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CENTRO DE INVESTIGACION Y
ESPECIALIZACION PROFECIONAL
El hígado en el
contexto
naturista
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CONTENIDO
Objetivos de aprendizaje.
EL ORGANO DESCONOCIDO
Las diversas funciones del hígado. Repercusiones del mal funcionamiento del hígado.
Síntomas del mal funcionamiento del hígado. Consecuencias directas de un mal
funcionamiento del hígado. Alimentos que son dañinos para el hígado. Malos hábitos
que afectan al hígado. Tratamiento del hígado mediante métodos armónicos y naturales.
Alimentos beneficiosos para el hígado. Clasificación de los alimentos. Plantas y hierbas
recomendadas. Para casos de estreñimiento derivados de una insuficiencia hepática.
Preparados de hierbas combinados. Tratamiento externo. Tratamiento para un hígado
deficiente. Insuficiencia hepática en niños.
ANEXO : Evaluación
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OBJETIVOS DE APRENDIZAJE
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EL ORGANO DESCONOCIDO
Muchos lectores se quedarán sorprendidos ante lo que vamos a decir acerca del hígado;
pero tienen que comprender que lo que aparece aquí escrito no tiene nada de caprichoso ni
original, sino que se fue aprendiendo a lo largo de años de experiencia y observaciones.
El lector tendrá que familiarizarse con determinados hechos importantes que le prepararán
para una mejor comprensión de la medicina natural por la que abogamos. Tiene que
aprender a no atribuir sus dolencias o enfermedades a misteriosos agentes bacterianos, por
microscópicos que sean, sino a sí mismo, a su forma de vida y a sus hábitos alimenticios.
También aprenderá que el prestar cuidados a su hígado es el mejor método de asegurarse
una buena salud, ya que tanto el corazón como otros órganos importantes dependen de él
para obtener la sangre de primera calidad que necesitan para su nutrición y fortalecimiento.
Para lograrlo practicará varios métodos curativos naturales, aparte del empleo de la arcilla.
Lo primero que debe comprender el lector es que no hay cura para ninguna enfermedad ni
verdadera salud sin un hígado sano y en perfecto funcionamiento.
El hígado pesa aproximadamente lo mismo que el cerebro: unos 1,500 ó 1,900 gr.
dependiendo de la cantidad de sangre que contenga. Es la mayor glándula de todas y
participa en varias funciones.
Junto con el estómago, el intestino delgado, las glándulas salivales y gástricas, el páncreas
y el duodeno, el hígado forma parte del aparato digestivo. Algunas de sus secreciones
entran en los conductos digestivos, mientras que en otras lo hacen directamente en la
sangre.
Pero el hígado no es simplemente una especie de filtro situado entre los intestinos y el
corazón, sino un órgano biliar y una glándula endocrina, y desempeña un papel de la mayor
importancia, pues mantiene o restablece el equilibrio general. La función básica del hígado
es producir sangre, pero entre las otras muchas cosas que desempeña destacan la
transformación de las proteínas y grasas, la fijación de sustancias para el crecimiento y
conservación de los tejidos, la neutralización de determinados venenos, la producción de
diversas enzimas y el cumplimiento de las tareas de regulación.
Sin embargo, el hígado se limita a la distribución de estos materiales o sustancias, sino que
cumple la importante misión biológica de transformarlos, de "humanizarlos" antes de que
puedan ser utilizados. Sin este proceso, incluso el mejor alimento puede convertirse en
veneno para el organismo.
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El hígado produce también determinadas sustancias necesarias para crear y mantener unas
defensas corporales básicas contra las infecciones. La ausencia o insuficiencia de dichas
sustancias favorece la aparición o persistencia de la infección.
La digestión
Cada dos hora, el hígado segrega entre 500 y 1,000 cc. de bilis, destinada
fundamentalmente a la digestión y asimilación de grasas. Las sales biliares emulsifican las
grasas, favoreciendo la acción de las enzimas y de la lipasa pancreática.
La bilis completa el proceso de digestión y asimilación de las grasas, que sólo pueden
utilizarse después de haber sido emulsificadas por la bilis. También a través del hígado se
filtra y transforma la albúmina, los azúcares, las vitaminas, etc., antes de su uso o
almacenamiento. Los hidratos de carbono que no se utilizan de inmediato se convierten en
grasas y almacenan. Los venenos que proceden del interior o el exterior se neutralizan, se
transforma el colesterol, se fija el hierro y se procede a la oxidación del azufre.
Gracias al hígado y a sus secreciones se puede descargar el ácido úrico en la orina después
de su transformación en urea. Lo mismo ocurre con las sales amoniacales y con los
aminoácidos sobrantes, que también se descargan o eliminan a través del hígado; pues de lo
contrario resultarían dañinos para el organismo, ya que lo convertirían en excesivamente
sensible a cualquier mecanismo.
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Formación de la sangre
Siempre que haya que movilizar las defensas del cuerpo, el hígado suministra las proteínas
necesarias para la fabricación de los glóbulos blancos; sintetiza determinadas proteínas,
incluyendo fibrina y la protrombina indispensables para la coagulación de la sangre.
Las sales biliares juegan un importante papel impidiendo que la sangre se vuelva
excesivamente fluida. Contribuyendo asimismo a absorber las vitaminas liposolubles, como
la K, que sirven para espesar la sangre. En caso de deficiencia de sales biliares, no se
absorberán las grasas ni las vitaminas liposolubles. Cuando no se produce ni la síntesis de
la protrombina ni se ingiere suficiente vitamina K, aparece la tendencia a la hemofilia.
Tras la absorción de una sustancia compuesta de la combinación de los factores: uno
externo suministrado por los alimentos, y otro interno constituido por las secreciones
gástricas, la sangre la transporta hasta el hígado, donde permanece almacenada. Una vez
transformada, se convierte en un factor hepático que, tras ser liberado por el hígado, se
dirige a la médula o tuétano de los huesos, donde se fabrican los glóbulos rojos. En un
hígado ya congestionado puede resultar imposible llegar a almacenar estas sustancias,
mientras que un hígado insuficiente es incapaz de transformarlas. La cirrosis, por ejemplo,
es una enfermedad que se caracteriza por no permitir estas funciones esenciales. Y la
anemia no es sino una consecuencia de estos fallos y anormalidades.
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gravedad de estas manifestaciones se deriva del hecho de que, en el momento de la
destrucción de los glóbulos rojos extraños, las sustancias resultantes de su transformación
se aglomeran algunas veces en los finos conductos de los riñones, contribuyendo por tanto
a obstruidos. Esta es la llamada hepatitis o crisis hepática de las transfusiones, que puede
llegar a ser mortal. Si la transfusión provoca una formación excesiva de pigmento biliar, se
producirá la ictericia.
Las hormonas
Además de producir sus propias hormonas, cuyo papel no está del todo claro, el hígado
lleva a cabo la transformación de los esteroides (hormonas fundamentalmente sexuales) y
regula la producción de foliculina. Cuando hay exceso de foliculina, disminuye el
contenido de calcio de la sangre, lo que provoca la angustia e hipersensibilidad. Su
Insuficiencia es por tanto un factor a considerar siempre que se den estos síntomas.
Pero el exceso de foliculina provoca también otros problemas que tienen su origen en una
insuficiencia o perturbación de las funciones del hígado. Puede hacer su aparición
fenómenos tales como el estreñimiento, una orina oscura o insuficiente y las hemorroides.
Para el buen cumplimiento de todas estas funciones es, pues, importante que el hígado se
encuentre en el mejor estado posible, ya que sus fallos pueden tener gravísimas
consecuencias.
Regulación
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hepático, cambia la composición o densidad de la sangre, en distintos lugares del cuerpo
aparece y reaparecen manchitas de color rojo intenso del tamaño de una cabeza de alfiler.
Existen muchos posibles trastornos y lesiones del hígado, y todos ellos conllevan graves
consecuencias.
La ictericia
El color amarillento de la piel y de las membranas mucosas indica una impregnación de los
tejidos por el exceso de pigmentos biliares en la sangre. La ictericia puede ser aguda o
crónica.
Existen numerosos tipos de ictericia, cada uno de ellos con sus propios síntomas y
complicaciones.
La ictericia hepatonefritica tiene su origen en trastornos del hígado y los riñones. Este tipo
de ictericia se caracteriza por el color oscuro de las heces, ya que la gran abundancia de
pigmentos contribuye a espesar la bilis y a dificultar su flujo.
Nos encontramos finalmente con la ictericia clásica, la más ampliamente conocida. El paso
de bilis a la sangre provoca el típico color amarillento de la piel y las membranas mucosas.
La orina se ve también oscurecida por la descarga de pigmentos biliares.
La intolerancia gástrica se ve muy marcada, son frecuentes los vómitos y las náuseas y se
produce una pérdida total de apetito, lo que, en cierto sentido, es positivo, ya que, en una
situación así, la comida hace más mal que bien. El paciente se pasa el tiempo temblando a
pesar de alcanzar temperaturas de casi 40 grados. La orina puede ser oscura, pero las heces
pierden su habitual color marrón y se vuelve más clara. En este caso faltan en los intestinos
los pigmento eliminados masivamente a través de la vía urinaria. Estos síntomas pueden ir
acompañados de dolores de cabeza, dolores de las articulaciones o urticaria.
