuando Él venga en Su
gloria. Ciertamente, esperamos Su venida.
23 Y entonces no hay duda en mi mente,
que eso es lo que Jesús tenía en Su mente
cuando Él estaba aquí en la tierra, era esa
infalibilidad de la Palabra eterna de Dios.
Porque, sabemos que en Él habitó la
plenitud de la Divinidad corporalmente.
Toda la Divinidad estaba en Él. Él era ambos
Padre, Hijo y Espíritu Santo, que habitó en
forma humana; la Teofanía de Dios, la gran
imagen de Dios en la que Él hizo al hombre,
luego lo puso en la tierra. Él tenía un cuerpo.
Dios no está exento de un cuerpo. Dios tiene
un cuerpo, y se parece a un hombre. Moisés
lo vio, otros lo vieron, y se parece a un
hombre.
20
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Y este es sólo una impresión, de lo que


aquel es. Y todo en la tierra, la belleza, la
dulzura, la belleza de la tierra, no es otra
cosa en el mundo sino la respuesta a algo
mucho mejor que eso, que nos espera
cuando dejamos este mundo. Porque, todo
en la tierra es solo un patrón de lo que está
en el cielo. Todo lo que es bueno, todo lo
que es justo, todo lo que es hermoso —
árboles, pájaros, todo— es solo un patrón
de lo que hay en el cielo.
Nuestra propia vida es solo un patrón. Es
solo una sombra, y no la cosa real. Es el lado
negativo. Se necesita la muerte para revelar
la fotografía, para ponernos de nuevo en la
teofanía de la que procedemos. Entonces
en la resurrección venimos a Su semejanza,
un cuerpo resucitado. Qué hermoso; no
sólo hermoso, sino que es la verdadera y
solemne verdad de la Palabra eterna de
Dios: que seremos semejantes a Él.
24 Fíjense, ahora Jesús, investido con todos
los poderes de Dios, pero, cuando se
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encontró con Satanás, Él nunca usó ninguno


de Sus poderes. ¡Él sólo se refirió a la
Palabra! Así lo hizo. Él dijo: “Escrito está: No
sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios”.
Entonces, ¿cómo pueden decir que pueden
quedarse en casa y ser tan buenos
Cristianos como lo serían en la iglesia? No
pueden hacerlo. Lean la Palabra. El Espíritu
Santo se alimenta de la Palabra. La Biblia es
la dieta espiritual de Dios para Su iglesia. Y
el Espíritu Santo es Aquel que la trae a Uds.
y la coloca en el corazón, y Uds. la riegan con
acción de gracias. Y cada promesa divina
producirá exactamente lo que Dios dijo que
haría. Tiene que hacerlo. Es Su Palabra, y es
vida.
25 Ahora, había olvidado que se suponía
que tenía media hora. Me lleva tanto
tiempo llegar a lo que quiero decir.
Pero noten, Jesús en la última hora o dos de
Su vida, muchas, muchas profecías se
cumplieron. Alguien me dijo: “Hermano
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Branham, esto tiene que suceder, y eso


tiene que suceder”.
Le dije: “Eso pudiera pasar en una hora”.
Si leen el Salmo 22, y luego observan la hora
cuando Él se estaba muriendo en la cruz, se
me olvida cuántas profecías sobresalientes
se cumplieron en las últimas dos o tres
horas de Su vida. Ciertamente: “Horadaron
Mis manos y Mis pies. ¡Dios mío! ¡Dios mío!
¿Por qué Me has desamparado?”, y así
sucesivamente, igual como David lo
exclamó.
26 Y luego otra cosa que quiero que noten:
la verdad, la parte infalible de la Palabra de
Dios. La Biblia dice: “Él guarda todos Sus
huesos, ni uno de ellos será quebrantado”.
Porque en el tipo, el cordero pascual era un
tipo de eso. El cordero debía estar sin
mancha, no debía haber huesos rotos en el
cordero. Y al tiempo que Él había muerto,
fueron a romperle las piernas con un
martillo. Y justo antes...

