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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

FACULTAD DE FILOSOFIA, HUMANIDADES Y ARTES.


PROFESORADO Y LICENCIATURA EN HISTORIA
CATEDRA: HISTORIA ARGENTINA I

Banda Oriental: Guerra con el Brasil


(1825-1828)

EQUIPO DE CATEDRA:
• TITULAR: Mag. Fabiana Puebla.
• JTP: Lic. Gema Contreras
• ADSCRIPTA: Prof. Joana Laura Plaza Videla

Año: 2017
Introducción
La década de 1820 esta signada por una gran cantidad de acontecimientos que van a marcar
las épocas posteriores de nuestro devenir histórico.
De acuerdo a la historiografía, la década del 20 comienza con la Batalla de Cepeda que tuvo
como consecuencia la disolución del Directorio y del Congreso que un año antes había sancionado
una Constitución que, si bien no definía expresamente la forma de gobierno, se inclinaba por una
unidad de régimen.
Este hecho, marca la ausencia de un poder central que lograra unificar a todas las Provincias
del Rio de la Plata, característica que se mantuvo durante toda la década; con una excepción: la del
intento de organización nacional del Congreso de 1824 y la presidencia de Bernandino Rivadavia en
1826.
La búsqueda de una autoridad nacional era de vital importancia, tanto por la política interna
por la que atravesaban las provincias, como también por la externa, ya que es durante este proyecto
organizativo que se inicia la guerra con el Imperio del Brasil, debido a la incorporación que éste
realiza de la Banda Oriental como provincia Cisplatina.
Este gran conflicto internacional, tendrá grandes repercusiones en la geo-política de los
actuales países de América del Sur, al causar la formación de un nuevo estado, como es la Banda
Oriental, actual Uruguay.
Así, también, tendrá sus repercusiones en la política interna llevando al fusilamiento de
Manuel Dorrego, cuya muerte dará lugar a una nueva guerra civil que enfrentará a los dos grandes
grupos políticos de ese momento: Unitarios y Federales.
Es por esto, que el siguiente trabajo de investigación realizado en el marco de la adscripción
a la catedra Historia Argentina I, toma como objeto de estudio la Guerra con el Imperio del Brasil
buscando conocer sus causas, su desarrollo (tanto en tierra como en mar), y sus consecuencias.
Contexto histórico de los países beligerantes
BRASIL
En 1816, el Ejército del reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve invadió los territorios de la
Provincia Oriental, casi todo Misiones, así como también parte de Corrientes y Entre Ríos. El objetivo
de los invasores era apropiarse de estos dominios.
Estos territorios fueron defendidos por el caudillo de la Banda Oriental, José Gervasio
Artigas, quien junto con las provincias del Litoral había formado la Liga de los Pueblos Libres que en
más de una oportunidad se había enfrentado a las autoridades de las Provincias Unidas.
Durante cuatros años, los orientales encararon la guerra contra sus enemigos, aunque
nunca pudieron derrotarlos. En 1820, tras ser derrotado por las fuerzas portuguesas (Tacuarembó),
traicionado por sus aliados (Tratado del Pilar), y más tarde enfrentado y derrotado por las huestes
federales del general Francisco Ramírez, Artigas partió al exilio en Paraguay, donde vivió hasta su
muerte.
En 1821, los defensores de la Banda Oriental fueron derrotados. De este modo la Provincia
Oriental del Rio de la Plata fue incorporada al dominio del Imperio del Brasil, bajo el nombre de
Provincia Cisplatina. (1825-1828 Guerra con el Brasil. Pág. 361)
Paralelamente, luego de la partida del rey Juan VI a Portugal, su hijo Pedro había quedado
como regente en Brasil. Pero, tiempo después él se manifestó a favor de la independencia respecto
de Portugal y, en 1822, luego de vencer algunas resistencias se decidió declarar la independencia
formándose así el Imperio del Brasil.
Por su parte, la provincia Cisplatina había quedado a cargo del general portugués Carlos
Lecor. Frente a este panorama, el general artiguista Juan Antonio Lavalleja, partió en busca de apoyo
hacia la provincia de Buenos Aires siendo declarado traidor por los brasileños.