La cirrosis
La cirrosis se suele caracterizar por una gran proliferación células que provoca un aumento
de tamaño del hígado. Reseñamos aquí sólo las principales modalidades.
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La hepatitis se deriva por lo general del contagio tras una vacuna, transfusión de sangre, u
otra inyección en la sangre. La cura para la hepatitis es la misma para la ictericia.
Abscesos
Cálculos o piedras
En la vesícula biliar pueden ir acumulándose una especie de "barrillo" que llega a formar
"cálculos" o "piedras"; es decir, masas solidificadas de elementos habitualmente presente
en la bilis, como diversos pigmentos o colesterol, pero mal asimilados o no eliminados. A
la presencia de estos cálculos o piedras en los conductos biliares se la denomina litiasis
biliar. El cólico hepático se presenta cuando comienza su eliminación (siendo bastante
frecuente en las mujeres). Los síntomas consisten en un dolor intenso en la zona de la
vesícula biliar, es decir, debajo del borde costal derecho, que se hace más agudo a la altura
del pecho derecho, con irradiaciones hacia el hombro y los omóplatos. Este dolor es más
fácilmente perceptible hacia las tres de la tarde. Algunas veces resulta imposible inhalar a
fondo, pudiendo hacer también su aparición los vómitos y la sensación de náuseas. La boca
se vuelve pegajosa y sabe amarga. Al segundo día de un ataque de cólico hepático la
temperatura puede llegar hasta los 40 grados, lo que indica el alcance de los esfuerzos de
defensa por parte del organismo, reduciéndose al cabo de unas cuantas horas. En total la
crisis dura aproximadamente tres días.
Una temperatura constante indica la persistencia del estado normal. En este caso hará falta
una cura prolongada.
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Finalmente, la insuficiencia hepática puede deberse a una obstrucción parcial de los
conductos billares por cálculos o piedras en la vesícula, o estar provocada por un fallo en el
funcionamiento normal del hígado. Un órgano degenerado no muestra siempre lesiones o
anormalidades aparentes, pero sigue siendo incapaz de desempeñar sus funciones normales.
El comer con exceso provoca una desaceleración y ritmo lento de las funciones del hígado,
lo que se debe a la congestión de los conductos. El resultado es el famoso "ataque
hepático", que se manifiesta en forma de náuseas, vómitos, estreñimiento o diarrea, dolores
de cabeza, mareos, temblores, y una piel de aspecto poco sano. Esta clase de ataque va
algunas veces precedido de síntomas distintos, como, por ejemplo, la aversión a la comida.
Piel amarillenta.- La piel se vuelve amarillenta, así como la córnea de los ojos.
Náuseas.- Las náuseas y la subida de la bilis hasta la boca se debe la mayoría de las
veces a trastornos hepáticos. Algunas veces se termina vomitando. El sujeto no siente el
menor apetito, ni tan siquiera por los platos que más le gustan. Puede llegar a
experimentar palpitaciones o trastornos cardiacos.
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Puntos dolorosos.- Se ha dicho que el cólico hepático se debe normalmente al inicio
de la evacuación de piedras de la vesícula, o del barrillo que se ha ido acumulando en la
misma. Esas piedras o "barrillo" pueden provocar una inflamación permanente, o
Incluso la infección de la vesícula biliar y de sus conductos. Cuando así ocurre, se
experimenta un agudo dolor debajo de las costillas del costado derecho. Algunas veces
este intenso dolor sólo se siente cuando se presiona con los dedos sobre la zona. La
inflamación de la vesícula biliar y de sus conductos, así como la congestión del hígado,
provocan con frecuencia una sensación de dolor alrededor del omóplato y hombre
derechos.
Algunas veces la deficiencia biliar se manifiesta en el costado izquierdo, justo enfrente
de la vesícula. Esto no es sino la consecuencia de la formación de gases. La presencia
de gas en esta parte del cuerpo es relativamente frecuente, y provoca dolores,
palpitaciones y otros síntomas desagradables.
Dolores de cabeza.- Los trastornos hepáticos que originan estreñimiento son casi
siempre la causa de tos dolores de cabeza. Se experimenta una sensación de pesadez en
toda la cabeza; el dolor forma una especie de "círculo" alrededor de la parte superior de
la misma. Se siente opresión a la altura de las sienes. Los desórdenes hepáticos también
pueden provocar mareos e incluso ceguera momentánea, fatiga mental y depresión
nerviosa.
La orina.- La gente que padece del hígado orina más de noche que durante el día; pero
en general no mucho, ya qué los riñones no reciben los necesarios estimulantes.
La orina no suele ser clara y transparente, sino más bien turbia. No obstante, si es
excesivamente clara, revela la ausencia de pigmentos biliares y que las funciones que se
ocupan de los procesos naturales de alimentación se han vistos perturbadas.
Mala digestión
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Mala evacuación
Un flujo deficiente de bilis, la ausencia en ella de uno o varios de sus elementos esenciales
o una composición imperfecta son todos los factores que influyen negativamente sobre la
evacuación. El litro aproximadamente de bilis que se segrega cada 24 horas asegura gracias
a su viscosidad la lubricación de los intestinos. Un desequilibrio en las funciones biliares
dará lugar a la aparición del estreñimiento, debido a la ausencia de sales biliares que
normalmente estimulan la peristalsis de los intestinos.
El estreñimiento crónico alternado con rachas de diarrea es uno de los síntomas más claros
de trastornos hepáticos. Las heces (y también la orina) pueden,, o bien perder color, o bien
aparecer intensamente coloreada. En ocasiones carecen de consistencia, son muy delgadas
o poseen una dureza excesiva.
Espasmos intestinales
Colibacilosis
En los intestinos existe por lo general una flora rica y variada, que si se mantiene
debidamente equilibrada ejerce un efecto beneficioso durante el proceso terminal de la
digestión. Se compone de: bacilos del colon, estreptococos, estafilococos, bacilos de
Aertryck, bacilos de Gartner, aeróbicos, etc. Pero si se rompe el equilibrio, cualquiera de
ellos puede llegar a resultar peligroso. Es la bilis la que regulariza este medio,
condicionando así el estado de equilibrio. Cuando falta en ella algún componente, se crea
un desorden en la flora intestinal. Puede desaparecer determinadas especies de flora,
mientras que otras se multiplican en proporciones- alarmantes. Ni que decir tiene que la
mejor forma de volver a un estado normal no consiste en destruir las especies indeseadas,
sino en restablecer un medio normal.
Lombrices
Lo que conviene hacer no es destruir las lombrices, sino crear un medio que no les permita
sobrevivir. Cuando existe suficiente cantidad de bilis en los intestinos, y ésta contiene todos
los elementos normales y necesarios, las lombrices no pueden seguir prosperando, y ni tan
siquiera vivir. Si se introduce larvas con los alimentos, se las canalizará rápidamente hacia
los intestinos, donde la presencia de dosis suficientes de bilis será un obstáculo casi
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insalvable para su supervivencia. Cuando todo funciona normalmente, las lombrices y las
larvas se neutralizan y evacuan rápidamente. Muchas veces, la gente considera necesario
adoptar medidas directas contra las lombrices y otros parásitos del cuerpo, pero éstas sólo
pueden tener un carácter secundario. Tal como se ha señalado, las medidas básicas y
primera será hacer que el hígado y otros órganos relacionados con él vuelvan a funcionar
correctamente.
Picores anales
Durante la fermentación, y al pasar por el recto y el ano, los productos residuales provocan
una sensación de calor. Por otro lado, los alimentos deficientemente digeridos libera toxinas
en los intestinos, que penetran en la sangre y provocan un peligroso estado de toxicidad. El
organismo se libera de esas toxinas mediante erupciones cutáneas, algunas de las cuales
aparecen alrededor del ano, provocando molestos picores. Cuando el estado de toxicidad
afecta esta área, constituye una señal de que ha llegado á una fase avanzada y de que hará
falta mucho tiempo y esfuerzo para curarlo, ya que primero habrá que conseguir que el
hígado funcione correctamente. La causa de los picores pueden ser las lombrices; pero
también en este caso, habría que devolver el hígado a su estado normal.
Escalofríos
Las personas que padecen de escalofríos habrán observado que los momentos
desagradables son normalmente los que siguen a las comidas; es decir, durante las primeras
horas de la digestión. Esto constituye una importante clave para averiguar su causa. El gran
esfuerzo que tiene que realizar un hígado sobrecargado para producir bilis le impide
cumplir otras importantes funciones. La circulación de la sangre puede volverse lenta, y
verse dificultada la oxidación, la disolución, la coagulación, la reducción y la hidratación,
ya que el hígado desempeña un importante papel en todas estas funciones. Debido a esta
desaceleración se producen a veces escalofríos; es decir, una sensación de frío dentro del
cuerpo. Cuando el hígado funciona bien y realiza correctamente todas sus tareas, esos
desagradables momentos se van reduciendo y llegan a desaparecer.
