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LA GLORIA DE DIOS

EN LA FAMILIA
Un Enfoque Desde Seis Dimensiones
Diferentes
Eliezer D. González

LA GLORIA DE DIOS
EN LA FAMILIA
Un Enfoque Desde Seis Dimensiones
Diferentes

Editorial Universidad para Líderes


Editorial Universidad para
Líderes
3047 Marion St. Elgin
Il 60124
USA
Cualquier forma de
reproducción, distribución,
comunicación pública solo
puede ser realizada con
autorización de su titular

© 2016 Por Editorial


Universidad para Líderes

Correcciones del manuscristo: Duilia de Espinoza


Diagramación y revisión de estilo: Lourdes Pineda Rivera
Portada: Johany López

La Gloria de Dios en la Familia


Un enfoque desde seis dimensiones diferentes
ISBN: 978-1-68419-317-2
CLASIFÍQUESE: Familia

Impreso en Tegucigalpa, Honduras, C.A. por Dimografic


Datos Biográficos

Eliezer D. González nació en Venezuela y reside actualmente en los


Estados Unidos de América. Él y su esposa Morelia están casados
desde 1975 y tienen cuatro hijos y seis nietos. Academicamente,
ostenta una Maestría en Estudios Teológicos de Northern Baptist
Theological Seminary en Lombard, Illinois. Recibió un Doctorado
honorifico en Ministerio de la Universidad Jerusalén de Chennai,
India. También tiene un grado Asociado en Ciencias Sociales del
Thomas Edison State University de Trenton, New Jersey. Ha
ejercido el pastorado por muchos años en ciudades como Nueva
York, Chicago y Maracaibo, Venezuela. Ha dictado conferencias por
más de 30 años en países de Asia, Africa, Europa, Australia y en las
Américas. Es el Presidente de la Junta Directiva del Ministerio
Evangelístico Raúl Zaldivar. Su esposa Morelia González tiene un
grado de Educación Pre-escolar de la Escuela de Educación de la
Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela, y ha acompañado a
Eliezer en conferencias nacionales e internacionales por muchos
años.
TABLA DE CONTENIDO
Dedicatoria .......................................................................... 09
Prefacio ................................................................................ 11
Capítulo 1: La Gloria del Amor ............................................ 13
A. Nosotros conocemos acerca del amor por medio de
Dios ................................................................................... 13
B. El vivir en amor no es una opción. Es una orden 18
C. Una de las más grandes historias de Amor .......... 22
D. El resentimiento puede echar raíces profundas y
duraderas ......................................................................... 24
E. El amor abraza y se funde con la otra persona .... 25
F. El modelo perfecto de Amor, Jesucristo ............... 28
Capítulo 2: LA GLORIA DEL PERDÓN .................................. 33
A. Pero, Dios es un Dios de perdón ............................ 34
B. Dios nos enseña a perdonar ................................... 37
C. Dios nos llamó a paz, no a contienda .................... 40
D. Dios nos perdona porque nos ama, y ¿cuántas
veces nos perdona Dios? ................................................ 46
Capítulo 3: LA GLORIA DE LA PROVISIÓN .......................... 55
A. Tome Tiempo hoy para Agradecerle a Él por ese
Beneficio .......................................................................... 56
B. Dios es un Padre de Provisión ............................... 59
C. La Provisión para los suyos .................................... 64
D. El Dios sobrenatural que servimos ........................ 69
E. ¡Nuestra Provisión viene de Dios y es maravillosa!
75
Capítulo 4: LA GLORIA DE LA MISERICORDIA ................... 77
A. Por Su Misericordia Dios no nos da lo que
Realmente Merecemos .................................................... 77
B. El amor de Dios es misericordioso ........................ 79
C. ¿Cómo se ve hoy la misericordia en tu casa? ....... 83
D. La misericordia de Dios es grande, ¿Y la suya? ¿Y
la mía? .............................................................................. 84
E. Cómo Mostrar Misericordia en Nuestros Hogares
87
F. La misericordia es también compasión ................ 88
G. Jesucristo amó y sirvió a los suyos hasta el fin ... 93
H. La compasión de Dios es inagotable como Dios
mismo ............................................................................... 95
Capítulo 5: LA GLORIA DE LA HUMILDAD ........................ 103
A. La enseñanza del Apóstol Pedro .......................... 109
B. Un testimonio cercano a mí ................................. 111
C. Más sobre el ejemplo de Jesucristo ..................... 113
D. El testimonio de Moisés ........................................ 115
E. Rindiendo cada derecho a Dios ........................... 118
F. El ejemplo de Josías .............................................. 121
G. Oración sugerida para entregar nuestros derechos
al Señor ............................................................. 124
Capítulo 6: La Gloria del Servicio ..................................... 125
A. Jesús máximo ejemplo de servicio ...................... 126
B. El servicio en los Escritos Paulinos .................... 129
C. El servicio agradable a Dios ................................. 132
1 El servicio y nuestra entrega a Dios ...................................... 132
2 El servicio es algo ininterrumpido ......................................... 133
3 El servicio es una conducta espontanea .............................. 133
4 Servir por encima de nuestras necesidades ...................... 134
5 El servicio válido no busca recompensa .............................. 136
D. El servicio en la Familia ....................................... 140
1 Necesidades físicas ....................................................................... 141
2 Necesidades emocionales .......................................................... 143
Consideraciones Finales ................................................. 149

DEDICATORIA

Dedicamos este libro a:

A la Gloria de Dios,
A las familias que Él creó dondequiera se encuentren, y a nuestra
familia que amamos con todo el corazón: nuestros hijos, nuestros
yernos y a nuestros nietos.
PREFACIO
El libro que usted tiene en sus manos no es un libro más sobre el
tema de la familia.
Es un libro que está escrito en una docena de años en los cuales
hemos ido destilando experiencias, algunas dolorosas y algunas
felices, en medio de nuestra constante búsqueda acerca de lo que
Dios dice acerca de la familia que Él creó para Su Gloria.
Porque de eso se trata, no de lo que nosotros creamos o hayamos
sido enseñados, pero acerca de lo que Dios creó y acerca de lo que
Él dice en Su Palabra: Hemos sido creados para reflejar la Gloria de
Dios en todo, especialmente en nuestras relaciones familiares.
Entonces este no es un libro de enunciados teológicos, o de
sicología familiar; ¡este es un libro que sale de nuestra sumisión a
la Voluntad de Dios y de escucharle a Él en un camino de más de
cuarenta años!
En este libro nos hacemos bastante vulnerables, y le contamos
cómo hemos sufrido y cómo hemos vencido agarrados a la Palabra
de Vida.
Perdone si aquí o allá nos repetimos a nosotros mismos, o
retomamos algún versículo para tratar de sacarle una nueva
enseñanza desde un ángulo diferente. Esperamos que el libro sea
fácil de leer y fácil de comprender, pero si no entiende algo, pídale
a Dios que se lo revele y Él lo hará.
Este libro ha debido ver la luz hace diez o más años, pero sólo Dios
sabe porque sale ahora. Dios se ha tomado tiempo con nosotros
para que entendamos lo que ahora entendemos y para que
sometamos nuestros corazones a Su Palabra.
Si en alguna forma este libro le ayuda a ver lo que Dios quiere y
espera de su familia, eso será suficiente recompensa para nosotros.

Eliezer y Morelia González


Yulee, FL USA 32097
E-mail: eliezerdg@hotmail.com
www.eliezergonzalez.net
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 13

Capítulo 1: LA GLORIA DEL AMOR


Amor es una de las palabras más usadas y abusadas en la historia
de la humanidad. Puede significar muchas cosas según el contexto
de la cultura, la geografía, la edad, etc., de quien la está
considerando.
Hace muchos años, un maestro de secundaria en la ciudad de
Chicago, me invitó a compartir en su clase de ciencias sociales algo
sobre mi país natal, pero me previno acerca de no usar la palabra
“amor” o la expresión “los amo”. “Invariablemente”, me dijo, “serás
malinterpretado.” En ese contexto la palabra amor es sinónimo de
relación sexual.
Los cristianos usamos mucho la palabra amor. Casi no podemos
hablar de algún tema, sin mencionarla. Amamos la Palabra de Dios,
amamos los hermanos en la fe. Amamos la gente, amamos la Iglesia,
amamos nuestros hijos, nuestros nietos, nuestra familia extendida,
etc.
Sabemos que en la Biblia hay varias expresiones para el concepto
amor. El amor filial es el amor entre los miembros de una familia. El
amor sensual o de los sentidos es el amor eros (de donde viene la
palabra erótico). Y el amar ágape, es el amor incondicional de Dios,
que se mostró en y a través de Jesucristo.

A. N OSOTROS CONOCEM OS ACERCA DEL AM OR


POR M EDIO DE D IOS
Dios es amor. No solo contiene amor, practica amor, o ejerce amor.
Dios es amor.
Y Dios ha derramado su amor sobre nosotros. Dios no nos da su
amor por medida.
Nadie podrá jamás llegar delante de Dios y decir: “se me acabó el
amor que me diste, lo lamento, pero no puedo hacer nada, ya no la
amo o le amo, se me acabó el amor, lo siento.”
¡Dios nos ha dado más amor del que podremos usar toda la vida!
¡Nunca agotaremos nada de lo que Dios nos ha dado! En la
eternidad seguiremos ejercitando el amor. El amor nunca dejará de
ser. ¡Nunca!
El amor nunca deja de ser; pero las profecías se
acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
1 Corintios 13.8

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 14
Recuerdo que cuando estaba de novio con Morelia, me gustaba
escribirle este versículo:
Porque fuerte como la muerte es el amor…las muchas
aguas no podrán apagar el amor … Cantares 8.7
Aguas, aquí, se refiere a pruebas, angustias, decepciones,
frustraciones, etc.

Mi esposa y yo hemos tenido nuestra cuota de “aguas”. Tal vez


algunas de ellas han venido por la parte económica. Esas aguas
pueden ser profundas y amargas.
Hemos vivido ejerciendo el ministerio pastoral o misionero toda
nuestra vida de casados. Y estar en el ministerio ha significado para
nosotros el que nunca hayamos tenido nada material en
abundancia, comenzando con el dinero.

Durante nuestros primeros años de casados trabajamos como


coordinadores de un movimiento estudiantil cristiano. Parte de
nuestra asignación era levantar nuestro soporte económico. ¡Y, qué
cosa difícil es eso!
En esos tiempos no se entendía (y no estoy seguro de que aún se
entienda) eso de levantar el propio sostén económico para servir al
Señor. Algunos, a quienes nos acercábamos para presentarles el
“desafío”, nos preguntaban, quizás con buenas intenciones: “¿Y por
qué no trabajan en un trabajo regular, de esos donde usted recibe
un cheque de pago cada dos semanas?”
Responder a esa pregunta era, y aún es, algo incómodo, o por lo
menos, engorroso. Nosotros sabemos lo que es vivir con lo poco, y
de tanto en tanto, también darnos un pequeño gusto.
Ahora, cuando pensamos en el pasado a la distancia, nos
preguntamos: “¿Y cómo pudimos sobrevivir con algunos de esos
exiguos presupuestos que teníamos?”
Pasamos muchas veces por “aguas amargas”. Pero ahora podemos
decir con toda confianza que es posible sobrevivir esas aguas si
realmente vivimos en el amor de Dios.
Otras “aguas” difíciles han venido al tratar de levantar a los hijos en
la luz de la Palabra de Dios. Parte de eso lo encontrará plasmado en
varios capítulos.
Tal vez otras “aguas” han sido el buscar pasar por alto ofensas
reales o imaginarias en nuestra relación familiar, etc.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 15
Lo cierto es que el verdadero amor se sobrepone a todas las
“aguas” tranquilas o tormentosas que vienen a tratar de destruir
nuestras relaciones.
El amor con el cual el Señor nos ha unido va más allá de toda
resistencia humana, y busca por encima de todo glorificar al Señor
que nos unió.
Porque de eso si estamos seguros, el Señor nos unió; y lo que Dios
unió que “no lo separe el hombre”.
Cuando usted y yo vivimos para traer gloria a Dios en nuestras
relaciones, el mismo Señor del cielo actúa en nuestro favor. Él no
nos abandona en los días “difíciles” como el enemigo quiere
hacernos creer.
Salomón escribió en Eclesiastés 4.12, “cordón de tres
dobleces no se rompe pronto”. Creemos que ese tercer hilo en
el cordón no es nada menos que ¡la Presencia de Dios! Si el Señor
está metido en nuestra relación, ella está garantizada por el poder
sobrenatural del que hizo todas las cosas.
Así que, no se desanimen. Permítanle al Señor seguir trabajando y
añadiendo de Su amor sobrenatural que se extiende más allá de
todos nuestros intentos humanos.
Si, amor, es una palabra-concepto muy amplio, pero, para los
efectos de este libro, la vamos a encuadrar en la entrega, el hecho
de darse el uno al otro, sin reservas.
Amor es dar. Juan 3.16 lo dice muy bien:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Dios amó y Dios dio.
Es imposible amar sin dar, aunque tal vez usted pueda dar sin
amar.
Dios no acepta nada que usted le dé que no provenga de un corazón
de amor.
Es decir, Dios no acepta nada que no tenga su base en el amor.
Dios nos amó y nos dio a su Hijo. Por eso conocemos el amor:
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su
vida por nosotros; también nosotros debemos poner
nuestras vidas por los hermanos. 1 Juan 3.16

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 16
Dios se adelantó a amarnos en Jesucristo, cuando nosotros todavía
éramos malos (¡y aun cuando todavía lo somos!), cuando todavía
vivíamos haciendo esas cosas que Él aborrece (sí, Dios aborrece
algunas cosas), cuando aún no entendíamos ni nos acogíamos a su
amor.
Verdaderamente, el amor de Dios es algo incomprensible que se
nos manda a entender.
Parece que, con todo, sigue siendo una imposibilidad, puesto que el
texto dice que “excede a todo entendimiento” (Efesios 3.19).
¿Quién puede entender que un Padre santo entregue a su único
Hijo para que éste muera por los malvados?
Y si ese “Padre santo” es Dios, y su único Hijo es Jesucristo,
entonces, ¡es algo increíble!
Morelia y yo tenemos cuatro hijos, y le aseguro que no estamos
dispuestos a entregar a ninguno de nuestros hijos por nadie.
Aunque somos muy amorosos, ¡no nos pida tal cosa!
Yo estaría dispuesto a morir por alguien, pero no estoy dispuesto a
entregar a ninguno de nuestros hijos por nadie.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que


siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Romanos 5.8
Dios espera que nosotros reflejemos la gloria de su amor en
nuestro matrimonio, así como Él lo hizo al darnos a su Hijo amado.
El amor de Dios es eterno. Desde la eternidad decidió amarnos y
llevó a cabo su plan de amor por nosotros.

Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo,


diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te
prolongué mi misericordia. Jeremías 31.3
Piense en esto, Dios amó a Adán y Eva aun cuando cayeron. Los
amó cuando los echó del jardín (y esto lo hizo por misericordia,
para que no vivieran para siempre en ese estado caído).
Dios continuó amando al ser humano cuando este se apartó aun
más de su voluntad y comenzó a adorar dioses ajenos delante de Él.
La prohibición era clara, pero el hombre no la obedeció.

No tendrás dioses ajenos delante de mí.


Deuteronomio 5.7
Dios continuó amando al hombre aún cuando este fue rebelde
contra Él y no creyó sus palabras.
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 17
Dios sacó al pueblo hebreo de Egipto y lo llevó por el desierto hacia
la tierra prometida, pero una y otra vez ese pueblo murmuró
contra Dios y siguieron sin creer en sus palabras.
Dios continuó amando al hombre cuando este, ya instalado en la
Tierra Prometida, pidió un rey por encima de Dios, quien los había
librado de la tierra de Egipto.
El hombre rechazó al santo Dios y justo reinado de Dios, no
obstante, Dios continuó amándolo.
Dios continuó amando al hombre cuando este se olvidó de sus
mandamientos y de sus palabras, y adoró y se postró ante dioses
falsos.
Dios entregó a Israel a reyes crueles y sanguinarios, como
Nabucodonosor, Ciro de Persia, Tiglat-Pileser, pues buscaba el
arrepentimiento de ellos, porque los amaba.
Dios continuó amando al hombre en la cautividad, y cada vez que el
pueblo se arrepintió, le abrió nuevas avenidas en su amor. En el
ciclo de pecado-dolor-arrepentimiento-bendición, Dios continuó
amando al hombre.
En su amor, Dios levantó a hombres que hablaron en su nombre,
verdaderos voceros suyos, que le recordaron al pueblo Sus
palabras, y lo llamaron al arrepentimiento porque Dios les amó.
Dios amó al hombre en “los años de silencio”, aquellos años en que
no se oyó la voz de Dios a través de sus profetas y enviados. Dios
calló, pero los amó.
Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se
gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se
regocijará sobre ti con cánticos. Sofonías 3:17
Dios amó al hombre, cuando a través de sus ángeles, le anunció en
las afueras de Belén de Judea: “que os ha nacido hoy, en la ciudad
de David, un Salvador que es Cristo el Señor”.
El Dios hecho carne, Jesucristo, amó a un joven que se le acercó
preguntándole sobre la vida eterna...
Entonces Jesús, mirándole, le amo, y le dijo: Una cosa
te falta: Anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme,
tomando tu cruz. Marcos 10.21
Y aunque aquel joven, rico y respetado, se fue sin recibir lo que Él le
ofrecía, Jesús le amó.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 18
Y, Jesús el logos de Dios, continuó amando al hombre aun cuando
este le llevó a la Cruz del Calvario, después de gritar, “¡crucifícale!”,
y le clavó en ella, con grandes clavos, en sus pies y en sus manos.
Colgando en aquella cruz, Jesús le perdonó y le pidió a su Padre que
no le tomara en cuenta ese gran pecado, por amor.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen. Lucas 23.34
Y por amor, Jesús perdonó a aquel a quien la tradición ha dado por
llamar “el buen ladrón”, quien, a la hora once, pidió que le
recordara cuando viniese en su gloria. Y Jesús le escuchó y le
perdonó, por amor. Y le dio dulces palabras de consuelo y aliento.
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy
estarás conmigo en el paraíso. Lucas 23.43
¡Qué despliegue de amor el de Dios! Aquel pobre guiñapo humano
estaba listo para caer en las llamas ardientes del infierno, por un
justo castigo por sus pecados, y ahora, Jesús lo levanta y lo
acompaña al cielo, por amor.
¡Cómo entender el amor de Dios!
Imposible, dirá usted conmigo.
¡Cuán glorioso es el amor de Dios! Todo el amor que usted y yo
podamos vivir y demostrar palidece ante esa gloria.
Pero, ese es el amor que Dios derrama sobre usted y sobre, mí para
mostrar su gloria.
Ni usted ni yo tenemos que inventar o crear nada. Ese amor ya ha
sido inventado, creado, y está listo para ser vivido.

B. EL VIVIR EN AM OR NO ES UNA OPCIÓN . ES


UNA ORDEN
Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se
entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio
a Dios en olor fragante. Efesios 5.2
¿Se da usted cuenta? El amor que se nos manda a vivir no es el
amor “humano”, imperfecto, pobre, cambiante, pusilánime, etc. ¡No!
Es el verdadero amor de Dios.
Cuando en nuestra cultura se habla de amor, de lo que se habla es
de emoción y sentimientos, pero en la Biblia, Dios nos habla de
acción y entrega.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 19
Si el amor fuese solamente una emoción o un sentimiento, no se
nos podría ordenar amar, porque nadie puede experimentar lo que
no siente.
Amor, o mejor dicho, amar, es un verbo, y los verbos indican acción.
Cuando Dios dice que debemos amar, lo dice en serio.
Dios dice que la característica principal de alguien que cree en Él es
que ama.
Y en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si
tuviereis amor los unos con los otros. Juan 13.35
Es decir, Dios no espera que usted sea reconocido por su
compromiso cristiano (aunque eso es muy importante), ni por su
conocimiento bíblico (lo cual es demasiado importante), ni aun por
su vida de oración (lo cual es necesario e importante), pero sí por
su amor.

Y ese amor tiene que comenzar en nuestra casa. Yo recuerdo que


mi padre tenía un dicho: “ojalá no sean ustedes claridad en la calle
y oscuridad en la casa”.
Él nos prevenía acerca de ser muy amorosos y considerados con
otros en la calle, y luego amargos y desconsiderados con los
propios de la casa.
Sí, algunas veces parece más fácil amar a los de afuera que a los de
adentro.
A veces se nos hace más fácil encontrar a alguien a quien amar y
servir fuera de nuestros propios hogares, que dentro de ellos.
Afuera, la gente nos parece más considerada porque no tienen un
compromiso con nosotros.
El verdadero amor que demuestra la gloria de Dios, “soporta el uso
y aguanta el abuso”.
No significa este dicho que en alguna forma aprobemos el abuso,
¡no, y no!
Pero, el amor para la gloria de Dios es aquel amor que está
dispuesto a sufrir, si fuere necesario, para mostrar así lo grande, lo
sublime y lo profundo del amor de Dios.
Dios ha sufrido mucho, hablando en términos humanos, por causa
del hombre.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 20
Piense en el terrible sufrimiento del Padre, cuando su santo Hijo
sufría y moría como un malhechor en la Cruz del Calvario, al ser
cargado con los pecados del hombre.
Piense en el dolor del Padre cuando escuchó la voz de su Hijo
diciéndole: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.
Piénselo. Pero el amor de Dios es inquebrantable.
Cuando un esposo se entrega a amar a su esposa, demuestra ese
amor.
Cuando un cónyuge está dispuesto a sufrir algún agravio, muestra
ese amor.
Cuando usted permanece casado fiel a sus votos, “en todo lo que la
vida da, y en todo lo que quita”, muestra ese amor.

Cuando padece la enfermedad del ser amado y sufre con ella o con
él la gran prueba de la pérdida de la salud física o mental, muestra
ese amor.
El amor que demuestra la gloria de Dios, ama “a pesar de”.
La Biblia dice que el amor de Dios permanece fiel aun si nosotros
somos infieles.
Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede
negarse a sí mismo. 2 Timoteo 2.13
Ese es el amor que se nos ordena vivir a fin de que Dios y su gloria
sean vistos sobre nosotros.
El problema del corazón humano es que es muy voluble.
Antes de casarme con mi esposa, yo estuve enamorado varias
veces. Pero, cada vez que pensaba que “el nudo” comenzaba a
apretar, huía.
Yo estaba enamorado, pero no listo para hacer un compromiso por
toda la vida.
El verdadero amor requiere y necesita un compromiso de vida.
Tal vez en el pasado usted creyó estar envuelto en un “amor
eterno” que el tiempo se encargó de borrar.
Dios no es así. Dios nos amó ayer, nos ama hoy, y nos amará
mañana.
Dios nos amará exactamente igual por la eternidad; exactamente
igual.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 21
Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de
hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará?
Habló, ¿y no lo ejecutará? Números 23.19
Morelia y yo nos casamos un día muy caluroso, en el verano de
1975, en Queens, Nueva York (acabo de sacarme el anillo ¡para
comprobar la fecha!).
Algunas veces digo, otra vez, en broma, que yo no recuerdo bien lo
que hice o dije entonces. Pero una cosa es verdad, yo salí de aquella
iglesia ¡con un anillo en mi dedo y una mujer a mi lado! Y algo he
debido de decirle, porque desde entonces, más de cuarenta años
después, ¡no se me despega del lado!
Han pasado muchos años, pero el amor no se ha marchitado. ¡El
amor de Dios no se marchita jamás! Nosotros sí, y a veces nuestro
amor también.
Morelia viene de una familia grande (seis otras mujeres ¡y un pobre
varón!). En las reuniones familiares todas hablaban a un mismo
tiempo, y yo movía la cabeza para uno y otro lado (como en un
partido de tenis) sin entender demasiado de nada. ¡Parecían una
manada de pericos bajo una mata de mango!
Morelia dejó a su familia, a su ciudad, y al país ¡para casarse
conmigo!
Después de casarnos yo salía muy temprano a trabajar y luego me
pasaba al Seminario en el alto Manhattan en Nueva York. Ella se
quedaba sola buena parte del día. Yo podía ver sus lágrimas, casi a
una cuadra de distancia, cuando bajaba las gradas para tomar el
tren subterráneo de la ciudad.
Para ella fue difícil vivir el primer año de casados en aquella ciudad
donde vive tanta gente ¡que se siente sola!
Cuando yo entendí que aquello no era vida para ella, y ella así lo
expresó, decidimos regresarnos a nuestro país de origen ¡para el
asombro de propios y extraños!
El amor para la gloria de Dios “no busca lo suyo”. Yo ya había vivido
varios años en Nueva York, y, en cierta forma, ya estaba
acostumbrado a aquel estilo de vida, tal vez ni mejor ni peor que
algún otro.
Pero, Morelia no se acostumbró, y yo ni lo pensé dos veces. Si ese
no era sitio para Morelia, tampoco era sitio para mí. Punto.
Con excepción de Dios, Morelia es más importante para mí que una
ciudad, o la gente, o el trabajo, o el ministerio, o lo que sea.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 22

C. U NA DE LAS M ÁS GRANDES HISTORIAS DE


A M OR
Una de las más grandes historias de amor que se ha escrito (a más
de la historia de nuestro Señor Jesucristo y su amor redentor hacia
nosotros) está en la Biblia.
Dios le dijo al profeta Oseas que buscara para casarse ¡a una mujer
adúltera! Y él la buscó y encontró a Gomer, la hija de Diblaim.
(Oseas 1 ).
Como era de esperarse, la mujer fornicaria se fue tras sus amantes
después de darle tres hijos al profeta.
Pero, ¿Qué hacer con una mujer adúltera?
El repudio, el divorcio, el echarle en cara su pecado sería la única y
mejor solución, ¿no?
Pero, ¿Es así el amor de Dios?
Yo he entendido una cosa, Primera a los Corintios, capítulo trece, y
todos los otros capítulos y versículos que hablan de amor,
describen, por encima de todo, el amor de Dios.
Dios no nos pide algo que Él mismo no haga. Nada.
Antes que Dios le pida al profeta que compre de vuelta a su mujer
adúltera (porque, de alguna manera, esta mujer se encontró en el
mercado de esclavos siendo vendida al mejor postor), Dios declara
el propósito original del asunto: mostrarle a Israel su amor
incondicional.
Y estas son las razones que Dios da para casarse con su pueblo:
Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré
conmigo en justicia, juicio, benignidad y
misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y
conocerás a Jehová. Oseas 2.19, 20
Dios se casa con su pueblo para siempre, para demostrarle justicia
y juicio, bondad y misericordia, para vivir en fidelidad y para que
conozca a Dios.
Y usted y yo pensábamos que uno se casaba ¡solo para ser feliz!
Los propósitos de Dios con el matrimonio y la familia son altos y
sublimes. A través de esa relación debe mostrarse cada cosa que
Dios es, y vivir para que el otro le conozca a Él. En esa relación no
hay lugar para el egoísmo y el auto-centrismo (grandes enemigos
del matrimonio).

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 23
El amor de Dios ama a pesar de lo que la otra persona es o puede
llegar a ser.
Amar es levantar al otro, afirmarle, serle fiel, tratarle con bondad,
perdonarle, servirle, en fin, hacer todo ¡para que se sienta amado
por Dios mismo! Para que conozca a Dios y le ame y le sirva.
Cuando yo era niño vivíamos en un pequeño pueblo en el interior
del país. Allí yo tenía un amiguito, más o menos de mi misma edad.
El padre adoptivo de Omar era un francés. Mi madre me contó años
después que este hombre conoció a la madre de Omar siendo una
prostituta (o mujer de la calle, como se les llamaba entonces). Él se
casó con ella y vivió para amarla y honrarla. A mí, la madre de mi
amiguito me parecía una gran señora. Y lo era cuando yo la conocí,
porque el amor de aquel hombre levantó a aquella mujer y le dio un
puesto de honor.
- El amor honra.
- El amor para la gloria de Dios no tiene envidia, 1
Corintios 13.4.
Dios no tiene envidia. Él no envidia a nadie. Él lo tiene todo, lo
posee todo. Lo conoce todo. Él está completo en Sí mismo.
El que envidia es el Diablo. Él envidió la posición de Dios en el cielo.
Tú decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto,
junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en
el monte del testimonio me sentaré, a los lados del
norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y será
semejante al Altísimo. Isaías 14.13, 14
Como se ve en el versículo de arriba, Satanás (otro de sus nombres)
es todo envidia y mueve la gente a la envidia.
Hemos visto matrimonios fracasados por causa del espíritu de
envidia que genera una competencia malsana.
Este problema se agudiza si existe un desnivel en el matrimonio.
Supongamos que él tiene más educación que ella, o vice-versa.
Ella envidia su conocimiento, a veces, aun lo resiente. Tal vez
piensa: “Él sabe mucho y yo nada. Pero, un día de estos eso va a
cambiar. Ya veré como le hago, pero no me quedaré atrás”.
El problema se hace peor si él la rebaja o la humilla en privado o, lo
que es peor, en público.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 24

D. EL RESENTIM IENTO PUEDE ECHAR RAÍCES


PROFUNDAS Y DURADERAS
Hace algunos años, los asistentes a uno de los congresos
internacionales, escuchamos un testimonio que nos dejó pasmados.
La esposa del Hermano Pablo, quien fue uno de los más
reconocidos y elocuentes comunicadores cristianos, confesó que
estuvo a punto de divorciarse de él por las razones de las que
estamos hablando. Él la despreciaba y rebajaba en público y en
privado, y ella crecía en su determinación de romper con aquel
matrimonio. Justo el día que ella había señalado para dejar su casa,
se cayó y se fracturó un pie. A ella no le quedó más remedio que
esperar recuperarse para largarse del hogar. Justo en esos días,
Dios, en su gran misericordia, cambió el corazón de aquel hombre
para que reconociera su gran error y enmendara sus caminos. Lo
que pudo haber sido una gran tragedia y un gran escándalo, se
convirtió en motivo de alabanza, testimonio y gratitud al Señor.
Algunas mujeres resienten “la libertad” de los hombres, estos
tienen o parecen tener menos cosas que temer, tal parece que no
tienen que apegarse a ciertos patrones. Van y vienen. Ellas, por otro
lado, están “amarradas” a su casa, a los convencionalismos, “al qué
dirán”, etc.
Hay algunos hombres que complican las cosas hablando de “su
carro”, “sus cosas”, “sus amigos”, etc. Tal parece que algunos
hombres se las arreglan para tener más cosas que sus esposas.
El amor para la gloria de Dios reconoce que “ya no somos más dos,
sino uno”. El esposo complementa a la esposa y vice-versa.
La honra del esposo debe ser la honra de la esposa y vice-versa.
Ya no más, estas son “mis cosas” y aquellas “tus cosas”. Ahora son
“nuestras cosas” y las usamos para el adelanto de ambos y para la
gloria de Dios.
Tal parece que la expresión clave es vice-versa, o como expresa el
término bíblico, “el uno al otro” o “los unos a los otros”.
Una idea o concepto claro que viene a complementar lo dicho hasta
aquí, es el hecho que Cristo se presenta como la cabeza de la Iglesia,
y por ese hecho, la cuida, la protege y la nutre.
Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino
que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la
iglesia. Efesios 5.29

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 25
Fíjese en la expresión “su propia carne”. El cónyuge no es una
“carne extraña”. Es la otra parte de mí mismo. O como lo dicen
elegantemente y apropiadamente en el idioma inglés: “mi mejor
mitad”.
Y es que ya no somos más dos. Hay una sola cabeza y un solo
cuerpo, pero ambos hacen una sola unidad. Ni la cabeza es algo sin
el cuerpo, ni el cuerpo es algo sin la cabeza (el caso de Cristo es
único porque Él es auto-suficiente en Sí mismo).
La cabeza dirige al cuerpo, pero el cuerpo sostiene la cabeza y
ambos trabajan para el bien total.

E. EL AM OR ABRAZA Y SE FUNDE CON LA OTRA


PERSONA
Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor;
porque el amor cubrirá multitud de pecados. 1 Pedro
4.8
De acuerdo al contexto, el Apóstol Pedro no está hablando aquí de
esos pecados “mayores” que se establecen en la vida y pueden
destruirla, pero de esos pecados que algunas veces consideramos
“menores”, pero que pueden romper la estabilidad y la paz en
nuestras relaciones interpersonales.
Esos pecados “menores” a veces los llamamos “faltas”; tales como
la impuntualidad, la falta de ser agradecidos o agradecer los
favores recibidos, la falta de tener palabras de ánimo o de consuelo
para el otro, la falta de ser comedido al hablar del otro, la falta de
paciencia, la falta de comunicación, la falta de cooperación, la falta
de perdón, etc.
El verdadero amor que trae gloria a Dios cubre una “multitud” de
esos pecados, de esas “faltas”. Yo supongo que el Apóstol, dirigido
por el Espíritu Santo, no usó ligeramente la palabra “multitud”,
porque realmente todos somos culpables de ofender en “multitud”
de ocasiones y oportunidades. Y lo hacemos, y luego nos sentimos
culpables y necesitamos perdón y amor que nos cubra.
Gracias a Dios por modelar delante de nosotros Su Amor que cubre
nuestra multitud de pecados, de faltas, de imperfecciones, de
pecados de acción y de omisión. Porque si Dios tomara en cuenta,
aunque fuese algunos de esos pecados no podríamos estar de pie
delante de Él.
El amor de Jesucristo ha cubierto multitud de nuestros pecados y
sigue cubriéndolos. El amor de Cristo no nos expone ni al ridículo,
ni a la vergüenza, ni a la culpa.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 26
Rebajar al otro es rebajarnos a nosotros mismos. Cuando amamos
para la gloria de Dios no estamos buscando las debilidades del otro
para resaltar nuestras propias fortalezas o para derribarle.
Las debilidades del otro son nuestras, y también sus fortalezas.
Durante años, Morelia ha tenido que batallar con mis debilidades.
Ella es altamente organizada. Yo trato de imitarla en organización…
¡pero siempre me quedo corto!
Sin embargo, ella nunca me echa en cara esa debilidad, y yo me
siento realizado y contento.
Eso sí, trato de mejorar mi desorden. Trato, por amor a ella, de
hacerlo mejor, de planear mejor, de adelantarme a las necesidades.
Pero, aunque fallo muchas veces, el amor de mi esposa me levanta,
me afirma, me da ánimo para seguir adelante. Realmente trato de
superar esa debilidad mía, y ser cada día un mejor esposo.
Por supuesto, no tengo solo debilidades, ¡gracias a Dios!, también
tengo mis fortalezas, las cuales mi esposa puede señalar muy bien,
y que yo las enumeraría aquí si me acordara de ellas…o si las
tuviese anotadas en algún papelito…
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y
cumplid así la ley de Cristo. Gálatas 6.2
Este versículo dice que hay algunos llevando “cargas” y sintiéndose
menoscabados en su dignidad, porque saben que tienen más faltas
que virtudes, o que no acaban de llegar al límite de sus ideales.
Dios siempre está trabajando en la vida de nosotros y
levantándonos por encima de nuestras limitaciones humanas o
personales. Cuando nosotros nos sobrellevamos los unos a los
otros, nos unimos al equipo del Señor y usamos nuestras palabras y
nuestro amor para levantar al otro y ayudarlo a sentir el apoyo y el
valor que Dios le da como parte de Su familia.
Hay tantas cosas que pudiéramos decir del amor, pero si me
permiten, voy a resaltar algo más del esquema de 1ª. Corintios
13 versículo 5 .
(El amor…) no hace nada indebido, no busca lo suyo, no
se irrita, no guarda rencor.
No hay cosa más peligrosa en un matrimonio que una raíz de
amargura, que puede haber quedado como resultado de un enojo o
de un ataque de ira del que nunca nos repusimos.
Aun las espinas más chiquitas pueden hacer daño si no tenemos
cuidado.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 27
A mí me encanta el pescado, pero detesto esos que tienen cantidad
de espinas chiquitas. Hay que tener mucho cuidado con ellas, y no
disfruto tanto la comida pensando que si una se me escapa y se me
aloja en la garganta, voy a sufrir.
Salomón, el hombre más sabio que ha existido, y que para bien o
para mal tuvo mucha experiencia con diversas relaciones, lo dijo de
esta manera:
Cazadnos las pequeñas zorras, las zorras pequeñas,
que echan a perder las viñas. Cantares 2.15
No son los grandes problemas los que necesariamente echan a
perder los matrimonios y las familias, son las pequeñas cosas que
se acumulan y llegan a ¡parecer grandes fantasmas!
Hace tiempo atrás, leí acerca del hijo de un misionero, e hijo de
misioneros, que se casó con una linda chica.
Este joven misionero había sido enseñado a vivir muy frugalmente.
La familia había vivido en Asia con mucha escasez y en tiempos de
guerra. Hasta el tubo de pasta dental debía ser apretado en tal
forma que saliese de él hasta la última gota y quedase bien
planchado.
El día después de la noche de bodas, para su desmayo, entró al
cuarto de baño y encontró el tubo de pasta apretado ¡de forma
“grotesca”!
Su corazón dio un salto, las venas del cuello le crecieron y se fue
directamente al cuarto donde su bella y fresca esposa estaba
peinando su hermosa cabellera.
Temblando de ira, le dijo enojado: “mi amor, te quiero mucho, pero,
¡no vuelvas a hacer esto nunca más! Su esposa no sabía de que se
trataba todo el asunto, pero él sostenía en su mano ¡el cuerpo del
delito!: el tubo de pasta desfigurado.
Con lágrimas, ella le prometió nunca más hacerlo. Pero, él le dice,
para hacer la historia corta, que ya han pasado varios años desde el
aquel fatídico día.
Ahora, su hijito de catorce años entra en el baño y apreta el tubo de
pasta “grotescamente”. La niña de doce, entra en el baño y apreta el
tubo “grotescamente”.
Entra la esposa y madre de los niños…y apreta el tubo de pasta
“grotescamente”.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 28
Y luego, entro yo…y apreto el tubo de pasta ¡“grotescamente”!
Porque, dice él, no voy a permitir que un tubo de pasta dental
arruine mi matrimonio y mi familia.
Por lo menos esa historia tiene un final feliz, pero hemos escuchado
docenas de otras que no han acabado bien. Una pequeña ira se
convirtió en una gran raíz de amargura que contaminó a todos los
involucrados y causó un profundo cisma imposible de reparar.
Lo cierto es que en una relación tan personal e íntima como es el
matrimonio, las posibilidades de herir al otro son casi infinitas.
Podemos herir con nuestras actitudes, con nuestras palabras, con
nuestros silencios (sí, estos pueden ser usados como un arma), con
nuestro lenguaje corporal, con nuestra indiferencia, etc.

