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Introducción

 Con respecto a la práctica de Tara, ella es un Bodhisatva en el décimo-segundo


bhumi o estadio de iluminación, capaz de realizar todos los deseos de los seres. Tara
es la manifestación de la compasión de todos los Budas de los tres tiempos. También
es una diosa que lleva a cabo y cumple las actividades iluminadas de todos los Budas.

Ha habido incontables Budas de otros eones y otras eras. En el principio de nuestro


eón, hubo un Buda en particular, el Buda de aquella era, conocido como
Mahavairochana. En el tiempo de este Buda, había un gran rey que tenía una hija
llamada  Princesa Metok Zay, Princesa “Hermosa Flor” (1). La Princesa Hermosa Flor
era devota en oraciones, y llevaba a cabo actividades maravillosas  para el beneficio
de todos los seres. Mientras era aún una chica joven, La Princesa Hermosa Flor hizo
ofrecimientos vastos y dedicaciones, desempeñando actividades generosas, valientes,
pacientes y compasivas de gran virtud por los seres sintientes.

Cuando el Buda Mahavairochana preguntó a la Princesa qué era lo que ella deseaba,
cuál era la intención en su corazón, ella contestó: “Yo permaneceré en este mundo
hasta que cada uno de los seres sintientes se haya liberado por completo”.

Esta fue una alegre sorpresa para el Buda, quien nunca había escuchado a nadie
ofrecer una aspiración tan noble, valiente y desinteresada. En respuesta a sus
sacrificios personales, su virtud y sus aspiraciones, e inspirado por sus deseos por los
seres, el Buda Vairochana declaró espontáneamente la oración de las veintiuna
alabanzas a Tara, una alabanza a las veintiuna cualidades de Tara.

Como resultado de esta alabanza declamada por el Buda Vairochana, se llegó a saber
que la Princesa Hermosa Flor era una emanación de la deidad Tara, quien
originalmente brotó de las lágrimas de compasión derramadas por el Bodhisatva
Avalokiteshvara o Chenrezig.

El Bodhisatva Avalokiteshvara tenía inmensa compasión por los seres vivos. Aunque se
esforzaba sin cesar por ayudar a los seres, sentía un gran pesar al ver que tantos
seres continuaban cayendo, sin remedio, en los reinos inferiores de existencia, como
los infiernos.  Vio que eran muy pocos los seres que progresaban en el camino hacia
la Iluminación.

En total desesperación, debido a una compasión inaguantable, Avalokiteshvara lloró


de angustia, rezando para que su cuerpo rompiera en mil pedazos y rogando para
morir, ya que sentía que había sido incapaz de realizar su tarea de rescatar a los
seres vivos del sufrimiento. De sus lágrimas de compasión, surgió Tara.

Apareciendo de esta manera milagrosa, Tara se dirigió a Avalokiteshvara diciéndole:


“O Ser  Noble, no abandones la sublime tarea de beneficiar a los seres sintientes. Yo
he sido inspirada por ti y me he regocijado en  todas tus acciones altruistas y
desinteresadas. Yo entiendo los grandes apuros y dificultades por los que has pasado.
Pero tal vez, si adopto la forma de un Bodhisatva femenino con el nombre de Tara,
como una contraparte tuya, entonces eso podría asistirte en tus más loables
esfuerzos”.

Al escuchar esta aspiración de Tara, Avalokiteshvara se llenó de un entusiasmo y de


un coraje renovados  para continuar sus esfuerzos dirigidos a los seres, y en ese
momento, tanto él como Tara fueron bendecidos por el Buda Amitaba, debido al
compromiso que mantenían al permanecer en el camino del Bodhisatva.

En el momento en el que Avalokiteshvara había llorado de desesperación, su cuerpo


había estallado en mil pedazos. El Buda Amitaba bendijo entonces su cuerpo de
forma que Avalokiteshvara surgió en una nueva forma con once cabezas, mil brazos
con un ojo en la palma de cada mano. De esta manera, podemos ver la cercana
conexión que existe entre Tara y Avalokiteshvara.

Se dice que desde entonces, quienquiera que recite la alabanza a las veintiuna Taras
declarada por el Buda Mahavairochana, puede estar seguro de recibir increíbles
beneficios. El Buda Mahavairochana fue capaz de realizar todos sus deseos propios.
Incluso para los Budas, hay momentos en los que ellos mismos son incapaces de
satisfacer las necesidades de algunos seres sintientes. No obstante, tras dar
nacimiento a esta alabanza a las veintiuna Taras, el Buda Mahavairochana fue capaz
no sólo de realizar sus propios deseos, sino que, en general, también fue capaz de
colmar los deseos de todos aquellos que se acercaron a él.

 
Una vez una mujer mayor se presentó ante el Buda Vairochana. Ella era bastante
pobre, pero tenía una hija que era extraordinariamente hermosa. Esta hija tenía un
admirador de la realeza que deseaba su mano en matrimonio. En la India antigua, si
una chica campesina se casaba con alguien de la realeza, la costumbre era que la
familia de la chica aportara al menos las joyas que llevaría la novia. La pobre señora
anciana no tenía los medios para obtener joyería para la boda de su hija.

Esta mujer había oído que el Buda Vairochana podía realizar los deseos de todo el
mundo, así que se acercó a él. Se presentó ante el Buda y le pidió si era posible que
le diera algo de joyas para que su hija pudiera casarse con el Rey y de esa manera 
realizar los deseos de mucha gente. En aquella ocasión, el Buda Vairochana se estaba
quedando en el templo de Bodhi en Bodhgaya.

En el templo de Bodhi había muchas imágenes de Tara Verde. Debido a que el Buda
no tenía joyas propias, le pidió a una de las imágenes especiales de Tara Verde, en el
templo de Bodhi, que le regalara su corona para así poder dársela a la madre
anciana, y de esa manera que su hija pudiera convertirse en reina. Esta estatua de
Tara Verde se quitó su corona y la presentó al Buda Vairochana, quien pudo
finalmente ofrecerla a la mujer anciana para el matrimonio de su hija.

Se dice de Tara Verde que no solamente concede a los seres todo lo que necesitan,
sino que también es capaz de despejar cada uno de los mayores miedos de los seres,
tales como los ocho o dieciséis miedos comunes que incluyen: miedo a los robos, a
los ladrones, miedo al agua, a las serpientes, al veneno, al encarcelamiento y demás,
incluyendo los miedos internos. Cualquiera que fuera el miedo que pudieran sufrir los
seres, recitando las veintiuna alabanzas a Tara, o aunque meramente recitaran su
mantra de diez sílabas, OM TARE TUTTARE TURE SO HA, sus miedos han sido
pacificados y sus necesidades satisfechas.

