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Octubre, 1982
LA EXP-ERIENCIA DE CRISTO,
CENTRO ESTRUCTURADOR DE «LAS MORADAS»
SECUNDINO CASTRO
Madrid
1 Cf. F 27,20. Las citas de los textos teresianos las tomamos de Santa Teresa de Jesús.
Obras completas. Edición manual. Transcripción, introducciones y notas de EFREN DE LA
MADRE DE DIOS Y OTGER STEGGINK. Madrid, BAC, 1974, 4a. edición. Utilizamos las siglas
convencionales. Ofrecen abundantes datos sobre los acontecimientos que rodeaban a la
Santa por estas fechas, Efrén de la Madre de Dios, Santa Teresa de Jesús. Obras completas.
Madrid, 1964, vol. n, p. 308-328; M. HERRAIZ GARCIA, Introducción a las Moradas de Santa
Teresa. Castellón, 1981, p. 11-15.
2 Cf. las anotaciones que éste puso a la Vida de Teresa escrita por el P. Ribera, en
Antonio de San Joaquín, Año Teresiano, VII, día 7 de julio, p. 149-150.
3 Cf. 1M 2,7; 4M 1,1; 4M 2,7; Cta. 209,10; cf. también la nota siguiente.
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oro de más subidos quilates, aunque no tan al descubierto van las piedras como
acullá. Hízose por mandato del vidriero»4.
Cuando comienza a elaborarla sufre fuertes dolores de cabeza; apenas si
puede escribir las cartas más urgentes 5• Le parece imposible llevar a término el
deseo de su amigo Gracián, pero bajo el impulso de la obediencia a su confesor,
que también lo quiere, se di~pone a secundarl0 6 .
En un primer momento pretende únicamente repetir lo que ya ha dicho en
Vida. Incluso piensa que si el Señor no se lo inspira no podrá escribir nada:
«Porque así como los pájaros que enseñan a hablar, no saben más de lo que les
muestran u oyen, y esto repiten muchas veces, soy yo al pie de la letra»7. Con
estas palabras parece aludir a algunos pasajes de Vida, principalmente a aquél
tan expresivo en el que se puede leer: «Que muchas cosas de las que aquí
escribo no son de mi cabeza, sino que me las decía este mi Maestro celestial; y
porque en las cosas que yo señaladamente digo: «esto entendí» o «me dijo el
Señof», se me hace escrúpulo grande poner o quitar una sola sílaba que sea;
así, cuando puntualmente no se me acuerda bien todo, va dicho como de mío,
porque algunas cosas también lo serám)8. En este texto se confiesa abierta-
mente la inspiración del contenido principal del libro de la Vida.
La autora se conformaría en este primer momento con la altura doctrinal
alcanzada en la autobiografía. En este sentido se ha de entender la siguiente
afirmación: «Su Majestad lo dará o será servido traerme a la memoria lo que
otras veces he dicho, que aún con esto me contentaría... que me holgaría de
atinar a algunas cosas que decían estaban bien dichas»9. El Castillo interior va
a recoger el contenido de Vida, a clarificarlo y a añadirle nuevas experiencias.
En muchos aspectos seguirá al pie de la letra la temática y vivencias de la
autobiografía, como es el caso concreto de las sextas moradas que parecen
calcadas de aquélla. Aun en la inclusión de un capítulo consagrado a clarificar
el significado de la Humanidad del Señor en la vida espiritual y más en
concreto en la ascensión a la mística, coincide coil la autob iografía 10.
4 Cta. 209,10; cf. Cta. 305,12. El Vidriero, por cuanto en seguida diremos es Jesucristo.
Cf. V 40,5; 1M 1,1; 1M 2,1; 7M 2,10.
5 Cf. J. V. RODRIGUEZ, en Introducción a la lectura de Santa Teresa (obra en
colaboración), Madrid, 1978, p. 311-315; M. HERRAIZ GARCIA, Introducción a las Moradas,
a.c., p. 15-16.
