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INTRODUCCIÓN

En esta monografía de investigación analizaremos a detalle la economía política


y doméstica en el Tahuantinsuyo. Esta es una temática que estudia las actividades
humanas que se refieren, tanto a la utilización de los recursos, como a la organización,
mediante la cual los bienes se relacionan con las necesidades inherentes al hombre. En
lo atingente a la época del Tahuantinsuyo (Tawantinsuyu), sin dubitaciones, se conoce
que conformó una sociedad con una ordenación económica digna de este nombre, donde
sus recursos humanos y naturales estaban manejados en forma sostenida y sustentable
en conexión con los medios y los fines. Se sabe que tal estructuración económica era
fundamental para su existencia, por lo que estaba ligada con su funcionamiento social,
con el régimen de gobierno, con su tecnología y con sus instituciones mágicas religiosas
expresadas a través de rituales.
Es necesario advertir que se trataba de una economía donde los precios en
moneda acuñada en metales preciosos no existían. Estrictamente, tampoco se puede
hablar de “capital”, “salario”, “renta” y “ahorro” con mucha frecuencia; y de usarlos,
hay que hacerlo en un sentido distinto al de los economistas modernos.
La economía es una cosa y las actividades tecnológicas son otras. La descripción
de las artes y oficios de estos pueblos, así como de las formas con que elaboraban los
objetos, son de interés cuando se ponen en correlación con los problemas, tales como el
de la invención y el de los procesos de adaptación, o con los rituales y mitos nativos y
con su organización social.
La organización económica del Tahuantinsuyo puede ser analizada convenientemente a
partir de cuatro encabezados: 1º la estructura de la propiedad y posesión de la tierra; 2º
la organización del trabajo; 3º lo concerniente a la producción, distribución, intercambio
y consumo; y 4º las cuentas y medidas de valor.
ECONOMÍA POLÍTICA Y DOMÉSTICA
DEL TAHUANTINSUYO

Waldemar Espinoza Soriano

1. LA ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD Y POSESIÓN DE LA TIERRA

1.1. LAS FORMAS O TIPOS DE PROPIEDAD

La propiedad es la suma de derechos que uno o varios hombres tienen sobre las cosas,
lo cual anuncia que los objetos así poseídos constituyen su propiedad o propiedades la
razón por la que hay distintos tipos de pertenencia:

 bienes inmuebles (tierra, casas, caminos, puentes, pozos, árboles)


 de objetos domésticos, como herramientas de trabajos y armas, que difieren
según el sexo y la edad y que, por lo común, son heredados de acuerdo a la
consanguinidad.
 almacenados y acorralados (alimentos, ganado) que, en el caso de los pastores
aymaras, chocorvos y chinchaycochas, constituían su más preciada riqueza, cuyo
valor incluso estaba determinado por el color de la pelambre.
 derechos sobre el uso económico (usufructo de las heredades ocupadas por los
ayllus)
 derecho de los poderosos sobre personas y servicios humanos (yanas,
mitayos, piñas)
 otras modalidades de dominio, como derechos exclusivos sobre canciones,
danzas, hechizos y artesanías concretas.

La propiedad es la suma de derechos que uno o varios hombres tienen sobre las
cosas, lo cual anuncia que los objetos así poseídos constituyen su propiedad o
propiedades.
 Bienes inmuebles macro étnicos de índole comunal: Conformados por los
predios, caminos, puentes, canales, pozos, edificios y árboles locales y bien
focalizados.
 Bienes inmuebles estatales: Tierras, caminos, puentes, tambos u hospederías,
pozos, canales, bosques, plantaciones de coca, asentamientos urbanos (llactas),
almacenes, guarniciones, armas, templos, acllahuasis, talleres; aparejos de
trabajo agrícola, minero, ceramista, textil y de metalistería.

 Efectos personales: otras palabras, los vestidos y adornos de cualquier modelo,


pues los había de uso cotidiano y otros únicamente para temporadas específicas,
con el agregado de haber disfrutado del poder para disponer de ellos, excepto los
regalos que otorgaban los sapaincas a los más eminentes curacas, como sucedió
con los mantos de plumería que Túpac Inca obsequió a Guarache, mallco o señor
de Quillaca-Asanaque al sur del lago Poopó (Bolivia).

 Objetos rituales: En una sociedad como la andina, donde todos los actos de la
vida caminaban enlazados a lo mágico y religioso, tenían una serie numerosa de
cosas muy estimadas por sus vínculos con lo cabalístico y las divinidades, con
más fuerza que su valor intrínseco económico.