Buda Mahavairochana apareció en un tiempo muy muy lejano, antes incluso de la era
del Buda Shakiamuni. También se dice que más tarde, en nuestra propia era, Buda
Shakiamuni declaró la misma exacta alabanza, repitiendo las palabras del Buda
Vairochana. Esto está recogido en la colección  de las palabras del Buda, el Kangyur.

Por lo tanto, Tara también fue muy alabada por el Buda Shakiamuni. De esta manera,
la oración a las veintiuna Taras trae consigo un poder y bendiciones inmensos.
Incontables practicantes Mahayana cantan esta alabanza a diario, ya sean
practicantes laicos u ordenados, sean jóvenes o viejos, esta alabanza ha resonado
como un murmullo constante en los labios de los fieles, desde un largo tiempo antes
de nuestro presente eón.

En tiempos más recientes, Tara ha sido la diosa en la que se han apoyado, en tanto
que deidad meditacional, muchos de los grandes maestros budistas de la historia y
adeptos mahasiddhas, tales como los muy apreciados maestros indios Nagarjuna y
Aryadeva. El pandita y escolástico indio Chandragomin tuvo visiones de Tara y recibió
transmisiones directas de ella. Muchos de los más grandes maestros han sido devotos
adeptos practicantes de Tara. El Mahasiddha indio Viruta, fundador del linaje Lam
Dre de Buda Hevajra, recibió bendiciones de Tara.

Uno de los más grandes maestros indios, quien tuvo un papel muy importante
introduciendo la práctica de Tara en el Tíbet, fue el pandit escolástico bengali
Atisha. Atisha había sido invitado en repetidas ocasiones al Tíbet, pero siempre había
rechazado dichas invitaciones, al haber oído sobre la altitud del Tíbet y sus severas
condiciones climáticas, al igual que sobre el carácter indisciplinado e inculto del
pueblo tibetano. Atisha dudaba de poder ir al Tíbet y ser capaz de dirigir las mentes
de los tibetanos hacia el Dharma.

El maestro indio Atisha, siendo un gran devoto de Tara Verde desde mucho antes de
su viaje al Tíbet, un día recibió una profecía de Tara. La misma Tara le dijo a Atisha
que debía ir a la tierra de las nieves, Tíbet, donde, al igual que el sol, iluminaría a
los seres con las enseñanzas del Buda, disipando toda su oscuridad.

De esta manera, traería gran beneficio a los seres sintientes en los países del norte.
Tara le dijo a Atisha que allí encontraría a un gran discípulo suyo, uno que de hecho
sería una emanación del Bodhisatva Avalokiteshvara. Ella profetizó que las
actividades combinadas de Atisha y su discípulo causarían el florecimiento de las
enseñanzas durante miles de años y que éstas se propagarían por todas partes.

Solo después de oír estas palabras proféticas pronunciadas por Tara, Atisha  cedió en 
sus juicios respecto al Tíbet y a los tibetanos,  y finalmente decidió ir al Tíbet. Bien
que Atisha  tuviera que enfrentar algunas dificultades iniciales en el Tíbet, tales
como no encontrar traductores cualificados y encontrarse con condiciones severas, se
encontró no obstante todo ello con su discípulo profetizado, Dromtonpa. Dromtonpa
se convirtió en el fundador de la escuela Kadampa, la cual se volvió la fuente desde
la cual han surgido las encarnaciones de los Dalai Lama.

Es debido a la influencia de Atisha que las enseñanzas de Tara Verde llegaron a


florecer en el Tíbet. Aunque la tradición más antigua, la de la escuela Nyigmapa, ya
veneraba a la diosa en varias formas, esto no estaba tan ampliamente extendido
hasta la ida de Atisha al Tíbet y su propagación de la alabanza a las veintiuna Taras.
Estos son algunos de los regalos y bendiciones de la santa Tara.

Chandragomin era otro de los grandes maestros indios que jugaron un papel
significativo en la propagación de las tradiciones de Tara. Él no era un monje, sino un
Upasaka, es decir, un practicante laico que mantenía los ocho votos.

Debido a estos maestros, la alabanza a las veintiuna Taras, su mantra y rituales, se


propagaron a todas las escuelas de Budismo, las cuales continúan apoyándose en la
práctica de meditación de Tara. Existen muchas grandes historias sobre maestros
espirituales en el Tíbet que se apoyaron en Tara como deidad meditacional personal.

En el siglo XVI, en el Tíbet, hubo un gran maestro llamado Jonang Taranatha. “Tara”
significa “salvadora”, y “Natha” significa “protector” en Sánscrito. Dicen que él
estaba siempre en una comunión constante y directa con Tara. Él buscó tradiciones
indias budistas cuando ya casi no quedaba nada del Buddhadharma en India, y dicen
que encontró y recuperó muchas fuentes de enseñanzas del Dharma.

Taranatha escribió una historia elaborada de Tara y de sus prácticas. Fue muy
cuidadoso asignando fechas e identificando a los diferentes maestros indios que
estaban asociados con la práctica de Tara. Los escritos de Taranatha sobre Tara
sobreviven en su colección de trabajos escritos, y hay traducciones inglesas de su
trabajo que incluyen explicaciones de las veintiuna alabanzas a Tara.

Hay mantras específicos para cada una de las veintiuna formas de Tara. Formas
específicas de Tara pueden invocarse para obstáculos diferentes o miedos, y uno
puede practicarlos de esta manera una vez que uno ha recibido la iniciación y la
transmisión de las veintiuna alabanzas de Tara.

Para poner en movimiento los beneficios de estas bendiciones de los Budas, de Tara,
y de todos estos maestros, se ha dicho que tras recibir la transmisión de las veintiuna
alabanzas a Tara, uno puede escoger entre recitar esta alabanza o recitar la forma
de dharani largo del mantra de Tara, o incluso recitar únicamente el mantra de diez
sílabas de Tara. Uno puede recitar cualquiera o todos los tres, tanto temprano en la
mañana como durante el día, la tarde o incluso en medio de la noche. Se dice que es
especialmente importante y beneficioso recitar estas alabanzas cuando nuestra
mente está agitada o perturbada y no puede ser pacificada por otros medios.

