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Fallo: Zoppi, María R. c/ Medicus S.A.

La demanda se negó a reincorporar a los actores luego de que pagaran las cuotas que
adeudaban por el término de 2 (dos) meses consecutivos, correspondientes noviembre y
diciembre de 2002.
Primera instancia evaluó la relación contractual que vinculó a las partes y las conductas
asumidas por ellas:
Como facultan los artículo 1203 y 1204 del Cod. Civil y 216 del Cod. De Comercio
mediante un pacto comisorio expreso en el contrato, la demandada puede resolver
el contrato. Sin embargo no lo hizo aplicando el procedimiento resolutorio previsto
en dicha legislación ya que no pudo probar la notificación fehaciente a la otra
parte sobre su voluntad de resolver el contrato.
Asimismo señala que la actitud de la demandada resulta abusiva y contraria a la
equidad en cuanto a que saldada la deuda en su totalidad fuera negada sin motivo
alguno la reincorporación solicitada por los accionantes en la misma fecha. Si bien el
respectivo reglamento dispone la facultad de rechazar según su voluntad la reafiliación,
la demandada no explicó los motivos de su decisión ante el planteo de la acción judicial,
basando su negativa tan solo en la facultad reglamentaria pactada, lesionando y
menoscabando derechos de los amparistas a acceder a la prestación de servicios
médicos.
Resalta lo dispuesto en el art. 1071 del Cod. Civil que establece que la ley no ampara el
ejercicio abusivo de derechos y el 1098 en cuanto a la interpretación contractual a la luz
del principio de la buena fe.
Primera instancia condena a Medicus S.A. a que mantenga el servicio de asistencia de
medicina prepaga según el plan que contrataran los accionantes, sentencia que fue
apelada por la demandada.

Segunda instancia comparte los fundamentos utilizados por el a quo.


Señala que la demandada solicita una apelación con argumentos inidóneos y con una
expresión de agravios insuficiente ya que no ataca frontalmente los verdaderos
argumentos del fallo.
La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil examina el contrato y sostiene que
configura típicamente contratos por adhesión y en caso de duda deben
interpretarse a favor del consumidor, ya que sus clausulas son impuestas por el
prestador del servicio en forma de plan o reglamento general frente a la cual la
única opción a cargo del adherente o afiliado es la de aceptar adherir a dicho
plan, monopólicamente impuesto con cláusulas predispuestas, o no aceptarlo
íntegramente.
Se confirma la sentencia apelada e impone las costas de alzada a la demandada vencida.
Fallo: Leone, Jorge Néstor c/ Maqueira, Jorge Sabino s/ cobro de sumas de
dinero.
El actor afirma haber realizado con el demandado un contrato de mutuo que por las
estrechas relaciones de amistad no fue instrumentado por escrito, presentando una serie
de e-mails intercambiados entre las partes que servirían como principio de prueba. El
actor pretende recibir la suma de dinero adeudada (U$S9.000) por el demandado
sosteniendo que ya le habían sido devueltos U$S1.000. También el demandado envió
ocho cheques de terceros por un valor total de $4.000 que fueron rechazados por
apartarse de los montos y plazos convenidos, sin estar, además, endosados por el
deudor.
Primera instancia consideró que el actor no logró acreditar la existencia del mutuo y
rechazó la pretensión. El actor apeló la sentencia
Segunda instancia se enfoca en la prueba referida a la existencia del contrato, lo que
observa como la situación controvertida del caso.
A pesar de que correspondientemente con el art. 2246 del Cod. Civil el contrato de
mutuo que supere el valor de $10.000 (diez mil pesos) debe ser probado por
instrumento público o privado de fecha cierta y en este caso la suma asciende a los
U$S10.000 (diez mil dólares), esta regla solo se aplica a las relaciones con terceros
pues entre las partes rigen los principios de los artículos 1191 y 1192 del Cód. Civil.
La Cámara destaca la fragilidad de la prueba aportada ya que aunque se presenten las
copias de los e-mails, no existe prueba acerca de la autenticidad de los atribuidos a
Maqueira. Si bien la empresa proveedora de servicios de internet del autor atribuye
veracidad a los correos enviados y recibidos por Leone, no puede aseverar lo mismo la
empresa del demandado, por faltarle un dato que no fue suministrado por el demandado.
Sin embargo el actor tenía otros medios para acreditar fehacientemente la autenticidad
de los correos y no los utilizó.
La doctrina bajo la cual se analiza el caso sostiene que “el documento electrónico
puede presentarse en juicio a los efectos de probar un contrato, siempre que emane
del adversario y haga verosímil el hecho litigioso; todo ello claro está, cuando el
cumulo de las restantes pruebas examinadas todas a la luz de la sana critica
procesal, determine que el juez le acuerde autenticidad.” Si bien el e-mail es una
figura novedosa que junto con otros instrumentos se encuentra obstaculizada por
la ausencia de firma, esto no impide que pueda considerárselo en los términos del
art. 1190, inc. 2º del Cod. Civil como “instrumento particular no firmado” a los
fines de acreditar la existencia de un contrato o bien como principio de prueba por
escrito en los términos del art. 1191 del mismo cuerpo legal.
Y esto es lo que no ha ocurrido en el caso y conduce a tener por no probado el contrato
que invoca el actor. El demandado negó desde un primer momento la autoría que
pretende atribuírsele y falta la debida autenticación de los mismos.
Aun pasando por alto estas formalidades el resto de las pruebas aportadas por el autor
no fueron concluyentes, incluso los cheques y un e-mail con referencia a los mismos fue
controvertido en base a que las fechas tanto del correo como de los cheques no hacían
presumible su conexión con el contrato, sin mencionar que Maqueira negó la entrega de
los mismos y el actor, sobre quien pesaba la carga de la prueba, nunca pudo probar que
fue el demandado quien se los entregó.
Por lo expuesto segunda instancia resolvió confirmar la sentencia apelada e imponer al
actor las costas de esa instancia.

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