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El objetivo de este módulo es analizar las ideas más comunes que se tiene sobre cómo
aprenden las personas adultas, desmitificando algunos estereotipos y conociendo las
principales teorías del aprendizaje, sobre todo aquellas que sostienen que se puede aprender
a lo largo de toda la vida.
Definiciones
El uso social la palabra adultez significa realidades distintas que dependen no sólo de la
sociedad en la que nos movemos sino también del ámbito científico o sector social en el
que lo hacemos.
Definir lo que es la adultez no es tarea fácil. Normalmente en las definiciones de las distintas
etapas de la vida (infancia, adolescencia, juventud) la psicología y la biología intervienen de
una forma determinante. La adultez, sin embargo, responde a características que no siempre
están determinadas por la evolución psicobiológica sino que tiene muchas implicaciones
sociales y éticas. De ahí que el concepto de adultez no sea fácilmente homologable entre
las distintas realidades sociales.
La dificultad de definir la adultez de una manera homologable para todos se hace visible en
las definiciones que de ella dan distintos organismos internacionales. Por ejemplo, cuando la
Conferencia de Nairobi de la UNESCO, en 1976, habla de adultos, se refiere expresamente a
las “personas consideradas como adultos por la sociedad a la que pertenecen”. Como se
puede observar, esta forma de definir a los adultos implica la dificultad manifiesta por
encontrar una misma definición homologada y universalizable a todo el mundo.
En esta misma línea se han ido sucediendo otras muchas definiciones. Mercé Romans y
Gullem Viladot, por poner sólo algún ejemplo, dicen que “una persona se podría considerar
adulta cuando ha pasado por una serie de crecimientos indispensables para ser aceptada
socialmente como tal, dentro del colectivo en el que vive” (Romans y Viladot: 1998).
Definiciones
Desde la etimología
En muchos casos acudir a la etimología de las palabras suele ser un recurso esclarecedor de
conceptos. Pero en este caso tampoco la etimología nos resuelve mucho el problema.
La palabra adulto viene del verbo latino adolescere que significa crecer. Adulto es el
participio pasado de este verbo y al pié de la letra significaría el que ya ha crecido o ya ha
terminado de crecer. Éste es el sentido que ha quedado en el lenguaje popular cuando se
dice que el adulto es el que “ya lo tiene o lo debería tener todo hecho”. En contraposición
adolecente, que proviene del participio presente del mismo verbo, significaría el que está
creciendo, el que todavía no ha llegado al final, aquel al que le queda todavía mucho por
hacer y por ser.
Si en épocas anteriores la etapa adulta de las personas estaba protegida por la cultura de la
estabilidad y por los cambios imperceptibles que ocurrían en esta larga etapa de la vida, en
las sociedades modernas no sólo los adolescentes sino también los adultos se ven empujados
a moverse y a sufrir o promover cambios permanentes. Cambios que, por otra parte, son
cada vez más numerosos, más rápidos y por lo tanto más perceptibles.
La seguridad, que era otra de las características del comportamiento adulto en las
sociedades tradicionales, ha sufrido una gran metamorfosis. En una sociedad de cultura
adolescente, el comportamiento inseguro abarca a todas las edades. La imagen de conducta
insegura asociada a los adolescentes como conducta no madura o como conducta peligrosa
ha recobrado una imagen mucho más positiva. Hoy se hacen elogios a la inseguridad
(García Roca: 2006) en el sentido de que la inseguridad es uno de los caminos para
evitar el peligro, la que nos avisa de la presencia del absurdo y la que nos despierta de la
somnolencia de la vida. Alguien ha dicho que mientras estamos seguros no existimos y que
el dolor y la debilidad es la condición de toda verdad. Nadie se duerme en el carro que le
lleva al patíbulo, decía el poeta John Donne que sólo somos capaces de apreciar y de
proteger la vida cuando la tenemos amenazada. En este sentido la inseguridad,
tradicionalmente propia del adolescente, es una energía cada vez más necesaria para los
adultos.
Por todo esto deberíamos hablar, paradójicamente, del adulto adolescente, para expresar en
el sentido más etimológico de la palabra que ninguna persona adulta (crecida) ha terminado
definitivamente de crecer sino que sigue en un constante proceso abierto de maduración y
aprendizaje que es lo que etimológicamente significa ser adolescente (creciendo, en
crecimiento).
Definiciones
Desde la jurisprudencia
Para los juristas, la definición de lo que es una persona adulta viene determinada por la
legislación que establece la mayoría de edad. La mayoría de edad implica que un sujeto
determinado puede y debe vivir y actuar en la sociedad según su propia responsabilidad y no
bajo la tutela de padres o tutores. Desde el punto de vista jurídico se comienza a ser adulto
a partir de una edad concreta y fijada de mutuo acuerdo por los legisladores en el
cumplimiento de una cantidad de años muy determinada.
En el caso de España, por ejemplo, se es adulto desde el momento en que se han cumplido
dieciocho años, no antes. Los juristas disponen de una herramienta para determinar el
momento puntual de la evolución humana a partir del cual, y no antes, una persona es
considerada adulta a todos los efectos de derechos y deberes. Pero esta frontera tan
delimitada entre juventud y adultez no se puede establecer de la misma manera en otros
ámbitos profesionales como puede ser el de la sociología, la psicología o la pedagogía. Los
factores de la adultez son tan complejos que no pueden reducirse sólo al factor edad.
Definiciones
Desde la sociología
Los sociólogos ligan la definición de la adultez a determinadas funciones sociales que
pueden ser desempeñadas físicamente por una persona como, por ejemplo, trabajar,
ganarse la vida, formar una familia, independizarse de los padres, etc. En la mayoría de las
sociedades este tipo de funciones están ajustadas al requisito de ser jurídicamente adultos,
pero en otras no es así; muchos niños y adolescentes se saben ganar la vida
independientemente de sus padres; en muchas ocasiones, incluso, son estos niños o
adolescentes los que mantienen a la familia.
Desde el punto de vista sociológico se considera como rasgo de madurez de una persona el
estar integrado dentro de una comunidad. Lowe (1978) indica que la madurez es la
etapa en la que las personas toman a su cargo las responsabilidades sociales e influyen en la
conformación de la sociedad dirigiéndola.
Esto indica que probablemente ser adulto no se identifica simplemente con definiciones
ajustadas a la edad cronológica sino a otra serie de factores más complejos. Ponemos
algunos ejemplos:
Definiciones
Desde la pedagogía
Como estamos constatando el uso social la palabra adultez se viene aplicando de una forma
bastante diferenciada, dependiendo no sólo de la sociedad en la que nos movemos sino
también del ámbito científico en el que lo hacemos.
Al pedagogo le es difícil dar una definición homologable de lo que es ser adulto a todas las
personas que se encuentran en un delimitado y ajustado periodo cronológico de su vida. Para
el pedagogo la adultez comienza cuando, por unas razones u otras, se sale del sistema de
enseñanza para comenzar a hacer otra actividad social. Esta salida puede tener lugar antes
de ser jurídicamente mayor de edad o varios años después de haber traspasado el límite
jurídico de la mayoría de edad. En este sentido nos podemos encontrar con situaciones
paradójicas en lo referido al concepto de adultez. Dos ejemplos:
A una persona universitaria de veinticuatro años, mayor de edad según la
ley, se le considera, desde el punto de vista pedagógico como un joven
siempre y cuando no haya salido nunca del sistema de enseñanza. Los
estudiantes universitarios, aunque sean jurídicamente mayores de edad,
dentro del imaginario colectivo, son sin embargo personas jóvenes. Un
estudiante universitario es pedagógicamente adulto si, después de haber
salido del sistema de enseñanza, ha vuelto a entrar. Es el caso de muchos
estudiantes de las universidades de enseñanza a distancia.
Otra persona de diecisiete años, que sin embargo no es mayor de edad por
ley, se le puede admitir, y de hecho así se hace, en los centros de educación
de personas adultas. Es decir, se está considerando adulta a efectos
educativos a una persona que jurídicamente no lo es.
Ser adulto ,para un pedagogo que tiene que trabajar con procesos y desarrollos de vida no
se está definiendo de hecho solamente por el elemento edad, ni por el factor biológico,
conlleva, además, implicaciones culturales, económicas, y también históricas que hay
que tener en cuenta.
Definiciones
Desde la psicología
La psicología emplea el término adulto como sinónimo de persona madura, con plenitud de
juicio, dominio de sí mismo y estable. Sin embargo, los psicólogos no han hecho estudios
excesivos sobre la adultez como etapa específica del ciclo vital humano y sobre el concepto
de estabilidad. El concepto de estabilidad habría de cambiarse por el de equilibrio porque
también en la adultez nos encontramos con altos y bajos, avances y retrocesos, procesos de
evolución y cambios tan decisivos y profundos como los de las épocas anteriores.
Los cambios siguen ocurriendo en la etapa más larga de la vida humana aunque no sean tan
perceptibles ni tan rítmicos como los que ocurren en la infancia y la adolescencia, ni tampoco
sean debidos sólo a la simple y determinada maduración psicobiológica del individuo, porque
también entran en juego otros factores tales como la historia personal, experiencias sociales,
sucesos eventuales...
Como dicen Neugarten y Datan (1973: 54) la relación entre edad y adultez presenta
rasgos característicos muy diferentes en distintas épocas históricas de una misma sociedad
y en distintas sociedades de la misma época. Tener cuarenta años no fue lo mismo, por
ejemplo, para las generaciones adultas que vivieron en la Edad Media que para las que viven
en la actualidad, como tampoco es lo mismo tener, en la actualidad, treinta años en Europa
que tenerlos en África.
Estos mismos autores consideran que habría que integrar tres tipos de tiempo en los
estudios del desarrollo humano: el tiempo cronológico, el tiempo social (sistema de
expectativas asociadas a cada edad) y el tiempo histórico o sea la sucesión de hechos
sociales, económicos, políticos y culturales en los que se encuadra la vida de las personas. Es
verdad que manejar todas estas variables complica al psicólogo la tarea de definir e
identificar a las personas adultas y que, por fuerza de la inercia, estamos muy
condicionados por los estudios del desarrollo humano a simplificar la adultez en torno a la
única variable de la edad, pero sería preferible hablar de “madureces específicas” como dice
Leon, en lugar de adultez en general. Sería una forma metodológica de abordar un tema
que, por otra parte, se nos presenta irremediablemente complejo y con múltiples
interferencias.
Estas son las etapas adultas propiamente dichas. Aparecen por primera vez cuando una
persona está dispuesta a dedicar las fuerzas, que han madurado anteriormente, al
"mantenimiento o conservación del mundo" en el espacio y el tiempo históricos. En este
momento deben combinarse en las cualidades del amor, y el cuidado o afecto. El amor
madura mediante la crisis de la intimidad versus aislamiento; dicho sentimiento establece
una reciprocidad con nuevos individuos en afiliaciones más amplias, trascendiendo de este
modo la exclusividad de las dependencias anteriores. A su vez, el cuidado o el afecto es la
preocupación concreta por aquello que se ha generado o a lo que se ha dado vida por amor,
necesidad o accidente, contrarrestando de este modo el Rechazo, que se resiste a
comprometerse con este tipo de obligaciones. (Erikson, 1991: 53).
La adultez, por otra parte, no es un estado quieto sino una etapa vital en movimiento y
por lo tanto diferenciada entre unos momentos y otros.
Malcolm Knowles (1990:1s49) entre otros, ha descrito algunos hitos de la evolución adulta
que recogemos a título de ejemplo.
Vocación y carrera
Ayudar a su cónyuge Encontrar nuevos centros
intensamente de interés
Seguir un aprendizaje Adaptarse al envejecimiento No caer en la rutina
más desarrollado de sus padres Encontrar
Supervisar a otros Aprender a cocinar para dos compensaciones a los
Cambiar de carrera Prever el retiro cambios
Hacer frente al paro Aceptar el cambio
Prever el retiro Aprender a sobrellevar las
Para las madres de crisis
familia comenzar un Tener una percepción
segunda carrera realista del tiempo
18-30
años
Concentración en la propia vida
70 años
en Aumenta la desconexión
adelante: Con la jubilación y la disminución de las relaciones sociales, todas las
preocupaciones de esta edad están prácticamente polarizadas en: la
pensión, la salud y la dependencia de los demás.
Fundamentos psicológicos
El cerebro humano, según los investigadores, alcanza su peso máximo entre los veinte y los
treinta años y después comienza a declinar con la edad y la pérdida progresiva de neuronas.
Desde el punto de vista fisiológico, todo lo que puede ser medido comienza a descender de
modo significativo, alrededor de los 40 años.
Evidentemente las funciones que requieren determinadas destrezas físicas, a partir de esta
edad, se van realizando cada vez con menor precisión y eficacia (los sentidos tienden a
debilitarse) y de ahí se ha llegado a la conclusión de que la capacidad de aprendizaje tiene
también un descenso con la edad. “No estamos ya en edad de aprender” o “yo ya no tengo
la cabeza para esto” es lo que suelen decir las personas adultas que experimentan este
deterioro físico. Muchos psicólogos, sin embargo, coinciden en que la edad, en sí misma, no
influye significativamente sobre la capacidad de aprendizaje en los adultos.
La merma de las capacidades psicológicas no solamente no disminuye con la edad sino que
puede aumentar. La inteligencia fluida (relacionada con las estructuras del sistema
nervioso) disminuye con la edad pero la inteligencia cristalizada (conocimiento de las
habilidades relacionadas con la propia cultura, la inteligencia colectiva) aumenta con la edad.
Fundamentos psicológicos
Existe toda una teoría aplicada a las personas adultas que pretende legitimar la etapa de la
niñez y juventud como la más adecuada para aprender y la edad adulta como una etapa
inadecuada para el aprendizaje. Para estos teóricos de la inteligencia adulta el nivel de
inteligencia de las personas va deteriorándose con el paso de la edad e imposibilitando
progresivamente el aprender.
¿Es verdad esta teoría y está suficientemente probada? Es una pregunta a la que hay que
responder adecuadamente. A nuestro juicio habría que partir del supuesto de que el
concepto de inteligencia no es unitario, de que existen diferentes inteligencias, y además
de que existen determinadas funciones intelectuales que precisamente con la edad y la
experiencia en lugar de deteriorarse se enriquecen. Si las funciones relacionadas con la
motricidad pueden deteriorarse, otras funciones como la comprensión o el vocabulario,
relacionadas con la experiencia, no sólo no se deterioran sino que se perfeccionan con el
paso de la edad. Veamos rápidamente cómo se está planteando este problema.
