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EJERCICIOS ESPIRITUALES.

EJERCICIOS ESPIRITUALES. Abrir espacios a la oración.


ABRIR ESPACIOS A LA ORACIÓN.

Vamos a hacer los Ejercicios con iconos bíblicos, es decir pasajes bíblicos, sobre todo del N.T. Entra en la
“película”, no leas como espectador/a o sabio, dialoga con sus personajes, entra en el guión de la banda sonora,
sé actor y protagonista. Esos hombres y mujeres de las narra-ciones bíblicas vienen a nuestro encuentro para
acompañarnos en nuestro itinerario de fe.
Cuando vayas a orar:
1. parte de la realidad, de tu realidad, punto de arranque es el humus de lo cotidiano, con su opacidad y sus
conflictos, y su brillo y su grandeza también; con sus amenazas y contradicciones, sus luces y sus sombras,
distinto a la huída a un mundo irreal. Ver Gen 28,12 escala de Jacob: bien clavada en la tierra, lleva a la
comunicación con lo divino. Orar no será huir de nuestros problemas, ni desentendernos del mundo, sino
“arrimarnos” a Dios con todo lo nuestro. Mt 11,29-30 “ vengan a mí los que están cansados…” Vamos a
orar con todo lo que somos, con nuestro equipaje de imágenes, sentimientos, preocupaciones, criterios y
relaciones que constituyen nuestra vida y nuestra historia, con todas nuestras heridas esperanzas y miedos.
2. ensancha tu deseo: la oración nace de nuestra pobreza y nuestra necesidad; la ahoga el engaño de la
suficiencia. Ap 3,17 “ dices soy rico…” Coexisten en nosotros deseos auténticos (de Dios) y otros que
quieren escapar a la gracia (recovecos del corazón). Presenta unos y otros a Dios, sumergiendo en EL la
propia pobreza. El Padre nos toma consigo en nuestra totalidad, tratando de realizar lo mejor de cada uno.
3. Insiste y permanece: ver Rom 8,27 “clamor”, “gemido”, que llega hasta las entrañas de Dios (Ex 3,7). Orar
es gracia, pero requiere también nuestro esfuerzo, disciplina, trabajo para unificar las energías dispersas. Se
nos pide que no dejemos de remar esforzadamente mientras aguardamos –en vigilia– que el viento del
Espíritu despliegue nuestras velas.
4. Afinidad con Jesús: “sintoniza” con Jesús, con su obediencia filial, su disposición a amar y dar la vida. Esto
es distinto de una acumulación de saberes y doctrinas. Dice Sta. Teresa: “no os pido ahora que saquéis
muchos conceptos, ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones… no os pido más que lo miréis”.
Entra en contacto con Dios no quien cree saber mucho de El, sino quien intenta practicar la justicia, amar
con ternura y caminar humildemente con El (Mi 6,8) y como El.
5. Entra en lo escondido: interioridad es la insistencia más genuina de Jesús en su enseñanza sobre la oración,
Mt 6,6 “cuando quieras orar entra en tu habitación…” Ver lo que ocurría en lo escondido de la Madre de
Jesús ( Lc 2,19) “ guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”, es la labor callada de reunir lo
disperso, de tejer juntas las Palabra y la Vida no como siervos sino como amigos. Oración es un encuentro
personal, un diálogo de amistad con quien sabemos nos ama. Tenemos franqueado el camino para participar
de la relación del Hijo con el Padre en el Espíritu.
6. Déjate alcanzar: cuando el amor de Jesús da alcance a alguien transforma la vida, afecta en el mundo de los
criterios, opciones, preferencias, traslada a otro orden, el de la gracia, del Reino. La oración tiene
consecuencias, reconocemos sus frutos si nuestra vida se va haciendo más manejable por el Espíritu, si nos
vamos dejando bautizar, sumergir en el universo de valores, comportamientos, amores de Jesús.
7. Dos comentarios prácticos: a) la oración necesita su propio tiempo, reclama la totalidad de
nuestro ser para sumergirlo en el Fuego que se consuma, y caminar con el “corazón ardiente”
(tiempos breves, o más largos según ayude a cada quien). Encontramos tiempo para lo que
consideramos importante, lo que importa es esta allí. b) qué hacer durante la oración: ponte
ante Dios, indefenso/a. Los métodos ayudan. Te sentirás atraído/a a meditar, cantar, contrición,
alabanza… o solo estar allí, permanecer en su presencia. Lo importante es “estar” en su
presencia. Dejémosle actuar, dejémosle ser Dios con nosotros. “Cualquiera que sea mi pasado
o mi temor al futuro, oh Espíritu Santo, pronuncia dentro de mí el SI total de Jesús al Padre.”

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