Pirosis
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liquido ácido que nos quema la garganta. Estos fenómenos constituyen con frecuencia el
preludio de una úlcera de estómago, pero podrían interpretarse también como una señal de
hipoglucemia. Cuando el metabolismo del azúcar es defectuoso, la composición de la
sangre se ve desequilibrada y pueden producirse accidentes. Esta es la razón de que las
úlceras de estómago vayan siempre precedidas de trastornos hepáticos. La sensación de
quemazón en la zona del corazón y el movimiento ascendente del hígado pueden indicar
con frecuencia la congestión de los conductos digestivos, causada por una secreción
insuficiente de bilis. Así, cualquiera que sea el problema denunciado por la pirosis, el
remedio consiste en aliviar la sobrecarga del hígado eliminando de nuestra alimentación los
productos contraproducentes y estimulando las funciones hepáticas por medios naturales.
Desmineralización
La secreción insuficiente de determinadas sustancias (sales biliares, enzimas, etc.) por parte
del hígado dificulta la transformación de los diversos elementos contenidos en los
alimentos. Dichos elementos no son ni correctamente aprovechados ni eliminados. El
resultado de todo ello es un estado de desnutrición que se reflejará posteriormente en
anormalidades de la constitución del cuerpo e incapacidad para desempeñar las funciones
normales del organismo.
Una reacción muy frecuente en esos casos es preocuparse por la posible carencia de
minerales importantes. Calcio, potasio, magnesio, fósforo, yodo, hierro, etc., e imaginarse
que el remedio adecuado consiste en limitarse a tomar suplementos de los mismos. No
obstante, en la realidad no basta con introducir estos suplementos, pues el organismo debe
encontrarse en disposición de extraer lo que necesita de los alimentos en forma natural. Y,
una vez más, esto dependerá de que el hígado sea capaz de funcionar correctamente.
Cuando los alimentos son naturales y el hígado realiza sus funciones normales, las
deficiencias se corrigen sin necesidad de intervención alguna. Una alimentación reforzada
con suplementos servirá únicamente para agravar la situación. Haciendo que el hígado
tenga que trabajar aún más.
Anemia
Se ha señalado ya como una de las funciones del hígado el destruir los glóbulos viejos y
segregar una sustancia que ayuda a producir los nuevos. El incumplimiento de esta función,
junto con la incapacidad del hígado de fijar las proteínas cuando transforma
imperfectamente los alimentos que contienen hierro, y no asegura por tanto el
almacenamiento de este mineral, pueden dar lugar a la aparición de una anemia. El mal
funcionamiento del hígado puede llevar a la destrucción de los glóbulos rojos tanto viejos
como nuevos. Así, antes de pensar siquiera en la introducción en la dieta de alimentos que
reconstituyan la sangre, es fundamental someter el hígado a un tratamiento que le permita
desempeñar correctamente sus funciones.
Diabetes
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cuyas células, segregan una diastasa (enzima) especialmente destinada a este fin. Este
azúcar pasa luego e la sangre si es necesario o, de lo contrario, permanece almacenada.
El hígado produce, retiene o destruye las grasas según las necesidades del organismo. Un
trastorno o desorden en esta función da lugar, bien a la retención de demasiada grasa por no
ser capaz de destruir los excedentes, bien a la incapacidad de producir todas las grasas que
el cuerpo necesita.
Apendicitis
Muchos casos de supuesta apendicitis no son sino ejemplos de hígado congestionado. Pero
aún en el caso de que la apendicitis sea verdadera, no debemos olvidarnos del papel
desempeñado por el hígado, sobre todo si tenemos en cuenta las propiedades antisépticas de
la bilis. El apéndice sólo puede inflamarse y posteriormente infectarse cuando la bilis no se
produce regularmente y en cantidad suficiente.
Defectos de la visión
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quedan depositadas en los órganos más débiles. Esos sedimentos de toxinas pueden
producirse en las lentes del cristalina, de lo que se deriva una pérdida de elasticidad del
mismo, seguida de toda clase de inconvenientes; la persona en cuestión puede verse
aquejada de presbicia.
La desnutrición, causada por algún fallo hepático, puede tener repercusiones sobre la visión
ocular. Si no están debidamente alimentadas, las células del ojo se atrofian, lo que conduce
a otras anormalidades, tales como la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo e incluso la
diplopía (visión doble).
Existe constancia de numerosos casos en los que, gracias a un tratamiento con éxito del
hígado, se ha logrado aliviar o incluso erradicar diversos tipos de trastorno de visión. Las
probabilidades de curación dependerán de en qué medida esté arraigada la anormalidad.
Las cataratas, provocadas por la opacidad del cristalino como consecuencia de alguna
intoxicación, pueden curarse totalmente, o al menos en parte, limpiando el hígado. Ni qué
decir tiene que cuanto más antigua sea la opacidad más difícil será de curar, no obstante,
siempre es posible el proceso de eliminación de las sustancias que la provocan y la
revitalización de los tejidos.
El oído puede verse negativamente afectado por una dolencia hepática: Puede convertirse
en depósito de sustancias tóxicas, las células de su mecanismo verse deficientemente
alimentadas, o haber trastornos de los centros nerviosos de los que el oído depende.
Piernas hinchadas
Enfermedades cutáneas
Con sólo unas cuantas semanas de tratamiento natural del hígado se ha logrado curar
numerosas afecciones cutáneas que se habían resistido durante años y años al tratamiento
directo. Mejorando el estado de su hígado, muchas personas aquejadas de orzuelos, además
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de Quincke y urticaria se han visto liberadas de estas enfermedades. Son también
numerosos los casos de eccema refractarios a los tratamientos médicos clásicos que se han
curado depurando el hígado y adoptando una alimentación natural.
¿Cómo se logra? Las sustancias tóxicas no neutralizadas por el hígado entran en la masa
sanguínea, muchas veces a través de los capilares de la piel. Bloqueadas en esos capilares,
las toxinas provocan una irritación de los tejidos cutáneos y de los extremos nerviosos,
siendo esta última la que da lugar a la molesta sensación de picor. Los carbuncos y los
abscesos son siempre el resultado de los intentos de la toxinas por salir por cualquier vía
posible. Si se las hubiese neutralizado en el hígado, esas toxinas no tendrían que eliminarse
a través de la piel, ya que saldrían del organismo por los canales evacuatorios normales.
Reumatismo
No se podrá abordar nunca esta enfermedad sin prestar al hígado un tratamiento adecuado.
Lo contrario resultaría no sólo inútil, sino incluso peligroso, pues algunos de los remedios
clásicos contra el reumatismo repercuten negativamente sobre el hígado, que puede llegar a
agotarse intentando liberarse de ellos.
Desequilibrio glandular
El hígado segrega algunas hormonas y neutraliza otras, como, por ejemplo, las estrógenos.
Cuando se padece cirrosis, esta función se ve retardada, y los estrógenos se acumulan hasta
el punto de provocar efectos femeninos sobre los varones, como un aumento del tamaño de
los pechos y otros. Un trastorno hepático puede ser también la causa de la destrucción de la
foliculina en las mujeres, provocando así efectos masculinos. Durante la menopausia, el
mal funcionamiento del hígado acentúa todos los trastornos y contribuye a un ritmo lento
de la circulación.
Al tratarse de un órgano endocrino, el hígado ejerce una influencia estabilizadora, sobre las
restantes glándulas endocrinas. Conociendo la influencia del hígado sobre las glándulas
genitales, no cabe la menor duda de que cualquier trastorno del mismo conduciría a un mal
funcionamiento de los ovarios. Pueden producirse además fenómenos de la reversibilidad
en el momento de la ovulación durante la menstruación, incluyendo náuseas, migraña y
mareos. La regularidad de la menstruación en términos de frecuencia, duración e intensidad
sólo se podrá alcanzar una vez que el hígado funcione con, toda normalidad.
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Neurastenia
Pies planos
El intentar remediar esta anormalidad mediante métodos ortopédicos puede ser un error que
acarree consecuencias peligrosas. Se debe curar los pies con emplastos o cataplasma de
arcilla y restableciendo la normalidad hepática. El puente del pie se derrumba sólo cuando
los músculos y los tendones se debilitan debido a una deficiente alimentación de sus
tejidos.
Vegetaciones y amígdalas
Intentar curar estas dolencias sin ocuparse al mismo tiempo del hígado es una pérdida de
tiempo. La experiencia de los tocadores de armónica ha demostrado ampliamente la
relación existente entre los diversos trastornos de las vías respiratorias superiores. Los
resfriados de cabeza suelen seguir casi siempre a un período de excesos gastronómicos,
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como las Navidades y otras fiestas. Se le echa la culpa al frío, pero se debe únicamente a
que no tenemos en cuenta el factor del exceso de calor. ¿ Por qué se dan los resfriados de
cabeza con más frecuencia durante determinados períodos de las estaciones frías?. Porque
el hígado se encuentra tan sobrecargado que es incapaz de filtrar correctamente las toxinas,
obligando así al organismo a intentar liberarse de ellas por otros medios. Cuando existe al
mismo tiempo una debilidad orgánica que ayuda a las toxinas a obstruir diversos canales, lo
más probable es que se produzcan inflamaciones e infecciones.
