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“UDABOL”
Introducción
Con la frase “No son testigos. Son sospechosos”, pronunciada por la fiscal Linda
Fairstein, a los quince minutos del primer episodio, “Así nos ven”, retrata la
auténtica pesadilla que vivieron los cinco adolescentes protagonistas. Desde el
crimen hasta la puesta en libertad (2002) de “Los Cinco de Central Park”, cuando
el verdadero autor del crimen reconoció su culpabilidad y dio prueba testimonial,
dando a conocer detalles que evidencian la comisión del delito.
“Así nos ven” evidencia diversos vicios del sistema de justicia norteamericano y
así como la constante violación de derechos, tanto en el procedimiento y como a
lo largo del el proceso en el que se enjuicia y condena a estos cuatro jóvenes
afrodescendientes y un latino, por delitos que no cometieron.
Las acusaciones contra los cinco jóvenes se basaron casi exclusivamente en las
confesiones forzadas, grabadas en video por la policía, ya que el ADN no coincidía
con el hallado en la escena del crimen, ni en la víctima.
Pese a que la víctima del ataque testificó en ambos juicios, asegurando que no
recordaba nada desde el momento en que salió de su casa para trotar hasta que
despertó del coma en el hospital e incluso, ante la declaración de uno de los
expertos que aseguró que el ADN del semen encontrado en el lugar del crimen
correspondía a otra persona, la fiscalía presionó a las defensas para llegar a un
acuerdo, en el que los jóvenes debían reconocer su culpabilidad para
“beneficiarse” con una sentencia menor.
A partir del tercer episodio la serie sigue a cada uno de los cuatro personajes tras
el cumplimiento de su condena, en el sistema juvenil y la lucha personal de cada
uno de ellos para seguir adelante y llevar una vida lo más normal que fuera
posible. Antron McCray, Kevin Richardson, Yusef Salaam y Raymond Santana
salieron con libertad condicional; no obstante, volver a la vida como exconvicto
seria para nada fácil, pues las personas siempre los señalaban como violadores,
por lo que encontrar empleo era más poco probable.
El dolor, del abuso y la violencia sufrida durante trece años por Korey Wise, un
niño de 16 años, en una cárcel para adultos. Los trece años cumplidos de su
condena, apenas retratados en un capítulo de la serie, son difíciles de ver, no se
puede digerir que en el mundo exista tanta injusticia. Incriminado y condenado tan
solo por haber acompañado a su amigo durante la detención, estuvo muchas
veces al borde de la locura. Korey aferrado a su inocencia, aún en los peores
momentos no estaba dispuesto a declararse culpable en ninguna de las
posteriores audiencias para solicitar libertad condicional.
En el año 2002 Matías Reyes, un hombre con largo prontuario por casos de
violación y un asesinato, confesó ser el verdadero autor del crimen detallando a
las autoridades cómo realizó el ataque, aportando detalles que el público no
conocía, e insistió en que actuó solo. Su ADN coincidía en más del 99% con el
hallado sobre el cuerpo de la víctima y en un calcetín encontrado en la escena del
crimen.Esta confesión dio fin al infierno de Korey Wise, el último de los cinco que
quedaba en prisión. Fueron todos liberados de todos los cargos en 2002.
Quedando libres de todo cargo, tres de ellos 2003 Richardson, Santana y McCray
demandaron a la ciudad de Nueva York y llegaron a un acuerdo por más de $40
millones de dólares.
Conclusión
Un claro ejemplo en Bolivia es del caso del doctor Jhery Fernandez quien fue
liberado gracias a un milagro divino podría decirse, y gracias a la ayuda de un
ciudadano consciente que decidió grabar en una noche de copas el testimonio, del
proceder corrupto de una juez, que de la manera más sinvergüenza y a detalle
explicaba cómo aprisionó injustamente al doctor durante cuatro años, a sabiendas
de que las pruebas eran insuficientes, la evidencia no fue correctamente
manipulada y los testigos fueron obligados a testificar por presión de personajes
con alto poder político. Lamentablemente en nuestro país la injusticia no se
indemniza, ni se reparan los daños.
Una sociedad moderna debería ser incapaz de condenar a nadie en base de unas
acusaciones sin pruebas bien hiladas y armadas para que digan lo que se quiere
escuchar. Pero ahí teníamos a Trump -que por entonces solo era un empresario
inmobiliario en busca de atención-, aprovechando la tormenta para publicar
anuncios en la prensa en favor de la pena de muerte para los acusados.