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SEMINARIO

Pensamiento Nacional
y Latinoamericano

UNIDAD 3
Coordinadores del equipo docente
Francisco Pestanha y Mario Oporto

Marzo 2020

RECTORADO
CAMPUS VIRTUAL UNLA. / UNIVERSIDAD NACIONAL DE LANÚS
ÍNDICE

Índice de íconos III


UNIDAD 3 1
Independencia y unidad. La independencia según la mirada del liberalismo
local. La independencia según algunas matrices del Pensamiento Nacional.
La soberanía y la cuestión social. Artigas, el Protector de los Pueblos Libres.
San Martín y el Plan de Operaciones en Mendoza. Martín Miguel de Güemes.
Las etapas históricas. Los proyectos integracionistas en América Latina.

II
ÍNDICE DE ÍCONOS

Tarea

Foro


Lectura obligatoria

Lectura recomendada

Para ampliar

Importante

Para pensar

Multimedia

III
INDEPENDENCIA Y UNIDAD.
LA INDEPENDENCIA SEGÚN LA
MIRADA DEL LIBERALISMO LOCAL.
LA INDEPENDENCIA SEGÚN ALGUNAS
MATRICES DEL PENSAMIENTO
NACIONAL. LA SOBERANÍA Y
LA CUESTIÓN SOCIAL. ARTIGAS,
EL PROTECTOR DE LOS PUEBLOS
LIBRES. SAN MARTÍN Y EL PLAN DE
OPERACIONES EN MENDOZA.
MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES.
LAS ETAPAS HISTÓRICAS.
LOS PROYECTOS INTEGRACIONISTAS
EN AMÉRICA LATINA.

Independencia y unidad

La independencia según la interpretación del liberalismo local

Según la versión escolarizada del liberalismo local, la Revolución de Mayo se ori-


ginó a partir de la formación de un conglomerado de “vecinos” de la ciudad de
Buenos Aires en su mayoría comerciantes, quienes influenciados por ideales de la
ilustración, el liberalismo cosmopolita y el progreso optaron por poner fin a ciertas
imposiciones provenientes de la dominación española.

Según este relato ya clásico, tal conglomerado interpretaba la modalidad virreinal


como “atrasada” y como demasiado influenciada por la matriz católica y, por ende,
alejada de la modernidad que comenzaba a expandirse como reguero en el viejo
continente.

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En suma, las ideas de la revolución burguesa inspirada en la filosofía racionalista


habían alcanzado, ya en aquellos tiempos, un considerable nivel de aceptación en
los sectores más acomodados de aquella sociedad.

Para esta visión, el iluminismo filosófico en sus diferentes versiones (principalmen-


te inglesa, francesa y, en menor medida, española y alemana) había ingresado, no
solo a través de los hijos de las familias acomodadas y de los textos que ingresa-
ban a la región, sino también a través de soldados ingleses que se habían queda-
do en Buenos Aires luego de las frustradas invasiones de 1806/1807.

En ese marco, estos vecinos constituían “la gente decente” cuya formación no
estaba solo sujeta a la influencia británica, sino también a las ideas francesas de
la ilustración que sirvieron para desmontar el aparato jurídico del antiguo “régimen
monárquico”.

“Monárquico” fue el término que utilizaron los revolucionarios france-


ses para caracterizar al estado francés previo a 1789, también conside-
rado “monarquía absoluta”. Los revolucionarios eran portadores de nue-
vas ideas que se condensaron en lo que se conoció como Nuevo Régimen.

En cuanto al ascendente local, los historiadores liberales consideraban que el cuer-


po teórico de los comerciantes de Mayo fue “Representación de los Hacendados”,
del joven Mariano Moreno. Este trabajo sería luego, según esta versión, utilizado
por Rivadavia para aceitar los vínculos comerciales con la corona inglesa.

Pero, para otros autores encuadrados


en distintas versiones revisionistas,
entre ellos algunos enrolados en la
“izquierda nacional”, el pasado de
Moreno no podía reducirse a “Repre-
sentación de los Hacendados”. Muy
por el contrario, según esa opinión, lo
que lo diferenciaba a Moreno de hom-
bres como Rivadavia fue la formulación
del “Plan de Operaciones”.

Mariano Moreno (Buenos Aires,Virreinato


del Río de la Plata 1778 - 1811)

El “Plan de Operaciones” fue el Programa de gobierno de la Primera


Junta que apuntaba tanto a la realización de reformas políticas como
sociales. Aunque vale señalar que existen autores, incluso inscriptos
en la matriz revisionista, que cuestionan la autoría de Moreno con rela-
ción a ese texto.

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La independencia según el pensamiento nacional

La parcialidad del relato histórico de matriz liberal, en resumidas cuentas, se funda


en que la Revolución de Mayo implicó un levantamiento contra el imperio español
por parte de Buenos Aires.

Pero ampliar el espectro de análisis de los sucesos nos lleva directamente a obser-
var lo que sucedía en España en ese momento: se asistía a la invasión napoleóni-
ca de la península y al hecho de que el rey Fernando VII debió emigrar. Los fran-
ceses se presentaban como los portadores de los nuevos valores democráticos del
continente europeo, con la formulación de códigos acordes a las necesidades de
un nuevo mundo en el que la burguesía se convertía en la clase que motorizaba
la historia.

A pesar de ello, los galos no dejaban de ser un ejército de ocupación y como las
revoluciones no son mecánicamente reproducidas de un país a otro, desde el
momento en que la mayoría del pueblo español sufría una ocupación militar, no
podríamos señalar con certeza que la invasión napoleónica y su impronta hayan
sido recibidas con las manos abiertas.

El pueblo español debió realizar un doble esfuerzo: por un lado, comprender la


necesidad histórica de avanzar en términos progresivos, reformando una estruc-
tura económica anquilosada y un sistema político vetusto para la época.

Así, para algunos sectores de la sociedad española la tarea de reforma y avance


debía realizarse abrazando los ideales políticos de tipo liberal y también los econó-
micos, generados por una “revolución industrial” que aún no alcanzaba a España.
Para otros sectores, en cambio, bastaba con mantener y mejorar las antiguas
estructuras. Pero para alcanzar los estadios de la modernidad, no necesariamente
debían repetir las ideas del invasor francés, cuyo objetivo era en realidad subyugar
a España.