Para librarse de la sinusitis o los resfriados de cabeza no basta con limpiar los conductos
nasales con agua salada o arcillosa o con echarse gotas de limón en la nariz; el hígado debe
ser tratado también.
Bronquitis crónica
La congestión del hígado tiene siempre repercusiones sobre los conductos bronquiales, y
provoca la inflamación de las membranas mucosas de los pulmones. La deficiencia de
diversas sustancias protectoras segregadas por un hígado sano crea un exceso de
secreciones mucosas en loa bronquios. La necesidad de expulsarlas da lugar a la tos,
fenómeno absolutamente necesario al llegar a estos extremos.
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Tendencia a la hemorragias : hemofilia
Se ha observado que determinadas plantas del reino vegetal resisten mejor los parásitos que
otras. Lo mismo ocurre con los seres humanos, donde hay unos que parecen mejor
equipados y con mejores defensas que otros.
Todas las observaciones realizadas confirman que los individuos habitualmente propensos
n ser picados por insectos se vuelven menos receptivos, en cuanto su hígado funciona otra
vez normalmente.
Tuberculosis
Ninguna persona aquejada de tuberculosis tiene el hígado en buen estado; sin embargo, a
pesar de este hecho innegable, los tratamientos médicos modernos habitualmente
empleados para combatir la tuberculosis suelen aumentar los trastornos hepáticos en lugar
de reducirlos. En la tuberculosis no se puede hablar de curación completa cuando se utiliza
únicamente métodos químicos.
Para que un tuberculoso se cure y sea capaz de llevar nuevamente una vida normal, necesita
cuidar sobre todo su aparato digestivo, empezando por el hígado y los órganos con él
relacionados. Luego podrá reconstruir todo el entramado de sus defensas naturales, junto
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con los tejidos dañados. Obtendrá los elementos vitales para sus células, al tiempo que
destruirá los residuos de los alimentos y otras sustancias tóxicas.
Cáncer
AI igual que ocurre con la tuberculosis, no hay ninguna persona aquejada de cáncer cuyo
hígado desempeñe correctamente las funciones que les corresponden. Otra similitud es que
el cáncer no es sino el signo de un estado degenerativo en su última fase. De hecho, muchos
casos de cáncer de pulmón se han producido después de padecer lesiones de carácter
tuberculoso que se creían curadas o estabilizadas mediante remedios químicos.
El cáncer hace su aparición cuando las funciones de defensa se han derrumbado todas
completamente. La contención o desplazamiento de enfermedades tales como el cáncer
utilizando remedios artificiales sirve únicamente para que las sustancias nocivas se
acumulen y las reservas vitales se derrumben. Luego se produce un contagio de los centros
de control y trastorno en el proceso de transmisión. La última y desesperada reacción de
defensa da lugar al establecimiento de un nuevo equilibrio ajeno a la estructura biológica
normal. Este falso equilibrio puede estar compuesto por formaciones de carácter
parasitario. Pero esas acumulaciones de elementos patógenos no tienen nada en común con
un estado normal y sólo duran hasta el momento de producirse la fase final del proceso.
Esterilidad e impotencia
La interacción entre el hígado y las secreciones genitales es de sobra conocida, y está claro
que cualquier trastorno del primero provocará desórdenes en dichas secreciones. Es
interesante saber que, para ejercer plenamente sus efectos, y al igual que la vitamina K, la E
(llamada "vitamina de la fertilidad") necesita una bilis adecuada y suficiente.
El alcohol.- Las observaciones científicas han demostrado sin lugar a dudas que el
alcohol ejerce un peligroso efecto debilitador sobre los órganos del cuerpo en general y
sobre el hígado en particular, pues disminuye la capacidad de purificar la sangre y de
suministrar al organismo sustancias protectoras de esta valiosa víscera.
Aparte de provocar cirrosis hepática, el alcohol eleva el nivel de colesterol de la sangre
y contribuye por tanto a un estado general de intoxicación. También hace perder
vitalidad a las vitaminas contenidas en los alimentos, provocando así una insuficiencia
vitamínica.
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Aceite de hígado de bacalao.- Junto con el alcohol y las grasas, el aceite de hígado de
bacalao se caracteriza por provocar cirrosis e incluso necrosis (muerte) de las células del
hígado.
La carne y las grasas animales.- Es un error creer que la carne es indispensable como
fuente de proteínas. En el reino vegetal existe toda una variedad de productos
alimenticios tan ricos o más que la come en lo que a proteínas se refiere.
La carne sólo contiene proteínas parcialmente utilizadas por el organismo al que
pertenecía, sino también otras sustancias derivadas de la desasimilación y los residuos,
presentes en el cuerpo del animal en el momento de ser sacrificado. Dichos residuos son
venenos muy dañinos para el hígado, al que le resulta extremadamente difícil
neutralizarlos.
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vicioso. La corrupción de la bilis por los alimentos o medicamentos químicos y la
consiguiente degeneración contribuye a la putrefacción de los intestinos y a la creación
de residuos extremadamente tóxicos. Esos venenos atacan a la bilis ya corrupta, que a
su vez infecta los conductos Intestinales y aumenta la putrefacción. Así, para permitir la
reconstitución de un medio normal, es imprescindible excluir todos los alimentos y
medicamentos de composición química.
El café y la leche.- Aún separados, el café y la leche son dañinos para el hígado. Pero
combinados, resulta doblemente destructivos. El café y la leche entran en los intestinos
sin digerir y ponen en marcha graves putrefacciones que la bilis no siempre es capaz de
neutralizar. Esta corrupción de los intestinos llega hasta el hígado; la bilis se ha visto tan
negativamente afectada que no puede hacer nada para combatir la fermentación pútrida,
que llega hasta los órganos vecinos.
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El azúcar refinado. Al igual que casi todos los elementos aislados artificialmente, el
azúcar extraído de la remolacha es un producto desequilibrado, incapaz de sostener
ninguna forma de vida. El azúcar refinado no contiene ni elementos protectores ni
fermentos necesarios para el organismo, por lo que el hígado se ve obligado a
compensar esta deficiencia proporcionando las sustancias que faltan.
El ácido oxálico se produce como resultado de la acidificación de los intestinos exigida
por le presencia de azúcar. Oxidado en los músculos, el ácido oxálico debe verse
neutralizado por el hígado, que se ve así obligado a realizar todavía más trabajo extra.
La menor cantidad que escape al hígado entra en la circulación, invade los tejidos y
tiene que verse posteriormente eliminada por los riñones. Esto hace que el ácido oxálico
sea la causa de los dolores de riñones y de la aparición de sangre en la orina. Cabe
asimismo señalar que, al igual que el ácido único, se encuentra presente en la mayoría
de los casos de reumatismo, migraña, trastornos nerviosos y fatiga.
El pan no integral.- Dado que se compone en gran medida de almidón y está saturado
de levadura química, el pan blanco o no integral está totalmente desvitalizado y carece
del mínimo valor nutritivo, sirviendo fundamentalmente para formar gases.
Al eliminar el salvado se tira un 80 % por 100 del fósforo y el calcio, así como muchos
fermentos necesarios para la digestión de los elementos nutritivos del trigo. La cáscara
de los cereales es además la parte más vital de los mismos, ya que es la que permanece
más tiempo expuesta a las radiaciones solares. Pero aún más negativa para la salud es la
extracción del germen de, en donde se encuentra la totalidad de las vitaminas B.
Estas insuficiencias de fermentos y vitaminas obligan al hígado a realizar un gigantesco
esfuerzo para suplir dichos elementos esenciales. La tarea es tan desproporcionada que,
antes o después, llegan a producirse lesiones internas e incluso accidentes mucho más
graves.
El tabaco.- Entre los terribles efectos del tabaco sobre los vasos sanguineos destacan el
endurecimiento, la pérdida de flexibilidad, la excesiva fragilidad y la disminución del
diámetro interior de los mismos. Esto significa que el hígado debe producir elementos
de defensa; pero tanto el propio órgano como los vasos sanguíneos se ven perjudicados
por los efectos tóxicos del tabaco, lo que hace que su capacidad de defensa se reduzca
hasta llegar a una suspensión total de la reacción. El número de amputaciones debidas a
envenenamiento por causa del tabaco es tan elevado que resulta incluso difícil de creer.
24
o del endurecimiento de la médula o tuétano, que son de temer cuando se sobrecarga a
un hígado hiperactivo por encima de unos limites razonables.
La curación de un hígado dañado puede exigir semanas, meses e incluso años de atenciones.
. constantes. Para , ello, . conviene poner en práctica unas cuantas cosas, siendo la primera
y más importante el llevar una vida sana. Se debe cuidar sobre todo la alimentación. Más
adelante veremos lo importante y útil que pueden llegar a ser el sol y el ejercicio.
TRATAMIENTO ALIMENTICIO
25
Cambio de hábitos alimenticios
El cambio de alimentación debe ser gradual, pues no siempre es conveniente renunciar a los
malos hábitos alimenticios de golpe. No obstante, esto excluye elementos destructores tales
como el alcohol, la carne, las grasas animales y los alimentos enlatados, que se deben
eliminar de la dieta lo antes posible.