F. EL M ODELO PERFECTO DE A M OR ,
J ESUCRISTO
Nuestro modelo de amor es Jesucristo. Él es el modelo perfecto. Él
es nuestro ideal. Se nos ordena imitarlo.
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Efesios 5.1
Jesucristo es el original. La obra maestra. Él espera que lo
imitemos. ¿Imposible?
En nuestra fuerza es absolutamente imposible.
¡Con Dios todo es posible!
Pero, queramos o no, los hijos siempre imitan a sus padres, por lo
menos, en algunas cosas. Imitan la forma de hablar, de comer, de
caminar, de reír, etc.
Morelia piensa que yo soy muy parecido a mi madre en muchas
cosas (¡hasta el grado de asustarse!)
Mi madre fue una mujer muy especial. Su sentido del humor, su
vena poética, su facilidad para hacer amigos, su manera tan franca
de hablar, etc.
Yo, conscientemente nunca busco imitar a quien fue mi madre…eso
me sale espontáneamente… ¡y me asusta a mí también! En alguna
forma, yo soy una prolongación de mi madre.
Y no solo yo, sino también algunos de mis hermanos, ¡y de nuestros
hijos!

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 29
Hace algunos años, Morelia y yo fuimos hasta la ciudad de Nueva
York a visitar a mi hermano Abdiel, (uno de mis hermanos)
menores.
Tratábamos de encontrarlo en el congestionado aeropuerto de La
Guardia. No aparecía por ningún lado, o por lo menos, no podíamos
verlo entre la multitud.
De repente, Morelia dijo: “Allí va Abdiel”, pero yo no veía a nadie
conocido. Hasta que ella dijo: “bueno, no le vi sino la espalda, ¡pero
caminaba como caminaba tu mamá!” Y efectivamente, él era.
Nosotros, usted y yo, venimos de la mano de Dios, nos parecemos a
Él, y como hijos amados buscamos imitarle en todo, o deberíamos
hacerlo.
El apóstol Pedro pinta a nuestro modelo en una forma muy especial
en 1ª Pedro
Quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente. 1
Pedro 2.23
Cristo sabe lo que es recibir una maldición. Él sabe lo que es ser
vejado con palabras. El ser ridiculizado. De Él se rieron en su cara.
Y nuestro Modelo no respondió con maldición, no amenazó.
Yo sé que la tentación es responder “con cinco piedras en la mano”
si alguien no nos trata con toda la deferencia que merecemos o si
alguien nos falta el respeto.
Pero, Cristo calló a fin de que el corazón del Padre fuese visto. Su
corazón de amor y de humildad.
Él se sometió a los hombres más malvados a fin de mostrar la gloria
de Su Padre. Él vino para mostrar la gloria de Dios y,
deliberadamente escogió no dejarse controlar por su naturaleza
humana.
Y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del
Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan 1.14
Cuando Morelia y yo fuimos a ver la Pasión de Cristo, de Mel
Gibson, yo tuve una experiencia bien difícil. A medida que la cinta
avanzaba yo crecía en ofuscación y desasosiego. No podía resistir el
abuso infligido sobre mi Señor, me tapé la cara con las manos y la
puse entre mis piernas y de tanto en tanto le preguntaba: “¿Y ya
pasó lo peor?” (Aquí tengo que decir que Morelia tiene más
entereza que yo para las escenas fuertes de la vida y de las
películas).
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 30
Nuestro Señor realmente sufrió por amor a nosotros, y “por su
llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53.5).
Jesucristo amó como Dios ama. Y usted y yo estamos llamados a
hacer lo mismo, a fin de que la gloria de Dios sea vista sobre
nosotros y sobre nuestros hijos.
Aparezca en tus siervos tu obra, y tu gloria sobre sus
hijos. Salmo 90.16
En este Salmo de Moisés, él presenta una petición ante Dios: Que Su
obra aparezca en Sus siervos.
Esto es otra manera de decir que lo que Dios está haciendo en Sus
hijos sea manifiesto a todos. Que las virtudes y los atributos
transferibles de Dios sean exhibidos libremente en Sus redimidos.
Nuestro mundo está demasiado lleno de insultos, de malas
palabras, de actitudes soberbias, de rudeza, de malos tratos, de
verdadero abuso; es tiempo, es hora de que Dios sea visto sobre los
que verdaderamente le aman y le siguen.
Es hora de levantar la bandera del amor en nuestros hogares, en
nuestras comunidades, en nuestros vecindarios, en nuestras
ciudades y en nuestro país.
Los hijos de Dios estamos llamados a modelar ante el mundo esa
transformación maravillosa que el Espíritu de Dios ha hecho en
nuestras vidas. Nuestros hogares deben ser modelos ante el mundo
de amor, misericordia, paciencia, bondad, humildad, perdón, etc. La
gente que nos rodea debe ser capaz de percibir que somos
diferentes, y que hay esperanza para todos porque Dios ha hecho y
está haciendo en nuestras familias algo que todos necesitan.
Es necesario que aparezca la obra de Dios en nuestros hogares de
manera tangible, concreta, que sea vista y oída de tal forma que los
que se acerquen a nuestra casa, a nuestra familia, sientan que algo
diferente y maravilloso está ocurriendo delante de sus ojos.
Dios mío, mi petición hoy es que en este hogar donde vivimos tus
hijos, tu amor se derrame, que inunde cada rincón, que calme las
ansiedades, que perdone nuestros pecados, que toque los
corazones de todos para que podamos vivir ¡para tu gloria!
Esta obra de Dios, esta gloria de Dios, debe verse, según pide
Moisés en el Salmo, sobre nuestros hijos, porque ellos se prolongan
ante el mundo y lo tocan, en la misma forma en que ellos han sido
tocados.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 31
Si nuestros hijos son tocados por el Amor de Dios, ellos irán por
este mundo sembrando esa semilla e infundiendo en otros la
esperanza de que se puede tener familia para Dios.
Pablo y Silas, después de que fueron milagrosamente liberados por
un potente terremoto en la cárcel de Filipos, dieron este consejo
especial al carcelero que casi se quita la vida:
Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
Hechos 16.31
Cuando el padre o la madre, o mejor aún, cuando ambos buscan y
piden la Presencia de Dios en sus vidas, su casa se ve afectada por
la fuerza de esa decisión. Cuando usted invoca la Presencia de Dios,
cuando usted le busca para que Él entre en su vida, le transforme, y
le haga una nueva criatura, esa decisión moldeará cada rincón de
su vida y de su hogar.
Sus hijos serán afectados por su vida y testimonio para bien. La
obra de Dios en usted se derramará sobre la vida de sus hijos, y
será una realidad la oración de Moisés: Se verá la Gloria de Dios
sobre sus hijos.
Ahora bien, aunque yo no puedo garantizarle que Dios
transformará también la vida de sus hijos, porque ellos tendrán que
hacer su decisión personal, puedo asegurarle que serán afectados
para bendición, y ojalá para salvación.
La petición es que Dios muestre Su Gloria sobre nuestros hijos, y
creemos que Dios quiere hacerlo.
Franklin Graham, el hijo del famoso evangelista Billy Graham, fue
tocado de manera poderosa por el testimonio y oración de su padre
y especialmente de su madre. Dios le tocó y le salvó para un
ministerio que ahora bendice a millones de personas alrededor del
mundo. Dios está mostrando Su Gloria sobre la vida de los hijos de
ese matrimonio. Y Él puede hacer lo mismo en la vida de nuestros
hijos.
Dios puede usar Su Amor de manera muy poderosa en nuestras
vidas y en la vida de los miembros de nuestra familia.
No podemos dejar de orar entonces por los miembros de nuestra
familia, los que están lejos y los que están cerca, a fin de que el
Señor tenga misericordia de cada uno de ellos y los acerque por la
fuerza de Su Amor y de Su Gracia.
Yo le sugiero fuertemente que aparte un momento cada día para
orar por su cónyuge, por sus hijos, por sus nietos (si los tiene) y
por sus nueras y yernos (si los tiene).

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 32
Pídale a Dios que les de sabiduría, que los rodee con Su Gracia, que
los proteja, y que abra sus corazones a Su Verdad.
En los otros capítulos vamos a hablar un poco más de esto, baste
aquí decir de que Dios está más interesado en su familia que usted
mismo, y que Él quiere recordarle traer los seres que ama delante
de Él.
Que sobre nosotros, al imitar su Amor, sea vista su Gloria.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 33

Capítulo 2: LA GLORIA DEL PERDÓN


Uno de los más grandes temas en toda la Biblia, es el tema del
Perdón. De hecho, no hay Evangelio sin perdón. No hay salvación
sin perdón. No hay libertad sin perdón.
Sentirse y saberse perdonado es altamente necesario. Si no
sabemos que hemos sido perdonados, viviremos escondiéndonos,
temerosos, nos sentiremos condenados y perderemos todo tipo de
confianza.
La falta del perdón causa temor en el corazón del que no lo ha
recibido.
Muchas relaciones afectivas y familiares han naufragado por la falta
del perdón.
La Biblia dice que todos necesitamos ser perdonados porque todos
hemos fallado ante Dios y ante los hombres en uno u otro
momento.
Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.
Romanos 3.23
Hay algunos por allí que han sido heridos, golpeados, y llevan en su
mente y en su corazón una ponzoña, malas memorias, que parece
que le impiden perdonar.
Hay otros que van de fracaso en fracaso por la falta de haber
concedido o recibido el perdón.
Todos somos culpables de haber ofendido a Dios, aunque hay
algunos que quieren olvidar u obviar ese hecho.
Dios ha sido ofendido muchas veces por nuestro pecado, nuestra
rebeldía, por la dureza de nuestro corazón, por nuestra falta de
perdón; y sin embargo, ¡Él nos ha perdonado una y otra vez! Y Él
espera que nosotros hagamos lo mismo. Yo insisto en que Dios no
nos pide a usted ni a mí algo que Él ya no haya hecho y continúe
haciendo.
Hay algunos que han sido abusados física o sexualmente, o
emocionalmente, o moralmente, o quizás espiritualmente, y ellos
guardan en lo recóndito de su ser esas heridas que no han sido
confesadas y que les llevan a vivir vidas amargadas, cargadas,
confundidas.Hay otros que no han podido perdonar a su padre o a
su madre por algún abuso real o imaginado que han recibido de
ellos. Algunos otros no pueden perdonar a su hijo o a su hija que le
ofendió al no seguir su consejo o al apartarse de la moral y las
buenas costumbres de la familia.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 34

A. P ERO , D IOS ES UN D IOS DE PERDÓN


Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento esa
virtud, esa cualidad de la persona de nuestro Dios está enfatizada.
En Nehemías , Esdras asegura que, aunque sus antepasados
fueron rebeldes, soberbios y duros de cerviz, Dios siempre les
perdonó en su misericordia.
No quisieron oír, ni se acordaron de las maravillas
que habías hecho con ellos; antes endurecieron su
cerviz, y en su rebelión pensaron poner caudillo para
volverse a su servidumbre. Pero tú eres Dios que
perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y
grande en misericordia, porque no los abandonaste.
Nehemías 9.17
Nuevamente, ni usted ni yo tenemos que inventar nada, lo que
tenemos que hacer es vivir en el perdón que Dios ha modelado
frente a nosotros.
La gloria del perdón brilla ¡como una joya engastada en oro de 24
quilates! Es hermosísimo ese perdón.
El Salmista en el Salmo 103.3 asegura que Dios perdona todas
nuestras iniquidades.
Él es quien perdona todas tus iniquidades. El que
sana todas tus dolencias, Salmos 103.3
Entienda una cosa, si Dios no fuese un Dios de perdón, ni usted ni
yo tendríamos el más ligero chance en esta vida o en la venidera.
¡Sería imposible nuestra redención!, nuestra salvación.
Ahora, como seres emocionales que somos, luchamos contra esas
emociones que a veces nos traicionan. A veces, no nos sentimos
perdonados, por eso la Biblia nos lo recuerda una y otra vez.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad. 1 Juan 1.9
El perdón anula los efectos de la condenación.
El Perdón de Dios es absoluto y perfecto, porque solo así puede
contrarrestar nuestro profundo e infinito pecado.
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si
vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 35
serán emblanquecidos; si fueren rojos como el
carmesí, vendrán a ser como blanca lana, Isaías 1.18
En el Evangelio según San Juan capítulo 4 está uno de los cuadros
de amor, compasión y perdón más emocionantes de las Escrituras.
El texto nos dice que fue traída ante Jesús una mujer que había sido
encontrada en el acto mismo del adulterio. La mujer venía
avergonzada, cabizbaja y derrotada. La muchedumbre venía
enfurecida, obcecada y decidida a ajusticiar a la desvergonzada
mujer. Y fue llevada al Señor para que corroborara la sentencia que
ellos ya habían dado: ¡culpable!
Pero, mientras ellos aullaban por justicia, el Señor escribía algo en
tierra. Finalmente él levantó la cabeza y dijo algo que dejó atónitos
a todos ellos: “El que esté sin pecado que arroje sobre ella la
primera piedra”. Sencillo, ¿no? La Biblia dice que todos ellos, viejos
y jóvenes, empezaron a sentirse redargüidos por sus propios
pecados. ¿Porque quién es aquel que no ha pecado? Uno tras otro
fueron dejando la escena y solo quedó la mujer aterrorizada frente
a Jesús. Aquí está Alguien que si la puede acusar con toda razón.
Las palabras del Señor, sin embargo, son palabras de una dulzura y
compasión incomprensible:
Ni yo mismo te condeno. Vete y no peques más. Juan
8.11.
Esa era una mujer pecadora. Sus pecados la habían llevado al punto
de poder ser apedreada y todavía Jesús ¡la perdona! Los pecados de
aquella mujer iban a llevar a Jesús a la Cruz del Calvario, pero a
pesar de eso, ¡Él la perdona!
El perdón del Señor es ¡inexplicable y grandioso! Es tan profundo
que no podemos vislumbrar su fondo. Alcanza a todos los que se
allegan a Él: Los trabajados y cargados, los desahuciados por sus
pecados, los abatidos, los angustiados. Si nos acercamos a Él
arrepentidos, Él nos levantará y cubrirá nuestros pecados con Su
sangre, Su Amor y Su Justicia.
El rey David, conocido también como el Salmista David, fue un
hombre cuyas pasiones algunas veces le llevaros a situaciones de
pecado y compromiso; con todo, él es también conocido como “un
hombre de acuerdo al corazón de Dios”. ¿Qué hizo la diferencia en
la vida de ese hombre? Sin duda, su pasión por Dios y su deseo de
vivir en la misericordia y el perdón de Dios.
David fracasó estrepitosamente en su vida moral en el caso de la
mujer de Urías, el Heteo. David la codició, la tomó por mujer, la
embarazó y trató de tapar su pecado y finalmente mandó a matar a

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 36
Urías para tener campo libre con su mujer. No estoy seguro de que
usted ni yo pudiésemos pasar por alto todos esos pecados, pero
¡Dios lo hizo! Él restauró la vida de David delante de Él y le dio un
ministerio maravilloso de alabanza y de adoración. Y aunque las
consecuencias del pecado fueron reales en su vida, Dios le redimió
y le perdonó hasta el punto de no cancelar promesas gloriosas en
su vida, en sus descendientes, y en la vida de Su pueblo.
Sin perdón no puede haber una relación de transparencia y libertad
del uno para con el otro.
En el matrimonio, en el hogar, no puede haber sanidad sin perdón.
Yo creo que algunas de las expresiones que no deben faltar en
ningún matrimonio o familia son: perdóname, me equivoqué, fallé
otra vez, ¿me perdonas?
Hace años atrás se escribió un libro y se hizo una película sobre él
llamada “Love Story” o Historia de Amor. La premisa de aquel
libro era que “amor significa no tener que pedir perdón”.
Lamentablemente estaba equivocado el autor y la premisa del
libro. Amor es todo lo contrario, amor significa tener que pedir
perdón, y recibir perdón y vivir en él.
Si hay una expresión que nos toca más el corazón, es que ¡somos
perdonados! La Biblia asegura (Dios asegura) que cuando nuestros
pecados nos separaban de Él, Él, en Su infinito amor y maravillosa
misericordia envió a Su Hijo, en nuestra semejanza, para tomar
nuestro lugar en la Cruz del Calvario ¡y así pagar y perdonar
nuestros pecados!
Ni usted ni yo necesitamos que nadie nos diga que somos
pecadores, ¡eso ya lo sabemos! Nuestra naturaleza humana a diario
nos recuerda que no llegamos al ideal de Dios. O nos acogemos al
perdón de Dios o ¡estamos perdidos!
Aún la oración que tanto oramos y que tanto nos retrata en lo que
somos nos recuerda que necesitamos urgente y abrumadoramente
el perdón de Dios.
La oración del Padre Nuestro, dice:
Y perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores. Mateo
6.12
En este versículo Dios nos pone a nosotros como ejemplo de gente
que sabe perdonar a otros. No sé si a usted, pero a mí esto me
suena un poco irreal. Dios debe saber que perdonar no es fácil para
nadie. Menos para gente como nosotros que sabemos ofender con

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 37
facilidad y sabemos recordar las ofensas que recibimos y las veces
que hemos sido heridos, ofendidos y humillados.
Pero, Dios insiste una y otra vez que debemos perdonar. De hecho,
que después de terminar el Padre Nuestro el único tema al que Dios
regresa es al tema del perdón:
Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas,
tampoco vuestro Padre celestial perdonará vuestras
ofensas” Mateo 6.15

B. D IOS NOS ENSEÑA A PERDONAR


Al releer las páginas del Antiguo Testamento nos asombra la
cantidad de veces que Dios perdonó al pueblo de Israel. Tuvo
suerte ese pueblo que nosotros no estábamos a cargo de los juicios
de Dios, porque ¡no se hubiese salvado nadie!
Cada vez que el pueblo pedía perdón, ¡Dios lo perdonaba! Y
después de ser perdonados, ellos nuevamente se apartaban de Dios
y transgredían Sus leyes. Dios sabía que eso iba a ser así, y a pesar
de eso, los perdonaba. Está en la naturaleza de Dios el ser un Dios
de perdón. Él sabe perdonar a los que se acercan a Él sinceramente
arrepentidos.
Tal vez usted recuerda la historia de Jonás, el profeta insensato.
Dios envió al profeta la primera vez a Nínive a pregonar un juicio
severo; la destrucción de esa ciudad pagana. Nínive representaba el
epítome de toda la crueldad del imperio Asirio. Era una ciudad de
excesos, de violencia y de pecado, y Dios mandó a Su profeta a
proclamar allí Su juicio.
Jonás hizo lo posible y lo imposible para no cumplir el encargo de
Dios, y hasta en su desvarío fue a parar en el vientre de un gran pez
que Dios preparó y envió, el cual se tragó a Jonás y después de tres
días lo arrojó en tierra seca.

Jonás no quería ir a Nínive porque no quería ni siquiera pensar que


en alguna forma pudiese ser perdonada esa ciudad y sus
habitantes.
Dios envió a Jonás por segunda vez a Nínive y este fue con mucho
titubeo y aflicción de espíritu a pregonar allí el juicio de Dios. ¡Y lo
imposible ocurrió! Del mayor hasta el menor, del rey hasta el más
humilde siervo se arrepintieron y se cubrieron con saco y ceniza y
clamaron a Dios ¡y Dios los escuchó y los perdonó!

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 38
Este hecho apesadumbró y enojó el corazón de Jonás quien dijo a
Dios (versión parafraseada por mí): “Yo sabía que esto iba a
resultar así, por eso no quería venir. Porque yo sé que tú eres un
Dios que perdona y tiene compasión de la gente. Yo temía que esto
iba a pasar y por eso me rehusaba a venir, porque ¡no quería que
fuesen perdonados!”
Jonás estuvo dispuesto a morir ¡antes que a perdonar! Y le
disgustaba en extremo saber que Dios no puede pasar por alto Su
misericordia y Su perdón cuando la gente se arrepiente y se
humilla delante de Él.
El amor involucra perdón. No importa cuánto diga usted o yo que
amamos; ese amor es vacío si no hay verdadero perdón.
Digo, verdadero, porque muchas veces decimos que hemos
perdonado pero la semilla del descontento o de la amargura se
queda debajo de la superficie y aflora con una facilidad increíble.
Algunos dicen, “te perdono, pero no lo olvido”. Imagínese si Dios
fuese así. Nos echaría en cara cada día las veces que le hemos
ofendido y nuestra relación con Él sería un tormento en vez de una
delicia.
Pero, Dios nos ha perdonado completa y totalmente, y ha echado
nuestros pecados en lo más profundo de la mar.
Escuche lo que dice el profeta Miqueas al respecto:
¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el
pecado del remanente de su heredad? No retuvo para
siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.
Él volverá a tener misericordia de nosotros;
sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo
profundo del mar todos nuestros pecados. Miqueas
7.18, 19.
Yo no sé qué diferencia hace esa declaración en su vida, pero para
mí, hace toda la diferencia del mundo. Aquellos pecados que
pudieron llevarme a vivir en la eternidad completamente separada
de Dios, ¡han sido perdonados! Y escondidos, sepultados ¡en lo más
profundo del mar! Por supuesto que eso debe ser una figura del
lenguaje, pero yo creo que significa que el Señor ¡no quiere verlos
ni recordarlos más!
Yo creo que en la eternidad Dios aun borrará de nuestras memorias
los pecados que cometimos en vida a fin de que nosotros no
estemos regresando una y otra vez al recuerdo de nuestras caídas y
fracasos y pecados de todo tipo con los que ofendimos a Dios. ¡Qué
gran tormento por la eternidad sería ese!

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 39
De hecho, ninguna de las grandes y hermosas promesas de Dios
podría hacerse efectiva en nuestras vidas aparte del perdón de
Dios.
Me encanta una calcomanía que he visto en varios lugares que dice:
No soy perfecto, solo perdonado.
El lugar por excelencia para practicar y vivir el perdón es en
nuestros hogares. Vivimos tan cerca los unos de los otros que las
oportunidades para ofender ¡se multiplican! Es casi imposible que
pase un día sin que una actitud, un gesto, una palabra (¡o más de
una!), una acción, etc., no ofenda a alguien cerca de nosotros.
Por supuesto que hay algunos que no necesitan ser agraviados para
sentirse ofendidos. Recuerdo que hace años trabajé en una oficina
de una gran empresa con un buen número de empleados. Todavía
recuerdo a un hombre joven en particular que llegaba cada mañana
con cara de rey ofendido. Si usted le saludaba se ofendía, y si usted
no le saludaba, también se ofendía. Era tan difícil trabajar con él.
Tenía que ser tratado “con guantes de seda”, pero era
prácticamente imposible que no se molestara por algo, con o sin
razón. Yo me preguntaba, ¿y cómo será posible convivir con una
persona como esta? ¿Será que si se casa alguna mujer podrá
soportarlo? Para mi sorpresa después de un tiempo comentó que
se había comprometido con una señorita que trabajaba en la misma
empresa. Yo salí de aquella empresa y un tiempo después encontré
a alguien que aun trabajaba allí y me comentó que el joven en
cuestión se había casado y también divorciado después de un corto
tiempo. Era realmente ¡una persona imposible!
Lo cierto es que todos ofendemos en una forma u otra y todos
necesitamos ser perdonados.
Mi esposa Morelia y yo todavía recordamos cuando pastoreábamos
aquella iglesia en el corazón de la gran ciudad de Chicago y una
mujer joven de la iglesia nos invitó a su casa para que tratáramos
de mediar entre ella y su esposo. Él también era creyente y
miembro de nuestra iglesia pero parecía que en aquellos días el
enemigo le había hecho enredarse con otra mujer. Esto hacía la
vida bien difícil para aquella mujer y su familia. Él no quiso
recibirnos y aun nos maltrató de palabra. Salimos de aquella casa
un poco ofendidos y descorazonados. Yo le recomendé a la
hermana que si fuese posible se separa de él por algún tiempo y
que aún pensara en una separación definitiva por la deshonra y la
humillación a la que estaba sometida. Aquel era un caso
desesperado. Todavía recuerdo la respuesta de la hermana:
“Pastor, yo estoy dispuesta a esperar en Dios, y estoy dispuesta a

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 40
perdonar a mi esposo. Yo confío en que Dios lo traerá de vuelta a Él,
a mí, y a nuestros hijos”.
No pasó mucho tiempo antes de que aquel hombre volviera en sí,
pidiera perdón a su esposa y a nosotros y restaurara su comunión
con el Señor. Y todo porque aquella esposa estuvo dispuesta a
perdonar y pasar por alto las ofensas de su esposo.
La Biblia dice que nosotros debemos perdonar de la manera que
Dios nos perdonó en Cristo.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también
perdonó a vosotros en Cristo, Efesios 4.32
Consideremos por un momento cómo Dios nos perdonó en Cristo:
• Cuándo aun éramos malos y cuándo aun lo somos,
Romanos 5.8
• Cuándo estábamos muertos en delitos y pecados, Efesios
2.1
• Cuándo éramos enemigos de Dios, Romanos 5.10
• Por completo, Miqueas 7.18, 19
• Anulando todo lo que estaba en nuestra contra,
Colosenses 2.14
Las Escrituras nos muestran un cuadro grande de perdón y lo hace
para enseñarnos a imitar a Dios en su perdón.
Ahora, entiéndase bien, no estoy diciendo que un cónyuge debe
someterse y perdonar todo reiterado abuso físico, emocional, o aun
espiritual. En esos casos recomiendo que se busque ayuda
inmediata. Vaya primeramente con su pastor o líder espiritual,
pero si no es escuchado o si su caso no se resuelve a ese nivel,
busque la ayuda de las autoridades pertinentes.

C. D IOS NOS LLAM Ó A PAZ , NO A CONTIENDA


Aún los no creyentes deben entender que el cónyuge cristiano
extenderá su paciencia, orará y confiará en el Señor, pero, no se
dejará abusar. El abuso de cualquier tipo violenta la imagen de Dios
en la cual usted y yo hemos sido creados.
Es cierto que en las Escrituras se ve que gente de Dios sufrió ciertos
abusos como el mismo Señor Jesús sufrió; pero, lo hicieron en la fe
y en la expectación de que Dios tenía un cuadro mayor para
mostrar Su gloria.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 41
El perdón, entonces, no conlleva continuar en medio del abuso
sostenido, pero, le da lugar a la actuación de Dios aun en los casos
más desesperados.
Aún recuerdo un testimonio que Morelia y yo vivimos hace unos
años atrás en Múnich, Alemania. Un domingo por la mañana aquel
esposo que llevaba a su esposa a regañadientes al culto, se quedó y
se puso los audífonos para escuchar la traducción al alemán del
mensaje (el mensaje se traducía a ese lenguaje para algunos de los
cónyuges que asistían y que no hablaban el español). Después de
escuchar el mensaje, ese hombre abrió con lágrimas su corazón al
Señor Jesucristo. Su esposa que no sabía que él se había quedado en
el servicio (ella estaba atendiendo una clase de niños), le encontró
conmovido y con lágrimas al final del servicio. Él entonces le dijo:
“Perdóname por todo el tiempo en que te he molestado para
desanimarte para venir a la iglesia. Ahora lo entiendo todo.
Perdóname”. Fue hermoso verlos abrazados a esta pareja inter-
racial, celebrando el amor y el perdón de Dios juntos. Ella luego nos
confesó que por algún tiempo había estado aguantando las
molestias en la esperanza de que un día Dios tocase el corazón de
su esposo. ¡Qué lindo que estábamos allí ese día para ver la
fidelidad de Dios! ¡Dios es Fiel!
El rey David también sufrió abusos de varios tipos. Tal vez uno de
los más difíciles de ellos a manos de su propio hijo Absalón. Este,
después de robar el corazón del pueblo se proclamó rey en Hebrón
y al padre no le quedó otro remedio que ¡salir huyendo! 2 Samuel
15.10.
Pero, el agravio iba a ser mayor cuando un hombre llamado Simei
iba a llegar al extremo de tirar polvo y piedras al rey que huía.
¡Imagínese que golpe tan bajo! Insultar y apedrear a un hombre
caído y atribulado. Porque el rey David iba llorando subiendo la
cuesta del Monte de los Olivos (2 Samuel 15.23).
Ese tal Simei no solo le arrojó polvo y piedras, sino también le
insultó y le maldijo (2 Samuel 16.6, 7). Pero, David demostró
una capacidad increíble para soportar el abuso y las maldiciones
diciendo: “Si él me maldice, es porque Jehová le ha dicho
que maldiga a David”. Esto es verdaderamente increíble, David
tenía en su mente la Soberanía de Dios en uno de los momentos
más difíciles de su reinado y de su vida. ¡Dios sabe lo que hace!
Cómo nos gustaría tener esa misma fe y esa confianza de que Dios
está detrás de todo ¡aun ante las pedradas que nos lanzan propios y
extraños!
Por cierto, que a su triunfante regreso a Jerusalén después de que
Absalón fuese muerto en la batalla, ese mismo sujeto salió a pedir
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 42
perdón y a ofrecer sus disculpas ante David y este las recibió y le
dio un perdón que no merecía. Sin embargo, Dios no pasó por alto
el irrespeto, el abuso y las maldiciones proferidas por Simei en
contra de Su ungido. Salomón, el hijo del rey David, se iba a
asegurar de que Simei viviera “con la espada de Damocles sobre su
cabeza” y cuando este traspasó la orden del rey de vivir dentro de
ciertos límites, el rey le hizo ejecutar recordándole que los planes
de Dios son fieles y eternos y que ninguna maldición prospera en la
vida de aquellos a quienes Dios ha decretado bendición.
Usted puede entonces ejercer toda la fe que Dios puede y quiere
darle al tratar en su vida con cualquier situación de abuso. Estamos
conscientes, sin embargo, que en algunos países impera una
atmósfera de mucha violencia familiar y que en razón de eso
siempre necesitamos dar una palabra de precaución.
Repito, en el caso de que usted, o alguien que usted conoce, esté
viviendo en medio de una situación de violencia familiar, consulte
cuanto antes a su pastor o líder espiritual y que el Señor le de
sabiduría en todo. Y si el pastor o el líder es el problema, consulte
con alguien más o con las autoridades pertinentes.
En nuestros hogares la palabra, perdóname, debería ser usada
con toda la frecuencia que sea necesaria. Pero, si a usted le gusta
usar más de una palabra, pues use, perdóname, y luego añada, lo
siento mucho.
Amor significa tener que pedir perdón y tener que dar y recibir
perdón. Cierto que a veces nuestra actitud no se asemeja a la Dios
porque Dios es un Dios perdonador. Y nosotros luchamos contra
nuestros mejores deseos y sentimientos. El apóstol Pablo declaró:
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago. Romanos 7.19.
Hay algunas heridas y memorias que se resisten a ser curadas. Si
usted no determina en su corazón a sobreponerse a ellas, sino le
permite a Dios sanarlas, usted puede vivir el resto de sus días atado
a ellas. Tal vez usted ya sepa que ellas pueden arruinar su vida y
hacerle vivir en verdadera amargura.
Cuando usted no perdona, usted vive atado o atada a la persona
que le hirió, o que le abusó. Su enojo, amargura e ira le irá
carcomiendo por dentro y usted sentirá que no puede olvidar ni
soltarse de su pasado.
Si su mala memoria ocurrió antes de que usted conociera y viviera
en el amor de Dios en Cristo, recuerde que la Biblia dice:

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 43
De modo que si alguno está en Cristo nueva criatura
es, las cosas viejas pasaron, y he aquí, todas son
hechas nuevas, 2 Corintios 5.17.
Cuando la Biblia dice todas, eso es lo que quiere decir, todas, sin
faltar una de ellas.
Dios sabe por lo que usted pasó. Dios vio el abuso, Él vio la ofensa,
Él conoce sus heridas del pasado, y Él dice que hacen nuevas todas
esas cosas. Crea a Dios y viva como si aquello nunca pasó. Dios
tiene el poder de cambiar su mente y sus emociones. Quiero decir,
¡la mente y las emociones suyas!
Piense conmigo nuevamente por un momento en el caso de la
mujer Samaritana de Juan capítulo 4. Esa mujer, por lo que dice la
Escritura, quizás había vivido siendo usada y abusada por los
hombres. Ella había estado en cinco diferentes relaciones con
hombres que la abandonaron o a quienes ella abandonó para no ser
más agraviada. Imagínese, ¡cinco relaciones! Imagínese la cantidad
de momentos difíciles que había pasado y las habladurías a las que
había sido sometida, al escarnio y a las burlas.
De hecho, algunos comentaristas creen que ella vino al pozo al
mediodía para no tener que encontrarse con alguien, para evitar las
malas miradas, los chismes, etc.
Pero, Jesús conocía de antemano todos esos episodios y estaba listo
y dispuesto a librarles de ellos ¡y de sus pecados! Y, así fue. Aquella
mujer salió de la presencia de Jesús creyendo que su vida sería
nueva de allí en adelante.
Vida nueva, eso es lo que Dios promete y cumple. Él no desea que
usted siga viviendo en su pasado, en sus derrotas o en sus malas
memorias. Él decreta liberación en su mente y en su corazón, y así
puede salir delante de Su presencia limpia, restaurada, perdonada.
Observe que la Mujer Samaritana después de su encuentro con
Jesús no tiene que esconderse más. Ahora, con la cara descubierta
va a decirles a todos, hombres y mujeres, ¡vengan y conozcan por
ustedes mismos a Alguien que te conoce y te perdona! Y ella
testificó con tanta convicción que muchos creyeron a través de su
poderoso testimonio.
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad
creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba
testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho .
Juan 4.39.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 44
Usted y yo, necesitamos vivir en perdón en nuestras casas, día por
día, y momento tras momento. El perdón no se puede dejar para el
fin de semana o para el culto de Cena del Señor; hay que vivir en él.
La Biblia dice:
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre
vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. Efesios 4.26, 27
Es decir, no deje que el día termine sin arreglar ese enojo que le
causó una situación, una expresión, un acto, etc., de su cónyuge. Y
extienda su perdón cuántas veces sea necesario.
Siempre he dicho que es mejor encender la luz y sacar lo que está
en su corazón, antes que pasar la noche agarrado al borde de la
cama (¡para no caernos!) con el corazón en la mano y una creciente
amargura. En la mañana esa amargura pequeña de la noche
anterior se habrá convertido en un verdadero y descomunal
monstruo con quien tendrá que lidiar por muchos días, o quizás
semanas y meses o años.
Hablen y saquen del corazón toda raíz de amargura antes de que se
convierta en árbol de desconfianza y desamor. Hablen y ataquen el
problema, no el uno al otro. La Biblia dice:

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino


contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes. Efesios 6.12.
Entonces nuestra lucha mayor, más importante, es contra los
enemigos de nuestras almas, y hay que enfrentarlos juntos. El
problema mayor no es nuestro cónyuge, sino aquel que entró en el
Jardín del Edén al comienzo de la raza humana y la familia y
sembró cizaña en el corazón de nuestros primeros padres. Cuantos
problemas vienen a nuestras vidas si no entendemos y nos
apropiamos de lo que Dios dice.
Algunas veces son los hijos quienes necesitan nuestro perdón. Los
hijos no siempre viven de acuerdo a nuestros valores, ni siguen el
consejo de Dios o los nuestros. Permítanme hacer referencia de
nuevo a aquel hijo a quien el Señor Jesús mencionó en la parábola
que conocemos como del hijo “pródigo”.
Ese hijo a quien Jesús describió en Su parábola era ingrato,
disipador, necio, amador de sí mismo, etc.
Según el relato de Lucas capítulo 15 él pidió “lo suyo” y se largó.
Por cierto, el padre no tenía que darle esa herencia antes de tiempo

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 45
pero lo hizo. Con cuánta desilusión este padre bueno ha debido
enfrentar esta dolorosa situación. Conozco a algunos padres que
todavía se avergüenzan porque un hijo, o aun peor, una hija, “les
salió mal”. Estos padres viven en la derrota de sus hijos tratando de
desconocer que ese hijo o hija hicieron su propia decisión y al final
corren con las consecuencias de sus acciones.
Peor todavía, he visto padres que se empobrecen tratando de
“tapar” el pecado del hijo o de la hija, para sacar de la cárcel a aquel
o aquella que no solo ha ofendido a la familia sino que ha pecado
contra Dios y la sociedad.
No le quite al hijo o a la hija las consecuencias de su pecado.
Permita que Dios y las autoridades le disciplinen y le castiguen y
quizás a través de sus oraciones le haga volver al redil.
Esté listo a perdonar y a recibir con los brazos abiertos a todo
aquel que arrepentido venga buscando perdón.
El padre del hijo “pródigo” no fue a buscarle, ni a tratar de
reponerle el dinero perdido, pero si le esperó con los brazos
abiertos y aunque la parábola no nos da todos los detalles
seguramente implica que oró y clamó a Dios para que el hijo
volviera en sí.
¡Cuántos buenos padres y madres tienen canas por hijos que se han
apartado de Dios y están viviendo perdidamente! Continúe orando
y pidiéndole a Dios por ese hijo que tal vez ahora está lejos. Siga
creyendo que Dios es Fiel, y que Él le responderá su debido tiempo.
¡Perdone y sea libre! Pídale a Dios ahora mismo que sane su
corazón y le permita perdonar a aquel (o a aquella) que le abusó,
que le vejó, que le robó algo que era tan preciado para usted, que le
difamó, que le rebajó, etc.
Yo le sugiero la siguiente oración: Amado Señor, que me amaste y
enviaste a tu único Hijo a morir por mí para perdonar mis pecados,
ayúdame te ruego a perdonar a _____________________ (nombre de
quien le ofendió). Señor, por fe y creyendo a tu Palabra le perdono.
Ten misericordia de su vida y permítele acercarse a Ti arrepentido.
Señor, por fe también quedo liberado/a de esta mala memoria y de
toda herida que ella me ha causado. Y te doy gracias en el nombre
de Jesús porque Tú también pasaste por alto mis pecados y has
escrito ni nombre en el Libro de la Vida. Amén.
Si usted ha hecho esa oración en fe y creyendo a Dios, le aseguro
que Dios ha removido de su vida toda atadura, toda mala memoria
y toda herida en su vida. Crea a Dios y viva en fe no dudando de que
Dios tenga el poder de hacer más de lo que usted pide o de lo que
usted entiende.
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 46
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos, a él sea gloria en la iglesia en Cristo
Jesús, por todas las edades, por los siglos de los
siglos. Amén. Efesios 3.20, 21.
La Biblia asegura de que queramos o no siempre habrá heridas. En
el libro de Proverbios encontramos esta interesante declaración:
Fieles son las heridas del que ama, pero inoportunos
los besos del que aborrece, Proverbios 27.6.
Es decir, se da por descontado que en nuestras estrechas relaciones
humanas, hay un sinfín de posibilidades de herir o ser heridos.
En la Nueva Versión Internacional (y perdónenme aquellos que son
ofendidos por esa versión) ese mismo versículo se tradujo así:
Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo
que besa. Proverbios 27.6.
Si los amigos son capaces de herirse, ¡cuánto más los cónyuges que
viven tan cerca!
Si usted ama a su cónyuge usted no querrá herirlo/a, pero las
heridas son inevitables. La Biblia dice en Romanos 13.10 que,
“el amor no hace mal al prójimo”. Pero, es que no es el amor
el que hace el mal, ¡el mal lo hacemos nosotros!
Lo que quiero decir es que tenemos que estar conscientes de
nuestra propensión a herir a los otros, por lo tanto, debemos estar
en guardia a fin de minimizar esas ocasiones. Pero, cuando caemos
en ellas, debemos estar listos a pedir perdón y a ser perdonados.