23
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¡Miren a ese momento tan crucial! El


hombre con el martillo, listo para golpear
Sus piernas, pero la Palabra de Dios dijo:
“No habrá un hueso roto en Su cuerpo”.
“¿Cómo va a suceder?”. Nosotros nos
apresuramos.
27 ¡La Palabra de Dios es eterna! Si la
Palabra de Dios es perfecta, aquellos que
están en Cristo están tan seguros de
levantarse como hay una resurrección. Dios
está tan obligado a Su Palabra, para
sanarlos, como lo está para salvarlos.
Porque es Su Palabra la que lo prometió. Es
la Palabra de Dios, y no tenemos derecho de
quitar de Ella. Pero sólo digan: “Es la
verdad”. Créanlo. No importa lo que pase,
créanlo, de todos modos. Esa es la forma en
que el resto de ellos tuvo que creerlo, y
nosotros no estamos excluidos de eso. Dios
le dio Palestina a Israel, pero ellos tuvieron
que pelear por cada pulgada de terreno que
recibieron. La promesa es suya, pero tienen
que luchar por cada pulgada que reclamen;
24
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el diablo se encargará de eso, ciertamente


lo hará.
28 Pero fíjense, cuando estaban listos para
romper las piernas de nuestro Señor Jesús,
si ese martillo hubiera golpeado la pierna y
la hubiera roto, Dios hubiera sido hallado
falso. Pero no había suficientes demonios
en todo el tormento oscuro para hacer que
ese martillo golpeara ese precioso cuerpo.
Pues David, ochocientos años antes había
dicho: “No será quebrado ni un hueso en Su
cuerpo”. La Palabra de Dios tiene que
permanecer la verdad.
Pero, ¿qué hicieron ellos entonces?
Tomaron una lanza y lo traspasaron en Su
costado, y salió sangre y agua, para cumplir
lo que la Biblia decía: “Horadaron Mis
manos y Mi costado”. La Palabra fue
cumplida.
29 Ahora cuando Él se estaba muriendo,
oh, ¡qué hora tan tremenda! Pienso en ese
canto... Y, honestamente, me hace sentir

25
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terrible cuando pienso en ese canto que el


poeta escribió hace muchos años.

Entre rocas partidas y cielos oscuros,


Mi Salvador inclinó Su cabeza y murió;
El velo abierto reveló el camino
Al gozo celestial y día interminable.

Y cuando Él estaba colgando allí, sangrando


y muriendo, cuando inclinó la cabeza, el sol
se avergonzó tanto de sí mismo, al mirar
hacia abajo a las criaturas mortales que Dios
hizo a Su imagen; que tuviera que pagar un
precio como ese, para redimirlo; el sol se
negó a mirar hacia abajo a la tierra en esa
hora. La luna estaba tan avergonzada hasta
que retiró de su lugar. Y las estrellas
voltearon su espalda a la tierra. Qué cosa
tan horrible debe ser el pecado, cómo Dios
tuvo que lidiar con él.
30 Y ver a esos sacerdotes burlescos, con
escupitajos colgando en Su cara. Un hombre
lo golpeó en la cabeza, con una caña, y le
26
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dijo: “Si eres un Profeta, dinos quién te


pegó”. Uno de ellos arrancó la barba de Su
rostro y lo golpeó en la cara y quiso que Él
se defendiera.
Él dijo: “Si Mi reino fuera de este mundo,
inmediatamente llamaría a Mi Padre, Él me
enviaría doce legiones de Ángeles”.
Eso pudo haber sido cambiado, pero ¿cómo
podía hacerlo? Simplemente no pudo
hacerlo, porque eran Sus propios hijos
clamando por Su sangre. ¿Pudieran
imaginarse a un papá, a un padre, con sus
propios hijos (en oscuridad) clamando por la
sangre de su propio padre? Esa es la razón
por la que Él no podía hacer otra cosa que
morir. Si Él no lo hacía, era condenación
para Sus hijos, era condenación para las
criaturas. Pero Él tuvo que morir, para salvar
a Su pueblo.
31 Y cuando lo hizo, cuando inclinó Su
cabeza, esta vieja tierra tuvo un escalofrío
que recorrió su espalda. Debió haber tenido
una postración nerviosa, porque la Biblia
27
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dice que: “toda la tierra, desde la hora sexta