6 Cf. nota 2. Confiesa Teresa: «Pocas cosas que me ha mandado la obediencia se me han
hecho tan dificultosas como escribir ahora cosas de oración ... Mas entendiendo que la fuerza
de la obediencia suele allanar cosas que parecen imposibles, la voluntad se determina a
hacerlo muy de buena gana, aunque el natural parece que se aflige muchQ) (M Pról. 1). El
confesor, como testifica el P. Gracián, era el Doctor Velázquez; cf. las anotaciones a Ribera,
citadas en nota 2.
7 M, Pról. 2.
espirituales la han acusado de no entender los términos de la cuestión (cf. 4M 3,4; 6M 7,5).
Sin embargo, ella defiende cada vez con más contundencia su opinión. Incluso llegará a
afirmar aquí en Moradas que se va a esforzar por clarificar aún más su pensamiento, cL 6M
7,5.
11 CC 15.
12 Cf. V 11-21.
13 Cf. 6M 8,2.
14 Cf. V 40,5.
15 S. CASTRO, El pensamiento religioso de Teresa, en Teresa de Jesús. Mujer, Cristianá,
21 Cf. V 27,2. S. CASTRO, Ser cristiano según Santa Teresa. Madrid, Espiritualidad,
1982, p. 97-98.
22 Cf. V 40,5.
23 Cf. 1M 1,1; para los aspectos literarios, V. GARCIA DE LA CONCHA, El arte literario de
Santa Teresa, Barcelona, 1978, p. 264-274.
24 Cf. 1M l,!.
25 Cf. 1M l,!.
261M 2,!.
La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 931
o, mejor, en sus mismas aguas está el árbol de la vida que es el alma; el río es de
agua viva. No olvidemos que Teresa aludirá frecuentemente al agua viva que el
Señor prometió a la Samaritana27 •
Pero veamos qué acontece cuando el hombre rompe su amistad con Dios:
«No hay tinieblas tan tenebrosas ni cosa tan oscura y negra, que no lo esté
mucho más. No queráis más saber que, con estarse el mismo Sol que le daba
tanto resplandor y hermosura todavía en el centro de su alma, es como si allí
no estuviese para participar de El con ser tan capaz para gozar de Su Majestad
como el cristal para resplandecer en él el Sol»28.
Para esclarecimiento de estos pasajes debemos acudir a otro paralelo del
libro de la Vida, ya aludido: ({De presto se recogió mi alma -dice- y
pareció me ser como un espejo claro toda, sin haber espaldas ni lados, ni alto ni
bajo que no estuviese toda clara y en el centro de ella se me representó Cristo
nuestro Señor como le suelo ver. Parecía me en todas las partes de mi alma le
veía claro como en un espejo, y también este espejo -yo no sé decir cómo- se
esculpía todo en el mismo Señor. .. Dióseme a entender que estar un alma en
pecado mortal es cubrirse este espejo de gran niebla y quedar muy negro, y así
no se puede representar ni ver este Señor, aunque esté siempre presente
dándonos el sen>29.
Comparando estos tres lugares se evidencia que desde uri punto de vista
literario-espiritual el Sol, la fuente y la luz simbolizan la presencia de Cristo
resucitado que sustenta y da vida al hombre, cuya alma, a modo de un espejo
refleja a Cristo. La fijación de este dato es clave30 , porque todo el esfuerzo del
a
bautizado va a ir dirigido entrar en contacto con el Rey que se halla en el
centro del Castillo, el alma, en cuyo claro cristal o diamante se mira 3l . La meta
se halla en la transformación en Cristo o matrimonio espiritual, narrado en
séptimas moradas, cumbre del proceso, y consiste en un encuentro vital y
esponsal con el Resucitado visualizado en el centro del hombre 32 • Oigámosla a
27 «El agua viva recorre gran parte' de las obras teresianas. La imagen se hace
especialmente vibrante en el Camino de Perfección (30-32); en Vida los cuatro grados de
oración se expresan mediante el simbolismo del agua (11-21); en }vforadas, la oración es
como una fuente que mana (4M 2,4) Y crece hasta hacerse mar (6M 5,3), para terminar
anegando a la avecica del alma y saciando a la cierva herida (7M 3,13). El agua del Señor
llega hasta embriagar, como le acaeció a la Samaritana de quien Teresa escribe: «Iba esta
Santa mujer con aquella borrachez divina dando gritos por las calles ... » (MC 7,7) (Jesucristo
y su misterio, a.c., p. 137, nota 2); cL también 6M 11,5; la fuerza de este agua encuentra su
culmen en 7M 2,7.