Cada vez se halla más extendida la costumbre de elaborar listas de alimentos, a las que
unos se recomiendan mientras que otros se consideran tabú. ¡Cuántos elementos de
primordial importancia se pierden así!. Los alimentos no pueden valorarse sólo por su
nombre, pues influyen factores tales como su frescura, calidad, origen, época del año y
composición química. También y para sacar pleno partido de ella, la comida debe
asimilarse correctamente, los alimentos deben actuar primero sobre los sentidos, bien antes
de llegar a la boca, bien en el momento de entrar en contacto con las papilas gustativas.
Tanto la preparación de los alimentos como su presentación son de la máxima importancia.
En el comer debe tenerse en cuenta no sólo las demandas o exigencias del entorno y el
estado físico de la persona en cuestión, sino también sus necesidades emocionales y
espirituales.
Alimentos naturales
26
Los aparentes trastornos derivados de comer espinacas, guisantes, cebollas, alcachofas y
otras verduras y hortalizas no indican que sean enemigas del hígado, sino más bien que éste
no se encuentra en disposición de recibir algunos de los elementos que las constituyen.
Se puede ir uno acostumbrando poco a poco a hortalizas y verduras que antes no toleraba.
Si, por ejemplo, el aceite de oliva le provoca náuseas, no se obligue a tomarlo. En lugar de
ello, vaya introduciendo cantidades pequeñas en las salsas y aliños, preferentemente
mezcladas con otros aceites que sí sea de su agrado. Luego vaya aumentando poco a poco
la cantidad de aceite de oliva hasta llegar a poder tomarlo solo.
Aquellos a quienes no les gusten las aceitunas negras pueden irlas introduciendo en
pequeñas cantidades en platos guisados o tomarlas con pan untado con un poco de
mantequilla fresca.
Algunas personas no toleran bien las espinacas, las nueces, las cebollas u otras verduras y
hortalizas. En ese caso, deberán irlas introduciendo gradualmente en sus comidas. Un buen
método es echar espinacas crudas a las ensaladas; la reacción será menor debido a que la
cantidad inicial es relativamente pequeña, y al poco tiempo se tolerará perfectamente las
espinacas que al principio parecerían repulsivas.
El aceite de oliva
De todos los aceites, el de oliva es sin duda alguna el más beneficioso para el hígado; no
obstante, deberla extraerse a presión y en frío, sin utilizar nada de calor ni disolventes
químicos.
Luego se les refina, lo que disminuye aún más su valor nutritivo, ya que el proceso de
refinado provoca la pérdida de vitamina A y E de determinadas sustancias (cuerpos
antioxigenantes) que impiden que se pongan rancios. El auténtico aceite de oliva natural no
se pone rancio, ya que conserva sus cuerpos antioxigenantes.
El aceite de oliva extraído a presión y en frío conserva todos sus fermentos naturales, se
digiere perfectamente y es la mejor fuente posible de grasas y colesteroles sanos para el
organismo humano. Se trata de un excelente estimulante y de un magnifico remedio para el
hígado, especialmente en casos de piedras o cálculos en la vesícula y de otras
manifestaciones de congestión hepática. Es asimismo uno de los mejores laxantes naturales.
27
El aceite de oliva resulta especialmente beneficioso cuando se mezcla con una cantidad
igual de zumo de limón y se toma por las mañanas en ayunas. Dependiendo de la edad y del
grado de tolerancia, se puede tomar entre una y tres cucharadas.
Hay médicos que han conseguido eliminar las piedras y cálculos de la vesícula limitándose
a administrar a sus pacientes una única dosis masiva de aceite de oliva. De hasta cuarto de
litro o más. Es evidente que, en este caso, y para prevenir reacciones negativas o
desagradables, conviene que esté presente un médico. Y siempre es preferible tomar el
aceite poco a poco. Puede que se necesite más tiempo para alcanzar los mismos resultados,
pero este método es igual de eficiente y no provocará manifestaciones alarmantes, por lo
que no son necesarias las medidas de precaución. El principio básico de todo método
natural es la no violencia, lo que equivale a una vuelta al viejo precepto de Hipócrates:
"Sobre todo no hacer dañó". Es siempre preferible mantenerse al margen de resultados
espectaculares, pero efímeros, y avanzar lentamente, pero sobre bases sólidas.
El pan integral
El pan integral elaborado con harina refinada, salvado de trigo, germen de trigo, y
ocasionalmente "enriquecido" con sustancias químicas, no sirve de nada, en lo único en que
difiere del pan blanco normal y corriente es que, por lo general, su precio es superior.
Aún en el- caso de estar hecho con harina integral de trigo cultivado orgánicamente, el pan
seguirá sin ser lo que debería si no se hace un horno equipado con un sistema de
calentamiento exterior. Los sistemas de calentamiento directo tales como el gas pueden
resultar peligroso, ya que dejan en el pan residuos nocivos.
La fruta
En términos generales, la fruta es favorable para el hígado. Si algún tipo de fruta (por
ejemplo las fresas) provoca reacciones inusuales, lo más probable es que se trate de una
manifestación curativa y que cualquier trastorno sea puramente temporal.
Pero algunos frutos son especialmente beneficios. El limón se deberá administrar en primer
lugar, pues estimula, alivia la congestión y purifica el hígado. Hay personas aquejadas de
28
problemas hepáticos que no pueden tolerar los remedios a base de plantas y hierbas y que
se sienten sin embargo perfectamente a gusto con las curas del limón. El limón puede
tomarse de mil formas distintas. Mézclese por ejemplo el zumo de medio limón en una taza
de agua caliente con o sin miel.
El limón ayuda sobre todo a la digestión, debido a la reacción biliar que provoca.
Tómese durante el día zumo de limón mezclado con agua; la cantidad que se beba
diariamente dependerá del grado de tolerancia. El limón debe sustituir al vinagre en toda
clase de aliños. Incluso la cáscara de este fruto maravilloso constituye un magnifico
remedio para tos casos de insuficiencia hepática, pudiendo rayarse y añadirse a las
ensaladas.
Las naranjas que hayan madurado de manera natural estimulan todas las funciones
hepáticas; lo mismo puede decirse de las uvas, que ayudan a la eliminación de las piedras o
cálculos, al tiempo que estimulan la evacuación.
Las virtudes de la aceituna se han expuesto ya al hablar del aceite de oliva. De todos los
tipos de aceitunas, las negras parecen ser las mejores, pues se las puede comer sin
necesidad de preparación alguna. Su conservación en salmuera no altera sus propiedades.
No obstante, se las debería enjuagar brevemente con agua caliente para que pierdan la sal y
servirse en un cuenco aliñadas con aceite de oliva.
Todas las bayas frescas constituyen un excelente alimento. Las grosellas son de lo más
recomendables; y las llamadas uvas espina contribuyen todavía mejor a una buena
evacuación. Las fresas son un magnífico agente depurativo, y las castañas resultan de
especial utilidad para todas las personas aquejadas de bilis en la sangre. La frambuesa se
recomienda en los casos de fiebre provocada por trastornos biliares o gastrointestinales. El
arándano es inigualable como desinfectante de los intestinos. Es astringente, pero no
provoca estreñimiento, sino que regula la frecuencia y consistencia de las deposiciones.
Casi todas las demás frutas son excelentes, salvo los plátanos madurados artificialmente (o
cogidos antes de estar del todo maduros), que tienen muy poco que ver con el fruto que
haya madurado de manera natural.
Incluso el tomate, que está a medio camino entre la fruta y la hortaliza, ayuda al hígado a
realizar su función de neutralización de los venenos y de encauzamiento correcto de las
sustancias residuales.
Verduras y hortalizas
Existen numerosas verduras y hortalizas que actúan como agentes protectores y fuentes de
energía. Al igual que la fruta, las hortalizas deberían tomarse crudas siempre que se pueda,
ya que ése es el mejor remedio posible de conservar sus elementos vivos.
La alcachofa se recomienda sobre todo corro tónico para la membrana mucosa que recubre
el hígado, y también contribuye a reforzar la función antitóxica de éste.
29
El espárrago, que contiene nitratos, ayuda a reducir las inflamaciones, mientras que, gracias
a su manganeso, contribuye asimismo a purificar el hígado.
Las zanahorias ayudan a formar la sangre y también a hacer la bilis más fluida,
incrementando así la cantidad segregada. Su caroteno presta asistencia al hígado en la tarea
de aislar la vitamina A.
El apio sirve para purificar el hígado; sus hojas ayudan a curar la ictericia.
Los puerros son ricos en sales minerales y ayudan a regenerar las células del hígado. Sus
virtudes antisépticas prestan asistencia a la bilis en la tarea de conservar los intestinos
limpios.
El diente de león es excelente para estimular todas las funciones del hígado. Incrementa la
producción de bilis y participa también en la eliminación del colesterol y de las impurezas
de la sangre. Gracias al manganeso que contiene, es también un activo remedio contra las
piedras o cálculos de vesícula.
Como los rábanos son muy eficaces en la tarea de liberar las toxinas presentes en el hígado,
resultan especialmente adecuados para curar la ictericia.
Al igual que los puerros, las cebollas son muy ricas en sales minerales, que ayudan e
aumentar la secreción glandular. También contienen diversos elementos protectores y
ayudan a curar la diabetes.