Relacionar la inteligencia con la edad tiene ya una gran tradición en la psicología del
aprendizaje. Muchos autores, entre los que habría que citar a Yerques(1921), Jones y
Conrad (1933), Miles (1932), David Wechsler(1944), Weisenberg (1936) Gilbert
(1941), etc., han ido generando lo que denominamos modelo deficitario en el desarrollo
del ser humano y que implica la defensa de que a lo largo de la vida adulta se produce un
declive intelectual.
Hor y Donaldson (1976) concluyen que las puntuaciones más altas de inteligencia se
alcanzan a los 20 y 30 años para experimentar un descenso a partir de los 30 y 40. Es una
tesis que fortalece los estudios anteriores de Yerkes que, en su investigación con soldados
americanos en 1921, asoció a la edad de 30 años un deterioro considerable, y la
investigación de Miles, de 1930, que encontró en la población sin trabajo de 40 años un
deterioro también progresivo. Estas tesis han causado un impacto negativo sobre la imagen
del aprendizaje adulto que, además, en los años sesenta se ve reforzado por la
supervaloración sociológica que se hace de la juventud como modelo y plenitud de vida.
Fundamentos psicológicos
Un ejemplo son las investigaciones de Oden y Bayley (1955) y las realizadas por Owen
(1953 y 1963) quien en 1950 pasó el test de inteligencia general denominado Army Alpha a
los antiguos estudiantes del Iowa State College que en ese año cumplían cincuenta años. Era
el mismo test que habían pasado a la entrada del College, a la edad de 18 años. Se lo volvió
a pasar once años después, es decir, cuando tenían sesenta y uno. Los resultados de una
investigación sobre las mismas personas a los 18, a los 50 y a los 61 años fueron los
siguientes: A los cincuenta años los resultados eran ligeramente superiores a los observados
a los 18 años; a los 61 años las personas mantenían ligeramente el mismo nivel, excepto en
los test matemáticos.
En los años setenta la teoría del declive comienza a ser contestada seriamente por Baltes y
Schaie indicando, sobre todo, que está fundamentada sobre muestras de población
transversal que, por su naturaleza, no sirven para aislar de la edad otros factores de tipo
social o cultural.
Por otra parte, los criterios prioritariamente escolares con los que se mide la inteligencia
estimulan menos a los adultos que las situaciones de la vida cotidiana. Merce Romans
habla de que los tests con los que se pretendía medir la inteligencia de los adultos eran de
corte instructivo, lo que suponía que los adultos habían sido escolarizados. Se les daba un
carácter de permanencia, o sea, que los factores medidos se consideraban invariables a lo
largo de toda la vida. Se basaban en motivaciones de la juventud, no necesariamente de la
vida adulta. Muchos de ellos medían el rendimiento en unidades de tiempo y de velocidad,
un factor que va en detrimento del adulto .
Los estudios longitudinales, (aunque también ellos tengan sus lagunas y sean criticados
porque no tienen en cuenta la mortalidad de los “peores”) fueron los que empezaron a
cuestionar las investigaciones transversales anteriores. Miles llegó a concluir que la edad no
ejerce poder de veto sobre el aprendizaje en ningún periodo del curso natural de la vida.
Pero ya antes, durante los años sesenta, Catell había logrado diferenciar dos tipos de
evoluciones en la inteligencia adulta: una, la que él consideraba dependiente de la base
fisiológica, la inteligencia fluida, que efectivamente se deterioraba con el avance de la edad,
o mejor, con el deterioro de salud que acompaña al paso del tiempo, pero existía otra
inteligencia que denominó inteligencia cristalizada que estaba más ligada a la cultura y a la
experiencia y que, por el hecho de no estar tan ligada a lo neurológico y estar positivamente
enriquecida por la experiencia acumulada, no sólo no se deterioraba sino que seguía
desarrollándose hasta edades muy avanzadas.
Características
La teoría constructivista ha tenido una gran incidencia en la educación de adultos. El hecho
de que Piaget, su gran protagonista, conceda a los sujetos de aprendizaje (para él niños y
adolescentes) el papel de constructores activos de su propio desarrollo, atrajo
fuertemente a muchos educadores de adultos.
Para este autor es el niño el que construye a partir del material biológico y de las
circunstancias ambientales su aprendizaje. Pero Piaget considera que a los quince años
termina el proceso evolutivo, cuando las operaciones lógicas no se limitan a objetos sino que
se extienden a operaciones verbales y a condiciones hipotéticas. Es una etapa ya adulta en la
que se piensa sobre lo posible y en términos abstractos, a partir de la cual el curso de la vida
adulta no registra ninguna modificación sustancial. Siendo éste el último estadio de
pensamiento estudiado por Piaget se podría deducir que no hay estadios posteriores
propios o específicos de los adultos. Las características propias de esta última etapa de
desarrollo son las siguientes:
a) operaciones combinatorias
b) proposiciones
c) coordinación de los sistemas de referencia y relatividad de movimientos, noción de
equilibrio mecánico.
Para Piaget todo parece estar dominado por un pensamiento de tipo estrictamente lógico y
racional. El adolescente, en su última etapa es ya capaz de hacer operaciones formales que
se caracterizan por un pensamiento abstracto, una subordinación de lo real a lo posible, una
priorización del pensamiento hipotético deductivo y una forma de pensar mediante relaciones
estrictamente lógicas.
Por otra parte, son también muchos los adultos que no desarrollan funciones estrictamente
formales y abstractas sino que ejercen funciones más pragmáticas y cercanas a la realidad.
Su manera de aprender no se centra sólo en obtener la respuesta a preguntas fijas, lógicas y
seguras sino en responder a preguntas que no delimitan claramente la frontera entre la
pregunta y la respuesta, ni entre el problema y su contexto. Los adultos incluyen en sus
planteamientos, además de los aspectos lógicos y racionales, los aspectos afectivos y
morales, (cuestión que las investigaciones del piagetiano Kolberg pretenden introducir) y
dudan de la verdad absoluta que parece obtenerse con el procedimiento lógico. El
relativismo, y sobre todo la contradicción son asumibles por los adultos, cuestiones que
desde un punto de vista lógico son inconcebibles.
Características
Operaciones formales
Los estudios sobre la evolución de la inteligencia han descubierto que el pensamiento formal
(pensamiento abstracto) surge en la adolescencia y permite la resolución de los problemas
más diversos sin necesidad de acudir a la experiencia concreta y manipulable para elaborar
el conocimiento. El sujeto que accede al razonamiento formal puede llegar a conclusiones a
partir de hipótesis, sin que sea necesaria la observación concreta ni la manipulación real. Las
personas adultas puedan pensar formalmente. No todas lo hacen. La utilización del
pensamiento concreto por parte de muchas de ellas no implica de ninguna manera un
retroceso hacia el pensamiento infantil.
La experiencia nos dice que las personas adultas prefieren un modelo de pensamiento
abierto que cerrado. Los problemas lógicos responden a un tipo de procedimientos
silogísticos cerrados: Si A equivale a B y B a C entonces ... Si Juan es más bajo que Pedro y
Pedro más alto que Damián ¿Cual es el más bajo? Son problemas con respuesta fija y con
una sola respuesta verdadera. Todas las premisas están controladas. Pero en el mundo de la
vida en el que se mueven los adultos, las preguntas y los problemas que se plantean están
enmarcados en un contexto mucho más abierto cuyas premisas no son ni tan seguras ni
están tan controladas: ¿Nos podemos comprar una casa? ¿Puede abortar la hija del vecino
con 14 años? ¿A qué grupo político votaré? Los adultos, para responder a estos problemas,
no analizan las premisas de la pregunta sino que acuden a los datos abiertos de su
experiencia o a los diferentes datos del contexto cultural al que pertenecen para dos cosas:
para resolverlos o para reformular las preguntas de nuevo si es necesario.
El pensamiento postformal y complejo, propio de los adultos, se hace no sólo con el típico
procedimiento lógico y abstracto sino también con la experiencia concreta y las emociones
propias de la vida.
Dentro de la misma escuela ginebrina se han hecho estudios que cuestionan y perfeccionan
al mismo tiempo las grandes aportaciones de Piaget. Los estudios de Neimark muestran
que las operaciones formales aparecen según una secuencia determinada que va desde la
combinación a la correlación. También es interesante su estudio transversal según el cual el
pensamiento formal aparece a los doce años pero hasta los diecisiete no avanza
considerablemente y se puede comprobar que no todos los adultos lo usan siempre con rigor
y eficacia. El mismo Piaget se vio obligado a retrasar la plena aparición de las operaciones
formales hasta los 20 años
Características
El pensamiento post-formal
Todas estas investigaciones conducen a Ganer a concluir que una de las características del
pensamiento adulto es que se sitúa en el estadio post-formal, identificado por la coordinación
interpersonal y las interacciones entre personas más que por las interacciones con el entorno
físico. Entre las características propias de esta etapa del pensamiento específicamente
adulto hay que destacar:
Juan Houssaye
Articula las teorías del aprendizaje en torno a tres elementos: saber, maestros y alumnos
que clasifica en tres grupos:
Margueritte Altet
Cada una de estas teorías supone diferentes facilidades para el aprendizaje de las personas
adultas. Cualquier pedagogía centrada en la heteroconstrucción del saber, en el maestro o en
el proceso de enseñanza, no permite el desarrollo de la personalidad ni la participación activa
y responsable en la construcción del propio aprendizaje. Las teorías centradas en la
autoconstrucción o en el educando como individuo impiden el reconocimiento de la situación
y del contexto en el que se desarrolla el aprendizaje en el tiempo y en el espacio,
Las teorías más adecuadas para el estilo de aprendizaje que se descubre en los adultos son
todas aquellas que implican una cierta complejidad y una cierta relación dialéctica entre
múltiples elementos. El aprendizaje adulto no se hace en un laboratorio cerrado y
controlando variables por doquier, se hace a la intemperie, donde la interferencia de muchos
ruidos a la vez se hace sentir. Por eso más que estudio de temas se necesitan técnicas de
resolución de problemas, más que aprendizaje por disciplinas se necesita métodos
interdisciplinares, más que aprendizajes lógicos se necesitan otros psico y socio–lógicos, más
que aprendizajes simplificados se necesitan aprendizajes complejos, más que aprendizajes
discontinuos aprendizajes insertos en un continuun de espacios, de tiempos y de
experiencias.
En 1956, Gessner concebía la educación de personas adultas como una cooperativa para
una enseñanza no autoritaria e informal, cuyo objetivo principal es descubrir el sentido de la
experiencia; una búsqueda del espíritu que se remonta hasta las raíces de nuestros
prejuicios que guían nuestra conducta; un método de aprendizaje de adultos que establece
un lazo entre la educación y la vida y, por consiguiente, hace de ella una experiencia llena
de aventuras. (Gesner 1956:169)
Introducción
Las circunstancias sociales e históricas influyen en la educación de personas adultas de
muchas maneras. Según el modelo de sociedad en las que nos encontremos se exige un tipo
de conocimientos, habilidades o competencias. Las preguntas, respuestas, procedimientos,
metodologías… van cambiando a lo largo del tiempo. En este módulo se aborda la
problemática que esto conlleva, con especial atención al modelo social actual.
Cada uno de estos modelos sociales tiene sus repercusiones directas en las formas de
aprender y en los conocimientos, competencias y habilidades a enseñar. El modelo de
sociedad actual incide muy particularmente en la formación a lo largo de la vida, lo que
supone la educación de las personas independientemente de su edad.
Antes de desarrollar la incidencia de la sociedad actual en la formación de personas adultas
haremos una rápida presentación de los modelos sociales de los que procedemos.
Educación y modelo social
Mientras en las sociedades tradicionales los individuos se ocultan y confunden con las
comunidades en las que viven, en las sociedades modernas se produce un proceso de
individualización progresivo. Una de las características de la sociedad moderna es la
aparición del sujeto, del individuo que basa su identidad menos en los lazos hereditarios y en
los apellidos de familia que en sus méritos personales.
En las sociedades tradicionales los individuos se confunden con la comunidad en la que viven
Muchos autores, para hablar de la sociedad actual como sociedad moderna, recurren a su
comparación con la sociedad tradicional. Pope Godoy 1 ha divulgado una presentación
esquemática y sencilla de esta categorización dual.
SOCIEDAD TRADICIONAL SOCIEDAD MODERNA
No existe control
frente al poder. El poder está sometido
al Derecho.
La mayoría de la La mayoría de la
población vive en el población vive en
campo. ciudades.
Aislamiento, poca Influencias varias,
movilidad y sin movilidad y medios de
medios de comunicación.
comunicación. Psicología “orgullosa”
Psicología de ante la naturaleza y sus
adaptación a los ritmos.
ritmos naturales.
Continuos avances
La experiencia es la fuente y base del técnicos que cuestionan
conocimiento. la tradición
El mundo se El mundo es el
considera escenario para la
inmutable, perfecto creatividad humana.
e intocable. Los cambios son rápidos
Los cambios son y profundos.
lentos y pequeños. La innovación se asume
Toda innovación como valor positivo.
crea desconfianza.
El mayor descrédito de
El valor supremo es algo: “eso es muy
“lo que siempre se antiguo”.
ha hecho”
5.- Uniformes 5.- Plurales
Imagen global de un
Imagen global de mundo “complejo”.
un mundo
“armónico”.
1 POPE GODOY Iglesia en las sociedades modernas en Revista Tiempo de Hablar octubre-diciembre
2005.
Para Javier Echeverria (1998 y 1999) 1 , los criterios que distinguen el tránsito de un
entorno a otro vienen definidos, entre otros elementos 2 , por sus formas de comunicación: la
oral, la escrita y la digital. Si analizamos la educación, que fundamentalmente se basa en la
comunicación y en el diálogo, desde estas tres perspectivas, nos encontramos con un estilo
educativo que, en las sociedades del primer entorno, viene marcado por el recurso de la
palabra oral y la imagen grabada; en las sociedades del segundo entorno, la comunicación se
teje dominantemente con la palabra escrita, la imagen impresa y la literatura (el libro de
texto en la escuela); finalmente, en las sociedades actuales del tercer entorno, la
comunicación preponderante tiende a ser la digitalización de la palabra, de la imagen y de la
literatura, llevando anexas la velocidad y la cantidad como propiedades de la digitalización.
En las sociedades globalizadas la gran mayoría de la población espera sin esperanza. Las
experiencias actuales son probablemente muy difíciles, pero las expectativas son todavía
peores. No es simplemente que las expectativas de hoy sobre el futuro sean difusas o
negativas, es que para una parte grande de la población mundial ni siquiera hay
expectativas. Hoy tenemos un colapso total de expectativas que afecta profundamente a los
procesos de educación y a la esperanza que los ciudadanos modernos pusieron en ella.
