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CONTRATO DE TRANSPORTE DE MERCADERÍAS. JURISPRUDENCIA.

(Balestra).
a) Las normas
Vico-Argüello reseñan las normas del Código de Comercio, originariamente
aplicables al transporte interno de mercaderías y extendidas por la
jurisprudencia, en virtud de su analogía, al transporte internacional.
En el artículo 163, se le da al acarreador, que contrata con otra empresa,
el doble carácter de acarreador y cargador; el artículo 164, impone a los
empresarios de transporte el deber adicional de llevar un registro de los efectos
que transportan; el artículo 171 regula las relaciones entre el primitivo
acarreador y los acarreadores siguientes; el primero responde por los segundos y
éstos quedan a su vez subrogados en los derechos y obligaciones del primero
frente al cargador.
Por su parte, la Ley de Ferrocarriles 2873 trata a las empresas combinadas como
una sola empresa para todos los efectos del contrato. Esto sin perjuicio de las
acciones que pueden corresponder a las respectivas empresas a resultas de las
bases o acuerdo de su combinación interempresaria.
b) Los fallos
Hasta el año 1939 la jurisprudencia siguió la antedicha orientación resultante de
las disposiciones citadas de nuestro Código de Comercio.
A un contrato de transporte considerado único por tratarse de empresas
combinadas se aplicaba una misma ley, en algún caso, ley del lugar de partida
(caso "Renna") o en otros la del lugar de ejecución definitiva (caso "Bonola"),
en este caso con la disidencia en la Cámara Comercial del doctor González
Gowland.
En 1939, la Corte Suprema en el caso "Molinas" modificó esta jurisprudencia.
Y al hacerlo separó los criterios de unidad de contrato y unidad de ley aplicable.
Y así sostuvo el alto tribunal que la declaración: "...de un tribunal argentino de
que los ferrocarriles que han realizado el transporte entre dos países constituyen
empresas combinadas, sólo puede referirse a la unidad del contrato
correspondiente y en manera alguna a la aplicación de las respectivas leyes y
reglamentos territoriales de los distintos Estados que atraviesan sus líneas; que
un tribunal nacional no puede reconocer la supremacía de las leyes argentinas en
el territorio de los demás Estados tratándose de relaciones comerciales entre
habitantes del país y extranjeros; que, por otra parte, aunque las empresas
combinadas de diversas jurisdicciones hubiesen aceptado someterse a la ley
nacional, tal convenio es nulo sin la existencia de un tratado que lo sancione.
En el caso considerado, agregó la Corte que la sentencia que aplica nuestra
legislación a un ferrocarril paraguayo en materia de evidente competencia local,
cual es la velocidad del transporte ferroviario, vulneraba el artículo 3° del
Tratado de Derecho Comercial Internacional de Montevideo de 1889. En
síntesis, como se afirmó en otros fallos, las leyes y reglamentos argentinos
referentes al tiempo del transporte en los servicios combinados, sólo rigen
respecto al trecho comprendido en el territorio de la República. Vale decir que
esta acertada tendencia jurisprudencial que se caracteriza por proclamar que la
unidad del contrato no implica la extraterritorialidad de la ley en materias de
evidente competencia local, consagra la unidad de contrato y la pluralidad de
leyes aplicables. La unidad de ley aplicable sólo podría surgir de convenios
internacionales".
Es decir, se volvió al criterio estrictamente interno de aplicación de las normas
del Código de Comercio. La jurisprudencia había extendido por analogía estas
normas al ámbito internacional.
Pero la Corte limitó el imperium del legislador argentino al ámbito territorial del
país, criterio conforme asimismo a lo dispuesto en el artículo 1° del Código Civil.
El resultado de esta jurisprudencia del alto tribunal es separar la unidad
del contrato de la unidad de ley aplicable y asociarla en cambio —a la primera,
unidad del contrato— a la pluralidad, según corresponda, de diversas leyes
aplicables.

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