D. D IOS NOS PERDONA PORQUE NOS AM A , Y


¿ CUÁNTAS VECES NOS PERDONA D IOS ?
Un día el impetuoso discípulo Pedro se acercó al Señor con esta
interesante pregunta:
Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas
veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?
¿Hasta siete? Mateo 18.21
Una buena pregunta. Yo me imagino que tal vez Pedro preguntaba
esto porque ya había perdonado a alguien seis veces y estaba
buscando la oportunidad de cortar aquella relación de una vez por
todas.
Pero, el Señor le respondió calmadamente:

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 47
Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta
setenta veces siete.
Mateo 18.22
Bueno, si usted saca la cuenta, ese es un número grande. Mas, no se
equivoque, el Señor no le estaba dando a Pedro la posibilidad de
contar las veces que perdonaba sino más bien diciéndole, perdona
a tu hermano ¡cada vez que sea necesario!
En la misma forma y proporción nosotros debemos perdonarnos
los unos a los otros.
Algunas veces nos ofendemos porque los otros no viven en los
estándares que nosotros tenemos para nosotros mismos, o
simplemente porque los demás no se ajustan a nuestros ideales o a
nuestros planes.

He conocido a algunos padres que se han ofendido porque sus hijos


no escogieron la carrera que ellos ya le habían seleccionado o no
fueron a la universidad que ellos tenían en mente, o no se
establecieron en la ciudad que a ellos les parecía más conveniente
para su futuro.
Es decir, que algunos hijos se resisten a vivir o a revivir la vida que
nosotros, sus padres, vivimos o hubiésemos querido vivir.
¡Permítales a sus hijos vivir su propia vida! Y a hacer sus propias
escogencias. Eso sí, oren para que sus escogencias honren a Dios y
a su familia. Porque cada uno dará a Dios razón de sí.
También es cierto que en alguna forma nos prolongamos en la vida
de nuestros hijos, pero, una cosa es prolongarse y otra cosa es
imponer nuestros estilos de vida.
Una de nuestras hijas en particular nos sacó “!las canas verdes!”.
Morelia dice que desde el vientre esta niña fue diferente, y ¡la pateó
de todas formas! Tanto que Morelia pensó que era varón y estaba
practicando “¡futbol bajo techo!” Cuando por fin salió del vientre
era como un remolino. Fue con la única de nuestros hijos que
tuvimos que mover cosas de lugar ¡para que no estrellaran contra
el suelo! Más tardábamos nosotros en poner las cosas en su lugar
¡que ella para tirarlas! Ella fue una niña de “carácter fuerte”,
aunque yo tengo problemas con esa expresión. No sé porque
llamamos “carácter fuerte” al carácter rebelde, y “débil” al carácter
sumiso. Debería ser ¡al revés!
Las disciplinas que se imponían le rebotaban. Fruncía el ceño,
endurecía la boca y no daba su brazo a torcer. Por un tiempo
parecía que no había razón o versículo (porque con nuestros hijos

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 48
insistimos con la Palabra) que le hiciera mella. Ella iba creciendo y
haciéndose más rebelde e independiente. Nosotros orábamos por
ella a diario (y lo seguimos haciendo por ella y por los otros hijos) y
pedíamos a Dios que cambiara su corazón. Pero, tal parecía que
mientras más orábamos, más difícil se hacía la relación con la hija
que tanto amábamos.
Solo Dios sabe cuántas noches pasamos tratando de dormir
atormentados con la idea de cuál sería el futuro de nuestra hija.
Seguíamos orando y seguíamos confiando en contra de toda
esperanza.
Un buen día (o alguno dirá un mal día…) nuestra hija, ya una
señorita, nos informó que no podía someterse más a las reglas de
nuestro hogar. Déjenme hacer un alto aquí, nosotros creemos que
mientras los hijos están en nuestra casa y dependen de nosotros,
deben estar sometidos a las reglas del diario vivir de una familia
Cristiana. Eso implica horarios de salida y, de entrada, forma de
vestirse, tiempo de ver televisión, uso del celular, tiempos de
comida, etc., y presencia en el culto familiar que tratamos siempre
de mantener con la mayor frecuencia posible (ya todos nuestros
hijos son independientes y tienen sus propias familias, así que
estoy refiriéndome al pasado nuestro).
Nuestra hija nos dijo que ya no se sometería más a nuestras reglas.
Imagínense a una menor de edad ¡que anuncia a sus padres su
liberación!
Con mucho dolor le escuchamos y le pedimos que recapacitara
acerca de esa decisión. Ella parecía estar firme y nosotros también
lo estábamos. Finalmente le pedí que me permitiera hacer una
oración para pedirle dirección a Dios para ella y para nosotros.
Terminé la oración, pero ella permanecía firme en su decisión. En
ese punto tuvimos que decirle que como padres cristianos no
podíamos permitirle vivir bajo nuestro techo fuera de nuestra
autoridad. Si ella escogía no obedecer nuestra autoridad ni
nuestras reglas, ella escogía voluntariamente salir de nuestra casa.
Ella se mantuvo firme, “no me voy a someter más a la autoridad de
la casa”. Esa misma tarde ella salió de nuestro hogar ¡dejando
consternado nuestro corazón!”
Los días siguiente ella nos llamaba y nos hacía conocer dónde y
cómo estaba (estaba viviendo en casa de una amiga de la
secundaria) y nosotros insistíamos en decirle que la amábamos y
que seguíamos pidiéndole a Dios por ella.
Ella estuvo fuera de la casa por algunas noches y finalmente
regresó con lágrimas y profundamente afligida por una

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 49
incomprensión con una de sus relaciones, y nosotros la recibimos
como recibió el padre del hijo “pródigo” a su hijo, ¡con los brazos
abiertos!
Pero, aquel no fue el último enfrentamiento con ella, en unas
cuantas semanas más hubo otro problema con ella y ella volvió a
marcharse de la casa. Esta vez pensamos que ya no regresaría más.
Su carácter indomable parecía que necesitaba más espacio que el
que nuestra casa le ofrecía.
Ya han pasado bastantes años desde que estos episodios tomaron
lugar. Hoy nuestra hija es una mujer casada que ama a su esposo y
a sus hijitos y tiene grandes deseos de honrar a Dios. Ella por los
años nos ha dado las gracias y nos ha dicho: “Gracias, papi y mami,
porque nunca se rindieron conmigo” ¡Y nosotros pensábamos que
nos habíamos rendido muchas veces!
Todos esos episodios y otros más junto a las malas noches se han
quedado muy atrás. Por supuesto, que hoy tenemos otros motivos
de preocupación y motivos de oración que llevamos ante Dios, pero
cómo le agradecemos a Dios el darnos la fuerza cuando la
necesitamos.
Una cosa que aprendimos es que Dios siempre permanece fiel en
medio de las luchas y batallas grandes y pequeñas de nuestras
vidas. Que cuando clamamos a Él ¡podemos esperar respuesta! Que
Él desea que nuestra familia vaya hacia adelante confiando en Sus
recursos eternos y en Su Presencia diaria. Que Él nunca nos dejará
solos en medio de nuestras luchas y en medio de nuestras
tormentas.
Cuando vivimos en perdón, vivimos en paz. Las luchas siempre las
tendremos y las dificultades también, pero el Señor ha prometido
estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os
he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo. Mateo 28.20.
Otro personaje que viene a mi mente cuando pienso en el perdón es
José. Aquel soñador (en grande) que fue vendido por sus hermanos
y habitó como forastero en Egipto.
De la maldad de sus corazones sus hermanos procedieron de forma
terrible contra él. Se dejaron dominar por su celo y su egoísmo, y se
hicieron sordos a sus ruegos hasta echarle en un pozo seco y
sacarle de allí para venderlo a unos Ismaelitas que cruzaban el
desierto (Génesis 37 ).

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 50
Usted y yo hubiésemos cargado la etiqueta de “abusados” para
siempre, y tal vez la amargura nos hubiese destruido de por vida.
Pero, José, un tipo de Cristo, se mantuvo firme creyendo que Dios
era fiel y que Sus promesas son seguras.
La Biblia dice que “¡Dios le bendecía en todo!”
Él no fue consumido por el “reconcomio” (palabra que se usa en
Venezuela para describir una actitud de frustración y amargura) y
cuando por fin, y ahora como segundo en autoridad en Egipto, tuvo
la oportunidad de hacerle pagar a sus hermanos por su maldad,
eligió la salida más alta, la que más honraba a Dios y a él mismo: el
perdón.
Escuche sus palabras:
No os entristezcáis porque para preservación de vida
me envió Dios delante de vosotros. Génesis 45.5.
“…así pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios”.
Génesis 45.8.
“… y besó a todos sus hermanos y lloró sobre ellos”.
Génesis 45.15.
¡Increíble! José eligió voluntariamente perdonar a sus hermanos
que vivir en la amargura de su abuso. El creyó que por encima de
las maquiavélicas intenciones de sus hermanos estaba la Mano de
Dios. Y esa Mano bendita de Dios le guio a la mejor de todas las
decisiones: el perdón.
José escogió no caer en la amargura. Ni en la revancha tan propia
de los seres humanos, ni en el sufrimiento por causa de la mala
acción de sus hermanos. Y él vivió para ver en su propia vida que
las sabias escogencias ayudan a vivir en paz con Dios, con los otros
y con nosotros mismos.
José es un gran ejemplo del espíritu perdonador que sin duda
alguna ha sido modelado por el corazón de Dios. Elija perdonar y
viva para ver los resultados.
Tomando en cuenta el ejemplo de José yo diría que el perdón
también tiene que ver con nuestro reconocimiento de la Soberanía
de Dios. Todas las cosas que vienen a nuestra vida, forman parte de
un plan mayor que está diseñado y dirigido por Dios.
Creo que por eso el Apóstol Pablo pudo concluir:
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas
les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados. Romanos 8.28

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 51
Nuevamente, nuestro Modelo Mayor en la Gracia del Perdón es
nuestro Señor Jesucristo quien se humilló hasta la muerte y muerte
de cruz.
Jesucristo es Dios bendito para siempre, pero Él descendió a
someterse al Padre y a los hombres. Él Creador de todas las cosas,
vino a sujetarse aún al hombre vil que había creado.

En su última semana sobre la tierra, Jesucristo vivió una cantidad


de experiencias extraordinarias. Él entró a Jerusalén montado en
un humilde asno mientras la multitud le vitoreaba: “¡Hosanna,
bendito el que viene en el nombre del Señor!”
Esa misma multitud gritó al final de la semana algo completamente
diferente: “¡Crucifícale, crucifícale!” Y ese mismo Jesús que había
entrado triunfante se encontró ahora ante una multitud enfurecida
que pedía a gritos su muerte.
Allí ante ellos estaba el Creador de todas las cosas, el Sustentador
del universo, el Dios bendito sobre todas las cosas, y ellos lo
sometieron al escarnio, a la burla, al desprecio, a la corona de
espinas, a los latigazos, a los escupitajos hasta el punto en que su
cuerpo y su rostro fueron desfigurados.
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de
dolores, experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no
lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades y sufrió nuestros dolores; y nosotros lo
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre
él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías
53.3-5
¿Cómo responderíamos nosotros ante tanta injuria? Piénselo por
un momento.
¿Cómo respondemos cuando somos atacados y cuando se burlan de
nosotros, y nos atacan con palabras y actos bochornosos? Por
mucho menos de lo que nuestro Señor pasó nosotros
responderíamos con violencia, con insultos, con injurias.
Pero, bendito sea Dios, nuestro Señor Jesucristo ¡respondió con
perdón!
Y Jesús decía: Padre, perdónalos porque no saben lo
que hacen, Lucas 23.34

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 52
Si ante esas palabras tan sentidas del Señor Jesucristo nosotros no
aprendemos a perdonar, ¿Qué nos movería a hacerlo?
El Apóstol Pedro escribiendo a los expatriados en el Ponto, Galacia,
Capadocia, Asia y Bitinia en el primer siglo, los instaba a tener
paciencia en medio de sus grandes luchas y dificultades.
Ellos habían sido expulsados de su país, y muchos habían perdidos
sus negocios, sus casas, sus propiedades, sus familias, y estaban a
punto de estallar, de rebelarse, y con toda razón.
El Apóstol les insta a someterse a las autoridades que han sido
puestas por Dios. Él les pide:
Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos,
que se abstengan de los deseos carnales que batallan
contra el alma, manteniendo buena vuestra manera
de vivir entre los gentiles; para que en lo que
murmuran de vosotros como de malhechores,
glorifiquen a Dios en el día de la visitación al
considerar vuestras buenas obras. 1 Pedro 2.11, 12
Bueno, usted dirá, es fácil pedirle a otro que está siendo sometido a
pruebas extremas que se sujete y mantenga el buen testimonio. El
Apóstol Pedro sabía que no les estaba pidiendo nada fácil; él
entendía muy bien su situación y las grandes dificultades, es por
eso que él usa luego en su carta el ejemplo máximo, el modelo por
excelencia de Jesucristo.
Él les recuerda que ellos tienen ante sí un extraordinario modelo a
seguir, el mismo que estamos proponiendo aquí, Jesucristo:
Quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente; quien
llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre
el madero, para que nosotros estando muertos a los
pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida
fuisteis sanados. 1 Pedro 2.23, 24.
Entienda esto, Jesucristo, el justo Hijo de Dios, recibió las
maldiciones que eran nuestras, los insultos que eran nuestros, los
latigazos que nos pertenecían, y todo eso para redimirnos de
nuestros pecados, para perdonarnos y ¡declararnos justos delante
de Dios!
Por cierto, el Apóstol está hablando en ese pasaje especialmente a
las mujeres, porque inmediatamente que él pone el ejemplo de
Jesús, dice:

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 53
Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros
maridos, para que los que no creen a la palabra, sean
ganados sin palabras por la conducta de sus esposas.
1 Pedro 3.1
Por supuesto que la Palabra es para todos, pero aquí Pedro
singulariza a las esposas porque puede ser que en su rol haya más
posibilidades de sufrir ofensas. Es posible que la misma
sensibilidad en el hecho de ser mujer la haga más propensa a sufrir
daños reales o imaginados.
En todo caso, Pedro les dice a las esposas que una manera de
minimizar las expectativas no cumplidas se consigue al transferir a
Dios todos los deseos y expectativas. El hace referencia a
“aquellas santas mujeres – del pasado- que esperaban en
Dios y se sometían a sus maridos”, y luego agrega: “sin
temer ninguna amenaza”, (1ª Pedro 3.5).
Cuando nos sometemos a Dios y vivimos para Su gloria, el Señor
mismo se encarga de protegernos y darnos el deseo de nuestros
corazones, pero, aun cuando en el camino encontramos oposición o
violencia sabemos que Él puede librarnos de todas ellas. Y, aún
más, Él puede darnos Su espíritu de Perdón para que esas
circunstancias no puedan amargar nuestro gozo al caminar con Él.
Decida usted hoy caminar en el perdón, perdonando a otros y
recibiendo perdón. Yo le aseguro, que esa actitud de su corazón
traerá libertad a su vida, y le ayudará a mostrar a propios y
extraños que usted vive para la Gloria de Dios.

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 54

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 55

Capítulo 3: LA GLORIA DE LA PROVISIÓN


Cuando pienso en lo que Morelia y yo poseemos, no puedo dejar de
dar gracias a Dios. ¡Todo lo que tenemos, lo hemos recibido del
Señor!
Como les dije antes, Morelia y yo nos casamos en la ciudad de
Nueva York, una calurosa tarde de verano del año 1975. Solo por
bromear digo que aquella tarde no supe lo que hice por el calor que
se sentía dentro y fuera de la iglesia (en la calle ¡Se pegaban las
suelas de los zapatos a la brea semi-derretida!).
Yo tenía a la sazón treinta años, y pensaba que no tenía nada en la
vida. Había salido de mi país unos cinco años atrás con las manos
prácticamente vacías. Todo el capital que había llevado para lo que
yo creía sería un año de estadía era ¡un poco más de $1,000.00! Y
esa cantidad debía durarme por todo ese tiempo ¡y ayudarme a
comer y a pagar la renta! Ahora que lo pienso, yo no era más que un
iluso. Pero, tenía sueños grandes y visiones de prosperidad.
Sin embargo, en la tarde de mi casamiento, algunos seis años
después, allá en Queens, Nueva York, ¡todavía tenía las manos
vacías! Morelia había comprado hasta los anillos para los dos, y
había llegado desde Venezuela para casarse con su príncipe azul
¡que estaba lleno de dudas y de deudas!
Aún en aquella tarde yo me preguntaba, “¿Seré capaz de mantener
a esta señorita?, ¿Sabré salir adelante?” En esos días yo trabajaba y
estudiaba en un pequeño seminario teológico en el alto Manhattan,
donde hacía desde asistente administrativo hasta de profesor
accidental; otras pocas horas las dedicaba a fungir, por una
pequeña ofrenda, como director de jóvenes de una pequeña iglesia
hispana en Brooklyn. Si mal no recuerdo, mi salario mensual, todo
incluido, ¡no llegaba ni a $500 por mes! Tenía toda la razón para
estar sumamente preocupado y sudar frío en mi traje de fiesta
aquella tarde de verano. Aún para aquellos días (los años setenta
en USA) ¡ese presupuesto era de hambre!
Morelia, que venía de desempeñarse como maestra pre-escolar (su
profesión y su vocación) traía los pocos ahorros que le quedaban
después de hacer todos los gastos mayores para la boda. Mis
ahorros eran entonces, ¡prácticamente nada!
Por los años hemos tenido que aprender a vivir dependiendo total
y completamente del Señor, “porque fiel es el que os llama, el cual
también lo hará”, 1 Tesalonicenses 5.24.

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 56
Hemos aprendido a creer lo que Dios dice en Su Palabra.
Entendemos, según las Escrituras, que debemos y podemos
depender de Él en todo y para todo.
Creemos que en fe podemos orar como nos enseña el Padre
Nuestro (Mateo 6.11) y creer que Dios es Fiel para darnos hoy
nuestro pan cotidiano.
Creemos que podemos comer hoy porque el Señor cumple Sus
promesas. De hecho, no importa cuánto usted tenga hoy en su
despensa, usted no comerá nada de eso ¡si Dios no lo permite!
Conocimos a una hermana en West Chicago, Illinois (USA), donde
pastoreamos una pequeña iglesia hispana, quien era la esposa del
pastor de la congregación de habla inglés. Ella no podía por años
comer nada por la boca por padecer de una enfermedad que le
impedía fijar los alimentos y aprovecharse de ellos. Ella tenía que
ser alimentada por vía intravenosa día tras día, por espacio de seis
años. Todavía recordamos cuando ella fue internada para
trasplantarle, en una operación pionera que duró varias horas, un
pedazo de intestino de un niño fallecido. La operación fue todo un
éxito y se realizó cerca del Día de Acción de Gracias. Los medios
escritos y la televisión llegaron hasta su casa para entrevistarla y
preguntarle cómo se sentía al poder comer por su boca
nuevamente. Ella respondió que poder comer de forma natural era
una cosa maravillosa; que poder saborear los alimentos era una
sensación increíble, y públicamente le dio gracias a Dios por
permitirle hacerlo nuevamente. ¡Ella estaba súper agradecida con
el Señor!
Usted y yo comemos hoy por la pura gracia y misericordia de Dios.

A. T OM E T IEM PO HOY PARA A GRADECERLE A


É L POR ESE B ENEFICIO
En el desierto, el pueblo hebreo estaba completamente a merced de
la misericordia del Señor. Si Dios no les proveía, ¡estaban perdidos!
Recuerdo un viaje que hice hace ya muchos años a Guinea
Ecuatorial, África. Salimos de Madrid, España, y al sobrevolar sobre
el territorio africano, lo primero que me impresionó fue el gran

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 57

Desierto de Sahara. Cientos y cientos de kilómetros de arena y


arena y más arena. En ese tipo de ambiente usted muere
rápidamente a no ser que lleve abundantes provisiones y mucha
agua potable.
Los israelitas que cruzaban el desierto eran miles de hombres,
mujeres, niños y ganado. Dios tuvo que alimentarlos
sobrenaturalmente por casi cuarenta años. ¡Y hasta con pan del
cielo! Pues eso es lo que era el “maná”, pan del cielo, comida de
ángeles (Salmos 78.24, 25 ), que Dios le dio al rebelde pueblo de
Israel día tras día. Y alguna otra vez, ha pedido del pueblo
quejumbroso, también les proveyó de carne y, por supuesto, de
agua.
Y a usted, ¿Cuántas veces le ha provisto el Señor de esas cosas?
¿Tiene usted hoy un corazón agradecido a Él por eso? Como seres
humanos tenemos cierta propensión a quejarnos y a vivir en un
espíritu de amargura cuando no tenemos todo lo que, según
nosotros, necesitamos.
Es parte también de la naturaleza humana creer que a los otros les
va mejor que a nosotros, ¡los otros tienen tanto y yo tengo tan
poco! Dígame una cosa, ¿usted cree que merece más?, yo no.
Hace años en Maracaibo, Venezuela, teníamos un buen amigo
misionero que cada vez que le preguntaba cómo estaba, me
respondía: “Mejor de lo que merezco”. Un buen día como que me
intrigó más su respuesta y le pregunté por qué siempre me
respondía así, y me contestó: “Mira, lo que yo merezco es la muerte,
y lo que Dios me ha dado es vida eterna. ¡Estoy mejor de lo que
merezco!”.
No se olvide, querido lector, de que toda queja es dirigida
primeramente contra Dios. Porque es Dios el que orquesta cada
circunstancia que usted y yo enfrentamos, para mostrarnos Su
Voluntad y Sus Propósitos eternos, para enseñarnos, para que
podamos verle en todo lo que nos rodea y nos ocurre, sea que lo
consideremos bueno o malo.
El maná venía del cielo, su comida de hoy ¡también! Porque “toda
buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de
las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
Santiago 1.17.

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 58
Morelia y yo regresamos a Maracaibo, Venezuela, un año después
de casados, pues, como dije antes, a ella se le hizo imposible vivir
en aquella urbe (Nueva York) que para ella tenía una atmósfera
asfixiante y desoladora. Ella venía de su familia grande y bulliciosa
¡a encerrarse entre cuatro paredes!
Yo hice entonces el papel de Ruth la moabita, “adonde quieras
que tu vayas, iré yo; tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios
será mi Dios” Ruth 1.16.
Llegamos a Maracaibo en una situación desventajosa y con muy
poco o ningún dinero. Y comenzamos a rodar a una y otra casa.
Hasta nos resumimos con nuestra pequeña Carolina en un pequeño
y sofocante cuartito que nos proveyó la hermana mayor de Morelia.
Si usted no conoce a Maracaibo le diré que es una ciudad atractiva
y hasta acogedora hasta que usted siente que ¡el calor le derrite!
Prendíamos toda clase de ventiladores, nos ventilábamos con
abanicos y sudábamos y sudábamos. Finalmente, el calor y el
marasmo nos rendían y podíamos dormir unas cuantas horas. Pero,
Morelia se sentía en su elemento y yo estaba contento por ella y
con ella.
En aquellos días el Señor proveyó cada cosa y cada cuarto que
necesitamos. El Señor nos mostraba Su cuidado a través de
hermanos de sangre o de Espíritu, que abrían sus casas para
recibirnos. Hasta nos proveyó de un pequeño auto a través de un
médico amigo y hermano a quien aun hoy día recordamos como un
ángel de Dios.
La provisión de Dios se mostró entonces y se muestra hoy a través
de cosas grandes y pequeñas. Vemos la Mano de Dios moviéndose a
nuestro favor por todas partes.
Aun hoy, cuando Morelia sale de compras a las tiendas de primera
o de segunda mano, dice que Dios le prospera. Ella quiere decir que
algo que deseaba comprar y no podía por x razones, Dios se lo pone
a la mano por la mitad o el 10% de su precio real (ella ha
conseguido máquinas eléctricas de hacer pan ¡por $5.00!) Cuando
ella consigue esos precios extraordinarios, lo toma como si Dios
mismo estuviera detrás de esa compra, ¡y no le diga usted lo
contrario! Yo vivo con ella y puedo asegurarle que las cosas que
ella consigue están fuera de toda posibilidad racional. ¡Ella cree que
Dios está detrás de todo, y yo creo con ella!

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 59

B. D IOS ES UN P ADRE DE P ROVISIÓN


Uno de Sus nombres en hebreo es Jehová Yireh, Dios de toda
provisión. Los nombres de Dios reflejan Su carácter, lo que Él es y
lo que hace por nosotros.
En Su amor Dios nos da. Usted puede dar sin amar, pero usted no
puede amar sin dar.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, para que todo aquel que
en cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3.16
Dios amó y Dios nos dio, y sigue dándonos día tras día y momento
tras momento. Algunas veces nos da más de lo que necesitamos,
aun lo que deseamos, nuestros pequeños y vanos deseos.
El testimonio que les voy a compartir ahora lo viví después de uno
de los grandes congresos patrocinados por la Asociación Billy
Graham en Ámsterdam, Holanda. Yo tomé un par de días, después
del congreso, para visitar a un amigo de mi país en un pequeño
pueblo de Holanda.
Por aquellos días, yo siempre tenía el deseo de regresar a casa con
alguna camisa nueva después de visitar algún país extranjero. Un
verdadero y simple deseo, pero Dios parece estar al tanto hasta de
nuestras más sencillas aspiraciones.
En aquel momento de mi viaje yo había gastado hasta la última
moneda disponible.
Yo tuve que llamar a mi amigo usando monedas en el teléfono, y al
poner la última de ellas en el equipo hice una rápida y urgente
oración a Dios: “Señor, te ruego que mi amigo conteste el teléfono”.
El teléfono repicó una, dos y tres veces, y nadie contestó; yo estaba
a punto de poner el teléfono cuando mi amigo levantó el auricular
al otro lado. Él me contó que había estado visitando a alguien,
cuando sintió la urgencia de regresar a su casa y el teléfono sonó.
Así él pudo recibir mi última llamada ¡con mi última moneda!
Tal vez alguien dirá que fue solo una casualidad, yo no lo creo. Yo
no creo en casualidades, yo creo que el Dios que creó el universo
está detrás de todo lo que ocurre a mí alrededor, lo grande y lo
pequeño. ¿Qué significa para usted que los cabellos de nuestra
cabeza están contados? Que Dios me conoce a mí y a usted ¡hasta el
último cabello! Yo he visto la intervención de Dios en tantos lugares
y en tantas maneras que, puedo decir con toda autoridad que
nuestro Dios está atento a nuestras necesidades.
Después de visitar a mi amigo por un día, me disponía a regresar a
mi casa en los Estados Unidos, cuando él me pidió que le
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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 60
acompañara a visitar a un pastor amigo en la hermosa ciudad de
Rotterdam (parece que todos los pueblos en Holanda terminan en
dam). Estuvimos con el pastor en su pequeña iglesia, y después del
servicio nos invitó a subir a su pequeño apartamento. Hablamos
con él un rato y tomamos un café, y ya nos disponíamos a
despedirnos cuando el pastor me dijo que tenía algo para mí. Yo
pensé rápidamente, ¿Qué tendrá para darme este pastor que acabo
de conocer? Mi sorpresa fue mayúscula cuando él regresó de su
habitación trayendo ¡dos camisas nuevas! ¿Cómo podía él saber
que allí mismo el Señor me estaba asegurando Su amor, Su cuidado
y Su provisión? Apenas pude retener mis lágrimas cuando extendí
mis brazos para tomar aquellas camisas, y las recibí como de
manos del mismo Señor. Aquel pastor nunca lo supo, y por
supuesto no se acordará para nada de aquella noche en Rotterdam,
pero él fue un instrumento en las Manos de Dios, que Dios usó para
mostrarme la Gloria de Su Provisión.
Por supuesto que regresé a casa para darle el testimonio a Morelia
de lo maravilloso de la provisión de Dios cuando ella me preguntó:
“¿Y esa camisa nueva?”…
Aún hoy me conmuevo al recordar ese y otros tantos otros
incidentes en los que he visto la Mano de Dios.
Pero, déjeme contarle esta otra experiencia que tuve en la bella
República Dominicana, una isla especial con gente que amamos.
Cada año, en las vacaciones escolares en USA regresaba a
Venezuela después de una parada en la isla. Con los años llegué a
apreciar grandemente a su gente tan simpática. Al terminar una de
mis conferencias en una concurrida iglesia del centro de Santo
Domingo, se me acercó un joven, entre la gente que se acercó a
saludarme. Él se veía impaciente por hablar conmigo, y cuando lo
hizo, estiró su mano con un sobre y me dijo: “hermano, el Señor me
ha pedido que le entregue esto. Son mis ahorros para dar la cuota
inicial de un auto, pero, el Señor me dice que se lo entregue para su
ministerio”. Me quedé pasmado, y estiré mi mano con mucha
reticencia; me sentía indigno de recibir aquel sobre. Por mí, yo no
solamente no hubiera recibido aquel sobre, pero hubiese estado
listo para ayudar a aquel joven para que completara la cuota inicial
del auto para el cual ahorraba, pero lo recibí como directamente de
la Mano del Señor mismo. Lo recibí con lágrimas en mis ojos (ya
habrán notado que lloro con facilidad) y agradecido a Dios.
Realmente la cantidad de dinero dentro del sobre no era muy
grande para los estándares norteamericanos, pero cuantiosa para
un joven de la isla. ¡Increíble!