Por otra parte la educación de calidad forma parte, cada vez más, del entramado
comercial, desfigurándose su carácter de servicio público y universal, y distanciándose
progresivamente del alcance de las grandes masas. La enseñanza de calidad para todos
no deja de ser un reto paradójico que asumen aquellos políticos que, por otra parte,
aceptan las tesis de un estado de mínimos frente a un mercado de máximos.
1 Echeverria, J (1998): 21 tesis sobre el Tercer Entorno, Telépolis y la vida cotidian. XIV Congreso de
Estudios Vascos: Informazioaren Gizartea = Sociedad de la Información = Société de l’Information.
Donostia : Eusko Ikaskuntza. pp. 7-11.
Véanse también estas ideas en J Echevarría (1994): Telépolis, Edit. Destino. Barcelona y Echeverría
(19995): Cosmopolitas domésticos,. Edit. Anagrama. Barcelona
2 Elementos característicos del primer entorno (tribus, etnias, casas oikói, aldeas, agricultura,
ganadería, pesca, propiedad, mercados, lenguas habladas, tradiciones, ritos, magia, etc.). Elementos del
segundo entorno (individuos, personas jurídicas, domicilios, naciones, ciudades, estados, industrias,
empresas, dinero, bancos, capital, escritura, escuelas, derecho, religiones, ciencia, etc.).
Educación y modelo social
“Un proceso nefasto mediante el cual los pueblos han cedido el poder sobre sus economías y
sus sociedades a las fuerzas globales antidemocráticas, tales como los mercados, las
agencias de calificación de deuda..etc.” (Touraine, 1996: Conferencia dada en Barcelona)
Sin querer simplificar la raíz de estas distintas interpretaciones, sí que conviene aclarar la
diferenciación existente entre lo que es, teóricamente, el mundo global y lo que está siendo
de hecho el proceso concreto de globalización.
En el campo semántico utilizado para analizar los nuevos fenómenos sociales que afectan a
la sociedad actual aparecen, muchas veces de una manera indiferenciada, los términos
mundial, global, globalización y globalismo. Cuatro conceptos diferentes que responden a
fenómenos distintos, cuya matización puede ayudarnos a percibir mejor lo que ocurre.
Lo mundial, así entendido, comenzó a hacer visibles los indicios de su erosión con la
conmoción mundial de 1914. La estructura política imperialista en la que se sustentaba,
negaba a los pueblos y territorios sometidos el derecho a laautonomía y se hizo insostenible
mandar descaradamente desde el centro.
Después de la segunda guerra mundial, con la Organización de las Naciones Unidas se inicia
un cambio de relaciones internacionales, que ofrece la posibilidad de contemplar al mundo
desde una óptica plural y descentralizada, en la que todos los pueblos tuvieran algo que
decir. El texto de la constitución de la UNESCO es muy sintomático a este respecto cuando
evoca y convoca a todos los pueblos a un nuevo tipo de relación: “Los gobiernos de los
Estados partes en la presente Constitución, en nombre de sus pueblos, declaran”. Con este
sencillo matiz de alusión a los pueblos se estaba cambiando de óptica: de lo mundial
caracterizado por situar el poder en el centro se pasaba a lo global caracterizado por atender
a las periferias, de la unidireccionalidad se pasaba a la pluridireccionalidad, de la verticalidad
a la horizontalidad. La cultura imperial desaparecía a favor de una nueva cultura de los
pueblos.
Lo global permite una visión de la realidad poliédrica y compleja. Fuente: Banco de imágenes del CNICE
Internet como red de relaciones se ha convertido sin duda alguna en una de las condiciones
del desarrollo de la realidad global. En este sentido, la estructura de Internet responde
también a un modelo descentralizado en donde la inteligencia no está en el centro sino en la
periferia. Andrés Font, hablando de la estructura básica de los networks de comunicación,
diferencia dos modelos básicos de estructura dependiendo de donde esté localizado el punto
de emisión de normas y mensajes.
Puede estar en el centro como ocurre con el reparto de cartería postal, con el teléfono o con
las torres de control de la aviación. En estos modelos la inteligencia no está en los periféricos
(en el avión, en la carta o en el terminal del teléfono) sino en el centro de distribución postal,
en la central telefónica o en la torre de control que son quienes ordenan y distribuyen la
comunicación.
El otro modelo es aquel en el que la comunicación no está controlada desde un centro sino
que se ejerce libremente de punto a punto (end to end). Es lo que ocurre en las
autopistas, una vez dentro de ellas y respetando unas normas básicas, el conductor de cada
coche toma la dirección que libremente elija. Lo mismo ocurre con los internautas, una vez
dentro de la red emiten y reciben información a gusto de cada cual. En este sentido se dice
que en los modelos descentralizados, la inteligencia está en las aplicaciones periféricas y no
en el nodo central.
Toda esta situación plantea una constante tentación a cambiar la estructura global y
permeable de la nueva sociedad por otra más controlada. La necesidad de control se
anuncia cada vez más ante los innumerables riesgos de libertinaje de los hackers, los virus
informáticos, y la pornografía infantil difundida a través de Internet, por poner algunos
ejemplos de desorden provocador.
La globalización permite los avances de la ciencia, las comunicaciones y el conocimiento mutuo. Fuente:
Antulio Sánchez
Por otra parte, unas dimensiones se globalizan a expensas de otras: el dinero se globaliza y
la ganancia crece a causa de no globalizar los derechos; unos colectivos globalizan sus
intereses mientras otros siguen fragmentados en sus localidades; unos productos se
comercializan globalmente mientras otros están sujetos a frenos artificiales en forma de
aranceles. Existen muchos más globalizados que globalizadores, cuando la relación entre
unos y otros debiera ser proporcional.
Los colonizados por el globalismo no lo son aparentemente por nadie, sino por ellos mismos.
Los dominados por el globalismo no aparecen como esclavos de nadie sino de su propia
“libertad”. Las relaciones en el globalismo tienen apariencia de horizontalidad pero son
profundamente verticales y la bidireccionalidad de las comunicaciones oculta un centro
dominante de emisión de mensajes. En realidad su contenido no es una realidad compleja,
común y colectiva sino la expansión de algo simple, individual, particular y local. El
globalismo no se traduce en una relación entre muchos emisores y receptores de mensajes
sino entre pocos emisores y muchos receptores.
En este sentido, coincide con la parte más dominante del proceso de globalización, que
desarrolla de una manera interesada y particular las inmensas posibilidades de la sociedad
global de una forma “ideológica”, ocultando los mecanismos contradictorios con la propia
definición de globalidad.
Los aspectos sociológicos que más están incidiendo en la formación de las personas adultas
se bifurcan fundamentalmente en dos direcciones: la vía de la formación sociolaboral de
la población activa adulta, que ante los constantes cambios de perfiles profesionales se ve
forzada a una formación continua y la vía de la formación sociocultural, originada por la
necesidad de cualquier persona adulta de responder a nuevas preguntas sobre aspectos que
afectan profundamente a su vida cotidiana, influida por el nuevo panorama del crecimiento
exponencial del conocimiento y por las relaciones interculturales existentes en un mundo
“globalizado” . Abordaremos solamente algunos aspectos de esta doble vertiente: la
formación laboral y la educación social.
Dos mujeres peruanas participan en una taller de capacitación laboral de electricidad
Cambios económicos
Sobre todo en el mundo desarrollado, el sector productivo está incidiendo profundamente en
la formación de las personas adultas. Ya lo hemos considerado en la unidad temática en la
que se trató sobre la situación socioeducativa de las personas jóvenes y adultas. Aprender a
trabajar en una sociedad en la que los perfiles profesionales cambian constantemente y en la
que la cultura laboral se modifica sin cesar está preocupando y ocupando muchas horas de
sus ciudadanos adultos. Merece por lo tanto prestar atención a las coordenadas en las que
este fenómeno formativo–laboral se produce.
Sin embargo, se puede decir que desde el Neolítico hasta hace unos cincuenta años
solamente se utilizaban dos características de la materia para producir objetos: la masa y la
energía. Un tercer elemento, la información, es el que, desde finales del siglo XX, está
incidiendo en los procesos de producción de una manera sorprendente y dominante.
Conviene tener en cuenta además que, desde el final de la guerra fría, todo el potencial
de conocimiento recluido en la industria de la guerra se ha extendido a la industria del
consumo masivo.
La competitividad productiva en la sociedad de la información no se soporta sobre la
cantidad de materia prima que se posee, ni sobre las herramientas, ni siquiera sobre el
capital sino sobre en el conocimiento que se gestiona. Podemos diferenciar tres grandes
etapas en el uso del conocimiento en estos tres últimos siglos: revolución industrial,
revolución de la productividad y revolución de la gestión.
El mercado de trabajo demanda competencias relacionadas cada vez más con la musculatura
del cerebro que con los músculos de las manos y más con el desempeño de funciones
simbólicas que rutinarias. Ya no se trata tanto de tener fuerza o habilidades manuales como
de tener habilidades y competencias cerebrales. La capacidad para trabajar exige nuevas
competencias laborales como la de seleccionar, estructurar, clasificar y ofrecer información.
La necesidad de compartir información requiere la capacidad para trabajar en equipo, que se
demuestra mediante el desarrollo de competencias dialógicas y de tolerancia. La velocidad a
la que está sometido este mundo exige cada día más el desarrollo de la capacidad para
adelantarse al futuro mediante el desarrollo de competencias de imaginación y creación. Son
estas, entre otras, las nuevas competencias que están demandando los nuevos procesos
productivos de la sociedad de la información.
Ampliación: Nuevas funciones laborales en la sociedad de la información
Cada vez son más los que necesitan más conocimiento para trabajar y cada vez son menos
los que necesitan recibir órdenes para realizar actividades. De la figura piramidal que ofrecía
el reparto del conocimiento en la sociedad industrial se está pasando a la figura de un rombo
donde el conocimiento va concentrándose en el centro.
Este tipo de reparto del conocimiento democratiza cada vez más el funcionamiento de las
empresas y genera, como ya hemos dicho, un nuevo perfil del trabajador profesional con
más capacidad de decisión, con más capacidad de comunicación para trabajar en equipo, con
más capacidad de autoorganización al margen del taylorismo y del trabajo sujeto a tiempos
definidos en cadena. Todo ello requiere el aprendizaje de tareas más complejas que las
tradicionales del obrero manual y requiere una nueva cultura del trabajador, autónomo,
consciente y responsable de su tarea.
Formación profesional
Se están creando millones de empleos relacionados con el conocimiento en una variedad de
disciplinas que han surgido de la noche a la mañana, como la ingeniería, o la gestión y
coordinación de la información. Veamos cuales son las características de estos perfiles y
cómo influyen en la demanda formativa de la población activa adulta.
El perfil profesional del trabajador rutinario se caracteriza por la falta de relación con los
demás, la obediencia ciega, la ausencia de conciencia crítica, el desconocimiento del proceso
global de producción, etc. El perfil del trabajador “inteligente” que demanda la sociedad de la
información necesita habilidades comunicativas para trabajar en equipo y ha de utilizar la
imaginación para resolver problemas de una manera preventiva.
Tedesco, 1996: 50
El obrero manual de mono azul se está reconvirtiendo lenta pero irreversiblemente en
trabajador mental de cuello blanco. El trabajo muscular rutinario y forzudo va siendo
sustituido por un trabajo mental creativo e inteligente. Es verdad que muchas veces el
cerebro actúa como simple músculo para desarrollar tareas poco creativas, dependientes,
monótonas y rutinarias, como lo es por ejemplo introducir datos en el ordenador. Es verdad
que no todos los trabajos, por el hecho de ser cerebrales, dejan de ser rutinarios, pero
también lo es que los trabajos más monótonos están siendo progresivamente desempeñados
por los robots. Las personas humanas, en una cantidad progresiva, están siendo convocadas
a desempeñar sus tareas de una forma más creativa. El cambio que se está produciendo es,
en definitiva, la aparición de una nueva energía. Además de la energía física o química
aparece con fuerza prioritaria la energía inteligente.
Formación y productividad
A pesar de las divergencias sobre los métodos utilizados para medir el impacto del capital
humano en el crecimiento económico, los últimos estudios de la OCDE (2000) sobre el
rendimiento medio a largo plazo de la formación, llegan a la conclusión de que un año
suplementario de formación aumenta la productividad entre el 4% y el 7% sobre el nivel de
producción por habitante. Otro estudio 1 realizado sobre empresas de Estados Unidos indica
que un 10% de aumento en formación se refleja en una mejora del 3% en la productividad y
de un 1´5% en los salarios.
Todos los análisis sociológicos que se vienen haciendo confirman el aumento del nivel de los
conocimientos exigidos para la entrada en el trabajo. El Informe del Consejo Económico y
Social de España de 1994 afirmaba que “un mayor nivel educativo es sinónimo de una mejor
oportunidad de empleo”. Esto quiere decir que la población activa cada vez integra a menos
personas con bajos niveles de formación y tiene sus repercusiones cotidianas y concretas en
aquellas personas adultas que naturalmente tienen que esforzarse más que hace unos años
para acceder a la enseñanza mínima exigible para cualquier oferta pública de trabajo.
Paradojas productividad-formación
Según Rifkin (1996), entre 1950 y 1970, la economía capitalista creció a una tasa promedio
del 5% anual; desde entonces, no logra superar el 2,5%. El promedio anual del crecimiento
de la productividad pasó del 2,6% a alrededor del 1% en los tiempos más recientes. Esta
aparente contradicción —una aceleración en el desarrollo del conocimiento y la formación con
una desaceleración en el ritmo de la productividad— es conocida por los economistas como
la paradoja de la productividad.
Otra de las contradicciones que presenta la sociedad actual es la que se denomina como
paradoja de la nueva medievalización. Cesar Vacca publicó en 1972 un análisis sobre los
rasgos medievalizantes de nuestra sociedad para explicar que también en la actualidad se
producen fenómenos de escasez masiva de bienes necesarios para vivir: uno de ellos es
precisamente el puesto de trabajo y todo lo que ello implica de puerta abierta a los distintos
medios de supervivencia.
Otra paradoja ha sido rotulada con el título de dualización social en el sentido de que los
perfiles profesionales presentan al mismo tiempo dos caras muy diferentes: la del perfil
profesional muy cualificado, creativo y autónomo y la del perfil rutinario, heterónomo e
inseguro.
De forma muy diferente se sitúan otros analistas como Castells (1997) (quien llega a acusar
de “charlatanes” a sus contrarios) o Carnoy (2001) quienes apoyándose en gran cantidad
de datos llegan a la conclusión de que la revolución tecnológica no necesariamente destruye
puestos de trabajo, ya que si bien puede destruir algunos, también fomenta la creación de
muchos otros.
