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EXTRACTOS DE CLASES DDHH

CLASE 6

Derecho a un remedio o recurso efectivo: el art. 25 del Pacto de San Jose de Costa Rica
(PSJCR) denominado Protección Judicial, establece que toda persona tiene derecho a un recurso
sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la
amparen contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la
Ley y las Convenciones Internacionales, aunque tales violaciones sean cometidas por personas que
actuaban en ejercicio de sus funciones oficiales o públicas. Los Estados se comprometen a
garantizar que la autoridad competente, ya sea judicial, administrativa o legislativa decida sobre los
derechos de toda persona que interponga un recurso, a desarrollar la posibilidad del recurso judicial
y a garantiar por parte de la autoridad competente el cumplimiento de las decisiones de que se haya
estimado procedente el recurso, es decir que las decisiones que se hayan tomado sean ejecutables,
que se puedan cumplir.
Aclaración: el recurso o remedio efectivo no coincide necesariamente con el sentido que se le debe
otorgar en el campo del derecho procesal, sino que es mucho más amplio, abarca más situaciones
tutelables.
El recurso o remedio efectivo es un derecho de naturaleza adjetiva (procesal) y autónoma,
que genera para los estados la obligación de crear los mecanismos para la protección de los
derechos tanto en el plano interno como en el de los tratados internacionales. La consagración de
este derecho está vinculada al principio de subsidiariedad del sistema internacional de los derechos
humanos; es decir que son suplementarios de los remedios nacionales.
La Convención Americana de los Derechos Humanos (CADH) en los art. 1 inc. 1° y 2,
atribuye las funciones de protección al derecho interno, son los Estados Nacionales los que tienen
la responsabilidad de adoptar todas las medidas que sean necesarias para asegurar a las personas el
derecho al recurso efectivo ante la instancia nacional para la protección de sus derechos y
libertades.
Caracteres del Recurso Efectivo:
– Ser rápido y sencillo
– Ser efectivo (vía idónea para la situación jurídica infringida)
– Ser accesibles a todas las personas
El Estado debe garantizar el acceso a la justicia de manera formal y real, para eso se
deben compensar y remover todos los factores de desigualdad real de ciertas personas o grupos
sociales, con base en el principio de igualdad y en la no discriminación. Los recursos deben ser
además accesibles para todas las personas. El derecho al remedio efectivo exige que estos sean
regulados de forma tal que los individuos tengan la certeza y la seguridad jurídica de las
condiciones de acceso.
En la práctica el derecho a un remedio efectivo incluye el derecho a exigir a las autoridades
la realización de una investigación judicial seria. Asimismo, para ser considerado idóneo debe
tutelar adecuadamente el derecho en cuestión. No se considera efectivo el recurso cuando su
aplicabilidad para un determinado derecho no está contemplada en forma cierta por la ley.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CrIDH) ha dicho que la existencia de un
recurso efectivo contra las violaciones de los derechos reconocidos por la Convención constituye
una violación de la misma por parte del Estado donde se da esta situación.
Debe advertirse además que este derecho puede ser violado por situaciones de hecho, no
solamente por situaciones de iure. La CrIDH dijo que el remedio efectivo constituye el derecho a
vivir en un estado de derecho, es el derecho a tener un ordenamiento jurídico, su alcance y
protección también se extiende a todo lo relativo al debido proceso legal.
El derecho al remedio efectivo es un derecho autónomo: su delegación constituye por si
misma, una violación al derecho internacional de los derechos humanos, con independencia del que
el peticionario tenga o no razón sobre el fondo de la cuestión o pretensión.
La forma más común de derecho al remedio efectivo está dada por la acción de amparo, y
en el caso de la libertad ambulatoria o el agravamiento de las condiciones de detención, por el
habeas corpus.
CLASE 7

Igualdad y Derecho a la No Discriminación: el art. 1° de la Carta de las Naciones Unidas


