Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
CLASE 6
Derecho a un remedio o recurso efectivo: el art. 25 del Pacto de San Jose de Costa Rica
(PSJCR) denominado Protección Judicial, establece que toda persona tiene derecho a un recurso
sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la
amparen contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la
Ley y las Convenciones Internacionales, aunque tales violaciones sean cometidas por personas que
actuaban en ejercicio de sus funciones oficiales o públicas. Los Estados se comprometen a
garantizar que la autoridad competente, ya sea judicial, administrativa o legislativa decida sobre los
derechos de toda persona que interponga un recurso, a desarrollar la posibilidad del recurso judicial
y a garantiar por parte de la autoridad competente el cumplimiento de las decisiones de que se haya
estimado procedente el recurso, es decir que las decisiones que se hayan tomado sean ejecutables,
que se puedan cumplir.
Aclaración: el recurso o remedio efectivo no coincide necesariamente con el sentido que se le debe
otorgar en el campo del derecho procesal, sino que es mucho más amplio, abarca más situaciones
tutelables.
El recurso o remedio efectivo es un derecho de naturaleza adjetiva (procesal) y autónoma,
que genera para los estados la obligación de crear los mecanismos para la protección de los
derechos tanto en el plano interno como en el de los tratados internacionales. La consagración de
este derecho está vinculada al principio de subsidiariedad del sistema internacional de los derechos
humanos; es decir que son suplementarios de los remedios nacionales.
La Convención Americana de los Derechos Humanos (CADH) en los art. 1 inc. 1° y 2,
atribuye las funciones de protección al derecho interno, son los Estados Nacionales los que tienen
la responsabilidad de adoptar todas las medidas que sean necesarias para asegurar a las personas el
derecho al recurso efectivo ante la instancia nacional para la protección de sus derechos y
libertades.
Caracteres del Recurso Efectivo:
– Ser rápido y sencillo
– Ser efectivo (vía idónea para la situación jurídica infringida)
– Ser accesibles a todas las personas
El Estado debe garantizar el acceso a la justicia de manera formal y real, para eso se
deben compensar y remover todos los factores de desigualdad real de ciertas personas o grupos
sociales, con base en el principio de igualdad y en la no discriminación. Los recursos deben ser
además accesibles para todas las personas. El derecho al remedio efectivo exige que estos sean
regulados de forma tal que los individuos tengan la certeza y la seguridad jurídica de las
condiciones de acceso.
En la práctica el derecho a un remedio efectivo incluye el derecho a exigir a las autoridades
la realización de una investigación judicial seria. Asimismo, para ser considerado idóneo debe
tutelar adecuadamente el derecho en cuestión. No se considera efectivo el recurso cuando su
aplicabilidad para un determinado derecho no está contemplada en forma cierta por la ley.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CrIDH) ha dicho que la existencia de un
recurso efectivo contra las violaciones de los derechos reconocidos por la Convención constituye
una violación de la misma por parte del Estado donde se da esta situación.
Debe advertirse además que este derecho puede ser violado por situaciones de hecho, no
solamente por situaciones de iure. La CrIDH dijo que el remedio efectivo constituye el derecho a
vivir en un estado de derecho, es el derecho a tener un ordenamiento jurídico, su alcance y
protección también se extiende a todo lo relativo al debido proceso legal.
El derecho al remedio efectivo es un derecho autónomo: su delegación constituye por si
misma, una violación al derecho internacional de los derechos humanos, con independencia del que
el peticionario tenga o no razón sobre el fondo de la cuestión o pretensión.
La forma más común de derecho al remedio efectivo está dada por la acción de amparo, y
en el caso de la libertad ambulatoria o el agravamiento de las condiciones de detención, por el
habeas corpus.
CLASE 7
CLASE 9
CLASE 10
4) Publicidad de la Justicia: Los procesos, especialmente lo penales, deben ser públicos, sólo
excepcionalmente deben ser confidenciales, cuando existan causas justificadas para ello. Pero esto
debe ser demostrado por el Estado, lo que significa que es la autoridad pública quien debe
demostrar que la restricción de publicidad era necesaria para preservar los intereses de justicia
como dice el art. 8 del PSJCR. En el caso “Cantos vs. Argentina”, la CrIDH dijo que el art. 8 inc.
1° de la Convención consagra el derecho de acceso a la justicia. Este es un derecho fundamental
que se desprende conjuntamente del derecho al debido proceso y del derecho a la protección
judicial. En virtud de este derecho los Estados no deben interponer trabas en las personas que
acudan a los jueces o tribunales, en busca de que sus derechos sean determinados o protegidos. Por
ejemplo: las tasas, fianzas, gravámenes que se impongan en la administración de justicia, a veces
pueden convertirse en verdaderos impedimentos materiales para acceso a la misma.