Alguien cuya mente esté muy agitada puede hablar de sus problemas a sus amigos, 
pero seguirá estando perturbado. Los amigos pueden estar de acuerdo con nuestro
punto de vista y entender nuestros miedos, pero aún así, nuestros deseos no serán
colmados. Incluso aunque nuestros amigos nos apoyen y concuerden con nosotros,
nuestros problemas siguen estando ahí; sólo porque nuestros amigos concuerden
afectuosamente con nosotros no significa que sean verdaderamente capaces de
ayudarnos. ¡Hasta puede suceder que uno se encuentre incluso peor que antes, como
resultado de este tipo de consultas amigables!

Por otro lado, cualquier fiel devoto puede recitar las veintiuna alabanzas a Tara, o
también podría recitar el mantra dharani largo e incluso el mantra corto de diez
sílabas, OM TARE TUTTARE TURE SO HA, cuando esté en crisis.  Cuando sus
necesidades o deseos no estén siendo colmados o estén siendo frustrados y no puedan
ser realizados, dejando al devoto con un sentimiento de confusión o estancamiento,
si en ese momento le rezara a Tara, ella estará allí para aliviar sus miedos y
tribulaciones.

Este acercamiento nos presenta una alternativa a nuestra respuesta ordinaria ante
las dificultades. Cuando estamos agitados, normalmente buscamos inmediatamente a
un amigo o consejero para validar nuestra miseria. Deseando encontrar consuelo y
pacificar nuestra confusión, podemos en cambio remover todo y empeorar la
situación. Otro acercamiento que valdría la pena probar es el de intentar recitar
estas alabanzas a las veintiuna Taras, o recitar su mantra y de esta manera encontrar
el consuelo y la resolución que estábamos buscando.

 
La práctica de Tara también es muy benéfica y efectiva para los centros de Dharma.
Aquellos centros que hacen pujas o rituales de oración a Tara se encuentran
recompensados  con éxito, ¡ya que sus deseos de propagar las enseñanzas del Buda se
cumplen! ¡Deseos profundos y de corazón que surjan de la inspiración y de la
devoción son mucho más fácilmente realizados, especialmente si son por el beneficio
de los seres!

Prácticamente cada monasterio tibetano lleva a cabo el ritual de oraciones de la


puja de Tara cada mañana, ya sea que haya cinco monjes o mil. Estas alabanzas a las
veintiuna Taras han sido cantadas continuamente por incontables seres desde el
tiempo del Buda Vairochana en un tiempo muy remoto, mucho antes de nuestra era
presente. El hecho de que esta plegaria sea tan antigua y de que haya sido tan
popular y ampliamente practicada a través de los tiempos, contribuye a su gran
poder y efectividad.

Todas las bendiciones acumuladas que han surgido debido a las plegarias de los fieles
a través de los tiempos, descienden a nosotros y las recibimos cuando rezamos con fe
y devoción a Tara. Mediante la práctica regular de las alabanzas a las veintiuna Taras
y los mantras de Tara, estas bendiciones se cultivan y pueden dar su fruto en
nuestras corrientes mentales, en nuestra experiencia. Es por esta razón que la
devoción a Tara constituye una práctica diaria tan excelente.

Esta alabanza a las veintiuna Taras es también muy importante para las tradiciones
chinas de Budismo Mahayana que tienen conexión con el Budismo Vajrayana.

Recibiendo las bendiciones del Bodhisatva Tara

La entrada al camino de la meditación del Bodhisatva Tara se hace a través de la


Iniciación. La transmisión de su sabiduría iluminada y bendiciones.

Cuando recibimos la transmisión de las bendiciones de Tara Verde, por ejemplo,


primero ofrecemos un mandala al Guru, a quién deberíamos visualizar y realmente
sentir como siendo realmente la diosa Tara, presente frente a nosotros. Uno visualiza
al Guru en frente nuestro como Tara. Uno también visualiza que Tara está presente
en el mandala en el altar frente a nosotros.

Desde el centro de los corazones de estas dos Taras, una luz brillante irradia hacia
delante tocándonos a nosotros y a todos los seres sintientes. Esta luz radiante
transforma nuestros cuerpos ordinarios de carne, huesos y sangre, y nos convertimos
en una órbita o bola de luz, una masa de luz. Todos los fenómenos ordinarios se
disuelven en el estado de la Vacuidad. Descansamos nuestras mentes de manera
natural en ese estado, permaneciendo en ese estado que es la presencia de luz
dentro de la Vacuidad, la claridad de la Vacuidad. Desde esta Vacuidad, todo es
posible.

El lugar donde estás es el reino puro de Tara, el reino Turquesa conocido como
“Armonía de hojas turquesa”. Ya no apareces en tu forma ordinaria sino que tu
naturaleza es la de una bola de luz. Cualquier sonido que escuches es el eco del
mantra de Tara. Cualquier pensamiento que pueda surgir o que se te pueda ocurrir es
tu sabiduría, es Vacuidad. Todos los fenómenos, todo, es como el espacio. Ya nada
de lo mundano u ordinario permanece como tal.

Seguido, aparece una flor de loto y sobre esa flor aparece la letra “AH” que se
transforma en un disco de luna. Sobre ese disco lunar hay una sílaba “HUM” azul, de
la cual emana una luz brillante que se esparce por todo el universo. Esta luz impacta
en todo los seres vivos, purificándoles de sus oscurecimientos y de sus actos
negativos. Estos rayos de luz radiante también hacen ofrecimientos a los seres
iluminados y son reabsorbidos de nuevo por la sílaba “HUM”. Tras la transformación
de esta sílaba, que representa la naturaleza de nuestra propia mente, aparecemos en
la forma de Tara.

Ella es de color verde, con una cara y dos manos, y los pies doblados hacia adentro.
Su mano derecha está abierta, extendida y girada hacia fuera sobre su rodilla
derecha haciendo el gesto de la suprema generosidad. La mano izquierda está en el
gesto de conceder refugio, con el dedo pulgar tocando el dedo anular y sosteniendo
entre estos dedos el tallo de una flor utpala, una flor de loto azul, que se extiende
por encima de su hombro izquierdo. Esta flor utpala que Tara sostiene entre sus
dedos tiene tres flores: una de ellas es todavía un botón cerrado, otra está
completamente abierta y la última está ligeramente seca ya.
 

Tara es de un color esmeralda hermoso, su naturaleza es de luz. Tara está adornada


con ornamentos magníficos, corona, collar y demás, como también con prendas de
seda. Su postura está llena de gracia, su pierna derecha está ligeramente extendida y
su pierna izquierda ligeramente doblada hacia ella.

