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LA TIRANIA DE LA MENTE
En las doctrinas orientales, el compor-
tamiento de la mente es comparado al de
un mono, que, nervioso e inquieto a más
no poder, salta sin cesar de rama en rama
y no puede parar de moverse. Lo quera-
mos o no, estamos siempre rumiando
mentalmente alguna cosa: pensando en lo
que pasó o lo que va a pasar; reflexionan-
do sobre lo que acabamos de hacer o so-
bre lo que haremos dentro de unos
instantes; recreándonos en una experien-
cia grata y sugestiva o lamentando lo de-
sagradable de la situación que tenemos
que afrontar; forjando sueños y fantasías
o mascando algún resentimiento, alguna
envidia. alguna venganza; echando de me-
nos un ser querido o dándole vueltas a al-
gún problema; pasando revista a los
defectos de los demás o gozándonos en
Lar cuatro rostros de Brahrna, dos mascu- nuestros éxitos y nuestras virtudes.
linos y dos femeninos que señalan h Amaud Desjardins -excelente cono-
diversidad y dirección de lo creado cedor de la sabiduría oriental y en especial
del Vedanta y el Yoga- afirma que "la
mente es siempre patológica ", no sólo
realidad espiritual del hombre que mora cuando se trata de individuos psicópatas,
en el centro de su ser, oscurecida Dor los esquizofrénicos o neuróticos. Su acción
percepciones, pensamientos y sedmien- falsificadora, su pretensión hegemónica y
tos oue ~ u e b i a nla conciencia ordinaria. su poder forjador de ilusión nos sumen en
~i ~ e ' nsubraya la diferencia existente un verdadero delirio, en una demencia
entre la "pequeña mente", que es la que de
normalmente regula nuestras vidas y con
la que nos identificamos por completo, y &a mente nos
la "Gran Mente", "Mente Unica': "Mente-
Una" o "Mente-Todo", idéntica a la mantiene esclavos
Naturaleza -Buddha o Naturaleza- de sus
misma, la Naturaleza íntima y auténtica procesos, haciendo
de cada uno de nosotros, cubierta por el
irn osible que
ce vivir en nuestro mundo, en lugar de vi-
velo de la pasión y la ignorancia. No muy
diferente es el cuadro que nos ofrece el
Taoísmo, que tantos paralelismos guarda
con el Zen y cuya doctrina enseña que es
g
descu ramos nuestra
verdadera recrlidad
vir en el mundo. La Buddhi, en cambio, la mente individual, racional y conceptua-
nos une al universo, nos integra en la to- lizadora, el corazón (hsin) de lo mezqui-
talidad cósmica. Como indica Sri Knshna namente humano, lo que nos impide más o menos grave a la que urge poner re-
Prem, frente al manas, que se mueve en acceder a nuestro verdadero Corazón medio. Desjardins apunta que las palabras
el campo de la individualidad separada y (Hsin), que fluye al unísono con el Tao. "mentir" y "mentira" (en francés menson-
separativa, la Buddhi se alza como "lafa- La senseñanzas del Budismo tibetano o ge ), provienen etimológicamente de
cultad espiritual impersonal que hace co- Vajrayana nos ayudan a comprender aún "mente" (latino mens).
nocer la Unidad cósmica". "Buddhi mejor esta importante distinción. La doc-
-escribe Wilhelm Hauer- comunica al trina tántrica muestra la diferencia exis- La mente nos distrae y disipa nuestra
hombre las voliciones y metas de la pro- tente entre la mente discursiva y energía interior; nos aparta del presente y
funda Realidad creadora del mundo. conceptualizadora, por un lado, y la nos aleja de la realidad; encerrándonos en
Gracias a ella conseguimos aquella visión Mente iluminada, por otro: la primera, se- un mundo de subjetivismo tan pobre como
interior, clara y penetrante, por medio de de del pensamiento; la segunda, recipien- inconsistente; nos atormenta y nos sume
la cual despertamos a las realidades y leyes te de la Sabiduría. Pero el Vajrayana en una insaciable inquietud; nos mantiene
secretas que operan en el ser humano y en subraya al mismo tiempo que ambas tie- perpetuamente alterados (entregados a
el universo". nen la misma esencia, son la misma cosa, "lo otro'', alter ); nos enajena, nos aliena,
Un esquema muy similar hallamos en sólo que la ignorancia nos impide verlo nos hace salir de nosotros mismos y vivir
k1 Budismo. Por un lado está la mente así. "Cuando se conoce la esencia del pen- pendientes de algo ajeno; creando proble-
(con minúscula), que engloba la facultad samiento, éste es Sabiduría, y cuando no se mas ficticios e innecesarios. La mente nos
cognoscitiva normal del hombre -percep- la conoce es pensamiento, concepto -ense- mantiene esclavos de sus procesos, ha-
ción, pensamiento y sentimiento-, y por ña el lama Choegyal Rinpoche-. Un ciendo imposible que descubramos nues-
otro, la Mente (con mayúscula), que es la buddha sólo tiene Sabiduría, no concep- tra verdadera realidad.
"La mente -dice Swami Prajnanpad-
es aquello que te aleja de tí mismo. Es
aquello que te distancia también de la rea-
lidad, del objeto. Vives en la falsedad cuan-
do te entregas a la mente y por ello surge
el dolor. La mente jamás te lleva a un ob-
jeto, te aparta de él. Por eso, tienes que ani-
quilar la mente si quieres ser y estar con la
Realidad ". Sri Nisargadatta Maharaj se-
ñalaba como camino para conseguir la
madurez "conservar la mente limpia y pu-
ra, haciendo que esté plenamente presente
a todo lo que llega, examinando y apa-
gando nuestros temores y deseos en cuan-
to aparezcan".
Un texto zen nos describe magistral-
mente esta realidad: "Cuando se desplaza
un pensamiento, le sigue otro, y luego otro:
asise despierta una interminable caravana
de pensamientos. A través de la ilumina-
ción, todo esto se vuelca en la Verdad;pe-
ro La falsedad se afirma cuando reina la
confusión". "Las cosas no nos oprimen
debido a un mundo objetivo, sino a una
mente que se engaña a si misma".
MENTE Y EGO
La sabiduría oriental dice que el ego-
ísmo va siempre ligado a una intensa ac-
tividad del manas, y, a la inversa, que el
desordenado funcionamiento del manas
se traduce inevitablemente en egocentris-
mo y egolatría.
Hinduísmo, Budismo y Taoísmo coin-
ciden en subrayar que la mente es inse-
parable dcl ego. Manas y aham, "mente"
y "yo" -nos dicen los gurúes o maestros
espirituales de la India- son dos expresio-
nes que designan una misma realidad, dos
conceptos intercambiables. Es el funcio-
namiento de la mente lo que hace surgir
el sentimiento egótico, la obsesión por el
"yo y lo mío"; y, de la misma forma, una
vez que el ego hace acto de presencia no
pucde cxpresarse sino a través del flujo
mental.
"A través de la mente, toda la existen-
cia es percibida de forma egótica, egocén-
trica", afirma Desjardins. Y Swami
Prajnanpad, contraponiendo el ver y el
pensar, este último función del manas ,
precisa: "la mente nace a la existencia
cuando proyectas tu pequeño yo sobre
otros objetos: en lugar de verlos, pensarás
acerca de ellos, tiñéndolos del color que
sobre los mismos proyecte tu subjetivi-
..
- ... "
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