 Objetos almacenados: En este apartado como lo formulamos se incluye al


ganado, alimentos, materias primas, sembríos maduros sin recoger, minería,
canteras, metalurgia, alfarería, sal.

 Derechos sobre el uso económico: Sobre todo el usufructo de las aguas de


riego, que podían prestar servicios a varios ayllus por cuyo circuito circulaba;
leña de un bosque ajeno, para cuyo usufructo había que corresponder con
regalos o concesiones de parcelas modelo enclave u otro tipo de premiaciones.

 Derechos sobre las personas y servidumbre humana: La prerrogativa de


propiedad de la nobleza imperial y de los señores locales o curacas sobre el
trabajo de otros seres humanos tomaban cinco formas diferentes: 1ª El laboreo
de los mitayos por turnos para generar excedentes agrícolas, ganaderos, mineros,
alfareros, textiles, artesanales y en construcciones. Los mitayos no braceaban
gratis, pues el Estado u otro de los señores les retribuían muy bien con
alimentos, bebidas y otras dádivas.

 Otras formas de bienes incorpóreos: Son los sobrenombres honoríficos, las


canciones, los hechizos, así como ciertas habilidades y especializaciones que
podían ser objetos de propiedad y, por consiguiente, sujetos a regalo, he- rencia,
trueque.

LA HERENCIA

Existían derechos de herencia sobre el usufructo y uso de la tierra y otras propiedades.


Y la herencia no solamente comprendía las reglas de transmisión de las propiedades de
un difunto a sus herederos, sino la transferencia en vida de propiedades muebles
mediante donaciones intervivos. También aquí se considera la dote y el precio de la
novia, etc., figuras que afectaban directamente a la herencia. En la figura de la dote, en
caso de disolución del matrimonio, la mujer recogía lo que había aportado, con la
finalidad de sacarlo y llevarlo consigo. Lo dicho denota que sabían racionalizar sus
sistemas de herencia.

LA TENENCIA DEL SUELO

En en tal aspecto, funcionaban las siguientes formas de aprovechamiento territorial:


a) Del Estado.
b) Del sapainca, como patrimonio suyo.
c) De las panacas o ayllus de la realeza cusqueña.
d) Colectivas de los ayllus, ya fueran de regnícolas, o de mitmas (Extranjeros).
e) Del culto, a cargo de los sacerdotes.
f) De los nobles curacas regionales o locales.

Ñaupa A. (1592). “sobre el trueque de tierras y pastos por cuatro indios plateros entre
los pueblos de Carania y Guaquis, en Yauyos, en tiempo de Túpac Inca Yupanqui. Este
documento prueba que ciertas comunidades podían ensanchar sus heredades
enajenándolas a otras mediante el trueque con seres humanos”.
Según Atoc A. indio anciano que ha vivido y se ha criado en puna, “dijo como testigo
que desde que nació saue y ha visto los mojones de las tierras y pastos del pueblo de
Carania. Asimismo ha oído decir a los indios más antiguos de aquel tiempo y, en
especial a su abuelo, como las tierras, mojones y pastos eran del cacique y común de sus
indios del pueblo de Carania”.

LAS PASTURAS, COCALES, SALINAS

San Miguel G. “Las tierras de pastores y el ganado seguían casi el mismo modelo de
los terrales agrícolas. Por lo tanto, hubo pastos y ganados del Estado, del sapainca, de
las divinidades y de ayllus.”
Gutiérrez P. “Allí vivían señores que tenían cientos de cabezas de camélidos,
disfrutándolos como de su propiedad particular; por lo que, es incontestable, que se les
consideraba ricos.

EL PATRIMONIO DEL SAPAINCA Y DE LOS CURACAS

Párrafo especial merece el patrimonio personal de cada sapainca. En efecto, desde


Pachacútec se percibe la formación de propiedades rurales o prediales en provecho de
soberanos y de curacas, separadas de las tierras estatales y comunales. Sin embargo, es
imposible hablar de latifundios andinos; a lo más se les podría calificar de “haciendas”.

LOS ENCLAVES ECOLÓGICOS

Una realidad interesantísima que despertó la curiosidad de los propios españoles en el


siglo XVI y que sigue provocando elogios en el siglo XXI es la posesión que ejercían
los reinos altiplánicos y algunos otros ubicados en distintas partes de las tierras altas
sobre terrenos emplazados o enclava- dos en otros reinos administrativamente
autónomos, localizados en diversos ecosistemas, aptos para producir lo que no podían
cosechar en sus respectivos terrenos nucleares.

