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VISIÓN PERSONAL Y EL

LIDERAZGO
Autor: Lic. Oscar Anzorena

La Visión Personal es una de las características distintivas del Liderazgo y


de toda persona comprometida con su crecimiento personal y profesional,
es decir de todos aquellos que encaran su vida desde el autoliderazgo.
El consenso sobre la importancia que implica el concepto de Visión, puede
verificarse en el hecho de que la mayoría de los libros que se han publicado
en los últimos años sobre temas tan diversos como estrategia, gestión
empresaria, liderazgo o trabajo en equipo, de una forma u otra hacen
referencia a este tema.
La Visión Personal implica imaginar el destino que queremos construir,
crear la imagen de la vida que ambicionamos vivir, proyectar la manera que
deseamos ser y lo que nos gustaría hacer.  Esta Visión, constituida por los
valores, intereses y aspiraciones de cada uno de nosotros, le otorga
finalidad y significado a nuestra vida y establece la direccionalidad hacia la
cual orientamos nuestros objetivos a corto y mediano plazo. Nos indica el
camino a seguir y nos aporta inspiración, entusiasmo y compromiso.
Nos impulsa hacia adelante y nos  brinda la fuerza que nos posibilita encarar
los desafíos y superar las dificultades. También nos aporta un lente especial
a través del cual observamos el mundo.
Una de las características centrales de la Visión Personal está relacionada
con la emocionalidad que la misma genera. Cuando realmente
conectamos con nuestros deseos más profundos, cuando nos animamos a
darle forma a nuestros sueños, cuando tenemos el coraje de emprender el
camino e ir por ellos, se prende la chispa que enciende el fuego sagrado de
los visionarios. De ahí surge la confianza en nosotros mismos, la fe de llegar
al objetivo deseado, la energía para avanzar más allá de los inconvenientes,
la perseverancia para insistir y persistir hasta encontrar por dónde.
La capacidad de crear y comprometerse con su Visión Personal es una de
las características distintivas de todo líder, emprendedor o creador; de
aquellas personas que no se conforman con que las cosas les pasen, sino
que hacen que sucedan. Imaginan, crean, generan nuevas realidades y en el
camino se reinventan a ellos mismos. Construyen la vida que quieren vivir.
Dudan y temen como todo ser humano, pero enfrentan sus propias
limitaciones y aceptan los desafíos que les propone la búsqueda de sus
sueños. Estas características y esta emocionalidad no son patrimonio de
seres superiores, sino de individuos comprometidos con el logro de sus
objetivos.
Podemos afirmar que es una particularidad distintiva del liderazgo, 
comprometerse en hacer realidad su Visión y en transmitir esta
convicción y mística a la gente que los acompaña. Hay miles de ejemplos
cotidianos que corroboran esto que afirmamos, pero si tuviéramos que
buscar un ejemplo histórico de cómo la fuerza de una Visión genera una
energía individual y colectiva que puede producir transformaciones y lograr
grandes objetivos, necesariamente tendríamos que hacer referencia al líder
pacifista Martin Luther King.
En su lucha por la igualdad racial en EEUU, su principal arma fue transmitirle
a su gente su Visión y su convicción de que sería realidad si todos se
comprometían a lograrla. En un discurso memorable comenzó diciendo
“Tengo un sueño” y a lo largo de su locución fue transmitiendo las
características de ese sueño, construyendo en la mente y en el corazón de
sus seguidores la imagen de ese futuro anhelado. Dec ía: “Tengo el sueño de
que un día mis cuatro hijos vivirán en una nación donde no ser án juzgados
por el color de su piel, sino por su valor como persona ”. La fuerza de esta
Visión sobrevivió al líder (que fue asesinado un tiempo después) y se
constituyó en un importante impulsor del proceso de lucha por la igualdad
racial que vivió ese país.
Podríamos preguntarnos ¿De dónde surge el poder de la Visión? ¿Porque
despierta pasión y entusiasmo? La Visión representa aquello que
deseamos profundamente, lo que le otorga un verdadero sentido y
propósito a nuestra vida. Nos impulsa a asumir los desafíos y a enfrentar
