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El Apocalipsis de Jesucristo

Título

A diferencia de la mayoría de los libros de la Biblia, Apocalipsis contiene su propio título: “El Apocalipsis de
Jesucristo” (Apo 1:1). “ Apocalipsis” (gr., apokalupsis) quiere decir “un descubrimiento”, “una revelación” o
“una apertura”. En el NT, esta palabra describe la revelación de verdad espiritual (Rom 16:25; Gál 1:12; Efe
1:17; Efe 3:3), la revelación de los hijos de Dios (Rom 8:19), la encarnación de Cristo (Luc 2:32), y su gloriosa
aparición en su segunda venida (2Ts 1:7; 1Pe 1:7). En todos sus usos, “revelación” se refiere a algo o alguien,
una vez escondido, volviéndose visible. Lo que este libro revela o descubre es a Jesucristo en gloria. Verdades
acerca de Él y de su victoria final, a las que el resto de las Escrituras simplemente hacen referencia, se
vuelven claramente visibles a través de revelación de Jesucristo (vea Temas históricos y teológicos). Esta
revelación le fue dada a Él por Dios el Padre, y fue comunicada al apóstol Juan por un ángel (Apo 1:1).

Autor y fecha

Cuatro veces el autor se identifica a sí mismo como Juan (Apo 1:1; Apo 1:4; Apo 1:9; Apo 22:8). La tradición
antigua lo identificó de manera unánime como Juan el apóstol, autor del cuarto Evangelio y tres epístolas.
Por ejemplo, testigos importantes del siglo segundo del hecho de que el apóstol Juan fue el autor incluyen a
Justino Mártir, Ireneo, Clemente de Alejandría, y Tertuliano. Muchos de los lectores originales del libro aún
estaban vivos durante la vida de Justino Mártir e Ireneo, ambos de los cuales sostuvieron a que un apóstol lo
había escrito.

Hay diferencias en estilo entre Apocalipsis y los otros escritos de Juan, pero son insignificantes y no excluyen
que el mismo hombre sea el autor de ambos. De hecho, hay algunos paralelos impactantes entre Apocalipsis
y las otras obras de Juan. Solo el Evangelio de Juan y Apocalipsis se refieren a Jesucristo como el Verbo (Apo
19:13; Jua 1:1). Apocalipsis (Apo 1:7) y el Evangelio de Juan (Jua 19:37) traducen Zac 12:10 de una manera
diferente de la Septuaginta, pero en acuerdo la una con la otra. Solo Apocalipsis y el Evangelio de Juan
describen a Jesús como el Cordero (Apo 5:6; Apo 5:8; Jua 1:29); ambas describen a Jesús como un testigo (cp.
Apo 1:5; Jua 5:31-32).

Apocalipsis fue escrito en la última década del primer siglo (ca. 94–96 d.C.), cerca del fin del reinado del
emperador Domiciano (81–96 d.C.). Aunque algunos lo fechan durante el reinado de Nerón (54–68 d.C.), sus
argumentos no son convincentes y están en conflicto con la posición de la iglesia primitiva. Escribiendo en el
segundo siglo, Ireneo declaró que Apocalipsis había sido escrito hacia el final del reinado de Domiciano.
Escritores que vivieron después tales como Clemente de Alejandría, Orígenes, Victorino (quien escribió uno
de los comentarios más antiguos de Apocalipsis), Eusebio, y Jerónimo afirmaron la fecha domiciana.

El declive espiritual de las siete iglesias (caps. Apo 2:1-29; Apo 3:1-22) también apoya la fecha tardía. Esas
iglesias eran fuertes y estaban espiritualmente sanas a mediados de los 60s, cuando Pablo ministró por
última vez en Asia Menor. El breve período de tiempo entre el ministerio de Pablo ahí y el final del reinado
de Nerón fue demasiado corto para que tal declive hubiera ocurrido. El período de tiempo más largo también
explica el surgimiento de la secta hereje conocida como los nicolaítas (Apo 2:6; Apo 2:15), quienes no son
mencionados en las cartas de Pablo, ni siquiera a una o más de estas mismas iglesias (Efesios). Finalmente,
fechando Apocalipsis durante el reinado de Nerón no da tiempo para que el ministerio de Juan en Asia
Menor alcance el punto en el que las autoridades habrían sentido la necesidad de exiliarlo.