Provincias Unidas del Río de la Plata


Como dijimos antes, la batalla de Cepeda marcó el inicio de la década del 20 que tuvo como
rasgo principal la falta de una autoridad a nivel nacional. Si bien luego de la declaración de la
independencia en 1816, todos los esfuerzos se habían concentrado para lograr la organización
nacional, esto no pudo concretarse ya que, aun cuando se logró la sanción de una Constitución ésta
nunca entró en vigencia al no ser aceptada por todas las provincias.
El inicio de la guerra con el Brasil, junto a todos los conflictos que se daban en política
interna, generó la necesidad urgente de comenzar nuevamente la búsqueda de una autoridad con
jurisdicción nacional.
Hasta ese momento, las provincias eran entes autónomos, independientes entre sí, cada
uno volcada a su propio desarrollo interno. Ejemplo de esto fue la “Feliz experiencia” de Buenos
Aires durante el gobierno de Martin Rodríguez, durante el cual el ministro de gobierno Bernardino
Rivadavia implemenó un conjunto de medidas que tenían como objetivo la modernización de la
provincia.
La unidad nacional mantenida a través de la firma de pactos interprovinciales seguía siendo
una meta a cumplir y con ese objetivo, desde Buenos Aires, se convocó la reunión del Congreso
General Constituyente que comenzó a sesionar en 1824.
A fines de ese año, asumió como nuevo gobernador de la provincia de Buenos Aires el
General Las Heras, al mismo tiempo que era el encargado del Poder Ejecutivo Nacional y de las
relaciones exteriores. (De Marco: 2014, pág. 46)

Guerra con el Imperio del Brasil

Expedición de los Treinta y tres orientales.


Luego de incorporada la Banda Oriental como nueva provincia del Imperio del Brasil, los
exiliados en Buenos Aires comenzaron a prepararse para iniciar una campaña militar contra la
ocupación brasilera.
Se organizó un grupo armado compuesto por treinta y tres militares bajo la dirección de
Juan Antonio Lavalleja, seguido de Manuel Oribe, la expedición conocida como de los “treinta y tres
orientales” partió de las costas de San Isidro rumbo a la Banda Oriental sin el consentimiento de las
autoridades políticas.
Desembarcaron en las costas de Agraciada el 19 de Abril de 1825. Desde allí se expandieron
por la campaña oriental donde recibieron el apoyo de varias poblaciones locales. Tuvieron un primer
enfrentamiento con las fuerzas brasileras comandadas por el Oriental Fructuoso Rivera quien fue
derrotado en Rincón de Haedo, luego de esto, Rivera se sumó a la misión de Lavalleja y se incorporó
en el Ejército oriental.
En Buenos Aires
Las Heras, no deseaba la guerra ya que esta podría frenar los avances institucionales que el
Congreso podría lograr. Ante esta situación, Las Heras se limitó a preparar un Ejército de
Observación al mando de Martin Rodríguez1.
Ante los avances militares los orientales convocaron a un Congreso en La Florida. Allí se
reconocieron como parte integrante de las Provincias Unidas, designaron diputados para asistir al
Congreso de Buenos Aires y le solicitaron apoyo militar.
El Congreso se mantuvo expectante en un primer momento, pero luego se llevaron a cabo
varias sesiones secretas con exposiciones de los ministros en las que finalmente, el Congreso decidió
aceptar a los diputados orientales, lo que implicaba reconocer a la Banda Oriental como parte de
las Provincias Unidas del Rio de la Plata.
Como respuesta, el emperador de Brasil, Pedro I, declaro la Guerra a las Provincias Unidas
el 10 de diciembre junto con el bloqueo de los puertos. El reto fue aceptado por el Congreso
Constituyente el 1 de enero de 1826.
Debido al inicio de la guerra, y a los problemas internos por los cuales atravesaban las
Provincias Unidas, se dio la necesidad de conformar un Poder Ejecutivo cuya autoridad se extienda
a todas las provincias. Por este motivo, el Congreso sanciona la Ley de Presidencia el 6 de febrero
de 1826, y otorgó el Poder Ejecutivo a Bernardino Rivadavia, quien por lo tanto debió asumir la
dirección de la guerra. Es importante aclarar que Rivadavia se convirtió en Presidente sin que se
hubiera dictado una Constitución que diera marco legal y respaldara su investidura, lo cual
significaba que su autoridad era débil sobre todo frente a las reivindicaciones provinciales.
Sus primeras medidas como Presidente de las Provincias Unidas con respecto a la guerra
fueron, designar a Carlos de Alvear como Ministro de Guerra, a quien le dio el mando de las
operaciones contra el Imperio, y designó a Francisco Fernando de la Cruz a cargo de las tropas
terrestres. En lo que respecta a las operaciones que se llevarían a cabo en el mar, se designó a
Guillermo Brown comandante de la flota nacional.