Tanto el ajo como las coles y las cebollas son muy ricos en azufre, mineral necesario para
que el hígado pueda realizar su operación de síntesis.
Todas las demás verduras y hortalizas pueden utilizarse sin limitación alguna, salvo cuando
desencadenan reacciones muy intensas, en cuyo caso habrá que irlas introduciendo poco a
poco en las comidas.
La leche cruda no es buena para el hígado, especialmente cuando se trata de adultos, cuyo
estómago no segrega ya el fermento necesario para una rápida predigestión de la leche. Si
desea tomarla sin problemas lo mejor es beber poco, después de su ingestión un poquito de
zumo de limón, que contribuirá a activar el proceso de coagulación. Una vez coagulada, la
leche es fácil de digerir y muy saludable.
30
El yogur es equiparable a la leche agria, pero sólo si está correctamente elaborado,
Los quesos pueden tomarse en cantidades moderadas, pero sólo, una vez al día, y
únicamente si han sido naturalmente fermentados. Conviene huir de los quesos industriales,
tan extendidos en el mercado.
La mantequilla cruda puede tomarse con pan muy de vez en cuando, pero sólo si es natural
y no ha estado almacenada en el frigorífico del expendedor durante meses y meses. La
mejor mantequilla es la procedente de explotaciones agrícolas que no empleen ni
antibióticos ni pesticidas.
Los huevos poseen un alto valor nutritivo. Sus proteínas son las únicas en las que se
encuentran presentes todos los aminoácidos conocidos hoy en día. No obstante, para ser
aceptables no deben proceder de granjas en las que las gallinas estén sometidas a una luz
artificial constante y sean alimentadas con productos artificiales, tales como harina de
pescados, piensos compuestos y sobras, frecuentemente mezclados con medicamentos tales
como los antibióticos. Los huevos deben tomarse con moderación, pues son muy fuertes; el
máximo oscila entre tres y cuatro a la semana, preparados como se prefiera.
Dado que repercute favorablemente sobre todas las funciones del hígado, la miel de romero
es preferible a todas las demás, y se recomienda sobre todo para tos casos de ascitis, hígado
graso, cirrosis, ictericia y congestión.
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CLASIFICACIÓN DE LOS ALIMENTOS
Alimentos recomendados
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Todas las frutas del tiempo, sean dulces o ácidas. Las aceitunas negras.
Todos los frutos secos, siempre que hayan sido El aceite preferentemente de oliva, pero en
secados al sol. cualquier caso, vegetal, siempre que haya sido
Todos los cereales: trigo integral, cebada con extraído en frío y sea lo más puro posible.
cáscara, arroz integral, mijo, centeno, avena, La sal.
maíz, alforfón, pan de trigo integral hecho con La miel, a ser posible montaña o miel de romero.
levadura natural, fideos de harina integral, crema Los zumos de frutas: conviene que sean naturales
de cereales, galletas hechas de harina integral, y tomarlos en ayunas, el de limón debe mezclarse
pan de centeno. con agua; el de zanahoria es especialmente
Todas las verduras y hortalizas, tanto crudas recomendable.
como hervidas, en sopas, caldos, etc. Las infusiones de hierbas: tomillo, romero, etc.
Las plantas aromáticas Hay una receta para cada caso. Véase las
incluidas a lo largo de todo el curso.
Los huevos frescos: 2 - 4 a la semana, y La repostería hecha en casa, siempre que haya
procedentes siempre de gallinas criadas de sido endulzada de manera natural. Los productos
manera natural y a base de grano. lácteos: la leche agria, los quesos, la mantequilla
Lentejas guisantes y judías, preferentemente fresca(en pequeñas cantidades, extendida sobre el
frescos. pan o acompañando un plato de verduras).
Si están secos, conviene que no tengan más de un Los sucedáneos del café: la malta o la achicoria.
año. Las mermeladas, siempre que no hayan sido
El couscous, la sémola o el bulghur. elaboradas con azúcar.
Alimentos perjudiciales
1. Cualquiera de ellos constituye un alimento ideal. Citamos aquí varios sólo para dar
a elegir a las personas enfermas, convalecientes o sanas la posibilidad de elegir.
2. Emplee harina integral. En caso de padecer trastornos hepáticos o digestivos, puede
emplearse harina 85 por 100 integral o tomar pan de centeno. En cualquier caso, la
levadura utilizada deberá ser natural.
3. Véase la receta que producimos a continuación.
4. Tome queso o leche agria sólo en una de las tres comidas diarias.
ALGUNAS RECETAS BÁSICAS
Crema de trigo
Utilice un trigo que no haya sido molido demasiado. Lo mejor es molerlo uno mismo con
un molinillo eléctrico de café, un molinillo de mano o incluso una batidora. Siempre que
pueda, hágalo justo antes de cocinarlo; ya que cuanto más fresco esté mejor será. Échelo en
una cacerola, añada un pellizquito de sal y agua suficiente (pruebe con 1 parte de trigo por
cada 3 de agua). Ponga la cacerola a fuego alto y agite continuamente el contenido con una
cuchara de palo, para evitar que se pegue. Estará listo tan pronto como la crema cambie de
color y aparezcan burbujas en la superficie. Vierta la masa en un cuenco y añada una
cucharadita de miel y otra de almendras machacadas. Este plato es especialmente adecuado
para combatir el estreñimiento.
Este plato contiene por lo general muchos tipos de verduras y hortalizas, tales como
zanahorias, nabos, remolacha, rábanos y salsifí rallados; champiñones, cebollas, tomates y
rabanitos en rodajas, coles, espinacas y acelgas cortadas en tira. Se aliña todo junto o por
separado con aceite (preferentemente de oliva), sal, zumo de limón, aceitunas negras, ajo
machacado y perejil, adornándolo con cerafolio, rodajas de cebolla y hojas de romero y
estragón. Conviene poner cada vez el acento en una verdura u hortaliza distinta., con el fin
de obtener mayor variedad de platos.
Cereales
Vierta un poquito de aceite de oliva en una olla de porcelana, y añada cebollas cortadas en
trocitos, champiñones (optativo), tomate (del tiempo), y luego el cereal que prefiera, que
puede ser arroz integral, cebada con cáscara, trigo, alforfón, mijo o couscous. Aliada agua
(pruebe con 1 parte de cereal por cada 1 ½ de agua, o ligeramente más), sal, algunas plantas
aromáticas (tomillo, laurel, nuez moscada, etc.). Déjelo todo a fuego Junto hasta que esté
hecho.
Verduras hervidas
Emplee preferentemente verduras del tiempo. Guíselas con muy poca agua en un recipiente
de porcelana o barro, pero nunca en olla a presión. Eche en él algo de aceite o añádalo antes
de servir. Si no hay verduras del tiempo, sustitúyalas por fideos de harina integral, patatas o
algún preparado a base de cereales.
Antes de utilizar cualquiera de las siguientes recetas, asegúrese de haber leído bien en el
primer módulo "La preparación de hierbas para fines curativos".
El romero es uno de los mejores remedios para toda clase de trastornos hepáticos. Su
acción suave y su agradable sabor hacen que incluso los niños lo tomen con gusto. Como
estimula el hígado e incrementa y hace más fluida la bilis, el romero se recomienda sobre
todo para combatir los casos de congestión del hígado, insuficiencia biliar, ictericia
obstructiva, cirrosis de Laennec, y la hidropesía común acompañada de un aumento del
tamaño de esta víscera.
La parte utilizada es el tallo completo, incluyendo la flor; y la dosis oscila entre una
cucharadita o una ramita entera, dependiendo de la edad y gusto personal, esta dosis se
vierte en una taza de agua hirviendo y se deja reposar unos 10 minutos. Tómese una taza
antes o después de las comidas. Siempre que sea posible, endúlcela con un poquito de miel
de romero. Esta infusión resulta sumamente agradable al paladar y ayuda a la digestión. Por
si fuera poco, el romero sirve para adornar diversos platos.
El tomillo sirve también para preparar con él una agradable infusión, que favorece tanto la
digestión como la asimilación de los alimentos, al estimular la secreción de bilis y prevenir
le formaciones pútridas. Se prepara y toma exactamente igual que el romero.
Las hojas de alcachofa estimulan el hígado y tonifican las células. Permiten que el
colesterol natural producido por el organismo se vaya acumulando en la sangre. Se
recomienda sobre todo para enfermedades tales como la ictericia, la hidropesía y los
trastornos renales derivados de una insuficiencia hepática o biliar. Se las dejará reposar
durante 10 minutos en una taza de agua hirviendo (dos o tres hojas), y se tomará la infusión
resultantes antes de las comidas.
La raíz del espárrago puede utilizarse con éxito en los casos de ictericia y de cualquier
otra dolencia del hígado. Viértase 30 gr. de la raíz en un litro de agua. Déjese a fuego lento
durante 10 minutos y bébase la infusión resultante a lo largo de un periodo de uno o dos
días.
Las flores de lila son de gran utilidad para aliviar un hígado congestionado, viértase de 3 a
6 hojas en una taza con agua, que deberá hervir 2 minutos y reposar otros 5. Tómese una
tacita antes de cada comida.