Contexto histórico

Apocalipsis comienza con Juan, el último apóstol que sobrevivía y un hombre de edad, en exilio en la
pequeña isla estéril de Patmos, localizada en el Mar Egeo al suroeste de Éfeso. Las autoridades romanas lo
habían expulsado ahí debido a su predicación fiel del evangelio (Apo 1:9). Mientras estaba en Patmos, Juan
recibió una serie de visiones que establecieron la historia futura del mundo.

Cuando fue arrestado, Juan estaba en Éfeso, ministrando a la iglesia y en las ciudades circunvecinas.
Buscando fortalecer aquellas congregaciones, él ya no podía ministrar a ellas en persona y siguiendo el
mandato divino (Apo 1:11), Juan dirigió Apocalipsis a ellas (Apo 1:4). Las iglesias habían comenzado a sentir
los efectos de la persecución; por lo menos un hombre, probablemente un pastor, ya había sido martirizado
(Apo 2:13); y Juan mismo había sido exiliado. Pero la tormenta de la persecución estaba a punto de irrumpir
en furia total sobre las siete iglesias tan queridas para el corazón del apóstol (Apo 2:10). A esas iglesias,
Apocalipsis proveyó un mensaje de esperanza: Dios está en control soberano de todos los acontecimientos
de la historia humana y aunque frecuentemente el mal parece haber inundado todo y los hombres impíos
todopoderosos, su condenación definitiva es cierta. Cristo vendrá en gloria para juzgar y gobernar.

Temas históricos y teológicos

Debido a que es primordialmente profético, Apocalipsis contiene poco material histórico, fuera del que se
encuentra en los caps. Apo 1:1-20; Apo 2:1-29; Apo 3:1-22. Las siete iglesias a quienes las cartas fueron
dirigidas eran iglesias que existían en Asia Menor (Turquía moderna). Aparentemente, fueron seleccionadas
porque Juan había ministrado en ellas.

Apocalipsis es en primer lugar y sobre cualquier otra cosa una revelación de Jesucristo (Apo 1:1). El libro lo
muestra como el Hijo de Dios glorificado ministrando entre las iglesias (Apo 1:10 en adelante), como “el
testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra” (Apo 1:5), como “el Alfa y
la Omega, principio y fin” (Apo 1:8), como “el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apo 1:8),
como el Primero y el Último (Apo 1:11), como el Hijo del Hombre (Apo 1:13), como el que estaba muerto,
pero que ahora vive por los siglos de los siglos (Apo 1:18), como el Hijo de Dios (Apo 2:18), como el que es
Santo y Verdadero (Apo 3:7), como “el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios”
(Apo 3:14), como el León de la tribu de Judá (Apo 5:5), como el Cordero en el cielo, con autoridad para abrir
el título de propiedad de la tierra (Apo 6:1 en adelante), como el Cordero que está en el trono (Apo 7:17),
como el Mesías que reinará para siempre (Apo 11:15), como el Verbo de Dios (Apo 19:13), como el Rey de
reyes y Señor de señores majestuoso, regresando en esplendor glorioso para conquistar a sus enemigos (Apo
19:11 en adelante), y como “la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana” (Apo 22:16).

Muchos otros ricos temas teológicos encuentran expresión en Apocalipsis. La iglesia es advertida del pecado
y exhortada a la santidad. Los vívidos retratos de Juan de adoración en el cielo tanto exhortan como
instruyen a los creyentes. En pocos otros libros de la Biblia es el ministerio de los ángeles tan preeminente.
La contribución teológica primordial de Apocalipsis es a la escatología, esto es, la doctrina de las últimas
cosas. En él aprendemos acerca de: la organización política final del mundo; la última batalla de la historia
humana; la carrera y derrota definitiva del anticristo; el reino de 1.000 años de Cristo; las glorias del cielo y el
estado eterno; y el estado final de los impíos y los justos. Finalmente, solo Daniel es un rival de este libro al
declarar que Dios providencialmente gobierna sobre los reinos de los hombres y cumplirá sus propósitos
soberanos independientemente de oposición humana o demoníaca.