2. EL USUFRUCTO DE TIERRAS Y POSESIÓN DE LA COSECHA


Algunos documentos detallan que los repartos de tierras que llevaban a cabo los
curacas se efectuaban anualmente; pero otras fuentes aseguran que lo hacían una
sola vez y que los hijos las “heredaban” para usufructuarlas. Tales informes
constituyen una aparente contradicción. Lo que se conoce es que existían tierras que
se asignaban de por vida y otras, cada año o cada cierto número de años. Las
primeras correspondían a aquellas, cuyos productos sembrados no consumían los
nutrientes del suelo, por ser chacras sometidas a un permanente riego y abono. En
cambio, cuando los terrenos se debilitaban, unas veces debido al producto cultivado
y otras por no acostumbrar fertilizarlos, era necesario dejarlos en descanso y
reemplazarlos por otros ubicados en distintos lugares. Esto sucedía, en lo medular,
con las papa canchas. Además, se debe tener en cuenta que los terrenos adjudica-
dos para levantar las casas y corrales eran de por vida; y, por lo común, “heredados”
y ocupados por los descendientes.
Solanum tuberesum) fue ineludible asignar de seis a siete tupos en las este- pas
o punas, en razón a que jamás se sembraba el mencionado tubérculo año tras año en
un terral, sino después de cinco años de inacción en climas templados, de siete en
ecologías frías y de nueve en las punas más bravas. De ahí la necesidad de
redistribuir tierras cuando se iniciaba el año agrícola y también la obligación de
adjudicar varios tupos a un solo individuo, por- que darle apenas uno habría
significado dejarlo en la miseria. En el Cusco cada papa cancha (tupo de papas)
medía 20 varas por lado, o sea, 400 varas cuadradas.

2.1. EL ALMACENAMIENTO DE LA COSECHA

Los alimentos obtenidos en los terrales familiares, comunales y estatales eran


almacenados como es de rigor. Tenían, por consiguiente, trojes para todo. Los
instalados en las propias casas o viviendas recibían el nombre de pirguas, especie de
canastos o rungos elaborados de totora y otras fibras vegetales. Ahí, se guardaban
los productos secos, como el maíz y el chuño. Mientras que las carnes deshidratadas
se suspendían en una estaca o en cuerdas.
LOS BIENES DE LOS CURACAS, DEL SAPAINCA Y DEL ESTADO

Los curacas también tenían su patrimonio personal, consistente en chacras que les
donaba el Estado, en cuyo caso la concesión se ubicaba en terrenos cercanos o en los
de otras etnias. En el caso de los señores de Picoy y Yaucha (quebrada del medio y
alto Rímac), recibieron parcelas de tal condición en el valle de los huancas (Jauja-
Huancayo), Quinua (Ayacucho) y Vilcas Huamán.
II. EL TRABAJO

LA ORGANIZACIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO

El trabajo es un proceso que se desarrolla entre el hombre y la naturaleza. Una


interacción en la que el ser humano produce, regula y controla el inter- cambio entre
sí mismo y su medio ambiente, Incario el trabajo se apuntalaba en tres pilares
claves: la edad, el sexo y el rango social. Así, existían labores únicamente para
personas jóvenes y otras para adultas.

LOS YANACONAS Y PIÑAS


El yana, por su lado, era un siervo considerado eufemísticamente como un
“ayudante” salido no solamente de entre los prójimos de la clase baja, sino también
en ciertas coyunturas de los hogares de la nobleza inferior provinciana en interés de
otros de estatus más elevado, al margen de las expectantes retribuciones y
redistribuciones a que se hacían merecedores los que estaban sujetos al ayni y la
mita.

LAS ACLLAS: ESCOGIDAS PERO CAUTIVAS

El poder estatal, que se arrogaba todas las facultades, al mismo tiempo que tomaba
hogares y a veces ayllus íntegros para convertirlos en yanas o en piñas, también
levaba muchachas para concentrarlas en unos edificios singulares, para entrenarlas y
tecnificarlas en manufacturas que beneficiaran al Estado. A estas muchachas se las
denominaba acllacuna o acllaca (o acllas, castellanizado).

Categorización de las acllas

Con todo, no hay unanimidad en lo concerniente a la categorización de las acllas. En


seis cronistas examinados, de los que proveen la más abundante información, hay
divergencias: Santillán, el jesuita Anónimo, Pachacuti Yanqui, Guaman Poma,
Murúa y Calancha. Vamos a ver lo que dice el penúltimo, por contener al parecer la
versión más didáctica:

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