Aunque parece más verosímil la tesis de Castells no obstante no habría que desconocer las
cifras de casi mil millones de parados en el sur, debidas a la reestructuración mundial de la
producción. También conviene recordar la acumulación de puestos de trabajo en las famosas
maquilas, en condiciones de trabajo rutinarias y cuyo perfil laboral exige niveles muy bajos
de formación.
El número de personas en busca de trabajo en el mundo en 2003 se elevó a 185,9 millones,
lo que supone aproximadamente un 6,2 por ciento de la fuerza laboral total. Esta es la cifra
más alta de desempleo registrada hasta ahora por la OIT. No obstante, este aumento fue
mínimo con respecto a la cifra de 2002, que la OIT situó en 185,4 millones. Los porcentajes
de mujeres trabajadoras, con niveles ínfimos de formación superan el 70%, según el
informe de Oxfam: Más por menos. El trabajo precario de las mujeres en las cadenas de
producción globalizadas.
No solamente los perfiles profesionales están mal distribuidos proporcionalmente, también el
conocimiento lo está. El 96% del conocimiento está concentrado en el 20% más rico de la
población. El 72% de los usuarios de Internet viven en países de la OCDE que disponen de
un alto nivel de ingresos. La diferencia de ingresos entre los países más ricos y los más
pobres que era de 37 veces en 1960, supera hoy las 74 veces. El desequilibrio en la
participación en el conocimiento de los países en desarrollo queda incluso manifestado en los
movimientos mundiales de la sociedad civil. De las 738 ONG registradas en la Conferencia
ministerial de la OMC en Seattle (Washington) en 1999, el 87% provenían de países
industrializados.
1 Beck, U. (2001) Vivir nuestra propia vida en un mundo desbocado: individuación, globalización y
política. En Guiddens, A y W. Hutton (eds) En el límite: la vida en el capitalismo global Edit. Tusquets.
Cultura de la velocidad
Por primera vez en la historia el ser humano usa la tecnología para producir información y
conocimiento. Las tecnologías no producen solamente mercancías, servicios y productos
perecederos sino que se emplean también para colaborar en la producción de
conocimiento y liberan, en principio, tiempo para el ejercicio de la reflexión y de la
sabiduría. La tecnología no se aplica solamente para producir otras cosas distintas del
conocimiento sino que también se aplica para “producir” más conocimiento.
Hemos pasado, en este sentido, de una sociedad activa, en la que el conocimiento y las
tecnologías sólo servían para actuar hacia afuera, para hacer productos “materiales”, a una
sociedad reflexiva en la que el conocimiento y las tecnologías actúan sobre el propio
conocimiento y producen también productos con características “inmateriales”. Esto no ha
ocurrido nunca tan radicalmente como está sucediendo hoy.
Crecimiento de la información
El crecimiento exponencial de conocimientos está provocando nuevos interrogantes de
todo tipo: profesionales, políticos, éticos, ecológicos, educativos, etc. y nuevas formas de
preguntar. Surgen nuevas formas de hacer preguntas que trascienden la visión subjetiva,
particular, local o especializada para cristalizar en una formulación global, intersubjetiva e
interdisciplinar.
Como dice Edgard Morín, ante una realidad cada vez más compleja, las preguntas son
también cada vez más complejas y no vale, ante preguntas complejas, seguir con esquemas
simples de respuestas. La acumulación de conocimiento nos obliga a aprender una nueva
forma de preguntar y de respondernos sobre las grandes cuestiones de la vida, comunes a
cualquier ser humano y que tienen que ver con los grandes descubrimientos científicos:
¿Células madre? ¿Ecología? ¿Distribución mundial de los recursos? …
Solamente podemos obtener información si dominamos las competencias que nos permiten
acceder a ella (conversación, lectura, escritura, imagen, lenguaje digital). Solamente
podemos obtener conocimiento si sabemos controlar, completar y estructurar la
información obtenida. Y solamente nos acercamos a la sabiduría si aprendemos a
relacionar los distintos tipos de conocimiento que construimos desde la razón, desde la
emoción, desde la imaginación, desde la memoria, desde la poesía, desde la experiencia
práctica.... La cabeza (razón), el corazón (emoción) y la mano (trabajo y compromiso a ras
de tierra) pueden ser tres elementos que interrelacionados nos conduzcan a algo que
trasciende lo racional, lo emotivo o lo activo y que nos introduce en el campo de lo que
pudiera llamarse sabiduría.
Relaciones interculturales
Las identidades colectivas se han construido tradicionalmente con elementos exclusivamente
hereditarios y locales. Por nacer en tal lugar uno se veía obligado a acatar la identidad que le
imponían: la lengua, la nación, la iglesia, las costumbres etc., del medio en que nació. La
identidad era considerada en cierta manera como un fenómeno compuesto por muy pocos
referentes.
Situaciones de este tipo, cada vez más numerosas, nos fuerzan a construir nuestra identidad
a partir de distintos referentes culturales y en procesos donde las preferencias y
motivaciones íntimas y las acciones voluntariamente decididas tienen todo el protagonismo.
Desempeñar diferentes roles a la vez y construir la propia identidad desde paradigmas
contrapuestos necesita, cada día más, un aprendizaje permanente
En un mundo tan complejo la ignorancia persiste no porque sea más difícil aprender ahora
que antes, sino porque muchas veces seguimos preguntándonos lo mismo o de la misma
manera y nos contentamos con respuestas simples a preguntas que necesariamente han de
ser complejas.
Bibliografía
BECK, U. (2001). Vivir nuestra propia vida en un mundo desbocado:
individuación, globalización y política. En GUIDDENS, A y W. HUTTON (eds)
En el límite: la vida en el capitalismo global. Barcelona: Tusquets.
BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS (2003): Globalización y Democracia.
Conferencia Central del Foro Social Temático sobre educación. Cartagena de
Indias, Colombia.
CARNOY (2001): El trabajo flexible en la era de la información. Madrid:
Alianza.
CASTELLS (1998): La era de la información. Madrid: Alianza.
ECHEVARRÍA (1995): Cosmopolitas domésticos,. Barcelona: Anagrama.
ECHEVERRIA, J. (1999). Los señores del aire: telépolis y el tercer entorno.
Barcelona: Destino.
OXFAM (2004): Más por menos. El trabajo precario de las mujeres en las
cadenas de producción globalizadas.
RIFKIN (1996): El fin del trabajo. Barcelona: Paidos.
Banco Mundial (1999). Informe sobre el Desarrollo Mundial 1998/1999. El
conocimiento al servicio del desarrollo. Madrid: Mundiprensa
Resumen
En cada sociedad se aprende de una manera distinta, se aprenden competencias diferentes y
se utilizan estrategias y herramientas heterogéneas. Entre modelo de sociedad y modelo de
educación existen unas relaciones profundas.
Las exigencias en el ámbito de la formación profesional, que tiene una sociedad tan dinámica
como la actual, son enormes. El conocimiento, producido y transformado a gran velocidad en
tecnología, modifica en plazos muy cortos los perfiles profesionales. Lo cual exige una
permanente disposición a seguir aprendiendo durante toda la vida activa. Por otra parte la
distribución del conocimiento en las empresas ya no es tan jerárquica como en la época
industrial. Cada vez más gente tiene que trabajar con la mente en lugar de con las manos;
cada vez más personas van a trabajar en equipo y con imaginación en lugar de en soledad y
con tareas fijas.
La sociedad actual no solamente emplea el conocimiento para actuar sobre el mundo y para
transformar el mundo; no sólo lo utiliza para trabajar, sino también para producir más
conocimiento. La humanidad, al disponer por primera vez en la historia de tecnología que
produce conocimiento, acelera de forma sorprendente los cambios y el ritmo de la vida. Esto
modifica profundamente nuestra relación con el mundo en su doble vertiente macro y micro
y la relación entre las personas. Surgen nuevas preguntas; surge la necesidad de
aprender nuevas conductas sociales; se transforman muchos hábitos y costumbres de la vida
humana. Todo ello conduce a una necesidad de aprender nuevas respuestas a preguntas
cada vez más complejas, nuevas habilidades sociales para convivir entre vecinos, una nueva
ética para acortar la distancia creciente entre lo que, cada vez más, podemos hacer y lo que,
cada vez menos, sabemos si debemos hacer.
Como puede constatarse, además de ser una definición larga, es una definición que implica
muchas modalidades (formal o no formal), pretende diferentes objetivos (compensar,
reemplazar o prolongar los aprendizajes iniciales), se dirige a diferentes dimensiones de la
persona (conocimientos, competencias, actitudes) y de la realidad social (desarrollo
socioeconómico y cultural).
Si además de definir tuviéramos que describir cómo se hace habría que tener en cuenta
también otros elementos como, por ejemplo, los diferentes agentes que intervienen
(profesores, animadores, orientadores…) metodología (expansiva, extensiva, descendente,
ascendente, creativa…), necesidades o demandas de los participantes (alfabetización,
aprendizaje de idiomas, acceso a estudios superiores, acceso a un puesto de trabajo,
mantenimiento del puesto de trabajo, participación social, aprendizaje de habilidades
sociales, control y desarrollo de las emociones …).
Justificar los fundamentos de todas estas actividades es el objetivo de esta unidad didáctica.
Justificación histórica
La especie humana se ha interesado desde el principio por la educación de adultos. En las
sociedades primitivas toda la gente aprendía por inmersión en la vida y en las relaciones
sociales. Sólo cuando las comunidades comienzan a diversificarse y necesitan estructuras de
convivencia más complejas, aparecen funciones específicas desempeñadas por grupos de
“profesionales” especializados. Así ocurre con los distintos oficios y también con la
educación.
Los primeros educadores y grandes maestros de la antigüedad (Confucio y Lao Tse en China,
los profetas de la Biblia, Sócrates en Grecia, Cicerón y Quintiliano en Roma) no diferenciaban
entre la enseñanza a los niños y a los adultos. La experiencia de estos maestros estaba
inserta en una enseñanza muy centrada en las inquietudes, preguntas y problemas de los
participantes, la mayoría de ellos adultos.
Sócrates (470 a.C- 399 a.C)
Muchas de las técnicas de aprendizaje que ahora nos parecen recién descubiertas ya las
practicaron estos antiguos maestros: los chinos y los hebreos inventaron el método del caso
que consistía en comenzar con la descripción de una situación; los profetas eran muy
partidarios de explicar mediante parábolas, una manera alegórica de describir
minuciosamente una situación “problemática” con el fin de buscar una solución; los diálogos
socráticos fueron inventados en Grecia y consistían en enlazar una serie de preguntas con
vistas a encontrar alguna respuesta. En términos generales, estas metodologías eran todas
ellas muy activas, estaban ligadas a la vida cotidiana y estaban orientadas a participar en la
construcción de un determinado saber más que a la recepción pasiva de la enseñanza.
En nuestra cultura occidental las escuelas específicas para niños existían en Grecia y en
Roma. De ahí viene la palabra pedagogo. La persona que acompañaba a los niños al maestro
o a la escuela. En el siglo VII, la enseñanza de niños ya está muy estructurada en las
denominadas escuelas monacales que, en principio, pretendían formar a los adolescentes
para el sacerdocio. Son escuelas religiosas cuya primera misión era inculcar a los alumnos,
todos ellos niños o jóvenes, las creencias, la fe y los ritos de la Iglesia y enseñarles, además
las habilidades literarias que serían necesarias para desempeñar las tareas monásticas. Este
modelo pedagógico de enseñanza literaria se desarrolló poderosamente en Europa desde el
siglo VII al siglo XII de tal manera que se constituyó en modelo dominante y predominante
sobre otros modelos de enseñanza. Era un modelo centrado en el libro y en la lección dirigido
a jóvenes, por contraste a otros modelos como el gremial o el caballeresco, modelos
centrados en la acción y dirigidos a personas más adultas.
Una de las misiones de las escuelas clericales era inculcar la fe y enseñar los ritos de la Iglesia
La educación activa y participativa de adultos quedó durante largos años marginada de las
grandes instituciones literarias de enseñanza como eran las escuelas de gramática o las
universidades. Los adultos sólo aprendían en los entornos de lo que ha venido en
denominarse “pequeña tradición” o educación popular que se desarrollaba mediante la
palabra, las imágenes, representaciones, canciones y espectáculos en las calles, en las
fiestas, en las casas, en los pórticos… y cuyos agentes no eran profesores ni maestros
especializados sino líderes sociales, predicadores laicos o religiosos, actores o cantautores,
etc.
A partir del siglo XVII, algunos pedagogos y políticos comenzaron a justificar la necesidad de
abrir las instituciones de enseñanza literaria de la “gran tradición” a los adultos. Comenio, en
el siglo XVII, difunde un sistema de educación a todos e imagina en su Pampedia diferentes
modelos de escuelas dirigidas no solamente a las primeras etapas vitales sino a lo largo de
toda la vida, desde la cuna hasta la muerte. Así expresa Comenio la necesidad de abrir
escuelas para adultos:
Deseamos que puedan ser instruidos plenamente y acceder así a la completa humanidad , no
solamente un hombre, algunos hombres o muchos hombres, sino todos los hombres en
conjunto y cada unos por sí mismo, jóvenes y viejos, ricos y pobres, nobles trabajadores,
hombres y mujeres, sí, cada ser humano. Para que al fin todo el género humano sea
instruido, sea cual sea su edad, su estado, su sexo, su nacionalidad... De la misma manera
que el mundo entero es para todo el género humano una escuela, desde el comienzo hasta el
fin de los tiempos, así también la edad de cada hombre es su escuela desde la cuna hasta la
tumba ... Cada edad esta destinada a aprender, y las mismas fronteras que se imponen al
hombre para vivir son las que se imponen para que aprenda. (Jean Amos Comenius 1592-
1670. Pages choisies. Paris Unesco 1957. Pág. 103 et 158. (Traducción propia).
Otra gran personalidad que la Unión Europea reconoce entre los predecesores del
alargamiento de la educación más allá de la edad juvenil es la del obispo danés Nicolás
Federico Severino Grundtvig (1783-1872). Un siglo después que Condorcet, pretendió abrir
a través de la formación social de los trabajadores un cauce permanente de participación
social, llevando a la práctica un servicio educativo demandado por los agricultores a quienes
se les estaba implicando cada vez más en el circuito de producción económica pero a
quienes se les refutaba el acceso a un rol político o cultural. Con Grundtvig, la educación
popular alcanzó un amplio desarrollo en Dinamarca.
Grundtvig (1783-1872)
Cuando en el siglo XIX se construyen los sistemas públicos de enseñanza, lo que se hace es
construirlos no a partir del modelo gremial y adulto, ya en decadencia en aquel siglo, sino
sobre el modelo clerical y letrado, mucho más demandado pero centrado tradicionalmente en
las edades infantiles y juveniles. Los sistemas de enseñanza confirman la tendencia de
enseñar a los niños y en las primeras etapas de la vida.