Esta situación lleva al pueblo español a realizar un segundo esfuerzo: mantener


los límites y la soberanía nacional. Según Jorge Abelardo Ramos: “la paradoja que
se estableció era puramente formal: pues si el pueblo español combatía contra los
franceses haciendo esa guerra de independencia nacional en nombre del fatídico
Fernando, en realidad reasumía su soberanía, usaba sus derechos, organizaba su
lucha y creaba las Juntas populares en cada municipio, que tenían hondas raíces
en las viejas libertades y fueron de España. Quedaba claro que si el pueblo espa-
ñol libraba su guerra contra el invasor, solo podía hacerlo realizando su revolución
nacional. Los símbolos era viejos, el contenido de la lucha, moderno”1.

España, entonces, se debatirá en esta encrucijada: avanzar hacia una revolución


liberal que desmonte el antiguo ideario absolutista que impedía el desarrollo de

1. RAMOS, J. A. (2011): Historia de la Nación Latinoamericana. Buenos Aires: Editorial


Continente, p.117.

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reformas democráticas como en el resto de Europa o llevar adelante una guerra


de independencia contra el invasor.

El pueblo español encuentra un límite en los dirigentes que conforman las Juntas,
principal órgano de gobierno nacional en tiempos de la ocupación francesa. En
este punto, para autores como Abelardo Ramos, el pueblo hace la guerra con fines
revolucionarios, pero si el gobierno posterga estos fines el pueblo declina sus ener-
gías2. En definitiva, esto marcará parte del proceso independentista. Veremos,
luego, cómo la revolución nacional debió ser acompañada, en muchos casos, con
la revolución social, según la mirada de el revisionismo encuadrado en la izquier-
da nacional.

Para algunos autores de la matriz revisionista, comprender la composición social


de las Juntas resulta fundamental para entender el proceso que se inicia en Espa-
ña y que se replicará en América.

A causa de la guerra, a las Juntas españolas llegaban los sectores populares más
activos en este proceso, lo que les permitía influir nítidamente en esas instancias
organizativas, donde los representantes de los sectores acomodados se mostraban
débiles ante el invasor. Un sector importante de la aristocracia española había clau-
dicado rápidamente ante el ocupante. En este sentido, el proceso español muestra
otro rasgo que se repetirá en el escenario independentista americano: son los sec-
tores populares los que presentan los reclamos de avanzada y los que motorizan
el proceso.

Concebir esta situación tal como fue pone en discusión una de las hipó-
tesis liberales clásicas: la que presenta a los “vecinos probos” de la ciu-
dad de Buenos Aires como los principales actores de la Revolución. Los
hechos que suceden en las Cortes nos permiten ir tendiendo puentes
entre los sucesos de España y América. Veremos especialmente cómo
algunos de los cortesanos instalados en Cádiz eran de origen americano.

Para Abelardo Ramos las Juntas no diferenciaban jurídicamente las posesiones


españolas de la península ibérica. Vale detenerse en el siguiente párrafo de una
sesión de Juntas durante la ocupación, “Los vastos y preciosos dominios que Espa-
ña posee en las Indias no son propiamente colonias o factorías como las de las
otras naciones, sino una parte esencial integrante de la monarquía española”3.
Esta cita muestra la forma de conquista que España desplegó a nivel continental.

2. Ibídem, p.118.

3. Ibidem, p.120.

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Los españoles no solo se instalaron en las ciudades costeras: también


colonizaron y fundaron ciudades interiores, de hecho en el Virreinato
del Río de La Plata las ciudades del interior, como Santiago del Estero,
eran más importantes en términos culturales y económicos que las
situadas sobre el Río de La Plata, y fusionadas culturalmente con las
realidades nativas. De ahí radica la distinción que los cortesanos esta-
blecen a la hora de mencionar las posesiones americanas: si bien sus
pobladores, especialmente los criollos, no contaban con el mismo esta-
tus jurídico, esta situación podría paliarse con un programa democrá-
tico burgués que emergiera de la lucha independentista.
Es decir, en este período la suerte de los criollos y mestizos se encon-
traba sujeta a las Juntas. Los españoles liberales que representaban la
parte más progresiva reconocían la necesidad de ampliar sus derechos
a los criollos. Esto puede verse en la modificación semántica de los
documentos redactados, donde la palabra “India” es reemplazada por
“América”.

A pesar de la participación de ciertos sectores populares en ellas, los límites expre-


sados por las Juntas radican en la falta de audacia de una dirigencia que no era
homogénea. Por otra parte, un actor externo jugará un rol fundamental en térmi-
nos de diplomacia: Inglaterra, aliada de España en la contienda con Francia.

Inglaterra se mostraba interesada en que el Consejo de Regencia -órgano super-


estructural encargado de generar las condiciones diplomáticas para la vuelta de
Fernando VII- ingresara a las Juntas, para así tener influencia en la medida en que
el ingreso de Inglaterra le restaba poder popular a la Junta.

Luego de haber perdido sus dominios americanos, especialmente a raíz de la inde-


pendencia de los Estados Unidos, Inglaterra modifica su estrategia diplomática, al
punto de debilitar el poder territorial español, estableciendo un juego de pinzas
con los sectores comerciales de las colonias y fomentando el contrabando a partir
de la situación de debilidad española. Al mismo tiempo, tentaba a los sectores de
una aristocracia española decadente que no encontraba la suficiente fortaleza para
encabezar la guerra de liberación de forma individual.

Hasta aquí y aclaradas las circunstancias imperantes en Europa, particularmente


en España, puede observarse y así lo sostienen muchos representantes del revi-
sionismo, que los procesos independentistas hispanoamericanos, lejos de ubicar-
se en un nítido espíritu separatista presentaban claros puntos de continuidad con
los sucesos españoles. Dada la continuidad de ambos procesos, para ciertos auto-
res, como Ramos, por ejemplo, la Revolución fue hispanoamericana, ya que los
mismos españoles de las Juntas consideraban a América como parte esencial de
la monarquía española. Es decir, para ellos no era una factoría ni una mera colo-
nia donde se realizaban actividades extractivas.