Retos de interpretación

Ningún otro libro del NT presenta retos de interpretación más serios y difíciles que Apocalipsis. Los retratos
vívidos del libro y el impactante simbolismo han producido cuatro enfoques de interpretación principales:

El enfoque preterista interpreta Apocalipsis como una descripción de los acontecimientos del primer siglo en
el Imperio Romano (vea Autor y fecha). Esta posición está en conflicto con la declaración frecuentemente
repetida del libro de ser profecía (Apo 1:3; Apo 22:7; Apo 22:10; Apo 22:18-19). Es imposible ver todos los
acontecimientos en Apocalipsis como si ya hubieran sido cumplidos. La segunda venida de Cristo, por
ejemplo, obviamente no se llevó a cabo en el primer siglo.

El enfoque historicista ve Apocalipsis como una perspectiva panorámica de la historia de la iglesia desde los
tiempos apostólicos hasta el presente, viendo en el simbolismo acontecimientos tales como las invasiones
bárbaras de Roma, el surgimiento de la Iglesia Católica Romana (como también diferentes Papas), el
surgimiento del Islam, y la Revolución Francesa. Este método de interpretación roba a Apocalipsis de
cualquier significado para aquellos a quienes fue escrito. También ignora los límites de tiempo que el libro
mismo coloca en los acontecimientos que están por cumplirse (cp. Apo 11:2; Apo 12:6; Apo 12:15; Apo 13:5).
El historicismo ha producido muchas interpretaciones diferentes y frecuentemente que están en conflicto, de
los acontecimientos históricos contenidos en Apocalipsis.
El enfoque idealista interpreta Apocalipsis como una muestra eterna de la lucha cósmica que existe entre las
fuerzas del bien y del mal. En esta posición, el libro no contiene ni referencias históricas, ni profecía
predictiva. Esta posición también ignora la naturaleza profética de Apocalipsis y, si es llevada a su conclusión
lógica, aísla al libro de cualquier relación con acontecimientos históricos. Apocalipsis entonces se convierte
solamente en una colección de historias diseñadas para enseñar verdad espiritual.

El enfoque futurista insiste en que los acontecimientos de los caps. Apo 6:1-17; Apo 7:1-17; Apo 8:1-13; Apo
9:1-21; Apo 10:1-11; Apo 11:1-19; Apo 12:1-17; Apo 13:1-18; Apo 14:1-20; Apo 15:1-8; Apo 16:1-21; Apo
17:1-18; Apo 18:1-24; Apo 19:1-21; Apo 20:1-15; Apo 21:1-27; Apo 22:1-21 aún son futuros, y que esos
capítulos literal y simbólicamente muestran a personas y acontecimientos reales que están por aparecer en
la escena mundial. Describe los acontecimientos que rodean a la segunda venida de Jesucristo (caps. Apo
6:1-17; Apo 7:1-17; Apo 8:1-13; Apo 9:1-21; Apo 10:1-11; Apo 11:1-19; Apo 12:1-17; Apo 13:1-18; Apo 14:1-
20; Apo 15:1-8; Apo 16:1-21; Apo 17:1-18; Apo 18:1-24; Apo 19:1-21), el milenio y el juicio final (cap. Apo
20:1-15), y el estado eterno (caps. Apo 21:1-27; Apo 22:1-21). Solo esta posición trata a Apocalipsis de
manera coherente con la declaración del libro mismo de ser profecía e interpreta el libro por el mismo
método gramático-histórico como los caps. Apo 1:1-20; Apo 2:1-29; Apo 3:1-22 y el resto de las Escrituras.