Hasta poco después de la primera guerra mundial no volvió a aparecer el interés en Europa y
EEUU por la educación de adultos y particularmente por abrir a este sector de población los
sistemas de enseñanza. En las últimas décadas este interés aumentó vertiginosamente y hoy
se plantea con más fuerza la creación de sistemas educativos que contemplen el
aprendizaje de todas las personas a lo largo de toda la vida.
A pesar de que en los países desarrollados se ha dado una presencia grande de personas
adultas en procesos de aprendizaje durante casi todo el siglo XX, los profesores de adultos
no han tenido otro modelo de enseñanza de ni disponían de otros medios de formación que
los del sistema de enseñanza regular, calcados, como hemos dicho, del modelo infantil
medieval que cristalizó en el sistema escolar. Esto ha conducido a que los adultos hayan sido
enseñados como si fueran niños.
Una solución a esta problemática es la que se viene buscando desde diferentes marcos
teórico-prácticos que vamos a intentar describir y analizar:
la educación permanente
la andragogía
la educación social
Los procesos educativos que siguen a lo largo de su vida los niños, los
jóvenes y los adultos, cualquiera que sea su forma, deben considerarse como
un todo.
Aportaciones
Una de las contribuciones básicas de este principio en el ámbito de la educación de adultos
ha sido la clarificación del concepto de educación de adultos en el contexto general de las
teorías del aprendizaje.
Paradigmas
Enmarcados en una tendencia de renovación pedagógica y escolar acelerada por la puesta en
práctica del principio de educación permanente que, como hemos dicho, pretende
reestructurar los sistemas educativos, se ha pretendido reformar también bajo este principio
el subsistema de educación de adultos en dos direcciones complementarias: no excluir a las
personas adultas de la escuela y adaptar la escuela al nuevo público adulto.
Paradigma de compensación
Las primeras teorías históricas sobre la inclusión de los adultos en la escuela estaban
imbuidas por un espíritu de justicia que tendía a compensar las desigualdades sufridas por
determinados sectores de la población que durante su época juvenil no habían podido
ocuparse de su formación. Desde este espíritu de justicia el paradigma de compensación lo
que oferta es una nueva oportunidad de formación escolar para todos aquellos que no
pudieron aprovechar su primera oportunidad en la niñez.
Sin ocultar la necesidad que un determinado sector de la población adulta tiene de aprender
habilidades escolares necesarias para vivir en una sociedad letrada, habría sin embargo que
evitar un tratamiento pedagógico basado únicamente en esas deficiencias. Las necesidades
de aprendizaje y las deficiencias de aprendizaje no tienen como referencia exclusiva los
aprendizajes escolares. Todos los públicos tienen al mismo tiempo deficiencias y suficiencias,
unos tienen unas y otros tienen otras. Unos necesitan aprender lo que no aprendieron en la
escuela y otros lo que no aprendieron fuera de la escuela; todos necesitamos desaprender lo
que aprendimos mal o despojarnos del superávit de aprendizaje que nos impide seguir
avanzando. La situación es lo suficientemente compleja como para no fundamentar los
procesos de aprendizaje de las personas adultas únicamente en sus déficit.
Además, el modelo de compensación tiene un efecto pernicioso para los adultos, desde el
punto de vista educativo, porque al no reconocerles ni contar con los aprendizajes
adquiridos en la vida social se les introduce en un mecanismo académico de aprendizaje
distinto y distante al que ellos vienen practicando en su biografía. Esto produce, además de
esfuerzos suplementarios para aprender, una desmotivación derivada de la falta de
reconocimiento de lo que ya saben.
Cada vez más se constata que las personas adultas aprenden a lo largo de la vida en contextos de
normalidad
Paradigma de adaptación
Figura 3.7 Encontrar la especificidad educativa de las personas adultas en los procesos escolares
siempre ha tropezado con dificultades.
Encontrar la especificidad educativa de las personas adultas dentro de los procesos escolares
de aprendizaje ha tropezado sistemáticamente con muchas dificultades. El tratamiento
específico que han recibido los adultos en los procesos educativos escolares ha sido más bien
pobre. En el mejor de los casos, lo que ha predominado ha sido la cultura de la adaptación
del mismo sistema escolar de los niños en lugar de la creación de un nuevo sistema de
educación de personas adultas. Sin cambiar ni modificar el sistema escolar en cuanto a
contenidos, estilos de aprendizaje, procesos de enseñanza, objetivos y organización, algo
que hubiera dado lugar a la creación de un nuevo sistema de enseñanza y aprendizaje de
adultos, se ha optado por adaptar la escuela “lo más posible” a algunas de las condiciones de
vida de las personas adultas.
Adaptar “lo más posible” se ha reducido muchas veces a detalles o a cuestiones tan
secundarias que en muchas ocasiones ha sido percibido por los participantes adultos como
insignificante y poco satisfactorio:
Se han cambiado los horarios (de mañana a noche) pero no los calendarios
(posibilidad de aprender las 24 horas del día todos los días del año);
En la escuela, los adultos, como los niños, siguen aprendiendo para después,
a pesar de que los adultos ya estaban en ese después que los niños
esperaban.
La andragogía
Definición
Etimológicamente andragogía hace referencia a antropos (hombre) por contraposición a la
pedagogía que hace referencia al paidos (niño).
La andragogía adquirió un gran desarrollo hasta los años sesenta pero, después, su excesiva
independencia respecto a las teorías generales del aprendizaje y sobre todo su
contraposición sistemática a la pedagogía la precipitaron en un aislamiento que la hizo
menos fecunda de lo esperado. Sin embargo, aunque la palabra como tal haya caído en
desuso, las aportaciones de todo el movimiento andragógico a la educación de personas
adultas han tenido y siguen teniendo una gran trascendencia.
La investigación sobre el aprendizaje adulto se dividió en los años veinte en dos grandes
corrientes: la científica y la humanista. .
La corriente científica estuvo dirigida por Thondike, que publicó en 1928 Adult Learning y
en 1935 Adul Interests. A esta corriente pertenece también Herbert Sorenson, que publicó
en 1938 Adult Abilies.
La corriente humanista más utópica, denominada también artística, estuvo liderada por
Lindeman, quien publica en 1926 The Meaning of Adult Education, en la que establece una
serie de principios metodológicos sobre la educación de adultos.
La andragogía
Principios
Los adultos se motivan en torno a necesidades y centros de interés
La andragogía
Características
Desde la perspectiva de la andragogía son muchas las características que diferencian a los
adultos de los jóvenes, pero entre las más importantes podemos destacar las siguientes:
La necesidad de saber. Los adultos tienen necesidad y quieren saber por
qué han de aprender una cosa antes de emprender un proceso de formación.
Un primer paso por lo tanto es la necesaria toma de conciencia que un adulto
exige sobre la utilidad, pragmática o poética, de lo que va a aprender. En
este sentido a un adulto ya no le vale el ir a estudiar porque le toca por
edad. El va libremente y quiere saber dónde se mete y para qué.
Los creadores del paradigma andragógico establecen las siguientes diferencias en los
planteamientos de la pedagogía y de la andragogía:
La andragogía
Insuficiencias
Una pregunta que se presenta intermitentemente a lo largo de la historia de la corriente
andragógica es la siguiente: ¿Son las características del aprendizaje que los teóricos de la
andragogía atribuyen a los adultos exclusivas de los adultos o también pertenecen a los
niños y a los jóvenes?
Ante esta problemática ya conocida por Knowles, éste matiza el uso y el significado del
término andragogía cuando dice:
Estas definiciones no implican que haya que enseñar a los niños pedagógica y a los adultos
andragógicamente. Ambos términos sólo distinguen entre dos conjuntos de supuestos acerca
de los estudiantes; el profesor que adopte uno de esos grupos de supuestos enseñará
pedagógicamente, ya sea que trabaje con niños o con adultos, y el que adopte el otro grupo
lo hará andragógicamente, sean sus alumnos adultos o niños (Knowles, 1982: 21).
Algunos educadores de adultos no parecen haber situado las características propias del
aprendizaje adulto en un marco teórico general del aprendizaje, produciéndose una
diferenciación y distancia indebida entre determinadas características de aprendizaje infantil
y el aprendizaje de las personas adultas. A nuestro juicio, y como ya insinuaba Knowles,
muchas de las características que los andragogos atribuyen exclusivamente al aprendizaje
adulto son desde el punto de vista teórico, ético y epistemológico, injustificables. Veamos
esto despacio.
Epistemológicamente los andragogos llegan a la conclusión, a partir de la observación de
procesos de aprendizaje con personas adultas, de que el aprendizaje adulto se caracteriza
por su participación activa en el aprendizaje, su voluntad de aprender, su necesidad de
saber, etc. Pero, nos podemos preguntar, ¿es que estas mismas características no se pueden
observar en los procesos de aprendizaje de niños y adolescentes? Si analizamos las
investigaciones de Piaget, Bruner y Ausubel sobre el aprendizaje, por citar solamente los
más conocidos en la psicología del aprendizaje infantil, nos daremos cuenta de que la mayor
parte de las características que el discurso andragógico reserva a los adultos juegan un rol
fundamental en el aprendizaje de los niños y adolescentes.
La trayectoria personal y social tanto de niños como de adultos es vital en el proceso de aprendizaje.
No podemos seguir afirmando alegremente que los adultos aprenden activamente y los niños
no, que los adultos están interesados en el aprendizaje pero los niños no, que los adultos
intervienen en la construcción significativa del aprendizaje y los niños no... y así
sucesivamente. Afirmaciones de este tipo pueden ser un síntoma de fijación en los esquemas
más arcaicos de la psicología precientífica sobre la infancia.
Tampoco, desde el punto de vista ético, podemos hacer estos planteamientos de
enfrentamiento entre pedagogía y andragogía. Atribuir en principio las características
positivas del aprendizaje a los adultos y las negativas a los niños es éticamente incorrecto.
No podemos mantener un concepto tan negativo de la infancia que pueda servir para
justificar la aplicación a los niños de determinados procesos de aprendizaje autoritarios e
insignificativos, en los que ellos no tengan participación y cuyos aprendizajes no les sean
personalmente ni significativos ni interesantes.
Un concepto negativo de la infancia y un conocimiento precientífico de su proceso de
aprendizaje, podría conducirnos a legitimar en las prácticas docentes infantiles algo que
paradójicamente no lo sería en los procesos adultos, como si todas las personas,
independientemente de su edad, no merecieran la misma dignidad en los procesos de
aprendizaje. Lo cual sería, además de peligroso, muy discutible desde el punto de vista de
los planteamientos éticos.
La andragogía
Aportaciones
Aunque es difícil justificar la aplicación de todos los principios andragógicos exclusivamente a
la educación de personas adultas y si también es difícil mantener un antagonismo
sistemático y exclusivo entre pedagogía y andragogía, como ya venimos afirmando, hay
que reconocer sin embargo que todo este movimiento centrado en el aprendizaje específico
de las personas adultas ha sido un revulsivo para transformar no sólo la educación de
adultos sino también la educación infantil.
Se puede decir que muchas de las grandes reformas educativas vienen siendo demandadas
desde el ámbito de las investigaciones en educación de personas adultas. Muchas de ellas no
se han llevado a efecto en el ámbito exclusivo de la educación de adultos precisamente
porque su fuerza renovadora implicaba a corto o medio plazo la reforma de todo el sistema
escolar. Por eso no se puede decir que los andragogos fueran todos ellos desconocedores de
las teorías generales del aprendizaje. Muchas veces el esfuerzo en separarse de la pedagogía
no fue una cuestión de principios, sino una estrategia encaminada a facilitar la renovación al
menos en el ámbito de las personas adultas, sin por ello tener que tocar la reforma escolar.
Los resultados han demostrado que la estrategia de la separación y el aislamiento de la
andragogía no ha sido eficaz y que una reforma educativa de la educación de personas
adultas implica la reforma de todo el sistema educativo. Pero eso no quiere decir que los
mismos principios andragógicos no estén siendo utilizados de otra forma y con estrategias
diferentes en la construcción de modelos y subsistemas educativos de personas adultas.
El modelo social
Definición
Tanto desde la UNESCO, como desde la Unión Europea y como desde varios centros de
investigación en educación, se están proponiendo a las personas adultas marcos de acción
educativa cada vez más ampliados y abiertos a las nuevas exigencias sociales. Estas
exigencias sociales se presentan de la siguiente forma:
El aprendizaje se
centra en la
transformación y
extensión de Su aprendizaje se centra
significados, principalmente en la formación
APRENDIZAJE
valores, destrezas de significados, valores,
y técnicas destrezas, y técnicas básicas.
adquiridas en
experiencias
anteriores.
Las presiones
para el
aprendizaje
provienen de
factores
Las presiones para el cambio
relacionados con
provienen de factores
funciones y
relacionados con el crecimiento
expectativas
PRESIONES SOCIALES físico, necesidades de
sociales y
socialización y con la preparación
laborales, con la
para funciones sociales y
necesidad
laborales en un futuro
personal de
continuar la
productividad y
con la
autodefinición.
La necesidad de
aprender está
relacionada con Las necesidades de aprendizaje
situaciones de la se relacionan con patrones
vida diaria. MOTIVACIÓN/TIEMPO organizados en desarrollo para
comprender la experiencia
futura.
Aprenden para el
presente.
Expresan sus
necesidades de
aprendizaje
describiendo los
procesos a través Expresan sus necesidades de
de MANIFESTACIÓN DE aprendizaje y los procesos
verbalizaciones NECESIDADES DE correspondientes,mediante
que les permiten APRENDIZAJE actividades no verbales y actos
intervenir y concretos.
colaborar en la
programación de
sus programas de
aprendizaje.
Tienen un
autoconcepto
consistente y
organizado y una
Tienen un autoconcepto
autoestima que
desorganizado e inconsistente
les permite
AUTOCONCEPTO que les permite percibirse como
participar como
un yo separado de los otros,
un yo distinto de
pero dependiente de ellos.
los otros y capaz
de actuar con
independencia de
los demás.
Fuente: elaboración propia a partir de Amador Muñoz, L. (1998) y Lancho, J. ( 2002 )
Estos modelos se distancian de todos aquellos más o menos restringidos entre los que se
encuentra el modelo protagonizado por la escuela tradicional. En la Conferencia sobre la
Educación para Todos en Jomtien se aportó lo que allí se denominó una "visión ampliada de
la educación". El portavoz de la conferencia de Dakar, Victor Ordóñez, declaraba en la
revista Fuentes UNESCO(nº 122. abril 2000, pág. 3) que para mantener los objetivos que se
fijaron en Jomtien, no bastarán con hacer mayores esfuerzos, sino que será necesario
también elaborar nuevas estrategias:
En primer lugar la educación debe salir del marco escolar, pues no responde a las
necesidades de algunos sectores de la población, como las mujeres, las minorías étnicas, los
campesinos y los jóvenes o adultos con necesidades especiales. Sería necesario redefinir el
sentido, los objetivos y los contenidos de la educación básica. No bastará con saber leer o
contar, si se quiere conservar el planeta, poner fin a los conflictos, garantizar a todos una
existencia digna. En un mundo donde la importancia del saber no deja de aumentar, el
aprendizaje ya no puede ser visto como una etapa de la existencia: debe convertirse en un
modo de vida.