Las hojas de boj son sumamente eficaces en todos los casos de trastornos hepáticos
acompañados de fiebre intermitente. Viértase 1 cucharadita en una taza de agua, haciéndola
luego hervir durante 2-3 minutos y reposar otros 10. Deberé tomarse una tacita antes de
cada comida; es decir, 2 ó 3 veces al día.
Fumaria. Se utiliza la planta entera; esto es, el tallo y la flor. Es un excelente remedio
contra la ictericia y para descongestionar el hígado. Viértase una cucharadita en una taza
con agua hirviendo. Déjese reposar 10 minutos y tómese antes de las comidas o en el
momento de acostarse
El poleo es un variedad de menta silvestre que estimula las funciones biliares. Tómese 2 ó
3 tazas diarias entre, antes o después de las comidas. La dosis es de una cucharadita por
cada taza de agua hirviendo. Se dejará reposar unos cuantos minutos.
Las hojas de olivo favorecen las funciones hepáticas y facilitan la eliminación de los
cálculos o piedras de la vesícula. Viértase un puñadito en un cazo (vasija metálica) con
agua, que se calentará hasta que se rompa a hervir. Luego se dejará reposar unos 10
minutos y se tomará todas las veces que se desee.
Pan y quesillo. Esta planta ayuda a disolver y a eliminar los cálculos de la vesícula. Se
recomienda sobre todo para frenar las hemorragias de los canales biliares. Viértase un
puñadito en un cazo de agua. Caliéntese hasta que rompa a hervir y al cabo de un minuto o
dos, retírese del fuego. Se deberá dejar reposar durante 10 minutos. Tómese entre comida y
comida 3 – 4 tazas al día.
Diente de león. Aunque esta planta tiene un sabor muy amargo, merece la pena utilizar
tanto su raíz como sus hojas. Viértase 30 -60 gr. En un litro de agua, que se calentará hasta
que rompa a hervir y se dejará luego al fuego unos cuantos minutos más. Tómese 3 veces al
día antes de las comidas. El diente de león se recomienda sobre todo en casos de congestión
e inflamación del hígado, atonía de los canales biliares o insuficiencia hepática.
Agrimonia. Se emplea sobre todo para combatir las dolencias crónicas del hígado. Tómese
de 3 a 5 tazas diarias, entre comida y comida. Para preparar la correspondiente infusión, se
vierte una cucharadita de las hojas en trocitos en una taza con agua, que se calentará hasta
que rompa a hervir y se dejará 2 minutos más al fuego. Luego se deberá apartar y dejar
reposar otros 10.
La saponaria es excelente para los casos de obstrucción del hígado. Viértase una
cucharadita de hoja o raíces de esta planta en una taza de agua. Caliéntese hasta que rompa
a hervir, tras lo cual se dejará 2 minutos al fuego y se colará inmediatamente a través de un
filtro. Tómese una tacita de esta infusión antes de cada comida (3 veces al día).
Espinos. Esta planta constituye uno de los estimulantes más sencillos y activos para el
hígado y los intestinos.
La ruibarbo es un magnífico laxante, y sirve también para estimular los intestinos y el
hígado.
Bérbero. La raíz y corteza de esta planta son laxantes y ejercen un efecto estimulante sobre
el hígado. Viértase un puñado en un cazo con agua, que se calentará hasta que rompa a
hervir y se dejará reposar durante 10 minutos. Utilícese como cualquier otra infusión.
La raíz de los helechos hembra es un excelente laxante tanto para niños como para los
adultos aquejados de insuficiencia hepática. Viértase un puñadito en un cazo con agua, que
se calentará hasta que rompa a hervir y se dejará a fuego lento durante 20 minutos, y luego
otros 10 reposando. El líquido resultante se podrá beber a lo largo de un período de dos
días, siempre que se desee.
Algunas veces, una combinación de distintas hierbas combate más eficazmente las
dolencias hepáticas que una sola. No obstante, se debe tener muchos cuidado al mezclarlas;
hay ciertas reglas que conviene seguir y que sólo se aprenden por medio de la
experimentación.
Viértase una cucharada colmada de la mezcla en Viértase 1 ó 2 cucharaditas en una taza de agua
una taza de agua. Póngase a fuego hasta que hirviendo. Déjese reposar unos 20 minutos.
rompa a hervir, déjese a fuego lento durante 2 Tómese una taza después de cada comida, 2 ó 3
minutos y reposar durante otros 10. Tómese una veces al día. En caso necesario, añada algo de
taza 15 minutos antes de cada comida. miel.
1
Decocción para la ictericia y la columna Diurético.
2
En caso de no encontrarse, puede sustituirse por
Aspérula (parte florecida) 30gr. otra hierba de efectos similares, como el
arándalo, el membrillo, la sanguinaria mayor.
3
en caso de no encontrarse, puede sustituirse
por bolso o cualquier otra hierba dotada de
parecidas
CURAR EL HÍGADO CON LA ARCILLA
Puede ocurrir, de entrada, que un hígado enfermo o insuficiente no tolere la arcilla. En este
caso, después de mezclarla con agua ( 1 cucharadita de arcilla por cada media taza de
agua), se dejará reposar la mezcla durante unos instantes, luego se colocará la arcilla y se
beberá sólo el agua arcillosa.
TRATAMIENTO EXTERNO
Junto con un cambio de dieta y el empleo de plantas habrá que recurrir con frecuencia a
remedios externos, adaptados a cada situación concreta.
Para casi todos los trastornos hepáticos “directos”, como los dolores en la zona del hígado o
que abarquen grandes áreas (desde el costado derecho al izquierdo), la colitis hepática y la
hinchazón del abdomen, se recomienda empezar el tratamiento aplicando alguno de los
siguientes preparados.
Emplasto de salvado-coles-cebolla
Prepare una cantidad suficiente como para cubrir una superficie mayor que la afectada por
los dolores, Emplee entre 3 y 5 puñados de salvado, dependiendo de la extensión que haya
que cubrir. Trocee 2 ó 3 hojas de col ( de cualquier tipo) y 2 cebollas. Ponga todo en un
cazo, añada agua hasta formar una pasta y hiérvalo a fuego alto, dejándolo hasta que el
agua se haya evaporado totalmente (5-10 minutos). Extienda el emplasto sobre una
estopilla. Lo ideal sería que su grosor no fuese en ningún caso superior a 18 cm. Pliegue la
estopilla y aplíquelo bien caliente (pero sin llegar a quemar). Déjelo sobre la zona afectada
durante unas dos horas. Este emplasto o cataplasma puede aplicarse en cualquier momento
del día, y debería utilizarse sólo una vez. Si no se dispone de hojas de hiedra, puede
reemplazar el emplasto de salvado de trigo y hojas de yedra.
Emplastos de repollo
Algunas veces, el repollo da buenos resultados por sí solo, especialmente en los niños. Se
prepara de la siguiente manera:
Córtese la fibra de las hojas y aplástense con un rodillo de cocina. Aplíquese las hojas (tres,
una encima de otra), bien frescas o calentadas durante unos cuantos segundos sobre el
radiador. Tápese con la lana o una. toalla para retener el calor y sujétese sobre la zona
afectada con ayuda de un vendaje antes de acostarse. Déjense toda la noche.
Emplastos de arcilla
Uno de los mejores métodos para estimular el hígado consiste en aplicarse un emplasto de
arcilla todas las noches. Al principio deberá esperar entre-hora y media y dos horas después
de comer. Pero una vez que el cuerpo, se haya acostumbrado a la arcilla, se podrá aplicar
inmediatamente después de las comidas; aunque, en este caso, habrá que calentar el
emplasto ligeramente. Aunque la, arcilla se duele aplicar fría, cuando se trata del hígado es
muchas veces preferible que esté caliente, especialmente al principio del tratamiento.
Comience por tanto con un emplasto frío que se pueda dejar en su sitio mientras no dé
señales de provocar un enfriamiento. Ni tan siquiera debe dar la impresión de que ha sido
aplicado en frío. Ala menor sensación de frío, incomodidad, aumento de los dolores o
aparición de otros nuevos, debemos quitamos el emplasto y calentar la arcilla poniéndola
sobre el radiador o, aún mejor, al baño de María; aplíquese tibio. Si estas medicinas
resultan insuficientes no' dude en aplicarse un emplasto bien caliente.
Puede aplicarse una serie de aplicaciones diarias a lo largo de tres semanas o un mes. En-
algunos casos, especialmente puede .durar .varios meses. No vacile en interrumpirlo
durante algún tiempo en cuanto aparezcan los primeros-síntomas de cansancio. No obstante
reanúdelo tan pronto como recupere fuerzas. Algunas veces ocurre exactamente lo
contrario; es decir, que la arcilla proporciona mayor vigor; si. es así, continúe las
aplicaciones, o incluso increméntelas ( 3 emplastos o cataplasmas en cada período de 24
horas).
Se recomienda que el tratamiento a base de arcilla vaya seguido de masajes con aceite de
oliva.