a la novena, era oscuridad, sobre toda la faz
de la tierra.”. Y la tierra tembló y las rocas se
partieron. Y el velo del templo se rasgó de
arriba abajo; los bloques del sacrificio se
volcaron. El Hijo del Dios viviente murió. Él
estaba tan muerto al punto que el sol lo
reconoció. Estaba tan muerto hasta que la
luna lo reconoció. Estaba tan muerto que las
estrellas lo reconocieron. Estaba tan
muerto que la tierra lo reconoció. Estaba
tan muerto hasta que los elementos lo
reconocieron, las atmósferas lo
reconocieron. ¡Todo tenía que saber que
ese era el Hijo de Dios! Porque, la Palabra
de Dios no podía fallar. Él fue prometido
desde el huerto del Edén: “La simiente que
heriría la cabeza de la serpiente”.
32 Ahora, ¿qué le pasó a Él? ¿A dónde se
fue cuando dejó la cruz y entró en el
sepulcro de José de Arimatea?
Él era tan pobre que no tenía un lugar para
recostar su cabeza. Él nació en un pesebre,
28
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con un nombre negro detrás de Él, como


“un hijo ilegítimo”. Se rieron de Él, se
burlaban de Él, se mofaban de Él, en la
tierra. Fue hecho el hazmerreír y lo
rechazaron. Y cuando Él murió, tuvo que
morir por medio de la pena capital, entre
dos ladrones. Y ni siquiera tenía un lugar
para ser enterrado, y fue enterrado en la
tumba de otro hombre. ¡El mismo Dios del
cielo viniendo a la tierra! ¿Quiénes nos
creemos, que tenemos que pasar por un
poco de sufrimiento? ¡Lo que Él hizo por
nosotros! Piénselo, amigo, estúdielo.
33 El soldado Romano dijo:
“Verdaderamente, ese es el Hijo de Dios”. El
pecador tuvo que reconocerlo.
Judas dijo: “He traicionado sangre
inocente”. Él tuvo que reconocerlo. La tierra
entera lo reconoció.
Después, ¿A dónde se fue Él? Cuando un
hombre muere, ¿eso lo concluye? No señor.
Él tenía que morir de esa manera porque la
Biblia de Dios decía que moriría de esa
29
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manera. Y Él confió en la Palabra de Dios.


Esa es la razón por la que Él podía decir, en
Su vida: “Destruid este templo, y en tres
días lo levantaré”.
David dijo en un lugar, sólo en la Biblia, bajo
la inspiración, cuando David, el hombre de
Dios, el profeta que estaba ungido con la
Palabra, dijo: “No dejaré Su alma en el Seol,
ni permitiré que Mi Santo vea corrupción”.
34 Jesús dijo: “Destruid este cuerpo, y en
tres días lo levantaré”. Él sabía que la
Palabra de Dios no podía fallar. ¡Oh, vaya!
Si Él pudo descansar solemnemente sobre
eso, creyendo que la Palabra de Dios no
podía fallar, cuánto más podemos nosotros
descansar así solemnemente de que hemos
nacido de nuevo por el Espíritu Santo y que
da testimonio en nuestro corazón ahora
mismo que sabemos que nuestro Redentor
vive y vendrá de nuevo algún día. Descansen
seguros que Dios traerá con Él a aquellos
que están en Cristo. Ahora observen.

30
57-0420 El Entierro

Allí estaba Él. Él sabía que ninguna célula de


ese cuerpo se corrompería. Setenta y dos
horas, la corrupción empieza a entrar. Esa
es la razón por la que Él nunca se quedó los
tres días. Él murió el viernes por la tarde, se
levantó el domingo por la mañana. Pero, fue
dentro de esos tres días. Él se iba a levantar
dentro de esos tres días, porque Él confiaba
en la Palabra de Dios.
35 Aquí va Él. ¿A dónde se fue cuando Él se
fue? La Biblia dice: “Él ascendió. Él fue y les
predicó a las almas que estaban
encarceladas, que no se arrepintieron en la
paciencia de los días de Noé”. Su alma, Su
Espíritu, Su teofanía de Su propio ser,
descendió. Sigámoslo. ¿Les gustaría, esta
noche, seguirle a Él por unos minutos?
Veamos a dónde fue.
Justo debajo de las regiones de los seres
mortales está el reino del poder demoníaco;
justo por encima de eso yacen las almas de
los injustos; debajo de eso está el dominio
mismo de Satanás: el infierno. Entonces,
31
57-0420 El Entierro

