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Desintoxicación cerebral: El
descubrimiento de un nuevo sistema
corporal.
Por qué hablar sobre la desintoxicación cerebral.

El cerebro ocupa una posición jerárquica especial en el organismo. Está separado de la


circulación general por la barrera hematoencefálica, tiene un alto consumo de energía y una
baja capacidad de almacenamiento de la misma y por tanto explota al cuerpo para obtener
energía, utiliza solo sustratos específicos y en momentos de escasez es el órgano prioritario
a al hora de decidir a que órgano proporcionarle alimento.

Además puede registrar información de los órganos periféricos y controlarlos.

Hace casi 100 años, la patóloga Marie Krieger proporcionó la primera evidencia científica
de la posición central del cerebro en el metabolismo energético. Informó que en el estado
de inanición órganos como el corazón, el hígado y el riñón pierden aproximadamente el 40%
de su masa, mientras que la masa cerebral apenas cambió (menos del 2%).

En términos de sustrato energético, el cerebro consume el 60% de la glucosa corporal a


pesar de comprender sólo el 2% del peso corporal. Es decir, consume el 20% del metabolismo
basal en reposo.

Desde una perspectiva evolutiva (las estrategias creativas son la principal herramienta de
supervivencia del ser humano), de anatomofisiología comparativa (tenemos un coeficiente
de encefalización mucho más elevado que el de cualquier otro animal) como metabólico
(como hemos visto distribuimos el aporte energético a este órgano en primer lugar) el
cerebro es el órgano prioritario para nuestra fisiología.

Ahora bien, cuanto más alta es la actividad metabólica de un órgano más subproductos
“desperdicios” produce.

La eliminación de desperdicios es un problema básico que todos los órganos tienen que
resolver.

Para ello tenemos en general un sistema especializado de drenaje de los subproductos


generados por la actividad celular, el sistema linfático. Este sistema, se extiende por todo el
cuerpo, recoge los desechos del espacio extracelular y los vierte en la sangre para que sean
llevados a las vías de salida principales.

Si miras el sistema linfático (imagen abajo) hay algo que llama muchísimo la atención: ¡En el
cerebro no hay vasos linfáticos!

Pero esto no tiene mucho sentido, ¿no te parece?


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Siendo el cerebro el órgano como hemos visto de más actividad metabólica, también será el
que más desperdicios produce y puesto que es el órgano prioritario en jerarquía de
prioridades vitales debería tener una vía de eliminación eficiente, pero en cambio carece de
vasos linfáticos.

Es decir: el método utilizado por el resto del cuerpo para limpiar los desechos, no funciona en
el cerebro.

Ante esta evidencia, la pregunta de cómo el cuerpo drena sus desperdicios ha sido una
incógnita que muchos científicos de renombre no han podido resolver.

Por eso ha sido tan emocionante que gracias a dos estudios clave (estudio 1, estudio 2)
publicados de forma independiente en el año 2015 se demuestre que, al adentrarnos en el
cerebro, entre las neuronas y los vasos sanguíneos, estaba la solución al problema de la
limpieza de los residuos.

Algo verdaderamente inesperado, ingenioso, aún diría más hermoso.

El sistema Glinfático

Es bien conocido que el cerebro cuenta con esta gran reserva de fluido limpio y transparente
que lo envuelve llamado líquido cefalorraquídeo. Se sospechaba que los metabolitos y
toxinas resultantes de la actividad cerebral se vertían en este líquido y desde ahí al torrente
sanguíneo.

Estas sospechas fueron confirmadas por primera vez en 2012 en este estudio, que muestran
como el líquido cefalorraquídeo y el fluido extracelular (donde las células del sistema
nervioso central vierten sus deshechos) están en continuo intercambio.

Pero lo más brutal, y eso es lo que demuestran los estudios del 2015 que antes te he
nombrado, es que existe un sistema de tuberías especializado que organiza y facilita este
proceso de intercambio y esto es realmente novedoso.

Existe un espacio entre los vasos sanguíneos que penetran al cerebro y la barrera
hematonecefálica (compuesta de células glia) conocida como el espacio Virchow-Robin
(imagen abajo) y se ha descubierto que este espacio permite la circulación del líquido
cefalorraquídeo y cubre las funciones del sistema linfático. Es lo que se bautizó con el nombre
de sistema glinfático (combinación de células glia y sistema linfático)

Si lo piensas, usar de esta manera el exterior de los vasos sanguíneos es una solución brillante.
Puesto que el cerebro está encerrado en un cráneo rígido, lleno por completo de células,
sin espacio disponible para otro sistema de vasos como el linfático, la solución más efectiva
es aprovechar los propios vasos sanguíneos que descienden desde la superficie hasta llegara
cada una de las células del cerebro para que asuma la función y reemplace a un segundo
sistema de vasos, el linfático.
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Lo interesante es que no hay ningún otro órgano que asuma este enfoque para eliminar los
desechos de entre las células. Es una solución absolutamente única, así pues, también a nivel
détox, el cerebro es exclusivo.