1
El 16 de mayo, a través de una ley, el Congreso General Constituyente autorizaba al gobierno de la Provincia
de Buenos Aires, para proveer a la defensa y seguridad del Estado. En este sentido, desde Buenos Aires,
comenzó a regimentarse a las fuerzas de todas las provincias, las cuales debían empezar a responder a un
mando único, con el objetivo de intervenir en el conflicto oriental. En primer lugar, se dejó en claro que las
provincias debían aportar “el cupo de hombres que corresponda a su población.” De esa forma quedó
conformado el Ejercito de Observación del Uruguay el 13 de mayo de 1825.
Comparación de situación político-militar de los beligerantes:
Las condiciones en las cuales las Provincias Unidas entraba a la guerra, era de gran
inferioridad con respecto a la del Imperio del Brasil, tanto a nivel político como en lo que respecta
al ejército.
El imperio del Brasil constituía un conjunto de mayor homogeneidad que nuestro país, ya
que la autoridad imperial era aceptada en todas partes. En lo que respecta a las finanzas, aunque
mediocres, eren muy superiores a las de las Provincias Unidas. Militarmente poseían un ejército de
línea veterano y una poderosa escuadra que le permitía bloquear el Rio de la Plata y cortar las
comunicaciones con la Banda Oriental y Entre Ríos.
En cambio, nuestro país, apenas reconocía un poder ejecutivo provisorio, gobernándose en
lo demás cada provincia por sí misma. Además carecía de una gran cantidad de recursos para
sostener la guerra. (Floria y García Belsunce: 1971. Pág. 485)
Con respecto a los efectivos y recursos, el ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata
poseía un total de 7724 hombres. Dicho ejército se componía de 5.529 clases y soldados de
caballería regular e irregular, armados de lanza sable o carabina y 1731 armados con fusiles de
chispa de calibres diversos y de fábricas distintas. Además, encontramos 464 artilleros con 16 piezas,
cañones de 4 y 8, lisos, y 2 obuceros de nueve pulgadas. El imperio contaba con un total de 12420
unidades, de las cuales 4120 eran miembros de la infantería, 1000 de caballería, 200 de artillería, El
resto eran fuerzas que se encontraban ocupando Montevideo y Colonia, calculadas en un total de
5500 unidades, en su mayoría tropas de infantería.
Respecto de las fuerzas navales, la flota militar argentina, consistía de 16 barcos (2
bergantines, 1 corbeta, 1 queche y 12 lanchones – cañoneros, armados cada uno con una pieza
emplazada a popa, dando un total de 44 cañones de distinto tipo y calibre). En cambio, el imperio
del Brasil disponía de 82 naves entre las que se contaban fragatas artilladas con 74 cañones. (ROSSI
DELANEY, Santiago: 2016. Pág. 261)

La guerra:
En lo que respecta a las acciones militares, podemos hablar de dos escenarios.
Por un lado, todas aquellas acciones que se llevaron a cabo en el mar, que tiene su inicio en
el bloqueo marítimo que realizó el Imperio del Brasil al Río de la Plata.2
Frente a este accionar, Brown procuró tomar la estratégica isla Martin García e intentar
atacar Colonia, aunque fracasó. Poco después, logro resistir los ataques de la flota brasileña en el
combate de Los Pozos.
Brown buscó interceptar los movimientos brasileros en la Mesopotamia, donde pudo
derrotar a las fuerzas imperiales en Juncal el 9 de febrero de 1827, destrozó a la cuadrilla enemiga,
capturó 11 barcos y los incorporó a su flota.
Al mismo tiempo, los rioplatenses desarrollaron una activa guerra de corso, que se extendió
hasta las costas cercanas a Río de Janeiro. Pese a la protesta británica, esta actividad se mantuvo
durante toda la guerra, utilizando como base el puerto del río Saldo, en la bahía de Samborombón,
y totalizaron alrededor de 300 presas.
Paralelamente a las acciones que se llevaban a cabo por mar, las operaciones por tierra
marchaban aún mejor. El coronel Juan Lavalle derrotó a los brasileños en Bacacay, el 13 de febrero
de 1827, y el general Norberto Mansilla el 15 del mismo mes en Ombú.
Alvear, que se encontraba al frente de las operaciones terrestres, decidió avanzar sobre la
región del río Quareim para lograr de ese modo que la mayoría de los enfrentamientos se dé
territorio brasileño, y amenazar la provincia de Río Grande. Decidió adelantarse a los movimientos
del comandante brasileño y consiguió derrotarlo en la batalla de Ituzaingo el 20 de febrero,
obteniendo un gran triunfo. La lucha consistió en contener a la infantería brasileña mientras era
derrotada su caballería. Logrado esto, todas las fuerzas republicanas hicieron perder pie a la
infantería enemiga. La derrota brasileña fue total y, si Alvear no hubiera impedido a su caballería la
persecución de los vencidos, el resultado hubiera sido desastroso para el Imperio.
Como consecuencia de este triunfo las tropas nacionales quedaron dueña de la región y en
condiciones de operar sobre Río Grande, a condición de recibir algunos refuerzos. Estos no llegaron
y el ejército, después de un nuevo triunfo en Padre Filiberto, debió suspender sus operaciones
ofensivas.3