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Según Alejandro Pandra en Origen y destino de la Patria: “La guerra civil


no fue desencadenada por los liberales -es decir, por lo más progresivo-
que nunca soñaron con independencia ni guerras hasta que los absolu-
tistas rompieron la paz que jurídicamente ya no les correspondía. La res-
ponsabilidad fue de los absolutistas, a quienes algunos historiadores
llamarán realistas cometiendo un grave error ya que realistas eran todos,
o españoles cayendo en otro aún más grave que peninsulares y america-
nos que se alinearon indistintamente en ambos bandos”4.

La soberanía y la cuestión social

El conflicto en España se extendió al continente americano. Mientras que los espa-


ñoles lanzaban una guerra nacional contra el invasor, en su batallar también apa-
recía un mensaje democratizador contra las viejas estructuras absolutistas. Los
patriotas latinoamericanos tomarán nota de los reclamos españoles y los traslada-
rán al continente americano.

Asistimos a un período donde las ideas de la Revolución Francesa impregnan


parte de los reclamos a escala. Artigas, Monteagudo, San Martín, Deán Funes,
Bolívar, Güemes, Belgrano son héroes locales que observaron que las banderas
de igualdad y libertad debían flamear también a nivel continental. Detrás de
estos reclamos subyacen dos cuestiones indisolubles: la soberanía y la cuestión
social.

Bernardo de Monteagudo Deán Funes Manuel Belgrano


(Tucumán 1789 - 1825) (Córdoba 1749 - 1829) (Buenos Aires 1770 - 1820)

Para ellos estas consignas no se presentaban como vocablos aislados, ya que en


la medida en que resolvieran la cuestión de la soberanía avanzarían en la respues-
ta a la cuestión social. Los Libertadores apuntaban a que la democracia no fuera
meramente formal, sino a construir un gran estado donde se abrogaran los privile-

4. PANDRA, A. (2013): Origen y destino de la Patria. Buenos Aires: Punto de Encuentro,


p.154.

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gios heredados del antiguo régimen y se conquistaran derechos para indios, mes-
tizos y criollos asolados por las malas condiciones de vida.

Los libertadores debieron enfrentar a adversarios internos que consideraban a la


independencia como el límite del proceso revolucionario, sin la necesidad de con-
quistar reformas sociales. Sin duda, estos adversarios formaron parte del ala con-
servadora del proceso. Al contrario de esta postura, la lucha por la causa de la
independencia suponía una guerra integral que incorporase a la revolución social,
de lo contrario, como dice Ramos, “monarquía y república en América Hispánica
eran compatibles con el latifundio agrario, el sistema servil del indio, la esclavitud
o la dependencia del capital extranjero”5.

La soberanía debería ser completa y afectar a la estructura social construida por


el absolutismo, requería avanzar en la abolición de la esclavitud y en la igualdad
social de razas, como así también en la reforma del régimen de la tierra, de carác-
ter latifundista, que dejaba en la miseria a miles de campesinos.

A lo largo de las luchas continentales, existieron casos donde la soberanía se fusio-


nó con la causa social: quizás uno de los más renombrados y apasionantes sea el
proceso bolivariano.

Simón Bolívar

La lucha emancipadora emprendida


por Bolívar y el pueblo del Virreinato
de Nueva Granada fue tomando dife-
rentes características de acuerdo con
el momento de la contienda. En pri-
mera instancia, Bolívar desarrolla una
estrategia desacertada para su com-
bate frente a las fuerzas absolutistas
comandadas por Boves. Al decir de
Ramos, “mantiene la quimera de una
República Abstracta, cara a los man-
tuanos y que consistía en romper el
yugo político con España sin despo-
jarse de su hegemonía social sobre
las castas infames”6.

Simón Bolívar (venezolano 1783 - 1830)

5. RAMOS, J. A. (2011): ob.cit. p.141.

6. Ibídem, p.143.

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El mapa social del Virreinato se dividía de la siguiente manera:

- los mantuanos7 representaban a los sectores criollos privilegiados vinculados a


los negocios que, como los sectores intermediarios de Buenos Aires, pensaban en
la independencia de España desde hacía un tiempo. Eran la clase económicamen-
te más dinámica del virreinato.

Caraqueños mantuanos

- los llaneros representaban a criollos empobrecidos, mestizos, mulatos, esclavos


pero que paradójicamente estaban al mando de jefes españoles.

Llaneros venezolanos en acción.

Para los revisionistas vinculados a la Izquierda Nacional, Bolívar, al negar en un


primer momento la dimensión social de la revolución, se alejaba de los sectores
populares que eran fundamentales para conquistar la independencia.

El libertador pensaba resolver la cues-


tión nacional desentendiendo la cues-
tión social y, en el caso regional, evitan-
do un aspecto clave: la abolición de la
esclavitud. Los hombres del llano en
este primer momento serán cautivados
por el discurso de José Tomás Boves,
un absolutista dedicado al contrabando
Batalla de Úrica y muerte de Boves que solo podía mantener sus negocios
en el marco de una sociedad dirigida

7. Nombre de una clase social acomodada, en la que las mujeres usaban mantas. Sus ape-
llidos provenían de familias que habían formando parte de la conquista.

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por funcionarios virreinales que fomentaban las prácticas contrabandistas. El astu-


to de Boves observó que tendría mejor éxito y ampliaría su base social si les decla-
rase la guerra a los blancos, -los mantuanos- prometiendo la abolición de la escla-
vitud y de la servidumbre y garantizando reformas sociales especialmente en la
tenencia de la tierra. De esta manera, lo que en principio podía caracterizarse como
una guerra por la independencia fue tomando el matiz de guerra civil de carácter
social, proceso en el cual la cuestión social adquirió centralidad.

Para la mayoría del pueblo del Virreinato, la guerra civil resultaba incompleta si
solo se modificaba el orden de gobierno. Es decir, la independencia solo significa-
ba la consolidación del orden económico existente, pero con un cambio en el poder
político: los mantuanos retendrían el poder, mientras que los sectores populares
seguirían ajenos al progreso. Si bien los mantuanos lograron el poder rápidamen-
te, fueron desplazados a manos de los llaneros.

Bolívar comprendió que para torcer el curso de esa guerra con características
meramente sociales, debería tomar los consejos del haitiano Alexander Petión:
encender el proceso revolucionario con la chispa nacionalista y lograr que la gue-
rra social fuese acompañada por una lucha nacional.