justo encima de nosotros, está el Espíritu


Santo; entonces debajo del altar yacen las
almas de los justos; luego lo que sigue es
Dios mismo. Uno va hacia abajo, el otro va
hacia arriba; los dos espíritus están aquí en
la tierra, influyendo en la gente de esta
tierra.
36 Y cuando Jesús murió, Él se va, para allá
abajo. Puedo verlo a Él en ese viernes por la
tarde, después de Su muerte, [El Hermano
Branham toca sobre el púlpito].toca la
puerta de las regiones de los perdidos.
Vamos a seguirlo un minuto. La puerta se
abre. Había mujeres, había hombres, había
señoritas, había viejos, todos estaban
juntos en ese horrible lugar llamado la
prisión de las almas perdidas.
Si tuviera tiempo, me gustaría contarles... Y
pudiera ser sólo una visión. Pero una vez
visité ese lugar, y clamé por misericordia,
cuando yo era un pecador durante una
operación. Cuando salí de eso, estaba de pie

32
57-0420 El Entierro

en el Oeste, con mis manos hacia el cielo y


una cruz brillando sobre mí.
37 Pero en aquel lugar lúgubre allí, Jesús
caminó hacia la puerta. Todo tenía que ser
testigo de que Él era el Hijo de Dios, porque
se les había sido predicado en la paciencia
de los días de Noé. Él toca la puerta y dice:
“Yo soy Aquel del que habló Enoc. Yo soy la
simiente de la mujer, que debía herir la
cabeza de la serpiente. Toda palabra de Dios
ha sido cumplida; Yo acabo de morir allá en
el Calvario, y he comprado a Mi iglesia. Y de
Aquel de quien Enoc habló, Yo soy Él”. Y
ellos estaban sin misericordia, sin
esperanza, porque habían transgredido. Y la
puerta se les cerró en la cara.
38 ¡Abajo en las regiones de los demonios!
¡Abajo hasta las puertas del infierno! Él toca
la puerta. [El hermano Branham toca el
pulpito].
Esto es cuando Él estaba en la tumba —Su
cuerpo está— esperando la resurrección. Él
visitó los lugares a los que van los justos y
33
57-0420 El Entierro

los injustos; a donde irá Ud. uno de estos


días, a uno u otro lugar.
Y Él toca [El Hermano Branham toca el
púlpito] la puerta del infierno. Y cuando Él
lo hizo, el diablo salió. Y lo puedo oír a él
decir: “Oh, así que finalmente llegaste. Yo
pensé que de seguro te tenía cuando maté
a Abel”.
39 Vean, cuando esa simiente fue
prometida en el Jardín del Edén, el diablo ha
intentado constantemente de destruir esa
simiente. Y la muerte de Abel, y la venida de
Set, sólo fue la muerte, sepultura y
resurrección de Cristo. Esa simiente debía
continuar. Y él trató de destruirla.
Él dijo: “Pensé que te tenía cuando destruí a
Abel. Pensé que te tenía cuando destruí a
los profetas. Estaba seguro de que te tenía
cuando decapité a Juan. Pero ahora,
después de todo, has llegado. Ahora te
tengo”. ¡Oh, vaya!
40 Puedo oírle a Él decir: “¡Satanás, ven
acá!”. Él es el Jefe ahora. Extiende la mano,
34
57-0420 El Entierro

agarra esa llave de la muerte y el infierno de


su lado, la cuelga en Su propio lado. “Quiero
notificarte. Tú has sido un fanfarrón
bastante tiempo. Yo soy el Hijo del Dios
viviente nacido de la virgen. ¡Mi sangre
todavía está húmeda en la cruz, y el total de
la deuda está pagada! Tú ya no tienes
derechos. Estás despojado.
¡Dame esas llaves!”. Eso es correcto. Se da
la vuelta y le da una buena patada, y cierra
las puertas de golpe, y dice: “¡Quédate ahí!
Yo soy el Jefe de ahora en adelante”.
Ahora, Él no tenía las llaves del reino,
porque Él se las dio a Pedro; llegaremos a
eso en la mañana, en el bautismo en agua.
Pero él tenía las llaves de la muerte y del
infierno, y Él las tomó; después de Su
resurrección, Él dijo: “Tengo las llaves de la
muerte y del infierno”. Pedro tenía las llaves
del reino. Satanás tenía las llaves de la
muerte y del infierno; pero ahora Jesús las
tiene; Él es el Jefe.