Bosquejo

I. Las cosas que has visto (Apo 1:1-20) A. El prólogo (Apo 1:1-8) B. La visión del Cristo glorificado (Apo 1:9-18)
C. La comisión del apóstol a escribir (Apo 1:19-20) II. Las cosas que son (Apo 2:1-29; Apo 3:1-22) A. La carta a
la iglesia en Éfeso (Apo 2:1-7) B. La carta a la iglesia en Esmirna (Apo 2:8-11) C. La carta a la iglesia en
Pérgamo (Apo 2:12-17) D. La carta a la iglesia en Tiatira (Apo 2:18-29) E. La carta a la iglesia en Sardis (Apo
3:1-6) F. La carta a la iglesia en Filadelfia (Apo 3:7-13) G. La carta a la iglesia en Laodicea (Apo 3:14-22) III. Las
cosas que han de ser después de estas (Apo 4:1-11; Apo 5:1-14; Apo 6:1-17; Apo 7:1-17; Apo 8:1-13; Apo 9:1-
21; Apo 10:1-11; Apo 11:1-19; Apo 12:1-17; Apo 13:1-18; Apo 14:1-20; Apo 15:1-8; Apo 16:1-21; Apo 17:1-18;
Apo 18:1-24; Apo 19:1-21; Apo 20:1-15; Apo 21:1-27; Apo 22:1-21) A. Adoración en el cielo (Apo 4:1-11; Apo
5:1-14) B. La gran tribulación (Apo 6:1-17; Apo 7:1-17; Apo 8:1-13; Apo 9:1-21; Apo 10:1-11; Apo 11:1-19;
Apo 12:1-17; Apo 13:1-18; Apo 14:1-20; Apo 15:1-8; Apo 16:1-21; Apo 17:1-18; Apo 18:1-24) C. El regreso del
Rey (Apo 19:1-21) D. El milenio (Apo 20:1-10) E. El juicio del gran trono blanco (Apo 20:11-15) F. El estado
eterno (Apo 21:1-27; Apo 22:1-21)

La revelación. La palabra griega de la que se deriva el término “ Apocalipsis” significa “descubrir” o “revelar”.
Si se refiere a una persona, significa que esa persona ha llegado a hacerse visible por completo (vea la
Introducción: Título; cp. Luc 2:30-32; Rom 8:19; 1Co 1:7; 1Pe 1:7). Jesucristo. Los Evangelios corren el velo
para que podamos ver a Cristo en la humillación de su primera venida. El Apocalipsis lo revela en su
exaltación final: 1) en gloria resplandeciente (vv. Apo 1:7-20); 2) sobre su Iglesia como su Señor (caps. Apo
2:1-29; Apo 3:1-22); 3) en su Segunda Venida, para librar la tierra de las garras de su usurpador (Satanás) y
establecer su reino (caps. Apo 4:1-11; Apo 5:1-14; Apo 6:1-17; Apo 7:1-17; Apo 8:1-13; Apo 9:1-21; Apo 10:1-
11; Apo 11:1-19; Apo 12:1-17; Apo 13:1-18; Apo 14:1-20; Apo 15:1-8; Apo 16:1-21; Apo 17:1-18; Apo 18:1-24;
Apo 19:1-21; Apo 20:1-15) y 4) al inaugurar con su resplandor el estado eterno (caps. Apo 21:1-27; Apo 22:1-
21). Los escritores del NT anticipan con gran expectación este corrimiento del velo (1Co 1:7; 2Ts 1:7; 1Pe
1:7). Dios le dio. Como recompensa por la sumisión y expiación perfectas de Cristo, el Padre le presentó la
gran revelación de su gloria futura (cp. Flp 2:5-11). Leer este libro es como si los lectores pudieran oír tras la
puerta mientras el Padre obsequia este libro a su Hijo. pronto. El significado básico de esta palabra (cp. Apo
2:5; Apo 2:16; Apo 3:11; Apo 11:14; Apo 22:12; 2Ti 4:9) subraya la inminencia del regreso de Cristo

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