2
El bloqueo tuvo grandes consecuencias en el comercio que llevaba a cabo Gran Bretaña con las Provincias
Unidas, disminuyendo sus ventas en beneficio de Estados Unidos que buscaba aumentar sus relaciones
comerciales en esta zona.
3
Según los partes de guerra de ambas fuerzas, la desventaja numérica del ejercito de las Provincias Unidas
fue suplida por la aplicación de elementos técnicos acertados, que consistieron en engañar al enemigo con
una aparente movilización de fuerzas, para luego reagruparse, esperando el adelantamiento de las tropas
imperiales, que fueron tomadas por sorpresa.
A fines de febrero, las fuerzas brasileñas intentaron realizar un desembarco al sur de la
provincia de Buenos Aires, en Carmen de Patagones, donde buscaban conseguir el apoyo indígena
y así avanzar sobre el territorio rioplatense, pero los gauchos y los lugareños dirigidos por el coronel
Martin Lacarra lograron derrotar a los brasileños y forzar su retirada.
Como se puede ver, el ejército de las Provincias Unidas obtuvo significativos triunfos tanto
en mar como en tierra, lo cual se suponía que lo colocaba en una situación de superioridad para las
tratativas de paz. Mientras tanto, el comercio local se hundía y la crisis política (derivada del rechazo
a las políticas centralistas tomadas por Rivadavia y el Congreso), se hacía sentir en todos los niveles
sociales repercutiendo en el ya debilitado gobierno central.4

Acciones diplomáticas
Paralelamente al desarrollo de la guerra, Gran Bretaña estaba muy interesada en conseguir
la firma de la paz entre los dos grandes estados, ya que veía muy perjudicada su actividad comercial
en la región del Plata. Antes esta situación, comenzó a realizar diferentes misiones diplomáticas
buscando la firma de un acuerdo que la beneficiara y pusiera fin al conflicto5.
Así, en un segundo momento, Inglaterra en el año 1827 aumentó sus esfuerzos para lograr
la paz. Tomó como eje de negociación que la Banda Oriental no perteneciera ni al Imperio ni a las
Provincias Unidas: su independencia era considerada la mejor prenda de conciliación entre las
fuerzas beligerantes. (Ternavasio, pág. 159)
Esta política de la creación de un nuevo estado, permitiría la mejor circulación comercial en
la región. El proyecto era rechazado por ambos gobiernos que pretendían el apoyo británico para
conseguir la ocupación del territorio disputado. Sin embargo, la crisis interna del gobierno de
Rivadavia llevó a sus colaboradores a considerar aquella posibilidad como la mejor salida
diplomática para la paz.
Es por esto, que se nombró a Manuel José García como encargado diplomático ante la corte
brasileña. Las instrucciones de Rivadavia estaban orientadas a “tratar y concluir cualquier
convención o tratado que permita la cesación de la guerra bajo los términos de anexión o autonomía
de la Banda Oriental”. (De Marco: 2014. Pág. 71)