35
57-0420 El Entierro

41 Aquí Él comienza a ascender. La Pascua


está llegando; el tiempo avanza rápido. Pero
hay otro grupo. ¿Dónde está Job? ¿Dónde
está Abraham? ¿Dónde están ellos? ¿Dónde
están aquellos hombres que confiaron en la
Palabra de Dios? ¿Los ha olvidado Él? ¿La
muerte los aniquiló? ¿Eso fue todo? ¡Nunca,
nunca; Dios tiene que guardar Su Palabra!
Puedo verlo a Él. Vamos a echar un vistazo
al Paraíso y mirar allá. Y veo a Sara y
Abraham caminando por allí, y después de
un rato [El Hermano Branham toca], alguien
está en la puerta. Abraham va y abre la
puerta, dice: “Cariño, ven aquí. Mira aquí.
Mira, ese es el Mismo que estuvo conmigo
bajo el roble aquel día”. Él es el Dios de
Abraham.
Justo entonces puedo ver a Daniel mirar por
encima de su hombro, y decir: “Esa es la
Roca que fue cortada del monte, tan seguro
como estoy aquí parado”.
Veo que Job se levanta y dice: “Ese es mi
Redentor que dije que sabía que vivía, y que
36
57-0420 El Entierro

algún día Él estaría sobre la tierra. Mi cuerpo


puede no ser sino una cucharada de cenizas,
pero dentro de quince minutos voy a estar
en él otra vez. Ese es Él”.
Ezequiel mira por encima y dice: “Yo vi a esa
misma Persona como una rueda en medio
de la rueda,girando, en medio del aire”.
¡Oh, vaya!
Entonces ahí viene Enoc. Enoc dijo: “Yo lo vi
a Él venir con diez miles de Sus santos, para
ejecutar juicio”.
42 Ahí estaban los santos del Antiguo
Testamento esperando (seguro, ellos eran),
bajo la expiación de la sangre no podían
entrar en la presencia del Dios del cielo,
porque la sangre de machos cabríos y de
ovejas no podía quitar el pecado.
Pero Él dijo: “Hermanos míos, Yo soy el que
creéis que soy. Yo soy la simiente de la
mujer. Yo soy el Hijo de David. Yo soy el Hijo
de Dios. Soy el Nacido de la virgen. Mi
sangre ha expiado por ello. Uds. esperaron
bajo de la sangre de ovejas y machos
37
57-0420 El Entierro

cabríos, pero ahora Mi sangre hace


expiación, y son libres. Subamos, casi está
llegando la Pascua”. Sólo piénsenlo, eso fue
hace casi unos mil novecientos y tantos
años, esta noche.
43 Puedo oír a Abraham decir: “Señor,
cuando nos levantemos en nuestro cuerpo
otra vez; Sara y yo simplemente nos
encantaría tanto; ¿Te importaría si hacemos
una pequeña parada en Tu camino?”.
Bueno, puedo oírle a Él decir: “Pues, no,
ciertamente que no. Me voy a quedar con
Mis discípulos por unos cuarenta días.
Miren alrededor y vean cómo se ve todo”.
En esa gloriosa mañana de Resurrección (de
lo que trataremos por la mañana, si el Señor
lo permite), cuando Él resucitó de los
muertos, la Biblia dice, según San Mateo 27,
que: “Muchos de los santos que durmieron
en el polvo de la tierra, se levantaron y
salieron de los sepulcros”. ¿Quiénes eran?
Abraham, Isaac, Jacob, Job, aquellos que
por la revelación espiritual revelada sabían
38
57-0420 El Entierro

que el Redentor se pararía en la tierra algún


día. Esos son ellos, las primicias de los que
durmieron. Caminaron allí por la ciudad.
Puedo ver a Sara y Abraham, jóvenes, y
llenos de... y bien parecidos, y llenos de
vida, para nunca más envejecer, nunca más
estar enfermos, nunca tener hambre,
caminando en sus cuerpos.
44 Caifás parado por ahí, diciendo: “¿Saben
qué? Ocurrió algo el otro día; sólo vean el
desastre en que está este templo. Vamos a
tener que conseguir a alguien para coser esa
cortina. Miren esas cajas de sacrificio
volcadas. ¿Qué pasó? ¿Fue ese tipo un
astrólogo? ¿Era Él un brujo? O, ¿qué pasó?
¡Mira! Ven aquí, Josefo; ¿quién es esa joven
pareja que está parada allí?”.
Abraham dijo: “Sara, nos han reconocido.
Mejor nos vamos”.
“¡Se le aparecieron a muchos!”. Eso no fue
todo. (Ya terminando, observen.) Un día
después de haber visitado... Abraham,