En el marco de la evaluación de la acción de educación de adultos del programa Sócrates de
la Unión Europea, Ekkehard Nuissl ha editado un informe sobre la educación y formación
de los adultos en Europa en el que basa la educación de adultos del futuro sobre tres
grandes pilares:
VERSIÓN RESTRINGIDA DE LA
VERSIÓN AMPLIADA: MODELO SOCIAL
EDUCACIÓN
Se dirige a un sector de la
Se dirige a toda la población social
población.
Para saber hay que aprender Para saber hay que emprender
Se limita a las ofertas del que
Se ajusta a las demandas del que aprende.
enseña.
Es estática Es dinámica
El modelo social
Dinámicas
Los descriptores utilizados anteriormente implican nuevas dinámicas en los procesos
educativos. Enumeramos algunas de ellas:
Las ofertas educativas que hace la escuela son en su mayoría propuestas estándar que no se
corresponden del todo con las necesidades de los adultos. Responder a las necesidades
individuales y coyunturales de formación supone un concepto distinto de proyecto educativo
capaz de confeccionar módulos a la medida de las demandas concretas de formación.
Una dinámica apoyada en necesidades y aspiraciones
El poder no está en quien tiene información sino en el que la tiene disponible. Sólo es sabio
el que digiere la información. Si antes se moría de hambre por falta de alimentación y se
consideraba analfabeto al que no estaba suficientemente informado, hoy se puede morir por
exceso de alimentación y se puede ser analfabeto por exceso de informaciones. Si antes era
difícil que los adultos construyeran conocimientos porque no tenían información suficiente
(analfabetismo) hoy la dificultad para conocer proviene de la sobreabundancia de datos.
Si queremos que la educación responda más a las necesidades de los ciudadanos, el modelo
ha de ser intersectorial. La relación entre distintas instituciones y recursos formativos
existentes en una determinada comunidad, la posibilidad de transitar con agilidad entre unas
instituciones y otras y entre unas ofertas y otras, sin trabas burocráticas o académicas,
permitirá a los ciudadanos diseñar su propio proyecto formativo y satisfacer sus necesidades
de aprendizaje sin duplicidades ni repeticiones inútiles en diferentes ofertas.
El modelo social
Aportaciones
Muchos de los principios fundamentales en los que se apoya el modelo social para poner en
práctica los procesos educativos con personas adultas son reiterativos y se solapan con lo
que se viene diciendo a propósito del principio de educación permanente y los que proclaman
los andragogos. La novedad de este modelo consiste en que todos esos principios se aplican
en una visión más amplia de la sociedad y fundamentan los nuevos conocimientos sobre
la influencia de la experiencia social en el aprendizaje de los adultos. Algunas de estas
novedades se traducen de la siguiente manera:
La inteligencia fluida tiene una base fisiológica y tiene una importancia fundamental en el
adolescente y en el joven. Algunos la identifican como “la inteligencia mecánica” o la
“mecánica de la inteligencia”. Asocia el aprendizaje al sistema neurobiológico.
Ofrece una tarea definida en unos tiempos y espacios reducidos. Los adultos,
precisamente por tener otras responsabilidades sociales además de las de estudiar, han de
combinar el aprendizaje con obligaciones como la de trabajar, cuidar a los hijos, atender los
compromisos sociales, etc. Esto les es muchas veces incompatible con los espacios y tiempos
cerrados que la escuela ofrece para aprender. Preferirían poder dedicar indiferentemente
cualquier hora del día, cualquier día de la semana o cualquier mes del año al aprendizaje y
no tener que atenerse a un horario escolar y a un calendario académico.
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resumen en http://www.amauta-international.com/Conocimiento.htm
Resumen
La expresión educación de personas adultas, según la XIX Conferencia General de la
UNESCO, designa la totalidad de los procesos organizados de educación, sea cual sea el
contenido, el nivel y el método, sean formales o no formales, ya sea que prolonguen o
reemplacen la educación inicial dispensada en las escuelas y universidades, y en forma de
aprendizaje profesional, gracias a los cuales, las personas consideradas como adultos por la
sociedad a la que pertenecen, desarrollan sus aptitudes, enriquecen sus conocimientos,
mejoran sus competencias técnicas o profesionales o les da una nueva orientación, y hacen
evolucionar sus actitudes o su comportamiento en la doble perspectiva de un
enriquecimiento integral del hombre y una participación en un desarrollo socioeconómico y
cultural equilibrado e independiente.
Este modelo de educación tan amplio y complejo ha existido a lo largo de toda la historia,
puesto que las personas adultas, cuando no han recibido formación por parte de las
instituciones o sistemas educativos específicos, lo han hecho a través de sus propios
mecanismos educativos de educación popular.
El modelo social, sin olvidar las diferencias psicobiológicas entre niños y adultos, acentúa,
como criterios de diferenciación, las distintas experiencias y funciones sociales que realizan
los adultos respecto a las etapas iniciales de la vida.
Bases antropológicas
La vida de los seres humanos tiene un grado de complejidad que supera la de cualquier ser
vivo. La vida humana no es sólo biología (anima) y genética- naturaleza (natura), es
también biografía, es decir, cultura, en el doble sentido de nurritura (alimentación) y
cultivo, es decir, cuidado y responsabilidad sobre la vida.
Provisto del material genético que me transmitieron mis padres y por él calladamente
condicionado, yo, criado y educado en otra parte, hubiera podido ser hombre de mil modos
distintos: el modo del francés o el del esquimal, el del profesor o el del arquitecto, el del
impune o el del opulento. Entre tantas posibilidades, el destino me hizo nacer en una
determinada situación histórica de mi país 1 .
Habría que añadir que la vida del ser humano no se agota en lo que dan la biología y la
biografía. Una de las originalidades del ser humano es adoptar una postura activa ante la
vida y hacerse cargo de no sólo de su biología sino también de su biografía. La vida humana
no se reduce a la aceptación de la vida dada por la genética o por la cultura, incluye además
la responsabilidad ética individual y colectiva de orientarla y transformarla, cultivarla. Sólo
el ser humano se mueve en la paradoja de recibir la vida y al mismo tiempo de reconstruirla.
La vida humana es algo recibido y al mismo tiempo cultivado, pasivo y activo, es memoria y
es proyección. Sólo las personas tienen la capacidad ética no sólo de dejarse vivir sino de
responsabilizarse de su vida.
Las posibilidades crecientes que la tecnología actual da al ser humano para orientar su
responsabilidad sobre la vida biológica están siendo estudiadas por la bioética. La orientación
sobre las posibilidades de actuar y de modificar la vida biográfica pertenece al ámbito de las
ciencias sociales y particularmente al de la educación y la animación sociocultural.
Maalouf, un autor al que aludiremos probablemente en más ocasiones, nos interroga sobre
el uso desatinado que hacemos de nuestra propia biografía. Muchas veces, dice este autor,
no permitimos cultivar nuestra vida con determinados elementos culturales nuevos que nos
llegan de los otros o de otras culturas, otras veces ocultamos determinadas pertenencias
culturales por el hecho de ser marginales en un determinado contexto social. Un mal uso de
nuestra biografía puede convertirnos, en términos de Maalouf, en asesinos de identidades,
de nuestra propia identidad y de la de los otros.
Amin Maalouf nos advierte del mal uso que a veces hacemos de nuestra biografía convirtiéndonos en
“asesinos de identidades”. Fuente: elpais.com
Siendo esta dimensión receptiva una dimensión básica de la vida y del desarrollo humano,
no sería sin embargo suficientemente cultural y humana si la animación sociocultural
descuidara la dimensión de animar a los seres humanos a hacerse cargo de la necesaria
transformación de la biografía individual y colectiva. En definitiva cargar con la
responsabilidad de la propia biografía implica una vertiente activa en la que compartimos
con nuestros contemporáneos lo que somos biográficamente y, al compartirlo, cultivamos,
reconstruimos y engrandecemos la vida específicamente humana.
Ejes
La animación
Animar es una palabra que tiene relación con los estudios antropológicos sobre el alma
(anima) humana y se refiere al aspecto vital y a la dimensión psicológica, mental y espiritual
del ser humano. El diccionario de la lengua española identifica el verbo animar con infundir el
alma, infundir valor, infundir fuerza, comunicar alegría, cobrar ánimo, atreverse.
Animar no solamente tiene relación con el origen de la vida sino con su mantenimiento y su
fortalecimiento, es decir con la salud, el equilibrio y la armonía de la vida. En este sentido, es
curioso que la palabra salud, en la etimología indoeuropea, esté relacionada con la palabra
saludoy salvación. El saludo es el símbolo de las buenas relaciones sociales; es el cordón
umbilical que une biología y biografía, genética e historia, individuo y colectividad. Una vida
humana saludable dependería en este sentido de unas buenas relaciones con el entorno.
Desde esta perspectiva la animación no hace sólo alusión al principio de vida sino a su
mantenimiento y no hace solamente alusión a la vida física y genética sino a la vida social.
Animar no solamente tiene relación con el origen de la vida sino con su mantenimiento y su
fortalecimiento. Fuente: Banco de imágenes del ISFTIC
Desde el punto de vista más directamente pedagógico, animar se suele utilizar para definir la
actuación sobre alguien realizada desde fuera. Este alguien, normalmente es un alguien
marginal, desanimado, un colectivo social disminuido y con poca o ninguna iniciativa. El
término dinamización, en cambio, implica que no se parte de cero, no tiene ningún sentido
de reparación de algo defectuoso y supone insertar más fuerza o más ánimos en una vida
ya existente o en un proceso vital que tiene su propio dinamismo normalizado.
Animar, desde la perspectiva de la dinamización, implicaría más que dar ánima (alma) a
cosas sin vida o reparar la capacidad de determinados colectivos deteriorados, dar ánimos a
personas que están vivas e impulsar a personas que ya están participando en procesos
normalizados de desarrollo personal, de convivencia ciudadana y de transformación social. Si
la animación o la reanimación hacen alusión a una intervención desde fuera, la dinamización
hace relación a una intervención desde dentro. No se trata de actuar sobre, sino de
actuar en, con, por y desde el interior del proceso.
En definitiva, lo que nos interesa destacar con este juego de palabras es que la animación no
está exclusivamente ligada a un paradigma de acción compensatoria ni a la rehabilitación de
públicos deteriorados o marginales. Sin olvidar a los sectores sociales más empobrecidos, la
animación se extiende a todos los públicos y no presupone necesariamente personas que
tengan deficiencias o incapacidades para participar en procesos sociales.
Existen, sin embargo, como veremos, algunas definiciones de la animación sociocultural que
parecen identificar esta práctica educativa más con el concepto de animación que con el
concepto de dinamización. Es verdad que la animación sociocultural como tal tuvo sus
orígenes en los entornos de las depresiones psicológica y social generadas por las guerras,
mundiales o locales; también lo es que en el mundo actual siguen existiendo personas muy
castigadas psicológicamente por unas condiciones económicas y políticas, que exigen
modelos de intervención terapéutica como ayuda para rehacer la vida en sus distintas
dimensiones; pero del mismo modo es verdad que existen otros colectivos en las sociedades
desarrolladas y del bienestar que también necesitan ánimos y fuerza moral para atreverse a
participar con dignidad en procesos de desarrollo personal y comunitario.
Otros autores, siguiendo con el juego de palabras, prefieren hablar de animactión con el fin
de dar realce a la dimensión activa de los agentes implicados en cualquier proceso de
participación social. Animar, en este sentido, implicaría la ayuda prestada para que las
personas autodirijan y protagonicen su vida. La animaction haría referencia a la generación
en las personas de dinámicas de acción de todo tipo, con el fin de romper conductas pasivas,
rutinarias y mecánicas que, impidiendo el desarrollo de la creatividad, están asumiendo
posturas despreocupadas de consumo, de obediencia y de recepción acrítica de la cultura
patrimonial y de la memoria tradicional. La animactión cultural implicaría no solamente la
acción que capacita para aceptar y recibir las ideas de los otros sino también, como decía
Ortega y Gasset, la acción que potencia la capacidad de idear para los otros.
Animar implica prestar ayuda para que las personas autodirijan y protagonicen su vida
Suele ocurrir que, en las sociedades marcadas por el estado del bienestar, los ciudadanos
descargan sus posibles iniciativas y responsabilidades en el papá estado, a quien consideran
responsable de pensar para todos y por todos, así como de solucionar todos los problemas
de toda la gente. Parece cuestionable el débil tejido social de redes colectivas y de
movimientos ciudadanos al que ha conducido este modelo caracterizado por un máximo de
estado y un mínimo de sociedad civil.
Dicho esto, tampoco se puede caer, a nuestro juicio, en el movimiento pendular que por
reacción está tomando el actual neoliberalismo, que está basado en el paradigma social
determinado por un mínimo de estado y un máximo de mercado, o si se quiere, por un
mínimo de colectividad y un máximo de individualidad. Se trata de un modelo, en
definitiva, que pretende reducir la solución de todos los problemas a la libre competitividad
individual, sobre todo de tipo mercantil.
Con estos presupuestos, desde los dos modelos, la animación sociocultural adquiere
importancia en un doble sentido. Por una parte es necesario que el desarrollo humano, como
cualquier actividad creadora de los ciudadanos, no parta de cero o de la exclusiva creatividad
individual de cada uno, sino que necesita un humus nutricio, que en el ámbito económico se
traduce a un contacto con una riqueza previa o con una ayuda económica solidaria, y en el
ámbito cultural equivale al contacto con una tradición, un patrimonio cultural precedente que
apoya y alimenta la creatividad permanente de cultura.
Tan dañina para la creatividad y la autonomía es una intervención excesiva desde fuera como un
aislamiento radical
Lo que habría que ver es cómo son estas interrelaciones entre cultura, economía y política y
cómo la cultura interactúa de una forma autónoma, o relativamente autónoma, en medio de
una relación de fuerzas locales y globales, económicas y políticas, simbólicas y productivas.
De la forma de entender este tipo de relaciones va a depender la animación social que
practiquemos: una animación sociocultural integradora, democratizadora, descendente,
expansiva y popularizadora de los bienes ya creados, o una animación sociocultural
democrática, innovadora, popular y creadora de nuevas dimensiones culturales. A esta
temática nos referiremos en el apartado dedicado a la dimensión social de la animación
cultural.