4
La guerra con el Brasil se convirtió en el principal obstáculo para el desarrollo del plan económico
rivadaviano. La falta de recursos y la inestabilidad interna forzaron a destinar gran parte de los recursos
financieros a los gastos de guerra. (De Marco, pág. 61)
5
Inglaterra, ya había enviado una misión diplomática a cargo de Lord Ponsonby para mediar en el conflicto.
Con estas instrucciones, y la intervención de Lord Ponsonby, García decidió firmar una
Convención Preliminar de Paz que establecía que las Provincias Unidas renunciaban a los reclamos
sobre la Banda Oriental, que se le pagaría indemnización a Brasil por sus gastos de guerra y que se
garantizaba la libre navegación del Rio de la Plata con el respaldo británico.
“El acuerdo firmado por García borraba los resultados de la acción militar, mientras, las
fuerzas de las Provincias Unidas quedaban libradas a su propia suerte. La noticia de la convención
suscripta causo una gran reacción en los distintos elementos de la sociedad de Buenos Aires.
Rivadavia le solicito al Congreso que rechazara el acuerdo bajo el pretexto que García se había
excedido en sus instrucciones y destruía el honor militar. ” (De Marco: 2014. Pág. 73)

Fin de la Guerra
La finalización de la guerra del Brasil, como se dijo antes, fue buscada por el presidente
Bernardino Rivadavia, más allá de las grandes victorias conseguidas por las tropas patriotas. De allí
que las condiciones bajo las cuales se firma del tratado, van a generar el aumento de la oposición a
la figura del presidente.6
Ante esta situación, a Rivadavia solo le quedó una salida: la renuncia y el alejamiento del
país, rumbo a Europa. Con la caída de Rivadavia, volvió a disolverse el gobierno nacional que habían
pretendido consolidar los unitarios, a costa de las autonomías provinciales.
Buenos Aires se reorganiza como provincia7, y la Sala de Representantes porteña designa al
federal Manuel Dorrego como nuevo gobernador, asumiendo el cargo el 12 de Agosto de 1827. Las
provincias del interior depositaron en él el manejo de las Relaciones Exteriores, con lo que asumía
la responsabilidad de decidir y llevar adelante la guerra con el Brasil. (Plaza: 2013. Pág. 11)
Con respecto a la guerra, Dorrego desplazó a Carlos de Alvear del mando militar debido a su
enemistad con sus subordinados, y al desgaste político que le había ocasionado los efectos de la
campaña del Brasil. Había sido reemplazado por el general Juan Antonio Lavalleja, quien, a pesar de
reclamar la reincorporación de la Banda Oriental a la Argentina, anhelaba ahora la independencia

6
Es importante aclarar que la figura de Bernandino Rivadavia estaba siendo fuertemente criticada por las
medidas que se habían tomado, como por ejemplo la Ley de Capitalización que implicaba la división de Buenos
Aires y la sanción de una constitución de carácter unitario que va a ser rechaza por la mayoría las provincias.
7
Como consecuencia de la Ley de Capitalización dictada por el Congreso en 1826, la provincia de Buenos Aires
había sido dividida en tres: la parte urbana cercana al puerto conformaba la capital nacional, y en el resto del
territorio provincial se creaban dos provincias: Salado y Paraná.
del territorio. La campaña terrestre quedaba controlada por militares orientales. (De Marco, pág.
21)
En lo que respecta a las operaciones por mar, se decidió desarticular la escuadra comandada
por Guillermo Brown, y reemplazarla por la guerra de corso cuya dinámica resultaba menos costosa.
Paralelamente, en Brasil se producían reclamos separatistas en Santa Catalina y Rio Grande,
gracias a la acción de Dorrego que atrajo a los grupos republicanos brasileños. La revuelta de los
Mercenarios, ocurrida en Rio de Janeiro por los reclamos de los europeos alistados en la guerra y
por la falta de recursos económicos de Pedro I de solventar el conflicto bélico, forzaron a su gobierno
a ser más condescendiente con la perspectiva de alcanzar la paz.
De esta forma, se puede observar, que la continuidad de la guerra se hacía insostenible para
los dos países, tanto por problemas económicos como por los conflictos internos. Sumado que si
bien Dorrego intento continuar la guerra, no se tenían los recursos suficientes para mantener al
ejército. Esta falta de recurso se debía principalmente a la crisis económica que atravesaba el Río de
la Plata y porque los accionistas del Banco Nación eran de origen inglés o estaban vinculados a los
intereses británicos de poner fin a la guerra.
A esto se sumaron, las políticas que seguía realizando Gran Bretaña con su ministro Lord
Ponsonby para lograr la formación de un estado tapón, es decir, del algodón entre dos cristales,
buscando de esa forma “amortiguar la permanente inquina entre argentinos y brasileros” (De
Marco, pág. 22)
Es en este contexto, que se envió una comisión integrada por Tomas Guido y Juan Ramón
Balcarce para negociar la finalización de la contienda. El 27 de agosto de 1828, se acordó la renuncia
por ambas partes a sus pretensiones sobre la Provincia Cisplatina, la que se convirtió de ese modo
en un estado independiente: nacía la República Oriental del Uruguay, último de los territorios
desprendidos de lo que un día fue el Virreinato del Rio de la Plata.
Tal como con Rivadavia, y repitiéndose la historia, la noticia no fue recibida con aplausos
por el pueblo y mucho menos por las tropas que habían estado combatiendo. Dos generales del
ejército se pusieron al frente de la revolución destinada a poner fin al gobierno de Manuel Dorrego:
el general Lavalle y el general José M. Paz.
A pesar de las críticas que recibió el Tratado de Paz, es necesario aclarar que los soldados se
encontraban cansados, enfermos, muchos de ellos heridos, tenían sueldos atrasados, su realidad
era totalmente desmoralizadora. Esta situación, sin lugar a dudas, fue aprovechada por los unitarios
que con sus dichos no hicieron otra cosa más que aumentar esa nube de disgusto e indignación
hacia el gobierno federal; y persuadieron a Lavalle de encabezar la revolución que tendría como
objetivo la destitución de Dorrego. (Plaza: 2013. Pág. 11)
Ruiz Moreno relata así lo sucedido el 1 de Diciembre de 1828: “…llegaba a Bs As la primera
división el 29 de noviembre de 1828, acampo en la recoleta… El coronel Dorrego reconoció tarde la
veracidad de los avisos y aún de noche el 1 de diciembre despacho un edecán… para que el general
Lavalle concurriera a verlo. En las primeras horas las tropas sublevadas avanzaron hasta la plaza de
la victoria… El coronel Dorrego, conociendo que era insuficientes para sofocar el pronunciamiento
abandonó por la puerta de socorro la fortaleza” (Ruiz Moreno: 2012. Pág.60)
Como consecuencia de esta revolución, llevada a cabo por el general Lavalle, se produjo la
destitución de Manuel Dorrego, que culminó con su fusilamiento en la localidad de Navarro el 1° de
diciembre de 1828, muerte que dará inicio a una nueva guerra civil.