39
57-0420 El Entierro

Isaac, Jacob, y todos ellos habían visitado la


patria cuando Jesús ascendió...
Uds. dicen: “Hermano Branham, ¿es eso un
mito?”. ¡No, señor! Les mostraré en las
Escrituras, en un minuto.
Cuando Él empezó a ascender, ellos sólo lo
vieron a Él, pero los santos del Antiguo
Testamento iban con Él, porque la Biblia
dice que: “Él llevó cautiva la cautividad y dio
dones a los hombres”. Y puedo verlo a Él
mientras sube, y se reúne con Su iglesia.
45 Dos Ángeles de la banda que estaban
tocando la música, regresaron allí y dijeron:
“Varones galileos, ¿por qué estáis mirando
al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido
tomado de vosotros al cielo, así vendrá
como le habéis visto ir al cielo”.
¡Ciertamente! Ellos se apresuraron a unirse
a la procesión.
Y atravesando los cielos iban Jesús y los
santos del Antiguo Testamento. Ellos
pasaron la luna, pasaron el sol, pasaron las
estrellas. Y cuando llegaron a la vista de ese
40
57-0420 El Entierro

gran y hermoso cielo blanco, los santos del


Antiguo Testamento gritaron, citando la
Escritura: ¡Alzad, oh puertas, vuestras
cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas!
: ¡Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y
alzaos vosotras, puertas eternas! ¡Y entrará
el Rey de gloria!“.
Todos los Ángeles se reunieron en la parte
superior de los barandales del cielo y
dijeron: “¿Quién es este Rey de gloria?”.
Los santos del Antiguo Testamente dijeron:
“Jehová de los ejércitos, ¡el poderoso en
batalla! ¡Él fue un conquistador!”.
46 El Ángel presionó el gran botón, y las
puertas de perla se abrieron.
Por la ciudad de Jerusalén venía el gran y
poderoso Conquistador, trayendo a los
santos del Antiguo Testamento. Las bandas
angelicales tocando, y los Ángeles están
gritando. ¡Él era el poderoso Conquistador!
Él tenía las llaves de la muerte y del infierno
colgando de Su lado, fue pasando más allá
de los palacios de la Gloria hasta llegar al
41
57-0420 El Entierro

Trono. Y Él dijo: “Padre, aquí están. Ellos


creyeron, con fe en Tu Palabra, que Yo
vendría algún día. He conquistado ambos: la
muerte y el infierno”. ¿Qué fue, hermano?
Él tenía las cicatrices en Su mano, para
mostrar que Él había estado en la batalla.
¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Él es ese
poderoso Conquistador! “Aquí están,
Padre: Abraham, Isaac y Jacob”.
Puedo oírle a Él decir: “Hijo, sube aquí a Mi
lado, y siéntate hasta que ponga a todo
enemigo por estrado de Tus pies”.
Hermano, algún día Él vendrá de nuevo, ¡y
qué día será!
Él no estaba inactivo cuando estaba en la
tumba. Creemos que Él solo yacía allí,
muerto. Pero Él estaba abajo, aun
conquistando: Él bajó y le quitó las llaves a
Satanás, Él tiene las llaves de la muerte y del
infierno, esta noche. Él dijo: “Porque Yo
vivo, vosotros también viviréis”.
47 Me pregunto esta noche, mi querido
hermano, hermana, ¿han pensado eso
42
57-0420 El Entierro

sinceramente? ¿Se dan cuenta de que Uds.


sólo viven porque Él vive? ¿Lo han
apreciado lo suficiente para ofrecerse a
Uds. mismos y decir: “Dios, aquí estoy, un
pecador, ten misericordia de mí?”. ¿Alguna
vez han aceptado ese Sacrificio todo
suficiente? ¿Le han dicho alguna vez que lo
amaban? ¿Les duele cuando hacen algo
mal?
¡Si nunca han llegado a esa experiencia
ahora, en este entierro! Cuando, nuestro
tiempo se está yendo. A penas se está
sintiendo bien. Pero, me pregunto, si nunca
han recibido a Cristo como su Salvador
personal, me pregunto si lo harían mientras
inclinamos nuestros rostros un momento
para unas palabras de oración.
48 Toquen eso: “Entre Rocas Partidas”, por
favor, hermana Gertie, si la tiene. Muy bien,
lo que sea está bien.
Con sus rostros inclinados, voy a hacerles
una pregunta sincera. Recuerden, amigos —
pecador o santo— Ud. no deja de existir
43
57-0420 El Entierro