(CNU) dice que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Sin
embargo en el plano real, la igualdad entre los seres humanos no existe; en todo caso se trata de
una construcción filosófica que sirve de base para la formación de sistemas políticos, sociales y
fundamentalmente económicos, orientados hacia la justicia y la dignidad.
La igualdad aparece como una exigencia ética dentro de la sociedad, como un deber ser
cuyo contenido está íntimamente entrelazado con el concepto de justicia. No nacemos iguales, sino
que llegamos a ser iguales como miembros de un grupo, por la fuerza de nuestra decisión de
concedernos mutuamente derechos iguales.
Norberto Bobbio: “La regla de justicia es aquella según la cual se deben tratar a los
iguales de igual modo y a los desiguales de modo desigual”.
La primera expresión de la igualdad, es la igualdad política, es decir la igualdad ante la Ley,
es aquella que se ve en la fórmula empleada por el constituyente de 1853 en el art. 16, y obliga al
Estado a garantizar que las normas jurídicas se apliquen de igual manera a todas las personas y la
forma de llevar a cabo esa igualdad ante la ley es a partir de otro principio fundamental que es el de
la no discriminación.
El concepto general de No Discriminación ha sido incluído en casi todos los instrumentos
internacionales de protección de los Derechos Humanos, ya sea en forma autónoma (referido a
todas las situaciones fácticas y jurídicas posibles) o de forma subordinada (haciendo referencia a
las obligaciones que el Estado parte de un determinado tratado debe garantizar en relación al
mismo).
Los art. 24 del Pacto de San Jose de Costa Rica (PSJCR) y 26 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) establecen en términos similares que todas las personas son
iguales ante la Ley y en consecuencia tienen derechos sin discriminación a igual protección de la
ley.
En los arts. 1.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH) y 2 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) los Estados partes se comprometen a
respetar y a garantizar a toda persona sujeta a su jurisdicción los derechos y libertades reconocidos,
sin discriminación alguna por ninguna razón (sexo, raza, religión, condición económica, etc.).
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CrIDH) se refirió por primera vez al
derecho de igualdad ante la ley y a la prohibición de discriminación en la Opinión Consultiva N°4
del año 1984, donde sentó las bases del contenido y de los alcances de este derecho.
Los conceptos de No Discriminación -art. 1.1 de la CADH- y de Igualdad ante la Ley -art.
24 de la CADH son dos caras de una misma institución. La igualdad es la cara positiva de la No
Discriminación y la No Discriminación es la cara negativa de la Igualdad. Sin embargo, más allá de
complementarse mutuamente, son dos derechos autónomos, ambos son indispensables para la
protección de los DDHH.
El principio de Igualdad ante la Ley contenido en el art. 24 del PSJCR prohibe toda
discriminación de origen legal, es decir, incita a la ley o derivada de su interpretación por parte de
los estamentos estatales. Por su parte la Prohibición de Discriminación prevista en el art. 1.1 de la
CADH se refiera a la obligación del Estado a respetar los derechos reconocidos y a no discriminar
a las personas en el goce de los mismos.
El Comité de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (CDHONU)
definió la Discriminación como toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que se base
en determinados motivos, como ser sexo, raza, religión, origen social, posición económica, etc.
que tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio
en condiciones de igualdad de los DDHH y de las libertades fundamentales de todas las
personas.
Las nociones de Igualdad y de Dignidad esencial de las personas resultan incompatibles con
toda situación de privilegio concebida a un grupo por considerarlo superior, o inversamente, tratar
con hostilidad a un grupo por considerarlo inferior. Sin embargo, no todo tratamiento jurídico
diferente es propiamente discriminatorio, porque no toda distinción de trato puede
considerarse en si misma ofensiva de la dignidad humana. La Corte Europea de Derechos
Humanos (CrEDH) dice que existe discriminación no sólo cuando se hacen distinciones
injustificadas, sino también cuando el Estado omite realizar positivamente aquellas distinciones
que era razonable realizar para asegurar el respeto debido a los DDHH. Es decir, que no solo existe
una obligación negativa de no discriminar, sino además una obligación positiva de adecuación de
desigualdades de hecho para proteger a los más débiles y vulnerables.
El principio de igualdad requiere que los Estados tomen acciones o medidas de acción
afirmativa, para disminuir o eliminar condiciones que puedan causar o favorecer la discriminación
prohibida por el derecho internacional de los DDHH. Un ejemplo de este tipo de medidas es el
cupo o cuota de participación política (cupo electoral) que asegura un porcentaje mínimo de
representación en el Estado para grupos que históricamente por su situación particular carecen de
una adecuada participación política. Estas medidas deben usarse sólo cuando realmente sean
necesarias, y por lo tanto deberían tener siempre naturaleza provisional. Estas medidas son
especialemente importantes cuando el Estado tiene posición de garante, como por ejemplo en
relación a las personas privadas de su libertad, a las mujeres, a los niños, a las minorías protegidas,
a los pueblos indígenas, a los refugiados, etc. Estos grupos gozan de una protección especial del
derecho internacional de los DDHH, son los llamados derechos diferenciales en función del
grupo.
El principio de igualdad y de no discriminación es de ius cogens. El ius cogens forma parte
del derecho internacional imperativo e inderogable, en cuanto es aplicable a todo Estado sea o no
parte de un determinado tratado internacional. En cumplimiento de esta obligación los Estados
deben abstenerse de ralizar acciones que vayan dirigidas directa o indirectamente a crear
situaciones de discriminación, ya sean fácticas o de iure.
Un caso paradigmático examinado por la CIDH fue el de “María Eugenia Morales de
Sierra vs. Guatemala”, en el cual se consideraron violatorias de la igualdad ante la ley y por lo
tanto de la prohibición de discriminación, una serie de artículos del Código Guatemalteco, en los
que se le negaba a la víctima (mujer) derechos que le reconocían a los hombres casados, había un
trato desigual desde el punto de vista jurídico y discriminatorio por el sólo hecho de la condición
de mujer o género de la denunciante.
De acuerdo con los criterios de la CIDH una distinción es legítima mientras no atente contra
la justicia, la razón o la naturaleza de las cosas. Tres criterios o condiciones deben confluir de
manera simultánea para considerar que un trato diferenciado es legítimo: razonabilidad,
proporcionalidad y la adecuación.
La No Discriminación significa la igualdad ante la ley, pero esto no impide o no obsta a
un trato diferenciado siempre y cuando esa diferencia sea razonable, objetiva y persiga un fin
legítimo.
Para que haya discriminación el criterio de distinción debe encontrarse dentro de los
criterios prohibidos, contenidos en las cláusulas de no discriminación. La diferenciación de trato
debe producir el resultado de anular o menoscabar la igualdad, no interesa si el propósito fue de
discriminar o si dicho resultado resultó imprevisto.
La diferenciación de trato puede ser legítima cuando:
– Es aplicado de manera objetiva (ej. entre personas mayores y menores de edad)
– Que obedezca a una justificación razonable
– Que mantenga cierta proporcionalidad
– Que persiga un propósito legítimo
La carga de la prueba va a recaer siempre en el Estado que ha llevado a cabo el trato
diferenciado, nunca la carga de la prueba debe ser soportado por el supuesto discriminado.
Muchas veces no basta el tratamiento igualitario para vencer los efectos de la
discriminación en nuestra sociedad, por eso el Estado debe emprender acciones afirmativas, que
son aquellas tendientes a superar la desigualdad de facto que persiste a pesar de la existencia de
una igualdad jurídica o de iure. Esto se logra a través de medidas especiales, tratando de igual
forma a quienes se encuentran en situaciones comparables, y de forma diferente a quienes se
encuentran en situaciones diversas.
Para que este tratamiento diferente no sea discriminatorio, es necesario que se cumpla con los
siguientes requisitos:
– Que el fin de la medida sea el aceleramiento de la igualdad de facto
– Que la medida tenga un carácter temporal o transitorio
– Que la medida cese en cuanto se consiguió el objetivo por el cual fue establecida
– Que la aplicación de la medida no resulte en el mantenimiento de derechos o estándares desiguales o
separados.
CLASE 8

Derechos económicos, sociales y culturales (DESC): se los llama con frecuencia en el


mundo jurídico “Derechos Humanos de Segunda Generación”. Esta denominación tiene su origen
en la evolución histórica de los DDHH, en el campo del derecho positivo; la distinción obedece a
razones históricas y no a diferencias de naturaleza jurídica de los derechos. Los DESC no tienen
menor rango que los Derechos Civiles y Políticos, también llamados “Derechos Humanos de
Primera Generación”.
Todos los DDHH son universales, indivisibles e interdependientes y están
estrechamente relacionados entre sí.
Los Derechos Civiles y Políticos y los DESC se complementan mutuamente y constituyen
un todo que tiene como base la dignidad de la persona humana. Esto se hace evidente cuando
observamos situaciones de extrema pobreza. Por eso la CIDH ha dicho que la extrema pobreza es
la denegación de todos los DDHH, y el ejemplo más ilustrativo del vínculo indivisible que une los
distintos DDHH.
La pobreza extrema puede afectar incluso la institucionalidad democrática, tornando
ilusorio tanto la participación ciudadana, el acceso a la justicia y el disfrute de los DDHH en
general, incluyendo los Derechos Civiles y Políticos.
Una característica importante de los DESC que comparte con los Derechos Civiles y
Políticos es que son bidimensionales: tienen una dimensión individual y otra colectiva. Esto lo
reconoció la CrIDH en el caso “Cinco Pensionistas vs. Perú”, y es precisamente esa dimensión
individual de los DESC lo que los hace justiciables, por lo que a la hora de evaluar su
cumplimiento, deben tomarse en cuenta ambas dimensiones, porque sería insuficiente considerar
una de ellas.
Algunos DESC comparten en cuanto al tipo y naturaleza de las obligaciones que generan
para los Estados -y por ende también el alcance de la responsabilidad estatal- las mismas
características que los derechos de Primera Generación (Civiles y Políticos). Sin embargo, en la
mayoría de los casos, el Estado para satisfacer efectivamente los derechos sociales depende de la
disponibilidad de recursos con que cuente.
Más allá de esto, existe la obligación del Estado de asegurar niveles mínimos esenciales de
cada derecho, es decir, el goce más amplio posible de los derechos relevantes. Los Estados deben
comprometer hasta el máximo los recursos disponibles, tomando en cuenta su grado de desarrollo,
a fin de lograr progresivamente la plena efectividad de los DESC.
Se dice que los DESC se diferencian estructuralmente de los derechos Civiles y Políticos,
porque siempre serían derechos costosos, y derechos positivos prestacionales, mientras que los
derechos Civiles y Políticos, serían derechos baratos y de tutela sencilla, que sólo generarían
obligaciones negativas o de abstención. Pero ni los Derechos Civiles y Políticos pueden
caracterizarse sólo como derechos negativos o de abstención, ni los DESC actúan siempre
como derechos positivos o de prestación.
Una de las características más importantes de los DESC es que generan para los poderes
públicos la obligación negativa de no regresividad -o prohibición de regresividad-. La supuesta
distinción no es tan tajante como pretende la tradición clásica. Todos los derechos civiles, políticos
y sociales tienen un costo, y prescriben obligaciones tanto negativas como positivas.
Se dice que los DESC serían derechos vagos o indeterminados porque emplean en general
este tipo de fórmulas (vivienda digna, más alto nivel de salud, etc.); que dirían muy poco acerca del
contenido así como de las obligaciones que entrañan para el Estado. En realidad todos los derechos
presentan ciertas zonas de penumbras, pero también un núcleo de certeza, del cual pueden extraerse
contenidos y deberes básicos para los poderes públicos.
Por último, se suele afirmar que los DESC son derechos específicos de dimensión colectiva;
ésto no es así, en el plano teórico tanto los Derechos Civiles y Políticos como los DESC son
bidimensionales: protegen bienes o derechos jurídicos tanto individualizables como colectivos.
Todos los DDHH se presentan como complejos, en parte positivos, en parte negativos, en
parte costosos, en parte no costosos, en parte individuales y en parte colectivos, en parte
universales y en parte específicos. Ninguno de estos problemas atañe exclusivamente a los DESC,
sino que afecta a la dimensión prestacional, redistributiva y onerosa de todos los DDHH, inclusive
los Derechos Civiles y Políticos.
Para determinar el alcance de la responsabilidad del Estado debemos acudir al principio de
progresividad o de desarrollo progresivo contenido en el art. 26 de la CADH, en el art. 1° del
Protocolo de San Salvador (PSS) y en el art. 2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (PIDESC). Este concepto significa que el reconocimiento de la plena
efectividad o realización de los DESC no puede ser realizado de un día para otro, es decir, no
pueden ser concretados en períodos cortos de tiempo.
El Comité DESC de la ONU (CDESCONU) ha dicho en este sentido en la observación
general N°3 que la obligación del Estado derivada del principio de desarrollo progresivo
impone una obligación de resultado, para otros autores en cambio se trataría de una obligación de
medio o de comportamiento del Estado. Para el CDESCONU, es de resultado, y consiste en
garantizar niveles mínimos de los derechos y de tomar todas las medidas concretas para la
satisfacción de los DESC en un tiempo racionalmente o razonablemente tan corto como sea
posible.
Este principio de progresividad exige que a medida que mejora el nivel de desarrollo de un
Estado mejore el compromiso de garantizar los DESC. Es importante advertir que para que
efectivamente se de un desarrollo progresivo no basta simplemente con el crecimiento de la riqueza
del Estado, sino que es necesario que esta nueva riqueza sea distribuida adecuada y
equitativamente.
El art. 2 del PIDESC y el art. 1° del PSS establecen que los Estados partes se comprometen
a adoptar las medidas necesarias especialmente económicas y técnicas hasta el máximo de los
recursos disponibles y tomando en cuenta su nivel de desarrollo para lograr progresivamente la
plena efectividad de los derechos reconocidos.
La noción de progresividad abarca dos sentidos complementarios:
1) El reconocimiento de que la satisfacción plena de los DESC supone una cierta gradualidad;
esto implica que la satistacción en general de los DESC no puede lograrse en un período
corto de tiempo.
2) Supone el progreso consistente en la obligación estatal de mejorar las codiciones de goce y
ejercicio de los DESC.
El principio de desarrollo positivo o de desarrollo progresivo constituye una obligación
prestacional, pero tiene una contracara negativa, que es la obligación de no regresividad
injustificada o de prohibición de regresividad. Este principio obliga a los poderes públicos a no
adoptar medidas y políticas que empeoren sin justificación razonable y proporcionada la situación
de los DESC que gozaba la población una vez adoptado el tratado respectivo. Es decir, no dar un
paso atrás en materia de DESC. Esta prohibición no sólo se fundamenta en que una regresividad
injustificada es incompatible con la obligación de desarrollo progresivo, sino también con el hecho
de que los DESC también pueden llegar a convertirse en derechos adquiridos.
La prohibición de regresividad constituye una garantía de mantenimiento de los DESD. En
caso de reformas en ciertas políticas sociales, el Estado debe probar que el programa que propone
redunda en una mayor protección de los DESC consagrados en la Constitución o los Tratados de
DDHH o sirven para una atención prioritaria de los grupos más vulnerables. En este sentido es
frecuente el uso de estándares que permiten medir precisamente la razonabilidad y la
proporcionalidad de un plan, programa o política pública, prima facie regresivos. Estos
criterios o estándares incluyen:
– La legitimidad de la medida (que los fines no sean inconstitucionales)
– La idoneidad de la medida (la medida debe ser adecuada y congruente para proteger
los fines previstos)
– La necesidad de la medida (que la medida sea imprescindible)
– Que no haya alternativas menos gravosas para los derechos afectados
– La proporcionalidad de la medida (que la medida sea equilibrada por derivarse de ella
más ventajas o beneficios para el interés general).
La prueba de que una Ley regresiva determina una presunción de inconstitucionalidad o
invalidez transfiere al Estado la carga de argumentar la racionalidad de la legislación propuesta. En
general en todo el derecho internacional de los DDHH hay una inversión de la carga de la prueba.
Debe ser el Juez el que empleando el criterio de escrutinio estricto, en el caso de duda, deberá
inclinarse por la inconstitucionalidad de la medida.
Por otra parte y sobre la misma materia, el CDHONU sostuvo que la obligación de los
Estados de prohibir la discriminación y de proteger contra ella a las personas en forma igual y
efectiva, resulta también aplicable a los DESC. Asimismo no debemos perder nunca de vista que
los DESC son también plenamente justiciables. El derecho a no ser discriminado es una forma de
judicializar los DESC. En consecuencia el derecho al recurso o al remedio efectivo también rige
para la protección de los DESC.
En el orden interno, en general, la acción de amparo servirá para la defensa de los DESC,
sin perjuicio de otros mecanismos de protección de los DDHH, el tratado rector en materia de los
DESC es el PIDESC, respecto del cual el CDESCONU realiza la función de vigilancia y monitoreo
del cumplimiento que los Estados partes hacen del mismo. En este sentido el CDESCONU emite
observaciones generales con un número equivalente en general al DESC respectivo.
A partir del año 2013 existe el Protocolo Facultativo N°1 que implementa todo un sistema
de denuncias individuales que fue incorporado a la legislación interna de la Repúbica Argentina por
Ley 26.663.
Son de aplicación especial, según el caso, la Convención de la Organización de Naciones
Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN), la Convención Internacional sobre la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación Racial (CIEFDR), la Convención sobre la eliminación de todas
las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDM – CEDAW en inglés) y la Convención sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD).
En el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos el instrumento
principal en materia de DESC está dado por el Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en materia de DESC, conocido también como Protocolo de San
Salvador (PSS) de 1998. Además de este último podemos encontrar en el marco del Sistema
Interamericano distintas disposiciones relativas a los DESC en el Preámbulo de la Convención
Americana sobre los DDHH y especialmente en el art. 26 de esa convención, que hace referencia
explícita al principio de desarrollo progresivo. También encontramos normativa sobre la cuestión
en la Carta de la OEA, específicamente en los arts. 33 y 34.
Aclaración: el Protocolo de San Salvador (PSS) en el caso de afectaciones a los derechos de
sindicalización de los trabajadores y el derecho de educación, habilita el sistema de peticiones
individuales para casos contenciosos que establece la CADH.
Para tener una visión global del catálogo de derechos, que de acuerdo a los principales
instrumentos internacionales, se consideran DESC, podríamos enunciarlos de la siguiente manera
(nómina no exhaustiva ni taxativa):
– El derecho al trabajo y las condiciones justas, equitativas y satisfactorias de trabajo
– Derechos sindicales (derecho de huelga, etc)
– Derecho a la seguridad social
– Derecho a la salud (que incluye el derecho al agua potable, por ejemplo)
– Derecho al medio ambiente sano
– Derecho a la alimentación y a la vestimenta adecuada
– Derecho a la educación
– Derecho a la vivienda digna
– Derecho a los beneficios de la cultura
– Derecho a un nivel de vida adecuado
– Derecho a la libre determinación de los pueblos
No hay un sistema político o económico exclusivo para la satisfacción de los DESC,
cualquier sistema puede ser apropiado para hacer efectivos este tipo de DDHH, siempre que sea
respetuoso de toda la normativa internacional sobre nuestra materia.

CLASE 9

Debido Proceso Legal: la CADH en su art. 8 y el PIDCP en su art. 14 consagran el derecho


al Debido Proceso Legal. Es el conjunto de condiciones que deben cumplirse para asegurar la
adecuada defensa de aquellos cuyos derechos u obligaciones están bajo consideración judicial.
Aclaración: los postulados generales relativos al debido proceso penal se extienden por analogía a
todo tipo de procesos. Esto implica que estas reglas deben respetarse necesariamente en todo tipo
de instancia procesal e incluso extrajudicial, ya sea de naturaleza administrativa, civil, laboral, etc.
Debemos advertir que, aunque el art. 8 de la CADH se denomina “Garantías Judiciales”,
en realidad estas se encuentran consagradas en el art. 25 de la convención, entendiéndose las
garantías judiciales como el derecho a la protección judicial que hace alusión a los medios
legales para proteger, asegurar o hacer valer la titularidad o el ejercicio de un derecho, como
por ejemplo son la acción de amparo, la acción de hábeas corpus o el hábeas data.
El art. 8 de la CADH debería llamarse en realidad “Derecho al Debido Proceso” o “Derecho
al Proceso Regular”, o sencillamente “Garantías Procesales” como las denomina la CrIDH.
El Pacto de San José de Costa Rica (PSJCR) consagra el derecho de toda persona a ser oída,
no sólo en el caso de una acusación penal formulada contra ella, sino también en todo
procedimiento encaminado a la determinación de sus derechos u obligaciones de orden civil,
laboral, administrativo o de cualquier otro carácter. Ello importa para el Estado la obligación de
establecer órganos y procedimientos adecuados, y de proveer a las personas de los medios para
acceder a dichas instancias.
La CrIDH ha señalado reiteradamente acerca de la necesidad de interpretar el artículo 8 de
manera amplia. Debe entenderse que no sólo el acusado sino también la víctima o sus familiares
tienen derecho a ser oídos y actuar en sus respectivos procesos.
El Derecho Internacional de los DDHH ha creado todo un marco jurídico para asegurar el
pleno ejercicio del derecho a la justicia a las víctimas de las violaciones de los DDHH. Esta es una
consecuencia lógica del deber del Estado de prevenir, investigar, sancionar y reparar todas las
violaciones a los DDHH que puedan cometerse en su territorio, con independencia que esas
violaciones sean cometidas por particulares o por agentes estatales.
Se ha escuchado decir muchas veces que “los DDHH solo se preocupan por defender a
delincuentes o criminales”. Esta crítica, algunas veces tienen su origen en la ignorancia de las
personas, pero la mayoría de las veces no es inocente, sino que tiene como trasfondo la acción
ideológica de factores o grupos de poder autoritarios y de matriz antidemocrática e interesados por
los general en legitimar y hasta justificar graves violaciones a los DDHH, como podrían ser los
casos de gatillo fácil o torturas por parte de agentes de las agencias estatales.
El caso “Genie Lacayo vs. Nicaragua” es emblemático dentro de la jurisprudencia de la
CrIDH para sentar que el derecho al debido proceso se debe analizar también desde la perspectiva
del derecho de los familiares o de las víctimas a obtener justicia.
En el caso “Bulacio vs. Argentina” del año 2003, fue el primer caso en el que se expidió la
Corte con el retorno de la democracia, se dijo que el derecho a la tutela judicial efectiva exige que
los jueces que dirigen el proceso eviten dilaciones y entorpecimientos indebidos que conduzcan a
la impunidad frustrando así la debida protección judicial de los DDHH.
Es muy importante recalcar que la CrIDH ha entendido que los principios generales del
debido proceso legal no pueden suspenderse ni siquiera en situaciones institucionales de excepción,
como podría ser el estado de sitio. Esto porque constituyen condiciones necesarias para que los
instrumentos procesales regulador por la Convención puedan considerarse como garantias
judiciales útiles.
Los Postulados o Principios que deben satisfacerse para respetar el Debido Proceso
según el art. 8 de la CADH y el art. 14 del PIDCP tenemos:
1) Plazo razonable o derecho a la pronta justicia. La CrIDH siguiendo en esta materia a la
CrEDH ha dicho que se deben tener en cuenta tres elementos para deteminar la razonabilidad
del plazo dentro del cual se desarrolla el proceso: 1) la complejidad del caso; 2) la conducta
procesal del imputado y 3) la actividad procesal de las autoridades judiciales. Es decir, que en
cada caso donde se plantea la posible violación del derecho a ser juzgado dentro de un plazo
razonable, la CrIDH examina cada uno de estos tres factores mencionados. Además la CrIDH
emplea lo que se llama el análisis global del procedimiento que es un criterio conforme al cual se
analiza el proceso como un todo, es decir, como un conjunto. En el caso de personas detenidas con
prisión preventiva se debe considerar como primer acto del procedimiento para la apreciación de la
razonabilidad del plazo la aprehensión del imputado. Y en los casos en los que no se ha aplicado
esta medida de coerción personal cautelar, pero está en curso un proceso, el plazo debe contarse
desde el momento en que la autoridad judicial toma conocimiento del caso. En Argentina, tanto a
nivel federal como provincial las leyes establecen plazos maximos de duración del proceso penal,
en general lo fijan en dos años prorroglables excepcionalmente en causas de objetiva complejidad
y de difícil investigación, por un lapso más que también ordinariamente en la mayoría de las
legislaciones locales, está establecido en un año como máximo. Sin embargo este plazo debe ser
fatal y perentorio cuando el imputado se haya privado de su libertad en forma preventiva, y eso es
lo que en consonancia con los instrumentos internacionales de DDHH establecen las normas del
derecho interno.
Sin embargo la jurisprudencia de nuestros tribunales incluída en esto la Corte Suprema de
Justicia de la Nación han sido habitualmente bastante reacios a respetar los términos expresos
establecidos por las leyes, aludiendo que la duración razonable del proceso penal no debe
computarse en días, meses o años, sino según los criterios evaluados por la CrIDH y la CrEDH, los
que antes hiciera referencia.
2) Juez o Tribunal Competente: significa que cualquier autoridad pública, sea administrativa,
legislativa o judicial, que ejerza funciones de carácter materialmente jurisdiccional, tiene la
obligación de dictar sus resoluciones respetando todas las garantías del proceso legal en los
términos del art. 8 de la CADH. La competencia de cada autoridad debe estar fijada por ley previa,
es decir, con anterioridad al hecho. Ese juez o tribunal además de competente, debe ser natural,
es decir, debe ser el adecuado para juzgar determinadas causas, por ejemplo: un tribunal militar no
podría juzgar las conductas de los civiles. Además debe ser imparcial. Esa imparcialidad debe
entenderse como la ausencia de prejuicios o preferencias en contra o a favor de cualquiera de las
partes. En el célebre caso “Herrera Ulloa vs. Costa Rica” la CrIDH siguiendo los criterios de la
corte europea señaló que la imparcialidad tiene un aspecto subjetivo, es decir la ausencia de
prejuicios personales del juez. El juez debe además ofrecer garantías suficientes para que no haya
duda legítima al respecto. En este sentido hasta las apariencias son importantes para inspirar tanto
la confianza de las partes como de la sociedad en general.
3) Independencia Judicial: El presupuesto esencial para que pueda haber imparcialidad objetiva
está representado por la independencia judicial, que no es otra cosa que la facultad de los jueces de
decidir libremente sin injerencias, presiones o compromisos de ningún tipo. Pero debe quedar bien
en claro, que los requisitos de independencia e imparcialidad no sólo deben ser respetados por los
jueces en sentido estricto, es decir por los funcionarios miembros del Poder Judicial, sino también
por todas aquellas autoridades públicas que tengan que decidir en un proceso en el que se
encuentran en juego derechos u obligaciones de las personas. Por ejemplo: sumarios
administrativos o procesos ante el Poder Legislativo como podrían ser un desafuero o un juicio
político.
Los mecanismos procesales para hacer valer esta garantía están dados en general por los
institutos de la excusación o la recusación.

CLASE 10

4) Publicidad de la Justicia: Los procesos, especialmente lo penales, deben ser públicos, sólo
excepcionalmente deben ser confidenciales, cuando existan causas justificadas para ello. Pero esto
debe ser demostrado por el Estado, lo que significa que es la autoridad pública quien debe
demostrar que la restricción de publicidad era necesaria para preservar los intereses de justicia
como dice el art. 8 del PSJCR. En el caso “Cantos vs. Argentina”, la CrIDH dijo que el art. 8 inc.
1° de la Convención consagra el derecho de acceso a la justicia. Este es un derecho fundamental
que se desprende conjuntamente del derecho al debido proceso y del derecho a la protección
judicial. En virtud de este derecho los Estados no deben interponer trabas en las personas que
acudan a los jueces o tribunales, en busca de que sus derechos sean determinados o protegidos. Por
ejemplo: las tasas, fianzas, gravámenes que se impongan en la administración de justicia, a veces
pueden convertirse en verdaderos impedimentos materiales para acceso a la misma.
En razón de la importancia que revisten además, el derecho internacional de los DDHH
reconoce para los acusados en procesos penales, garantías o derechos adicionales. Para
determinar si un procesado tiene derecho a este sistema de garantías reforzadas, no sólo debe
tenerse en cuenta la existencia de la jurisdicción penal y la naturaleza de la falta cometida, sino
fundamentalmente el grado y la severidad de la pena. Como regla general las penas privativas de la
libertad deben ser consideradas como de naturaleza penal. Estos derechos deben ser respetados a
todos los acusados sin importar el delito del cual se les acuse, o que tan culpables parezcan.
Es importante resaltar que estar garantías no sólo rigen en las etapas judiciales de los
procesos penales, sino en todas las etapas inluídas las investigativas, es decir que también se tienen
que respetar en procedimientos o actuaciones previas o concomitantes a los procesos judiciales,
cuando su inobservancia puede derivarse en un perjuicio a la situación jurídica de las personas.
El Derecho Internacional de los DDHH consagra los siguientes derechos para los
acusados:
1) La presunción de inocencia (art. 8 inc. 2° de la CADH establece que toda persona inculpada de
un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad). El CDHONU dijo que ninguna culpabilidad puede ser presumida hasta que el cargo
haya sido probado más allá de toda duda razonable, es decir, haya sido probado en grado de
certeza. El CDHONU sostuvo que la presunción de inocencia implica el derecho a ser tratado de
acuerdo a este principio. Por su parte la CrIDH en el caso “Ricardo Canese vs. Paraguay” que el
derecho a la presunción de inocencia es un elemento esencial para la realización efectiva del
derecho de defensa y acompaña al acusado durante toda la tramitación del proceso, hasta que una
sentencia condenatoria que determine su culpabilidad quede firme. Este derecho significa además
que el imputado no debe demostrar que no ha cometido el delito que se le atribuye, ya que la carga
probatoria o el onus probandi corresponde a quien lo acusa.
2) Derecho a la Libertad Personal: El respeto a la presunción de inocencia resulta de vital
importancia cuando se impone al imputado la medida de coerción personal de la prisión
preventiva. La CrIDH dijo en el caso “Suárez Rosero vs. Ecuador” que de lo dispuesto en el art.
8 inc. 2° de la Convención surge la obligación del Estado de no restringir la libertad del detenido
más allá de los límites absolutamente necesarios para asegurar que no eludirá la acción de la
justicia ni obstaculizará las investigaciones.
Este concepto está expresado en múltiples instrumentos de los DDHH, como es el caso del
PIDCP que en su art. 9 dispone que la prisión preventiva a las personas que hayan de ser juzgadas
no debe ser la regla general, por el contrario, la prisión preventiva siempre debe tener carácter
excepcional porque se halla limitada por el derecho de presunción de inocencia y debe estar
siempre también enmarcada dentro de la necesidad, proporcionalidad y proviosionalidad de la
medida. La prisión preventiva no puede convertirse en un sustituto de la pena privativa de la
libertad ni cumplir los fines de la misma. No debe olvidarse que tiene la naturaleza cautelar y no
punitiva. Se aplica por razones de peligrosidad o riesgo procesal y no por peligrosidad criminal,
motivo por el cual siempre debe ser provisional, lo que implica que debe hacerse cesar de
inmediato ni bien han desaparecido las causales por la cuales fuera dictada, que no pueden ser otras
que el peligro de fuga del imputado o el entorpecimiento de las investigaciones. Siempre que esos
riesgos o peligros procesales no puedan neutralizarse de otra manera menos gravosa para las
personas y los derechos de los imputados.
El uso judicial de la prisión preventiva es altamente preocupante en nuestro país porque a
diario observamos cómo se abusa de esta herramienta procesal en una clara violación a los DDHH
y más concretamente a los Derechos a la Presunción de inocencia y a la Libertad Personal.
Según estudios empíricos en nuestro país se recurre como regla al encarcelamiento cautelar
de personas inocentes como si se tratara de una verdadera pena anticipada, muchas veces
acompañada de todo un show mediático con lo cual la persona antes de ser juzgada ya fue
condenada por la prensa destruyendo también no solamente las garantías de presunción de
inocencia y el derecho a la libertad personal, sino también su honra y su dignidad personal. Las
estadísticas revelan además la existencia, magnitud y gravedad del problema del abuso del
encarcelamiento preventivo y exponen las enormes tasas de presos sin condenas en nuestras
cárceles y comisarías. El drama del abuso de la prisión preventiva resulta agravado por las pésimas
e inhumandas condiciones materiales en las que se cumple la detención de las personas que como
ya sabemos aún no han sido juzgadas y gozan por ende de la presunción de inocencia.

Derechos y Garantias del detenido:


– Trato digno o humano
– Información
– Notificación
– Libertad provisional (si corresponde)
– Principio de legalidad (extraactividad de la ley penal más benigna, retroactividad de la ley penal más benigna,
ultraactividad de la ley penal más benigna)
– Debido proceso (juez natural, derecho a ser oído, duración razonable del proceso, publicidad del proceso,
prohibición del doble juzgamiento -non bis in idem-)
– Derecho de defensa (asistencia de un traductor; información del hecho; inmunidad de la declaración; defensa
técnica; autodefensa; comunicación entre imputado y defensor; preparación de la defensa; producción de pruebas y
recursos)
– Estado de inocencia
– In dubio pro reo
– Prohibicion de obligar al imputado a declarar en contra de si mismo
CASOS EJEMPLO

“María Eugenia Morales de Sierra vs. Guatemala”


Descripción:
Petición de derogación de diversas cláusulas discriminatorias en contra de las mujeres, contenidas en
el régimen jurídico del matrimonio de Guatemala. Durante el trámite del caso, y como consecuencia
directa del mismo, el Código Civil guatemalteco fue reformulado, alterándose parcialmente algunas de
sus disposiciones y otorgando de esta manera el derecho a las mujeres guatemaltecas a trabajar sin
necesidad de permiso explícito de sus esposos.
Palabras Claves:
Derechos de las mujeres ; Derechos económicos, sociales y culturales ; Derechos laborales
Derechos violados
Convención
Violación de derechos consagrados en los artículos 1(1), 2, 17 y 24
Americana:

“Cinco Pensionistas vs. Perú”


Descripción: El caso se refiere a la responsabilidad internacional debido a la modificación en
el régimen de pensiones que Carlos Torres Benvenuto, Javier Mujica Ruiz-
Huidobro, Guillermo Álvarez Hernández, Reymert Bartra Vásquez y
Maximiliano Gamarra Ferreyra venían disfrutando conforme a la legislación
peruana hasta 1992, así como por el incumplimiento de las sentencias de la
Corte Suprema de Justicia y del Tribunal Constitucional del Perú que ordenaron
al Estado realizar determinados pagos a su favor.
Palabras Claves: Derechos económicos, sociales y culturales, Garantías judiciales y procesales,
Propiedad privada, Protección judicial, Seguridad social
Derechos violados
Convención Artículo 1 (Obligación de respetar los derechos.) , Artículo 2 (Deber de adoptar
Americana: disposiciones de derecho interno) , Artículo 21 (Derecho a la propiedad
privada) , Artículo 25 (Protección Judicial) , Artículo 26 (Desarrollo
progresivo) , Artículo 8 (Garantías Judiciales)
Otro(s) tratado(s) Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en
interamericano(s) Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ("Protocolo de San
Salvador")

“Genie Lacayo vs. Nicaragua”


Descripción: El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado por las
deficiencias en la investigación de la muerte de Jean Paul Genie Lacayo, así
como a la falta de sanción a los responsables.
Palabras Claves: Garantías judiciales y procesales, Igualdad ante la ley, Protección judicial
Derechos violados
Convención Artículo 1 (Obligación de respetar los derechos.) , Artículo 2 (Deber de adoptar
Americana: disposiciones de derecho interno) , Artículo 24 (Igualdad ante la ley) , Artículo
25 (Protección Judicial) , Artículo 8 (Garantías Judiciales)
Otros Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Instrumentos: Libertades Fundamentales (Convención Europea de Derechos Humanos) –
Consejo de Europa
“Bulacio vs. Argentina”
Descripción: El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado por la detención
arbitraria y posterior muerte del joven Walter David Bulacio. Asimismo, la
falta de investigación, dilación indebida y sanción de los responsables de los
hechos.
Palabras Claves: Derecho a la integridad personal, Derecho a la vida, Derechos de los niños y
las niñas, Garantías judiciales, Libertad personal, Protección judicial,
Responsabilidad internacional del Estado
Derechos violados
Convención Artículo 1 (Obligación de respetar los derechos.) , Artículo 19 (Derecho de
Americana: niño) , Artículo 2 (Deber de adoptar disposiciones de derecho interno) ,
Artículo 25 (Protección Judicial) , Artículo 4 (Derecho a la vida) , Artículo 5
(Derecho a la Integridad Personal) , Artículo 7 (Derecho a la libertad
personal) , Artículo 8 (Garantías Judiciales)

“Herrera Ulloa vs. Costa Rica”


Descripción: El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado por la
imposición de una condena por difamación en perjuicio de Mauricio Herrera
Ulloa y la falta de un recurso adecuado y efectivo para cuestionar dicha
medida.
Palabras Claves: Garantías judiciales y procesales, Libertad de pensamiento y expresión,
Protección judicial
Derechos violados
Convención Artículo 1 (Obligación de respetar los derechos.) , Artículo 13 (Libertad de
Americana: pensamiento y expresión) , Artículo 2 (Deber de adoptar disposiciones de
derecho interno) , Artículo 25 (Protección Judicial) , Artículo 8 (Garantías
Judiciales)
Otro(s) tratado(s)
Carta Democrática Interamericana
interamericano(s)
Otros
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados – Naciones Unidas
Instrumentos:

“Cantos vs. Argentina”


Descripción: El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado por la
denegación de justicia a José María Cantos por parte de las autoridades
argentinas, quienes se abstuvieron de reparar de manera efectiva los graves
perjuicios que le fueran ocasionados por agentes del Estado.
Palabras Claves: Garantías judiciales y procesales, Propiedad privada, Protección judicial
Derechos violados
Convención Artículo 1 (Obligación de respetar los derechos.) , Artículo 2 (Deber de
Americana: adoptar disposiciones de derecho interno) , Artículo 21 (Derecho a la
propiedad privada) , Artículo 25 (Protección Judicial) , Artículo 8 (Garantías
Judiciales)
Otro(s) tratado(s)
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
interamericano(s)
Otros Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados – Naciones Unidas,
Instrumentos: Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales (Convención Europea de Derechos Humanos) –
Consejo de Europa

“Ricardo Canese vs. Paraguay”


Descripción: El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado por la condena
en un proceso de difamación y calumnia, y las restricciones para salir del país
impuestas en perjuicio Ricardo Nicolás Canese Krivoshein.
Palabras Claves: Garantías judiciales y procesales, Libertad de circulación y residencia,
Libertad de pensamiento y expresión, Principio de legalidad y de
retroactividad
Derechos violados
Convención Artículo 1 (Obligación de respetar los derechos.) , Artículo 13 (Libertad de
Americana: pensamiento y expresión) , Artículo 2 (Deber de adoptar disposiciones de
derecho interno) , Artículo 22 ( Derecho de circulación y de residencia) ,
Artículo 8 (Garantías Judiciales) , Artículo 9 (Principio de legalidad y de
retroactividad)
Otros
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos – Naciones Unidas
Instrumentos:

“Suárez Rosero vs. Ecuador”


Descripción: El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado por la
detención ilegal y arbitraria de Rafael Iván Suárez Rosero por parte de agentes
policiales, así como la falta de diligencia en el proceso penal seguido contra él.
Palabras Claves: Derecho a la honra y la intimidad, Derecho a la integridad personal, Dignidad,
Familia, Garantías judiciales y procesales, Libertad personal, Protección
judicial
Derechos violados
Convención Artículo 1 (Obligación de respetar los derechos.) , Artículo 11 (Derecho a la
Americana: honra y dignidad) , Artículo 17 ( Protección a la Familia) , Artículo 25
(Protección Judicial) , Artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) , Artículo
7 (Derecho a la libertad personal) , Artículo 8 (Garantías Judiciales)
Otros
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos – Naciones Unidas
Instrumentos:

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