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La posición Adventista del séptimo día acerca del relato de la creación que aparece en el

Génesis.-

A través de toda su historia, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sostenido firmemente la
interpretación de que los primeros 35 versículos del libro del Génesis contienen un relato válido y
real de acontecimientos literato, que ocurrieron durante siete rotaciones consecutivas del planeta
Tierra: la semana de la creación. Esta interpretación coloca dentro de la semana de la creación el
origen de la estirpe original de todos los organismos nutridos por el planeta, y también el origen
de las circunstancias físicas de las cuales dependía la continuación de la vida de esa cepa original.

Naturaleza de las pruebas acerca de los orígenes.-

La singularidad de los actos de la creación, tales como los que se describen en el primer capítulo
del Génesis, coloca esta explicación o verificación más allá del ámbito de los procedimientos
científicos. El conocimiento acerca de la naturaleza y el tiempo de tales sucesos depende
enteramente del testimonio de testigos fidedignos: los de la Revelación. Si se pudiera demostrar
que complejas estructuras bioquímicas o biofísica, de las que dependen organismos vivientes,
pudieran evolucionar a partir de formas más simples como resultado de propiedades comunes de
la materia, una prueba tal no constituiría una evidencia de que esos seres realmente
evolucionaron en esa forma. Tan sólo presentaría el proceso de evolución como una posibilidad,
además del indispensable fíat de la creación expuesta en la Biblia.

La mente humana, y quizá cualquier inteligencia creada, es incapaz de comprender el origen inicial
del universo. Un enfoque de este problema en que no se reconozca la existencia de Dios comienza
con materia inanimada, previamente existente, que posee la capacidad inherente que da como
resultado natural la evolución de la vida y de todas las otras características del universo
contemporáneo. El enfoque teísta comienza con una inteligencia capaz de concebir, construir y
mantener todos los aspectos del universo. Resultan incomprensibles tanto el origen de la materia
inicial requerida por el concepto que no reconoce la existencia de Dios como la inteligencia
requerida por el concepto que reconoce la existencia de un Ser Supremo.

La descripción bíblica de la creación.-

Los principales postulados de la descripción bíblica de la creación, que implícitamente está


reconocida a través de todo este Comentario, pueden presentarse de la siguiente manera (Neufeld
1974b):

1. La sustancia física del universo y las leyes de interacción que caracterizan a esa sustancia fueron
producidas por el Creador y son la manifestación de su propósito permanente.

2. Dentro de seis rotaciones sucesivas del planeta Tierra, hace más o menos seis mil años, el
Creador organizó y/o creó el planeta a fin de que proporcionara un ambiente ideal para los seres
vivientes, y colocó allí a los antepasados de todos los seres que han vivido en este planeta.

3. La creación inicial perfecta, que reflejaba la personalidad del Creador, cuya característica
principal es el amor, fue fundamentalmente modificada como resultado del pecado, de modo que
progresivamente se fue alejando del ideal, y la muerte se convirtió en el destino de todos los
seres.

4. Los seres vivos creados originalmente estaban dotados con la capacidad de tener descendientes
en los que hubiera modificaciones, lo que ha resultado en una amplia gama de adaptaciones y
diversificación en especies, siempre dentro de categorías básicas. (Nota: * Según la clasificación de
Linneo - el célebre naturalista sueco - los animales y las plantas se distribuyen en orden
decreciente de acuerdo con los siguientes grupos taxonómicos: tipo, clase, orden, familia, género,
especie y, dentro de esta última, las variedades o razas que hubiere. No siempre ha sido uniforme
el criterio para ubicar a un ser vivo dentro de esta catalogación. Por eso quizá más de una vez el
lector podrá sorprenderse por el uso de un término que implique determinada clasificación.- N.
del T. )

5. La superficie del planeta fue radicalmente transformada por un acontecimiento posterior a la


creación, conocido como el diluvio, que sepultó los restos del mundo anterior y resultó en un
mundo post diluviano que, en muchos respectos, significó un nuevo ambiente drásticamente
diferente para los organismos vivientes.

Por contraste, la teoría evolucionista que está tan en boga postula que (1) tanto la materia
inorgánico como la orgánica se desarrollaron espontáneamente mediante interacciones casuales;
(2) un ambiente adecuado para mantener las formas vivientes y esas mismas formas vivientes
evolucionaron lentamente a través de varios miles de millones de años; (3, 4) las variedades
actuales de plantas y animales son la vanguardia de un proceso natural de evolución que
generalmente progresa de lo simple a lo complejo, a partir de una clase básica de organismos
hacia otra; y (5) el ambiente actual es el producto de procesos físicos normales que actúan con
ritmos fijos a través de centenares de millones de años.

La evolución teísta.-

Un amplio sector del mundo cristiano contemporáneo acepta el argumento básico evolucionista
postulándolo como la forma en que Dios ha operado para hacer llegar el universo y la vida en esta
Tierra a su estado actual. Este punto de vista es conocido como la evolución que reconoce a Dios
[evolución teísta] (Key 1959). Evita estar en pugna con los hombres de ciencia y presenta el poder
creador de Dios para reemplazar lo que es imposible explicar en el concepto evolucionista; pero
considera que las especificaciones bíblicas acerca de la creación, el diluvio y la más remota historia
del hombre son metafóricas y no reales. La evolución teísta es una característica de una religión
que es humanista, y que no reconoce la Revelación y a Dios como su centro. Este concepto debe
justipreciarse partiendo de la base de la evidencia que apoya las declaraciones en favor de la
inspiración y autoridad de las Escrituras presentadas por Jesús y los escritores bíblicos, y
fundándose en la compatibilidad del supuesto proceso evolucionista con el carácter y el poder de
Dios tal como se presentan en la Biblia.

Los alcances de la evidencia científica acerca de los orígenes.-

Las informaciones científicas relativas a los postulados básicos del concepto de la creación surgen
de diversas áreas: (1) la naturaleza y organización de la materia, tanto inorgánico como orgánica;
(2) la naturaleza del registro dé los fósiles; (3) la variabilidad de seres orgánicos que comprenden
la biosfera moderna tal como se determina por la observación hecha en la misma naturaleza y los
experimentos de laboratorio; (4) las características de la estructura y las relaciones de las
formaciones plutónicas, volcánicas y sedimentarlas de la corteza terrestre. Las primeras tres de
estas áreas serán estudiadas en el resto de este artículo. La cuarta será tratada en el artículo
siguiente.

El creacionismo bíblico es aceptado a partir de la evidencia de la integridad del testimonio bíblico,


una vivencia personal con el Creador, y un conocimiento acerca de la plausibilidad de conceptos
alternativos. Para tener un testimonio positivo del creacionismo presentado en la Biblia, conviene
comprender la legítima posibilidad del origen de la vida por otro medio. El concepto evolucionista
común para explicar los orígenes recurre a la preexistencia de la materia original y la energía, la
evolución química, la generación espontánea de la vida y la evolución biológica: formación de
complejos bioquímicos a partir de compuestos inorgánicos simples, la organización de esos
compuestos bioquímicos en una célula viviente, y el desarrollo posterior de la célula elemental
para formar seres orgánicos complejos, incluso el hombre. Cada uno de estos pasos sucesivos
significó la consecuencia natural de propiedades innatas en la materia.

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