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Me sentí como cuando David recibió de las manos de sus tres
valientes el agua que sacaron del pozo de Belén (1 Crónicas 11.17,
18). Aquellos tres hombres arriesgaron sus vidas para complacer a
su comandante, para servir en un pequeño antojo a su líder. Ellos
fueron hasta detrás de las líneas enemigas y sacaron el agua y la
trajeron a David, y éste la derramó en tierra delante del Señor,
diciendo, “no puedo beber la sangre de mis hombres”.
Yo supongo que para algunos de mis lectores resultará que estos
ejemplos que cito aquí son pequeños delante de lo que en estos
días se acostumbra a ver y oír de “los grandes hombres de Dios”,
que manejan aeroplanos privados y cuentas millonarias. Bueno, no
sé si ya se habrán dado cuenta de que yo no soy uno de ellos. Soy
apenas un humilde siervo del Señor, y le sirvo por amor sin esperar
nada a cambio, pero si el Señor me da alguna cosa grande o
pequeña ¡lo alabo con todo mi corazón!
Si estamos atentos y somos agradecidos, vamos a poder recordar
cuantas veces Dios ha suplido hasta nuestros antojos. Hagamos
memoria y contemos las maravillas del Señor.
Cuando el Señor nos dio a Morelia y a mí la orden de regresar a los
Estados Unidos, en el año de 1985, tuvimos que depender por
muchos meses de la provisión exacta y a tiempo del Señor.
El Consulado Americano, que tramitaba nuestros documentos en
Caracas, Venezuela, nos dio un par de citas “en falso”. Es decir, nos
llamaban para finiquitar el papeleo, y cuando llegábamos nos
decían que había sido una equivocación (difícil de entender eso de
una nación tan organizada).
Así fuimos vendiendo nuestras posesiones que habíamos
acumulado al cabo de ocho años… hasta dormir ¡en el suelo!
Finalmente vendimos la refrigeradora, y poníamos las cosas que
necesitaban refrigeración en una pequeña cava con hielo.
Un día amanecimos sin absolutamente nada para comer. ¡La cava
estaba vacía! Hicimos una oración y esperamos a ver qué pasaría.
Con los años hemos aprendido a esperar en el Señor, y esta vez no
teníamos otro remedio.
A media mañana sonó el timbre de la puerta y, cuando abrimos, allí
estaba un hermano a quien habíamos vendido un aire
acondicionado ¡hacía semanas atrás! Él venía para pagarnos esa
cuenta ¡justo a tiempo! Despedimos al hermano y salimos
disparados a comprar más provisiones. Dios es el Señor de nuestra
provisión.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 62
Ahora, cuando usted se casa, usted se compromete a proveer para
la otra persona. Algunas veces, aun prometer eso es un acto de fe,
pues usted no sabe nada del mañana.
Todos necesitamos ser provistos de algo, y Dios quiere usarnos
como canales para acercar Su provisión a alguien cerca de
nosotros, especialmente nuestro cónyuge.
Sí, “toda buena dádiva y todo regalo perfecto desciende del Señor”,
pero todavía el Señor necesita que alguien entregue al otro lo que
Él envía. Como el pastor en Holanda, o el joven en Santo Domingo.
Yo creo que eso es la definición acerca de “ser canales de
bendición”. Dios necesita de repartidores a domicilio.
Cuando uno se casa, Dios lo nombra a uno “repartidor por
excelencia” para nuestro cónyuge. Usted no debe aguantar la
entrega de la encomienda que Dios envía. Usted debe entregar “el
paquete” cuanto antes y sin demora.
Usted debe estar listo a entregar “toda buena dádiva y todo regalo
perfecto” que Dios le envía a su cónyuge o a sus hijos, ¡y sin esperar
propina!
El problema hoy con alguna gente es que siempre quieren recibir,
no quieren dar de lo suyo ni de lo que Dios envía.
Me causan pena, me entristecen esos matrimonios que todo lo
dividen: esto es mío y esto otro es tuyo. Hay algunos con cuentas de
banco separadas. Yo gasto lo mío y tú gastas lo tuyo. Pero, cuando
nos casamos no debe haber “tuyo” o “mío”, debe haber “nuestro”.
Los creyentes de la Iglesia Primitiva nos dan un hermoso ejemplo
de esto.
En el libro de Hechos 4.32 leemos: Y la multitud de los que habían
creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo
propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en
común.
Imagínese la atmosfera de entrega y unión en una comunidad
adonde nadie dice: “Cuidado, eso es mío”.
Vivimos ahora en una cultura egoísta, cuya filosofía es: “lo tuyo es
tuyo; no lo compartas”. Aún gente de grandes recursos, como
Donald Trump (billonario norteamericano de inversiones y bienes
raíces), hacen contratos pre-nupciales con las mujeres con quien
van a casarse, para no perder nada más de lo necesario en caso de
divorcio. Según esos contratos la pareja acuerda no dividir, en caso
de divorcio, los bienes según señala la ley, sino acceder de

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 63
antemano a recibir una cantidad menor. Tal vez podemos ponerle
otro nombre a tales contratos: “Contratos de Egoísmo”.
La Biblia enseña en 1 Corintios 13 que el amor da generosamente.
Es decir, que el amor “no se cuida las espaldas”, que el amor “no
busca lo suyo”.
Las Escrituras también señalan que “son fieles las heridas del
que ama, pero inoportunos los besos del que aborrece”.
Proverbios 27.6ª. Es decir, que el amor está dispuesto a hacerse
vulnerable, aun tal vez a ser abusado, a fin de mostrar la gloria de
Dios.
Jesucristo descendió del cielo a redimirnos de nuestros pecados; y
vino sin contrato Por amor a nosotros se entregó voluntariamente,
“el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1
Pedro 3.18).
Miremos por un momento el ejemplo de Booz, antes de casarse con
Ruth la moabita. Él cuidó de que sus trabajadores no la molestaran;
que la dejaran recoger las espigas que caían al suelo en su campo, y
finalmente, cuando ella le confesó quién era y a qué venía a él, él la
mandó de vuelta a casa de su suegra Noemí con las manos llenas.
Desde antes de casarse con ella, Booz mostró un espíritu y un
corazón de proveedor con aquella, que junto a su suegra, había
regresado con las manos vacías de los campos de Moab al campo de
Israel.
Cuando una persona muestra un corazón generoso antes de
casarse, es una buena indicación de lo que será después; pero,
tenga cuidado con esa persona que aun antes de casarse demuestra
un espíritu egoísta y pagado de sí mismo.
Otro ejemplo bíblico extraordinario es el de José, “el soñador” y
favorito de su padre, quien fue vendido por sus hermanos y llevado
a Egipto. Según el recuento bíblico, aún después de sufrir mucho en
la cárcel, él salió de allí con un espíritu de generosidad y perdón
listo a bendecir y proveer para su padre y sus hermanos. Por la
misericordia de Dios, José fue usado por Dios para suplir comida a
sus hermanos, en la terrible hambruna que se desató en la tierra en
el tiempo en que Dios levantó a José en la tierra de Egipto.
No se empeñe usted en recordar solo los malos momentos que ha
vivido en su relación con su cónyuge o con sus hijos. Elija mas bien,
como José, borrar de su mente los malos recuerdos que podrían
impedirle a ser generoso o generosa.
Recuerde que Dios le creó para Su gloria, para mostrar en usted y a
través de usted la gloria de Su Persona. Elija imitar a Dios, quien
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 64
hace llover sobre buenos y malos. Él hace que el sol salga sobre
justos e injustos. Él da aliento de vida hoy a los que lo merecen y a
los que no lo merecen. Resuelva imitar a Dios como uno de Sus
hijos amados (Efesios 5.1).
Si alguien tiene un cónyuge malversador o disipador, tal vez le
convenga poner aparte algún dinero extra para proteger la familia
en tiempos de necesidad. Lo que usted hace, hágalo para proteger a
otros, no para auto-protegerse, o para confiar más en lo que usted
puede hacer. En esto lo más importante es la motivación. ¿Es sana
su motivación? ¿Demuestran sus acciones un corazón sin egoísmo?
¿Cree usted que puede protegerse mejor de lo que Dios puede
hacerlo? ¿Continúa usted creyendo en eso de “ayúdate que yo te
ayudaré”? ¿Está usted verdaderamente dependiendo de Dios en
todo?
Mi oración es que usted dependa de Dios y de Su provisión día tras
día y momento tras momento.

C. L A P ROVISIÓN PARA LOS SUYOS


Nuevamente, hablando de provisión, la Biblia dice que “si alguno
no provee para los suyos, y especialmente para los de su
casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1
Timoteo 5.8).
Esas son palabras bastante duras y difíciles de entender, pero
vamos a tratar de hacerlo. Dios dice que usted y yo debemos
proveer para “los nuestros”, especialmente y primariamente para
los de nuestra casa, nuestra familia. El texto está escrito en forma
negativa, tal vez para darle más fuerza a esta advertencia de parte
de Dios.
El problema con muchos, especialmente hombres, es que creen que
la referencia es sólo a la provisión material; pero eso contradice la
amplitud de la revelación de Dios, que reconoce que somos más
que seres físicos y necesitamos mucho más que comida física. Hoy
se sabe que aún los mismos animales necesitan de algo más que
comida material. En nuestra casa tuvimos dos gatos y más de un
perro, un chivo, conejos, tortuguitas, etc.
Los dos gatos, uno llamado Nicky y el otro “Little Cat” siempre
tuvieron comida, pero apenas entraban en la casa corrían a pegarse
en las piernas del que encontraban más cerca (para su fastidio,
especialmente de Morelia) para conseguir un poco de cariño, o al
menos de alguien que los acariciara. Con la comida saciaban su
hambre, pero en la gente trataban de saciar sus otras necesidades.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 65
Todo el mundo necesita más que comida. Jesucristo lo dijo así: “No
solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios” (Mateo 4.4). Sí, necesitamos la Palabra de Dios, y la
palabra del hombre, y cariño, y respeto y la consideración de otros.
De tanto en tanto necesitamos palabras de aliento, palabras de
consuelo, palabras de gratitud, palabras de afirmación, palabras de
perdón, palabras de admiración, o un hombro donde recostarnos, o
un pecho donde refugiarnos, o donde llorar, o un oído que nos
escuche, o unos labios que nos besen, unos brazos que nos abracen,
etc., etc. En fin, todos necesitamos todo tipo de provisión.
¿Qué has provisto hoy para tu cónyuge? ¿Qué has provisto para tus
hijos? ¿Qué has provisto para los que te aman? ¿Qué has provisto
para los que te sirven? ¡No dejes para mañana lo que puedes hacer
hoy!
Lamentablemente, lo que no hacemos ahora lo vamos a lamentar
después.
Mi madre y yo tuvimos un lindo tiempo en un viaje que hicimos
juntos a Israel, “La Tierra Santa”. Mi madre disfrutó mucho de ese
viaje a esa “tierra bendita y divina”. Visitamos juntos los sitios
bíblicos, fuimos al Monte de los Olivos, a Masada, al Mar Muerto, al
“Muro de los Lamentos”, a la Tumba del Jardín, etc. Hasta ¡se montó
en un camello! Disfrutó de lo lindo, Varios años después de que
regresamos ella quería volver a Israel y me pedía que la
acompañara. Una y otra vez yo le pedía que me diera más tiempo y
que yo la acompañara de vuelta allá al tomar un respiro de mis
ocupaciones.
En el año 2000 mi madre vino a los Estados Unidos a visitar a sus
hijos y a seguir “aunque sea sola” a la Tierra Santa. Ella murió de un
derrame cerebral en Miami, visitando a nuestro hermano menor en
ese viaje, y tenía en su cartera el dinero para seguir a Israel. Yo digo
que Dios le tomó la palabra y se la llevó a la Tierra Santa original,
pero ahora me duele pensar que nunca pude complacer el último y
gran deseo de mi mamá. Me consuela pensar, sin embargo, que un
día de estos vamos a reunirnos de nuevo ¡en la Tierra Santa
celestial!, por nuestra fe y nuestra dependencia en la obra que
Jesucristo hizo en la Cruz del Calvario. Él murió por nosotros a fin
de acercarnos a Dios. Abre tu corazón a Jesús y recibe por fe la
salvación que Él ganó por ti.
La Biblia dice que Dios se apresura a responder a nuestras
necesidades. En la Parábola del juez injusto (Lucas 18.1-8), el
Señor Jesús relata la historia de una viuda que traía una demanda
ante un juez injusto. Aquel era un hombre duro y cruel, y sólo se

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 66
movió a hacerle justicia a la pobre viuda porque esta le
importunaba demasiado y cansó al juez con su reiterada petición. Y
la pregunta de Jesús es: “¿Y no le hará (Dios) justicia a sus
escogidos que claman a él día y noche?” Y luego Él mismo
responde: “Yo les digo, que pronto se moverá a responderles”.
Dios no es, en ninguna manera, como ese juez injusto, porque Él es
nuestro Padre celestial, porque Sus ojos y Sus oídos están abiertos
sobre los que le aman, porque “no está aun la palabra en nuestra
boca y Él ya la sabe toda”, porque Él nos ama y tiene cuidado de
nosotros, porque grandes son Sus misericordias sobre nuestras
vidas, etc., etc.
Jesucristo también dijo que aunque nosotros somos malos,
respondemos con presteza a las necesidades de nuestros hijos.
¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan le dará una piedra?,
¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? Mateo
7.9, 10
Jesucristo asegura que nosotros sabemos proveer para nuestros
hijos y que les damos a estos según sus necesidades. Lo triste es,
sin embargo, que conocemos algunos padres y madres, que están
dispuestos a compartir con sus hijitos cualquier cosa, pero no están
dispuestos a compartir, en la misma forma, con su cónyuge. Ellos
son capaces de mimar hasta al gato, pero no tienen un solo gesto de
cariño para con su cónyuge. ¡Qué cosa horrible es esa!
A mí me conmueve que Dios nos pone a nosotros como ejemplos en
algunos pasajes de la Biblia, como en el Salmo 103.3: “Como el
padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le
temen”.
¿Será que Dios está equivocado respecto a nosotros? Porque
muchas veces no somos tan compasivos como deberíamos ser. Al
pensar en mi propia actuación como padre, pienso que a veces he
sido más compasivo con los de afuera. Como pastor he sabido
escuchar con más paciencia y misericordia a otros que a mis
propios hijos. Así que, algunas veces me avergüenzo de que Dios
me tome como ejemplo, pero de todas formas estoy agradecido al
comprobar que Dios me ve mejor de lo que yo mismo me veo.
¡Gracias, Señor!
Un esposo debe estar bien atento a proveer para las necesidades
económicas de su esposa y de sus hijos. Me molesta ver a hombres
cuyas esposas son punto menos que pordioseras. Algunas de ellas
van a la calle a trabajar para ayudar al esposo a proveer para el
presupuesto de sus casas, y luego estos las tratan como pedigüeñas

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 67
o pordioseras. Un marido que trata a su esposa así, la rebaja como
esposa, como mujer y como ser humano.
Un esposo no debiera permitir que su esposa salga a trabajar fuera
de su casa, a no ser que la economía del hogar lo requiera
urgentemente. Yo entiendo también que algunas veces, la esposa
que ha terminado sus estudios profesionales quiera verse realizada
trabajando fuera de su casa, pero una vez que los hijos vienen, la
prioridad de toda mujer debiera ser estar en su casa para cubrir las
necesidades de su hogar.
La responsabilidad primaria de la economía del hogar debe ser
competencia del esposo. Una mujer no debiera salir a trabajar en la
calle solo para comprar el auto último modelo o el televisor más
grande del mercado. No se olviden que todo tiene un precio que se
paga con vida y con salud física, mental, moral o espiritual.
Algunas mujeres han fracasado en su rol de esposas y madres
porque han salido a un ambiente de competencia y hostilidad que
no les convenía. Y algunos esposos han empujado a sus esposas a
ese estilo de vida, que luego ha probado ser perjudicial para todos.
El corazón de la mayoría de las esposas está en su hogar y en
cuidado de su casa y de su familia, ¡y eso demanda cantidad de
trabajo! El trabajo de la casa es un quehacer, una labor a tiempo
completo
Algunas naciones de Europa así lo han entendido, y han dispuesto
que si un hombre se divorcia de su esposa deberá pagarle una
compensación monetaria por cada año que la esposa ha estado
trabajando ¡en su propia casa!
Tal vez una medida así sería provechosa en nuestros propios países
a fin de que se respete y se valore el papel que la mujer realiza en
su casa como esposa y madre.
Bendita la mujer que tiene un esposo que vela por todas sus
necesidades, incluidas las físicas, emocionales, espirituales,
sociales, etc. Pero más bendita aun la mujer que espera en Dios
para todas sus necesidades, “porque mejor es esperar en
Jehová, que esperar en príncipes” (Salmo 118.9).
Cuando Dios creó al ser humano, lo hizo con su paquete de
necesidades. Nadie es suficiente en sí mismo. El plan de Dios es que
dependamos los unos de los otros, y los otros de los unos. No hay
tal cosa como un hombre o una mujer que no necesitan a nadie. De
hecho, Dios dejó al hombre solo en el Jardín del Edén por un tiempo
para que este entendiese “que no es bueno que el hombre esté
solo” (Génesis 2.18). Entienda, esto no lo dijo el hombre, lo dijo

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 68
Dios. En el mismo principio Dios decretó que la auto-suficiencia no
es buena. Dios nos hizo con necesidades que otro ser humano
puede cubrir, y luego nos ordena: “Sírvanse unos a otros por amor”.
Gálatas 5.13. (Mi esposa Morelia escribe más sobre el tema del
servicio en el capítulo, La Gloria del Servicio).
Dios le dio a Adán aquella tarea de poner nombres a los animales a
fin de él se diera cuenta de que él era una persona incompleta. Le
faltaba alguien que le apoyara y le ayudara. Dios vio la necesidad de
Adán, y le suplió para esa su necesidad.
Hay algunos que no se ponen de acuerdo con Dios sobre este
asunto. Hay algunos que están convencidos de que no necesitan a
nadie. Ellos contradicen todas las referencias que Dios hace en
cuanto a la familia y a la Iglesia.
Si usted no necesita a nadie, ¡usted no necesita ni a la familia ni a la
Iglesia!
Pero, “somos parte de un mismo cuerpo en Cristo, y todos
miembros los unos de los otros” (Romanos 12.5). “A
todos se nos dio a beber de un mismo espíritu” (Efesios
4.25). ¡A todos!
Hay algunos que intentan parecer más espirituales y dicen: “Yo
tengo a mi Señor, y no necesito a nadie más”. Bueno, eso suena
bien, pero, ¿se ha detenido usted a pensar que cuando Dios dijo, “no
es bueno que el hombre esté solo”, Adán estaba con Dios? Dios
mismo asegura que todos necesitamos la compañía, el soporte, el
apoyo, el amor, la compasión, el cuidado, etc., de otros seres
humanos tan necesitados como nosotros.
Es importante saber, sin embargo, que las necesidades de los unos
y de los otros no son siempre las mismas, ni tienen siempre la
misma intensidad. Por ejemplo, las mujeres necesitan más el
soporte emocional, sentirse protegidas y seguras, escuchadas y
mimadas, que el hombre promedio. Las mujeres están listas y
dispuestas a prestarse para los contactos físicos y sexuales que el
hombre tanto necesita, a cambio de conseguir las cosas que
anhelan. Por eso hay tantas mujeres defraudadas, ellas “se prestan”
para el sexo, y terminan con las manos vacías.
Por otra parte, el hombre tiene la relación sexual en un alto lugar
en la lista de sus necesidades, pero también necesita sentirse
respetado, admirado y afirmado en su condición de proveedor y
sustentador de su casa.
Los hijos también tienen sus necesidades. Ellos necesitan sentirse
seguros, amados, protegidos, escuchados, etc. Por eso su mundo

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interior y exterior se derrumba cuando entienden que sus padres
están viviendo en conflicto y que la posibilidad del divorcio está a
las puertas.
Aunque el niño no diga mucho, él sufre todo lo que pasa a su
alrededor, y su frágil corazón se desmorona ante las circunstancias
que los mayores toman a la ligera. El niño se culpa por la
separación de sus padres, y se encierra en sí mismo tratando de
escapar de la realidad que le rodea.
Alguien dijo una vez: “lo mejor que un padre puede hacer por sus
hijos, es amar a la madre de ellos”. ¡Todos necesitamos sentirnos
seguros!

D. E L D IOS SOBRENATURAL QUE SERVIM OS


Después de vivir y pastorear en Chicago por unos dieciséis años,
sentimos la dirección de Dios para acercarnos a nuestro destino
principal de ministerio, que en ese tiempo era la América Latina.
Morelia y yo comenzamos a orar por dirección de Dios acerca de
mudarnos a la ciudad de Miami, en el estado de la Florida. La junta
de nuestro ministerio nos dio el visto bueno, y comenzamos a
buscar la casa que necesitaríamos para la familia. Buscar una casa
desde otro estado a unos 2000 kilómetros de distancia no es nada
fácil. Es como buscar una aguja en un pajar, ¡pero no para Dios!
Morelia empezó a buscar a través de computadora, y a ver páginas
de diferentes constructoras. Ella abrió una cantidad de páginas
hasta que encontró una constructora que ofrecía una casa que nos
llamó la atención, en un vecindario tranquilo y sereno al sur de la
ciudad.
Bajamos hasta Miami solo para enterarnos que todas las casas en
esa urbanización ¡estaban vendidas! Vimos algunas otras casas en
otras urbanizaciones y ninguna nos movió el corazón, así que,
regresamos a ver otra vez ¡a la vendida casa de nuestros sueños!
Esta vez la vendedora nos dijo que le permitiéramos revisar otra
vez las últimas ventas y ¡bingo!, la casa que nos gustaba estaba libre
porque al primer comprador no le habían aprobado el crédito.
Inmediatamente firmamos el contrato que nos hacía dueños de un
lote y medio de terreno para que allí construyeran la casa tan
deseada.
Para hacer la historia corta, cómo el Señor proveyó el dinero para
el pago inicial y todos los gastos fue un milagro tras otro. Y llegó el
día del “cierre” (ese es el término que usan en los Estados Unidos
para finiquitar el papeleo) y todavía temblábamos pensando que

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 70
no tendríamos lo suficiente para todos los gastos. Para nuestra
sorpresa, no tuvimos que pagar nada extra y, en cambio, nos
entregaron un cheque de más de mil dólares del dinero que
sobraba de la transacción.
Ya deberíamos estar acostumbrados a la provisión de Dios, a ver la
Mano de Dios moviéndose en nuestro favor, pero cada día el Señor
nos sorprende con algo nuevo que nos asegura que “sus oídos están
atentos al clamor de ellos (Salmo 34.15 ).
Cuando finalmente el Señor nos dirigió a salir de Miami, Él iba a
realizar otro milagro a nuestro favor, y ahora en cuanto a conseguir
nuestra nueva casa en Yulee, Florida, cerca de la ciudad de
Jacksonville.
Después de varios años de vivir en Miami, finalmente sentimos que
era hora de salir de esa ciudad para mudarnos a otra un poco más
al norte, y donde las temperaturas fuesen un poco menos altas que
en los veranos del sur de La Florida.
Nuevamente Morelia empezó a buscar posibles casas al norte de la
ciudad de Orlando. No sabíamos exactamente dónde, así que
veíamos en la computadora y salíamos de aventura a ver de
primera mano lo que estaba plasmado en la máquina.
Hasta que un día Morelia vio algo que le gustó bien al norte del
estado, casi sobre el estado de Georgia. El modelo de la casa era
eficiente y suficiente para nosotros que ahora solo vivíamos con
Rebecca, nuestra hija menor, y con Nathan, su hijito pequeño. Ya no
necesitábamos una casa tan grande como en la que vivimos en
Miami. El pequeño pueblo adonde estaba el vecindario donde
estaban construyendo las casas estaba poblado de pinos, y parecía
entonces una zona rural al norte de la ciudad de Jacksonville. Nos
encantó el lugar y firmamos los papeles para comprar la nueva
casa. Teníamos que esperar varios meses mientras nos la
terminaban, pero de tanto en tanto íbamos a ver cómo se
desarrollaba y cómo lucía. La casa original estaba sobre un terreno
que apenas daba para montarla larga y estrecha. Sólo sobraría un
palmo de tierra para el jardín, y apenas sitio para sembrar todas las
plantas ¡que tanto nos gustan a Morelia y a mí! Pero, era lo que era,
y teníamos que ver con dolor cómo se reduciría tanto nuestro
jardín.
Fuimos un par de veces a ver cómo progresaba la construcción y,
de repente nos dimos cuenta de que el modelo que construían ¡no
era el que habíamos pedido! Fuimos rápidamente a la oficina de la
constructora, y dijeron: “¡No puede ser! ¡Nunca nos equivocamos
de esa manera!” Pero, efectivamente, habían cometido un error,

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LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 71
entonces nos ofrecieron hacer nuestra casa en cualquier lote de la
urbanización que escogiéramos. Por supuesto, escogimos un lote
doble con suficiente terreno como para tener dos casas en él, y
suficiente espacio para plantar todo lo que quisiéramos. Alguien
dirá que fue una simple equivocación, pero nosotros vimos la Mano
de Dios moviéndose en forma sobrenatural y maravillosa en
nuestro favor.
La Biblia asegura que “Aún no está la palabra en nuestra
boca y he aquí, Señor, tú la sabes toda” (Salmo 139.4). El
Señor se mueve en favor de los suyos aun antes de que pidamos.
Porque ciertamente nosotros no estábamos pidiendo un lote doble
de terreno, pero el Señor sabía que eso era lo que queríamos.
Tenemos un Dios generoso que algunas veces nos da hasta lo que
no pedimos, para alegrar nuestro corazón. Él sabe proveer en la
justa medida, y aun puede multiplicar lo poco que usted y yo
tenemos, para que logremos compartir con los otros.
En uno de mis viajes a la India, fui testigo de algo maravilloso que
impactó grandemente mi corazón.
Si mal no recuerdo fue en mi tercer viaje a ese país tan grande,
donde nuestra visión del mundo y la pobreza que presenciamos
nos hacen sentir fuertemente afectados. Yo había comenzado con
ese peregrinaje anual por la invitación urgente y reiterada del
Pastor, Raja Rao, de Kakinada, en el estado de Andhra Pradesh, al
sur de la India.
Yo había conocido al Pastor Rao en el año 2000, en ocasión de la
gran convocatoria que hizo el Reverendo Billy Graham a pastores y
evangelistas de todo el mundo. En ese gran evento nos
encontramos un buen día, nos conocimos, me preguntó lo que yo
hacía, y cuando le contesté que entrenaba y enseñaba pastores y
líderes, se le abrieron espaciosamente los ojos. Allí mismo me
invitó a ir a la India y a ayudarle en su tarea de levantar iglesias a
través de líderes capacitados. Para ese entonces, la India me
parecía a mí que era el fin del mundo; yo no sabía cómo llegar hasta
allá. Pero él, tanto me escribió y me rogó que, finalmente en el año
2003 fui hasta la India, y fui tocado profundamente con las grandes
necesidades que allí vi y experimenté.
En ese otro viaje, en el cual experimenté algo maravilloso, fui
acompañado de mi amigo y colega, el evangelista de origen
hondureño, Dr. Raúl Zaldívar, y con un par de pastores más. Todos
habíamos acordado que cada uno llevara una maleta extra con ropa
para regalar a gente necesitada. ¡Eran unas cuatro maletas para un
océano de necesidad!

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 72
Hablamos con el Pastor Rao acerca de nuestro deseo de entregar la
ropa, y él nos dijo que pondría a algunas hermanas a ayudar en ese
ministerio, hasta hicieron ¡boletos que repartieron entre la gente
necesitada de la iglesia y del barrio!
En el día señalado se formó una larga cola de gente para entrar en
el patio de la iglesia y recibir la ropa. Y comenzaron a pasar;
delante de mis ojos aquella poca ropa, complementada por un poco
más que la iglesia proveyó ¡comenzó a fluir!
Grandes y chicos entraban y conseguían algo, y algunos daban la
vuelta y entraban de nuevo ¡y la ropa seguía fluyendo! ¡Mis ojos no
daban crédito a aquella escena!
Hubo ropa para todos los que entraron y ¡hasta sobró!
Cuando en su corazón usted se dispone a dar, Dios abre las
ventanas de los cielos hasta que sobreabunda. Dios multiplica lo
que en amor usted entrega.
Pero, aún tenemos un testimonio muy reciente. Nuestra hija Grace
nos envió una comunicación sobre una buena amiga de su familia
quien recientemente fue diagnosticada con cáncer de etapa 4. Ella
es una mujer relativamente joven y madre de varios niños
pequeños. Como se imaginarán esta terrible noticia de salud fue
devastadora para su familia. Ellos han tenido que lidiar con
tratamientos de radiación y todo lo que eso implica, y encima de
todo, acumular tremendas cantidades de deuda al hospital y a los
médicos, laboratorios, etc. (aquí en USA, aun teniendo seguro de
salud, los costos médicos ¡son increíblemente altos!) Nuestra hija
nos pidió alguna ayuda económica para esa familia e
inmediatamente convinimos en enviar para ellos una ofrenda
bastante generosa, en un paso de fe. Como misioneros a tiempo
completo, nuestra asignación mensual no es muy grande, y nunca
está asegurada, pero no vacilamos y enseguida enviamos la
ofrenda. Para nuestra sorpresa, muy pocos días después nos llegó
un sobre de parte de una familia de nuestra iglesia, que acaba de
mudarse para otro estado, con una ofrenda cuatro veces la cantidad
que habíamos enviado. No esperábamos nada ni pedimos nada, y el
Señor se movió a confirmar nuestros corazones acerca de Su
provisión (por cierto, esa familia nunca nos había dado ninguna
ofrenda antes).
Ciertamente nunca debemos dar para recibir algo, pues esa sería
una motivación incorrecta. Pero la Biblia asegura, “dad y se os dará;
medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro
regazo” (Lucas 6.38).

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 73
Entonces, parece que el Señor quiere afirmarnos que cuando
damos generosamente, Él mueve Su voluntad y Su corazón hacia
nosotros, para afirmarnos y para asegurarnos que Su provisión no
fallará.
Como ya hemos visto, hay grandes lecciones de Dios proveyendo
para Su Pueblo y para los creyentes, tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento.
Yo diría que una de las más grandes lecciones de Provisión la
hallamos en Génesis capítulo 12.
El texto dice que Dios hizo un Pacto con Abraham y le prometió que
su descendencia sería “más numerosa que las estrellas del cielo”.
Lo que a nosotros nos suena como una hipérbole, para Dios es algo
natural. ¡Él tiene el poder de cumplir cada cosa que promete!
Esa descendencia no vendría a través de Ismael, el hijo que
Abraham había tenido de la sierva Agar, esa descendencia vendría
a través del hijo de la Promesa, Isaac, que nacería
sobrenaturalmente doce años después.
Por cierto, la provisión de ese hijo fue una cosa maravillosa. Tanto
para Abraham, de casi cien años, como para Sara, de noventa.
Para Sara especialmente parecía que ese día nunca llegaría. Ella
había sido estéril toda su vida, y se había procurado hijo a través de
su sierva.
Todo ese episodio constituyó una dura experiencia para ella, quien,
a medida que los años pasaban, veía como imposible la realización
de sus sueños de ser madre.
Pero, ¡nunca es tarde en el reloj de Dios!
Dios nunca defrauda a quien confía y espera en Él. ¡Nunca!
Cuando, al fin los ángeles llegaron a visitar a Abraham y a Sara, tal
parecía que habían llegado ¡demasiado tarde! Al escuchar Sara el
anuncio del nacimiento de Isaac, no pudo menos que reírse de tal
idea. ¡Increíble, a todas luces!
¿Cómo puede realizarse esto? Ya Sara había cesado en la
“costumbre de las mujeres”, y para todos los efectos era ¡una
anciana! ¿Cómo pueden dos ancianos tener un hijo? No me lo
pregunte a mí, pregúnteselo a Dios.
Perdónenme, pero yo también me hubiese reído. ¡Esto es
imposible!
Pero, perdónenme otra vez, ¡nuestro Dios es el Dios de los
imposibles!
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 74
Una y otra vez Él ha mostrado ser el Dios de los milagros, de los
imposibles.
Y, a pesar de todas las imposibilidades humanas, en la fecha
indicada por Dios, nueve meses más tarde nació Isaac.
Yo supongo que algunos padres que han tenido la dicha de recibir
un hijo o una hija “fuera de tiempo” se podrán identificar
completamente con Abraham y Sara.
¡Qué increíble alegría recibir al hijo deseado!
La llegada de Isaac cambió radicalmente el hogar y el futuro de
Abraham y Sara.
Así que, cuando Dios le dijo a Abraham que debía sacrificar a Isaac,
el Hijo de la Promesa, la confusión, el desaliento y aun la
frustración pudieron echar fuertes raíces en el corazón de
Abraham.
¿Le comunicó Abraham a Sara acerca del pedido de Dios? No lo
sabemos, ni la Biblia dice nada al respecto. Poniéndome en el lugar
de Abraham, yo no estoy seguro de que yo lo haría.
Decirle a una madre que ha esperado un hijo por noventa años que
debe ser sacrificado, requeriría un temple extraordinario.
Lo que si dice la Escritura es que el día señalado Abraham se
levantó muy temprano para cumplir el mandato de Dios.
¡Cómo debería temblar su corazón!
Pero, se puso en camino y se dirigió al lugar escogido para el
sacrificio: el Monte Moria.
Hace años allá en Jerusalén pude visitar la Mezquita de Omar en la
Explanada del Templo. Según la tradición allí se encuentra el sitio
del sacrificio, o mejor dicho casi sacrificio. Mi corazón tembló
cuando recordé el relato sobre la experiencia de Abraham siglos
atrás en ese lugar.
Abraham hizo todo lo necesario para el sacrificio y aun contestó la
pregunta de Isaac: “¿Dónde está el cordero para el sacrificio?”
Yo supongo que cuando Abraham le ató a él sobre la leña del altar,
la respuesta era obvia.
Ya Abraham había contestado esa pregunta, y en la respuesta de su
corazón se ve y se siente la fe de quien iba a llegar a ser por esto y
por más el Padre de la Fe: “El Señor se proveerá de un cordero para
el sacrificio”.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


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Al dejar atrás a sus siervos él les había asegurado que él y su hijo
irían a sacrificar al monte y regresarían a ellos. La fe de este
hombre es conmovedora.
Y, justo cuando Abraham había cumplido con todos los pasos y sólo
le quedaba el último, con su corazón en la mano que empuñaba el
cuchillo estaba listo para dejarlo caer, fue cuando se escuchó la voz
del cielo, la voz de Dios: “Detén tu mano del muchacho, porque ya
veo como temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu
único”.
Por supuesto que Dios sabía que Abraham tenía otro hijo, pero que
éste era el especial. ¡Éste era el de la Promesa!
Y luego Abraham vio a un carnero enredado en una zarza por sus
cuernos. Ese era el cordero que Dios le dio en lugar de Isaac.
Por cierto, que esta historia es también la nuestra. Dios puso a un
Cordero en la Cruz del Calvario. Esta vez Dios puso Su Hijo, Su
Único Hijo, en la cruz para tomar mi lugar y el tuyo en ese terrible
lugar de muerte.

E. ¡N UESTRA P ROVISIÓN VIENE DE D IOS Y ES


M ARAVILLOSA !
Dios proveyó un Salvador que tanto necesitábamos. Uno que se
hizo semejante a nosotros en todo, para tomar nuestro lugar y
rescatarnos del infierno y de la muerte.
Uno que descendió del cielo para levantarnos por encima de
nuestras pequeñeces, de nuestras limitaciones, de nuestras
penurias, ¡de nuestras angustias!
Qué Provisión tan maravillosa que puede cambiar nuestra vida,
nuestro hogar, nuestra familia, nuestro futuro.
Recibe hoy la Provisión de Dios y nunca más tendrás necesidad de
nada.
Quiero terminar este capítulo con un ejemplo más de Provisión que
viene directamente del Apóstol Pablo.
Él sabía recibir de otros, como él atestigua en el capítulo 16 de
Romanos, donde enumera y reconoce por nombre a hombres y
mujeres, hermanos y hermanas que le han servido en su ministerio.
En su carta a Filemón él intercede de manera especial por Onésimo
a quien él dice que engendró en sus prisiones” (ver. 10).

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 76
No sabemos mucho de Onésimo. Tal parece que fue también un
prisionero que llegó a conocer a Jesucristo a través del testimonio
de Pablo. En todo caso, era un esclavo.
El apóstol dice que él “fue inútil en otro tiempo”, tal vez haciendo
referencia a su vida pasada, pero que ahora es útil. Es posible que
en su vida pasada este Onésimo no fue de confianza, y tal parece
que pudo haber defraudado a Filemón.
Pablo, sin embargo, no tiene ninguna reserva cuando le dice,
“cualquiera cosa que te deba, ponla a mi cuenta”.
¡Qué hermoso cuando alguien sale en defensa y ayuda nuestra,
especialmente cuando nuestro testimonio está en entredicho!
Este ejemplo debe enseñarnos que debemos estar listos y
dispuestos a poner nuestros recursos en favor de aquellos en
necesidad, y aun de aquellos que tal vez han perdido el favor de
otros.
Nunca sabemos si nos tocará a nosotros ser servidos por otros, así
que, nos toca ahora responder a las necesidades de quienes lo
requieran o lo necesiten.
Permítanme resumir lo que he querido compartir en este capítulo.
Toda Provisión proviene de Dios quien nos ama y nos sostiene por
Su Gracia y Misericordia.
No merecemos nada, sino la muerte, pero Dios nos ha dado Vida y
esta Vida está en Su Hijo Jesucristo.
Dios ha modelado ante nosotros lo que es la Gracia de Su Provisión
y nosotros debemos imitarle y proveer para aquellos a quien Él ha
traído a nuestra vida, comenzando por los de nuestra casa.
La provisión va más allá de lo físico y debe incluir para lo
emocional, lo espiritual, lo social, lo afectivo.
Quiere el Señor ayudarnos a vivir en tal forma que los demás le
glorifiquen, le busquen y le sirvan.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 77

Capítulo 4: LA GLORIA DE LA
MISERICORDIA
Una de las virtudes más necesitadas, pero menos practicadas es, sin
duda alguna, la misericordia.
La misericordia es la acción por medio de la cual nos movemos a
compasión, a identificarnos con el dolor o la necesidad del otro, a
estar listos a ponernos “en los zapatos” de aquel que sabe que es
culpable y gime, esperando ser tratado mejor de lo que merece.