El método de la revulsion
Este método implica reducir la acción anormal de una parte del cuerpo excitando otra. Una
forma de lograrlo consiste en canalizar la sangre hacia los pies, Puede hacerse de modo
repentino, con la ayuda de mostaza (un puñadito de polvo de mostaza mezclado con, agua,
bien a la temperatura ambiente, bien ligeramente calentado). Otro método igualmente
bueno, pero que lleva más tiempo, consiste en un baño caliente de pies, que se prepara
hirviendo 2 o 3 puñados de hojas de vid durante 10-15 minutos en unos 5 litros de agua. El
baño puede durar hasta 15 minutos. Si no lo tolera bien, pruebe con un baño de manos
exactamente igual.
La aplicación de masajes sobre la zona del hígado con aceite de oliva contribuye a acelerar
sus funciones. Mueva los dedos en la dirección de las agujas de un reloj. Este masaje
deberá completarse mediante la aplicación de hojas de repollo anteriormente descritas.
Durante los períodos de crisis hepática evite la aplicación de bolsas de agua caliente,
planchas calientes, etc., encima del hígado. Lo único que se consigue con estos
procedimientos es un alivio momentáneo del dolor, pero no sólo no eliminan la congestión,
sino que favorecen la aparición de infecciones. No obstante el mismo método puede dar
excelentes resultados si se coloca una o varias hojas de col entre el cuerpo y el objeto
caliente. En caso de emergencia, y si no se dispone de coles, aplíquese compresas bien
calientes, denominadas fomentos. Renueve dichas aplicaciones (que duran entre 20 y 30
minutos) cada dos horas.
Baño de caderas
Sirve cualquier tipo de agua, del grifo, de un pozo, de lluvia, de río, pero siempre que no
haya sido previamente hervida.
Si está muy fría, cabe el recurso de calentar de antemano la parte del cuerpo que va a
sumergir. Pero en lugar de empezar de inmediato con el baño de agua fría, sería mejor irse
acostumbrando gradualmente a ella. Comience con una pequeña cantidad de agua tibia (que
alcance unos 5 cm. de profundidad) a 25 ° C, y permanezca sentado en ella durante un
minuto o dos, aumentando gradualmente ese plazo de tiempo hasta llegar a los cinco
minutos. Simultáneamente, vaya añadiendo agua todos los días (unos 2,5 cm. sobre los 5
iniciales, hasta que el agua le llegue hasta las ingles). Una vez alcanzado el tiempo de cinco
minutos, continúe, empleando cada vez agua más fría. Vaya reduciendo la temperatura uno
o dos grados cada día, hasta llegar al límite de los 8°C.
Como es lógico, el ritmo ideal para ir reduciendo poco a poco la temperatura del agua
variará de un individuo a otro. Pero la regla básica es que si, en cualquier momento, se
produce una reacción negativa o anormal, se deberá volver a la fase anterior.
Cuanto más baja sea la temperatura, más enérgica será la reacción que provoque. En
principio, las baños fríos que no duren mucho tiempo estimulan, mientras que los
ligeramente tibios y más prolongados calman y relajan.
Para tonificar o estimular, el baño debe durar entre 2 y 3 minutos, e incluso menos si el
agua está muy fría. Un baño breve, de un minuto o incluso de 30 segundos, tiene menos
probabilidades de enfriar todo el cuerpo que otro de mayor duración.
Ejercicios
Llene el pecho de aire, al tiempo que lo empuja hacia el abdomen. Intente levantar
simultáneamente el estómago, escogiéndolo contra la columna vertebral. Exhale y vacíe el
pecho lo más posible, mientras relaja el abdomen. Hacia el final de la espiración, deje que
las costillas desciendan y relaje el estómago.
Los ejercicios respiratorios deben realizarse lentamente y sin esfuerzos bruscos al inhalar o
exhalar el aire. Con el tiempo irá adquiriendo el ritmo más adecuado: cuente, por ejemplo,
4 segundos para la inhalación y otros 4 para la exhalación, y vaya aumentando
progresivamente el tiempo hasta alcanzar los 6, 8, 10 ó más. Luego Intente introducir una
pausa de dos segundos entre la inhalación y la exhalación, y entre la exhalación y la
inhalación.
La respiración
La higiene natural, que significa exponerse a los elementos naturales tales como el sol, el
aire, el agua y la tierra, debe ir complementada con unos buenos ejercicios respiratorios.
Una respiración correcta contribuye a la alcalinización de los humores y, por tanto, a
reforzar los mecanismos de defensa del organismo. El respirar bien puede servir incluso
como medio de dar masaje al hígado y a los órganos con él relacionados.
El sol
Los rayos de sol transforman los esteroles de la piel. Así es como se fabrica buena parte de
la vitamina D que el cuerpo necesita (mientras que el resto se obtiene de los aceites
naturales). Así es como se transforma la mayoría del colesterol, lo que ahorra al hígado el
tener que sintetizarlo o neutralizarlo si se da un exceso del mismo.
Al igual que en cualquier práctica natural y habitual, la moderación y el avance gradual son
normas que conviene respetar siempre. La exposición al sol empezará por las piernas,
pasando luego por el abdomen, al tórax y, finalmente, a todo el cuerpo. Es preferible tomar
el sol andando, corriendo, practicando algún deporte o revitalizando labores de jardinería;
pero si no hay más remedio que nacerlo inmóvil, se debe tomar la precaución de proteger la
cabeza de los rayos directos del sol.
Las teorías médicas modernas conceden demasiada importancia a las "dietas ricas en
proteínas", pues creen que la falta de proteínas puede llegar a incapacitar el hígado, pero no
se olvidan del hecho de que vegetarianos de toda la vida o desde hace bastante tiempo
poseen hígados que funcionan perfectamente y no les provocan la menor molestia o
trastorno. Por tanto, la teoría de la falta de proteínas no constituye una respuesta válida al
tema de los trastornos hepáticos, y la causa real hay que buscarla en otra parte. No obstante,
se recomienda ayudar al hígado a desempeñar su tarea de síntesis con algunas proteínas
ricas en aminoácidos, tales como las de los huevos; pero siempre en cantidades moderadas.
Si no se toleran los huevos solos, cabe introducirlos en diversos platos de guisados. En
cualquier caso, no conviene tomar más de dos o tres huevos a la semana, y ninguno en
períodos de crisis hepáticas.
Por las mañanas, en ayunas.-1 cucharadita de arcilla disuelta la noche antes en medio vaso
de agua.
Antes de comer.- una taza de la decocción para la obstrucción o congestión del hígado.
Después de comer.- el zumo de medio limón en una taza de agua caliente, endulzado con
miel.
Para beber.- agua de limón, decocción de romero, tomillo, monta, reina de los prados,
manzanilla.
Siempre que esté demostrado que los dolores se deben a una obstrucción de los canales
biliares, tómese la decocción correspondiente después de comer, así como arcilla antes de
alguna de las comidas, limón entre comida y comida y, por la mañana, en ayunas, 1
cucharadita de aceite de oliva mezclado con el zumo de medio limón.
Aplíquese todos los días el emplasto de salvado, coles y cebolla sobre la zona que va desde
el hígado al bazo y, en caso de fiebre, 1, 2 6 3 emplastos de arcilla sobre el abdomen
inferior. Hágalo todos los días, hasta que la fiebre haya desaparecido.
Durante el período más intenso de la crisis, lo mejor es quedarse en la cama. Este descanso
o reposo servirá para liberar las vitaminas y aminoácidos necesarios, así como para acelerar
la transformación de proteínas en energía, todo ello imprescindible para reforzar las
defensas del organismo.
Una vez superada la crisis, seguirá siendo conveniente continuar con las aplicaciones de
salvado-col-cebolla todas las noches antes de acostarse, durante unas dos o tres semanas
más.
INSUFICIENCIA HEPÁTICA EN LOS NIÑOS
El niño deberá tomar por vía oral, entre ½ y 1 cucharadita, dividida en 3 partes iguales y
diluida en agua, por la mañana y entre comida y comida.
Después de las comidas, una infusión de romero o la decocción recomendada para los casos
de insuficiencia del hígado, que es agradable y perfectamente aceptada por los niños.
Al niño se le deberá administrar todos los días un baño frío de caderas de 2-3 minutos de
duración. Cúbrale todas las noches el abdomen con 2 6 3 capas de hojas crudas de col.
Sujételas con una venda y déjelas hasta la mañana siguiente.
Si el niño está estreñido, déle senna silvestre (casia), en la dosis de uno o varios folículos
tiernos (un folículo por cada año de edad). Deposítelo en una taza de agua y déjelos toda la
noche en remojo. A la mañana sigu
ANEXO
Examen de la asignatura:
4. ¿Cuáles son los síntomas que se presentan como producto del mal funcionamiento del
hígado?
5. Enumere en forma concisa las consecuencias directas que se producen debido a un mal
funcionamiento del hígado.
6. En lo que respecta al mal funcionamiento del hígado ¿Qué puede decir acerca de sus
consecuencias indirectas?
7. Indique los diversos alimentos que son dañinos para el hígado y los malos hábitos
alimenticios que afectan al mismo.
8. Realice un breve resumen sobre el tratamiento del hígado mediante métodos armónicos y
naturales.
9. Señale los procedimientos para la curación del hígado con la arcilla y su tratamiento
externo.
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