281M 2,1.
29 V 40,5.
30 Los teresianistas no han puesto de relieve suficientemente esta experiencia en el
conjunto de la espiritualidad teresiana. Me he referido a ella en Cristología Teresiana, a.c., y
en Ser cristiano según Santa Teresa,. a.c.
31 Cf. 7M 2,10; V 40,5,
32 CL CC 25; 7M 2,1-7.
932 Secundino Castro
ella misma: «En todo lo que se ha dicho hasta aquí parece que va por medio de
los sentidos y potencias, y este aparecimiento de la Humanidad del Señor así
debía ser; mas lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy
díferente. Aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria sino
intelectual ~aunque más delicada que las dichas~, como se apareció a los
Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: "Pax vobis»33. Después de
explicar la sublime naturaleza (fe esta unión en la que no entra para nada la
corporeidad terrena, concluye: «Así me parece puede decir aquí el alma,
porque es adonde la mariposilla que hemos dicho, muere, y con grandísimo
gozo, porque su vida es ya Cristm)34. Los capítulos siguientes de esta última
morada tendrán por objeto describir cuanto surge de esta nueva vida en
Crist035 , y explicar la causa por la que Dios se derrama tan abundosamente
sobre algunas personas, que se resume en fortalecerles para que se sientan
capaces de imitar a Cristo en el mucho padecer36 •
Si a esto añadimos el que en sextas moradas reserva tres capítulos 37 para
Jesucristo como único camino de santidad y objeto preferente de experiencia
religiosa, se podrá concluir que el libro del Castillo Interior se halla trenzado
en él; Cristo es la piedra angular del edificio, la savia del árbol, la fuente que
riega el vergel, la luz del espejo y la imagen que se esculpe en él.
Pero retornemos a la marcha evolutiva del discurso teresiano. Aunque en
el abismo del hombre se esconde el misterio de Dios, aquél no capta esa
realidad que le invade y funda por haber vivido afectivamente lejos de él, y
ahora cuando quiere regresar «aún no llega casi nada de luz que sale del palacio
donde está el Rey»38. Teresa, audaz, les exhorta como redimidos que han sido
por la sangre de Crist0 39 a que, quitada la pez y negrura del cristal de su alma
que no deja transparentar la luz que alumbra en el centr0 40 , y fijos los ojos en
Cristo 41 , se encaminen y dirijan a la morada central. Allí les esperan la fuente
de vida y el S 0142 , de donde le viene al árbol del alma la frescura, el fruto y
resplandor4 3 • Tres textos bíblicos sirven de engarce al pensamiento de Teresa,
llenando los espacios de la primera morada del perfume de Cristo: el ciego de
337M 2,3.
34 7M 2,6.
35 CL 7M 3.
36 Cf. 7M 4,4-5.
37 7,8 Y 9.
38 1M 2,14; ef. 1M 2,1.3.
391M 2,4.
40 Cf. J M 2,4.
41 CL 1M 2, JI; R. LLAMAS, Santa Teresa y su experiencia de la Sagrada Escritura, en
Teresianum. Ephemerides Carmeliticae 33 Ü982), p. 479-480. Recalca el autor la existencia
de dos textos que pudieran hacer el oficio de inclusión en el libro de Moradas: 1M 2,11 Y7M
4,9.