A. P OR S U M ISERICORDIA D IOS NO NOS DA LO


QUE R EALM ENTE M ERECEM OS
Usted y yo lo que merecemos es la muerte por nuestros pecados,
errores, delitos, transgresiones, etc. Usted y yo somos culpables, y
usted y yo lo sabemos. De hecho, todos somos culpables y “estamos
destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3.23).
Pero el hecho de que todos somos culpables y seamos uno más del
“montón”, no quita de nosotros ni una pizca de culpabilidad.
Dios es un Dios de misericordia; si no lo fuese, usted y yo
estaríamos en un gran problema. Hemos ofendido a Dios de
muchas formas y maneras de las cuales estamos conscientes, y de
otras que el Salmista dice que no estamos (Salmos 19.12).
La santidad de Dios es tan grande que sería imposible, en nuestra
naturaleza humana, que no le ofendiésemos. Por eso, la Biblia
declara: “No hay justo ni aun uno, todos se han desviado… todos…”
(Romanos 3.10).
Aun si conscientemente tratásemos de vivir vidas totalmente
entregadas a la santidad y a la pureza personal, aun así, seríamos
culpables delante de Dios.
El profeta Isaías era un hombre santo según los cánones del
hombre natural, sin embargo, cuando él vio a Dios en el templo de
Jerusalén, el año en que murió el rey Uzías, él declaró:
“Ay de mí que soy muerto, porque siendo hombre de labios
inmundos, y habitando en medio de un pueblo de labios inmundos
han visto mis ojos al rey Jehová de los ejércitos”. Isaías 6.5.

Delante de la santidad de Dios, Isaías se vio inmundo, sucio,


detestable. Y, ¿Cómo se ve usted delante de la santidad de Dios?
¿Queda usted bien parado?

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 78

Pero, Dios que es rico en misericordia por su gran amor con que
nos amó, aun estando nosotros muertos en delitos y pecados nos
dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Efesios 2.4.
Dios no solo es misericordioso, ¡Él es rico en misericordia! En otras
palabras, ¡tiene misericordia de sobra!
Misericordia que usted y yo necesitamos desesperadamente.
Como ya he dicho antes, Dios no espera que nosotros seamos algo
que Él no es.
Nosotros conocemos la misericordia porque Dios ha sido y es
misericordioso con nosotros, más de lo que algunos se imaginan.
Hay cosas en su pasado que nadie conoce (fuera de Dios), cosas que
usted ha querido olvidar conscientemente, pero que de tanto en
tanto el Acusador (su enemigo) trae a su conciencia.
Si usted ya trajo esas cosas a Dios, Él en su misericordia ya le ha
perdonado y ha echado todas sus culpas “en lo más profundo de la
mar”, Él ya no se acuerda más de ellas (Miqueas 7.19). ¡Alabado sea
Dios!
Cuando el ciego Bartimeo buscó a Jesús en su necesidad le pidió
que tuviera misericordia de él) (Marcos 10.46-52). Es como si él
hubiese dicho: “Jesús, yo merezco todo lo que ha venido a
mi vida, pero, por favor, ten misericordia de mí”.
Algunos no pueden ver la misericordia de Dios en el Antiguo
Testamento. Otros han llegado a decir que el Dios del Antiguo
Testamento no es el mismo del Nuevo Testamento, porque aquel
estaba lleno de juicio y de castigo.
Detengámonos por un momento a examinar algunas instancias
bíblicas del Antiguo Testamento. En Éxodo 20.6 y en Deuteronomio
5.10; 7.9, Dios dice que Él hace misericordia a millares.
Cuando Moisés pidió ver el rostro del Señor, y el Señor pasó
delante de él, lo que Dios afirmó fue Su misericordia: “… y tendré
misericordia del que tendré misericordia” Éxodo 33.19.
Mire usted estas otras referencias por usted mismo y compruebe
que todas ellas afirman que “Dios es tardo para la ira y grande en
misericordia”; una y otra vez se dice que “Jehová tuvo misericordia
de ellos, y se compadeció de ellos… y no quiso destruirlos…”

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 79
Si usted tiene una Biblia con concordancia (esa lista de versículos
por palabra clave en la parte de atrás de la Biblia) usted verá que la
lista de las palabras misericordia y misericordioso ¡es enorme!
Prácticamente todos los Salmos hablan de la misericordia de Dios
para con Su pueblo, para los afligidos, por los pobres, por los justos,
por los pecadores, por usted y por mí.

B. EL AM OR DE D IOS ES M ISERICORDIOSO
Un cuadro lindo y también impactante se ve en la forma como
David, el Salmista rey de Israel, buscó y trató a Mefiboset, el hijo
lisiado de su amigo del alma Jonatán.
David y Jonatán se conocieron, y Dios unió sus corazones de una
manera especial, y un buen día hicieron un pacto el uno para con el
otro, de amarse y protegerse hasta el fin. Y el fin de David parecía
más y más cercano debido a inquina del rey Saúl, el padre de
Jonatán, en contra de él. Sin embargo, Jonatán murió primero junto
a su padre, y David buscó con afán a algún descendiente suyo para
mostrarle misericordia (2 Samuel 9.1).
En aquellos tiempos, la política era que el rey de turno buscaba a
todos los descendientes del rey muerto o depuesto para matarlos y
evitarse cualquier problema político futuro.
David, sin embargo, mandó buscar al hijo de Jonatan, no para
matarlo, sino para mostrarle su misericordia.
Mefiboset no estaba completamente seguro de las intenciones del
rey David, y seguramente llegó ante su presencia con temor y
temblor, pero David calmó sus ansiedades y sus temores
asegurándole que sus motivos eran para su bendición. Él lo trajo a
su palacio para hacerle sentar en su mesa ¡junto con los otros
príncipes!, y para rodearle de cuidados y proveer para su futuro.
En la misma forma, Dios nos busca afanosamente a fin de
perdonarnos y mostrar Su misericordia en nosotros que no lo
merecemos. ¡Bendita sea la misericordia de nuestro Rey y Señor!
¡Cuánta falta de misericordia hay en nuestros hogares hoy!
Algunos han sido marcados en sus vidas íntimas a causa de la falta
de esa misericordia. Algunos otros se han criado en ambientes
hostiles, duros, inmisericordes, en los cuales es solo lo que
produces lo que cuenta.

Esos ambientes crían a su vez gente inmisericorde, dura, hostil, que


van a formar hogares difíciles, crueles, despiadados.
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 80
Necesitamos la misericordia porque todos, tarde o temprano,
vamos a fallar, a quedar mal, a quedar cortos, a no llenar la cuota,
vamos a caer, etc.
Hace algún tiempo atrás, cuando estaba escribiendo este capítulo
en su forma original, nuestra familia estaba pasando por un
momento difícil. Una de nuestras hijas vino a confesarnos, en el
momento en que estábamos decidiendo cambiarnos de ciudad, que
ella estaba embarazada. Ella nos había dicho antes que había
decidido quedarse en la ciudad y se había mudado con una amiga a
fin de irse a acostumbrando a vivir por su cuenta.
Ella sabía que aquello no era de nuestro agrado, y también
sabíamos que por algún tiempo ella había estado resistiendo
algunas de las reglas del hogar y que el enemigo estaba turbando su
mente y su relación con nosotros.
Aquella tarde en la que ella vino a confesar su pecado, a reconocer
su culpa y a informarnos de su condición, fue un momento terrible
para nosotros.
Porque ustedes y nosotros criamos, educamos, levantamos,
enseñamos, aconsejamos, cuidamos, llevamos y traemos a nuestros
hijos, y esperamos ver en ellos ciertas actitudes y conductas
acordes con todo eso que hemos enseñado y creído. Tal parece que
uno nunca está preparado para oír esas confesiones, imagínese si
Dios lo estará.
Por primera vez en muchos meses vimos a nuestra hija quebrada,
dolida, avergonzada, y dispuesta a reconocer su error y su
condición; lista para pedir perdón y acogerse a la misericordia si le
fuese ofrecida.
No culpó a nadie más, sino a sí misma. “Me lo advirtieron”, dijo,
“pero yo estaba como ciega. Perdónenme por haberles fallado,
¿podría regresar con ustedes? No lo merezco, pero me acojo a su
misericordia”.
Su madre y yo nos miramos. No teníamos que hacerle esperar, no
teníamos que reunirnos a solas para decidir. Dios nos ha enseñado:
Con amor eterno te he amado, por tanto, prolongo
sobre ti mi misericordia. Jeremías 31.3

En ese momento nos vimos como Dios nos ve, quebrados,


necesitados, avergonzados, confundidos.
“Hija- fue nuestra respuesta- siempre te hemos dicho que te
amamos y te seguiremos amando, y vamos a apoyarte en todo lo
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 81
que podamos. Si estás lista a apartarte de cualquier conducta que
ofende a Dios, nosotros estamos listos a recibirte y a apoyarte en
todo, porque te amamos”.
Sinceramente creímos que nuestra hija venía arrepentida y
sinceramente le extendimos nuestra misericordia. Y ella se vino a
vivir con nosotros a esta otra ciudad donde ahora vivimos, tuvo su
hijito, está más hermosa que nunca, y está buscando las cosas de
Dios.
Esa experiencia nos ha enseñado mucho acerca de la misericordia
que Dios tiene para con nosotros. Nos hemos visto delante de Dios
y hemos visto cómo Dios nos ve con ojos de misericordia.
La Biblia declara:
El que encubre sus pecados nos prosperará, mas el
que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.
Proverbios 28.13
Aunque amamos a nuestra hija, nunca hubiésemos permitido que
ella viviese en nuestra casa deshonrando abiertamente a Dios al
vivir en alguna modalidad que sabemos que Dios no aprueba.
Aunque Dios ama al pecador, su misericordia no se activa a menos
que el pecador confiese y se aparte de su pecado. Dios está
esperando esa confesión y ese arrepentimiento para mostrar su
misericordia.
Dios amó a Adán y Eva, sus hijos originales, pero con dolor los echó
del huerto cuando estos decidieron deshonrar a su Creador y
desobedecerle, creyéndole a la serpiente.
La Biblia nos exhorta a ser misericordiosos.
Sed pues misericordiosos como vuestro padre
celestial es misericordioso. Lucas 6.36
Nuevamente, nuestro mayor ejemplo es Dios, de quien Santiago
dice que es “muy misericordioso y compasivo”, Santiago 5.11.
La Biblia también afirma que los misericordiosos son
bienaventurados y que ellos alcanzarán misericordia, Mateo 5.7.
La misericordia que tenemos con los otros será retribuida.
Regresará a nosotros con bendición.
En mi mente y en mi corazón, tal vez, la demostración más grande
de misericordia la encuentro en la Parábola del Hijo Pródigo (Lucas
15.11-32).

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 82
Según el recuento bíblico, aquel joven ofendió gravemente a su
padre (no se por qué le llaman “pródigo”, yo lo llamaría
“sinvergüenza”), le pidió, antes de su tiempo, que le diera la parte
de su herencia, y se fue lejos de su casa para malgastar su fortuna
viviendo una vida licenciosa e impúdica. Pero, a pesar de todo eso,
su padre siguió amándolo y esperándolo. Tal parece que la
capacidad de los padres para amar y esperar no tiene límites.
Algunos se han imaginado a ese padre, sentado frente a la puerta
por las tardes, mirando aquel camino infinito… y esperando a su
hijo.
Aquel día bendito para el padre llegó, cuando una de esas tardes
vio a lo lejos a alguien que se parecía a su hijo. Ciertamente no se
parecía en su aspecto exterior a aquel que se había marchado; su
ropa estaba raída, sus zapatos desgastados, había perdido peso, su
rostro estaba cubierto por una barba espesa… pero era ¡su hijo!
El recuento bíblico dice que su padre lo vio y ¡fue movido a
misericordia!
El corazón del padre se movió hacia su hijo en gran necesidad,
abatido, avergonzado, y arrepentido. Aquel joven balbuceaba, “ya
no soy digno de ser llamado tu hijo… hazme como uno de tus
jornaleros”. Aquel joven se humilló delante de su padre.
Qué buen momento para decirle: “Te lo dije, pero no me hiciste
caso; te lo advertí, pero desobedeciste. Tal vez pueda recibirte a
prueba, y ver si muestras algún fruto de arrepentimiento…”
¡NO!, lo abrazó, lo besó, lo colmó de misericordia, le restauró su
posición dentro de su familia. Les dijo a sus sirvientes: “Traigan la
mejor ropa para él, traigan un anillo y pónganlo en su dedo,
tráiganle zapatos nuevos, y maten al becerro gordo, porque ¡hoy
tenemos fiesta”!

Esa historia nunca deja de conmoverme, me parece conocida la


cara de ese joven… se parece mucho a mí. Cuánto he ofendido a
Dios, cuánto le he fallado, me he ido lejos, he tratado de olvidarme
de Él… y Él todavía me recibe, me perdona, me colma de su
misericordia, me saca “del lodo cenagoso”, endereza mis pasos,
pone mis pies sobre la Roca, ¡y me hace sentar con los príncipes de
Su pueblo!

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 83

C. ¿C ÓM O SE VE HOY LA M ISERICORDIA EN TU
CASA ?
Todos necesitamos de la misericordia de los otros, porque vamos a
fallar tarde o temprano.
No importa cuánto tratemos de ser perfectos, no lo somos ni lo
seremos.
Hace muchos años estuve bajo la influencia de un maestro bíblico
que enseñaba que se puede llegar a ser perfecto –sin pecado- en
esta vida.
Como yo siempre había anhelado esa perfección, me aboqué
resueltamente a estudiar y a concentrarme en todos los pasajes que
me pudiesen dar ánimo en esa búsqueda incesante.
Creo que fui sincero en la búsqueda, pero hoy debo reconocer y
afirmar que no tuve éxito.
Ansiamos ser perfectos, pero nunca lo seremos de este lado de la
eternidad.
Fracasé en esa búsqueda. Por más que me esforcé terminé cansado
y derrotado.
Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien
entienda. No hay quien busque a Dios. Romanos 3.10, 11
Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la
gloria de Dios.
Romanos 3.23
Lo que yo necesito hoy no es perfección, lo que yo necesito es
misericordia, tanto como usted. Porque fallo muchas veces, me
quedo corto en las metas, peco involuntariamente y a veces
(¡perdóname, Dios mío!) voluntariamente.
Necesito la misericordia y compasión de los que me rodean, de mi
esposa, de mis hijos, de mis hermanos, y por encima de todo, de
Dios.
No soy perfecto, ¡solo perdonado!
Por supuesto, la misericordia no anula la exhortación, la corrección,
la disciplina, la reprensión, etc. Todas esas cosas continúan siendo
necesarias, pero con la misericordia hay esperanza: no seremos
totalmente rechazados, heridos, puestos a un lado y derrotados.
Cuando tu hijo o tu cónyuge fallan, y vienen arrepentidos, muestra
tu misericordia. Mañana tú puedes necesitar la de ellos.
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 84
El que necesita la misericordia se siente miserable. Como un
pordiosero que necesita ayuda y estira la mano sin saber si va a
recibir algo o no. Él está a la merced del otro.
Uno de los profetas que más habló de la misericordia fue Jeremías.
Y tal vez, este es el profeta que más sufrió, en toda la Biblia.
Jeremías fue humillado muchas veces, ridiculizado, maltratado,
encadenado, metido en un pozo, mantenido a pan y agua. Este
hombre sufrió como casi nadie más, por la causa de Dios, en el
Antiguo Testamento. Reyes, sacerdotes y aun el hombre común
conspiraron contra él y despreciaron el llamado de Dios sobre su
vida.
Jeremías había sido claramente llamado y escogido por Dios para
proclamar Su Palabra. Dios le habló de manera personal.
Vino, pues, palabra de Jehová a mí diciendo: Antes que te formase
en el vientre te conocí, y antes que naciese te santifiqué, te di por
profeta a las naciones. Jeremías 1.4, 5
Pero a causa de su sufrimiento y de su dolor, Jeremías trató de
escapar del llamamiento de Dios, aunque la Mano de Dios estaba
fuertemente sobre su vida y su ministerio.
En medio de todo aquel gran sufrimiento, él pudo exclamar:
Por la misericordia de Jehová no hemos sido
consumidos, porque nunca decayeron sus
misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu
fidelidad. Lamentaciones 3.23.
Imagínese, completamente abatido, abandonado y traicionado y
todavía cree en la misericordia de su Dios.

D. LA M ISERICORDIA DE D IOS ES GRANDE , ¿Y


LA SUYA ? ¿Y LA M ÍA ?
Al Señor Jesús se le acusó muchas veces de ser “demasiado
misericordioso”. Lo triste es que los que así le acusaban eran los
más necesitados de su misericordia y compasión.
En el capítulo 6 de Mateo, después que Jesús llamó a Mateo, el
publicano, dice que muchos otros publicanos y pecadores que le
habían seguido, se sentaron con Él y los discípulos a comer.
Imagínese, el Santo de Israel sentado con muchos pecadores, y la
crítica y los críticos cayeron sobre Él:
Cuando vieron esto los fariseos dijeron a los
discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 85
publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo:
Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los
enfermos. Mateo 9.11, 12
La alusión del Señor Jesús no es a enfermos físicos, sino a enfermos
del alma. A gente que son pecadores, y ni lo ocultan ni lo disimulan.
Esos son los que necesitan de Su Misericordia. Esos son los que se
acercan porque saben que Él no los rechazará, ni los pondrá a un
lado. Él los invita porque les ama.
Y luego el Señor hace una referencia al libro del profeta Oseas,
capítulo 6. En ese capítulo, Oseas habla de Dios como “un Dios que
arrebata, pero también cura; un Dios que hiere, pero también
venda”. Un Dios que da vida al que está muerto.
Dios dice que Él “quiere misericordia y no sacrificio”
(Oseas 6.6). Esas son las palabras que Jesús les dice a los fariseos
de Mateo 9, y que ellos no entienden.
Los fariseos estaban llenos de religión y cumplimiento de la ley,
pero no sabían nada de la misericordia, lo mismo que Efraín y Judá,
de quienes ellos descendieron.
Dios no está tan interesado en nuestra religión como en que
mostremos misericordia.
Una amiga nuestra, esposa de un Pastor en la selva peruana, nos
comentaba que había tenido que hacer unas entrevistas para su
clase de maestría en consejería, y entre las entrevistadas sobre el
asunto de violencia familiar estaban algunas esposas de pastores y
líderes de iglesias locales de su ciudad.
Para su sorpresa ella encontró que no solo había violencia en
algunos de esos hogares del liderazgo, pero también intimidación y
verdadero abuso degradante. Algunas de aquellas mujeres
entrevistadas confesaron estar bajo la amenaza de sus cónyuges de
que les iría aun peor si optaban por descubrir la verdad.
Imagínese la casa de alguien que supuestamente cree y predica
sobre el amor y la misericordia de Dios, pero quien tiene en su casa
¡a una mujer amenazada!
Imagínese a alguien que abusa de aquella persona que Dios trajo a
su lado, mientras enseña que Dios quiere que vivamos en paz,
misericordia y amor.
El cuadro del libro del profeta Oseas, del que hablamos en el
capítulo del amor, nos habla justamente de todo lo contrario. Aun
en medio del abuso de una mujer infiel, pecadora, adúltera; una
mujer que abandona a su esposo y a sus hijos para irse detrás de

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 86
sus amantes, su esposo permanece fiel para mostrar la
misericordia del Señor.
Dios dirigió a su profeta a pasar por todo ese capítulo terrible en su
vida para mostrar su infinita misericordia. Dios quería mostrarnos
hasta qué punto llega su amor y su misericordia por nosotros, y
“sacrificó” al profeta para hacerlo. Porque la historia de Oseas es
verdadera.
Después del abandono a que fue sometido el profeta por parte de la
parte culpable, después de sufrir el ridículo, el desprecio, la mofa,
los chismes, después de hacer de hazmerreír, Oseas es enviado a
“rescatar”, a “redimir” a su esposa infiel.
Y se dispuso a ir al mercado de los esclavos para hacerlo (Oseas
capítulo 3). Él va allí tragándose su orgullo, su dignidad de hombre
y de profeta de Dios, a buscar a “la persona incorrecta” que Dios ha
traído a su vida. Por mucho menos que eso, hombres de toda
cultura y condición del mundo han abandonado a sus esposas, le
han cambiado la cerradura a la puerta y han declarado “¡ella no
pisa esta casa jamás!”
Pero, Oseas no va solo, él va con la misericordia del Dios Altísimo.
Él va de la mano de Aquel que sufrió tal contradicción de pecadores
sobre sí mismo, Aquel que fue rechazado por los hombres, Aquel
que fue desechado por Su pueblo, Aquel que fue colgado
semidesnudo en un madero maldito, Aquel que fue abofeteado,
escupido y humillado. Aquel que fue herido por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados, quien fue cargado con el
castigo de nuestra paz, y hecho una llaga para curarnos.
Oseas llegó al mercado, pagó el precio por su esposa, quien ahora
estaba a la venta, y retornó con ella a su casa para rodearla de
amor, cuidado y misericordia.
Retornó con ella a su casa, no para sacarle en cara su pecado y sus
errores, pero para rodearla de bondad y fidelidad, para hacerle
conocer la bondad y la fidelidad de Dios (Oseas 3.19, 20 ).
¡Cómo entender tanta misericordia!
No se nos dice mucho de la respuesta de Gomer, la esposa infiel de
Oseas. Pero, yo me pregunto, ¿Cuál sería mi respuesta en un caso
semejante? ¿Cuál sería tu respuesta?

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 87

E. C ÓM O M OSTRAR M ISERICORDIA EN
N UESTROS H OGARES
Como antes dije, tarde o temprano todos fallamos en nuestras
relaciones familiares.
La relación familiar es tan estrecha que, queramos o no, vamos a
causarnos heridas los unos a los otros, vamos a decir algunas cosas
indebidas que se escaparán antes de que podamos retenerlas,
vamos a quedar mal en alguna promesa que hemos hecho, vamos a
quedarnos cortos ante la expectativa de algún miembro de la
familia, vamos a olvidarnos de alguna fecha importante
(especialmente los hombres), vamos a quedarnos cortos en nuestra
entrega, vamos a prometer más de lo que podemos cumplir, vamos
a comprometernos con menos de lo que debemos, etc.
Y el que esté sin pecado ¡que arroje la primera piedra!
Yo recuerdo a mi padre como un hombre especial. Yo viví junto a él
una pequeña porción de mi vida, pero esa porción me pareció
perfecta. Yo sospecho que mi memoria no recuerda todo, y que el
tiempo ha podido borrar algún mal recuerdo de él.
Más tarde en la vida, mi madre me dijo que mi padre no había sido
totalmente perfecto, y que ella había luchado con algunas cosas en
su vida. Mi madre tampoco fue perfecta, pero para mi ella era una
madre y mujer especial. Tal vez yo recuerdo más cosas imperfectas
de mi madre porque con ella viví muchos más años, y años en los
cuales yo tenía una conciencia más crítica. Digo esto para aclarar
que yo no creo que haya ninguna familia perfecta, aunque también
creo que no tenemos que celebrar toda familia disfuncional
(aunque la nuestra, por la misericordia de Dios nunca lo fue).
Yo creo que por la gracia y la misericordia de Dios podemos,
PODEMOS, tener familia para la Gloria de Dios.

Ni usted ni yo necesitamos ser perfectos para ser bendecidos y


reconocidos como bendición.
Hasta este día mi esposa Morelia me llama “mi rey”, y yo “no tengo
trono ni reino, ¡pero sigo siendo el rey!”
Ella ha llegado a decir que yo soy “el mejor esposo del mundo”. Y lo
pongo entre comillas porque yo sospecho que ella no cree eso
como la ley de Media y Persia, pero todavía lo dice para mi deleite.
Y por supuesto, yo no lo creo del todo, pero doy gracias a Dios por
tanta misericordia que ha puesto en el corazón de ella.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 88
Otra vez, Morelia es súper organizada, yo no lo soy. Ella hace cada
día una lista de lo que va a hacer paso por paso… ¡yo apenas doy un
paso! Morelia siempre gozó de una increíble memoria, y yo soy
desmemoriado por excelencia; Morelia es multi-proyecto (puede
hacer muchas cosas a la vez) y yo apenas pueda hacer una o media
cosa a la vez… ¿quiere más prueba de que no soy perfecto?
Usted y yo podemos mostrar misericordia cuando afirmamos
positivamente el rol de nuestro cónyuge.
Toda persona humana sabe de sus debilidades y reconoce sus
imperfecciones (solo los “anormales” creen que son perfectos). Así
que cuando alguien que vive muy cerca de él le afirma
positivamente, esto hace maravillas en su seguridad y confianza
personales.
El Salmista David decía de sí mismo que él era “un perro muerto”
(1ª Samuel 24.14 ) y yo supongo que así se sentía de tanto en
tanto, pero Dios siempre levantaba su cabeza. Pero, si alguien día
tras día le hubiese dicho a David que él era “un perro muerto”, él
podría haber llegado a creer que esa mentira era una verdad, y
podría haber vivido derrotado y humillado día por día.
La misericordia se muestra en palabras y en acciones. Hay algunos
hijos quienes han sido abusados por las palabras maliciosas de sus
padres.
Esos hijos han crecido con un sentimiento de frustración y dolor en
sus vidas, y algunos han llegado hasta el suicidio.
Por favor, padres, eviten a toda costa pronunciar palabras que
rebajen la auto-estima de sus hijos. Eviten expresiones como: “tu
no sirves para nada”, “eres un bruto de alto calibre”, “eres un
fracaso en todo lo que haces”, “no sé para qué te sirve el cerebro, si
no lo usas”, “tan cabezón y con tan poca inteligencia” (eso pudieron
habérmelo dicho ¡a mi!).
Hay otras frases que mejor ni las piense: “nunca debiste haber
nacido”, “creo que a ti te cambiaron en el hospital”, “no sé por qué
estás aquí si nadie te buscó”, etc.

F. LA M ISERICORDIA ES TAM BIÉN COM PASIÓN


Como el padre se compadece de los hijos, se compadece
Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra
condición; se acuerda de que somos polvo. Salmo 103.
13,14.
Dios sabe lo que somos, y aun así, Él vino a rescatarnos. Él envió a
Su único Hijo a rescatar ¡al polvo!
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 89
Algunos hijos están luchando con alguna aflicción, con algún dolor
o con algún hábito en sus vidas, y se sienten miserables. Si solo nos
acercamos a ellos para juzgarlos, maldecirlos, rebajarlos o
humillarlos, ese juicio, esas palabras, los perseguirán por el resto
de sus días (y tal vez también a nosotros).
Si nuestro cónyuge no es todo lo que nosotros pensábamos que él o
ella sería, nuestra compasión y misericordia le ayudará a
levantarse por encima de su propia conciencia de valor natural.
La misericordia restaura.
David no pudo restaurar a su amigo del alma, Jonatán, a aquel lugar
que la muerte le quitó, pero él buscó a alguien cercano a él, a su
hijo, para restaurar el honor y el valor perdidos.
Perdone y restaure a quien le ha herido o causado daño, y póngale
de vuelta en su lugar de honor.
Nuevamente usando al rey David, y ahora en el sentido negativo,
porque él tampoco fue perfecto, David falló como padre al
restaurar a su hijo Absalom, a quien él amaba, cuando este regresó
de su exilio tras matar a su medio hermano Amnón, quien había
violado y deshonrado a su hermana Tamar (2 Samuel 13).
Después de que Joab, el general del ejército de David, tramó para
que su padre le hiciera regresar, David no quiso recibir a su hijo y
no le permitió verle por unos cinco años.
Cuando al fin lo recibió, Absalón ya estaba herido contra su padre, y
quizás todo aquello conspiró en su corazón para rebelarse contra él
y tratar de matarlo y quitarlo del trono.

Cuando la misericordia no nos mueve a restaurar al que ha


ofendido, la culpa y el resentimiento pueden ponerse de acuerdo
para destruirle.
La misericordia pasa por alto las ofensas cometidas y extiende la
compasión a fin de que el culpable encuentre alivio en medio de sus
imperfecciones.
Si Dios ha tenido misericordia de nosotros, ¿Por qué no podremos
tener misericordia con aquellos que nos han fallado, con aquellos
que nos han humillado, con aquellos que nos han herido? Esa es
una buena pregunta, ¿no le parece?
Tal vez usted dirá: eso es más fácil decirlo que hacerlo, y
ciertamente así son la mayoría de las cosas de verdadero valor.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 90
Pero, tarde o temprano tendremos que enfrentarnos con Dios y Su
Palabra, que nos redarguye cuando la abrimos buscando el consejo
y la dirección de Dios.
La misericordia y la compasión van de la mano. No podemos tener
una sin tener la otra. A mí me encanta la palabra “compasión”
porque me parece que es ilustrativa en sí misma. Tenemos que ser
misericordiosos “con pasión” (perdóneme que violente un tanto la
palabra).
Yo creo que podemos hablar de Dios como apasionado. Dios, como
persona que es, tiene emociones, y la compasión es una emoción
que mueve al acto de la misericordia.
Después que el Señor sacó a los israelitas de Egipto, estos se
portaron increíblemente irracionales en el desierto, hasta el punto
de la queja continua, y Dios decidió abandonarlos.
Esa historia difícil se relata en el capítulo 33 de Éxodo.
Cansado de escucharles, Dios dijo a Moisés que no les acompañaría
más en ese ardiente desierto, pero que les enviaría un ángel que los
acompañase.
Cuando el pueblo, el mismo pueblo que había murmurado y se
había quejado contra Dios, oyeron esto, se apesadumbraron y
lloraron y se vistieron de luto (Éxodo 33.4 ).
Imagínese, ya no tendrían cerca a Dios para pedirle cosas o para
quejarse delante de Él. Tampoco lo tendrían como aquella sombra
protectora, o como aquel fuego portentoso que mantenía a raya a
sus enemigos.
¡Con razón lloraron y se lamentaron!
¡Qué terrible es sentirse completamente ajeno a la Presencia de
Dios!
Qué soledad angustiante debe ser esa, completamente fuera de la
vista y el cuidado del Dios Todopoderoso. Pero, a ese punto los
habían llevado su rebeldía y su obstinación.
Oh, Dios, aleja de nosotros ese espíritu de queja y de constante
agravio.
Aún Moisés, el siervo de Dios, tomó el tabernáculo y lo erigió lejos,
fuera del campamento. El tabernáculo representaba la Presencia
misma de Dios (como luego el Templo lo fue) y ahora ya no estaba
más entre ellos.
Y el pueblo comenzó rápidamente a añorar la Presencia de Dios.
Cada vez que Moisés salía para ir al tabernáculo, ellos se
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 91
levantaban y se acercaban a sus puertas para ver a Moisés caminar
hasta aquella tienda de reunión con Dios. Y con cada visita, la
confianza de Moisés crecía y también su deseo de más y más
intimidad con Dios.
Un buen día, Moisés se envalentonó y le pidió a Dios, si había
hallado gracia delante de Él, que le asegurase de Su Presencia y le
mostrase Su Gloria.
¡Imagínese qué petición tan grande!
Dios le aseguró en ese momento que Su Presencia iría con ellos y le
daría descanso (Éxodo 33.14 ).
Y yo me pregunto hoy, ¿será que cuando no encuentro descanso
(reposo) significa que he dejado atrás la Presencia de Dios? ¿Será
que mi continua queja ha alejado al Señor de mí espíritu? ¿Será que
puedo y debo volver al descanso de Dios dejando a un lado las
quejas y los temores incoherentes?
Piense y reflexione.
Pero, ¿qué es la Gloria de Dios? ¿Cómo usted y yo podemos ver eso?
¿Está eso disponible para nosotros hoy? ¿Será que en Su
misericordia Dios nos permite experimentar eso?
Yo no sé que esperaba ver Moisés, pero Dios le dijo: “No podrás ver
mi rostro”.
Lo que Dios quería mostrarle a Moisés era mucho más que Su
rostro. Dios quería mostrarle la Gloria de Su Persona, la Gloria de
Su Misericordia y de Su compasión.
Cuando Dios pasó junto a Moisés lo que éste oyó fue una
declaración gloriosa de esa Misericordia y esa compasión. Y cómo
nos gozamos en la Misericordia y compasión de Dios y le
agradecemos que las ejerza en nuestro favor.
Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu
rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti;
y tendré misericordia del que tendré misericordia, y
será clemente para con el que será clemente. Éxodo
33.19
Un día vamos a poder ver a Dios cara a cara porque esa compasión
se concretó en el sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario. Allí
Él nos salvó, nos redimió, nos rescató, nos levantó.
Pero Jesús, el Hijo Amado, no pudo ver allí el rostro de Su Padre,
que le fue escondido para que nosotros en la eternidad nos
gocemos viéndole.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 92
Jesucristo agonizaba y decía: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”
Jesucristo fue abandonado para que tú y yo fuésemos recibidos
como hijos amados del Padre celestial.
Dios es un Dios de compasión y Misericordia, y Él desea y espera
que nosotros reflejemos esas virtudes.
La compasión de Dios es tan grande que estuvo dispuesto a
perdonar el pecado de Sodoma y Gomorra si encontraba en esas
ciudades a diez justos. ¡Increíble!
¿Será que Dios podrá salvar del desastre a nuestras familias si
usted y yo nos disponemos a vivir justamente delante de Él?
¿Será que la forma en que usted y yo vivimos afecta de manera muy
poderosa a nuestra familia, a nuestra ciudad y a nuestra nación?
Pensemos y reflexionemos.
Solo diez justos en esa gran población pecadora los pudo haber
salvado.
Cuando hoy parece que por todos lados se derrumban las bases de
la familia, de la sociedad, de las naciones y del mundo en general,
los creyentes tenemos un gran potencial. Nuestro testimonio y
nuestro apego a Dios, a Su Palabra y a Su Voluntad, están
deteniendo fuerzas poderosas que han salido del mismo infierno.
Usted y yo somos los últimos bastiones que están deteniendo la ira
de Dios sobre este presente mundo malo.
Imagínese el mal que sobrevendrá cuando nosotros ya no estemos
para detener esa ira, ese enojo que Dios tiene contra este sistema
que abiertamente rechaza Su Nombre, Su Gloria y Su poder.
En el Salmo 103 se nos recuerda esto:
Como el padre se compadece de sus hijos, se
compadece Dios de los que le temen, porque él se
acuerda de nuestra condición, se acuerda de que
somos polvo. Salmo 103.13.
Dios dice que los padres saben compadecerse de sus hijos, ¿dónde
aprendieron eso? De Dios.
La compasión y la misericordia que podemos mostrar en la familia,
proviene de Dios. Los padres que se compadecen de sus hijos viven
para amarlos, servirles, protegerlos, enseñarlos, disciplinarlos, etc.,
etc.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 93
Esos padres piensan en sus hijos antes de tomar decisiones
egoístas y auto-centradas.
Decisiones como el divorcio, la separación, el irrespeto, relaciones
fuera del matrimonio, o falta de cuidado, o falta de perdón, o falta
de compasión y misericordia, entre otras cosas.
La compasión mueve el corazón para proteger a la otra persona.
¿No es cierto que a veces podemos tener más misericordia y
compasión con los de afuera que con los de adentro?