En su frente se encuentra la sílaba “OM” blanca, representando el cuerpo de todos


los Budas; en su garganta está la sílaba “AH” roja, el habla de todos los Budas; en su
corazón se encuentra la sílaba azul “HUM”, que es la mente de todos los Budas. De
hecho, tu cuerpo, habla y mente han sido siempre los sagrados cuerpo, habla y
mente de los Budas. Hasta ahora, éstos los has percibido como siendo impuros. Para
poder trascender esto, visualiza tus tres lugares con las sílabas OM, AH y HUM. Sobre
la sílaba HUM, uno debería visualizar la sílaba TAM, la sílaba semilla de Tara.

Además, el Guru también aparece con esta misma forma de Tara Verde, así como la
Tara del altar.

Dentro de nuestro propio corazón apareciendo nosotros como Tara, y en los


corazones del Guru que aparece como Tara y de la Tara del altar, aparece una
pequeña forma de Tara. Dentro del corazón de esta pequeña Tara se encuentra a su
vez una diminuta sílaba TAM, la sílaba semilla de Tara.

Luz brillante irradia desde los corazones del Guru y de la Tara del altar. Esta luz
llena por completo el universo, esparciéndose en las diez direcciones hacia los
campos puros de los Budas y llega a todos los seres iluminados, invocando de esta
manera infinitas bendiciones de los Budas y Bodhisatvas, convocando su sabiduría y
compasión.

Especialmente, esta luz va hacia el reino “armonía de hojas turquesa” en el paraíso


Potala de la dirección sur, donde reside el aspecto de sabiduría de Tara. Ahora todos
los seres iluminados adoptan la forma de Tara. Hay, por tanto, en el espacio sobre
nosotros y a nuestro alrededor millones y billones de Taras Verdes de apariencia
exquisita que caen sobre nosotros y se absorben en nuestros cuerpos. Las más
grandes de estas Taras pueden ser enormes como montañas, y las más pequeñas, no
más pequeñas que el tamaño de una semilla de sésamo.

Como una tormenta gigantesca formándose desde las diez direcciones, todas estas
Taras caen y nos llenan como una fuerte lluvia, absorbiéndose dentro de nosotros. En
una iniciación, esto es conocido como el descenso de las bendiciones y es
extremadamente importante.

Ahora, uno visualiza claramente las sílabas de los tres vajras: OM, AH, HUM, en la
frente, la garganta y el corazón, respectivamente. También visualizamos el aspecto
de samadhi meditativo en nuestro corazón en forma de una figura de Tara diminuta.
Todo esto de visualiza claramente dentro de nosotros que estamos en la apariencia
de Tara, dentro del maestro que aparece como Tara y de la Tara del altar.

Seguidamente, desde el corazón del Guru irradian rayos de luz que invitan a todas las
deidades de iniciación a que aparezcan en el cielo frente al Guru, y el Guru salpica
néctar de su vaso de iniciación. Simultáneamente, las deidades conceden la
iniciación vertiendo el néctar de los vasos que sostienen en sus manos. Este néctar
entra a través de nuestras coronillas, llenando por completo nuestros cuerpos y
rebozando en nuestra coronilla, donde se transforma en el Buda Amoghasiddhi.

De esta manera deberías sentir que has recibido las bendiciones de la forma
iluminada, del cuerpo sagrado de Tara, y como resultado de ello, se eliminan los
efectos de acciones negativas cometidas previamente. Nuestra propia forma física se
vuelve indivisible de la forma de Tara, y te es concedido el permiso para meditar en
ti mismo apareciendo bajo la forma de Tara. De ahora en adelante, nunca deberías
verte a ti mismo en una forma impura, en vez de eso, deberías considerarte o verte
siempre bajo la forma de Tara.

Para la bendición de la forma iluminada de Tara, uno se imagina que en el corazón


del Guru y en el de la Tara del altar hay una sílaba TAM rodeada del mantra de Tara.
Rayos de luz irradian desde la TAM en el corazón del maestro y de la Tara del altar.
Ahora recitamos el mantra OM TARE TUTTARE TURE SO HA. Mientras recitamos, como
si fueran burbujas elevándose en agua, desde la boca del Guru en la forma de Tara y
desde la boca de la Tara del altar, las letras del mantra salen y se absorben en la
sílaba TAM de nuestro corazón.
 

Se absorben en el aspecto de samadhi, es decir, en la Tara de tamaño minúsculo que


está en el centro de nuestros corazones. Estas letras ahora se acomodan alrededor de
la TAM que está sobre el disco de luna en el centro del corazón de la Tara diminuta
de nuestros corazones. Esta sílaba semilla TAM en el corazón de la Tara está rodeada
por las diez sílabas de su mantra.

Seguidamente, uno imaginaría que todas las bendiciones del habla iluminada de
todos los Budas toman la forma de las letras del mantra de Tara, y todas éstas son
vertidas sobre nosotros. Estas letras entran a través de nuestras bocas, y son
recibidas por el aspecto de sabiduría, la Tara que aparece en nuestros corazones.
Una vez más, repetimos el mantra.

Aquí, uno siente que todos los impedimentos vocales, los obstáculos en relación a
nuestra habla son purificados. Todos los efectos de acciones de la palabra no
virtuosas cometidas previamente también son purificados. Uno recibe el permiso para
recitar el mantra de Tara.

A continuación viene la bendición de la mente. Para ello, nos concentramos en la


Tara del altar, la Tara del mandala. Ahora generamos una devoción más fuerte aún 
por la Madre Tara, y le suplicamos que nos conceda sus bendiciones. Desde su
corazón emanan incontables flores como el loto azul utpala que ella sostiene en su
mano izquierda. Todas éstas se absorben en nosotros a través de nuestra coronilla.

Finalmente, uno imaginaría que una luz brilla y transforma todo el universo
inanimado en un palacio celestial, y todos los seres sintientes son transformados en
Tara. Descansa tu mente brevemente en ese estado, donde todo es como un sueño.

De esta manera, uno recibe las bendiciones y la consagración del cuerpo, la palabra y
la mente iluminados de Tara, y también recibimos las bendiciones del vaso de la
iniciación. Ofrecemos entonces un mandala en agradecimiento por la bendición.

 
Meditación en Tara Verde

En base a entrenamientos preliminares y prácticas, y a las bendiciones del Bodhisatva


Tara, uno está capacitado para llevar a cabo la meditación de Tara y la recitación de
su mantra.

La entrada a la meditación budista en la tradición Mahayana empieza con el Lojong,


el entrenamiento de la mente. De suma importancia es el desarrollo y entrenamiento
en la compasión.