42 Cf. 1M 2,1.3.
43 Cf. 1M 2,2-3.
La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 933
44 Cf. 1M 1,3.
45 Cf. 1M 1,6-8.
46 Cf. 1M 1,8.
47 Cf. 1M 1,3.
como ideal evangélico de este tipo de espirituales al joven rico. «Desde que
comencé a hablar en estas moradas -dice-, le traigo delante»56. Ahora ya
Teresa identifica la perfección cristiana con el seguimiento del Señor y la figura
de Jesucristo sigue siendo el norte de sus miradas. Escuchemos un texto
precioso: «Qué podemos hacer por un Dios tan generoso, que murió por
nosotros y nos crió y da ser, que no nos tengamos por venturosos en que se
vaya desquitando algo de lo que le debemos por lo que nos ha servido (... ) que
no hizo otra cosa todo lo que vivió en el mundo»57. Este deseo de respuesta a
Cristo provoca el anhelo de identificarse y estar con él; dice: «Nosotros (el
cuidado) de sólo caminar aprisa por ver a este Señon)58, para lo cual es
necesario estar dispuestos a morir con él: {{Muramos con Vos, como dijo Santo
Tomás -exclama Teresa-»59, y no queramos que se haga nuestra voluntad
sino la suya60 . Con estas disposiciones se asume el seguimiento del Señor a
fondo, el Evangelio toca la raíz de la persona, obligándola a confrontar sus
actitudes con las de Cristo: «Pruévenos el SeñoL .. Porque si le volvemos las
espaldas y nos vamos tristes como el Mancebo del Evangelio, cuando nos dice
lo que hemos de hacer para ser perfectos, ¿qué queréis que haga Su
Majestad?»61.
y llegamos al recogimiento adquerido al que Teresa alude como de pasada
en cuartas moradas62 ; aunque su lugar se encuentre mejor en las precedentes63 .
Casi no se detiene en su explicación, porque, como dice expresamente, se ha
referido a él en otra parte. Alude indudablemente a Vida y Camino. En esos
lugares el objeto preferente de este recogimiento es Cristo. Veamos algunos
textos: «Puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse
mucho de su sagrada Humanidad y traerle siempre consigm)64. «Este modo de
traer a Cristo con nosotros aprovecha en todos (los) estados y es un medio
segurísimo para ir aprovechando en el primero y llegar en breve al segundo
grado de oración y para los postreros andar seguros de los peligros»65. Y en
Camino declara: «Llámase recogimiento" porque recoge el alma todas las
potencias y se entra dentro de sí con su Dios ... Porque allí metida consigo
misma puede pensar toda la Pasión y representar allí al Hijo y ofrecerle al
Padre y no cansar el entendimiento, andándole buscando al monte Calvario y
al Huerto y a la columna»66. El cristiano al final de esta marcha ascética se
56 3M 1,5.
57 3M 1,8.
58 3M 2,8.
59 3M 1,2.
60 Cf. 3M 2,6.
61 3M 1,7.
62 Cf. 4M 1,6-7.
63 Cf. 3M 1,6.
64 V 12,2.
65 V 12,3.
66 CE 47,1; cf. 48,3.
La experiencia de Cristo, centro estructurador de "Las Moradas» 935
67 4M 3,2.
68 Cf. CE 53,2; MC 4,3.
69 4M 2,4.
70 Cf. 4M 2,5.
71 Cf. 7M 2,3.
72 Cf. 6M 5,3.
73 Cf. 4M 3,2.
74 4M 2,6.
936 Secundino Castro
moradas se llegan más adonde está el Rey, es grande su hermosura y hay cosas
tan delicadas que ver y que entender. .. »'75.
Es fácil ir comprobando que en cada morada Teresa remite al lector, al
centro o a lo muy interior del hombre como origen de toda la fenomenología
de la misma, donde se halla el Castillo encantado, el Paraíso, la fuente, el árbol
de vida, el cristal y la imagen efe Cristo o, mejor, Cristo mismo, maravillosa-
mente reflejado en él. Cuando el alma tiene la suerte de tocar este fondo, se
siente ebria. «Es un glorioso desatino -exclama Santa Teresa-, una celestial
locura, adonde se desprende la verdadera sabiduría, y es deleitosísima manera
de gozar el alma»76. Pero la actitud del cristiano ha de seguir siendo la misma y
sus ansias también: «Sólo servir a su Cristo crucificado, que no sólo no le piden
gustos ni los desean, mas le suplican no se los dé en esta vida»77.