El sistema Glinfático depende de que duermas

Si bien el sueño es esencial para todos los mamíferos, el sueño también es un estado
vulnerable, ya que la disminución del estado de alerta durante el sueño aumenta la
posibilidad de ser atacado por los depredadores.

Este compromiso en el estado de alerta frente al descanso sugiere que el sueño cumple una
función biológica fundamental.

Varios estudios indican que el sueño mejora la consolidación de la memoria, lo que podría
ser importante para la competencia entre especies (estudio 1, estudio 2). Sin embargo, la
necesidad biológica básica de dormir no está clara (estudio 3)

El metabolismo de la energía cerebral solo disminuye en un 25% durante el sueño, lo que


sugiere que el sueño no sirve simplemente para conservar la energía (estudio 4)

Pero a partir de la profundización en el conocimiento del sistema glinfático, se descubrió que


durante el sueño la actividad de este sistema mejora dramáticamente, mientras que su
función se suprime durante la vigilia.

Por lo tanto, probablemente una de las funciones principales del sueño parece que
es permitir la actividad del sistema de limpieza cerebral llevándose consigo los productos
de desecho y neurotóxicos producidos durante la vigilia. (Estudio 5)
Además, se ha descubierto que cuando se duerme, las células cerebrales parecen reducirse,
las células se exprimen, se “ordeñan”, abriendo espacios entre unas y otras para permitir que
el líquido pase libremente y así se eliminen los desperdicios.

Durante el día, el cerebro despierto y atareado pospone la eliminación de los desechos de


los espacios intercelulares, para más tarde cuando duerme y no está tan ocupado, pivotar
hacia la función de limpieza y sacar los desperdicios que se habían acumulado durante el día.

Más allá de los desechos celulares: Ambiente tóxico y


Neurotoxicidad

Actualmente solo en los Estados Unidos están siendo liberados 110 kg de químicos tóxicos
por persona al día. En China, el 70 por ciento de los lagos y ríos de todo el país están
contaminados. En tres cuartas partes de todos los países, los desechos industriales
simplemente se liberan en sus sistemas de agua.

De entre todos estos tóxicos, muchos tienen la capacidad de afectar a nuestro cerebro
generando neurotoxicidad.
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Los síntomas comunes pueden incluir problemas con:

• Memoria
• Concentración
• Aprendizaje
• Velocidad de procesamiento mental
• Sueño
• Pensamiento
• Lenguaje
• Ansiedad
• Depresión
• Confusión
• Cambios de personalidad
• Fatiga y entumecimiento de las manos y los pies.

Muchos tipos de trastornos del sistema nervioso pueden ser causados por neurotoxicidad,
incluidos numerosos trastornos neurológicos y psiquiátricos, así como la sensibilidad química
múltiple

En definitiva el ser humano con sus propias creaciones tóxicas puede que en poco tiempo se
convierta en la única especie capaz de envenenarse a sí misma.

La cuestión es ¿si todos estamos expuestos a la misma cantidad de toxinas, porqué


algunas personas generan más síntomas que otras?

Probablemente una de las respuestas sea porque las personas que tienen menos capacidad
de limpiar estas toxinas.

Es por ello que en este mundo tóxico, el conocimiento exhaustivo de como funcionan los
mecanismos de limpieza se hace aún más relevante.

El Alzheimer como ejemplo

Diversos estudios muestran que las placas beta amiloide, proteínas claves en el desarrollo
del Alzheimer, (estudio 1), interactúan con los desechos celulares y los tóxicos (estudio
2, estudio 3).

Cabe destacar que las placas beta amiloide, tienen funciones fisiológicas como por ejemplo
son rápidamente liberadas para proteger a las neuronas ante una infección por herpes
(estudio 4).

Pero en pacientes con la enfermedad de Alzheimer, estas placas se aglomeran y acumulan


en el espacio extracelular en lugar de eliminarse.

Actualmente se ha conseguido medir cuán rápido se elimina la placa beta amiloide cuando
se está despierto, versus cuando se duerme y se ha encontrado que, la eliminación es
extremadamente más rápida con el cerebro dormido (estudio 5, estudio 6).
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Resaltando la importancia del sistema glinfático sobre la neurofisiología corporal.

Los 7 pasos para apoyar la desintoxicación cerebral

Hasta ahora te he mostrado el papel prioritario que tiene el cerebro para nuestra fisiología.

También hemos revisado el descubrimiento de un nuevo sistema corporal. El sistema


glinfático que se encarga de recoger las toxinas liberadas por las células del sistema nervioso
y hemos aprendido que este sistema solo funciona mientras estás dormido.