Conclusión
A través de este trabajo de investigación, se puede observar y concluir que su estudio es de
gran importancia para la historia de nuestro país así también como para Latinoamérica, ya que con
la firma del Tratado de Paz se da la formación de un nuevo estado como es Uruguay buscando ser
un “algodón entre dos cristales” de acuerdo al ministro inglés Lord Ponsonby.
Por otro lado, podemos observar que es el primer conflicto internacional al cual se
enfrentan las Provincias Unidas luego de declarada la independencia en 1816, y de ser reconocida
por otras naciones, como Estados Unidos e Inglaterra.
Así también, este enfrentamiento bélico tiene grandes consecuencias en la política interna
de las Provincias Unidas del Río de la Plata, ya que marca el inicio de una nueva guerra civil con la
renuncia de Rivadavia, la disolución del poder central, y el fusilamiento de Manuel Dorrego por parte
del General Lavalle. Hecho que enfrentó nueva e irreconciliablemente a unitarios y federales, tras
lo cual se produjo la llegada de Juan Manuel de Rosas al gobierno de Buenos Aires.
Por otro lado, el desarrollo de la guerra tuvo grandes consecuencias en la política interna de
nuestro país, principalmente en el aspecto económico, ya que todo los esfuerzo por continuar con
el enfrentamiento llevaron a las provincias a una gran crisis financiera, todos el dinero que ingresaba
a las provincias se destinaba a las guerras como fue por ejemplo con el empréstito de la Baring
Brothers.
Para finalizar, a través de esta investigación y la lectura de diferentes libros se ha podido
observar que más allá de la importancia de la guerra, es uno de los temas menos trabajado por los
historiadores de nuestro país, solo se la estudia de manera general o desde sus aspectos
estratégicos-militares.
Es por eso, que se hace necesario un estudio profundo de este hecho desde las nuevas
corrientes historiográficas como por ejemplo la nueva historia cultural o la nueva historia política,
que permitan vislumbrar las consecuencias de este conflicto bélico en su total dimensión.

Bibliografía general

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Bibliografía especifica

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Levene. Bs As, El Ateneo, 1941

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De Marco, Miguel Angel. Nuetra Historia. 1° Ed. Buenos Aires, Orbit Media, 2014

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