¿Cómo desarrollamos ese entrenamiento? Primero meditamos en la bondad y


amabilidad que nos han demostrado todas nuestras madres. Nuestra madre nos llevó
en su vientre y nos dio nacimiento. Nos alimentó y nos limpió cuando éramos bebés
indefensos. Recordando su bondad, visualiza a tu propia madre.

Mientras meditas de esta manera, genera amor y gratitud hacia ella. Una vez que has
elevado este sentimiento en ti, puedes empezar a extender ese sentimiento hacia los
demás, hasta que gradualmente te sientas capaz de extender ese sentimiento de
amor y gratitud a todos los seres vivos en el transcurso de tu meditación.

Esto es posible porque en el pasado, desde tiempos sin principios, cada ser ha sido de
hecho nuestra madre bondadosa y amable. Como se dice en muchas oraciones de
refugio “por todos los seres sintientes que han sido mi madre, tomo refugio”.

Otra posibilidad es que también puedes meditar en el amor de una madre por su
único hijo, y de la misma manera, extender este sentimiento a todos los seres
sintientes.

 
Una vez que has hecho esto, el próximo paso es empezar a generar la compasión.
Entendiendo la amabilidad mostrada hacia ti por tu madre, tú no desearías nunca ver
a tu madre sufrir de ninguna manera. Este deseo de liberar a tu madre de todo el
sufrimiento es la compasión. Ponte en su lugar, siente sus problemas y cualquiera de
las dificultades que tiene que experimentar. Una vez que este sentimiento de
compasión ha surgido en tu corazón, entonces puedes extenderlo a los demás hasta
que abarca a todos los seres vivos. Uno entiende genuinamente el sufrimiento de los
demás y aspira verdaderamente a sacarlos del sufrimiento.

En este estado, uno está listo para tomar refugio. Aquí es importante entender que
uno sólo puede tomar verdadero refugio en un ser verdaderamente libre. No te
ayudará en última estancia tomar refugio en todos los diferentes dioses mundanos,
de la misma manera que un pequeño señor no puede protegerte de la misma manera
en la que un rey puede hacerlo.

También hay otros entrenamientos de la mente que puedes hacer para prepararte en
meditación para tomar refugio. Es muy beneficioso reflexionar sobre los beneficios
del altruismo opuesto a los aparentes beneficios del egoísmo o interés personal. Todo
el infortunio y el sufrimiento vienen directamente de la búsqueda del propio interés
a detrimento de lo que pueda ser mejor para otros.

Es también verdad que todo el beneficio y buena fortuna derivan de hecho de poner
el bienestar de los demás en primer lugar. Todo se resume en que si trabajas
únicamente para tu propio beneficio terminas creándote puros problemas a ti mismo.
Trabajar por los demás garantiza que lo bueno vendrá a ti en el futuro.

De igual manera, la práctica de la virtud es una parte esencial del entrenamiento de


nuestra mente en el Dharma. Por ejemplo, si has sido generoso en el pasado,
experimentarás prosperidad y abundancia en el presente. Si has sido paciente en el
pasado, entonces quienquiera que te vea se sentirá automáticamente atraído por ti y
tendrá sentimientos positivos hacia ti, otorgándote poder e influencia.

De particular importancia es el entrenamiento en la conducta ética. Si uno no


practica la disciplina ética en esta vida, se dificulta la obtención de renacimientos
humanos en el futuro. Nuestro nacimiento como ser humano en este momento es
debido a prácticas previas de disciplina moral. Dicha disciplina es la verdadera
fundación para el surgimiento de cualquier cualidad y de todas las cualidades reales.

La base de esta disciplina es la práctica de la virtud. En la práctica, esto significa


renunciar a las diez acciones no virtuosas. Éstas son: (1) matar, (2) robar, (3)
mantener una conducta sexual incorrecta, en relación a las acciones del cuerpo; (4)
mentir, (5) calumniar, (6) decir palabras duras, (7) habla sin sentido o chismorreos,
en cuanto a las acciones del habla; y (8) pensamientos de avaricia y codicia, (9)
pensamiento malicioso que desea el mal a los demás, (10) creencias erróneas o
visiones incorrectas, son las acciones de la mente.

Las diez acciones virtuosas de cuerpo, palabra y mente surgen de forma natural
cuando uno se abstiene de cometer los diez tipos de acciones negativas. Por ende,
podemos ver que adoptar la disciplina virtuosa es también otra base para la toma de
refugio. En este sentido, cualesquiera sean las acciones que hagas, todas serán
ofrecimientos y servicio a los Budas.

Ahora que hemos discutido algunos de los entrenamientos que son la base para la
toma de refugio, ¿cuáles son los objetos en los que tomamos refugio? Son las tres
joyas. La primera joya es el Buda, que posee los tres kayas, o el cuerpo, el habla y la
mente iluminados.

Se dice que el Buda posee los tres “kayas” o cuerpos de Iluminación. El Dharmakaya
del Buda es como la inmensidad del cielo o del espacio. El Sambhogakaya del Buda se
manifiesta sin que el Buda se aparte nunca del Dharmakaya, es como la luna en el
cielo. La apariencia de Buda como el Nirmanakaya de carne y hueso es como la luna
reflejada en un estanque de agua.

La segunda joya es el Dharma. Esto es el Tripitaka, las tres cestas de escrituras.


Tomamos refugio en el Dharma porque la realización que emerge de las mentes de
los practicantes está basada en el entendimiento de las escrituras. La tercera joya es
la Sangha, la comunidad iluminada, los Arhats, Bodhisatvas y Deidades.

 
Quien ha tomado refugio está siguiendo firme y seguramente el camino que lleva a la
Iluminación. Tomamos refugio por todos los seres sintientes. Esto lleva nuestro
refugio al nivel del Mahayana o Gran Vehículo, que desea liberar a todo ser viviente.

La Budeidad, la Iluminación se obtiene a través de la realización de la falta del Yo o


del egoísmo, que incluye la realización de la Vacuidad de los fenómenos. El
entrenamiento paso a paso y la acumulación de mérito nos ayudan a ser capaces de
realizar la Vacuidad.

Para esto, necesitamos cultivar la firme resolución de alcanzar el estado de la


Iluminación. También es necesario generar la preciosa Bodhichitta. Para ser capaces
de generar la Bodhichitta, es necesario querer el bienestar de los demás. Se dice a
menudo en las enseñanzas que todo el sufrimiento se origina por el egoísmo,
mientras que toda la felicidad viene de valorar y buscar el bienestar de los demás.
Esta búsqueda del bienestar de los demás puede llevar a la Bodhichitta, la
motivación altruista de liberar a los seres del sufrimiento y establecerlos en el estado
de la Iluminación.