Antes de detallarte los 7 pasos para una desintoxicación cerebral efectiva, debo hacer un
pequeño repaso a todo lo que ocurre cuando una toxina entra en una célula.

Ante una sustancia peligrosa, un veneno o un producto endógeno que el cuerpo quiera
eliminar, en general, lo que hacemos es preparar esa sustancia para que sea eliminada en un
proceso conocido con el nombre de biotransformación.

La biotransformación ocurre principalmente en dos fases que de forma original y creativa


decidieron llamarlas: fase 1 y fase 2.

• En la fase 1 en general se modifica la sustancia nociva para hacerla más soluble en


agua y de esta manera más fácilmente eliminable.

El problema es que, en muchos casos, el metabolito resultante de esta reacción se vuelve


más potente. Por ejemplo, muchas de las sustancias precancerosas se vuelven cancerígenas
al pasar por la reacción de fase 1.

• Es por ello que existe una fase 2 que tiene como objetivo añadir un grupo funcional
que envuelve al resultante de la fase 1 y, en lo posible, lo inactiva para que en el
camino hacia el exterior no nos dañe.

Digamos que en la fase 2 se crea el contenedor que aísla la basura peligrosa para que no nos
afecte.

• Una vez preparada la toxina es vertida en el espacio extracelular en lo que se conoce


como fase 3.

Desde aquí es recogida por el sistema linfático en el cuerpo y como hemos aprendido por el
sistema glinfático en el caso del cerebro.

Por último la toxina es vertida en la sangre y transportada a las vías de salida, principalmente
intestino e hígado.

La regulación de las fases 1, 2, 3 depende principalmente de la expresión de un gen conocido


como NRF2, de hecho, ¡este gen está involucrado en más de 200 procesos corporales
diferentes! (estudio). Es por ello que también en los procesos de desintoxicación cerebral la
estimulación de este gen será primordial.
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Veamos los 7 pasos para una desintoxicación cerebral efectiva.

1.Limita tu exposición a tóxicos cerebrales

El paso más importante. No es más limpio quien más limpia sino quien menos ensucia. Vive
en espacios libres de contaminantes o al menos visítalos, consume comida ecológica y en la
medida de lo posible filtra el agua que usas.

2.Cuida tu barrera hematoencefálica

Otra de las características propias del cerebro es que tiene una barrera que lo protege. La
barrera hematoencefálica (BHE). Cuando esta se ve afectada la posibilidad de que los toxicos
a los que estamos expuestos entren al cerebro es mayor. Aunque el abordaje sobre la BHE
requeriría extendernos demasiado las principales causas de afectación de BHE son: (estudio)

• Exceso de radicales libres (asegúrate de tener defensas antioxidantes intactas)


• Exceso de citoquinas proinflamatorias y/o matrix metaloproteasas (infección crónica
o inflamación de larga duración)
• Presencia de sustancias con capacidad de afectar a las uniones celulares de la BHE (
tight junctions). Principalmente metabolitos de la gliadina o una microbiota intestinal
alterada (estudio 1, estudio 2)

3. Respeta tus horas de sueño


Como hemos visto el sueño es el momento que el cerebro se reserva para desintoxicar. Así
que este paso es innegociable.

4. Hidrátate adecuadamente
La fluidez adecuada del sistema glinfático y linfático permitirá un transporte adecuado de
toxinas.

5. Mantén libres las vías de salida del tóxico


Asegúrate que tu micción y frecuencia intestinal es adecuada y haz actividad física para sudar
y permitir la salida de tóxicos.

6. Averigua si sufres un proceso inflamatorio no resuelto.


Otro gran tema. A parte de que una inflamación de larga duración puede afectar a la
permeabilidad de la BHE, la actividad crónica del sistema inmune bloquea la capacidad de
expresarse del gen NRF2.

7. Estimula el gen NRF2


Se ha demostrado que sustancias como los azufrados (Cebolla, ajo, puerro, vísceras de
animales, y sobretodo crucíferas) y los bioflavonoides: (Apio, hinojo, perejil, albahaca, romero,
tomillo, regaliz, canela, cúrcuma, jengibre, calabaza, zanahoria, calabacín y frutas de color
oscuro.) son potentes estimuladores de la expresión de NRF2 que permitirán procesar los
neurotóxicos de una manera adecuada. (Estudio)

Conclusión
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En este artículo hemos revisado el papel fundamental del cerebro en la fisiología del ser
humano y como estimular su sistema propio y genuino de desintoxicación.

Evitar la exposición masiva a tóxicos, consumir una alimentación variada y rica en


bioflavonoides y descansar adecuadamente son las claves para que este proceso se lleve a
cabo con normalidad.

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