Ejes
La cultura
Otro de los ejes que conforman el concepto de animación sociocultural es el de cultura. El
tratamiento de la cultura, dentro del contexto de las prácticas de animación sociocultural, se
viene planteando de una forma muy ligada al tiempo de ocio que las sociedades modernas
comenzaron a generar en la segunda etapa de la revolución industrial y que siguen
generando cada día más, aunque de una forma muy desequilibrada. Por el hecho de que la
animación sociocultural como tal se desarrolla muy ligada al tiempo de ocio, al tiempo
voluntario y no forzado, no obligatorio, estamos obligados a hacer alguna reflexión en torno
al desarrollo de la cultura en su relación con la vivencia del tiempo.
Ocio y cultura
Si el tiempo de ocio es la madre del saber habría que pensar, continua diciendo, que la teoría
de que la ociosidad es la madre de todos los vicios no es más que una estrategia que los
grupos sociales más poderosos han ido utilizando a lo largo de la historia para legitimar la
imposición a los esclavos de continuar trabajando incluso después de haber producido lo
suficiente para su propia supervivencia. Ese excedente de trabajo, que los trabajadores
realizan sin necesitarlo para ellos, es lo que produce clases sociales ociosas. Para que esto
fuera posible, se necesitaba una construcción ideológica que permitiera a los esclavos
encontrar sentido a vivir más por el interés de sus amos que por el suyo propio. Ahí es
donde tendría su origen, a juicio de Bertand Russell, la falsa teoría de que la ociosidad es la
madre de todos los vicios.
El tiempo de ocio se considera una madriguera para la sabiduría
En realidad, el tiempo de ocio es como todo, depende del uso que se haga de él. Ha habido
gente ociosa que se ha degenerado en su tiempo libre. Pero esto no impide el reconocer que
la ociosidad, el tiempo lento, la experiencia rítmica de la vida, ha sido y sigue siendo la
madriguera y la cuna de la ciencia, de la cultura y de la civilización. Todo proyecto nace en
un tiempo de ocio y es necesario un tiempo lento, distanciado de las preocupaciones más
perentorias y de las urgencias más inmediatas, para poder dar y recrear constantemente el
sentido de la vida. Sólo los que han dispuesto de un tiempo de calma en su trabajo, saben
guardar distancia de las prisas inmediatas o poseen tiempo libre, han generado ciencia y
sabiduría. En este sentido se puede decir que el tiempo de ocio es una madriguera de
sabiduría. La escuela, que significa espacio de ocio, ha sido el contexto más privilegiado en el
que las distintas sociedades vienen posibilitando y transmitiendo la cultura de generación en
generación.
Las iglesias y los monasterios, otro gran espacio cultural, promovieron desde sus inicios una
organización del tiempo que favorecía la creación de cultura. Los benedictinos hicieron
famosa la distribución de las horas del día entre el trabajo, la oración, la cultura y el
descanso. Las fiestas populares, las noches tranquilas del invierno en torno al hogar y los
largos días de fiesta o inactivos, debido en muchas ocasiones a las inclemencias del tiempo,
fueron un lugar privilegiado en el origen de la cultura medieval popular.
Bertrand Russell se quejaba, cuando escribió el ensayo al que nos hemos referido, entre
1928 y 1935, de que con las nuevas tecnologías de trabajo y de producción no se hubiera
generado un brote de tiempo libre para todos y que todavía se insistiera en la necesidad de
jugar a la mala distribución del tiempo de ocio entre las clases populares. Ya en aquellos
tiempos decía que con las nuevas tecnologías de producción se podía producir mucho más y
para todos en mucho menos tiempo, lo que permitiría que todos los sectores sociales,
incluidos los trabajadores, pudieran disfrutar de mucho tiempo de ocio.
Las nuevas herramientas de producción permiten que se puedan reducir enormemente los
horarios laborales y que todo el mundo pueda disponer del ocio necesario. Sin embargo,
tanto las posibilidades reales de ocio como su empleo están siendo tratados con tantas
precauciones e intereses que imposibilitan convertir el ocio en generador de cultura.
A pesar de las posibilidades de ocio que existen en el mundo moderno, se sigue, sin
embargo, viviendo en una cultura del máximo agotamiento en el trabajo. De tal manera
es así que gran parte del tiempo libre que la tecnología genera se está reconvirtiendo, para
los parados, en tiempo de miseria, de angustia y destrucción psíquica, una vivencia del
tiempo antagónica con la creación de ideas y con la participación activa en proyectos
transformadores desde la cultura.
Para los trabajadores en activo, es tal el grado de competitividad y agotamiento que les
supone el tiempo de trabajo que a lo más que pueden aspirar la gran mayoría de ellos en su
tiempo de ocio es, en el mejor de los casos, a disfrutar pasivamente del patrimonio
cultural y a obtener una serie de placeres culturales servidos sin otra contrapartida que la de
pagar y consumir. Es posible que el trabajo siga produciendo tanto agotamiento que en el
tiempo de ocio lo único que apetezca sea mantener unas actitudes culturales pasivas y de
consumo que conduzcan más a la distracción que a la acción. Todavía el trabajador está
demasiado tiempo ocupado y activo en el trabajo productivo como para salir de él con ganas
de dedicar su tiempo de ocio a producir cultura, a generar proyectos, a crear arte, a escribir,
etc. Aunque el trabajador actual no se canse tanto físicamente como en épocas anteriores,
sigue haciendo un esfuerzo cerebral tan grande que el estrés le inhabilita para, al salir del
trabajo, poder trabajar con la mente.
Por esto mismo, el ocio de las clases trabajadoras está ligado y reducido, en el mejor de los
casos, a un tiempo de pasividad mental y cultural, a recibir acríticamente los productos
culturales de los otros, a consumir, en definitiva, el patrimonio de cultura dominante que le
llega del exterior. Se puede constatar que el consumo de productos culturales en las
sociedades actuales más desarrolladas es un fenómeno en alza. No podemos decir que asistir
a espectáculos, ver cine y televisión, escuchar lecciones y conferencias, hacer turismo
cultural, comprar libros, contemplar museos, etc. no sean pasos hacia adelante en la mejora
de la ocupación del tiempo, pero hay que reconocer que la actitud pasiva y receptora que
preside la mayoría de estas actividades impide alcanzar el grado de felicidad humana y de
desarrollo social que implica la necesaria participación creativa de todos los ciudadanos en
la cultura y desde la cultura.
En la actualidad, el tiempo de ocio supone disfrutar pasivamente del patrimonio cultural sin tiempo para
acciones creativas
Esta situación hay que tenerla en cuenta para constatar que lo que predomina y lo que mejor
arraiga en el ámbito de las acciones de la animación cultural es la dinámica de extensión
cultural frente a la de creación cultural, la metodología de animación jerarquizada y
descendente frente a la animación horizontal y dialógica, los movimientos de integración
frente a los movimientos de transformación y, en definitiva, las actitudes receptivas y
obedientes frente a las actitudes creativas, responsables y libres.
Otra circunstancia que está afectando al empleo del tiempo de ocio en su relación con la
cultura en la sociedad actual es la velocidad a la que se ha sometido el ritmo de vida. Un
signo de prestigio social en la sociedad actual es tener todo el tiempo superocupado. Se
considera como profesional de prestigio a aquel que tiene que mirar constantemente la
agenda para poder adquirir algún compromiso nuevo, porque la suele tener llena, Además
todo, en ese tiempo lleno, ha de sucederse a gran velocidad. Como dice Klaus Schawad,
fundador y presidente del Foro Económico Mundial, “estamos pasando de un mundo donde el
grande se come al pequeño a otro mundo en el que los rápidos se comen a los lentos”.
Carl Honoré, uno de los autores que más está cuestionando el culto a la velocidad, en su
libro sobre el elogio a la lentitud, convertido en un bestseller internacional, analiza una serie
de movimientos que ofrecen resistencia al uso de la velocidad por sistema. La razón de esta
resistencia la explica muy bien Javier Marías al considerar que la adición e incontinencia a
la velocidad diaria impide sistemáticamente que la gente pueda dedicarse a lo que se dedica.
Efectivamente, la velocidad nos impide protagonizar nuestra vida desde nosotros mismos y
desde nuestros proyectos culturales.
Desde el punto de vista cultural, la velocidad también nos envuelve. De la misma manera
que se nos vende envasada la comida rápida (hamburguesas, pizzas) o la salud rápida
(pastillas contra la glucemia, la hipertensión o el colesterol), se nos vende también envasada
la cultura rápida (paquetes de turismo cultural, aprendizaje de inglés en veinte días, etc.).
Los mismos profesionales tradicionales de creación de cultura, como los investigadores o
profesores universitarios, escriben cada vez más, como dice Javier Marías, para justificar
que investigan y publican a sabiendas de que sus escritos son más el fruto superficial y
chapucero de las prisas que una proyección creativa desde la serenidad distanciada y crítica
que permite el ritmo lento de la ociosidad.
Vivimos en contextos en los que se está volviendo cada vez más problemático poder
encontrar el sosiego, el silencio, el reposo y el ocio necesarios para poder intervenir
activamente en el ámbito de la cultura. Se está volviendo cada vez más difícil encontrar ocio
para poder hacer, silencio para poder hablar y capacidad de escucha para poder dialogar.
Por eso, en lugar de hacer actuamos, en lugar de hablar repetimos y en lugar de dialogar
nos retiramos.
Vivimos en contextos en los que es difícil encontrar el sosiego, el silencio, el reposo y el ocio necesarios
para poder intervenir activamente en el ámbito de la cultura
La relación, aunque desigual, entre la gran tradición y la pequeña tradición, ha sido una
constante de la historia. Sin embargo, no ha sido el movimiento de extensión cultural
unidireccional de arriba hacia abajo, sino la relación de mestizaje entre culturas y el
intercambio de respuestas posibles a las preguntas comunes lo que ha engrandecido la
cultura. Tan es así que muchos elementos de la cultura identificada como cultura de elite y
asociada actualmente a la gran tradición (ópera, cine, novela etc.) provienen de la
denominada cultura subalterna.
La animación sociocultural es una estrategia que invita al recuerdo del pequeño patrimonio popular
silenciado y a la participación en su mantenimiento y construcción
En este sentido estaríamos de acuerdo con Trilla para quien, aunque la animación
sociocultural supone una revalorización de la cultura popular frente a la cultura de elite,
aunque se polarice hacia la democracia cultural y no tanto hacia la democratización de la
cultura, aunque se presente como una alternativa de participación real y creativa a la mera
difusión, no creemos que sea conveniente establecer oposiciones tajantes y a veces
simplistas entre unas y otras (Trilla 1997. 17).
Tomamos la idea de Amin Maalouf, el autor del libro titulado Identidades asesinas, que
concibe la cultura y la identidad cultural no como un estado adquirido de una vez por todas
sino como un proceso dinámico que se construye a lo largo de toda la vida y con todas las
experiencias, no solamente con las experiencias adquiridas en los primeros años de la vida.
Amin Maalouf piensa que son muchas, distintas, distantes y plurales las pertenencias
culturales que vamos adquiriendo a lo largo del tiempo. Desde su experiencia de libanés
afincado en París, que habla dos lenguas, una heredada (el árabe) y otra elegida (el
francés), que además es un agnóstico pero con raíces religiosas en el cristianismo y
alimentadas en el suelo del Islam, se resiste a identificarse por una sola de sus múltiples
pertenencias, heredadas o elegidas. Cuando le preguntan qué es lo que se siente, libanés o
francés, él responde que ni una cosa ni otra pero tampoco reniega de ninguna de ellas. Su
identidad está hecha de muchas pertenencias, no de la suma de todas ellas sino de una
mezcla que él ha dosificado de una forma muy singular, tan singular que, con toda
seguridad, ninguna otra persona tenga su propia identidad. El no es libanés y sí lo es, no es
francés y sí lo es, no es cristiano y sí lo es, sí es agnóstico pero no lo es de la misma manera
que otros agnósticos. Toda esa cultura que le identifica es obra del tiempo que ha vivido.
Cuando el tiempo pasa tan deprisa por nosotros, impidiéndonos asimilar las experiencias que
nos proporciona, solemos sacrificar parte de lo que somos para poder caminar más deprisa.
Echamos fuera las pertenencias que más nos molestan de la misma manera que no
reconocemos los defectos y los errores, por miedo a que nos impidan ser los primeros. La
prisa, la no integración del tiempo sereno en nuestras vidas se convierten en enemigas de
una construcción intercultural integradora de muchas pertenencias invisibles.
Todo este tipo de reflexiones, de la mano de Maalouf, pueden servirnos para asomarnos a
la ventana de la dimensión intercultural de la cultura y a una concepción dinámica y móvil
de las identidades y de las culturas.
En la sociedad actual, la animación intercultural se hace cada vez más urgente. Fuente: elpais.com
Lo social
El tercer elemento a tener en cuenta en la animación sociocultural es el social, que hace
referencia habitualmente a acciones realizadas por colectivos que viven en sociedad, o
mejor, en pequeñas comunidades. Lo social en las prácticas de animación sociocultural hace
referencia siempre a una comunidad reducida. La animación sociocultural en este sentido
no se identifica con la política cultural de una gran región, de un país o de una gran ciudad.
La animación se asocia a tareas desarrolladas con los habitantes de un territorio pequeño,
sea un barrio, una ciudad, un municipio, una comunidad.
Lo social en las prácticas de animación sociocultural hace referencia siempre a una comunidad reducida
A veces esta dimensión social se utiliza como estrategia para el cambio individual y
subjetivo. Pero la particularidad que adquiere trabajar en el ámbito social o comunitario
desde la animación sociocultural es justamente un movimiento inverso: transformar la
actividad social desde la cultura de los sujetos. La cultura se convierte así en un medio de
transformación comunitaria y no sólo personal. Para ello se suelen plantear dos modelos de
animación social o dos tipos de mediaciones transformadoras de la comunidad: la mediación
de lo cultural y la mediación de la conciencia crítica y reflexiva de los sujetos.
La transformación social
Uno de los problemas de fondo que se viene planteando en el estudio de las relaciones entre
cultura y transformación social es el de delimitar hasta qué punto la cultura es un reflejo y
producto de las circunstancias sociales de la vida o es un agente transformador de la realidad
social. La pregunta que nos solemos hacer más a menudo es si la cultura produce nueva
realidad social o sencillamente lo que hace es reproducir la realidad ya existente; si la cultura
es una pura consecuencia de las circunstancias sociales o si, por el contrario, es una
agente transformador de esas circunstancias.