Es interesante mencionar que Haití había sido el primer país america-


no en conseguir la independencia del imperio francés y que la primera
derrota militar de Napoleón sucedió en Haití.

Una serie de sucesos facilitarán a Bolívar esta unión pues los mantuanos empie-
zan a desconfiar de Bolívar quitándole su apoyo. Esto ubicó a Bolívar más cerca
de los llaneros. Por el otro lado, Boves muere en combate y su reemplazante no
logra cohesionar el ejército de la misma manera.

Luego del exilio en Jamaica, cuando el libertador vuelve a dar batalla cambia de
estrategia: a su regreso decreta la libertad de esclavos. Esto hace que los antiguos
soldados de Boves se pasen al ejército bolivariano. De esta manera, Simón Bolívar,
encausa la guerra social en una guerra independentista.

En otras palabras: por primera vez, desde el comienzo del proceso, soberanía y
cuestión social se conjugan. Mientras que Boves era un oficial español que pro-
movía reformas sociales sin avanzar en la cuestión nacional, Bolívar fue partidario
de una república abstracta donde se entendía la cuestión nacional, aunque en
principio no lograba comprender la dimensión social del proceso. Gracias a la
influencia de Haití y el paso por Jamaica del libertador, la dinámica del proceso se
modificó, demostrando que para que exista soberanía debía coincidir con la agen-
da de las reformas sociales.

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Artigas, el Protector de los Pueblos Libres

Al igual que Bolívar, Artigas per-


tenecía a una familia patricia
que había estado en la funda-
ción de Montevideo.

Como el Libertador caribeño,


Artigas era un conocedor de la
frontera virreinal. Su rol militar
demandaba custodiar los límites
que separaban Río Grande de la
José Gervasio Artigas (Montevideo 1764 - 1850) Banda Oriental. Así, Artigas fue
designado General del Ejército
de Blandengues, una pequeña escuadra militar que respondía al Rey de España:
esto le permitirá ascender entre los pequeños criadores de ganado como también
en todo el gauchaje y la indiada de la zona que veían al conquistador portugués
como una amenaza.

La suerte del gaucho militar fue diferente a la de Bolívar ya que debió lidiar con un
frente interno aún más sólido que el del propio Boves y a su vez tuvo que comba-
tir contra el absolutismo español.

Además, los portugueses que habían reforzado los lazos con los británicos duran-
te el período napoleónico asediaban desde el Norte y durante el período indepen-
dentista los hombres de Londres no tuvieron una participación menor, apelando a
todos los recursos que tuvieron a su alcance para debilitar las aspiraciones de una
unidad Continental.

Artigas encuentra en el centralismo porteño a un poderoso enemigo que se opone


a los cambios democráticos y sociales impulsados por el Jefe de los Orientales.
Se topará con otro actor hostil en la clase de comerciantes de Montevideo. Estos
dos sectores comienzan a priorizar sus intereses comerciales guiando el rumbo
de la revolución. Gozaban de la ventaja que otorgaban las aduanas portuarias de
Montevideo y Buenos Aires, es decir, hacían un uso discrecional de las arcas, lo
cual les permitía controlar económicamente el proceso, escatimando recursos
para los diferentes frentes de batalla que había abierto la Revolución. De esta
situación encontraremos quejas especialmente del Ejército del Norte comandado
por Belgrano.

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El éxodo del pueblo oriental (familias siguiendo al Ejército de Artigas a fines de 1811).
Fotografía del óleo del pintor uruguayo Guillermo Rodríguez.
Fuente: http://www.ceibal.edu.uy

La base social del artiguismo era amplia, debido a que enfrentaba a un enemigo
variopinto -portugueses, españoles, ingleses-. Formaban parte del frente artiguista
pequeños productores, la peonada, el gauchaje, troperos, milicias populares,
indios, mulatos, zambos, criollos, es decir, todo el mestizaje. Esta base social le
exigía a Artigas reformas de carácter social, con lo cual, mientras combate en la
frontera contra los portugueses o mientras enfrenta a los españoles en el puerto
de Montevideo, va repartiendo tierras o va mejorando las condiciones de su base.
Algunos estancieros ricos, a medida que se van radicalizando las medidas del
Libertador, advierten con alarma el sentido que van tomando los acontecimientos
y prefieren pasar a las filas del invasor portugués. La ocupación portuguesa es
tomada con indiferencia por parte de los sectores comerciantes tanto de Montevi-
deo como de Buenos Aires: esto demuestra los antecedentes mezquinos de estos
sectores que prefieren la invasión extranjera con tal de no ceder la parte del león
ante los pedidos de la base social artiguista.

Este ejemplo expresa la génesis autocentrada de los sectores portuarios y el límite


de su nacionalismo, al apoyar al invasor extranjero previo acuerdo con éste para
mantener sus privilegios. De aquí se deduce otro aspecto central de los procesos
independentistas: son los sectores populares los que mejor expresan el sentimien-
to de nacionalidad. A pesar de esto sostiene Ramos: “su prestigio se propaga más
allá de su provincia natal. Las nuevas provincias que surgen después del dominio
español –Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Córdoba- le otorgan el título
de Protector de los Pueblos Libres ¿Por qué este amor y por qué aquel odio? Arti-
gas es el único caudillo de las guerras de la Independencia que combina en su
lucha la unidad de la Nación con la revolución agraria y el proteccionismo indus-
trial en los territorios bajo su mando”8.

No obstante ello, las intrigas y las influencias de las burguesías comerciales junto
con el apoyo británico serán más fuertes que el proyecto del Libertador, quien
deberá emigrar hacia el Paraguay dejando trunco su proyecto.

8. RAMOS, J. A. ob. cit. p.212.

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San Martín y el centro de operaciones en Mendoza

Alejado de Buenos Aires, esca-


pando de la influencia de los
comerciantes del puerto, San
Martín eligió como centro de
operaciones la región de Cuyo
para avanzar hacia el Perú y
Chile unificando la estrategia
continental.

Al carecer de recursos suficien-


tes y sufrir el cerco financiero
que ejercían los rivadavianos,
debió apelar a una serie de
medidas que permiten analizar
su obra no únicamente desde el
plano militar, sino también desde
la dimensión política, ya que el
ejército que edifica el correntino
José de San Martín (Yapeyú 1775 - 1850) surge “de la nada”. Al no haber
recursos para mantenerlo, debió
avanzar en un programa económico en la región cuyana que generase una base
social y material sólida.

