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sustentable.
Celestino Gonzales León
Resumen
Introducción
La ciencia y la tecnología han aportado resultados a la Humanidad, sin embargo es
necesario rectificar las formas de desarrollo económico, que amenazan con agotar para
siempre recursos inapreciables del patrimonio universal, y lo que es peor, comprometer la
existencia misma de las futuras generaciones de seres humanos (Clark, 1998).
Castro, F(1992), señaló que “los avances de la ciencia y la tecnología se multiplican
diariamente, pero sus beneficios no llegan a la mayoría de la Humanidad, y que se apoyan
el consumismo irracional de los recursos limitados y amenaza la vida en el planeta”.
El desarrollo científico y tecnológico brinda a la globalización mundial riqueza y el poder.
La Revolución Científica Técnica, ha brindado de saberes humanos, pero también ha
propiciado la destrucción y apropiación irracional del medio ambiente, con la consecuente
derivación hacia problemas tales como: aumento poblacional, salud, vivienda, educación,
alimentos e incluso conflictos armados. De la situación global de la protección del medio
ambiente ha surgido un nuevo debate ético: el motivado por los cambios ambientales que
a escalas global y local afectan a toda la Humanidad.
Ante tal desafío el planeta se divide; una parte una minoría industrializada, poderosa y
rica; y una mayoría atrasada, pobre y desposeída, ambas con marcadas diferencias en el
nivel de vida. Recordemos que más del 90 % de la capacidad científica y tecnológica
mundial está en manos de un reducido grupo de países. La ciencia y la tecnología son
parte de la dinámica de concentración de riqueza y poder. En los países poderosos se da
origen a la pobreza ambiental, al imponer los actuales patrones de desarrollo, donde
predomina la ignorancia ambiental, junto a la avaricia, el egoísmo y la necedad propias de
la especie humana.
Los problemas ocasionados por el ser humano que provocan crisis ambiental, ha crecido
en población de forma desmedida y ha realizado un uso irracional de los recursos y
condiciones naturales, al sobrepasar las capacidades de renovación de los mismos; ha
ejecutado una despiadada deforestación y desertificado los suelos; ha lacerado los
sistemas costeros por las incongruentes construcciones, la contaminación de las aguas y
los derrames de hidrocarburos; ha generado una dañina contaminación ambiental a
consecuencias de la proliferación; así ha deteriorado la calidad de vida urbana. (PNUMA,
1997).
El objetivo del presente trabajo está dirigido a valorar algunos de los principales
problemas sociales derivados de la ciencia, la técnica y la tecnología, la complejidad que
enfrenta la Humanidad para enfrentar su solución, frente al reto del desarrollo
sustentable.
Al comienzo del siglo 21, el nivel de desarrollo nunca antes alcanzado por la ciencia y la
tecnología está marcando transformaciones tan significativas en la sociedad. Identificamos
a la Revolución Científica Técnica al proceso de la ciencia y su conversión en fuerza
productiva directa. En el ámbito social se aprecia la insuficiente valoración del impacto
social en el proceso de desarrollo, la incipiente cultura ambiental en cuanto a gestión
participativa, la insuficiente sensibilización humana sobre los problemas del ambiente y la
escasa utilización de las elevada potencialidades humanas para resarcir los efectos
negativos sobre el ambiente.
Si bien señala Clark (1998), que se experimenta un “abismo creciente entre el avance de la
ciencia y de la tecnología , el ritmo y alcance del progreso social”, se aprecia las
contradicciones con respecto al medio ambiente, donde habita el ser humano y del cual
depende para su propia existencia. Los actuales patrones de desarrollo se perciben ante el
conocimiento científico contemporáneo, como absolutamente insostenibles en términos
ecológicos y no pueden por tanto servir de referencia futura a los que pretenden
desarrollarse (Clark, 1998).
Ante tan compleja encrucijada, las interrogantes divagan entre rechazar o tomar como
referente la teoría de la sustentabilidad. Entre las exigencias que el nuevo paradigma del
desarrollo sustentable le impone a la ciencia y a la técnica actual, se impone reorientar las
nuevas tecnologías, hacia la sustitución de recursos naturales y a la prevención de la
contaminación ambiental, desarrollando programas pertinentes y coherentes que
propicien la educación ambiental, contribuyan a mitigar las desigualdades entre ricos y
pobres y propicien la búsqueda de la calidad de vida en lugar del nivel de vida de la
población.