Humanismo materialista
Las tradicionales teorías sobre el humanismo materialista e idealista nos han sido
presentadas de una forma tan antagónica que ha sido difícil comprender una fecunda
interacción en ellas. Algunos de los representantes del humanismo materialista se quejan de
que por no comprender el verdadero sentido de su teoría se ha caído muy frecuentemente
en dos errores que son funestos para el desarrollo humano. Un primer error es el
economicismo o determinismo mecanicista, que se identifica con la sumisión de los sujetos
a las leyes del desarrollo económico y de la superestructura (cultura) a la infrastructura
(economía). Un segundo error es el voluntarismo, que desconoce las condiciones objetivas
mínimas necesarias en las que los sujetos (su creación ideológica y cultural) son capaces de
participar efectivamente en cualquier intervención de transformación social.
Lo que hay de fondo en este debate no es si el ser humano como sujeto interviene o no
interviene en la historia, algo que al parecer ninguno de los dos humanismos ha pretendido
poner en cuestión. Los materialistas, al creer en la lucha de clases, están de alguna
manera afirmando la necesaria intervención de los sujetos en la construcción de la historia.
Los idealistas dan sistemáticamente por supuesto que es desde la libertad y autonomía
más absoluta de los sujetos desde donde se transforma la realidad. Lo discutible es lo que
se entiende por sujeto activo y, en definitiva, por ser humano. Mientras el humanismo
idealista entiende al ser humano como una esencia con naturaleza propia e independiente de
sus circunstancias materiales, el humanismo materialista lo entiende como un ser histórico
entretejido en un proceso de muchos elementos y relaciones, particularmente de relaciones
productivas.
Para Althuser 1 , uno de los que más ha difundido el humanismo materialista, la historia es
un proceso sin sujetos esencialistas, naturalizados y separados del propio proceso histórico
en el que participan y al que quieren transformar. Según él, lo que determina en última
instancia una formación y transformación social no es el fantasma de la esencia humana, no
es el hombre entendido como un ser cosificado, naturalizado, desconectado e independiente
de su proceso histórico de hominización, sino un sujeto entendido como un ser dependiente
del nudo de relaciones productivas en el que se encuentre.
Los hombres, entendidos así, son sujetos activos en la historia pero no son sujetos que
empujan a la historia desde fuera. La historia no se transforma ni depende de su exclusiva
voluntad sino de otros muchos factores de tipo productivo. La historia no depende de sujetos
sino de motores. Los sujetos son considerados como una fuerza más que actuando en la
historia influyen en que ésta pueda tomar un rumbo u otro, pero la influencia de su acción es
fruto en última instancia de las relaciones de producción y en concreto del lugar que cada
uno de los sujetos ocupa en esa red de relaciones productivas.
Althuser quiso negar el concepto esencialista de sujeto como motor originario de la historia,
pero no la intervención real de los sujetos en la transformación de la realidad. Algo que
explicó con el tecnicismo de que las relaciones de producción determinan la transformación
social de la historia, pero sólo en última instancia. Esto ha degenerado en una gran confusión
que favoreció la idea del determinismo cultural y su dependencia de las relaciones de
producción.
Por aquellos mismos años, otros autores más directamente relacionados con los estudios
sociológicos de la educación, entre los que podemos citar a Bordieu, Passeron, etc.
abundaron en la misma idea del determinismo y difundieron la tesis de la reproducción
cultural según la cual ni los sujetos ni la cultura tienen capacidad de transformación social.
En este sentido es en el que se decía y justificaba que las instituciones culturales, sobre todo
las instituciones educativas, reproducían en los alumnos las relaciones sociales preexistentes.
La actividad educativa se comenzó a interpretar como una institución legitimadora del statu
quo más que como una instancia transformadora de la realidad.
Althuser reconoció más tarde la poca seriedad de sus trabajos y sus seguidores se fueron
desmarcando de sus análisis. Bordieu también autocuestionó su trabajo diciendo que su
libro sobre la reproducción fue escrito en el momento más estructuralista.
Humanismo idealista
Otras teorías que procedían del humanismo más idealista, promovieron el valor del sujeto,
de los símbolos e imaginarios colectivos y en general de la cultura por encima de todo. Se
pensaba incluso, desde este sector, que los sujetos eran el único origen posible de cualquier
cambio social. Para el humanismo idealista más tradicional, las doctrinas más extendidas
eran las de una teología dualista que interpretaba al ser humano como un sujeto
totalmente autónomo respecto a sus condicionantes materiales. La materia, el cuerpo, la
carne, el mundo eran más bien un peligro y una amenaza de la que había que liberarse que
una condición de posibilidad de ser humano.
Desde una perspectiva idealista más antropológica se consideraba que eran los sujetos
quienes, en nombre propio y bajo su exclusiva responsabilidad, debían erigirse en libres
protagonistas de la historia por encima de sus circunstancias históricas. En este contexto,
tuvo lugar el nacimiento de la UNESCO: “Puesto que las guerras nacen en la mente de los
hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz” se lee
en el acta de constitución. Era la fuerza del alma, la voluntad, el ánimo, la mente, los ideales
lo que deberían mover la historia.
Desde el humanismo idealista los sujetos son los únicos responsables de su historia por encima de las
circunstancias
En este contexto nace la animación, que en sus orígenes muchas veces se reducía
exclusivamente al ámbito cultural del ser humano, entendido como un ámbito independiente
de las interferencias con los otros ámbitos de la realidad (economía, política, etc.) La
animación educativa y cultural que se realizaba desde esta perspectiva no tenía mucho que
ver con una transformación real de las estructuras sociales y sí con el ámbito de las actitudes
individuales o de la cultura en su sentido más abstracto y desconectado de la vida de carne
y hueso.
La posterior doctrina de la animación sociocultural que pretendía un desarrollo integral de las
personas y una transformación social de la realidad, desde dentro de la realidad y no sólo
desde la buena voluntad, tuvo también que deshacerse de una antropología
excesivamente polarizada entre el alma y el cuerpo e integrar dentro de sus prácticas
una concepción del sujeto más compleja y una concepción de la cultura menos distraída de la
realidad. La evolución de la UNESCO como institución cultural dinamizadora de
transformaciones estructurales es en este sentido todo un síntoma muy revelador.
El humanismo idealista fue potenciado en gran parte, y desde otra perspectiva laica, por las
doctrinas de una postmodernidad que exaltaba la expresión del “yo” y cuestionaba cualquier
modelo comunitario por considerarlo comunitarista y homogeneizador. Para el
postmodernismo, lo realmente valioso en cultura y en educación era la creatividad, la
originalidad, el aprendizaje desde cero por encima de una educación basada en la
enseñanza, en la transmisión de un patrimonio y en la herencia de saberes. El culto a la
espontaneidad era preferible a la receptividad y a la escucha atenta. En definitiva se
cuestionaba, por alienante, cualquier norma superior al individuo y se sospechaba de
cualquier proyecto colectivo por considerarlo a priori un freno para la expansión libre de cada
individuo.
La animación sociocultural, como proyecto colectivo y social, tuvo que afrontar el desafío
que proponía la exaltación del “yo” y orientarse a generar procesos colectivos de
transformación. Dichos procesos no eran nada fáciles de sacar adelante en un contexto en el
que la reclusión a la intimidad y al individualismo eran considerados como la mejor
protección contra la invasión de los poderes sociales fácticos disfrazados de benefactores.
Cuarta vía
La relación entre estos diferentes paradigmas fue limando estas posturas y se fue generando
lentamente una cuarta vía en la que la animación sociocultural fue repensada de nuevo a
partir de los interrogantes que la vida real y cotidiana planteaba a los animadores
sociales y a las comunidades en desarrollo y que ni desde el materialismo, ni desde el
idealismo, ni desde el postmodernismo, obtenían una respuesta adecuada.
Se trata de paradigmas que permiten una nueva forma de acercarse a la realidad, de dejarse
cuestionar por ella, una nueva forma de formular las preguntas y de obtener respuestas, un
nuevo estilo de observar procesos y de desarrollarlos.
Definiciones
Las distintas combinaciones de los tres elementos anteriormente analizados y el distinto
énfasis que pueda obtener cada uno de ellos han dado lugar a un amplio número de
definiciones de las que solamente recogemos algunas. Para constatar la complejidad de
matices que se dan en la animación sociocultural ofrecemos un conjunto de definiciones
clasificadas por el énfasis que se da a cada uno de los tres elementos analizados
anteriormente.
Para consultar otras definiciones se puede acudir a libro de Ander Egg sobre metodología y
práctica de la animación sociocultural y al Cuaderno 2 de animación sociocultural. pp.18 en
www.asturactiva.com. Nuestro objetivo es que el lector pueda, a partir de estas definiciones
recrear su propia definición.
André Raillet
Animar es hacer participar a la población en el aumento de su
vitalidad; devolverle el alma, un espíritu de equipo, un
impulso, despertar el espíritu pionero en un clima de libertad…
(recogida por
es hacer que cada uno tome su destino en sus manos.
Ander Egg)
Documento
La animación es una forma de creatividad, de iniciativa y de
FONJEP (recogida
responsabilidad
por Ander Egg)
La actividad cultural
Existen definiciones que insisten en la extensión democratizadora de la cultura pero otras lo
hacen en la dimensión democrática y la capacidad de todas las personas para crear cultura.
La dimensión democratizadora postula la extensión cultural, es decir la popularización de
la cultura patrimonial y el consumo de cultura. La dimensión democrática introduce la
creación de cultura popular, la cultura como actividad transformadora. El voluntariado, el
planteamiento de lo lúdico y del tiempo libre aparece muy ligado a esta dimensión
cultural
Charpen
La animación sociocultural consiste esencialmente en ofrecer
posibilidades de cultura sobre el más amplio sector posible del
ciudadano
treau:
La dimensión social
La dimensión social aparece como el centro de la animación sociocultural desde varias
perspectivas. Existen definiciones que insisten en la animación sociocultural como función
armonizadora e integradora de las personas en los diferentes contextos sociales. Otras
definiciones enfatizan, en cambio, no tanto la integración de las personas en los contextos
sociales como en la transformación de los contextos sociales desde la cultura.
Ministerio de
La animación sociocultural intenta la toma de conciencia
Educación y
participativa y es creadora de las comunidades en proceso de
Cultura de
su propia organización y lucha.
Portugal
Funciones
Los objetivos funcionales que suelen presentarse en los distintos procesos de animación
sociocultural son los siguientes:
Entornos
ENTORNOS
Centros cívicos
Espacios escolares
Asociaciones
Ciudades
Centros culturales
pequeñas
Grupos profesionales de trabajo
Universidades Populares
Municipios
Grupos de edad
Universidades de Mayores
Barrios
Grupos religiosos, políticos o
sindicales
Bibliotecas
Teatros
Actividades
Metodologías y dinámicas
Difusión - creatividad
En realidad no hay creatividad cultural sin patrimonio cultural, como no hay utopía sin
memoria, ni futuro sin historia. La creación cultural no surge de la nada, necesita el
material de datos y de la información.
Metodologías y dinámicas
Descendente - ascendente
En el trasfondo de esta metodología se encuentra el debate existente sobre la definición y el
valor de la jerarquía en los procesos educativos. Se trata de marcar quien o qué está
arriba y quien o que está en el centro; quien o qué está abajo y quien o qué está en la
periferia. Además se trata de marcar que dirección adquiere la relación entre el arriba y
el abajo y entre el centro y la periferia.
La enseñanza El aprendizaje
La respuesta La pregunta
La memoria La experiencia
La teoría La práctica
Sin embargo estas posturas dualistas no suelen ser del todo correctas. Se dice que no hay
una mejor práctica que una buena teoría. Tampoco la experiencia y la enseñanza son
dinámicas irreconciliables en los procesos de aprendizaje. Es más, las dos se necesitan
mutuamente, porque no dejaría de ser un tanto paradójico privar del patrimonio cultural de
la humanidad, es decir de las respuestas obtenidas a largos siglos de preguntas, en nombre
de la creatividad y de dar prioridad a las preguntas propias.
Aunque una relación dialógica e interactiva entre estas dos tendencias sería la ideal, no
es sin embargo frecuente. Dependiendo de la insistencia que se da a un polo u otro se
pueden reconocer en la vida real dos tipos de metodologías alternativas caracterizadas
de la siguiente manera:
La programación
Ofrecemos solamente una simple guía que desde un punto de vista operativo puede
ayudar a hacer una buena programación. Bastaría con responderse a las preguntas
siguientes:
¿Qué se quiere
Invita a delimitar bien la dimensión de lo que se quiere
hacer?
¿Por qué se
Hay que justificar rigurosamente lo que se va a hacer
quiere hacer?
¿Para qué se
Se trata de establecer el fin al que se quiere llegar
quiere hacer?
¿Con quien se va
Establecer cuantos y quienes van a participar
a hacer?
Bibliografía
ANDER EGG (1983): Metodología de la animación sociocultural. Murcia:
Instituto de Ciencias Aplicadas.
BESNARD, P. (1998) Problemática de la animación sociocultural en DEVESSE,
M. y MIALARET, G.. La animación sociocultural. Barcelona: Oikos-Tau.
GRSOJEAN, E. Y INGBERG, H. (1980): Implicaciones de una animación
sociocultural en Animación sociocultural. Madrid: Ministerio de Cultura..
MOULINIER, P. (1973): Reflexión sur la formation des animateurs. E.E
Strasbourg.
PEREZ SERRANO, G. (1988): Modelos actuales de educación social.
Zaragoza: Diputación de Zaragoza.
QUINTANA CABANAS, J. M. (1993): Los ámbitos profesionales de la
animación. Madrid: Nancea.
TRILLA, J. (1997): Animación sociocultural.Teorías, programas y ámbitos.
Barcelona: Ariel.
UCAR, X. (1992): La animación sociocultural. Barcelona: CEAC.
Cuadernos de animación sociocultural http://www.asturiactiva.com/
Acerca del ocio, del tiempo libre y de la animación sociocultural
http://www.efdeportes.com/efd23/ocio.htm
Lo que queremos decir con todo esto es que la difusión de datos forma parte del proceso
creativo de información, la difusión de información forma parte del proceso creativo del
conocimiento, la difusión del conocimiento forma parte del proceso creativo de la cultura.
Este sencillo esquema podría sernos útil para comprender la complementariedad
necesaria que ha de existir entre difusión y creación cultural. Sin embargo puede ocurrir
-de hecho ocurre- que determinadas dinámicas de animación cultural dan tanta importancia
a la difusión y expansión del patrimonio cultural que minimizan su virtualidad creadora.
Otras en cambio acentúan tanto la creación cultural que la hacen imposible por falta de
información y de conocimientos. Las dos dinámicas son complementarias aunque a
veces se presenten de una forma tan disociada como se presenta en la tabla siguiente: