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En las ciencias naturales puras, como la Física y la Química, se han conseguido los
mayores logros con el empleo del método experimental.
Podíamos llegar a esta conclusión observando el éxito que el experimento tiene en las
ciencias componentes de la Criminología. La Biología lo emplea, pero sin duda no con
tan buenos resultados como la Física y la Química. Menores son todavía los éxitos en
Psicología y Sociología, es decir, en ciencias que tratan aspectos más complejos y con
mayor injerencia de lo que no es puramente naturalístico. Si examinamos la esencia
del delito y consideramos al delincuente, llegaremos a afirmar con mayor fuerza las
dificultades: en el delito es imposible variar un sólo factor dejando inmutables los
demás; la variación en uno arrastra modificaciones en otros y en la estructura total de
la conducta, es decir, quedan inmediatamente comprometidos los supuestos en que se
basa el experimento.
Pero, como hace notar Taft, a veces se obtiene un cierto aislamiento de los factores en
grado cercano al que existe en el experimento. Tal sucede en el método que algunos
llaman terapéutico. Supongamos el caso de un menor cuyos delitos se deben
principalmente a causas hogareñas; lo colocamos en un hogar de buenas condiciones.
Si la corrección se produce, podremos aceptar que fue realmente el hogar la causa
troncal de la delincuencia; el tratamiento dará una prueba de ello y, al mismo tiempo,
se habrá aislado uno de los factores del delito. Pero aun entonces, se podrá afirmar
que no se ha variado un solo factor, el hogareño, sino muchos otros que se relacionan
con él.
Por tanto, en general, tendremos que limitarnos a analizar los hechos producidos y las
consecuencias de las medidas que se les aplican, pero sin provocarlos expresamente.