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EL "CASTILLO INTERIOR",
UN LIBRO MÍSTICO
~= ::::; hombre. Todo hombre está estructu- dón dei alma", es la zona reservada para
::.::::; en lo hondo de sí mismo en un esca- ultimar el encuentro con lo divino. Diríase
de pliegues y repliegues que, o bien que es un símbolo de trazado varonil, posi-
desarrollan y vitalizan, o bien siguen ble trasunto del paisaje amurallado de Avila
- ::rtes y oscuros en el subsuelo de sí en que Teresa ha luchado por la vida.
-.- smo. Y, a la vez, todo hombre lo mismo
:_e ella abierto a la trascendencia, Pero en seguida queda contrapuntea- 43
. : cacionado a la relación con Dios. Desde do por un segundo símbolo secretamen-
::::a óptica de Teresa se entrevé el paisaje te femenino: el agua, las dos fuentes que
la humanidad poblado de castillos inte- fluyen por una serie "arcaduces", o
.- :;res, inseparables del paisaje invisible de brotan directamente dei "pilón interior" y
::. divinidad. lo dilatan. De nuevo se trata de simboli-
zar la vida de! hombre. ahora entrevista
Ahí el pensamiento fondo del libro. como hontanar de fecundidad, pero que
_as moradas en que se articula la his- depende mucho más de las venas secre-
:oria del alma de la autora. son una tas de la gracia divina. del dinamismo
:ie de paradigma, simple punto de referen- humano.
de lo que es o puede ser la historia del
alma de todo hombre. A condición de que A la mitad del libro sobreviene un ter-
'lO reniegue de su vocación primordial. cer esquema simbólico: la
metamorfosis del gusano
seda que se transforma en
Calidad literaria del Castillo mariposa y que simboliza los
dos extremos de la existencia
Estilísticamente, Teresa ha reacuñado la humana, pero acentuando la
consigna renacentista "escribo como etapa termina!, el indefinido e
hablo", en la de "hablo escribiendo". La ha inimaginable desenlace del
formulado en términos lapidarios: "iré vuelo de la mariposa, que se
hablando con ellas en lo que escribiré" sumerge en la llama divina para
(prólogo). A esa inicial toma de posiciones la culminación de la metamor-
se debe que el estilo coloquial teresiano fosis definitiva. Se evoca el mito
alcance en este libro las cotas altas, en del ave fénix, pasa por el
diálogo llano e ininterrumpido con las lec- fuego para renovar la vida.
toras.
Y por fin, Teresa como Juan
además, ha tenido el acierto de
de la Cruz, como todos los mís-
orquestar su exposición con una auténtica
ticos, como el autor del Cantar
sinfonía de símbolos. Baste recordarlos.
de los Cantares, recurre al sím-
En la base del libro, el símbolo arquitec- bolo esponsal. Precisamente
tónico del castillo. Fortaleza y militancia para documentar en el castillo
para la travesía de la vida. El castillo es sím- la dimensión de trascendencia.
bolo del hombre. Las moradas simbolizan En última instancia, la vida del
su interioridad. El recorrido de morada en hombre está avocada a entrar
morada es el proceso evolutivo y ascen- en la esfera de lo divino.
dente de la vida del hombre, expuesta al Llamada al "desposorio" con
riesgo de la involución, pero que no Dios, dirá Teresa. Ella alega su
sucumbe a ella. La morada postrera, "hon- propia experiencia. Hace una
vaga alusión a la experiencia de fray Juan de Teresa es una serie de cosas aparentemen-
la Cruz. Y deja abierto el símbolo a la te contradictorias. Por dentro, ella es casti-
experiencia del lector. llo y jardín. Es pilón de agua manantial y
fuego de ave fénix, es arca de la alianza y
No se trata de un mosaico de símbolos templo de Salomón. Esposa enamorada y
ornamentales, con función estética, de arti- mariposa volandera...
lugio literario. En la pluma de Teresa, ese
trenzado de símbolos obedece a reclamos Cierto, esos mismos símbolos, en todo
profundos. Ante todo, a la necesidad de o en parte. han sido recreados por la lite-
introducir en el libro una franja "cosas ratura moderna. Basta recordar El Castillo
inefables", reacias al vector expresivo las de F. Kafka, o su Metamorfosis, o El Proceso,
pobres palabras nuestro léxico profano. o La Madriguera. Símbolos reacuñados
Sus símbolos son "palabras mayores", por- desde la otra de la experiencia
tadoras un mensaje no hermé- humana no religiosa. Quizá no menos
tico sino abierto al lector dotado de expe- fundos que los de pero sí más
riencia religiosa profunda. Mensaje místico desolados, más desesperanzados, desarbo-
para lectores místicos. lados valores humanos definitivos, sin
que se perfile en el horizonte simbólico la
Y en segundo lugar. ese organigrama silueta de una nao capaz de llegar al puer-
símbolos responde a la presión de un to cargada de especias, aromas y res1nas
secreto resorte autobiográfico. La autora
preciosas ...
necesita reflejarse en lo que escribe, vertir
en esas páginas !a imagen auténtica de sí Precisamente por eso, el Castillo
misma. Y elía, la de los 62 años ~lo Interior de puede entreverarse en
al final del libro~ es como una "nao la enramada la literatura moderna con
entonces", que ha hecho una travesía un mensaJe esperanza, o como un
largo recorrido, y avanza ya por la embo- espejo en que el lector de hoy pueda con-
cadura puerto, "tan demasiado de car- templar la propia imagen de hombre en
gada" que corre el riesgo "ir a lo plenitud.
hondo" (7,3, 14). Por dentro, la nao de Tomás Álvarez