En razón de la importancia que revisten además, el derecho internacional de los DDHH
reconoce para los acusados en procesos penales, garantías o derechos adicionales. Para
determinar si un procesado tiene derecho a este sistema de garantías reforzadas, no sólo debe
tenerse en cuenta la existencia de la jurisdicción penal y la naturaleza de la falta cometida, sino
fundamentalmente el grado y la severidad de la pena. Como regla general las penas privativas de la
libertad deben ser consideradas como de naturaleza penal. Estos derechos deben ser respetados a
todos los acusados sin importar el delito del cual se les acuse, o que tan culpables parezcan.
Es importante resaltar que estar garantías no sólo rigen en las etapas judiciales de los
procesos penales, sino en todas las etapas inluídas las investigativas, es decir que también se tienen
que respetar en procedimientos o actuaciones previas o concomitantes a los procesos judiciales,
cuando su inobservancia puede derivarse en un perjuicio a la situación jurídica de las personas.
El Derecho Internacional de los DDHH consagra los siguientes derechos para los
acusados:
1) La presunción de inocencia (art. 8 inc. 2° de la CADH establece que toda persona inculpada de
un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad). El CDHONU dijo que ninguna culpabilidad puede ser presumida hasta que el cargo
haya sido probado más allá de toda duda razonable, es decir, haya sido probado en grado de
certeza. El CDHONU sostuvo que la presunción de inocencia implica el derecho a ser tratado de
acuerdo a este principio. Por su parte la CrIDH en el caso “Ricardo Canese vs. Paraguay” que el
derecho a la presunción de inocencia es un elemento esencial para la realización efectiva del
derecho de defensa y acompaña al acusado durante toda la tramitación del proceso, hasta que una
sentencia condenatoria que determine su culpabilidad quede firme. Este derecho significa además
que el imputado no debe demostrar que no ha cometido el delito que se le atribuye, ya que la carga
probatoria o el onus probandi corresponde a quien lo acusa.
2) Derecho a la Libertad Personal: El respeto a la presunción de inocencia resulta de vital
importancia cuando se impone al imputado la medida de coerción personal de la prisión
preventiva. La CrIDH dijo en el caso “Suárez Rosero vs. Ecuador” que de lo dispuesto en el art.
8 inc. 2° de la Convención surge la obligación del Estado de no restringir la libertad del detenido
más allá de los límites absolutamente necesarios para asegurar que no eludirá la acción de la
justicia ni obstaculizará las investigaciones.
Este concepto está expresado en múltiples instrumentos de los DDHH, como es el caso del
PIDCP que en su art. 9 dispone que la prisión preventiva a las personas que hayan de ser juzgadas
no debe ser la regla general, por el contrario, la prisión preventiva siempre debe tener carácter
excepcional porque se halla limitada por el derecho de presunción de inocencia y debe estar
siempre también enmarcada dentro de la necesidad, proporcionalidad y proviosionalidad de la
medida. La prisión preventiva no puede convertirse en un sustituto de la pena privativa de la
libertad ni cumplir los fines de la misma. No debe olvidarse que tiene la naturaleza cautelar y no
punitiva. Se aplica por razones de peligrosidad o riesgo procesal y no por peligrosidad criminal,
motivo por el cual siempre debe ser provisional, lo que implica que debe hacerse cesar de
inmediato ni bien han desaparecido las causales por la cuales fuera dictada, que no pueden ser otras
que el peligro de fuga del imputado o el entorpecimiento de las investigaciones. Siempre que esos
riesgos o peligros procesales no puedan neutralizarse de otra manera menos gravosa para las
personas y los derechos de los imputados.
El uso judicial de la prisión preventiva es altamente preocupante en nuestro país porque a
diario observamos cómo se abusa de esta herramienta procesal en una clara violación a los DDHH
y más concretamente a los Derechos a la Presunción de inocencia y a la Libertad Personal.
Según estudios empíricos en nuestro país se recurre como regla al encarcelamiento cautelar
de personas inocentes como si se tratara de una verdadera pena anticipada, muchas veces
acompañada de todo un show mediático con lo cual la persona antes de ser juzgada ya fue
condenada por la prensa destruyendo también no solamente las garantías de presunción de
inocencia y el derecho a la libertad personal, sino también su honra y su dignidad personal. Las
estadísticas revelan además la existencia, magnitud y gravedad del problema del abuso del
encarcelamiento preventivo y exponen las enormes tasas de presos sin condenas en nuestras
cárceles y comisarías. El drama del abuso de la prisión preventiva resulta agravado por las pésimas
e inhumandas condiciones materiales en las que se cumple la detención de las personas que como
ya sabemos aún no han sido juzgadas y gozan por ende de la presunción de inocencia.