En quintas moradas se aborda el tema de la oración de unión que puede
presentar una doble modalidad: unión regalada 78 o sintonía con la voluntad de
Dios sin ningún tipo de experiencia concomitante 79 . La unión fundamental se
reduce a la obediencia al Evangelio, para lo cual -explica Teresa- «no ha
menester el Señor hacernos grandes regalos ... , basta lo que nos ha dado en
darnos a su Hijo que nos enseñase el camino»80. Es la primera orientación
cristo lógica de este grado oracional. Pero también nos brinda nuestra autora
un texto donde se preanuncia la meta de la transformación consumada.
Sirviéndose de la tradicional imagen del gusano de seda que se convierte en
mariposa, dice del espiritual que va recorriendo este camino: «Comienza a
labrar la seda y edificar la casa adonde ha de morir. Esta casa querría dar a
entender aquí, que es Cristo»81. Después utiliza otra imagen: la de la bodega, en
clara alusión al Cantar de los Cantares. Aquí la bodega se identifica con el
centro del Castillo o del alma. Dice: «Su Majestad nos ha de meter y entrar El
en el centro de nuestra alma ... Como entró a sus discípulos cuando dijo «Pax
vobis», y salió del sepulcro sin levantar la piedra}}82. Evi<lente alusión al día de
pascua y al misterio que se revelará en séptimas moradas, cuando se celebre y
realice el matrimonio espiritua183 . Ebria el alma de Dios 84, para calmar sus
ansias éste la regala con lo mejor que posee «que es lo que tuvo su Hijo en esta
754M 1,2.
V 16,l.
76
85 5M 2,13.
86 Cf. 5M 2,14.
87 MC 4,4.
88 5M 4,3.
89 5M 4,4.
90 5M 1,9.
91 6M l,!.
938 Secundino Castro
92 Cf. S. CASTRO, Cristología Teresiana, a.c., p. 293-308; S. CASTRO, Ser cristiano según
Santa Teresa, a.c., p. 104-108; 139-142; S. CASTRO, Aproximación al pensamiento religioso
de Teresa, o.c., p. 71-76; S. CASTRO, Cristología teresiana y nueva espiritualidad, en Surge 40
(1982), p. 276-293.
93 Cf. 6M 7,5.
94 Cf. 6M 7,6.
95 Cf. 6M 7,6. 15.
96 CaDítulos 8 v 9.
aun más que un año alguna vez)>>108. La duración de las imaginarias como
acaba de decirnos, es menor, pero se imprimen en la persona con mayor fuerza
y viveza. Hablando de ellas, escribe: «Muéstrale claramente su sacratísima
Humanidad de la manera que quiere, o como andaba en el mundo o después de
resucitado; y aunque es con tanta presteza, que la podríamos comparar a la de
un relámpago, queda tan esculpido en la imaginación esta imagen gloriosÍsima,
que tengo por imposible quifarse de ella hasta que la vea adonde para sin fin la
pueda gozaf»109.
y prosigue la descripción de estas comunicaciones de Jesucristo antes de
narramos el ascenso a la Divinidad: «De muchas maneras se comunica el
Señor al alma con estas apariciones; algunas cuando está afligida, otras cuando
le ha de venir algún trabajo grande, otras para regalarse Su Majestad con ella y
regalarla»llO. Verdaderamente el alma se siente herida por Cristo, así, advierte
Teresa: «Acaece muchas veces por un pensamiento muy ligero o por una
palabra que oye de que se tarda el morir venir de otra parte ... un golpe, o como
si viniese una saeta de fuego; no digo que es saeta ... ; tampoco es golpe, aunque
digo golpe; mas agudamente hiere»lll. Estos fenómenos pueden poner en
peligro la vida de quien los padece, como le sucedió a ella misma ll2 . En cierta
ocasión, después de haber pasado algunos días en gran sequedad espiritual, al
escuchar un canto a Cristo de una de sus religiosas: «Fue tanta la operación
que me hizo -nos dice- que se me comenzaron a entumecer las manos y no
bastó resistencia, sino, que, como salgo de mí por los arrobamientos de
contento, de la misma manera se suspende el alma ... Quedó tan quebrantado el
cuerpo, que aun esto escribo con harta pena, que quedan como descoyuntadas
las manos y con dolof»ll3. Esta pena y esta sed de Dios ya no se le quitará, «ni
quiere que se le quite -observa- sino es con la que dijo nuestro Señor a la
Samaritana»114. Las alusiones alas Zebedeos y a la Magdalena concentran
nuestra mirada aún más, si cabe, en Jesucristo 11 5, que es quien desde la morada
principal -el fondo del alma- hace notar su presencia con hablas, impulsos,
arrobamientos y raptos. Tiene razón Teresa: «De estas mercedes tan grandes
queda el alma tan deseosa de gozar del todo al que se las hace, que vive con
harto tormento, aunque sabroso ... »"6.