También se dice que todas las enseñanzas del Buda pueden entenderse en términos
de la ley del karma, la ley de causa y efecto. Si siembras semillas de virtud, esto
acarreará el fruto de resultados afortunados y circunstancias positivas. Si cultivas una
conducta no virtuosa, eso llevará a la infelicidad.

En Budismo, hablamos de la importancia de la ley de causa y efecto. En el


Cristianismo, el énfasis es en la fe en un Dios. Pero esta fe es en sí misma una causa,
una causa virtuosa, por lo que la felicidad puede en efecto derivarse de ello, como
efecto o resultado de una causa, que en este caso sería el cultivo de la fe. Por tanto,
de hecho, los cristianos también están hablando de la ley de causa y efecto. Las
enseñanzas de estas dos religiones pueden usar diferentes conceptos y aún así
compartir ideas muy similares.

Cuando uno recibe la iniciación y hace la práctica de Tara, ella debería ser vista con
fe en que ella es la personificación de todas las actividades de todos los Budas. De
esta manera uno debería aprender a rezar a la diosa Bodhisatva Tara. Sin ningún
lugar a duda ella es capaz de despejar y pacificar todos los miedos.
 

Tanto Tara como el Buda femenino Vajrayogini son uno en esencia, ya que ambas son
diosas de sabiduría, diosas iluminadas. Incluso aunque uno no sea capaz de practicar
todos los detalles de los once yogas de Vajrayogini, aquél que realmente sabe cómo
rezar profundamente a la diosa Tara recibirá los mismos beneficios.

A menudo, junto con el refugio y la generación del deseo de liberar a todos los seres,
uno también recita la oración de las siete ramas, que se encuentra cerca del
principio de muchas sadhanas. Las siete ramas son: rendir homenaje, hacer la
confesión, regocijarse de las virtudes de los demás, adoptar la determinación del
pensamiento de la Iluminación de la Bodhichitta, pedir que se gire la rueda del
Dharma, pedir que no se pase al nirvana y la dedicación del mérito. Cada una de
estas ramas revela un componente importante del camino.

Habiendo tomado refugio y rendido homenaje, uno ve a Tara como el único objeto de
refugio en el que depositamos nuestra fe. Éste es el primero de los cuatro poderes de
la confesión, que es la segunda rama. El primer poder de la confesión es ‘el poder
del altar’. Ahora uno está listo para confesar acciones erróneas con un fuerte
arrepentimiento, al igual que una persona que ha tomado veneno por equivocación y
por tanto se arrepiente genuinamente de ese error. Uno ve cuán nocivo es haber
cometido esas acciones erróneas, y, con remordimiento y arrepentimiento, uno
confiesa. Éste es el segundo de los poderes de la confesión, ‘el poder del
arrepentimiento’.

El tercer poder de la confesión es ‘el poder del antídoto’; en pocas palabras, esto
significa prometer con sinceridad nunca repetir la conducta negativa de nuevo. Como
resultado de esto, todas las negatividades serán reparadas y la virtud será
reestablecida y reavivada. Este es el cuarto de los poderes, ‘el poder de la
renovación o restauración’. A menos de que confesemos las acciones negativas,
seguimos acumulando continuamente causas de sufrimiento.

Un ejemplo de la tercera de las siete ramas, la rama del regocijo en la virtud, se


ilustra en la historia del mendigo que se regocijó en los méritos de un rey que ofreció
un festín espléndido para el Buda. Por su regocijo, el mendigo acumuló incluso más
mérito que el mismo rey. Similarmente, si conoces a alguien que ha completado la
recitación de muchos millones de mantras, si te regocijas de su práctica, eres capaz
de compartir su gran mérito.
 

Esto ilustra que incluso sin un gran esfuerzo por parte nuestra a través del regocijo
en el mérito de los demás, uno es capaz de ganar un vasto cúmulo de mérito.

Otra de las siete ramas es la petición a los Budas para que giren la rueda del Dharma.
Sin este tipo de peticiones, las enseñanzas no llegan a los seres sintientes. Esto está
ilustrado en la vida del Buda Shakiamuni.

Cuando el Buda se iluminó, hizo una famosa declaración que está recogida en los
sutras:

“He encontrado un Dharma que es como el néctar, es luz clara no compuesta,


profundo y pacífico, más allá de la elaboración conceptual. Si lo explicara, otros no
lo entenderían, por tanto permaneceré en el bosque sin hablar”

En respuesta a esto, el dios Brahma, el creador, pidió al Buda que girara la rueda del
Dharma de acuerdo a las necesidades particulares de las variedades de seres
sintientes.

El final de las siete ramas es la dedicación de méritos. La rama de dedicación de los


méritos es la más importante de las siete. Cualquier meditación, cualquier práctica o
acción virtuosa que uno lleve a cabo, uno debería siempre dedicar los méritos para
que nuestra virtud no sea disipada.

Si no dedicamos el mérito, por muy grande que sea, no será de mucho beneficio
comparado con el mérito que ha sido dedicado, ¡y el resultado de nuestras acciones
podría incluso conducirnos a otro lugar! Por otro lado, por más pequeña que sea la
virtud o acción meritoria que uno haya efectuado, por dedicar los méritos de esa
acción, los beneficios irán creciendo y creciendo.
 

Por ejemplo, por más pequeño que sea un acto de generosidad, como  podría ser dar
un trago de agua a una persona sedienta, si es seguido por una dedicación de mérito,
irá aumentando en nuestro almacén de virtud. Sin la dedicación, incluso la virtud
ganada a través de grandes actos se agota fácilmente.

Las escrituras budistas enseñan que un momento de enfado puede destruir grandes
cantidades de mérito no dedicado. El enfado es la más destructiva de las emociones
aflictivas. Dedicamos cualquier mérito que generamos para que no pueda ser
destruido por nuestros pensamientos negativos, palabras y hechos.

Se enseña que la paciencia sirve como antídoto al enfado. La virtud acumulada a


través de la práctica de la virtud es inmensa. Cuales quiera que sean las palabras
abusivas dichas en tu contra, simplemente practica la paciencia.

Puesto que esto es tan importante, hagamos una pausa aquí para considerar las
virtudes de practicar paciencia.