G. J ESUCRISTO AM Ó Y SIRVIÓ A LOS SUYOS


HASTA EL FIN
Cuando entró en Jerusalén, en su última semana antes de ir a la
cruz, Él se lamentó sobre la ciudad que amaba, y exclamó:
Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que
te son enviados. ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la
gallina junta a sus polluelos, y no quisiste!
A mí me parece oír un dejo de tristeza, de pena, de compasión por
una ciudad tan rebelde, tan deseosa de cerrar la puerta delante de
Dios.
Y ese Dios, la sigue buscando para protegerla.
Que figura tan tierna la que usa el Señor: la gallina que junta a sus
pollitos debajo de sus alas.
El Señor en su compasión se compara a una gallina que busca a sus
pollitos para protegerlos… mientras nosotros corremos
disparatadamente para huir de Él.
Cuando niño, siempre me conmovió una historia que escuché en la
Escuela Bíblica de Vacaciones. La historia de aquella gallina que en
el incendio del granero buscó y protegió a sus pollitos debajo de
sus alas. La encontraron chamuscada, pero cuando la removieron,
de debajo de sus alas y su cuerpo quemado salieron los pollitos
piando ¡y llenos de vida!
¡Ay, Señor!, ayúdame a quedarme debajo de tus alas hasta que pase
la tormenta que amenaza con destruirme.
¿Será esa la imagen que tenía el Salmista cuando expresó?:
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la
sombra del Omnipotente. Salmo 91.1
Escóndeme bajo las sombras de tus alas. Salmo 17.8

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 94
En las sombras de tus alas me ampararé. Salmo 57.1
Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Salmo 61.4
Debajo de sus alas estarás seguro. Salmo 91.4
Tal parece que la figura de Dios cubriendo a los suyos con sus alas
era una figura que tocaba profundamente el corazón de los
Salmistas.
Hay otra historia en el Nuevo Testamento que muestra el corazón
compasivo y misericordioso de Dios.
Cuando Jesús escuchó que su amigo Lázaro había muerto, el
Evangelio dice que Él aun tomó unos días más antes de regresar a
Betania, donde se encontraba el hogar de María, Marta y su
hermano Lázaro.
El Señor solía usar ese hogar como base cuando estaba por los
alrededores. Allí se sentía como en Su propia casa.
Y ahora regresaba en medio de la angustia y el dolor por la muerte
de su amigo amado.
Imagínese el corazón de Jesús al regresar a Betania y ser
confrontado por las dolientes hermanas. Marta le expresó su
sentimiento de desaliento con estas palabras: “Señor, si
hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto”
(Juan 11.21).
Qué duras palabras en un momento tan difícil. Pero, ¿no es cierto
que cuando las circunstancias nos parecen muy adversas nosotros
nos volvemos cínicos y duros? ¿No es cierto que la compasión,
suele desaparecer cuando nos vemos enfrentados a las tragedias
que nos golpean? ¿No es cierto que en nuestro desconsuelo
busquemos herir a quienes creemos culpables de nuestro dolor?
Yo aún recuerdo vívidamente, después de tantos años, aquella
noche tenebrosa cuando mi padre fue hallado en un charco de
sangre en el piso de nuestra casa.
Una rara condición en su esófago le hizo vomitar esa sangre, y
desde aquella noche nunca fue el mismo. Murió casi un mes
después al ser operado y contraer pulmonía en el quirófano.
Yo tenía a la sazón solo 14 años, tratando de luchar con mis
complejos, con los dolores del crecimiento (que en mi caso no fue
mucho), y de repente recibo este “tiro de gracia”.
Yo hubiese fácilmente cambiado mi vida por la de mi padre. Para
mí, y ante mis ojos inexpertos, él era una figura imponente,
majestuosa, un hombre que amaba a Dios, a su esposa y a sus hijos.
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 95
Y ahora, muerto, fallecido, para nunca más verle de este lado de la
eternidad.
Mis ojos se secaron de tanto llorar. Y mi queja se elevó ante Dios.
Dios mío, ¿por qué? Yo necesito a mi padre. ¿Y quién no necesita a
un padre, a cualquier edad?
Yo me encerré y lloré por muchos días y muchas noches. Me
quedaba dormido, y pensaba que tal vez había sido todo un mal
sueño del cual despertaría y ahí estaría mi padre como siempre,
fuerte y lleno de vida.
En esos días entendí mejor ese poema escrito por un padre quien
pierde a su hija y se queja ante Dios de tal “injusticia”.
“Y tuviste coraje ´pa matarla
No pensando que yo también fui bueno,
Que no merezco este dolor que sangra,
La herida tan mortal de su recuerdo”.
Y mientras yo más lloraba y meditaba, más y más la compasión de
Dios me rodeaba. Y yo sentía esos “brazos eternos” abrazándome, y
Su voz susurrando en mi oído: “Aquí estoy porque te amo”.

H. LA COM PASIÓN DE D IOS ES INAGOTABLE


COM O D IOS M ISM O
Y esa compasión me trajo de vuelta a la realidad del amor del
Padre.
Fue justo en esos días cuando yo finalmente acepté el regalo de
Dios en Jesucristo.
Fue justo en esos días que pasé “¡de muerte a vida!”
Y Jesús se conmovió en Su espíritu cuando fue llevado ante la
tumba de su amigo Lázaro. Y lloró Jesús. Juan 11.35
Lleno de compasión y de misericordia ante el dolor de aquellos que
le amaban.
El milagro de la resurrección de Lázaro fue un milagro del poder de
Dios, pero, por encima de todo, fue un milagro de la compasión de
Dios.
Dios se acerca a nosotros cuando estamos afligidos, y confundidos,
y perplejos, y atemorizados, y angustiados.
Y cuando nos sentimos oprimidos por la gente o las circunstancias.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 96
Y cuando estamos “a punto de tirarlo todo por la borda”.
Cuando parece que las paredes están a punto de caer sobre
nosotros.
Cuando parece que nunca más saldremos adelante, hacia arriba o
hacia afuera…
Después del terremoto de Haití en el 2010 escuché un testimonio
de una sobreviviente: “Cuando parecía que había llegado el fin, ¡yo
me escondía más y más en la fe! En saber que Dios estaba allí
conmigo y que no me dejaría, pasase lo que pasase”.
Esa mujer sobrevivió después de varios días de estar enterrada
viva bajo los escombros.
Y, ¿cómo se siente usted en estos días? ¿Siente que está atrapado y
que los escombros no le dejarán salir?
No olvide la compasión de Dios sobre su vida. Él está allí. Mírelo
con los ojos de la fe. Él no le dejará, ni dejará a los suyos.
Cuando Sara despidió a Agar de su casa, después de años de agrias
disputas y continuos celos, ésta tomó a su hijo Ismael (de quien
descienden los acérrimos enemigos de Israel) y se fue al desierto.
Tal vez usted y yo no sintamos mucha simpatía hacia esa madre
revanchista y ese muchacho ilegítimo, pero mire como actuó Dios
con ellos.
Agar pensó que el desierto sería su tumba y la de su hijo. Ella no
quería ver morir a su muchacho. ¿Qué madre quiere ver morir a su
hijito?
Ella lo dejó solo a tiro de piedra, y se sentó a llorar. ¡Qué sollozos
amargos eran aquellos! ¡Y Dios la escuchó!
Dios escucha cuando lloramos. Tal vez nadie más oiga nuestros
sollozos, pero Dios los oye.
Y Su compasión le mueve a misericordia.
Dios escuchó a la madre y al muchacho.
¿Qué tienes, Agar? No temas porque Dios ha oído la voz del
muchacho donde está. Génesis 21.17
Y hasta una gran promesa le hizo Dios a Agar concerniente a su
hijo:
Yo haré de él una gran nación. Génesis 21.18
Y Dios no lo abandonó: Y Dios estaba con el muchacho.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 97
Otra vez, quizá usted y yo no sentimos ninguna simpatía por los
enemigos del Pueblo de Dios, pero Dios es Dios de compasión.
Jesucristo nos ordena amar aun a nuestros enemigos. Imagínese
entonces cómo debemos amar a nuestros amigos, a nuestra familia,
a los que tenemos cerca, a los que Dios nos ha dado.
Nuestro amor debe movernos a compasión y misericordia hacia
todos.
Algunas veces la compasión se muestra en la forma como
respondemos a las necesidades de los otros.
¡Qué fácil es empujar al que está cayendo! ¡Qué fácil es patear al
que está caído! Lo difícil es darle la mano al que está en el suelo y
ayudarlo a levantar.
Eso es lo que Dios espera que usted y yo hagamos. Que nos
acerquemos al abatido, al golpeado, al quebrantado para levantarlo
con palabras de ánimo, de consuelo, de afirmación, de esperanza.
¡Cuán dulces son las palabras que consuelan, que levantan, que
curan las heridas!
Cuando Job estaba en lo más terrible de su sufrimiento fue visitado
por tres de sus amigos.
No sé si fue pensando en ellos que alguien acuñó la frase: “Con
amigos como esos ¿quién necesita enemigos?”
Ellos llegaron, supuestamente para consolar a Job en su dolor, en
su angustia, en su abatimiento, y todo lo que hicieron fue añadirle
más dolor, más desazón, más angustia.
Ni usted ni yo necesitamos esa clase de amigos. Y si son como ellos,
¡ojalá no nos visiten en nuestras tribulaciones!
¿Conoce usted a alguien que tiene el ministerio del desconsuelo?
¿Del pesimismo? ¿De hundir más a los que están en desesperación?
¡Job tenía tres de esos “amigos”!
Ellos al llegar hicieron algo muy bueno, se callaron y solo trataron
de acompañar a Job. El problema comenzó cuando empezaron a
hablar.
Cuando alguien está con mucho dolor físico, espiritual o en el alma-
como ante la pérdida de un ser querido- lo mejor que podemos
hacer es estar allí con él o ella. En esos momentos las palabras no
parecen tener mucho sentido.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 98
Los amigos de Job no se aguantaron más, y comenzaron a tratar de
que Job entendiera las razones de su sufrimiento. Trataron de que
entendiese que tenía que buscar algún pecado oculto e inconfeso
que fuese la razón de su aflicción. Y en ese proceso hicieron la
angustia de Job insoportable.
Ellos no entendían que podía haber un propósito mayor en la
soberanía de Dios. Ellos no podían entender que Dios quería
glorificarse en la vida de Job y en sus circunstancias extremas. Ellos
solo se apegaron a su “legalismo” y se rehusaron a entender
cualquier otro propósito más allá de sus mentes finitas.
Nuevamente, repito, en ese proceso hicieron la vida y la aflicción de
Job imposible de soportar.
Hasta que Job exclamó:
Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, porque
la mano de Dios me ha tocado.
Escuche, Job dice que es el propósito de Dios, “la Mano de Dios”, lo
que le ha tocado. No la mano de Satanás o de cualquier otro.
¡Qué confianza más grande en los Propósitos de Dios!
Ante el sufrimiento, el dolor, la enfermedad, la confusión, la
desazón, entienda usted que los Propósitos de Dios son eternos y
reciba y dispense compasión, misericordia.
Ofrezca palabras de consuelo, no de juicio. Palabras y acciones de
compasión y misericordia, no maximice el quebranto.
Jesucristo dijo: Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia. Mateo 5.7
Es decir, que la misericordia y la compasión que usted dispensa, se
volverá a usted para hacerle más feliz, más realizado, en la
Voluntad de Dios.
Y si alguien cercano a usted quiere seguir ocupándose en las cosas
pequeñas o negativas, no se preste a seguir en ese espíritu que no
proviene de Dios.
El Apóstol Pedro no escribió mucho, pero lo que escribió dice
mucho acerca de las relaciones interpersonales y familiares.

Ciertamente él también escribió algunas cosas difíciles de digerir,


como esta:
Pues, ¿que gloria es si pecando sois abofeteados y los
soportáis? Más, si haciendo lo bueno sufrís y los

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 99
soportáis, esto es ciertamente aprobado por Dios. 1
Pedro 2.20
Tal parece que una rápida lectura nos dijese que el Apóstol Pedro
está aprobando el abuso. Pero, por supuesto que eso nunca podría
ser el caso porque tal cosa sería contraria a las enseñanzas del
resto de las Escrituras.
Él dice que usted y yo deberíamos estar dispuestos a sufrir, si ese
fuese el caso, para mostrar una actitud de apego incondicional a la
Voluntad y a la Palabra de Dios.
Él no nos está incitando a pegarle a nadie, ni buscando que nos
peguen, para mostrar el carácter de Cristo. Él nos está exhortando a
vivir para la Gloria de Dios y considerar por fe que cualquiera
injusticia que esto nos ocasione será para la honra y la Gloria de Él.
En el versículo 21 él continúa diciendo que nosotros fuimos
llamados para eso. ¿Para qué? ¿Para sufrir? No, sino para mostrar
en toda circunstancia que Dios tiene la preeminencia, que Sus
planes y Sus Propósitos son soberanos y eternos y que nosotros
vivimos para Su Gloria, no para nuestro confort.
Luego él pasa a hablarnos acerca del modelo de Jesucristo, “quien
padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas”.
A Cristo lo maldijeron y Él no respondió con maldición.
Cristo padeció y no amenazó. Él encomendó Su causa ante Aquel
que juzga justamente: Su Padre celestial.
Si usted está sufriendo injustamente por su apego a la Voluntad de
Dios, encomiende su causa ante Dios.
Nuevamente insisto aquí, si usted está en una situación de abuso
continuado, especialmente en su casa, busque ayuda de manera
inmediata.
Las condiciones de los creyentes expatriados del primer siglo no se
corresponden exactamente en la que usted y yo vivimos, así que,
busque ayuda si la necesita.
En el capítulo 3 de 1ª de Pedro, él vuelve al tema de la compasión.
Finalmente sed todos de un mismo sentir, compasivos,
amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;
no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición,
sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis
llamados para que heredaseis bendición. 1ª Pedro 3.8, 9

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 100
Es decir, Pedro reconoce que está en el espíritu humano lo que
llamamos retaliación, o sea, el devolver el doble de lo que
recibimos especialmente de agravios.
El espíritu de compasión va más allá. “Aunque no lo merezcas, me
voy a compadecer de ti”.
En la Parábola del Buen Samaritano, del capítulo 10 de Lucas, el
Señor Jesús habló de la compasión que traspasa las fronteras de lo
nuestro para mostrar el corazón de Dios.
El Buen Samaritano se detuvo a tomar cuidado de alguien que otros
despreciaron, dejaron de lado.
Él hizo suyo el dolor y el sufrimiento de alguien herido y
maltratado, que no era de su incumbencia, ni de su familia, ni de su
pueblo.
Y él fue más allá de lo que el deber le imponía. Él se alargó en
compasión y tocó y levantó e hizo cuidar del herido como si fuese
uno más de su familia.
¡Así como lo hizo Dios con nosotros!
Cristo dejó a un lado Su Gloria para atendernos, para socorrernos,
para levantarnos, ¡y para hacernos sentar con los príncipes de Su
pueblo!
Maravilloso, ¿no? Ahora, ve tú y haz lo mismo.
El Evangelio dice que el Samaritano fue movido a misericordia, a
compasión, al ver la condición del desdichado.
Y yo me pregunto, ¿qué le mueve a usted a la misericordia, a la
compasión?
¿Qué hace que su corazón haga suyo el dolor de su prójimo?
¿De dónde fluye el reservorio de compasión de su ser? ¿Quién lo
puso ahí?
Nuevamente, ni usted ni yo podemos crear nada en nuestro propio
corazón.
La Biblia es clara en esto cuando dice:
Porque Dios es el que produce en vosotros así el
querer como el hacer por su propia voluntad.
Filipenses 2.13
Es decir, Dios se acerca a usted y a mí y muestra en usted y en mí
Su Misericordia, Su compasión, y usted y yo aprendemos, o mejor
dicho recibimos una porción de esa emoción tan bendita.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 101
Porque Dios movió Su compasión hacia usted hace tiempo atrás,
¿recuerda?
Pero, tal vez usted nunca ha recibido esa compasión de Dios, no la
ha experimentado.
Hoy es entonces el día de recibirla, de hacerla suya. Abra su
corazón y reciba la compasión de Dios en Jesucristo. Su vida nunca
será igual.
Una vez que usted recibe esa compasión, Dios le usará a usted para
mostrar compasión a otros. Dios continuará produciendo más y
más compasión a fin de que otros le conozcan a Él.
En el Evangelio según San Mateo, capítulo 18 hay otra gran
parábola sobre la compasión.
La parábola dice que un hombre tenía una gran deuda con un rey a
quien debía una gran suma de dinero (10.000 talentos). Aquel
hombre no podía pagar esa gran deuda; era una deuda ¡imposible!
Pero el hombre se postró y le suplicó al rey que tuviese paciencia
con él y que él haría lo imposible para pagarle.
El rey había ordenado que se vendiera a toda la familia como
esclavos, para saldar la deuda. Tanto suplicó aquel hombre hasta
que el rey fue movido a misericordia y le perdonó la deuda y
ordenó dejarlo libre.
¡Qué increíble compasión mostró ese rey que representa a Dios en
la parábola! Pero, ¿qué hizo ese desalmado? De allí salió a cobrarle
una cuenta pequeña a uno de sus consiervos. Él le demandó el pago
hasta que entendió que el otro no podría pagarle, y mandó a
ponerlo ¡en la cárcel!
Cuando los siervos del rey le informaron de este asunto, el rey
ardió en ira y dio la orden inmediata de apresar y a castigar por sus
“verdugos” al malvado.
¿No te sientes retratado en esa historia? ¿será que no tiene ninguna
relación con nuestra propia vida?
¿Será que continuarás resistiéndote a tener compasión de tu
cónyuge, de tu hijo, de tu hija, de tu padre, de tu madre, de tu
hermano?
¿Será que Dios tendrá que entregarte a los “verdugos” para que
cambies esa dureza de tu corazón?
¿Será que el “verdugo” de falta de paz te hará entrar en razón?
¿O el “verdugo” de la amargura?

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 102
¿O el “verdugo” de la depresión?
¿O el “verdugo” de la falta de gozo?
¿O el “verdugo” de la desesperación?
¿O el “verdugo” de la soledad?
Hay muchos “verdugos” esperando la orden del Rey, pero también
hay “siervos” listos a la orden del Rey a dejarte libre de todas tus
angustias, ansiedades, malas memorias, fracasos, etc., si abres tu
corazón a la compasión y misericordia de Dios.
El Señor te dice hoy: “Quiero, ¡sé libre!”

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 103

Capítulo 5: LA GLORIA DE LA HUMILDAD


Si hay una cualidad que un dios no debe tener es la humildad.
Según la cultura de nuestro mundo, la humildad es para los seres
pequeños, débiles, sin posición, dinero o educación.
A los dioses les toca la tarea de ser todo lo contrario: poderosos,
irascibles, grandes, fuertes, pagados de sí mismos, etc.
Pero una de las cualidades de nuestro Dios, que vamos a tocar en
este libro, y que se muestra especialmente en Su relación del Nuevo
Pacto, es la humildad.
Jesucristo se describió a Sí mismo como humilde y como manso:
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Mateo 11.29
Tal parece que la humildad y la mansedumbre van de la mano.

A. J ESUCRISTO N UESTRO M ODELO P ERFECTO


Jesucristo, el Eterno Hijo de Dios, es nuestro Modelo máximo de
humildad. Y esto tal vez será sorprendente para algunos que no
conocen bien las Escrituras o el Dios que se revela en el Nuevo
Testamento.
Jesucristo es Dios bendito para siempre. Él es el Eterno Dios que se
hizo carne, es decir, se encarnó. Él tomó sobre Sí nuestra
humanidad y descendió del cielo para vivir ¡como uno más de
nosotros! Incomprensible, ¿verdad?
El concepto de la humildad de Dios es completamente foráneo para
nosotros.
Usted y yo sabemos que cuando alguien tiene un poquito de poder,
lo despliega para el conocimiento de todos.
Y si alguno de nosotros tiene algún “padrino”, todos van a saberlo, y
cuanto más pronto, mejor.
Jesucristo tenía y tiene el mejor de todos los “padrinos”. Él se lo dijo
a los discípulos cuando la turba enviada por los ancianos llegó para
arrestarle:
¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi
Padre, y que él no me daría más de doce legiones
de ángeles? Mateo 26.53

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 104
El Señor tenía la potestad de pedir al Padre todo lo que quisiera y
ser librado en el momento que lo quisiera, pero no lo hizo. Él se
humilló a Sí mismo. Nadie lo podía humillar. Él tuvo que hacerlo
voluntariamente. Eso es lo que Él espera de nosotros.
De que los ángeles estaban listos para servirlo lo vemos claramente
en Las Escrituras. Y se le apareció un ángel del cielo para
fortalecerle. Lucas 22.43
Al venir voluntariamente a este mundo,
Jesucristo renunció voluntariamente a “aquella
gloria” que tuvo con el Padre desde la eternidad
(Juan 17.5).
Y como hombre estuvo dispuesto a ocupar la posición más baja a
fin de servir a los que amaba. Él estuvo listo para asumir la posición
de un verdadero esclavo (doulos en griego).
En Juan capítulo 13, Jesucristo, al compartir la última noche y la
última cena con los discípulos, les enseñó la más grande lección de
humildad que nosotros pudiésemos pensar.
Y cuando cenaban, como el diablo ya había
puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de
Simón, que le entregase, sabiendo Jesús que el
Padre le había dado todas las cosas en las manos,
y que había salido de Dios, y a Dios iba, se
levantó de la cena, y se quitó su manto, y
tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua
en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los
discípulos, y a enjuagarlos con la toalla con que
estaba ceñido. Juan 13.2-5
¡Qué pasaje increíble de humillación! Se me enrojece la cara de
vergüenza al ver la posición tan baja que nuestro Maestro estuvo
listo para asumir, y que a nosotros nos cuesta tanto entender y
vivir.
Con razón, cuando le llega el turno a Pedro, este, entendiendo la
magnitud de tal evento, se niega a que Jesús le lave los pies.
Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás… Juan
13.8ª
Al menos Pedro comprendió lo que estaba pasando delante de sus
ojos, y según su propia opinión, ¡esto no debiera estar pasando! Ese
no es el lugar de los maestros, por humildes que sean, ni de los
líderes, ni de los señores, ¡menos todavía del Hijo de Dios! ¡Nunca!

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 105

El Señor tuvo que increpar a Pedro antes de que este estuviese listo
a recibir el servicio del Señor.
Jesús le respondió: Si no te lavare no tendrás parte
conmigo, Juan 13.8b
A lo que Pedro respondió: “Señor, lo que quería decir, es ¡que me
des un baño de pie a cabeza!” (Paráfrasis mía).
Las salidas de Pedro son proverbiales. Pero, creo que él entiende y
nosotros con él que esta lección nos queda ¡demasiado grande!
Yo estaría dispuesto a lavar los pies de Juan, de Andrés, del mismo
Pedro, pero, no me pidas, Señor, lavar los pies de Judas, el traidor,
¡nunca!
Jesucristo, sin embargo, no obvió a nadie. Sirvió a los muy dignos y
a los indignos. Los sirvió a todos.
Lo que el Señor hizo no fue algo ligero, fue un modelo de humildad
y servicio. Él lo modeló ante nosotros para que nosotros lo
podamos realizar.
Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros
también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque
ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros
también hagáis. Juan 13.13-15
El Señor quiere y espera que nosotros entendamos y sigamos su
profundo ejemplo de humildad; que sigamos Sus pisadas.
Jesucristo pudo ser y fue humilde porque Él estaba completamente
seguro de Su identidad y de Sus propósitos.
Él conocía exactamente Su filiación: Él era el Hijo de Dios. En Su
bautismo en las aguas del Río Jordán, Él escuchó la voz del Padre
diciendo:
Este es mi hijo amado en el cual tengo complacencia.
Mateo 3.17
Esa misma voz y esa misma declaración se escucharon en el Monte
de la Transfiguración (Mateo 17.5).
Él sabía de donde había venido y adónde iba, Juan 13.3ª. Su futuro
estaba completamente asegurado y Su presente estaba en el
perfecto Plan del Padre.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 106

Jesucristo nunca tuvo una crisis de identidad. Él sabía más allá de


ninguna duda quién Él era.
Algunos de nuestros problemas tienen sus raíces en nuestras crisis
de identidad. A veces no sabemos exactamente quienes somos, de
donde hemos venido y a dónde vamos.
Tal vez alguien como yo tendría razón de estar confundido. Mi
padre era algo oscuro de piel (yo diría que morenito ligero) pero su
padre no sabemos exactamente de qué raza era, la única familia de
él que conocimos era también bastante mestiza. Mi mamá siempre
creyó que quien le levantó como padre, un italiano, era su
verdadero padre y al final de sus días entendió que su padre
biológico era español. Pero la madre de mi madre era de aspecto
indígena y quizás ese era su trasfondo. Así que, ¿quién soy yo? Yo
soy más de lo que mi biología me dice, o de lo que mi árbol
genealógico me sugiere.
Yo soy un hijo de Dios, ¡por quién Jesucristo derramó Su sangre en
la Cruz del Calvario! Yo he sido redimido, adoptado por el Creador
de todas las cosas, y ¡mi nombre está escrito en los cielos!
Pero, a veces no estamos tan seguros de ser amados y nos alcanza
nuestra inseguridad. Y empezamos a deshojar la margarita: Me
ama, no me ama, me ama, no me ama…
Dios quiere y espera que descansemos en Él. Piense por un
momento como se sentiría usted, si se sintiera completamente
seguro del amor de Dios. SI usted supiese, sin lugar a dudas, que ha
venido de Dios y va de regreso a Él.
¿Qué pasaría si estuviésemos completamente seguros de que
somos aceptados por Dios, que somos “la niña de sus ojos”, que Su
Presencia es real y de que nada ni nadie puede dañarnos?
¿Cambiaría eso algo en nuestras relaciones? Yo creo que cambiaría
mucho de lo que somos y de nuestras relaciones.
La Biblia dice (Dios asegura) que usted y yo somos completamente
aceptados y que nada ni nadie nos podrá separar jamás de la Mano
de Dios.
¿Quién nos separara del amor de Cristo? ¿Tribulación,
o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada? Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Romanos 8.35, 37

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 107

Ni aún Satanás, el padre de la mentira y de las dudas, pudo hacer


dudar a Jesucristo, ni por un momento, de Su identidad en Dios.
Después de ser bautizado, el Espíritu llevó a Jesús al desierto “para
ser tentado por el Diablo”.
Las tentaciones tenían el objetivo primario de hacer dudar a Jesús
de Su identidad como Hijo de Dios.
Por eso, todas las tentaciones comienzan con la frase: “Si tú eres
Hijo de Dios”.
Satanás sabía que si pudiese hacer dudar, aunque fuese por un
momento, a Jesús de Su identidad, tal vez podría vencerle.
Pero, Jesús se mantuvo firme en cada uno de los asaltos del Diablo.
Él no dudó ni por un segundo de su filiación divina. No dudó del
amor de Su Padre. Por eso prevaleció y nos dejó un ejemplo
precioso de seguridad y de confianza.
Satanás quiso que Él probara Su identidad realizando algún
milagro o ejerciendo el libre derecho de Su voluntad. Pero, Jesús no
lo hizo.
Jesús tenía, aún a ese punto, todo el poder para hacer cualquier tipo
de milagro, pero no hizo ninguno bajo la insinuación de Satanás.
Jesucristo como hombre fue el más brillante e inteligente y sabio de
todos los seres humanos que jamás haya existido, y sin embargo, se
negó rotundamente a ejercer Su propia voluntad.
Él declaró más de una vez, de forma explícita, que Él no había
descendido del cielo para hacer Su propia voluntad, sino la
voluntad del Padre.
No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así
juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad,
sino la voluntad del que me envió, la del Padre. Juan
5.30
Y nuevamente, Él repitió con palabras muy parecidas su entrega a
la voluntad de Su Padre:
Les dijo pues Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del
Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada
hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre,
así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me
ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que
le agrada. Juan 8.28,29

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 108

Satanás quería que esa mente brillante brillara apartada de la


voluntad de Dios, pero, ¡eso nunca pasó!
Jesús se sometió completa y totalmente a la voluntad de Su Padre.
En Filipenses capítulo 3 la Biblia dice que “Él se humilló hasta lo
sumo”. Los eruditos Bíblicos hablan de eso como la kenosis de
Jesucristo, es decir, el despojo voluntario de sus virtudes de Dios en
Su condición de hombre. Él lo dejó todo a un lado y vivió en
completa y absoluto sometimiento a la voluntad de Dios. Él vivió en
completa humildad.
Por lo cual también Dios le exaltó hasta lo sumo, y le dio
un nombre que es sobre todo nombre, para que en el
nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria
de Dios Padre. Filipenses 2.9-11
La recompensa de la humildad es la exaltación “a su debido tiempo”
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para
que él os exalte cuando fuere tiempo. 1 Pedro 5.6
Pero, ¿cómo se muestra la humildad o humillación para la gloria de
Dios?
Primero, usted debe descansar en su identidad en Dios.
El Señor dijo que con la mansedumbre y la humildad viene el
descanso del alma (esto es mejor que sopa de pollo para el alma).
Una persona puede descansar cuando no está viendo abuso por
todas partes, o cuando, aún en medio del abuso su alma reposa en
Dios.
Hay algunos que no pueden descansar pensando en que todos
quieren tomar ventaja de él o ella.
Si alguien quiere salirse con la suya, déjelo en las Manos de Dios.
No se agite, descanse.
Si alguien quiere tomar ventaja de usted, entrégueselo al Señor. Ore
de esta forma: “Señor, trata con él (o con ella) conforme a lo que Tú
conoces que está en su corazón. Te entrego su vida a fin de que seas
Tú el que hagas o deshagas cualquier plan que no sea conforme a lo
que Tú quieres. Haz Tú perfecta voluntad.” Y luego, descanse.
Aún en medio del verdadero abuso hemos visto como Dios ha dado
verdadera paz a muchos que están sometidos a ello, o bien a manos

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 109

de personas o de gobiernos inescrupulosos que buscan destruir la


obra de Dios. Aquí insertamos, sin embargo, una palabra de
precaución: Usted no tiene que sufrir el maltrato físico, mental,
emocional o espiritual a menos de que Dios le dé la gracia y le dirija
a hacerlo. Normalmente aconsejamos a alguien que está en medio
de cualquier abuso que busque pronta ayuda de su pastor, líder o
consejero; o de ser posible o necesario, de las autoridades
competentes.
En Los Estados Unidos de América, los pastores, por la ley, están
obligados a denunciar los maltratos físicos de cualquier tipo, y
especialmente los que ponen en riesgo la vida o la salud de alguna
persona (y los maestros de las escuelas públicas y privadas,
también).
Una esposa que sufre calladamente el abuso físico puede estar
sufriendo de una auto-estimación muy baja. Usted no tiene
necesariamente que permitir que la imagen de Dios en usted sea
rebajada.

B. LA ENSEÑANZA DEL A PÓSTOL P EDRO


En el pasaje de 1ª Pedro capítulo tres el Apóstol alaba a aquellos
que sufren calladamente el abuso, siguiendo el ejemplo de Cristo.
Pues, ¿que gloria es si pecando sois abofeteados, y lo
soportáis? Más, si haciendo lo bueno sufrís, y lo
soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de
Dios. 1 Pedro 2.20
Debemos señalar, sin embargo, que en el contexto de este pasaje
Pedro se está refiriendo a aquellos que sufren persecución a manos
de los no creyentes por causa de su etnicidad, o por causa del
Evangelio.
El Apóstol está escribiendo a judíos que habían tenido que salir o a
quienes habían expulsado de su tierra y habían perdido posesiones,
hijos, o familia y ahora estaban a punto de rebelarse por las
adversas condiciones en las que estaban viviendo.
Él les recuerda que antes de ellos el Señor Jesucristo también sufrió
cruelmente a manos de los malhechores y encomendó Su causa
ante Su Padre. Él fue herido y maltratado hasta lo sumo y lo hizo
para pagar el precio de nuestra redención.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre
él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53.5
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 110

La Biblia dice que a Jesucristo lo maldijeron por ti y por mí, y que Él


padeció por nosotros y lo soportó todo por amor a nosotros.
Quién cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando
padecía, no amenazaba; sino encomendaba la causa al que juzga
justamente. 1 Pedro 2.23
Y en el contexto el Apóstol Pedro está escribiendo primeramente a
las mujeres, porque en el capítulo tres él empieza: “asimismo
vosotras mujeres…” Así mismo como Cristo.
Entonces Pedro está recordando a las esposas que su ejemplo
máximo es Jesucristo, quien, para Gloria del Padre, se sometió aún
a los malvados en el juicio y en la crucifixión.
Él pudo hacerlo porque estaba completamente agarrado a la
voluntad de Su Padre.
Si una esposa está completamente sometida a su Padre celestial,
ella podrá someterse aún al más cruel de los hombres, y Dios
mismo la librará por cause de su fe y de su espíritu.
Las Escrituras claramente dan una promesa a quienes honran a
Dios: serán honrados.
Mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque
yo honrará a los que me honran, y los que me
desprecian serán tenidos en poco. 1 Samuel 2.30b
Hay otro texto que asegura que los que confían en el Señor no serán
avergonzados.
Y conocerás que yo soy Jehová, que no se
avergonzarán los que esperan en mí. Isaías 49.23b
La otra razón poderosa por la cual una esposa se sujeta a su
marido, es para mostrarle al mundo como la Iglesia se sujeta a
Cristo.
Es decir, una esposa cristiana modela ante el mundo la sujeción de
la Iglesia a Jesucristo.
La analogía de Pablo es convincente: Cristo es la cabeza de la Iglesia
y esta se le somete para la gloria de Dios.
El esposo es la cabeza de la mujer y esta se le somete para la gloria
de Dios y para que el mundo pueda ver en acción el corazón sumiso
de Jesucristo.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 111

Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así


también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
Efesios 5.24
El matrimonio que sigue el orden de Dios es como una vidriera de
exhibición ante el mundo del corazón y los recursos de Dios.
Por supuesto, lo otro también es verdad, el hombre se somete a
amar a su esposa, a honrarla, a servirla, a afirmarla y levantarla a
fin de modelar ante el mundo el corazón de amor del Padre.
Un hombre que no ama así a su esposa no debiera esperar que esta
se le sometiera de buena voluntad; ella aún podrá hacerlo por la
gracia y el Espíritu de Dios que le da las fuerzas para sobreponerse
aún a las circunstancias más adversas.
A las mujeres creyentes con maridos inconversos, el apóstol Pedro
les aconseja que adopten una conducta “casta y respetuosa” para
que por medio de ella atraigan a los que no creen aún sin palabras.
Un espíritu humilde es un espíritu respetuoso, y un espíritu
respetuoso honra a Cristo.
Cuando una esposa entiende su papel y está completamente segura
de ser aceptada por Dios, su espíritu se fortalece y su seguridad
aumenta.

C. UN TESTIM ONIO CERCANO A M Í


Mi esposa Morelia viene de un hogar divorciado. Su padre, un
profesor universitario, abandonó su familia después de que
regresaran del exilio (él fue perseguido por su filiación y actividad
política).
Yo no sabía cuánto dolor se genera en el corazón de un niño o de un
joven a consecuencia de un divorcio. Morelia tenía una profunda
herida de la que yo no estaba consciente. El abandono de la casa
por parte de su padre le dejó una tremenda inseguridad.
En nuestro noviazgo (que se desarrolló mayormente por correo)
yo no noté nada que encendiera una luz de precaución.
En los primeros cinco años de nuestro matrimonio, sin embargo, se
iba a desencadenar una tempestad tan grande, ¡que por momentos
amenazó con hundirnos!
Morelia empezó a dar señales de una gran inseguridad que yo no
sabía cómo tratar. Sólo recuerdo que nos tomábamos de las manos
con nuestra pequeña Carolina (y tal vez Grace) y orábamos y

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 112

llorábamos delante de Dios pidiendo sanidad para el corazón de mi


esposa y madre de mis hijos.
Yo estaba sobrecogido con la idea de regresar a casa y no encontrar
a mi esposa. Ella decía que así como su padre la había abandonado,
yo también la abandonaría tarde o temprano, y que ella se iría
antes de que tal cosa ocurriese.
Yo nunca dije -ni jamás pensé- irme de su lado. Sus respuestas y su
confusión estaban condicionadas al terrible golpe emocional
sufrido años antes por la infidelidad de su padre.
Ya no recuerdo cuanto tiempo luchamos contra aquel terrible
fantasma, hasta que la gracia de Dios nos alcanzó y logramos la
victoria.
Hoy puedo decir con gran gozo, que Morelia es una de las mujeres
más ecuánime, sensata, sobria, sabia y madura que conozco
(bueno, tal vez haya un poquito de prejuicio allí).
Ella sabe exactamente quién es, de dónde viene y adónde va, está
absolutamente confiada en el amor de Dios, de su marido y de sus
hijos, y ¡no se asusta con facilidad!
Morelia no presume de nada, a pesar de su inteligencia. Sabe
trabajar con sus manos, con su cabeza y con su corazón. ¡Es una
tremenda artista!
Morelia no se impresiona fácilmente, ni busca impresionar a nadie.
Yo muchas veces le agradezco que está a mi lado cuando podría
estar en un palacio con algún título de nobleza. Ella me llama (aún
después de cuarenta años de matrimonio) “mi rey” Y yo casi se lo
creo, porque ¡ella es una verdadera reina!
Sí, nuestra casa siempre fue como un verdadero reino donde las
hijas eran princesas y el único hijo un príncipe; pero, el verdadero
rey de nuestro hogar fue y siempre será Jesucristo.
Las Escrituras nos mandan a no ser vanagloriosos y a no irritarnos
los unos a los otros.
No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a
otros, envidiándonos unos a otros. Gálatas 5.26
La vanagloria es lo contrario a la humildad. La vanagloria infla, es
petulante, se hace odiosa.
Según 1ª de Corintios capítulo 13, versículo 4, “el amor no es
jactancioso, no se envanece”.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 113

La jactancia es enemiga del matrimonio y de las relaciones, porque


el que se jacta o se envanece lo hace a expensas de alguien más.
El que se jacta se engaña pensando que es mejor que el otro, y
busca rebajar al otro para poder subir a sus propios ojos.
Pero, otra vez, si usted se jacta de ser mejor, o más sabio, o más
prudente, o más fuerte, o más ingenioso, etc., que su cónyuge, usted
se está rebajando a sí mismo.
La Biblia dice que no debemos hacer nada por contienda o
vanagloria (Filipenses 2.3). Nada. Eso significa que 100% de lo que
hacemos no debe estar absolutamente basado en empequeñecer al
otro, rebajar al otro, ofender al otro. ¡Nada!