Los pesimistas, por otra parte, son partidarios de actuar sobre el mundo actual,
simplificando los estilos de vida, descentralizando las actividades productivas, volviendo a
los cultivos naturales sin fertilizantes ni otros productos químicos, patrocinando el uso de
energías alternativas y difundiendo en el mundo la idea de un desarrollo sostenible que
proteja nuestro medio ambiente y la biodiversidad de la naturaleza. Sin dejar por ello,
lógicamente, de alimentar a la población mundial y conseguir un nivel de vida aceptable
para todos. Este grupo es, por supuesto, enemigo de la energía nuclear, del petróleo y de
otras energías peligrosas y contaminantes, y se opone, como cabría esperar, a los
productos transgénicos y a la manipulación de los genes en general.
Hoy, sin embargo, existe la conciencia generalizada de no poder ir mucho más lejos sin
control del desarrollo tecnológico y sin fuerte atención a la protección del medio
ambiente. Las nuevas tecnologías, por otra parte, especialmente las relacionadas con la
vida y la genética, se manifiestan más amenazantes que nunca, aunque también en esto
hay confrontación y diversidad de opiniones.
“Habida cuenta de la creciente importancia que tienen las ciencias en relación con las
cuestiones del medio ambiente y el desarrollo, es necesario aumentar y fortalecer la
capacidad científica de todos los países, especialmente de los países en desarrollo, a fin de
que participen plenamente en la iniciación de las actividades de investigación y desarrollo
científicos en pro del desarrollo sostenible. Hay muchas maneras de aumentar la
capacidad científica y tecnológica. Algunas de las más importantes son las siguientes:
enseñanza y capacitación en materia de ciencia y tecnología, prestación de asistencia a los
países en desarrollo para mejorar las infraestructuras de investigación y desarrollo que
permitirían a los científicos trabajar en forma más productiva; concesión de incentivos
para alentar las actividades de investigación y desarrollo y mayor utilización de los
resultados de estas actividades en los sectores productivos de la economía.
Es necesario hacer especial hincapié en que los países en desarrollo fortalezcan su propia
capacidad para estudiar su base de recursos y sus sistemas ecológicos respectivos y para
ordenarlos mejor con objeto de hacer frente a los problemas en los planos nacional,
regional y mundial”.
A lo que se añade en párrafos sucesivos que la “…investigación necesita llegar a ser más
pro-activa y centrarse en la prevención e identificación temprana de los problemas
emergentes así como en las oportunidades, más que en su actual enfoque en el que los
problemas se afrontan una vez que se han agudizado.”
Al tenor de esta exposición se plantea la pregunta, qué tipos de problemas son los más
críticos para el desarrollo sostenible y cómo la ciencia se puede movilizar mejor para
darles respuesta. Los retos que afronta la ciencia en la búsqueda de la sostenibilidad no
son solamente de tipo técnico; así, los aspectos empíricos y de metodología científica son
retos fundamentales en el logro de un mejor entendimiento de nuestro medio natural y
de los sistemas complejos del planeta. Finalmente, existen también aspectos de tipo
moral y de procedimiento en la definición del rol del conocimiento científico y de las
innovaciones que afectan a la gobernabilidad de los riesgos ambientales y tecnológicos, en
relación a una gestión sostenible de los ecosistemas y a una comunicación efectiva de la
información científica, en el logro de esos fines.
Los problemas complejos como la salud, el medio ambiente, entre otros, han demostrado
los límites de la capacidad de la ciencia de predecir y controlar. Un testimonio son los
problemas globales como el cambio climático. Se observa que antiguas enfermedades que
se consideraban extinguidas reaparecen y se multiplica el número de nuevas
enfermedades; se producen accidentes nucleares; el caso de las vacas locas demuestra la
vulnerabilidad de los controles tecnocientíficos y los desastres ecológicos ocurren a diario.
Todos estos ejemplos son también el resultado de los procesos de industrialización que la
tecnología ha hecho posibles. La Revolución Verde es un claro ejemplo de destrucción
ambiental asociada al avance tecnológico.
Las actividades industriales y agrícolas provocan cambios en los ciclos biológicos, químicos
y geológicos que perturban los sistemas naturales. Asistimos a la desaparición de especies,
contaminación del aire y del agua, el agujero en la capa de ozono, sequías y exceso de
lluvia, inundaciones, huracanes, tsunami, entre otros.
Se observan un montón de paradojas: los plaguicidas crean plagas, los antibióticos hacen
surgir nuevos agentes patógenos, los hospitales son focos de infección, el desarrollo
agrícola aumenta la brecha entre ricos y pobres. Se abre paso la convicción de una nueva
conciencia de la ciencia, sistémica y humanista, que asimila la incertidumbre y los
compromisos con los valores. La comprensión de la complejidad se abre paso.