Para alcanzar este objetivo desplegó una serie de mecanismos impositivos y expro-
piatorios que apuntaban a los sectores más acomodados. Para obtener la confian-
za del Ejército de Los Andes, distribuyó la riqueza que estaba concentrada en los
grandes latifundistas de la zona.

Así es que ejecuta una política tendiente a ensamblar la cuestión nacional con la
social: “Las fortunas agigantadas en pocos individuos, no solo son perniciosas sino
que sirven de la ruina a la sociedad civil”9.

En ese marco, se recrearon las industrias necesarias para el abastecimiento del


ejército y se apuntó a la consolidación de una zona productiva con un perfil pro-
teccionista para defender la industria local. Esta política se diferencia claramente
de la impulsada por los hombres de Buenos Aires que esta altura comenzaban a
estrechar los vínculos con la metrópoli londinense, abrazando las recetas de libre
mercado.

Al igual que en el caso del Libertador, debía solucionar una cuestión central res-
pecto de los esclavos, base fundamental de los ejércitos: aquel sector que garan-
tizara la libertad estaría en condiciones de seducir a la población afrodescendien-
te para que formara parte de su ejército. Al incorporar esclavos libertos se resolvía

9. GALASSO, N. (1995): La larga lucha de los argentinos. Buenos Aires: Colihue.

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uno de los elementos centrales de la cuestión social. Esto, junto con una economía
regional de carácter proteccionista, demuestra que en el proceso independentista
la soberanía no estaba separada de la cuestión social.

Martín Miguel de Güemes

Otro de los protagonistas centra-


les de la guerra de la Indepen-
dencia fue el General Martín
Miguel de Güemes. El rol de
Güemes fue fundamental en la
estrategia sanmartiniana; la acti-
vidad militar del caudillo salteño
consistió en defender la avanza-
da absolutista del Alto Perú.

Al igual que Artigas o San Martín,


Güemes sufrió la desidia porteña
ya que el Ejército del Norte
nunca llegó en su auxilio: Bue-
nos Aires no solventó económi-
camente a esas tropas, dejando
a Güemes a merced de las tro-
Martín Miguel de Güemes (Salta 1785 - 1821) pas absolutistas.

Según Jorge Enea Spilimbergo, "en el caso de Güemes, el plan consistía en hacer-
lo servir de paragolpes. Dejar que las tropas españolas lo liquidaran y liquidar a su
vez a los godos sobre Tucumán, previsiblemente debilitados por el accionar de las
milicias salteñas" 10.

Tanto el ejemplo de Güemes como el de Artigas resumen una de las máximas que
dan contenido a la soberanía y a la cuestión social: al igual que San Martín, ambos
concentraron en sus filas a lo más nutrido del pueblo llano, integrando a los sec-
tores mestizos que hasta el momento habían sido desplazados en el otorgamiento
de derechos.

Entender la cuestión social los empuja a un enfrentamiento sin retorno con las oli-
garquías locales, lo cual se repetirá a lo largo de nuestra historia, demostrando el
carácter antinacional de la oligarquía durante los períodos de autoafirmación nacio-
nal. Por otra parte, los proyectos de los Libertadores se asemejan: la lucha por la
soberanía política es una fase de un proceso que presenta un contenido social irre-
nunciable; frente a él, en pos de mantener sus beneficios, la oligarquía rompe con
la causa nacional por el solo hecho de sabotear la cuestión social de las mayorías.

10. SPILIMBERGO, J.E. (1964-fecha aproximada-): Güemes y la ´gente decente´ de Salta.


Disponible en http://www.marxists.org/espanol/spilimbergo/1960s/1964guemes.htm

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Producto de su origen en la tradición patricia salteña, Güemes comprende que la


lucha nacional debe acompañarse con medidas sociales. La política que imprimió
a la lucha en un primer momento consintió en una serie de reformas que pueden
considerarse moderadas en comparación con las de Artigas.

Güemes propuso la igualdad política y la igualdad ante la ley, dos derechos para
nada despreciables en la sociedad de castas salteña. La moderación de las conce-
siones radicaba en la necesidad de mantener la estabilidad de una base social
amplia donde conviviesen sectores plebeyos y la gente "decente". Güemes aplica-
ba una estrategia gradualista partiendo de la hipótesis de que en una guerra nacio-
nal conviene ser cuidadoso ante los reclamos populares para no alterar el humor
de la clase "decente". El Fuero Gaucho será una de estas medidas, y es justamen-
te, en un trabajo de Ernesto Ríos: El "Fuero Gaucho"y el "Estatuto del peón", donde
es posible encontrar información ampliada ofrece este tema.

Pero, como en el caso de San Martín, la avaricia política y económica de Buenos


Aires obligó a Güemes a radicalizar el ritmo de las transformaciones sociales. Esta
situación generó el descontento de la clase "decente" y a partir de aquí el frente
se fractura. También sucede en el caso de Artigas, en la medida en que la diná-
mica de la lucha se profundizaba, también se ahondaban las demandas sociales
resquebrajando justamente la base social cuando los sectores menos convencidos
de la lucha nacional pasaban a las filas de las oligarquías antinacionales. Si los
recursos de Buenos Aires no llegaban, las provincias deberían garantizarlos, situa-
ción recurrente en el caso del Virreinato del Río de La Plata que hizo que las oli-
garquías locales se separaran de la causa nacional.

Según Spilimbergo, Güemes se vio obligado a interferir en las relaciones de distri-


bución con el objeto de pagar parcialmente a sus tropas, congelando los arriendos
feudales y el cobro de deudas11.

Asistimos a un momento en que los reclamos por la igualdad de derechos políticos


ya habían tenido un buen resultado; ahora se empezaban a conquistar los dere-
chos sociales del gauchaje. Democracia social y soberanía nacional logran fusio-
narse en este período.

Güemes fue el único de los Libertadores mencionados que fue asesinado. Sufrió
la ignominia de la clase intermediaria de Buenos Aires, pero además la de la oli-
garquía salteña. Aún así, con su lucha logró fusionar la cuestión social y la cues-
tión latinoamericana.