cuando lo enterramos. Su alma está en


alguna parte. Ahora, Jesús visitó ambos
lugares, de acuerdo a las Escrituras. ¿En
dónde lo encontraría Él a Ud. si partiera esta
noche? ¿Se le cerraría la puerta de la
misericordia en su cara por haberlo
rechazado? Recuerden, Él no sólo es un
Salvador, sino un Juez. Uds. son el juez
ahora; ¿cómo lo juzgan a Él? Dejen que sea
su Salvador ahora.
49 Una pequeña historia viene a mi mente.
Hace algún tiempo un niño estaba sentado
en un vagón. Un arma se disparó en la calle,
y los caballos huyeron e iban hacia un
acantilado. Un joven vaquero corrió y
detuvo los caballos justo antes de que el
vagón cayera por el acantilado, porque
tenía un bebé en él. Él salvó la vida del
pequeño.
Muchos años después, parado en un
tribunal... Este mismo muchacho había
cometido un crimen, él tomó el camino
equivocado, era culpable. Él estuvo
44
57-0420 El Entierro

bebiendo, jugando, le disparó a un hombre;


Y era culpable, declarado culpable. Y el juez
se levantó y dijo: “Te sentenció a que
cuelgues del cuello hasta que tu vida mortal
se haya ido”.
50 Ese joven dijo: “¡Juez!”. Y él interrumpió
la procesión de la corte, cuando saltó por
encima de la barandilla y cayó a los pies del
juez, por piedad.
Él dijo: “Juez, mire mi rostro. ¿No me
conoce?”. Él dijo: “No, hijo, no te conozco”.
“¿Recuerda la vida de un cierto niño
pequeño que Ud. salvó, hace muchos años,
de un caballo fuera de control?”.
Él dijo: “Sí, lo recuerdo”.
Él dijo: “Yo soy ese niño”. Él dijo: “Juez, Ud.
me salvó entonces. Sálveme ahora”. El juez
lo miró y dijo: “Hijo, ese día yo fui tu
salvador. Hoy soy tu juez”.
Él es su Salvador hoy, pecador; mañana Él
puede ser su juez. Pensémoslo ahora,
mientras la música está sonando. Y todos

45
57-0420 El Entierro

orando, los que están en terreno de oración


con Dios.
51 Me pregunto esta noche ahora,
rápidamente, aquellos que les gustaría
aceptar a Cristo como Salvador personal,
digan: “Dios, ten misericordia de mí, un
pecador. Yo quiero venir a través de la
sangre derramada. Estoy cansado de
unirme a iglesias y de correr de un lugar a
otro. Quiero nacer de nuevo. Quiero una
experiencia en mi corazón donde yo sepa
que Cristo se ha revelado a Mí, por medio
de la revelación espiritual de la cual Ud.
acaba de hablar, Hermano Branham. Quiero
la revelación espiritual, el Espíritu Santo en
mi corazón, haciéndome vivir, trayendo a
Cristo más real a mí que yo mismo. Deseo
esa experiencia, Hermano Branham. ¿Orará
por mí mientras levanto mi mano?”.
¿Levantarán ahora su mano, quienes
desean ser recordados? Que Dios le
bendiga, señora. Dios le bendiga allí,
señora. Eso es bueno. Que Dios le bendiga,
46
57-0420 El Entierro

señor. Eso es bueno. Levanten sus manos,


ahora suban con su mano.
52 ¿Cómo les pudiera dar vergüenza?
¿Pudiera rechazar algo así amigo?
Recuerden.
“Oh”, Ud. dice: “Hermano Branham, los
predicadores han predicado por años”. Lo
sé, pero uno de estos días ellos dejarán de
predicar. Y de la manera en que las cosas se
ven, eso pudiera ser de inmediato. Uds. van
a escuchar su último sermón. Francamente,
este puede ser su último.
“Oh”, Ud. dice: “Yo soy joven”. Eso no
importa. La muerte no hace acepción de
personas, ni de edad ni capacidad.
¿Lo aceptarán ahora como Salvador
personal, levantando su mano, diciendo:
“Dios, ten misericordia de mí?”. Levanten
sus manos con el resto de estos, y digan:
“Ahora yo quiero aceptar a Cristo”.
¿Levantarán su mano?
53 Alguien que esté descarriado, diga:
“Dios, ten misericordia de mí. Quiero volver
47
57-0420 El Entierro