La paciencia se cuenta como una de las seis o las diez paramitas, las perfecciones de
los Bodhisatvas. Hay tres tipos de paciencia. La mejor de éstas tres es conocer la
vacuidad de todas las cosas. La siguiente mejor es la paciencia no vengativa, en
donde uno no toma represalias o se venga contra los demás que han abusado de
nosotros o se han portado mal con nosotros. Esto significa que uno acepta
voluntariamente cualquier sufrimiento o daño que pueda ser amontonado sobre uno
sin devolverlo.

La práctica de la paciencia es una de las formas más altas de ascetismo. A través de


esta práctica, toda la agresión será pacificada por sí misma. Cuando dos comunidades
entran en conflicto, si una de éstas es capaz de ejercer paciencia, la disputa entre
las dos puede disminuir y gradualmente disiparse del todo.

La paciencia es algunas veces considerada como la más alta de las virtudes; es muy
sagrada. Si uno ha practicado paciencia, eso conduce directamente a renacer con
una forma hermosa. Aunque pensamos que haber nacido hermoso es debido a alguna
forma de herencia de nuestros padres, de hecho es ampliamente debido al mérito de
practicar la paciencia en vidas anteriores.

Efectivamente, la buena fortuna de renacer como un ser humano es debida a la


práctica de ética, de acciones morales, en las vidas pasadas. Pero no todos los
humanos nacen con una forma hermosa; solo aquellos que han practicado paciencia
son agraciados con tal apariencia.

Aquellos que son pacientes, generalmente son admirados por todo el mundo; desde
reyes y dignatarios hasta la persona más ordinaria, todos respetarán a quien es
paciente. Esto es debido a que la paciencia consume nuestra ira, la causa del peor
sufrimiento. No hay ninguna  no-virtud como el enfado o el odio; destruye  todas las
semillas de virtud. En cambio, practicar la paciencia destruye el enfado y el odio.
Realmente no existe ninguna virtud que pueda parecerse a la virtud de la paciencia.

Otra de las seis o diez paramitas o perfecciones de los Bodhisatvas es la perfección


de la diligencia. En cualquier tarea que te propongas emprender, deberás aplicar
entusiasmo a tu empresa. Si tienes diligencia o perseverancia, puedes incluso llegar a
hacer un hoyo en una piedra usando tus propias manos. La práctica de la
perseverancia en esta vida le dará a uno la capacidad de hacer las cosas rápida y
exitosamente en vidas futuras, sin encontrar muchos obstáculos.

Otra de las paramitas o perfecciones es la perfección de la concentración. Los


beneficios del entrenamiento en la concentración son que uno se vuelve una persona
satisfecha y pacífica, tranquila y que se toma las circunstancias con calma. Uno
siente que su mente es fácil de controlar y que las cosas están bien, tal como
deberían estar. Estas son algunas de las virtudes del karma positivo que surge
mediante la perfección de la concentración.

De especial importancia es la prajna paramita, la perfección de la sabiduría. Le


otorga a uno la habilidad para discernir entre circunstancias con claridad mental, al
igual que un razonamiento claro.
 

La ley del karma, de causa y efecto, es infalible; nunca te fallará. Las no-virtudes
definitivamente crean infelicidad. Incluso aunque uno tenga la buena fortuna de
nacer como un ser humano, si las causas de las no-virtudes están presentes en uno,
éstas crearán sufrimiento de forma perpetua, inclusive habiendo obtenido un
renacimiento superior como el de ser humano.

Los reinos de sufrimiento como los infiernos son el resultado de los propios
pensamientos y acciones negativos. No hay “lugares” como el infierno. Los fuegos
infernales son la manifestación de odio irresuelto y negatividad acumulada en la
mente. Estos oscurecimientos kármicos se manifiestan en lo que aparece como un
mundo real o reino de existencia que uno ha de experimentar. Debido al karma
negativo, uno tiene una percepción distorsionada de toda la realidad, y no realiza
que cualquier realidad que uno parece estar experimentando ha sido, de hecho,
creada por la propia mente.

Todas las prácticas de meditación deben estructurarse de acuerdo a las tres


excelencias: aquello que es virtuoso al principio, aquello que es virtuoso en el medio,
y aquello que es virtuoso al final.

En la meditación, lo más importante es la meditación en la Vacuidad. Todos los


logros de los Budas son el resultado de la meditación en la Vacuidad. Nosotros
mismos no nos hemos convertido en Budas aún, debido a que no hemos meditado de
forma efectiva en la Vacuidad.

Lo que es virtuoso al principio es el refugio. Lo que es virtuoso en el medio es la


parte principal o central de la práctica. Lo que es virtuoso al final es la dedicación de
méritos. Por tanto, podemos ver que tomar refugio es la base de toda la práctica
consiguiente.

En la antigua Escuela de Traducción hablaban de los nueve vehículos del Budismo,


que incluyen seis vehículos tántricos, mientras que en la Escuela de Traducción
posterior se habla de cuatro vehículos o clases de tantra: Kriya o tantra de acción;
Charya o tantra de realización; Yoga tantra; y Anuttarayogatantra o tantra yoga
insuperable.
 

En la práctica de Kriyatantra, uno visualiza a la deidad, como la diosa Tara, en el


espacio arriba y enfrente, y uno piensa que uno mismo es un súbdito leal suplicando
a un rey o una reina, esperando recibir su amabilidad. Ésta es la naturaleza de la
relación entre el meditador y la deidad en el Kriyatantra. En el Charyatantra,
considerarías a la deidad como un amigo, un amigo a quien pides algún favor, ayuda
o bendiciones. En el Charya o tantra de realización, la relación entre el meditador y
la deidad es como la que hay entre dos amigos.

En el Yogatantra, uno unifica la propia naturaleza con la naturaleza de la deidad,


unificando la propia apariencia con la apariencia de Tara. En el Anuttarayogatantra,
uno no se visualiza a uno mismo y a la deidad como teniendo una naturaleza
separada. En base a esto, uno transforma el propio cuerpo, la propia palabra y la
propia mente ordinarios en el cuerpo, la palabra y la mente sagrados de Tara.

Para poder hacer esto debes haber recibido el permiso-iniciación. Esto es lo que te
capacita para transformar tu cuerpo ordinario en el cuerpo divino, tu palabra
ordinaria en habla iluminada, y tus pensamientos mundanos en la sabiduría de la
diosa Tara a través de la meditación en la Vacuidad.