11. ibidem

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Las etapas históricas

En cuanto a los períodos por los cuales atravesó nuestro continente decidimos rea-
lizar un recorte que se desglosa en cuatro etapas:

1ra. 2da. 3ra. 4ta.


Desde las Contempla el Período del Refiere al
Guerras de la período de la establecimiento período de los
Independencia Balcanización de los proyec- gobiernos de
hasta la Batalla y las guerras tos oligárquicos orientación
de Ayacucho civiles. y la influencia popular.
liberal.

Primera etapa

En primer lugar, vimos que


los sucesos ocurridos en
España a partir de la inva-
sión napoleónica suponen
una serie de consignas de
carácter nacional y otras de
carácter social que se exten-
dieron en el continente.

La dinámica del proceso fue


Batalla de Ayacucho, Perú, en diciembre de 1824 cambiando la intensidad ini-
(Óleo del pintor venezolano Martín Tovar y Tovar) cial y de acuerdo con cada
región, la forma en que se
desarrolló el conflicto social también fue mutando: en algunas regiones la cuestión
nacional se profundizaba y la guerra social quedaba relegada, o viceversa.

Pero estas dimensiones nunca operaron por separado. Los hechos iban modificán-
dose en la medida en que las correlaciones de fuerza y las alianzas de clases se
alteraban. Las antiguas formaciones virreinales variaban de acuerdo con las pre-
siones de las oligarquías locales o el accionar de los Libertadores, que procuraban
mantener al menos, los antiguos límites virreinales, influenciados por la constitu-
ción de la Patria Grande. Se barajó incluso la posibilidad de establecer “una monar-
quía atemperada de descendencia inca”.

El escenario de lealtad se modificó cuando Fernando VII fue liberado pero regresó
con una impronta conservadora; durante todo ese tiempo los británicos operaron
políticamente con las burguesías portuarias con el objetivo de debilitar a las futu-
ras nuevas naciones.

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Los sectores privilegiados, como vimos, se encargaron de bloquear cualquier inten-


to continental integrador y retacearon los recursos cuando eran solicitados por los
Libertadores, bajo la excusa de que era imperioso terminar con los focos de "rebel-
día" generados, por ejemplo, por Artigas.

En otras palabras, bajo la excusa de mantener el orden interior, las burguesías por-
tuarias priorizaban el estrangulamiento de la cuestión social, aun a costa de muti-
lar el territorio. El Ministro de Hacienda Manuel José García, hombre de Rivadavia,
sostenía que "al país le era útil que permaneciesen los españoles en el Perú" 12.

Esta primera etapa puede sellarse con la Batalla de Ayacucho o quizás extenderse
hasta el Congreso de Panamá. En cuanto a Ayacucho, esta significó la última bata-
lla por la independencia donde las fuerzas realistas fueron derrotadas definitivamen-
te. Bolívar había decidido para esa contienda poner al mariscal José Antonio Sucre
a cargo de las tropas patriotas, con un ejército de un poco más de cinco mil hom-
bres frente a los más de 9000 del ejecito invasor.

El poder español concluía así en América Latina: España se había encargado de


destruir lo construido durante dos siglos, producto de una ceguera absolutista y
descartando cualquier posibilidad de apertura democrática o la extensión de dere-
chos en sus dominios. Los españoles habían arrastrado sus propias contradiccio-
nes a territorio americano, habían extendido los motivos de su guerra civil. Pero en
América los patriotas asumirían costos impensables aun en la victoria: durante el
período de las Guerras de la Independencia se dieron las condiciones para la des-
composición de los límites territoriales de los tres Virreinatos y las dos Capitanías
en suelo americano.

La consecuencia inmediata de Ayacucho será la separación del Alto Perú del Virrei-
nato del Río de La Plata. Para evitar esta tendencia, Bolívar y otros Libertadores
pensaron en la posibilidad de crear una confederación de estados y el ámbito para
tal propuesta fue el Congreso Anfictiónico de Panamá.

Entre el 22 de junio y el 15 de julio de


1826, se reunió en Panamá el Congreso
Anfictiónico, proyecto integracionista
de Bolívar, el cual tenía el gran objetivo
de crear una confederación de los pue-
blos iberoamericanos, desde México
hasta Chile y Argentina

12. RAMOS, J. A. ibídem. op.cit. p.171.

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El objetivo era al menos la creación de cinco grandes Estados de América. Tanto


Chile como Perú y Colombia accedieron rápidamente a este proyecto; vale men-
cionar que el propio Bolívar había decidido no convocar a representantes de los
Estados Unidos. Las autoridades porteñas recibieron con indiferencia la invitación
al Congreso por parte del enviado de Bolívar; esto era esperable ya que Buenos
Aires había dado la espalda a San Martín, a Güemes y a Artigas, y actuó de la
misma manera ante esta invitación. Todo lo que olía a “sur americano” generaba
rechazo a los portuarios. Rivadavia desestimó la invitación luego de visitar al emba-
jador de Estados Unidos en Buenos Aires. Así empezaron las relaciones carnales
con el Imperio del Norte.

Segunda etapa

El segundo período se inicia con el fracaso del Congreso de Panamá, y está sujeto
al proceso de balcanización y las guerras civiles. Es el momento en el que la aspi-
ración de un gran estado de sur comienza a desmembrase, en parte debido al
accionar de la diplomacia británica. Empe-
zarán así, a constituirse veinte naciones
independientes que olvidarán su pasado
en común y se darán la espaldas unas a
otras. Según Jorge Abelardo Ramos
"somos un país porque no pudimos inte-
grar una nación y fuimos argentinos por-
que fracasamos en ser americanos. Aquí
se encierra todo nuestro drama y la clave
de la revolución que vendrá"13.

Tal como mencionamos, la primera fractu-


ra del Virreinato del Río de la Plata fue la
separación del Alto Perú. Desde Buenos
Aires poco se hizo por mantener unidas las
fronteras, por el contrario, se alentó esta
fragmentación.

La segunda fractura fue el desmembramien-


to de la Banda Oriental, territorio deseado
“Todo el gigantesco territorio hispanoa- por los brasileros/portugueses para conser-
mericano podría haber resultado una var el control del Atlántico. En 1827 orien-
sola y enorme nación bioceánica soña- tales y argentinos se unen para enfrentar al
da por los libertadores, la más rica y Imperio Brasilero: este hecho muestra
grande del mundo, nacida no de la cómo los orientales seguían sintiéndose
conquista sino de la liberación fraterna parte del antiguo Virreinato a pesar de que
y solidaria” (del Libro Origen y destino Montevideo se encontraba ajena a las aspi-
de la Patria de Alejandro Pranda) raciones del Puerto de Buenos Aires.