Una lección a aprender es que la relación entre los avances en la ciencia y las tecnologías
científicas, por un lado, y el desarrollo sostenible por otro, es compleja, ambigua y
presenta múltiples facetas. Simplemente, el reconocimiento de los límites ecológicos en
términos de producción y consumo económicamente sostenibles conllevan que “más
output” no es lo mismo que “buen output”, así, no necesariamente más conocimiento
científico expresado en innovaciones científicas tendrá como resultado una sociedad más
sostenible.
Ante todo esto se deben plantear importantes cambios en la relación existente entre los
problemas afrontados por la ciencia y las soluciones científicas que sean necesarias.
Algunos de estos cambios son:
Una de las implicaciones que se deducen es que dentro de las prioridades de la ciencia se
debe analizar si la ciencia puede contribuir efectivamente al desarrollo sostenible. Este es
un mensaje que se tiene que comunicar a sí misma la comunidad científica; la práctica
científica no esta básicamente libre de valores, pero tiene que encontrar sus
justificaciones en referencia a las preocupaciones sociales prevalecientes. El objeto del
ámbito científico, en este nuevo contexto, podría bien ser el de impulsar el proceso de
resolución social del problema, incluyendo la participación y el aprendizaje mutuo entre
los agentes involucrados, en vez de la búsqueda de soluciones definitivas o
implementaciones tecnológicas.
Claramente esa tarea no puede ser solamente el avance del conocimiento impulsado por
una mezcla de curiosidad científica de los científicos y de ganancia económica o política de
los patrocinadores de la investigación. Esa nueva ciencia se dirigirá, más bien, a resolver
problemas de salud en la escala individual humana, de las comunidades, y del ambiente
natural. Para lograr esto, su método será necesariamente como antaño, una cierta
simplificación de la complejidad, pero eso debe hacerse ahora en el contexto de una
incertidumbre irreducible e incluso aceptando la ignorancia. Los supuestos básicos de la
ciencia moderna deben modificarse para poder desarrollar una ciencia nueva, dirigida a
los problemas. Para hacer frente a esas nuevas cuestiones, la ciencia dividida en
disciplinas tiene que convertirse en ciencia transdisciplinaria, y la razón debe reconciliarse
con la pasión.
Esto puede ejemplificarse con el caso de un debate sobre el manejo integrado de una
zona costera que ha soportado en alto grado la degradación que el turismo hotelero y los
cruceros puede generar. Mi observación participante en diálogos de esta naturaleza
donde grupos organizados de la sociedad civil (ecologistas, pescadores, buzos),
empresarios y representantes del poder público presentan sus argumentos y buscan
respuestas a preguntas sobre las causas y consecuencias de los deterioros ambientales,
me sugiere la conveniencia de acompañar la legitimidad de las diferentes perspectivas e
intereses (“la zona costera es de todos”) con una capacidad comunicativa que la
racionalidad fundada en la educación puede respaldar.
Los problemas que enfrentamos son también responsabilidad de la propia ciencia, con sus
enfoques mecanicistas, su determinismo estrecho, la reducción del todo a las partes, la
formación hiperespecializada, la incapacidad de apreciar lo particular a nombre de las
leyes generales, el exceso de empirismo, sus métodos, sus prioridades. Y también cierta
dosis de prepotencia que conduce a sobre valorar el conocimiento experto en detrimento
de los saberes y juicios de los legos, a veces también poseedores de información útil para
la toma de decisiones en asuntos de interés social (en campos como la agricultura, la
salud, el medio ambiente, existen numerosos ejemplos al respecto).
Conclusiones
La gravedad de los problemas ambientales inserta a los científicos en una dinámica social
que necesita replantear su perspectiva de desarrollo, urge la demanda de reelaborar el
papel de la ciencia ante la situación de deterioro, en la necesidad de reivindicar la
tradición ecológica y los aportes que puede ofrecer al análisis critico de la protección de
ese medio en notable depauperación.
El desarrollo sustentable en tanto que hoy se presenta como una utopía inalcanzable, ha
llegado a erigirse en una alternativa que requiere de una sensibilización del ser humano y
de su necesaria educación y capacitación, para poner en práctica la búsqueda de
soluciones propias e imaginativas ante la armonía que precisa alcanzar con la extrema
complejidad ambiental, y sólo así propiciar el necesario cambio en la sociedad humana,
conscientes de su tributo a ese anhelado y posible cambio, hacia un mundo mejor.
Referencias Bibliográficas
Bibliografía