D. M ÁS SOBRE EL EJEM PLO DE J ESUCRISTO


Jesucristo, nuestro modelo, nunca rebajó a nadie (aunque si fustigó
a muchos que se consideraban mejor que los otros o que se auto-
justificaban a sí mismos). Él levantó a los pequeños, a los pobres, a
los más débiles, a aquellos que la sociedad de Su tiempo había
rebajado o rechazado.
Prácticamente hablando, el profeta Isaías se refirió a Él como de
Alguien que “no apagará el pábilo que humea”. Eso quiere decir que
aún aquello que casi no es tenía el respeto de nuestro Señor.
Él no quebraría “la caña cascada”, aquello que estaba a punto de
romperse no iba a ser quebrado del todo por nuestro Modelo de
gentileza.
Hace algunos años atrás el presidente George W. Bush hablaba que
se necesitaba un país de relaciones “más gentiles y generosas”
Tal vez es difícil de hablar de un país con tales adjetivos, pero esa
debería ser la meta para nuestros hogares: relaciones más gentiles
y generosas.
Relaciones adonde predomine la gentileza por encima de la rudeza;
la generosidad por encima de la mezquindad. ¡Cómo cambiarían las
cosas en los hogares si nos esforzáramos más para vivir así!
Yo sé que hay esposos y esposas que se han acostumbrado a
relaciones menos que gentiles y actualmente viven en relaciones
rudas y groseras en sus hogares.
Hay hombres que creen que la rudeza es un sub-producto de la
masculinidad- yo diría que tal vez del machismo- pero la rudeza

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 114

mas bien muestra una verdadera falta de carácter y una subyacente


inseguridad.
Vamos a ver lo que Dios dice en cuanto a este tema.
La Biblia dice que un esposo que habla o trata a su esposa con
rudeza va a tener como resultado que sus oraciones no serán oídas
por el Señor.
Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas
sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más
frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida,
para que vuestras oraciones no tengan estorbo. 1
Pedro 3.7b
Dios no toma ninguna rudeza con ligereza, todo lo contrario, las
conoce y las rechaza.
De hecho, la Biblia asegura que toda falta de humildad es resistida
por Dios, y la rudeza es una falta de humildad.
Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a
los soberbios y da gracia a los humildes. 1 Pedro 4.6
Cuando la Biblia dice que Dios resiste a los soberbios quiere decir
que los resiste ¡activamente! ¡Los echa lejos de Sí!
El que un cónyuge sea rudo, sin embargo, no le da permiso tácito al
otro para hablar con desafueros o responder con groserías.
Nuevamente, el ejemplo de Cristo fue claro. A Él lo maldijeron por
nosotros, y Él no respondió con maldición.
Sólo el pensar que a Jesucristo alguien pudo maldecirlo me causa
repugnancia y enojo (creo que es ¡una ira santa!). Pero, Él no
replicó con maldición. Él soportó las maldiciones calladamente en
un espíritu de mansedumbre.
Enmudeció y no abrió su boca.
Quedarse callado ante el insulto y la maldición no es fácil, eso está
claro para nosotros. El mantenerse en silencio en esas
circunstancias requiere una disciplina muy grande, un espíritu
superior. Pero, ¿es que acaso no hemos recibido ese Espíritu?
Jesucristo lo hizo por nosotros, ¿no podemos nosotros hacer lo
mismo por Él?

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 115

E. EL TESTIM ONIO DE M OISÉS


La Biblia dice que Moisés fue uno de los hombres más mansos de su
tiempo.
Supongo que todos recordamos su historia según la relata
especialmente el libro de Éxodo.
Este Moisés no fue siempre manso, sin embargo. Recordemos cómo
se levantó airado contra aquel egipcio que maltrataba a uno de sus
hermanos israelitas y lo mató.
Moisés era un hombre de fuerte carácter. Me lo imagino también
con mucha fuerza física. Un hombre educado pero rudo.
Dios tuvo que llevarlo al desierto por cuarenta años para enseñarle
humildad, y ¡creo que aprendió en exceso!
Cuando Dios se le apareció en la zarza que ardía y no se consumía
(Éxodo 3), este Moisés era otro hombre. Tal vez fue por eso que
Dios le llevó al desierto, para crear un nuevo espíritu en él. Moisés
debió aprender a depender en todo en Dios.
Cuando Dios lo llamó, este nuevo Moisés se sentía completamente
inseguro y vio el llamado de Dios como muy grande para él. Dios
tuvo que asegurarle, una y otra vez, que Él le ayudaría, le
acompañaría, que le pondría las palabras en su boca, le enseñaría,
le guiaría, le capacitaría para cada obra necesaria, etc. Dios casi
tuvo que empujarlo para que entendiera que él, Moisés, era la
persona adecuada a quién Él había escogido para la tarea.
A regañadientes Moisés aceptó la encomienda de Dios, y, mientras
más se acercaba a Dios, más humilde se tornaba. Hasta llegar a ser
considerado por Dios, “el hombre más manso que había sobre la
tierra” (Números 12.13).
Cuando María y Aarón, sus hermanos, murmuraron en su contra a
sus espaldas, a causa de la mujer cusita que tomó como esposa,
Dios mismo tuvo que salir en su defensa. Moisés, aunque
posiblemente escuchó la murmuración, no reclamó nada a sus
hermanos.
Cuando usted y yo nos acercamos a Dios con el deseo de amarlo y
servirlo, nuestra humildad tiene que crecer. El Espíritu de Dios es
Espíritu de humildad.
Si usted es un hijo o una hija de Dios, Él va a defender su causa.
Punto. Él va a salir por ti, Él va a pelear tus batallas, Él va a cerrar la

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 116

boca de los que te acusan falsamente o a los que dicen todo mal
contra ti, mintiendo.
Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y
condenarás toda lengua que se levante contra ti en
juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y
su salvación de mí vendrá, dijo Jehová. Isaías 54.17
Dios se airó contra María y Aarón, y su juicio cayó sobre ellos.
Moisés tuvo que interceder ante Dios por sus hermanos. ¡Qué
espíritu humilde él demostró!
Toda mujer, especialmente, debe comprender que el poder no está
en las palabras, sino en su espíritu. Una esposa puede hablar y
hablar y no conseguir nada de su esposo. Aún puede llorar y llorar
y no conseguir nada. Y puede quejarse y quejarse y no conseguir
nada (toda queja es primariamente contra Dios). Y puede gritar y
gritar y no conseguir nada.
Pero, al Espíritu de Dios nadie lo puede resistir. Y nosotros hemos
recibido ese Espíritu, que es Espíritu de poder.
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de
amor, de poder y de dominio propio. 2 Timoteo 1.7
Escuché de los labios de un hombre que Dios está usando en
muchas partes del mundo, la historia de cómo su esposa lo llevó a
Cristo. Él había crecido como un joven existencialista, y atado a los
vicios y a los juegos de azar. En la universidad escribió un drama en
el cual planeaba suicidarse en el acto final. Su vida estaba vacía y su
alma en tormento. En medio de esa confusión conoció a una mujer
que se casó con él y comenzaron a vivir juntos una vida de
tormento. En la angustia de esa relación su esposa llegó a conocer
al Señor Jesucristo y su vida cambió, pero su esposo seguía siendo
el mismo.
Noche tras noche ella lo esperaba acurrucada en un sofá, lista y
dispuesta a servirle sin reproche. Él la insultaba y la vejaba. Hasta
aquella madrugada cuando él cayó rendido a los pies de su esposa y
le pidió que, por favor, orará por él, diciéndole: “Yo necesito eso
que tú tienes en tu corazón”. Aquella noche, Dios lo cambió, pero él
atribuye ese milagro al espíritu sumiso y confiado de su esposa.
Él hoy es presidente y fundador de un ministerio que sirve
alrededor del mundo a aquellos que están tratando de romper los
lazos de dependencia de las drogas. Y todo a causa de una mujer
que se humilló y sirvió a su esposo hasta verlo cambiado por el
poder de Dios.
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 117

Dios se opone activamente al altivo, Él resiste la soberbia y la


aborrece.
Seis cosas aborrece Jehová, y aún siete abominan su alma. Los ojos
altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre
inocente. El corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies
presurosos para correr al mal. El testigo falso que habla mentiras, y
el que siembra discordias entre hermanos. Proverbios6 .16-19
Por otra parte, Dios dice que Él le da gracia a los humildes. ¡Y cómo
necesitamos la gracia del Señor! Una de las cosas que a diario pido
por nuestros hijos y nietos es que Dios les de gracia.
Ellos podrían ser muy inteligentes, sabios, prudentes, amorosos,
etc., pero sin la gracia de Dios nada de todas esas cualidades les
ayudarían demasiado. Ore para que Dios revista de Su gracia a sus
propios hijos y confíe en la Palabra de Dios.
Creemos tanto en la necesidad de la gracia de Dios que nombramos
a una de nuestras hijas Grace (Gracia en español) ¡Y cómo
necesitamos de esa gracia cuando la levantamos a ella y al resto de
los hijos!
Cuando pienso en la humillación, veo a Cristo semi-desnudo
colgando de esa Cruz en el Monte Calvario. Él fue sometido a un
juicio injusto. Se burlaron de Él, le escupieron el rostro, le halaron
la barba, le vistieron con un manto escarlata, le hicieron cargar la
cruz, le convirtieron en un espectáculo público a través de las calles
de Jerusalén. En esas calles oyó más insultos, groserías, y
permaneció callado. Luego lo ataron a la cruz y le traspasaron sus
manos y sus pies con grandes clavos… y Él permaneció callado.
Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la
fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la
cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios. Hebreos 12.2
¿Por el gozo?, ¿cuál gozo? Por el gozo de saber que la voluntad del
Padre está siendo cumplida.
Pare eso Él descendió del cielo, para hacer la voluntad de Su Padre.
…porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del
que me envió, la del Padre. Juan 5.30b
El gozo de Jesús era hacer exactamente la voluntad de Su Padre.
Por eso puso a un lado Su propia voluntad, sus propias ideas, sus
propios planes, a fin de que la gloria del Padre fuese vista.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 118

Y aunque aquellos espectadores lo último que pensaron allí fue


sobre la gloria de Dios, allí fue vista Su gloria, cuando Jesucristo,
estando en la condición de hombre, se humilló hasta lo sumo.
La humildad no tiene nada que ver con la debilidad, pero si todo
que ver con el poder, con la fortaleza, con la confianza.
Humillémonos pues, bajo la poderosa Mano de Dios en cada
circunstancia de nuestra vida como cónyuges y nuestro Dios nos
levantará y afirmará nuestra causa.

F. R INDIENDO CADA DERECHO A D IOS


Una de las cosas que nuestro enemigo (Satanás) usa con más
efectividad en nuestros días es el área de los derechos humanos.
Vivimos en la era de los derechos y se reclaman tanto para los
humanos como para los animales, y para los niños y pare usted de
contar.
Recuerdo aquella vez que cedimos a la presión de conseguir un
pequeño cachorro para nuestros hijos.
Morelia y yo nos pusimos de acuerdo y salimos con nuestros hijos
hacia la Sociedad Protectora de Animales en Chicago para adoptar
una de esas criaturas.
La experiencia me ha quedado indeleble en mi mente. Allí
encontramos aquel perrito con su carita de dulzura e inocencia
esperando la familia perfecta.
Y justo llegamos nosotros.
Para nuestros hijos fue amor a primera vista. El animalito era
irresistible.
Y nos dieron aquella cantidad de papeles para llenar, la solicitud de
adopción de Friskie (como luego le llamamos). No recuerdo nunca
haber llenado ni una sola hoja cuando fui al hospital para recibir a
ninguno de nuestros hijitos. Pero, en aquella oficina si nos dieron
cantidades de hojas para llenar. Y las preguntas eran muchas y
variadas; hasta nos preguntaron cuanto estábamos dispuestos a
invertir en la salud y el bienestar del cachorro. ¡Y nosotros que
pensábamos que agua y sobras de comida serían suficiente!
Una pregunta que me pareció difícil de contestar fue: ¿Y cómo
tratarán y educarán al perro si se porta mal?
Nerviosamente miré a Morelia y le pregunté: ¿Y cómo educaban en
tu casa a los perros? (porque en la casa de ella siempre hubo
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 119

perros). Ella me dijo que su mamá solía hacer un rollo con papel
periódico y le daba al perro por la cola.
El que hizo la pregunta casi se desmaya al oír la respuesta, y casi
me manda a arrestar por contestar en forma tan contraria a los
derechos de los animales. Finalmente, después de dar muchas
seguridades de que tendríamos todo el cuidado del mundo para
educar y levantar al cachorro, salimos de aquella oficina con él y
sintiéndonos súper malos y abusivos.
¡Gracias a Dios que nunca vinieron a nuestra casa a corroborar el
trato que le dimos al animal que vivió con nosotros por muchos
años!
Les cuento eso para que se den cuenta hasta que punto se han
llevado los derechos de todos los seres vivos.
Lo cierto es que si alguien se aferra a algún derecho encontrará a
alguien más que quiera negárselo.
Jesucristo, el Eterno Hijo de Dios, no descendió del cielo para
mostrar Sus derechos o pare hacerlos respetar. Él cedió cada
derecho ante Su Padre y confió en Él Su cuidado y bienestar.
Si un cónyuge insiste en cuidar celosamente sus derechos, o en
pedir una y otra vez que sus derechos sean reconocidos y
respetados, pronto se dará cuenta que vivirá en frustración.
Aún un derecho tan sencillo como el derecho a ser feliz, puede
convertirse en una pesadilla. Algunos, que se han casado con ese
derecho en mente, pronto encontrarán que su cónyuge pensaba
que tenía ese mismo derecho primero que el otro o que la otra.
En Los Estados Unidos de América, donde la misma Constitución
declara que la búsqueda de la felicidad es un derecho adquirido,
hay mucha gente frustrada. Algunos piensan: “alguien no me está
haciendo lo feliz que yo merezco”.
Hace algunos años oí “la historia de las piñas” que ilustra bien este
punto. La historia relata acerca de un misionero real que fue
enviado a una de las islas del Pacífico y allí, en sus ratos libres, se
dedicó a plantar un campo de piñas. Aquellas frutas eran su delicia
por lo grande y dulce que allí se daban. El problema era que los
nativos de aquel poblado donde ministraba eran ladrones por
naturaleza y cultura y se robaban las piñas del misionero.
El misionero iba creciendo en enojo y desasosiego con cada día que
pasaba. Sus piñas desaparecían día por día en la época de cosecha.
Al cumplirse la fecha de su salida para visitar a los individuos y las
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 120

iglesias que le apoyaban en los Estados Unidos su enojo estaba en


su punto culminante. Él sabía que ese asunto se estaba
convirtiendo en un verdadero problema espiritual, y también sabía
que debía hacer algo y pronto.
El partió con su corazón molesto. Ya en los Estados Unidos él y su
esposa tuvieron la oportunidad de ir a una conferencia adonde él
escuchó algo muy especial acerca de su conflicto. El conferencista
estaba hablando acerca de rendir todo derecho al Señor para
calmar el corazón y descansar en Dios. Algo en su corazón le dijo
que esta era la respuesta que estaba buscando. Allí mismo esa
noche el misionero pensó que a su regreso a la isla entregaría al
Señor el derecho sobre su campo de piñas.
Dicho y hecho, a su regreso una de las primeras cosas que el
misionero hizo fue ir al campo de piñas donde arrodillado le
entregó a Dios su derecho sobre el campo de las piñas.
Él regresó a su casa esa tarde con su corazón mucho más ligero y
tranquilo. Desde la ventana de su casita se podía ver el campo de
piñas, y él se asomó una hora después y vio como los nativos ¡se
seguían robando las piñas!
Él ahora comenzó a “orar en voz alta”: “¡Señor, te están robando tus
piñas!” Su corazón comenzó a latir fuerte y él rápidamente perdió
el gozo y la paz que tanto le había costado conseguir. Cuenta el
misionero que el Señor habló a su corazón: “¿Me entregaste el
campo de piñas? Y él le respondió: “Si, Señor, ¡pero te están
robando!”
En alguna forma los nativos se enteraron de que el misionero no
era ya más el dueño del campo de piñas, y ahora tenían un
problema en sus manos; era una ley no escrita en aquel pueblo que
nadie podía robar si no conocía a quién estaba robando. Ellos
fueron de casa en casa preguntando acerca de si sabían a quien el
misionero le había vendido o cedido el campo. Al caer la noche
estaban desesperados, ¡nadie sabía quién era el nuevo dueño del
campo!
Esa noche –según cuenta el misionero- llegaron frente a su humilde
casita, pintados de guerra y sumamente contrariados; ellos
comenzaron a hacer sonar sus arcos y flechas contra la tierra
endurecida mientras gritaban: “¡Díganos a quién le vendió el
campo!” “¡Díganos a quién le cedió el campo!”

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 121

Cerca de la medianoche el ruido era ensordecedor y la furia iba en


crescendo. Fue entonces cuando la esposa del misionero le suplicó
que saliera y les dijera a quien le había dado el campo.
El misionero salió y levantó su mano derecha mientras decía:
“Hagan silencio que ya les diré a quién entregué el campo.” Se hizo
un silencio increíble y los ojos de todos estaban atentos a lo que
diría el misionero. Después el misionero dijo: “Yo entregué el
campo a Dios”. El silencio se hizo mayor, se miraban los unos a los
otros y luego comenzaron a gritar más fuerte que antes: “Dígale a
Dios que le devuelva su campo” y añadieron: “Porque a Dios ¡no lo
podemos robar!”
Dice el misionero que esa fue la última vez que robaron piñas del
“campo de Dios”. Cuando el misionero tenía que salir de viaje él
tenía que decirles a los nativos que ellos podían tomar algunas
piñas porque Dios les daba permiso.
A Dios nadie lo puede robar. Aún los nativos sabían eso. ¿Lo sabe
usted? ¿Tiene todavía algún derecho que te hace sentir frustrado o
frustrada? Entréguelo hoy al Señor y su corazón descansará. El
Señor tomará cuidado de usted y Él impedirá que alguien o algo le
roben el gozo y la paz. En Él sus derechos estarán seguros y usted
podrá descansar.
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti
persevera, porque en ti ha confiado. Isaías 26.3.

G. EL EJEM PLO DE J OSÍAS


A mí me fascinan las historias de la Biblia, pero hay especialmente
una en el libro de 2 Crónicas 34 que toca mi corazón de una manera
especial, es la historia de Josías, rey de Judá.
La familia de Josías tenía una historia negra. Él era nieto de
Manasés, hijo de Ezequías quien fue un rey más o menos bueno.
Este Manasés fue un rey impío que reinó sobre Judá por cincuenta
y cinco años e hizo lo malo ante los ojos del Señor. Edificó lugares
altos, hizo imágenes a varios dioses, adoró a todo el ejército del
cielo, edificó altares a otros dioses en el Templo del Señor, pasó a
sus hijos por el fuego, e hizo más mal que los reyes de otras
naciones a las cuales el Señor destruyó (¿y usted pensaba que su
familia era mala?).
El Señor habló a Manasés y a su pueblo, pero ellos no
escucharon, por lo cual Dios envió contra él a los
generales del ejército de Asiria quienes se lo llevaron

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 122

preso con grillos de bronce y con cadenas a Babilonia.


Cuando el Señor lo puso en angustia el oró a Jehová y
“se humilló grandemente en la presencia del Dios de
sus padres”. Y Dios lo oyó y lo restauró a su reino en
Jerusalén, y entonces reconoció Manasés que Jehová
era Dios (2 Crónicas 33.12, 13).
¡A mí me asombra la paciencia y la misericordia de Dios!
Después de que fue restaurado buscó a Dios y trató de reparar los
males que había hecho; eso era lo menos que podía hacer.
Cuando Manasés, el abuelo de Josías murió, se levantó en su lugar
su hijo Amón de veintidós años de edad. Así joven como era se
dedicó a hacer todo lo malo que su padre había hecho, y nunca se
humilló ante Dios. Y sus siervos conspiraron contra él y lo mataron.
Murió por su pecado y en su pecado.
De ese trasfondo oscuro nace Josías. Yo sé que hay algunos que
todavía están culpando a sus padres y a sus abuelos por la vida que
llevan. Hay quienes están dispuestos a poner sobre los otros la
propia responsabilidad de sus vidas y sus pecados. Pero, no se
olvide, que Dios conoce el corazón.
En la gran misericordia de nuestro Dios, Él redime nuestro pasado
y el legado de nuestros ancestros cuando nosotros venimos delante
de Él humillados y listos a recocer que Él es el Señor de nuestras
vidas. Usted no tiene por qué seguir viviendo atado al pecado que
hicieron sus antepasados. Dios nos da una nueva oportunidad de
comenzar con sinceridad delante de Él, y eso fue lo que hizo Josías.
Él comenzó a reinar siendo un niño de ocho años. Fresco estaba
delante de él la vida y el testimonio de su padre, pero él escogió
honrar, obedecer y humillarse ante el Señor.
Josías –dice la Biblia- “comenzó a buscar al Dios de David su padre;
y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los
lugares altos, bosques, esculturas, e imágenes de fundición”.
En el tiempo de su reinado iba a ocurrir ¡uno de los grandes
avivamientos de los tiempos antiguos!
A los dieciocho años de su reinado, después de haber limpiado la
tierra y su casa (limpiar nuestra casa ¡es una tarea altamente
necesaria!), él envió a reparar la Casa del Señor, el Templo de
Jerusalén, y allí encontraron los que limpiaban y reparaban ¡el libro
de la ley de Dios!

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 123

Esto no fue una coincidencia; cuando aparejamos el corazón para


honrar a Dios, Él prepara todas las circunstancias a nuestro
alrededor para que sigamos buscándolo y para darnos Su favor.
Cuando Safán, el ayudante del rey, leyó el libro en presencia del rey,
este ¡rasgó sus vestidos! E inmediatamente envió a consultar al
Señor, “porque grande es la ira de Jehová que ha caído sobre
nosotros”.
Y el Señor respondió afirmando que Él traería sobre Judá y
Jerusalén todas las maldiciones escritas en el libro, “por cuanto me
han dejado, y han ofrecido sacrificios a dioses ajenos,
provocándome a ira con todas las obras de sus manos”.
Pero, Dios también envió unas palabras especiales para Josías, rey
de Judá: “Por cuanto oíste las palabras del libro, y tu corazón se
conmovió, y te humillaste delante de Dios… tus ojos no verán el mal
que traigo sobre este lugar y sus moradores”.
Josías se humilló delante de Dios, y Dios vio su corazón humillado, y
le respondió de manera muy especial.
En estos tiempos en que vivimos vemos muy poca humillación en
los llamados cristianos; tal parece que cada quién cree que debe
demandar cosas de Dios porque este está obligado a dárselas. Hay
algunos que aún van más allá al punto de creer que pueden
“decretar” cosas y exigir que Dios las haga para su provecho o
promoción. No hay tal cosa o tal comportamiento entre los
caracteres Bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento. La gente a
quienes Dios bendijo fueron aquellas que estaban listas a
humillarse, a reconocer su pecado, su condición, y a venir ante el
Señor a buscar misericordia y compasión.
Si vamos a ver la Mano de Dios moviéndose eficazmente en
nuestros hogares, tenemos que doblar nuestras rodillas, inclinar
nuestras voluntades, y a clamar por la misericordia de Dios. Si, Él
puede y quiere salvarnos, pero, no lo hará mientras nos
mantengamos en una actitud de prepotencia delante de Él.
Josías fue movido a celebrar la Pascua ante el Señor. Por mucho
tiempo el Templo estaba lleno de basura, sin reparar, sus lámparas
estaban apagadas y sus paredes resquebrajadas, pero, Dios incitó al
rey a hacer las rectificaciones necesarias, y a hacer un pacto
delante de Él.
Y estando el rey en pie en su sitio, hizo delante de
Jehová pacto de caminar en pos de Jehová, y de
guardar sus mandamientos, sus testimonios y
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 124

estatutos, con todo su corazón y con toda su alma,


poniendo por obra las palabras del pacto que estaban
escritas en aquel libro. 2 Crónicas 34.31
Si vamos a caminar, como familia, delante de Dios, nosotros
también tenemos que proponernos a guardar, con todo nuestro
corazón y con toda nuestra alma, la Palabra de Dios. Y tendremos
que hacer una decisión de leer, meditar, reflexionar, y creer esa
Palabra día tras día.
Dios libró a Josías de ver la maldición y el juicio que vendría sobre
Judá, porque él se humilló y buscó obedecer la Palabra. Dios
también puede pasar por alto en nuestra familia algunas
dificultades o pruebas, grandes o pequeñas, si nos apropiamos de
ese espíritu de humillación que practicó Josías.
Que el Señor nos de la gracia y mueva nuestro corazón para
hacerlo.

H. O RACIÓN SUGERIDA PARA ENTREGAR


NUESTROS DERECHOS AL S EÑOR
Yo quiero poner aquí una oración que sugiero que usted haga para
entregar sus derechos al Señor:
Señor, ayúdame a ser humilde como Jesús. Señor, tu sabes que
muchas veces mi ego y mi orgullo se interponen. Señor, yo quiero
tener la mansedumbre de Jesús. Anhelo responder como Él lo hizo
aún ante los hombres malos y las circunstancias más adversas.
Permíteme Señor, modelar tu humildad a fin de que los que me
rodean vean tu gloria. Señor entrego a Ti cada uno de mis derechos,
incluyendo el derecho a ser feliz. Toma Tú, Señor, cuidado de ellos.
Gracias, Señor, por ayudarme en este momento. Mi confianza está
solamente en Ti, y sólo espero en Ti. Pido todo esto con acción de
gracias en el nombre de Jesús. Amén.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 125

Capítulo 6: LA GLORIA DEL SERVICIO


Son las 3 de la mañana. Un bebé, recién nacido, llora en su cuna y
una madre soñolienta y cansada se levanta para dar alimento a su
hijo.
Más allá de su cansancio, de su deseo de continuar durmiendo, de
su debilidad física, esta madre reconoce la necesidad de alimento
que enfrenta el bebé. Esa necesidad está por encima de cualquier
otra cosa.
Una madre entiende que la necesidad del hijo es real y que hacer
provisión para cubrir la misma, gira alrededor de su disposición y
responsabilidad de servir y ayudar a suplir dicha necesidad.
Cada ser humano, en algún momento, enfrenta necesidades.
Todos estamos sometidos a circunstancias y situaciones que nos
colocan ante carencia de algo, a falta de recursos adecuados,
incapacidades, etc.
Dios, al crearnos, nos diseñó de tal forma que nos pondrán en
situaciones en las que tendremos y deberemos aceptar la realidad
desnuda de que nos necesitamos los unos a los otros. Habrá
momentos en los que seremos nosotros los que necesitaremos
ayuda de los otros habrá momentos en los que seremos nosotros
los llamados a prestar ayuda.
Desde el momento de la Creación esa condición ha estado
presente. En el relato de Génesis 2:18-22, Dios reconoce la
necesidad de Adán y provee la ayuda adecuada ante ella. Él hace
caer en un sueño profundo al hombre y, tomando una de sus
costillas, crea a Eva.
En la narración de Génesis 3, Dios provee para la desnudez de
Adán y Eva (v. 21). Ellos presentaban una necesidad y Dios suplió
ante ella.
Desde entonces, los seres humanos, siendo entes sociables, nos
colocamos en el área de servir y de ser servidos.
La Biblia nos enseña que Dios, el eterno, el todopoderoso, el
omnisciente, y creador del Universo, se apresura a ayudarnos en
nuestras necesidades.
Él es mencionado como nuestra ayuda en variadas
oportunidades:
… de manera que podemos decir confiadamente: El
Señor es mi ayudador… Hebreos 13:6
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 126

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes,


porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia. Isaías 41:10
Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu
mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. Isaías
41:13
Ese mismo Dios de amor, presentado en el Jardín del Edén, se
hace propicio a nosotros. Él nos mira con misericordia, con
compasión y con gracia. Él nos da la muestra de supremo servicio
cuando considera nuestra insuficiencia ante el pecado y, en un
acto de voluntario de entrega, se acerca, nos alcanza y envía a su
único hijo con el propósito de servirnos ofreciéndonos
gratuitamente la única solución posible ante nuestra eterna
condenación.

A. J ESÚS M ÁXIM O EJEM PLO DE SERVICIO


Jesús se ofrece como voluntario para servirnos en nuestra
necesidad espiritual y, como que, si esto no fuese suficiente, nos
ofrece vida abundante en todos los ámbitos: físico, emocional,
mental, material.
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas? Romanos 8:32
… Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos… Efesios 3:20
Jesús no se detuvo a considerar la gloria que le rodeaba, ni de la
que Él y es merecedor. Ante nuestra necesidad, Él se despoja a sí
mismo y asume como rol principal en venir a servirnos; Él provee
ante nuestra necesidad; Él ofrece la solución a nuestra
problemática.
Su servicio no se ve limitado por lo que Él es: ¡el eterno hijo de
Dios! Él, poniendo a un lado su condición de Dios, se dispone a
ofrecernos su ayuda.
Su vida aquí en la tierra, fue una vida caracterizada por el
servicio, por la oferta al ser humano de una vida con propósito,
con gozo, con libertad,

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 127

… yo he venido para que tengan vida, y para que la


tengan en abundancia. Juan 10:10
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el
mundo la da. Juan 14:27
Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan
8:32
Su entrega, su sacrificio, su ejemplo, deben ser nuestra guía. Él es
el modelo a seguir. Él está esperando que sigamos sus pisadas. Él
está esperando que caminemos como Él caminó.
El que dice que permanece en él, debe andar como él
anduvo. 1ª Juan 2:6
Es más, de acuerdo al versículo 5 del mismo capítulo (…pero el
que guarda su palabra…; por esto sabemos que estamos en él),
actuar como Jesús lo hizo, es una demostración clara de que
verdaderamente somos hijos de Dios.
Jesucristo vivió en una forma tan particular que esa vida tiene
que ser nuestro ejemplo a seguir. Él mismo lo expresa de esa
manera luego de haber terminado de lavar los pies a sus
discípulos.
Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto,
volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?
Vosotros me llamáis Maestro, y Señor, y decís bien, porque lo soy.
Pues si yo, el Señor y Maestro, he lavado vuestros
pies, vosotros también debéis lavaros los pies los
unos a los otros. Juan 13:12-14
Su vida fue una vida de servicio. Aun cuando Él tenía el poder y la
autoridad para reclamar el ser servido, Él, voluntariamente, se
convirtió en siervo.
Y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:44-45
En Lucas 22:27 se asegura que Él está ocupando la posición del
que sirve.
Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve?
¿No es el que se sienta a la mesa? Más yo estoy entre vosotros como
el que sirve.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 128

Podemos asegurar que ese no era el lugar que le correspondía. El


apóstol Pedro lo consideró de esa manera cuando reconoció que
Jesús era el Rey de la Gloria y quiso lavarle los pies.
Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor,
¿tú me lavas los pies?
Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo
comprendes ahora; mas lo entenderás después.
Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Juan
13:6-8ª
Lo resaltante der servicio de Jesús es que fue voluntario. Él no tenía
porque servirnos. ¡Él es Dios! No era su necesidad, ¡era la nuestra!
¡Qué forma de amar!
¿Qué forma de servir?
Él estuvo dispuesto a desprenderse de los beneficios de ser Dios,
los colocó a un lado, los ignoró. Se humilló a sí mismo hasta el
extremo de una muerte vergonzosa y cruel con el objetivo de cubrir
nuestra necesidad.
El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser
igual a Dios como cosa ha que aferrarse, sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres. Filipenses 2:6-7
Por amor a nosotros, Dios le entregó para cargar en Él nuestras
faltas; para cubrir todo aquello que nos limitaba y nos mantenía
separados de su presencia y comunión.
¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de
impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los
quebrantados, y a que rompáis todo yugo? Isaías 58:6
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga
fuimos nosotros curados. Isaías 53: 5
Ese amor divino hacia nosotros llevó a Dios a sacrificar a su propio
y único hijo.
Por cierto, que ese sacrificio no solo estuvo limitado a un juicio
precipitado e injusto, o a una muerte atroz. La entrega y sacrificio
comienzan antes. El sólo hecho de haberse humanado, y, como tal,
haber estado sometido al hambre, sed, cansancio, escasez, etc.,
eso ya era bastante humillación.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 129

Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por


amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con
su pobreza fueseis enriquecidos. 2ª Corintios 8:9
Jesucristo vino a cumplir la voluntad de su Padre y nosotros,
como sus discípulos deberemos interesarnos en hacer lo mismo.

B. EL SERVICIO EN LOS E SCRITOS P AULINOS


Cuando leemos la carta del apóstol Pablo a los Efesios,
conseguimos que nuestro propósito al haber sido creados es que
Dios sea alabado y que su gloria sea vista y reconocida tanto en
nuestras vidas como en nuestras familias y comunidades.
… para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual
nos hizo aceptos en el Amado…
… a fin de que seamos para alabanza de su gloria…
Efesios 1:6, 12
Debido a nuestra condición de pecado, estamos incapacitados
para cumplir con ese propósito. No importa cuán determinados
estemos, cuánto interés tengamos, cuánto nos esforcemos, por
nosotros mismos o en nuestras propias fuerzas, nunca podremos
cumplir con ese objetivo.
Hay un dicho, bastante conocido, que reza: “Jesús vino a pagar
una deuda que Él no tenía porque nosotros teníamos una deuda
que no podíamos pagar”.
Pablo lo presenta en forma muy gráfica y clara cuando exclama:
Porque lo que hago, no lo entiendo. Pues no hago lo que quiero,
sino lo que aborrezco, eso hago.
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso
hago.
¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de
muerte? Romanos 7:15, 19, 24

¡Cuánta impotencia! ¡Cuánta frustración!