Y, finalmente, alcanzamos la meta: séptimas moradas, cuyo epicentro se
halla en el así llamado matrimonio espiritual, al que preceden algunas gracias
108 6M 8,3.
109 6M 9,3.
110 6M 10,1.
111 6M 11,2.
112 _Cf. MC 7,2; CC 13,1. 3; 6M 11,8.
113 CC 13,1. 3.
114 6M 11,5.
115 Cf. 6M 11,12.
116 6M 6,1.
La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 941
126 7M 2,8.
127 CL 7M 2,9.
12S 7M 2,10. Hace inclusión con las moradas primeras.
129 7M 2,12. También forma inclusión con las moradas primeras.
130 Cf. 7M 3,1.
131 7M 3,4.
132 7M 3,6.
133 7M 3,15.
134 7M 4,4.
135 Cf. 7M 4,5.
136 7M 4,9.
La experiencia de Cristo, centro estructurador de «Las Moradas» 943
que vamos ascendiendo a las más altas cumbres místicas. En respuesta al amor
desbordante del Señor, el espiritual debe unirse cada vez más a él, en quien
encontrará la fortaleza que le garantice la identificación con los ideales del
Evangelio 137. Sólo hay un camino de salvación: el de CristO. «No queramos ir
por camino no andado -enseña Teresa-... ; y sería bien nuevo pensar tener
estas mercedes de Dios por otro que el que El fue y han ido todos sus
santos»138. Y concluye poniendo el ejemplo de Marta y María que consagraron
su vida al servicio de Cristo 139 . Servir y contemplar a Jesucristo es la meta de
quien ha alcanzado las séptimas moradas.
Después de este análisis aparece claro que la lectura más correcta de
Moradas a partir del contenido ideológico y de los símbolos que lo sostienen es
la efectuada desde la experiencia de Cristo 140. Ello no significa que no existan
otros aspectos o realidades de gran importancia, como sería, entre otras, el de
la experiencia trinitarial41 . Sin embargo, es obligado sostener que hasta las
séptimas se ajusta en gran medida a las vivencias de la autobiografía, que son,
como se sabe, netamente crísticas; que las referencias a Dios se hacen en
singular; y que la mayoría de las veces el interlocutor divino es Cristo 142.
En las últimas moradas se alcanza la experiencia trinitaria 143 , pero queda
fuera de duda que el centro de éstas se halla en la narración del matrimonio
espirituaP44, que se realiza con Cristo resucitado 14 5, hacia el que se encamina la
marcha del discurso teresiano 146. Como ya hemos señalado, previo al
matrimonio 147 , tiene lugar el ascenso a la Trinidad, que se acrecentará después
de la transformación nupciaP48.
Moradas constituye la descripción de una grandiosa experiencia de
Cristo 149. Teresa ha orientado toda la fuerza de su discurso a describirla. No
pocas figuras y símbolos los ha tomado de autores precedentes, pero les ha
sabido infundir un talante y garbo muy personales; ha logrado hacerlos suyos.
148 Poco tiempo antes de su muerte escribió Santa Teresa: «Lo de las vIsIOnes
imaginarias ha cesado; mas parece que siempre se anda esta visión intelectual de estas tres
Personas y de la Humanidad, que es -a mi parecer- cosa muy más subida» (CC 66.3~.
149 Por eso Teresa pudo escribir: «No trata de cosa, sino de lo que es Eh) (Cta. 209.101.