13. RAMOS, J.A. (1986): Las Masas y las Lanzas. Buenos Aires: Hyspamerica, p.15.

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Si bien el resultado de la contienda fue favorable a los rioplatenses, esto provocó


el surgimiento de un actor que desde hacía tiempo estaba preocupado por la hege-
monía comercial del Atlántico: Gran Bretaña. Con la excusa de lograr el equilibrio
en la región, Gran Bretaña interviene como mediador en el conflicto. Dos británi-
cos, Lord Posomby y Canning, se encargarán promover la independencia del Uru-
guay. El primero decía de Buenos Aires, "Es el lugar más horrible que haya visto y
por cierto que me ahorcaría si encontrara un árbol lo bastante alto para sostener-
me, es un lugar detestable"14.

Las aspiraciones inglesas pueden asociarse a la constitución de un nuevo "Gibral-


tar" en costas sudamericanas, un lugar que le sirviese de base comercial para rom-
per la hegemonía argentina o brasilera. La idea era la constitución de un estado
tapón, sentenciado luego por la frase "un algodón entre dos cristales".

Según fuentes británicas, "La Europa no consentirá jamás que solo dos estados, el
Brasil y la Argentina, sean dueños exclusivos de las costas orientales de la Améri-
ca del Sud, desde más allá del Ecuador hasta Cabo de Hornos"15.

Así comenzaba la política de balcanización inglesa, que significaba desmembrar


antiguas formaciones territoriales en beneficio de sus negocios. Vale mencionar que
esta política internacional no podía llevarse a cabo sin el aval de las burguesías
comerciales interesadas en priorizar los vínculos con la metrópoli en detrimento de
la asociación continental. Aquí surge la mentalidad de un sector social que apues-
ta a una construcción rápida de nación por sobre una construcción colectiva.

Para gran parte de los autores Revisionistas, el “trabajo inglés” estaba cumplido: la
balcanización de Uruguay, la injerencia en el Congreso de Panamá y el bloque
constituido por Perú, la Gran Colombia -Colombia, Venezuela y Ecuador- y Bolivia
comenzaba a sucumbir. Bolívar estaba exhausto luego de las guerras de liberación
y a medida que el poder del Libertador decrecía, crecía en proporción la influencia
de las oligarquías portuarias que eran las que garantizaban la comercialización de
materias primas con el viejo continente. Estas habían conseguido una autonomía
económica poderosa que las alejaba de cualquier proyecto político unificador: así
se encargaron de sabotear la unión a través de apellidos como los de Rivadavia en
Buenos Aires o Santander en Colombia. Fue imposible llevar a cabo la constitución
centralista propuesta por Bolívar, que desplazaba los particularismos.

La victoria de las burguesías comerciales socias de Inglaterra no significaba una


salida pacífica a la situación de los nuevos países: muy por el contrario, implicó la
irrupción de un período de guerras civiles entre las ciudades puerto o satélites y las
antiguas comarcas del interior de cada región, las más perjudicadas por la política
y el modo de producción que imprimieron las prósperas ciudades cosmopolitas.

14. RAMOS, J.A. (2011): Historia de la Nación Latinoamericana. ob.cit, p.219.

15. Ibidem p.224.

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Tercera etapa

El tercer momento implicó la consolidación de


los proyectos oligárquicos liberales influenciados
por un positivismo cosmopolita que permitía la
cristalización de esquemas de pensamiento ale-
jados de las realidades suramericanas.

Si la expresión del primer momento fue el con-


greso de Panamá, el fortalecimiento del tercer
período se da en la construcción del canal de
Panamá, la influencia británica en el sur del con-
tinente y la proyección cada vez más marcada
Primeras obras en la cons- de los Estados Unidos en Centroamérica. Esta
trucción de Canal de Panamá, proyección se expresa en el plan de construc-
inaugurado en 1914. ción del Canal. El comercio era lo que guiaba el
proyecto de las burguesías de las veinte repúbli-
cas y, de hecho, como profundización de la balcanización, se inventa a Panamá
como nación, siguiendo la mutilación de la Gran Colombia.

Luego de los años de guerra civil, la estabilidad estaba garantizada por el comer-
cio, sobre todo en la etapa del imperialismo, cuando las nuevas naciones se vuel-
can cada vez más a Europa.

Casi al cumplirse el centenario de las independencias, las naciones "independien-


tes" se encontraban tan sojuzgadas como hacía un siglo, en particular bajo la forma
semicolonial: los veinte países carecían de independencia económica: eran meras
factorías a partir de la división del trabajo mundial. Esta situación condenaba a la
mayoría del pueblo a vivir en la pobreza; la soberanía real estaba pisoteada y la
cuestión social -ese gran problema que se encargaron de incorporar en sus pro-
gramas los Libertadores- era una entelequia en la América del Centenario.

Por otro lado, una parte del continente, lejos de sentirse soberano, sufría la inva-
sión de las potencias de turno: Estados Unidos anexaba parte del norte mexicano,
la capital de México estaba ocupada por tropas francesas, Alemania invadía Vene-
zuela, España volvía a Santo Domingo.

En este período se consolida la idea de que las nuevas naciones se dan la espalda
unas con otras en pos de priorizar el vínculo con Europa. El proyecto de Patria Gran-
de sucumbe ante la creación de la "argentinidad", la "peruanidad", la "bolivianidad".

El período de balcanización permitió el desmembramiento de la Nación Latinoame-


ricana, el fin de las guerras civiles y la unificación territorial de cada una de las
veinte naciones. El modelo oligárquico triunfa a punta de bayoneta y no hay lugar
para las resistencias internas. “En el marco del hierro de la balcanización, se mode-
lan los Estados en la década del 80: Rafael Núñez en Colombia, el general Roca

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en Argentina, el coronel Latorre en el Uruguay, Porfirio Díaz en México, Santa María


en Chile, etc.”16

Los nuevos Estados, influenciados por el positivismo, copiaron códigos, constitu-


ciones, normas y legislación europeas. El viejo continente era el espejo a imitar
para alcanzar el “progreso”: para ello era necesario utilizar un sistema educativo
que omitiera cualquier reminiscencia de nuestro pasado mestizo. En materia eco-
nómica la libertad de mercado será la bandera de la elite oligárquica y el sistema
político variará entre un fraude escandaloso y tibias aperturas democráticas.