¡Ah!, pero Pablo no sucumbió ante su incapacidad. Él se acogió a la
ayuda enviada desde el cielo.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús…

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 130

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de


la ley del pecado y de la muerte.
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la
carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y
a causa del pecado, condenó al pecado en la carne, para que la
justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Romanos 8:1-4
Es sólo aceptando la ayuda divina que podemos hacer realidad
nuestro propósito en la vida. Sólo aceptando la mano de ayuda que
Dios nos extiende por medio de Jesucristo, nosotros podemos
cumplir con nuestra razón de ser.
Cuando aceptamos la dádiva perfecta y eterna de Jesús, nuestra
vida es transformada, no solo en el nivel espiritual, sino que
también somos equipados y transformados para desenvolvernos
en forma diferente aquí en la tierra.
La imagen de Cristo se va formando dentro de nosotros y nuestras
palabras y acciones comienzan a tener un impacto eterno, tanto en
nosotros mismos como en aquellos con quienes nos relacionamos.
El mismo Jesucristo nos ordena vivir de tal manera que aquellos
que nos observan, al considerar nuestra conducta, glorifiquen a
Dios.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para
que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16
Cuando colocamos lado a lado la razón de haber sido creados y
nuestra capacidad para lograr ese objetivo, tenemos que reconocer
que, aun a pesar de nuestras mejores intenciones, de nuestra más
firme determinación, de nuestros más profundos deseos, nunca
podremos, por nosotros mismos, alcanzar nuestra meta.
¡Nuestra necesidad es grande!
Pero, gracias sean dadas a Dios, Él, viéndonos en nuestra gran
necesidad, suplió para ella a través de su unigénito hijo: Jesús.
Y, ahora, no solo porque es una orden (Lucas 6:27-45), sino
porque es el deseo de nuestro corazón, anhelamos agradecer a
Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio,
nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 131

anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las


tinieblas a su luz admirable. 1ª Pedro 2:9
Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con
todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes
cosas ha hecho por vosotros. 1ª Samuel 12:24
Ahora, nos inclinamos a mostrar ante el mundo, quién es Cristo
Jesús. Queremos seguirle, obedecerle y traer toda la gloria a Él.
Él vino a servirnos. Nosotros queremos servirle a Él y servir a
otros.
La luz de Jesús ha sido puesta en nosotros y es nuestra
responsabilidad permitir que esa luz sea vista y, de esa manera,
atraer a otros a la vida abundante que Dios ofrece, y servir de
canales que traigan gloria a Él.
El permitir que la luz de Jesús sea vista en nosotros significará
beneficio propio y beneficio para aquellos que nos rodean, pero,
mucho más importante, significará beneficios eternos.
La Palabra de Dios que hemos recibido de gracia y de gracia
debemos dar.
De gracia recibisteis, dad de gracias. Mateo 10:8
También enseña que hemos sido creados en Cristo para caminar
en las buenas obras que Dios ha preparado desde la eternidad.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios
2:10
Es más, se nos urge a servir, a buscar el bien de los otros, a mirar
por los otros y a estimarles procurando su bienestar.
Y de hacer el bien y de la ayuda mutua no os olvidéis;
porque de tales sacrificios se agrada Dios. Hebreos
13:16
Nuestra entrega a los otros debe mantenerse al mismo nivel que
mantenemos el interés por nosotros mismos. Así lo estableció Jesús
mismo, cuando siendo preguntado en relación al mandamiento de
mayor importancia, respondió que amar a Dios es nuestra mayor
responsabilidad, pero luego agregó que el segundo mandamiento
se centraba en amar a nuestro prójimo.
… Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Mateo 22:39

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 132

Es curioso que Él resuma la Ley en 2 frases:


- Amar a Dios
- Amar al prójimo
Yo entiendo que la relación entre ambos mandamientos es
estrecha. No podemos decir que amamos y servir a Dios sin que
ello no nos lleve a amar y servir a aquellos que nos rodean. Sin
estar dispuestos a servirles, sin estar dispuestos a entregarnos por
ellos y a ellos.
Jesús cumplió ambos mandamientos. ¿Estaremos nosotros
dispuestos a hacer lo mismo?
¿Estamos nosotros comprometidos a considerarnos los unos a los
otros? ¿A estimularnos y a ser ejemplo de la vida de Cristo en
nosotros, siendo trasmisores de Su Gracia, Su Amor, Su Entrega, Su
Servicio?
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al
amor y a las buenas obras. Hebreos 10:24

C. EL SERVICIO AGRADABLE A D IOS


Pero, ¿qué significa servicio? ¿Cómo se presenta bíblicamente?
El servicio agradable a los ojos de Dios y que alcanza la eternidad
es aquel que se ajusta, que es congruente, con el “caminar” del
Señor Jesús.
Ese servicio debe estar enmarcado dentro de características que lo
singularizan como el verdadero servicio:

1 EL SERVICIO Y NUESTRA ENTREGA A DIOS


El servicio que muestra la gloria de Dios comienza con nuestra
entrega y nuestro servicio a Él. Ese debe ser nuestro punto de
partida y la base de nuestro servicio a otros.
El profeta Samuel conocía este principio. Luego de haber
nombrado rey sobre Israel, él se dirige al pueblo (1ª Samuel
12:24) y les exhorta a servir a Dios. El hacerlo es la fuente de la
verdadera bendición y de la verdadera prosperidad.
Josué tenía la misma convicción. Tan importante era esto para él,
que su consejo formó parte de su discurso de despedida ante
Israel.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 133

Ahora, pues, temed a Jehová y servidle con integridad


y en verdad. Josué 24:14
Cuando nuestro servicio tiene como punto de partida nuestros
propios intereses, todavía podrá ser reconocido como un servicio,
pero sus implicaciones serán pasajeras, serán terrenales.
El servicio reconocido por Dios TIENE que estar fundamentado
en nuestro amor a Él, y debe ser seguido por nuestro amor al
prójimo. Así lo vimos en el pasaje de Mateo 22. Jesús resume la
Ley en servir y amar a Dios y, luego agrega, amar y servir al
prójimo.

2 EL SERVICIO ES ALGO ININTERRUMPIDO


Volvamos al libro de Hebreos. Vimos en el capítulo 10 que se nos
ordena el amor y servicio mutuo. Y, si vamos a los versículos 10 y
11 del capítulo 6.
Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo
de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido
a los santos y sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de
vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin.
Notamos que, efectivamente, los hebreos estaban dando
testimonio de su amor y su servicio. La orden del capítulo 10 es
usada como una frase de motivación y exhortación a mantener
una conducta de servicio. Porque servir no es algo esporádico o
casual. Servir debe ser una constante en nuestras vidas.
El apóstol Pablo lo recuerda cuando escribe a los gálatas:
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su
tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:9
El servicio que tiene como punto de partida el deseo de agradar a
Dios, es una fuente que fluye constantemente, porque no es una
conducta que nace de nuestros propios deseos, intereses o
recursos. Es un servicio que tiene su raíz afirmada en la
dependencia del espíritu Santo.

3 EL SERVICIO ES UNA CONDUCTA ESPONTANEA


No significa esto que no enfrentemos momentos en los que se nos
pida prestar algún servicio y no podamos hacerlo. Estas
situaciones vendrán y, cuando se presenten, tendremos que
responder ante ellas en forma responsable y honesta de acuerdo

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 134

a nuestros recursos y posibilidades. Sin embargo, no debemos


esperar a que se la otra persona quien solicite nuestra ayuda.
Debemos pedir a Dios que cultive en nosotros un corazón
sensible y una mente alerta para reconocer las necesidades
existentes a nuestro alrededor.
En mi propia experiencia, he aprendido que muchas veces los
seres humanos somos muy hábiles para esconder nuestras
necesidades, pero ello no significa que no existan. Es importante
mantener un cierto sentido de alerta para reconocer necesidades
(las visibles y las no tan visibles) y reaccionar ante ellas´
Hace poco leí un letrero con un mensaje corto, pero muy claro y
preciso:
Nosotros nunca debemos preguntar:
“¿Hay algo que yo puedo hacer?”
Nosotros debemos, simplemente, hacerlo.
Cuando leí el postulado del letrero recordé a varias personas que,
por timidez, por inseguridad, por experiencias vividas, etc., no se
sienten cómodos reconociendo ante otros, sus necesidades.
Mientras que algunos no tienen ningún problema en lanzar una
señal de auxilio otros no se sienten cómodos haciéndolo. Somos
diferentes y eso nos hace especiales y nos ayuda a velar los unos
por los otros.
En ambos casos, nuestro “estado de alerta” debe llevarnos a
servir espontáneamente.

4 SERVIR POR ENCIMA DE NUESTRAS


NECESIDADES
Servir significará, en determinados momentos, hacerlo por
encima de nuestras propias necesidades.
Hay otro letrero que me gusta mucho y que reza así:
“Su más grande prueba
Es cuando usted está dispuesto
A bendecir a alguien,
Mientras que usted está pasando
Por su propia tormenta”

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 135

Cuando estamos dispuestos a poner a un lado nuestras propias


circunstancias, dolores, necesidades, para bendecir a otros, Dios
honrará nuestra actitud y nos recompensará.
Yo puedo, de manera personal, dar testimonio de esto. Cada vez
que hemos dado prioridad a otros, Dios nos ha bendecido más
allá de lo que hubiésemos podido imaginar.
Hace poco tiempo, Dios me recordó este principio.
Como familia misionera nuestro presupuesto familiar se ha
caracterizado por cubrir “justo lo que necesitamos”. No nos falta
nada, pero no tenemos cuentas bancarias grandes.
Durante la primavera pasada, fui a comprar algunas plantas para
mi jardín y conseguí un arbolito muy deseado por una amiga. Aun
cuando primer impulso fue comprar el árbol, luego dude al ver el
precio. Por varios minutos debatí con la idea de comprarlo o no.
Al final, decidí comprarlo.
Emocionada pensando en la sorpresa que daría a mi amiga, me fui
directamente a su casa. Al llegar, salió a recibirme su esposo. Él
me informó que mi amiga estaba de viaje así es que le entregué el
árbol y, cuando ya estaba por despedirme, él me informó que su
iglesia había decidido darnos una ofrenda cuyo monto ascendía a
más del 500% de lo que me había costado el árbol.
Pocos días después, una de nuestras hijas nos notificó que una
familia de su iglesia estaba en gran necesidad de ayuda
económica. Ella había sido diagnosticada con cáncer de pulmón
unos meses antes. Tenían tres niños pequeños (4 años, 2 años, 11
meses) y los gastos del tratamiento y de equipos especiales
habían comido todos sus ahorros. Tan pronto escuchamos de la
necesidad, Dios colocó una determinada cantidad en nuestra
mente y corazón y esa fue la cantidad que ofrendamos. Para
nuestra sorpresa, antes de una semana recibimos una ofrenda
por el monto exacto de la ofrenda que habíamos dado.
Por supuesto, Dios no siempre contesta y bendice devolviéndonos
exactamente lo que hemos dado, pero de una cosa podemos estar
seguros: la bendición vendrá.
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando
darán en vuestro regazo, porque con la misma medida con que
medís, os volverán a medir. Lucas 6:38
Dios recompensa y multiplica. Él honra a aquellos que están
dispuestos a servir, aun cuando ello signifique sacrificio. De

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 136

hecho, la manera como Dios proveyó para nuestra necesidad,


significó renuncia y sacrificio.
Por supuesto, habrá oportunidades en las que nos será imposible
ayudar y servir a otros, pero la idea es que dentro de nuestras
posibilidades y haciendo uso de nuestra creatividad e ingenio,
busquemos maneras de servir a otros y ofrecernos, más allá de
nuestros recursos habituales.
Hay 2 pasajes bíblicos que ilustran el principio de servir aun
cuando ello conlleve sacrificio y molestia.
El primer pasaje se encuentra en Lucas 11:5-13. Yo lo llamo el
pasaje del amigo inoportuno. El relato hace mención de un
hombre que da ayuda a su amigo que ha llegado a tocar su puerta
a una hora avanzada de la noche.
El segundo pasaje está en 2ª. Corintios 8. La iglesia de Macedonia
estaba formada por personas que enfrentaban serios problemas
económicos. Sin embargo, voluntariamente, rogaron que se les
permitiera recoger y enviar una ofrenda para los santos.
Aun cuando ambos ejemplos se desarrollan en circunstancias
diferentes, en ambos casos está presente una necesidad que
amerita poner a un lado las condiciones personales y
determinarse a servir a los otros.

5 EL SERVICIO VÁLIDO NO BUSCA RECOMPENSA


En 1ª. Corintios 13:5 se afirma que el amor “no busca lo suyo”. Sí,
hemos dicho que Dios bendice y prospera a aquellos que están
dispuestos a servir y a entregarse al prójimo, pero cuando
amamos servimos, y cuando servimos es porque amamos.
Amamos primeramente a Dios, y luego amamos a los otros.
La raíz y la motivación de nuestro servicio tienen que ser Dios y
nuestro deseo de agradarle y mostrar Su Gloria. No se trata de
nosotros; se trata de Él.
El servicio tiene múltiples facetas, tiempos y condiciones. La
Biblia presenta múltiples ocasiones en las que alguien sirvió a
otros. Los detalles del evento, quizás puedan ser diferentes, pero
en cada uno de los casos, hubo una disposición ayudar, a servir, a
entregar, a renunciar.
Además de Jesús, en la Biblia hay un ejemplo clásico de entrega y
servicio. Este ejemplo lo conseguimos en el libro de Rut.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 137

Rut fue una mujer del pueblo de Moab. La familia de su esposo


(padre, madre, y un hermano) era de Israel y habían venido a
vivir a Moab buscando mejores condiciones de vida.
Pasados algunos años el padre de la familia murió. Luego
murieron los dos hijos.
Esta situación dejó una anciana viuda con dos nueras viudas
también.
Quizás, en nuestra cultura de hoy, este hecho no pase de ser un
suceso triste, pero para Noemí y sus nueras significaban algo más.
Ellas vivían en un tiempo y en una cultura en el que a una mujer
le era imperante tener dentro de la familia hombres que fuesen
responsables de proveer, cuidar, proteger. Las 3 mujeres habían
quedado sin ningún tipo de amparo.
Pero, no solo eso. En la cultura de Noemí quedar sin descendencia
era un terrible problema: el nombre de la familia desaparecería
por completo.
Su situación era tan desesperante que cuando ella decide regresar
a su tierra, ella pide que no le llamen más por su nombre, sino
que lo cambia por Mara, que significa “amarga”.
Ella, Noemí, está consciente de su situación y es por ello que,
cuando decide regresar a su país, pide a sus nueras que se
regresen a sus propias familias para conseguir todo aquello que
ella no puede ofrecerles.
Rut, ante esta propuesta, tiene una respuesta insospechada. Ella
promete a su suegra seguirle, renunciar a su propia familia y
cultura, y adoptar las costumbres, el idioma, el Dios de Israel.
Ella, por amor a Noemí, estuvo dispuesta a renunciar a todo.
La historia de esta mujer no solo nos muestra su actitud de
solidaridad, sino también su disposición al sacrificio, renuncia,
entrega, trabajo, y todo por amor.
Tan profunda fue la entrega de Ruth que ella es considerada un
símbolo y un ejemplo de redención. Tan digno de alabanza fue su
conducta que Dios le recompensó, no solo aquí en este mundo,
sino que le dio el honor y privilegio de ser la bisabuela del rey
David y formar parte de la genealogía de Jesucristo.
Cuando recorremos la Biblia conseguimos un grupo grande de
personas que, al igual que Rut, estuvieron dispuestas a servir.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 138

Marta y María (Lucas 10:38-42), dos hermanas sirviendo a Jesús


y a sus discípulos, con hospedaje, comida y atención al mensaje.
Los “3 valientes de David” (2ª. Samuel 23:8-39), que estuvieron
dispuestos a arriesgar sus vidas para complacer el deseo
ferviente de su líder.
La sierva de Naamán, el soldado sirio (2ª. Reyes 5:1-19), cuya
lepra había afectado su cuerpo. Esta joven había sido llevada
cautiva (esclava) por el ejército sirio, lo que significaba haber
sido separada de su gente, del ambiente conocido y que le ofrecía
seguridad. Sin embargo, frente a la necesidad de Naamán su
respuesta es una respuesta llena de compasión, misericordia y
perdón. En sus circunstancias, bien podría ella haberse llenado de
resentimientos y amargura, pero, muy por el contrario, ella
extiende su mano y ofrece la información necesaria para que su
amo sea limpio de la enfermedad.
Dorcas (Hechos 9:36-39), mujer cristiana que vivía en la ciudad
de Jope y que había ganado fama por su disposición a servir y
ayudar a los necesitados. Parte de su servicio se materializó
haciendo vestidos y túnicas para otros. Su servicio era tan
palpable que cuando ella murió, aquellos a quienes ella había
ayudado, mostraron estas piezas a Pedro como prueba del buen
testimonio de ella.
Hay otras dos mujeres que se mencionan en la Biblia como
personas con determinación a servir.
La primera es la llamada “Viuda de Sarepta” (1ª. Reyes 17:8-24).
Esta mujer no tenía nada, literalmente nada. Sin embargo, ella
estuvo dispuesta a obedecer a la voz del profeta y preparar
comida para él con lo última ración de alimento que tenía. Cosa
interesante es que esta mujer debía servir comida primeramente
al profeta y luego debería servir comida para ella y para su hijo.
¡Qué tremendo riesgo! Supongo que ella con temblor sirvió y dio
prioridad al hombre de Dios. Su “riesgo” se convirtió en provisión
permanente.
La segunda es una mujer importante de Sunem (2ª. Reyes 4:8-
10). La historia relata que ella insistía en ofrecer comida a Eliseo
cada vez que el profeta pasaba por el poblado. Pero, su servicio
fue mayor. Al tener la convicción de que Eliseo era un siervo de
Dios, pidió a su esposo construir una habitación para poder
recibirle.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 139

Hay tres historias bíblicas que relatan el servicio, “sin mayor


importancia” prestado por tres personas. Yo las coloco en la
categoría de servicio casual y mínimo.
El niño que compartió su comida (Juan 6:8-12).
El dueño del pollino que fue usado por Jesús en su
entrada triunfal (Marcos 11:2-6).
El hombre que abrió su casa para celebrar la última
cena de Jesús antes de ser crucificado (Lucas 22:8-14).
En los tres casos, no se menciona el nombre de los que prestaron
el servicio. De hecho, estos personajes no vuelven a ser
presentados en la Biblia.
En cada uno de ellos, el servicio prestado pareciera no tener
mayor relevancia o significado: una cestita con 5 panes, un
burrito, un cuarto para ser usado para una sola comida.
¡Qué interesante es ver como Dios transforma pequeños actos de
servicio en algo maravilloso e inesperado!
La pequeña merienda del niño fue convertida en el alimento para
5.000 hombres.
Un burrito que se convierte en personaje importante de la
entrada victoriosa de Jesús en Jerusalén.
Un cuarto, transformado en comedor, se convierte en el sitio en el
que Jesús se despide de sus discípulos.
Podríamos recordar muchos más eventos e individuos
mencionados en los relatos bíblicos, pero con los pocos que
hemos visto podemos captar que Dios no está esperando,
necesariamente, actos heroicos, respuestas pomposas, o
reacciones elevadas.
Él solo espera de nosotros sensibilidad y determinación a
mostrar su amor, su compasión y su gracia.
Todas estas cosas, Él espera que sean vistas en nuestras vidas y
que nuestra conducta sea un reflejo de su gloria dentro de
nuestras comunidades, dentro de nuestras iglesias y dentro de
nuestras familias.
Triste es ver que, muchas veces, nos extendemos hacia aquellos
que nos rodean, pero somos completamente insensibles a las
necesidades de aquellos que son más próximos a nosotros: los
miembros de nuestras propias familias.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 140

Hace poco tiempo, estando ministrando en una iglesia, un hombre


se acercó a mi esposo. Un hombre activo en su iglesia y con un
“visible entusiasmo” por las cosas de Dios. Él expresó a mi esposo
su gratitud y complacencia por los principios bíblicos expuestos
unos minutos antes.
Curiosamente (y tristemente), la esposa de este mismo hombre
se había acercado a mí el día anterior para pedir mi consejo en
referencia al tipo de vida familiar y matrimonial que sus hijos, su
esposo y ella estaban viviendo.
Su testimonio era impresionante. La conducta de este “santo
hombre” para con su esposa y para con sus hijos estaba muy lejos
de ser la de un esposo y padre cristiano. Esta esposa afligida
narró la violencia, los gritos, las exigencias y los abusos del
esposo y padre.
Cuánto me gustaría pensar que casos como este son casos
aislados, pero lo cierto es que dentro de nuestras iglesias y dentro
de nuestras comunidades cristianas, este tipo de vivencia familiar
es bastante frecuente.
Pero, ¿qué estamos haciendo mal? ¿Qué está ocurriendo dentro
de nuestros hogares?
Como humanos, tenemos la inclinación natural de buscar nuestro
propio beneficio y de que nuestros deseos y expectaciones se
hagan realidad. Con frecuencia, al dejarnos guiar por esas
inclinaciones nos mostramos egoístas, inmisericordes, y podemos
llegar al abuso.
Esa es la razón por la que en nuestro diario caminar tenemos que
buscar sabiduría de Dios, humillarnos delante de Él y depender
de Su poder y Su dirección. Vivir en nuestras propias fuerzas y
bajo nuestros propios razonamientos solo nos llevará a la
frustración y al fracaso.
Dios espera y quiere que Su Gloria sea vista y tanto en nuestra
vida como individuos como en nuestra vida familiar. Él espera
que el mismo espíritu de servicio y entrega que hubo en Jesús
hacia nosotros, exista y se muestre de nosotros hacia los otros y
ello tiene su punto de partida dentro de nuestros hogares.

D. EL SERVICIO EN LA F AM ILIA
La familia es un organismo complicado. Está constituida por
diferentes tipos de miembros y cada uno de los cuales tiene
diferentes roles y diferentes necesidades, pero si queremos que
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 141

ella funcione ofreciendo beneficios, esos roles deben ser


desempeñados de acuerdo a los principios bíblicos. Lo que afecta
a un miembro, terminará afectando a todo el organismo.
Permítame hacerlo más gráfico. Hace un par de meses, mi brazo
derecho comenzó a dolerme. Me costaba moverlo hacia atrás o
levantarlo más allá de la altura del hombro. Por un tiempo traté
de ignorar el problema, pero éste se fue haciendo cada vez más
agudo al punto de tener problemas para vestirme, peinarme y
dormir. Por momentos, el dolor no solo se limitaba al brazo, sino
que incluía el cuello, el hombro y hasta mi mano. He
experimentado noches de poco dormir y de dolor. Cansada de
llevar la carga, fui con el médico quien ordenó un examen más
detallado y me remitió con un médico ortopedista. Uno de los
músculos que conforman lo que se conoce como “el manguito de
los rotadores” presenta una pequeña rasgadura que ha afectado
no solo el movimiento de mi brazo sino, también mi estilo de vida.
Así es la familia. Cuando un miembro de ella, por muy pequeño o
insignificante que parezca, enfrenta una necesidad, el resto del
“cuerpo” debe abocarse a ayudar, a servir y a cubrir esa
necesidad.
No siempre será fácil pues por las diferencias de género, de edad,
de personalidad, las necesidades pueden ser múltiples y variadas.
Sin embargo, el deseo de servirnos unos a otros y de velar por las
necesidades de los otros nos ayudarán a mantener nuestros
sentidos atentos y a cultivar un deseo de entrega y servicio.
Sería imposible tratar de cubrir todas y cada una de las
necesidades presentes en una familia, pero vamos a tratar de
enlistar algunas que, por ser, quizás, las más obvias o frecuentes,
vale la pena mencionar.

1 NECESIDADES FÍSICAS
Éstas van desde la necesidad de alimento, descanso, abrigo, hasta
necesidades sexuales.
En un mundo convulsionado, que nos presiona a vivir vidas
aceleradas, cuán fácil es colocar a un lado la necesidad de una
buena alimentación. Aun cuando podría resultar más costoso, es
mucho más fácil recurrir a servicios de “comidas rápidas” o salir a
comer en un restaurante.
Esta semana, una persona que forma parte de mi círculo de
amigos, tuvo que ir a la sala de emergencias debido a un fuerte

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 142

dolor de cabeza. El diagnóstico médico fue claro: colesterol,


triglicéridos y altos niveles de azúcar en la sangre. Todo como
resultado de una mala alimentación.
Yo, en forma personal, soy amante de la cocina. Cocinar para mi
es una forma de hacer terapia, pero más que eso es una forma de
servir a mi familia.
¡Ah!, pero esas vidas llenas de corre-corre nos colocan en un
ritmo tal que el descanso y la recreación no tienen cabida dentro
de nuestros horarios.
Me sorprende ver mujeres llevando una carga demasiado pesada.
Muchas de estas mujeres salen a trabajar en la calle para ayudar a
completar la necesidad económica del grupo familiar, pero su
carga doméstica no es compartida ni ha sido disminuida. ¡Cuán
saludable es compartir las tareas domésticas entre todos! Cuando
el esposo ayuda a su esposa en esta área, no solo está sirviendo a
su esposa, sino que está modelando delante de los hijos lo que
significa el servicio y la compasión.
Y, para los hijos también hay trabajo doméstico. Recuerdo que
cuando mi hija menor tenía alrededor de 2 años, sus hermanitos
salían a la escuela y ella y yo quedábamos solas en la casa. Como
parte de sus juguetes, ella tenía un equipo de limpieza así es que
cuando yo comenzaba a barrer mi casa, ella trataba de imitarme.
Yo la animaba dirigiéndola y diciéndole:
“Señora, pase la escoba por debajo de la mesa”, o “Señora,
límpieme las sillas”, etc. Por supuesto que el servicio realizado
tenía que ser repasado por una persona “con más experiencia”,
pero mi hija tomo gusto por las tareas domésticas y entendió
desde muy temprana edad lo que significa responsabilidad. Hoy
en día, es una esposa y madre ejemplar con un nivel de
responsabilidad admirable.
(Nota graciosa: como resultado de nuestro compartir en esta
área, yo llegué a llamarle por el nombre de “Señora” por muchos
años).
Y, ¿Qué de las necesidades sexuales? Normalmente, esta
necesidad se presenta con mayor intensidad y frecuencia en los
esposos. Muchas veces, se presentan conflictos entre los cónyuges
pues la esposa, después de un día de trabajo intenso lo que tiene
en su mente es relajarse, descansar y dormir. Pero, el esposo
tiene otros planes. Sí, él también está cansado, también quiere

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 143

descansar, pero parte de conseguir relajamiento es la relación


sexual.
Mujeres, sirvamos a nuestros esposos con interés y
determinación. Muchas veces lo que estamos dispuestas a aceptar
y a comenzar termina siendo una experiencia dulce de entrega y
disfrute.
Una palabra para los esposos: Las mujeres necesitan tácticas
diferentes en esta área. Cuando un esposo es tierno, compasivo,
atento a las necesidades de la esposa, ese esposo está abonando
el terreno para tener una noche (o una tarde- el momento no es lo
importante) de amor y de entrega.

2 NECESIDADES EMOCIONALES
Acabamos de decir que lo sexual, normalmente, en el varón es
más fuerte. Pues de esa misma manera, la necesidad emocional en
las mujeres es apremiante.
La parte emocional es importante para cualquier ser humano,
pero en el sexo femenino, cobra mayor intensidad. Pero, no solo
entre las mujeres sino también en la niñez.
Nuestros hijos, especialmente aquellos que pertenecen al grupo
de infantes y adolescentes necesitan demostraciones de ternura,
de simpatía, de atención.
Es necesario reafirmarnos unos a otros dentro de nuestro círculo
familiar. Expresiones y acciones de amor, de afirmación, de
solidaridad, de misericordia, son algo básico dentro de la
atmósfera de una familia sana.
Un toque, una caricia, un “te amo”, son necesarias para alimentar
nuestra auto-aceptación y nuestra valía personal. Y, aun cuando
he mencionado que la parte emocional es más exigente en el
género femenino, no olvides que también, aun el hombre “más
fuerte” necesita sentirse amado, consentido y mimado.
Otra parte importante de nuestro servicio dentro de la familia, se
llama tiempo. Tenemos debemos hacer la determinación (si, se
requiere determinación) de invertir tiempo en nuestra familia y
con nuestra familia.
Hace años escuché la queja de una esposa hacia el esposo. Él era
un hombre responsable, cumplido, trabajador y con un genuino
amor por su familia. Sin embargo, su responsabilidad para con su
trabajo le consumía tanto tiempo que apenas si podía compartir

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 144

con su esposa y sus 3 hijos. Cansada e inquieta por la situación,


esta esposa compartió con el esposo sus inquietudes. Él prometió
regresar más temprano a casa y hacerse presente en la vida
familiar.
Usted estará pensando que el problema se resolvió de esa
manera, ¿Verdad? Pues no, el problema se hizo mayor.
Efectivamente, el esposo comenzó a regresar a casa más
temprano, pero cada día venía con un maletín lleno de asuntos de
trabajo que él se abocaba a atender (por horas) después de la
cena.
Su cuerpo estaba presente, pero él estaba ausente.
Invertir tiempo en familia es eso, usar nuestro tiempo y energía
en nuestra familia. Es jugar juntos, es aconsejarnos, es
acariciarnos, es comer juntos, es compartir nuestras experiencias,
nuestros logros, nuestras frustraciones, nuestras dudas, nuestros
sueños.
Y aquí entra otra necesidad presente en cada ser humano. Es la
necesidad de comunicarnos y hacerlo en los niveles sanos y
efectivos.
Comunicarse no es fácil. La comunicación consiste en un emisor y
un receptor y entre ellos existe una línea formada por símbolos
que se rigen por códigos y que forman un mensaje. Y es allí en
donde comienzan los problemas. Los códigos para descifrar un
mensaje no siempre son los mismos. Dependiendo de la edad, del
género, de la personalidad, y aun del nivel económico, académico,
y cultural esos códigos pueden cambiar.
Mientras vivimos en el estado de Illinois, Dios me dio la
oportunidad de trabajar en algunos distritos escolares. Recuerdo
que, en una oportunidad, la secretaria de la escuela en la que yo
estaba trabajando, detuvo a un niño de raza hispana para
reprenderle por estar corriendo en los pasillos. Mientras ella le
hablaba al niño, éste bajó su mirada y contemplaba el piso. Esto
causó más enojo a la mujer quien agregó a su reprensión:
“No me faltes el respeto. Cuando te hable, mira a mi cara”
El niño se mostró completamente confundido. Él había sido
enseñado por sus padres (con una cultura completamente
diferente a la cultura de la secretaria) que “cuando un adulto le
habla a un niño, en señal de respeto y sometimiento, éste debe
bajar su cabeza”.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 145

Lo que la secretaria interpretó como una falta de respeto por


parte del niño, era exactamente todo lo contrario.
Nuestro propósito al comunicarnos es conocernos mejor y
conseguir las formas de ofrecernos apoyo mutuo. Seamos
cuidadosos de las palabras que usamos, del volumen de nuestra
voz, del auditorio presente, etc. Todo eso afecta el resultado final.
He mencionado necesidades físicas, emocionales, tiempo,
comunicación. Pero, estas no cubren la amplia gama de
necesidades familiares. Ellas son innumerables y pueden variar
de una familia a otra y, aun en una misma familia, aun el tiempo
hace cambios.
En Romanos 14:19 dice que debemos procurar la edificación
mutua. Esa orden se repite en Efesios 4:12… a fin de perfeccionar
a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo.
Aun cuando estos pasajes hacen referencia al funcionamiento de
la iglesia y el desarrollo del ministerio, debemos hacernos
conscientes que nuestro ministerio tiene como punto de partida
nuestras propias familias y que los consejos y ordenes que
afectan a nuestras iglesias locales, también afectan a nuestras
propias familias.
Aquellas familias en las que sus miembros se consideran los unos
a los otros para amarse, apoyarse, conocerse, servirse, son
familias sanas que ayudan a conformar iglesias locales sanas y
comunidades sanas.
¿Cuáles son las necesidades específicas de su familia? Yo no lo sé.
Hay necesidades comunes y elementales, pero es usted quien
tiene que buscar las suyas en particular. Por supuesto que no
siempre será fácil descubrirlas, y proveer para ellas, pero cuando
colocamos a Dios como el centro de nuestras vidas, Él abrirá
nuestros sentidos para ver más allá de lo que ven nuestros ojos y
transformará nuestras mentes y corazones inclinándonos e
impulsándonos a servirnos unos a otros.
No se trata de nuestros propios recursos, habilidades o
experiencias. Aun cuando Dios quiere usarnos con todo esto, Él,
primordialmente, quiere usarnos en su fuerza.
¿Recuerda usted el pasaje de Éxodo 3 y 4? Ese es el pasaje de “las
excusas”.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 146

Dios estaba llamando a Moisés para servirle y este hombre terco


ofreció una y otra excusa resistiendo el llamado de Dios.
Primero, se presentó como quien no tiene valía personal: “¿Quién
soy yo para…?”
Después, pensó que no le creerían ser embajador de Dios: “Si ellos
me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?
Luego: “He aquí que ellos no me creerán…; porque dirán: No te ha
aparecido Jehová”
Creo que, a este punto, Dios estaba perdiendo la paciencia ante
tantas excusas. Él preguntó a Moisés: ¿Qué es eso que tienes en tu
mano?
¡Dios convirtió una vara seca e insignificante en una serpiente!
Cosa asombrosa es que, a pesar del llamamiento, de las promesas
hechas por Dios a Moisés y de las señales mostradas, todavía éste
se atrevió a esgrimir la excusa de ser tartamudo.
¡Qué bueno que la historia de Moisés no termina allí! La historia
completa muestra a un hombre sometido a la voluntad y al
llamado de Dios. Moisés obedeció y luego, en el resto de la
historia, no se mencionan más excusas. Su servicio a Dios le llevó
a servir a todo un pueblo.
Nosotros somos el Moisés del día de hoy. Dios nos está llamando
a obedecerle y a servirle a él y a nuestras familias. Quizás
pensemos en cientos de excusas; quizás no nos sintamos los más
capacitados para llevar adelante la tarea. Sin embargo, una cosa
es cierta. Si descansamos en Dios y nos rendimos al control del
Espíritu Santo, Él nos capacitará para reconocer necesidades y
nos dará los recursos para satisfacerlas, independientemente de
cuales sean:
- Necesidades económicas
- Necesidades emocionales
- Necesidades físicas
- Tiempo
- Comunicación
- Apoyo y ayuda mutua
- Compasión
- Respeto
- Aceptación
- Perdón
- Confianza

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 147

¿Qué tienes en tu mano?


Cualquier cosa que sea, Dios la usará para bendecirte y para
usarte como canal de bendición para otros.
Al final, Él recibirá la honra y la gloria y cumpliremos el propósito
para el cual hemos sido creados.
Mostramos la gloria de Dios cuando, por amor a Él y en
sometimiento a Él, nos determinamos a servirnos unos a otros en
familia.

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 148

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ


LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 149

CONSIDERACIONES FINALES
Es nuestro deseo y nuestra oración que después de leer estos
capítulos usted tenga una mejor idea de lo que dentro del contexto
bíblico entendemos por La Gloria de Dios en la Familia.
Creemos firmemente que ¡Dios creó la familia para mostrar Su
Gloria! Es decir, para comunicar al mundo todo lo que Él es: amor,
misericordia, perdón, compasión, provisión y cuidado.
Creemos que cuando vivimos para la Gloria de Dios vivimos para
que Dios se muestre a través de nuestras acciones en nuestros
hogares y dondequiera que el Señor nos ponga.
Creemos que cuando no vivimos para mostrar la Gloria de Dios
vivimos para mostrar lo peor de nuestra humanidad: nuestro
egoísmo, nuestra falta de perdón, de cuidado y de servicio mutuo.
Creemos que Dios ha modelado delante de nosotros todo lo que
necesitamos para que nuestras familias sean una poderosa arma
evangelizadora, donde el inigualable Amor de Dios atraiga a todos
hacia Sí.
Creemos que en la medida en que nos sometemos a la Voluntad de
Dios, nuestras familias se irán perfeccionando en Su Amor, hasta
que vivamos para que Dios sea visto sobre nosotros y sobre
nuestros hijos.
Creemos que independientemente de lo que nuestros hijos escojan,
y nosotros oramos y queremos que escojan lo mejor, debemos vivir
ante ellos en tal forma que Dios use nuestro testimonio para que no
tengan excusa de buscar y honrar a Dios en sus vidas.
Creemos que debemos vivir para Dios a pesar de las circunstancias
en que nos toque vivir, sabiendo que Dios es poderoso para hacer
que todas las cosas ayuden para nuestro bien.
Creemos que en medio de las más terribles circunstancias, Dios
siempre mostrará Su Misericordia para con nosotros en la medida
en que nos mantengamos fieles a Su Palabra y sometidos a Su
Voluntad y a Sus Propósitos.
Creemos que Dios actuará, aun en medio de nuestros fracasos y
debilidades si nos rendimos incondicionalmente a Él, confesamos
nuestros pecados y reconocemos que Él es nuestra única
Esperanza. Si nos acercamos al Señor, Él se acercará a nosotros.
Creemos que el mundo en que vivimos se seguirá deteriorando
irremediablemente a nuestro alrededor, pero que los que aman y
ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ
LA GLORIA DE DIOS EN LA FAMILIA PÁGINA 150

buscan al Señor con todo el corazón serán guardados


sobrenaturalmente para vivir en paz y en bendición.
Creemos con todo el corazón que nuestra familia y su familia
podemos vivir ¡para la Gloria de Dios!

ELIEZER Y MORELIA GONZÁLEZ

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