Beneficios especiales concedidos por Tara y las Diosas


Madre

Se conoce que la práctica de Tara tiene gran diversidad de poderes de bendición


extraordinarios, y es particularmente efectiva en una amplia variedad de situaciones.
Por ejemplo, se dice que al final de un eón o ciclo de tiempo, cuando las dificultades
y calamidades pueden incrementarse, el mantra y los rituales de puja de Tara son
realmente esenciales. Cualquier persona puede recitar las plegarias de Tara y le trae
mucho beneficio.

Como relatamos anteriormente, en una era previa, al principio de nuestro eón, el


Buda Mahavairochana era el Guru, el guía espiritual, de Tara. El Buda Vairochana
bendijo a Tara y le profetizó que al final del eón, en aquellas tierras y mundos donde
pujas, oraciones, y rituales de Tara se recitaran, como resultado de esas plegarias,
las muchas enfermedades, problemas, y disturbios causados por espíritus malignos y
por seres humanos serían pacificados y resueltos. Siento que la práctica de Tara es la
más importante y esencial de la todas las prácticas de esos tiempos.

Otras diosas también de mucha ayuda en este sentido son Marichi u Ozer Jemma, y la
conocida diosa de la curación espiritual, Parna Shawari. Sus oraciones y mantras
traen el mismo poder y beneficio que los de Tara. Son básicamente la misma diosa,
Prajnaparamita, en diferentes manifestaciones.

De Tara se dice que no solo las enfermedades e interferencias causadas por espíritus
malignos, sino también querellas, guerras, conflictos y discusiones pueden ser
pacificados y resueltos por el poder de su práctica. Todos los obstáculos de ese tipo y
dificultades relacionadas, pueden eliminarse a través de la bendición de las
oraciones y los mantras de estas diosas.

Ozer Jemma y Parna Shawari, al igual que Yudon Drolma, son formas particularmente
efectivas de las diosas para practicar con la finalidad de protegerse y curarse de todo
tipo de enfermedades. Son especialmente importantes para proteger de los ladrones
y criminales, y para curar del sufrimiento causado por las disputas y los conflictos.

Se dice que estos rituales de pujas  y  recitaciones de mantras son particularmente


importantes cuando llega el final de una era o ciclo de tiempo. Para estos tiempos, la
práctica de Guru Rinpoche está ampliamente recomendada, pero Tara, Ozer Jemma,
y Parna Shawari también son extremadamente importantes.

En tiempos de amenaza de guerras, epidemias, disputas y demás, es muy importante


que los mantras de estas diosas sean puestos en banderas de oración y colgados en el
aire, lo más que sea posible. Junto con las oraciones de Guru Rinpoche, estas
prácticas son las más efectivas en estos tiempos y situaciones de las que estamos
hablando.

 
El que ofrece alabanzas a Tara es verdaderamente inteligente. Ya sea temprano por
la mañana o tarde por la noche, si uno ofrece las alabanzas a las veintiuna Taras,
ofreciendo dos, tres  y luego siete repeticiones de la oración, sumando el total de
doce recitaciones de la alabanza a las veintiuna Taras todos los deseos pueden
realizarse. Esto es así en el ritual de Cuatro Mandalas de la Sagrada Tara “la Lámpara
que ilumina”. En esta puja, uno repite la alabanza dos, después tres y finalmente
siete veces.

Cuando se dice que todos los deseos serán realizados, significa que si necesitas un
hijo, lo tendrás. Si tienes necesidades financieras, éstas se solucionarán.
Cualesquiera sean tus deseos, todos ellos pueden realizarse a través de la alabanza a
Tara. En realidad, uno no necesita más que esta práctica, cumple todo los deseos.

Lo único que necesitas es intentarlo, probarlo, para despejar los obstáculos. Todos
tus obstáculos y dificultades, cuantos quiera que sean, pueden todos ser despejados
y aliviados mediante el ofrecimiento de la alabanza a Tara. Rezando a Tara, todos los
obstáculos potenciales pierden su poder para causarte daño; se pacifican
naturalmente. Nada puede tocarte o hacerte daño de ninguna manera; te vuelves
impenetrable, inexpugnable.

No hay duda de que Tara es muy veloz al despejar obstáculos. Es un método especial
rápido y cercano para las practicantes femeninas. Tara y el Buda femenino
Vajrayogini son de la misma esencia; Vajrayogini también es un método rápido para
alcanzar realizaciones. Todas las actividades de los Budas son abarcadas por Tara,
contenidas en ella, completas en ella.

Ahora, tras recibir la iniciación, te ha sido otorgado el poder para meditar en ti


mismo en la forma de Tara Verde. Tu palabra puede ser transformada en el mantra,
tus pensamientos en sabiduría. Ya no eres un ser ordinario; tu cuerpo, palabra y
mente han sido completamente elevados al estado exaltado de la misma Tara,
transformados en la forma, el mantra y la sabiduría de Tara.

Las palabras de la alabanza a las veintiuna Taras no son una composición intelectual
de los eruditos. Han sido dichas directamente por el Buda Mahavairochana y el Buda
Shakiamuni en persona. Por favor, recita estas alabanzas a Tara lo máximo que
puedas en el transcurso de tu vida diaria. Si no puedes en algún momento recitar la
alabanza, intenta recitar el mantra de Tara OM TARE TUTTARE TURE SO HA.

Y sino, por lo menos puedes recitar “Tara, Tara, Tara ¡K” o puedes decir “Tare,
Tare, Tare, ¡K”, solamente repitiendo su nombre. Cuando llamas a alguien por su
nombre, ¿verdad que te presta atención? Llamando a Tara por su nombre, ella te
escuchará ciertamente y te responderá. No lo hagas sólo porque yo lo digo, pero por
lo que más quieras, ¡hazlo!

(1) Existen otras, más conocidas, versiones de historias similares de una noble
princesa con aspiraciones altruistas de Bodhisatva. Por ejemplo, Taranatha menciona
la historia del Buda Dundubhisvara y la Princesa Yeshe Dawa o “Luna de Sabiduría”.
La Princesa Luna de Sabiduría acumuló grandes cantidades de mérito, y fue
aconsejada por algunos monjes para que rezara por obtener un renacimiento como
hombre. En respuesta, ella tomó el voto de trabajar por el beneficio de los seres
sintientes siempre en el cuerpo de una mujer, hasta que el samsara se vacíe.

(El lama Choedak recomienda el libro “El Culto de Tara” de Stephen beber. También
es digno de atención el libro de Martin Wilson “Alabanza a Tara” publicado por
Wisdom Books en inglés, y “Tara: la divinidad femenina” de Bokar Rinpoche)

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