a Cristo esta noche, para que mañana pueda


haber una resurrección nueva, para mí”.
¿Levantarían sus manos? Levanten su
mano, diciendo: “Ten misericordia de mí.
Quiero venir ahora.”. ¿Lo harán? Levanten
la mano, digan: “He sido un descarriado,
pero...”. Dios le bendiga, señora. Dios le
bendiga. Eso es bueno“. Yo aceptaré a Cristo
como mi Salvador personal. Lo aceptaré
esta noche. He estado errante, muchos
años alejado de Dios, pero ahora estoy
volviendo al hogar”. ¿Lo aceptarán esta
noche, para que esto pueda ser una nueva
resurrección para Uds., que su vieja vida
pueda acabar?
54 Esta señora está viniendo al altar, para
hacer su confesión, para pararse. ¿Alguien
más quiere tomar su lugar aquí, venir aquí
con ella, en su confesión? ¿Se pondrían de
pie y subirían al altar, también? El altar está
abierto. Ciertamente. Vengan ahora, ahora
mismo. Si quieren pararse aquí y orar, sería
muy bueno. Vengan. ¿Vendrán? Sobre la
48
57-0420 El Entierro

confesión de su fe, sobre su creencia en el


Hijo de Dios, ¿vendrán ahora? Muy bien.
Depende de Uds., recuerden. Uds. son los
indicados. ¿Es Ud. un pecador? ¿Es un
descarriado? ¿Está frío y alejado de Cristo?
¿Quieren ser resucitados de nuevo con Él
ahora, comenzar una vida nueva? ¿Qué de
Uds., esposo y esposa, que han estado fuera
mucho tiempo, molestos en casa? ¿No
vendrán a enderezar esa cosa con Dios y con
cada uno ahora? Hagan de la Pascua
realmente una Pascua para Uds.,
comiencen un nuevo hogar.
55 ¿Qué de Uds. que nunca han estado,
nunca han tenido oración en su casa, solo
van a casa después de la iglesia y tratan de
vivir lo mejor que pueden, nunca reúnen a
su familia y oran? Por eso tenemos la
delincuencia juvenil y las cosas que
tenemos. Es por eso que los hogares
Estadounidenses están destrozados. ¿No
quieren venir, empezar de nuevo esta
noche? ¿Lo harán? Están invitados.
49
57-0420 El Entierro

Recuerden, ahora yo soy su ministro; yo


seré un testigo en aquel día. Mientras
tenemos nuestros rostros inclinados,
entonces, ahora para la oración.
56 Nuestro bendito Padre Celestial,
traemos a Ti esta audiencia esta noche, en
la más solemne y sagrada solemnidad que
conocemos. Nos acercamos humildemente
a Tu Trono. Y después del mensaje de esta
noche, aquel gran entierro, Él jamás
permaneció en silencio, Su alma fue
directamente a las regiones y terminó la
obra de Dios, que Él le ordenó hacer. Y
mañana por la mañana, encontramos
donde Él fue a través de las esferas
superiores, conquistando todo, en Su
resurrección. Pero Él salió en la mañana de
Resurrección para nuestra justificación. Y
encontramos que Él envió al Espíritu Santo
de regreso, para convencer a los hombres
de pecado.
Y oramos esta noche, Señor, para que
aquellos que levantaron sus manos sean
50
57-0420 El Entierro

recordados delante de Ti. Que su decisión


sea desde su corazón esta noche, que te han
recibido, y creen en Ti, y que ellos sean
sellados por el sello de la promesa esta
noche, el Espíritu Santo. Concédelo, Padre.
Porque, te los encomendamos, con este
mensaje esta noche. Que bendiga a los que
lo escucharon, aquellos, Señor, que lo
llevarán con ellos a su hogar, y lo penetrarán
en sus corazones. Que vivan en la Palabra de
Dios. Concédelo, Padre, porque lo pedimos
en el Nombre de Cristo. Amén.

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