Cuarta etapa

A partir de la década del ’30 del siglo XX asistimos a la expansión de un anti-posi-


tivismo de corte antiliberal que criticará los postulados del libre mercado en el con-
texto de la crisis de entonces. Esta crisis había generado un rabioso cimbronazo a
las antiguas elites oligárquicas que habían depositado su confianza, a lo largo de
los años de independencia, en el intercambio con Gran Bretaña.

A partir de esta crisis, Gran Bretaña decidió recostarse en un principio en sus domi-
nios coloniales -Canadá, Australia e India- dejando de lado su influencia semico-
lonial. Las naciones americanas se vieron obligadas a sustituir los productos que
antiguamente compraban a partir del esquema de división internacional del traba-
jo. Vale destacar que el caso argentino, en parte, reproduce este esquema, solo
que en determinado momento de la década del ‘30 los vínculos con Inglaterra se
intensificaron, generando escandalosos acuerdos donde la soberanía económica
quedaba pisoteada. Estos acuerdos se sellan con el pacto Roca-Ruciman.

Surgen durante este período movimientos nacionales donde confluyen todos aque-
llos sectores afectados por el imperialismo. El contexto permitía una estrategia
común donde el obstáculo principal pasaba a ser el Imperio; el antagonismo bur-
guesía/proletariado quedaba sujeto a la contradicción principal “Imperio o Nación”.

Aparece fuerte la cuestión de la colonialidad. A partir de la baja demanda de pro-


ductos primarios ocurrieron movimientos migratorios del campo a la ciudad, de allí
que los pobladores rurales confluirán como un actor fundamental de los movimien-
tos nacionales. La consolidación del proletariado urbano se explica a partir de estos
desplazamientos. Este sujeto social era el heredero de aquellos patriotas que
habían luchado durante los días de la Independencia y habían sufrido la barbarie
positivista.

La necesidad de romper con la sujeción económica empujó a las naciones a tomar


un camino de industrialización sustitutiva, donde el rol del ejército es fundamen-
tal. Los nuevos gobiernos institucionalizarán las demandas de los movimientos
nacionales a través de una legislación que contemple la cuestión social y para esto

16. RAMOS, J.A. ibídem, p.284.

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también se valdrán de herramientas expropiatorias a las empresas extranjeras que


hasta ese momento se quedaban con la parte del león.

Durante este período presenciamos la reconquista de los recursos naturales como


una fuerte impronta modernizadora en las estructuras de los diferentes estados
latinoamericanos.

Los proyectos integracionistas en América Latina

El Congreso Anfictiónico de Panamá que ya mencionamos, puede considerarse


como uno de los primeros de carácter integracionista en el epílogo de las batallas
por la Independencia. Quizás le valga la categoría de proyecto integrador al mani-
fiesto de la Unión Americana de Felipe Varela donde, acosado por el mitrismo, el
caudillo buscaba estrechar vínculos con Chile y Bolivia para generar una corriente
de opinión latinoamericana que se levantase contra la Guerra del Paraguay.

En términos políticos, a lo largo de la historia americana fueron los movimientos


nacionales los que mayor iniciativa tuvieron en la construcción de proyectos inte-
gracionistas.

Entre ellos podemos mencionar al gobierno de Juan Domingo Perón, quien con el
Proyecto ABC -plan estratégico que contenía a la Argentina, Brasil y Chile- perse-
guía la integración continental a través de una matriz política que contemplaba el
desarrollo de movimientos nacionales en países americanos: tanto Brasil como
Chile se encontraban en plena resolución de la cuestión social extendiendo dere-
chos ciudadanos.

Con el Proyecto ABC, por primera vez en mucho tiempo se comienza a pensar la
búsqueda de un destino común que albergue a estas tres naciones que debían
escribir la historia por fuera de las tutelas imperiales de moda.

Lo estratégico del plan radicaba en buscar una unificación de criterios respecto de


la nacionalización de los recursos naturales y el desarrollo de un programa de
industrialización regional independiente. Estas propuestas surgieron a partir de un
proceso autoconsciente que se replicó en diferentes partes del continente, en el
cual la reflexión en torno a la dependencia y al rol histórico de las economías lati-
noamericanas es fundamental.

Pero las intrigas, factores endógenos y exógenos de diversa índole pondrán límite a
la avanzada integradora buenos propósitos de estos tres países: Estados Unidos se
encargara de debilitar la unión empujando a Getulio Vargas a tomar distancia y luego
alentando, junto a los británicos, el golpe de 1955 contra Perón en la Argentina.

Durante los últimos diez años América Latina comenzó a salir de la red de desin-
tegración. Con el ascenso de nuevos emergentes y liderazgo -la estrategia ameri-

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cana consistió en desaprender los errores del pasado. Para eso se avanzó en el
rechazo del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas -ALCA-, se afianzó la ins-
titucionalidad del MERCOSUR incorporando nuevos países, se avanzó en la cons-
titución de la Unión de Naciones Suramericanas -UNASUR-: estos proyectos bus-
caron y buscan fomentar los puntos en común en términos comerciales, a través
de una negociación colectiva en la que, en términos filosóficos, se toma en cuen-
ta la constitución de la identidad y del ser latinoamericano.

Sostener estos acuerdos y profundizarlos permitirá, con el tiempo, ir borrando los


límites creados durante los períodos de balcanización pero, sobre todo, derribar
las barreras mentales construidas a partir de los prejuicios difundidos por las elites
centralistas durante doscientos años de dominación portuaria.

Por último y como cierre de los temas recién tratados, vamos a recomendar espe-
cialmente:

Leer el Cap. III Historia de la Nación Latinoamericana de Jorge A.


Ramos. En él, además de describir la balcanización del continente
entre los siglos XIX y XX, Ramos enlaza las categorías marxistas de
interpretación de la historia, con la perspectiva de Patria Grande, ins-
cribiendo una nueva narrativa en el pensamiento latinoamericano.

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