los contratiempos. Nos convierte en invencibles aun en la derrota.
La posibilidad de hacer realidad nuestros mayores anhelos es lo que,
en definitiva, justifica nuestra existencia. Estar conectados con nuestra
Visión nos permite desplegar las fuerzas que anidan en nuestro corazón.
Para que efectivamente cumpla este rol de centralidad en nuestras vidas, es
importante considerar cuáles son las características a tener en cuenta en la
construcción de nuestra Visión Personal.
Cuanto más clara y precisa sea la imagen del futuro deseado, mayor
poder tendrá. Cuanto más “real” sea la representación que tengamos en
nuestra mente de cómo nos veremos cuando logremos nuestro objetivo, más
fuerza de atracción e impulso producirá en nuestro interior. Estas
representaciones actúan como una programación interna que desencadena
los mecanismos, estímulos y sensaciones necesarias para actuar en forma
efectiva en función del objetivo establecido.
Walt Disney decía “Si lo puedes soñar, lo puedes hacer”. Es que, si
reflexionamos, nos daremos cuenta que todo sucede dos veces. Primero
acontece en nuestra mente y luego lo llevamos a la acción y lo hacemos
realidad. A tal punto esto funciona así, que muchos entrenadores han
incorporado como parte del adiestramiento de deportistas y atletas, esta
técnica de crear una poderosa imagen mental donde se visualizan logrando
una excelente perfomance, ganando el partido o la competencia.
El Dr. Denis Waitley, quien trabajó en el entrenamiento de los astronautas en
la NASA y luego utilizó este programa con atletas olímpicos, sostiene que:
“Cuando visualizas, materializas. Éste es un dato curioso sobre la mente.
Entrenábamos a los atletas olímpicos para que realizaran su actuación sólo
mentalmente y luego los conectábamos a un sofisticado equipo de
biofeedback. Era extraordinario porque se activaban los mismos músculos y
en la misma secuencia cuando realizaban la carrera mentalmente y cuando
la hacían en la pista. ¿Cómo es posible? Porque la mente no puede distinguir
si lo estás haciendo realmente o si es sólo una práctica. Si has estado ahí
mentalmente, estarás allí con tu cuerpo”.
Para que la Visión efectivamente actúe como una fuerza movilizadora
hacia el destino deseado, debe consistir en algo relevante y valioso
para la persona. Obviamente que el juicio de valor es algo particular que
cada uno realiza para sí mismo. Lo que es valioso para uno, puede no
significar nada para otro. Alguien puede verse recorriendo el mundo y
conociendo distintas culturas, otro realizando tareas sociales o al frente de
una institución y algún otro viviendo en la montaña y escribiendo una novela. 
Robert Fritz afirma que: “No importa lo que la Visión es, sino lo que la Visión
logra”, y para que la Visión adquiera este efecto estimulante y brinde
concentración y energía para la acción, debe representar algo
profundamente sentido y valorado por la persona. Algo que a su vez resulte
desafiante y motivador. Puede ser que la Visión vaya cambiando o
transformándose con el devenir del individuo, pero lo importante es que
posea la mayor relevancia para cada etapa de su vida.
Establecer una Visión es un hecho de esperanza y coraje. Toda nueva
realidad tiene su gestación en una Visión, en alguien que imagina un futuro
deseado para poder empezar a construirlo. La convocatoria a crear estos
nuevos mundos es el hecho fundacional del liderazgo. Si por temor, falta de
autoestima o miedo al fracaso le disminuimos relevancia e intensidad a
nuestra Visión y sólo nos proponemos un objetivo de menor cuantía, éste se
transforma en una obligación más, en algo que tenemos que hacer por
necesidad. Ahí queda desdibujada nuestra Visión y ya no ejerce su rol de
proyectarnos e impulsarnos al futuro. Miguel Ángel afirmaba que “El peor
peligro no es que nuestra meta sea muy alta y no la alcancemos, sino
que sea muy baja y la logremos”. Es preferible tropezar, caer y volver a
levantarnos pero saber que estamos en nuestro camino, que llegar sin
contratiempos y muy prolijamente a un destino que no es el nuestro.

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