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EL MONSTRUO: LA CORRUPCIÒN

Tras el pasar del tiempo la humanidad ha puesto sus ojos en el progreso, en


sostener la riqueza, en hacer que sus naciones crezcan y se desarrollen
satisfactoriamente; caso distinto ocurre con las elites corruptas, que han buscado
saquear las riquezas de los países, creando así un desorden económico y
privando a los pueblos de infraestructura básica, educación, servicios de salud y
servicios públicos prácticos. Aun cuando han surgido mandatos transparentes en
los que se ha buscado un buen desempeño de sus funcionarios, estos pueden
pasar mucho tiempo tratando de recuperar los fondos que han sido devorados por
el monstruo de la corrupción, fondos que son necesarios para reparar el perjuicio
social y económico causado por sus corruptos antecesores.
La corrupción cesa el crecimiento de la economía, el ímpetu del progreso y el
desarrollo de las sociedades y lo que es peor aún, se adentra en la desigualdad o
conflicto social y la miseria sobre casi todos los pueblos. La corrupción en todas
sus estructuras suscita una gran dificultad a la estabilidad y la seguridad de las
naciones, hace vulnerable las instituciones, los valores éticos y la justicia y pone
en riesgo el desarrollo sostenible y el Estado de derecho. La corrupción continúa
siendo un monstruo que es alimentado por un grupo político inepto e inoperante,
que solo a merced de ella puede trepar a posiciones notables, tanto fuera como
dentro de las instituciones del Estado y ello va a en contra de los intereses y
derechos de los ciudadanos, al igual que vulnera a una gran cantidad de gentes
inteligentes, honestas que solo buscan el progreso de sus pueblos.
Para calcular y evaluar el verdadero peligro de este monstruo es preciso conocerlo
y asimilarlo en toda su amplitud. En cualquier sociedad hay vividores porque junto
a las personas integras, también hay individuos “listos”, pero en una sociedad de
solo pequeños grupos de vividores no se puede sobrevivir, es allí cuando ocurre la
magia de la corrupción, los pequeños vicios se vuelven dañinos, convirtiéndose en
fuerzas públicas y cuando este fenómeno se convierte en masivo e invasivo todos
los individuos pueden ser comprados y la corrupción esparce su veneno letal. Es
casi imposible pensar ahora que el problema de la corrupción se solucione con
solo proponer una lucha contra la misma, justa y casi sagrada, pero no
interviniendo los entes primarios de su regulación; de esta manera solo se hace
partícipe de un juego de aquellos que quieren desviar los verdaderos problemas
que la corrupción acarrea. Es necesario entonces generar una conciencia de que
ninguna acción de contraste podrá arrojar resultados positivos que puedan
salvarnos de las garras de este monstruo, si todo esto no se acompaña de una
sólida recuperación de aquellos valores éticos que solo la educación y el buen
ejemplo en la escuela y en las familias pueden precisar, buscando no solo el
apoyo de todas las instituciones sino también de la sociedad civil entera, es un
tema que nos compete a todos, que no solo basta con levantar las manos y gritar
“Estado ladrón” “No más corrupción” es importante una participación de todo el
pueblo para poder hallar la espada que derrote al monstruo. El silencio frente a
actos corruptivos no solo de los funcionarios públicos, sino también de los
ciudadanos, trae consigo el surgimiento de clases dirigentes de corruptos, lo que
produce resultados tan amplios que determinan una irremediable crisis entre el
sector público y el sector privado.
Es una lástima que el pueblo colombiano se vea sumergido en una crisis
silenciosa que le devora diariamente. El sinnúmero de noticias que vociferan actos
corruptivos provenientes desde los entes de control promulgados por nuestra
Constitución Política de 1991 para controlar, para evaluar y cuidar todos los
fondos, recursos y bienes propios del progreso de la Nación, dejan ver como el
veneno letal de la corrupción ha llegado a los mismos, logrando así llevar al
Estado colombiano a enfrentar una guerra que le desangra, que trae hambre,
enfermedad , sumisión generada por aquellos que deberían velar para que nada
de esto ocurra. Hoy nuestros entes de control ya no son presa fácil, muchos de
nuestros funcionarios públicos se han convertido en los cazadores de fortunas,
obligando al pueblo a tocar las puertas de la miseria; hoy quienes fueron
designados para servirle al pueblo, le servir a la corrupción, hoy el pueblo que
debía ser servido es un esclavo de aquellos que deberían funcionar en pro de él.
Es necesario como ya lo mencioné anteriormente, buscar una reforma constante
desde los valores, la familia, la escuela, que haga producir nuevas generaciones
de individuos conscientes de un servicio transparente desde todas las instituciones
públicas y privadas, que se enfoquen en logran el progreso de nuestra tierra, de
sus habitantes. Necesitamos lideres nuevos que no se dejen vencer por el
monstruo, que por sus venas no recorra el veneno letal, que encuentren en la
honestidad y la transparencia la espada para vencerle.

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